I

Algo no está bien

Los niños de Perla se encontraban tranquilos, comiendo sus frutas mientras hablaban un poco para poder despejar la mente.

Todo este asunto de su hermana escapandose hizo que entrarán en pánico.

Tiago se sintió culpable en un principio porque vio a Bia salir anoche e irse, pero él pensó que solo quería tomar aire.

El no tenía la culpa de nada, pues no sabía que Bia se iría así sin más del lugar.

Perla debe ser consciente de que no debe atacar así a sus hijos sin antes saber como pasaron las cosas.

Aun asi, estaba preocupado por ella, ya que en estos momentos estaba sola reflexionando un poco sobre lo que vendrá más adelante una vez que lleguemos a casa.

Aunque no se fue sola del todo, ya que Roberto dijo que la iba a acompañar sin que se diera cuenta, al menos para que ya no tuviera preocupaciones.

Asentí mientras veía como él se alejaba en la dirección donde se había ido Perla.

Solo espero que al menos logre tranquilizarla para que pueda estar más calmada.

Cuando sufren ataques de ansiedad hace que el cuerpo no pueda soportar una carga pesada y comienzas a desconectarte del mundo.

- Tía...

Tiago me estaba llamando, mi visión se encontró con el pequeñín, mientras me mira algo preocupado.

- ¿Mamá estará bien?

Siento la preocupación de Tiago muy de cerca, pues seguramente aun se siente culpable de que Bia se haya ido y no haya podido detenerla.

Antes de que pudiera responder, de repente vi como Perla y Roberto habían regresado.

Pude notar que Perla se encontraba sonriendo, pensé que eso me aliviaria, pero en realidad fue lo contrario.

La sonrisa de Perla solo hizo que me preocupara, no entendía nada, si esta feliz es porque Roberto pudo calmarla, pero esta inquietud no me dejaba tranquila.

Observe detenidamente a Roberto, pude notar que también estaba sonriendo, aunque logre apreciar un ligero sonrojo en sus mejillas.

Dudando por un momento, ella se acercó a mi con los niños a mi lado.

- Disculpa si te preocupé tía, pero ya me siento mucho mejor.

Sus palabras eran de tranquilidad y buenas vibras, pero yo no me sentía de la misma manera.

- Veo que Roberto te ayudo un poco ¿no?

- Jeje, algo así...

Ella de repente también tuvo un ligero sonrojo en sus mejillas, haciendo que mi preocupación e inquietud se multiplicaran más.

Se me viene solo una cosa a la cabeza, pero espero que no sea eso, no quiero creer que ella y Roberto hayan tenido algo más íntimo mientras él estaba con ella.

- Bueno, iré a ver a Eddie, con su permiso.

Roberto alzó vuelo mientras iba a buscar a Eduardo, pude ver como Perla no dejaba de mirarlo, mientras la sonrisa seguia plasmada en ella.

No quería creer que ellos estuvieron haciendo algo más íntimo, después de todo ella un está con su esposo.

- Tía, ¿En cuánto tiempo retomaremos el vuelo?

Fue la duda de ella por querer continuar con el viaje.

- Eduardo me dijo que en 1 hora podremos volver al vuelo, ya que aún hay familias que deben de alimentarse muy bien.

- Ya veo, entonces iré por algo de comer, regreso en breves.

Con sus sonrisa sin quitarse se fue a buscar una fruta para poder matar el hambre.

Esa sonrisa no me estaba gustando para nada, debajo de ella debe haber pasado algo más que solo algo anímico.

- Veo que mi madre ya se encuentra un poco mejor.

Carla dijo con una sonrisa y alivio de ver que su madre ya no tenía tanta ansiedad como antes del viaje.

- Mientras este así, ya no deberíamos de preocuparnos tanto.

Dijo Tiago mientras soltaba un pequeño suspiro de alivio, al saber que ya no se sentía tan culpable.

Sin embargo, yo no me encontraba tranquila del todo.

- ¿Tía?

La voz de los pequeños me hicieron salir rápidamente de mis pensamientos.

No quiero que ahora ellos se preocupen por mi actitud.

- Disculpen niños, les parece si les traigo algunos arándanos.

Antes de que pudieran responder, el estómago de Tiago sonó, haciendo que el se tapara de la vergüenza.

- Tomaré eso como un si.

