Juegos Perversos [Wicked Games] es autoría de creaatingmadness, Crepúsculo y sus personajes pertenecen a Stephenie Meyer, la traducción al español es mía con el permiso de la autora.
Juegos Perversos [Wicked Games] was written by creaatingmadness, Twilight and its characters belong to Stephenie Meyer, the Spanish translation is mine with the author's permission.
¡Gracias a Sully y arrobale!
ADVERTENCIAS: Esta historia contiene uso de drogas, contenido sexual explícito, violencia y lenguaje soez. Está clasificado como M por una razón. Agregaré advertencias de activación en la parte superior de los capítulos que creo que las requieren más allá de esta advertencia inicial. Es un BxE, pero es una combustión lenta, así que abróchate el cinturón.
Capítulo veintiocho: Tic-tac
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Edward
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xXx
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Miro a Cinna con recelo, con los brazos cruzados. Está sentado en un sillón frente a Charlie, con aspecto preocupado, y Alec está de pie a su lado.
—Charlie, Soranno nos ha traicionado a todos, no puedes culparme de esto… —advierte Cinna.
—¡¿No puedo, dices?! ¿Qué carajo? —espeta Charlie—. ¿Secuestraste a mi hija: sí o no?
Cinna levanta las manos—: ¡No sé nada sobre eso!
—Mentiroso —afirmo con seguridad.
Marcello me mira fijamente desde el otro lado de la habitación. —¿Y cómo sabemos que Masen no está detrás de esto también? —comenta—. Es muy capaz.
—Capaz de hacer muchas cosas, sobre todo a la gente que intenta joderme —digo en voz baja.
Él resopla. —Me engañaste.
—Bueno, parece que me la devolviste...
—Basta —susurra Cinna—. Nada de esto es relevante.
—Si nos cuentas cómo planeabas llevarte a Bella, tal vez podamos averiguar dónde la tiene Soranno —dice Emmett con fiereza.
Cinna suspira. —Si bien puedo admitir que pensamos en llevarnos a Isabella como estrategia para negociar los términos, no tuve nada que ver con llevárnosla esta vez. Pero... —mira a Alec y luego a Marcello—, teníamos a alguien adentro.
Eric jura en voz alta—: ¿Quién diablos es? Lo mataré.
—Soranno se te adelantó —dice Alec arrastrando las palabras.
—¿Jimmy? —pregunta Charlie en voz baja.
—No quería que nada les pasara a ti ni a tu familia —dice Cinna con cansancio—. Solamente quería un cambio de liderazgo. Ya te lo dije, tus políticas nos estaban hundiendo. Tus malditas normas morales nos han estado desangrando...
—Lamento decírtelo, Cinna, pero Bella hará cumplir esas mismas reglas —espeta Emmett—. Por extraño que parezca, ella tampoco tolera el tráfico de personas.
La ira comienza a hervir dentro de mí. Se están desviando del tema.
Cinna levanta las manos. —Alec la convencerá de hacer lo contrario.
Alec sonríe. —No estaría tan seguro.
—El trato se canceló —espeta Charlie—. Me jodiste.
—No seas tonto, Charlie. Nunca la encontrarás sin nosotros, y sin Bella y Alec como unión, tu negocio familiar está muerto. Ya no te necesitamos.
—Mis hombres todavía me son leales...
—¡Ambos deberían dejar de hablar de sus malditos asuntos y empezar a concentrarse en encontrar a Bella! —prácticamente rugí. Todos en la sala se giraron hacia mí y arqueé una ceja desafiando a cualquiera a estar en desacuerdo.
—¿Dónde la podría tener Soranno? —pregunta finalmente Alec.
Charlie suspira y se deja caer en una silla. —Tengo hombres buscando en todas sus propiedades y direcciones conocidas de él y sus hombres. No tenemos nada. ¿Cinna?
—Nada tampoco, donde quiera que esté, no lo sabemos.
