ADVERTENCIA: El siguiente capítulo contiene temas fuertes o delicados que pueden herir susceptibilidades: Dr0g4s, maltrato físico, psicológico y escenas sexuales explícitas.
Let It Will Be
8.
—¿Cómo...? —Me pregunté apenas en hilo de voz, mirando a la nada. Temari había tomado mi brazo para consolarme en medio del ataque de ansiedad. Yo estaba sentada en el césped e Ino se había ido a recoger el desastre que dejó Sasuke. Mi respiración era rápida; necesitaba irme de ahí lo más pronto posible. O de plano, que Sasuke se fuera.
—Itachi... No fue una buena idea que Sasuke supiera que estabas acá. —Escuché una voz femenina. En un principio no la reconocí, pero cuando mis ojos notaron la presencia de unos tacones altos color rojo, lo supe.
—Karin, llévate a Sasuke o llamaré a la policía y sabes que no quiero hacerlo. —Le pidió el pelilargo en voz baja sin siquiera mirarla; estaba arrodillado junto a Sasuke, que quedó inconsciente por los golpes que le había propinado Naruto. Este último estaba siendo sostenido por Shikamaru para que no continuara con la golpiza. Respiraba más rápido que yo y parecía una bestia fuera de control.
—No lo puedo creer... —dijo rodando los ojos y quitándose las gafas de marco negro. Las limpió con su blusa del mismo color y cuando se las puso de nuevo, me miró, molesta. —Y todo por ti, Sakura. —La miré con odio, recordando todas las humillaciones y faltas de respeto que me hizo Sasuke, utilizándola. Antes de levantar el cuerpo de quién fue alguna vez mi novio, comenzó a decir cosas que me enfurecieron.
—Por algo Sasuke se quedó conmigo, tú no dabas la talla. —Reprochó altivamente. —No creas que vino hasta aquí porque te extrañaba. —Se acomodó las gafas, típico gesto de ella. —Sasuke-kun está pasando por un momento difícil, ¿y lo reciben así? —dijo indignada. ¿Y eso a mí qué me importaba? Quise chillar de la ira por su cinismo. Itachi la miró furioso; Naruto seguía con una expresión desafiante. Todos la escuchaban sin entender absolutamente nada de lo que hablaba. Escuché que alguien preguntaba si ella era la novia del chico que yacía en el piso; nadie respondió.
—¿Y cómo debería de recibirlo cuando me engañó contigo, zorra? —Exclamé impulsivamente, mirándola directamente y haciendo énfasis en la última palabra. Me levanté para agarrarla a golpes, pero Itachi me detuvo con su mirada de: "No lo hagas o te arrepentirás". Respiré hondo; pese a estar ebria, me quedaba un poco de conciencia.
Karin rió cual bruja y se volvió a quitar los lentes; sus ojos rojizos me irritaban.
—¿Alguien podría hacer callar a esa tipa? —solicitó Shikamaru tocándose la cien. Karin le ignoró y fue acercándose, intentando amenazarme con su caminata de diva.
—El tipo con el que sales ahora era profesor de todos los que estamos aquí. ¿Acaso eso no es repugnante? —vociferó para llamar la atención de los demás, lo cual me pareció patético a más no poder.
—Te ves tan ridícula metiéndote en mi vida... —le dije sin tapujos. —O es que acaso ¿quieres volver a ser la otra? —sugerí amenazante. Varios hicieron sonidos de sorpresa ante la pregunta sarcástica que le lancé. Karin esta vez no se rió, pero sí se agachó para tomar por los brazos a Sasuke. Itachi le ayudó a levantarlo. Sin apartar su mirada de mí, dijo algo que me haría tener pesadillas esa noche.
—Kakashi es un hombre comprometido, tontita. Ya bájate de esa nube, que ya no tienes quince años. —Y a continuación se comenzó a reír como una loca delirante. Palidecí inmediatamente y sentí un dolor de estómago, como si fuese vértigo. Vi cómo se iba con Itachi hacia la calle con Sasuke cargado, y lo introducían en un carro muy lujoso que no logré identificar, y que quién sabe con qué dinero consiguió. Comencé a temblar de ansiedad y a sentirme como la chica más patética de todo Tokio. Recite mantras improvisados en mi mente: No es cierto, Sakura. No es cierto, Sakura. No es cierto. Lo dice para joderte nada más. Lo dice para joderte.
¡No! Kakashi no era capaz de hacerme algo así. ¡No! Quería desmayarme ahí mismo, pero debía ser fuerte. Ya me habían visto lo suficientemente vulnerable como para hacerme pedazos ahí. Yo era fuerte. Eran mentiras para molestarme. Kakashi sí me quería. Kakashi era sincero.
