- . My Hero Academia 180 grados. -

37. Donde Izuku se enfrenta al villano, notando algo extraño, Kai Chisaki y Redestro tienen una reunión, y Uraraka rescata a las personas del tren, pero termina inconsciente y sueña con Deku


El villano musculoso permaneció inmóvil, observando cómo los jóvenes corrían intentando escapar del caos. Giraba la cabeza con calma, con sus ojos evaluando cada rincón mientras sus secuaces cerraban las rutas de escape. Finalmente, dio un paso al frente, listo para retomar su tarea.

'Bien. Creo que ya les di suficiente ventaja' —se dijo mientras ajustaba con facilidad al joven que llevaba atrapado bajo su brazo.

De repente, una figura de cabello verde surgió de la multitud, que en lugar de correr para escapar, avanzaba directamente hacia él, enfrentándolo. El villano sonrió bajo su máscara con entusiasmo al reconocer a su oponente.

'¡Por supuesto! No esperaba menos!'—se dijo, deleitándose con la osadía del muchacho.

Mientras el joven se aproximaba, el villano tuvo tiempo de notar su expresión. Era una sonrisa extraña, forzada, que parecía ocultar nerviosismo tras una fachada de valentía.

'Qué sonrisa!... ¿Pero qué planeas hacer ahora?' pensó el villano, alzando una mano con la palma hacia el frente y en dirección al muchacho. 'No planeo mostrar ningún tipo de consideración especial'

Midoriya frenó en seco su carrera, evaluando rápidamente el posible ataque que el villano parecía estar preparando. Pero antes de que pudiera tomar una decisión, una voz inesperada resonó detrás del villano.

—¡Oye, villano! ¿Acaso quieres pelear? —gritó alguien.

El musculoso giró lentamente la cabeza hacia atrás, intrigado por la interrupción. Y al instante pareció quedar paralizado en esa pose. Desde su posición, Midoriya logró distinguir a Shinso, quien permanecía a cierta distancia, y que también pareció reconocerlo a él.

—Parece que tiene algún tipo de quirk paralizador —dedujo Midoriya, recordando los apuntes en uno de sus cuadernos, mientras sus piernas empezaban a volver a moverse por instinto—. Si funciona como otros quirks similares que he estudiado, debe tener un límite de tiempo. ¡Debo darme prisa!

Shinso, percibiendo las intenciones de Midoriya, levantó la voz con urgencia.

—¡Espera, Midoriya! —gritó justo cuando la mano de Izuku estaba a unos escasos centímetros de tocar al rehén—. Qué no se te ocurra mover al villano más de lo necesario! Si lo haces dejara de funcionar mi lavado de mentes!

Midoriya contrajo su mano, sorprendido.

—¿Lavado de mentes? —repitió en un susurro, procesando la situación.

Sin perder tiempo, Shinso volvió a alzar la voz, dirigiéndose al villano con tono autoritario.

—¡Suelta al rehén y luego camina fuera del área de combate!

Los ojos de Midoriya se abrieron al ver cómo el villano obedecía, dejando caer al joven que llevaba bajo el brazo. Midoriya reaccionó al instante, barriéndose con el cuerpo para atrapar al rehén antes de que golpeara el suelo. Apenas logró amortiguar la caída, sintiendo el peso del muchacho en sus brazos y luego levantándose rápidamente para salir corriendo.

Desde su punto de vista, el villano observó como Midoriya corría con su carga junto al otro muchacho de cabello morado.

Bajo la máscara, sonrió, hasta que al alzar la vista hacia la salida más cercana, se percató que en las sombras del corredor aparecieron los destellos de siete personas observándolo..

De repente el cuerpo del villano se llenó de marcas rojas que lo envolvieron y su cuerpo dejó salir una gran explosión de energía de forma involuntaria.

Por la fuerza de la onda de energía, tanto Shinso como Deku con su carga, salieron volando hacia el muro. Cómo pudo, Midoriya pudo dar una pirueta en el aire y rebotar con los pies en la pared, sin soltar al muchacho en sus brazos. Shinso no fue lo suficientemente hábil y estrelló su espalda contra la pared.

—Rayos... — se quejó Shinso intentando levantarse del suelo, pero fallando.

