- . My Hero Academia 180 grados. -
27. Donde termina la fiesta de Aoyama y All Might sigue buscando a Midoriya
El teléfono en la casa de la familia Todoroki seguía sonando sin que nadie lo contestara, llenando el aire de un insistente sonido que parecía atravesar las paredes de cada habitación vacía. La falsa Rei Todoroki, cansada del ruido, se removió inquieta en la cama antes de dejar escapar un gruñido de frustración. Se levantó con cuidado, echando un vistazo a los otros dos que dormían a su lado, Natsuo y Fuyumi, antes de salir de la habitación en dirección al molesto aparato.
—¿Quién puede dormir con este ruido? —murmuró para sí misma mientras avanzaba por el pasillo. Sus pasos eran pesados y lentos, reflejando la molestia de ser interrumpida en su descanso.
Al llegar al teléfono, levantó el auricular con una mano mientras se rascaba la nuca con la otra.
—¿Hola? —dijo con voz somnolienta.
—Oh, hola señora —respondió Toshinori al otro lado de la línea—. ¿Cómo se encuentra? Lamento mucho molestarla. Es sólo que estoy preocupado porque el joven Midoriya no contesta su teléfono. ¿Sería posible que pueda comunicármelo?
La falsa Rei Todoroki, frunció el ceño. Midoriya no era un nombre que reconociera. Sabía que en la casa solo estaban los tres hermanos de la familia Todoroki: Natsuo, Fuyumi y Shoto.
—¿Está seguro de que es el número correcto? —preguntó, su voz mostrando una mezcla de duda y cautela.
—¿Ah? —Toshinori pareció confundido—. ¿Es usted Rei Todoroki?
—Sí, sí, soy yo —respondió la copia de Twice, intentando sonar convincente—. Pero en este momento sólo estamos mis hijos y yo en casa.
Hubo una pausa al otro lado de la línea.
—¿En verdad? —la voz sonaba más confundida ahora—. Oh, vaya, entonces debe haber sido un error. De nuevo, una disculpa por molestarla.
La copia de Twice colgó el teléfono y caminó de regreso por el pasillo, sus pasos ahora más firmes, pero algo en su andar sugería molestia. Al llegar a la habitación, se dejó caer en la cama, ocupando el mismo espacio de antes, entre Natsuo y Fuyumi.
Por su parte, Toshinori reflexionó:
'Le dijo a su madre que pasaría la noche en la casa de su amigo pero no está ahí...'
Una imagen repentina de Midoriya junto a su amiga Uraraka apareció en la mente de Toshinori mientras los jóvenes se sonreían mutuamente.
—Podría ser… ¿acaso que…? —susurró para sí mismo contemplando una idea, pero la rechazó casi de inmediato sacudiendo la cabeza—. ¡No! ¡Imposible! ¡Me niego a creerlo! ¡Alguien con esa cara… es imposible que mienta a su madre para irse con alguna chica por la noche!
Aunque de pronto recordó también la posición comprometedora en la que Midoriya había conocido a Mei Hatsume. Con ella poniéndole sus pechos sobre la cara
—Aunque cierto es que también le hace falta carácter para enfrentarse a las chicas—reconoció algo de preocupado.
De repente, dos frases de Mei Hatsume de cuando lo había chantajeado surgieron de su memoria:
—"A mi me vendría bien un ayudante que sea tan dócil como él y que me ayude a probar mis inventos" —"Por supuesto siempre me preocupo de ponerle un localizador satelital a todos y cada uno de mis bebés"
Los ojos de Toshinori se iluminaron con una idea.
—¡Eso es! —exclamó, sintiendo cómo se abría una puerta a la solución de este pequeño misterio.
La fiesta en la mansión Aoyama continuaba. El bullicio de las conversaciones, el ritmo pulsante de la música y la risa de los invitados llenaban el aire.
—¡Hatsume, eres increíble! —exclamó uno de los chicos, sus ojos brillando con admiración, mientras Hatsume sostenía su brillante trofeo y su guitarra.
—¡Gracias, gracias! —respondió Mei, disfrutando del momento, —Oh, esperen un segundo —dijo revisando su bolsillo y luego llevándose el móvil al oído— Hola, ¿Que? ¿Midoriya? —repitió, mirando a su alrededor con cierta confusión—. No, no lo he visto.
—No, no es eso lo que te pregunto —aclaró Toshinori rápidamente del otro lado de la linea—. Necesito saber si puedes ayudarme a localizarlo.
Mei se quedó en silencio por un momento, luego una sonrisa astuta cruzó su rostro.
