Episodio 4
Habían pasado dos meses desde aquella extraña salida, y ahora los dos jóvenes eran notablemente más cercanos. Al principio, Storm seguía rechazándola con la misma testarudez que lo caracterizaba, pero, con el paso de los días, comenzó a acostumbrarse a su presencia. Era difícil ignorarla; Ella tenía una forma única de abrirse camino en su vida, aunque él no se lo pusiera fácil.
Ahora se mantenían en contacto con mayor frecuencia, enviándose mensajes y, de vez en cuando, salían a correr juntos. Eso último era lo que más disfrutaba Storm, aunque jamás lo admitiría en voz alta, ya que Cruz seguía teniendo mentalidad de entrenadora, y él le sacaba provecho.
Era un fin de semana lleno de emoción, donde todos los corredores dieron su máximo esfuerzo en la pista, buscando alcanzar la victoria. Los ganadores fueron entrevistados y recibieron sus premios en medio de aplausos y flashes de las cámaras. Entre ellos destacaban una joven castaña de radiante sonrisa y un apuesto joven de cabello negro, quien descendía con elegancia del podio de ganadores.
-¡Felicidades por tu victoria, Storm! -Exclamó Cruz con entusiasmo, acercándose a él.
Sin embargo, el joven la ignoró por completo, desviando la mirada y continuando su camino sin pronunciar una sola palabra.
Ella se quedó parada en su lugar, confundida por la actitud del peli negro. Una vez más, parecía estar evitándola, como lo había hecho al principio. Con un suspiro resignado, decidió no darle más vueltas al asunto y se dirigió hacia donde estaba su mentor.
Mientras tanto, Storm caminaba absorto en sus pensamientos cuando una voz familiar lo interrumpió.
-¡Hey, Storm! Felicidades. -Lo saludó Chase, acercándose con una sonrisa forzada.
Storm giró el rostro, dejando ver una expresión de evidente fastidio.
-¿Qué quieres?
-Oh, bueno... solo quería comentarte que voy a organizar una fiesta este fin de semana y...
-¡Qué adorable! ¿Quieres que asista a tu fiestecita? -Mencionó con una sonrisa cargada de cinismo.
Chase apretó los dientes, esforzándose por mantener la compostura. Detestaba ese hombre, pero ahora ese arrogante era el novio de una de sus mejores amigas, lo que complicaba las cosas.
-Sí, espero que puedas asistir... con Cruz. -Respondió finalmente, tratando de sonar sutil.
Storm alzó una ceja, comprendiendo que la invitación era más por compromiso que por verdadero interés.
-Veré si nuestra agenda nos lo permite. -Respondió con indiferencia, antes de girarse y marcharse sin darle a Chase oportunidad de responder.
Chase lo observa alejarse, frunciendo el ceño y murmurando algo entre los dientes. No le quedaba más remedio que soportarlo.
Cruz caminaba con su equipo, charlando animadamente, cuando la voz de uno de sus compañeros llamó su atención. Sin dudarlo, se separó un momento del grupo para acercarse a él.
-Hola, Bobby.
-¡Cruz! Lo hiciste increíble. -Dijo el joven, con una amplia sonrisa.
-Gracias. Tú también.
-Sí, bueno... Si tan solo no me hubiera atrasado en esa curva, creo que la historia sería otra.
-Para la próxima te irá mejor. Toma.
Cruz le sonrió mientras le entregaba algo en la mano.
-¿De dónde sacaste esto? -Preguntó Bobby, observando el caramelo que ahora sostenía.
-Guido, mi técnico, me lo dio. Son deliciosos.
Bobby soltó una risa ligera mientras abría el dulce y lo probaba.
-Por cierto, ¿irás?
-¿A dónde?
-A lo de Chase.
-Por supuesto, no podría faltar a su cumpleaños... ¡Oh! Pero aún no le he comprado un regalo. -Añadió Cruz, más para sí misma que para su compañero.
-El mejor regalo sería que no lleves a Storm.
-¿Cómo?
-Sé que es difícil porque es tu novio, pero sabes que los chicos se sienten incómodos cuando él está presente. Y Chase... bueno, simplemente no lo soporta.
-Oh, pensé que ya no les molestaba. Además, vi a Chase hablando con él hace poco. -Respondió Cruz, un tanto confundida.
Bobby suspiro y, con gesto amable, le puso una mano en el hombro.
