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Buen día, tarde o noche a quien lea esto.

Antes que nada, apreciado lector, debo decirte que mi situación no ha sido la mas cómoda al momento de publicar este cap. Específicamente es el problema en WP que causa se pierda el formato o no se aplique el mismo en los textos al momento de hacer modificaciones, me parece, mas que absurda, frustrante. No entiendo como esta plataforma, siendo tan grande, esta tan llena de problemas en general. Por otro lado, FF ha sido igual de frustrante en esta ocasión, siendo que ahora, y por segunda ocasión que yo recuerde, el tema de subir un maldito cap se vuelve una tarea absurda porque manda error, pese a tener todo en formato y dimensiones.

Agreguen a eso que me esforcé un poco de mas para tener este cap listo para el día de hoy, aunque eso fue mas por capricho en realidad, y es que mi salud no ha mejorado en absoluto, y como ya me imaginaba, no creo que mejore en absoluto, así que tendré que vivir con eso. Es frustrante, pero bueno, es lo que hay.

Aun así, como un pequeño anuncio, y manteniendo el hecho de que quizá mis actualizaciones se mantengan entorpecidas por mucho tiempo, bajando mi actividad de publicación, al menos puedo decir que mi actividad de escritura esta ya en calidad decente.

De la mano de este Capitulo Especial, y eventualmente terminar con esta historia, estoy también ya bien encaminado en lo que mas adelante será Visión Interna II, un OS que será parte de una antología con otros usuarios, y varios proyectos que me esforzare en publicar. Destacando de este último una antología personal de OS de nombre Pesadillas, una historia sobre Lily de nombre Alturas, la culminación y publicación de Visión Interna II y III, así como de los capítulos especiales de "Decir Adiós", los cuales serian Bosque y Colores, para que con ello pueda publicar al menos un cap de la continuación de esa historia y al fin dar un desenlace a la misma.

Muchos proyectos, muy poco tiempo y mala salud. Una pésima combinación, pero en verdad espero que todo esto se culmine en este año, de preferencia entre T1 y T2, aunque lo dudo bastante.

Por último, pero no menos importante, así como algo que ya debería de esperarse de mis historias, este cap tiene también un OST, y de hecho aviso que así como lo fue con Lleuvias y con Voces, los restantes caps especiales; Flores y Hojas, tendrán también OST. Una vez mas no es obligatorio descargar la música ni tampoco escucharla, es solo un pequeño agregado que ayuda a ambientar el cap, y espero que la escuches, apreciado lector, pero siéntete libre de ignorarla por completo.

El servidor es Media Fire.

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Sin nada mas que decir, espero que disfrutes de este cap, el cual solo agrega drama a la historia, pero crea una situación que espero disfrutes, aunque si soy sincero, quiza la odies por completo.

Cyberz Fuera.

Ja Ne.


Dime, ¿Qué va a ser de ti?

Cuando seas grande,

Sera muy tarde.

Para invitarte a intentar algo nuevo.


Aunque se suponía que aquella reunión seria algo medianamente formal, en realidad ella no se esforzó mucho por cuidar de su apariencia. Uso ropa que si bien se veía elegante y acorde a lo que se supone debería vestir en ese momento, era también cómoda, y con ello suficiente para complacerla. Como era de costumbre para esas ocasiones, Lincoln fue quien la acompañó hasta aquel restaurante, siendo que de camino tomó la oportunidad para burlarse de él, mencionando como aquello parecía una cita doble, y seguramente su novia se molestaría al saber que tuvo una cita con ella.

Aunque tenía que admitir que era algo solitario y molesto, Anna estaba emocionada por la seriedad que Lincoln se tomó en esa relación con la pequeña Lily, a quien cada día le tenía mucho mas cariño. Era alguien adorable y hasta cierto punto su inocencia la hacia irresistible. Y aun cuando no veía que algo entre ellos terminara convertido en una relación duradera y a muy largo plazo, le fascinaba ver a su hermano menor tan alegre.

Lincoln estaba verdaderamente feliz en compañía de esa niña, quien para gusto de Anna era tan fácil de querer, pues, aunque al principio se burlaba de ella por esa razón, ahora veía su inexperiencia y su inocencia como algo refrescante. Y no era para menos, siendo que Anna siempre fue alguien precoz y muy perversa, y de la misma forma, siempre estuvo rodeada de gente similar a ella. Pero Lily era diferente, simplemente encantadora.

Era también por eso que, al igual que con Lincoln, le divertía burlarse de ella y poner a prueba sus límites siempre que podía, pero tratando de no sobre pasar la paciencia de la pequeña. Por ello, tratando de mostrarse coqueta, tomó una foto donde se veía bastante cercana a Lincoln, mientras ambos vestían de aquella forma elegante y mostrando de fondo el restaurante en el que cenarían junto a sus padres. Por supuesto, esa foto se la envió a Lily directamente, después de todo, y aunque ella tenia redes sociales, no era una persona que gustara de compartir su vida de esa manera.

Aunque sus padres llegaron casi al mismo tiempo que ellos, tuvieron el tiempo necesario para tomar la reservación, ser guiados a su mesa y recibir unas bebidas de cortesía antes de que Anna y Lincoln aparecieran. Como era costumbre, su padre la recibió a ella tratándola como a una niña pequeña y expresándole de forma algo bochornosa cuanto la quería, mientras que a Lincoln de inmediato le daba un abrazo y le pedía que hablaran.

Su madre, por otro lado, era alguien mas normal en las reuniones, después de todo se mantenían en mucho contacto y se veían al menos una vez por semana, así que mostrarse de la forma en que su padre lo hacia era algo exagerado, pero para nadie de esa familia era molesto. Incluso podría decirse que esa forma tan expresiva de ser hacía de su padre el centro de aquella familia, algo que era verdad, pero no solo por ser alguien muy alegre, era por ser el pilar que mantuvo sobre todos ellos una vida y comodidades dignas.

Además de sus bebidas, Anna no pudo escoger nada del menú, pues aquella sería una cena de cinco tiempos reservada, la cual degustaban en la privacidad de aquella zona del restaurante, en donde, pese a estar cerca de otras mesas, contaban con bastante silencio y privacidad gracias a que estaban rodeados por unos pequeños muros que los alejaban de la vista de otros comensales, siendo el único acceso la pequeña entrada por donde las personas que les atendían entraban y salían.

También era cierto que aquellos muros, pese a darles privacidad, en realidad eran bastante pequeños, pues estando de pie, Anna podía ver sobre ellos, en dirección a la zona común del restaurante, únicamente poniendo pies puntillas. Pero bastaba para generar ese ambiente agradable en la mesa, sintiéndose protegidos por los muros, pero pudiendo escuchar un poco del ruido que la zona común del restaurante ofrecía y que funcionaba perfectamente como un ruido blanco y amenizado.

Aunque le pareció algo exagerada esa cena, tomando en cuenta que sus reuniones solían ser mucho más íntimas, así como menos estiradas, Anna debía admitir que, para variar, algo como eso era bastante agradable. No es algo que le gustaría hacer muy seguido, pero creía que estaba bien si se volvía una tradición trimestral o algo dentro de ese margen de tiempo. Disfrutando de una cena mucho mas refinada de lo normal y hablando con sus padres sobre lo que ocurría en sus vidas, en la vida de todos ellos, su familia.

—¿Y que hay sobre el viaje que mamá mencionó?— casualmente, y con una curiosidad no muy marcada, Anna preguntó, esperando continuar con aquella platica tan amena.

—Pues, ya que lo mencionas, hija, todo esta listo— con una sonrisa en su rostro, fue la mencionada quien respondió—. Tu hermano organizó todo y creo que será divertido, tu papá y yo hemos estado esperando para poder hacer algo así desde hace algunos años. Trataremos de aprovechar el viaje.

—Suena bien, espero que se diviertan mucho, y que no les toque hospedarse en un hostal, o que deban viajar en un auto de segunda categoría, o que les bloqueen sus tarjetas de crédito al llegar al hotel porque algún tonto los registró con el nombre mal escrito y eso causó un problema.

—Ya entendí, deja de burlarte de mí, esta vez todo saldrá bien, deja de arruinar la cena. Deja que el hombre del plan se encargue, hare de este un viaje memorable para ellos.

—Pero, ¿A dónde planean ir?— ahora genuinamente curiosa, Anna miró a sus padres, esperando una respuesta.

—Oh, querida, será un viaje increíble— con emoción fue su padre quien tomó la palabra—. Será un crucero por Europa y parte de Asia. Viajaremos por mar a cada destino y después estaremos algunas semanas en cada locación, será genial. Tu madre y yo hemos hemos pensado que incluso podríamos visitar nuestra ciudad natal, aunque eso dependerá de como estén las cosas ahí.

—¿Irán en un crucero? Esos viajes toman meses, ¿no es así?

—Si, claro que sí, hija. Este incluso tomara mas tiempo de lo normal.

—A mitad del viaje— Lincoln tomó la palabra—, y ya con conocimiento de eso en la flotilla, mamá y papá dejaran el crucero, tendrán una estadía en Europa y después abordarán un segundo crucero que los terminara llevando hasta Asia. Después de eso el crucero volverá a Europa y de ahí ellos podrán regresar a casa.

—¿Dos cruceros? ¿Cuánto tiempo les va a tomar ese viaje entonces?

—Pues, si todo sale bien, hija, el viaje debería tomarnos un poco mas de catorce meses— con cierta expectación, fue su madre quien le dio respuesta.

—¿Catorce meses? ¿Y que va a pasar con el restaurante entonces? Ya ha sido bastante trabajo tener que hacerme cargo del lugar porque ustedes decidieron tomarse esas vacaciones hace un par de meses, y ahora planean ausentarse por otro año. ¿Hablan en serio?

—¿Cuál es el problema, hija?— con un tono algo burlón, fue su padre quien le preguntó— Recuerdo que mencionaste que tu podías sola con el restaurante, ¿acaso mentías?

—No, puedo con el restaurante yo sola, pero pensé que estarían mas preocupados por mantener el lugar en orden que queriendo salir de paseo. Así ha sido siempre.

—Es verdad que hemos desatendido el restaurante, hija— con calma, su madre tomó la palabra—, pero creemos que puedes hacerte cargo del lugar mientras no estamos. Es algo que hemos querido hacer desde hace años, pero no habíamos tenido la oportunidad. Sabemos que no te mencionamos nada en absoluto hasta ahora, pero es porque queríamos que fuera una sorpresa, por eso vinimos aquí para decírtelo. ¿No estas feliz de que tu padre y yo podremos al fin cumplir uno de nuestros sueños?

—Claro que lo estoy, pero… puedo hacerme cargo del restaurante sin problemas, ese no es el problema, es solo que se irán por un año…

—Mi pequeña princesa nos va a extrañar— abrazando a su hija, Henry mostro un rostro algo dolido—, no pensé en eso, hija, lo siento. Pero— recomponiéndose después de escuchar a su mujer aclarar su garganta en un tono acusatorio, él continuó—, hace tiempo que dejaste de ser una niña, y siempre podemos hacer llamadas con video.

—Si, entiendo eso, es solo que me parece algo apresurado, no me lo esperaba en absoluto, ni siquiera entiendo porque esperaron tanto para decírmelo. ¿Por qué no me lo contaron mientras planeaban esto?

—Bueno, hija— amable, fue su madre quien una vez mas tomó la palabra—, lo hicimos porque queríamos que fuera una sorpresa. Mas o menos. Este es un sueño que ya habíamos mencionado anteriormente, se que lo recuerdas, no es algo improvisado ni tampoco un capricho, y espero que no pienses que es tampoco una muestra de desinterés por el restaurante, es solo algo que hemos querido hacer por mucho tiempo.

—Si, lo se perfectamente, y estoy feliz por ustedes, siempre he querido que hicieran esto porque se lo merecen, han sido padres increíbles y todo eso, pero cuando llegaron a mencionarlo estaban bastante seguros de que lo harían una vez que se jubilaran, cuando decidieran dejar el restaurante.

—Y así lo haremos, princesa— con cierta solemnidad, Henry se expresó.

Anna mostró un rostro desencajado por un segundo, y mientras paneaba la mesa mirando a sus padres y a Lincoln, le costó aceptar lo que escuchaba, pues si en verdad era lo que creía, le parecía ser algo apresurado.

—Hija— su madre habló—, planeamos jubilarnos, creo que es un buen momento para ambos.

—Pero, ya habían mencionado eso antes, dijeron que esperarían a ser mayores y que el restaurante estuviera estable.

—Princesa, nosotros ya somos mayores…

—A penas están entrando en sus cincuenta, pensé que hablaban de mucha más edad.

—Además, el restaurant ya no nos necesita.

—¿De que hablas, mamá? ¡Claro que los necesita! Son los jefes, ustedes se encargan de tomar las decisiones y de mantener ese lugar funcionando.

—Eso no es del todo cierto, princesa. Hace ya mucho tiempo que tu madre y yo no hacemos gran cosa en ese restaurante, incluso cuando aún íbamos con frecuencia a trabajar ahí. Justo por eso decidimos que era un buen momento para jubilarnos, ya fuimos remplazados en ese lugar.

—¿Qué? ¿De qué están hablando? Se supone que ustedes dejarían ese restaurante para mí, me lo prometieron, he esperado por eso desde pequeña. ¿Quién se supone que es el que los va a remplazar? ¡Mas vale que no sea ese tipo, Zolly…!

—Anna, tranquilízate— con autoridad y poniéndose de pie para tratar de imponer también con un aparente mayor tamaño, Lincoln espetó a su hermana, mostrándole una mirada severa que la hizo reaccionar—, nadie de los inversionistas ni del buffet jurídico se va a quedar con el restaurante, ninguno de ellos tiene la participación suficiente para que, aun juntándose, pudieran pelear por algo, y lo sabes bien. Es obvio que se refieren a ti, idiota.

Para sorpresa de todos, y sin tiempo para reaccionar, vieron como Anna se puso de pie rápidamente, lanzando con cierta fuerza su silla hacia atrás y azotando de manera sonora sus manos contra la mesa. Siendo tan similar a ciertas conductas propias de aquella mujer en el pasado, sus tres acompañantes estuvieron a punto de ponerse alerta ante cualquier arrebato que pudiera dar lugar, pero se tranquilizaron al ver su rostro de sorpresa.

Dando tiempo a que ella se recompusiera, Lincoln volvió a tomar asiento y, al igual que su padre, siguieron degustando su postre esperando que la pelirroja hiciera las preguntas que seguramente se estaban formando en su cabeza en ese momento.

—Ya me calmé— con tranquilidad, Anna se expresó, habiendo vuelto a sentarse de forma calmada—, así que necesito que me lo digan todo de forma correcta. Creo que ya se a donde van con esto, pero me gustaría empezar de nuevo, por si acaso.

—¿No tienes preguntas?

—¡Claro que sí, mamá! Pero antes de eso, quiero repasar las cosas. Saben, déjenme hacerlo a mí, y después hare mis preguntas.

»Según me dicen, ustedes dos tomaran un crucero, o dos, que terminaran por ser un viaje de mas de un año, y esperaron a decírmelo hasta el día de hoy, siendo que, si no recuerdo mal, mamá me había solo hablado de que ustedes harían un viaje que yo únicamente podía suponer seria uno normal. Y que no me preocupaba que fuera a tener lugar en tres semanas porque pensé que era algo dentro del país. Pero ahora resulta que tengo algunas semanas para prepararme y dejar de verlos por un año. ¿Correcto?

—Correcto, princesa.

—¿Por qué no me lo dijeron antes?

—Pues, porque queríamos que fuera una sorpresa.

—¿Qué les hizo pensar que eso sería una sorpresa grata?

—Pues, que tu padre y yo al fin nos jubilaríamos para poder hacer ese viaje que tanto hemos querido hacer. ¿No estas feliz con eso, hija?— sintiendo algo de culpa por su artimaña, la madre fue quien habló.

—Si, tiene sentido en realidad. Es solo que, debieron decírmelo antes, es… raro procesar que dejare de verlos por tanto tiempo.

»Pero, supongo que ya veré como lidiar con eso. Según me dicen, para hacer este viaje han decidido jubilarse, entonces, ¿debo asumir que gastaron sus ahorros para pagar el viaje?

—Pues, de hecho, si, princesa, el plan siempre fue hacerlo de esa manera. Esperamos no gastarlo todo, pero la intención es no escatimar en lo absoluto durante este viaje. Sera como el segundo matrimonio de tu madre y yo, o nuestra segunda luna de miel, o un segundo festejo por la noticia de cuando tu madre estuvo embarazada de ti. Ya sabes, festejar de nuevo nuestras vidas antes de que no podamos disfrutarlas más.

—Si, eso suena genial— con una enorme sonrisa en el rostro que demostraba su felicidad ante lo que escuchaba, Anna continuó—, en verdad me emocionaba escuchar de niña cuando hablaban sobre eso, sonaba muy romántico. Me hubiera gustado ser parte de esto, ¿saben?

—Es culpa de tu padre y de Lincoln— apresurada, fue su madre quien trató de excusarse—, ellos querían hacer esta tontería, y al final ni siquiera esta siendo de la forma en que lo planearon.

—Si, eso suena a algo que ocurriría con un plan de Lincoln— burlona, Anna miró a su hermano mientras decía eso—, pero, si en verdad harán ese viaje y quieren jubilarse, no les dará tiempo. ¿Hablaron ya con los abogados?

—Claro que sí, princesa, hace meses de eso, aunque al principio fue solo para saber como sería el proceso. Pero, pues, aquí estamos.

—Ya veo…

—Pero, cuando tu madre y yo planeamos jubilarnos, llegamos a una conclusión después de una larga conversación. O mejor dicho de varias conversaciones. Tu ya eres una adulta responsable, princesa, has tomado tus decisiones y si bien hemos cuestionado la mayoría de ellas a lo largo de los años, siempre te hemos apoyado, esperando que sepas hacerte cargo de tus aciertos y de tus errores. Y estamos muy orgullosos de ti por haber conseguido eso.

—Aunque a tu padre y a mi nos fue bien, debo admitir una vez mas que nunca me sentí feliz de escucharte decir que terminarías la carrera que tanto te gustaba solo para no ejercer en tu campo. Entiendo que amaras el restaurante, pero me dolía saber que invertiste tanto tiempo y esfuerzo en tus estudios solo para que al final no pudieras sacarle el rédito que te ofrecían. Y pese a eso, como casi siempre, me demostraste que tus decisiones no son tomadas a la ligera.

»Cuando hablabas de querer heredar el restaurante, genuinamente pensé que hablabas de ser la propietaria y tener a trabajadores que lo administren, mientras tu hacías tu vida ejerciendo como ingeniera, no pensé que justo al terminar tus estudios irías directamente a trabajar en el restaurante. Y aunque pienso que fuiste muy intrépida al decidir cubrir todo puesto que fuera necesario, admito que me sentía orgullosa de ver como dabas el mismo esfuerzo cuando estabas detrás del escritorio, repartiendo la nomina de todos, o discutiendo con el buffet sobre la expansión del restaurante, pero también de como lo hacías lavando platos o atendiendo a comensales. Era como ver a tu padre en su mejor momento, tan entregado al restaurante que quería ser parte de cada proceso, de cada evento para no perderse de nada.

»Y aun así, con todo ese trabajo que ponías sobre tus hombros, volviste a demostrarme cuan tenaz y confiable eras, al hablarnos de como habías conseguido esa beca para tu Maestría, una Maestría que ni siquiera sabíamos que habías aplicado, y la cual al final conseguiste terminar con honores. Quizá yo no estoy muy enterada de esas cosas de matemáticas, hija, pero estoy orgullosa de que hayas podido patentar el proyecto de tu tesis y venderlo, especialmente en medio de todo ese arduo trabajo físico en el restaurante.

»Pero, cuando ya no podías llenarme más de orgullo, con toda la calma del mundo, como si no fuera algo importante, nos hablaste de tu doctorado. Y aunque sigues haciendo del restaurante tu prioridad, tu padre se ha encargado de explicarme como puede todo lo que estas haciendo con ese doctorado. Te seré sincera, hija, aunque no entiendo en absoluto esas matemáticas raras y extravagantes, me enorgullece que estés tan cerca de terminar tu doctorado y de tener un proyecto cuyo Paper será publicado en el ESM.

—Yo tuve muchos problemas con eso, princesa, la verdad es que cuando llegaste a la adolescencia fue un verdadero martirio para mí. Cuando eras pequeña me encantaba consentirte y tratarte como una princesa de verdad, por eso fue que me costó tanto aceptar que cambiaras durante la adolescencia. Todos esos cambios tan drásticos y tan alocados que francamente me parecías solo tu forma de ser rebelde, pero que al final siempre terminaban por demostrarme que, al igual que tu madre, tu nunca te equivocas.

