-Esta historia es una narración de la vida de la reina María de Aragón, que hasta el día de hoy no ha sido debidamente representada en la literatura ni en la ficción. La trama contiene ficción, pero para desarrollar los acontecimientos históricos que sucedieron realmente. Muchos de los personajes pertenecen por completo a Masashi Kishimoto, más otros personajes, los hechos y la trama corren por mi cuenta y entera responsabilidad para darle sentido a la historia. Les sugiero oír "Phoenix" de Molly Sandén para Izumi, "The Duck Shoot" de Lorne Balfe para Itachi, "Nara" de E.S. Posthumus para Sasuke & Fuso, "Dawn of Faith" de Eternal Eclipse para Hinata, "Bittersweet Symphony" de The Verve para el contexto del capitulo.
1518/Toledo, Castilla
La vida en la corte de Castilla era una constante crisis política, y en medio de ello el rey Boruto había decidido rechazar la propuesta de matrimonio que el rey de Portugal le había extendido al ofrecer la mano de su hija. La Infanta Fuso paseó por los jardines del Alcázar de Toledo, más que nunca desconfiaba incluso de los "leales" consejeros de su hermano Boruto, ya que lord Katasuke había conseguido convencer a Boruto para que exiliase a su hermano Minato a Bruselas en los Países Bajos, una decisión que había hecho enfurecer a las cortes de Castilla, pues en Valladolid había jurado que su hermano sería su heredero hasta que tuviera descendencia, y ahora lo enviaba al Imperio Alemán. Sintiéndose observada, Fuso detuvo sus pasos y volteó a ver a su hermano que había acudido a verla por fin, habiéndola convocado en el jardín hacía una hora. La Infanta portaba un elegante vestido de seda granate—con un recorte o forro interior dorado debajo, de escote recto, con detalles mantequilla en el centro del corpiño, donde se anudaba, y formando mangas abullonadas que se ceñían a medias a lo largo de los brazos—, ceñido a su esbelta figura, de larga falda con un patrón de rosas doradas en la mitad de la falda para formar una línea horizontal, y su largo cabello rojo se hallaba recogido elegantemente tras su nuca bajo una boina granate repleta de bordados dorados decorada por perlas, resaltando unos pendientes de oro y una larga guirnalda de perlas y cristales que caía sobre su pecho.
—Hermano— reverenció Fuso, dirigiendo una mirada a sus doncellas que la reverenciaron antes de retirarse para dejarlos a solas, —¿Queríais verme?— consultó, no sabiendo de que podía desear hablar con ella.
—Sí, es algo importante— asintió Boruto retomando su paseó por el jardín con ella a su lado, —pero no sé cómo decíroslo— añadió, nervioso por ofenderla.
—Solo decidlo, entonces os escucharé— sosegó la Infanta con una ligera sonrisa.
—No regresareis a Flandes— reveló el rey, haciendo que su hermana detuviera su andar y volteara a verlo. —Partiréis hacia Portugal para desposar al rey Sasuke— comunicó finalmente, esperando su reacción…y no pareció buena al verla a los ojos.
—¿El rey Sasuke?— repitió ella con incredulidad. —Pero si tiene edad para ser mi padre…— el hijo mayor de su tío, el rey, era un par de años menor que ella.
—Debéis pensar en el interés del reino— acalló él viéndola a los ojos seriamente. —Somos hijos de reyes, y estamos destinados a perpetuar nuestra estirpe. Si ello conlleva sacrificio, los aceptamos sin vacilación alguna— recordó, habiendo sido una lección de la infancia.
No era ningún secreto que, desde su llegada a Castilla, Boruto estaba buscando un enlace digno para su hermana Fuso; en su infancia temprana se había pensado en casarla con el ahora rey Kiba de Inglaterra, luego con el rey de Francia, anciano y viudo que había muerto, y su heredero Kawaki era ahora rey y estaba casado, también estaba el soltero rey de Polonia con más de cuarenta años, y por último estaba el duque de Lorena que era apenas nueve años mayor que Fuso, un posible aliado útil en los Países Bajos. Pero, ahora la mejor opción de matrimonio para Fuso era unirse al rey Sasuke de Portugal, un hombre de más de cuarenta años, viudo, y el hombre más poderoso de la península, que amenazaba con exigir el reintegro de la deuda que Castilla tenía con su reino, algo que Boruto no podía permitirse en ese momento; no quería desposar a la Infanta Sarada Uchiha…pero, había otra forma de mantener la alianza, ya que el rey de Portugal era viudo, el rey no había extendido la contraoferta, pero Boruto le había enviado una carta, esperando que un matrimonio sellaría la alianza que el rey Sasuke exigía. Habiendo esperado muchas palabras, menos aquellas, Fuso parpadeó entre confundida e incrédula, así como dolida, ciertamente Boruto había demostrado ser un hombre que no permitía que el afecto por su familia se interpusiera en lo que él creía que era mejor para los países que gobernaba, pero esto era algo a otro nivel y Fuso no pudo evitar retroceder dos pasos al hallarse bajo su mirada, indignada ante su decisión.
—Boruto, ¿No os bastaba con lo que le habéis hecho a Minato e Izumi?, ¿También tenéis que castigarme a mí?— cuestionó Fuso con la voz quebrada. —No iré a Portugal, ¿Me escucháis?, ¡No iré!— sentenció sosteniéndole la mirada con firmeza.
—¡Basta!— silenció Boruto, haciéndola sobresaltar ante la dureza en su voz. —Iréis y os casaréis, porque os lo ordena el rey— sentenció, siendo ya decisión tomada.
—Quisiera estar muerta— contestó la Infanta únicamente, prefiriendo ese destino antes de lo que estaba por venir.
Era más que acordar una unión política a su espalda, se trataba de todo lo que Boruto venía haciendo en el último tiempo; había regresado a Izumi a Tordesillas, enclaustrada y pasando penalidades continuamente, y hace poco había enviado a Minato exiliado a sus dominios alemanes como si fuera un proscrito, como si hubiera cometido un crimen, solo pensando en su bien y jamás en el de sus hermanos…y ahora, acordaba su matrimonio sin decirle nada, sin discutirlo, sin hablar como habían hecho durante toda su infancia, ¿Y esperaba que ella obedeciera sin rechistar? Fuso dirigió una fúrica mirada a su hermano y, sujetándose la falda del vestido, abandonó los jardines a paso veloz, para encerrarse en sus aposentos, siendo seguida apresuradamente por sus doncellas. Suspirando sonoramente, Boruto observó la partida de su hermana, siguiendo a Fuso con la mirada hasta perderla de vista, los años estaban pasando y su hermana tenía ya veinte años, era una mujer un tanto mayor y era imprescindible que se casara y consiguiera una alianza útil para su reinado; circulaban rumores, se decía que se había enamorado de un miembro de su corte, el duque Elector Palatino, con quien parecía haber intercambiado cartas, y él acababa de enviarlo de regreso a los Países Bajos, no pudiendo permitir que semejante dislate se hiciera conocido. Tal vez Fuso no quisiera casarse con el rey Sasuke ni convertirse en su reina, pero lo haría de cualquier forma, para él era ya decisión tomada, solo debía esperar a recibir la respuesta del rey Sasuke para enviar a su hermana a sus dominios, pero dudaba que el rey rechazara esa propuesta.
Su hermana sería reina de Portugal.