-Vamos, Cruz, no querrás arruinarle la fiesta al cumpleañero, ¿verdad?
-Entonces... ¿él no lo invitó? -Preguntó ella con cierta incredulidad.
-Así es. Y, ya que no irás con él, ¿quieres que pase por ti?
-Debo pensarlo. Normalmente llevo mi auto, por si luego tengo que llevar a alguien a casa.
-¿Te refieres a Spinner y Conrad?
Cruz río al escuchar el comentario.
-Nos vemos ahí, preciosa. -Añadió él, guiñándole un ojo antes de retirarse.
Mientras Cruz caminaba de regreso con su equipo, sus pensamientos giraban en torno a la conversación con Bobby. Tan distraída iba que terminó chocando con alguien.
-¿Estás bien, honey bee? -Preguntó Tim, mirándola con preocupación.
-Lo siento, no te vi.
-¿En qué piensas? Parecías muy concentrada mientras caminabas. -Intervino Ryan, que observaba con curiosidad.
-En el cumpleaños de Chase.
-¡Oh, claro!, cómo no pensar en eso. Tuvo suerte de que suspendieran la carrera del próximo fin de semana. ¡En verdad estoy celoso! -Comentó Ryan, cruzándose de brazos mientras hacía un gesto de fingida molestia.
-Amigo, ya basta con eso. -Le dijo Tim, sacudiendo la cabeza con una sonrisa.
-Es que no puedo creerlo, ¿por qué siempre tiene tan buena suerte? -Añadió Ryan, rodando los ojos antes de mirar nuevamente a Cruz. -Por cierto, ¿irás sola?
-¿Por qué preguntas eso?
-Porque si llevas a Storm será muy incómodo para todos.
-En eso estaba pensando... pero aún no sé qué haré. -Rrespondió Cruz, algo dubitativa.
-Cruz, no puedes faltar. Solo dile que no vaya o... espera, ¿es muy posesivo y no te deja salir? Porque amiga, si es así, ahí no es. Hay mejores opciones, ¿sabes? Es más puedo recomendarte a uno.
Tim dirigió una mirada de recelo hacia Ryan, quien, en respuesta, solo le desarrolló una sonrisa divertida, como si disfrutara de la incomodidad que causaba.
-Claro que iré, no puedo faltar. -Afirmó Cruz con firmeza antes de agregar. -Y Storm no es como dices, él respeta mi espacio.
Cómo no respetaría su espacio si ni siquiera le importaba lo que ella hiciera, pensó la joven.
-Entonces, ¿por qué dices que no sabes qué harás? -Preguntó finalmente con curiosidad.
-Lo que pasa es que no sé si llevar mi auto o ir con alguien. Digo, Bobby ya se ofreció, pero aún no decidió si aceptar.
-Si es ese el caso, yo puedo pasar por ti. -Intervino Tim con una sonrisa cálida y genuina.
-Oh, eso sería genial. -Respondió Cruz, riendo con algo de nerviosismo.
-Entonces nos ponemos de acuerdo en la semana. Por cierto, buena carrera, honey bee.
-Gracias, Tim. -Respondió Cruz, agradecida y con una pequeña sonrisa en los labios.
El ocaso teñía el cielo con tonos cálidos y vibrantes mientras Cruz caminaba hacia su auto, cargando sus cosas tras un día agotador. Al llegar, abrió la puerta, guardó sus pertenencias y se acomodó detrás del volante. Sin embargo, antes de encender el motor, dejó escapar un largo suspiro. Storm la había estado evitando nuevamente. Podía comprender que no le respondiera un mensaje si estaba ocupado, pero ¿esquivarla descaradamente cuando estaban frente a frente?
-Y ahora ¿qué hice? -Murmuró para sí misma mientras apoyaba la frente en el volante. -Espera, ¿por qué estoy pensando en esto? Yo no he hecho nada. Mejor que no me hable en toda la semana. Así no me sentiré culpable por no llevarlo a la fiesta de Chase. Pero, ¿por qué tendría que sentirme culpable? ¡Ash! -Se reprochó a sí misma, dejando escapar un suspiro cargado de exasperación.
Decidida a despejar su mente, encendió el motor del auto y buscó en su lista de reproducción algo que pudiera animarla. La música llenó el espacio, y con un ligero asentimiento, se dispuso a dejar atrás sus pensamientos mientras se dirigía a casa.