»Aun ahora todas tus decisiones de vida me parecen tan desconcertantes y sin sentido, pero la verdad es que has conseguido mantener estable todo lo que has hecho. No importa si tomaste la decisión de vivir una juventud tan alocada, y con ello nos sacaste canas y ulceras a tu madre y a mí, porque al final demostraste que pese a todo lo hacías de manera consciente y con la responsabilidad necesaria para no temer en que consecuencias de las peores fueran a truncarte.

»Me enorgulleció mucho que decidieras que tu vida giraría alrededor del restaurante que tu madre y yo tanto nos esforzamos por construir y por hacer crecer, pero no me gusto en absoluto que decidieras convertirlo en toda tu vida, y creo que eso lo sabes muy bien. Yo esperaba de ti una profesionista que destacara en su trabajo y que mostrara a todos cuanto esfuerzo tu madre y yo pusimos en tus estudios, pero para ti eso no importó.

»Cuando descubrimos todo lo que hacías con Lincoln, incluso me sentí decepcionado, saber que mi hija, a quien crie con tanto amor, y a quien mi esposa le dio tan altos valores, resultara en una chica capaz de hacer esas cosas a un pobre chico indigente que lo único que quería era ganarse la vida me rompió el corazón, pero la forma en que te responsabilizaste por todo eso me hizo recuperar la compostura. Tus acciones siempre estarían en mi memoria, princesa, pero fuiste tan fuerte como para aceptarlas y para cambiar todos esos malos actos hacia Lincoln.

»Y aunque debo admitir que en un inicio odié por completo la forma en que tu relación con él cambio, específicamente por la dirección que tomó, aun así demostraste que tenias todo bajo control. A lo largo de los años nos has demostrado que, completamente lejos de la hija linda y recatada que fuiste en tu infancia, durante la adolescencia te convertiste en esta hija no convencional, transgresora, insurgente, conflictiva, irreverente, desinhibida, belicosa y sobre todo tan complicada de entender.

»Pero aquello que te caracterizaba de pequeña no desapareció. Me tomó mucho tiempo entender a aquellos médicos cuando me lo explicaban, pero a estas alturas ya no me queda la menor duda de que es verdad, tu no cambiaste, tu solo te volviste mas compleja, así como cualquier persona lo hace al crecer. Y en retrospectiva, aunque tus actos fueron de lo mas cuestionables y en apariencia imprudentes, es obvio que tú tenías las cosas claras. Por eso estoy feliz de que, pese a todo, ni tu madre ni yo nos dimos por vencidos y mantuvimos nuestro apoyo constante, y el resultado de todo eso, de tu carácter y de nuestro apoyo, resultó en la hermosa mujer en que estas convertida.

»Has demostrado que tienes templanza y tenacidad, que eres una mujer independiente, y aunque la verdad si estas algo loca, te amamos hija. Tu madre y yo siempre lamentaremos que esa misma fuerza tuya nos alejara de la posibilidad de tener un nieto, pero también entendemos que es algo que no esta en ti por cumplir, y que tampoco es tu responsabilidad. Para ti, ese restaurante es él bebé que siempre esperamos que tuvieras, y es por eso que preparamos todo esto.

—Hija, la verdad es que tu padre y yo no solo queremos jubilarnos. Ya habíamos hablado sobre este tema contigo anteriormente, y tu nunca lo cuestionaste, por el contrario, parecías conforme y feliz, por eso lo hicimos de esa manera. Nuestros ahorros serán destinados a nuestra jubilación y a gastarlos de la forma en que más divertida nos parezca, y la herencia que te dejaríamos sería el restaurante, su posesión. Has sido muy independiente desde joven y se que, aun si quisiéramos, habrías rechazado cualquier cantidad que te dejáramos.

»Pero tu padre y yo decidimos que no había necesidad de esperar tanto tiempo. Jubilarnos ahora podría ser algo apresurado, pero también es algo que queremos hacer, y ya que eso significaría que dejamos atrás el restaurante, ¿Qué mejor que dejarlo en tus manos?

Lincoln, con cuidado y a la señal de su madre, entregó un folder color negro el cual tenia un logotipo membretado, que, para Anna, de haberlo visto, sería fácil de reconocer. Con cuidado, Esther abrió el folder y, tratando que la primera pagina de la papelería que contenía fuera visible y clara, la acercó a su hija, esperando que con solo ver el titulo de aquel acuerdo legal, ella entendiera la situación.

—¿Hablan en serio?— mostrando un rostro complicado, Anna preguntó después de dar una leída diagonal a aquel documento.

—Princesa, creemos que esperar a morir sería demasiado tiempo, y ya que no seremos mas parte del restaurante, lo justo seria pasar la propiedad a tu nombre cuanto antes y dejar que seas tu la que se encargue de todo, como lo has querido por tanto tiempo.

—Quizá fuimos demasiado románticos al contarte sobre lo que nos motivó a abrir un restaurante después de llegar a este país, seguramente eso hizo que tuvieras una idea algo exagerada de lo que ese restaurante representa para ti, pero la verdad es que eso no importa, es algo que tu quieres y que has esperado años por tener, así que, antes de que tu pierdas mas tiempo, creemos que sería lo justo que tú lo tengas.

»Entendemos que esto te toma por sorpresa, y puedes negarte si así lo quieres, a fin de cuentas esos papeles no tendrán ningún valor a menos que los firmes y después el notario los acepte. Queremos dejar ese lugar en tus manos, y así lo será de una u otra forma, pero pensamos que cuanto antes mejor, así que dinos, ¿Qué opinas?

Anna se quedó en silencio por unos momentos. Miraba con intensidad aquellos papeles los cuales le harían cumplir no solo un sueño que ella tenía hace un tiempo, sino también significaría el comienzo de un sueño que sus padres también tenían desde incluso antes que ella. Su respuesta era algo que no le causaba conflicto en absoluto, pues en realidad ella diría que si sin importar las condiciones, ya que era algo que tanto ella como sus padres querían, seria estúpido de su parte negarse a recibir el control sobre aquello que fácilmente podría considerarse el legado de sus padres.

Pero algo comenzó a rondar por su cabeza en ese momento. Una preocupación la cual ya había tenido antes y que con cierta tranquilidad había evitado enfrentar pensando en que aún tenían bastante tiempo para arreglarlo, para platicarlo y para ponerlo sobre la mesa, pero ahora que esto se había planteado de esta manera, Anna en verdad necesitaba externar su duda.

Probablemente, de la misma forma en que ocurrió con el viaje y la preparación de esos papeles de traspaso de propiedad, tanto sus padres como Lincoln habían ya hablado antes sobre el tema, dejándola a ella de lado. Tendría sentido ya que es un tema que a ella no le compete realmente, pero si era algo que le preocupaba, razón por la cual necesitaba que eso se esclareciera, así que, mirando a sus padres, alternando su vista entre ellos dos, preguntó.

—¿Qué hay de Lincoln?

Sabía que era una pregunta injusta para ellos, y lo era también para Lincoln. Era una pregunta que bien podría arruinar el ambiente de la cena, un ambiente que estaba ya de por si enrarecido, pero no podía evitarlo, después de todo, y pese a que Lincoln no era parte de su familia consanguínea, si lo era en cuanto al registro civil lo indicaba. Pero mas importante aún, lo era para ella, para su entendimiento y en sus recuerdos, con sus sentimientos y con todo su cariño. Y si todo era tal como se decía, Lincoln no tendría nada.

Sus padres gastarían su dinero en su viaje y todo lo que posteriormente implique su jubilación, mientras ella se quedaría con el único negocio que esa familia aun poseía, dejando a Lincoln solo y de cierta forma desamparado.

Esa palabra resonó en su pecho: "desamparado". Lincoln podía decir, con sus palabras cargadas de una verdad desconcertante, que había sido, en efecto, un niño desamparado. Y para Anna, quien se encargó de volverlo incluso mas miserable de lo que era en aquel momento por su situación, temía que aquello fuera a pasar de nuevo. Incluso cuando sabía que Lincoln tenía un trabajo estable, el cual nunca perdería al ser su empleado, y que, sin dudas, de él necesitarlo y pedirlo, recibiría ayuda, temió que la situación actual terminara por crear una brecha.

—Yo estaré bien— respondió Lincoln, mostrándose calmado—, ya lo he dicho antes, y hablo en serio al respecto. Mamá, papá, incluso tú, Anna, han hecho ya suficiente por mí, no necesito nada mas de ustedes. Al contrario, es momento de organizarme y comenzar a pagar la deuda que tengo con ustedes.

—Lincoln, cariño— enternecida y algo abatida, Esther estiró su mano para sujetar la de Lincoln por encima de la mesa—, no necesitas darnos nada a cambio. Ya has hecho bastante por nosotros, y aunque no lo hubieras hecho, no tienes que sentir ningún tipo de deuda con nosotros. La razón por la que te acogimos es porque te queríamos, y aun lo hacemos, así que no queremos que nos devuelvas nada.

—Así es— continuó Henry—, deja de decir eso, con los años se ha vuelto algo cansino ese tema. Se que eres un tipo raro, porque de joven fuiste un chico raro, pero ya hemos discutido esto contigo, Lincoln. Cada vez que te hemos tendido la mano, te has encargado de darnos algo a cambio, incluso diría que somos nosotros quienes a estas alturas estamos en deuda contigo, no solo por lo que hiciste por el restaurante o por los otros negocios, también por como has cuidado de Anna, de la familia completa en realidad.

»Sabemos que aun si lo dejáramos en nuestro testamento, no aceptarías ningún dinero que proviniera de nosotros. Conociéndote harías algo como declinar tu herencia o transferirla a Anna, y es por eso que, aun cuando nos costó tomar la decisión, te incluimos en el testamento únicamente dejando a tu nombre un dólar, como la ley nos obliga al ser tus padres legales. No te obligaremos a pasar por algún mal trago tratando de lidiar con nuestra herencia.

—Pero también hemos hablado mucho sobre ti entre nosotros, hijo. Yo se que a pesar de todo por lo que hemos pasado y lo mucho que hemos llegado a querernos, tu aun tienes en mente esa idea negativa de no merecer nada de nosotros, pero, aun así, queríamos dejarte algo. Y no te sientas obligado a recibirlo, pero espero que nos escuches sobre esto.

Con calma, Esther sacó de su bolso aquella curiosa cartera con forma de cactus, en la cual guardaba todas sus tarjetas físicas, pese a que en realidad ella prefería usar la versión digital de las mismas para hacer sus compras. Con cuidado tomó una de las tarjetas y la sacó, poniéndola al centro de la mesa, haciendo una señal al mesero que justo se asomó, indicándole que comience a limpiar la mesa de algunos de los trastes que quedaban tras que la mayoría terminaron sus postres.

»Esta tarjeta es de una cuenta de inversión que tu padre y yo hicimos. Esta a nuestro nombre, y su periodo de uso es de una semana sobre tres meses, eso quiere decir que el dinero completo de la cuenta será intocable durante tres meses, en los cuales el dinero será usado por el banco para hacer inversiones, asegurándonos un once porciento de ganancia tras esos tres meses sobre la cantidad total. Después habrá una semana de gracia en que el dinero estará disponible, y a menos que digamos que vamos a retirar el dinero, cuando la semana termine, el dinero será usado por tres meses para una nueva inversión.

—Once porciento es bastante bueno, hijo, no es una ganancia increíble, pero si es una taza mucho mayor a la media de otras personas, ya que ese banco ha visto como nosotros hemos hecho crecer nuestros negocios con sus ayudas financieras.

—No pudimos hacer de esta cuenta de inversión una muy grande, hijo— continuando con su explicación, Esther vio a sus dos hijos a los ojos—, pero tu padre y yo pensamos que seria una buena idea. Ambos somos los dueños de esta inversión, pero eres tu el beneficiario de la misma, y esta tarjeta, junto a tu firma si vas al banco, te permiten disponer del fondo de la misma forma en que a tu padre y a mí nos dejarían hacerlo.

»No es una herencia, Lincoln, ni una limosna, ni un regalo, sabemos que si lo fuera, tu no lo aceptarías, así que decidimos que sería una inversión. No una inversión con el banco, sino una inversión contigo. Queremos que conserves esta tarjeta y des uso a su dinero de la forma en que lo veas conveniente.

—No puedo aceptarlo, mamá…

—Ya lo dijo tu madre, no es un regalo, es una inversión. Esperamos que con eso, un poco mas adelante, cuando termines tus estudios y te decidas a hacer eso que tienes en mente, queremos que tomes ese dinero y comiences tu negocio, será nuestra inversión en él. Se que te hará sentir mas tranquilo si te digo que todo el dinero que tomes, deberá ser devuelto una vez consigas beneficio de tu trabajo, así que ese es el plan.

»La verdad nos da igual si usas ese dinero para empezar tu negocio, o para comprar una casa, o para pagar una boda, no es mucho en primer lugar, solo queremos que lo uses cuando lo necesites, y con eso te comprometas a tener éxito en tu trabajo y en tus proyectos, tanto éxito como tu madre y yo lo tuvimos. De esa forma, cuando haya pasado el tiempo, y si eso te hace sentir mejor, nos devuelvas el dinero.

—Bueno, Lincoln— apenada, Esther tomó la palabra—, si en verdad llegas a tener una relación con alguien que termine en un matrimonio, me encantaría apoyarte en los gastos de la boda, sin importar el dinero en esa tarjeta. Anna ya esta decidida a no tener hijos, pero si tu los tienes, me harías muy feliz, hijo.

—Claro, esa chica rubia, tu nueva novia, podría ser la afortunada.

Lincoln rio ante las palabras de su padre, pero se sintió entristecido. En verdad le gustaría darle nietos a su madre, pero sabía perfectamente que él no era parte de esa familia, no de forma verdadera, por lo que sus hijos seguramente no llenarían la expectativa y anhelo que su madre tenía por algún día ser abuela.

—Ella es aún muy joven— comentó el peliblanco—, pero supongo que, si tienen paciencia, no me molestaría ser yo quien les de su primer nieto.

—Encantada podría esperar otros diez años, hijo, me harías una mujer muy feliz, pero, des ser posible, mantenlo en ese rango de tiempo. Soy una mujer joven, pero no quiero esperar demasiado, me encantaría poder disfrutar de mi nieto, nieta o nietos durante su infancia y jugar con ellos.

—Entonces, hijo, ¿aceptaras la tarjeta?— con curiosidad y algo de recelo, el padre preguntó.

—Voy a quedarme con ella, no planeo usarla, pero la tendré conmigo y, cuando llegue el momento, gastare hasta el ultimo centavo para crear el mejor laboratorio de informática forense de la región, y cuando eso pase les devolveré su dinero íntegro, más un porcentaje por su inversión. ¿Qué opinan?

—Es justo lo que esperaba escuchar de ti, hijo. Eres igual de raro que tu hermana. No solo perdí a mi linda princesita bebé, también perdí al chico adorable que solías ser. Debo ser el padre más desafortunado del mundo.

—Yo sigo siendo tu princesa, papá.

—Claro que no, mi princesita bebé se fue hace mucho. Ahora eres toda una mujer, hecha y derecha, y cuando una mujer esta lista para tomar el trono, deja de ser una princesa. Ahora eres una reina, hija, y mas vale que te comportes como una. Y tú, Lincoln… trata de evitar que Anna te siga manipulando, ya estas grande para dejar que ella se aproveche de ti.

—Yo planeo tomar tu palabra, hijo. En verdad espero que en unos años me sorprendas con la noticia de un matrimonio, o si no quieres algo así, estoy bien con eso. Pero no me prives tú también de mis nietos.

Ya habiéndose aligerado bastante el ambiente entre todos los miembros de la familia, tras aquella sobremesa tan cargada de cosas por decir, todos pasaron a convertir aquella charla en una mas tranquila y desinteresada, el tipo de charla que es propia para una sobremesa. Ambos padres estaban satisfechos, sus dos hijos habían aceptado sus deseos y tenían lo que para ellos era el tiempo necesario para arreglar cualquier duda que pudiera surgir por lo acontecido, así que ahora solo les quedaba relajarse y, eventualmente, divertirse en aquel viaje que tanta ilusión les daba.

Por otra parte, los hijos de aquella pareja, aunque felices, habían conseguido que en sus mentes se plantara una idea que los ponía algo nerviosos. Era una cosa diferente para cada hermano, pero quizá la que mas ruido estaba por soportar seria Anna, pues la idea, aunque hacía tiempo la había dejado de lado, recordarla ahora con esta conversación la ponía en un primer plano nuevamente.


Habían pasado ya cuatro días desde que Anna recibió aquella noticia de parte de sus padres, o mejor dicho aquellas noticias. Primero saber que sus padres al fin se darían la oportunidad de realizar aquel viaje romántico y algo paradisiaco que solían fantasear cuando eran mas jóvenes, advirtiendo que seria un evento de mas de un año. Eso hacia tener algunos sentimientos encontrados a Anna.

Era cierto que ya era una adulta, y que de hecho la mayor parte de su vida había sido alguien bastante independiente, pero eso nunca había significado que era alguien distante con sus padres, incluso podría decirse que fue todo lo contrario. Como una mujer adulta e independiente, sentía el mismo anhelo y necesidad de seguir cerca de sus padres que sus propios padres sentían por seguir cerca de ella.

Por eso era algo entristecedor saber que por mas de un año no podría ver realmente a sus padres y tendría que conformarse con verlos a través de una pantalla, seguramente la de su teléfono. Pero seguramente se acostumbraría rápidamente, no es como si ellos fueran a desaparecer después de todo, solo se irían por un tiempo, y lo harían bajo la única consigna de cumplir un viejo sueño romántico y enternecedor entre ellos el cual la misma Anna había fantaseado de joven cuando sus padres hablaban sobre aquel anhelo.

Además de todo, ella no se quedaría realmente sola. Si bien era cierto que no tenía familia consanguínea en esa ciudad, o en ese país, o siquiera en ese continente, Anna no se quedaría realmente sola, a su lado, desde hace ya bastante tiempo, siempre estaba Lincoln, a quien para bien o para mal se había encargado de ponerle algo parecido a un collar invisible del cual él no parecía quejarse demasiado.

Siendo ese uno de los días tranquilos, Anna usó su silla para sentarse cerca de la ventana, mirando a la algo bulliciosa calle que se veía debajo de aquel tercer piso en el que se encontraba su oficina, escuchando sin demasiada atención aquel álbum que a esas alturas le resultaba algo nostálgico y que, de cierta forma, consideraba el mejor trabajo de Luna Loud. A su parecer, esa música era la verdadera esencia de aquella mujer quien pese a mostrarse en sus conciertos como alguien alegre, claramente tenía bastantes problemas y conflictos internos, evidentes en esa música triste y reflexiva.

Teniendo en mente que sus padres partirían en algunas semanas, y sabiendo que se quedaría con Lincoln en la ciudad, pensó en él y en como es que ese chico delgaducho, frágil y algo desagradable, se había terminado por convertir en el que sin lugar a dudas era el amor de su vida. Aunque lamentablemente no en su pareja soñada.

Todo había sido gracias al restaurante en que estaba en ese momento. Era curioso, para Anna, el restaurante era una parte importante de su vida, y la conectaba también con las tres personas mas importantes de su vida.

Recordó sin mucho interés, y puede que, con algo de vergüenza, la primera vez que se encontró con Lincoln. Había escuchado hablar de él antes de parte de su padre, pues al parecer algunos de sus empleados estaban exigiendo a Lincoln algo de dinero por permitirle dormir en el callejón del restaurante. En aquella época aún no había una cámara ahí, pues no era aun el acceso de los empleados, y en realidad era un lugar algo sucio pues se apilaba la basura y residuos del lugar.

Según se enteró, Lincoln había llegado ahí huyendo del centro de la ciudad, el cual estaba a unas pocas cuadras, pues parecía ser que los pocos indigentes de la zona no lo recibieron con los brazos abiertos cuando el llegó a la ciudad. El mismo Lincoln contó eventualmente como los primeros días en aquel lugar le fueron complicados, pues dormir en la zona centro de cualquier ciudad, al ser mas concurrida y patrullada, solía ser lo más seguro.

Por supuesto, eso era algo que todos los indigentes sabían, y ninguno estuvo dispuesto a ceder su lugar ni a compartirlo con Lincoln, y es que dormir en el centro era mas seguro, siempre y cuando encontraras un lugar que no molestara a las personas, pues fácilmente podrían llamar a la policía y pedirte que te retires. En el caso de Lincoln había sido incluso peor pues antes de abandonar la idea de seguir durmiendo en el centro de la ciudad, un grupo de personas se acerco a él y le propusieron un trabajo bastante cuestionable, especialmente para alguien de la edad de Lincoln en aquella época.

