Cancerbero.

Las cosas parecían marchar de acuerdo al plan. O quizás no.

Era realmente impropio volver a ser perseguido por Harry Potter sin que está vez haya algo como una misión secreta de asesinato o alguna clase de rivalidad. Todo se sentía como si siempre estuviesen destinados a jugar el juego del gato y el ratón. Pero no entendía, ¿por qué este Harry lo perseguía con tanta vehemencia? Le daba dolor de cabeza tratar de seguir un hilo que lo conectará con el Harry de este tiempo y había sólo una cosa que se le ocurría, pero rápidamente su mente se negaba a aceptar tal ridículo hecho.

Era una mentira, ¿cierto?

No quería creer que tal vez, este Harry sea el mismo que el de su tiempo, es decir, esperaba que no fuera el mismo. Porque entonces significaría que este Harry tambien había muerto después que él, y quería creer que la vida continuo después porque no quería ser tan presentuoso creyendo que todos habían detenido sus vidas por su ridícula muerte. Así que se negaba a creer que este Harry era ese Harry.

Otro problema que surgió, fue con respecto a sus heridas. Las cuales ya se encontraban sanando, o eso le había dicho Severus la última vez que lo reviso. Y aunque no se lo preguntó directamente, supo que quería saber por qué su cuerpo mantenía muy baja temperatura, o porque razón se negaba a entrar a la enfermería.

¿pero cómo podría explicarle algo como que venía del futuro a un hombre razonal que definitivamente le daría golpes en el trasero si mentía? ¿cómo explicarle que había muerto hace poco pero luego había despertado con once años? Y es que hubo una parte de él que quería contarle a alguien sobre toda la mierda que estaba pasando, sobre viajes en el tiempo, sobre maldiciones y tortura, o del próximo futuro que se acercaba.

Pero una parte racional de él lo detuvo. No podía revelar el futuro porque esto podría cambiar el rumbo de la historia, y era por esa razón que su magia había construido un muro impenetrable a su mente para mantener oculta y segura la verdad.

Y sumándose a sus demás problemas, entre ellas su baja temperatura corporal, sus heridas causadas por la sectumsempra y su constante cansancio físico y mental, se le sumó también el insomnio. Y aunque quisiera, no podía beber pociones para dormir sin sueños, porque el sólo beber una gota de cualquier tipo de poción le causaba náuseas extremas y le quitaba el apetito.

Ahora que miraba su imagen en el espejo de su habitación, se dio cuenta de sus grandes ojeras y aunque su cabello lucía más libre sin gomina, odiaba que su flequillo se le fuera al ojo. Observó su reflejo un largo rato, aún sin poder creérselo.

ᅳ¡Dray! ᅳla voz de Pansy al otro de la puerta lo sacó de su mente, donde pasaba bastante tiempo últimamente, salió de la habitación y casi de inmediato, fue apresado por dos personas que se colgaron a él como si fuese un juguete.

ᅳ buenos días, Draco. ᅳhablaron al unísono Blaise y Pansy, mientras entralazaban sus brazos con el suyo manteniendolo capturado en una especie de fortaleza.

ᅳsaben que no tienen que estar a mi lado todo el tiempo. ᅳ pero antes de decir cualquier cosa que sabía sería ignorado por ambos jóvenes, calló ante el puchero de Pansy, que solo lo hizo desistir y no deir nada más. Eso era chantaje.

Incluso en el futuro o en su pasado, sus amigos habían sido bastante posesivos con él, razón por la cuál cuando se habían conocido a la edad de cinco años, hubo una guerra sin sentido por quien era su mejor-mejor amigo.

Había cosas que realmente no cambiaban.

Mientras ambos se pegaban a él, caminaron despacio hacia el gran comedor, y se sentaron en su mesa, donde Vincent y Greg ya estaban con la boca llena de bocadillos.

Él sólo quería tomar té, no tenía la energía o las ganas de masticar.

El desayuno fue bastante tranquilo, sin la constante necesidad de molestar a los demás o estar pendiente de algo relacionado a Harry Potter, sin embargo aún sentía su mirada penetrante en él desde la mesa de los leones.

