Al día siguiente en la escuela comencé a tener pensamientos extraños sobre mi propio comportamiento. No podía sacarme de la cabeza a Mitsui. Su forma de jugar, su sonrisa, su voz… Todo de él había empezado a gustarme de repente. Nunca había estado enamorada antes, y por ello el sentimiento era tan dulce y misterioso.

[ ….. ]

Mi nombre es Murasaki Lawrence. A pesar de tener raíces familiares irlandesas siempre he vivido aquí en Japón, y también cabe mencionar que nací aquí.
Muchas veces llegué a llamar la atención de las personas por mi físico, pero esa fascinación fue desvaneciéndose con el tiempo. Por supuesto que me encantaría recalcar que ese cliché del estudiante extranjero súper popular no funcionó bien conmigo. Soy otra estudiante más del montón.
Aunque, a veces sigo deseando que ser half pudiera ser una herramienta para atraer la atención de Hisashi Mitsui. Sin embargo, ese muchacho solo tiene ojos para el deporte y el futuro ya me lo demostrará más adelante.

—Te veo muy pensativa desde ayer —dijo mi amiga que recién llegaba al aula. Dejó su mochila a un lado de su pupitre y se sentó—. Buenos días, Saki.
—B-Buenos días, Shiori —tartamudeé. Estaba tan ensimismada viendo hacia el exterior de la ventana que ni siquiera me percaté de cuándo se acercó.
—Veo que el partido de ayer te conmovió.
—Estuvo entretenido.
—¡Sí! Hasegawa-kun estuvo excelente —dijo suspirando.
—Es verdad… Ese es el chico que te gusta, ¿cierto? —agregué sin maldad—: Lástima que no ganaron.
—¡Hmm! Es verdad, el MVP le hizo frente todo el tiempo. Apenas y pudo adueñarse del balón.
—¿El MVP? Ah, ¡sí! Mitsui-kun… La forma en que encestó ese triple al último momento fue fantástica. Es una pena que tu querido Hasegawa no se haya llevado el triunfo, ¡pero hay que apoyar a nuestra escuela! Takeishi se trajo el trofeo una vez más. ¡Y de qué forma! Justo cuando pensé que se rendirían, todo cambió de repente. El básquet es emocionante, ¿verdad?

Terminé la frase con una sonrisa y Shiori me observó con detenimiento mientras mantenía la mano recargada contra su mejilla y el codo en el mesabanco.

—¿También te gusta Mitsui?
—¿Eh? Por… ¿Por qué la pregunta, Shiori? Además, ¿qué quieres decir con "también"?
—Bueno, Mitsui es un chico popular y por eso me extraña que recién lo notaras. Muchas chicas están interesadas en él. Aunque sinceramente creo que enamora más a los hombres. —Comenzó a reírse.
—¿Qué tan cierto es eso?
—Intuición. —Se encogió de hombros—. ¿Entonces?, ¿te gusta Hisashi Mitsui?

No era precisamente que fuera distraída, solo que en general no me daba cuenta de nada. En los recesos solía comer dentro del salón de clases y encima no pertenecía a ningún club. Jamás vi jugar a los equipos de nuestra escuela. Ni de béisbol ni de fútbol ni de básquetbol.
No estaba al tanto de quiénes eran los populares en la secundaria Takeishi ni de quiénes no lo eran tanto. Todo lo contrario a Shiori, quien hablaba amistosamente con los de primero, segundo y tercero, de nuestra escuela y de los otros institutos.

Aunque las cosas habían cambiado y ahora que había visto al jugador más valioso en su mero mole supe de un momento a otro que estaba enamorada. ¿Quizá era momento de aceptarlo?

—Supongo… que sí… —balbuceé.
—¿Dijiste algo? —dijo burlonamente.

No era tiempo de ocultarlo. Shiori era mi única amiga y la única persona a la que podía contárselo. Finalmente lo acepté en mi corazón y se lo dije.

—Me gusta Mitsui —dije con firmeza y enseguida me giré hacia la ventana fingiendo que me entretenía viendo las nubes.

Me tenté la cara y pude sentirlo; que estaba roja como tomate.

—¡Eh! ¡Ya decía yo! —exclamó dando ligeros aplausos—. Es verdad, Mitsui es inteligente, guapo, divertido, carismático, y es excelente para el básquetbol. ¡Es totalmente comprensible que te guste!
—Shhh… ¡Shiori! Por favor no tan alto…
—Entre más rápido se entere será mejor, ¿no te parece? Aquí hay mucha competencia… ¿Pero qué digo? Eres la chica más linda de la escuela. Tienes el cabello de un castaño tan claro que casi parece rubio, una bonita nariz y tus divinos ojos azules.
—Son grises…
—¡El punto es que no tienes rival! —dijo y yo me sonrojé.