Naruto, que ya se había calmado, miraba en silencio la escena. Sé que se sentía impotente y sé que al enterarse de mi relación con nuestro ex sensei no se sintió convencido, porque cuando su prima desapareció, su mirada me reclamó. No obstante, intenté no demostrarle vergüenza. Otra vez… Estaba sintiéndome por un hombre y eso era una mierda.
A los cinco minutos, Itachi regresó. Apartó a Naruto del resto y hablaron a solas; no logré escuchar, pero intuyo que estaban discutiendo. Ino apareció después, con una bolsa de basura y una escoba.
—Ayúdenme, ¿no? —dijo furiosa, mirando a Shikamaru y a Choiji. Estos se hicieron los locos caminando hacia distintas partes. Al rato escuché que cambiaban la música, pero el ambiente ya no era el mismo de hace unas horas, por lo menos para mí.
Temari se me acercó.
—Sakura, no sabía que salías con Kakashi.
Yo miraba mis pies, no quería hacer ninguna reacción. Me tardé en responder, pero sé que podía confiar en ella.
—Sí... pero al parecer todo el mundo piensa que es una mala idea, ¿no? —Levanté mi mirada y la miré con una sonrisa triste, forzada. Pareció sorprendida, pero no me juzgaba.
—Qué va, si Kakashi es el hombre que todas hubiéramos querido. —Sonrió ampliamente. —Lo que eres es una suertuda. —dijo riéndose. —Por lo que dijo Karin, mejor olvídalo. Seguramente solo intenta desmoralizarte. —Asentí un poco aliviada y le hice señas para que fuésemos a ayudar a Ino. Vimos que Konan también ayudaba levantando la basura.
Típico de los hombres… Esa costumbre de dejar que cosas de este tipo las hiciésemos nosotras. No vi a Hidan en ninguna parte; a lo mejor se había ido. Estoy segura de que él habría sido capaz de meterse en lo último ocurrido, haciendo más bochornosa la situación, sobre todo por el estado de ebriedad que tenía. Deidara y su chica pelirrosa también habían desaparecido. Yahiko, el esposo de Konan, fumaba con Kiba. Exhale. Ayudaría a Ino a recoger el desastre y me iría a casa a dormir. En mi cabeza no dejaba de rebobinar lo que había dicho Karin, y cada vez dolía más.
Eran las 3:30 AM.
Cuando terminamos de limpiar, casi todos se habían ido. Solo quedábamos Ino, Itachi, Naruto y yo.
—Se pueden quedar en mi casa si quieren, es demasiado tarde. —Ofreció Ino mientras acomodaba las copas en un baúl. Naruto me miró dubitativo. Yo, la verdad, me quería ir, pero estando en ese estado de ebriedad y de tristeza, consideré que lo mejor era quedarme en compañía de mi mejor amigo.
—¿Qué dices, Sakura-chan?
Dudé unos segundos, pero acepté.
Ayudamos a la rubia a terminar de acomodar y subimos a su departamento. Este quedaba en el segundo piso de la floristería. No era muy grande, pero contaba con dos habitaciones, una cocina, un baño y una sala bastante bonita y decorada. Ino me ofreció uno de sus pijamas para dormir, así que me lo tomé y me dirigí al baño para cambiarme. Mientras lo hacía, en mi mente se repitieron los eventos de las últimas horas, uno tras otro.
Maldije a Sasuke y Karin; la estábamos pasando tan bien y tenían que llegar justo para arruinarlo todo. O más bien, ¿nosotros les dejamos arruinarlo? Sé que el jardín de Ino tenía entrada libre para cualquier persona que se acercase, ¿pero por qué les dejaron entrar, así como si nada? Podía ser el alcohol, podía ser que no identificaron a Sasuke a la primera. Tal vez hacía falta algo más de seguridad en aquel jardín, como unas vallas o algo de ese tipo. Pero eso no era lo que más me desconcertaba. ¿Cómo diablos supieron de mi relación con Kakashi? Dudaba que Itachi fuera como loco a contarlo a los cuatro vientos; no era su estilo. ¿Ino? Tampoco era una posibilidad, porque su amistad con Karin terminó al enterarse de la infidelidad que sufrí. Algo no me olía bien. Ver cómo ventilaban mi vida personal delante de mis compañeros de universidad, si bien me enojaba mucho, no entendía sus razones para hacerlo. Cuando decidí terminar con Sasuke, tomé distancia; incluso lo eliminé de todos los lados posibles de mi vida: de las redes sociales, detuve mis visitas a su casa y eso provocó que perdiera un montón de ropa y pertenencias que había dejado cuando me quedaba a dormir o a pasar unos días. Dejé de hablarles a sus amigos e hice un esfuerzo sobrehumano para omitirlo de mis conversaciones. Era un contacto cero muy estricto al que me sometí por mi propio bien. Y aunque dio resultado y mi vida mejoró, mi reacción ante su inesperada aparición en aquella fiesta fue decepcionante. ¿No lo había superado? Definitivamente, ya no lo amaba, ya no me atraía como solía hacerlo, pero tenerlo cerca me hacía temblar y llorar. Tenía un efecto fuerte en mí, me hacía sentir miedo. En resumen, nunca tomé represalias contra él, a pesar de que...
