- . My Hero Academia 180 grados. -
28. Donde Invisible Girl desaparece, Uraraka se se encuentra con Kai Chisaki y Deku pasa la noche en casa de Todoroki
—¿Sucede algo, Hagakure? —preguntó Uraraka, volviendo la cabeza hacia atrás. La luz de una farola cercana iluminaba su rostro curioso.
Hagakure, cuya figura invisible se movía junto a ella, dudó por un momento antes de responder—No, bueno... Es sólo que quería despedirme de Ojiro antes de irme...—su voz estaba teñida de un de algo de nerviosismo.
—¡En serio?! —exclamó Uraraka, tomando las manos invisibles de Hagakure en las suyas—¡¿No sabía que ustedes fueran tan cercanos?! ¡¿O es porque son novios?!
—¡No! ¡No es que seamos novios! —se apresuró a aclarar Hagakure, notando la chispa de emoción en los ojos de Uraraka—Ojiro es un chico muy dulce y nos llevamos muy bien, pero aunque se lo he insinuado en varias ocasiones y hasta he intentado darle celos con otros chicos, no me ha pedido que sea su novia...
Uraraka pareció reflexionar y después de un momento, su rostro se iluminó con una sonrisa comprensiva— Algunos dicen que los chicos son un poco lentos para entender las señales. Pero tal vez pronto se dé cuenta de sus verdaderos sentimientos por ti.
—¿Tú crees? —preguntó Hagakure, con una mezcla de esperanza y duda en su voz.
—No me cabe la menor duda! —aseguró Uraraka con una sonrisa tranquila, cerrando los ojos por un momento mientras asentía con la cabeza—Ahora que lo dices, creo que antes me pareció verlo irse con los otros chicos. Nosotras también deberíamos hacer lo mismo antes de que se haga más tarde. Vendrán por mí en un momento. ¿Quieres que te acerquemos a tu casa? Creo recordar que vamos por el mismo rumbo.
Hagakure asintió, agradecida—Sí, muchas gracias. Pero creo que antes le escribiré a Ojiro sólo para decirle que ya voy camino a casa para que no se preocupe.
Sin que Hagakure lo notara, la expresión de Uraraka se oscureció un poco, aunque no perdió la sonrisa de sus labios—¿Por qué no esperas a que él te escriba? Así podrías comprobar si realmente te está prestando atención.
Hagakure se detuvo un instante antes de enviar el mensaje, reflexionando sobre el consejo de su amiga—Tienes razón—admitió, guardando su teléfono de nuevo en su bolso—¿Sabes? Mina también me ha estado dando consejos, pero he comenzado a tener dudas sobre ellos, dado que ella misma no ha conseguido muchos avances con la persona que le gusta —de repente Hagakure se sobresaltó—¡Ah! ¡Pero no le vayas a decir que dije eso! ¡No quiero hacerla sentir mal, dado que sé que lo hace con la mejor intención!
—Claro. Será nuestro secreto—prometió Uraraka con una risa suave.
Ambas comenzaron a descender las largas escaleras de la salida principal, riendo suavemente y disfrutando de la compañía mutua.
—Si no te molesta que te pregunte...—comenzó Hagakure con cierta timidez—¿Cómo lograste que Midoriya se te declarara? Parece un chico tan tímido. De todos, parecería el último que haría algo así.
Uraraka pareció reflexionar por un momento, su mirada perdida en el horizonte—Bueno, en realidad yo fui la primera en declararse—confesó finalmente, con una sonrisa que mezclaba orgullo y vergüenza.
—¿En serio? ¡Qué valor! ¡No sé si yo podría hacer algo así! —exclamó Hagakure, impresionada.
—No es tan difícil. Especialmente si ya lo has hecho antes—respondió Uraraka, su tono algo más suave, como si sus pensamientos la hubieran llevado a otro lugar. Su cabello meciéndose suavemente con el viento.
—¿Antes ya te habías declarado a alguien? —preguntó Hagakure, aún más sorprendida—¿A quién?
Uraraka pareció dudar en responder, pero al final terminó mostrando una sonrisa—Bueno ... a Bakugo —luego agitó las manos frente a ella — ¡Pero casi de inmediato me di cuenta que era caso perdido y ya no me gusta!
Hagakure quedó momentáneamente en shock, sin saber qué decir al principio.
