La ventaja de al fin tener la mayoría de edad, es que podían cortejar formalmente. Cómo en, cortejar con el visto bueno de los suegros y de la aldea y al fin sin burlas.

Katsuki salió de caza él solo, para demostrar que podía proveer en cualquiera circunstancia. Pero Katsuki no solo quería llevar cualquier carne y ya. Llevaría la favorita de Izuku. Ciervo.

Y como regalo doble, llevaría un ciervo joven, aún con sus manchas para que pueda ser una hermosa manta en su futuro nido. Por lo que tenía que ser cuidadoso en la manera en que mataría al animal.

Rastreó y persiguió a un buen ejemplar. Puso varias trampas hasta que al tercer día, una pata del ciervo quedó enredada en la trampa y pudo matar al animal de una manera adecuada.

Mientras regresaba a la aldea, algo dentro de él vibraba de satisfacción. Sabía que era un cazador excelente y podía guiar a un grupo a una gran caza, pero ahorita, cargando su regalo de cortejo, podía sentir un leve ronroneo de gusto.

Algo en el pensamiento de que podía cuidar de Izuku, que su Omega bien podría estar encerrado en su futura cabaña y sobrevivir únicamente con lo que el cazase...

Lo estaba embriagando de éxtasis.

Por su parte, Izuku recolectó todas las hierbas para condimentar la comida, en especial las favoritas del Alpha rubio. Tuvo que ir a una zona en específico del bosque para buscarlas, donde se daban naturalmente.

No por primera vez pensó en plantar un huerto en las afueras de su cabaña. O bueno, de la cabaña en construcción.

Por lo que el secado de las hierbas, distribución y empaquetado tuvo que hacerlo en la cabaña de medicina, dónde tenia los implementos. Recolectó el doble, para poder tener su suministros propio y poder comerciar con los nómadas.

En unas lunas llegaría el grupo favorito de nómadas de Izuku y había encargado que le consiguieran frascos de vidrio donde poder almacenar sus hierbas. Sabía que se verían ordenados en su futura cocina, dónde podría cocinarle a su Alpha siempre que quisiera.

En la tarde del tercer día, un pequeño estremecimiento le recorrió la espalda. Casi guiado por una voz, salió de la cabaña de medicina. El viento le trajo el maravilloso olor a dulce canela ahumada de su Alpha antes de poder verlo en el camino.

Espero paciente su encuentro, casi vibrando de emoción ante el paso que estaban a punto de dar ambos. Había visto en varias parejas este pequeño ritual, aunque el más cercano e íntimo que presenció fue el cortejo de Toshinori con su propia madre Omega.

Katsuki casi troto hasta llegar enfrente de su Omega, apreciando lo bien que se veia su Omega con la chaqueta verde de los médicos y los pantalones que aún insistía en que le quedaban, esos que abrazaban el trasero y muslos de su Omega como una segunda piel.

Pudo ver de reojo como los demás médicos salían de la cabaña para ver lo que gritaba era un cortejo. Le pareció ver una cabellera roja y una rosada cerca y eso solo aumento su ansiedad. Odiaba hacer esto en público, aunque toda la aldea supiera que estaban en una relación prácticamente desde que usaban pañales.

El Alpha rubio se arrodillo frente a su Omega, desatando cuidadosamente su preciada carga de su espalda y poniéndolo en el suelo. Estaba envuelto en su capa roja que usaba para protegerse del frio en las noches de caza. Trago saliva nervioso antes de desenvolver al ciervo que, ignorando la extrema inamovilidad, se pensaría vivo.

-Izuku, nacido en la familia Midoriya y cuidado por la familia Yagi, me presento ante ti con un regalo de cortejo. -Sus nervios se hubieran disparado al ver las lágrimas en los ojos del peliverde si no luciera al mismo tiempo, la sonrisa mas grande y brillante que jamás le ha visto. -Yo, Katsuki, nacido y cuidado por la familia Bakugou, he cazado este ciervo solo para ti. Lo he hecho solo y con mis propias manos. Para que comas su carne y te abrígues con su pelaje.

