A mi Señor Jesucristo, gracias Dios por permitirme regresar.

Salmo 28:7Mi corazón salta de alegría, y con cánticos le daré gracias. Debemos dar gracias a Dios porque él nos da las fuerzas que necesitamos en medio de cualquier circunstancia.

Naruto no me pertenece, los personajes e historia son una creación de Masashi Kishimoto.

27-B.

-o-

Recuerdo ese día, casi enteramente, aquel día cuando por fin me correspondió. Todavía siento la misma dicha que me invadió al saberme correspondido en aquellos besos. Esa alegría que me llevó a observarla detenidamente, no deseaba perder detalle alguno de esos momentos. Aparentemente seguía nerviosa, era obvio en sus facciones, en su mirada. Nos quedamos por un tiempo sólo así, recostados en el pasto mirando el cielo.

La tranquilidad me llevó a preguntarle —Haruno sensei, ¿qué piensa?

— Nada...—, dijo rápidamente, supo que no le creí, suspiró y agregó —, perdona, es que no quiero pensar mucho, no hoy, no en este momento —me sonrió, asentí —; Kakashi kun, generalmente a esa pregunta le sigue una "¿y tú?", pero he aprendido que no eres de muchas respuestas— sonrió de nuevo mirando aquel mar azul que teníamos por cielo.

—Sí, pero si me preguntara contestaría que pienso en usted, pero quizá sea muy obvio.

Las nubes y el viento nos refrescaron, ella calló durante unos segundos y cambió de tema.

— ¿Sabes? Nunca he entendido porque la gente en las películas siempre se ve muy cómoda tirada en el césped, que mentira, es incómodo, pica un poco (imagina si se es alérgico), se enreda en el cabello, sin contar que el pasto a veces está húmedo — una media sonrisa melancólica le adornó el rostro, con aquel gesto que nos da la nostalgia de los recuerdos, fue cuando supe que era lo que ella pensaba, lo que recordaba, aquel recuerdo que ambos compartíamos porque los otros dos involucrados ya no estaban con nosotros —; sin embargo, creo que esta vez puedo dormirme, estoy un poco cansada, fue una dura semana— después pausó y me miró en espera de mi respuesta.

—Está bien, no se preocupe, yo no tengo sueño, montaré guardia — repetí aquellas palabras de hace años.

Río suavemente, satisfecha con mi contestación. — ¿Debería eso tranquilizarme? — cuestionó como sospechaba haría, como hace años, yo sonreí esta vez, quizá con el mismo dejo melancólico que ella tenía apenas segundos antes.

—Duerma tranquila sensei, yo cuidaré de usted como esa vez, lo prometo.

Estas palabras parecieron genuinamente sorprenderla —. Creo que ahora estoy preocupada en verdad — Bromeó riendo, no supe que más decir, tal vez llevaba algo de razón. —Sie…siempre creí que… no nos escuchabas— dijo despacio, bostezando —, o que no…te importaba, o recordarías — sonrió —; me equivoqué, que extrañeza.

Pocos minutos después dormía apaciblemente. Me limité a sólo quedarme ahí, a su lado, contemplándola a ella o al paisaje. Pasaron los minutos en aquel sosiego, cualquiera diría que sería aburrido, pero yo no, su compañía sumada a la suavidad, calidez y letargo de la tarde era algo que me agradaba, que aún me agrada, y que no siempre puede disfrutarse ampliamente. Entre el ir y venir de mis ojos de las nubes a ella un recuerdo me invadió, ese que Haruno sensei revivió minutos antes.

Yo era pequeño, tenía a mis amigos y Haruno sensei nos entrenaba durante una misión, en realidad ya estaba finalizada, pero teníamos que esperar a otro equipo para encaminarnos a la aldea, como no sabíamos si serían un par de horas (cuatro al menos) o un día entero, mi mentora pensó sería una grandiosa idea ocupar el tiempo en entrenamientos, fue eso o le hartó oírnos discutir, puede que simplemente estaba aburrida.

Después de terminar con el extenuante entrenamiento y mientras la tarde iluminaba de naranja el cielo me limpiaba los restos de tinta azul de la segunda prueba en el arroyuelo cercano. La prueba tenía una trampa, como casi todas, un charco azul no muy profundo.

No caí por descuido, de hecho, estuve ileso hasta que inicié a alardear de mi destreza ante Uchiha porque se empapó ligeramente los zapatos. Mi amigo justo estaba por replicarme cuando cerró la boca de golpe al ver como Haruno sensei apareció repentinamente detrás de nosotros y me arrojó directa y fácilmente al charco azul diciéndome que jamás, jamás, debo bajar la guardia, aunque parezca que todo está tranquilo o resuelto, una gran lección enteramente aprendida y practicada.

Obito tuvo que tragarse el resto de su burla y sus sonrisas ante la mirada furiosa que Haruno sensei le dio apenas abrió la boca. No lo arrojó al estanque azul, por mucho que deseara, pero lo sermoneó duramente diciéndole que no debía reírse, pues no estaba ni un poco lejos de estar como yo, o peor. Después felicitó y agradeció a Rin, que fue la única que permaneció ilesa y callada durante el entrenamiento.

—Sí, definitivamente estaba harta— susurré sonriendo.

—"Estoy tan cansada que podría dormirme" —escuché hablando a Rin desde el arroyo, estaba atento a ellos, escuchando sus diálogos a pesar del enfado que me daba la fastidiosa y pegajosa tinta que fácilmente se absorbía en la ropa y la piel. La tinta picaba y me refregué tan fuerte que era el menor de los males para mi piel.

— "Rin chan, Sakura sensei, nunca he entendido porque la gente en las películas siempre se ve muy cómoda tirada en el césped"— Rin y Haruno sensei se habían recostado en la hierba, al parecer Obito no estaba muy convencido de imitarlas—", que mentira, es incómodo, además pica un poco"

—"¡Oh sí, muy incómodo!" —dijo mi maestra con timbre exagerado y burlón—. "Vamos Obito, no seas tan llorón. Ven acá, descansa con nosotras, el pasto no va a comerte o algo así, eso se fue hace media hora y la libraste muy bien, solo un par de mordidas de las plantas carnívoras y ya, deja de asustarte tanto, ni se infectará" — soltó burlona Haruno sensei.

La anécdota de las plantas carnívoras contra mi amigo fue muy divertida, tanto que todavía Rin se carcajeó discretamente y Obito resopló avergonzado, finalmente se resignó y tumbó a un lado de ellas

—"¡Oh vamos! ¿Qué no eres el chico duro y resistente del equipo?" —Acotó mi maestra restregándole las palabras que lanzó en su última propaganda a si mismo apenas se anunció el entrenamiento del día — "Quita esa cara Obito, no es para tanto, además las pruebas ya terminaron, disfruta de tu tiempo libre y del suave pasto, aunque pique un poco" —dijo divertida, Rin rio tenuemente y Obito suspiró con resignación.

—"Imagine sensei si fuera alérgico"— chasqueó Rin.

