Míralo Akane, Míralo. Ahí está él con su pose de inalcanzable galán de portadas, sentado en su escritorio, perfecto e indiferente, firmando un documento muy importante, mientras tú te muerdes el labio de impaciencia.
-Tendo, llame a mi madre y dígale que no podré ir hoy a su casa-comenta él aún sin mirar algo más que no sean esos estúpidos papeles.-Oh, por cierto, también que el mensajero lleve el almuerzo antes del mediodía a las chicas, mi ama de llaves se tomó el día hoy.-termina diciendo y regalándome, ahora sí, una de esas miradas suyas que me desestabilizan, pero que espero impaciente cada mañana desde hace dos meses, cuando empecé en este trabajo.
Sus ojos son tan azules, tan profundos y tan intensos que empiezo a sentir que me falta el aire y casi prefiero que no me mire más y devuelva la atención al documento en sus manos.
En cambio, aprieto ligeramente mi muñeca izquierda en un intento por devolver el orden a mi mente y a mi cuerpo, pero siendo honesta, ya me he imaginado un millón de veces en las que terminó saltando sobre él, mi jefe, igual que un jaguar sobre su presa.
Maldito imbécil ardiente, mil veces maldito Ranma, te odio!! Y odio aún más que no me veas como lo que soy, una mujer...una mujer que se muere de ganas por meterse en tu cama, así sea solo por una vez. Y después seguir odiandote como siempre y para siempre.
Tranquila, serenate, Akane. Eres una mujer profesional, no una adolescente hormonal.
-Si, señor Saotome-respondo como un mantra mientras contengo el aliento y finjo que anoto en la agenda del día lo que me ha dicho antes sobre su madre y "las chicas".
Siempre rodeado de mujeres, no es de extrañar que sea un egocéntrico e insensible que solo se preocupa de "las chicas" que están en su departamento sin quién les cocine algo.
Estúpido y mujeriego Ranma, no sé ni porque me gustaría alguien como tú.
-Bien, entonces encárgate de eso mientras yo regreso de una cita con un cliente.-le escucho decir casi al mismo tiempo en que su perfume y el calor de su cuerpo invaden mi espacio personal.
Levanto la mirada hacia él, que sonríe como si hubiera atrapado a una niña en una travesura.
-Tramposa, ya decía yo que no estabas escribiendo nada- añade al tiempo que me golpea la frente con el dedo índice.
Idiota, cretino, acaso crees que aún soy solo una torpe marimacho?! Cómo te atreves!?!?!
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Por aquellos años de mi adolescencia, Ranma se había unido a nuestro dojo. Y como el virtuoso joven que siempre fue, no tardó en adaptarse a nuestro estilo libre de pelea. Y pronto se unió a mí como representante de la escuela familiar.
Solíamos entrenar fuertemente hasta quedar agotados. Completamente sin aliento, tendidos sobre el suelo del dojo.
Yo, que por esa época creía estar locamente enamorada del doctor Tofu empecé a sentirme genuinamente atraída y a gusto con aquel tonto desconsiderado de ojos azules.
Sus estúpidas bromas me hacían enojar, sus burlas infantiles me sacaban de quicio y su no poca fama de mujeriego por supuesto que me hacía hervir la sangre.
Pero cada vez que él me sostenía para evitarme una caída o cuando me halagaba diciendo que me veía linda al sonreír, mi estúpido corazón se aceleraba sin remedio. Sí, había caído ante el embrujo de ese idiota.
Y lo odiaba por eso. Odiaba a mi corazón por ser tan débil. Por hacerme sentir cosas cuando no debería. Por quién no debería.
Pero aun así, con los meses algo parecido a una amistad surgió entre losdos. Al final, como una tonta, estaba decidida a intentarlo. A decirle al menos sobre mis sentimientos...
El día de nuestro torneo final se acercaba, sin embargo, Ranma había dejado de ir a los entrenamientos durante la última semana.