Fue muy divertido ese momento, por lo que sin más que decir, fui por unos ricos arándanos.

Tendré que averiguar exactamente que fue lo que paso en ese momento que estuvieron solos.

Se que Roberto es el ala derecha de Eduardo, incluso yo confío en él, pero ahora, no puedo hacerlo, no después de ver si actitud y cambio repentino de los dos.

Sin duda alguna, voy a averiguar todo este asunto, como su tía, es el deber de hacer que ella haga bien las cosas.

Después de todo, se lo prometí a su madre.

II

Sorpresainesperada

Felipe y yo ya nos encontrábamos cerca de la tribu de los spix, pues después de haber visitado a Red y darme más ánimos para seguir, seguimos nuestro camino mientras mi sonrisa no se despegaba del rostro.

- ¿Parece que estas emocionada?

Pregunto Felipe mientras tenía una sonrisa picarona, aunque ya era muy repetitivo de él.

- Bueno, eso es porque tus palabras me dieron mucho ánimo.

- ¿Estas segura que es por eso o porque ya quieres verlo nuevamente?

Ya sabía a quien se estaba refiriendo, pero no le daré el gusto de que me vea sonrojada, después de todo, se como jugar con las cartas para molestarlo.

- ¿Y que hay de ti?

- Eh

- Pensé que a estas alturas ya tendrías pareja pero ni eso creo que consigues, a este paso te harás más viejo.

Dije mientras una risa se me escapaba.

Pude notar como Felipe me miraba muy enojado, pero la sonrisa nunca se quito de su rostro.

- Parece que tenemos a una rebelde por aquí.

Dijo mientras seguía con su sonrisa.

La verdad es que me divierto fastidiando de esta manera a Felipe, después de todo siempre me contó que quería estar con un ave atractiva, pero me sorprende que hasta el día de hoy no haya conseguido ninguna.

- Bueno, eso se debe a que alguien no puede quedarse callado.

- Entiendo, siempre eres así, usas el golpe más bajo para bajarme de la cima jaja.

Nos reímos un poco por el pequeño momento de venganza, no fue hasta que pudimos apreciar a otro escarlata.

Al parecer era uno de los secuaces de Felipe y nos estaba esperando. Nos acercamos a él para luego detenernos.

- Hola jefe, que bueno que ya regresaron.

- Veo que ya llegaron los demás.

- Así es.

Felipe lo miraba con una sonrisa mientras observaba como los escarlatas se encontraban también del mismo modo esperando.

- ¿Por qué me estuvieron esperando? Saben que Blu les va a permitir el acceso.

- Lo sé señor, pero la verdad es que preferimos esperarlo para asi comenzar todos juntos, después de todo usted es el líder.

Las palabras de su secuaz conmovieron a Felipe quien lo miró con una cara que jamás había visto en mi vida.

Sonreí ante un momento donde Felipe cambió su actitud de un momento a otro, pero todo se detuvo cuando él lo miró con algo de seriedad.

- ¿Acaso mi soldado me está insinuando?

Las palabras de Felipe hicieron que el secuaz abriera los ojos de la impresión mientras temblaba un poco por el comentario.

- N-No, no es eso.

Gritaba el secuaz mientras temblaba de miedo por su vida.

Yo solo sonreí ante este momento, debería de preocuparme por él, pero siendo sincera, se que Felipe estaba bromeando, después de todo, no creo que se vaya a los golpes.

Una risa se hizo presente desde Felipe quien miro a su secuaz.

- Estoy bromeando amigo.

La risa no se hizo de esperar, yo al ver ese momento tan infantil de él, solo pude rodar los ojos con una sonrisa, mientras pude notar que el secuaz también se reía, dejando de temblar.

- Pero en serio no vuelvas a hacer eso, casi me das un susto.

Con eso dicho, solo pude ver como el secuaz asintió con la cabeza rápidamente para luego irse volando con el resto de la tribu de los escarlata.

Estos momentos divertidos hacen que olvide el dolor y siga adelante, después de todo, Red siempre demostró que Felipe tenía ese lado divertido si es que te llevabas bien con él, pero desde que murió, fueron raras las veces que lo veía de esta manera.

- Dime una cosa Felipe.

Volteo a verme en cuanto pronuncie su nombre, sintiendo curiosidad por lo que quería decirle.

