Cuenta Regresiva: 26.280 horas.

Puedes fingirlo, pero no esconderlo.

Media hora más tarde, Bulma llegó a su casa. Se secó las lágrimas con la manga de su vestido, mientras avanzaba hacia la propiedad. Se sentía pésimo y además estaba hambrienta, por lo que se dirigió directamente a la cocina por algo de comer que calmara su atormentada alma. Así que sacó un pote de helado y regresó a la sala principal, donde encendió la televisión para distraerse y olvidarse del mal rato pasado con su ex. "Estúpido Yamcha… Se cree muy galante y todo un conquistador, pero en el fondo es un completo cabeza hueca ¿Qué tengo que hacer para que me deje en paz? ¡Uy, en este momento quisiera que volviera donde Kaio Sama!... Aunque por otro lado, mientras no se vaya Vegeta puede seguir fingiendo interés en mi… Aunque no estoy muy segura de lo que eso significará en su planeta porque hasta ahora lo ha hecho pésimo como novio postizo… ¡¿Qué haré?!"

Puso atención en el aparato y pasó los canales sin encontrar nada de su gusto, así que simplemente dejó las noticias, ya que no estaba de ánimos de torturarse con una película romántica. Se sacó sus botines y descansó sus pies en el borde de la mesa. Acto seguido, alcanzó el helado y comenzó a comer de a grandes bocados.

- ¿Quieres algo de alcohol con tu postre? – le preguntó el saiyajin mirándola por sobre el respaldo.

- ¡Vegeta! – exclamó, algo sorprendida, volteándose a verlo. Pero enseguida lo miró desconfiada por tanta amabilidad por parte de él, aunque comprendió de inmediato que era sarcasmo, cuando él habló nuevamente mientras rodeaba el mueble y tomaba asiento a un lugar de distancia - ¿No? Mejor… más para mí.

El saiyajin dejó sobre la mesa de centro la botella de vino que traía en su mano libre junto con una copa y continuó - ¿Qué tal tu cita, humana infiel? – preguntó, sin mirarla, como quien pregunta si va a llover, mientras se acomodaba el molesto cabestrillo. Su brazo cada día estaba mejor pero no quería forzarlo hasta que su nave estuviese lista.

Bulma lo miró ahora con extrañeza. Hace nada la había estado amenazado y ahora estaba allí como si nada hubiese pasado. Decidió que lo mejor era seguirle la corriente para ver que se traía entre manos ahora, por lo que le respondió – Sabes que no fue una cita… Y mejor ni me lo menciones ¿Cómo sigue tu cabeza?

- Ni lo menciones… ¿Así que era una emboscada?… Era de esperarse. Sigues siendo muy ingenua…

-¿Por qué no te apareciste? Era el momento perfecto para decirle que eras mi novio.

-Simplemente no estaba de ánimos de salir. Además te advertí que no salieras y me desobedeciste, así que ahora no te hagas la ofendida… A propósito, ¿Dónde está ahora?

-No lo sé y no me importa… Pero si no se va después de lo que hablamos sería muy…

- ¿estúpido? – la interrumpió el saiyajin, alzando una ceja, divertido. Ella lo miró frunciendo -No quería decirlo así…

-Pero lo pensaste… – dijo él con calma, sirviéndose un poco del rojo licor.

- ¿Qué haces?... Acaso… ¿estás celebrando? Hasta donde sé aun no se va así que no deberías apresurarte– preguntó ella, poniendo atención a lo que él hacía, ya que temía que derramara vino tinto sobre la alfombra al servirse con una sola mano.

Él la observó un segundo para enseguida llevarse la copa a sus labios. Notó que la científica había llorado y que tenía una mirada que le pareció bastante singular. Decidió no incursionar más en ello, por lo que bebió de un trago el contenido de su copa y le respondió - ¿Te parece, humana? Ja, ja, ja… No aún … ¿alguna idea? - ella lo notó extraño. El saiyajin estaba muy relajado, demasiado comparado con cómo estaba la última vez que interactuó con él - No… - dijo sin ganas – Pero ahora que lo pienso, creo que me vendría bien un trago en este momento – Vegeta comprendió y le ofreció la botella. Ella se le quedó viendo, por lo que él le explicó - No iré a buscar otra copa… Aun no cierra por completo la herida de mi pierna y no caminaré de más solo por un capricho tuyo.

Bulma decidió aceptar, por lo que la recibió bebiendo un largo trago, para después devolvérsela sin mucho entusiasmo -Gracias, Vegeta… en serio lo necesitaba… - le comentó, mientras Vegeta se volvía a servir, levantando una ceja extrañado ante la civilidad de ella, pues creyó que lo insultaría por su falta de cortesía "Acaso ¿está molesta por lo del insecto? ¿Será posible que aún tenga sentimientos por él?" Prefirió no seguir cuestionándose y comentó – Ni se te ocurra culparme por tu migraña después…

- ¡No me embriagaré por un poco de vino!… - le reclamó ella, a lo que Vegeta se encogió de hombros y le preguntó – Mejor dime, humana ¿está lista la nave?

-¿Es por eso que estás aquí?

-No, pero me pareció un tema de conversación interesante...

-Debí imaginarme que preguntarías eso de todos modos… Sí, Vegeta. Terminé la configuración antes de salir... Pero ni se te ocurra ir a entrenar hasta que estés totalmente recuperado…

Él simplemente se sonrió – Eso lo decidiré yo, pero ¿ves? Ya tengo un motivo para celebrar… - enseguida le ofreció nuevamente la botella - ¿más? - Bulma aceptó nuevamente. Luego de devolver la botella le preguntó – Oye, Vegeta… ¿Alguna vez tomaste alguna decisión que te doliera llevarla a cabo?

Él ni lo pensó antes de responder -No. Pero, si te estás refiriendo a nuestro acuerdo, ya no puedes arrepentirte…

-No es eso… Es solo que no sabía que esta ruptura con Yamcha me dolería tanto… Es terrible terminar con alguien que te ama tanto y que tú ya no puedas sentir lo mismo por esa persona…

El saiyajin la miró por el rabillo del ojo, mientras bebía nuevamente de su copa, reconociendo con agrado que a pesar de todo ella parecía ser una hembra de palabra y que no se había equivocado en confiar en ella. Pero eso nunca se lo diría, porque sabía lo escandalosa que era ella y porque seguramente se lo sacaría en cara cada vez que pudiera. En cuanto a su pregunta, respondió de manera automática - No puedo comprender lo que sientes… Pero supongo que debe parecerse a lo que ustedes llaman duelo…

-Creo que sí… - le respondió la peli turquesa, bajando su vista al postre que comía y que en ese momento ya no se le hizo apetecible, por lo que lo dejó a un lado y se quedó en silencio, meditando lo dicho por el saiyajin.

