Izuku estaba esperando en la entrada de la aldea al grupo de caza, el primero que lideraba Katsuki.

El grupo estaba conformado por varios Alphas, los demás se quedaban en la aldea para protegerla.

El pecoso se había escapado de sus obligaciones de estudiar medicina en favor de darle la bienvenida a su rubio al pueblo. Los Omegas de los demás Alphas los esperaban en sus casas o en la fogata, listos para tratar la carne y pieles traídas. Tareas que pronto le enseñaría Inko y Masaru, ahora que era un Omega en toda regla.

El sonido de pasos lo alertó de la llegada de los cazadores. Tomo cada gramo de autocontrol no correr al encuentro del rubio. Pero al ver cómo sus ojos rojos y cansados se llenaban de alegría y energía al verlo en el camino, comenzó a trotar.

Al menos, para mitigar las leves bromas sobre jóvenes hormonales, Katsuki también troto a su encuentro y con un suave abrazo los alejo un poco del camino. Mientras los demás Alphas terminaban el camino, Katsuki enterró su nariz en el cuello del pecoso y tomo grandes bocanadas de aire. Pero en lugar del ronroneo habitual, el Alpha soltó un gruñido de disgusto.

-Hueles a medicina, odio cuando tomas la bebida supresora.

La risa apenada de Izuku se combinó con el gruñido frustrado mientras el Alpha tomaba la mano del peliverde y regresaban a la aldea con Katsuki contándole como rastreo a un conejo, convenció a los demás de seguirlo y al final, los llevó a las madrigueras de los conejos. Ahora podían ir a cazar mucho más fácil este animal.

Habían ido al rio para aliviar el poco residuo de la rutina que deja el té supresor. Aunque sus padres no sabían que estaban juntos, ya que no dejaban que se juntaran con el celo o rutina del otro.

Pero Katsuki sabía controlarse, además que el odioso té supresor lograba mantener su mente lúcida. El anhelo de pasar cada momento del día junto a Izuku lo sentía dentro como fuera de la rutina.

Estaba justo en la corriente del rio viendo como nadaba su pequeño Omega peliverde. Había pasado un par de años desde que presentaron y ya estaban acostumbrados a los olores en celos del otro, dónde la menta y la canela aumentaban.

Sin embargo, en estos momentos el olor de ambos era tenue por el agua del río, y algo dentro de Katsuki le molestaba. Su Omega debía oler a menta y canela ahumada con dulces jazmines en cedros. Los dos deben oler así, la mezcla perfecta de ellos.

Perezosamente nado cerca del peliverde, haciendo el ruido suficiente para anunciar su acercamiento. Al estar detrás del Omega, Katsuki rodeo la cintura con sus brazos, dejando las manos en el vientre desnudo.

Suavemente paso su nariz por el cuello, subió por la mejia pecosa y dejo un beso en la sien, dejando su cuello a la altura del otro cuello. Por primera vez, juntó ambas glándulas, estimulandolas para que soltaran sus olores.

El chirrido de felicidad seguido del jadeo de placer de su Omega en sus brazos solo lo animo a más. Paso sus muñecas por el estómago descubierto hasta llegar al límite de una camisola. Pero la tentación era tan grande para Katsuki que subió la mano hasta que su palma cubría el pequeño pecho y dió un rápido apretón.

-¡Kacchan!

La voz de Izuku tenía reproche, pero su cuerpo se arqueó buscando la mano de su Alpha. El rubio respondió con un suave arrullo para calmar al Omega y siguió masajeando el pecho hasta sentir el pezón duro. Justo cuando iba a cambiar de pecho lo sintió. El olor amargo y casi ácido mezclado de canela. El olor del té supresor que él mismo desprendía.

-Realmente odio ese estúpido té.

Soltó al peliverde y le dió la espalda para seguir nadando y volver a enfriarse. Nunca vió la mirada anhelante que Izuku le dió al separarse.

-Crei que ahora sabías preparar el té supresor.

-Y sé como prepararlo, solo quiero acurrucarme con mi Alpha en nuestra cueva.