Lisboa, Portugal
Las semanas habían pasado y el rey Sasuke finalmente había podido volver a su vida habitual en la corte portuguesa, continuaba hundido en el luto, pero parecía comprender la importancia de cumplir con su deber antes que dejándose llevar por sus sentimientos, la mejor prueba fue el banquete de esa noche, en que el monarca aparentemente pretendía dar a conocer una noticia. Cada noble dama o caballero ocupaba su puesto en las mesas a cada lado del enorme salón, y en la larga mesa central ya se encontraban los hijos del rey ocupando sus respectivos lugares, desde a desde el Príncipe Itachi como heredero al pequeño Infante Naka de tres años en brazos de su nodriza; Con dieciséis años, el príncipe Itachi destacaba vistiendo un elegante jubón de seda verde oscuro, más bien austero, de cuello alto y cerrado, con mangas ceñidas a las muñecas y largo faldón hasta las rodillas, con bordados dorados del emblema de la casa Uchiha en el centro del pecho, así como en los hombros y formando una capa corta tras su espalda repleta de bordados, pantalones negros y botas de cuero, con un toisón dorado alrededor de su cuello y su cabello ébano elegantemente peinado como de costumbre. De pie a su lado se hallaba su hermana la Infanta Mikoto de catorce años, portando un vestido azul pastel de escote recto y bordado con perlas en el contorno, así como el dobladillo de las mangas acampanadas que llegaban a cubrirle las manos, falda lisa y sus largos rizos rosados cayendo sobre sus hombros y tras su espalda.
—¡Su Alteza, el rey Sasuke!— anunció el heraldo cuando el rey apareció en el umbral.
Todos los nobles se levantaron de sus asientos y reverenciaron al rey, que cruzó el pasillo hasta la mesa, ocupando el lugar central, acompañado por su joven hija la Infanta Sarada de quince años que jamás se separaba de su lado y que hizo a todos recordar a la fallecida reina Sakura, siendo básicamente una copia en todos los sentidos. El rey portaba un jubón negro—debajo una camisa blanca de cuello redondo y mangas con finos holanes—con un largo faldón hasta las rodillas, con detalles gris oscuro hechos de cuero en el borde del cuello y a lo largo de las mangas ceñidas a las muñecas, y sobre el jubón un abrigo de terciopelo negro con dobladillo de oro a juego con el toisón alrededor de su cuello y de su cinturón, pantalones negros y botas de cuero, con la corona real de Portugal sobre su rebelde cabello azabache azulado. Al encontrarse ante la mesa, el rey Sasuke indicó en silencio a todos que tomaran asiento, lo que los nobles no dudaron en hacer, pero todos teniendo su atención completamente volcada en el rey que permaneció de pie, claramente para dar un anunció…antes de hablar, Sasuke pasó la mirada los su corte, cada noble, embajador, dama o señor que había estado ahí para él en todos estos años, para su fallecida esposa y ahora para sus hijos, hacia quienes volvió su vista; Itachi su heredero, Sarada su hermosa princesa que sonrió al encontrar su mirada con la suya, igual que hizo Mikoto, Baru de doce años, Kagami de once, Rai de nueve, Daisuke de seis y Naka de solo tres…Sasuke se dijo que lo que estaba haciendo era por sus hijos y por Portugal.
—El sufrimiento es un océano que todo lo inunda; la respiración, el apetito, hasta la fe— inició Sasuke, pasando su mirada por los presentes. —He estado lejos de todos, bajo el océano, buscando algo a lo que aferrarme, desde la muerte de mi esposa, la reina Sakura— esa fue su forma de disculparse, sintiéndose abatido en su propio duelo.
Poco quedaba del gran rey que había sido una vez, ahora se veía incapaz de gobernar con claridad y justicia sin su amada Sakura, siempre se sentía confundido y desorientado, no sabiendo a donde dirigir sus pasos, no era un anciano aun…pero debía resistir en el trono hasta que su hijo fuera lo suficientemente, y quizás lo lograría con una nueva esposa. Sasuke finalmente volvió la mirada hacía su hija Sarada a su lado, idéntica a Sakura y luciendo uno de sus vestidos, de seda aguamarina—debajo una enagua blanca de escote en V, con mangas ceñidas en las muñecas—con finos bordados plateados, de escote cuadrado ceñido a su esbelta figura, de falda de una sola capa y mangas holgadas que se ceñían en las muñecas, con sus largos rizos azabache cayendo sobre sus hombros y tras su espalda, resaltando unos pendientes de oro en forma de corazón decorado por lágrimas de perlas. Padre e hija habían hablado en privado antes de que él decidiera que hacer con respecto a la propuesta del rey Boruto; Sasuke había negociado el matrimonio de su hija con el rey de Castilla, pero este se había negado…ofreciendo la mano de su hermana Fuso para mantener la alianza, Sasuke no deseaba volver a casarse, pero ¿Y si eso ayudaba a Portugal a mantener la paz? Sarada sonrió, porque sabía que su madre estaría de acuerdo y ella daba su consentimiento, pensando en la felicidad de su padre y en que una nueva esposa lo ayudase a dejar el luto, y aunque Sarada no se imaginó teniendo una madrastra, prometió aceptar a Fuso y amarla como a una hermana.
—Y pude hallarlo— anunció el rey Uchiha, haciendo que todos se sorprendieran. —Portugal es el reino más grandioso de la cristiandad, y haré lo que sea para mantenerlo a salvo, y no se me ocurre mejor modo de hacerlo que con una boda real, un tratado de carne y sangre que hará que el resto del mundo cristiano se arrodille ante nosotros. No solo por una generación, por las siguientes también— planteó, aludiendo un matrimonio a oídos de los más entendidos. —Al morir mi esposa, la reina…pudo hacerme una última solicitud, con la cual he batallado, y he decidido que ha llegado el momento de honrar esa última voluntad. Tomaré a la hermana del rey Boruto, la Infanta Fuso, como mi esposa— comunicó, respetando la última voluntad de su amada Sakura. —Por Portugal— confirmó, alzando su copa en un brindis.
—¡Por Portugal!— respaldaron todos los nobles, emocionados ante la feliz noticia.
