Waaa ¿qué es esto? ¿Una rosa? -rueda, rueda- ¡Feliz año nuevo (atrasado) para los lectores de Llámame Amor!


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Hay muchas cosas de las que Sasuke se arrepiente en su vida. De las cuales quisiera darse topes contra la pared. Pero no es tan fácil como obtener una máquina del tiempo y configurar la fecha en que cometió el error.

Y su error más reciente es externar su anhelo.

El enamoramiento hacia Sakura crecía día con día y es inevitable para él. Todos los días, a cada momento se controla. Controla las ansias de estirar la mano y acariciar su cabello rosado, de frotarle las mejillas cuando se sonroja, de robarle muchos besos de sus labios delgados y tentativos, que seguramente sabrán a fresa por las paletas que a menudo se lleva a la boca.

Entre eso y las charlas profundas que comparten, porqué pueden estar conversando de trivialidades de "eres más de perros o gatos" (Sakura es de gatos y a Sasuke le da igual mientras no destruya sus zapatos) a "¿se puede perdonar fácilmente a una persona?". Sí, esa clase de conversaciones sostuvieron en las últimas semanas.

Por eso, cuando Sasuke se deslizó un poco fuera de su fachada, de su contención, abrazándola al encontrar oportunidad y coquetear descaradamente, no paró a pensar en las consecuencias. Quería alimentar a ese deseo oscuro que habita en su interior, de sentirla cerca, de querer que lo mirase sólo a él con esa mirada avergonzada y mejillas sonrojadas.

Cuan equivocado estuvo.

Él prometió a Sakura ir a su ritmo, y, sin embargo, por su ansiedad y anhelo se dejó llevar y destruyó lo poco que había construido.

Y sí, se lamentó durante las dos semanas posteriores. Trató de darle su espacio, el tiempo que le pidió con esa mirada suplicante, aunque eso significara evitarla. Ella no debió, por todos los medios, pedirle tiempo. Aquí él es quien no tiene pizca de consideración. Sasuke debió ser quién llevara la responsabilidad. A veces llega a olvidar que Sakura es menor que él.

No por mucho tiempo.

Aplastaba sin contemplaciones esa voz interior.

Por culpa suya la hizo sentirse incomoda y acorralada, y Sakura tuvo la necesidad de huir.

Es lo peor que puede provocar: que huya de él.

—Por el amor de Dios, quita esa expresión de desamor. Pareces un perro pateado —se quejó Naruto una noche en que ambos estaban sumergidos en pilas y pilas de contratos.

Desde el otro del escritorio, Sasuke le envío una mirada asesina con marcas de ojeras debajo de sus ojos.

—¿Quién parece un perro pateado?

—Tú —expresó su asistente sin pelos en la boca—. Si tanto te preocupa Sakura ¿por qué no le llamas?

—No estoy pensando en ella.

—Uh, si tú lo dices —ironizó Naruto entornando los ojos y espetando sin la piedad que lo caracteriza cuando se trata de su jefe: —Te ves tan lamentable.

A este punto Sasuke estuvo a nada de romper el lápiz que sostenía. Los siguientes días sí que lo hizo, rompiendo alrededor de seis lápices y arrojándolos como dardos a Naruto cada vez entraba por la puerta. Sólo para desquitarse. Su asistente los atrapaba con tanta gracia que le irritaba más.

La tarde de Nochebuena regresó a su residencia y por primera vez se alegró de ver las luces apagada y la soledad recibiéndolo. Durante la mañana Itachi llamó diciéndole que Izumi llegaría antes de lo previsto y la recogería en el aeropuerto, para después abordar otro avión a Osaka, justo dónde vive Mikoto.

Sasuke se comprometió a llegar para cenar y quedarse por lo menos unos días después de año nuevo. Y no, él no huía de la cena de fin de año en la que su padre intentó forzarlo a asistir. Sasuke presentó la excusa de irse a casa de su madre. Simplemente hizo otros planes y se ciñe a ellos.

Fugaku pensó que era buena idea asistir a la cena de negocios organizada por su "prometida" Tayuya con el fin de anunciar su compromiso. Misma, cabe aclarar, Sasuke ya rechazó una infinidad de veces. Tanto en persona como por llamada telefónica, correo y hasta fax (parece un terrible chiste, la peor parte es que no es para nada gracioso).

Llega al extremo de no responder a números que no están registrados. Bloqueó a Tayuya por todos lados y esa mujer es tan insistente que lo llama por diferentes medios. Sólo faltaba se presentara en su departamento, lo cual sería el colmo. No se atrevería a tanto ¿verdad?