—"No lo soy, pero no es cuestión de risa, pregúntenle a mi prima Gina"

—"¿Es alérgica? No sabía, Sasuke kun nunca me contó; vaya, pobrecilla, ahora entiendo porque nunca va a los días de campo familiares"

—"A mí no me molesta que pique, pero sí que se enrede en el cabello; sin contar que el pasto a veces está húmedo" —, argumentó Rin —"; aunque que esta vez puedo dormirme, estoy un poco cansada, fue una dura semana"—finalizó con un bostezo.

—"No Rin chan, no debemos"— Haruno sensei bostezó igual, con lo cual mis amigos rieron y yo giré los ojos —"; tenemos que esperar al otro equipo"

—"Está bien, no se preocupen, yo no tengo sueño, montaré guardia"— prometió Obito.

— "¿Debería eso tranquilizarnos?" — Cuestionó Rin —"Hace unos días dijiste eso y todos nos resfriamos por la lluvia"

Obito rio nervioso —. "Lo siento… Pero en serio, esta vez no dormiré, de verdad" — Cuando volví de asearme todos dormían, incluido Obito que roncaba ligeramente, como siempre.

Me senté junto a ellos aprovechando que el viento terminaba de secarme el cabello y parte de la ropa. Me quedé mirando fijamente a mi maestra, como tantas otras veces. También esa vez sonreí ante su aparente tranquilidad y confianza. Su rostro dulce y calmo de vez en cuanto soltaba algún rumor o ronquido suave y bajo.

—"No me gustó que me lanzara a la tinta, pero se lo perdonaré porque estaba distraído"— murmuré para mí, rumiando mi frustración.

Retiré una pequeña ramita de sus cabellos rosados, apenas la saqué me di cuenta de lo cerca que estaba y de lo osado de mi plan, estaba a poco de ella, de su rostro. Me sorprendió un poco su cercanía y tuve miedo, pero no eché a correr como días antes, cuando preocupada por mi corrió al saberme herido en batalla.

Aquella ocasión al verme bien se apresuró a abrazarme y besarme en las mejillas, afortunadamente se entretuvo sanándome, porque sentí gran vergüenza de los latidos acelerados de mi corazón generados por ella, y no por la pelea (como ella creyó), además claro del rubor cálido que me recorrió por su amable gesto.

Pero esta vez ella dormía, todos dormían menos yo, era una oportunidad perfecta, así que sonreí y tuve la suficiente valentía para acariciarle las mejillas por primera vez. Sí, esa fue la primera vez que me atreví. Su piel blanca era suave y cálida, mucho más de lo que imaginaba. Sentirla bajo mis dedos era reconfortante, agradable y extrañamente fascinante.

Estaba absorto, tanto que casi brinco del susto al pensar que Obito me atrapaba en mi travesura, pero el alma me volvió al cuerpo al saberlo hablando dormido, algo que siempre hacía; si bien no fui sorprendido, si acobardado, y no me atreví a seguir con mi afanosa labor, además el otro equipo estaba cerca; logré despertarlos antes de que llegaran, pero no tanto como para que no notaran que estaban dormidos apenas minutos antes, pude evitarlo, por supuesto, pero deseaba que Obito me pagara su burla y bueno, simplemente deseaba fastidiarlo un poco, por supuesto que Haruno sensei lo reprendió, lo cual fue divertido y reconfortante.

Presa de los recuerdos, de la nostalgia y melancolía, deseé repetir mi osadía, y lo hice. Todo era muy similar a pesar de los años y de la ausencia de Obito y Rin, mi maestra seguía siendo la misma, sus cabellos rosados se agitaban con igual rebeldía y suavidad con el viento vespertino; su blanca piel seguía suave y cálida, igual de agradable, fascinante y embriagadora que años atrás.

Esta vez me sentí libre de culpas y miedos cuando ella abrió los ojos con pesadez, tomó mi mano entre la suya y me sonrió de tal manera que no quedó otra que corresponderle.

—Sensei, se hace tarde.

— ¿Sí? ¿Qué hora es?

—Cerca de las seis— retiré una pequeña rama de césped de sus cabellos —, perdone si no la desperté a tiempo para regresar al hospital, se veía muy cómoda y cansada.

—No te disculpes por eso, discúlpate por despertarme cuando soñaba tan bonito— dijo bostezando e intentando sentarse, la ayudé —; aunque no lo creas no tengo que volver al hospital, cosa curiosa, pero después de meses y meses finalmente me dieron el día enteramente libre, pudiste despertarme hasta la medianoche de haber querido.

—Vaya, de saberlo… que desperdicio. Vuelva a dormir, yo la despierto a media noche.

Ella río interrumpiendo su estiramiento —, no, no, que va, déjalo así, no sé por qué, pero no me da confianza tu propuesta.

— ¿Ah sí? — Asintió — ¿por qué?

Sonrió, se alzó de hombros e incorporó. —Iré a casa a dormir, mejor mi cama que este pasto.

— Hum… ¿Puedo acompañarla?

Ella tardó unos segundos en asentir —Sí, porqué no.

Nos encaminamos y me di cuenta de que en realidad no sabía dónde vivía, deseaba cuestionarla pero la vergüenza por una posible indiscreción me llevaba a callar y a solo guiarme por ella.

—Kakashi kun, no pensé que recordaras aquella vez de la tinta.

— Cómo olvidarlo. El cuerpo me dolió por días, esa pintura fue difícil de quitar.

Ella soltó una pequeña carcajada — Oh, sí, fue muy divertido verte esos días todo irritado y rojo, todos creyeron que habías ido a la playa o algo así, ¿tanto te tallaste? Viene a ser tu culpa, ¿sabes que con un poco de infusión de hierba de golondrina* te aliviabas la irritación y de paso te limpiabas fácilmente desde la primera?

— ¿Golondrina?

Ella asintió, paró y se agachó tomando una pequeña planta de hojas diminutas, redondas y verdes —ten, para la próxima.

—Hum…— la tomé sin mucho agrado, sintiendo los pequeños terrones desprendiéndose de las diminutas raíces —, tantos años y aún se burla, seguro que lo disfruto mucho.

—Claro que sí, por Dios, ¿qué querías?, tú y Obito se pusieron muy pesados esa vez, tu muy presumido, para variar, y él no podía quedarse atrás. Además, no es mi culpa que fueras tan cabeza dura y orgulloso como para no pedirme ayuda para sacarte la pintura o aliviarte la irritación.

— ¿Dice que con un simple baño? — dije con desgano.

—Solo uno y ya, así de simple. Además, no necesitas restregarte como loco, un simple roce y ya — obviamente debió ser muy cómico para ella, pues siguió riendo con gusto y sin nada de pena de mi cara de dolor—¿Tanto dolía?

—Sí.

—Pues eso te pasa por presumido, insoportable, cabezota y orgulloso, ¿qué culpa tenía yo?

—Ninguna, al parecer.

— Ninguna por supuesto. ¿En serio no se te ocurrió pedirme ayuda? Yo con gusto te hubiera dicho, pero…

—Deseaba que yo le pidiera ayuda primero.

