Despertar en el pasado.

Uno pensaría que después de ser torturado hasta el punto de querer morir en su propio hogar por su tía bipolar y sádica, día y noche al intentar mantener con vida a tus padres y amigos, luego de arrodillarte ante la presencia de un mago loco sin nariz y humillarte de mil maneras posibles para que el tipo loco no te quisiera asesinar en un ataque de ira, después de recibir constantemente golpes y hechizos que podrían haberte mandado a la locura, y luego de que tu tía de sangre te madijera con un hechizo letal que ocasionará un dolor insoportable hasta el punto de querer morir, después de haber sufrido de mil y una manera uno pensaría que al fin podría descansar en paz en el mar de la muerte.

Siempre había imaginado la muerte como un lugar oscuro y silencioso, donde su cuerpo quedaría reducido en polvo mágico y se mezclaría con el viento, llevándolo a él a un muerte pacífica. Aunque él ya había asumido que moriría joven después de terminar la guerra -o durante ella- al final duró más tiempo de lo necesario sin darse cuenta.

Aún así, jamás esperó -en serio JAMÁS- despertar en su cama, mirando un techo lleno de constelaciones de una habitación que le recordaba al de su "yo" de once años. Apenas abrió los ojos, pensó que estaba muerto y vería pasar su vida a través de sus ojos. Pero no.

Sólo tuvo que escuchar la voz de su madre antes de que se diera cuenta de que no estaba soñando. Porque cuando Narcisa Malfoy, su madre que había muerto frente a sus ojos en la guerra, a la cual había llorado tantas veces por no haber podido salvar, entró a su habitación portando un vestido azul de los que tanto amaba ponerse, con una sonrisa suave, Draco se cayó de la cama envuelto en sus sábanas, y le dolió.

Dolió.

Se suponía que cuando uno soñaba o estaba muerto ya no sentia dolor, ¿pero cómo?

Asustado, corrió al baño y se encerró, solo allí pudo ver en su reflejo, su cuerpo de once años ¿¡QUÉ DIABLOS!? Sus ojos grises, su piel blanca sin quemaduras, su brazo izquierdo sin la marca tenebrosa, su cara infantil ¡OH, NO! ¡NO, NO, NO, NO!

¿QUÉ ESTABA PASANDO AQUÍ? Esto debía ser un sueño, ¿acaso la medimaga lo había hechizado? ¿será algún efecto de las pociones venenosas? ¡ESTO NO PODÍA ESTAR PASANDO, NO, NO, NO!

No podía, de seguro era el sueño, porque estaba seguro que hace sólo un momento estaba en la enfermería.

Debía ser un sueño, o algún un producto de su imaginación.

Pero ¿y si...?

Los golpes insistentes en la puerta lo sacaron del remolino de pensamientos, volteó exaltado recordando que dejó a su madre en su habitación, y se golpeó la cabeza contra la pared fuerte, al mero estilo elfo doméstico, ¡elfo!: ᅳTabby. ᅳllamó y de inmediato una elfina apareció con un ¡plop! ᅳTabby, dile a mí madre que amanecí mal del estómago y que permaneceré en la cama un rato más ¿si?

ᅳ¿se encuentra bien, amo Draco? ᅳ preguntó temblorosa la pequeña criatura.

ᅳsi, sólo dile lo que te dije, Tabby. ᅳla elfina hizo una reverencia bastante exagerada antes de marcharse con otro chasquido. No supo cuando tiempo estuvo allí, observando su reflejo pero cuando se levantó, no sentía sus piernas.

No podía creer lo que estaba pasando.

Caminó hasta su cama y se enredó entre sus frazadas, y siguió pensando en las posibilidades de que todo fuera un sueño programado por su cerebro que entró en un coma por el dolor de la maldición.

No recuerda mucho aparte de dolor, calor... frío.

¡MYRTLE! Recordaba estar con Myrtle, luego el dolor, mucho dolor.