Teniendo las manos ocupadas, Midoriya no pudo ofrecerle su ayuda a Shinso y al girar alrededor, en busca de apoyo, pudo notar que los otros también estaban enfrascados en peleas con otros villanos.

Un chico utilizaba una especie de caja de aire para cubrir la cabeza de uno de los villanos, mientras que otra chica parecía estar haciendo crecer hongos sobre otro villano que se sujetaba el cuello. Midoriya se preguntó por un momento como funcionarían esos quirks.

Intentando no distraerse y al mirar de nuevo en la dirección del villano musculoso de antes, se dio cuenta que permanecía de pie, en medio de una especie de zanja creada por su propia explosión de poder. Estaba sujetándose la cabeza. ¿Qué le habría pasado? ¿Había sido debido al quirk de Shinso?

...


En la pantalla de televisión se proyectaban escenas caóticas captadas en varias intersecciones del tren bala. Las cámaras mostraban a personas tosiendo al salir de las estaciones, algunas tambaleándose y otras recibiendo ayuda para mantenerse en pie. El suelo estaba cubierto de cuerpos, formando un panorama inquietante. Frente a la pantalla, un hombre esbozó una sonrisa calculadora antes de girar su silla lentamente para encarar a quien estaba de pie al otro lado de su escritorio.

—Cuando te pedí un adelanto del proyecto que estamos ayudando a financiar, debo decir que esto no era exactamente lo que tenía en mente —comentó Redestro, su tono ligero contrastando con el brillo astuto en su mirada—. Aunque, si no me equivoco, también es una estrategia para desviar la atención de la policía y evitar otra redada en una de sus propiedades.

Kai Chisaki, imperturbable, respondió con la misma calma habitual.

—Veo que estás muy bien informado.

— Que no te sorprenda ni un poco — continuó sonriendo Redestro— Como sabes los simpatizantes de nuestra organización van en aumento, por lo que es más que natural tener ojos y oídos en todas partes. Incluso donde menos lo esperarías.

Chisaki mantuvo su mirada fija en Redestro, como si ambos libraran una silenciosa batalla de voluntades. Al final, fue el líder de la Meta-Liberación quien rompió el silencio, soltando una risa suave antes de continuar.

—¿Pero qué digo? No puedo olvidar que estoy hablando con el jefe de la mafia más importante de Japón. Tener a personas infiltradas en la policía es el pan de cada día para ustedes. Aunque, supongo que se vuelve mucho más difícil cuando los héroes forman equipos reducidos para tomarlos por sorpresa — está vez Redestro se inclinó en su escritorio y hablo a través de sus manos entrelazadas — Aunque ya te he dicho que si te preocupa realmente la seguridad de la niña, nosotros con gusto podemos resguardarla. Sin duda contamos con muchas más sedes y simpatizantes que ustedes. Y la policía no nos está investigando.

Chisaki respondió de inmediato, su tono firme y cortante.

—No me separaré de Eri.

Redestro sonrió con una mezcla de satisfacción y diversión.

—Naturalmente esperaba esa respuesta. Muy propia de alguien con instintos paternos.

—Esa niña no es mi hija —lo corrigió Chisaki, cortante.

El tenso intercambio fue interrumpido abruptamente por la irrupción de una pequeña figura en la habitación. Eri entró corriendo, abrazándose con fuerza a las piernas de Chisaki mientras sollozaba. Tras ella, un hombre se detuvo en el umbral, cansado y visiblemente nervioso al darse cuenta de a quiénes había interrumpido.

—Me duele... ya no quiero... —sollozó la niña entre lágrimas—. Ya no quiero que me pinchen los brazos.

—Eri, ¿qué te he dicho sobre comportarte como una niña caprichosa? —la reprendió Chisaki con frialdad, sin mostrar empatía alguna.

—No, no, no. Eso no está bien —intervino Redestro, poniéndose de pie y rodeando el escritorio para inclinarse hacia la pequeña. Con un gesto inesperadamente amable, le tocó el hombro—. No puedes regañarla sin explicarle por qué hacemos todo esto. ¿No ves lo asustada que está al no entenderlo?