- ¿Qué te hizo volverte tan bromista?

Pregunte con una sonrisa mientras Felipe me mira algo confundido.

- Pero si yo siempre he sido bromista, ¿No se de que me hablas?

- Me refiero a que noto un ligero cambio en ti, como si no fueras el mismo ave que siempre causaba malestar a los demás.

- ¿Malestar?

Parece que no me entiende del todo, tuve que darle una mirada que él conoce muy bien, haciendo que reaccionara de una vez.

- Ah, ya entiendo a que te refieres.

- No te tomo tanto tiempo.

- Si, he cambiado, pero todo se debe a un ave en particular.

Mencionar que un ave lo cambió por completo hizo que me interesara más en el tema.

- ¿En serio? ¿Y quien es?

Ante mi pregunta, Felipe me miró con una sonrisa pícara mientras yo miraba a ambos lados.

- ¿Yo?

Ante mi respuesta, Felipe me miró con una cara extrañada mientras se daba una palmada en la cara.

Pero por que hace eso, él me estaba mirando, seguramente se estaba refiriendo a mi.

- Se ve que eres igual a mi compañero azul, son tal para cual jeje.

Fueron sus palabras para luego salir volando a donde se encontraban su tribu.

Yo me quede pensativa por un momento, después de todo, aún no tenía idea de lo que estaba diciendo, sinceramente quería entender.

Pero mi mente hizo clic cuando menciono la palabra azul, refiriéndose a...

En ese momento pude entender sus palabras al instante, haciendo que un tinte rojo se hiciera presente en mis mejillas.

Ahora todo tiene sentido, solo pude sonreír ante el momento, pues siendo sincera, Blu y yo si que somos iguales.

Ante esa pequeña felicidad me dirigí a donde se encontraba Felipe con la tribu, esperando a Blu.

No tardamos mucho para ver a Blu llegando a vernos con una gran sonrisa, mientras nos recibía con la mayor alegría del mundo.

- Es bueno verlos nuevamente.

- Todo sea por mi compañero.

Felipe se acercó a Blu y le dio un abrazo muy amistoso.

Blu me miro por unos segundos mientras me saludaba con una sonrisa que nunca me cansaré de ver.

Yo también le delvovi el saludo con una sonrisa.

Pude notar que Felipe miró nuestro saludo, y de repente, comenzó a susurrar algo a Blu. No podía escuchar nada, parece que no quería que yo escuchara.

Al parecer termino de decirle lo que tenia, y pude notar como Blu se sonrojaba mientras me miraba.

Esa mirada de nervios y tierna hizo que también me sonrojara, solo para ver a Felipe reír mientras Blu le daba un pequeño golpe en la espalda.

Después de ese momento divertido, Blu nos indicó para seguir con el trabajo que habíamos dejado pendiente.

Todos asintieron y fueron a ayudar con lo que podían, mientras Felipe supervisaba y ayudaba a los demás en lo que necesitaran.

Blu fue directamente a un árbol pidiéndome ayuda para poder arreglar.

Al ver el árbol que quería arreglar, me di cuenta que se trataba del árbol de Roberto.

Roberto era un ave que siempre se me quizo insinuar en algunas ocasiones, pero yo no caía ante sus encantos qué me parecían muy malintencionados. Incluso hubo una ocasión en la que Red casi se agarra a golpes con él por estar coqueteandome.

- ¿Este es el árbol de Roberto?

- Así es, ¿Cómo lo supiste?

Blu me miraba con cierta curiosidad por saber como conocía el árbol de Roberto.

- Paso hace tiempo, el quiso intentar coquetearme en este mismo nido, pero por suerte me fui antes de que pudiera notarlo.

Dije mientras miraba a Blu con una sonrisa.

- Ya veo.

Vi que por un momento hubo un suspiro de alivio en Blu, por lo que me sentí curiosa, mientras una sonrisa se plasmaba en mi rostro.

- Bueno, ¿Me ayudas a dejarlo tal cual estaba? Aunque creo que no será tan posible.

Me acerque a Blu y le di una pequeña palmada en su espalda de mucho cariño.

- Con mucho gusto.

El me dio una linda sonrisa y ambos comenzamos a trabajar en remodelar y dejar al menos como era el árbol de Roberto, donde Blu me indicaba que tenía que ir.