Y fue que, vagando por las calles, ya de noche, notó ese callejón, el cual aun estando igual de descuidado que cualquier otro callejón, y puede que un poco mas oloroso por culpa de los residuos de alimento que el contenedor de basura al fondo del mismo tenía, igual parecía un lugar seguro. La razón principal era aquella poderosa fuente de luz al final del callejón, justo encima de donde estaba ubicado el contenedor, al lado de la puerta.

Aprovechó un espacio vacío justo detrás de las cajas apiladas que, pese a estar algo sucio también, lo escondía perfectamente si lo que quería era descansar. Admitió que intentar dormir en aquel lugar era complicado por culpa de aquella poderosa fuente de luz, pero estando tan agotado al final de los días, esas tres o cuatro noches que durmió ahí fueron bastante tranquilas, no solo porque el ruido de los transeúntes era menor, sino también porque se sentía menos atosigado por las personas y por las miradas despectivas que solía recibir por su aspecto.

Cuando Anna escuchó sobre eso, se sobresaltó bastante, pues era algo muy ajeno a su realidad, y aun ahora que lo recordaba años después, le causaba un nudo en el estómago, especialmente recordando como Lincoln afirmó que, si bien cuando recién escapo de casa mendigar algo de dinero era sencillo por su apariencia infantil, al momento de llegar a esa ciudad, su desbaratada y muy desalineada apariencia ya le hacia lucir mas como un pequeño delincuente, o puede que como algún niño drogadicto, que como un niño frágil.

Desde la primera noche, un ayudante de cocina y unos lavaplatos lo encontraron durmiendo detrás de las cajas, y de inmediato le ofrecieron comida, pero obligaron a Lincoln a pagar por ella. Los siguientes días incluso pidieron dinero a Lincoln para poder dormir en el callejón, exigiéndole que les diera lo que consiguiera en su día como mendigo. Algo que Lincoln hizo dando como excusa que tenia miedo, aparentemente porque el ayudante de cocina, un italiano que inmigro en calidad de turista y que permaneció en el país de forma irregular, le recordaba a alguien que conoció en el pasado.

Era cierto que ese italiano, el cual Anna no recordaba su nombre, era alguien desagradable, no solo en apariencia, pues el tipo estaba en todo momento sucio ya que, pese a ser un ayudante de cocina, a él solo se le asignaba como trabajo limpiar la grasa de las hornillas, las ollas y también de las chimeneas del restaurante, sino porque era un pervertido. Mas de alguna ocasión Anna se sintió asqueada ante la forma en que ese tipo la desnudaba con la mirada a sus dieciséis años, incluso puede que solo quince, no recordaba con precisión.

Pero, aunque le tomó un tiempo abrirse al respecto, Lincoln confesó en terapia y acompañado de su nueva familia, como antes de llegar a la ciudad, un tipo muy parecido a ese ayudante de cocina intentó propasarse con él. No entro en detalles, pero era obvio que fue algo traumático para el peliblanco. Era ese miedo y ese trauma el que le hacían temer que, al escapar nuevamente, esta vez sí le atraparan. Afortunadamente su padre se dio cuenta de eso muy rápido, y tan rápido como lo descubrió, despachó a aquellos empleados que no parecían tener escrúpulos, ni empatía.

Fue entonces que Anna lo conoció, justo al día siguiente en que su padre lo mencionó en una cena, comentando como en el callejón del restaurante había aparecido un pobre niño indigente al cual quería ayudar. Henry habló con su esposa y acordaron hacer una llamada a servicios de protección infantil, esperando que atendieran su situación, con la intención de conseguirle un lugar para dormir mientras eso ocurría. Y al día siguiente, cuando Anna visitó el restaurante como lo hacía prácticamente todos los días, lo vio, tan delgado, ojeroso, sucio, harapiento y lo peor de todo, con aquella cabeza rasurada que de inmediato provocó en Anna un asco descomunal que le hizo sentir como el contenido de su estómago se apelmazaba en su garganta mientras empezaba a toser y sus ojos acumulaban lagrimas ante el esfuerzo que hacía para evitar manchar el piso con lo que seria su comida ya mayormente digerida.

Con mucha molestia, su padre la increpó después de ver eso, pidiéndole que tuviera algo de respeto por el chico, antes de llevarla de nuevo a donde estaban, después de que ella saliera de forma poco discreta de la habitación ante sus síntomas. El chico había comenzado a vestir una gorra con el logotipo del restaurante, lo cual calmó bastante el arrebato algo exagerado de Anna, y fue entonces que escuchó la conversación entre sus padres y ese chico desagradable y, francamente, apestoso.

No es que Anna no tuviera la menor de las empatías por él, o que fuera grosera a propósito y con saña, era simplemente que la calvicie causaba esa reacción en ella, y también lo hacía al ver a alguien cuya cabeza estaba rasurada, como el caso de ese chico. Pero en verdad podía sentir empatía por él, después de todo era un chico incluso mas joven que ella, el cual había estado viviendo en las callas a saber cuanto tiempo, pero sin duda bastante tomando en cuenta su apariencia.

Como adultos responsables, sus padres explicaron a Lincoln que habían hablado con un albergue cercano y consiguieron que tuviera una estancia permanente gracias a que se abrió un expediente para él, por lo que no tendría que formarse todos los días esperando conseguir un lugar para dormir, como la mayoría de indigentes hacían en esos albergues. Aunque esa no era una gran ciudad, si tenia un sistema burocrático bastante lamentable, por lo que el expediente que le abrieron podría estar entre una semana y un mes en espera antes de que pudieran conseguirle un lugar apropiado y algo de ayuda a Lincoln.

El chico, pese a ese esfuerzo, se negó rotundamente a recibir esa ayuda, en ese momento no lo sabían, pero Lincoln tenia sus motivos para evitar ser parte de cualquier sistema de beneficios que el gobierno o alguna alcaldía pudiera ofrecer, pero se ofreció como empleado en el restaurante, algo que para la pareja dueña del lugar no tenía cabida alguna. Algo que incluso para Anna no tenía ningún sentido, pero que al igual que sus padres se vio complicada a expresar, pues Lincoln prácticamente rogó por ello. No pedía mucho, solo quería que le permitieran seguir durmiendo detrás de las cajas, en el callejón, y que, de tener algo, le dieran un trabajo. El chico sabía que era imposible contratarlo, y también sabía que no podía ejercer un trabajo, pero cualquier cantidad de dinero le bastaba. No, incluso eso era prescindible, podría conseguir dinero de alguna otra forma, si ellos, como dueños, le permitían dormir en el callejón y comer algo de las sobras del restaurante al final de la noche, él haría lo que fuera.

Sonaba convincente, pues, aunque no dio motivos, si dejaba ver en su rostro, y en su quebrada voz, lo mucho que le disgustaba la idea de terminar en manos de cualquier institución u organización para ayudar a personas en situación de calle. En ese momento ninguno de los tres integrantes de esa familia entendía porque, pero tratando de darle algo de peso a sus palabras, y esperando que eso hiciera que el chico confiara en ellos mientras arreglaban la situación, hicieron las cosas a su manera.

Por poco mas de dos semanas, Lincoln durmió en el callejón y su labor todos los días era empujar el contenedor de la basura hasta la entrada de ese mismo callejón, temprano en la madrugada, para que el camión de la basura lo vaciara y así, al llegar los primeros trabajadores, simplemente reacomodaran el contenedor al fondo del callejón. Era sin lugar a dudas la tarea mas desagradable de todas, no por el hecho de tener que mover un pesado contenedor lleno de comida desperdiciada, sino porque implicaba despertar temprano en la madrugada.

Henry, sin oportunidad de hacerlo de forma diferente, había manejado aquello de la única forma en que la logística de su restaurante podía hacerlo, siendo que al final de la noche, cuando los últimos empleados abandonaban el restaurante, movían el contenedor a la entrada del callejón para que por la madrugada el camión hiciera su trabajo, cargando el contenedor con su brazo hidráulico. Pero eso implicaba que el contenedor pasaba toda la noche expuesto a que vagabundos lo hurgaran y regaran su contenido en la calle, así como a que algunos animales se acercaran atraídos por la comida, los cuales no solo hurgaban el contenedor, también lo marcaban con sus desechos, haciendo que un olor penetrante se sintiera y perdurara por buen rato en las mañanas, antes de abrir, y en ocasiones aun después de que los primeros comensales llegaban.

Por eso, aunque siendo un trabajo simple y algo desagradable, les funcionaba permitirle a Lincoln ser quien lo haga y a cambio darle un poco de dinero. Era su forma de ayudarlo tomando en cuenta que el chico parecía tan reacio a cualquier otro método de ayuda, pero eso no evitó que, a sus espaldas, continuaran con aquel reporte ciudadano, el cual al final consiguió que Lincoln fuera considerado para ayuda en su situación, dándole incluso hogar en un albergue para niños, parecido a un orfanato, en el cual Lincoln podría vivir tranquilamente.

Anna nunca mostró descontento con los intentos de sus padres por ayudar a ese chico porque consideraba que era una acción buena y muy propia de ellos, limitándose a no estar cerca de Lincoln para evitar verlo y con ello dejar de lado sus malestares. Pero eso solo fue así mientras Lincoln habitaba el callejón y se le pedía únicamente que moviera el contenedor de basura. Una vez que sus padres hablaron con ese chico de apariencia desagradable y le convencieron de ir a vivir a aquel albergue, ella pensó que se habían desecho de él.

En su lugar, y sin tener idea de cómo, a Lincoln le permitieron salir del albergue sin supervisión, lo que le permitió al chico visitar de nuevo el restaurante y hablar con Henry. De haber vuelto únicamente para agradecer por la ayuda, Anna no habría tenido problema, pero ese chico, aun luciendo aquellas hundidas ojeras y esa piel reseca y demasiado pálida, manteniendo sus agrietados labios y aquel color percudido en sus codos y parte de su cuello, pero peor aún, no estando ya con aquella apariencia calva, sino mostrando en su cabeza aquellos pequeños y rígidos cabellos que recién comenzaban a crecer una vez más, tenia otra cosa en mente.

Quería conseguir un trabajo, y tal parecía que no dejaría que el hecho de que en aquel albergue se le proveía de todo, incluso de ropa nueva y agua caliente para bañarse, permitiéndole regresar al restaurante aun con su apariencia desagradable, pero indudablemente mas limpio. Según él, no quería permanecer en ese albergue, pero tampoco desperdiciaría la oportunidad de tener un techo sobre si mientras duerme.

Pretendía ser contratado una vez mas en ese restaurante, daba igual de que forma y con qué salario, lo único que quería es tener un lugar donde poder estar alejado del resto de los niños en el albergue, así como una fuente de ingresos, por pequeña que fuera, y por supuesto, ser de utilidad para el hombre que había decidido ayudarlo.

Eso molestó a Anna. No por el acto de convencer a su padre de recontratarlo, era por el hecho de tenerlo en el restaurante incluso por mas tiempo del que ella podía dedicarle al lugar por culpa de sus estudios. Era extraño, pero le molestaba saber que alguien mas joven pudiera estar mas atento a lo que Anna consideraba su futuro, especialmente alguien con una apariencia y estado como el de Lincoln.

Aunque siempre fue una niña con un pensamiento brutalmente impositivo, ella nunca se mostró altanera ni coercitiva hasta llegar a la pubertad, donde supo que responder a los adultos no era necesariamente algo malo, especialmente cuando se tiene la razón, pues, aunque cause conflicto hacerlo, a fin de cuentas sienta las bases de un respeto mayor por sus ideas y sentimientos, cosa que ella se encargó no tanto de cimentar sino de imponer en todas las personas que conocía.

Por ello muchas personas llegaron a tener problemas con ella, pero de la misma forma había llegado a congeniar con casi todo mundo de una manera sencilla, pues a fin de cuentas su personalidad estaba la mayor parte del tiempo a flor de piel, lo que hacía a todos sentir en ella una sinceridad poco común para alguien de su edad, pero sobre todo acogedora.

Pero solo unas semanas después de que ese chico entrara a trabajar al restaurante como un lavaplatos, todos en el lugar le habían brindado un recibimiento muy diferente al que ella experimentó. Siendo ella menor que todos, debió hacerse un lugar y ganarse un respeto a base de mucho esfuerzo y de mostrar que tenía razón cuando se expresaba, lo cual era agotador, especialmente después de aprender que siendo alguien linda en su niñez no le ganó ningún respeto.

Pero ese chico, siendo nada mas que un simple pelele maloliente y con la apariencia de un drogadicto, que llegó al restaurante en condiciones absurdas, de pronto era el favorito de todos. Y Anna no toleraba eso, ni tampoco se molestaba en ocultarlo, especialmente al mismo Lincoln.

Humillarlo en presencia de otros empleados era algo que hacía con frecuencia, pero mas aun era humillarlo cuando estaban a solas. Recordarle lo lamentable que se veía, cuan desagradable era su apariencia, lo dispensable que era para el restaurante, mencionando como el cariño que todos le mostraban era en realidad lástima. Era todo un festín de abuso emocional y psicológico que ella había comenzado a disfrutar ya que Lincoln jamás replicaba y tampoco le contaba a nadie sobre ello.

Ese chico no era mas que una pequeña esponja que absorbía todas y cada una de las palabras que Anna escogía deliberadamente para él. No importaba que tan malo había sido su día o que tan estresada estaba ante las propias exigencias que ella se imponía, pues siempre podía visitar el restaurante y dejar caer veneno sobre Lincoln, viéndolo disminuirse en cada una de esas ocasiones. Era como ver un montículo de arena desmoronarse ante una fuerte ventisca, perdiendo su forma y su masa hasta convertirse en nada.

Incluso cuando la descubrieron y sus padres la llevaron a terapia temiendo por su comportamiento, ella no cesó con el acoso verbal sobre Lincoln. Tenía sentido en realidad, después de todo, y según las palabras de aquel terapeuta, aquel maltrato era una fuga que Anna tenía ante la forma tan peculiar que tenia de ver el mundo y de hacer las cosas, así como de lidiar con sus problemas.

Aquel medico incluso fue capaz de discernir que la razón para convertir a Lincoln en su fuga, era únicamente porque en ella se había plantado y arraigado con mucha fuerza la idea de que él terminaría robándole el restaurante si seguía haciendo las cosas bien. Aunque de forma inconsciente, y claramente sin motivaciones, Anna consideraba a Lincoln un obstáculo para ella, especialmente cuando, al enterarse de lo sucedido, sus padres habían comenzado a tratar de compensar a Lincoln por los problemas que ella causaba.

Pero lo peor era que el cariño de ellos por el chico era genuino, y por eso ellos esperaban que Anna lo aceptara también, razón por la cual comenzaron a hacerlo parte de muchas actividades personales fuera del restaurante. Eso era lo que mas hacia hervir la sangre de Anna, ella no quería reconocer que, con el tiempo, Lincoln había conseguido un tono de piel que lucia menos enfermo, ni tampoco quería elogiar el creciente y peculiar cabello que tenía, así como tampoco le interesaba esa labia tan encantadora con la que engatusaba a todo mundo.

A ella no le interesaba ese tal Lincoln, lo quería lejos, y de tenerlo cerca, lo mínimo que quería era hacerlo sentir mal, tan mal como para que, aun si sus padres se lo pedían, él decidiera irse por si mismo. Pero eso no pasó, y sus padres tampoco cedieron, en su lugar fueron mucho mas insistentes en hacerlo parte de sus vidas, recordándole a Anna lo buen chico que era Lincoln, lo amable y servicial que era, lo buena persona.

Estaba bien, si ella no podía convencer a sus padres de sacar a ese chico de su casa, entonces ella sería quien se alejaría. Fue entonces que su etapa de verdadera rebeldía comenzó, siendo mucho mas vocal al momento de expresar sus molestias, y comportándose de una forma bastante libertina. Esa se había convertido en una gran forma de lidiar con el estrés y la traición que sentía por parte de sus padres al intentar obligarla a reconocer a Lincoln después de que ella dejó claro cuánto le desagradaba.

Pero Anna no era idiota, a pesar de todo era esa chica concienzuda en sus actos, así que cada vez que salía sin permiso de sus padres se encargada de hacerle saber a dónde tenía la intención de ir. Bebía alcohol de forma desmedida, pero siempre en compañía de su grupo de amigas a quienes les tenia total confianza, e incluso había comenzado a ejercer su derecho a la actividad sexual, pese a que ella era aún demasiado joven para eso. Pero de todas formas la mayoría de chicos que conocía lo hacían, así que usaría eso como excusa.

Su límite, aquel que ella misma se impuso y que no necesitó discutir con nadie, llegó cuando en una de aquellas fiestas bastante alocadas a las que solía asistir con la única intención de preocupar a sus padres, ella terminó por liarse y finalmente compartir sabanas con una chica mucho mayor que ella, estando bastante alterada por culpa de aquellas bebidas las cuales no supo que estaban alteradas.

La resaca moral que sintió al despertar y saber que había tenido sexo con otra mujer la destruyeron por completo, era algo que nunca habría hecho, incluso estando ebria, pero que ahora no podría cambiar y seguramente tampoco olvidar. Aunque consideraba el sexo homosexual como algo vagamente atrayente si era visto dentro de la pornografía, Anna realmente no tenia ese tipo de intereses personales, y de hecho le desagradaba la idea de intimar con otra mujer. Sin embargo, esa noche de la cual nunca consiguió recordar nada, lo hizo.

Regresar a casa y encerrarse en su habitación fue lo único que sintió como válido, era como si con ello se alejara de esa realidad tan desagradable que tenía en ese momento. Se había convertido en una chica desagradable que no solo retaba a sus padres, sino que también actuaba de forma promiscua y que cayó en una de esas muchas bajezas que ella misma siempre catalogó como desagradables.

No quiso hablar con nadie sobre eso debido a la vergüenza, y tampoco se permitió recibir ningún tipo de ayuda de nadie, pues estaba convencida de que no la merecía. Y pese a que sus padres eran insistentes en hablar con ella y expresarle su solidaridad, sin ejercer presión sobre lo que le sucedió, convencidos de que eventualmente ella decidiría hablarlo, lo que mas le molestaba a Anna era la presencia de Lincoln.

Ese chico ahora pasaba mas tiempo en su casa que en el maldito albergue. No sabía por qué, pero aun lo odiaba bastante, había conseguido engañar a sus padres y rápidamente los tuvo en la palma de su mano con aquellos discursos infantiles y ridículos que daba sobre las pocas cosas que sabía. Y aunque a ojos de sus padres Lincoln era un chico muy sensible y con una empatía reconfortante, a Anna todo eso le parecía nada mas que una simple condescendencia descarada y pretenciosa. Era frustrante que solo ella en esa casa pudiera ver lo manipulador que era Lincoln.

Pero fue en esa temporada que Anna entendió como es que podría estar algo equivocada con él. Fueron casi dos meses de encierro auto impuesto en los que ella solo abría la puerta de su habitación para ingresar la comida que sus padres dejaban frente a su habitación, esperanzados en que la consumiera y evitara problemas de salud causados por el hambre. No dejó en ningún momento y bajo ninguna condición que sus padres entraran a verla, estaba demasiado avergonzada por lo que hizo.

Pero quien estuvo con ella en todo momento fue Lincoln. Le costaba entender la razón para que ese chico de cabello blanco estuviera tan interesado en convencerla de salir de su habitación y volver a sus actividades normales, pues no cabía en su mente una idea que pudiera justificar aquello. Si bien entendía que quisiera ayudarla solo para quedar bien con sus padres, lo cierto es que sus sacrificios le parecían demasiado intensos, puede que exagerados.

Aquello, al igual que sus padres, comenzó con Lincoln preocupado por ella y tratando de expresar su apoyo y el cómo estaría para ella si es que en algún momento llegaba a necesitar de él. Pero entre ellos no había nada bueno, antes de encerrarse, Anna se dedicaba de manera casi sistemática a infligir agresiones psicológicas en Lincoln y sobajando su dignidad a través de burlas que incluso ella misma podía reconocer como hirientes y de mal gusto. Daba igual si hacer eso la hacia sentir una pequeña catarsis y la relajaba, no era tan estúpida como para no darse cuenta del mal que estaba ejerciendo sobre Lincoln. Y aun así él estaba tan pendiente de ella.

Pasadas un par de semanas, y pese a que Anna había vuelto a hablar con su familia a través de la puerta, su contacto con Lincoln no cambió en absoluto, especialmente cuando el pequeño y aun delgaducho niño dejó de asistir al trabajo por el que rogó a su padre conseguir para estar en casa con ella. Estaba segura de que sus padres no lo sabían, pero el chico, pese a los abusos verbales, pasaba la mayor parte del tiempo detrás de la puerta de su habitación, vigilándola.