—Sí, y una disculpa.

—¿Hum…?

—Tú y Obito a veces eran insoportables, pero esa vez en particular se lucieron. ¡No, no, no vengas con eso de "solo era un niño"! Bien que te vengaste al no despertarnos a tiempo y dejarnos en vergüenza con Hayato san.

Sonreí —hice lo posible.

—Sí, por dejarme como una dormilona y perezosa, esa fue tu venganza, ¿crees que no lo note?

—Ingenuamente no.

—Tontamente diría yo.

—No era mi responsabilidad, tampoco fue mi culpa que Obito se quedara dormido. Ya entiendo, por eso me dejó con el cuerpo dolorido por cuatro días.

—Sí— dijo sin culpa alguna —debiste disculparte y pedir ayuda, no fue mi culpa.

Callé mirando la pequeña hierba, faltaba poco para llegar a la aldea.

—¿Un simple baño y ya? —ella asintió riendo de mi frustración, entonces sonreí débilmente — ¿de habérselo pedido me habría ayudado a pesar de estar tan enojada?

—Por supuesto Kakashi kun, no soy un monstruo.

—Hum… Si me hubiera dicho que el remedio era solo un baño con infusión de estas hierbas créame que le habría pedido disculpas mucho más rápido. Aunque lo hice, ese mismo día lo hice.

—¿Qué? Recuerdo bien ese día, nunca te disculpaste.

—Verbalmente no, pero mentalmente sí. Lo pensé sensei, lo pensé genuinamente arrepentido.

—Bah, así que chiste, eso no cuenta.

—¿No?

—No.

Suspiré arrepentido— Que desperdicio, ¿a quién no le gusta que le den un buen baño de vez en cuando? —bromeé con tono sugerente.

—Oye…— murmuró apenada cuando entendió dándome un golpe en la nuca. — ¿Además, como que te disculparías más rápido? Nunca lo hiciste, ni ese día ni ningún otro.

—Claro que sí.

—¿Sí?

—Lunes siguiente, a eso de las nueve de la mañana, usted y Rin encontraron aquellas flores en la base del árbol donde siempre descansaban.

—¿Las gerberas anaranjadas?

—Hum… pues si ese es su nombre supongo que sí. Sí, creo que eran naranjas ¿o rosas? —, claro que esas tampoco resultaron ser sus flores predilectas, como después me aclaró.

—¿Eran tuyas? — Me miró sorprendida, sus grandes ojos verdes me hicieron feliz, pero no sonreí, me hice la víctima y suspiré desganado, obviamente obtuve su mirada llena de culpa y arrepentimiento.

—Sí — dije como si nada, como si no notara la vergüenza y arrepentimiento que se vislumbró en sus ojos —. Estoy seguro que fue un lunes, si, muy seguro, todavía ese día me dolía la piel así que no pasaron tantos días —, seguí jugando al tonto inocente.

—Oh, vaya, que sorpresa. ¿Pero cómo rayos crees que iba a saber que eran tuyas si nunca lo dijiste?

—Hum… pensé que lo supondría — murmuré con mi mejor tono de hombre golpeado, pero esta vez no pude detener una pequeña sonrisa, total, cargaba máscara, no que fuera a notarlo.

—Supondría mis calcetas, no lo dijiste y ya. No vengas a querer hacerme sentir culpable.

Por supuesto que lo notó.

—¿Yo? Imposible sensei —, ella rodó los ojos e intenté no reírme de nuevo porque rompería con mi fachada de víctima —; ¿recuerda aquella frase suya? Esa de "una deuda es una deuda"

Doblamos en una esquina a la derecha. —Sí, ¿por qué? — la seguí colina arriba, sobre la empinada calle.

—Hum… espero y la recuerde y aplique todavía — y agité la pequeña planta frente a sus ojos.

—¿Qué? — cuestionó genuinamente admirada y sonrojada.

—Una deuda es una deuda, yo me disculpe en tiempo y forma, así que usted me debe el tratamiento para una piel entintada e irritada, entintada e irritada por su culpa ciertamente, lo cual agrava el compromiso.

—¿En serio crees que voy a bañarte después de todos estos años?

—No importa el tiempo que pase, una deuda es una deuda, una sabia maestra me lo enseñó.

—¿Y no te enseñó a no jugar con fuego o pecar de inocente?

—Hum… sí, pero una deuda es una deuda —, rodó los ojos. Llegamos al conjunto de viviendas cercanas al hospital —Haruno sensei, pensé que no iría al trabajo.

—No voy, vivo en ese edificio de ahí —, señaló un edificio con varios pisos —, estoy rentando un pequeño departamento.

—Oh…— murmuré y la seguí hasta ahí, cuando paró frente al edificio tocó el timbre y yo aproveché para retomar mi anterior petición —, sensei, espero y no se le olvide que una deuda es…

—¡No voy a bañarte y ya! — me interrumpió gritando, sonrojada, extendiendo los brazos, finalmente había terminado con su paciencia, lo cual buscaba, obviamente, y lo cual me divertía (y aun divierte), obviamente, pero hice lo posible por parecer dolido y herido, genuinamente dolido. —Oh, eh, buenas noches señora casera.

Haruno sensei perdió cualquier rastro de furia, casi se paraliza al ver a la anciana frente a nosotros abriendo la puerta principal y dejándonos entrar.

—Buenas noches doctora — saludó la anciana con una sonrisa.

—¿Ves lo que provocas? Qué pena — me dijo apenas dejamos atrás a la anciana y subimos un buen par de escaleras.

—Hum… sensei, no se preocupe, puede que no la escuchó gritar.

—¿Tú crees?

—Sí, si está sorda— le dije esquivando un golpe con su pequeña bolsa de mano que apenas noté —¿Qué? Muchos ancianos lo están, ¿no?

—Aquí es— murmuró al parar frente a una puerta.

—No pierda la esperanza sensei, tal vez su casera está sorda.

—Sí, claro, se notó muy bien en su sonrisa y la risa que dio apenas le di la espalda— y hurgó en la bolsa buscando las llaves — ¿Aparte te ríes?

—Hum… si quiere puedo llorar.

—Ja, ja, que gracioso andas hoy. ¿Dónde están esas malditas llaves?

Departamento 27-B — repasé mentalmente el número en la puerta.

—No es gracioso Kakashi kun — dijo seriamente, metiendo la llave en la cerradura —; fue muy vergonzoso, además, ¿te imaginas lo que debió pensar la señora casera?

—Hum… que me daría un baño, ¿qué tiene eso de malo? ¿Acaso no es importante la higiene corporal?

Rodó los ojos abriendo la puerta —Ya deja eso, ¿sí? — Se descalzó y entró a su hogar, miró el pequeño recibidor y suspiró.

—Es un bonito departamento, quiero decir, desde aquí lo parece, al menos lo que alcanzo a ver.

—¡Oh! ¡Vaya! Que falta de modales de mi parte, puedes pasar Kakashi kun, ¿quieres algo de beber o comer?