... No, no se arriesgará. Tendrá que llamar a la caseta y solicitar la prohibición. Por algo también prohibió la entrada a su padre desde aquel desastroso día.

Sasuke dejó todos sus pensamientos oscuros a un lado tras caminar por la isla del comedor y percatarse de una caja café con un moño encima. La curiosidad lo atacó obligándose a detenerse en seco en medio de la cocina. Estaba muy seguro que esto no estaba en la mañana cuando preparó a prisas el café.

¿Será algún regalo que Itachi olvidó? No le sorprendería, a veces su hermano resulta despistado.

Ya estaba escribiéndole un mensaje a Itachi mientras se acercaba a examinar la caja, casi deja caer su celular por el asombro al leer en la tarjeta pegada "Para Sasuke-san" con esa caligrafía limpia y ordenada que ha visto en las libretas de Sakura.

Su corazón dio un vuelvo, mirando a su alrededor como si ella pudiese mágicamente de la anda. No ocurrió —lastimosamente—, halló el vacío singular. Un silencio ensordecedor que lo acompañaba la mayoría del tiempo, por lo menos antes de que Sakura irrumpiera su vida.

¿Será posible ella hubiese venido a dejarlo durante la tarde?

No lo pensó mucho y se lanzó al regalo tomándose su tiempo para abrir la caja. La tarjeta no traía una dedicatoria extensa más allá de la frase trillada «Feliz navidad» pero fue suficiente para calentar su corazón.

Dentro se refugiaba una bufanda roja de material sedoso y agradable al tacto. Esbozo una ligera sonrisa al tomarla entre sus manos y hundir su rostro en ella, aspirando el aroma. Ella dejó atrás un ligero rastro de su fragancia, flores y dulces. Un aroma al que se había acostumbrado en los últimos tiempos.

Sakura pensó en él a pesar de pedirle espacio.

No la merecía, en verdad que no.

Entrecerró los ojos en dirección al reloj colgando en la pared, todavía eran las seis de la tarde, pronto a anochecer. Su conciencia pesó, sobre todo el recordar la cajita rosada que ocultaba en el armario en su habitación. Únicamente destinada a la misma chica de sonrisa dulce y gentil que le dio esta bufanda.

¿Debo ceder a sus impulsos o no?se preguntó seriamente.


Rato después Sasuke llegó a la conclusión que es un entero estúpido e imbécil, justo al estacionar el automóvil frente a la casa de Sakura y mirar a través del espejo la fachada. Las ventanas exteriores cubiertas por las cortinas amortiguando las luces encendidas. Bien, por lo menos está en casa.

Con sus dedos dio unos golpecitos en el volante, pensativo y maldiciéndose al mismo tiempo. ¿Cómo puede tener el descaro de aparecer tan de repente cuando la estuvo evitando activamente?

—Que maravillosa decisión, Sasuke —se dijo a sí mismo dejando caer la frente en el volante—. Eres un completo imbécil.

Era una falta a su palabra el querer verla ahora impulsado por sus emociones. La cajita rosada dentro de la guantera pesaba en su conciencia, pero no es que fuera tan fácil cuando debería serlo ¿no es así?

Ah, el amor hace cosas absurdas.

—¿Amor? —murmuró para sí enderezándose de sopetón.

¿Acaba de pensar en "amor" en lugar de "enamoramiento"?

Lanzó un gemido lastimero, dándose otra serie de golpes en la frente con el volante murmurando palabras incomprensibles para sí mismo.

No puedo quererla tan pronto y tan profundamente, es indebido. No es correcto. No-

Otro par de golpecitos contra la ventana de su lado lo frenaron de sus recriminaciones internas. Al virar el rostro casi se le fue el aire al encontrarse cara a cara con Sakura, separados por el vidrio polarizado. Bendita sea esto último, de lo contrario, estaría muy avergonzado de que alguien lo hubiese visto en tal lamentable estado, en especial Sakura.

—¿Sasuke-san? —llamó ella con su angelical voz.

Uchiha tuvo una pequeña crisis existencial ¿fingía que no había nadie? No, Sakura reconoció su vehículo y sería sumamente grosero ignorarla a favor de salvar su cara de la humillación.

Respiró profundo antes de apresar el botón del panel, la ventana bajo lentamente revelando a Sakura quién había dado un paso hacia atrás. Se miraron fijamente después de lo que hubo parecido una eternidad en que se esquivaban mutuamente, o por lo menos Sasuke lo hacía conscientemente.

Hizo acopio de su propia valentía y le sonrió, esperando no reflejar su tensión en el gesto.

