Trotando.

Gabrielle recordaba cómo de niña, trotaba con grand-mère, maman y Fleur en Francia. Luego, cuando Gabrielle tenía 6 años, la familia Delacour, conformada por papa, maman, Fleur y Gabrielle, se mudó a Inglaterra, por motivo del trabajo de papa (Monsieur Delacour). Grand-mère se quedó viviendo en Francia, pero ocasionalmente iba a Inglaterra para visitar a la familia. Todas las noches, de lunes a viernes, Gabrielle trotaba junto a su madre, en la banqueta del vecindario de Inglaterra dónde vivían. Fleur acompañaba a su madre y hermana pequeña a trotar, en el vecindario dónde se habían mudado, pero eso cambió cuando Fleur, a los 20 años de edad, se casó con Bill Weasley. Cuando Fleur se casó con Bill Weasley, ellos dos se mudaron a una casa cerca de la playa, Fleur ya no trotaba con su madre y hermana, Fleur trotaba cerca de la playa por su cuenta.

La familia Delacour, en el vecindario de Inglaterra dónde vivían, tenían como vecinos a los Weasley, ellos vivían en una casa la cuál llamaban "La madriguera". Gabrielle a veces se preguntaba si los Weasley usaban magia, porque otra explicación no había para que la estructura de aquella casa siguiera en pie. Ocasionalmente la señora Weasley, invitaba a la familia Delacour a cenar u almorzar en "La madriguera".

Durante aquellas veces que Gabrielle de niña, estuvo en "La madriguera", coqueteó descaradamente con George, haciéndole comentarios coquetos por ahí y por allá, al igual que batirle las pestañas. George reaccionó ante esos coqueteos descarados carcajeándose, pareció no tomárselos en serio. Quién al parecer sí mostró enojo ante esos coqueteos dirigidos a George, fue Fred. Fred le había pedido (más bien le ordenó) a Gabrielle que se mantuviera alejada de George.

Gabrielle no entendía muy bien porque Fred se enojaba, ella no le coqueteaba a Fred, le coqueteaba a George. De todas formas, Gabrielle dejó de coquetear a George a partir de la edad de 13 años, cuando una vez Fleur fue de visita a la casa Delacour, para ver a su madre y a Gabrielle. Fleur le había dicho un comentario desalentador a Gabrielle en aquella visita, "si ya viste que le coqueteaste varias veces, y en ninguna ocasión te hizo caso, ¿qué te hace pensar que la próxima vez sí lo hará?, por favor, Gabrielle, deja de ser tan ridícula". Lo peor de todo, fue que cuando Fleur dijo aquello, maman no defendió a Gabrielle, y Gabrielle sabía que cuando maman no la defendía a ella, de los comentarios crueles de Fleur, era porque para maman eran la verdad. Eso significaba que maman también había pensado que Gabrielle se veía ridícula coqueteándole a George. Evidentemente Gabrielle paró de hacer aquello.

Fue en una comida organizada por la familia Weasley, en la que fue invitada la familia Delacour, que una Gabrielle de 17 años, escuchó un comentario mordaz de la tía Muriel, refiriéndose a ella. La tía Muriel en aquella comida, se había puesto a realizar comentarios mordaces de todos los invitados como si no fuera la gran cosa, como si fuera un pasatiempo inofensivo. Entonces Gabrielle escuchó como la tía Muriel dijo algo como "y luego está la inútil menor de cabello grisáceo, incapaz de hacer las cosas por su cuenta, y por lo cuál se la pasa pegada a su madre". Gabrielle se preguntó el motivo por el que esa señora había hecho un comentario como ese, Gabrielle que recordara, no le había hecho nada a la tía Muriel.

Y Gabrielle trataba, trataba, de que los comentarios de otras personas con tintes negativos, no le afectaran, no obstante, quizá ella no era tan fuerte mentalmente como otras personas (o eso es lo que ella pensaba), porque después de haber escuchado el mal intencionado comentario de la tía Muriel, Gabrielle empezó a tomar distancia de su madre.