~§~
Un día entre semana, como cada mañana, Cruz salió a correr temprano. El clima era perfecto, con un cielo despejado y una brisa agradable que la llenaba de energía. Aprovechando el buen día, decidió añadir un par de vueltas extras a su rutina habitual. La joven siempre se esmeraba para tener una buena condición y buenos reflejos.
-Bien, después de estas dos vueltas, un desayuno ligero y directo al centro deportivo. -Murmuró para sí misma, motivada por su plan.
-¡Oye, perdedora!
La voz interrumpió sus pensamientos y la obligó a detenerse en seco. Cruz frunció el ceño y giró para ver al responsable.
-Oye, ¿no puedes simplemente llamarme por mi nombre? -Dijo con tono molesto al reconocer a Storm.
-Eso hice. -Respondió él, con un aire de suficiencia.
Cruz lo observó con seriedad, pero él parecía indiferente a su mirada.
-¿Terminaste de correr? -Preguntó Storm, fingiendo desinterés.
-Me faltan dos vueltas.
-Normalmente a esta hora ya acabaste.
Ese comentario captó la atención de la joven.
-¿Acaso me espías? Eso es muy pervertido de tu parte. -Bromeó la joven.
-¿Qué? ¡Por supuesto que no! -Él nego de inmediato, con un evidente toque de irritación.
-Entonces... ¿me evitas a propósito?
-No te estoy evitando, solo tengo cosas más importantes que hacer. Eso es todo. Además, si realmente te estuviera evitando, no estaría hablando contigo ahora.
-Es cierto, pero no te creo del todo.
-¿Y desde cuándo tengo que darte explicaciones?
Cruz lo miró en silencio, dándose cuenta de que, tenía razón.
-Mejor sigo con mi rutina. -Dijo mientras giraba para reanudar su entrenamiento.
-Espera... -Storm la detuvo. Vaciló por un segundo antes de continuar. -El sábado... me gustaría llevarte a cenar.
Cruz se giró nuevamente, sorprendida por la invitación directa e inesperada. Lo observó con curiosidad, pero pronto una sonrisa traviesa se dibujó en su rostro.
-¿Eso es para compensar que me has estado ignorando?
Storm hizo una mueca de fastidio, intentando disimular el leve desasosiego que le provocaba esa sonrisa. Era precisamente por eso que había comenzado a evitarla nuevamente. Odiaba sentirse extraño cada vez que ella estaba cerca. Sin embargo, bastaron un par de comentarios para que, en contra de su propio juicio, volviera a buscarla.
Un día antes, el joven se encontraba en una sesión de fotos junto a otros compañeros del medio. Entre ellos estaban Ryan, Tim y Aarón, pero Storm los ignoró por completo, manteniéndose al margen como solía hacerlo. Sin embargo, su atención se desvió en cuanto escuchó algo que hizo que su semblante cambiara."Vaya, ¿vas a llevar a Cruz a la fiesta? Amigo, ¡es tu oportunidad, aprovéchala!",comentó Aarón con entusiasmo.
Aquellas palabras lo incomodaron más de lo que estaba dispuesto a admitir, y un molesto cosquilleo le recorrió la espalda. No entendía del todo por qué aquello le irritaba tanto, pero lo hacía. Storm presionó la mandíbula, intentando disimular su descontento, mientras su mente comenzaba a trazar un plan. No permitiría que Tim se saliera con la suya. Fuera lo que fuera, encontraría la manera de evitar que ambos llegaran juntos a esa fiesta.
-Te lo agradezco, pero no puedo el sábado, ya tengo un compromiso.
-¿A qué hora es?
-A las 9.
-Bien, después de la cena, yo te llevo.
-No, gracias, ya tengo quien me lleve.
-Pues le cancelas y ya. Recuerda que no puedes estar andando con quien te plazca.
-Tú puedes ignorarme y hacerme a un lado, ¿pero yo no puedo salir?
-Primero, no es lo mismo. Y segundo, si tanto te molesta, podemos terminar este acuerdo ahora mismo.
-Bien, terminemos con esto entonces.
-Perfecto. Cuando me pregunten, diré que terminamos porque me engañaste.
-¿Qué? ¡Pero yo nunca haría eso!
-Será tu problema, no el mío. Al final, tendrán evidencia de que estabas con otros. -Dijo Storm, esbozando una sonrisa victoriosa.