Vegeta se la quedó observando. Necesitaba que ella tuviera un acercamiento con él, pero no se atrevía a dar el primer paso. Era por eso que estaba allí, acompañándola. Había visto todo lo ocurrido y también a la sabandija llegar a la casa solo y encerrase en su cuarto. La humana ya lo había enviado a volar, pero aunque la idea de que el idiota ese se marchara sin tener que intervenir le sonaba tentadora, más tentadora era la idea de hacerlo sufrir un poco más. Quería cerciorase personalmente de que el humano no volvería jamás y que mejor para ello que los viera interactuando con sus propios ojos. Solo sería cosa de que elevará su ki en el momento preciso y todo habría terminado. Solo faltaba lo difícil, hacer que la mujer lo besara.

Cerró sus ojos un momento, debido a que se estaba comenzando a sentir ansioso, por lo que decidió entablar conversación, comentando - El problema de ustedes los terrícolas es que se dejan dominar por sus estúpidos sentimientos…

-Ya me sé el sermón, Vegeta… - le cortó, sin mirarlo.

- ¡Hmp! Entonces no digas estupideces… - le dijo, para enseguida beber lo que quedaba en su copa de un sorbo.

-No lo dije con la intención de molestarte… Es solo que aun no puedo asimilar que tu raza no posea sentimientos como los nuestros…

Se quedaron en silencio un momento, cada cual pensando en aquello por un instante, hasta que Bulma se volteó completamente hacia él y le dijo – Oye, Vegeta… - llamó su atención ella.

Él abrió sus ojos, pero no volteó a verla - ¿Qué demonios quieres? – le preguntó, casi por reflejo.

Bulma frunció -¡No tienes por qué ser tan grosero! - Se puso de pie y agregó – Mejor me voy a dormir. Estoy exhausta y mañana debo levantarme temprano. Que descanses, Vegeta. Supongo que mañana podremos seguir con tu plan maligno si es que el idiota de mi ex no se ha marchado para entonces – dio un par de pasos, pero el saiyajin la sujetó por su muñeca.

- ¿? – volteó a verlo. Él estaba ahora de pie, con la mirada cabizbaja, como si no se atreviera a verla directamente. De hecho, a ella le pareció que un leve rubor cubría sus mejillas, cosa que le pareció adorable.

Vegeta la atrajo hacia él y le dijo - ¿Qué ibas a decir? – preguntó con algo de brusquedad, pero tratando de enmendar las cosas. Bulma también desvió su mirada y se sinceró -Eh, nada… Bueno, sí… solo quería saber si querías que bueno… simplemente quería besarte, pero por la forma en que respondiste supuse que no… - Vegeta tragó saliva antes de preguntarle -…y eso… ¿te ha detenido antes, mujer? – dijo, viéndola ahora directo a los ojos.

Esa sola pregunta la descolocó. Sintió que su estómago daba un vuelco, mientras sus latidos se aceleraban y su boca se secaba por los nervios, quedando prendada de esos ojos, tan enigmáticos, en los cuales pudo apreciar un brillo distinto, casi de súplica. Solo eso bastó para intentarlo nuevamente, por lo que respiró hondo y le preguntó, casi en un murmullo -Entonces… ¿puedo… – no pudo completar su pregunta, ya que Vegeta la acercó aun más a su cuerpo y movió la mano de su muñeca a su cintura, rodeándola con su brazo libre para enseguida unir sus labios a los de ella, con una necesidad que sorprendió a la muchacha pero que enseguida respondió de buena gana, empujando a Vegeta hacia el sofá, sin dejar de besarlo para terminar encima de él, a horcajadas.

Ahora Vegeta fue el gratamente sorprendido, pues en esa posición podía recorrer libremente con su mano las curvas de la peli turquesa mientras disfrutaba del placer que le brindaba esa insolente y escandalosa boca.

- ¡No es posible! – exclamó Yamcha, dando un brinco en su cama.

Su amigo se restregó perezosamente un ojito, mientras le decía - ¿Qué pasa, Yam? ¿Tuviste una pesadilla?

Él se llevó las manos a su cabeza -No, Puar… es peor que eso. Espérame aquí.

Y diciendo esto salió de su habitación.

Avanzó lentamente por el pasillo, el que se le hizo eterno mientras miles de ideas pasaban por su mente. Cuando llegó a la sala, no se atrevió a mirar por la puerta, aunque estuviese abierta. Tenía miedo de lo que podría ver, sobre todo sabiendo que Vegeta no estaba solo, sino que Bulma estaba junto con él. Se apoyó en el muro un momento, sintiendo sus piernas flaquear y su respiración entrecortarse. Luego oyó unos gemidos muy familiares que le provocaron que su corazón se apretara hasta tal punto que pensó que tendría un ataque, pero, aun así, sintió la necesidad de ver con sus propios ojos lo que ocurría, por lo que tragó duro, temiendo lo peor y se asomó.

Hubiese preferido que lo atravesaran con una esfera de ki. Ahí estaba Bulma y Vegeta, ambos devorándose en el sofá como si nada, siendo iluminados por la televisión y con las noticias de fondo fungiendo como música ambiental. El saiyajin sentado en el sofá y Bulma sobre él, acariciando el cabello del saiyajin con una mano, mientras la otra descansaba en el pecho de él.

Se quedó viéndolos como una estatua unos segundos. No podía creer lo que veían sus ojos, ya que desde su perspectiva, parecía que Bulma se estaba entregando al saiyajin, ya que la amplia falda lo cubría todo. Lo que a él le negó por años, lo hacía como si nada en la sala de estar, con un desgraciado que no conocía más allá de un año y que más encima, se había encargado de asesinarlos y hacerlos sufrir a todos. Optó por retirarse. No había nada que hacer. Ella estaba bien, claro, parecía disfrutarlo como nunca demostró con él y qué decir del saiyajin, que en ese momento tenía su mano bajo la falda de la muchacha, seguramente sosteniendo su cadera para que ella le siguiera el ritmo.

Yamcha retrocedió hacia el corredor, apoyándose en uno de los muros, sintiendo que sus piernas apenas soportaban su peso, al mismo tiempo que sentía su pecho oprimido por una mescla de dolor, rabia e impotencia.

Ahora sí que su corazón se partió en mil pedazos.