Ese día no me topé con Hisashi Mitsui porque para empezar no salí del aula. Durante el segundo día tampoco lo vi a pesar de que anduve por los pasillos luego de comer en la cafetería. Fue hasta el tercer día que sin esperarlo me crucé con él por uno de los pasillos de tercero durante el cambio de clases. No iba solo, estaba rodeado de sus amigos del equipo y algunos de sus compañeros de clase. Nunca antes me había puesto tan nerviosa al cruzarme con alguien. De hecho, era muy raro pensar en que hace dos años compartimos cada una de nuestras clases y horarios y ahora no nos reconocíamos entre nosotros.

¿Cómo el MVP pudo ignorar a la chica extranjera?
¿Cómo la chica extranjera pudo ignorar al MVP?

Ambos estábamos enfocados en otra cosa y ya. Cada uno en su canal.

Pero ahora mis sentimientos habían cambiado y deseaba fervientemente que volteara a verme. Pero pasé desapercibida entre el gentío como había sido siempre y no tendría por qué haber cambiado ahora.

"¿Qué puedo hacer para que me vea?" le pregunté a Shiori en una ocasión. A pesar de mi repentino amor, solía preguntarme a mí misma: «¿Vale la pena intentarlo? Soy una más entre el montón. Además, somos de tercero. Incluso si llegáramos a ser algo más, nos separaremos en preparatoria y no falta mucho para eso…»

Entre mis cavilaciones apenas pude oír la contestación de mi amiga junto al cuchicheo del salón de clase.

—¡Escríbele una carta!
—¿Una carta? Pero, ¿qué podría decirle en ella?
—¡Lo que sientes por él! Es simple, ¿no?
—Hum… ¿Le has entregado una carta a Hasegawa-kun?
—No he tenido tiempo. Pero lo haría sin dudarlo.
—Pero… decirle lo que siento a Mitsui es… No lo sé. No soy buena redactando cartas.
—¿Te pones roja por hablar de una carta de amor? Eres graciosa, Saki. Yo te ayudaré, si quieres.
—Por favor —dije con una sonrisa e hice una reverencia amistosa ante ella.

Shiori sonrió y a partir de entonces comenzó a ayudarme con la redacción de la misiva.

Durante el primer receso estuvimos escribiendo juntas una carta de declaración en la cual yo le decía lo mucho que me había impresionado verle jugar y lo guapo que era. "Quizá si le pones esto caiga rendido a tus pies", dijo ella entre los párrafos que agregó, a lo que yo repuse: "A varias chicas de la escuela les llama la atención. No se fijará en mí solo por una frase cursi".
Por supuesto que esas palabras se contradecían con mi pensamiento, porque de todas formas no solté la espectacular idea de redactar y entregar una misiva con palabras rosas.

Durante las clases cuando el profesor no veía le eché un vistazo a la carta sobre mi mesabanco, escondida entre los libros de texto. No me convencía y no me entraban ánimos de declararme ese día. ¡Después de todo se trataba de un bobo y repentino amor a primera vista que no había surgido hasta hace poco! Para empezar, ¿de dónde saqué tanto valor?

Shiori confiaba en que iría a buscar a Mitsui al finalizar las clases y que me declararía, pero eso fue algo que no hice.

Al finalizar las clases del día me fui a mi casa y ahí reescribí la carta desde cero, expresando mis verdaderas emociones sin la influencia de mi agitada amiga. «Discúlpame, Shiori, pero estos son mis verdaderos sentimientos, no los tuyos. Agradezco tu ayuda en lo profundo».

Luego de tomar una ducha me senté frente al escritorio de mi habitación; encendí la lamparita de noche, tomé un bolígrafo con una punta que escribiera bonito y olvidándome de la tarea que tenía que hacer comencé a escribir. Para mi sorpresa, me quedé en blanco casi después del saludo y la presentación.

«Rayos…»

No hallé una forma especial para comenzar y escribí:
"Hola, Mitsui-kun. ¿Qué tal todo? Mi nombre es Murasaki Lawrence. Quizá no te acuerdes mucho de mí, y lo entiendo porque yo tampoco te recordaba demasiado hasta que…"

—¡No! —exclamé arrugando la hoja para luego lanzarla a la papelera—. ¿Qué forma de pensar es esa? Ni siquiera parece una declaración de amor… Agh, tan siquiera, ¿esto es amor? No lo sé. Solo quiero estar con él…

Alguien tocó a la puerta. Era mi madre que me escuchó hablar sola y entró para cerciorarse de que no estaba con alguien a altas horas de la noche.

—Creí que quizás estabas viendo la televisión.
—No, mamá. Estoy… terminando mi tarea —dije viendo de reojo que ni siquiera me tomé la molestia de abrir los libros de texto.
—¿Todo bien con la escuela? —preguntó y yo respondí que sí—. No te desveles demasiado. Acaba pronto y ve a la cama, ¿de acuerdo?
—Claro.
—Ah, Murasaki, necesito que mañana luego de la escuela me ayudes con unas compras. Iré a trabajar y no tendré tiempo de pasar al supermercado.

