Harry Potter
Había sido difícil convencer a sus padres para que lo dejarán ir a comprar sus útiles en el callejón Diagón al día siguiente, pues según Severus aún estaba en un estado "delicado". Aún así se las ingenió para convencer a los tres adultos.
En la noche, justo antes de marcharse, Severus decidió dar una última mirada a su estado, colocando varios hechizos en los vendajes mientras los ajustaba contra los cortes, diciéndole que eran un refuerzo para que las cortadas en su pecho no se infectaran. Mientras decía eso, Draco solo pudo pensar en su sexto año, y en como Madam Pomfrey lo había dejado ir luego de que recuperará la conciencia aquella vez, con el pecho vendado y heridas abiertas. Bueno, cualquiera fuera la respuesta, ahora ya no importaba.
Sin embargo, a pesar de que el cansancio estaba pesando en su mente, él no podía conciliar el sueño y es que era demasiado extraño estar en su cuerpo con once años, o el hecho de que pronto regresaría a Hogwarts. Era un sentimiento tan irreal y le hacía preguntarse si era necesario ir otra vez a Hogwarts. No es que le preocupará, pero ya había cursado ocho años, y realmente no quería cursar o más con su edad mental. Se sentía agotador pensar en ello. Tenía personas que salvar y una guerra que luchar, y muy poco tiempo. Y conocer a Harry Potter (otra vez) parecía hacer a su corazón sentirse un tanto inquieto.
Aún mantenía cada recuerdo, lo que significaba también que sus sentimientos eran lo mismos, que el dolor que había pasado por meses aún estaban marcados en su piel, aferrados a su mente.
Casi sentía que estaba en llamas.
Tal vez se había acostumbrado demasiado a las bajas temperaturas esos meses que estuvo en hogwarts y ahora se le hacía extraño sentir calor. O al menos esperaba que fuera eso y no un problema causado por su -al parecer ahora ya olvidada y nunca ocurrida- muerte.
Cuando cerraba los ojos aún podía escuchar el tic tac del reloj, cada vez más fuerte y lento, en un baño ya conocido con la fría sensación de una mano traslucida intentando tocarlo, los sollozos de la única amiga que siempre lo acompañó en su dolor y a la que siempre recordaría, y el dolor en todo su cuerpo, sangrando y ardiendo.
Y un destello amarillo.
Se preguntaba como estará el Harry en su tiempo, esperaba que bien, ya que lo único que había querido era que sanará su corazón y fuera libre. Harry merecía muchas cosas y entre ellas, su libertad.
Volar lejos de todos y ser amado a la distancia y de cerca. Amarlo por ser Harry, un hombre de ojos verdes que merece jugar y divertirse. Ser ese adulto amable y hermoso que sabía que sería en su futuro, que amaba la tarta de melaza, volar, perder en el ajedrez, usar suéteres con su inicial, ser un hombre divertido y magnífico.
Su corazón se apretó dolorosamente antes de negar con cabeza apartando cualquier pensamiento negativo o referido a su línea del tiempo.
Aún le parecía raro esto de viajar al pasado, pero no podía dar muchas vueltas al asunto. Ahora debía organizar sus ideas y planificar, habían cosas que no debían cambiarse si no quería arruinar la victoria, si quería salvar a sus padres debía atacar desde la oscuridad, sin que nadie sospeche.
Tenía que volver a tomar la marca.
Tenía que volver a restaurar aquel armario.
Tenía que volver a agachar su cabeza ante un loco.
Según recuerda, las cosas se pusieron algo frías a partir del cuarto año, en el torneo de tres magos, cuando el cadáver de Cedric Diggory apareció frente a las tres escuelas. Esa sería la primera muerte que debía evitar, y una de las pocas cosas que debía cambiar. Haría que Diggory fuera con Potter al cementerio, y los traería a ambos con vida, haciendo de Diggory el testigo que a Harry le faltó.
Pero pensándolo más detenidamente, se preguntaba si eso alteraría la línea del tiempo y cambiaría las cosas a peor, tal vez incluso salvando a Diggory nada cambiaría.