El desayuno fue interrumpido por la llegada del correo, algo que lo animó un poco. La lechuza de su madre, Atenea, siempre le llevaba los paquetes de golosinas que su madre preparaba con tanto esmero, está vez no era la excepción.

Atenea se posó frente suyo junto a una pequeña caja que contenía dulces, su madre no paraba de mandarle regalos o golosinas desde que había entrado al castillo, donde siempre había pequeñas notas preguntándole sobre sus clases y sus progresos. E incluso su padre también había mandado de su parte, lo cual le pareció extraño.

Sin embargo no le prestó atención a esa falla de eventos y les repartió los dulces a sus amigos y a las amigas de Pansy. Estaban tan concentrado en ello que cuando Neville gritó desde la otra mesa todos dieron un salto en su lugar.

ᅳ¡una recordadora! ᅳresulta que Neville había recibido un paquete de parte de su abuela, y cuando lo abrió les enseñó a todos en la mesa de Gryffindor una bola de cristal del tamaño de una canica, que parecía estar llena de un hilo blanco.

—¡Es una Recordadora! —explicó—La abuela sabe que olvido cosas y esto te dice si hay algo que te has olvidado de hacer. Mirad, uno la sujeta así, con fuerza, y si se vuelve roja... oh... —se puso pálido, porque la Recordadora súbitamente se tiñó de un brillo escarlata—... es que has olvidado algo...

Neville estaba tratando de recordar qué era lo que había olvidado, cuando Draco Malfoy, que pasaba al lado de la mesa de Gryffindor, se detuvo a verlo.

ᅳ¿qué? ᅳpreguntó la castaña de cabello alborotado mirando con el ceño fruncido hacia la mirada del rubio.

ᅳ Longbottom ᅳsu fría e indiferente pero sin duda elegante y demandante voz, atrajo la mirada de varios allí, el antes nombrado lo observó sorprendido ᅳhas olvidado tu capa.

No quería que Longbottom sufriera de una caída larga, por qué fue exactamente esa capa que no traía puesta, la que lo salvó de la primer clase de vuelo.

Sin decir otra cosa más, se alejó de allí viendo de reojo a una profesora McGonagall que iba acercándose hacia donde antes había estado. Si mal no recordaba, ella siempre lo mantenía vigilado buscando cualquier excusa para castigarlo, cuando a sus gyffindors siempre los dejaba hacer lo quisieran.


Aquella tarde, a las tres y media, los Gryffindors se dignaron a bajar corriendo los escalones delanteros hacia el parque, para asistir a su primera clase de vuelo. Ellos llevaban allí ya un cuarto de hora, charlando sobre las posturas y las lecciones que habían tenido antes con los chicos del equipo de quidditch de Slytherin.

Él no tenía problema con el vuelo,sin embargo el quidditch o el simple acto de volar, era algo que definitivamente ya no estaban entre sus prioridades, no obstante su último vuelo siempre se mantendría como un buen recuerdo que atesoraria.

Ese día estaba claro y ventoso. Todo en ese lugar parecía estar en paz, con la hierba que se agitaba bajo sus pies, el terreno inclinado en dirección a un prado que estaba al otro lado del bosque prohibido, cuyos árboles se agitaban tenebrosamente en la distancia. Pero sin duda, un bosque que definitivamente Draco planeaba jamás querría volver a pisar. Y no porque odiará la naturaleza o algo así, pero tenía una muy mala suerte que siempre lo llevaba a encontrarse con las extrañas criaturas del bosque, y él realmente no quería que ninguno otro animal o criatura lo pateará.

Antes de seguir con el hilo de pensamientos sobre razones por las cuales no pasaría el bosque prohibido, llegó la profesora Hooch. Era baja, de pelo canoso y ojos amarillos como los de un halcón.

—Bueno ¿qué están esperando?— gritó— cada uno al lado de una escoba. Vamos, rápido.

Draco miró su escoba.

—extiendan la mano derecha sobre la escoba. —les indicó la profesora— y digan «arriba».

—¡ARRIBA! —gritaron todos.

La escoba de Draco saltó de inmediato en sus manos, pero fue uno de los pocos que lo consiguió. Harry, en la fila delante suyo, también lo logró. La de Hermione Granger no hizo más que rodar por el suelo y la de Neville no se movió en absoluto. La de Ronald Weasley le estrelló en la cara y la de Pansy se elevaba poco a poco hacia su mano. Blaise tenía ya su escoba en mano.