—Buenas noches, Sakura.

—Hola —murmuró ella por debajo, desviando la vista.

Sasuke notó el rubor de sus mejillas debido al frío, el vaho saliendo entre sus labios. El suéter rosado que traía encima no parecía tan abrigador. Reprimió el impulso de tomar su mano y frotarla hasta entrar en calor.

—¿Qué haces afuera? Hace tanto frío —indagó él en un intento de sonar causal, sin embargo, tras decirlo cayó en cuenta que era una pregunta muy desubicada. Es él quién está afuera de su casa como un maldito acosador y tiene el descaro de cuestionarla.

No se golpeaba la cabeza con su mano sólo porqué Sakura lo seguía mirando con sus bonitos ojos verdes, mismos que se entrecerraron mientras alzaba la mano que ocultaba detrás de su espalda, revelando una bolsa desechable blanca.

—Nos quedamos sin ingredientes para terminar de preparar la cena, me ofrecí a ir a la tienda de conveniencia mientras mi hermano y abuela cocinan lo demás —explicó sin molestia y tampoco devolvió la pregunta de inmediato. Sasuke tarareó, dándose por satisfecho, pero sin saber qué más decir sin que sonara extraño. Ya de por sí su presencia era inusual, no quería sofocarla. Debería irse ya—. Sasuke-san ¿qué haces aquí?

Llegó la tan esperada pregunta de la cual ni siquiera él tenía una respuesta en concreta.

Mentira, sí la tenía, pero no quería parecer necesitado y un acosador. Es sólo...

—Acompáñame un momento —dijo en cambio.

Sakura parpadeó, desconcertada, mientras apretaba las azas de la bolsa desechable.

—¿Acompañarte a dónde? ¿Ahora?

—Me refiero a que me hagas compañía, dentro del auto —señaló Sasuke el asiento del copiloto—. Hay demasiado frío y has estado ahí parada un par de minutos. —Vio la duda visible en el rostro de Sakura, así que agregó rápidamente: —Sólo si te parece bien, de lo contrario, entra a casa. No quiero te resfríes por mi culpa.

Esto último pareció incentivarla, en lugar de dar la media vuelta hacia su casa, como pensó Sasuke que lo haría, Sakura rodeó el automóvil y se deslizó por el asiento del copiloto. Jamás se pierde la novedad de tenerla tan cerca, en un espacio reducido. Y es aquí que cayó en cuenta que es la primera vez en dos semanas que están completamente solos.

Pensó en ello mientras la ventana de su lado subía en un zumbido silencioso.

—Calientito —murmuró Sakura tras estirar las manos a la calefacción, sonriendo para sí con satisfacción. Luego lo miró de reojo, hundiéndose un poco en sus hombros—. Veo que ya abriste tu regalo.

Sasuke enfocó su vista topándose con Sakura mirándole el cuello, ahí dónde enrolló con gentileza la bufanda roja. Sonrió para sí, acariciándola con la yema de los dedos, sintiendo su textura y ternura con la que fue entregada.

—Es una bufanda encantadora —alegó con sinceridad—. Ahora mi color favorito será el rojo.

Oh, su lengua no puede quedarse quieta ni un jodido segundo.

Las mejillas de Sakura se tiñeron de un adorable tono rosado rayado a lo rojo, desvió la vista, murmurando algo inentendible y manteniendo el ceño fruncido. Aquella vista solamente reforzó su pensamiento de que el rojo —y rosa— son sus nuevos colores favoritos.

—Gracias por el regalo, la utilizaré a partir de ahora.

—A puesto a que tienes muchas bufandas para escoger.

—Ninguna me calentará lo suficiente, esta es especial.

Sus palabras provocaron que el sonrojo en Sakura se intensificara.

Sí, en definitiva, su lengua suelta no se detendrá.

Por lo menos puede decir orgullosamente que sus manos están quietas sobre la bufanda, ahí las colocó pensando fríamente en este momento. No quería arruinarlo, Sakura le pidió tiempo y espacio, y él ya sobrepasó lo segundo viniendo aquí justamente hoy, un día que supone no debían verse. Por algo Sakura dejó el regalo en su departamento en lugar de esperarlo o entregarlo después.

Y ya está aquí ¿qué más daño haría?

—Vine a darte tu regalo de navidad también —confesó a medias, relajando las manos habiéndose calmado.

Sakura se viró a él tan rápido pareciendo un poco agraviada, y supo porqué cuando ella abrió la boca diciendo: —No tenías que devolverme un regalo, no lo entregue con esa intención.