—No puedo creerlo. Es decir, no es que sea un mal muchacho, pero... con ese temperamento—balbuceó Hagakure, tratando de encontrar las palabras adecuadas.
Antes de que pudieran continuar la conversación, un auto con la pintura visiblemente desgastada y corroída se detuvo justo enfrente de ellas. El conductor era un hombre de apariencia ruda, con una piel escamosa y un rostro que parecía estar esculpido en piedra. Spinner, el aparente tío de Uraraka, estaba al volante, y su expresión reflejaba una incomodidad evidente.
—Oh, te presento a mi tío—dijo Uraraka con una sonrisa alegre —Es un poco serio, pero no te asustes por su cara de pocos amigos. En realidad, es muy agradable cuando lo conoces, aunque es algo friki de los ninjas—agregó, abriendo la puerta trasera del auto.
Hagakure dio un paso atrás, su instinto diciéndole que algo no estaba bien. Había algo en la mirada de Spinner que no le inspiraba confianza.
—¿Qué pasa?—preguntó Uraraka, aparentemente confundida. Luego miró a Spinner, como si buscara una explicación, y volvió a mirar a Hagakure con comprensión—Ah, claro. Supongo que aún hay muchas personas que le tienen miedo a algunos tipos de heteromorfos, pero no te preocupes. Él ya está acostumbrado a ser discriminado de cierta forma.
—¡¿Qué?! ¡No! ¡Para nada! —negó rápidamente Hagakure— ¡No es que yo discrimine a los heteromorfos en absoluto!
—¿En serio? Entonces yo soy la que entendió mal—respondió Uraraka, con un tono de voz calmado y una sonrisa— Entonces, vamos.
—No. Es que...
—Ah, perdona por el auto, pero como sabes mi familia esta pasando por un mal momento en la cuestión económica.
—No! ¡Su auto no tiene nada de malo!
Hagakure dudó por un momento más, pero finalmente asintió, esforzándose por calmar sus nervios.
Una vez dentro, cerró la puerta tras de ella, y Uraraka hizo lo mismo. El auto arrancó lentamente, alejándose de la mansión.
—Pero bueno...—intentó retomar Hagakure, tratando de aliviar la tensión—Cuéntame más sobre lo que pasó antes con Bakugo.
Uraraka se giró ligeramente en su asiento, su expresión tranquila y sonriente —En realidad es una historia graciosa. Me le declaré en más de una ocasión, pero en todas y cada una me rechazó. Aunque me puse muchas cosas para llamar su atención.
—¿En serio? ¿Y cuántas veces te le declaraste? —preguntó Hagakure, genuinamente curiosa.
Uraraka sonrió, rascándose la nuca—En realidad, me da pena decirlo.
—Vamos, dime—insistió Hagakure, tratando de animar la conversación, aunque en el fondo una sensación de inquietud no la abandonaba.
El auto continuó su camino por la oscuridad.
...
Otro auto avanzaba lentamente por las calles iluminadas de la ciudad. Todos iban algo amontonados en la parte de atrás del vehículo y el único que parecía ir cómodo era Bakugo al frente.
—¿Oigan, cómo le haremos con el pago del viaje? —preguntó de pronto Uraraka mirando a los demás con algo de preocupación.
—¿Les parece bien que el último en bajar pague por todos y los demás le transferimos? —sugirió Kaminari con una sonrisa relajada.
—Por mí está bien—aceptó Kirishima, revisando la aplicación en su celular. —Pero, de ser así, y de acuerdo al trayecto del viaje, el último en bajar sería... Bakugo.
Al escuchar esto, Bakugo se giró al instante con una expresión de disgusto.
—¡Si pretenden que yo pague al final, más les vale que me transfieran ahora mismo! —gruñó, su voz cargada de exasperación—¡No confío en ninguno de ustedes!
—De acuerdo, no tienes por qué ponerte así —opinó Ojiro sacando su celular. Sus dedos se movían rápidamente por la pantalla, revisando si tenía mensajes nuevos y al no encontrar ninguno, una sombra de decepción cruzó su rostro, antes de abrir la aplicación para transferir.
Uraraka, sentada a su lado, notó la tristeza en los ojos de Ojiro. Apretó los labios, pensativa, recordando el consejo que él le había dado antes:
"—Si en verdad te importa Midoriya, no juegues con él. Es duro para nosotros como hombres."
