Disclaimer: Avatar: Last Airbender no me pertenece

Advertencia: Este fue un Semi AU, por lo que las cosas ocurrieron en el mismo universo, pero de forma diferente (solo para terminar como siempre debieron, quizás).

Advertencia N°2: Muerte de personajes.


Epílogo.

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-Querida, te he estado buscando, ¿te apetece tomar el té con nosotros?- la pregunta de Iroh le toma por sorpresa, concentrada como estaba en el ejercicio que hacía junto al estanque de los patitos-tortuga.

-Ah, sí, me encantaría- sonríe Katara mientras devuelve el hilo de agua al estanque y deja que sus habitantes vuelvan a estar en paz-; es que me distraje.

-iroh ríe con el estómago, y ambos se echan a caminar por los pasillos hasta la terraza favorita del tío Iroh para tomar el té, en donde lo más seguro es que se encuentren con Lady Ursa, y probablemente Zuko, a las prisas.

-¿Y fue productivo?- le pregunta de nuevo con un dejo de sabiduría que ella ama cada vez más, a sabiendas de que cada distracción sirve para aprender algo nuevo. A pesar de su avanzada edad, Iroh tiene una visión holística de la vida que le hace el mejor consejero real y le hará el mejor abuelo del mundo.

-Definitivamente- responde ella, sin lugar a dudas.

Ella se lleva una mano al cuello, y sus dedos rozan el pendiente de lapislázuli que cuelga de su colla, ansiosa de lo que viene a continuación; el tiempo consigo misma que acaba de tener, consciente de sus sentidos, sus palpitaciones, su respiración y demás, fue demasiado esclarecedor.

Su corazón palpita con emoción cuando entran a la terraza en donde madre e hijo ya les esperan sentados a una mesa sencilla pero alegre. Zuko se ha quitado a túnica que usa cuando se disfraza del señor del fuego y en pendiente de nácar que lleva amarrado a la muñeca brilla con tonos tornasolados.

Luego del funeral de Lu Ten, Zuko decidió que honraría su voluntad de hacer feliz a Katara, llevando siempre aquel recordatorio consigo, y como una manifestación propia del amor que siente por ella, tallando su propio pendiente, que le ofreció justo después de su coronación.

Y que ella aceptó.

Dos años después, ella está viviendo la aventura de ser soberana de una nación, maestra control interdisciplinario en la Academia y, ahora, futura madre.

Ella toma la mano de Zuko, la que tiene el pendiente, entre las suyas cubiertas de líneas color vino, y la coloca sobre la piel de su vientre aún plano para decírselo.

A él, por supuesto, le cuesta reconocer el mensaje detrás del gesto, pero a sus espaldas, Iroh y Ursa lo captan al vuelo y sonríen. Cuando Zuko por fin lo entiende, abre grandes sus ojos dorados y sus rasgos juveniles surcados por la cicatriz de la guerra brillan de alegría.

Katara mira a su alrededor y lo sabe. Las respuestas que buscaban están frente a ella, en una sinfonía de colores* que combinan demasiado bien como para no ser correcto.

Mira a su alrededor y, ella está convencida, que está frente al amanecer más radiante.

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Fin

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*Hace alusión a una sinestesia, que consiste en experimentar de forma automática e involuntaria la activación de una vía sensorial o cognitiva adicional en respuesta a estímulos concretos.

Me gustó mucho escribir esto. El prólogo lo tuve escrito (y lo reescribí demasiadas veces) por demasiado tiempo antes de saber qué haría con él, y la verdad quedé satisfecha.

Les agradezco mucho a todas aquellas personas que se molestaron en hacerme sentir que quedó bien, lo disfruté mucho.

Ya nos leeremos nuevamente.