Fue por eso que cuando Yuka me dijo despreocupadamente que Ranma estaba en el gimnasio del colegio, fui ahí corriendo sin pensar en nada más. Crucé el patio del instituto a pesar de la lluvia que azotaba la región ese día. Empapada como un ave en medio de una tormenta, me apresuré para verlo.
Nunca, hasta ese día, experimenté dolor semejante.
-Pero no estoy interesado en ella. Solo vine voy ahí para entrenar, con el señor Tendo. Gustarme esa chica? A mí?!-habló Ranma escandalizado-No, ni hablar.
Me había detenido tras de la puerta intentando no lucir tan desastrosa, pero terminé escuchando algo que no debería haber escuchado.
Sus amigos, cuyas voces apenas eran audibles bajo el ruido de la lluvia, hablaron atropelladamente. Mi nombre se dejó escuchar más de una vez.
-Akane-dijo Ranma tras el argumento de sus amigos y un estruendo cercano me impidió escuchar una parte de su respuesta. Algún auto debía haber resbalado por las calles mojadas y chocado.-Totalmente prohibida, nunca. Jamás-enfatizó Ranma, como si la sola idea le fastidiara en demasía.- Prohibida. No, ni muerto.
Sin estar segura de cómo lo hice, volví a casa con el corazón echo pedazos por sus palabras.
Salí dos días después, cuando las lluvias habían cesado ya, con la excusa de ir a entrenar a las montañas. En realidad terminé refugiándome en los bosques de la región de Ryugenzawa con un viejo amigo de infancia y su envejecido abuelo.
Pasé ahí casi tres meses. Desde luego no me presenté al torneo. No tenía cabeza, ni ganas ni fuerzas para nada.
De hecho, esa fue la última vez que entrené, propiamente dicho. No podía dejar de pensar que la negativa, casi con asco, de Ranma de cualquier sugerencia de relación entre nosotros se debía a que para él yo solo era una torpe marimacho con la fuerza de un gorila, como él acostumbraba a burlarse mientras entrenabamos.
Y, no volví a saber de Ranma hasta hace unos meses cuando entré a su despacho completamente consciente de lo que pensaba hacer.
Necesitaba vengarme de él. Quería que rogara por besarme. Que me deseara como mujer. Que se tragara sus palabras y que jamás, jamás, jamás volviera a colocar sobre mí la palabra: Prohibida.
Necesitaba redimir la humillación que había sufrido diez años atrás. Y no pensaba dejar pasar la oportunidad. No esta vez.
Ese día, me miré al espejo y la imagen que me devolvió me dejó más que satisfecha.
Arreglé mi cabello, ahora corto muy diferente a cuando era adolescente y lo llevaba igual que el de Kasumi, y me puse un poco de labial rojo. Ajuste el escote de mi blusa blanca y alicé con la mano la falda negra que me cubría hasta debajo de las rodillas.
-Así que prohibida, no, Ranma? Veamos que tan prohibida sigo siendo para ti.
En principio él pareció sorprendido, incluso feliz, de volver a vernos.
-Akane Tendo- exclamó al verme entre las postulantes al puesto de asistente- Por Kamisama, Mírate, estás...-dijo poniendose de pie- estas igual, no has cambiado nada en estos 10 años.
Sonreí tímidamente para él, fingiendo lo mejor que podía la rabia que me estaba consumiendo por su comentario.
¿Qué no he cambiado nada, dices desgraciado?. Solo espera y verás cuanto he cambiado.
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Buenas, buenas! Vergüenza y tiempo son dos cosas que casi no me quedan XD por eso vengo publicando este fic en vez de actualizar los pendientes Se espera, y se aspira a que sea cortito, pero pues nunca se sabe, verdad?
La portada toda hermosa es obra de la talentosa Ranko Saotendo, como premio al festejo de su nuevo hito en seguidores, cuya realización fue impulsada por la página de Facebook Mundo Fanfics Inuyasha y Ranma. Ya las siguen? Si no, háganlo, no se arrepentirán!