Su maravilloso, guapo y fuerte Alpha Katsuki estaba en la puerta de su cueva sin permitirle el paso. Había gruñido entre dientes algo sobre afilar armas y entrenamiento, de no tener tiempo.

Pero Izuku sabía la verdadera razón. Katsuki odiaba el olor del té supresor y no lo quería en su cueva. El pobre Alpha apenas aguantaba el olor en sus propios cuerpos, se volvería loco que estuviera presente en un lugar intimo para ambos.

La verdad es que ambos odiaban el dichoso té supresor, pero aunque definitivamente se atraían físicamente, ninguno estaba listo para un cachorro que definitivamente saldría de un enlace en pleno celo o rutina. La idea de un cachorro en el tiempo incorrecto era tan fuerte para frenarlos a ambos.

-¿Al menos puedo sentarme en tu regazo Kacchan? ¿Solo unos minutos?

Y después de unos ojos de cachorro practicados toda su vida, unos chirridos de llamado Omega y una leve amenaza de estar tranquilo de parte del Alpha, Izuku consiguió su tan anhelado sesión de acurrucados bajo la sombra de un árbol cercano.

Si Katsuki llegó ese día tarde al entrenamiento con Eijiro con calambres en las piernas, es solo para conocimiento y diversión del pelirrojo.

En la última noche de primavera, justo cuando mueren todas las flores y comienza los primeros vistazos de frutos y semillas, es la noche de mayoria de edad de los jóvenes.

Los jóvenes de entre 17 y 18 años al fin eran nombrados 'Maestres' de su oficio.

Mina, una linda Beta de cabello rosa era nombrada Maestre de pieles.

Shouto, un estoico Alpha era nombrado Maestre de guardia.

Denki, un Omega energético era nombrado Maestre de reparaciones.

Y así varios de sus amigos. Obviamente Katsuki era nombrado Maestre cazador e Izuku era nombrado Maestre de medicina.

Era una noche de celebración solo para los jóvenes, con comida, bailes, música y por primera vez para muchos, con alcohol. Los padres se retiraban después del nombramiento y solo los guardias se quedaban cerca para evitar algún accidente. Pero era una noche para disfrutar de todo sin ojos juzgadores.

Por lo que Katsuki e Izuku pasaron gran parte de la noche bailando entre ellos, charlando con amigos mientras descansaban y para al final de la fiesta, robaron una botella y se retiraron al bosque a pasar la noche en su cueva.

Aunque Katsuki había llevado mantas extras en el día para usar en estos momentos. Estaba al inicio de su rutina y había tenido que tomar el estúpido té en la tarde. Pero se negaba a renunciar a los planes que ya tenía con Izuku, por lo que guardo sus viejas mantas y usaron las nuevas, para ser retiradas a la mañana siguiente.

A lo largo de los años habían pasado innumerables noches en la cueva, solo abrazándose y olfateandose. Pero está noche, al fin eran considerados adultos en su aldea. E Izuku lo tenía muy presente.

-Kacchan... Y si nos quedamos aquí... Todo el día de mañana... Y no tomas el té... Y nosotros podríamos...

El peliverde enfatizaba cada frase con besos en la cara del rubio pero antes de que pudiera terminar, Katsuki tomo su cara y selló sus labios en un beso perezoso. Se tomaron el tiempo de saborear al otro, chupando y mordiendo sus labios.

-Hoy no 'Zuzu. Aún no.

Katsuki tuvo el descaro de soltar una leve risa antes los toques amargos en la menta cuando su Omega se decepcionó. Realmente ganas no le faltaban, sentía su rutina justo en el borde y podía encenderse en cualquier momento. Y con el regazo lleno de su Omega, se sentía más fácil que nunca.

-Calma Omega. Vas a ser mío. Pero 'Zuzu, eso será cuando tenga terminada nuestra cabaña. Quiero llevarte a una vida completa con migo. Así que espera un poco más.

Todo su discurso lo enfatizo con suaves caricias. Aunque era su canela amarga, gracias al té, aún era su olor y aún podía dar consuelo a su muy cachondo y desesperado Omega.