Si a su madre le afectó, ella no lo hizo evidente. Un ejemplo de cómo es que Gabrielle empezó a tomar distancia de su madre, fue dejando de acompañarla a trotar. Apolline Delacour le dijo a su hija que no había problema si ella no quería acompañarla a trotar entre semana, pero que por lo menos trotara en el fin de semana, para mantenerse en forma. Y eso fue lo que hizo Gabrielle, trotar los sábados y domingos por las tardes.

El 9 de febrero fue el cumpleaños de Gabrielle, cumplió 18 años. Después de ese cumpleaños, ella siguió trotando los fines de semana. Gabrielle trotaba una larga distancia, de ida y vuelta en la banqueta. En el hábito de trote de Gabrielle, se encontraba pasar de largo la casa llamada "Las urracas", donde vivían los gemelos Weasley. La casa "Las urracas", se encontraba en el mismo vecindario que la casa Delacour y "La madriguera", pero a unas cuantas cuadras de distancia de las otras viviendas ya mencionadas. Antes de que Gabrielle tomara distancia de su madre, su mamá y ella trotaban, también pasando de largo la casa "Las urracas", que estaba al lado de la banqueta. Entonces Gabrielle decidió mantener ese hábito. No era un crimen lo que ella estaba haciendo. Igualmente ella sentía que, si dejaba de trotar ese tramo de camino, que estaba al lado de la casa de los gemelos Weasley, podría comunicar sutilmente, que le seguía afectando la presencia de uno de los gemelos. Tampoco era como si cuando ella pasara al lado de la casa de ellos, alguno de ellos estuviera afuera.

No había forma de que ella interactuara con alguno de ellos. O bueno, eso cambió un día. El 13 de marzo del año 2004, unas cuantas semanas después de que Gabrielle cumpliera 18 años, mientras Gabrielle se acercaba al tramo de la banqueta que estaba al lado de la casa "Las urracas" a las 6 de la tarde, se percató de una cabellera color naranja en el jardín, regando las plantas. Gabrielle podría darse la vuelta, pero si Fred o George se daban cuenta de lo que ella había hecho, podrían tacharla de grosera. Gabrielle decidió seguir su trote adelante y reflejar en su cara indiferencia. Cuando Gabrielle estaba pasando al lado del hombre pelirrojo que estaba regando las plantas del jardín de él, Gabrielle escuchó una voz proveniente de él.

—Buenas tardes, Gabrielle —saludó con suavidad el hombre que regaba las plantas.

Gabrielle se paró. Aquel hombre, ya fuera Fred o George, se había escuchado amable. Amable… con esa pista, Gabrielle estaba convencida de que quién le había hablado era George, muy pocas veces Fred había sido amable con Gabrielle, ¿qué debía hacer ella?

Gabrielle giró su cabeza en dirección a George.

—¡Hola George! —respondió Gabrielle agitando su mano, y con su voz sonando como un chillido.

¡Qué mala impresión debió haber causado ella!, fue ahí, que Gabrielle se dio cuenta, si los ojos de ella no le estaban mintiendo, que el hombre que estaba frente a ella hizo una expresión de asombro, que duró pocos segundos.

—Te has equivocado Gabrielle, soy Fred —respondió el hombre frente a ella con una sonrisa torcida.

—No, no es cierto, eres George, Fred no hubiera sido amable conmigo —replicó Gabrielle con seguridad—. Si estuviera al lado de Fred, probablemente me hubiera gritado «¡aléjate de mi hermano!».

—¿Y por qué te hubiera gritado eso él, Gabrielle? —preguntó George enarcando una ceja, y con una sonrisa más sutil.

Gabrielle rápidamente se dio cuenta de las cosas que, indirectamente había ella insinuado sin querer. Pero también ella se había dado cuenta de otra cosa.