Bebiendo de su copa, Sasuke se dijo que esta boda le permitiría recordar al entusiasta monarca que hablaba de las conquistas en la India, al hombre orgulloso que mostraba tesoros exóticos obtenidos allende los mares y vestía con arrogancia la armadura, el hombre del que Sakura se había enamorado…se dijo que el bien de Portugal lo haría feliz, pero no pudo convencerse de ello. Por respeto a la situación en que se hallaba, y sabiendo mantener las formas cuando se requería, el príncipe Itachi bajó la cabeza en silencio y no dijo nada, pero por dentro…no sabía si sentir ira, frustración, indignación u otra emoción, su madre había muerto hacía un año, su padre siempre había asegurado amarla más que nadie en el mundo, ¿Y ahora elegía desposarse otra vez? Era un hombre mayor, un viudo, tenía la guardería real repleta de herederos varones, ¿Para qué se casaba?, ¿Por qué no lo comprometía a él que era el heredero? Sentada a la izquierda de su padre, y viendo las emociones que bailaban en los ojos de su hermano, Sarada únicamente bebió de su copa en silencio, a ella tampoco la alegraba precisamente que su padre volviera a casarse, pero ella tampoco abandonaba la esperanza de que el rey de Castilla se desposara con ella, su padre había rechazado a su madre en su día como ahora Boruto hacía con ella, mas Sarada estaba convencida de que se convertiría en su esposa y que, mediante su unión, los tres reinos de la península—Castilla, Aragón y Portugal—se unirían en uno solo, el sueño de sus abuelos los Reyes Católicos. Todos vivían por un propósito mayor…
Pensando en su madre, en sus enseñanzas y en el protocolo de la corte, siendo encima de todo el heredero al trono, Itachi soportó todo el torrente de emociones que lo abrumaba mientras duró el banquete, todo en lo que podía pensar era en levantarse de esa mesa y salir corriendo…pero, imaginó que su madre no aprobaría eso, por lo que Itachi esperó a que el banquete se dilatara lo suficiente como para hablar con su padre, queriendo saber más sobre este repentino compromiso. Entonces, por boca de su padre, Itachi se enteró que inicialmente el plan de su padre era comprometerlo a él con Fuso, reputada como una de las princesas más bellas de Europa, de hecho el plan era una unión doble; él se casaría con Fuso y Sarada se casaría con Boruto, pero el plan cambió cuando el rey de Castilla había rechazado el enlace y formulado otro; que el rey Sasuke, viudo, desposara a su hermana Fuso…si la boda se llevaba a cabo, como parecía que ocurriría, la pareja se llevaría veintinueve años de diferencia, pero sería una unión prestigiosa, pues pese a todo Fuso se convertiría en reina de Portugal. Finalmente, Itachi abandonó el salón del banquete, ya nadie lo requería ahí y todo en lo que el joven príncipe pudo pensar fue en dirigirse a sus aposentos, queriendo olvidar, entornando los ojos y bufando para sí al escuchar a su padre llamarlo mientras él cruzaba los pasillos vacíos, su hermana Sarada bien podría llamarlo y la ignoraría también, ¿Cómo es que nadie podía entender lo que sentía? Aceptar a otra reina se sentía como una traición a su madre.
—¿Cómo osáis desafiarme?— increpó Sasuke, alcanzando por fin a su hijo y sujetándolo del brazo para hacer que se detuviera. —Fue la última voluntad de vuestra madre, ¿eso no significa nada para vos?— inquirió, ante lo que su hijo volteó a verlo.
—Estaba muriendo, estaba en agonía— protestó Itachi, no pudiendo creer eso.
—¿Creéis estar por encima de la voluntad de vuestra madre?— cuestionó el rey ofendido, pues él no estaría aceptando este enlace si Sakura no le hubiera dado su permiso primero.
—No, yo creo que vos se lo habéis pedido, no ella a vos— contrarió el príncipe, pues recordaba que sus padres se habían quedado solos en aquel momento. —¿Por qué madre preferiría pediros que volvierais a casaros y no que yo lo hiciera?— señaló, siendo demasiado extraño para él. —Soy el heredero de Portugal, y creo que vos queréis arrebatarme la posibilidad de conocer la felicidad que madre nos enseñó, a mí y a mis hermanos— no tenía otra forma de verlo.
Las palabras del príncipe claramente tomaron por sorpresa al rey, permitiendo a Itachi zafarse de su agarre y retirarse como pretendía inicialmente, no volteando ni una vez ni sintiéndose arrepentido por lo que había dicho. Habiendo asistido al banquete como todos, pero manteniéndose al margen hasta ese momento, lady Emi finalmente acercó sus pasos hacía donde se hallaba su hermano el rey, cruzando las manos sobre su vientre y siguiendo con la mirada la partida de su sobrino igual que hizo Sasuke hasta que ambos lo perdieron de vista…innegable era que Itachi había heredado el atractivo de su hermano y toda la dignidad que tanto había caracterizado a Sakura, pero también su carácter tempestuoso cuando algo no iba de acuerdo con lo que ellos pensaban. La Uchiha portaba un elegante vestido verde oliva de un matiz oscuro—debajo una enagua gris oscuro de escote en V, con mangas ceñidas en las muñecas—, repleto de bordados cobrizos de la casa Uchiha, de escote recto con un margen negro en el contorno, en la cintura donde se ceñía a su cuerpo, decorado por un broche de oro en forma de león, de mangas holgadas que se ceñían en las muñecas y falda de una sola capa, vistiendo encima un largo abrigo de seda que permanecía abierto, sin mangas y decorado por múltiples perlas color oro y detalles de diamantes en el contorno interior, con su largo cabello azabache recogido por una cofia de redecilla tras su espalda y destacando el tocado portugués sobre su cabeza, y el crucifijo de oro alrededor de su cuello.
—¿Qué hicimos para que fuera así?— preguntó Sasuke en voz alta, y más para sí mismo. —Como si todo esto no fuese difícil de por sí— murmuró, revolviéndose el cabello.
—Sakura fue sabia sin duda, esta alianza nos acerca a Castilla, que es lo que más necesitamos— celebró Emi en voz alta, admirando lo que su querida amiga y hermana había dejado para ellos. —Sé que es difícil para vos, honestamente no sé cómo podéis permanecer tranquilo, pero sé que honraréis la memoria de vuestra esposa, mi hermana— Sakura había sido una mujer entregada al deber y ellos debían honrar eso.
—Eso espero…— asintió el rey, diciéndose que eso era lo correcto…aunque le doliera.
Honestamente, Sasuke apenas y podía creer lo que estaba ocurriendo, había sido un hombre soltero al momento de convertirse en rey de Portugal, pero con lo que ocurriría ahora se habría casado ya tres veces; primero con Takara que había sido el "amor" de su juventud, y decía amor con marcadas comillas porque había creído sentir esa emoción, mas había sido solo una ilusión; luego se había casado con Sakura y con ella había conocido lo que era verdaderamente amar a alguien, se había convertido en el hombre que siempre había soñado ser gracias a ella y ahora se sentía como el hombre que había sido al hallarse sin ella, ¿Tomar una tercera esposa? No había entrado en sus planes jamás, y duda sentir algo por su prometida, pero la protegería, Fuso era su sobrina después de todo y Sakura le había dicho antes de morir que se casara otra vez, que buscara la felicidad, y aunque dudaba encontrarla, intentaría ser un buen esposo para su sobrina, se lo prometió a sí mismo. Sasuke habría preferido acompañar a su hermosa hija Sarada al altar, pero lo llenaba de paz saber que su hija comprendía que él no aceptaba la propuesta de matrimonio pensando en sí mismo, sino únicamente en el bien de Portugal, porque Dios sabía que nadie podría ocupar nunca el lugar de Sakura en su vida, eso jamás; el rey portugués regresó su mente al presente cuando su hermana situó una de sus manos sobre sus hombros, recordándole que estaba ahí para él y que no iba a dejarlo solo, puede que Itachi no aceptase lo que ocurriría pacíficamente, pero tendría que hacerlo.
El destino ya había decidido por ellos.