Me sorprende la memoria de Blu ante cosas como estas, seguramente al ser un compañero de su dueña, le hicieron leer y aprendio tanto que seguramente ningún guacamayo de aquí sería capaz de igualar.

Fueron algunas horas realizando casi todos los labores que teníamos pendiente, de vez en cuando observabamos a los demás verificando que todo estuviera llendo bien.

Aun pude notar que había mucho trabajo que hacer, ya que algunos árboles aún faltaban por florecer y otros requerían de más tiempo.

Pero Felipe nos decía que se encargaría de que todo estuviera bien.

Luego de muchas jornadas trabajando en el árbol de Roberto, nos dispusimos a limpiar un poco el árbol.

Mientras limpiaba note a Blu con una sonrisa de alivio y felicidad, esa sonrisa hace que mi alegría se sienta más viva.

Nunca crei en conocer a un ave tan bondadosa como Blu, pero me preocupa que su propia tribu le diga cosas feas, por lo que si eso pasa, yo lo cuidare.

Blu pudo notar mi mirada, por lo que yo solo le sonreí con una sonrisa mientras lo saludaba.

Blu también me devolvió el saludo.

Era un momento muy lindo y por pequeño que parezca, algo romántico, parecíamos una pareja remodelando nuestro propio nido.

Esos pensamientos hicieron que me sonrojara, no fue hasta que escuche la voz de alguien conocido.

- Veo que ya casi terminan con el árbol del señor atrae a todas jaja.

Felipe había llegado a ver como íbamos con la remodelacion.

- Así es, y casi terminamos.

Dije mientras seguía limpiando algunas cosas.

Felipe me miró con una sonrisa pícara mientras yo solo le regresaba la mirada con algo de seriedad.

- Oye Felipe.

La voz de Blu hizo que Felipe volteara a verlo con mucha curiosidad.

- ¿Qué pasa Blu?

- Yo solo quería agradecerte.

- ¿Agradecerme?

La conversación entre ellos hizo que tuviera mucha curiosidad, por lo que decidí escuchar mientras limpiaba.

- Así es, gracias por el consejo que me diste esa vez, pero ya he tomado una decisión.

- ¿Decisión?

- Así es, pienso cambiar, quiero volverme un ave más salvaje para mi esposa y que mis hijos se sientan orgullosos.

Esas simples palabras hicieron que dejara de limpiar abruptamente, volteando a mirar a Blu con sorpresa.

Felipe se dio cuenta de eso y me miró con nervios, Blu se percató de la mirada de Felipe, por lo que volvió a mirarme con mucha confusión.

- ¿Sucede algo Esmeralda?

Mi corazón se detuvo por unos instantes mientras negaba con la cabeza lo que acabo de escuchar.

Blu ya esta casado y tiene hijos...

Pense qué había encontrado al ave que podría hacerme sonreír y estar siempre a mi lado, pero él ya estaba con alguien más.

Sentí como unas pequeñas lágrimas se me hacían presentes en mi rostro.

Pude ver a Felipe qué me miraba con seriedad.

Cuando él me ve así es porque las cosas no eran lo que pensaba, con una señal de alas, me dijo que me quedara, que había toda una explicación ante esto.

Al ver su señal, respire profundamente para luego mirar a Blu, aunque el pudo notar mi tristeza seguramente.

Sea cual sea la explicación, Blu ya tiene a alguien, y si ya tiene una familia, como su compañera y amiga, debo apoyarlo y estar ahí.

Aunque en el fondo quería que las coas fueran distintas.

III

¿El cambio es bueno?

Esmeralda m estaba mirando con mucha tristeza, y no entendía el por que, acaso sucedió algo que no me enterado aun.

Felipe me dio un pequeño golpe en la espalda mientras lo miro con confusión.

- Blu ¿Estas seguro que quieres cambiar solo por eso?

- Claro que estoy...

- Dime que lo haces para superarte y te creeré.

Justo cuando estaba por responder, por algún motivo me quede callado ante esto, no entendía por que.

Pero el cambio que quiero hacer es para los niños y Perla, que me vean como un ave salvaje de la que no tengan que sentir vergüenza.

Sin embargo, no le pude decir nada a Felipe, el cambio no era para superarme, era para cambiar por ellos.