—Te referiste a Fred como él, ¡Eres George! —dijo Gabrielle triunfante, mientras señalaba a George con el dedo.

—No, soy Fred —replicó George sin borrar su sonrisa.

Para Gabrielle fue obvio que George buscaba tomarle el pelo.

—Lo que tú digas George, voy a seguir trotando —dijo Gabrielle con petulancia.

Gabrielle siguió trotando los metros de distancia que le faltaban, y cuando llegó a su punto de meta, se dio la vuelta, para trotar en dirección contraria. Al pasar al lado de la casa "Las urracas", ya no había nadie en el jardín regando las plantas.

—-oOo—-

Gabrielle volvió a pasar el sábado de la siguiente semana a las 6 de la tarde, al lado de la casa "Las urracas". Gabrielle volvió a ver la misma cabellera naranja regando las plantas. Por un momento, Gabrielle sospechó que ese nuevo hábito de George, él lo había adquirido como una excusa para poder ver a Gabrielle, luego Gabrielle descartó la idea, porque le había parecido muy egocéntrico e iluso de su parte.

—Buenas tardes Delacour —saludó el hombre de cabellera naranja.

Gabrielle detuvo su trote. Posiblemente para otros sería una tontería, pero para ella fue doloroso, que él la hubiera llamado Delacour, le gustaba cuando George la llamaba Gabrielle, la hacía imaginarse en su mente, que cada vez que él la llamaba "Gabrielle", se volvían más cercanos, aunque para otros aquello no tuviera sentido.

¿Y si ella le manifestaba ese descontento?, ¿cómo se lo tomaría él?

—Preferiría que me llamaras Gabrielle.

—¿Por qué?, Delacour es parte de tu nombre —dijo George alzando las dos cejas.

—Delacour lo siento más impersonal —respondió Gabrielle.

Una pequeña sonrisa hizo su aparición en la cara de George.

—Bien Gabrielle —respondió George con una mirada y sonrisa pícara.

Gabrielle sintió sus mejillas arder.

—¡Voy a seguir trotando! —dijo Gabrielle con su voz sonando más bien como un chillido.

Gabrielle siguió trotando sin mirar atrás, ella sospechaba que detrás de ella, estaba George en el jardín, siguiéndola con la mirada, sin borrar su pícara sonrisa.

—-oOo—-

Al otro sábado y domingo de la siguiente semana, Gabrielle se volvió a topar a George mientras ella trotaba. Mantuvieron conversaciones muy breves y superficiales.

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El sábado 3 de abril, Gabrielle se acercaba al tramo de la baqueta que estaba al lado de la casa de los gemelos Weasley, no trotando, sino caminando. En una mano, ella llevaba una caja pequeña.

Ahí estaba George en el jardín de la casa, regando las plantas. Gabrielle sonrió.

—¡Hola George! —exclamó Gabrielle animadamente.

George dejó de regar las plantas.

—Hola Gabrielle, ¿estás cansada? —preguntó George frunciendo ligeramente el ceño.

—No, no lo estoy —respondió Gabrielle extrañada—. ¡Feliz cumpleaños! —exclamó Gabrielle mientras al mismo tiempo extendía la pequeña caja a George.

Los ojos de George se abrieron más de lo habitual, mientras agarraba la caja.

—Lamento no haberte felicitado a tiempo, pasaron algunas cosas y hasta hoy pude hacerlo —dijo Gabrielle evitando el contacto visual.

—¿Qué es? —preguntó George mientras miraba la caja.

—Galletas con chispas de chocolate —dijo Gabrielle, para luego inclinarse un poco hacia él—. Las galletas que tienen muchas chispas de chocolate son para ti, las que tienen poquitas chispas de chocolate son para Fred —declaró Gabrielle en voz baja como si fuera un secreto.

Una sonrisa torcida hizo su aparición en el rostro de George. George acercó una de sus manos a la cara de Gabrielle, y con el dedo índice y pulgar, George apretó un poco y zarandeó una de las mejillas de ella, aquella acción duró menos de tres segundos.