Me invitó, pero seguramente se sentía un poco incomoda o nerviosa con dejarme pasar, era demasiado reciente ese pequeño gran paso que dio al besarme.

—Hum… no sensei, así está bien, dejaré que descanse.

—¿No vas a entrar?

—No, no hace falta. Mejor descanse, mañana seguro que tendrá mucho trabajo en el hospital.

Sonrió y asintió —gracias. Ya será en otra ocasión entonces —asentí—; gracias por ir donde Rin, realmente fue muy agradable verte.

—Ya era hora que fuera, no agradezca.

Y era verdad, no era de agradecerse, es algo que debía hacer, como su amigo debo hacerlo, pero la realidad era otra, quizá debí sonar tan culpable y arrepentido como me sentía, porque ella dijo:

—No digas eso; Rin chan y Obito, apuesto que ellos entendían porque tu no...

—Hum… intentaré ir cada año, de verdad que lo intentaré.

—Como lo has intentado hasta hoy — me dijo sonriendo —. Sé que lo intentas cada año Kakashi kun, siempre lo he sabido.

—Que descanse sensei— deseé con una sonrisa.

—Que tengas buena noche— dijo tomándose de la puerta.

—Nos vemos pronto, y recuerde, una deuda es una deuda.

—¿Otra vez con eso? — Cuestionó enojada —, no vengas con eso y…

Entonces la besé. Se sentía bien, como siempre. Toda esa tensión y nerviosismo en ella se alejaba un poco por primera vez desde que entramos al piso donde vivía. Cuando el tímido beso finalizó rocé su mejilla con mi mano y ella me sonrió.

—¿Estarás… te irás mucho tiempo fuera? — me preguntó un poco dudosa.

—¿De misión? — Asintió, entonces noté ese dejo de preocupación de siempre en sus hermosos ojos verdes —, no lo sé. Nunca se sabe hasta que te dan la orden, a veces hasta que estás ahí.

—Sí, sí, cierto… — murmuró bajando la mirada, como si le avergonzara tremendamente.

Sonreí, ese tipo de cosas, las cuales ella considera que me pueden llegar a molestar son precisamente las que más me gustan. Entrelacé su mano con la mía y con mi otra mano tomé su barbilla.

—Estaré bien, lo prometo.

—¿Sí? — me dijo entre avergonzada y contenta, con sus ojos temblando ansiosos.

Asentí —hum… se lo dije una vez, tengo motivos para volver, ahora más que nunca, además, ya sabe lo que dicen: mala hierba nunca muere.

Ella sonrió —, eso espero —; después me abrazó, eso me tomó por sorpresa. Recargó su rostro en mi pecho con fuerza —; perdona Kakashi kun, supongo que no puedo evitar preocuparme por ti, no importa que seas el mejor.

—¿Soy el mejor?

Rio —Sólo cuídate ¿va? —; asentí; —¿Cuándo partes?

—No lo sé. Quizá mañana, o en unas horas, tal vez en un par de días. A Anbu no le gusta ser muy predecible que digamos, siempre se debe estar listo.

—¿Por eso nunca dejas ese uniforme?

Asentí —hum… tengo a mi favor que no me va mal.

Se admiró un poco —¿sí? — asentí de nuevo. —¿Por qué tan seguro?

—Intuición.

—¿Sólo eso? — dijo dudosa.

—Es suficiente, pero si no le satisface consulte sus fuentes, algunas de sus compañeras en el hospital están de acuerdo conmigo.

—¿A sí?

—Si ¿Celosa?

—Claro que no. Es solo… curiosidad, sé que eres presumido, pero no de los que hablan solo por hablar.

—Hum, así que son más que sólo celos, se pone interesante.

—¿En serio quieres que te cierre la puerta en la cara? ¿En este día? ¿De verdad quieres que termine así?

—Pues si se trata de expresar como quiero que termine… pues…— e hizo esa mueca de advertencia suya, esa que me dice que de seguir así me vendría bien un golpe para cerrar la boca, la conozco bien, desde pequeño, lo cual no significa que muchas veces me sirva para callarme, aunque esa vez funcionó —; bien, bien, recuerde que tengo buen oído, es todo.

—Siendo así — jugó con la puerta —tratare de que sean más discretas entonces.

—¿Por qué, Por qué no es bueno hacer enojar a la jefa? No se preocupe, le aseguro que no debe —. Me puso un dedo sobre el pecho echándome atrás del marco de la puerta, donde me apoyaba para facilitarme lo que cualquiera describiría como acoso.

—No, más bien para no aumentar tú, ya de por si grande, ego.

Se ocultó detrás de la puerta, sonriendo ante su victoria, cerró poco a poco y murmuré mientras ella cerraba —, entonces usted también debería ser más callada.

Sonrió sin dejar de apenarse o negarlo —, sólo lo dije una vez y no tan en serio, pero lo tendré en cuenta. Hasta pronto.

—Hasta pronto. 27-B— me dije de nuevo mirando esa puerta como la más hermosa que hasta entonces miré, porque, aunque estaba cerrada, ya tenía la más grande puerta abierta para mí, mi oportunidad de estar con ella, de ser correspondido.

El tiempo pasó y la rutina me sumió en su ajetreo laboral, pero, como le dije a ella, ahora se sentía diferente, diferente a pesar de ser igual de triste, trágica, terrible, aplastante y espantosa, porque había que volver a casa, y no sólo a verla, sino también a sentirla, a vivirla, a saberla a mi lado, ¿qué mejor motivación que esa? No la había, ni la hay, ni la habrá.

Sin embargo, a pesar de que seguí viéndola y, además de tener nuestros pequeños roces y muestras de amor como los besos, saludos, ligeras caricias en su rostro, aquella manía mía por mandarle una que otra florecilla, y la suya de negarme el famoso nombre de su favorita, entre muchas otras cosas más (pequeñas y maravillosas) el ir a su departamento se me había negado, hasta aquella tarde.

Recién llegaba de misión y fui a observarla desde las sombras, como muchas veces lo hice, Haruno sensei estaba en el umbral de la puerta con la clásica discusión contra ella misma al no saber en qué parte del bolso estaban las llaves.

—¡Malditas llaves del demonio, siempre logran escaparse! — bufó, sonreí tras la máscara de lobo —¿Y tú? ¿Vendrás al fin o seguirás ahí? Anda, ven e impídeme que tire la puerta, ayúdame con estas estúpidas llaves, por favor —. Definitivamente me hablaba a mí, mentiría si no dijera que la sorpresa me invadió al saberla consciente de mí, generalmente yo era quien daba las sorpresas. —¡Cielos! ¡Ven! Kakashi kun, ¿crees que no sé qué me has seguido desde que salí del hospital? Puedo apostar que tenías minutos esperándome desde quien sabe cuál azotea—, siguió hurgando y despacio murmuró —; esa maldita costumbre tuya…—Me acerqué y tomé el bolso que me aventó con rabia — me eriza los cabellos, ¿Qué? ¿Sorprendido? ¿Realmente crees que soy tonta?