—Lo sé, tranquila —apaciguo manteniendo el amago de sonrisa en sus labios—. Lo compré desde antes. Abre la guantera.

La chica obedeció, deslizando la mano hasta toparse con una cajita de color rosado. Sakura soltó un bufido involuntario ante el color de la caja pero no comentó nada al respecto, más bien, miró largo y tendido la cajita entre sus manos, como si estuviese asimilándolo.

—Ábrelo —le incitó Sasuke queriendo ver su reacción. Sakura arrugó su nariz.

—Dicen es mala educación abrir los regalos frente a la persona que te lo da.

—No aplica aquí, yo mismo te concedo permiso.

—Si tú lo dices...

—Es sabio obedecer a tus mayores.

El sonrojo jamás se alejó de las mejillas de Sakura mientras abría la caja y Sasuke se encontró conteniendo la respiración sin darse cuenta.

No mintió, realmente lo consiguió antes del incidente del supermercado. Al principio planeaba adquirir un regalo común, derivado tras leer opiniones de foros en internet —no sirvieron mucho de ayuda en su peculiar situación y las páginas con las que se topaba hacían sugerencias realmente desagradables—. Sin embargo, estimó que tal vez Sakura no apreciaría del todo regalos realmente costosos.

Tampoco le entusiasmarla tratarla cómo las demás mujeres. Antes, a sus conquistas de una noche le daba regalos de consolación cuando se dejaba de ver; iban desde bolsos, accesorios resplandecientes y ropa de marca cuyos precios darían un infarto a Sakura si alguna vez se enterara.

Consideró fríamente que Sakura se merecía un trató muy diferente. El restregarle toda su fortuna en regalos caros no ayudaría en nada, la ofendería en el mayor de los casos.

Y, en su lugar, consiguió esto.

Un llavero.

Mismo al que Sakura sostuvo entre sus dedos, observándolo con un extraño brillo de fascinación en sus ojos verdes.

Sasuke logró respirar al fin, sintiéndose aliviado de haber atinado al menos en el regalo.

Puede asegurar con certeza que a ella le gustó, si algo dice la expresión fascinada y feliz de la chica.

—Es realmente bonito —alegó Sakura inspeccionándolo de cerca. El llavero en sí era simple pero hermoso, con dijes de flores, una simulación de libro y un gato al final en colores vívidos. Un llavero del que Sasuke se aseguró fuera de plata.

Sí bueno, no es un regalo tan caro. Es de todo corazón, él mismo buscó el diseño y envió a que lo fabricaran. Había notado la peculiaridad de Sakura en coleccionar un montón de dijes y colgantes, colocándolos en llaveros ya sea en su mochila, sus llaves o en la correa del celular. Ahora mismo traía uno de cerezas, sobresaliendo del bolsillo del suéter atado al celular.

—Me gusta —aseguró Sakura girándose a él, apretando el llavero contra su pecho. La sonrisa en su rostro formando esos adorables hoyuelos en sus mejillas que le hacían perder la cabeza—. Gracias por el regalo, lo cuidaré.

Él devolvió la sonrisa, suave y sincera.

—Me alegra que te haya agradado.

—¡Y mucho!

Por lo menos la tensión entre ellos se disipó con este intercambio. Sakura se veía tan resplandeciente mientras hablaba sobre dónde colocaría el colgante y lo adorable que se veía el dije del gatito, parecido a su gato Perseo. Un felino al que Sasuke únicamente conocía mediante fotografías.

Un celular vibró. Sasuke desbloqueó la pantalla topándose con un mensaje de su madre, preguntándole su hora de llegada a Osaka. Al percatarse de la hora Sasuke se lamentó internamente. El tiempo pasa demasiado rápido cuando lo disfrutas y sin darse cuenta se atrasó una hora completa. No es que se arrepienta, claro está, solamente no quería ofrecer explicaciones a Itachi, quién seguramente estará en sus costillas una vez llegue.

Contestó a medias, prometiendo avisar cuando estuviera allí. Al meter el celular de regresó a su bolsillo interno de la gabardina, notó que Sakura había guardado el llavero en la cajita y sostenía esta en su regazo, jugando con las cintas.

—Debes irte ¿cierto? —murmuró ella.

Si hubiese sido en otro contexto, Sasuke habría jurado que notaba abatimiento en su expresión, no se quiso engañar fácilmente.

—Iré a casa de mi madre en Osaka, Itachi y su prometida ya están con ella —explicó soltando un suspiro—. Me quedaré por allá hasta después de año nuevo, no es necesario vayas al apartamento a limpiar.