Al saiyajin no le importó que estuvieran siendo observados, era lo que quería después de todo. Por lo que no contuvo un gruñido de placer que salió de sus labios al rozar con su miembro erecto la intimidad de la chica, aunque fuese solo a través de la ropa. En ese momento fue consciente de que lo que deseaba no era solamente sacar a Yamcha de la ecuación, sino que era obtener más de aquel cuerpo que se balanceaba sobre él en ese momento. Necesitaba más de la terrícola. Sí, la deseaba solo para él. Deseaba que ella no volviera a mirar ni besar a nadie más que a él. Por eso le había dado vino, no quería que ella tuviera el sabor de otro, mucho menos de la sabandija. Sin embargo, de lo que no fue consciente, era que ya no solo era su cuerpo el que deseaba a la humana, no, lo que estaba sintiendo era algo que definitivamente no podría explicar y mucho menos cuestionarse en ese momento ya que su cerebro comenzó a procesar solo lo que le entregaban sus sentidos.

Yamcha volvió cabizbajo a su cuarto, manteniendo aun los puños apretados, mientras gruesas lágrimas comenzaban a caer por su rostro. Entró a su habitación, donde el gatito volador no había aguantado y se había vuelto a dormir. Sonrió un momento ante la imagen "Al parecer somos nuevamente solo tú y yo, Puar" Se sentó en la cama un momento, pero sintió como si las paredes se cerraran sobre él, por lo que decidió salir a respirar aire fresco. Eso le ayudaría a sobrellevar su agonía, pensó, sin contar que sentía deseos de llorar con fuerza y ese no era el lugar adecuado para hacerlo. Salió al jardín y volteó a ver un momento hacia la sala donde estaba su amada y ese bastardo. Sintió la imperiosa necesidad de alejarse de la propiedad, detestaba sentir el ki de ese maldito mientras tomaba a su ex novia sin poder hacer nada al respecto para detenerlos. Levitó un momento, para enseguida alejarse a toda velocidad de allí.

Una vez estuvo lo suficientemente lejos, descendió en un risco y volteó su vista al cielo, observando las estrellas, sintiéndose tan poca cosa frente a ese espectáculo natural. Apretó sus puños, intentando contener sus lágrimas, pero estás comenzaron a brotar haciéndolo sentir débil, por lo que se dejó caer de rodillas, apretando luego sus puños sobre la tierra, produciendo surcos bajo sus dedos. Dio un grito ahogado y al fin dejó salir su pena "Y pensar que un tiempo atrás ella fue capaz de cruzar el universo por traerme de vuelta… y ¿de qué sirvió? Solo para que fuera testigo de cómo se entregaba a otro (dio un golpe con uno de puños con fuerza) …Vegeta...maldito el dragón que te trajo a la Tierra… (suspiró)… Maldita ella que te invitó a vivir en su casa… Sí, esos meses que estuve muerto fueron mi perdición… ¡Maldición!… me niego a darme por vencido, pero ¿Qué puedo hacer?... Ella lo desea, me lo dijo… ¿a mí me deseaba realmente?... Lo demostró, sí, muchas veces… Pero nunca me dijo que deseara más de mí y las veces que lo intentamos, recuerdo que ella huía como si fuera a dañarla… y aun así fui paciente, amoroso y muy comprensivo… Supongo que ya no debo insistir ¿qué ganaría? Solo una paliza de ese bastardo… Además, ella me lo gritó a la cara, no me ama y yo aquí, con el corazón roto en miles de pedazos… (respiró hondo) No me hace bien estar cerca de ella... me duele demasiado verlos juntos…" finalmente se irguió y dejó escapar un grito desgarrador de impotencia.

Mientras en la sala, las cosas se habían calentado lo suficiente. Bulma permanecía sobre Vegeta descansando un instante luego de que un orgasmo violento la golpeara mientras el saiyajin estaba impávido, sin saber qué hacer en una situación como esa. Tal parecía que ella se había desmayado de no ser porque la sentía sonreírse contra su mejilla. Supuso que era una sonrisa de satisfacción pero en ese instante él deseaba continuar así que la apartó un poco y volvió a besarla pero ella no correspondió con tanta pasión como él esperaba por lo que volvió a separarse y le preguntó molesto - ¿Qué diablos te ocurre?

Bulma iba a besarlo pero él se echó para atrás y la miró frunciendo, a lo que ella le dijo – Eso estuvo fantástico, Vegeta… pero la verdad es que debo ir a dormir…

Eso fue suficiente para Vegeta. Su erección era casi insoportable y la muchacha continuaba sobre él por lo que la apartó con brusquedad, haciéndola caer en el sofá.

-¡Oye! ¡¿Cuál es tu maldito problema, Vegeta?!

El saiyajin se puso de pie y le reclamó, indignado - ¡¿Qué cual es mi maldito problema?!

Ella frunció y le dijo con calma, sentándose con una pierna cruzada bajo ella – Si estás enojado porque no continué con esto, te recuerdo que tú mismo dijiste que, y cito, "esto es un arreglo, así que no esperes que copule contigo" – alzó la voz y agregó -¡Así que no me salgas ahora con que estás molesto por algo que tú mismo dijiste y remarcaste, señor saiyajin de élite!

Los ojos del saiyajin se agrandaron un momento al verse trancado por sus propias palabras, sintiendo deseos de ahorcar a la mujer para que dejara de hablar, pero eso le estaba prohibido hasta no saber el secreto de la transformación, por lo que se enfureció aun más y gruñó realmente molesto -Argg… ¡Que me saltaras encima no era parte del trato!

- ¿Ahora te molesta? Bien, pues tampoco era parte del trato que no aparecieras cuando estaba con Yamcha y aun así incumpliste tu parte… Por otro lado de haber sabido que realmente querías "copular" conmigo ni loca lo hubiese hecho en la sala principal sabiendo que mis padres podrían aparecer en cualquier momento…

- ¡Tsk! – hizo él, no soportando más y alejándose hacia la salida, sintiendo como su rostro se ruborizaba hasta las orejas por la rabia.

- ¿Dónde vas? – le preguntó Bulma, con curiosidad pues para ella la discusión aun no había terminado.

-Eso no te incumbe y además… ¡No vuelvas a hacerlo! – gritó, no muy convencido de lo que decía.

Ella apretó sus labios, intentando que no escapara la retahíla de insultos que se le vinieron a la mente, sin embargo, se le salió uno -Uyy… ¡IDIOTA!

Vegeta salió de la habitación furioso, necesitando urgentemente una ducha fría.

Bulma se dejó caer de espaldas en el sofá y entonces una enorme sonrisa se dibujo en sus labios "Mmm… debo suponer que ese orgulloso saiyajin habrá ido a tomar una ducha bien helada… ja, ja, ja… ¿Hum?… ¿podré aguantarme la próxima vez? Pero ¿qué estoy pensando? soy la gran Bulma Briefs, siempre consigo lo que quiero… y Vegeta no será la excepción" Se estiró y decidió ir a dormir de una vez, después de todo el día no había terminado tan mal como creía.