No importaba cuantas vueltas le diera al asunto, incluso si quisiera, aún habían cosas que no debían pasar o cambiar. Su objetivo principal es reparar ciertos daños y salvar a las personas que pudiese, no jugar al héroe.
Un leve escalofrío lo obligó a enredarse a sus frazadas. Y en su mente le inundaron preguntas sobre qué había ocurrido ese año en su línea temporal.
No recordaba mucho sobre su primer año, pero podía hacer una guía mental de lo que había ocurrido, o al menos lo que recordaba vagamente; primero: había conocido a Harry Potter (aunque él no lo sabía) en la tienda de Madam Malkin el primero de agosto. Recuerda haberle hablado y también recuerda haber sido ignorado por el niño, asumió que no le había caído muy bien, recuerda vagamente su conversación. Segundo: lo había buscado en el tren, y lo había encontrado con Ronald Weasley quien se había reído de su nombre, y él lo había insultado por eso, ¿no había rechazado su amistad poco después? Tercero: fue el año que Harry entro al equipo de quidditch si mal no recordaba, y... ¿no había entrado un troll en la fiesta de Halloween?
Las imágenes se volvían cada vez más dispersas hasta que su mente recordó el bosque prohibido y la extraña criatura que se les acercó, su cuerpo tembló.
No habia recordado a esa extraña criatura hasta ese día, y se preguntó vagamente si no era un seguidor de Voldemort o algo así.
Mientras su mente seguía analizando ese año en lo más lejano de su memoria, su cuerpo empezó a enfriarse sin notarlo, la temperatura de la habitación comenzó a decaer y pese a las tres frazadas en su cama, sus pies comenzaron a sentirse frías, al igual que las puntas de sus dedos.
Sólo cuando el primer rayo de sol cruzó por la ventana, notó sus manos temblorosas.
Su cabello estaba libre de gomina, ya se había acostumbrado a no usarlo por años que hacerlo ahora se veía algo un tanto extraño. Su madre no dijo nada, pero parecía que ella también detestaba su cabello con la gomina, por que cuando lo vio, le dedico una sonrisa pequeña y complice. Su padre en cambio lo miro extrañado aunque tampoco dijo mucho aparte de un "está bien".
Tal vez ambos aún estaban preocupados por las consecuencias de la maldición que se lanzó el día anterior, pero él no podía llegar a comprender la preocupación de ambos por tan insignificante herida.
ᅳ ¿tienes frío? ᅳla pregunta vino de su padre, que miraba extrañado el abrigo que traía puesto, ¿acaso ellos no sentían frío? Ahora si se estaba empezando a preocupar por su falta de temperatura.
ᅳ¿ustedes no?
Ambos compartieron una mirada extraña antes de abandonar la conversación, aunque él aún notaba las miradas extrañas y lo conversación muda que compartían.
Se aparecieron en el callejón diagón y todo definitivamente se sintió como volver al pasado, todo se veia tan alegre y vivo, lleno de gente comprando como si nada les preocupara, como si nada hubiese ocurrido aún.
Caminaron de tienda en tienda comprando lo que la lista ordenaba, o mejor dicho él perseguía a sus padres mientras ellos compraban los útiles que le faltaban, ahora sólo faltaban tres tiendas, la tienda de túnicas de Madam Malkin, la tienda de Pergaminos, Plumas y Tinta y la librería Flourish y Blotts.
En su primera línea, recordaba que los tres se habían separado, su padre había dicho que quería pasar a buscar sus libros, y su madre quería ir a la tienda de plumas para elegir las más elegantes, mientras que él se quedó en la tienda túnicas para encargar su uniforme de repuesto.
Fue raro ahora que ninguno de sus padres dijera algo, por lo que decidió hacerlo él mismo: ᅳpadre. ᅳ Lucius desvío la mirada hacia él ᅳ¿pueden ir tú y mamá a buscar mis libros, mientras voy yo a la tienda de túnicas? Es para ahorrar tiempo.