Gabrielle se sorprendió ante la acción de George.

—George ¿Qué…

—Ya sé quién es tu Weasley favorito —dijo George petulante.

—Voy a seguir trotando George —dijo Gabrielle sonrojada.

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—¿Te gusta trotar Gabrielle? —preguntó George al otro día que se había parado Gabrielle frente a la casa de él.

¿Acaso ella era tan fácil de leer?, Gabrielle esperaba que no, aunque otra razón para que George le preguntara aquello, no había.

—No, no me gusta —admitió Gabrielle con una cara de desagrado.

Gabrielle a pesar de que había pasado los años con grand-mère, maman y Fleur trotando, trotar no era una actividad que le gustara. Gabrielle había conocido gente que al principio no les gustaba trotar, pero al pasar los meses de ejercer dicha actividad, les terminaba gustando, ese no era el caso de ella.

—¿Por qué lo sigues haciendo entonces? —preguntó George, con una curiosidad reflejada en su cara.

—Porque maman dice que es bueno para mí —contestó Gabrielle—. En lo personal, trotar a mi me parece aburrido, pienso más adelante buscar otro ejercicio que yo pueda hacer, y que me parezca más divertido —dijo con sinceridad Gabrielle.

—Creo que yo podría ayudarte con eso Gabrielle —replicó con picardía George, guiñándole el ojo a Gabrielle.

Gabrielle se emocionó, ¡George le estaba ofreciendo enseñarle a hacer otro ejercicio!, además ¡podría pasar tiempo con él!

—¡¿De verdad?!, ¡me encantaría George! —dijo emocionada Gabrielle—. ¿Qué ejercicio es?

George parpadeó varias veces y miró de una forma rara a Gabrielle, desconcertado, como si Gabrielle se hubiera perdido un detalle importante, entonces George ladeó varias veces la cabeza.

—Otro día —dijo George con una mirada suave—. Sigue trotando Gabrielle.

Gabrielle inconscientemente hizo un puchero, ¿por qué George le había ofrecido enseñarle a hacer otro ejercicio para luego no?, Gabrielle siguió trotando.

—-oOo—-

El 10 de abril, Gabrielle salió una hora más temprano de su casa, con la ilusión de ver a George más temprano.

Mientras Gabrielle pasaba al lado de la casa de George, Gabrielle se dio cuenta de que, en efecto, George estaba en el jardín.

—Buenas tardes, Gabrielle —dijo George suavemente.

—¡Hola George! —exclamó Gabrielle.

—Veo que hoy saliste a trotar más temprano —replicó George.

—Sí, esta vez quise salir más temprano a trotar, para que la oscuridad de la noche no me alcanzara tan rápido —mintió Gabrielle sonriendo.

George se le quedó mirando a Gabrielle varios segundos, como si no le creyera a ella del todo.

—Hice galletas, ¿quieres pasar a comerlas en mi casa? —preguntó George casualmente.

Gabrielle abrió la boca sin darse cuenta. A ella no le sorprendería si aquello resultase ser un sueño, Gabrielle no sabía que George también horneaba galletas, ¡George le estaba ofreciendo comer galletas en su casa!, ¡iba a ser la primera vez que ella vería el interior de la casa de George!

—Me encantaría —respondió Gabrielle, sonando soñadora—. ¿Pero qué hay de Fred?, ¿no le molestará que entre a la casa?

Para Gabrielle, aquella pregunta había sido valida.

—Para nada —respondió George con calma—. Fred no está en la casa, salió, y aunque estuviera, dudo que le importase tu presencia.

¿No le importaba a Fred la presencia de Gabrielle en la casa de ellos?, ¿qué había cambiado? Gabrielle estaba segura de que, en el pasado, si ella le hubiera propuesto a George, visitarlo, con Fred como oyente de aquella conversación, Fred no se hubiera quedado callado al respecto, y le habría prohibido a Gabrielle visitar la casa "Las urracas".