—No.

—Ya, ya, ya; quita esa cara (no la veo, pero la imagino), encuentra esas llaves, ¿sí? —Hurgué en el bolso y fácilmente di con ellas, aquello pareció darle rabia —; siempre están en tus narices — bufó y después dio un profundo suspiro abriendo la puerta.

—Está un poco caída— murmuré señalando lo obvio al escuchar el ruido de la puerta arrastrándose.

—¿En serio? —rodó los ojos —¿Vas a arreglarla? —negué —; entonces no critiques, se cayó hace unos días y la puse lo mejor que pude.

—Es una lástima.

—No lo sientas, yo la tiré, ¡qué!, ¡he estado muy estresada estos días! Mejor la puerta que un interno —. Entró quitándose los zapatos, me quedé en el umbral, como meses atrás. —¿Y qué? ¿Vas a entrar o solo te quedarás mirando? — Accedí y la seguí, la luz del recibidor pareció brillar iluminando el pequeño lugar. Ella suspiró—, perdona mi malhumor Kakashi kun, ha sido un día complicado.

—Qué pena.

—Ni que hacer, así es el trabajo, ya sabes.

—¿Qué ha pasado?

—Lo de siempre, demasiado trabajo, jornadas extendidas — se estiró un poco y se sentó pesadamente en el sofá —, pacientes graves, pacientes no tan graves que se creen en riesgo de muerte, internos inexpertos, médicos demasiado expertos, trámites administrativos —suspiró con pesadez —; la burocracia es lo peor del mundo, al menos del mío.

—De todos sensei.

—¿Los Anbu también? — Asentí y ella sonrió —; por Dios, eso es como la muerte y los impuestos, nadie se salva, nadie se escapa —. Reí, al menos el dejo de malhumor se le había ido del rostro.

—Sensei, ¿quiere un poco de agua?

—Seria sensacional.

—Le traeré. ¿Dónde está?

Entonces pareció despertar y de un salto brincó del sillón —¡Oh Dios! ¡Es verdad! ¡Yo soy la anfitriona, es mi departamento y nunca habías venido y…! —Miró a todos lados, corriendo tomó una pila de ropa que había en la esquina del otro sillón — Dispensa el desorden Kakashi kun, ha estado lloviendo tanto estos días, y se me hizo tan tarde que dejé la ropa y… permíteme sí. — Desapareció tras la puerta de lo que supuse su habitación, sonreí, aparentemente estaba muy cansada desde varios días —Sírvete agua o lo que gustes—, gritó desde su cuarto —; la cocina está a la izquierda, en el fondo, ve y toma lo que quieras, ya voy, ¿sí?

Llené una pequeña jarra y la llevé a la sala, ahí la esperé hasta que salió de la habitación; me admiró verla en una especie de pijama de short y playera de colores infantiles y llamativos, se recogía el cabello en una cola sencilla que parecía ceder fácilmente al peso de su larga melena rosada.

—Lo siento— me dijo en una cansada pero sincera sonrisa —; no, no te levantes, quédate sentado por favor —, le extendí un vaso con agua —; gracias Kakashi kun. Perdona mi… bueno, perdona mi falta de tacto, mira nada más si seré cabezota, primera vez que vienes y como te recibo, discúlpame.

—No se preocupe Haruno sensei, confío en que habrá muchas oportunidades para compensarme.

Y las hubo, y me compenso, muy bien y de diversas formas, cabe decir, y presumir.

Ella sonrió y dejó el vaso vacío en la pequeña mesa del centro. —¿Cuándo llegaste?

—Hace no mucho. ¿Desde cuándo sabe que estaba en…?

Rio con presunción —bueno, hace cómo… ¿qué será?, una hora, no, no, menos, quizá unos cuarenta minutos.

—Perdone si le importuné, no era…

—No te disculpes Kakashi kun; hoy fue sencillo saberte en esa esquina de la azotea del edificio más viejo que conozco, supongo que hasta un anbu baja la guardia de cuando en cuando, o tal vez yo me he vuelto un poco más observadora.

—¿Alguien más…?

—No, estoy segura de que nadie más supo de ti, no te preocupes. Creo que son todos estos años que te conozco y tu mirada (es un poco pesada), supongamos que he mejorado con mi percepción, algo debo aprender, ¿verdad? — Se quedó tranquila un tiempo, finalmente dijo —, y, ¿cómo has estado Kakashi kun?

—Hum… Puede decirse que bien, ¿y usted?

—Bien, supongo que puede decirse también eso de mí. Y… ¿qué tal?, ¿qué te parece el departamento 27-B? — asentí aprobándolo —, sé que no es la gran cosa, pero es mejor que nada, además me queda cerca del hospital, eso ofrece muchas ventajas, sobre todo cuando hago guardia…

Fue entonces que entendí, desde que me enteré de su divorcio no reparé sobre donde viviría. Obviamente dejó la vivienda de Uchiha, la casa azul le pertenecía al clan del sharingan, la otra opción que tenía, la casa de su padre, era para mi igual de irritante imaginarla ahí.

—No es tan grande como una casa, pero tanto espacio sería exagerado, después de todo solo vivo yo, uno se acostumbra al poco espacio cuando es así; Sasuke kun me propuso dejarme vivir en su casa hasta que encontrara donde quedarme, con eso de que él casi ni se llevaba ahí, pero lo rechacé, ir con mi padre ni siquiera era opción, mi cuarto desapareció durante lo del kyuubi y nunca se reconstruyó. No me lo vas a creer, pero mi papá me ofreció reconstruirlo, ¡se ha vuelto tan gentil!, casi como cuando era niña — dijo contenta.

Así debía ser, ese era el plan— pensé recordando la amenaza que le di al señor Haruno aquella noche que lo salvé.

—Pero también rechacé a papá, no sólo implicaba reconstruir un cuarto completo, sino volver a casa, y mi padre ya se acostumbró a la soledad. Ya sabía de estos departamentos, así que no fue muy difícil salir…venir para acá, la casera es bonachona y una buena amiga— dijo despacio, tocando el borde del vaso.

Comprendí que debió ser muy difícil pasar por todo eso, era bastante obvio en su tono de voz y lenguaje corporal, aun le dolía recordarlo por mucho que intentara ocultarlo. Debió ser difícil en aquel tiempo, hablarlo provocaba un dejo de melancolía y vergüenza en su voz. Me sentí un poco culpable al no entenderlo antes o pensarlo siquiera, así como no estar con ella en aquel momento, todo ese tiempo lejos de ella sin nadie que la ayudara o que le hiciera compañía. Debió ser complicado.

—Pero el pasado es el pasado, dime ¿qué herida, golpe o técnica te ha traído esta vez?

—Hum… ninguna.

—Por Dios Kakashi kun, tú siempre, siempre, vendrás a mí con algo, no seas tímido y terco, te revisaré a pesar de mi cansancio y malhumor.

—No esta vez sensei.

—Anda, no seas miedoso, ya no tengo malhumor, no será como esa vez del carrusel, lo prometo.

