Buenas aquí les dejo una adaptación de un libro que me gusto, los personajes de inuyasha no me pertenecen si no a "Rumiko" ni la historia ni los personajes del libro sino a "Shelby" espero que les guste

Asesino de brujas

Libro 1

La bruja blanca

(poco a poco, el pájaro construye su nido)

Cap.24

Cuestión De Orgullo

Inu

La tensión en nuestro dormitorio esa noche era físicamente dolorosa. Kag estaba recostada en mi cama. La oí moverse en la oscuridad, su respiración era fuerte y luego silenciosa. Se movió de nuevo. Rodó despacio sobre el lateral de su cuerpo. Sobre la espalda. Sobre el lateral. Sobre la espalda. Intentando no hacer ruido. Pasar inadvertida. Pero no logró. La escuché una y otra vez y otra vez.

Esa mujer estaba volviéndome loco.

Finalmente, inclinó el cuerpo y sus ojos marrones encontraron los míos en la oscuridad. Su cabelló tocó el suelo. Me incorporé sobre los codos demasiado rápido y ella miró la abertura de mi comisión en mi pecho. El calor se expandió hasta mi estómago.

- ¿Qué ocurre?

-Esto es una estupidez. -Frunció el ceño, pero no entendía por qué ella estaba molesta-. No tienes que dormir en el suelo.

La miré desconfiado.

- ¿Estás segura?

-De acuerdo, antes que nada, deja de mirarme así. No es gran cosa. -Puso los ojos en blanco antes de moverse para dejarme sitio-. Además, hace frío aquí. Necesito tu calor corporal para mantenerme caliente. – cuando todavía no me movía, le dio una palmadita al espacio a su lado sugestivamente-. Ah, vamos, chass. No muerdo… mucho.

Tragué con dificultad y bloqueé la imagen de su boca sobre mi piel. Con movimiento cautos y lentos, dándole todas las oportunidades para cambiar de opinión, subí a la cama. Pasaron varios segundos de silencio incómodo.

-Relájate -susurró por fin, aunque también estaba recostada tiesa como una tabla-. Deja de comportarte de modo extraño.

Estuve a punto de reír. A punto. Como si hubiera podido relajarme con ella tan… cerca. La cama, de tamaño estándar, no había sido hecha para dos. La mitad de mi cuerpo sobresalía en el espacio vacío. La otra mitad estaba presionada contra ella.

No me quejaba.

Después de otro silencio torturador, ella se giró hacia mí y sus pechos rozaron mi brazo. Mi pulso aumentó y apreté los dientes, dominando mis pensamientos desenfrenados.

-Háblame sobre tus padres.

Y así de fácil, todos los pensamientos sobre intimar desaparecieron.

-No hay nada que contar.

-Siempre hay algo que contar.

Miré con determinación el techo. El silencio apareció una vez más, pero ella continuó observándome. No puede resistirme a mirarla. A mirar su expresión curiosa con los ojos de par en par. Sacudí la cabeza y suspiré.

-Me abandonaron. Una criada me encontró en la basura cuando era un bebé.

Ella me miró, horrorizada.

-El arzobispo me cobijó. Fui un paje durante mucho tiempo.

Luego, pegué un estirón. -El lateral de mi boca subió por voluntad propia-. Él comenzó a entrenarme para los Chasseurs poco después.

Conseguí mi lugar a los dieciséis. Es lo único que conozco.

Ella apoyó la cabeza en mi hombro.

- ¿Conseguiste tu lugar?

Cerrando los ojos, apoyé el mentón en su cabeza e inhalé. Profundo.

-Solo hay cien Balisardas: cada uno tiene una gota de la reliquia de san Constantino. Eso limita los puestos disponibles. La mayoría sirve de por vida. Cuando un Chasseur se retira o muere, hay un torneo. El ganador puede unirse a nuestras filas.

-Espera. – se incorporó y me sonrió, su cabello me hizo cosquillas en el pecho-. ¿Dices que Hojo ha vencido a todos sus contrincantes?

-Hojo no es un Chasseur.

Su sonrisa vaciló.

- ¿No lo es?

-No. Pero se entrena para serlo. Competirá en el próximo torneo, junto al resto de los novicios.