—¡Ah, claro! —dijo con entusiasmo—. Es pan comido. Le puse un localizador en su celular… y en sus zapatos, aunque los detalles no importan ahora. Deme un momento.
Mientras Toshinori esperaba, pudo escuchar los sonidos de la fiesta en el fondo. La música alta, las risas y el bullicio llenaban el aire. Mei se apartó un poco del grupo de chicos que la rodeaban y, con agilidad, manipuló un pequeño dispositivo que sacó de su cinturón. Sus dedos se movían con rapidez y precisión sobre la pantalla táctil. Menos de un minuto después, volvió a la línea.
—Como pensaba —anunció con tono triunfante—. Está aquí. Aunque claro, todo el mundo lo está.
Toshinori frunció el ceño, sin entender del todo lo que ella quería decir.
—¿A qué te refieres? —preguntó con preocupación creciente—. ¿Dónde están?
—Estamos en la mansión Aoyama —respondió Mei con entusiasmo—. Hay una fiesta para todos los aspirantes de ingreso a la UA de este año.
Justo en ese momento, un chico del grupo le hizo señas a Mei, pidiendo una foto con ella y su guitarra. Mei sonrió de oreja a oreja.
—¡Lo siento, tengo que irme! —se despidió apresuradamente—. ¡Adiós!
—¡No, espera! —intentó detenerla Toshinori, pero ya era demasiado tarde. La línea se cortó.
Toshinori se quedó en silencio, todavía sosteniendo el teléfono junto a su oído. Su mente corría mientras trataba de conectar los puntos.
—Aoyama… —murmuró para sí mismo, frunciendo el ceño mientras intentaba recordar—. Ese nombre me suena de algo...
...
En un rincón, Bakugo y Todoroki estaban en medio de una feroz competencia de vencidas, una disputa que atraía la atención de varios presentes.
Bakugo, con la mandíbula apretada y los músculos tensos, estaba completamente concentrado en la pelea. Su ceño fruncido y la determinación en sus ojos mostraban cuánto estaba esforzándose. En contraste, Todoroki mantenía una expresión tranquila, con un sutil arqueo de cejas que revelaba su serenidad y control.
Finalmente, después de un último empuje, Todoroki logró inclinar la mano de Bakugo hacia la mesa con un movimiento firme pero controlado. Bakugo, rojo de ira y agotamiento, lanzó una mirada fulminante hacia su oponente.
—¡Tienen que estar bromeando! —gritó Bakugo. Estaba tan molesto que casi tira la mesa al patearla.
Todoroki se sostuvo un momento la muñeca, su actitud imperturbable no cambiaba en lo más mínimo mientras lo observaba.
—Creo que tú y yo nunca nos vamos a llevar bien —meditó Todoroki, con tono frío.
—¡En eso podemos estar de acuerdo! —replicó Bakugo, sin poder ocultar su irritación.
Kirishima, que estaba observando la escena con una mezcla de preocupación y diversión, intentó calmar a Bakugo.
—¡Oye, ya cálmate!
—¡¿Qué me calme?! ¡Primero no ganamos el estúpido concurso de bandas y ahora este sujeto me gana a las vencidas! —se quejaba Bakugo, su frustración claramente palpable.
—¡Vamos! ¡El segundo lugar para nuestra primera vez tocando con público no está nada mal! —intentó Kirishima, tratando de ponerle un poco de optimismo a la situación.
—¡Al demonio con eso! ¡Yo no le dedico tiempo a nada para terminar siendo un segundón! —exclamó Bakugo, con una furia.
Jiro, que había estado en silencio hasta ahora, se unió a la conversación con un tono serio.
—Estoy de acuerdo. Y me sigue molestando que al final se decidiera por la opinión de ese enano del público, que claramente eligió a la otra chica por el tamaño de sus pechos.
Kaminari, por reflejo, miro el pecho de Jiro y después lo comparó con el de Hatsume a la distancia, eso, hasta que Jiro se cruzó de brazos. La tensión en el aire era palpable, pero un chico se acercó con una oferta inesperada.
—Oigan, ¿quieren unas bebidas? —les preguntó el joven, con una sonrisa amistosa.
Bakugo, sin pensarlo dos veces, tomó un vaso y lo bebió de un solo trago. Su expresión de sorpresa y disgusto fue inmediata.
—¡¿Qué mierda era eso?! —cuestionó Bakugo con desagrado.
—Creo que ya lo sabes —respondió el chico, con una expresión de complicidad en el rostro.
Bakugo aplastó el vaso vacío con fuerza antes de lanzarlo al suelo. Su expresión estaba endurecida, aunque era difícil descifrar lo que pensaba.