Ella había conseguido una rutina rápidamente para vivir únicamente dentro de su habitación, y lo cierto es que rápidamente se disipó en ella aquella resaca moral que padeció, si se mantenía dentro de su habitación era porque ya estaba dispuesta a hablar al respecto, y estaba segura de que lo haría si se lo pedían, pero no quería perder la poca dignidad que tenía como hija al contar a sus padres su aventura de una noche con alguien de su mismo sexo.

Ver televisión, escuchar música, leer de vez en cuando y estudiar en la plataforma digital de la escuela después de que ella misma solicitó el permiso pertinente y que sus padres hablaran con la escuela para confirmar que ella estaba teniendo problemas que le complicarían asistir presencialmente a la escuela. Todo estaba resuelto, si así lo quisiera pudo quedarse en su habitación el resto de su vida y seguramente habría conseguido la forma de salir adelante.

Pero ella no haría eso, solo quería encontrar el valor para poder contar a sus padres sobre su problema y tratar de hacerlos entender que, para ella, eso fue tocar fondo y estaba dispuesta a mejorar. Pero ya que ellos seguían sin respetar su desagrado por la presencia de Lincoln, las fricciones no dejaban de aparecer, complicando su salida de aquella habitación. Y era por eso que le molestaba tanto la preocupación que él le mostraba. ¿Cómo alguien de su edad podría ser tan necio?

Anna ya había sido clara con él en muchas ocasiones, pero Lincoln no dejaba de acercarse a ella, de tratar de entablar algún tipo de amistad, de abogar sobre ella con sus padres, y de abogar con ella sobre sus padres. Era frustrante y desorientador verlo ofrecer tanto a una familia que lo único que le había dado era un trabajo, un poco de comida y mucha lástima por su situación. ¿Es que no entendía que su familia solo lo vio así, con lástima? ¿Por qué no se había ido aún? ¿Qué más quería obtener de ellos?

Y con eso en mente, Anna solo se dedicó a convertir a Lincoln, una vez más, en su tótem de maldición. Lo convirtió en la razón de sus problemas y lo convirtió en la excusa para pelear con sus padres, creyendo que, de hacerlo así, ellos eventualmente la escogerían sobre el chico apestoso y mugriento que recogieron de la calle, ese chico que estaba tratando de ganárselos con fantochadas absurdas y que, pese a no tener pruebas, aun consideraba estaba tratando activamente de quitarle lo que le pertenecía: su familia.

—Si yo me voy, ¿volverás a ser normal con tus padres?

Puede ser que Anna tuviera una mente fría y una lejanía con las emociones negativas, pero era también muy joven, algo que su comportamiento había dejado en evidencia. Fue por ello que cuando lo escuchó decir aquello, ella simplemente explotó. Era esa condescendencia en sus palabras lo que tanto la molestaba, esa sensación que tenía de que él hablaba con cierta superioridad, como si lo que el supiera siempre fuera mas que lo que ella sabía.

Era como si con cada cosa que él decía o hacía, desestimara los sentimientos negativos de Anna, como si en verdad él fuera la persona mas desdichada del mundo, alguien que pisó el fondo del barro y, por lo tanto, nadie podía estar peor que él. Era enervante, molesto, disonante y también pretencioso.

Aunque todo aquello era realmente negativo, Anna estuvo realmente feliz al recordarlo, especialmente cuando alguien entró a su oficina y la sacó de aquellos pensamientos. Ese era uno de los días tranquilos que ocasionalmente ocurrían en el restaurante para ella, y esta vez le pareció curioso que su tiempo libre se lo dedicara a recordar aquella época. Frunció su ceño al sentir algo de vergüenza y arrepentimiento, para enseguida olvidar el tema mientras atendía a lo que la señora Leonore le decía.


Aunque era algo que terminaría contándole a todos sus conocidos, los cuales no eran muchos, Anna optó por reunirse primero con Eréndira y Patrick para hacerles saber sobre eso ya que con ella tenia una amistad relativamente corta, pero increíblemente entrañable, mientras que, con él, bueno, era la pareja de Eréndira, y un tipo bastante tranquilo.

La excusa para esa reunión fue simplemente, algo tan insípido como verse después de mucho tiempo de no hacerlo. Ellas no estaban distanciadas en absoluto, de hecho, solían conversar de manera frecuente por teléfono y diaria a través de textos e intercambiando memes en su aplicación de mensajería. Anna también quería aprovechar la oportunidad para felicitarlos por al fin estar comprometidos, pues, aunque a gusto de ambas chicas tardó demasiado, Patrick finalmente le propuso matrimonio a Eréndira hacía no mucho tiempo.

Fue así como esa reunión se oriento en un inicio, con Eréndira, Patrick y Anna festejando su compromiso, aquel con miramientos para una pronta boda, después de todo no había razón para postergarla, ambos tenían trabajos bastante bien remunerados y con ello un buen poder adquisitivo, por lo que gastos para una boda eran un problema menor. Y ya que ambos eran personas religiosas, una boda en iglesia era algo que estaba en sus planes.

Hablaron de eso, de cómo Eréndira pretendía solo hacer una recepción formal para sus invitados, donde festejarían su boda civil sin pasar por el engorroso proceso del vestido blanco, el esmoquin y aquel discurso aburrido sobre como los votos matrimoniales unían a dos personas hasta la muerte, con la bendición de Dios, o al menos así era en las religiones Abrahámicas. Nunca le intereso la teología, así que Eréndira desconocía como era el matrimonio en otras religiones.

Por su parte, Patrick se mostró feliz, aunque tranquilo, él era un hombre muy sociable, para algunos incluso era considerado el eje de las reuniones, siempre aportando tantísima sustancia a las conversaciones con sus conocimientos bastos y detallados en un montón de cosas sin importancia. Y aunque su labia no era muy refinada, quizá su increíble empatía hacía de él alguien apreciado por todos sus conocidos. Con emoción expresó que sus padres, ausentes en la mayoría de sus hitos por la distancia y también por su situación familiar, estarían para su boda, ahora dispuestos a mudarse cerca ya que Patrick al fin se casaría.

Anna estaba feliz, aunque no era una gran amiga de Patrick, si lo era de Eréndira, y sin lugar a dudas eso bastaba para que le tuviera aprecio a él también. A diferencia de Anna, quien nunca tuvo mucho interés en formar una familia, Eréndira era una mujer con un pensamiento bastante tradicional al respecto, siendo que, en algún punto de la universidad, ella estaba incluso preparada para abandonar la escuela o su trabajo si es que quedaba embarazada, con tal de ser una mujer de hogar que se encargue de mantener a sus hijos y pareja atendidos.

Afortunadamente su estancia en la universidad y las amistades que ahí consiguió, se encargaron de hacerla replantearse tan abnegada visión de la vida en familia. Seria un desperdicio que Eréndira, siendo tan lista como era, dejara su carrera teniendo tantas opciones para mantenerla aun si concebía a un hijo. Ellos incluso hablaron con Anna de cómo, en cuanto estuvieran casados, comenzarían a intentar tener hijos, querían una pareja, de preferencia niño y niña, pero a Patrick en verdad no le molestaba si terminaban siendo dos varones o dos féminas, o si tenían un único hijo, o incluso más de dos.

Aunque aquel tipo de pensamientos no eran tan comunes en Anna, no podía dejar de percibir como algo linda la forma en que esa pareja se ponía feliz y emocionada al hablar de ese futuro hipotético que tendrían si pasaba tal o cual cosa. A pesar de estar viendo a dos personas adultas, Anna consideraba aquello también como ver a dos niños soñando con ser adultos, pero no de una forma despectiva.

No es como si desestimara o demeritara sus intenciones, al contrario, era la firmeza y confianza, junto a la inocencia con la que las expresaban, que hacia a Anna repentinamente dibujar una sonrisa en su rostro. Y francamente eso no era lo único que causaba en ella, pues, aunque convencida por sus decisiones, hablar con ellos también le generaba suficiente curiosidad como para imaginarse a si misma en una situación tan hipotética y enternecedora como la que su amiga y la pareja de ella le planteaban.

—¡Te felicito, Anna!— tras haber cambiado el tema, y ahora centrarse en lo que la pelirroja quería expresar, Eréndira exclamó con notable emoción— Es algo que querías mucho. Es bueno saber que al fin tendrás a tu cargo el restaurante.

—Bueno, no es como si muchas cosas vayan a cambiar— respondió ella, tratando de ocultar un poco su emoción—, ya hace tiempo que me hago cargo de la mayoría de lo que ese restaurante representa.

—Pero ahora será al fin tuyo, estará a tu nombre y serás quien decida en ese lugar. Antes era el restaurante de tus padres, y que te correspondía, pero ahora será tu restaurante.

—Si, entiendo. Ya firmé el traspaso de propiedad y la responsabilidad por puesto, así que solo queda esperar a que el abogado nos de aviso y oficialmente ante la ley seré dueña del restaurante.

—Siendo sincera, nunca entendí porque amabas tanto ese restaurante, pero siempre me pareció inspiradora la forma en que te dedicabas a ese lugar. Ya sabes, las horas de estudio en la universidad, los grupos de estudio que organizábamos con los chicos varias veces por semana, y aun así tenias tiempo y ganas de estar en ese restaurante, haciendo de todo, incluso de las cosas más agotadoras.

—Papá me dijo hace tiempo que, para hacer que un lugar trabaje bajo tu dirección, debes saber como opera por completo. Por eso siempre me empujó a probar todas las tareas disponibles en el restaurante. Lavaplatos, conserje, cocinero, ayudante, mesera, contable, administrativo, puedo decirte que nadie sabe mas sobre ese lugar que yo, además de papá. Y estoy segura de que llegué a mencionar bastantes veces la razón por la que ese restaurante es tanto para mí, que aún no lo entiendas me parece bastante insensible de tu parte, ¿sabes?

—¿En serio?— pensativa, Eréndira preguntó casi por reflejo— En verdad no recuerdo que lo hayas mencionado. Llegue a la conclusión de que ese lugar es importante para ti porque es algo que tus padres hicieron desde cero, pero no recuerdo que hayas hablado conmigo al respecto, si lo hubieras hecho, lo recordaría.

—Pues, quizá tengas razón, no es algo de lo que me guste hablar mucho para evitar que la gente me juzgue, pero ahora que lo mencionas, es verdad que no recuerdo haberlo hablado contigo alguna vez.

—¿Y bien? ¿Me lo dirías ahora?

—Seguro, no tengo problemas. Ya sabes que mis padres no son de este país, ¿cierto?

—Ustedes son alemanes, si no mal recuerdo.

—Bueno, en realidad yo solo lo soy por principio de descendencia, la verdad nunca he visitado Alemania antes. Pero el punto es que cuando mamá y papá se casaron, hubo problemas en la familia y todos se negaron a que ellos formaran una familia, especialmente porque eran jóvenes cuando empezaron con esa idea. Pero papá no se dejo amedrentar y cansado de la familia, simplemente le dijo a mamá que deberían alejarse, y así lo hicieron. Vinieron aquí cuando terminaron la universidad y cortaron el contacto con todos en Alemania, incluso con sus amigos para poder evitar ser rastreados por la familia.

—Eso suena como una decisión apresurada, infantil y muy peligrosa— intervino Patrick—, pero muy romántica.

—Al final les fue bastante bien ya que ambos tenían estudios universitarios y tenían experiencia en sus áreas de empleo. Y cuando supieron que mamá estaba embarazada, decidieron que tenían que cambiar las cosas, para no perder la oportunidad de criarme y esas cosas cursis, así que abrieron ese restaurante, aunque fue en otro lugar de la ciudad. Cuando mamá me contaba eso de pequeña me ponía muy feliz.

»Se que es bastante tonto, pero gracias a esa historia y a lo orgulloso que estaba papá por conseguir hacer que su restaurante se volviera popular rápidamente, comencé a hacerme esta idea infantil de que, en cierta forma, ese restaurante era como mi hermano menor, o mayor. La jerarquía de edades en realidad da igual, el punto es que de verdad me hice esa idea de que el restaurante era de mi familia.

—¿Tan simple como eso?

—Ese es el problema, cuando era pequeña, tendía a no decir mucho lo que pensaba, y por ello no hablaba con muchas personas, así que al final creaba escenarios fantasiosos y algo alocados en mi cabeza. Esa idea de ver al restaurante como mi hermano me hizo tener muchas fantasías al respecto, pero eran ideas bastante desquiciadas. En mi mente, al crecer, yo podría cuidar de mí misma porque tendría un trabajo y puedo hacer todo por mi misma, pero el restaurante no podía hacer eso, necesitaba de mamá y papá para seguir viviendo.

»Pensé en el restaurante como si de un hermano discapacitado se tratara. Ya sabes, cuidarlo de por vida y dedicarte a él porque es de la familia, o algo así. Era el orgullo de mis padres después de todo, no podía dejar que terminara olvidado y destruido solo porque yo no quería continuar con eso. Además, me gustaba trabajar en el restaurante, incluso pretendía hacerlo cuando era pequeña. Me hice este cuento en mi cabeza en el que cuando mis padres fueran mayores y estuvieran cansados, yo cuidaría de mi hermano retrasado porque también lo quiero tanto como mis padres.

—Vaya, esa historia es tan… tan propia de ti. Es fascinante y algo alarmante también descubrir la forma en que funciona tu tren de pensamiento.

—Lo sé, soy algo así como una genio, ¿cierto?

—No diría eso exactamente, pero supongo que tampoco esta tan alejado de la realidad.

—Te seré sinceró, Anna— agregó Patrick—, eres la mujer más extraña que he conocido en toda mi vida, pero también la mas divertida. Aunque hay tantas cosas cuestionables sobre ti, no puedo dejar de pensar que eres alguien sin verdadera malicia, pero sigo sorprendiéndome de cómo es que sueles convertir temas tan sencillos como decir que quieres heredar el restaurante de tus padres, en algo tan especifico como decir que cuidaras de tu hermano con retraso, no entiendo como es que haces ese tipo de sinapsis de ideas.

—Ya lo dije, soy una genio.

—Pero— Eréndira, con genuina curiosidad, entonces expresó una duda normal, pero muy intensa—, ahora que conseguiste todo lo que querías, ¿Qué sigue?

Anna no entendió la pregunta, y en consecuencia se quedó en silencio tratando de razonar aquellas palabras, pero no teniendo en cuenta mucha profundidad en las mismas, al menos no aún.

—Pues, seguir con el restaurante, claro está.

—Lo sé, pero me refiero a que más hay para ti. Cuando te conocí tú ya tenías tus metas muy claras, lo primero era tener una educación completa, por eso estábamos juntas en la Ingeniería Matemática. Y aunque fue mas un capricho, también siempre tuviste la idea de conseguir el titulo de Doctora haciendo un postgrado en la carrera, y actualmente estas ya por terminar con eso. Que, por cierto, estoy orgullosa de que tu Paper haya sido seleccionado para ser publicado como un articulo en las condiciones que tu querías.

—Gracias.

—También tenías ya esta postura firme respecto al matrimonio, la unión libre, las relaciones y los hijos cuando te conocí. No querías nada de eso, y hasta donde se eso no ha cambiado en lo más mínimo.

—Por supuesto que no. Creo que ustedes saben que yo no podría ser una buena madre, o esposa— con cierto cinismo, Anna rio después de decir eso.

—Y ahora el restaurante ya es tuyo. ¿Qué más te queda?

Anna enmudeció con esa pregunta, en verdad no tuvo idea de cual seria una respuesta adecuada. Incluso podría decirse que ella no tenia una respuesta para lo que su amiga le preguntó. Ella, que siempre tenía algún comentario en mente gracias a su mente sagaz y entrenada, ya sea para dar una respuesta atinada, mordaz, cruel, incomoda o grosera, en ese momento se detuvo. Era extraño, pues contrario a lo que ese silencio podría insinuar, la mente de Anna no se detuvo, por el contrario, trabajó a marchas forzadas en busca de algo que decir.

Daba igual si se trataba de un comentario burlón, o de una respuesta sincera, Anna habría preferido cualquier cosa antes que ese silencio el cual ella fue quien mas lo notó y más lo resintió. Después de unos instantes que a ella le parecieron eternos, humedeció sus labios, de la misma forma en que alguien lo haría para comenzar a decir algo, pero su silencio perduró, y aunque su rostro mostraba serenidad y su cuerpo se notaba relajado, lejos del pánico que quizá otra persona habría sentido ante una pregunta que removiera su futuro, ella no fue capaz de enunciar nada.

Llevó su mano izquierda hasta su boca, tapando sus labios con sus cuatro dedos, dejando el pulgar reposar sobre su mentón y miró al techo del lugar, aun pensativa y tratando de dar una respuesta a lo que para ella resulto ser la pregunta más difícil que le plantearon en mucho tiempo. Notando eso, Eréndira volteo a ver a su pareja, sabiendo que quizá de el recibiera una mirada de reproche por la incomodidad que causó, pero esperando también de él algún tipo de ayuda. Anna era el tipo de mujer que ella podía considerar a prueba de balas, por lo que nunca espero que algo como eso sucediera. Ese tipo de seriedad en Anna era únicamente propio en sus momentos de aprendizaje.

—¿Qué hay de ustedes?— tras un silencio que a ellos les pareció amplio, pese a no serlo en realidad, Anna cometió aquel desagradable y vergonzoso acto de responder a una pregunta con otra— ¿Podrían decirme de forma detallada que es lo que planean? Supongo que tienen un plan detallado, ¿cierto?

Para Eréndira, aquella pregunta le pareció algo agresiva, inquisidora incluso, puede que, hasta algo acusatoria, el tipo de pregunta que podría iniciar un conflicto de no dar una respuesta correcta, aunque en esos momentos mas que una respuesta correcta, parecía que Anna buscaba una respuesta de su agrado. Pero era Anna de quien escuchó la pregunta, así que dudaba de aquel tono acusatorio, tal vez ella simplemente estaba curiosa al respecto de manera genuina.

—Pues…

—Quiero algo de perspectiva al respecto— aclaró la pelirroja, mostrando esa expresión alegre en su rostro que en cierta medida tranquilizó a la pareja.

—Aun estamos tratando de organizarnos de manera correcta sobre algunas cosas que tenemos pendientes en el trabajo— continuó Eréndira—, pero lo ideal seria al fin casarnos. Seguramente ocurra hasta el próximo año, o incluso después de eso, pero trataremos de terminar los pendientes y conseguir una fecha lo antes posible.

—Lo entiendo, pero, llevan como cinco años viviendo juntos, ¿Por qué quieren que la boda sea lo antes posible?

—Bueno, mientras mas pronto con casemos, más rápido podremos hacer planes para mudarnos de casa…

—¿Planean mudarse de casa? ¿Por qué? El lugar en el que viven es genial.

—Lo es, para una pareja soltera. Patrick y yo hemos dedicado tiempo a nuestras carreras, y en realidad nos gustaría hacerlo por mas tiempo, pero queremos bajar un poco el ritmo de eso, justo ahora nos gustaría comenzar a hacer algo de planificación familiar y en cuanto estemos casados tratar de quedar embarazados.

—¿No creen que es muy pronto?— interesada de una forma en la que Eréndira no había visto hace mucho tiempo, Anna preguntó— Tener hijos a penas se casen hará que pierdan la oportunidad de disfrutar de su matrimonio.

—Patrick y yo hemos estado saliendo por siete años, Anna, esa etapa de recién casados creo que la pasamos hace tiempo. Además, la razón de querer casarnos ahora es, en primer lugar, que tanto él como yo estamos en el lugar que queríamos de nuestras carreras, y ya que ambos somos creyentes de la iglesia católica, el matrimonio nos parece importante, sin mencionar que a ambos nos incomoda la idea de concebir un hijo fuera del matrimonio, por eso ahora tenemos algo de prisa por cumplir con todo eso.

—Pero, aun con todo eso, podrían tomárselo con calma, después de todo tienen mucho tiempo por delante. Se que llevan viviendo juntos mucho tiempo y que han hecho todo lo que una pareja podría haber hecho, pero si en verdad se quieren casar, creo que algo nuevo podrán encontrar para hacer como pareja además de solo tener sexo reproductivo.

—Suena feo cuando lo dices de esa forma, pero en verdad es así como Patrick y yo nos sentimos. Aunque ambos somos católicos practicantes, la verdad es que ninguno de nosotros tenía la intención de casarse, estábamos bien con el acuerdo de concubinato que teníamos, pero desde hace un tiempo hemos estado hablando sobre tener un hijo, o hija, y llegamos a la conclusión de que en verdad queremos dar ese paso en nuestra relación.