16 de Julio de 1518/Lisboa, Portugal
El matrimonio se había acordado sin tener en cuenta su opinión, sin comentarle nada siquiera, y Fuso se mantuvo callada en los días siguientes hasta que se decidió que partiría a Portugal, únicamente se despidió de su hermano Boruto con una reverencia y subió al carruaje que la llevaría a Portugal, ajena al contenido en los horcones que se cargaron, y que llevaban sus vestidos, su ajuar de boda, su dote y su colección de joyas, pero ella permaneció indiferente a todo ello. Durante todo el viaje, sacó la cabeza por la ventana del carruaje, deseando que el aire fresco la hiciera enfermar y cobrará su vida, pero ni siquiera un atisbo de fiebre se presentó en ella para su frustración…¿Cómo sería su tío y futuro esposo? Su primo el joven príncipe Itachi era un hombre muy guapo según se decía, de semblante afable, se decía que su tía la fallecida reina Sakura no había sido una mujer muy atractiva, pero que el rey Sasuke si lo había sido en su juventud. Durante todo el camino, fue imposible para Fuso olvidar que su futuro esposo casi triplicaba su edad, esposo de dos de sus fallecidas tías Takara y Sakura, a las que ella nunca había conocido…la Infanta recordó sus modales al llegar por fin a Lisboa tras días de viaje, bajando del carruaje con ayuda del embajador español Inoichi Yamanaka, su mano derecha en su nuevo hogar, quien la guio también hacía el interior del Castelo de Sao Jorge, recordando las palabras de su tía Ino; olvidándote de tu persona y dándote a tu reino, la vida compensará con creces tu sacrificio.
—Alteza— al cruzar el umbral del salón del trono, el embajador Inoichi reverenció al rey y Fuso no tardó en hacer lo mismo. —Rey Sasuke, os presento a nuestra ilustre princesa, la Infanta Fuso— expuso por fin, acercándose al trono sosteniendo la mano de la mano de la Infanta en todo momento.
Tu deber de princesa es acercarte a tu esposo, esforzarte por quererle y permanecer a su lado en toda circunstancia, por difícil y dolorosa que esta sea, Fuso recordó cada palabra al hallarse en presencia de su futuro esposo, alzando la mirada y esperando ver a un anciano…pero, la princesa se quedó congelada observando al hombre ante ella, era mayor que muchos nobles que había esperado ganar su favor, pero no era un anciano y la hizo sonrojar el encontrarlo atractivo, muchísimo, pese a vestir aún de luto. La Infanta portaba un elegante vestido de seda amarillo brillante—con un forro interior dorado debajo con bordados florales color negro, de escote recto, con detalles blancos en el centro del corpiño, donde se anudaba, y formando mangas abullonadas que se ceñían a medias a lo largo de los brazos por hilo color negro, ceñido a su esbelta figura, de larga falda con un patrón de líneas horizontales de distinto grosor en horizontal a lo largo de la falda, y su largo cabello rojo estaba recogido elegantemente bajo una boina granate repleta de bordados dorados, resaltando unos pendientes de oro en forma de lagrima y a juego con una guirnalda de cadenas de oro de dos vueltas que cubrían su cuello. Observando a su prometida, Sasuke no se sintió particularmente atraído por ella, pese a lo bella que era…pero sí se sintió hechizado, sentía que estaba viendo a Sakura otra vez, la misma forma de los ojos, la forma de los labios, las cejas finas y esa expresión entre reflexiva y etérea, su cabello era tan similar…sintió que la estaba viendo solo a ella.
Todo se desenvolvió como podría esperarse, pero ocurrió como un borrón en la mente de ambos cónyuges; a diferencia de como había ocurrido con la reina Sakuraa, dieciocho años antes, quien había podido aclimatarse a su llegada a la corte Portuguesa y descansar, Fuso manifestó su deseo de proceder con la boda cuanto antes, estaba tan encantada con su esposo que se olvidó completamente del disgusto que llevaba cargando desde hace días, y naturalmente se procedió con la boda luego de que la Infanta se retirase a sus aposentos para desempacar y cambiarse de ropa. La boda fue un asunto rápido para la pareja—pese a estar todo preparado para agasajar a una Infanta de España—, Sasuke solo cumplió con su obligación de desposar a la mujer que ya se había convertido en su esposa en la boda por apoderado celebrada en los días previos en Castilla, y dio el sí cuando fray Ebisu Konohagakure, sucesor de fray Jugo Otogakure—mano derecha de su fallecida esposa—, le preguntó si aceptaba, siendo imitado por su…nueva esposa; al casarse con el rey Sasuke, Fuso se convirtió en madrastra de los hijos de su fallecida tía, la reina Sakura, el mayor de los cuales era solo cuatro años menor que ella, pero aún más importante se convirtió en reina de Portugal. Cuando llegó la hora de retirarse a la cama, vistiendo únicamente un sencillo camisón beige que cubría holgadamente su figura, con sus largos rizos rojos sueltos, Fuso no pudo evitar temblar de ansiedad al meterse en la cama cuando su esposo ingresó en su dormitorio, sería su primera vez con un hombre después de todo y se sintió desnuda bajo su intensa mirada.
—Mi señor— saludó Fuso con un hilo de voz mientras su esposo se acercaba a la cama.
—No os inquietéis— sosegó Sasuke, acercándose a la cama y tomando asiento junto a su esposa. —No tiene que suceder nada entre nosotros— era demasiado pronto y él no tenía deseos de ello. —Descansad, yo velaré vuestro sueño— prometió, instándola a dormir.
—Gracias— sonrió la Infanta, sorprendida y conmovida, acomodándose para reposar la cabeza en la almohada.
Aliviada por tener por esposo a un hombre tan dulce, esa noche Fuso soñó con lo que había sido su ceremonia de boda, recordó el espléndido banquete con que su esposo y ella habían sido agasajados; frutos de la tierra y manjares exóticos, recordó la poesía recitada para la ocasión o la representación teatral que tanto la había cautivado, pese no hablar portugués sino castellano—que agradeció se hablará mucho en la corte, debido a su fallecida tía—, recordó su primer baile con su esposo…y soñó con que él la besara, porque no lo había hecho en la ceremonia más que en la mejilla. Ella, procedente de la erótica y apasionada corte flamenca, se permitió soñar con todas las pasiones que anhelaba descubrir bajo el tacto de este hombre de gran experiencia y comenzó a ansiar que la hiciera verdaderamente su esposa, ajena a la tristeza en la mirada del rey Sasuke, quien desvió la mirada hacía las llamas de la chimenea mientras la veía dormir, murmurando el nombre de su esposa Sakura y esperando que ella pudiera perdonarlo por su debilidad, porque el parecido que esta chica tenía con ella lo estaba seduciendo y él no quería sucumbir, aunque eso implicara amar únicamente el recuerdo de su verdadero amor. Al aceptar casarse con Fuso, Sasuke solo estaba aceptando que su sobrina era una réplica de su fallecida y muy amada esposa, quizás fuera algo impropio de su talante y extremadamente injurioso para su nueva reina, pero Sasuke comprendió que no podría amar a su sobrina, era una mujer hermosa, pero no era Sakura…
Abril de 1519/Corte de Castilla,
—¿Minato?— murmuró Boruto con absoluta incredulidad.
Su abuelo el Emperador Minato había fallecido el 12 de Enero de 1519, en cualquier monarquía o dinastía normal, una corona pasaba al familiar directo más cercano, pero ya que su abuelo no había sido coronado por el Sumo Pontífice, no había un sucesor determinado y la corona podía ser disputada por cualquier monarca europeo que tuviera el apoyo suficiente en los dominios alemanes, Boruto pretendía comprar el apoyo con oro de sus dominios españoles, pero ahora recibía la noticia de que su hermano en los Países Bajos también aspiraba a obtener el trono, y su candidatura era apoyada por su querida tía, la gobernante de los Países Bajos, Ino. Rasgando el documento que acababa de leer, el rey español se paseó inquieto por el salón del trono; portaba un elegante jubón de seda dorada—debajo una holgada camisa blanca con bordados dorados en el contorno del cuello y mangas ceñidas a las muñecas—, cuello cuadrado, mangas abullonadas que se ceñían en los codos con ligeros márgenes de piel como los que decoraban el centro del pecho y continuando en mangas marrón claro ceñidas a las muñecas, con largo faldón hasta las rodillas, medias marrón claro y cómodos zapatos brillantes, encima un abrigo de seda dorada oscuro forrada en piel negra y sin mangas, a juego con la boina sobre su cabeza y que cubría a medias su cabello rubio. El único presente para ser testigo de todo era su leal Katasuke Tono, quien mantuvo las manos cruzadas tras la espalda, sabiendo mantenerse estoico para guiar a su rey.