—¿Qué? ¡Pero aún no somos mayores de edad para beber alcohol! —reprochó Kirishima al chico, con una mezcla de incredulidad y preocupación.
—Oigan, nadie los está obligando si no quieren. Pero la mesa de allá está llena —señaló el chico antes de alejarse.
—¿Pueden creerlo?— Kirishima miró a los demás, esperando una respuesta, pero el grupo estaba callado.
—¡Oye, tú! —gritó Bakugo de pronto, dirigiéndose a Todoroki—. ¡Compite conmigo!
—¡Bakugo! — Kirishima intentó detenerlo, pero Bakugo esquivó su mano con desdén.
—A menos que te dé miedo —desafió Bakugo, su tono retador.
Todoroki lo miró por unos segundos, evaluando la situación. La propuesta no le pareció completamente absurda.
—Si gano en esto, tendrás que dejar a Midoriya en paz para siempre —ofreció Todoroki con calma.
—Sí, claro. Como si eso pudiera volver a pasar —replicó Bakugo con desdén.
Ambos se dirigieron a la mesa que el chico había señalado, una mesa repleta de vasos y botellas de diferentes tipos. La competencia de bebidas parecía ser el próximo desafío de esa rivalidad que iniciaba.
Kirishima, aún preocupado, se acercó a ellos con una pregunta.
—¿Al menos alguno de los dos tiene alguna experiencia bebiendo?
Ahora Hatsume se encontraba conversando con Jiro, mientras el bullicio de la fiesta se desbordaba a su alrededor, y Hatsume inspeccionaba su guitarra.
—Oh, vamos, no seguirás molesta por lo que pasó, ¿o sí? —cuestionó Hatsume con una sonrisa juguetona, su tono relajado ocultaba cualquier indicio de incomodidad.
Jiro, que estaba terminando su bebida, frunció el ceño ligeramente y no contestó.
—Aunque sea dame algo de crédito. Me tomó semanas construir y desarrollar estos bebes. Además, ustedes también usaron sintetizadores de voz para hacer los coros en su canción —agregó Hatsume, defendiendo su esfuerzo con entusiasmo.
Jiro la miró con una mezcla de sorpresa y exasperación.
—Eso sólo fue porque no conseguimos suficientes personas que pudieran cantar adecuadamente —explicó, mientras colocaba el vaso de su bebida en la mesa.
Hatsume se encogió de hombros, aún manteniendo su actitud despreocupada.
—A mí me pasó algo similar y por eso tuve que programar a los robots. Por alguna razón, las personas con las que suelo trabajar inexplicablemente duran muy poco conmigo —comentó, como si estuviera acostumbrada a ese tipo de situaciones.
Justo en ese momento, Ida, que iba pasando se acercó desde atrás, su expresión denotaba certeza.
—Tal vez si te bañaras más seguido y dejaras de tratar a las personas como si las utilizaras, tendrías más éxito teniendo relaciones interpersonales duraderas, Hatsume.
Hatsume le dirigió una mirada indiferente, sin perder su sonrisa.
—No, gracias, ¿Y para que bañarse tanto? si para eso inventaron el desodorante —respondió ella con desdén, logrando sorprender un poco a Ida—. Y por suerte, mi ayudante actual ha resultado ser bastante bueno y constante.
—¡¿Tan siquiera sabe que es tu ayudante?! —le cuestionó Ida, claramente indignado.
—No —reconoció Hatsume con una actitud despreocupada.
—¡Lo suponía! —replicó Ida, con un tono que combinaba frustración y reproche.
Jiro, que había estado observando la interacción con interés, comentó con una sonrisa amistosa.
—Ustedes parecen llevarse realmente bien.
Ida y Hatsume se miraron por un momento. Ida se aclaró la garganta antes de hablar.
—Ella es como una hermana para mi—aclaró Ida moviendo firme su brazo, buscando evitar cualquier malentendido.
—Yo también tengo una especie de hermano adoptivo—medito Jiro — Debe de estar por ahí buscando alguna chica que quiera darle su número —concluyo y luego, se dirigió a Hatsume con una sonrisa que intentó ser sincera—. En fin, felicidades por ganar.
Después ambos la vieron dirigirse hacia la salida.
—Pobre. Se veía realmente triste —comentó Ida, su tono reflejaba una gran empatía— ¡Ves lo que provocas Hatsume!
Justo entonces, un par de tenis con detalles verdes se detuvieron frente a ellos, llamando su atención.
—Oye, ¿puedo ver tu guitarra? —preguntó el joven, su voz era suave y su mirada seria.
...