»Pero ninguno de los dos quiere llegar a eso sin cumplir con los votos matrimoniales. Se que puede sonar algo tonto para ti ya que no eres creyente ni practicante, pero es como Patrick y yo nos sentimos respecto a esto. Casarnos sería el primer paso para poder plantearnos la opción de un bebé. Mudarse a un lugar mas grande y que podamos adecuar para un hijo sería el segundo paso.

—Entonces, lo que me estas diciendo es que su matrimonio seria básicamente una formalidad para poder tener un hijo sin ir en contra de sus creencias. Y aunque están bien viviendo en unión libre y concubinato, un hijo vale para ustedes la pena el acto de casarse, ¿cierto?

—Lo haces sonar como algo transaccional o muy burocrático, pero si, es básicamente eso.

—Bueno, así como lo plantean es algo muy transaccional y burocrático, no lo puedes negar. Y entiendo que quieran casarse antes de tener un hijo, aunque no soy creyente, se bien que el matrimonio es una parte importante del proceso de pareja, pero sigo sin entender porque quieren un hijo tan pronto si aun tienen tiempo para concebir más adelante.

—Es el momento perfecto, Anna— con una sonrisa tímida, pero encantadora, Eréndira aclaró las cosas—. Se que podríamos esperar más, pero queremos tener aun con nosotros algo de nuestra juventud y actividad para cuando el bebé nazca, y también para cuando crezca. Si espero hasta los treinta y cinco, entonces tendré cuarenta y cinco cuando nuestro hijo tenga unos ocho o nueve años, y seguramente será mas retador mantener el ritmo de un niño pequeño a esa edad, especialmente por la forma en que ambos queremos formar a nuestra familia.

»Si tratamos de hacer todo esto más rápidamente, entonces podríamos disfrutar mucho mas de nuestro hijo en su etapa de bebé y en su etapa de niñez, incluso podríamos ser padres muy activos dentro de su primera adolescencia, y aunque no sería igual, aun podría darse el caso de que en un futuro, cuando el decida tener hijos, nosotros seamos abuelos divertidos que puedan jugar un rato con sus nietos.

Aunque sin sentirse como algo doloroso ni tampoco algo triste, Anna sintió un pequeño pinchazo en su pecho al escuchar eso último, algo resonó dentro de ella y en sus memorias, recuerdos que pese a remontarse a algún tiempo atrás, también estaban muy frescos y recientes. Su madre, aquella mujer que pese a ser algo estricta a veces, en realidad solía ser una mujer muy dulce en general, también ansiaba tener nietos estando aun lo suficientemente joven como para disfrutar de ellos. Anna hacia tiempo que se los había negado, y ahora en ella las esperanzas quedaban solo pendiendo de la posibilidad de que sea Lincoln quien se los de.

No quería ser alguien grosera, aunque en realidad siempre lo era, pero de alguna manera, y pese a que ver a su madre ahora volcada a Lincoln con aquella petición la liberaba de un peso y una responsabilidad que no quería cargar, consideraba que su madre se estaba conformando al hacer el pedido a aquel hombre de blanca cabellera. No dudaba del amor materno que ella tenía por Lincoln, pero sabía con bastante certeza que ya sabiendo que su primogénita y única hija biológica no pensaba dárselos, su madre estaba conformándose con saber que quizá Lincoln, su hijo adoptivo se los daría. Anna nunca se sintió feliz de privar a su madre de uno de los pocos deseos que ella como hija podía concederle sin que nadie mas pudiera arrebatarle ese privilegio, pero en verdad estaba en contra de la idea, después de todo se consideraba a si misma como una mujer volátil y poco empática, por lo que dudaba de si realmente tendría aquel instinto materno que la haría una madre responsable, como mínimo.

Su madre había hablado en el pasado con ella al respecto y le había dado respuestas muy amables a sus preguntas, incluso algo esperanzadoras, pero aunque su madre fue una mujer capaz de lidiar con una hija tan intensa y descolocada como lo fue Anna, y aun así le había quedado la empatía, el amor y la paciencia para cuidar de un segundo hijo al cual no tuvo sino eligió, eso no quería decir que Anna heredaría esas capacidades. Por el contrario, se veía a si misma incapaz de lidiar con un bebé que limitara su forma errática de vida, la cual ella misma había elegido, sin mencionar que también le quitaría tiempo y capacidades para hacerse cargo de aquel que ella ya consideraba como su propio bebé, su hermano bebé retrasado: el restaurante.

Pero, si tenia que ser completamente honesta, la idea de un hijo jamás le pareció realmente una mala o repelente, solo era una de esas cosas que afectan tanto a tu vida y a tus planes que ella no estaba dispuesta a dejarle que le ocurriera. Cuando era mas joven incluso llegó a tener el pensamiento sínico de que un hijo no es mas que un estorbo, después de todo ella misma se llego a considerar un estorbo para sus padres en una etapa de su vida. Pero lo que su amiga, aun frente a ella y continuando con aquella palabrería tan encantadora, la hacían ver que, de hecho, había un tiempo limite para tomar una decisión así. Anna ya había tomado la decisión, pero aquello siempre fue de manera desenfadada, como hablando sobre algún juego tonto del cual ella no era parte. Ahora sentía que era muy necesario mentalizarse a que, si se negaba a la idea, debía tomárselo en serio, después de todo si solo posponía la idea y eventualmente decidía cambiar de opinión, quizá seria muy tarde por culpa de la edad haciendo estragos en su cuerpo y ella lamentaría no tener más resolución y haber pensado más seriamente al respecto.

Verse a si misma a los cuarenta años, habiendo logrado lo que planeaba con aquel restaurante y sintiéndose al fin plena y completa, pero con ello teniendo ahora estabilidad financiera y tiempo libre, podría llegar a reconsiderar su idea y concepto de las relaciones, lo cual podría hacerla interesarse en conseguir a alguien que este a su lado para evitar la soledad que a esas alturas de su vida habrá notado no era posible disipar solo en compañía de sus padres y de aquel hombre que la seguía cual perro faldero a todos lados y de todas formas: Lincoln. Pero, si eso ocurría en el futuro sin que ella se preparara o se mentalizara, ¿tendría forma de aceptarlo?

Así como iba todo, Anna estaba segura de que su escalada en la Pirámide de Maslow estaba ya por el cuarto peldaño, pero eso no significaba que, en el futuro, cuando estuviera mucho mas cómoda en su estabilidad, decidiera simplemente cambiar su perspectiva. Las personas son endebles y fácilmente cambian después de todo. Al tener al fin cubierto todo aquello material y cumpliendo con sus necesidades afectivas y logros, ¿no llegaría el momento en que decidiera que quiere relaciones mas profundas, distintas a las que ya tiene? Si llegase a verse inmiscuida en algún evento que la lleve al límite, ¿no la haría eso cambiar su sistema de valores de forma imprevista y buscar cosas diferentes a las que actualmente lo hace? Si al seguir envejeciendo y teniendo frente a ella a mas personas en diferentes contextos sociales y con diferentes rutas de vida la hacen enfrentarse a sus sesgos y disiparlos, ¿no la haría eso también capaz de cambiar lo suficiente como para entonces poder interesarse en el matrimonio o en la maternidad?

En realidad eso no le preocupaba, sabía que podía ser así, lo que le preocupaba era si sus resoluciones serían tan firmes como ella creía, pues le parecería completamente desesperanzador llegar a sus cincuenta años y entonces arrepentirse de no haberse casado nunca, pues para entonces, a términos generales, sería tarde para ello, a esa edad difícilmente se encontraría una pareja con la cual entablar una relación afectiva lo suficientemente intensa como para que ella se sienta cómoda o verdaderamente enamorada, o eso creía. Mas aun seria tarde para arrepentirse de no tener hijos, pues a esa edad estaría ya en medio, o quizá comenzando con la menopausia y todas sus implicaciones hormonales, lo cual sin duda le haría imposible embarazarse; al menos de forma natural.

Esa misma noche, al terminar con aquel festejo improvisado en que Anna, Eréndira y Patrick se dieron buenos deseos entre si por sus logros presentes, la pelirroja regresó a su hogar con cierta incertidumbre plantada en sus pensamientos. Creía estar firme en su decisión por no contraer matrimonio o siquiera considerar la idea de una relación monógama formal, mucho menos de tener hijos, pero ahora había comenzado a dudar de si esa decisión estaría igual de solida en el futuro, cuando ella no pudiera ya dar marcha atrás a sus actos por culpa del tiempo transcurrido, pero aun con demasiado tiempo por delante para seguir arrepintiéndose por sus actos.

No había bebido lo suficiente, así que esa noche fue una intranquila e incómoda en su cama, tratando de dormir, pero viéndose asaltada por aquellos pensamientos intrusivos sobre como sus decisiones podrían, o no, arruinar su futuro soñado.


Era difícil enfrentarse a pensamientos sobre un futuro que aparentaba estar tan lejos y tan ajeno a ella, pues de ninguna manera podría predecir como serían las cosas para cuando los escenarios en su mente realmente se materializaran. Era ya complicado el hecho de siquiera conseguir que su plan de vida se materialice de la forma en que ella lo desea, tomando en cuenta que no todo depende de ella, por lo que era un mas complicado imaginar que es lo que sucedería con ella y con sus resoluciones en un plazo de cinco años, mas aun de diez años. Objetivamente hablando, era una tarea absurda.

Lo normal, o al menos lo lógico para ella desde el principio fue tener una meta clara, pero muy general para su futuro distante y a partir de eso coleccionar metas mas pequeñas y definidas que vayan allanando el camino hacia aquella gran meta final poco a poco. Era esa la razón de que muchas de sus decisiones parecieran algo apresuradas e impulsivas, pero por el contrario eran solo una muestra de lo bien que ella pensaba sobre las cosas antes de comenzar a hacerlas.

Pero aun con eso, Anna tenía momentos de duda en los que cuestionaba sus decisiones, así como cualquier otra persona lo haría, sin embargo, su carácter era obstinado en cuanto a ese tipo de cosas refería, por lo que le era fácil superar esas flaquezas. Pero ahora estaba confundida, y sin duda también algo intranquila por lo que esa charla con Eréndira le reveló. No es que ahora cuestionara su vida por completo, ni tampoco sus decisiones hasta ese momento, era algo diferente, mucho más específico y relacionado en particular con esa charla en la que ambas intercambiaron felicitaciones.

Tuvo que recordar como es que, pese a no admitirlo a esas alturas, como cualquier niña o niño lo haría, de pequeña ella fantaseó sobre tener hijos y todo lo que ello conllevaba, fuera antes o después. Y aunque muy temprano en su vida desistió de la idea de una pareja debido a que, sin contar a sus padres, todos los adultos que conoció estaban en relaciones rotas y desagradables, pero la idea de un hijo no le parecía una tan descabellada.

El momento en que consideró no tener vástagos fue cuando, en retrospectiva, entendió los sacrificios que sus padres hicieron por tenerla siempre atendida mientras hacían crecer el negocio familiar. Pensándolo con detenimiento, de no haber tenido que cuidar y hacer crecer el restaurante, Anna no habría caído en sus comportamientos nocivos y preocupantes, mientras que, de no haberla tenido a ella, sus padres seguramente habrían conseguido hacer crecer y asentarse mucho más rápido al restaurante, dándose una vida mejor mucho antes también.

Joven, inexperta y falta de alguien que le diera perspectiva al respecto, Anna concluyó que tener un hijo era una carga a la cual debes estar dispuesto a darle todo de ti, o nada en absoluto. Creyó entonces entender aquella dinámica de la familia tradicional, pues en su mente era la única forma de que todo funcionara correctamente. El padre, como proveedor, estaría fuera de casa haciendo crecer sus ingresos y dejando de lado sus interacciones personales, convirtiéndolo entonces en alguien mayormente ausente en su familia y temperamental por culpa del estrés, pero manteniendo los gastos y consiguiendo los lujos de todos.

La madre ama de casa, abnegada como solo una mujer así podría ser, también dejaría de lado su vida al igual que su marido, dedicándose a cuidar de la casa y eventualmente de sus hijos. Seria ella quien se encargará de mantener a la familia unida, creando oportunidades para que el padre se involucre con ella y sus hijos, mientras que recordaba constantemente a sus hijos que, pese a su ausencia, el padre los amaba a todos y a cambio de todo lo que les ofrecía, como la seguridad financiera y un techo sobre sus cabezas, el pago seria tener poco tiempo para disfrutarlo, pero no por ello deberían dejar de amarlo.

Fue extraño sin dudas, pues ni siquiera Anna fue capaz de recordar de donde saco una imagen tan vívida, pero al mismo tiempo tan estereotipada de lo que era un matrimonio tradicional, pero recordaba que eso era lo que la había llevado a su conclusión sobre los hijos, pues en su mente para que un hijo creciera en condiciones óptimas, debía vivir en un hogar unido, la coparentalidad no funcionaría ya que obligaría a ambos progenitores a estar igual de ausente, y puede que igual de impedidos económicamente para que el hijo se sintiera sano y salvo.

Era esa conclusión la que la llevó a descartar la idea de un hijo en primer lugar, después de todo, y pese al tiempo transcurrido, Anna seguía viéndose como alguien incompatible con el matrimonio o el concubinato, incluso el amasiato le parecía algo fuera de su capacidad afectiva y responsabilidad hacia otras personas, y ya que todo eso era para ella una muestra clara de su impedimento para forjar una relación sana y duradera con una pareja, el formar una familia tradicional lo era también.

Y ella tampoco quería que sucediera lo mismo que a sus padres, siendo que su interés estaría enfocado en el restaurante únicamente, no tendría un hijo que retrasara sus proyectos relacionados con su trabajo, ni tampoco descuidaría a una pequeña criatura que depende de ella para atender un trabajo. Debía ser uno u otro, pero no ambos, y para Anna la respuesta era clara: el restaurante.

Pero, ¿seguía siendo tan claro ahora? Nunca odió como tal a los niños, ni tampoco la idea de tenerlos, solo se había convencido de que eso era lo mejor para su futuro, pero era verdad, su futuro era algo que ya estaba en sus manos. Ya tenia sus estudios, sus contactos, su familia, y recientemente también el restaurante. "¿Qué mas te queda?", esa pregunta que Eréndira le hizo en verdad resonó en su cabeza, pues teniendo ya todo eso, no tenia planes a futuro, y era aún bastante joven.

Tenía claro que quería hacer de aquel restaurante algo mas grande y mejor, pero eso sería algo que resultaría progresivo y por lo que ya a pasado antes, así que entiende bien el proceso, por lo que solo dedicarse a eso haría de su vida una muy lenta y aburrida. Probablemente teniendo a algún compañero en su vida que le de otro propósito seria una buena idea, no una pareja permanente, quizá algo mucho mas intimo y mas personal, algo como un hijo…

—Pues, como ya te hemos contado— con tranquilidad, y disfrutando de la visita de su hija, Esther respondía a su peculiar pregunta—, no es que nosotros planeáramos tenerte en realidad, fue algo que simplemente sucedió.

—Si, esa parte la conozco, lo que quiero saber es, tomando en cuenta que no fui planeada, ¿Qué los motivó a seguir adelante con el embarazo?

—Pues nada en especial, hija, simplemente éramos dos jóvenes que trataban de ser rebeldes, ya sabes, por como nuestra relación se había dado, y cuando supe que estaba embarazada, mi mente simplemente cambió. Así de sencillo, no puedo decirte que lo causó con exactitud, solo supe que no estaba dispuesta a interrumpir el embarazo y que haría lo que fuera necesario por cuidar de ti, porque la verdad ya sabía que la familia no estaría nada contenta con esto.

—¿Qué hay de papá?

—El se negó al principio, no quería que continuara con el embarazo, y si lo hacía, él no tendría nada que ver, o eso dijo en un principio. Pero desde muy joven él fue alguien muy serio con temas de responsabilidad, así que terminó por estar a mi lado y ayudarme con todo, especialmente cuando nuestros padres al fin descubrieron lo que sucedió y decidieron echarme de casa.

»Te abría parecido extraño verlo tan molesto cuando mis padres me amenazaron con esa tontería después de despotricar contra mi por haber hecho lo que hice con tu padre. Hasta ese momento había estado tranquilo, aceptando la situación, pero de pronto simplemente explotó, gritó un montón de barbaridades y se puso de mi lado. No le importó nada mas y fue cuando el me dijo que deberíamos irnos.

—Entonces, ustedes no planearon tenerme, pero aun así algo cambió en ustedes cuando se enteraron…

—Oh, no hija, fui yo quien al enterarme supe de inmediato que te quería en mi vida. Tu padre estuvo en contra en todo momento, pero su sentido del deber y el amor que nos teníamos lo convenció de hacer lo que él creía correcto, es decir, quedarse a mi lado y criar conmigo a nuestra hija.

—Papá me ama, ¿Cuándo comenzó a hacerlo entonces?

—Diría que fue cuando naciste. Durante el parto el estuvo en la sala, pero no quiso ver el proceso en absoluto, estuvo a mi lado tratando de calmarme, pero se veía afligido en todo momento. Incluso cuando te tuve en brazos él no se veía muy contento con la idea de ser padre, pero cuando le pedí que te cargara por primera vez, él sonrió. Me gusta pensar que ese fue el momento en que tu padre se enamoró de ti. Yo lo hice antes de conocerte, y él en el momento en que pudo tocarte.

—Ya veo, suena… no lo sé, lindo, o tierno, algo así. Pero si así fue con ustedes, significa que solo lo aceptaron, ¿cierto?

—Pues, hija, aunque lo que dices es verdad, no es tan sencillo como lo haces sonar.

—Pero, si tú no tenías intenciones de concebirme, entonces no habías planificado nada para mi llegada, y eran jóvenes, y todo el problema con la familia y después mudarse hasta este lugar del otro lado del mapa, lejos de todo lo que conocían. ¿Cómo puedo usar eso de ejemplo?

—¿Ejemplo de qué? Hija, no se que estés tramando ahora, pero no hay nada que puedas usar de ejemplo sobre nuestra familia además del amor incondicional y de la parte sobre perseverar. Personalmente no me gustaría que nadie forme una familia en las condiciones en las que tu padre y yo lo hicimos, no son nada favorecedoras.

Con cierta mofa, Esther rio por lo que le dijo a su hija de manera suave, tanto por como estaba constituido su contexto familiar, por como es que insinuó que su hija alguna vez formaría una familia, siendo que ella había dicho ya hasta el hartazgo como de ajena a la idea se sentía. Pero Anna no compartió esa risa ni buen humor, por el contrario, permaneció extrañamente seria, y bastante atenta a las cosas que se decían, como tratando de entender cualquier detalle oculto.

»Anna, no es la primera vez que me preguntas sobre estas cosas, pero esta vez estas algo rara. ¿Pasó algo malo?

—No lo sé, es solo que hace unos días hablé con Eréndira, y ahora hay algo que no puedo sacarme de la cabeza.

—¿Y que es? Si me lo dices, quizá pueda ayudarte con eso, aunque siendo tú, no estoy tan segura de que vayamos a tener las mismas conclusiones.

—Es sobre tener hijos. Estoy comenzando a dudar al respecto.

—¿Perdón?— incrédula y también algo confundida, Esther incluso empujó suavemente su espalda contra el respaldo del sofá ante la sorpresa.

—Eréndira dijo que estaba planeando tener hijos pronto, que por eso decidió casarse. Algo relacionado con sus creencias, pero el punto es que lo hacen para tener a su primer hijo dentro del matrimonio. Al parecer tienen algo de prisa por tener a su primer hijo porque quieren seguir siendo relativamente jóvenes para disfrutar de la infancia de su hijo.

—Ya veo…

—Hable mas cosas con ellos sobre ese tema, y me hizo darme cuenta que estoy en un punto en el que, si realmente decido no tener hijos, entonces en verdad no los tendré. Si espero un poco más, mi juventud se ira, e incluso mi fertilidad podrá comprometerse, y entonces, si en algunos años cambio de parecer, ya no tendré forma de retractarme. Estaré atrapada en una decisión que tomé y a la cual no dimensioné por completo sus consecuencias.

»Comenzó a parecerme algo aterrador que en una década, un día simplemente despierte y decida que me equivoqué y siempre si quiero hijos, pero sea demasiado tarde porque mi cuerpo ya no está en la condición optima para ello, y que nunca tuve una pareja a la cual pedirle que se una a mi en algo tan difícil como la paternidad. Y si eso pasa, mi única opción será la inseminación artificial, arriesgándome con eso a un gasto grande que no me asegura nada, o peor aún, que sea un embarazo múltiple, o ectópico, o incluso un embarazo normal que simplemente termine en un aborto espontaneo.

—Entiendo que pienses en esto, hija, es normal que a ciertas edades la gente pase por algunas crisis de identidad y cuestiones sus principios, decisiones y cosas así, pero creo que estas sobre pensando un poco al respecto.