—Es demasiado joven para comprenderlo. Lo único que necesita saber es que si se porta mal, alguien más sufrirá —contestó Chisaki, lanzando una mirada gélida al hombre en la puerta. Este, al notar el peligro implícito, se retiró de inmediato.

Redestro ignoró el comentario, centrando toda su atención en la niña. Sosteniéndola suavemente por los hombros, habló con una voz cargada de persuasión.

—No subestimes a los niños, Chisaki. Todos necesitamos entender el porqué de nuestro sufrimiento para aceptar nuestro destino. Yo mismo lo aprendí a su edad. ¿No es así, pequeña Eri? Seguro que solo quieres saber por qué te hacemos pasar por todo esto.

Eri apenas pudo murmurar entre lágrimas:

—Ya no quiero...

—Escucha, pequeña Eri —continuó Redestro, sonriendo con dulzura artificial—. Gracias a ti, hemos podido desarrollar algo extraordinario. Las células de tu sangre nos están ayudando a crear un componente que cambiará el mundo para siempre. Vivimos en una era oscura, llena de ignorancia y resentimiento, pero tu sacrificio podría ser la luz que la humanidad necesita. Sé que las pruebas pueden ser... "molestas", pero no se comparan con lo que tu guardián tenía planeado para ti en un principio.

Lanzó una mirada significativa a Chisaki, quien no respondió. Redestro volvió a dirigirse a la niña.

—Tu sufrimiento tiene un propósito, Eri. Podrás convertirte en un símbolo de esperanza para todos los que sufren injusticias a diario. Tu historia será recordada como la de una mártir que cargó con el dolor de la humanidad para aliviar su sufrimiento.

Eri, todavía llorando, alzó la vista hacia él, confundida.

—¿Yo... voy a ayudarlos?

—Así es, pequeña Eri. Entre tantos falsos héroes, tú serás la verdadera salvadora de la humanidad —afirmó Redestro con una convicción que casi resultaba contagiosa—. Solo espera, y lo verás.

...


Uraraka se encontraba inclinada frente a una mujer con rostro de zorro que esbozaba gestos de dolor. La preocupación en su mirada no se detenía, pero algo extraño comenzó a llamar su atención. Por un instante, no supo si se trataba del agotamiento que sentía al acercarse al límite por usar su quirk, o si había algo en el aire del vagón, pero tuvo la extraña y borrosa impresión de que aquella mujer estaba encogiéndose. Sacudió la cabeza, descartando la idea como un delirio provocado por el cansancio.

Frunciendo el ceño, activó nuevamente su quirk para aliviar el peso de la mujer y la cargó en sus brazos. Con esfuerzo, salió corriendo del vagón, luchando contra la sensación de tener revuelto el estomago. Apenas alcanzó las escaleras que conducían a la salida de la estación y sus piernas se sintieron débiles al contemplar el tramo que aún quedaba por recorrer. Entonces, una idea cruzó por su mente.

Se bajó el cubrebocas improvisado que había hecho con su camisa rosa y gritó, con toda la fuerza que su voz le permitió:

—¡Por favor! ¡Si pueden escucharme, tomen de la mano a la persona que está a su lado! —Su voz tembló un poco, pero no dejó de alzarla— ¡Es la única forma en que podré sacarlos a todos!

A pesar de que la mayoría de las personas rescatadas mantenían los ojos cerrados y sus rostros reflejaban el mismo dolor inexplicable, un instinto de supervivencia pareció impulsarlos. Lentamente, empezaron a tantear con manos temblorosas hasta encontrar las de los demás. Apretaron con fuerza, formando una cadena humana.

Uraraka dejó escapar un suspiro de alivio al ver que su plan había funcionado. Con determinación renovada, volvió a sujetar a la mujer que lideraba la fila. Usando su quirk para reducir el peso de todos, corrió escaleras arriba con la cadena de personas siguiéndola, como si fueran muñecas de papel.

Al llegar al exterior, y asegurándose de que todos estuvieran al menos a unos centímetros del suelo, desactivó su quirk. Las personas cayeron suavemente, inhalando al fin el aire fresco del exterior.

—¡Increíble! ¡Sacó a todas esas personas ella sola! —exclamó alguien en la multitud, provocando murmullos de admiración.