—No era un carrusel, sino la rueda de la fortuna.

—Da igual, no será como esa vez.

—Creo, y espero, que nunca lo sea.

—Me vomitaron (mi vestido nuevo y carísimo) y desobedecieron, ¿qué esperabas? — Sonreí —; te revisaré.

—No Haruno sensei, en verdad solo tenía ganas de verla.

—Soy una mujer afortunada entonces. Siendo así siéntete como en tu casa, quítate esa cosa, ¿sí? Me pone nerviosa —, accedí sacándome la máscara de lobo, incluso me bajé la del rostro. No importa cuánto tiempo pase, ni cuantas veces lo haga, ella siempre muestra esa mirada de admiración y curiosidad (como la de un niño inquieto y entremetido) cuando hago eso —¿Sabes? — Me murmuró tenue, como si le avergonzara sonrojarse —, siempre es bueno verte el rostro por completo.

—¿Sí?

Asintió — casi no he tenido ese privilegio a pesar de tantos años, es curioso y decepcionante ahora que lo pienso; cuando eras niño era todo un logro, imagínalo ahora.

—¿Por qué?

Se alzó de hombros —el gran capitán anbu sin mascara, pero lo más importante, el genio Hatake sin ella, ¿qué más quieres? — Y así como así, se sentó a mi lado y empezó con su rutina de auscultarme, no dejé de observarla, los cabellos desordenados le caían por el rostro a pesar de su eterna lucha de mantenerlos detrás. —Disculpa, supongo que es la costumbre —asentí y ella continuó —; mira, aquí — tocó cerca de la clavícula —; parece que has seguido las recomendaciones de la última vez, ha cicatrizado adecuadamente, se siente al tacto, ya está mejor...

Inevitablemente interrumpí sus palabras y su trabajo, me dejé llevar y la besé, ella accedió, tenía semanas deseando reencontrarme con ella, añorando sus besos y su cálido aliento, tomé su rostro con ambos manos y seguí deleitándome con su sabor.

—La he extrañado— murmuré.

—También yo— dijo tenue.

Quizá era eso, todos esos días, toda esa distancia, toda esa añoranza, la que me llevó a seguir besándola, e incluso, a ir un poco más allá de lo que hasta entonces me animé. Tal vez la intimidad del 27-B me impulsó a aventurarme y acariciar su piel.

Aquella dulce y cálida piel que su short dejaba a la vista, sus muslos tersos me dieron más ansias de ella, la sensación cálida, exquisita y embriagadora que desprendía bajo mis dedos me pedía más. Esa era la primera vez que la tocaba de esa forma, había iniciado por instinto, por deseo, pero ella no me detuvo, así que cualquier rastro de decencia, miedo y vergüenza pareció desvanecerse.

Seguí con su abdomen, mis manos la tocaron y me sentí realmente feliz al escuchar su respiración levemente agitada. Besé su cuello y acaricié sus cabellos que alegres fueron libres por completo.

Pero ella me detuvo, pareció despertar —Kakashi kun, espera, espera, por favor —, no la escuché o no quise escucharla hasta que me sostuvo de las manos —, por favor.

Sus ojos me miraron por un instante breve, había vergüenza, miedo y quizá muchas cosas más que no logré ver pues se alejó rápidamente sentándose en el sofá de enfrente. Ahí estuvo acomodándose el cabello, ya para delante, ya para atrás, hasta que finalmente se rindió dejándolo, por un lado.

—Kakashi kun… yo… lo siento y…

—Perdone.

—No, no es tu culpa yo…

—Creí que usted…

—Sí, sí, pero… desde hace tiempo que no… además tu…no quisiera que... — se tapó el rostro con ambas manos, y suspiró profundamente —; no quiero que tu…

—Lamento haberla incomodado — tomé mis cosas.

—¿Te vas?

—Pensé que eso quería.

—No— dijo segura, eso me quitó un peso de encima —; es solo que…

—Me quedaré si usted lo quiere.

—Lo quiero —, me senté junto a ella, mirando el sencillo piso, ella me observaba, pero no la miré hasta que puso su mano sobre la mía —; lo siento.

—¿Hum?

—Lamento…todo esto.

—Está bien, quizá entendí mal.

—No— dijo veloz, la observé a los ojos, los cuales se estremecieron un poco —; no malinterpretaste nada, es solo que… —esperé un par de minutos —; tengo… me da… yo siento… — sonrió —; tenía bastante tiempo que no me sentía así, con esta vergüenza al querer decir algo, que no se me hacía tan difícil encontrar las palabras. Lo que pasó es que… es bastante complicado y vergonzoso decirlo.

—No es necesario.

—Lo es, no quiero que te quedes así y… estoy nerviosa ¿sí? Tengo un poco de temor y… eres mi alumno, bueno, fuiste, apenas hace un par de años que yo… no… que nunca te imaginé así y… eres muy joven y yo…

—Usted también.

—Gracias por eso (es cierto) pero no tanto como tú.

—Haruno sensei.

Se tapó el rostro con desesperación — es que…. Es que…es complicado, ¿sí? Yo quería, realmente quería, pero, hace tiempo que no hago… este tipo de cosas, y tú, no quiero que te arrepientas o que sea decepcionante y yo… eres muy joven y…

—No tiene que sentirse culpable, soy mayor de edad desde hace tiempo.

—No hace tantos años.

—Los suficientes.

—No es solo eso, es que… hay un poco más de cosas que…

—¿Cuáles?

—Bueno… no sé.

—Sensei…

—¡Eso! Eso es una de ellas.

—¿Hum…?

—Digo, no me molesta que me digas así, es solo que… bueno, ya es complicado estar con el que era mi alumno, y que vengas a decirme "Haruno sensei", "sensei" a cada rato, o cuando… estamos en eso… pues no lo hace más fácil.

Sonreí —, no va a pervertirme sensei.

Me miró a los ojos por unos segundos —Lo sé.

—A menos que usted así lo quiera.

Me tocó la frente con su dedo y me echó hacía atrás.

—Estoy hablando en serio y sales con eso.

—Yo también hablo en serio, me va a decir que cree que soy virgen

—Claro que no— dijo rápidamente.

—Qué seguridad tan tajante.

—Vamos Kakashi kun, leyendo todos esos libros todo ese tiempo.

—Que lea es una cosa, eso no quiere decir nada.

—Lo sé, pero, vamos, no soy tonta, es sólo que…

—El sensei es por costumbre. Sí llega a molestarle dejaré de hacerlo.

—No es que me moleste como tal, es sólo que… es…— sus manos iban y venían, debía ser complicado y bochornoso, al menos así parecía —, ¡Dios, eras mi alumno! ¡Y….! ¡Quieres dejar de verme así! ¡Es difícil ya hablar de esto y más si me ves así!

—¿Cómo?

—Pues así…

—La veo como siempre.

—¡No es cierto! Te estas divirtiendo en serio.