Luego, la señora Hooch les enseñó cómo montarse en la escoba, sin deslizarse hasta la punta, y recorrió la fila, corrigiéndoles la forma de sujetarla, o mejor dicho explicándole a él que estaba montado la escoba de una manera incorrecta.

ᅳ si me disculpa, profesora Hooch, hay más de una manera de como montar una escoba.

La profesora lo reprendió con la mirada sin embargo no dijo nada, algo que lo alivió. Había olvidado que tampoco con esta profesora se llevaba del todo bien ¿en serio tenía tantos enemigos?

No contesten esa pregunta.

—Ahora, cuando haga sonar mi silbato, den una fuerte patada —dijo la señora Hooch— mantengan las escobas firmes, elevense un metro o dos y luego bajen inclinandose suavemente. Preparados... tres... dos...

Pero como pasó la primera vez, Neville dio la patada antes de que sonara el silbato.

—¡Vuelve, muchacho! —gritó la profesora pero Neville subía en línea recta... Cuatro metros... seis metros...

No tuvo que mirar para saber lo que pasó.

—La muñeca fracturada — oyó murmurar a sus alrededores.

ᅳ vamos, muchacho... Está bien... A levantarse. ᅳla señora Hooch auxilió al pobre león y lo ayudó a levantarse, antes de marcharse se volvió hacia el resto de la clase: ᅳno se muevan de su lugar, mientras llevo a este chico a la enfermería, dejen las escobas donde están o estarán fuera de Hogwarts más rápido de lo que tardarán de decir quidditch.

Neville, con la cara surcada de lágrimas y agarrándose la muñeca, cojeaba al lado de la señora Hooch, que lo sostenía, desaparecieron subiéndo las escaleras.

ᅳ Draco, mira se le cayó su recordadora.

Y efectivamente allí estaba el objeto. La tomó entre sus manos y lo vió un minuto antes de que la, de por sí molesta voz de Parvati gritara: ᅳdevuelvela Malfoy, eso es de Neville.

Harry que estaba a dos pasos cerca de la morena, lo vió expectante, como esperando que hiciera algo que él no haría. Antes de que Pansy o Blaise dijeran algo como la última vez, con un poco de cuidado arrojó la recordadora hacia Potter y este la atrapó.

Nadie dijo nada y toda la clase quedó en silencio. O eso era algo que le hubiese gustado si Potter no lo hubiese retado a perseguirlo, cuando volvió a arrojarle la recordadora y lo obligó a hacer una carrera, a la cual él no pudo negarse.

Razón por la que ahora ambos volaban por los cielos, uno detrás del otro, con el viento en sus caras, despeinandose. De repente el sentimiento de nostalgia y un gran dolor en el pecho, recordaron una noche de otoño y la primera risa después de la guerra.

ᅳ¡Atrápala! ᅳgritó, giró la recordadora hacia arriba y descendió, justo como la primera vez, viendo expectante las habilidades innatas de Harry, ágil y seguro, como un excelente buscador.

Harry se inclinó hacia delante y apuntó el mango de la escoba hacia abajo. Al momento siguiente, estaba ganando velocidad en la caída, persiguiendo a la bola, con el viento silbando en sus orejas mezclándose con los gritos de los que miraban. Extendió la mano y, a unos metros del suelo, la atrapó, justo a tiempo para enderezar su escoba y descender suavemente sobre la hierba, con la Recordadora a salvo.

—¡HARRY POTTER! ᅳLa profesora McGonagall corría hacia ellos.

Y Draco ya sabía lo que venía, con Potter siendo el primer jugador más joven en el quidditch.

—Nunca... en todo mis años en Hogwarts... ᅳLa profesora McGonagall estaba casi muda de la impresión, y sus gafas centelleaban de furia: —¿Cómo te has atrevido...? Has podido romperte el cuello...

—No fue culpa de él, profesora...

—Silencio, Parvati.

—Pero...

—Ya es suficiente, Weasley. Harry Potter, ven conmigo.