—¡Hasta mi propia familia me da la espalda!— vociferó Boruto con su tosco español, llevándose las manos a las sienes.
—Señor, no malinterpretéis la decisión de vuestra tía— sosegó Katasuke, dudando secretamente de la Archiduquesa, pero eligió callar para contentar a su soberano.
—Dijisteis que contaba con el apoyo de Inglaterra, y ahora mi tío Kiba decide competir contra mí— protestó el rey, sintiendo que se le enredaba la lengua debido al castellano, pero debía hablar en ese idioma como habían exigido las Cortes y aun lo practicaba.
—Por ese lado nada debéis temer— tranquilizó el Tono, acercando sus pasos hacía el rey. —Me deje engañar por Aburame, pero vuestro tío ha empezado tarde, no tiene ninguna posibilidad. Alegraos, al menos estamos seguros de que no le prestara su ayuda al rey de Francia— el rey Kiba también se había postulado a Emperador, pero no lograría nada en su solitaria isla. —Sin embargo, el dinero me preocupa, y no caben más demoras. Deberíamos buscarlo, donde sabemos que esta— aconsejó, viendo a su rey arquear una ceja al no entender de qué hablaba. —Vuestra madre aún conserva bienes dignos de una reina, que no ha de volver a usar— dirigió, siendo el mejor camino.
—¿Qué clase de hombre pensáis que sois?— cuestionó Boruto, atónito ante lo que oía.
—Debéis haceros con la corona Imperial, vuestro linaje y vuestra posición os obliga a ello, nada está por encima— recordó Katasuke con voz sería. —El tiempo siempre corre a favor del rival, meditad— aconsejó, no pudiendo hacer más.
Asintiendo en silencio ante las palabras de lord Katasuke, haciendo precisamente eso, meditar, Boruto caviló en la situación en que se hallaba, no queriendo llegar a expoliar a su madre…aunque, los rumores de su presunta locura—que él sabía no era tal—mucho mal habían hecho a su estampa, pues se temía que "heredera" ese mal familiar proveniente de su bisabuela Sumiye o eso se decía; aunque de Boruto dependiera, no podía presionar más sus dominios españoles para que le dieran el oro necesario para su candidatura a Emperador y así asegurar su legítimo reclamo, ya muchos se sentían molestos y se alzaban en protesta por el destierro de Minato—cuya ahora candidatura lo hería profundamente, haciéndole sentir que no podía confiar en su propia familia—, aunque ni él mismo Boruto lo viera de esa forma sino como un debido traslado para que se familiarizara con su verdadera familia en Flandes. Boruto pensó brevemente en considerar la boda con la Infanta Sarada, así podría usar su dote…no, no podía doblegar su voluntad, se decía que era muy hermosa, pero él se negaba a casarse con alguien que no conocía y por quien no sentía nada, ¿Es que el único camino que le quedaba era expoliar a su madre? No quedaba otro camino, aunque exigiera mayor oro a sus dominios en el Nuevo Mundo, este no llegaría a tiempo…no le gustaba la idea, pero finalmente Boruto detuvo su enrevesado andar y alzó la mirada hacia su leal Katasuke, dándole orden de preparar su viaje a Tordesillas y sintiendo su corazón oprimirse por ello.
Tendría que robar a su propia madre.
Lisboa, Portugal
Lo que inicialmente Fuso había creído como ternura por parte de su esposo, se convirtió en "displicencia", no es que Sasuke fuera un mal esposo, en absoluto y ella jamás podría decir algo así; ordenaba que siempre tuviera sus flores predilectas y frescas para ella, rosas rojas, cada semana le obsequiaba joyas nuevas y de belleza única, la visitaba a diario...pero no habían compartido la cama desde su noche de bodas, y aún entonces no habían consumado su matrimonio, y con compartido la cama se refería a juntos en la misma cama, porque cuando Sasuke la visitaba, dormía en uno de los divanes de la estancia o en la silla junto a la chimenea, pero jamás en la misma cama. Inexperta como era Fuso, esa noche dispuso hacer algo al respecto, despidió a sus doncellas y en lugar de esperar a su esposo con un camisón típico, solo llevaba encima una bata que daba un aspecto muy sugerente a su silueta femenina, y si bien inicialmente recibió a su esposo con un cálido abrazo y temple inocente, pronto se desanudó la bata y en medio del abrazo guio sus manos hacía su cuerpo, no sabía si eso bastaría para seducir a un hombre que debía tener mucha experiencia con las mujeres, pero cuando Sasuke finalmente se inclinó para besarla y deslizó la bata por su cuerpo, desnudándola, Fuso supo que todo iría bien, dejándose guiar hacía la cama y gimiendo el nombre de su esposo mientras él la guiaba, mientras le enseñaba que hacer y cómo recibirlo, tomando su virginidad, no haciéndole sentir dolor alguno, solo placer, olas tras olas de placer que la hicieron gemir el nombre de su esposo, sintiendo que llegaba al cielo al sentir a su esposo acabar en su interior…
—Me habían preparado tanto para este día, y evitaron contarme lo mejor— río Fuso tumbada sobre la cama, mordiéndose el labio inferior ante el placer que aún la recorría y no molestándose en cubrir su desnudez, anhelando más de su esposo.
Puede que lo que Fuso sintiera fuera placer, pero una emoción muy diferente abrumaba a Sasuke, que observó largamente el techo, reprochándose a sí mismo lo que había hecho, la forma en que había sucumbido, como un hombre que nada sabía de los placeres que una mujer podía hacerle sentir...No, no se había tratado de eso; a la luz de las velas y contemplando la desnudez de Fuso, con su cabello rojo suelto, él había sentido que volvía a ver a Sakura y se había convencido de ello, durante todo el tiempo había creído que de alguna forma Sakura volvía a estar con él, al ver el rostro de Fuso creía estar viendo el de Sakura en su lugar y ello lo había cegado. Al besarla y recorrer su boca con su lengua, había creído que estaba besando a Sakura, también al deslizar sus labios y lengua por su piel, descubriéndola como si fuera la primera vez, al escuchar los inexpertos gemidos de Fuso había conseguido creer que eran lo seductores gemidos de Sakura entrelazados con su nombre, había tocado y hecho a Fuso todo lo que había aprendido a hacerle a Sakura—no había pensado en la virginidad de Fuso, mas cuando esta se había entregado dócilmente a él, gimiendo su nombre y disfrutando todo lo que le hacía—, todo se había sentido correcto, porque no era a Fuso a quien había hecho el amor sino a Sakura y ahora, tumbado a su lado en la cama a su lado y levantándose para recuperar su ropa del suelo; le pesaba haber tomado la virginidad de la joven, le pesaba la posibilidad de haberla dejado embarazada cuando se había empeñado tanto en evitarlo.