Era verdad, era gracioso verla apenada, tratando de decir aquello que tanta vergüenza le ocasionaba, al parecer "mirarla así" (lo que después definiría como sinvergüenza, lascivo, coqueto y pícaro) la cohibía un poco, lo cual lo hacía divertido y muy tentador, para mí era casi imposible (lo sigue siendo) no hacerlo, no solo por inercia, sino también para tratar de liberar la tensión en el ambiente y en ella, además claro de que lo hacía más divertido.

—Bien, me pondré serio. Hace tiempo que no soy su alumno, ni un niño, creí que le quedaba claro.

—¡Por supuesto! — Se levantó y caminó alrededor del sillón —; perdona, no quiero gritarte, no estoy molesta, es por el momento.

—Pensé que habíamos superado esta parte. ¿Aún me ve como su alumno?

—¡No!

—¿Entonces?

—Bueno… no es tu culpa, es solo que… además no es lo único… yo… estoy nerviosa ¿sí? Ha pasado tiempo que no… tengo un poco de miedo, otro tanto de culpa… digamos que aún no estoy lista (¡Deja de verme así!). Sólo… creo que necesito un poquito más de tiempo, ¿puedes esperar?

—Bueno, ya esperé por… ¿qué? ¿Ocho, nueve, diez años? ¿Desde cuándo la conozco? ¿Cuánto hace que fue maestra? —Alzó las cejas, sorprendida —oh, vamos, con todos esos años leyendo todos esos libros todo ese tiempo…— aquello la hizo sonreír, me sentí más relajado, yo también estaba incomodo —Hum… bien, ¿qué propone?

—Digamos que podemos quedarnos hasta aquí y… no sé, esperar a que naturalmente… ¡quieres dejar de verme así! ¡Es difícil ya hablar de esto y más si me ves así! — traté de no sonreír mucho, porque esta vez sí me golpearía.

—Entiendo.

—¿Sí?

Asentí —¿Puede decirse que me da su autorización para tocarla?

—Ah… bueno…pues si lo dices así…— asintió.

—Entonces por el momento con eso es suficiente.

—Lo será por un buen tiempo si no dejas de mirarme de esa forma.

—¿Cómo?

—Tú sabes cómo —negué, reí y la besé.

Después de varios minutos entre besos y caricias finalmente el cansancio la venció y se durmió recargada contra mi cuerpo, cuando lo noté la llevé a su cuarto y la recosté. Era tarde y yo también estaba ya cansado, me senté unos minutos en silencio, solo observando la noche por la ventana del cuarto.

—¿Te vas ya? — Susurró cuando me levanté, me asustó un poco, creí que estaba profundamente dormida —, puedes descansar aquí, recuéstate un poco — dijo entre sueños.

Obedecí, me metí en la cama, ella me hizo espacio, me acosté frente a ella, observándola detenidamente.

—Duérmete Kakashi kun.

Sonreí —usted también.

—No lo haré si no dejas de verme. Tienes la mirada pesada.

—¿Cómo puede ser eso? Las miradas no se pesan.

—Sabes a que me refiero— bostezó —; deja que me duerma.

—¿Por qué me deja hacer esto?

—¿Qué?

—Dormirme en su cama.

—¿Por qué no? ¿Tiene algo de malo? Ni que fuera la primera vez. Es algo que he hecho ya varias veces antes, no es algo que me de miedo.

—Tal vez debería —bromeé —; antes no tenía permiso de toquetear.

Ella sonrió —sólo duérmete, ¿sí?

—Hum…— sentí el cansancio en las piernas y deseé poder dormirme.

—Gracias — susurró tan despacio y lejano que creí que lo imaginé —, gracias.

—¿Por qué?

—Por regresar, por tu paciencia, por estar aquí— por primera vez abrió los ojos, sus ojos verdes brillaron en la oscuridad, se acercó un poco más a mí y pasé mi brazo por encima del suyo, ella sonrió.

—Gracias a usted también. Buenas noches — asintió y cerró los ojos —y, sensei, ¿qué tanto abarca ese extenso permiso suyo para poder tocarla?

—Ya duérmete.

Está de más decir que no había dormido tan tranquilo y feliz en meses, o años, sin embargo, desperté cuando aún no amanecía. Traté de ser discreto y levantarme sin importunarla, pero fue imposible.

—¿Qué hora es?

—Las cinco, quizá.

—Buenos días ¿las cinco? — Tomó el reloj, su pequeña luz pareció ofendernos la vista a los dos —; falta media hora todavía, puedes dormir otro poco, entraré hasta las siete.

—Así está bien.

—¿No me digas que quieres llegar temprano a donde sea que vas? —dijo burlona acurrucándose en las sábanas —; no me la creo.

—No es por eso, voy a casa, y siempre madrugo.

Ella resopló con burla —Entonces cual es la prisa.

—No quiero causarle problemas, es todo.

Me observó con interés —¿Por qué me causaría problemas?

—No lo sé. Mejor no enterarse, ¿no cree?

—Está bien — se enroscó en la cobija, sonreí y me despedí con un no tan breve y superficial beso que le tiñó las mejillas de rojo.

—Ahora sí son buenos días. Hasta pronto.

—Hasta pronto Kakashi kun.

Salí y observé el "27-B" de la puerta repasándolo mentalmente, me coloqué la máscara de porcelana y salí por la ventana del final del pasillo.

Realmente me habría gustado mantener ese deseo mío de no causarle problemas, más aún, de mantenerla lejos de cualquier posible incomodidad que mi presencia en su departamento, su vida y nuestra relación podría causarle, realmente sí, pero yo sabía, muy dentro sabía que sería difícil (casi imposible), traté de ignorarlo y mantenerlo oculto, pero tarde o temprano abriría los ojos.

Tal vez estaba muy contento, tal vez fui descuidado, tal vez me distraje, o era muy obvio, o quizá solo es como dicen, ni el amor ni el dinero pueden ocultarse, además claro de que tarde o temprano los secretos se revelan y la realidad en la que vivimos nos absorbe inevitablemente, esa realidad cruel, la realidad del mundo ninja donde la privacidad es solo una burbuja frágil que puede reventarse o mantenerse a capricho de los intereses de los grandes mandos, un mundo ninja donde la lealtad y la traición son igual de poderosas, donde la confianza es delicada y las sospechas demasiadas.

Debí recordarlo cuando Haruno sensei logró saberme en la esquina de la azotea del edificio viejo, y debió ser más fácil reconocerlo cuando Gai me lo advirtió, cuando mi buen amigo trató de advertirme que por muy alto que estuviera mi rango, trabajo e importancia en anbu yo no era diferente a los demás, y también estaba expuesto (y los míos por añadidura) a lo que los otros.

Habían pasado ya un par de meses desde que conocí el departamento 27-B cuando Haruno sensei y yo coincidimos por casualidad en el mismo restaurante donde comimos y nos pusimos al tanto de las semanas que teníamos sin vernos, al salir nos encontramos igualmente por casualidad con Gai. Lo saludamos y Haruno sensei se despidió de nosotros rápidamente, pues se le hacía tarde para el trabajo.

—Bueno, gusto en saludarlos, hasta pronto Kakashi kun, Gai kun.