Durmió como un bebé, pero Vegeta y Yamcha, se la pasaron casi en vela, cada uno con sus dilemas.

Estaba por amanecer y Vegeta seguía dándole vueltas a lo ocurrido con la humana. No podía evitarlo, cada vez que recordaba lo que habían hecho en el sofá de la sala su cuerpo reaccionaba con más violencia. Intentó ignorarlo, pensando en su real objetivo, volverse el súper saiyajin y vencer a Kakaroto a como diera lugar, mientras se metía a la ducha nuevamente. Al sentir la frescura del agua recorrer su cuerpo, su mente comenzó a divagar "¡Maldita sea! ¿Por qué no puedo sacármela de la cabeza?... Argg, si no fuera porque necesito saber el secreto de Kakaroto ni siquiera hubiese considerado acercarme a ella y no estaría metido en este embrollo... No puedo negar que se sintió bien pero no debimos llegar jamás hasta esa instancia… Soy un príncipe y no hubiese sido digno de mí, sin embargo… No. Necesito sacarle lo que sepa sobre la transformación lo antes posible o terminaré cediendo a mis instintos y eso no sería digno de mi persona…Debo demostrarle quien es el que manda. (Cerró el agua y miró como se retiraba por el desagüe) Hmn… Por lo menos lo ocurrido no fue en vano, ya que ese insecto nos vio y era justamente lo que buscaba, por lo que ya no debiera ser un estorbo… (Salió de la bañera y tomó una toalla que había dejado cerca para enseguida envolverse la cintura) Debo actuar con cautela y sobre todo mantenerme alerta… Pero ¿cómo? Si mi maldito cuerpo reacciona ante ella sin poder controlarlo. Eso jamás me había pasado con hembra alguna… Hmn, si tan solo pudiera ejercitarme correctamente para gastar este exceso de energía y así poder actuar más fríamente… ¡Es verdad! La nave ya esta operativa. ¿Cómo pude pasar eso por alto?… - Al fin podré comprobar que tan fuerte me he vuelto después de ese estúpido accidente… - comentó en voz alta, a la vez que una sonrisa se formaba en sus labios para terminar carcajeándose.

Salió de la ducha, aun sonriendo, y luego de secarse el cabello, cambió sus vendajes, comprobando que su brazo, aunque no estaba curado del todo, no le estorbaría si tenía cuidado, al igual que su pierna. A continuación se vistió con una camiseta gris, un pantalón negro ajustado y zapatillas. Una vez listo salió por el balcón, dejando el cabestrillo sobre la cama. No tenía ganas de ver a nadie, mucho menos a la escandalosa.

Eran las seis de la mañana cuando ingresó a la nave, observando el interior con satisfacción. Podía apreciar las placas del nuevo material y el renovado centro de gravedad. Caminó con calma hasta la consola y fue entonces que se percató de que no conocía los nuevos controles. A pesar de eso comenzó a calentar, realizó algunas piruetas y luego abdominales. Se sintió mejor que nunca al comprobar que su fuerza efectivamente había aumentado gracias al accidente.

Cuando su estómago gruño, decidió parar. Salió de la nave y fue a desayunar, encontrándose a los padres de la mujer instalados en el comedor de diario.

-Buenos días, querido Vegeta ¿quieres panqueques? – le preguntó Bunny. Ante esto, él rodó sus ojos y respondió –Acaso no es obvio, señora – volteó luego hacia el padre de Bulma y le solicitó – Profesor, necesito que me enseñes los nuevos controles de la nave…

El anciano comprendió las intenciones del saiyajin. Decidió no negarse, a pesar de que pensó que era muy pronto para que retomara su entrenamiento, sin embargo, sabía de sobra la reacción que obtendría por parte del hombre si siquiera lo insinuaba, así que le dijo - De acuerdo, muchacho. Terminando el desayuno te los muestro… Pero ¿estás seguro de que mi hija terminó la configuración?

Vegeta se quedó un momento pensativo, recordando enseguida que ella misma se lo había confirmado – Así es, profesor. Ella misma me lo aseguró – respondió, mientras tomaba asiento, al tiempo que el profesor agregaba – Perfecto. Pero debo advertirte que Bulma me comentó que por precaución la dejaría configurada solo hasta las cuatrocientas unidades por ahora…

Eso le sonó muy coherente al saiyajin, conociendo a la humana, ella no querría que entrenara estando convaleciente, ni mucho menos bajo tanta presión. No se molestó, ya que podría negociarlo con ella después - Hmn… comprendo – dijo, mientras atacaba la torre de panqueques.

Terminaron de desayunar y el profesor lo acompañó a la enorme esfera, dándole un tour por las nuevas instalaciones. Los asientos, al igual que en la anterior versión, se guardaban oprimiendo un botón de la consola de mando, lo que le agradó a Vegeta por si llegaba a necesitarlo cuando consiguiera al fin transformarse, ya que tenía en mente entrenarse como súper saiyajin en el espacio para que nadie supiese de sus avances. El profesor continuó y le mostró que ahora los comunicadores de la nave no solo estarían conectados a los laboratorios, sino que también a la cocina, esto último por petición de su esposa para poder avisarle las comidas. El saiyajin, ante este comentario, frunció un poco el ceño. El profesor iba a decirle que había alcanzado a instalar el sistema de música, aprovechando una mañana en que su hija no trabajó en la nave, pero prefirió callar. Finalmente comprobó que la configuración estuviese lista y al terminar le dijo a Vegeta – Parece estar todo en orden, muchacho…

-No esperaba menos de ustedes – respondió el saiyajin, observando el nuevo panel. El profesor lo miró sorprendido por el elogió, por lo que supuso que ese día había amanecido de buenas. Así que procedió a marcharse, no sin antes decirle -Vegeta, no vayas a asustarnos otra vez ¿eh?

-¡Tsk!… No te prometo nada, anciano… pero te solicitaré que no le menciones esto a tu hija - le respondió de espaldas a él, mientras su vista se dirigía hacia cierto molesto ki que venía de vuelta del desierto "Al parecer no fue suficiente con verme casi fornicando a la humana".

– Está bien, Vegeta. Pero tarde o temprano se va a dar cuenta… Bien. Si necesitas algo, estaré en los laboratorios, muchacho - le comentó, con su característica amabilidad. Vegeta asintió y esperó que el hombre abandonara la nave para acercarse a la consola y mientras digitada, comentó – ¿Así que la sabandija decidió volver por más? Maldita basura, no sabes con quién te estás metiendo...