—Tenemos que tener algo contra él. ¡Vamos! —le insisto. Alec gira la cabeza hacia mí con los ojos entrecerrados.
—¿Qué? —le pregunto.
Sacude la cabeza ligeramente y frunce el ceño. —Nada, yo... nada.
—Emmett, tendrás que ir —dice Charlie en voz baja.
Emmett traga saliva con fuerza. —Primero tengo que hacer una llamada telefónica.
—¡Lo matará! —protesto.
—Si él no va, Bella muere. No tenemos otra opción —dice Charlie, poniéndose una mano sobre la cara.
—Entonces déjame ir con él —digo finalmente—. Puedo... puedo ir con él y... tal vez podamos engañar a Soranno para que...
—No puedo arriesgarme —dice Charlie con firmeza—. Todo lo que puedo hacer es esperar que, sea lo que sea que haya planeado, quiera que todos estemos allí. Así que Emmett irá, y luego yo iré, y mientras tanto, más vale que alguno de ustedes, cabrones, encuentre el lugar y nos salve el pellejo.
Miro a Cinna con desconfianza. —Eso suena como si te quitara de en medio, ¿y no te parece que eso funciona bastante bien, Cinna?
Mira a Alec durante una fracción de segundo y la conciencia se filtra a través de mí, los restos de una conversación que escuché por casualidad hace años inundan mi mente. Inclino la cabeza, una sonrisa burlona jugando en mis labios.
»Ah, ya entiendo. No puedes eliminar a Charlie, ¿verdad? Si él se va, sus contactos se van, su posición se va... su trato con la DEA se va... no más comercio para el negocio familiar. No me extraña que quieras una alianza...
Charlie se pone de pie y mira fijamente a Cinna. —¿Es eso cierto?
Cinna se encoge de hombros. —Es útil... tenerte cerca.
—Bueno, eso explica por qué nadie intentó matar a Bella hasta que llegó Michele... —afirmo, caminando de un lado a otro—. A él no le importa el negocio familiar, no le importa que lo atrapen... solo quiere que paguen... ese es su objetivo final. No hay forma de que ninguno de ustedes salga vivo de esto.
—Entonces será mejor que lo encuentres antes de que nos mate —dice Emmett, poniéndose de pie. Me da una palmada en el hombro y Charlie lo sigue hasta la puerta.
Cinna se acerca a la barra y se sirve un whisky. —Sabes, Masen, siempre me fijé en ti cuando trabajabas con Marcello... Te hiciste un nombre de joven, tú y James. Me impresionaron.
—¿Y? —pregunto con la mandíbula apretada.
Él se da vuelta y me mira fijamente. —Estoy al tanto de que tienes una relación con Bella, Jimmy me lo informó, por eso fui con Charlie después de que tú saliste de hablar con Marcello, quería alejarte de ella... para que tuviéramos la oportunidad de... llevárnosla, si queríamos. Obviamente Jimmy tomó eso en sus propias manos... pero... eres útil.
—¿Cuál es el punto?— pregunto con insistencia.
Se encoge de hombros. —Solo que, aunque Bella y Alec se casarán, eso no significa que su relación tenga que terminar, mientras sigas siendo útil, creo que podemos hacernos los de la vista gorda.
—No comparto, carajo...
Cinna frunce los labios. —Entonces la pierdes. ¿Es eso lo que quieres?
Alec se aclara la garganta. —Masen, ¿podemos ir a buscar a Bella? Si quieres, podemos llevarnos un par de motocicletas...
—Está bien —digo con brusquedad, siguiéndolo fuera de la habitación sin mirar a Cinna.
Alec y yo viajamos durante horas, interrogando a miembros de pandillas, hasta que terminamos en el apartamento de Michele en la ciudad, hurgando en todos los papeles que encontramos, tratando de averiguar dónde tiene retenida a Bella.