Y lo siguiente que pasó ya no le tomó importancia por que ya sabía que era lo que venía, este era un evento importante y necesario, Potter destacando desde su primer año ¿ven? Él no era necesario en la vida de Potter para triunfar, él sólo...

Fue una piedra en su camino.


ᅳhey, Malfoy. ᅳLa molesta voz de Potter se hizo presente durante la cena, y planeó ignorarlo llenándose la boca de pollo para dejar la conversación a nada, sin embargo Harry le sonrió con esa sonrisa misteriosa que ahora lo caracterizaba: ᅳ a qué no adivinas.

ᅳ Potter, en serio eres insufrible. ᅳel gruñido de Pansy se escuchó a distancia.

ᅳ es divertido, además a Malfoy parece no molestarle.

Crabbe y Goyle miraron al rubio que parecía estar ignorando al moreno mientras comía silenciosamente una patata.

ᅳte crees mucho por ser un cuento para niños.ᅳdijo está vez Blaise, con el ceño fruncido mirando hacia los ojos verdes ocultos tras esas gafas redondas ᅳ pero a que no sabes lo que es un duelo de magos.

ᅳpor supuesto que lo sé, y estaría encantando de aceptar un duelo si es con Malfoy ᅳ Harry miro a Draco está vez encontrándose con su mirada, ambos se observaron antes de que el rubio se limpiara la boca con una servilleta.

—Nos veremos cuando quieras.

—A medianoche, nos encontraremos en el salón de los trofeos, nunca se cierra con llave

ᅳ¿y si sabes Potter que es un duelo o sólo lo estas proponiendo? ᅳ Draco miró a Harry alzando una ceja analizando sus expresiones y sonrió cuando Harry lo miro confundido.

—Por supuesto que sí —dijo Ron, interviniendo justo como la primera vez—yo soy su segundo. ¿Cuál es el tuyo?

Malfoy miró a Blaise un segundo antes de que el moreno asintiera en confirmación. —Zabini —respondió.

ᅳy recuerda Malfoy, está vez no puedes faltar. ᅳy con un guiño sutil Harry Potter abandonó la conversación y se marchó.

Pansy y Blaise miraron a Draco que ya estaba atacando el postre y continuaba como si nada hubiera sucedido.

ᅳno creo que debas ir. ᅳla voz monótona de Theo se escuchó a un lado.

ᅳ iré de igual modo ᅳcontestó mientras aparecía otra copa de helado ᅳquisiera descubrir por que Potter está obsesionado conmigo.

Theo no dijo más, pero Blaise clavó su mirada en él.

Después de dos copas más de postre, dando por finalizada la cena, los slytherin volvieron a su sala común, donde se propusieron terminar los deberes del día, Crabbe y Goyle intentaban entender su ensayo de historia de la magia mal redactado mientras Pansy les explicaba el por que debían hacer una letra más legible y no comer en clases sobre los pergaminos.

Theo que se había quedado en el sofá, leía un libro sobre pociones, y Blaise jugueteaba con una revista de quidditch, él en cambio estaba recostado admirando el techo, tarareando una canción en voz baja.

Eran las once cuando el último slytherin mayor decidió subir las escaleras rumbo a los dormitorios, Pansy lo vió fijamente, intentando leer su expresión, Theo no lo miraba, y si fuera el Theo del futuro definitivamente sólo lo miraría con desaprobación.

ᅳ Blaise. ᅳ el moreno tiro la revista a un lado y se le acercó ᅳ vamos.

Salieron de las mazmorras a pasos silenciosos y caminaron por los pasillos evitando los fantasmas y a los prefectos. La luz de la luna y las velas que encontraban cada cierto metro era lo único que evitaba que ambos tropezaran.

ᅳ es bastante extraño que aceptaras un duelo.

ᅳ tenía curiosidad.

Subieron rápidamente al tercer piso y entraron a la sala de trofeos, no había nadie aún. Las vitrinas con trofeos brillaban cuando las iluminaba la luz de la luna. Copas, escudos, bandejas y estatuas, oro y plata reluciendo en la oscuridad. Fueron bordeando las paredes, vigilando las puertas en cada extremo del salón.

ᅳ¿vendrán?

ᅳ si, lo harán. ᅳ afirmó Draco mientras miraba la insignia dentro de la vitrina "T. M. Riddle" le hacía conocido ese nombre.