A pesar de las ganas de decir algo para animarlo, Uraraka decidió quedarse en silencio. Todos comenzaron a usar sus celulares para hacer la transferencia a Bakugo.
Bakugo no perdió el tiempo y rápidamente revisó su celular. Su mirada aguda escaneó la pantalla con una intensidad que solo él podía tener—¡Solo haces falta tú, cara redonda! —gritó, girándose hacia Uraraka—¡Ni creas que te irás sin pagar!
Uraraka se sobresaltó, sacudida de sus pensamientos por el brusco tono de Bakugo—¡No pretendía hacerlo! —se apresuró a aclarar, un leve rubor subiendo a sus mejillas—Es solo que me distraje por un momento. Pero mejor te pagaré en efectivo.
— Como quieras — aceptó Bakugo y después Uraraka le paso su parte.
Kaminari sonrió, intentando aligerar la tensión—Vamos, no deberías ser tan duro con ella. Si ustedes se gustan, deberían intentar llevarse mejor —opinó con tono juguetón.
De repente, el auto frenó bruscamente, haciendo que todos se sacudieran en sus asientos. Hubo un momento de confusión y murmullos.
—Perdonen. No es que me haya sorprendido lo que acaba de decir el muchacho, dado que ni los conozco. Es sólo que justo se atravesó un gato —se disculpó el conductor, retomando la marcha con una expresión un poco avergonzada.
—¡A ver si aprende a manejar mejor! —le gritó Bakugo irritado.
Uraraka se aclaró la garganta, sintiendo la necesidad de evitar malos entendidos —Te equivocas, Kaminari—dijo, tratando de sonar tranquila aunque estaba ligeramente nerviosa—Ya te había dicho que a mí no me gusta Bakugo.
Kaminari arqueó una ceja, todavía sonriente—¿En verdad? Es que cuando estábamos jugando en el jardín me dio la impresión de que había cierta química entre ustedes.
Bakugo resopló —¡Si eso es lo que piensas, deberías ir a que te revisen los ojos y el cerebro!
Ashido, sentada junto a Kirishima, se inclinó hacia adelante, su rostro iluminado por la emoción— ¡Yo también he pensado que podrían hacer una bonita pareja! ¡Dado que sus personalidades son opuestas y se complementarían bien!— Ashido los señaló — El chico rudo con mal genio y la chica dulce y risueña.
Kirishima intentaba contener la risa cubriéndose la boca, dando algunos golpes en la puerta del auto por lo divertido que le parecía la situación.
—¡A mi déjenme fuera de sus malditos delirios de parejas de perdedores! — bufó Bakugo, cruzándose de brazos con evidente irritación.
Uraraka se rio nuevamente un poco nerviosa.
—Pero en realidad, a ti te gusta alguien mas, ¿No es así, Uraraka? —preguntó Ashido con una sonrisa traviesa— Por eso se ausentaron un rato durante la fiesta para estar solos.
—¡Mina! —exclamó Uraraka, su rostro poniéndose totalmente rojo.
El auto volvió a detenerse abruptamente.
—Llegamos al primer destino —anunció el conductor, aún algo sonrojado por la conversación que había estado escuchado entre los jóvenes.
—¡Ah! ¡Sí! ¡Aquí bajo yo! —se apresuró a decir Uraraka, aliviada de tener una excusa para salir del incómodo interrogatorio de Mina. Abrió la puerta rápidamente y bajó del auto. Mina chasqueó los dedos, visiblemente frustrada por haber sido interrumpida.
El auto retomó su marcha, alejándose de la parada de Uraraka mientras ella agitaba la mano para despedirse. Después empezó a caminar.
'Es verdad. Por todo lo que pasó, no pude darle una respuesta a lo que me había preguntado en aquella ocasión,' pensó, caminando lentamente por la acera. En su mente apareció la imagen de Deku, con sus ojos brillantes llenos de determinación, preguntándole:
"¿Quieres ser mi novia Uraraka?" ''Prometo darte lo mejor de mi!"
Uraraka se sonrojó de nuevo, su corazón latiendo con fuerza en su pecho. No pudo evitar sonreír ante la idea—aunque no me molestaría que tomara lo de hoy como una respuesta—pensó, mientras se perdía en la brisa fresca de la noche, sabiendo que pronto, tendría que enfrentarse a sus verdaderos sentimientos.
¿Eso que sentía por Deku en verdad era...?