Apenas descendió, Yamcha se dirigió a su habitación y se cambió para salir a entrenar en el jardín, buscando olvidarse de todo, con la clara idea de despedirse de la familia a la hora de la cena. No quería desperdiciar más tiempo pensando en lo que había presenciado por lo que se dedicó a pulir sus patadas. Durante la noche se había propuesto volverse más fuerte para así poder enfrentar a los androides y taparle la boca al saiyajin, de cuando le dijo que él solo serviría para carnada. Ya no era por Bulma, era por su propio orgullo como discípulo de Roshi. Así que dio golpes y patadas al aire por un buen rato, hasta que de repente su vista se posó en la nave, notando que las luces estaban encendidas, señal clara de que estaba funcionando. "Ese desgraciado…En lo único que piensa es en hacerse más fuerte para acabar con Gokú… Es un maldito idiota si cree que podrá vencerlo…Pero siendo sinceros, lo envidió… Yo nunca tendré ese poder…" Sacudió su cabeza y continúo en lo que estaba, cuando en eso apareció Puar, que lo saludó tan cordial como siempre - ¡Buenos días, Yam!

El guerrero lo saludó de vuelta, pero enseguida su amigo notó que algo no andaba bien - ¿Qué pasa?

-No quiero hablar de ello… - el animalito lo miró preocupado - ¿Saliste con alguna de las otras chicas? - Yamcha negó de inmediato – No es eso, Puar… - Yamcha respiró hondo antes de darle la espalda y decir – No había querido contártelo pero anoche vi a Bulma entregándose a ese bastardo en la sala como si nada.

El gatito se llevó las manos a la boca sorprendido pero enseguida voló a su lado, poniendo una patita en su hombro para confortarlo – Lo lamento mucho, amigo…

-Lo peor es que no pude hacer nada para impedirlo…- apretó los puños y agregó- Lo intenté, Puar, sabes que lo intenté, pero ese bastardo fue más hábil que yo y consiguió robármela…

-Pero aún no está todo perdido, Yam…

-Si lo está, Puar. Y duele como no tienes idea… Pero supongo que es mi culpa por no haberte hecho caso desde el principio…

-No es tu culpa. Solo hiciste lo que creías correcto…

El ex ladrón miró a su amigo y le respondió – Sí, pero terminó siendo mi perdición… Soy patético ¿verdad?

-No, Yam… No digas eso…

-Es la verdad y lo sabes. Me comporté como un idiota y dejé que se me escapara para siempre el amor de mi vida…

-Entonces ¿Qué harás ahora, Yam?

Yamcha le sonrió desanimado – Supongo que regresar a mi departamento, pero esperaré hasta la cena para despedirme de los padres de Bulma y agradecerles por todo… Pero mejor no hablemos más de eso y ayúdame en mi último día de entrenamiento aquí. Necesito que me digas si ves algún punto débil en mis golpes. Eso me ayudaría mucho en este momento…

-¡Claro, Yamcha! – exclamó su inseparable amigo, concentrándose de inmediato en lo solicitado por el ex bandido.

Vegeta al oír afuera al par, comenzó a enfurecerse. Por lo que aumentó su ki agresivamente y decidió que era momento de aumentar aún más la gravedad, aprovechando la ira que recorría su cuerpo. Así fue que llegó a las 350G antes del mediodía, solo deseando que la sabandija notara su poderío para que desistiera de una vez por todas y se marchara lejos.

Yamcha sí que lo notó, sorprendiéndose al principio, pero luego no le dio importancia. Él ahora solo quería sobrevivir a los androides y esperaba sinceramente que Vegeta fuera asesinado por ellos "Sigue así, maldito bastardo… Sé que te gusta presumir de tu poder y eso mismo será la causa de tu muerte… "

...

Era una hermosa mañana y Bulma pasó a prepararse un sándwich para desayunar, acompañándolo con un café, los que se llevó con ella a los laboratorios para encerrarse a trabajar. Luego de la noche anterior se sentía llena de energía, por lo que pensó que lo mejor sería aprovechar aquello en algo productivo.

Cuando llegó a su laboratorio secreto, no sabía muy bien por dónde empezar, pero quería despejar su mente de lo ocurrido la noche anterior con Yamcha a toda costa, así que se dedicó a revisar planos, luego ingresó datos y finalmente dibujó esquemas. Después de unas horas comenzó a aburrirse, considerando seriamente dejar todo para otro día, cuando su vista se fijó en un proyecto que hace tiempo tenía abandonado. Se levantó de la silla, avanzó hasta el mueble en que estaba depositado y lo tomó en sus manos, revisándolo. No le veía nada malo, pero Vegeta había dicho que el peso no era el adecuado. Suspiró y pensó que sería una buena idea dedicarse a mejorar la armadura para darle una sorpresa al saiyajin, porque, a pesar de la reacción del saiyajin luego de su incursión, ella estaba feliz, pues había comprobado que ella no le era para nada indiferente a pesar de que el saiyajin lo negara. Así que, sin pensarlo más se dispuso a seleccionar nuevos materiales. Pero al cabo de un rato comenzó a desesperarse al no poder encontrar una mezcla resistente y más liviana que la anterior, además de que debía ser elástica. Se mesó los cabellos con rabia y dejó corriendo un programa de análisis para poder salir a relajarse un rato y tomar aire fresco.

Avanzó hacia la casa, pero apenas puso un pie fuera de la puerta de madera que conducía a los laboratorios, un leve remezón en la propiedad la hizo pensar lo peor. Por lo que corrió al jardín, notando enseguida que la nave estaba funcionando, lo que solo podía significar una cosa. Vegeta estaba entrenando en ella sin su autorización y probablemente a una gravedad excesiva para su estado de salud. De inmediato se enfureció y corrió a la nave, golpeando de inmediato la compuerta para que el saiyajin saliera a darle explicaciones, pero el príncipe la ignoró olímpicamente. Enseguida miró a su ex novio, que había detenido sus movimientos al verla, pero no le dijo nada, solo pensó "un masoquista a la vez, Bulma". Así que regresó a la cocina, despotricando - Aún no sana por completo y ya está intentando matarse nuevamente… ¡Uy! ¡Está vez tendrá que oírme!

El guerrero de la cicatriz miró la nave, pensando en que tanto podría haber hecho Vegeta para que ella se pusiera tan furiosa. No se aguantó la curiosidad, por lo que avanzó hasta la nave y se encaramó en una de las cubiertas del tren de aterrizaje, observando hacía el interior para ver qué ocurriría. En su corazón esperaba que ese par tuviese la pelea del siglo y que terminaran su relación. Usó sus manos como viseras y vio que dentro estaba Vegeta ejercitándose, bajo ese rojo color, que tanto le recordaba a la sangre.