Estuve a punto de quejarme, pero no tenía nada que hacer y mi mamá desde luego sabía que yo no pertenecía a ningún club de la escuela. Debía seguir manteniendo la imagen de niña buena, así que accedí sin ningún problema. Me deseó las buenas noches y se retiró. Entonces seguí con lo mío. Esa carta que debió redactarse en unos diez o quince minutos tomó más de una hora puesto que mis sentimientos plasmados en papel no terminaban de sentirse bien. Aun así, el resultado final me gustó mucho y cuando la terminé la metí a un sobre color rosa pastel y la guardé en mi mochila.
¿Y la tarea? Le pediría de favor a Shiori que me dejara copiarla.

—¡¿Qué?! ¿Tampoco la hiciste? —exclamé.
—Creí que la harías tú. Bueno, las mentes brillantes piensan igual, ¿no? Todavía quedan 10 minutos para que el profesor venga, así que…

Como si lo hubiera invocado el profesor llegó en ese momento y se sembró en su asiento frente al escritorio.
Shiori tuvo que usar sus encantos para lograr que alguno de sus tantos contactos le pasara el trabajo resuelto.
La clase geometría afortunadamente terminó rápido. Cuando estábamos comiendo en la cafetería volvimos al tema de antes.

—¿No se la diste? Saki… Quedamos en que era mejor hacerlo en cuanto antes.
—Es mi primera vez con estas cosas. No me gustaría precipitarme. Pero, si hoy lo veo después de clases se la entregaré y listo.
—¡Así se habla! Aquí tienes. —Tomó un pan de chocolate y me lo entregó en mi bandeja—. Para que te dé ánimos al rato.

Agradecí. Durante la última clase me sentí demasiado nerviosa, como toda una adolescente angustiada. Mi estómago estaba revuelto y mis manos, pese al cálido clima, se sentían heladas. Sudor frío.
La campana anunciando la salida se hizo sonar y todo mundo se dispersó. "Suerte" dijo Shiori al guiñarme un ojo y se fue por los pasillos. Sonreí como reacción de agradecimiento, pero solo podía pensar: «Trágame, tierra». De todas formas, el sufrimiento me lo estaba provocando yo al pensar en un posible rechazo.

Tomé la carta, la guardé entre mi saco del uniforme y caminé hacia los casilleros de los chicos de tercero, específicamente hacia el aula de Hisashi Mitsui.
Lo vi a la lejanía. Estaba siempre rodeado de personas. No había oportunidad de acercarme y tener tan siquiera una charla privada. Suspiré con resignación.

«De modo que no podrá ser cara a cara» me dije y caminé hacia los casilleros del gimnasio tan rápido como pude. No habían llegado los muchachos, ¡qué suerte! Ya que no podría verle directamente, el plan era dejar la misiva encajada en el casillero del chico.
Me tomó unos minutos leer su nombre en kanjis en el bloque correcto. Al encontrarlo puse la carta con mucho cuidado en el casillero, no obstante, el ruido del calzado viniendo desde el pasillo me interrumpió abruptamente. Era Hisashi Mitsui que me miraba desde el marco de la puerta con expresión de genuina extrañeza. No se suponía que las chicas estuvieran en el bloque de los varones.

—Mitsui… —dije como reflejo mientras escondía la carta detrás de mí—. Hola.
—Hola —respondió con una sonrisa.
—Eh… Yo estaba… Verás, vine al gimnasio buscando, pero… —me excusé. «¡¿Buscando qué?!» me regañé a mí misma.
—Ah, ¿juegas en el club femenino? Los casilleros de las chicas están allá. —Apuntó hacia la habitación derecha—. Aunque es raro unirse en esta temporada.
—¿Sí, verdad? —dije con nervios enroscándome un mechón de pelo.

Mitsui rio por mi actitud. Al sentirme más ligera por su gesto, agregué:

—Mitsui-kun… El partido del otro día estuvo genial. —No fui capaz de decir: "estuviste genial"—. Gracias por traer la victoria a nuestra escuela.
—¡Fue gracias a todo el equipo! —exclamó sonrojándose—. Y también al apoyo del entrenador Anzai.

«¿El entrenador Anzai? Ah, quizá ese gordito de pelo blanco que le habló en la cancha».

—Ya veo…

Las palabras apenas y salían de mi boca. No quería que ese momento solitario entre los dos acabase, pero ya era tiempo de ir al grano. Su rostro tranquilo me dio ánimos de seguir.

—Mitsui-kun. En realidad yo… vine a… darte algo. —En ese instante saqué el sobre y se lo tendí antes de perder el valor. Lo sostuve con ambas manos mientras mantuve la mirada fija. Nada de reverencias.

Él tomó el sobre y sonrió. Supo lo que era, pero prefirió hacerse el despistado.

—Gracias —dijo con esa mirada pacífica.
—Bueno, yo… debo irme —dije y salí corriendo de ahí. No quería sonrojarme más.

Tan solo le escuché gritar a la lejanía:
"¡Gracias por ir a ver el partido, Murasaki!"

«Murasaki…» Mi nombre pronunciado por él hizo eco en mi mente. Y sentí mucha alegría.

Él no se había olvidado de mí.