De pronto, se detuvo al ver un auto que salía del estacionamiento de su complejo de edificios. El vehículo avanzaba lentamente, y cuando pasó cerca, notó al conductor.
Era el hombre con el cubrebocas gracioso, el mismo que había ayudado a salvar cuando el puente de su padre había colapsado hace unos meses por el ataque de Tomura Shigaraki. Lo reconoció al instante, y al parecer, él también la reconoció, dado que detuvo el auto de inmediato y dio marcha atrás hasta detenerse justo a su lado.
—Hola. Qué gran coincidencia encontrarlo por aquí —saludó Uraraka, esbozando una sonrisa amistosa.
—Hola. ¿Qué tal? —respondió Kai Chisaki desde el auto—Pero no, no es una coincidencia. De hecho, vine a verte a ti y a tu familia. Tus padres me dijeron que fuiste a una fiesta. Supongo que vienes de ahí.
—Sí, así es —asintió Uraraka, sin perder la sonrisa—¿Venía a vernos a nosotros? ¿Por algún tema en particular?
—Sí. De hecho, ya hablé con tu padre sobre el tema que quería tratar con ustedes. Y muy amablemente escuchó la propuesta que tenia para hacerles —explicó Chisaki, observando a Uraraka con una mirada tranquila.
—¿Ah, sobre algún proyecto de construcción? ¡Seguro a mi padre le habrá emocionado mucho! —se alegró Uraraka, imaginando a su padre discutiendo planes y diseños.
—Seguro que te lo contarán todo cuando llegues a casa —Kai hizo una pausa, como si reflexionara sobre algo antes de continuar—Debo decir que la firmeza con la que habla tu padre me recordó un poco a la forma en que me hablaba mi propio padre cuando estaba mejor de salud. Aunque por ahora no llegamos a ningún acuerdo —Kai sacó una tarjeta de su chaqueta y se la entregó a Uraraka—Si necesitan algo, no duden en llamarme. Siento que aún tengo una deuda con ustedes por lo que pasó aquel día en el puente y por la reputación de la empresa de tu padre que se vio afectada después de eso.
—¡Vaya, qué amable! Muchas gracias! —agradeció Uraraka, tomando la tarjeta con un gesto de gratitud.
—En mi familia es muy importante saldar las deudas con las personas que hacen algo por nosotros —Chisaki miró un momento su mano enguantada, recordando el día que se había pinchado el dedo con una ampolleta mientras intentaba colocarla en su arma. El recuerdo lo hizo fruncir ligeramente el ceño—Debo reconocer que ese día del puente me sentía algo indispuesto con mi Quirk, por lo que nos salvaste a mí y a la pequeña Eri ese día.
—La verdad es que solo actué por impulso —dijo Uraraka con modestia, intentando restarle importancia a su acción—Y, por cierto, ¿cómo se encuentra su hija? Recuerdo que aquella vez parecía bastante asustada. Aunque no es para menos, después de que el puente empezó a destruirse de repente.
—La pequeña Eri está bien. De hecho, antes de venir aquí, pasé a una jugueteria a comprarle un pequeño regalo —dijo Chisaki, señalando con un leve movimiento de la cabeza hacia el asiento del copiloto, donde reposaba una enorme caja rosa adornada con fotos de diamantes de juguete.
—¡Vaya! Estoy segura de que le encantará. ¿Es su cumpleaños? —preguntó Uraraka, intrigada.
Kai Chisaki pareció esbozar una pequeña sonrisa.
—Para ser honesto, hace unos días Eri hizo una travesura y quizá la castigué de forma más severa de lo que hubiera querido. Se podría decir que esto es una forma de enmendarme con ella.
—Oh. Mi padre siempre dice que es mejor hablar con sinceridad, en vez de darle rodeos a los asuntos importantes con objetos materiales. De ser el caso, tal vez Eri apreciaría más que usted se disculpara con ella por ser tan duro en esa ocasión, en lugar de darle un regalo costoso —sugirió Uraraka con una sonrisa, aunque al ver la expresión en el rostro de Chisaki, temió haberse metido en un asunto demasiado personal. —¡Ah! ¡Lo siento! No era mi intención meterme en un tema familiar. ¡Es cierto que cada familia resuelve las cosas de forma diferente! —se apresuró a añadir, algo avergonzada.
Chisaki la miró fijamente durante unos segundos, antes de responder:
—No. Está bien —dijo finalmente con cierta frialdad.