Cruz se mordió el labio, frustrada, mientras lo fulminaba con la mirada.
-Está bien. Iremos a cenar, y luego me llevas. Pero iré sola a la fiesta. Al final, a ti nadie te cae bien de ahí.
-Me parece bien. Solo evita que estés tocando.
-¡Oye! Yo no lo permito. -Cruz replicó molesta.
-Como sea. Nos ponemos de acuerdo luego. Ahora termina tu rutina, solecito saltarín.
Storm se retiró con una sonrisa satisfecha, mientras Cruz se quedó observándolo con evidente molestia.
-Hamilton. -Dijo Cruz, hablando a su asistente inteligente.
-Hamilton, aquí.
-Agrega a mi agenda: cena con un tonto, sábado, a las 7 pm.
~§~
Llegó el sábado, y Storm pasó por la castaña a su residencia. Esta vez, ella salió puntual, luciendo un pantalón gris, una blusa negra casual un poco ancha, un blazer del mismo color y unos mocasines negros. Su maquillaje era natural, y llevaba el cabello recogido en una coleta.
-¿Por qué te vistes así?
-¿Qué tiene de malo? Es cómodo y lindo.
-Al menos suéltate el cabello y métete la blusa dentro del pantalón para que te veas mejor.
-¿Siempre tienes que ser tan grosero?
-Te estoy ayudando para que te veas mejor. ¿Cómo lograste verte tan bien la primera vez que salimos?
-No sé si agradecerte o sentirme ofendida. En aquella ocasión me ayudaron. Normalmente solo uso ropa cómoda.
-Pues este es el mismo caso. Te estoy ayudando, así que haz lo que te digo.
Con un suspiro, Cruz aceptó la sugerencia. Se acomodó la blusa y soltó su cabello. El joven se acercó, y sin pedir permiso, lo acomodó con cuidado.
-Te ves más linda. Ahora, vamos.
Cruz se sorprendió y no pudo evitar ruborizarse ante el inesperado halago. Sin decir nada, comenzó a caminar detrás de él, siguiéndolo hasta el auto. Una vez dentro, permaneció en silencio, observando el paisaje por la ventana. Su quietud llamó la atención de Storm, quien la observó de reojo, en forma curiosa.
-Estás muy callada, y eso es raro en ti.
-La última vez intenté hacer plática en tu auto, y me dijiste que mi voz te distraía. -Respondió Cruz sin siquiera voltear a verlo.
-La última vez hablaste hasta por los codos. ¿Estás molesta?
-Talvez. Y tú, ¿estás intentando hacerme plática? -Replicó ella, girando finalmente para mirarlo con curiosidad.
-Tal vez. -Respondió él, esbozando una media sonrisa.
Cruz no pudo evitar reírse, encontrando divertida la interacción.
-¿A dónde iremos a cenar? -Preguntó con curiosidad.
-A un restaurante. -Respondió Storm con indiferencia, sin apartar la vista del camino.
Cruz lo miró fijamente.
-De comida italiana. -Añadió él con una sonrisa divertida al notar su expresión seria.
-¡Genial! Me encanta la pasta, especialmente esos cuadritos con relleno y salsa encima. Luigi los hace exquisitos. ¿Y a ti, qué te gusta? -Preguntó Cruz con entusiasmo.
-También me gustan esos cuadritos, y el nombre del platillo es ravioli. -Respondió Storm con naturalidad.
-Vaya, qué coincidencia. Entonces pediremos eso y pizza. Eso último no puede faltar. -Dijo Cruz, sonriendo alegremente.
Esta vez, el trayecto fue mucho más ameno gracias a la conversación que fluía entre ambos. Al llegar al restaurante, ambos bajaron del auto, y Cruz se tomó un momento para observar el lugar con atención mientras caminaban hacia la entrada. Era acogedor, con una atmósfera cálida y familiar que contrastaba por completo con la elegancia y formalidad del restaurante al que Storm la había llevado la primera vez.
Una vez dentro, eligieron una mesa y se acomodaron. Poco después, un camarero se acercó para dejarles los menús con una sonrisa amable.
-¿Por qué hemos venido a este lugar? -Preguntó la joven, intrigada.
Storm levantó la vista del menú y la miró con curiosidad.
-¿No te gusta?