Izuku era un desastre de lágrimas con sonrojos y sonrisas. Su agradable olor a jazmines era en lo único que podía pensar Katsuki. El Omega, en respuesta, se arrodillo justo frente del Alpha, desde ya ronroneando suavemente, en señal de gusto.

-Yo, Izuku, nacido en la familia Midoriya y cuidado por la familia Yagi, acepto tu regalo de cortejo, Katsuki, nacido y cuidado en la familia Bakugou.

La cara de Izuku era una obra de arte en tonalidades de rojo, casi ocultando sus maravillas pecas mientras se abría la chaqueta para quitársela. Luego, tomo el cuello de su camiseta y lo hizo a un lado, al mismo tiempo que ladeaba el cuello y se lo ofrecía al rubio.

Katsuki podía sentir doler sus colmillos con la fuerte necesidad de morder la glándula ofrecida tan dulcemente. Está era la parte culmine del ritual, dónde el Omega se ofrece y confía en que aún así, no será marcado todavia. Pero por eso se hace en público, en seguridad de ayudar al cortejado si el que corteja, sobre todo un Alpha, se descontrola.

Katsuki soltó libremente un gruñido de satisfacción, siendo respondido por un chirrido de necesidad Omega. Eso fue directo a la verga de Katsuki. Con otro gruñido, este de advertencia, por fin encontró su voz.

-Esperare a qué estemos listos.

Con esas palabras, todos los demás rompieron en aplausos y gritos de alegría. Pero Katsuki estaba concentrado en el Omega en su regazo que trataba de meterle la lengua en la tráquea, oliendo a todo un bosque lleno de jazmines después de una tormenta.

La pareja fue felicitada por todos los presentes. Entre ellos los padres de ambos que fueron avisados con tiempo. Luego, Katsuki tomo al ciervo y a su Omega y los llevo a lo que sería su cabaña.

Aún era solo el piso de madera, ya marcado en lo que serían las distintas habitaciones. Katsuki, necesitando aún lucirse ante Izuku, despellejo y trato al animal para poder ser comido. Mientras Izuku había comenzado un fuego, preparando una sartén y demás para cocinarla con las especies con las que, efectivamente, agrado el paladar de su Alpha.

Después de haber comido, Katsuki tenía en su regazo otra vez a Izuku, en una sesión más lenta y sensual de besos.

-¿Alpha?

El bonito y casi timido susurro de Izuku fue una grata sorpresa. El pecoso había dejado de besarlo para, muy lentamente, estirar el cuello, dejando expuesto por segunda vez en el día, su glándula.

El mensaje era tan claro y tan fuerte. Katsuki realmente quería aceptar, algo dentro de él estaba ansioso por hacerlo. Pero su parte racional y no cachonda le gritaban que aún no. Sería el mejor Alpha que pudiera ser para Izuku, eso incluía terminar la cabaña a sus espaldas. Brindar un hogar es lo más importante que podía hacer como Alpha.

Pero si se iba a dar un gusto. Perezosamente, paso su nariz por la glándula, disfrutando del estremecimiento que eso provocó en su Omega. Abriendo su boca, paso lentamente la lengua, probando al fin el sabor de las dulces feromonas de Izuku. Luego otra lamida, y luego otra hasta que se encontró chupando ávidamente.

Su Omega soltaba lindos jadeos de placer y casi pierde la cabeza cuando el maravilloso olor de la grasa de Izuku inundó sus fosas nasales. Pero con cada gramo de autocontrol que no sabía que tenía, se retiró del cuello y puso la máxima cantidad de espacio entre ellos sin soltar a Izuku.

-Pequeño Omega desesperado. Solo dame hasta que termine la cabaña.

Katsuki acaricio amorosamente la cara pecosa que tenía enfrente, soltando ligeros arrullos Alpha mientras trataba de no respirar el embriagante olor. Su polla tendría que esperar.