No pasaron muchos minutos antes de que cuatro gryffindors aparecieran por la puerta. Harry al verlo sonrió enorme.

ᅳ así que no te acobardaste.

Blaise iba a decir algo, sin embargo se detuvo al oír algo.

Un ruido en la habitación de al lado los hizo sobresaltar a todos. Harry y Draco ya había levantado su varita cuando oyeron unas voces.

—Olfatea por ahí, mi tesoro. Pueden estar escondidos en un rincón.

Era Filch, hablando con la Señora Norris, por supuesto.

Apresurado, Harry gesticuló salvajemente para que los demás lo siguieran lo más rápido posible. Se escurrieron silenciosamente hacia la puerta más alejada de la voz de Filch.

Neville acababa de pasar, cuando oyeron que Filch entraba en el salón de los trofeos.

—Tienen que estar en algún lado —lo oyeron murmurar— Probablemente se han escondido.

—¡Por aquí! —señaló Harry a los otros y ellos aterrados, comenzaron a atravesar una larga galería, llena de armaduras. Podían oír los pasos de Filch, acercándose a ellos.

Neville dejó escapar un chillido de miedo y empezó a correr, tropezó, se aferró a la muñeca de Ron y se golpearon contra una armadura. Los ruidos eran suficientes para despertar a todo el castillo.

—¡CORRAN! —exclamó Harry, y los cuatro se lanzaron por la galería, sin darse la vuelta para ver si Filch los seguía.

Pasaron por el quicio de la puerta y corrieron de un pasillo a otro, Harry delante, guiándolos como si supiera el camino. Se metieron a través de un tapiz y se encontraron en un pasadizo oculto, lo siguieron y llegaron cerca del aula de Encantamientos, que sabían que estaba a kilómetros del salón de trofeos.

—Creo que lo hemos despistado —dijo Harry, apoyándose contra la pared fría y secándose la frente. Neville estaba doblado en dos, respirando con dificultad.

—Te... lo... dije —añadió Hermione, apretándose el pecho—. Te... lo... dije.

—Tenemos que regresar a la torre Gryffindor —dijo Ron— lo más rápido posible.

ᅳDraco ᅳ la voz de Blaise susurro en su oído ᅳ no podemos perder puntos si nos atrapan.

ᅳlo sé.

No habían dado más de una docena de pasos, cuando se movió un pestillo y alguien salió de un aula que estaba frente a ellos. Era Peeves. Los vio y dejó escapar un grito de alegría.

—Cállate, Peeves, por favor... Nos vas a delatar. ᅳescuchó decir a Ronald.

Peeves cacareó.

—¿Vagabundeando a medianoche, novatos? No, no, no. Malitos, malitos, os agarrarán del cuellecito.

—No, si no nos delatas, Peeves, por favor ᅳLa voz suplicante de Granger sólo hizo que el quisiera reírse de ella, jamás le supliques a Peeves, esa era la regla de todos en slytherin.

—Debo decírselo a Filch, debo hacerlo —dijo Peeves, con voz de

santurrón, pero sus ojos brillaban malévolamente —es por su bien, ya sabrán.

—Quítate de en medio —ordenó Ron, y le dio un golpe a Peeves. Aquello fue un gran error.—¡ALUMNOS FUERA DE LA CAMA! —gritó Peeves—. ¡ALUMNOS FUERA DE LA CAMA, EN EL PASILLO DE LOS ENCANTAMIENTOS!

Pasaron debajo de Peeves y corrieron como para salvar sus vidas, recto hasta el final del pasillo, donde chocaron contra una puerta... que estaba cerrada.

—¡Estamos fritos! —gimió Ron, mientras empujaban inútilmente la

puerta—. ¡Esto es el final!

Podían oír las pisadas: Filch corría lo más rápido que podía hacia el lugar de donde procedían los gritos de Peeves.

—¡Alohomora! ᅳ susurro Draco abriendo la puerta, sin darles tiempo empujó a cada uno para que se metieran y luego cerró rápidamente la puerta y se quedaron escuchando.

—¿Adónde han ido, Peeves? —decía Filch—Rápido, dímelo.

—Di "por favor"

—No me fastidies, Peeves. Dime adónde fueron.