—¿Qué sucede, mi señor?, ¿Acaso os decepcione?— inquirió Fuso, sentándose sobre el colchón y alargando una de sus manos para situarla sobre la espalda de su esposo.
—No se trata de eso— sosegó Sasuke, colocándose y cerrándose prontamente los pantalones, —por vuestro bien es mejor que mantengamos un régimen de encuentros moderados— no era una mentira, eso sería lo mejor…mas, a la vez era una excusa. —Una vez por noche será suficiente, y necesitáis descansar— alegó, volviendo la mirada hacía su desnuda esposa y tratando de no pensar en Sakura al verla, pero fue casi imposible.
—¿Es preciso, mi señor?— cuestionó la Infanta mientras su esposo se sentaba en la cama para colocarse las botas. —Me encuentro perfectamente— lo abrazó por la espalda y frotó sus pechos contra sus músculos, esperando convencerlo de quedarse.
—Lo es, no quiero poneros en peligro— insistió el rey dirigiéndole una mirada seria, volteando a verla y haciendo que dejara de abrazarlo. —Descansad, nos veremos mañana— deseó, besándola en la frente y levantándose de la cama.
—Buenas noches, mi señor— sonrió ella, incapaz de enfadarse con él.
Fue todo un reto para Sasuke abandonar la habitación, ver a Fuso implicaba ver a Sakura y todo lo que Sasuke se encontró deseando fue tumbarla de nuevo sobre la cama, abrirle las piernas, enterrarse en su interior y hacerla suya, volver a sentir que todo volvía a ser como antes...pero nunca sería como antes, porque la mujer a quien haría todas esas cosas sería Fuso y no Sakura, nunca volvería a ser Sakura…por lo que esbozó una falsa sonrisa para su esposa y abandonó la estancia, terminando de colocarse la camisa. Fuso siguió con la mirada a su esposo hasta verlo cruzar el umbral de su habitación privada, cerrando las puertas tras de sí…No era tonta, placentera había sido su primera vez, aun temblando al recordarlo mientras se recostaba sobre la cama, pero no pudo evitar sentir una sensación agridulce en el estómago al recordar el nombre que el rey Sasuke había murmurado mientras le hacía el amor, no había sido el suyo, sino el de su anterior esposa; Sakura. ¿Debería sentirse ofendida o humillada? Recordaba muy bien la forma en que Sasuke había tocado su piel, la forma en que hacía retenido sus caderas contra las suyas, cómo había guiado su cuerpo al encuentro de sus embestidas para tomarla como quisiera, como había besado sus labios, como había penetrado en su interior, como había tomado su virginidad hasta que ella solo gimiera su nombre...Fuso se mordió el labio inferior y atrajo una sábana hacía sí, cubriendo su desnudez, sonrojándose al recordar sus gemidos, desesperados por la cúspide de un placer que su esposo le había enseñado a disfrutar.
Hasta ahora Fuso no podía quejarse en absoluto, Portugal era una tierra maravillosa, llena de encantos, de hermosos palacios, aún más hermosos que los de su natal Flandes, y altas aspiraciones que encontraban camino en la mar Océano, quizás faltaban algunos refinamientos de la corte flamenca, pero a cambio existía la ventaja de estar abiertos al Nuevo Mundo y a civilizaciones exóticas que enriquecían la mente y el espíritu. Por encima de todo, su esposo era un hombre atento, delicado, cariñoso, vigoroso y un amante excelente, era un hombre paciente que siempre tenía palabras amables y que le estaba enseñando las costumbres de la corte, normalmente la veía con la misma ternura que dirigía a sus hijos—ella pasaba tiempo con Sarada y Mikoto, y podía darse cuenta de ello—, pero no con la pasión que debería sentir por su esposa, y eso solo había cambiado porque ella se había desnudado para él y aun entonces todo el tiempo había murmurado el nombre Sakura mientras la hacía suya. Ya habrá otras noches, se dijo Fuso, sin perder la esperanza de lograr enamorar a su esposo, siendo joven y bella y teniendo todos los atributos para enamorar a un hombre en palabras de su tía Ino; esa noche, Fuso se fue a dormir plenamente satisfecha de su primera noche con su esposo, pero también fantaseó con mucho más y que esperaba él pudiera satisfacer en los días venideros, se imaginó dócilmente debajo suyo en la cama, dejando que Sasuke estrujara sus pechos, que le abriera las piernas, que la hiciera suya hasta el cansancio, que se enamorara de ella y que la hiciera concebir un hijo, un hijo que ella le daría con gusto…
Tordesillas
Ocupada en su lectura de su libro de oración como siempre, Hinata se sorprendió cuando una de sus doncellas acudió a informarle que su hijo el rey de Castilla…no, de las Españas, acababa de llegar; Hinata no pudo evitar levantarse de su asiento con andar tambaleante, apenas y acercándose al espejo en la pared para estudiar su semblante, vistiendo siempre como una respetable viuda y no pudiendo variar más en ello, alisando su ropa cuando finalmente las puertas se abrieron y su hijo ingresó. Como de costumbre, Boruto se condujo con la espalda recta y las manos cruzadas tras la espalda, evadió la mirada de su madre, temiendo que ella pudiera darse cuenta del verdadero motivo de su visita…No, se dijo Boruto, ella no tenía cómo saber de su candidatura al Imperio, cierto era que él le permitía informarse de ciertos acontecimientos que tenían lugar, pero no sin que él lo quisiera así, mas de cualquier forma se sintió acorralado al sentir las puertas cerrarse a su espalda, acercando lentamente sus pasos hacía su progenitora. Era tarde, Izumi se había ido a dormir hacía menos de una hora, ¿Qué había movido a Boruto a viajar tanto para visitarla únicamente a ella? Hinata se apretó las manos con incertidumbre, pero no pudo pensar más allá de eso, esbozando una ligera sonrisa para su hijo, habiendo sido informada hacía tiempo de la boda de Fuso, habiendo deseado poder abrazarla y desearle ventura en uno de los reinos más prósperos de Europa, pero sabía que su cuñado el rey Sasuke era un buen hombre y que la haría feliz.
—Madre— saludó Boruto, encontrando su mirada con la de su progenitora, —¿Cómo os encontráis de salud?— consultó, casi con un nudo en la garganta.
—Me encuentro bien— asintió Hinata con una ligera sonrisa, —¿Es la preocupación por mi salud la que os ha traído en esta fría noche?— inquirió, sorprendida pues le habría sido mucho menos desgastante enviar una carta.
—¿Os extraña?— cuestionó el rey, intentando ocultar su nerviosismo. —Quizás sea porque no estáis acostumbrada a tratar con vuestra familia— consideró en voz alta, acercándose a la chimenea para tomar asiento.