—Ah... Sasuke-san, para el año nuevo yo...

Sakura apretó las manos, quedándose callada. Sasuke no supo exactamente adivinar el motivo de su inusual reacción. Estiró la mano por inercia hacia su mejilla para acariciarla y guiarla a que lo mirase, pero en el último momento recordó las limitaciones y se alejó, apretando el puño.

Esta acción lo notó Sakura de soslayo, y viró completamente a él. Sasuke entrecerró los ojos, apretando su mano traicionera sobre su rodilla, limitándose a mirarla fijamente.

—¿Qué ocurre? Puedes decirme lo que quieras.

Incluso si terminas de rechazarme aquí mismo, lo aceptaré.

—Mi abuela se ha recuperado del todo de su lesión —dijo ella tan rápido, Sasuke tuvo que agudizar su oído y atención al máximo—. Insistió en regresar al trabajo, mi hermano y yo tratamos de convencerla, pero está decidida y nos dejará disuadirla de lo contrario. Entonces... entonces...

Ah ¿es frustración y tristeza combinada lo que reflejan los ojos de Sakura?

Dios, Sasuke moriría de combustión espontanea ahora mismo si fuera posible. Ese abatimiento, en lugar de preocuparlo, le llenó de dicha.

—Entonces... ya no podré ir a tu departamento...

Esta vez Sasuke no contuvo su impulso, colocándole una mano en el hombro y dándole un apretón indulgente que buscaba detener sus pensamientos. Funcionó, Sakura se acalló, ensanchando los ojos sin retroceder, solamente mirándolo a él con sus ojos de ciervo. Daba un aspecto de inocencia y dulzura.

Se obligó a controlarse.

—Independientemente si Chiyo-san decide regresar o no, siempre puedes enviarme un mensaje o venir con ella de visita ¿te parece? —ofreció con una sonrisa ligera, tratando de entender las acciones y pensamientos de Sakura.

Antes dijo que quería espacio y es justo lo que concedió. Si bien ella no estableció del todo que ya terminó de pensar —lo que sea que necesitara pensar—, parecía no querer cortar definitivamente sus interacciones. Esta era su oportunidad de ponerle un alto a Sasuke, pero se veía abatida por el simple hecho de no verlo más.

Él no sabía qué hacer con esta información. Estaba eufórico por dentro.

—Hablémoslo cuando regrese de Osaka, mientras tanto, no te preocupes y disfruta tus vacaciones. Los exámenes a la universidad serán en enero ¿no es así?

El recordatorio sacó a la chica de su estado abatido, poniéndola alerta y un poco reacia.

—Sí, a finales de enero.

—Toma este tiempo para estudiar al máximo.

—Lo haré.

—Sólo no te sobre esfuerces.

Finalmente, Sasuke alejó la mano, y el propio celular de Sakura sonó en aquel tono de llamada al que se había familiarizado. Al darle un vistazo, la chica compuso una mueca a medias de culpabilidad.

—Es mi hermano, se estará preguntando qué estaré haciendo.

Ociosamente se preguntó la identidad del hermano de Sakura, a decir verdad, solamente conocía su nombre de pasada, alguna vez Chiyo-san mencionó a sus nietos, pero no tanto como para mantenerlos grabados en su mente. De lo contrario habría asimilado los nombres una vez Naruto le informó sobre su cambio de amas de llaves.

Y por más que quisiera monopolizar la atención de Sakura, Sasuke debía estar en casa de su madre antes de la media noche.

—Te he retenido por mucho tiempo, entra a casa —se despidió mostrándole otra de sus sonrisas de lado, agitando su mano en despedida.

Sakura lo observó por un largo segundo, aferrándose a la cajita rosada contra su pecho. Murmuró un "ten un buen viaje" y se bajó rápidamente el carro, casi corriendo hasta la puerta de su casa que ya se estaba abriendo de par en par. A contraluz, apenas vislumbró la silueta alta de un hombre, presuntamente el dichoso hermano.

Encendió el motor y quitó el freno de mano, antes de acelerar, captó por el rabillo a Sakura agitando su mano en despedida. A pesar de que los vidrios eran polarizados, le devolvió el gesto y avanzó por la calle teniendo en sus pensamientos que había recibido el mejor regalo de navidad de todos los tiempos.

Una oportunidad.

Que Sakura sea consciente o no de ello, está por verse.

Por ahora su humor mejoró considerablemente, tanto que no le importaría soportar el interrogatorio de Itachi por su demora.


—Oye ¿por qué saliste de ese auto? ¿Quién venía manejando? Sakuraaaa ¡Sakura!