Pero de un momento a otro, una pantalla holográfica se encendió y en ella apareció Bulma, hecha una furia…

- ¡Oye, Vegeta! ¿Por qué estás usando la nave sin mi permiso?

- ¡Hmp! - "Maldición, olvidé monitorearla… Será mejor que la ignore" pensó el saiyajin, por lo que ni siquiera le respondió, dejando de hacer flexiones para ahora comenzar a levitar para trabajar su concentración.

- ¡¿Qué mierda crees que haces, Vegeta?!

El príncipe se detuvo un momento y la observó fijamente, comentando para sí mismo -Se la pasa gritándome... como si yo fuera su puto subordinado... Mujer insolente… - inmediatamente perdió la concentración, sintiendo un dolor intenso y cayendo de golpe al suelo.

Bulma, aunque se preocupó por una parte, se alegró de que se cayera. Así le daba la razón y ella estaba furiosa con él por no obedecerle, así que agregó con superioridad - Vegeta, déjame decirte que la gente como tú nunca llega a viejo... ¡El que estés ahora en el suelo es prueba suficiente de que tenía razón y de que no debías entrenar estando convaleciente!

Vegeta la miró con rabia. Odiaba verse débil, pero serlo frente a ella era admitir que no era tan fuerte como se lo había hecho saber y eso le afectaba directamente a su orgullo. Pero ella era tan desquiciante que solo quería enviarla al demonio, sin embargo, a pesar de todo lo que tenía para decirle, solo pudo mascullar un "¡Tsk!", escupiendo enseguida a un lado, molesto consigo mismo por no hallar el insulto correcto. Ante esto, la científica se envalentonó - ¿No tienes nada que decir?... Claro. No tienes como rebatir mi punto. No te queda de otra que admitir que tengo razón ¡Y lo sabes, Vegeta!

El príncipe frunció profundo y la observó desde el piso de la nave, donde aún permanecía clavado - ¿Quieres morir a manos de los androides? – le preguntó, entre dientes, aguantando el dolor de su brazo.

Ella lo miró con preocupación, pero optó por contra atacar - Por supuesto que no… Soy demasiado joven, hermosa e inteligente. Además, aun me falta mucho por vivir – le dijo molesta.

-Entonces, ¡Cállate de una maldita vez, Bulma! – le gritó, mientras daba un golpe con su puño en el suelo.

Ella quedó de una pieza. Era la primera vez que escuchaba su nombre de boca del saiyajin y no era precisamente de una manera romántica como lo imaginó varias veces. Aun así, se ruborizó, entre consternada y molesta, atinando finalmente a apagar la comunicación. "Dijo mi nombre" Avanzó con lentitud hacia la puerta de salida, pero se detuvo al sentir su corazón latir con fuerza, por la cantidad de sentimientos y pensamientos que la embargaron "Vegeta… ¿será que lo que dijiste fue porque piensas en mi cuando entrenas? ¿En que yo también puedo morir? (suspiró)… No, todavía no he logrado meterme en esa coraza que tienes por corazón, pero lo conseguiré a como dé lugar… Te enseñaré lo que es el amor… ¡Aunque muera en el intento!"

Fuera de la nave, Yamcha se sonrió sombríamente, al darse cuenta de que no era lo que imaginaba. Supo de inmediato que las cosas desde este punto solo avanzarían en favor del saiyajin, aunque no quisiera aceptarlo. Conocía a su ex novia lo suficiente para saber que la reacción de ella a la terquedad del saiyajin, le era sumamente familiar, aunque de una manera diferente. Ella estaba encaprichada con ese asesino, tal como en un principio lo estuvo con él, y podía afirmar que no habría poder en la Tierra que la hiciese cambiar de opinión. Fue entonces que pensó que estaba en lo correcto en marcharse de allí, y no es porque lo quisiera, sino porque no podría soportar ver a su novia subyugada al saiyajin a pesar de querer velar por ella. "Supongo que ganaste por ahora, Vegeta… te dejaré el camino libre… Pero no creas que te perdonaré por robarme a Bulma…" Su mirada cambió a una de profundo pesar y miró a su inseparable amigo, que levitaba a su lado, preocupado por lo que haría su compañero.

- Yam… - intentó consolarlo Puar.

El guerrero le sonrió con dulzura y le dijo- ¿Sabes? Creo que lo mejor será hacer un viaje de entrenamiento… Solos tú y yo ¿Qué dices Puar?

- ¡Qué bien! – respondió el gato, dando un giro en el aire de felicidad, pero se arrepintió enseguida de externalizar sus sentimientos, al ver la expresión de dolor de Yamcha. Se sintió un poco culpable de estar contento, pero es que en el fondo extrañaba estar de viaje a solas con su amigo, como en los viejos tiempos. Decidió dejar de lado su remordimiento, debía concentrarse en apoyarlo y ayudarlo, como un verdadero amigo.

-¡Vamos, Yamcha! Con este viaje te harás mucho más fuerte.

El guerrero asintió y enseguida ambos se dirigieron a la habitación que compartían para comenzar a preparar su equipaje.

Bulma regresó a su laboratorio y se recostó en la compuerta dando un suspiro, pero un pitido en la computadora la sacó de sus pensamientos y corrió a revisar el informe que estaba imprimiéndose. Al verlo su rostro se ilumino y comenzó a dar brincos por el lugar. Al fin tenía con que confeccionarle su armadura a Vegeta y no podía esperar a ver su cara de asombro cuando le entregara una armadura más resistente y más liviana, tal como él quería. Sin embargo, recordó que estaba molesta con él por lo que decidió que no se la entregaría hasta conseguir algo a cambio.

-Mmm ¿Qué le pediré? Ya no saco nada regalándosela por ser un buen paciente porque me desobedeció apenas tuvo la oportunidad… Supongo que ya encontraré algo con que negociarla…

Llegó la hora de la cena y solo estaban presentes los padres de Bulma y ella.

-Ese tonto de Vegeta me desobedeció y se puso a entrenar a pesar de mis recomendaciones… - comentó la muchacha, sentándose a la mesa - ¿Tú le mostraste los controles, papá?

El señor puso cara de culpable – Lo lamento, hija. Pero me pareció que él sabía lo que hacía…

-¿Qué va a saber? Seguramente lo tendremos muy pronto de vuelta en la enfermería…

-Esperemos que no… – agregó su padre.

-Vegeta me dijo que cenaría más tarde, porque quería ponerse al día con su entrenamiento. Y Yamcha dijo que venía enseguida – les dijo la señora, tomando asiento. No alcanzó a sentarse del todo cuando apareció el guerrero de la cicatriz -Disculpen la demora – dijo calmadamente, sentándose a la mesa.