Felipe al notar que no le respondía, solo pudo suspirar mientras me daba unas palabras.

- No hagas eso, no sería lo correcto para ti Blu.

Antes de preguntar por esas palabras Felipe salió del nido rápidamente, mientras me dejó con la duda.

¿A que se refería que no era lo correcto para mi?

- Blu.

La voz de Esmeralda hizo que la volteara a ver, pude notar como se acercó a mi mientras sus alas estaban algo inquietas.

- ¿Por que no me dijiste que ya tenías esposa e hijos?

Ya veo, seguramente le tomo por sorpresa que yo tuviera una familia, después de todo no le pude contar apropiadamente.

Pero la veo demasiado triste, no quería darme ideas de nada, por lo que decidí hablar.

- No sentí que era el momento hasta que estuviera listo, pero veo que Felipe ya se adelantó.

Me puse mi ala en mi cuello mientras lo frotaba, un momento muy incómodo pero que hizo que nuevamente las palabras de Felipe resonaran.

- Disculpa por no contártelo, pero no quería decirlo por que estaba pasando por un momento doloroso.

Mis palabras venían nuevamente con ese sentimiento de tristeza y vergüenza de ser alguien que no podía hacer las cosas bien.

Esmeralda me miró al instante, notando mi comportamiento, intente disimularlo, pero ella ya lo notó al instante.

- ¿A que te refieres?

No teniendo más razones para ocultarlo, creo que había llegado el momento de contarle un poco más sobre mi, habíamos pasado días conociéndonos, pero ahora llego el momento de contarle.

Sin decir nada, fui directamente afuera siendo seguido por Esmeralda, una vez me detuve para ver el horizonte, ella se detuvo de igual manera mientras me miraba expectante.

- Antes no pensaba en llegar a este punto, pero las cosas no salieron así, ya que el mundo me tenía algo más preparado.

Esmeralda me miraba atentamente, esperando el momento, vi que tenía curiosidad por saber sobre mi, algo que muy pocos querían saber en estos momentos.

- Mi esposa se llama Perla, es el ave más salvaje y hermosa que conocí. Nuestro encuentro en Río fue algo incómodo.

Dije mientras recordaba lo que había pasado en Rio.

- Cuando nos conocimos, ella realmente no le agradaba del todo, debido a que me llevaba muy bien con los humanos. Pero por cosas del destino, terminamos enredandonos en una aventura que jamás se me olvidara.

- ¿En serio?

- Si, pasamos por mucho debido a que estábamos encadenados en las patas, pero eso sirvió mucho para conocernos, y darnos cuentas de que no éramos tan diferentes.

Decir esto me llenaba de una nostalgia extrema, ya que había pasado un tiempo desde esa vez. Siempre me preguntaba que hubiera pasado si nunca hubiera ido a Rio.

Seguiría a mi manera de estar con Linda.

- Salvamos a muchas aves de un avión, y en ese momento, cuando su vida estaba en peligro, no me importo mucho, si ella moría, yo también quería morir a su lado. Pero gracias a Dios logramos superarlo y en ese momento nos volvimos más unidos.

Mirando el horizonte mientras recordaba nuestro primer beso, fue algo increíble y que hizo despertar en mi el deseo de volar.

- Y después de eso formaron una familia ¿no?

- Así es, tenemos tres hermosos hijos, 1 niño y 2 niñas, ellos son mi mundo...

Al decir esto, no pude evitar derramar un poco de lágrimas de mis ojos.

- ¿Blu?

- Todo cambió cuando vinimos aquí, descubrimos que su padre, el líder de la tribu, seguía vivo junto con más de nosotros.

- ¿Te refieres a Eduardo?

Voltee a verla con algo de sorpresa, ya que no recordaba que ella me hubiera dicho que lo conocía.

- ¿Sabes quien es?

- Si, lo conocí hace mucho, pero tampoco me cayo bien debido a su actitud.

Sus palabras tenían sentimiento de seriedad, al parecer Esmeralda veía por medio de las acciones de las personas para ver si era un ave buena o mala.

- No sabía que él fuera tu suegro en ese sentido.

- Si. Cuando llegamos, ella comenzó a alejarse de mi en un instante.

- ¿Qué?

Pude escuchar sorpresa en su voz por mis palabras, decidí seguir hablando.