La aludida estaba en su ensoñación cuando su hermano la sacudió por los hombros, sacándola abruptamente de sus pensamientos. Había estado entumida en el breve momento que bajó del espacio cálido y caliente del automóvil hasta ver ese mismo auto alejarse por las calles frías de Nochebuena.

Parpadeó tratando de ubicarse, encontrándose cara a cara con su hermano mayor con ese ceño fruncido entre sus cejas.

Tardíamente reaccionó en que le preguntó algo.

—Era Sasuke-san —respondió un poco tímida, pero la mirada de su hermano nada impresionada le hizo recordar que no él no sabía quién era—. Mi jefe.

Esto pareció desconcertarlo aún más. Su hermano se enderezó cruzándose de brazos sobre su pecho, era mucho más alto que ella. Silenciosamente lo comparó con la estatura de Sasuke, el hombre más alto que conocía, y prácticamente eran de la misma estatura.

—¿Y qué vino a hacer a esta hora? ¿A pedirte que vayas a cocinar o algo así?

—¡Claro que no! —refutó ella casi restregándole en la cara la cajita que sostenía. Cuanta ofensa de su hermano en insinuar algo así—. También es mi amigo y vino a dejarme un regalo.

—Vaya ¡que emoción! —dijo él con fingida voz monótona—. Niña, no deberías entrar en el auto de las personas fácilmente. ¿Y si te secuestraba? ¡Y ni siquiera sabríamos porqué seguramente habrías accedido?

—¡Sasori, él no haría eso!

—Sí, sí, como sea. —Sasori agitó su mano, ya viéndose menos molesto—. La próxima vez envía un mensaje o algo así. Estábamos preocupados porque no regresaste pronto.

Ya no tuvo fuerzas para rebatir. Ciertamente tardó demasiado en su caminata debido al frío y no ayudó en nada a sus excusas al meterse junto a Sasuke tentada por el calor que envolvía el automóvil... Mentira, fue tentada por el calor de su mirada ónix.

Se encogió de hombros tras recordar los sucesos de antes, no sabía a dónde direccionar sus pensamientos.

—Si ocurre de nuevo enviaré un mensaje —prometió para tranquilizarlo.

—Hmp, dame eso, —Sasori le quitó la bolsa de comestibles y luego lanzó una mirada a la cajita rosada—. A todo esto ¿qué te dio?

Por alguna razón Sakura se sonrojo, aferrándose a la cajita.

—Un regalo.

—Es obvio, pero ¿qué? —Ante el silencio de Sakura, Sasori se dio la vuelta abruptamente y compuso una mueca aterradora—. ¿No me digas que es algo completamente indecente y por eso no quieres mostrarlo? —Más silencio—. Lo mataré.

—¡Alto, alto! ¡No es nada indecente! ¡Es sólo un llavero! —exclamó abochornada y huyó a su habitación.

Sasori casi se va de espalda al verla correr con el gato persiguiéndola: —¡Oye, no huyas!

—Sasori, no molestes a tu hermana —alegó Chiyo desde la cocina y Sasori se rascó la cabeza, confundido.

—¡No la estoy molestando! Esa enana... parece una niña avergonzándose por recibir regalos de su jefe.

—Si son del joven Sasuke, es normal que sea tímida.

—¿Ah? ¿A que te refieres con eso, abuela? —Sasori casi deja caer los comestibles, y tras ver la sonrisa secreta en los labios arrugados de su abuela sin intenciones de revelar nada más, casi se jala de sus cabellos rojizos—. Mierda, nadie me dice nada coherente en esta casa.

—Sasori, aplaca tu lenguaje.

—Perdón, abuela.


Encerrándose en su habitación, Sakura apoyó la espalda contra la puerta y se deslizó, hasta sentarse en el suelo y aturdirse por su propia vergüenza allá atrás. No es ajena a recibir regalos de un chico. A veces Kiba le daba alguno que otro detalle (que terminaron en la basura después de romper), y eran una novedad.

No quería comparar los momentos, pero no pudo evitarse. Sasuke se tomó el tiempo en su apretada agenda para conseguirle un regalo y vino a traérselo antes de irse de viaje. Pudo habérselo dado hasta el siguiente año cuando se vieran de nuevo, pero Sasuke manejó hasta su casa con tal propósito.

Se aferró a la caja con ambas manos, observando al frente con los pensamientos tan caóticos. Está repletamente feliz, tanto que podría chillar de la emoción. Por otro lado, se siente horrible por el desplante y la obvia evasión en las últimas dos semanas. Por supuesto Sasuke se daría cuenta de su actitud evasiva.