-Oh. -Ahora, frunció el ceño y retorció un mechón de cabello en su dedo-. Bueno, eso explica mucho.

- ¿Sí?

Se acurrucó de nuevo contra mí con un suspiro.

-Hojo es distinto a los demás aquí. Él es… tolerante. De mente abierta.

Me molestó la insinuación.

-No es un crimen tener principios, kag.

Me ignoró. Sus dedos recorrieron el cuello de mi camisa.

-Cuéntame lo de tu torneo.

Me aclaré la garganta, haciendo un esfuerzo para ignorar el movimiento sutil. Pero sus dedos eran muy cálidos. Y mi camisa muy delgada.

-Probablemente tenía la edad de Hojo. -Me reí ante el recuerdo… cómo mis rodillas habían temblado, cómo había vomitado en mi chaqueta minutos antes de la primera ronda. El arzobispo había conseguido otra para mí. Aunque había ocurrido hacía pocos años, el recuerdo parecía lejano. Una época distinta. Una vida distinta. Cuando había vivido y respirado para garantizarme un futuro en el mundo de mi patriarca-. Todos los demás eran grandes que yo. También, más fuertes. No sé cómo lo hice.

-Sí, lo sabes.

-Tienes razón. -Otra risa subió a mi garganta, espontánea-. Lo sé. No eran tan grandes, y practicaba todos los días para hacerme más fuerte. El arzobispo en persona me entrenó. Nada importaba: solo convertirme en Chasseur. -Mi sonrisa desapareció cuando los recuerdos resurgieron, uno tras otro, con claridad dolorosa. La multitud. Los gritos. El choque de acero y el olor intenso al sudor en el aire. Y … Kikyo. Su apoyo-. Luché contra Bankotsu en el campeonato.

-Y lo venciste.

-Sí.

-Está resentido por ello.

-Lo sé. Hizo que vencerlo fuera más dulce aún.

Empujó mi estómago con un dedo.

-Eres un idiota.

-Es probable. Pero él es peor. Las cosas… cambiaron entre nosotros ese año. Él aún era un novicio cuando el arzobispo me ascendió a capitán. Tuvo que esperar hasta el torneo siguiente para ganar su lugar. Creo que nunca me perdonó por ello.

Ella no habló durante varios minutos. Cuando por fin lo hizo, deseé que no lo hubiera hecho.

-Y… ¿y Kikyo? ¿Continuaste viéndola después de hacer tu juramento?

Todo remanente de humor se marchitó y murió en mi lengua.

Miré de nuevo el techo. Sus dedos tocaron de nuevo el cuello de mi camisa. Persuasivos. Expectantes. Suspiré otra vez.

-Has visto las cartas. Mantuvimos… nuestro cortejo.

- ¿Por qué?

Me puse tenso, cauteloso.

- ¿A qué te refieres con por qué?

- ¿Por qué continuar con el cortejo después de haberles jurado lealtad a los Chasseurs? Nunca he oído que un Chasseur contrajera matrimonio antes de ti. No hay otras esposas en la Torre.

Hubiera entregado mi Balisarda a cambio de terminar la conversación. ¿Cuánto había escuchado? Tragué con dificultad. ¿sabía… que Kikyo me había rechazado?

-No es tan raro. Hace pocos años, el capitán Barre contrajo matrimonio.

No mencioné que había abandonado nuestra hermandad un año después.

Ella se incorporó y clavó en mí sus ojos inquietantes.

-Ibas a casarte con Kikyo.

-Sí. -Aparté la vista y la centré de nuevo en el techo. Un copo de nieve entró por la ventana-. Mientras crecíamos… Kikyo y yo éramos novios. Su gentileza me parecía cautivadora. Yo era un niño furioso. Ella me calmaba. Me suplicaba que no les lanzara rocas a los guardias. Me obligaba a confesar cuando robaba el vino de la comunión. -Una sonrisa tiró de mis labios ante el recuerdo-. Estaba lleno de resentimiento. El arzobispo tuvo que quitármelo a golpes.