Oh.
Un desagradable recuerdo me asaltó.
—Sakura, ¿estás bien? —escuché del otro lado del baño; era Ino.
—Ya salgo. No me tardaré. —Le respondí obviando su pregunta. Vi su sombra desaparecer. Me agache en el piso para pensar.
Aquel espantoso recuerdo que creía haber borrado de mi memoria comenzó a revelarse ante mi confusa consciencia. Lo que antes era borroso y difícil de asimilar, ahora era demasiado nítido y me quemaba por dentro.
—Sasuke-kun, por favor, no sigas viendo más a Karin. Te lo ruego. —Le supliqué arrodillada ante él. Sasuke me miraba indiferente. Estábamos en su cuarto y recientemente habíamos tenido sexo. No sé si eran los sentimientos que suelen aflorar luego del acto, pero cometí tal humillación por él y me arrepentí mucho de eso, tiempo después. En aquella época tenía veinte años y nuestra relación estaba pasando por su peor crisis. Antes de que yo decidiera por fin dejarlo, hice demasiados esfuerzos por mantener en pie lo que teníamos, dañando mi autoestima innecesariamente y sintiéndome desmerecedora de cualquier tipo de afecto. Las cosas habían comenzado a irse al carajo desde que la prima de Naruto llegó a nuestras vidas y a la misma universidad en la que estudiábamos, o eso era lo que yo creía en ese entonces, porque la relación siempre había sido una basura. Sasuke comenzó a compartir más de lo usual con esta chica, dejando de lado el hecho de que yo era su novia.
Me quito bruscamente unos mechones que cubrían mi cara y sonrió de lado.
—No lo haré, Sakura. —Acaricio mi rostro. —Karin es más fogosa que tú; me da lo que tú no. —Ahora se sentó al borde de su cama, tomó de su mesa de noche una bolsa plástica transparente que contenía marihuana y comenzó a armar un cigarrillo con ayuda de un papelillo. Detestaba que hiciera eso.Lágrimas se asomaron por mis ojos poco a poco. Me levanté del piso y me senté junto a él en la cama, buscando contacto físico. No hubo correspondencia.
—Puedo cambiar por ti. —Comencé a sollozar. —Puedo comenzar a actuar diferente si así lo deseas. —Lo miré a los ojos, pero él parecía más concentrado en terminar de armar su cigarrillo. —Y perdóname si cuando lo hacemos no es como solía ser… —Aguante un sollozo. —La cirugía me da dolores, pero no falta mucho para la... —Antes de que terminara mi inútil explicación, me interrumpió, después de haber encendido el porro.
—Excusas, Sakura. —Dijo a secas. Se acomodó despreocupadamente en la cama y fumó como si quisiera dirigirse a otra dimensión en la que yo no estuviera reprochándole ni rogándole. Traté de acostarme a su lado; no puso peros, pero cuando comencé a besar su cuello, noté su incomodidad.
—Sakura, déjame en paz, estoy intentando drogarme. —Oír eso era como sentir que me apuñalaba. Tomé distancia, temblorosa debido a su rechazo. Tenía ganas de vomitar.
La semana anterior me habían operado unos quistes en los ovarios; por lo tanto, mantener relaciones sexuales no hacía parte de la recuperación. Aun así, yo lo seguía haciendo, y así fue por mucho tiempo, creyendo ingenuamente que era mi deber como pareja. La importancia que Sasuke le daba a mi salud era inexistente; solo pensaba en sí mismo, en acabar con sus estudios y no permitir que nadie se metiese con él. Cuando me operaron, ni siquiera me acompañó; prefirió ir a una de esas fiestas que hacían los Akatsuki en pleno verano.