—Bien —dijo Gabrielle emocionada.

Gabrielle se preguntó a sí misma, si al maman saber lo que ella iba a hacer, le hubiera dicho «no entres a la casa de extraños», pero George no figuraba como un extraño, Gabrielle tenía años de conocer a la familia Weasley, y por ende a George.

George se dirigió a la puerta seguido de Gabrielle, Gabrielle entró a la sala y se sentó en el sofá. En una mesa pequeña frente al sofá, había un plato con galletas. George se sentó al lado de Gabrielle en el sofá.

Gabrielle sin cuestionarse nada, agarró y mordió una galleta, apenas estaba masticando el pedazo de galleta, cuando el ardor comenzó a invadir su lengua. Gabrielle gimió de la impresión y del dolor.

—¿Quieres un vaso de leche? —ofreció George a Gabrielle.

Gabrielle no sabía que contestar, ¡el condenado de George le había dado galletas con chile!, ¡¿quién hornea galletas con chile?!, y la muy ilusa se había comido una sin preguntar de que eran, ahora ella estaba muy dudosa acerca de aceptar el vaso de leche.

La sonrisa de George no se atenuó, más bien se mantuvo.

—cariño, no hay nada diabólico en aceptar un vaso de leche —dijo George con un tono de voz, que Gabrielle solo podía describir como travieso.

—Proviniendo de ti el vaso de leche, lo dudo —contestó Gabrielle mirando a George de pies a cabeza.

Inconscientemente Gabrielle comenzó a inhalar y exhalar por la boca, el ardor todavía estaba presente en su lengua.

George se carcajeó en respuesta.

—¿Si pruebo el vaso de leche que te he ofrecido, lo tomarás sin miedo? —preguntó George.

—Sí —afirmó Gabrielle rápidamente.

George le dio un pequeño sorbo al vaso de leche que tenía en la mano. Al Gabrielle ver que George tomó un pequeño sorbo del vaso, y no hizo ninguna mueca, decidió agarrar el vaso, y tomar el resto de leche que quedaba en él.

—¿Entonces quieres hacer cardio conmigo? —preguntó George.

Gabrielle estuvo varios segundos callada pensando, ¿ese era el ejercicio que le quería proponer la vez pasada?, una amiga de la escuela le había contado a Gabrielle, que un chico le había propuesto algo parecido, pero con doble intención.

—¿Hablas de que de forma inocente tú y yo hagamos cardio? O, ¿es una forma sutil de proponerme tener sexo?

George se quedó callado varios segundos.

—Depende, si no te asusta la propuesta sutil de tener sexo, entonces es sexo —se limitó a contestar George sonando calmado.

—Solo, prométeme que ya no me harás ninguna broma que involucre chiles…

George estuvo apunto de decir algo, pero Gabrielle siguió hablando.

—O veneno —terminó diciendo Gabrielle.

George abrió los ojos más de lo habitual.

—¿Quién crees que soy Gabrielle?, ¿un bromista o un criminal? —preguntó George con una mueca.

—No lo sé George, sé que solo me has hecho una broma con chiles, pero no con veneno, pero por si las dudas… si me quieres hacer alguna broma, por favor, procura que sea inofensiva, y no mortal.

—Bien, lo prometo —dijo George rodando los ojos.

George agarró el rostro de Gabrielle con parsimonia, él tenía la esperanza de que ella captara la señal, al parecer ella lo hizo, porque Gabrielle comenzó a acercar su rostro al de él. Cuando faltaban pocos centímetros para que los labios de ambos se tocasen, Gabrielle se detuvo abruptamente.

—No hay chile en tus labios, ¿verdad? —preguntó Gabrielle con una pequeña sonrisa.

—No —dijo George con fingida exasperación y una sonrisa.

Posteriormente se besaron. Gabrielle sintió la suavidad de los labios de George, y para alivio de ella, no sintió ningún sabor parecido al picante.