—Nos falta algo, alguna pista, algo que dijo, algo que hizo… —espeto, pateando el escritorio de Michele al otro lado de la habitación—. Vuelve a mirar el vídeo, ¿reconoces algo?
Alec enciende el televisor y conecta el video. Mi corazón salta cuando veo a Bella y respiro con fuerza cuando la corta, obligándome a mirar el resto de la imagen en lugar de observar los hilos de sangre que corren por el cuerpo de mi chica.
—No veo nada —dice Alec con un suspiro—. No reconozco este lugar en absoluto. Suena su teléfono y contesta de inmediato.
—¿Sí? Mierda. Bien.
Cuelga y me dedica una expresión sombría. —Me envió un video con Emmett...
Él hace clic y lo miramos juntos, mi estómago se revuelve mientras veo a Michele sacar el ojo izquierdo de Emmett, sus gritos de dolor y los gritos de Bella me hielan la sangre.
—¡Mierda! —gruño.
—Es hora de que llegues, Charlie... Te envié la ubicación. Solamente tú... recuérdalo, o mataré a Bella... ven voluntariamente y ella será libre...
—Si Charlie se va ahora tenemos… una hora, quizá dos, eso es todo. Entonces será demasiado tarde —dice Alec en voz baja.
—¡Mierda! —gruño, frotándome la cara—. Me siento tan inútil.
Comenzamos a revisar los papeles nuevamente y mis ojos se nublan por las diferentes fuentes y tintas.
—Está bien, está bien —empujo los papeles lejos de mí—. ¿Has visto a Soranno interactuar con alguien de la familia?
Alec niega con la cabeza. —En realidad no, estaba trabajando con mi padre, pero... nunca dijo nada sobre los Swan.
Me froto las sienes. —Él estuvo en su fiesta de cumpleaños… ella le habló unos segundos… él no dijo mucho… él dijo que se parecía a su madre… que a su madre le gustaba montar a caballo.
Me levanto de un salto. —Dijo... dijo que tienen un establo en el este. ¿Lo hemos... lo hemos revisado?
Alec frunce el ceño. —No hay ningún establo en la lista...
—Definitivamente lo dijo, yo estaba justo al lado de ella.
—Está bien, eh... bueno, ¿quizás no esté a su nombre? ¿Y si está a nombre de su esposa?
—También hemos revisado sus propiedades, ¿verdad?
—Sí, y no podemos encontrarla a ella ni a su hija, supongo que las envió lejos...
—¡Mierda!
Alec se lanza y agarra la computadora portátil, escribiendo furiosamente en ella.
—¿Qué estás haciendo?
—Estoy buscando establos en el este. Sé que habrá muchos, pero si comparamos las fotos con...
—¡Imágenes en el vídeo! ¡Sí!
Hacemos clic en una publicación tras otra, intentando acotar la búsqueda. —Está bien, la habitación parece grande y elegante. Si son los establos... debe tener una linda propiedad anexa, ¿no?
—¿Qué tal esta? La compraron hace cuatro años por 5 millones de dólares, es una propiedad de 15 acres, establos adjuntos a una mansión de ocho habitaciones... y... ¡Mira Masen!...
Me quedo mirando la pantalla con el corazón palpitando en mi pecho mientras veo la familiar chimenea. —¿Dónde está? ¡Tenemos que irnos ahora mismo!
—¡Está a una hora de distancia!
—¡Entonces vámonos ya, carajo! —Mientras atravieso la puerta corriendo.
Cuando llegamos, tiemblo de adrenalina y tengo el corazón en la garganta. Hay ocho autos, llenos de armas y de hombres listos para destrozar todo lo que vean, pero mi única preocupación es Daisy. Charlie y Emmett son extras para mí, pero primero necesito que ella esté a salvo.
Rodeamos lentamente el lugar y agarro la glock con fuerza. En cuanto se cierra la puerta de golpe, entramos en oleadas desde todas las direcciones, limpiando cada grieta, rincón y habitación hasta que estoy de pie en la habitación del video, con mi arma apuntando directamente a Eric al otro lado de la habitación.