- Ella comenzó a pasar más tiempo con Roberto, con su padre, con su tía. Siendo sincero, no me molestaba tanto al principio, ya que ella de verdad sufrió al pensar que perdió a su familia, pero ahora que estaban con ella, su felicidad fue inmensa qué no pude ocultar la sonrisa que tenía al verla feliz.

Recordando cuando Perla se sentía tan alegre de saber que su familia se encontraba con ellos la hizo sentir más viva y llena de alegría.

- Pero eso cambió poco a poco al sentir que no podía adaptarme, ella constantemente ya no hablaba casi conmigo. Su padre me hizo entrenar tanto que casi pierdo la vida en 2 ocasiones.

- ¿Qué?

- En un principio yo quería regresar a Rio, pero por Perla, quería seguir aquí, ya que tanto ella como los niños se sentían felices en este lugar.

Siempre que lo pensaba, los niños en Río nunca tuvieron amigos, lo más cercano fueron Nico y Pedro, pero no eran aves de su edad para que pudieran estar tranquilos.

- Un día, quise impresionar a Perla trayendo una fruta que a ella le gustara tanto, pero accidentalmente caí en territorio de Felipe y me reto a la fosa de la perdición.

Al escuchar eso, pude notar que Esmeralda tenía algo de enojo en su rostro, no se si sea por lo que acabo de decir de Felipe.

- Felipe siempre que veía una oportunidad, la aprovechaba a su favor. Ahora entiendo cuando me contó sobre cómo sucedió ese partido.

Me sorprendí por el comentario de Esmeralda, ya que no esperaba tanto esa información.

- ¿Felipe te contó eso?

Pregunte con sorpresa, aunque Esmeralda no estaba tan contenta.

- Si, dijo básicamente que gracias a un soix pudieron ganar el partido metiendo un gol en su propia portería.

- Ah...

- ¿Ese fuiste tú no?

Ante sus palabras no pude evitar taparme el rostro de vergüenza, haciendo que Esmeralda me diera una sonrisa mientras me daba pequeñas palmadas en mi espalda.

- Siento que Felipe te haya causado esos problemas.

- No te preocupes, después de todo fue mi culpa.

- Para nada.

Su alegría hizo que mi pecho se sintiera tranquilo mientras le daba una sonrisa.

- ¿Y que paso luego de ese partido?

- Tuve una discusión con Perla, le dije que no me sentía cómodo con este lugar, y ella...

Al recordar las palabras nuevamente, hizo que mi garganta se detuviera mientras pequeñas lágrimas salían de mi rostro.

Esmeralda se preocupo al instante por mi, pero la tranquilice mientras intentaba sacar toda esta carga que me pesaba durante tantas semanas.

- Ella me dijo que no debería pensar en mi mismo y pensar en ella y los niños.

Esmeralda al escuchar mis palabras, me miro con tristeza y también, pude sentir una vibra extraña, como si estuviera enojada.

Estaba por continuar, pero, las palabras se quedaban atrapadas en mi garganta mientras el dolor se hacía más presente en mi pecho.

Miré a Esmeralda, quien esperaba pacientemente a que continuara. Tragué saliva y respiré hondo, aunque no sirvió de mucho.

- Después de aquella discusión con Perla en la Fosa de la Perdición… las cosas nunca volvieron a ser iguales.

Sentí cómo mi voz temblaba al recordar lo que paso luego de esa discusión fuerte.

- Ella empezó a distanciarse de mí, casi como si algo se hubiera roto entre nosotros.

Bajé la mirada al suelo, evitando los ojos de Esmeralda, mientras hice una pausa y apreté mis alas contra mí.

—Pasaba más tiempo con Roberto.

El nombre salió casi como un susurro, pero aún así me quemaba decirlo.

- Él siempre estaba ahí, haciendo bromas, siendo encantador… siendo todo lo que yo no podía ser en ese momento.

- ...

-Intenté acercarme, intenté mantenernos conectados, pero… ella ya no me buscaba. Apenas hablábamos, y cuando lo hacíamos, sentía que era más por obligación que porque realmente quisiera.

El recuerdo de una noche en particular vino a mi mente como una tormenta.

- Una vez, después de cenar, me acerqué para proponerle dar un paseo, solo nosotros dos. Pero antes de que pudiera decir algo, Roberto apareció, invitándola a ver algo en el río. Ella aceptó tan rápido, con una sonrisa tan grande… y ni siquiera me miró al salir.

