Disclaimer: Los personajes de Inuyasha son de Rumiko Takahashi.
Sacrificio
Convertirse en humano le dio una fortaleza diferente a la que tenía antes.
Su olfato se atenúo de una manera que en ocasiones, no podía distinguir el olor de su propia sangre en las batallas. Su agudo oído se silenció tanto que tenía que acercarse a ella para poder escuchar su corazón.
El cuerpo le pesaba después de sus entrenamientos, cómo si sus músculos no estuvieran acostumbrados al esfuerzo diario. Seguía utilizando la espada, era su arma preferida. Pero tuvo que aprender a utilizar el arco para cazar o tal vez para poder defenderse de una manera más adecuada que no pusiera en riesgo su vida.
Mentiría si dijera que no lo extraña. El sentirse con una fuerza sobrehumana. Ahora comprendía y admiraba aún más a sus amigos, quienes siempre pelearon junto a él sin tener la fortaleza de una bestia.
Pero ahora era como ellos.
Aquel día, cuando lucharon dentro de la perla, una desesperación llegó a su alma. Los demonios que peleaban dentro de la perla se burlaban de él y del destino de su amada.
"Ella está tentada" los escuchaba parlotear entre risas "se quedará encerrada con nosotros por toda la eternidad".
No quedaba alternativa, por mucho que gritaba su nombre no podía verla. ¿Qué opción le quedaba? ¿Cómo podría protegerla?
—Oh pequeño hanyo— se burlaron los demonios—¿De qué te sirvió volverte tan fuerte si no pudiste proteger a tu amada?
"Fuerte", que ironía.
Apretó su espada con fuerza, colmillo de acero palpitaba emocionado entre su mano, deseoso de acabar una y otra vez con aquellas bestias que lo rodeaban.
—Yo me quedaré, en lugar de ella— gritó Inuyasha a la nada, al centro de aquello que los tenía prisioneros—. Déjala ir, yo me quedaré aquí y lucharé por la eternidad dentro de la perla.
"Tómame a mí", suplicó.
—Pequeño iluso— respondieron a coro los demonios del interior—. ¿Por qué dejarla ir si los tenemos a los dos?
—Le temes—agregó orgulloso Inuyasha, sabía a la perfección que la perla temía de Kagome.
—¡TEMERLE A UNA HUMANA!—el cúmulo de demonios se acercó a Inuyasha en un grito.
—Los humanos son más fuertes de lo que crees— respondió con convicción el muchacho.
—Fácil para ti decirlo, pequeño hanyo— se burlaron—. Renuncia a tu poder, y conviértete en humano— al ver la mirada de desconfianza en Inuyasha, dieron a conocer su propósito—. Si sacrificas tu vida, dejándonos destruir tu cuerpo una y otra vez por toda la eternidad, la dejaremos ir.
Un sacrificio eterno, por la vida de ella.
Era un trato desleal. Y ellos lo sabían. Nada le daba la seguridad a Inuyasha que la perla cumpliría su promesa. Pero no encontraba otra manera de poder salvarla.
¡Kagome!—gritó con toda sus fuerzas—. ¡Resiste!
Tomando un suspiro, soltó a colmillo de acero, de nada le serviría su espada en su modo humano. La brillante espada cayó al vacío, cómo si la gravedad afectara sólo en ella.
—Acepto—dijo convencido.
—Deséalo—susurraron los demonios.
—Deseo convertirme en humano.
Tal vez, sus almas estaban más unidas de lo que imaginaban. Dos deseos fueron dichos al mismo tiempo. Un sacrificio realizado por dos almas que deseaban estar con sus seres queridos.
Kagome aceptaba su destino, ser encerrada en aquella oscuridad por siempre, pero destruyendo aquella perla que tanto los atemorizó. Jamás se imaginó que al mismo tiempo que la perla se purificaba, la mitad demoniaca de Inuyasha desaparecía.
Fue un parpadeo, cuando ambos aparecieron dentro del pozo.
Inuyasha mantenía los ojos cerrados, esperando sentir el dolor y las heridas en su cuerpo causados por los demonios. Podía sentir que su cuerpo había perdido la fuerza, por lo que sólo esperaba la agonía siguiente.
Una exclamación ahogada y una dulce voz llamó su atención.
—¿I-Inuyasha?
Era la voz de Kagome. No quería dejarse engañar por aquella ilusión. La perla si que era cruel con él, ¿Cómo era capaz de crear aquella tortura para su alma?
—¿Inuyasha? ¿Qué te sucedió?—sintió su mano acariciando su mejilla.
La calidez que desprendía era tan real. Abrió los ojos temeroso, dolido del sentimiento de esperanza que se estaba formando en su pecho.
Si aquello no era real, era peor que la tortura que había imaginado. Estaba frente a él, tan hermosa cómo siempre. Sus ojos llenos de lágrimas corrían por sus mejillas descontroladas.
—¿Q-qué pasó?—preguntaba ella con notoria preocupación y alegría.
—Me volví humano—respondió serio—. Estaba dentro de la perla, creí, que me sacrificaba por tí—lo había hecho, estaba seguro que lo hizo.
—La destruí, Inuyasha— lo abrazó con fuerza—deseé que desapareciera. Pensé que sería mejor así, al menos ustedes estarían a salvo.
Las lágrimas en ambos fluían, era algo imposible. ¿Realmente todo se había terminado?
Unas voces felices y llorosas los interrumpieron. La familia de Kagome los llamaban desde arriba del pozo. tomaron a Kagome entre sus manos y lloraban emocionados por ella.
"Está a salvo", pensó Inuyasha.
En ese momento, una luz lo envolvió, arrastrándolo de vuelta a a la era feudal.
Aún pensaba que todo a su alrededor era una jugarreta de la perla. Se preguntaba si estaba dentro de una ilusión de su mente, de una alma corrompida después que su cuerpo se había destruido un millón de veces.
Tal vez era su manera de escapar de la tortura. Tal vez su mente no lo creía merecedor de soñar con ella. Por eso pensó que lo mejor era imaginarla en su hogar, a salvo, protegida con su familia.
Al menos así era, hasta que un día, tres años después, apareció cómo un espejismo.
Salió de aquel pozo al que visitaba tantas veces, cómo un fantasma regresando al lugar de su muerte.
—¡Inuyasha!—exclamó feliz la chica al verlo corriendo hacia ella.
Si eso esa una ilusión, gustoso se quedaría dentro de ella.
Quiero que disfruten de mis historias como yo lo hago con muchas de las de ustedes. Dejen sus sugerencias en sus comentarios.
Muchas gracias.