Justo en ese momento, el sonido de una puerta abriéndose llamó la atención de ambos. Al girar la vista hacia el complejo de edificios, Uraraka se sorprendió al ver a sus padres asomados en el balcón del tercer piso. Su madre la llamó con un tono de voz preocupado.
—¡Ochako! ¡Sube a casa de inmediato! —exclamó su madre, y su padre ya había comenzado a bajar las escaleras, evidentemente preocupado.
—Creo que debo irme —dijo Uraraka con una sonrisa tímida—Mis padres son algo sobreprotectores, y creo que me tardé un poco más en regresar de lo que había dicho en un principio.
—Sí, es mejor que entres para no preocuparlos —se despidió Chisaki, encendiendo el motor de su auto nuevamente.
Uraraka se despidió con una sonrisa, levantando una mano para saludar mientras el auto se alejaba.
—¡Ochako! —exclamó su padre, llegando hasta ella y envolviéndola en un abrazo protector—¿Estás bien? ¿No te dijo nada? ¿No te hizo nada?
—¿Hacerme algo? —preguntó Uraraka, confundida por la preocupación en la voz de su padre.
Midoriya se bajó del auto y, con una sonrisa agradecida, se inclinó ligeramente hacia el conductor. —Gracias por traernos de regreso, señor.
Midoriya, siempre atento, se acercó rápidamente a Todoroki, extendiendo una mano para ayudarlo a sostenerse. Sin embargo, Todoroki levantó una mano, rechazando la ayuda.
—Gracias, pero estoy mejor —aseguró Todoroki con una voz firme.
Midoriya bajó la mano, aceptando la decisión de su amigo.
—Por cierto, señor Yagi, ¿hubo algún motivo por el que fuera a buscarnos? —preguntó Midoriya, girándose hacia Toshinori con curiosidad.
Toshinori, quien hasta ese momento había mantenido una expresión despreocupada, se quedó en silencio por un momento. Recordó las marcas rojas brillantes que habían aparecido en su cuerpo y la imagen de Nana Shimura que había apetecido en su mente más temprano.
—Digamos que solo fue un mal presentimiento, que resultó ser erróneo —explicó con una expresión afable, aunque casi de inmediato su rostro se endureció ligeramente—Solo espero que a partir de ahora estés más pendiente de revisar tu celular, joven Midoriya. Ten en cuenta que si le pasara algo a tu madre, que esperamos nunca suceda, tu celular sería el medio más directo para contactarte.
—Tiene razón —aceptó Midoriya, bajando ligeramente la cabeza con un gesto de arrepentimiento—. Prometo ser más consciente al respecto.
—Así me gusta —dijo con calidez—Aunque entiendo que es fácil asumir que nada malo pasará cuando se es joven. No hay una etapa en la vida en la que se sea más optimista.
Midoriya sonrió de vuelta, pero una pregunta llego a mente.
—Ah, por cierto ¿Cómo supo dónde estábamos?
Toshinori se puso visiblemente nervioso por un momento, rascándose la nuca con una mano.
—Ah, bueno, mientras los buscaba se me ocurrió que podrías estar con la joven Hatsume. La llamé, y me contó de la fiesta, así que pensé que había una gran posibilidad de encontrarlos allí —explicó, intentando sonar casual.
—Ah, ya veo —dijo Midoriya aceptando la explicación.
—Y ahora que hablamos de la joven Hatsume, eso me recuerda... —Toshinori bajó la voz, inclinándose ligeramente hacia Midoriya, como si compartiera un secreto—...me recuerda que la próxima vez quisiera tener una plática contigo sobre algunos... temas.
—¿Algunos temas? —preguntó Midoriya, un poco confundido—. ¿Es sobre el examen de ingreso a la UA?
Una pequeña sonrisa apareció en los labios de Toshinori, aunque una ceja tembló ligeramente.
—No exactamente. Aunque será mejor que te dé los detalles mañana. ¿Qué te parece si paso por ti después de la escuela para ir a comer y hablamos un poco?
—Está bien —aceptó Midoriya con una sonrisa—. Después de todo, le prometí que iría a comer con usted siempre que me lo pidiera, y no quisiera que pensara que sigo faltando a mis promesas.
Toshinori asintió satisfecho, pero sus ojos se desviaron detrás de Midoriya hacia Todoroki.