Ninguno de los dos dijo nada, sin embargo tampoco se negaron, con un leve asentimiento los tres se separaron y él caminó hacia la tienda de Madame Malkin.
—¿Hogwarts, guapo? —preguntó reitoricacamente cuando Draco entro a la tienda, él asintió y siguió a la bruja.
Se tuvo sacar su abrigo como se lo pidió la bruja mayor e hizo lo que le indicó, quedándose quieto sobre el escabel, mientras una bruja más joven le ponía alfileres en la larga túnica negra, midiendo su talla.
El lugar estaba en silencio, no había otro alumno comprando tunicas lo cual le pareció bastante extraño, sin embargo tampoco indago mucho en el asunto, su vista estaba en el espejo frente suyo, mirando su apariencia joven.
—Hola. —la voz al lado suyo le hizo sobresaltar, cuando giró la cabeza levemente hacia la izquierda y vió a un niño con anteojos, y supo de inmediato quien era— ¿También Hogwarts?
—Sí. —respondió no queriendo alargar la conversación, desviando de nuevo su mirada al espejo, aunque aún veía el reflejo del moreno a su lado.
—esto es grandioso, ¿no lo crees? está todo tan lleno de magos y ruido, es como si todo estuviera en orden, es increíble, sigo sin poder creer que estoy aquí...
Draco lo miro desconcertado, no se supone que esto debía ser así. Pero, también sabía una cosa, y es que no debía pasar.
—¿no te dijeron que no debías hablar con extraños? —preguntó, mirando los ojos del moreno a través de sus gafas sorprendiendose por la mirada que este le dedicó.
—No —dijo Harry sonriendo ᅳ además no creo que seas un extraño.
ᅳa mí si me dijeron que no debía hablar con extraños.
El lugar se quedó en silencio por un minuto antes de que el moreno sonriera nuevamente: ᅳ ojalá pudiéramos entrar al equipo de quidditch este año, quisiera jugar como buscador, mí padre fue cazador pero sus talentos no fueron heredados para mí, ya que tengo más reflejos como un buscador ¿también juegas quidditch.
Draco no dijo nada pero Harry siguió hablando.
—¿sabes en que casa estarás? Yo creo que iré a gryffindor, mis padres han ido allí, así que me gustaría estar ahí también, aunque no me molestaría ir a alguna otra casa.
—Mmm. —por alguna razón este Harry no era como el Harry de su tiempo, recuerda que no sabía mucho sobre el mundo mágico o sus padres, o las casas de hogwarts.
¿o será que... es un tipo de realidad distinta?
—Ése es Hagrid. —dijo Harry, mirando hacia afuera contento— Trabaja en Hogwarts.
—Oh.
—Es el guardabosques. —dijo Harry.
— ¿Por qué está aquí contigo? ¿Dónde están tus padres? ᅳsabía que ya había hecho está pregunta en su pasado pero debía confirmar que estaba en la misma línea del tiempo.
—Están muertos. —respondió en pocas palabras.
ᅳoh, lamentó eso. ᅳfue lo único que dijo, se sentía algo culpable pero ciertamente aliviado.
Pero antes de que Harry pudiera contestar o seguir hablando, Madame Malkin dijo:—Ya está listo lo tuyo, guapo.
Harry dejo que le quitaran la túnica y sonrió hacia el rubio. —nos vemos en Hogwarts —dijo antes de ir junto al gigante, sin embargo él no volteó para verlo, aunque su vista no se despegó del espejo, mirando marchar al moreno mediante su reflejo.
Había pasado un mes desde aquel encuentro, aún recordaba aquellos ojos brillantes pero sin duda alguna, tan familiares que le asustó. Algo no estaba bien con ese Harry, sin embargo pudo haber sido su imaginación.
Tal vez había visto tanto el dolor, la pérdida y el sufrimiento en los ojos de su Harry que ahora lo comparaba al Harry de está época, que aún era un niño que desconocía totalmente la magia. Aunque no recordaba que el Harry de su línea del tiempo supiera algo sobre quidditch, recordaba haber leído algo referido a su vida antes de hogwarts pero al ser un artículo de Rita Skeeter podría ser todo un invento.