Izuku y Uraraka seguían flotando suavemente en el aire, rodeados por las luces de la ciudad y el cielo estrellado. La brisa nocturna les acariciaba el rostro mientras permanecían muy juntos, Habían dejado de estar de cabeza hacía ya unos minutos, encontrando una posición más cómoda para flotar, girándose 180 grados.
Acunando el rostro de Uraraka entre sus manos e impulsado por un sentimiento que apenas podía contener, Izuku se inclinó una vez más, depositando un beso breve y tierno en los labios de Uraraka, antes de abrazarla muy fuerte.
Mi primer y segundo beso... Increíble!, pensó Izuku. Sintiendo cómo sus mejillas ardían.
Uraraka ahora apoyaba su cabeza en el hombro de Izuku. Sus mejillas se teñían de un leve rubor que parecía quemar un poco con el viento fresco.
—¿No tienes frío? —le preguntó Izuku, su voz teñida de una preocupación suave mientras reafirmaba el abrazo que la rodeaba.
Uraraka sonrió, moviendo la cabeza para negar con suavidad.
—No. ¿Y tú?
—Sólo un poco —admitió Izuku con tranquilidad—. Aparte de eso, me siento un poco... extraño.
Uraraka apartó un poco la cabeza, mirándolo con curiosidad.
—Ah. Lo siento. Si no estás acostumbrado a flotar, puedes sentirte mareado después de un rato —explicó Uraraka con comprensión, buscando tranquilizarlo.
Izuku asintió, aunque sabía que no era solo el flotar lo que le causaba esa sensación. Había algo más profundo, un remolino en su estómago que ardía suavemente cada vez que se acercaba a ella, que se intensificaba con cada beso y con cada palabra dulce que le susurraba.
—Nos bajaré enseguida —anunció Uraraka con determinación, preparándose para desactivar su quirk.
—De acuerdo —aceptó Izuku, aunque de pronto se le ocurrió una idea—. Sólo espera un segundo antes de liberar.
Con cuidado, dejó de rodearla con sus brazos mientras la acomodaba en un estilo "bridal style", con Uraraka en sus brazos como si fuera una princesa. Aunque sintió una punzada de vergüenza por hacer algo tan atrevido sin preguntarle, intentó proyectar la mayor confianza posible y le brindó una sonrisa cálida.
A Uraraka no pareció importarle en absoluto; de hecho, se abrazó a su cuello de inmediato.
—¿Listo? —preguntó ella con una sonrisa dulce.
Izuku asintió con determinación, preparándose para caer adecuadamente con su preciada carga. Pero, para su sorpresa, comenzaron a descender lentamente. La transición fue tan suave y tan fluido que parecía como si estuvieran bajando de una nube.
—Eso es nuevo! —comentó Izuku, algo intrigado pero alegre —. Cuando tenga una libreta me gustaría que me explicaras como lo lograste!
Uraraka lo miró con una mezcla de orgullo y simpatía.
—Bueno, he estado practicando mi control sobre la gravedad. Me di cuenta de que podía ajustar la intensidad de mi quirk de manera más precisa. Así que, en lugar de dejar que la gravedad actúe de repente, hice que el descenso fuera más gradual. De esa forma creo que a la larga también podría llegar a cambiar la trayectoria de los objetos al caer.
Izuku la miró con admiración, claramente impresionado por el progreso que había hecho.
—¡Eso es increíble! No sabía que podías hacer eso!—dijo, aún sosteniéndola en sus brazos.
Uraraka sonrió, sintiendo un calor agradable en su pecho por el elogio de Izuku, y le dio un ligero apretón en el cuello.
—Gracias por decirlo —respondió con sinceridad.
Por un momento, los recuerdos de su primer encuentro llenaron la mente de Uraraka. Recordó cómo Izuku se había lastimado el pie al dejarse caer de repente, liberando su poder sin el control adecuado. Ese había sido uno de los motivos principales por los que había querido mejorar ese aspecto de su quirk: para evitar que alguien más se lastimara por su falta de habilidad.
—Tal vez... sea mejor que regresemos antes de que se preocupen por nosotros y vengan a buscarnos —sugirió Izuku, comenzando a caminar en dirección a la fiesta, aún llevándola en sus brazos, disfrutando secretamente de mantener la proximidad.
—Sinceramente, creo que si Tsu hubiera venido, ya habría llegado a buscarnos. Es muy responsable —comentó Uraraka, su voz tranquila y alegre. —Tal vez sea porque es la hermana mayor y esta acostumbrada de cuidar a sus hermanos pequeños.