-¡Qué bien que nos acompañes, muchacho! Bueno, comencemos - ofreció el profesor.

La cena transcurrió casi en silencio, los padres de la peli turquesa apenas pudieron sacarles palabra a Yamcha y Bulma, que apenas si comentaron algo, cada uno sumido en sus pensamientos.

Después de comer Bunny iba a levantar los platos y Bulma se había ofrecido a ayudarla cuando Yamcha las detuvo y les dijo, poniéndose de pie – No se levanten aun, por favor… Necesito hablar con todos ustedes.

Las mujeres obedecieron y entonces el guerrero continuó – Esto no es sencillo de decir, pero hemos decidido irnos con Puar para iniciar un viaje de entrenamiento. Y no es que no esté bien aquí, es solo que necesito mejorar mis técnicas, y bueno… Con tantas comodidades es difícil hacerlo –terminó mirándolos a todos con una sonrisa.

Los señores Briefs lo miraron comprensivos, mientras Bulma solo bajaba su cabeza, sintiendo un leve rubor. Ella sabía a qué se debía la decisión del hombre y que no tenía nada que ver con su entrenamiento.

El ex bandido continuó -Solo quería agradecerles por su hospitalidad. Les prometo que me volveré más fuerte para poder hacer frente a los androides y que podamos seguir viviendo en paz.

-Si piensas que eso es lo mejor, es lo que debes hacer, Yamcha – dijo el profesor – No tienes nada que agradecer. Para nosotros fue un placer tenerte en casa y puedes volver cuando quieras.

-Sí, querido… - asintió la señora - ¡Oh! Y no olvides escribir… Pero no nos has dicho ¿cuándo piensan marcharse?

-Mañana temprano… - respondió Yamcha, pero mirando a Bulma – Tenemos en mente irnos antes de que salga el sol… El Maestro solía decir que era el mejor momento para iniciar una nueva etapa en la vida…

Bunny de inmediato se ofreció a ayudar -Entonces me levantaré temprano para que puedan desayunar algo contundente, lo necesitaran… - el profesor también quiso aportarles con algo -Si lo deseas pueden llevarse lo que necesiten en algunas cápsulas. Nunca se sabe lo que pueda ocurrir durante un viaje.

-Gracias, Profesor, pero no llevaremos demasiado… Sin embargo…

- ¿Sin embargo qué? – pregunto Bulma, al verlo dudar. Él se llevó la mano a la nuca y le dijo -Bueno, quería saber si podías cuidar las plantas de mi departamento, solo de vez en cuando y si tienes tiempo, ja, ja, ja.

Ella le sonrió -Sí, Yamcha, eso sí puedo hacerlo.

El hombre se levanto de su asiento y se dirigió hasta donde estaba Bulma. Ella lo miró un momento y le sonrió, al tiempo que él le extendía la mano a modo de despedida, pero ella, a pesar de todo, se le lanzó encima, abrazándolo. Yamcha se sorprendió por un instante, pero luego correspondió a su abrazó con más fuerza y le dijo al oído -Bulma, tú sabes porque me voy y por lo mismo te voy a pedir algo más…Si ese enano bastardo llega a tratarte mal, avísame y daré mi vida para defenderte…

Ella al escucharlo apretó su abrazo y algunas lágrimas escaparon de sus ojos – Lo haré, Yam – el guerrero soltó un suspiro antes de decirle – Supongo que este es nuestro adiós…. Te amo – Bulma abrió muy grandes sus ojos, arrepintiéndose momentáneamente por su decisión, pero ya no podía dar marcha atrás, por lo que se apartó y simplemente él le dio un breve beso en la mejilla. Yamcha le sonrió para enseguida despedirse de los señores Briefs, aunque Bunny, imitando a su hija, se le colgó al cuello.

-Buenas noches – dijo, cuando pudo escapar de la señora - Voy a terminar de empacar.

-Nos vemos, Bulma – dijo Puar. Ella lo miró emocionada -Cuídense mucho, por favor… – les dijo, dándole un pequeño apretón de manos al gatito, mientras con la otra mano intentaba borrar sus lágrimas. Enseguida suspiró, al verlos dejar la habitación. Los extrañaría, sobre todo porque ahora quedaría sola con Vegeta y reconocía que le haría falta un amigo a quién confidenciarle sus cosas, ya que el saiyajin no era precisamente el más indicado para escuchar sus descargos.

-Adiós, Yam…- murmuró, esperando haber tomado la decisión correcta. No quería aceptarlo, pero se sentía algo temerosa respecto de lo que ocurriría de ahora en adelante.

Vegeta al fin dio por terminado su primer día de entrenamiento luego de estar convaleciente. A punta de terquedad había conseguido alcanzar el nuevo límite de gravedad de la nave, aunque fuera por unos pocos segundos, supuso que se debía a su nueva alza de poder por el accidente, pero aún así se sentía exhausto y satisfecho por lo que se recostó en el suelo a recuperarse un momento antes de ir por algo de comer y una ducha. Aun estaba molesto por la actitud de la humana de insistir en querer darle órdenes. Él era un saiyajin de élite y bien que había cuidado de sí mismo la mayor parte de su vida como para tener que estar aguantando que una mujer, y más encima una débil humana, lo estuviera gritando como si fuera su cachorrera.