—Pero— continuó Anna, mirando a su madre algo confundida—, si decido tener un hijo pronto y descubro en un par de años que en realidad no es lo que quería, ¿no significaría eso que yo soy la mala? Traería a un niño al mundo solo para sentirlo como una carga y seguramente yo seria incapaz de separar las cosas, y quizá trataría de desquitarme con él, haciéndolo pasar por cosas que no debería.

—Hija, en serio estas sobre pensando mucho todo esto. No creo que estés bien, ¿debería cancelar el viaje? Creo que debería quedarme y estar a tu lado mientras tú hablas sobre estas cosas con tu terapeuta para que te haga entender mejor como te sientes.

—Descuida, mamá, estoy bien, todo lo que dije es algo que pensé, pero ya lo asimilé también. Mis ultimas dos sesiones con el terapeuta fueron bastante extensas porque quería hablar sobre esto con él. Le dije todo eso y él me ayudó a no desproporcionar las cosas, si estoy aquí es solo porque quería decirte esto antes de que salgas junto a papá en tu viaje. No podría esperar un año a contarle sobre esto, y creo que es justo decírselos en persona, especialmente a ti, mamá.

»Reconsideré y pensé mucho al respecto estas semanas, y ya que te vas en tres días, también me apresuré a tratar de entender todo esto y, después de culpar a Eréndira por ponerme estas ideas en la cabeza, llegue a la conclusión de que no solo estoy a tiempo de hacerlo, en verdad quiero tener hijos. O al menos uno, ya sabes, para no tomar mas de lo que puedo manejar.

Ante las palabras de su hija, Esther dudó bastante, y no era para menos, aquella joven mujer frente a ella que había heredado el peculiar pero hermoso color de cabello de su abuela, en la mayor parte de su vida fue alguien testaruda y decidida, pero al mismo tiempo alguien volátil y aventurera. Sin embargo, había decisiones de las que ella estaba mucho más que convencida y las mantenía incluso desde que era joven y algo ingenua, eran como una muestra fidedigna de lo peculiar y temeraria que había sido desde muy pequeña.

Aunque siempre tuvo intenciones de convencerla de lo contrario, Esther sabía que una de aquellas decisiones que convertían a su hija en lo que era, sin lugar a dudas era la de no tener hijos o siquiera una pareja estable. Era una gran muestra de su carácter y de su idiosincrasia, de sus creencias, de sus sesgos, de su entendimiento propio, de sus valores y de como es que ella percibía al mundo y a la sociedad, así que intentar cambiar su pensamiento al respecto era, sin lugar a dudas, una batalla perdida, y eso era desde el punto de vista de ella como madre, así como de su esposo como padre, por lo que la idea de que alguien ajeno a la familia la hiciera reconsiderar le parecía tan inverosímil.

—Pensé que no querías hijos, que te disgustaba la idea.

—No es que me disgustara la idea, es solo que creía que seria lo mejor evitarlos, ya sabes, para que no me estorbaran cuando comenzara a hacerme cargo del restaurante y que tampoco me limitaran al momento de continuar mis estudios.

—Pero siempre te resististe tan vehementemente— con sorpresa y estando aun bastante incrédula, miró a su hija esperando a verla decir que todo esto era alguna de sus bromas de mal gusto—, dejaste claro que no te gustaban los niños.

—Nunca dije que no me gustaban los niños— aclarando aquello, Anna se acercó un poco mas a su madre—, lo que no quería era niños en mi vida robándome el tiempo para hacer las cosas que quería. Salir, beber, trabajar, hacer mi vida.

—Pero aun estas en eso, no entiendo como es que cambiaste de opinión.

—Ese es justamente el detalle, descubrí que no estoy en proceso de nada de eso a estas alturas, ya lo conseguí todo. Nunca quise hijos porque serian un estorbo, pero la idea no me desagradaba realmente, incluso llegué a pensar seriamente en aquellas ocasiones en que Lincoln me hablaba al respecto, de verdad que sí.

—¿Y por que lo rechazaste en cada ocasión?

—Porque aun estaba lejos de lo que quería. Aun estaba estudiando, no tenia mi hogar propio y sin lugar a dudas, aun quería divertirme en fiestas y cosas así. Y aunque dije que me gustaría tener un hijo, aun no estoy dispuesta a aceptar a una pareja como tal, solo quiero tener a mi hijo y cuidarlo por mi misma. Seria genial tener a alguien que haga la función de figura paterna, pero si no lo consigo, no me va a molestar, la verdad ni siquiera tengo intenciones de intentarlo. Ahora misma estoy segura de que podría cuidar de un hijo por mí misma.

—Entonces, ¿Qué hay de esos estudios que tanto usaste como excusa?

—Mamá, mi doctorado esta por terminar, y aunque no es oficial, si yo decidiera solicitarlo, me aceptarían como académica en la misma universidad en la que Eréndira trabaja, después de todo mis estudios me respaldan y mi trabajo, aunque entorpecido, tiene buenas reseñas. Te recuerdo que me publicó una de las cinco mejores revistas científicas del país, y mi Paper del doctorado ya está sometido a revisión por pares en la revista que yo considero la mejor.

»Ni que decir de mis contactos, sabes que conozco a prácticamente todas las personas importantes de mi rubro, y también del rubro del restaurante. Mis estudios ya llegaron hasta el punto en que quería tenerlos, y también me han dejado muchas experiencias y relaciones que seguramente me sean útiles. A fin de año estaría al fin titulada de mi doctorado y ya no tendría otra cosa que estudiar, al menos no por ahora. Un bebé y un embarazo no afectaría eso.

—¿Qué hay de tu trabajo? ¿No era tu prioridad el restaurante?

—Aun lo es, y lo seguirá siendo. Es solo que yo pensé que heredaría ese lugar mucho mas adelante, no en este momento de mi vida. Se que ustedes se han quejado hasta el cansancio de la cantidad de tiempo que le dedico a ese lugar, especialmente porque lo hago de todas las formas. Cocinera de vez en cuando, lava platos, administrativa, gerente, mesera, conserje, almacenista, estaba en todos los lugares y casi siempre estaba mas tiempo del debido, pero era porque papá siempre dijo que era la mejor forma de administrar un restaurante: sabiendo como era cada uno de los trabajos que en el lugar se realizaban.

»Mi plan siempre fue cambiar eso cuando yo me convirtiera en la dueña, después de todo seria mucho mas necesaria mi presencia en lugares como la oficina para asegurarme de que la administración del lugar no se derrumbe u ocurra algún problema por mi ausencia. Y eso esta por pasar ahora, estoy ya en esa transición. Mi trabajo sería mucho mas simple, y también estaría ligado a un horario de trabajo que, aunque seria igual de extenso, también seria muchísimo mas flexible. ¿Entiendes a lo que me refiero? Siendo la dueña, ya no debería estar agotada haciendo trabajos físicos y pesados, aunque seguramente igual los haga de vez en cuando.

—Si, entiendo, tiene sentido, es algo que tu harías, tu forma de hacer las cosas siempre fue así de secreta y al mismo tiempo de peculiar— mostrando una sonrisa llena de alegría, Esther tomó la palabra tratando de contener el temblor en su voz causado por la emoción—. Admito que tu padre y yo planeamos este viaje de forma muy apresurada, fue un capricho, pero creímos que seria lo mejor para todos. Ahora veo que fue una buena decisión de formas que ni siquiera yo misma esperaba.

»Es una decisión muy importante, hija— continuó ella, abrazando a su hija—, y quiero que sepas que te apoyo completamente, sabes que espere por esto desde la primera vez que mencionaste no querer tener hijos. Pero debes saber que un hijo, sin importar cuanto planees al respecto, cambiara tu vida, y mucho, así que creo que deberías pensar mucho mejor en esta decisión, no apresurarte y tener claras las cosas antes de siquiera intentar buscar un padre para él.

—Ya te dije que estuve hablando con mi terapeuta al respecto.

—¿Y qué dijo?

—Pues se sorprendió al principio, pensó que estaba pasando por una crisis debido a mi edad o algo así. ¿Quién se cree ese idiota, mi madre?— agregando una risa sínica, Anna consiguió que su madre sonriera por lo que esa frase significaba— Pero la verdad es que él parecía ya tener una idea de que algo así podría pasar. Es algo aterrador, pero tomando en cuenta que él ha estado dándome terapia por casi una década, creo que en verdad tiene sentido.

»Fue muy amable y todo, hasta me dejo extender mis sesiones tanto como lo necesitara, y vaya que aproveché eso. Se que aun es pronto, pero en verdad creo que estoy tomando la decisión correcta. Quiero formar una familia teniendo un hijo. Seria grandioso, podrás irte de viaje con papá y al regresar seguramente ya tenga todo listo para comenzar con eso y ustedes serian abuelos más o menos jóvenes.

—No tienes idea de lo feliz que me hace escuchar eso, hija, y aunque me parece muy apresurada esta decisión, no puedo negar que has hecho cosas igual de impulsivas antes y aun así te has arreglado para que todo funcione. Solo espero que esta sea una de esas veces también y no te embarques en un problema que después no sepas como resolver.

—Estaré bien, te lo aseguro.

—Pero— algo incómoda, Esther debió presentar su duda—, ¿Cómo lo harás? Me confunde un poco eso que mencionaste de no querer alguien a tu lado como pareja, y mas aun eso de no querer un padre para tu hijo.

—No es que no quiera un padre para mi hijo, es solo que estoy segura de que no podría encontrar a nadie con quien pueda llegar a ser tan cercana como para que juntos intentemos una responsabilidad tan grande como la paternidad, y si ese es el caso, entonces prefiero solo a un donante que decida no ser parte de mi vida, ni de la de mi hijo.

—¿Hablas de esos embarazos de laboratorio?— con cierto pesar, su madre preguntó.

—Los tome en cuenta, pero hay mas opciones. Estuve investigando, y la inseminación in vitro puede tener muchos problemas y complicaciones que a mi parecer no valen la pena. Sin mencionar que es costosa, muy costosa, tanto como para pensar en que ese dinero estaría mejor en mi cuenta de ahorro para cuando nazca el bebé, o para comprar cosas para cuidarlo.

—Entonces— mostrando un rostro de disgusto, su madre habló—… ¿solo buscaras un amante que te preñe?

—Es una opción— respondió Anna, antes de comenzar a reír por el rostro que su madre puso y al escuchar el tono en sus palabras—, ya sabes, ir de fiesta en fiesta y esperar a que alguno de en el blanco.

—¡Anna! Eso que dices es tan desagradable. Tu eres mejor que eso, no deberías rebajarte a ser solo una cualquiera en busca de sexo, y es una tontería que hagas algo así. ¿Qué pasara si el padre resulta tener alguna enfermedad que herede el bebé?

—Solo bromeaba, mamá. Aunque si es una opción hacer eso, en verdad no lo haría. No creo que la promiscuidad traiga algo bueno a mi vida. Además, sigue habiendo otra opción.

—No quieres conseguirte un esposo, o siquiera a un novio, tampoco quieres pagar por una de esas cosas medicas para embarazarte, y ni loca permitiría que te acuestes con desconocidos para embarazarte. Si no es alguna de esas opciones, ¿Qué es lo que puedes hacer al respecto? Esta claro que en verdad no pensaste bien sobre esto, me quedare después de todo y te acompañare a tus terapias, hay muchas cosas que hablar al respecto…

—Mamá, olvidas que yo siempre tengo un plan "B"— con suficiencia, Anna sonrió y también posó de forma pedante y altiva.

—¿Y cual es ese plan "B"?

—Lo conoces bien, mamá, se llama Lincoln.

Tal y como lo esperaba, Anna vio a su madre explotar rápidamente ante esa declaración, y en realidad la entendía y compartía con ella el disgusto, pues admitía para si misma y para quien sea que se lo cuestionara lo descarada e hipócrita que estaba siendo al decir algo así. Y su madre no se contuvo al decírselo, después de todo, de la misma forma en que ella siempre la apoyó en todas sus decisiones, también fue muy tajante al momento de encararla por sus errores, y esta no sería la excepción.

En esta ocasión Anna no estaba tomando una de aquellas decisiones que le podrían afectar a largo plazo y ya, era una decisión que estaba involucrando directamente a Lincoln, o al menos esa era la intención. Su madre simplemente no lo toleró. Después de todo lo que él había hecho por la familia, después de todo el esfuerzo que hizo por estar al lado de Anna y las desilusiones que tuvo por culpa de las decisiones que ella tomó de manera casi arbitraria una tras otra, Lincoln había detenido su vida solo por complacer a la familia y con tal de no perder la extraña y poco saludable relación que tenía con Anna.

Bien pudo dejar a tras ese romance intermitente que claramente Anna no se tomaba en serio y comenzar a hacer una vida propia, empezar a relacionarse con otras personas y conocer a alguien que compartiera de alguna forma sus valores, o sus intereses, o sus ideales, o sus metas, lo que fuera, siempre y cuando fuera una pareja que lo complementara. Pudo ser parte de una relación al fin sana y duradera, que bien podría haber terminado en un matrimonio y formando una familia, como él había mencionado en varias ocasiones que le gustaría. Pero no lo hizo.

Pese a todo, la forma en que Anna se comportaba mantenía en él esa esperanza de que las cosas podrían cambiar, podrían ser lo que él esperaba, podrían mejorar. Y al final eso hizo que el tiempo pasara y Lincoln simplemente no tratara de hacer su vida como una persona normal. Siempre tenia excusas convenientes para justificarse y evitar que la culpa recayera en Anna, pero todos en la familia sabían que, de no ser por ella, quizá Lincoln habría formado su propia familia, o al menos habría conseguido una relación estable hacía mucho tiempo.

Y ahora que él estaba en ese proceso, cuando al fin parecía estar dando sus primeros pasos en aquello, dejando al fin de lado a Anna y encontrando a alguien, Anna encontraba una razón mas para interferir y causar en él lo que seguramente seria un chantaje emocional en el cual Lincoln caería sin mucha dificultad. Así es él a fin de cuentas, un hombre tenaz, pero de corazón sensible y con poco carácter.

—…es simplemente una locura de tu parte querer meterte en la relación de Lincoln de esa manera. ¿Esperas que esa chica simplemente acepte lo que tu quieres hacer? Llegar con Lincoln y decirle que cambiaste de opinión y que, como no quieres gastar dinero, deberá tener relaciones contigo hasta embarazarte, ¿eso te parece que es sano, o algo normal?

—Tranquilízate, mamá— verdaderamente preocupada por el sobresalto de su progenitora, Anna incluso debió tomarla con fuerza para sentarla de nuevo y tratar de hacerla tranquilizarse—, no estoy diciendo que lo voy a obligar. Se lo voy a decir, y será su decisión ayudarme o no, tampoco es como si esa fuera mi única opción. Si el se niega entonces simplemente buscare alguna pareja, o solo pagare las estúpidas inseminaciones, esperaba que esto te pusiera feliz, es lo que siempre quisiste, ¿no? No hay razón para ser tan dramática.

—Claro que quería esto, hija, aunque ya me había hecho a la idea, siempre espere que cambiaras de opinión y decidieras sentar cabeza de forma mas tradicional y darnos a tu padre y a mí nietos. Te apoyo por completo, es solo que no quiero que vuelvas a arruinar los planes de Lincoln. Él esta haciendo su propia vida ahora, y esto podría causarle problemas.

—Lo sé, por eso no estoy muy esperanzada a que él acepte. Seria genial que lo hiciera, y la verdad si tengo hijos, me gustaría que fueran suyos, pero si él me rechaza, entonces no hay nada que pueda hacer. Yo lo rechace primero, y en varias ocasiones, así que seria lo justo que yo acepte su rechazo también. No tienes que preocuparte por eso.

»También amo que Lincoln al fin este haciendo cosas por formar el tipo de relación que yo no le quise dar, y en verdad me agrada su novia, así que no pienso meterme en nada de eso. Incluso si Lincoln acepta, es obvio que tendría que hablar sobre todo esto con su novia, y si ella no quiere que nada de esto ocurra, pues entonces nada de esto sucederá. Si hago las cosas mal podría alejar a Lincoln, y créeme que eso es lo último que quiero.

»Jamás podre ver a Lincoln como mi pareja, pero creo que sería increíble como el padre de mi hijo, pero si eso no puede suceder, entonces espero que sea el increíble tío amable que mi hijo merece. Quiero que él y yo sigamos siendo igual de cercanos como hasta ahora, incluso mas si es posible, pero nunca me metería en sus relaciones, a menos que haga algo estúpido como lo que ocurrió con la señora Elizabeth.

—Oh, hija, no me recuerdes a esa zorra, la odio. No puedo creer que dejamos que Lincoln cayera en las garras de esa aprovechada. Pero, si lo que dices es verdad, supongo que ya tienes una idea de como es que harás las cosas. Te amo hija, eres sangre de mi sangre, te cargue en mi vientre por nueve meses y cuide de ti hasta que conseguiste algo de independencia, eres el fruto del amor que tu padre y yo nos tenemos y la prueba de que, pese a lo que nuestra familia creía, podíamos ser una familia feliz, así que me pone muy feliz que decidas tener un hijo en el futuro.

»Pero también amo a Lincoln, y aunque a él no lo lleve en mi vientre y lo conocí cuando él ya no necesitaba de mi para valerse por si mismo, aun así me fue imposible no quererlo. Así como tu padre siento que cuidar de él después de todo lo que le pasó nos ayudo a nosotros también, y es por eso porque no quiero que lo lastimes. Se que es una situación extraña, pero él es tu hermano, debes asegurarte de que no le pase nada malo, debes cuidarlo como su hermana mayor, así como el se esforzó tanto por ayudarte a ti incluso antes de que ustedes fueran hermanos.

—Descuida, mamá— con una sonrisa genuina y amable en su rostro, Anna respondió—, no quiero arruinar las cosas para Lincoln, solo quiero que él sea mi primera opción. Si el se niega, entonces simplemente le pediré que me ayude con todo este proceso y juntos encontraremos otra opción. No debes preocuparte, hace tiempo que decidí no hacerle mas daño a Lincoln, ya me aproveché mucho de él en el pasado, por eso lo incité tanto a conseguir una novia, así que no planeo ser la razón por la que la deje.

»Tengo idea de como abordar el tema con él, así que puedes tranquilizarte, pero decírtelo a ti primero era no solo para darte la sorpresa, la verdad también quiero que me ayudes a contarle a papá.

Su madre suspiró de alivio, pero mostrándose frustrada, de alguna manera notaba como es que su hija realmente no parecía tomar con la seriedad necesaria esta decisión, pero era algo intrínseco a como Anna actuaba siempre, no era un desinterés o falta de seriedad, solo era que aparentaba no tener ninguna de esas cosas. Tendría que ayudar a su hija a convencer a su padre de que en realidad se tomó en serio toda esta decisión, pero de lo que estaba segura es que, sin importar que, una vez que Anna hablara con Lincoln, ella tomaría el lado de su hijo. Sabía que no perdería a su hija por eso, pero si temía perder a su hijo de no estar con él en algo así de complicado y absurdo.


Aunque en el pasado solían hacerlo con bastante frecuencia, ahora que lo repetían, Lincoln se sentía algo nostálgico al notar cuanto había pasado desde la ultima vez que se reunían de esa forma. Solo ellos dos pasando el rato de forma sana, sin que ningún tipo de acto o conducta inapropiada para hermanos estuviera de por medio.

Eran solo Anna y él, reunidos en casa de ella, bebiendo tranquilamente y comiendo algunos postres que él mismo preparó, mientras hablaban sobre como estaban las cosas recientemente en sus vidas. Pese a todo, no compartían casi nada nuevo el uno con el otro, pues su comunicación y convivencia era bastante unida, así como con sus padres, por lo que estaban enterados de la mayoría de lo que hacían casi siempre. Pero eso no mermaba en absoluto la sensación de bienestar que resultaba de compartir esos momentos y anécdotas con Anna, la que en su mente seguía siendo una persona muy especial.

Debía admitir que, por bien que estuviera pasando el rato en su compañía, Lincoln tenía sus reservas, pues con Anna no había forma de bajar la guardia. O al menos no para él, sabiendo a cabalidad como es que la forma en que ella lo arrinconaba y le hacia la vida difícil era, lamentablemente, algo que al parecer a ella la mantenía mas sana y que no parecía ser una conducta que ella estuviera dispuesta a cambiar en absoluto. Con eso en mente, Lincoln se preparó para que ella digiera o hiciera algo fuera de lugar en cualquier momento, pero estando ya completamente resignado a ello.

—¿Por qué te cuesta tanto intimar con Lily?— sin pudor, Anna preguntó a su hermano por aquello que la mencionada expresó en algún momento como una preocupación.