—No están aquí —dice Eric en voz baja—. ¡No están aquí, carajo!
—¡No! —rugí, cayendo de rodillas y cerrando los ojos con fuerza.
¿Dónde está? ¿Adónde los habrá llevado? Ella estaba aquí…
Mis ojos se abren de golpe y miro fijamente la silla a la que tenía atada a Bella. Trago saliva con fuerza cuando veo la sangre... Lo pagará. Va a pagarlo con todo lo que tenía.
Inclino la cabeza cuando noto una marca en el costado de la silla, es solo una palabra.
TUMBA
Mi corazón se paraliza en mi pecho cuando miro más de cerca, reconociendo las líneas irregulares y la sangre que las cubre. Ella se desgarró las uñas al tallar esto. Paso mis dedos sobre él, reflexionando sobre el significado. Tumba. ¿De quién es la tumba? La de ella...
Respiro profundamente. Conozco a Bella, sé cómo piensa… ¿Qué está tratando de decirme?
Me levanto tan rápido que me da vueltas la cabeza. —La casa... la casa en la que murieron. ¿Dónde está?
—¿Qué casa?
—La familia de Soranno, ¿dónde murieron?
—Está en Manhattan, en un apartamento… —dice Alec lentamente—. ¿Por qué?
—¡Ahí es donde están! —digo, señalando la inscripción tallada en la silla.
—Masen… ¡Eso podría significar cualquier cosa! —protesta Eric—. Si llegamos allí y te equivocas… ¡deberíamos seguir nuestras otras pistas!
—¿Qué otras pistas?
—Hay pistas aquí para otra propiedad, a 30 kilómetros de distancia… no podemos ignorarlas
Frunzo el ceño. —¡Pero eso no tiene sentido! ¡Nos dejó un mensaje!
—No puedo arriesgarlo todo en función de lo bien que crees que conoces a Bella, Masen... Esto es demasiado oscuro.
—¿Qué más podría significar?
—¡No sé!
—¡Me voy! Sé que ella está allí —espeto.
Eric hace una mueca. —No puedo... ir contigo, lo siento. Necesito seguir esta pista y necesito a los hombres conmigo.
—Iré contigo —dice Alec en voz baja.
Lo miro con sorpresa y él asiente. —¡Vamos!
Cuando salimos, Alec me pone una mano en el hombro y me gira bruscamente para que lo mire. —Masen… —Su expresión es feroz—. Fuiste tú, ¿no? El incendio… El almacén…
Mi corazón vuela hasta mi garganta, —¿Qu…?
Mierda, el niño…
Las palabras se atascan en mi garganta—: Eras tú...
Alec asiente. —Solía ir allí a mirar revistas pornográficas... nunca había nadie por la noche... ni siquiera me di cuenta de que ustedes estaban allí al principio... y luego fue demasiado tarde. Pensé que iba a morir. Te vi discutiendo con tu amigo y... por un segundo pensé... pero regresaste por mí... sobreviví gracias a ti.
El pánico me invade. —Alec, no puedes...
—Nunca se lo diré a nadie —protestó—. Yo también estaría en un lío, créeme... y lo siento por tu amigo... Vi cómo le disparaban...
Siento un dolor agudo en el pecho. —Sí.
—Es mi culpa, si no hubieras vuelto por mí…
—No seas estúpido, eras solo un niño —le digo, apretándole el hombro—. Y aunque perdí a James, si pudiera volver el tiempo atrás. No te habría dejado morir.
—Gracias —dice Alec en voz baja, ofreciéndome una sonrisa sincera.
—Vamos —le hago un gesto—, vamos a buscar a tu esposa…
—Cállate —resopla Alec—. Ambos sabemos que ella nunca permitiría que eso sucediera…
—Si es que vive —digo sombríamente.
Ella tiene que vivir.