-Me encanta. -Respondió ella con una sonrisa sincera. -Solo que no te imagino en un lugar así.
Storm arqueó una ceja, claramente confundida.
-Digo, tal vez es porque la primera vez me llevaste a un lugar más elegante y supuse que te gustaba más ese estilo.
-Sí, eso fue un error. Debí haberte llevado a un lugar de comida rápida. -Respondió Storm con un tono cargado de humor.
Cruz no pudo evitar reírse.
-Pues, técnicamente, sí terminamos en uno.
Después de que ambos ordenaron, el mesero regresó al poco tiempo con una copa de vino en la mano y la colocó frente a Cruz.
-Disculpa, yo no ordené esto. -Mencionó mirando al mesero con confusión.
-El joven que está sentado en aquella mesa se lo envía como cortesía. -Respondió el mesero, señalando una mesa.
-Oh... gracias. -Respondió Cruz, ligeramente apenada. Luego, dirigió su mirada al hombre y le dedicó una tímida sonrisa.
Storm notó el gesto y, aunque trató de disimular, un destello de molestia cruzó su rostro. No importaba si era por cortesía o compromiso; No le gustaba que Cruz le sonriera a ese tipo.
-Vaya, parece que conseguiste un nuevo admirador. ¿Por qué no vas y te sientas con él a platicar? -Comentó en un tono neutro, intentando disimular el cinismo.
-Eso no sería correcto, ya que estoy contigo. -Respondió Cruz, sin dudar.
Storm parpadeó, sorprendido por la respuesta, y su humor cambió al instante. Esbozó una ligera sonrisa y no perdió la oportunidad de dejar en claro que ella estaba con él.
Tomó la copa de vino, miró al hombre al otro lado del restaurante, levantó la copa en señal de agradecimiento y, sin apartar la mirada, dio un sorbo. Luego, Sonrió de forma sacarrona.
-Oye, no deberías beber si vas a manejar.
-No podemos rechazar la cortesía de una persona tan amable. -Respondió él con un tono burlón, aún sosteniendo la copa.
-En realidad, no deberías beber algo que te ha mandado un desconocido. -Replicó Cruz, con un gesto de desaprobación.
Storm dejó la copa en la mesa y soltó una leve risa.
-Tal vez tienes razón... ¿Te gusta el vino? -Preguntó Storm, mientras jugaba con la copa entre sus dedos.
-Solo si es dulce y afrutado. Me acostumbré a su sabor porque mi abuela me lo daba cuando era pequeña.
-¿Dijiste de pequeña?
-Sí, a mis primos y a mí nos daban un poco para celebrar en ocasiones especiales. Nos gustaba porque era dulce y suave.
-¿Qué clase de adulto les da licor a menores? -Cuestionó Storm, arqueando una ceja con incredulidad.
-Era solo en su cumpleaños y en Navidad. El resto del tiempo nos daban cerveza.
-¿¡Qué!?
-Eso último fue broma. -Añadió Cruz, riéndose mientras lo miraba. -¿Y a ti te gusta el vino?
-No soy muy afecto a tomar alcohol.
-Acabas de tomar.
-Fue sólo un sorbo.
-¿Tuviste malas experiencias con ello? -Preguntó la castaña, cambiando a un tono más serio y curioso.
-Digamos que sí. -Respondió él, evitando los detalles.
-Entiendo. -Dijo Cruz, respetando su privacidad mientras mantenía su sonrisa amable.
El mesero llegó con su pedido, colocó los platos sobre la mesa y se retiró con un amable asentimiento. Cruz tomó el tenedor, cortó un ravioli, y lo probó con entusiasmo.
-¡Wow, esto está delicioso! Tienes que probarlo. -Exclamó emocionada. Sin pensar demasiado, cortó otro bocado con el tenedor y se acercó hacia Storm, ofreciéndolo de manera inconsciente.
Él la observó con sorpresa, ligeramente desconcertado por el gesto tan natural. Una vez más, esa sensación extraña que no lograba identificar apareció. En lugar de hacer un comentario sarcástico o rechazarlo, simplemente decidió aceptar. Abrió la boca y probó el bocado que ella le ofrecía.
-No está mal.
Después de eso, ambos disfrutaron de una cena tranquila. La velada transcurrió de manera amena, y Cruz no podía creer lo cordial y accesible que Storm estaba siendo. En varios momentos, él se animó a hablar sobre su vida, algo que ella encontró no solo interesante, sino también encantador. Por primera vez, sintió que podían conectarse como verdaderos amigos.