Hoy sería el día que volvería al castillo. Un castillo que aún no estaba rodeado de muertes por una guerra sin sentido.
Y pese a las pocas ganas que tenía para volver, sabía que era necesario, debía seguir como si nada, para que las cosas sucedieran, o podría alterar el tiempo y el espacio.
Aún le era complicado hablar de viajes en el tiempo cuando ni el procesaba o aceptaba aún que había viajado misteriosamente al pasado, además ¿por qué en esta época? ¿por qué empezar de nuevo? Hace sólo un mes tenía dieciocho años y estaba muriendo por una maldición letal y ahora tenía de nuevo once.
Quién lo había mandado a ese año y por qué, era una pregunta que definitivamente investigaría.
Al igual que el día anterior, no pudo conciliar mucho el sueño, el frío seguía calandole la piel. Sus manos y pies estaban fríos, sin embargo a él no le importaba.
Antes de darse cuenta, ya había amanecido, por lo que tuvo que levantarse de la cama y alistarse, estaba seguro que sería un largo viaje.
Una locomotora de vapor, de color escarlata, esperaba en el andén lleno de gente. Un rótulo decía: «Expreso de Hogwarts, 11 h».
El humo de la locomotora se elevaba sobre las cabezas de la ruidosa multitud, mientras que gatos de todos los colores iban y venían entre las piernas de la gente. Las lechuzas se llamaban unas a otras, con un malhumorado ulular, por encima del ruido de las charlas y el movimiento de los pesados baúles.
Los primeros vagones ya estaban repletos de estudiantes, algunoss asomados por las ventanillas para hablar con sus familiares, otros discutiendo sobre los asientos que iban a ocupar.
Vió a unos metros las figuras de Crabbe y Goyle y sonrío feliz.
Antes de marcharse hacia su grupo, su madre lo tomó del rostro y lo analizó, mantenía sus ojos en su rostro; como si quisiese guardarselo en la memoria. Sus manos suaves acariciaba sus mejillas y cuello, sin embargo él recordaba aquella acción con nostalgia, aún no superaba la idea de tenerla frente suyo luego de haberla perdido y haber llorado por largos meses culpandose por su muerte.
ᅳcuidate y hazle caso a Severus en todo ¿de acuerdo?
ᅳlo intentaré.
Su padre apoyo su mano en su hombro dándole un pequeño apretón a modo de despedida. ᅳtrae buenas notas, ¿de acuerdo?
Sólo al terminar de decir eso, Narcisa golpeó el estómago de su esposo disimuladamente antes de sonreírle nuevamente:ᅳ nos veremos en Navidad, cariño.
ᅳhasta pronto, madre, padre. ᅳcon una leve reverencia subió al tren y camino un rato antes de encontrarse nuevamente con Crabbe y Goyle, que lo siguieron de inmediato y caminaron por los pasillos en busca de Pansy que de seguro estaba ya sentada con Blaise en algún compartimento.
Los encontró a ambos poco después de cruzarse con un misterioso chico que sabía era Theodore Nott, con quien se juntarían en la mesa de slytherin y ese sería su primer encuentro.
Sus amigos hablaban muy animados, algo que nunca había cambiado en todos esos años de amistad que tenían, se rec6osto contra Pansy mientras veía la ventana, decido hacer dos cosas: ignorar el hecho de que Harry Potter estaba en algún vagón cerca, y que pronto volvería a aquel castillo y vería a aquel hombre, al que había visto morir justo frente suyo, la única esperanza que tenía Harry.
El tren comenzó a moverse, mientras que Draco observaba como la gente en la estación se quedaban más y más atrás, hasta que ya no se pudo distinguir a nadie. Las casas pasaban a toda velocidad por la ventanilla. Pero Draco no prestaba realmente atención a nadie o nada, estaba cansado y somnoliento. No sabía que era lo que iba a pasar... pero sería mejor que mantuviera la guardia alta.