Uraraka se apoyó en sus rodillas, jadeando, luchando por recuperar el aliento y contener las nauseas. Sin dudarlo, se levantó y regresó corriendo a la estación. La multitud, al observarla, comenzó a expresar su preocupación.

—¿Dónde están los héroes profesionales? ¿Y la policía? —preguntó una mujer con voz temblorosa.

—Dicen que esto está ocurriendo en otras estaciones del tren bala!— respondió alguien más.— Seguramente no se dan abasto con esta situación.

El murmullo de incertidumbre fue creciendo hasta que un hombre, visiblemente frustrado, alzó la voz:

—¡Debería darnos vergüenza! ¡Una sola chica está haciendo todo el trabajo mientras nosotros solo miramos!

Su reproche hizo eco en la multitud.

—¡Pero este es trabajo de los héroes! —replicó una mujer.

—¡Seguro que alguien llegará pronto a ayudar! No debemos estorbar! —añadió otro.

—¿Y cómo podemos saberlo con certeza? —insistió el hombre. Sin esperar respuesta, se quitó la camiseta y la transformó en un cubrebocas improvisado como el de Uraraka. Luego, avanzó hacia la estación. Su acción fue suficiente para inspirar a otros. Poco a poco, más personas comenzaron a seguirlo, decididas a ayudar.

Dentro de la estación, Uraraka tocó el brazo de otra persona inconsciente cuando, de pronto, el mismo hombre apareció a su lado para recibirla. Otros voluntarios se unían al esfuerzo, moviéndose por los pasillos y cargando a los afectados hacia la salida.

De vuelta al exterior, con las sirenas de las ambulancias anunciando su llegada, Uraraka cayó de rodillas al suelo, sin fuerzas para mantenerse en pie. El hombre que la había ayudado primero, la sostuvo antes de que se desplomara por completo y la recostó suavemente. Ella cerró los ojos, sintiendo las lágrimas escapar mientras pensaba:

¿Cómo le estaría yendo a Deku en el examen? Y ¿Habría llegado Saito a su trabajo?

...


La noche había caído. Uravity, ahora con 22 años de edad y aún vistiendo su traje de heroína después de un largo día de trabajo, caminaba apresuradamente por la calle mientras intentaba comunicarse con Deku.

—Sigue sin contestar —murmuró con preocupación, bajando el celular de su oído y cerrándolo con un movimiento decepcionado—. Y no se me ocurre otro lugar donde podría estar.

Sus ojos se fijaron en la puerta del taller de Hatsume. Dudó un momento, con su puño alzado en el aire a punto de llamar. Sin embargo, un sonido amortiguado desde el interior la detuvo.

—Ha-Hatsume... ¿Q-qué estás haciendo? —la voz nerviosa de Izuku se filtraba débilmente desde el otro lado de la puerta.

—Tranquilo, Midoriya! Solo tienes que confiar en mí! —respondió Hatsume con una serenidad que no hacía más que intensificar la tensión del ambiente. Tras un breve silencio, añadió—. ¿O es que acaso no quieres mejorar tus habilidades para impresionar a Uraraka?

—Pe-pero no creo que esta sea la forma correcta de hacerlo —replicó Izuku, más nervioso que antes.

Uraraka abrió mucho los ojos y clavó sus uñas en la madera de la puerta. Su corazón se aceleró al escuchar aquello, pero la curiosidad la detuvo.

—¿Qué fue eso? —preguntó Izuku de repente—. Creo que vino de la puerta.

—Yo solo escucho el sonido de tu miedo al éxito, Midoriya! ¡De verdad que no entiendo tu actitud ahora, y tan de repente! Siempre has sido un chico tan bueno, haciendo todo lo que te pedía! —exclamó Hatsume con su tono alegre y persuasivo.

Al no haber respuesta, Hatsume continuó insistiendo.

—¡Vamos! No me obligues a hacerte entrar! —amenazó Hatsume con más fuerza.

A la amenaza le siguieron el sonido de forcejeos, acompañado por el ruido metálico de herramientas y partes de algún invento que caían al suelo. Uraraka no pudo soportarlo más. Imaginando una escena de acoso o algo aún peor, irrumpió en el taller.