El tiempo pasó rápidamente, y Cruz se percató de la hora cuando su móvil empezó a vibrar con insistencia debido a los mensajes de sus amigos.
-Ya es un poco tarde, debería irme a mi reunión.
Storm miró la hora y sonrió con satisfacción, sabiendo que había logrado robarle más tiempo del que probablemente ella había planeado. Ambos salieron del restaurante, y la conversación continuó con la misma fluidez durante el trayecto hacia la fiesta de Chase.
Al llegar, la joven se despidió con alegría.
-Gracias por la velada, me divertí mucho. Para la próxima, me toca invitarte.
Cruz estaba a punto de bajar del auto, pero antes de hacerlo, volvió la vista hacia Storm, como si estuviera analizando si debería pedirle que se quedara. Era realmente agradable, y por un momento pensó en lo bien que se había sentido durante la velada. Sin embargo, también recordó a sus amigos, quienes claramente no querían que él estuviera allí.
-¿No te molesta el no quedarte a la fiesta?
-¿Y pasar tiempo con esos zoquetes? No, gracias, ya fue suficiente tortura cenar contigo.
Cruz no pudo evitar reírse ante su respuesta.
-Cuídate, Storm, y gracias.
-Oye, chica de los disfraces. Deja de llamarme por mi apellido y solo di mi nombre.
-Cuando me llames por el mío, entonces lo haré.
-Bien. Nos vemos, Cruz.
La voz de él al pronunciar su nombre fue tan seductora que un escalofrío recorrió la piel de la joven, erizándola por completo. Cruz se quedó mirándolo, como si esperara algo más, aunque ni siquiera entendía qué podría ser.
-¿No vas a entrar? -Mencionó Storm, arqueando una ceja con curiosidad.
-Oh, sí... claro. -Respondió, sobresaltada. Hizo una pausa breve, buscando una excusa. -Me distraje porque pensé que no traía el móvil, pero aquí está. Nos vemos. -Trató de sonar casual, aunque su nerviosismo era evidente.
El joven solo sonrió y, tras asegurarse de que Cruz entrara, se puso en marcha rumbo a su casa. Durante todo el trayecto, no pude evitar sonreír como un tonto al recordar la cena. Esta vez, no hubo discusiones ni inconvenientes; platicaron, se rieron y disfrutaron de la velada. Podría decirse que fue una cita perfecta.
Sin embargo, esa sonrisa se desvaneció de golpe cuando un pensamiento intruso cruzó su mente: ahora Cruz estaba con Tim. La simple idea de ellos juntos le provocó una molestia inexplicable. ¿Por qué le importaba tanto? No tenía sentido. Entre ellos solo existía un simple y estúpido acuerdo. Cruz no significaba nada para él... ni siquiera podía considerarla una amiga.
Aunque ahora, cada vez que la veía, algo dentro de él cambiaba. Su pulso se aceleraba de manera inevitable, mientras una cálida oleada se extendía por su pecho, reconfortante pero inquietante al mismo tiempo. Solo su sonrisa bastaba para darle un giro completo a su día.
De repente, Storm abrió los ojos con sorpresa y desconcierto al darse cuenta de que se había enamorado de ella. Pero ¿cómo podía ser? No tenía sentido. Él estaba absolutamente convencido de que la odiaba. Siempre la había visto como una rival molesta, como una distracción que no necesitaba. Entonces, ¿en qué momento había cambiado todo? ¿Cómo había sucedido esto sin que se diera cuenta?
-¡Maldita sea! -Murmuró, pasando una mano por su cabello. -Esto es ridículo. Nadie se enamora en tan poco tiempo.
Ahora tenía dos opciones: ignorar sus sentimientos y actuar como si nada hubiera cambiado, o ir tras ella y conquistarla. La segunda opción le parecía absurda, por lo que decidió optar por la primera.
Al llegar a casa, se cambió la ropa a una más cómoda e intentó distraerse con uno de sus videojuegos favoritos, para no pensar en más tonterías. Sin embargo, una hora después, se encontraba vistiendose apresuradamente para asistir a esa estúpida fiesta. Se echó un poco de perfume, acomodó su cabello y ajustó su ropa frente al espejo, tomó sus llaves y salió de su hogar con prisa.