Izuku le sonrió, pero en su interior, una pequeña parte de él se alegró de que Tsuyu no hubiera podido ir en esa ocasión. Nadie los había interrumpido en todo el rato, y la sensación de estar solos bajo el cielo estrellado, había sido como un pequeño regalo que quería atesorar. No podía evitar pensar que era uno de esos recuerdos que guardaría para siempre, cerca de su corazón.
—Realmente aprecio esto, Uraraka. Todo este tiempo juntos ha sido... especial —declaró Izuku con una sonrisa genuina, aunque sus mejillas estaban un poco sonrojadas.
Uraraka también se sonrojó ligeramente, sus ojos brillando con ternura. Pero después, algo pareció distraerla.
—Umh, Deku... ¿No piensas llevarme así todo el camino de regreso hasta la fiesta, o si?
Izuku le dio un ligero apretón con la mano que la sostenía por el hombro. En su mente, pasó la imagen de Uraraka riendo con Kaminari y luego con Kacchan, y pensó que no le importaría que lo vieran llegando con ella así. De hecho, le gustaba un poco la idea.
—Lo estoy pensando —admitió en un ligero arranque de valor y con algo de gracia. Después de haber estado abrazados y besándose por un rato en el aire, Izuku sentía sus sentidos embotados, y quería aprovechar el momento antes de que la vergüenza usual regresara a inundarlo—. A menos que te importe que te vean así conmigo.
—No, claro que no, pero... —comenzó a decir Uraraka, aunque no pudo continuar.
Izuku notó ese rastro de duda en su voz y sintió un pinchazo de inseguridad. Por un momento, temió que ella no quisiera que los vieran juntos por algún motivo oculto. Pero rápidamente sacudió la cabeza, intentando ignorar ese pensamiento.
—¿Estás bien? ¿Sigues mareado? —le preguntó Uraraka con preocupación evidente en su voz. Sus dedos rozaron suavemente la mejilla de Izuku, su toque cálido y reconfortante, disipando parte de sus dudas.
Izuku sonrió, tratando de tranquilizarla, aunque una pequeña parte de él lamentaba que su tiempo juntos pudiera estar llegando a su fin.
—Estoy bien, pero tienes razón, te bajaré... sólo por si acaso.
Con cuidado, Izuku la puso de pie en el suelo. Sin embargo, Uraraka no pudo evitar notar una pequeña sombra de desanimo en su semblante al hacerlo. Por lo que, cuando sus pies tocaron el suelo, se apresuró a tomar la mano de Izuku.
—Así... podré sujetarte si te sientes mareado —intentó justificar su acción Uraraka con algo de nerviosismo, aunque ambos sabían que no era necesario. Era solo una excusa para mantenerse cerca. Izuku reafirmó el agarre de su mano, agradecido porque comprendiera parte de sus sentimientos.
—Muchas gracias —le sonrió, y ambos siguieron caminando tomados de la mano.
Sin embargo, el ambiente romántico se rompió abruptamente cuando llegaron al jardín principal de la mansion de Aoyama y se encontraron con una escena muy diferente a la suya. Frente a ellos, Kirishima estaba ayudando a Todoroki y Bakugo, quienes estaban inclinados sobre unos baldes, claramente indispuestos.
—¡Yo les advertí que si no tenían experiencia bebiendo, no debían hacerlo! ¡Y al final nadie ganó¡ ¡Mas bien los dos perdieron! —exclamó Kirishima, entregándoles pañuelos a cada uno.
—¡¿Quieres callarte?! —gritó Bakugo, girándose hacia Kirishima con una expresión de disgusto. De reojo, vio a Deku y Uraraka juntos tomados de la mano, y de inmediato se giró para vomitar de nuevo en el balde.
Todoroki terminó de vomitar justo en ese momento, y al igual que Bakugo, lo primero que notó fue las manos entrelazadas de Izuku y Uraraka, y por alguna razón, de nuevo tuvo ganas de vomitar, y se inclinó hacia su balde.
Kirishima, viendo la especial preocupación en el rostro de Midoriya, trató de tranquilizarlo.
—Ellos estarán bien. Solo necesitan sacarlo de su sistema. Esto les enseñará a no hacer caso a extraños y, en cambio, escuchar a sus amigos que quieren lo mejor para ellos —dijo, lanzando una mirada especialmente significativa a Bakugo.
—Creo que... era mi responsabilidad cuidar de Todoroki, dado que yo vine con él —se lamentó un poco Midoriya, sintiendo un nudo de culpa en el estómago.
—No es así, Midoriya —replicó Todoroki, al fin terminando de vomitar y limpiándose la boca con el pañuelo que había recibido—. Yo sé cuidarme a mi mismo, y sé que estabas ocupado.