Lo que encontró fue completamente diferente a lo que su mente había concebido. Allí estaba Izuku, aferrado con manos y pies al marco de una puerta metálica, mientras Hatsume maniobraba un robot que sostenía un destapacaños, intentando sin éxito empujarlo hacia el interior.

Cuando ambos notaron su presencia, se quedaron inmóviles por un momento, como si alguien hubiese pulsado el botón de pausa en medio del caos

Una larga explicación por parte de Hatsume después, Uraraka, todavía confundida, repitió lo que acababa de escuchar para asegurarse de haber entendido correctamente:

—Entonces… ¿esa máquina puede aumentar la fuerza física de una persona modificando su ADN?

— Bueno, más o menos. Debo admitir que me impresiona que hayas captado parte de la idea tan rápido, aunque en una versión muy simplificada —respondió Hatsume, con una mezcla de entusiasmo y condescendencia—. Claro, es normal viniendo de alguien que todavía usa ese dinosaurio tecnológico —añadió, señalando el celular que Uraraka seguía sosteniendo en su mano.

Uraraka entrecerró los ojos, conteniendo su molestia.

—No creo que mi resumen haya sido tan malo considerando toda la jerga tecnológica innecesaria que utilizaste —murmuró para sí misma.

Por su parte, Izuku en ese momento revisaba una serie de registros en una tablet y no parecía haber puesto atención a lo que ninguna de las dos había dicho.

A Uraraka no se le escapó el detalle de que él llevaba una bata blanca y un par de goggles a juego con los de Hatsume. Por un instante, ambos le parecieron una pareja de inventores trabajando juntos, y la idea la irritó más de lo que habría querido admitir.

—¡Mira esto! —exclamó de repente Izuku, señalando la pantalla de la tablet y rompiendo su cadena de pensamientos—. ¡Este porcentaje de riesgo es altísimo!

Hatsume, sin embargo, ni siquiera se molestó en mirar.

—En todo gran invento hay márgenes de error. Si nos detuviéramos por cualquier inconveniente, nunca avanzaríamos —dijo despreocupada—. Y este es el método más rápido para desbloquear todo tu potencial. ¿O acaso ya no es ese tu sueño? ¿Convertirte en el héroe más fuerte?

La inventora extendió una mano hacia el abdomen de Izuku, como si estuviera a punto de intentar convencerlo con una caricia o tal vez para empujarlo a la máquina, pero Uraraka reaccionó antes de que pudiera tocarlo.

—¡Si él no quiere hacerlo, no deberías obligarlo! —intervino, colocándose entre ambos con las manos alzadas—. ¡Yo también pienso que es demasiado peligroso!

—Uraraka… —murmuró Izuku, sorprendido por su intervención.

Hatsume le hizo frente.

—Ahora entiendo por qué Midoriya está actuando así. Pero me sorprende después de todo lo que he hecho por él.

—Ponerlo en riesgo para probar tus inventos no es algo que él deba agradecerte —replicó Uraraka, con firmeza.

Izuku dio un paso adelante, saliendo del margen protector que ella había creado.

—Lo siento, Uraraka, pero... la verdad es que creo que Hatsume es una inventora brillante. Y siempre ha sido cuidadosa con mi seguridad —dijo, mirando a Hatsume con un destello de confianza.

—Pero…

—¿Lo ves? No era tan difícil, ¿verdad? —dijo Hatsume, triunfante, colocando una mano en la espalda de Izuku y guiándolo hacia la máquina.

Uraraka abrió la boca para responder, pero las palabras no salieron. Y cuando por fin logró reunir el valor para detenerlos, ya era demasiado tarde.

Hatsume bajó una palanca con un gesto decidido, y la máquina se iluminó con un resplandor verde intenso. Un humo blanco comenzó a salir de la base, llenando el aire con un zumbido mecánico. Cuando la puerta se abrió nuevamente, la silueta que emergió dejó a ambas chicas asombradas.

Frente a ellas no estaba un solo Izuku, sino dos.


Notas de la autora.-

Sus comentarios siempre son bienvenidos! Muchas gracias por leer, seguir y darle like. Siempre me hace sonreír :)