El peso de aquel recuerdo me aplastó, y las lágrimas comenzaron a escapar de mis ojos.

- Me dolió, Esmeralda. Me dolió más de lo que puedo describir. Ver cómo brillaban sus ojos cuando estaba con él, cómo reía de una manera que no hacía conmigo desde hace semanas… Sentí que la estaba perdiendo.

Intenté limpiar mis lágrimas con un ala, pero no sirvió de mucho.

- Y yo… yo no sabía qué hacer. Quería pelear por ella, pero cada vez que lo intentaba, era como si me estuviera alejando más. Como si ya no hubiera espacio para mí en su vida.

Miré a Esmeralda, buscando algún consuelo en sus ojos.

—¿Cómo arreglo algo que parece que ya no quiere ser arreglado?

Pregunté, mi voz rota por la desesperación.

Ella no respondió de inmediato, pero colocó su ala sobre mi hombro, un gesto pequeño pero lleno de apoyo.

Por un momento, me permití hundirme en ese gesto, dejando que el peso de mis emociones saliera al fin.

Suspiré profundamente, tratando de encontrar nuevamente las palabras adecuadas mientras la mirada de Esmeralda permanecía fija en mí.

Sentí el peso de lo que estaba a punto de compartir, un recuerdo que aún me quemaba por dentro.

- Si creí que las cosas no podían empeorar, me equivoqué. Lo que pasó después fue lo que más me destrozó.

Me detuve un momento, intentando calmar el temblor en mis alas antes de continuar.

- Todo empezó cuando Perla me dijo que irían a un viaje con los niños y las aves de la tribu.

Pensé que esa era mi oportunidad para demostrar que podía cambiar, que podía ser el tipo de ave que ella quería a su lado.

Esmeralda me escuchaba con atención, y eso me dio la fuerza para seguir.

—Me acerqué a ella ese día y le dije que quería ir con ellos, que podía ayudar, que estaba dispuesto a hacer lo que fuera necesario para encajar. Pero ella…

Mi voz se quebró, y tuve que tomar un momento para recomponerme.

- Ella me miró como si la idea fuera absurda. Me dijo que no creía que fuera buena idea, que no estaba listo, y que lo único que haría sería convertirme en una carga para todos.

Sentí las alas de Esmeralda rozar las mías en un gesto de consuelo, pero el dolor seguía ahí, tan vivo como aquel día.

- Le pregunté cómo podía pensar eso de mí, cómo podía llamarme una carga después de todo lo que estaba intentando. Pero lo peor vino después…

Hice una pausa, cerrando los ojos mientras las lágrimas amenazaban con salir.

- Me dijo que no me había invitado porque ya había decidido ir con Roberto.

Esmeralda contuvo el aliento, pero no dijo nada.

- Perdí el control. Le grité, le pregunté si acaso él era tan importante para ella que ya no había lugar para mí. Y entonces… Me dio una cachetada.

Las lágrimas comenzaron a correr por mis mejillas, pero no las detuve.

- Me quedé ahí, sin saber qué hacer, mientras ella se fue del árbol. Cuando llegó el momento de partir, los vi marcharse. Vi a mis hijos sonriendo, emocionados por la aventura, mientras yo me quedaba atrás, roto, incapaz de seguirlos.

Finalmente, miré a Esmeralda, mis ojos llenos de tristeza.

- Ese fue el momento en el que me di cuenta de que tal vez… tal vez estaba haciendo todo mal.

Esmeralda no dijo nada de inmediato. Solo me miró, sus ojos llenos de algo que no había visto: genuina comprensión.

Antes de que pudiera reaccionar, dio un paso hacia mí y me envolvió en sus alas. Su abrazo fue cálido, protector, y de alguna manera, hizo que las piezas rotas dentro de mí comenzaran a detener su caída.

-Blu… escucha.

Su voz era suave, casi un susurro, pero tenía una firmeza que no podía ignorar.

- Tú no eres el culpable de lo que está pasando.

Quise responder, pero mi garganta se cerró. Mis lágrimas no habían cesado desde que le conté todo, y aunque intenté controlarme, cada palabra suya parecía desatar una nueva ola de emociones.