Sus palabras salieron con más veneno del que Boruto pretendía, e inmediatamente se encontró mordiéndose la lengua, reprochándose el hablar con su madre en ese tono…pero no lo hacía solo por sus nervios, ya que mientras ambos hablaban, sus sirvientes reunían los valiosos enseres y bienes de su madre y que él necesitaba llevarse, más que nada estaba el hecho de que últimamente todo se sentía diferente, él tenía demasiadas obligaciones que implicaban velar por el bien de su familia y muy pocos entendía porque hacía ciertas cosas; Fuso lo había odiado por enviarla a Portugal , pese a que ahora le enviara cartas que garantizaban la felicidad que había encontrado en aquel reino, Hikari se había casado hacía años con el rey de Dinamarca, y aunque parecía haber encontrado el amor con él y esperaba un hijo, era infeliz por su infidelidad, y en cuanto a Kohana...estaba pensando en comprometerla, aún no tenía a nadie en mente, pero ya podía imaginar que él la odiaría, como Minato "exiliado" en el Imperio de los Uzumaki y que parecía dispuesto a hacerle la guerra de la mano de su tía Ino, ¿Por qué nada podía ser como antes?, ¿Por qué todo tenía que ser tan complicado? Apretándose las manos, con inquietud, Hinata no contrarió a su hijo, acercando sus pasos para ocupar el escaño vacío frente a él, ¿Por qué debería culpar a su hijo por no verla como a una madre? Había estado básicamente ausente durante casi toda la vida de Boruto, no había podido estar ahí para él, no había sido lo suficientemente fuerte para luchar contra su padre y contra quienes la habían encerrado, y lidiaría con esa culpa para siempre.
—Vuestro hijo Minato está en Flandes, y yo aquí, es mi deber— meditó Boruto en voz alta, antes de darse cuenta de sus palabras.
—No me agrada que sea el deber lo que os trae a mí, pues fue lo que me obligó a separarme de vos, y de vuestras hermanas— negó Hinata, haciendo que su hijo alzara la mirada en su dirección.
—Por ello siempre estaréis en deuda conmigo, madre— más bien afirmó el rey, diciéndose que lo que estaba haciendo era lo correcto.
—¿Creéis que no lo sé?— preguntó la reina únicamente, teniendo más que claro.
Nadie le había pedido opinión al decidir qué ocurriría con ella, y aunque estuviera mal, Hinata seguía estando molesta con su fallecido padre el rey Pein, porque quizás había hecho lo que creía correcto al encerrarla, pero le había infringido el mayor de los daños al privarla de sus hijos, ella habría aceptado someterse a aquel enclaustramiento la vida entera si eso es lo que él le hubiera pedido, pero solo a cambio de ver a sus hijos tan amados…Ahora, nunca volvería a ver a Fuso, ella permanecería en Portugal como su muy amada hermana Sakura en su día, Hikari en Dinamarca, Minato estaba en los Países Bajos y muy lejos de ella, pronto quizás también comprometerían a su dulce Kohana que ella seguía recordando como una bebé y sin poder ver la hermosa mujer en que debía haberse convertido; al menos tenía a Izumi, ella era su todo en el mundo. Observando las danzantes llamas de la chimenea, Boruto jugó con el anilló en su mano derecha, sintiendo como le costaba encontrar un tema de conversación para entablar con su madre, sabía que era una mujer muy inteligente y versada, había sido reina…por un tiempo, pero ¿Ella entendería sus razones para hacer lo que hacía? Le estaba sonriendo y a la vez la estaba apuñalando, Boruto no tenía otra forma de ver las cosas, pero pensar en el daño que le infringiría a su progenitora cuando ella descubriera la verdad, le dio un tema de conversación por muy morboso que pudiera parecer, un tema que ni siquiera su tía Ino había podido discutir con él jamás, siendo demasiado delicado:
—¿Habéis sido feliz alguna vez?— preguntó Boruto, sabiendo que ella sería sincera.
—Fui la mujer más feliz del mundo, pues amé y fui amada como nadie— asintió Hinata, iluminando su rostro con una sonrisa al pensar en su amado Naruto.
Quizás las cosas no habían salido exactamente como ella o sus fallecidos padres, los Reyes Católicos, habían deseado que ocurriera, pero Hinata no podía quejarse, al ver hacía el pasado se recordaba en brazos de su amado Naruto, recordaba su gallardo semblante y su sonrisa al cargar en brazos a sus hijos, excepto a Minato que había nacido cuando habían estado separados e Izumi pues él ya había muerto entonces, ¿Cómo no ver con añoranza el pasado? Hinata se permitió sonreír, disfrutando de tener a su hijo a su lado. Diciéndose que hacía lo correcto, Boruto pensó en la carta que había redactado tras el fallecimiento de su abuelo el Emperador Minato, pensó en cómo la había enviado a otros monarcas de Europa con intención de que estos abandonaran sus ambiciones y le permitieran obtener el trono que le pertenecía por herencia…"Yo Boruto, rey de las Españas, archiduque de Austria, conde de Flandes y duque de Borgoña, todavía con la pérdida de mi abuelo en la memoria y en el corazón, declaro mi firme voluntad de sucederlo en el trono que por rango y linaje me pertenece. Quiera Dios inclinar a los príncipes electores a mi favor, pues solo la defensa de la paz y la fe, me guía". ¡Que ingenuo había sido!, él mismo se había orillado a esto, a tener que expoliar a su pobre madre, cuyo semblante dulce lo hizo tambalear, una mujer a quien desearía poder conocer más en profundidad, pero si aspiraba a ser el Emperador que le habían inculcado a ser, y no podía dejarse llevar por el corazón.
El deber no conocía madre, ni padre, solo ambición.
Esa noche, Boruto permaneció en los aposentos de su madre hasta muy tarde, hablando quizás por primera vez de todo y de nada, como madre e hijo, también porque Boruto necesitaba obtener absolución de alguna forma y la mejor fue esa, y aunque se retiró a sus aposentos casi de madrugada, solo lo hizo para que su madre pudiera descansar, no porque tuviera sueño, ya que no consiguió cerrar los ojos por la culpa que sentía y, al despuntar el alba, se preparó para partir, acudiendo a visitar a su madre para despedirse, esbozando una sonrisa al encontrarla en camisón y despeinada. Abandonando los aposentos de su madre al contar con su bendición, el rey se detuvo en los pasillos colindantes a los aposentos de su madre, sintiendo el nudo de la culpa en la garganta al ver a sus sirvientes flamencos llevarse tres enormes arcones cerrados, pero en cuyo interior se hallaban todos los bienes de su progenitora o los valiosos al menos; Boruto vestía un elegante jubón de seda color salmón—debajo una holgada camisa blanca con bordados dorados en el contorno del cuello y mangas ceñidas a las muñecas, formando cortos holanes—, cuello cuadrado con un margen dorado, mangas abullonadas que se ceñían en los codos y continuaban en mangas doradas ceñidas a las muñecas, con largo faldón hasta las rodillas, medias rojo brillante y cómodos zapatos rojos, encima un abrigo de seda carmesí con opacos bordados cobrizos, a juego con la boina que él sostuvo entre sus manos, mortificado mientras lord Tono se situaba a su lado.
—Son tres los arcones que cargaran las mulas, más de lo que esperábamos— celebró Katasuke en voz alta, esperando que ello complaciera a su rey.
—¿Podrá perdonarme Dios?— preguntó Boruto más para sí que para su vasallo.
—Alteza, la locura de vuestra madre es un obstáculo para obtener el trono Imperial, es justo que lo compense— sosegó el Tono, dirigiéndolo hacia el proceder correcto.
—No nos llevemos a engaño, esto es un robo— negó el rey, incapaz de verlo de otro modo, —y si mi tía no consigue el aval, no habrá servido para nada— eso le pesaba más que cualquier otra cosa.