¿qué estoy haciendo aquí? Se preguntó recordando los sollozos inconfundibles de sus mejores amigos. Con sus piernas temblorosas salió de la habitación, no podia quedarse en ese lugar. No, si no estaba seguro de que fuera un sueño, tenía que volver con Pansy... con su padre... con sus amigos.


Camino por los largos pasillos de la mansión, todo le recordaba a aquellos tiempos cuando aún aquel mago no había pisado esos terrenos, cuando aún los sótanos no estaban manchados de sangre y carne putrefacta.

Podría decir que la mansión durante la estadía del Lord era fría y húmeda, siempre manteniendo un olor a sangre y muerte. Siempre solían escucharse gritos de terror o de auxilio, y las risas de los mortifagos. El aire siempre estaba inundado de olores fuertes como de la cerveza barata, la orina o el olor a carne cruda. Aún podía escuchar a Nagini arrastrarse por los suelos o sisear en las esquinas oscuras, como si estuviese teniendo una conversación con su amo.

Había pasado un verdadero terror durante su estadía en la mansión, las torturas diarias, las maldiciones y los cortes. Podía escuchar aún los jadeos de los prisioneros cuando lo torturaban, había visto la mirada horrorizada de Luna varias veces, y los gritos de sus amigos cuando su cuerpo era azotado por el látigo de Bellatrix.

Sin embargo, ahora esos sucesos parecían tan lejanos.

Sus pasos se detuvieron cuando en la mesa del comedor pudo divisar a sus padres, ¿qué hora será? Su padre tenía el cabello amarrado en una trenza que caía por sus hombres, su bastón a un lado de su silla, su taza humeante de té y el profeta en sus manos, se veía tan bien, sin ese rostro de locura y temor, lucía tan superior. Y su madre, lucía hermosa y con vida, leyendo un libro de botánica mágica, con una bandeja de pastelitos dulces a su lado, luciendo tan concentrada en algo aparte del libro.

Deseó guardar esa imagen en su cabeza un poco más, pero sus pasos rápidamente lo llevaron hacia la varita que se encontraba en la mesa, decidido a una sola cosa.

ᅳ¿Draco? ᅳsu madre fue la primera en notar su presencia, su padre lo miró de reojo, aún manteniendo su anterior posición ᅳla elfina me dijo que te encontrabas delicado, ¿te duele algo? Severus ya está en camino.

Y un dolor se instauró en su pecho, ojalá pudiera quedarse... si fuera un sueño, jamás querría despertarse. Pero, debía volver... un buen sueño siempre atraía a la locura.

Vio los ojos tiernos y preocupados de su madre y su corazón se apretó, la extrañaba y siempre la extrañaría, pero ella no era su madre, todo esto solo era un sueño, recuerdos que su mente estaba desenterrando, recuerdos que aún dolían día y noche, cuando su mente decidía torturar sus emociones liberando toda la culpa que aún lo perseguía.

ᅳ¿cariño? ᅳpregunto una vez más y él quiso llorar.

ᅳlo siento.

Ambos adultos se miraron desconcertados, su hijo, quien aunque era caprichoso y hasta desobediente cuando recién se despertaba, no siempre se disculpaba por nada. Ambos observaron la mirada de Draco, brillantes como si estuviese aguantando las lágrimas.

ᅳ¿Draco? ᅳ preguntó una vez más Narcisa ante el silencio del menor, levantándose de su silla y caminando hacia él, sintiendo que algo no estaba bien. Sin embargo Draco sólo miraba un punto fijo en la mesa, sólo cuando el menor extendió la mano, y atrajo la varita con un accio verbal, ambos adultos confirmaron sus sospechas.

Las manos pequeñas del rubio sostuvieron la varita de su madre en un agarre firme, apuntó a su pecho y murmuró un hechizo, sintiendo rápidamente la sangre brotar, y cortes en su piel.

Lo siguiente que observó, fue una profunda oscuridad.


Despertó nuevamente encontrándose con el mismo techo, sólo que a diferencia de antes, habían tres miradas hacia su persona. Su madre mantenía una mirada preocupada, su padre una mirada cautelosa y Severus - su frío y aún favorito maestro- mantenía una expresión en blanco.