Ella entrecerró los ojos ante mis palabras, pero, sabiamente, no dijo nada. Acercó de nuevo el cuerpo a mi pecho y rozó mi clavícula con su dedo. El calor brotó en mi piel… y en todas partes ante su tacto. Aparté mi cadera, maldiciendo en silencio.

- ¿A cuántas brujas has matado?

Gruñí y giré la cabeza en la almohada. Ella podría haber congelado el infierno.

-Tres.

- ¿En serio?

El juicio en su voz era irritante. Asentí, intentando no parecer ofendido.

-Aunque es difícil capturar una bruja, son vulnerables sin su magia. Aun así, la bruja del teatro fue más astuta que la mayoría. No me atacó con magia. Usó magia para atacarme. Hay una diferencia. Ella deslizó el dedo por mi brazo. Distraídamente. Reprimí un temblor.

-Entonces, ¿sabes sobre magia?

Carraspeé y me obligué a centrar la atención en sus palabras. No en su tacto.

-Sabemos lo que el arzobispo nos enseña en el entrenamiento.

- ¿Por ejemplo?

Aparte la vista, con la mandíbula tensa. No comprendía el enamoramiento que kag tenía con lo oculto. Había dejado claro infinitas veces que no coincidía con nuestra ideología. Pero continuaba mencionando el tema, como si quisiera discutir. Como si quisiera que yo perdiera los estribos.

Suspiré.

-Que las brujas canalizaban su magia desde el infierno.

Ella resopló.

-Eso es ridículo, por supuesto que no canalizan su magia desde el infierno. La canalizan a través de sus ancestros.

La miré con incredulidad.

- ¿Cómo es posible que sepas eso?

-Mi amiga me lo dijo.

Por supuesto. La bruja de la casa de Tremblay. La bruja que aún no habíamos encontrado. Resistí las ganas de perder la compostura con ella. Ninguna molestia la habría convencido de darnos más información. Me sorprendía que el arzobispo no hubiera amenazado con atarla a la hoguera.

Pero nunca había oído algo semejante.

- ¿A través de sus ancestros?

Su dedo continuó bajando por mi brazo. Acarició el vello en mis nudillos.

-Mmm hmm.

Esperé a que continuara, pero parecía perdida en sus pensamientos.

-Entonces… esas criaturas pueden…

-Esas mujeres. -Alzó abruptamente la cabeza-. Las brujas son humanas. Inuyasha. No criaturas.

Suspiré, tentando a medias de concluir allí la discusión. Pero no pude. Con bruja amiga o sin ella, kag no podía decir semejante blasfemia en la Torre o terminara en la hoguera. Y no habría nada que yo pudiera hacer para evitarlo. Debía terminar con su fascinación. Antes de que se saliera de control.

-Sé que piensas eso…

-Que sé eso…

-…pero solo porque una bruja parezca y se comporte como una mujer…

-Si parece un pato y grazna como pato…

-… no significa que sea un pato. Es decir, em, una mujer.

-Las brujas pueden dar a luz, Inuyasha. -Me tocó la nariz. Parpadeé, mis labios se curvaron ante la sorpresa-. Eso las hace mujeres.

-Pero solo dan a luz a mujeres. -Sonriendo, acerqué mi cabeza como respuesta. Ella retrocedió y estuvo a punto de caerse de la cama.

Alcé una ceja burlona, entretenido-. Me suena a reproducción sexual. Frunció el ceño y un rubor furioso apareció en sus mejillas. Si no la hubiera conocido, hubiera pensado que estaba incómoda. Mi sonrisa se hizo más amplia, preguntándome qué podría haber causado el cambio repentino. ¿Mi cercanía física? ¿La palabra reproducción? ¿Ambas?

-No seas estúpido. -Golpeó su almohada para darles forma y se recostó de nuevo, con cuidado de no tocarme-. Por supuesto que las brujas tienen hijos varones. Mi sonrisa desapareció.

-Nunca hemos encontrado un brujo.

-Eso es porque no existen. La magia la heredan solo las mujeres. A los hombres lo envían lejos después de nacer.

- ¿Por qué?

Se encogió de hombros.

-Porque no tiene magia. Mi amiga dijo que a los hombres solo se les permite entrar al Chateau como cónyuges y aun así, no les permiten quedarse.

- ¿Ella te ha contado todo eso?