No pudiendo contrariar a su rey, lord Tono lo reverenció respetuosamente y procedió a adelantar sus pasos para supervisar que aquellos arcones se cargaran y que todo estuviera listo para su partida, Boruto lo habría seguido inmediatamente, pero se sintió observado y no pudo evitar congelar sus pasos, volviendo la mirada hacía su espalda, hacía quien sea que lo estuviera observando. Se trataba de su hermana Izumi, se veía más madura y crecida al tener doce años, con una expresión de suma tristeza y decepción en el rostro, con las manos cruzadas sobre su vientre; portaba un sencillo vestido azul pastel de escote recto, recogido ligeramente en el centro del corpiño, con falda holgada como las mangas acampanadas que casi le cubrían las manos, y encima una chaqueta superior de igual color, repleta de bordados azules en forma del águila de castilla, sin mangas y de escote redondo, ligeramente más bajo, anudada hasta la altura del vientre donde se abría en A, y su largo cabello castaño caía sobre sus hombros, peinado por una trenza cintillo, resaltando el crucifijo alrededor de su cuello. Ella se había ido a dormir, pero durante la noche había sentido sed y se había despertado a tomar un poco de agua, escuchando a los sirvientes moverse por las estancias contiguas, asomándose por el umbral de sus aposentos y viendo cómo metían las valiosas pertenencias de su madre en arcones, y ahora ella veía al responsable del todo, acababa de escuchar la confirmación de sus labios…¿Cuándo el hermano al que ella tanto amaba se había convertido en este monstruo sin alma? Sintió que su confianza en él se despedazaba por completo.
—Izumi, yo…— intentó justificar el rey, viendo el desprecio en sus inocentes ojos.
—Sois un traidor— condenó la Infanta con la voz quebrada, al borde del llanto.
Sujetándose la falda del vestido, Izumi corrió de regresó a sus aposentos, queriendo olvidarlo todo y no dándole tiempo a su hermano a explicarse, porque no quería escucharlo, Izumi se sintió más impotente que en toda su vida, no podía hacer nada, ella era la hija menor de su amada madre, la más cercana a ella, y no podía hacer nada para ayudarla, ambas estaban solas en el más completo abandono, asistiendo aturdidas a cuanto se decía y hacía a su alrededor, sin posibilidad de mudar nada, de ordenar nada. La Infanta se sentía tan por la tristeza como su madre desde que habían sabido de la partida de Minato, algo en su corazón le decía que nunca volvería a verlo y esa realidad le golpeaba el corazón, atrapada por el abatimiento, encerrándose a solas en sus aposentos y rompiendo en dolorosos sollozos, lamento que brotaban de su alma al saberse sola. Minato había sido el único hermano que había conocido en su infancia, su único amigo, aquel que encontraba tiempo para visitar a su madre y a ella, con quien había compartido las horas más dichosas…Ahora no podía reconocer a Boruto, no, ahora veía quién era realmente y la abrumó el odio que podía sentir por su propia sangre, porque la transgresión que estaba haciendo a su progenitora no tenía perdón. Finalmente, el 28 de Junio de 1519, su hermano Boruto, que ya era rey de España, Borgoña, Austria, y los Países Bajos, fue elegido Emperador de Alemania y Rey de Romanos; regiría el Sacro Imperio Romano Germánico, pero para ella siempre sería un miserable traidor…
PD: Saludos queridos y queridas, prometí que actualizaría esta semana y lo cumplo, esperando como siempre poder cumplir con lo que ustedes esperan de mi, agradeciendo su apoyo y deseando siempre que mi trabajo sea de su agrado :3 Las siguientes actualizaciones serán "Kóraka: El Desafío de Eros", luego "Avatar: Guerra de Bandos" y por último "El Sentir de un Uchiha" :3 Esta historia esta dedicada a mi queridísima amiga Ali-chan 1966 (agradeciendo su asesoría y aprobación, dedicándole particularmente esta historia como buena española), a steffania, userZiha y BethxAngel (agradeciendo contar con su aprobación y dedicándoles esta historia por lo mismo), y a todos quienes siguen, leen o comentan todas mis historias :3 Como siempre, besos, abrazos y hasta la próxima.
Personajes:
-Izumi Uchiha como Catalina de Austria (12 años) -Itachi Uchiha como Juan III de Portugal (16 años)
-Sarada Uchiha como Isabel de Portugal (15 años) -Boruto Uzumaki como Carlos I de España y V de Alemania (19 años)
-Hinata Hyuga como Juana I de Castilla (40 años) -Minato Uzumaki como Fernando de Austria -Houki Taketori como Iñigo de Loyola (28 años)
-Fuso Uzumaki como Leonor de Austria (20 años) -Sasuke Uchiha como Manuel de Portugal (49 años) -Sakura Haruno como María de Aragón
-Katasuke Tono como Guillermo de Croy -Kosuke Maruboshi como Adriano de Utrech -Tokuma Hyuga como Hernán Duque de Estrada
-Kakuzu Takigakure Bernardo de Sandoval y Rojas (Marqués de Denia) -Mikoto Uchiha como Beatriz de Portugal (14 años)
-Hikari Uzumaki como Isabel de Dinamarca (18 años) -Kohana Uzumaki como María de Hungría (14 años)
-Inoichi Yamanaka como Luis Alfonso de Mendoza (embajador español) -Jugo Otogakure como Fray Fernando de Barcelos
-Ebisu Konohagakure como Afonso de Coimbra -Konan Tanaka como Germana de Foix (30 años)
-Ino Yamanaka como Margarita de Austria (39 años) -Minato Namikaze como Maximiliano de Austria
-Pein Haruno como Fernando II de Aragón -Seina Uchiha como Isabel I de Castilla
Contexto Histórico & Trama: El capitulo gira entorno a dos situaciones, por un lado tenemos la situación en Castilla, donde solo hay inestabilidad y el rey no se preocupa de ello sino de obtener el rango de Emperador a la muerte de su abuelo Minato y ello lo lleva a tener que robar los bienes de su propia madre, la reina Hinata, para asegurarse ser elegido Emperador y sobornar a quien haga falta, me encantaría que esto fuera una mentira, pero me temo que un hecho histórico y es lo que hace que la mentalidad de Izumi se radicalice y se de cuenta que no puede confiar en su propio hermano, como muestra el final del capitulo. Por otro lado, en Portugal y para mantener la paz, el rey Sasuke acepta casarse con su sobrina Fuso, entrando en un matrimonio que no quiere y por una mujer por quien no siente nada, sucumbiendo a los encantos de su esposa, pero no porque la ame o desee, sino porque Fuso le recuerda a Sakura y él trata de asirse a esa felicidad, por difícil que sea. Con respecto a la trama del capitulo, esa fue una de las razones por la que me demoré en actualizar, ya que mi editora y asesora me aconsejó acelerar los acontecimientos, después de todo el personaje de Catalina de Austria vive mucho más que su predecesora María de Aragón y la trama la sigue hasta su muerte, pero creo que luego de esta actualización, los acontecimientos se desarrollaran más fácilmente, pues continuó relatando las vidas paralelas de Itachi en Portugal y de Izumi en Castilla.
También les recuerdo que además de los fics ya iniciados tengo otros más en mente para iniciar más adelante en el futuro: un fic inspirado en un What If de la Dinastía Romanov, que aún no tiene título, "La Bella & La Bestia: Indra & Sanavber" (precuela de "La Bella & La Bestia"), "Sasuke: El Indomable" (una adaptación de la película "Spirit" como había prometido hacer) :3 Para los fans del universo de "El Conjuro" ya tengo el reparto de personajes para iniciar la historia "Sasori: La Marioneta", por lo que solo es cuestión de tiempo antes de que publique el prologo de esta historia :3 cariños, besos, abrazos y hasta la próxima :3