No tuvo el valor suficiente de entregarle el regalo a Sasuke, fue tan cobarde en dejárselo en casa cuando bien quería dárselo de frente. Después se arrepintió, pero lo hecho, hecho está. Jamás imaginó que Sasuke viniese a darle un regalo.

Su corazón latía con fuerza contra su pecho, atrajo sus rodillas hacia sí y hundió el rostro en ellas, exhalando con fuerza.

Hace días aceptó que le gustaba Sasuke de una manera no-platónica. ¿Qué debería hacer al respecto? No puede simplemente dejarlo al aire... tampoco acceder y decírselo, no sería del todo sincero de su parte guiarse por impulsos momentáneos y solamente lo lastimaría.

Ella sabía lo que era que te lastimaran, no quería ser el verdugo.

Necesitaba afianzarse y asegurarse de sus propios sentimientos.

Todavía carga sus heridas del pasado, y no sería justo que Sasuke lidie con ellos. Además, la diferencia de edad es un tema que, si bien no le preocupa mucho, es un muro por el cual cruzar.

—¿Por qué es tan complicado estar enamorada? —preguntó en voz alta, y un maullido le respondió del otro lado de la habitación. Se asomó a darle un vistazo a Perseo acostado sobre la cama, moviendo perezosamente la cola—. Sí, yo misma complico mi vida amorosa inexistente. ¿Algún consejo, Perseo?

Perseo bostezó y se acurrucó en ovillo, ignorándola. Sakura dejó escapar una risa temblorosa y se levantó a tientas.

—Tienes razón, no debo sobre pensarlo demasiado —concordó en voz alta con sus propios pensamientos. Abrió la cajita, dejándola sobre el escritorio. Miró tendidamente el llavero antes de agarrarlo con delicadeza y precipitarse a su mochila reposando en la silla giratorio.

Lo enganchó a sus demás colgantes y se enderezó, con las manos en sus caderas viéndose satisfecha admirando su nueva adquisición. Cada vez lo vea, le recordará esa expresión llena de indulgencia y amable que Sasuke le ofrecía únicamente a ella.

Suspiró profundo.

—Dejemos que todo fluya.


Karin masticaba un chicle ociosamente mientras esperaba a su hermana que había entrado al aeropuerto en busca de su dichoso no-prometido. Se estacionó en la zona de embargue, detrás de unos taxis sabiendo que sería una pérdida de tiempo. Sin embargo, fue obligada a ser el conductor tras regaños y berrinches de Tayuya.

Además, no es que no pudiese dar la media vuelta e ignorarla, sería deleitable ver la reacción de Tayuya cuando Sasuke no llegara por avión. Es mejor que esperar a matar el tiempo en casa hasta la hora de su compromiso.

Mataba el tiempo viendo sus redes sociales hasta que una notificación de mensaje apareció en la parte superior. El nombre de "Sasuke-idiota" apareció en la pantalla. Sonrió socarrona y abrió el chat.

***Sasuke-idiota – Karin***

Sasuke-idiota: Llegue a Osaka hace una hora.

Sasuke-idiota: Te debo una.

Karin: Yo sigo en el maldito aeropuerto, esperando a que Tayuya se de cuenta que no viniste en avión.

Sasuke-idiota: Suerte soportándola.

Karin: Favores son favores. Como recompensa regálame un bonito par de zapatillas.

Karin: Mejor que sean dos de diferentes colores. Quiero acariciarlos y sentirlos.

Sasuke-idiota: Veo que lo chantajista es de familia.

Karin: ¡Pero así me aprecias, querido amigo!

Sasuke-idiota: Que te jodan.

Karin: Pronto iré con Suigetsu, no te preocupes. Dios, se ve cuanto me quieres.

Se tomó una fotografía lanzando un beso al aire y se lo envío, recibió de respuesta un emoji de una cara verde vomitando. Soltó una carcajada al aire.

—¡ARG, ¿TE BURLAS DE MI DESGRACIA?!

La irritante voz de su hermana menor atrajo la atención de Karin, lanzó una mirada sobre sus gafas a Tayuya caminando rápidamente hasta ella. Sus tacones de aguja rojos y ese vestido tan pegado no eran adecuados para un clima frío, pero Tayuya insistió en utilizar ese conjunto que buscaba impresionar a Sasuke.

Mismo que, por supuesto, no llegó por avión, si no que tomó un tren bala y ahora mismo seguramente esté en compañía de una familia que sí lo aprecia, no como el jodido de su padre y Tayuya encaprichada.