Cerró sus ojos, para olvidar el mal rato y pensar en cosas más importantes, pero no pudo evitar volver a verla a ella, casi pudiendo sentirla sobre él – Mierda… Por lo visto ni todo el entrenamiento del universo me la sacara de la cabeza… - dio una respiración profunda y dejó que los recuerdos con la humana vinieran a su mente, escenas de todo el tiempo que había compartido con ella, como cuando lo invitó a su casa, cuando acordaron las reglas de su estadía, las jugarretas y sus tonterías, sin pasar por alto sus acercamientos, casi inocentes en ese momento, como ese primer beso, tan extraño para él, pero tan suave y poderoso a la vez. Recordó cada momento que pasó junto a la terrícola, pero el que más lo había marcado era la vez que la sorprendió dormida después de haberlo cuidado toda la noche luego de su accidente en la nave. Respiró hondo y se incorporó, apoyándose sobre su brazo derecho y abriendo nuevamente los ojos, exclamó - ¡Demonios!… ¿Por qué estoy pensando en esa tonta todo el tiempo? Acaso ¿mi instinto la reclama como compañera para aparearme? Es lo más lógico, dado la compatibilidad de razas… ¿Sentiría lo mismo con otras terrícolas? No… No soy un idiota como para ponerme a averiguarlo y estoy seguro de que no sería lo mismo... Hay algo en su olor que no he podido identificar y que me enloquece… Además, no puedo negarlo, la maldita es atractiva - se sonrió un instante - y esos ojos, los que pareciera que pudieran ver muy dentro de mí… - suspiró con pesadez - Debo admitir que también es muy inteligente y que es estimulante discutir con ella… Eso, sumado a su maldito carácter, además de que es altiva y orgullosa, tal como decía Napa que eran las poderosas hembras de nuestra raza... Sin embargo, no es más que una humana, una basura comparada con ellas… - Volvió a fruncir- Cometí la indiscreción de llamarla por su nombre, supongo que no podré hacerla enojar con eso ahora… Es extraño, yo, el gran Príncipe Vegeta, disfrutando la compañía de una hembra terrícola… ¿Será posible que yo, el príncipe de los saiyajin esté realmente interesado en ella, como hembra? - se levantó y avanzó hacía la consola, aproximando una mano hasta los controles para abrir la compuerta, pero se detuvo en el último momento y frunciendo profundamente, comentó -Hmn...Ella me dijo una vez que tenía el mismo estatus que yo y recuerdo que en ese momento me burlé de ella… Pero en este tiempo he comprendido a lo que se refería... Bulma… - hizo un alto al nombrarla antes de proseguir - ella no es cualquier hembra terrícola y no hay que ser un genio para darse cuenta de ello…

Abrió finalmente al compuerta y descendió de la nave camino a la cocina, al tiempo que seguía con su tren de pensamientos "Mierda ¡Es ridículo! Ella es vulgar y grosera, así como insolente y maleducada... Pero debo reconocer que despierta en mí sensaciones que jamás creí experimentar... ¿Estaba confundido y furioso por eso? Sí, maldición, lo estaba. Pero ya no puedo negarlo, me atrae sexualmente. Ya no es solo el interés por su tecnología o por el alojamiento. No soy un imbécil que no puede darse cuenta de eso ¿Qué más podrían ser esas fluctuaciones de energía cuando estoy cerca de ella? ¿Además de la ira que me recorría cada vez que el insecto la besaba o la tocaba? ¿o los estúpidos y patéticos sonrojos?... Mi cuerpo me está pidiendo a gritos aparearme con ella, no hay otra explicación lógica. Instintivamente la celaba, porque no quería que lo hiciera con la sabandija… o con cualquiera, como cuando se paseó en la taberna…mi instinto la está reclamando como suya… pero no debo dejar descendencia, eso está fuera de discusión. Además, sé que le atraigo de la misma manera… eso no puede negarlo" Terminó ingresando a la cocina con una sonrisa en sus labios. Ya era bastante tarde y por lo mismo ya no había nadie que pudiese interrumpirlo por lo que se sintió a sus anchas.

Una vez hubo comido, fue a su cuarto y comenzó a desnudarse para darse un baño antes de dormir, comentando mientras se sacaba la camiseta -Está decidido. La terrícola será de mi propiedad. Y más le vale al insecto ese que no vuelva a poner sus asquerosas manos sobre lo que me pertenece por derecho. Así tenga que matarlo otra vez.

Relajó sus músculos bajo el agua tibia, dándose cuenta de que se sentía, aparte de conforme con sus nuevos poderes, en paz consigo mismo por primera vez en mucho tiempo.

El sol comenzaba a aparecer en el horizonte, mientras las últimas estrellas visibles terminaban de difuminarse lentamente sobre la Capital. En la entrada principal de la Corporación capsula, los señores Briefs acompañaban a Yamcha para despedirlo, sin siquiera sospechar que eran observados desde las alturas por su otro huésped.

-Ya era hora… -chistó Vegeta, mientras se incorporaba en el punto más alto de la propiedad, seguro que desde esa altura podría observar a la perfección la partida del insecto. No era que le interesara realmente, pero necesitaba ver con sus propios ojos que el hombre se marcharía para siempre, sobre todo después de habérselo oído decir a la señora mientras le servía el desayuno.

Comenzó a impacientarse al notar que el asunto parecía dilatarse más de lo necesario. No comprendía porque las despedidas de los terrícolas tenían que ser tan largas y con tantos abrazos y palmaditas en la espalda, por lo que apretó sus puños mientras pensaba en ello "¿por qué mierda no se larga de una vez?... ¿Acaso tiene la ridícula esperanza de que ella saldrá a impedir que se vaya?... Ja, aunque lo niegue, la humana ya no lo soportaba, de lo contrario estaría despidiéndolo junto a los demás" Hubo más abrazos, más palabras y más palmaditas "¡Vete de una maldita vez, insecto! Argg…" Sin darse cuenta, comenzó a envolverse en un aura celeste, comenzando a desesperarse. Odiaba a ese humano y estaba seguro de que el desgraciado solo dilataba su partida para ser el centro de atención.

Finalmente, luego de miles de recomendaciones por parte de los padres de Bulma, Yamcha alzó el vuelo junto a Puar, mientras los Briefs los despedían con la mano. Pero no fue hasta ganar cierta altura que vio a Vegeta sobre el domo principal. Se quedaron mirando un instante pero Yamcha enseguida le dio una mirada cargada de odio, la que el saiyajin respondió con una sonrisa burlona, mientras le hacia un gesto con su mano con dos dedos en alto, en un hipócrita y burlesco gesto de despedida. El ex bandido apretó sus puños en impotencia - algún día te arrepentirás de todo el daño que has hecho, Vegeta – murmuró, para enseguida tomar a Puar en brazos, volando a toda velocidad y perdiéndose en el horizonte.

-Hasta nunca, gusano… - se despidió Vegeta, agregando - ¡Hasta que al fin se marchó!... Ya no tendré que soportar su ridícula presencia fastidiando por los alrededores – dijo Vegeta, quedándose unos segundos de pie, observando por donde se habían perdido Yamcha y Puar. Cuando ya no eran más que un punto a la distancia, borró su sonrisa y volvió a sentarse, con sus brazos cruzados sobre las rodillas – Ahora comenzará lo realmente interesante… Mi siguiente movimiento debe ser en extremo audaz y no debo cometer ni el más mínimo error…Estúpido Nappa ¡Cómo debes estar gozando con esto en el infierno!… Te tengo noticias, desgraciado, esto se pondrá mejor, ja, ja, ja – terminó riendo a mandíbula batiente.

Los primeros rayos comenzaron a asomarse y tomó esto como una señal de un nuevo comienzo. Ya estaba decidido. Reclamaría a la terrícola como suya y además le sacaría el secreto de la transformación. El destino ya estaba escrito.

Continuará…