Sin embargo, sus palabras parecieron contradecirse con sus acciones cuando, al intentar dar un paso adelante, se tambaleó visiblemente. Bakugo, por su parte, también perdió un poco el equilibrio, pero Kirishima fue lo suficientemente rápido para colocarse entre ambos y servir de apoyo, evitando que cayeran.
Instintivamente, Izuku dio un paso al frente para ayudar y sintió cómo la mano de Uraraka se soltaba suavemente de la suya. Aunque de reojo, Izuku le sonrió al dejarla atrás.
Sabiendo de antemano que Kacchan no le permitiría siquiera acercarse a él, Izuku se movió hacia el lado de Todoroki, preparado para servirle de apoyo.
—No es necesario —intentó rechazarlo Todoroki con voz débil, pero al dar el siguiente paso, terminó aferrándose a Izuku para no caer.
—No importa. Si quieres, piensa en mí como si fuera tu bastón —le dijo Izuku, sonriéndole con amabilidad.
A Todoroki pareció costarle entender esa analogía en su estado de embriaguez.
—Pero... los bastones no hablan... —dijo Todoroki, algo perdido en su propio razonamiento.
—No... me refiero a que... —intentó explicar Izuku, pero se interrumpió al ver la expresión confusa de Todoroki.
—Y sigues hablando... —murmuró Todoroki, claramente confundido, mientras seguían caminando hacia la salida.
Mientras la pequeña comitiva de amigos se encaminaba hacia la salida, Uraraka se dispuso a seguirlos. Sin embargo, se detuvo al notar a Ojiro, que parecía estar buscando algo o a alguien. Giraba la cabeza en todas direcciones con una expresión de preocupación.
—¿Pasa algo? —le preguntó Uraraka, acercándose a él.
—Sí... bueno... no te rías, pero creo que Hagakure desapareció —respondió Ojiro, cruzándose de brazos con una expresión de desánimo.
Uraraka estaba a punto de reírse, pero al ver la preocupación genuina en el rostro de Ojiro, su expresión se volvió más seria.
—¿Quieres que te ayude a buscarla? —ofreció Uraraka, notando la angustia en el rostro de Ojiro.
Ojiro se rascó la nuca, incómodo.
—No. No creo que sea necesario. Como ella suele decir, ella y yo no somos novios, sólo hemos salido un par de veces y seguramente se fue con otro chico con la que la vi antes. No sería la primera vez que lo hace.
—Lo siento, Ojiro —dijo Uraraka, sujetándole el brazo brevemente para brindarle apoyo. Ojiro intentó sonreír, aunque sus ojos revelaban su tristeza.
—No importa—dijo cubriéndose por un momento los ojos con los dedos —Por cierto, deberías regresar con Midoriya lo antes posible. Tal vez no te has dado cuenta, pero se le ve algo afligido cuando te ve con otros.
Uraraka se ruborizó un poco y soltó el brazo de Ojiro para sujetarse las mejillas, sorprendida por la observación.
—¿E-en serio?
Ojiro soltó una leve risa.
—Me sorprende que no lo hayas notado tú misma. De hecho, lo está haciendo ahora mismo. Mira. Da un poco de miedo.
Uraraka se giró rápidamente y vio a Deku, aún sosteniendo a Todoroki, aunque ahora con una mirada muy seria que no le había visto hacer antes. Sin embargo, cuando se percató de que lo estaban mirando, intentó disimular, bajando la mirada algo avergonzado, y retomando su avance hacia la salida.
—Vaya, no tenia ni idea—se cubrió la boca Uraraka algo sorprendida y divertida —Gracias por decirmelo, Ojiro—se despidió Uraraka, comenzando a alejarse.
—Oye, Uraraka —la llamó Ojiro antes de que se fuera—. Si en verdad te importa Midoriya, no juegues con él. Es duro para nosotros como hombres.
—Gracias, Ojiro. Lo tendré en cuenta desde ahora —dijo Uraraka, asintiendo con seriedad mientras se alejaba.
...
...
—¡¿Cómo que Orejas se fue dejándole los celulares a un completo desconocido?! —le gritaba Bakugo a Kaminari, su rostro contorsionado por la ira.
Kaminari levantó las manos para deslindarse de la responsabilidad.
—Ya cálmate. Al final no falta ninguno, y el sujeto al que se los dejó parecía bastante responsable. Creo que Jiro se fue antes porque no se sentía bien después de perder el duelo de guitarras.
Bakugo bufó, su enojo cambiando de objetivo en un instante.