-Claro. -Alzó el mentón mirándome por encima de la nariz, como si me desafiara a contradecirla-. Deberías educarte, Chass. Una ladrona callejera común sabe más sobre tus enemigos que tú.

Qué vergüenza.

El disgusto me invadió. Kag se hundió más profundamente entre las sábanas cuando el viento aumentó afuera.

- ¿Tienes frío?

-Un poco.

Me acerqué, alzando el brazo.

- ¿Aceptarás una tregua?

Tragó con dificultad y asintió.

La acerqué a mi pecho y uní las manos en su espalda, a la altura de su cintura. Ella volvió a convertirse en un trozo de madera. Pequeña. Inflexible. Sin sus preguntas entrometidas y sus conversaciones insultantes, era como si estuviera… nerviosa.

-Relájate -susurré-. No muerdo… mucho. -La risa silenciosa resonó en mi pecho. Ella se puso aún más rígida. No necesitaba preocuparse. Sin duda había oído el latido desbocado de mi corazón y había comprendido la ventaja que tenía.

- ¿Eso ha sido una broma, Chass?

Tensé los brazos a su alrededor.

-Tal vez. -Cuando no dijo nada, retrocedí para mirarla. Otra sonrisa tiró de mis labios.

Y, de pronto, recordé nuestra primera noche juntos.

-No tienes que estar nerviosa, Kag. -Acaricié su espalda, obligándome a permanecer quieto mientras ella se retorcía contra mí-. No intentaré hacer nada. Un sonido de protesta escapó de ella.

- ¿Por qué no?

-Recuerdo que amenazaste con cortarme por la mitad si te tocaba sin permiso. -Incliné su mentón hacia arriba, maldiciéndome y felicitándome en igual cuando parpadeó y cerró los ojos, cuando se le aceleró la respiración. Me acerqué más. Mis labios prácticamente rozaban los suyos-. No te tocaré hasta que lo pidas.

Abrió los ojos y me apartó con un gruñido.

-No hablas en serio.

-Oh, claro que sí. -sonreí con picardía de nuevo y me acomodé sobre la almohada-. Es tarde. Deberíamos dormir. Sus ojos brillaban con furia. Con compresión. Con admiración reticente.

Triunfante, la observé inspeccionar sus pensamientos, observé cada emoción aparecer en su rostro con pecas. Frunció el ceño al mirarme.

-Parece que te he subestimado.

Alcé las cejas.

-Solo di las palabras. Pídemelo.

-Eres un imbécil.

-me encogí de hombros.

-Como quieras. -Con un movimiento fluido, me quité la camisa. Ella abrió los ojos de par en par, incrédula.

- ¿Qué haces? Recogió mi camisa y me la lanzó.

La atrapé. La tiré al suelo.

-Tengo calor.

-Tú…Tú… ¡Sal de mi cama! ¡Sal! -Me empujó, probablemente con todas sus fuerzas, pero no cedí. Solo sonreí.

-Es mi cama.

-No, aquí duermo yo. Tú duermes en…

-La cama. -Coloqué las manos detrás de mi cabeza. Me miró boquiabierta, explorando mis brazos… mi pecho. Mi sonrisa se hizo más amplia y resistí las ganas de flexionar los músculos-. Tengo un nudo en la espalda desde hace dos semanas. Me he hartado de dormir en el suelo. Esta es mi cama y a partir de ahora, dormiré en ella. Eres bienvenida a compartirla; si no, la bañera aún está libre.

Abrió la boca furiosa. La cerró de nuevo.

-No… Esto es… No dormiré en el… -Sus ojos recorrieron la cama, evidentemente buscando algo con lo que apuñalarme. Encontraron una almohada.

Zas.

La sujeté antes que pudiera golpearme de nuevo y apreté la almohada contra mi pecho. Presioné los labios para evitar reír.

-Kag: duérmete. Nada ha cambiado. A menos que quieras pedirme algo

-Espera sentado. -Me quitó la almohada-. De hecho, espera hasta la muerte.

Me reí antes de darme vuelta.

-Buenas noches, Kag.

Se durmió mucho antes que yo.

Continuara…

Pd: gracia por sus comentarios xD

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