—En otra ocasión, también me gustaría hablar contigo a solas, joven Todoroki —dijo con un tono más serio.
Todoroki, quien había permanecido en silencio hasta entonces, frunció levemente el ceño.
—Si se trata sobre lo que creo que estoy pensando, entonces yo...
—No, el asunto contigo es un tanto diferente —lo interrumpió Toshinori, cortando cualquier especulación.
Midoriya, confundido, miró a ambos, sintiendo que había algo que no estaba entendiendo. ¿Había algún tema secreto entre el señor Yagi y Todoroki que él desconocía?
Toshinori observó a Todoroki con seriedad antes de continuar.
—Después de meditarlo por un tiempo, al fin tengo una respuesta sobre aquello que me preguntaste hace tiempo. Y ya estoy listo para decírtelo.
Todoroki asintió, su expresión volviéndose más seria.
—Está bien. Entonces lo escucharé —respondió con determinación.
—De acuerdo. Entonces creo que ya es hora de que entren. Se ha hecho algo tarde, y no quisiera que molesten a la señora Todoroki —sugirió Toshinori, señalando con la cabeza hacia la puerta del hogar.
Midoriya asintió, sabiendo que tenía razón.
—Sí, entonces nos vemos mañana —se despidió con una sonrisa mientras el auto comenzaba a alejarse, desapareciendo en la oscuridad de la noche.
Mientras caminaban hacia la casa, Midoriya no podía evitar preguntarse qué serían "esos temas" de los que el señor Yagi quería hablarle. Y también, ¿qué era lo que Todoroki había preguntado hacía tiempo?
...
Izuku ya se encontraba acostado en la cama de Todoroki mirando hacia el techo con un leve sonrojo en las mejillas.
La imagen de él y Uraraka flotando entre las luces de la ciudad y las estrellas seguía llegando a su cabeza, como si cada parpadeo le devolviera ese instante. Aún sentía el calor del cuerpo de Uraraka contra el suyo, una sensación que lo sobrecogía. Era perturbador lo mucho que le gustaba. Solo esperaba no decir algo inapropiado entre sueños, estando en el cuarto de Todoroki.
Todoroki salió del baño con el cabello aún húmedo y una toalla colgando de sus hombros. Se quedó quieto por un momento, observando en silencio a Izuku. La leve sonrisa que jugaba en los labios de su amigo le provocaba una extraña sensación.
Creo que ahora no es el momento correcto para decírselo...Lo más seguro es que sólo lo hará sentirse desdichado, pensó, seguro de que su amigo estaba feliz, y él no quería ser quien rompiera ese momento.
Izuku, sin darse cuenta del conflicto interno de Todoroki, lo vio colgar la toalla en un gancho. La habitación se sumió en un suave silencio cuando Todoroki apagó la luz principal, quedando solo la tenue iluminación de luna que entraba por la ventana. De repente, el colchón se hundió un poco cuando Todoroki se sentó en el borde de la cama, dándole la espalda. Esa simple acción llevó a Izuku a sentarse también, inquieto.
—Todoroki... —murmuró, su voz cargada de leve preocupación—. ¿Estás bien? ¿Sigues sintiéndote mareado? ¿Quieres que te traiga un vaso de agua? ¿O prefieres que yo duerma en el tatami?
Todoroki negó lentamente, sin mirarlo.
— Estoy bien, pero... Midoriya...
Izuku esperó pacientemente a que Todoroki continuara.
—¿Pudiste decirle lo que querías a Uraraka? —preguntó finalmente, sin mirar a Izuku—. ¿Pudieron aclarar las cosas?
Izuku parpadeó, un poco sorprendido por la pregunta. Había pensado que Todoroki iba a hablar de algo personal, tal vez sobre su familia o sobre cómo se había sentido últimamente. Pero, en lugar de eso, su amigo se preocupaba por él, como siempre lo hacía, poniendo las necesidades de los demás por delante de las suyas.
—Sí —respondió Izuku después de un breve silencio, sonriendo suavemente—. Gracias a ti, me di cuenta de que no estaba siendo honesto con lo que realmente sentía. Pude hablar con ella, y ahora... todo está mejor que nunca.
—Me alegra oír eso —susurró Todoroki, volviendo a guardar silencio.