—¿De que hablas?— confundido, e incluso nervioso, Lincoln trató de evadir la pregunta de su hermana, planteando la suya propia.

—Lily me ha contado sobre ustedes, ya sabes, igual que tu lo haces, pero diferente.

—¿Desde cuando Lily te tiene esa confianza?

—Bueno, no parece que tenga a quien contarle, así que viene a mi en busca de sabiduría, por supuesto. Mencionó que le gustaría contarles a su hermana, pero sabe que, si lo hace, se entrometería, y teme que algo malo pase por eso.

—Ya veo. También me dijo algo parecido. No puedo creer que le este causando tantos problemas a Lily por pedirle que sea mi novia. Fue una mala idea después de todo.

—No empieces con eso de nuevo, escuchar tus lloriqueos auto compadeciéndote y tomando responsabilidad en cosas que no te conciernen siempre es molesto. Ella está bien con ser tu novia, y quiere serlo. Hay problemas aquí y allá por culpa de eso, pero ya lo superarán, y si no lo superan, entonces al menos lo intentaron.

—Si, lo sé, pero tengo la sensación de que ella esta cargando con mas problemas que yo en todo esto. Aunque aun tengo algo de miedo sobre que todos se enteren de la edad de Lily, o de lo que hicimos, ella tiene que ir con cuidado al hablar con su familia por culpa mía. Sabe que decirles sobre lo nuestro no solo le causaría problemas a ella por la diferencia de edad, sino a mi también porque bien podrían denunciarme o algo así. Dijo que eso era muy probable ya que su hermana mayor era abogada.

—¿Abogada? No recuerdo que Elisa Johnson tuviera nada parecido a una carrera en leyes. Qué raro, pensé que ella solo estudiaba carreras relacionadas con las matemáticas y la medicina.

—Si lo que Lily dice sobre su hermana es cierto, no me sorprendería que tenga una colección de estudios de los que nadie sabe. Esa mujer puede hacer de todo, da igual si es algo artístico o científico. Debe ser abrumador vivir con alguien que es bueno en todo.

—Tu deberías saber bien sobre eso… pero eso no es lo que me interesa. Ella habló conmigo sobre como "seducirte". Dice que no has intentado ir muy lejos con ella desde lo de la playa. ¿Pasó algo malo?

—¿Ella en serio habló contigo sobre eso?

—Si, lo hizo. Y se veía algo dolida por que tu no parecías muy receptivo a sus insinuaciones.

—No hay forma de que lo esté… he notado cuando lo hace, es solo que no quiero que se sienta presionada a hacer algo así, lo de la playa fue su primera vez, y aunque traté de que fuera algo tranquilo y completamente normal para ella, no lo hice romántico ni tampoco especial. Arruiné su primera vez, y hablando con ella me he dado cuenta de que cree que debe hacer eso conmigo para mantener la relación, o algo así. No quiero que se sienta obligada a hacer eso conmigo si no está lista.

—¿Eres estúpido? Ella no lo hace por obligación, en verdad quiere volver a hacerlo contigo, idiota.

—¿Cómo lo sabes?

—¡Vamos, Lincoln! Es una niña que probó por primera vez el sexo, en medio de su juventud y con la persona que le gusta, es obvio que quiere hacerlo de nuevo. ¿Qué clase de persona a su edad no querría? Pocas cosas hay mas placenteras que el sexo, Lincoln, y privar a tu novia deseosa de ello es muy grosero de tu parte. ¿Qué harás si eso empieza a afectarle?

—¿De qué manera podría afectarle eso?

—Bueno, es una niña, podría generarle inseguridades que no quieras hacerlo con ella, ya sabes, cosas como pensar que no la deseas, o que no es atractiva, o algo por el estilo. No soy psicóloga, así que no tengo muy claro como funciona eso. Además, como ya te dije, ella en verdad quiere hacerlo, así que se un novio responsable y complace a Lily.

—Pero ella es menor de edad, pensé que sería una buena idea esperar a que ella deje de serlo antes de avanzar así en nuestra relación.

—No me sorprende que pensaras eso, eres un idiota. No se como sea en tu escuela, pero en el trabajo todos creen que ella es ya mayor de edad, así que deja de pensar tanto al respecto. Lily no dirá nada sobre eso, así que solo se un novio normal y ten sexo con tu novia super jovencita para que después vengas a contármelo para presumir como lo hicieron.

—Se que estoy actuando como un idiota, pero aun así no puedo sacarme de la cabeza todo el tema de su edad. ¿En verdad crees que ella esta bien con eso? Tampoco puedo dejar de pensar que arruiné su primera vez, debí ser más romántico y todo eso.

—Lincoln, amor, deja de ser tan ingenuo e infantil. Para empezar la primera vez de casi nadie es realmente romántica. Las personas se excitan, ceden a la lujuria y tienen sexo, muchas veces siendo jóvenes, sin que nada de romance haya de por medio, pura pasión carnal. Y eso no es malo.

»Tener tu primera vez de forma romántica es una estupidez que la televisión te vende para tratar de hacer más dramático y emotivo ese momento, pero la realidad no es tan linda como eso. Además, no puedes decir que no fue algo romántico. Aunque yo estuve ahí, lo cierto es que llevaste a Lily a un viaje a la playa y preparaste una cita especial con ella antes de declararte.

»¡Maldición, Lincoln! Hasta preparaste todo ese tema de la cita porque recordaste algo que ella te dijo hace meses, si eso no es romántico a ojos de Lily, entonces nada lo será. Además, ella no se ha quejado al respecto, se a quejado mas al saber que no quieres volver a hacerlo con ella. Te repito, es una niña hormonal y que seguramente esta mas caliente de lo que tu has estado en años, solo ten intimidad con ella y cumple con tu función de novio.

—Pero, aun si lo que dices es verdad, sigue siendo muy pronto para que nuestro noviazgo se vuelva físico, ¿no crees?

—Tuvieron sexo unas horas después de que le pediste que fuera tu novia, me parece una estupidez que justo ahora creas que es importante ese tema. Deja de pensar las cosas tanto, no solo complicas todo, sino que además asumes las cosas de la peor forma siempre y eso es irritante. Lily es tu novia, es menor que tú, es menor de edad y quiere tener sexo contigo de nuevo. Dijiste que harías las cosas bien ahora que es tu novia y que tomarías responsabilidad, así que ahora hazlo.

»Ella no tiene intenciones de dejarte, mucho menos de delatarte por lo que haces, y aunque ciertamente es cuestionable, es algo que ambos decidieron hacer, y tu como el mayor dijiste que te responsabilizarías. Toma a Lily, trátala bien, prepara una cita cursi con ella y después llévala a casa y penétrala igual de intenso que cuando tu y yo lo hacíamos, te apuesto a que ella estará feliz con eso.

—No puedo creer que hables de esa forma aún. Esta totalmente fuera de lugar esa forma de expresarte.

—Bueno, si comienzo a hablar de forma recatada y sumisa como tu lo haces, no conseguiría hacerte entender, así que es mejor simplemente darte un puñetazo en el rostro con mis palabras, ¿no lo crees?

—Es increíble como después de tantos años sigas siendo así. Has cambiado tanto, y al mismo tiempo sigues siendo la misma de hace años. Es raro.

—Así son las personas, hay cosas que cambian, y hay cosas que perduran. Pero eso da igual, sea como sea, tú me amas— acercándose a él y tomándolo del brazo, ella continuó— y yo te amo. Somos familia después de todo, así que vas a tener que tolerarme por mucho más tiempo.

—Te aguanté por años, creo que a estas alturas ya da igual tolerarte un poco más.

—Lincoln, ¿Cómo te enamoraste de mí?

Con Anna aun sujetando su brazo, y mirándole con serenidad, Lincoln se vio algo abrumado ante la pregunta, incapaz de responder de inmediato, principalmente porque el mismo no sabia la respuesta a eso. O, para ser mas preciso, no la había reflexionado. Tenia cierta claridad respecto a como y cuando, pero como a cualquiera, fue algo que le pasó no de forma inmediata, sino paulatina, y por ello era difícil precisar un momento exacto.

Anna sabía que su pregunta era bastante injusta, especialmente en ese momento de la vida de Lincoln, pero no se limitó, a fin de cuentas, dentro de poco le haría una pregunta incluso mas injusta. Ajustando un poco el apretón en que tenía sujeto el brazo de su hermano menor, le instó a responder.

—No lo se exactamente— cohibido y algo incómodo, Lincoln respondió—, fue hace años, además no entiendo porque me preguntarías eso ahora.

—Por curiosidad. Hay muchas cosas que quiero preguntarte, pero no lo hago, y no quiero que esto siga siendo una de esas cosas.

—Pues, siempre me gustaste, eres atractiva después de todo. Desde la primera vez que te vi pensé que eras bastante linda.

—Lo sé, Lincoln, no necesitas recordarme que soy linda, ya lo sabía. Pero no te pregunté si te parecía linda.

—Fue poco después de que empecé a visitar la casa de mamá y papá. Ya sabes, cuando tu te encerraste en tu habitación. Aunque eras bastante linda, odiaba bastante la forma en que me tratabas, y de poder elegir, no me hubiera acercado a ti de ninguna manera.

—¿Por qué lo hiciste entonces?

—Por mamá y papá. Ellos habían sido tan buenos conmigo, que pensé era lo justo devolverles toda esa amabilidad.

—¿Enamorarte de mi fue tu idea de agradecimiento a ellos?— indignada y molesta, Anna soltó el abrazo y reto a Lincoln con la mirada.

—No, no es eso. Déjame terminar. Al principio mamá y papá no querían mencionarlo, pero era obvio que te habías vuelto bastante belicosa por culpa mía, al principio no me lo decías directamente, pero podía llegar a escucharte hablar con ellos o incluso cuando ellos lo mencionaban a escondidas.

»Aun así ellos no dejaron de ayudarme y de incluirme. Pudieron solamente conseguir que aquel albergue me diera cobijo y olvidarse de mi por completo, pero en su lugar mantuvieron el contacto conmigo, me dieron trabajo y me trataban de forma especial. Aunque se sentía extraño, a diferencia de otras personas que había conocido, con ellos todo eso se sentía bien, como si no hubiera alguna intención maliciosa al hacerlo.

»Pero cuando comenzó toda esa rebeldía de tu parte, sentí que era lo justo no interferir mas y alejarme de ustedes. Yo no era nadie después de todo, y tú eras su hija. Pero ellos no lo permitieron, aunque no me debían nada, no me conocían y tampoco ganaban nada haciéndolo, sin embargo, ellos no dejaron de apoyarme y de animarme, incluso cuando eso te hacia comportarte de esa forma. Confié en sus palabras y asumí que eventualmente me aceptarías, o que simplemente te cansarías y dejarías de pelear al respecto. Tus padres dijeron eso con tanta seguridad que en verdad les creí.

—Nuestros padres.

—Pero cuando te encerraste en tu habitación sin dar explicaciones, supe que tenia que hacer algo. Tus padres te aman…

—Nuestros padres.

—Y nunca dejaron de demostrártelo, estaban ahí para ti en todo momento y te daban espacio cuando lo pedias o cuando lo necesitabas, pero en ese momento ellos no sabían que te sucedía, y por culpa de eso tampoco sabían como es que debían de proceder. Simplemente pensé que seria una buena idea tratar de hacerte ver que yo no era tan malo y que no quería quitarte a tus padres. Se que va sonar estúpido, pero aunque nuestras situaciones eran diferentes, temí que tu decidieras cometer la misma estupidez que yo cometí.

»Por eso comencé a quedarme tanto tiempo frente a tu puerta, esperaba que, si decidías escapar, yo podría intentar detenerte, o al menos avisar a alguien para que te detuviera. Y aunque odiaba con todo mi ser la forma en que me tratabas, porque me recordaba a mi familia, quería lo mejor para tus padres, por eso no me di por vencido.

»Cuando al fin saliste te volviste incluso peor, y la verdad no me tranquilizó para nada cuando te hicieron esa evaluación psicológica. Tus padres trataron…

—Nuestros padres, Lincoln.

—Si, ellos trataron de explicarme como es que estabas sobrellevando tu mundo, y la razón por la que me habías convertido en el blanco de tus desahogos, pero la verdad me daba igual, quería que ustedes se reconciliaran, daba igual si yo era o no tu saco de boxeo. No hiciste nada por mejorar tu trato conmigo, pero francamente me sentí mejor que, después de comenzar tus citas con aquel médico, lentamente comenzaras a hablar más y más conmigo.

»Eras alguien insufrible y molesta, violenta y llena de saña en tus palabras, pero poco a poco comenzaste a ser también alguien amable y divertida. Era extraño, pero sin lugar a dudas era mejor que solo recibir tus insultos. Y después volviste a cambiar, a tratarme mucho mejor, incluso parecía que habías comenzado a quererme.

»¿Lo recuerdas? Yo sí, con mucha precisión, y supongo que me tratabas mejor por lástima, pero aun así me gustó ese cambio. Fue cuando hablé con ustedes en esa cena sobre lo que me llevo a dejar mi hogar. Recuerdo que mamá lloró y que papá se indignó bastante. Estaba molesto, nunca antes lo había visto molesto. Y tú, bueno, supongo que por lástima comenzaste a tratarme mejor. Dejaste de insultarme de forma despectiva para convertirlo en esas bromas denigrantes, pero que en cierta forma podía entender.

—No fue lástima… me compadecí de ti. Sabia que eras un niño indigente, pero nunca pensé al respecto de manera seria hasta que escuché los motivos para huir que tuviste.

—Y cuando todo comenzó creo que fue cuando mamá y papá hablaron sobre lo de acogerme en casa y, si era posible, adoptarme. No se que pasó por tu cabeza, pero en verdad comenzaste a tratarme bien, fuiste amorosa conmigo, de la misma forma que mamá y papá, y… ya sabes, estaba en esa edad, y nunca me sentí querido por nadie, así que supongo que pasó lo que tenía que pasar.

—Había tantas cosas que odiaba de ti, pero aun así te compadecía. Pero cuando mamá y papá hablaron sobre adoptarte, simplemente se sintió bien. Nunca quise un hermano, pero cuando supe que tu podrías serlo, me emocioné y quise que realmente lo fueras. Claro, no fui nunca la mejor persona para expresar mis sentimientos y al final me fue imposible verte como mi hermano.

—¿Por qué?

—Porque yo también me enamoré de ti, idiota. ¿Por qué otra razón sería?

—¿Cómo paso?

—¿Qué te importa?

—¡Vamos! Yo te dije sobre mí, es justo que tu me digas sobre ti.

—Fue porque eres tú. A pesar de ser alguien horrible contigo, tu no dejaste de intentar acercarte a mi y perdonarme por ser una imbécil, además no dejabas de ser ese chico lindo y atolondrado que quería ayudar a todos en todo momento, aun si eso significaba sacrificar su propio tiempo y bienestar. Y la forma en que tratabas de cargar con todo, era como ver a un pequeño, tonto, enclenque y muy bobo héroe en miniatura.

»Y la forma en que siempre querías estar conmigo me hacia pensar que yo te gustaba, eso me hizo pensar en ti de esa forma también. Por eso empecé a hacer esas cosas como la de tomarte de la mano, besarte, manosearte y después todo lo demás.

—Suena como una razón bastante superficial, si me lo preguntas.

—Pero no te pregunté, ¿cierto?

—Si, como sea. ¿Por qué decidiste hacer esto?— con tranquilidad y sin cambiar el tono de la conversación, Lincoln cuestionó, sabiendo que algo estaba en la mente de su hermana.

—Hace poco hablé con Eréndira, y ella me hizo pensar sobre algunas cosas importantes— con cierto desinterés, Anna le comentó a su hermano menor—, incluso lo hablé ya con mamá y papá, pero es algo que debería hablar contigo sin lugar a dudas.

—¿Está todo bien?— suspicaz, más por preocupación que por otra cosa, Lincoln expresó su duda.

—Si, no es nada malo, o no tan malo al menos. Es solo que he estado pensando mucho sobre lo que mamá quiere, eso de los nietos.

—No puedes culparla por eso, ella en verdad quiere tenerlos. Debo admitir que, pese a no hacerlo de forma grosera, es de admirar que siga sacando el tema frente a ti, pese a ya haberle dicho tantas veces que no quieres hijos.

—No es que no quiera hijos.

—Estoy bastante seguro de que eso es lo que has dicho ya en bastantes ocasiones.

—Me gustan los niños y todo eso, pero, ya sabes, son una responsabilidad y todo eso. Pero, ya que estamos en ese tema, ¿Qué opinas de mi como una madre?

—Pues, nada, no eres una madre, no puedo opinar de ti como una.

—Parece que mis malas formas de responder también las aplicas de vez en cuando.

—¿Qué puedo decirte? Aunque no soy un gran admirador, es inevitable verme influenciado por tu cinismo y desfachatez.

—Me refería a qué opinas de mí, respecto a ser una madre. ¿Crees que sería una buena madre?

—No lo sé. Puedo decirte que creo que sí, pero no lo sé en absoluto.

—¿Recuerdas por que no estaba muy interesada en tener hijos?

—Has dado mil excusas al respecto, Anna, pero si tuviera que elegir la que mas has usado, sería la del restaurante. Has dicho que un hijo te estorbaría para ayudar en el restaurante.

—Me he esforzado mucho en estar en ese restaurante tanto como sea posible para saber todo sobre él, y que el día que pasara a mis manos tuviera una buena noción de cómo administrarlo. Si hubiera tenido un hijo, entonces habría impedido que hiciera eso.

—No es para tanto.

—También tenia la escuela, y aunque mamá y papá seguramente me ayudarían, creo que la fantasía de ellos por que yo fuera una madre joven era algo absurda. No tenia un hogar, ni tampoco estaba muy segura de poder conseguir y mantener una pareja, y no solo eso… pensé que heredaría el restaurante al ser ya mucho mayor, cuarenta años o más, al menos eso se supone que debía ser así.

—Tienes suerte entonces. Mamá y papá no son muy impulsivos, así que es una gran victoria que una de esas pocas veces que lo fueron, en lugar de afectarte, te beneficiaron. Ahora tendrás el restaurante y ya estas cerca de terminar tu doctorado.

—Exacto. Esas eran mis metas, las dos razones por las que no quería causarme distracciones con una pareja o hijos. Mi tiempo, mis ahorros, mi plan de vida estaba totalmente orientado a cumplir esas dos cosas, siempre supe que los estudios los terminaría primero, y cuando eso pasara me dedicaría de tiempo completo al restaurante. Y cuando al fin lo heredara, entonces me tomaría un descanso.

»Ya no estaría en la primera línea del restaurante, sería solo la administradora y te pediría ayuda de vez en cuando, después de ayudar a que ese lugar se mantuviera estable, entonces seria mío y me encargaría de hacerlo crecer a mi manera. No solo trataría de convencer a mis padres y a los inversionistas de que consideren mis ideas o que traten de entender mis métodos.

»Sería yo la dueña, e impondría mi visión de como hacer de ese lugar uno mejor y mas grande, aun si eso significaba batallas con esos estirados de la familia que se hacen pasar por inversores. Eso es lo que pretendía.

—Si, mas o menos recuerdo que mencionaste eso en el pasado.

—Pero ya no tengo esa necesidad. Las cosas de las que me limité para prepararme para ello, ya no deberían ser un problema, después de todo el restaurante ya es mío. De acuerdo al plan, es momento de tomarme un descanso, ¿no lo crees?

—Si, suena bien. Quizá así logres despojarte de esas ojeras permanentes que tienes. Aunque, si te soy sincero, a mi aun me gusta como te vez con ellas, te hacen ver exótica.

—Y estuve pensando en eso. Mi plan implicaba ser bastante mayor cuando tomara mi descanso, así que, habiendo pospuesto tanto tiempo una relación o una familia, habría convertido a eso en un sinsentido a esas alturas. Pero ahora mismo, si tomo ese descanso, entonces tendré aun tiempo de probar con eso, ¿verdad?

—¿Planeas buscar pareja?— con cierto desánimo, Lincoln preguntó.

—No, para nada. A pesar de todo no estoy interesada en conseguir una pareja, no hay nadie en este mundo que pueda tolerarme además de ti. Y ya que tu estas con Lily, y que aun si no estuvieras con ella, ambos sabemos que seria una mala idea volvernos pareja, no me ha surgido ni por asomo la idea de conseguir pareja. Estoy bien con simplemente salir de vez en cuando y conseguir alguien con quien pasar la noche de manera casual; si Lily esta dispuesta a compartirte, incluso podría evitarme la parte de buscar a alguien para algo casual.