- No lo eres, Blu. Tú eres una de las aves más únicas y especiales que he conocido.

Repitió con más fuerza, apretando el abrazo como si con ello pudiera reconstruirme

Me estremecí, sacudiendo la cabeza, pero ella me sujetó más cerca, como si no fuera a dejarme escapar hasta que escuchara cada palabra.

- ¿Sabes qué veo cuando te miro? Veo al ave que venció a los taladores. Al ave que tuvo el coraje de salir de su zona de confort, de volar a lo desconocido por amor a su familia. Veo al ave que, a pesar de todo lo que ha pasado, sigue sonriendo y buscando hacer lo correcto.

Sus palabras perforaron la pared de dudas que había construido en mi mente. Sentí que algo dentro de mí comenzaba a ceder, a suavizarse.

- ¿Y sabes qué más veo?

Esmeralda apartó un poco su cabeza para mirarme a los ojos, pero sin soltarme del abrazo.

- Veo a un ave que está haciendo todo lo posible por reparar el hogar de los Spix. Tú has trabajado más duro que nadie para adaptarte a esta vida, para construir algo que otros puedan disfrutar, incluso si a veces parece que nadie lo nota.

Sus ojos brillaban con una intensidad que me dejó sin palabras.

- Blu, no necesitas cambiar quién eres para ser amado. Hay aves que te valoran tal y como eres, que ven en ti lo que quizá otros no ven. No necesitas ser diferente. Lo que haces, lo que eres… eso ya es suficiente.

Su voz era ahora un susurro cálido, lleno de en esas palabras se rompió dentro de mí, pero esta vez no era el dolor. Era como si me hubiera quitado un peso que ni siquiera sabía que estaba cargando.

-Esmeralda…

Ella me sonrió suavemente y volvió a apretarme contra ella, como si su abrazo pudiera reconstruir las partes rotas de mi alma.

-Blu, no estás solo. Y no importa lo que pienses ahora, hay algo que siempre debes hay nada de malo en ser quién eres. Porque quien eres ya es increíble.

Esa frase quedó grabada en mi mente, como si fuera una melodía que nunca podría olvidar. Cerré los ojos, dejando que las lágrimas fluyeran libremente mientras apoyaba la cabeza en su hombro.

- Gracias, Esmeralda… gracias por decir eso.

Mi voz se quebró, y por primera vez en mucho tiempo, no traté de esconder mis emociones.

- No tienes que agradecerme, Blu.

Su voz seguía siendo suave, pero había una firmeza reconfortante en ella.

- Estoy aquí para ti. No importa cuánto tiempo necesites, siempre estaré aquí para escucharte.

Nos quedamos en silencio por un rato, aunque las emociones en mi interior aún eran un caos. Pero ese abrazo, ese simple gesto de apoyo, me hizo sentir algo que no había sentido en semanas: esperanza.

-Tú eres más fuerte de lo que crees, Blu. No dejes que las dudas o las palabras de otros te hagan olvidar eso.

Asentí lentamente, sin encontrar las palabras para responder. Sus alas seguían envolviéndome, como si estuvieran protegiéndome de todo lo malo que había sucedido.

Por primera vez en mucho tiempo, me permití sentir que tal vez, solo tal vez, no todo estaba perdido. Aunque las cosas con Perla seguían siendo un torbellino, las palabras de Esmeralda me hicieron darme cuenta de algo importante: no necesitaba cambiar para ser valorado. Lo que hacía, lo que era… eso ya era suficiente.

- Eres especial, Blu, y nunca olvides eso.

Esmeralda susurró una vez más antes de soltarme, pero no del todo, manteniendo una de sus alas sobre mi espalda.

Le dediqué una mirada agradecida, aunque mis lágrimas no habían cesado del todo.

- Gracias… de verdad.

Mi voz seguía temblando, pero esta vez no era solo tristeza. Había algo más: una chispa de gratitud y alivio. Ella me sonrió y asintió.

—Siempre, Blu.

Me quedé ahí, a su lado, dejando que esa pequeña chispa de consuelo creciera poco a poco dentro de mí.

CONTINUARA...

Un momento único entre ellos dos que seguramente no voy a olvidar jamás, Esmeralda God, bueno, espero les haya gustado este capítulo y nos vemos en el siguiente. Nos vemos mis cracks :3