Izuku no pudo evitar sentir que había algo más detrás de esa respuesta. No era solo preocupación por él. Todoroki estaba lidiando con algo que no había dicho, algo que se notaba en sus gestos tensos y en la forma en que evitaba mirarlo directamente.
—¿Y tú? —preguntó suavemente, mientras salía de las cobijas y se arrastraba hasta sentarse junto a su amigo en el borde de la cama—. ¿Estás bien, Todoroki?
Todoroki no respondió de inmediato. En lugar de eso, apoyó lentamente su cabeza en el hombro de Izuku, un gesto que lo tomó por sorpresa. Durante un segundo, Izuku no supo cómo reaccionar, pero luego, en un movimiento suave y lleno de calidez, deslizó su brazo alrededor de los hombros de su amigo, brindándole el apoyo que sabía que Todoroki necesitaba, aunque no lo pidiera.
—Sé que las cosas no han sido fáciles para ti últimamente... —murmuró Izuku, su voz apenas audible—. Si necesitas hablar, sabes que siempre estoy aquí.
Todoroki cerró los ojos por un momento, dejando que el silencio entre ambos fuera la única respuesta. Era un entendimiento silencioso, que no necesitaba ser expresado en palabras.
Finalmente, Todoroki rompió el silencio con una voz suave:
—El examen de admisión a la UA está cerca... Sé que has mejorado mucho desde que nos conocimos, y siempre ha sido tu sueño convertirte en héroe, pero... ¿realmente estás seguro de que quieres intentarlo? Podrías salir lastimado.
Izuku tragó saliva, reconociendo la preocupación en las palabras de su amigo.
—Se que no hay ningún precedente de algún héroe sin quirk en la historia desde que aparecieron las singularidades y honestamente... aun me pesan las palabras de All Might sobre no poder ser un héroe tal y como soy, pero desde ese momento hasta ahora he conocido a personas que me han brindado su apoyo y que han creído en mi, por lo que quiero intentarlo a pesar de todo y aunque vaya en contra de toda probabilidad— Izuku sonrió ampliamente — Aunque eso no quiere decir que no tenga miedo y es cierto que podría salir gravemente lastimado, pero justamente porque he aprendido a apreciar mi propia vida, quiero dar lo mejor de mi, al tiempo que intentare no salir lastimado en el proceso.
Todoroki lo miró de reojo, con algo de tristeza en sus ojos.
—Si tan solo tuvieras un quirk... —murmuró con pesar—. No tendrías que ser tan difícil para ti.
Izuku sonrió, sacudiendo suavemente la cabeza.
—Incluso si hubiera nacido con el quirk de fuego de mi padre o el de hacer levitar cosas de mi madre no hay certeza de que todo automáticamente hubiera sido mas fácil.Y al final estoy feliz de que las cosas resultaran así.
Todoroki despegó la cabeza del hombro de Midoriya, y al girarse hacia él vio que la sonrisa en su rostro parecía de lo mas sincera.
—Incluso si antes tuve que pasar por momentos difíciles por no tener un quirk, si ese fue el precio para vivir el presente tal y como es, no cambiaría nada en absoluto. Y por supuesto eso también incluye haberte conocido y habernos hecho buenos amigos, Todoroki.
Midoriya seguía sonriendo con los ojos cerrados mientras Tooroki lo observaba detenidamente hasta que se inclinó un poco hacia él, sosteniéndose la cabeza.
—Creo que aun estoy algo mareado por el alcohol que bebí.
Al instante Midoriya se puso de pie y sujetó la mano de Todoroki para encaminarlo a la cabecera de la cama donde él había estado recostado antes.
—Vamos, necesitas descansar.
Sin oponer mucha resistencia, Todoroki permitió que Midoriya lo ayudara a recostarse y lo cobijara. Sin embargo cuando intentó apartarse, Izuku sintió una ligera presión en la esquina de su camiseta. Miró hacia abajo y vio que Todoroki lo había sujetado suavemente, sin querer que se alejara.
Con una sonrisa comprensiva, Izuku se recostó a su lado, ocupando el espacio libre en la cama junto a Todoroki, quien permanecía con los ojos cerrados. Lo observó en silencio por un instante antes de seguir su ejemplo, dejando que una serena sonrisa se dibujara en sus labios al rendirse al sueño.
Notas de la autora.-
Listo el capitulo veintiocho! Sus comentarios siempre son bienvenidos! Muchas gracias por leer, seguir y darle like. Siempre me hace sonreír.