»Pero no es un apareja lo que me he estado planteado últimamente. Es lo otro. No lo había visto de esa forma hasta hace poco, pero un hijo significa que dejas un legado mas fuerte y mas valioso que cualquier herencia monetaria o en especie que puedas recaudar a lo largo de tu vida, ¿no lo crees?

Lincoln permaneció en silencio, mirando fijamente a su hermana mayor y sin perder esa expresión seria en su rostro, pero que al mismo tiempo parecía estar tratando de descifrar si lo que veía en las expresiones faciales de ella, así como de su voz, era verdadero o solo alguna de las muchas bromas fuera de lugar que ella tendía a montar de manera improvisada.

»Ya logre un montón de cosas, y ahora que podría, la idea de un hijo me parece cada vez mas apropiada. Alguien a quien cuidar y darle todo de mí, esperando que eso lo convierta en una buena persona, un reflejo de mi y de mis valores. Así como yo soy un reflejo de los valores y de la bondad de mis padres, mi hijo lo seria de mí.

»Y así como yo tengo todo eso mío que me diferencia de mis padres, mis experiencias y mis rarezas que evitaron que fuera una copia exacta de ellos, me parece que es algo muy valioso que podría obtener de la maternidad: ver que mi hijo, de tenerlo, cree su propio carácter, ajuste su propio sistema de valores, desarrolle sus propios gustos y enfrente sus propias luchas. Que, como yo lo hice con mis padres, él o ella venga a mi en busca de ayuda o consuelo cuando no pueda solo, o cuando falle, sabiendo que yo estaré para reconfortarle. O que en lugar de eso él decida demostrarme que puede hacer las cosas por si mismo, tomando todas mis enseñanzas y poniéndolas en práctica para poco a poco ir convirtiéndose en alguien.

»Ver como una creatura indefensa que necesita del resguardo de mis brazos y de que me asegure que no morirá al menor descuido, con el paso de los años se convierta en un niño que lentamente adquiera su propia autonomía y vea en mi a alguien de quien esperar refuerzos positivos, o que con los años entienda que mis regaños eran para hacerle entender la diferencia entre lo bueno y lo malo. Alguien que se vuelva un reto de mantener en raya cuando llegue su momento de rebeldía y con quien tenga una reconciliación una vez que las hormonas dejen de alborotar su temperamento.

»Es eso en lo que he estado pensando últimamente, Lincoln.

—Ya veo… estaba dispuesto a cuestionar tu decisión, pero no parece tan impulsiva y descuidada como pensé que sería. No quiero que me malinterpretes, en serio creo que serias una buena madre, pero, aunque has pensado todo eso, aun creo que este cambio de opinión es demasiado repentino, deberías darte más tiempo para sopesarlo.

—Planeo hacerlo, pero solo mientras me informo al respecto. Quiero hablar con un medico y que me hagan las recomendaciones pertinentes para tener un embarazo natural, pero la verdad es que entre más lo pienso, más quiero que suceda.

—Tómalo con calma, en verdad estas siendo impulsiva con esto. Dices que quieres un embarazo natural, pero no tienes alguien con quien hacerlo. ¿Entiendes todo lo que eso significa? Es una responsabilidad enorme. Entiendo que no quieras hacer a nadie tu pareja, pero ¿Cómo se supone que funcionaría tu relación con el padre de tu hijo? ¿Has pensado en eso?

—Claro que sí, planeo ser una madre soltera. Tengo los fondos, y solo debería hacer algunos ajustes a mi presupuesto para que todo este en orden, mi contador sabrá ayudarme con eso, lo sé. Si todo sale como lo planeo, podría tener un hermoso hijo y dejar que el tenga a un gran padre presente, pero si no sale así, entonces mi intención será que el padre renuncie a sus derechos como tal.

—No es tan fácil como eso, Anna. Aun si encuentras a alguien que decida concebir contigo bajo esos términos, da igual si decide renunciar a sus derechos parentales como parte del trato, él seguiría siendo padre del niño biológicamente y, si quisiera, podría impugnar su revocación de derechos. No puedes confiar en que, a quien se lo pidas, simplemente mantendrá por siempre la convicción de saber que tiene un hijo, y que no querrá conocerlo eventualmente.

—El plan es que, al hacer un acuerdo de ese tipo, sea legal y lo mas robusto para evitar esos inconvenientes. Admito que eso no me preocupa por ahora, ya que ni siquiera he hablado con algún abogado para consultar sobre el tema, pero sé que podría hacerse de la forma en que quiero hacerlo.

—Suponiendo que consigues a alguien que decide acceder a tu plan, que un abogado crea un acuerdo legal a prueba de balas y que tienes a tu hijo, ¿Qué harás si en 15 años él te dice que quiere conocer a su padre?

—No podría prohibírselo.

—¿Qué harás si al conocer a su padre, él comienza a distanciarse de ti? ¿Qué harás si el se resiente por entender lo que ese acuerdo significa? ¿Qué harás si con todo ese plan el crece odiándote por no permitirle tener un padre? ¿Qué harás si la falta de una figura paterna causa en él un trauma profundo? ¿Qué harás si, al no tener padre, el se considera insuficiente? ¿Qué harás si al crecer tu hijo considera que perdió la oportunidad de ser parte de la vida de su padre? ¿Qué harás si él decide creer que tu excluiste a su padre de su vida? ¿Has pensado en esas cosas?

—Por supuesto que no he pensado en esas cosas, son completamente imprevisibles, Lincoln. Es absurdo que lo menciones. Es obvio que me esforzare por criar a ese hijo para evitar todo eso, pero justo ahora no tengo manera de saber si el resultado será uno u otro, no tengo siquiera a ese hijo hipotético aún.

—Pero debes considerar todo eso…

—Y tu debes dejar de ser tan fatalista. Para ti todo es negativo, todo es el peor escenario, todo debe ser planeado siempre esperando el peor resultado. ¿No sería una mejor idea planear todo esto esperando lo mejor y simplemente tener en mente un margen de error? Entiendo que es así como eres, pero no todo siempre deberá salir mal, Lincoln.

»Se que has crecido creyéndote alguien con poco valor por culpa de tu pasado, y que eso te causa pensar en estos escenarios trágicos y lamentables, pero no debes dejar que eso te defina, hay mas cosas que pueden pasar y que pueden ser buenas. Tu mismo eres una muestra clara de que no todo es malo, no siempre saldrá todo mal y no es inevitable un desenlace negativo.

»Tú estuviste en el fondo del barro, Lincoln. Tuviste una infancia de mierda por culpa de unas hermanas desquiciadas y unos padres negligentes, enfrentaste el acoso y el abandono de tu familia, perdiste todo sentido de ti mismo y perdiste el único refugio que tenías, tu abuelo, incluso debiste vagar como indigente por mucho tiempo, tuviste que encontrar la forma de que el mundo no te robara la poca inocencia que te quedaba, encontrar la fuerza para tolerar el hambre, el frio, el miedo, la violencia, la incertidumbre, el abandono, la ira, el resentimiento, y evitar también que esos pensamientos nefastos sobre terminar con todo de una vez en verdad se volvieran acciones.

»La primera vez que te escuché decir como intentaste acabar con tu vida en tantas ocasiones fue cuando pude dimensionar lo mal que fue tu vida. ¡Demonios! Incluso cuando fuiste un indigente al menos podías evitar los ultrajes de tus hermanas y toda la saña con la que te atacaban sin razón. Pasaste de estar expuesto a una familia que te había convertido en el villano con el cual desquitarse a ser escoria social, y pese a eso no te rendiste.

»Y gracias a que no te rendiste ahora estas aquí, conmigo, sabiendo que puedes regresar a tu departamento, disponer de tus ahorros y aprovechar tu trabajo. Tienes tus estudios básicos terminados y has comenzado ya una carrera que te gusta y admiras. Conseguiste al fin una linda novia que esta locamente enamorada de ti, pese a ser un tonto de primera. Sabes que mamá y papá, pese a no ser tu familia consanguínea, en verdad te aman como su hijo, y me tienes a mí, que pase lo que pase, jamás te dejare solo, así como yo estoy segura de que tu tampoco me dejaras sola.

»¿Lo ves? ¿Puedes ver como no todo debe ser siempre malo? Si tu estas aquí conmigo, hoy, teniendo todo lo que tienes, es porque también pasan cosas buenas, también hay formas de avanzar y conseguir la felicidad, también se puede superar lo malo que nos ocurre, también podemos conseguir personas que nos aman y también podemos tener estabilidad, por muy mala que sea nuestra situación. Es algo que no le ocurrirá a todos, porque inevitablemente la vida es injusta, de manera natural es necesario que algunos sufran, sucede con los animales, incluso con las plantas, así que también sucede con las personas, pero tu eres la muestra de que también existe la posibilidad de cambiar eso.

»Da igual si fue suerte, esfuerzo, ambas o ninguna de ellas, el punto es que estas aquí, habiendo superado lo malo de tu vida y dando, como siempre, todo por los demás y sacrificando cosas tuyas por ayudar a otros. Y me enorgullece ver que, pese a tardar tanto, al fin estas viendo por ti mismo, tomando tus propias decisiones y eligiendo por ti mismo una dirección para tu vida. Ya no necesitas que nadie te diga que hacer, y tampoco necesitas convencer a nadie de que vales la pena, pues todos los que te conocemos sabemos que no solo vales la pena, eres alguien que amamos.

»Se que es difícil para ti despegarte de la idea de que solo las cosas malas pueden pasar, pero debes entender que ese ya no es el caso para ti, y que si quieres evitar esos escenarios fatalistas, entonces debes empezar por considerarlos como algo lejano, pues la realidad es que tu tienes todo para hacer de lo que decidas un final bueno, y no uno malo.

»Eres una persona llena de determinación, pero casi nunca la usas para convencerte a ti mismo de que eres alguien valioso, en su lugar la usas para apoyar a otros. Eres alguien amable, y por ello sueles sacrificar cosas tuyas para ayudar a otros. Eres alguien empático, y por eso eres capaz de entender mejor que nadie el dolor y la tristeza de otros, incluso fuiste capaz de tenerme empatía pese a yo tratarte de esa forma tan violenta. Eres alguien versátil que puede hacer de todo, pero nunca lo aprovechas para ti, en su lugar prefieres usar ese talento para ayudar a otros a conseguir lo que quieren.

»Lincoln, se que he sido una persona horrible contigo desde que nos conocemos, y se que a pesar de lo mucho que te amo ahora, aun no soy capaz de dejar de lado mi necesidad de maltratarte, y agradezco que tengas tanta paciencia y aceptación por eso, pero no debiste martirizarte tolerándome en ningún momento. Has hecho tantas cosas por mi y por mi familia… por nuestra familia. Se que te lo he dicho antes, pero también se que por como suelo ser, no siempre puedes tomarme en serio, así que quiero que me escuches y sepas que esto lo digo con total seriedad y sinceridad: Lincoln, te amo. Te amo con todo mi corazón, eres la persona que mas amo, te amo tanto que no estoy dispuesta a dejarte nunca, vayas a donde vayas me voy a encargar de seguir siendo parte de tu vida, porque yo no podría tolerar dejar de ser parte de la tuya.

»No puede ser la pareja que esperabas porque simplemente no es como yo hago las cosas, pero eres la parte mas importante de mi vida, y es por eso que me frustra tanto que siempre que hablemos del futuro, tengas algo negativo para mencionar. Siempre hay algo en ti que sabotea los planes futuros con esos escenarios negativos y me duele saber que, aun cuando ya no necesitas hacerlo, sigues pensando que no vales la pena y que no eres amado, porque en realidad lo eres. Te amo con todo mi corazón, Lincoln.

El peliblanco, ahora llorando con su rostro enterrado en el escote de su hermana, ocultando su rostro ante la vergüenza y también recurriendo a estar cerca de ella para percibir aquel olor que tanto lo reconfortaba, no pudo dar respuesta.

»Te amo tanto que por supuesto fuiste tu el primero en quien pensé para todo esto. Me da igual la inseminación artificial, o in vitro, o conocer a alguien o incluso solo pagar para que alguien me lo haga, mi plan era simplemente pedírtelo a ti, Lincoln. Tener un hijo de la persona que mas amo en el mundo seria algo hermoso y me encantaría, seria uno de los mas grandes logros en mi vida, consumar el amor que te tengo y darle forma en una nueva vida. Y aunque tantas veces te lo negué yo a ti, aun así, quería pedírtelo, Lincoln.

»Así como yo lo hice contigo, puedes simplemente ignorarme, negarme, evitarme. Se que ahora estas al fin haciendo una vida para ti mismo y no una que gire en torno a mi o a mis padres, aun así no puedo pensar en nadie mejor para que sea el padre de mi hijo, ni tampoco puedo pensar en una mejor manera de que consumemos nuestro amor, o de que consiga tenerte en mi vida hasta mi ultimo suspiro. Se que tienes a Lily, y no pienso interponerme entre ustedes, tampoco quiero que sientas que me debes algo a mi o a mis padres, quiero que sepas que esta decisión te pertenece, Lincoln. Si me dices que sí, entonces yo misma me hare cargo de todo, yo encontrare la forma de arreglar las cosas para que Lily no te abandone, y seré yo quien encuentre la forma de terminar con esto rápidamente, tampoco planeo obligarte a responsabilizarte por el bebé si decides que no quieres hacerlo, pues que me des un hijo bastaría para mí. Pero también estoy dispuesta a dejar toda esta estupidez arrogante de pedirte algo como esto, si es que tu decides no ayudarme.

»Se que mis propias palabras son ya un peso grande, por ello no quiero que me respondas ahora, quiero que lo pienses con seriedad y calma, lejos de mí, para que evites sentirte comprometido por ser yo quien te lo pide. Pero también quiero que dejes de lado nuestro pasado, nuestro presente y lo que será nuestro futuro, aunque esto será algo que nos podría concernir a ambos, quiero que decidas esto pensando únicamente en ti. Por primera ves en tu vida se egoísta, priorízate, piensa en ti y decide tu respuesta pensando solo en lo que tu quieres y en lo que tú esperas, no en lo que yo quiero ni en lo que espero de ti.

—Anna… no necesito pensar nada. Aun si lo hiciera, mi respuesta no cambiaria en absoluto. Te amo… me duele decirte que justo ahora mismo ya no estoy seguro de que tu seas el amor de mi vida. Se que lo fuiste, y no me cabe duda de que aun eres la persona que mas amo, pero ya no eres el amor de mi vida. Sin embargo, no hay forma de que me niegue, había planteado esto en mi cabeza hace años y de muchas formas diferentes después de todo, era algo que yo ansiaba tanto, y que aun ahora, sabiendo que es posible, quiero hacer.

»Pero antes que nada deberé hablar con Lily… se que es exagerado y algo tonto de mi parte, pero justo ahora, y pese a todo lo que he dicho antes sobre ella, la considero como alguien muy cercana al amor de mi vida. Hay tantas cosas en común entre nosotros, hay tantos sentimientos, estamos tan cómodos juntos, me inunda una necesidad por protegerla, por cuidarla, por no mancillarla. Se que lo que hay entre ella y yo esta destinado a fracasar porque no importa que tan compatibles seamos, la edad siempre tendrá una brecha entre nosotros, pero aun así quiero ver hasta donde puedo llegar con ella.

»No me importa si ella termina por romperme el corazón, o si al intentar no romper yo su corazón me arriesgo a perder algo de mi mismo, siento que por ella debo intentarlo, de la misma forma en que antes lo hice por ti. Es por ello que, aunque mi respuesta es un rotundo si, y me ilusiona la idea de convertirme en padre contigo, no lo hare hasta hablar con Lily y saber que ella puede aceptar algo como esto. Te amo, Anna, pero si ella decide que no quiere ser parte de eso, entonces no podre ayudarte, la elegiré a ella por encima de ti esta vez, y si eso pasa, no hay forma de que vuelva a intentar algo como eso. Jamás planeo alejarme de ti, pero si es por Lily, al menos ahora mismo que planeo descubrir si todo esto que siento por ella es realmente genuino, entonces no podre elegirte a ti, Anna.

—Estoy orgullosa de ti, Lincoln. Hasta hace no mucho habrías dejado sin lugar a dudas a cualquier persona y cualquier relación con tal de estar conmigo, pero ahora pareces tener mas claras las cosas para ti mismo y que es lo que quieres. No podría quejarme por que la elijas a ella sobre mí, al contrario, estoy preparada para eso. Francamente no creo que ella acepte esto en absoluto, y se que es injusto poner a una niña en una situación como esta. Pero en verdad quiero quemar todos los puentes antes de abandonar la idea de un hijo tuyo.

—Y espero que entiendas el lío en el que me estas metiendo. Estoy dispuesto a hablar esto con Lily simplemente porque te amo con locura, Anna, pero mas te vale ayudarme a hacerle entender que sin importar su decisión, yo la voy a elegir a ella, con todo y lo que eso signifique. Incluso si eso implica distanciarnos un tiempo mientras ella asimila toda esta tontería.

—Mamá y papá me van a matar si no hago eso. Me advirtieron que, si arruinaba las cosas para ti, entonces verían la forma de castigarme. No quiero eso, estoy segura de que encontrarían la forma de hacerme arrepentir por no cumplir con mi palabra. Somos una familia bastante rara, ¿cierto?

—Pero somos una familia, y eso me incluye, por ello estoy feliz, porque ustedes me dieron un lugar y me aceptaron.

—Solo un idiota pensaría en alejarte, Lincoln. O, para ser más precisos, solo doce idiotas en todo este planeta podrían tomar una decisión tan estúpida como la de alejarte de sus vidas.

Aquella conversación, aunque algo intensa, había salido casi exactamente de la misma forma en que había imaginado y de hecho estaba bastante contenta con el resultado. Su hermano menor, el amor de su vida, ya había dicho que aceptaba junto a ella tener un hijo, no importaba si aquello no era aun definitivo, pues en palabras del peliblanco, no haría nada sin antes consultarlo con su novia. Era entendible y sin lugar a dudas algo justo, así que Anna no planeaba cuestionarlo, pero si bien podría ser algo que la preocupara, en realidad a ella el resultado la tenía satisfecha.

Lincoln estaba empezando a ser alguien capaz de vivir su propia vida, y si eso significaba que, por mucha disposición que él mostrara, al final no pudieran consumar aquella petición, entonces no tendría nada que hacer al respecto, pero el simple hecho de que él aceptara, y con ello poner a prueba su recién comenzada relación, la mantenía optimista.

En realidad, no esperaba que Lily aceptara dicha petición en absoluto, y por tanto tampoco esperaba que Lincoln la ayudara con su petición; o al menos no en esas circunstancias, pero quería hacer eso de todas formas. Desde que la idea cruzó por su cabeza, sintió que era muy necesario expresarla, dejarla clara y gracias a eso librarse de la misma. Era verdad que Lincoln, siendo quien era, no le diría que no, pero en esta ocasión tampoco le dio un si rotundo, fue algo mas parecido a un "veremos", y eso la llenaba de orgullo, pues, por primera vez en mucho tiempo, Lincoln hacia algo para si mismo y pensando en si mismo, no en otros, y por suerte no en ella tampoco.

Podría incluso decir que la idea del hijo era algo que el también quería y por tanto no era algo que hiciera por ella, pero pensar de esa manera sería ya muy rebuscado. Estaba dispuesta a usar todos sus medios para convencer a Lily de la gran tontería que tenia en mente, pero estaba también mentalizada a que no ocurriera en absoluto. Por ahora le bastaba con el pequeño y parcial "si" que respondió su hermano menor a su petición, y con la ínfima posibilidad de que eso sucediera de la forma en que ella lo quería.

Ella conversó con emoción de cuales eran los planes que tenia en mente, tanto para la concepción como para el periodo de gestación, pues aun no tenía idea de cómo es que el nacimiento y todo lo posterior a ello debería manejarse. La emoción se hacia sentir en su tono de voz, y se reflejaba en el brillo en sus ojos y en aquella hermosa sonrisa que podría incluso disfrazar aquellas características y a veces desagradables ojeras. Mientras tanto, Lincoln no dejaba de plantear sus dudas al respecto, el plan de su hermana mayor era estúpido, por decir lo menos, pero en verdad estaba emocionado con ello pues, si en verdad sucedía, al igual que su hermana mayor, aquel hijo solo podría representar para él la consumación de todo ese amor que tienen entre ellos.

Y aunque el miedo, la duda y la inseguridad calaban con fuerza en cada uno de sus pensamientos, temiendo perder a Lily en el proceso, creía que existía la necesidad de al menos intentar esto. Después de todo, cuando decidió intentar las cosas con Lily, el resultado fue positivo. Si Anna tenia razón, entonces ya encontrarían la forma de que todo funcionara y de esa manera consiguieran un final bueno, no podía imaginarse como, pero sabia al menos que por muy improbable que fuese, al menos era bastante posible.