—No diré nada si me lo pides por favor —dijo Peeves, con su molesta vocecita.

—Muy bien... por favor.

—¡NADA! Ja, ja. Te dije que no te diría nada si me lo pedías por favor. ¡Ja, ja! —Y oyeron a Peeves alejándose y a Filch maldiciendo enfurecido.

—Él cree que esta puerta está cerrada. —susurro Blaise a su lado— Creo que ahora debemos escapar ¡Suéltame, Longbottom! ᅳ susurro furioso ya que el león le tiraba de la manga desde hacia un minuto—. ¿Qué diablos...?

Pero su voz se congeló al segundo. Todos se dieron la vuelta y vieron claramente lo que pasaba.

No estaban en una habitación, sino que en un pasillo. El pasillo prohibido del tercer piso. Y ahora ya sabía por qué estaba prohibido.

Estaban mirando directamente a los ojos de un perro monstruoso, un perro que llenaba todo el espacio entre el suelo y el techo. Tenía tres cabezas, seis ojos enloquecidos, tres narices que olfateaban en dirección a ellos y tres bocas chorreando saliva entre los amarillentos colmillos.

Draco inmediato apareció un arpa, y lo hizo sonar. Casi de inmediato las facciones del perro se suavizaron y se recosto entre sus patas. Mientras la melodía sonaba los gryffindors salieron con sigilo de la habitación.

Sólo cuando el animal cerró los ojos la pequeña arpa desapareció, y salió junto a los demás.

Cerró la puerta tras ellos despacio y sólo quedaron ellos dos frente a ella Harry y él. Los otros cuatro intentaban recuperar el aliento unos pasos más alejados.

ᅳ¿cómo lo supiste? ᅳ preguntó Harry, que lo miraba sorprendido.

ᅳes un cancerbero, los estudié.

La conversación quedó en el aire y un terrible silencio los inundó a todos, sin saber que decir o que hacer, aunque Neville, por otra parte, parecía que nunca más podría decir una palabra del susto, lo entendía. El pasillo desierto y oscuro le hizo sentir más frío de repente.

—¿Qué pretenden, teniendo una cosa así encerrada en el colegio? —dijo finalmente Ron—si algún perro necesita ejercicio, es ése.

ᅳde acuerdo con lo que dijo el rojito.

Hermione había recuperado el aliento y el mal carácter. — ¿Es que no tienen ojos en la cara? —dijo enfadada— ¿No han visto lo que había debajo de él?

—¿El suelo? —sugirió Harry.

—se refiere a la trampilla. Es evidente que está vigilando algo. ᅳcontestó el rubio restando importancia al asunto, ganándose un bufido de parte de la castaña.

Se puso de pie, mirándolos indignada—espero que esten satisfechos. Nos podía haber matado. O peor aún, expulsado. Ahora, si no les importa, volveré a la torre.

Ron la contempló boquiabierto.

—No, no nos importa. Nosotros no la hemos arrastrado ¿no?

Longbottom siguió a la castaña, agotado y temeroso. Blaise observaba la tranquilidad de Draco extrañado y Harry, quien estaba a su lado, lo miraba con una emoción demasiado extraña a su parecer, sin ningún rastro de susto o temor.

ᅳDraco, regresemos.

ᅳde acuerdo.

Antes de avanzar un paso, la mano de Potter lo detuvo. Ambos se miraron fijamente, los ojos verdes de Potter resplandecieron antes de que el agarre lo hiciera tropezar hacia el moreno acortando la distancia. Aprovechando eso, Harry acercó su cara a su oído y le susurro lo más bajo posible para que solo él pudiera escuchar ᅳ es bueno que hayas aparecido aquí, Malfoy. Había asumido que faltarías como la última vez que tratamos de hacer este duelo.

Y Draco lo hubiese mirado extrañado preguntándose por que dijo eso sino hubiese visto donde Harry estaba sujetando, en su antebrazo, donde antes había estado la marca tenebrosa

ᅳ¡TÚ! ᅳse separó como si aquel toque lo hubiese quemado y empujo al moreno ante la sorpresaᅳ¡Harry!

El moreno sólo sonrió enorme, antes de soltar un: ᅳsorpresa.

OH, QUE MIERDA-