—Para nada, tengo otras maneras más entretenidas de divertirme —alegó bloqueando su celular justo cuando Tayuya entró al asiento del copiloto y cerró con fuerza. Karin frunció el ceño—. Oye, trata con más delicadeza a mi bebé.

—¡Me importa un bledo! ¡Me enfurece que me hayan engañado así! —gritó Tayuya golpeando el tablero con su bolso. Karin gruñó irritada a que no golpeara a su bebé, fue ignorada—. ¡El asistente de Uchiha-sama dijo que Naruto-kun compró un boleto de avión que arribaría a esta hora!

—Probablemente era otro horario u otro día —dijo desinteresada Karin encendiendo el automóvil, burlándose internamente de que en realidad ella le advirtió a Sasuke sobre estas artimañas. Kabuto es un asistente demasiado tenaz y peligroso que investiga hasta los horarios de comida de Sasuke y Naruto con tal de saber sus mínimo movimientos.

Varias ocasiones ocurría esto, en que Kabuto descubría algunos lugares en los que Sasuke estaría con anticipación, y Tayuya, cuando iba a Tokio, acudía sin aviso. Hasta ahora no han invadido la casa de Sasuke porqué Fugaku tampoco expone sin preámbulos dicha dirección y tampoco es que Karin esté dispuesta a decirlo.

—No, estoy segura de que llegaría hoy. —Tayuya se mordió una de sus uñas rojas, con la mirada al frente y una mirada asesina—. Sólo debo investigar a dónde fue y seguirlo, es mi oportunidad.

—Ten un poco de orgullo y ríndete ya, Sasuke te ha rechazado de todas las maneras posibles —le recordó sin delicadeza pisando el acelerador.

Tayuya le lanzó esa misma mirada asesina.

—No me ha rechazado, simplemente se resiste a mi imponente belleza. Sé que le gusta jugar con sus aventuras.

—Y ni eso has llegado a ser- ¡Oye, mierda! ¡No jales mi brazo o chocaremos!

—¡Bien, así pueden llamarle a Sasuke y me vaya a ver al hospital!

—¡Choca tú, yo sí quiero llegar hoy a casa!

—¡¿Por qué estás en mi contra?!

—Soy sensata, que es diferente ¡Basta! O te calmas o te dejó en medio de la carretera —amenazó—. Y sabes que sí lo hago.

Por supuesto que sí.

Karin no tiene amor fraternal con Tayuya a pesar de ser hermanas. Ambas crecieron en diferentes lugares, distanciadas y comparadas entre sí. Mientras Tayuya era alabada por su belleza e inteligencia —que parecía cada día ser nula—, Karin era menospreciada por ser enfermiza y una bastarda, hija de la amante de su padre. Por tanto, Tayuya pasó la mitad de su vida despreciándola, y, a consecuencia, Karin también.

Y ahora se lo regresa con creces evitando que se encuentre con Sasuke avisándole a este sobre los planes anticipados de su hermana, por eso mismo Sasuke ha tenido tanto éxito evitándola tanto.

De regreso a la mansión, Tayuya salió como un torbellino y sus zapatos haciendo un chasquido fastidioso a cada paso. Karin entornó los ojos desde el asiento del conductor sin tener pensado entrar, en su lugar, sacó su celular enviando un mensaje a su novio que estaría pronto en su departamento.

Luego de pensarlo brevemente, abrió el chat con Sasuke.

***Sasuke-idiota – Karin***

Karin: Ya me decidí, también quiero un bolso Chanel por soportar el malhumor de Tayuya.

Sasuke-idiota: ...

Karin: ¡Feliz Navidad! :D


Algo corto, como siempre, pero satisfactorio. Estaba pensando que giro darle al fic, y entonces se me ocurrieron algunas cosas aunque no estoy del todo convencida, entonces decidí ver a dónde me lleva el fic mientras escribo y salió esto, ajajaa la amistad de Sasuke y Karin en este fic será singular, especialmente cuando Karin conozca a Sakura *sonrisa socarrona* esa escena me trasnocha hahaha ¡porqué siento será tensión! (Y no, Sakura no malinterpretará que Karin es la que intentan comprometer con Sasuke).

¡Aquí nos aferramos a que Karin es bonita y buenas vibras con SasuSaku!

En fin, gracias por leer y lamento tener tan abandonado este fic. Ahora que terminé Eterno Equinoccio (que pronto estaré compartiendo los capítulos por esta plataforma), espero tener los ánimos y la cabeza para escribir aquí, sinceramente, estoy que vibro de la emoción.

¡Nos leemos pronto!

Alela-chan fuera.