Sin embargo, las tres miradas no le intimidaban. Es más, sólo al verlos, le hizo entrar en razón. Esto no era un sueño. Todo esto estaba pasando en tiempo real, pero él aún no entendía ¿qué estaba haciendo ahí? ¿por qué?

No. No podia estar pasándole esto. Si estaba en el pasado significa que Voldemort se está preparando para regresar, él no podría volver a revivir cada año desde que conoció a Potter, no cuando sabía tantas cosas, ¡él podía arruinar la victoria! ¡podía hacer que Voldemort ganará!

No.

DEFINITIVAMENTE NO.

Draco Lucius Malfoy, no pienses jamás en cambiar una línea de tiempo ¿qué acaso no has leído suficiente libros sobre viajes en el tiempo?

Todos los pensamientos empezaron a llenar su mente dejando excluidas a las demás personas de la habitación. No se suponía que debía estar allí. Se suponía que debía estar muerto, pero sentía tanto dolor, sentía la suavidad de las sábanas, el calor de la habitación, el ardor en el pecho.

ᅳcariño... ᅳla dulce voz de su madre lo trajo nuevamente a la realidad.

ᅳestoy bien ᅳrespondió, e intento sonreír, pero todo lo que pudo llegar a hacer fue una mueca.

ᅳ tú... ᅳdijo su padre, sin embargo se calló poco antes de terminar cualquier frase. Miró significativamente a Severus parado a un lado de él, antes de tener una charla telepática -o eso parecía.

ᅳ¿Quién te enseñó ese hechizo? ᅳ la pregunta vino de Severus, que lo miraba analizante. Pero lo único que había en su mente en un estado de shock por el hecho de estar allí, eran preguntas, del por qué estaba allí, ¿cómo, o por qué?

ᅳ¿qué día es hoy?

Los tres adultos compartieron miradas confundidas, antes de que Narcisa contestará: ᅳ31 de julio.

Vaya.

Esto no podría estar pasándole. Debía ser una maldita broma.

No sabe cuando tiempo estuvo concentrado en sus pensamientos maldiciendo y analizando, pero de seguro fue lo suficiente para que los tres adultos se cansaran y se fueran, dejándolo sólo. O casi ya que habían colocado un hechizo de espionaje en el espejo a un lado de la puerta.

Pero eso no pudo importarle menos, porque su mente aún estaba concentrada preguntándose que estaba haciendo allí, en ese tiempo, porque ahora ya estaba seguro de que esto no era un sueño.

Mañana sería el día que se encontraría con Harry Potter en la tienda de túnicas de Madam Malkin por primera vez, y pese a alegrarse por volver a verlo, sabía que no podría acercarse a él.

No recordaba mucho de ese año. Apenas y recordaba cosas vagas, como el haber sido rechazado por Harry, molestar a Longbottom, insultar a Weasley, pelearse con Harry, robarle una recordadora a Longbottom cosa que llevo a Harry a ser parte del equipo de quidditch en su primer año, burlarse de Granger, perder la Copa de casa, ser castigado por la profesora McGonagall por tratar de atrapar a Potter... bueno, no había sido un buen año para él.

También recordaba cierta inquietud en el profesor de DCAO. Debía vigilar sus pasos, los de ese maestro y los de Potter, no planeaba acercarse a Harry pero debía vigilar sus pasos para que esté no muriera de manera imprudente antes de ganar la guerra, otra vez.

Ahora estaba decidido. Se alejaría lo más que pudiera del trío dorado y mucho más del elegido, tendría que cambiar algunas cosas, pero es mejor que Potter no le prestará atención así podría tomar un punto en la fila de batalla y pelear, tal vez así podría salvar a su madre y a su padrino... incluso a Harry.

Pero, si planeaba seguir esta línea del tiempo, habría cosas que no podía cambiar, no si no quería caminar a ciegas dándole ventajas a sus enemigos, no si quería salvar a sus amigos.

El futuro ahora era incierto