—¡Esto no hubiera pasado si no le hubiéramos hecho caso a tu novia cambiando la canción a último momento! —le reprochó Bakugo a Kirishima.
—¡Ya te he dicho mil veces que Ashido no es mi novia! —replicó Kirishima con algo de gracia y vergüenza—. Y además, creo que la canción no tuvo nada que ver con el resultado al final.
Bakugo apretó los puños.
—¡Si llego a atrapar a ese maldito enano que voto por la otra banda, se va a enterar de quién soy! —amenazó Bakugo mientras Kaminari repartía los celulares entre los amigos que estaban allí reunidos.
Izuku escuchaba la discusión de sus amigos de forma superficial. Su atención, sin embargo, estaba más centrada en el misterioso auto negro que acababa de llegar a la entrada del lugar, al final de las largas escaleras. Los faros del auto brillaban intensamente, creando un contraste con la penumbra de la noche.
Cuando la puerta del auto se abrió, Izuku reconoció inmediatamente al señor Toshinori, quien salió rápidamente del vehículo.
—Joven Midoriya. Al fin te encuentro —murmuró Toshinori para sí mismo, aunque lo suficiente alto como para que Izuku lo escuchara. Su voz denotaba molestia y cansancio, como si llevara horas buscándolo. Pero entonces, su expresión cambió súbitamente, su rostro se iluminó con una alegría inusitada—. ¡Ven aquí!
Izuku apenas tuvo tiempo de procesar lo que estaba sucediendo antes de ver a Toshinori comenzar a correr hacia él. El tiempo pareció ralentizarse, y la escena se volvió surrealista.
—¡Ah, señor Yagi! ¿Qué está haciendo aquí? —exclamó Izuku, soltando por un momento a Todoroki, quien, por suerte, logró mantenerse en pie por sí mismo.
Izuku comenzó a correr hacia su entrenador, la confusión mezclándose con un creciente sentimiento de inquietud y alegría.
Ambos se encontraron a mitad de las escaleras, y justo cuando Izuku esperaba algún tipo de encuentro con un abrazo o gesto afectuoso, la mano de Toshinori se alzó de repente y, para sorpresa de todos, lanzó un derechazo directo a la cara de Izuku.
Izuku cayo de un sentón en las escaleras sujetándose la mejilla por el golpe.
—¡Nunca cumples las promesas que haces, verdad?! —le reprocho Toshinori a Izuku, su voz cargada de preocupación — ¡Cuántas veces tengo que decirte que contestes tu celular cuando te llaman!
—¡JA! —se burló Bakugo, disfrutando del inusual espectáculo— Solo por esto ha valido venir a esta fiesta ridícula.
Izuku, aún procesando el golpe, mantuvo su mano a la mejilla adolorida.—P-perdón... —balbuceó, todavía aturdido.
Pero antes de que pudiera decir algo más, Toshinori lo envolvió en un abrazo fuerte, lleno de afecto y alivio.
—Por lo menos estoy feliz de que tú, el joven Todoroki, y todos los demás estén bien —dijo Toshinori con un tono mucho más suave, casi paternal.
Izuku, todavía un poco confundido por la reacción extrema de su entrenador, correspondió al abrazo, dejando que la calidez del momento lo envolviera. Había algo en la forma en que el señor Toshinori lo abrazaba, un peso emocional que no había sentido antes.
—¿Está todo bien? —preguntó Midoriya en medio del abrazo, su voz cargada de preocupación.
...
Ya en el auto, camino a casa de Todoroki, el ambiente dentro del vehículo era silencioso. Toshinori manejaba con calma, sus manos firmemente aferradas al volante, mientras sus pensamientos se mantenían fijos en la carretera y en los jóvenes que llevaba consigo. Izuku, por su parte, estaba en el asiento trasero, tratando de acomodar a Todoroki, quien parecía estar a punto de quedarse dormido, su cabeza cayendo de vez en cuando hacia un lado con el suave movimiento del auto.
El silencio se alargó, solo interrumpido por el sonido de los neumáticos sobre el asfalto. Finalmente, Toshinori decidió romperlo.
—Así que el joven Aoyama dio una fiesta para los aspirantes de la UA de este año —comentó, su voz resonando en el interior del vehículo.
El comentario captó de inmediato la atención de Izuku, que dejó de preocuparse por la posición de Todoroki y se inclinó hacia adelante.
—¿Usted conoce a la familia Aoyama? —preguntó Izuku, curioso.
—Sí, aunque desafortunadamente no por los motivos correctos —respondió Toshinori, con un tono de voz más serio.