—Kakashi, ¿estás seguro de lo que haces? — me habló Gai apenas mi maestra se alejó lo suficiente.

—¿Hum?

—No me digas "Hum", esto es serio— dijo bajo, molesto.

—Al fin pasó, te has vuelto loco — le dije sin interés al ver como miraba a todos lados con paranoia.

—¿Loco? — cuestionó sin respuesta, pues ya le había dejado metros atrás —. Yo no estoy loco, ¿Dónde, donde rayos…? — suspiró molesto al verme delante de él, desafortunadamente siempre ha sido perseverante, me dio alcance al poco tiempo —No estoy loco Kakashi.

—¿Ah no? Lo dice una persona que se queda hablando sola en la calle.

—Me dejaste, que es distinto. Créeme, estoy lo suficientemente cuerdo, lo suficiente para notar tu amorío con Sakura san.

Cerré el libro y lo miré fijamente, quizá demasiado porque pareció incomodarse un poco y dar un pequeño saltito, me hizo una señal y me llevó a un pequeño callejón.

—¿Desde cuándo?

—Eso no importa.

—¿Ah no?

—No. Y deja de verme así, no soy tu enemigo. Me pones nervioso.

—¿Por qué? ¿Tienes motivos o qué?

—No, no soy tu enemigo, soy tu amigo. ¿Estás seguro de lo que haces?

—¿Y tú?

—Ya va, deja tu aire de matón, estoy hablando muy en serio.

—Entonces dilo sin rodeos.

—Si yo lo he notado apuesto que no soy el único, pero quizá tienes suerte y lo soy. Ten cuidado, ¿crees que sea buena idea?

—¿Por qué?

—Bueno, ella…

—¿Qué tiene de malo?

—Nada. Digo, no me malinterpretes, no tengo nada en contra de ustedes dos, sabes que los aprecio mucho. Quiero y respeto a Sakura san, pero es mayor que nosotros, que tú. Sí, es muy guapa y joven, de hecho, tienes mucha suerte, es una kunoichi muy cotizada, no te culpo por…— se quedó callado —, relájate, parece que vas a matarme, siempre has sido muy posesivo y celoso con ella, sospeché que te gustaba, pero siempre superas mis expectativas, admito que no me sorprende mucho (vaya suerte la que tienes), pero en serio, no lo digo solo por ti, también por ella.

—¿Por ella?

—Eres un anbu, uno muy importante y peligroso, ella es la dirigente del hospital y la mano derecha de la Hokage, es una ninja muy importante y muy poderosa, ex de un Uchiha, un clan muy poderoso e importante, ¿no ves la relación, no entiendes a dónde voy?

—No tengo miedo de Sasuke Uchiha.

—No lo digo por él, ¡Dios, ni siquiera había pensado en él así! Eso es otra cosa a tomarse en cuenta ahora que lo pienso.

—Sasuke Uchiha no es un problema.

—No estoy hablando de él como un ex celoso (¿pero es celoso? ¿Lo has pensado? ¿No te preocupa?), como sea, me refiero a su importancia política, recuerda que tiene un buen puesto.

—¿Y eso qué?

—¡Como que qué! Se supone que eres un genio, tú, Sakura san, Sasuke san, la Hokage, todos importantes en la aldea, todos poderosos y peligrosos. Recuerda que todavía hay investigaciones, recuerda que todavía hay mucha desconfianza y miedo, y eso va de la mano de la sospecha, la cerrazón, la envidia, la ignorancia.

—No somos traidores Gai, si a eso es lo que vas.

—Yo lo sé, tú lo sabes, Sakura san lo sabe, ¿pero ellos? ¿Qué tal todos los demás?, ¿no lo has pensado?

—No voy a dejarla solo por tus paranoias.

—No te pido eso. Sólo que lo pienses y seas precavido.

—¿Qué lo piense? Es lo mejor que me ha pasado en mi miserable vida Gai, ¡lo sabes! Y me pides dejarla, ¡que rayos te pasa! — me sulfure al grado de tomarlo de la camisa y darle contra la pared.

—Tranquilízate, ¿ves lo qué te digo? No soy tu enemigo Kakashi, ni yo, ni la aldea, eso yo lo sé, no les hagas creer a ellos que lo eres, no les des la oportunidad — lo solté con rabia, se acomodó el uniforme y con seriedad dijo —, si la amas tanto debes entender porque te lo digo, no te enojes conmigo, sólo trato de evitarles malos tragos a ti y Sakura san, no quisiera que se vieran involucrados en cosas desagradables. Sólo haz lo que sabes mejor que nadie, se cuidadoso y discreto (sí, más), por lo menos hasta que se calme un poco la paranoia de los consejeros ancianos. Por cierto, felicidades, cuídala mucho, no sé qué maldita cosa hiciste, pero la hiciste bien, menuda suerte la que tienes, no lo eches a perder.

Tal vez debí tomar más en cuenta su recomendación y su aparente paranoia, incluso creo que exageré al enojarme de esa manera y dejar de hablarle por tanto tiempo hasta el punto de estar al borde de morirme para reconocer mi error y darle un poco de crédito al gran y buen amigo que afortunadamente sigo conservando.

Definitivamente debí escucharlo a pesar de la sorpresa que me dio saberme por primera vez preocupado seriamente por mi relación con Haruno sensei, por las implicaciones y problemas que podía causarle a ella, que era lo realmente importante, los míos no importaban tanto, solo ella, Haruno sensei y nada más, porque Gai llevaba razón y ciertamente nunca ha sido un tonto, aunque a veces lo parezca.

Nunca me perdonaré haberla puesto en riesgo, que estuviera en aquella silla en el salón de interrogatorios, porque, a diferencia de lo que ella y el resto quieran decirme para convencerme de lo contrario, fue mi culpa, y, a diferencia de ella, creo que no me perdonaré por ello.

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Saludos desde Sinaloa, México.

13-01-25

¿Qué tal?

Bien, acá la actualización de Haruno sensei. Entramos en la recta final del fic, esta historia nunca la terminé, el último cap que hice fue el siguiente y de ahí debo retomar la escritura para finalizar esta dramática historia que tanto amo.

En fin, nos vemos-leemos pronto.

Dios los bendiga

Cristo vive, reina y viene pronto, prepárate.

NOTA ORIGINAL:

Sí, finalmente he podido actualizar. Está de más decir los motivos, lo importante es que actualicé y que les gustara la lectura y que siga en su interés, además claro de que la recuerden jajaja.

La golondrina es una hierba medicinal de temporada de lluvia que se usa curar irritaciones en la piel.

Bien, bien, ¿qué les pareció? Sé que tengo tiempo con lo del final, quesque ya dos cap nomás y eso, pero ya saben como soy (jejejeje), así que faltan dos más, mínimo. Espero y no les moleste. Gracias y tengan compasión, que hice un gran esfuerzo y madrugué para poder escribir, sí, porque mi bebé no me deja otra opción jajaja.

Dios me los cuide.

Hasta pronto.