Izuku frunció el ceño, sintiendo una leve sensación de inquietud.
—¿Qué quiere decir con eso? —pregunto con mas curiosidad.
Toshinori mantuvo su mirada fija en la carretera, dudando por un momento si debería continuar o no. Al final decidió hablar.
—Bueno... —empezó, su voz un poco más grave—. Por un tiempo, la familia Aoyama fue conocida por ser fuertes partidarios de All for One. Principalmente brindando recursos a la organización. Por supuesto, después de su caída, argumentaron que solo actuaron así porque estaban bajo fuertes amenazas de sus verdaderos seguidores, pero muchos aún dudan de qué lado estaban realmente.
Izuku asimiló la información, y bajó la cabeza, reflexionando.
—Es irónico, ¿no? —murmuró, más para sí mismo que para Toshinori—. Si realmente fueron partidarios de All for One, que tenía tantos dones, que terminaran teniendo un hijo sin don, como yo.—opinó recordando al joven brillante que había conocido en la fiesta.
Toshinori asintió suavemente, su voz adoptando un tono más comprensivo.
—Tal vez ese fue justo el motivo —comentó Toshinori, su voz ahora más suave—. Tal vez esperaban ganar el favor de All for One, y que él les brindara un don para su hijo. Entiendo que es difícil observar a alguien tan joven no poder seguir su sueño por falta de un don... —al decirlo, Toshinori miró a Midoriya por el retrovisor, sus ojos reflejando una profunda comprensión y empatía—. Pero definitivamente hacer un trato con All for One no era la solución. Algunos dicen que, más allá de los trucos que utilizaba All for One para manipular los dones y castigar a aquellos que se atrevían a traicionarlo... dicen...que las familias que se vieron involucradas con él quedaron, de alguna forma, malditas para siempre.
Todoroki, quien hasta ese momento había parecido medio dormido, abrió los ojos lentamente al escuchar la última oración.
—¿Malditas? —preguntó Todoroki, su voz suave pero clara.
Toshinori lo miró por el retrovisor, notando la repentina atención de Todoroki.
—Joven Todoroki, ¿ya te encuentras mejor? —preguntó Toshinori, intentando disimular la leve incomodidad que sentía al ver el cambio en la expresión de Shoto.
—¿Cómo que malditas? —insistió, con un tono que revelaba una mezcla de curiosidad y algo más profundo, algo personal.
Toshinori suspiró, sintiendo que había tocado una fibra sensible.
—Puede ser solo una impresión sobre algunas familias en particular —dijo, su voz ahora más medida—, pero... —dudó de nuevo, viendo el rostro atento de Shoto por el retrovisor—. Las familias que se relacionaron con All for One comenzaron a caer en diferentes tipos de desgracias. Pérdidas de miembros en extraños accidentes, bancarrotas, enfermedades repentinas... como si una sombra oscura las persiguiera incluso después de haberse desligado de él.
Todoroki no comentó nada, en cambio, desvió la mirada hacia la ventana. Su reflejo en el vidrio le devolvía la mirada, su cicatriz en el lado izquierdo recordándole las sombras que aún lo perseguían. En ese mismo reflejo, también pudo ver parte del rostro de Midoriya a su lado, que le recordaba los pecados de su familia.
Un recuerdo reciente atravesó la mente de Shoto:
—"Mamá, ¿reconoces esto?" —recordó Todoroki, pasándole la hoja de trasplante de don que le había dado Hawks en su momento, y que estaba firma por ella. Su madre había dudado después de leerla, pero al final, terminó llorando. —"Entonces... es cierto", dijo con los ojos muy abiertos por el shock. En verdad su familia le había quitado su don a Midoriya para superar a All Might y cumplir el deseo de su padre. Al principio no había sabido como sentirse y dio un paso hacia atrás, pero al final, no pudo soportar ver a su madre llorar y la abrazó con fuerza—. "Debiste sentirte muy presionada por él para hacer esto..." —había intentado justificarla, sintiendo su abrazo débil en respuesta y su asentimiento, como si sus palabras fueran una liberación tardía.
La voz de Izuku lo sacó de sus pensamientos.
—Pero eso solo es una superstición, ¿no? —intentó continuar la conversación Midoriya, tratando de aliviar el ambiente que se había vuelto pesado, sin saber porque.
Toshinori frunció el ceño ligeramente, manteniendo nuevamente sus ojos en la carretera.
—Sí, solo una superstición... —repitió.
Notas de la autora.-
Listo el capitulo veintisiete! Sus comentarios siempre son bienvenidos! Muchas gracias por leer, seguir y darle like. Siempre me hace sonreír.