Me di la vuelta en la cama e intenté dormir, pero me sentía herida e irrespetada. Lloré hasta quedarme dormida. En mis sueños, Sasuke no me maltrataba. En estos, veía a un hombre alto, con un rostro borroso que siempre me tomaba de la mano y me llevaba en sus brazos a una especie de jardín del Edén. Me acurrucaba en su pecho, hasta quedarme dormida. Solía soñar dentro de estos mismos sueños; era como un bucle. Uno muy hermoso y placentero. Después me enteraría de que eran sueños lúcidos. A veces eran eróticos y húmedos, así que al despertar deseaba que Sasuke me tomara tal y como el hombre de mis utopías, pero en cambio, recibía aversión. Solo tenía sexo conmigo cuando a él le apetecía. Era tan salvaje que a veces me lastimaba.
Cuando desperté de mi siesta, él dormía. Recuerdo que se veía angelical y me gustaba observarlo. No podía creer que el chico que intentó atrapar mi atención desde los más tempranos días de la universidad era ahora un imbécil que se drogaba y que además me ofendía. Yo tenía la ridícula esperanza de que si dejaba aquella droga volvería a ser el de antes, pero no podía estar más equivocada.
Abrió sus ojos y me asusté. Estos me miraron y me cohibí de decir algo.
—Sakura. —Pronuncio. —¿Por qué eres tan molesta? —Mi cara, que comenzaba a relajarse, se contrarió. Siempre me decía eso y era ambiguo el sentido de esas palabras. Nunca supe si debía tomarlo como algo positivo o negativo.
El olor del humo, que hasta ahora era imperceptible, comenzó a invadir las fosas de mis narices. Me hinqué en la cama para ver del lado donde estaba Sasuke, estorbándole la vista, y vi el fuego ardiendo con nuestra ropa. Al lado estaba el estúpido porro que había causado eso.
—¡Sasuke! —grité asustada. —Algo… se está quemando… —Señale el bulto que estaba ardiendo y comenzaba a llenar de humo la habitación. Lejos de asustarlo, parecía que lo disfrutaba. Burlón se agachó para tomar sin nada de precaución la ropa que se estaba chamuscando. Me alejé lo que más pude, asustada de quemarme.
—¿Esto? —Levanto el bulto del lado que no se estaba quemando y me lo tiro, lo esquivé ágilmente y comencé a temer por mi vida. Salí de la habitación desconcertada. ¿Qué mierda hacía? Miré un enorme retrato que estaba colgado en la pared del pasillo; era de él abrazando a su madre. La señora sonreía, tal vez creyendo que su querido hijo era un ángel.
Sasuke salió de la habitación y se comenzó a reír.
—Lo esquivaste perfecto, hmp. —Lo miré espantada.
—¿Por qué hiciste eso? —cuestioné, con el corazón latiendo rápido. —Apaga eso, Sasuke, no me parece gracioso. —Me puse muy seria. —Desde que comenzaste a fumar esa cosa no eres el mismo… —dije, decepcionada. Su cara que demostraba diversión se endureció. —Deja de fumar eso, por favor, Sasuke. —Demandé, pero él no me escuchaba; ahora tomaba mi cuello y lo apretaba con fuerza, lastimándome un poco.
—Y si no lo hago, ¿qué vas a hacer, eh? —preguntó sin soltarme y con una mirada sá í a temerle. Quería decirle tantas cosas, pedirle que volviésemos a la normalidad, esa en que él no se convertía en este monstruo que parecía odiarme. Anhelaba que volviera a ser aquel chico inteligente y tranquilo que me había pedido ser su novia en el Tokio Skytree.
—Terminaremos. —Le dije dudando. Me apretó el cuello con bastante más fuerza, haciéndome toser y gemir de dolor. —M-me estás haciendo daño… —Alcancé a decir, pero mis palabras salían distorsionadas debido a la presión que ejercía en mi garganta. Estaba asfixiándome.
—Repite lo que dijiste antes. —Masculló apretando los dientes; ahora se veía muy enojado. Obedecí para que me soltara.
—T-termi-naremos… —No podía respirar, por lo que empecé a intentar apartarlo de mí con manotazos y gritos. Pero Sasuke tenía más fuerza y, empujándome con su propio cuerpo, me acorraló en la pared, dejándome indefensa, impidiéndome tener espacio para escapar. Continúo ahorcándome y sentí que comenzaba a perder mi consciencia; por un momento creí que perdería la vida y gruesas lágrimas cayeron de mis ojos. Moriría a manos de alguien a quien amaba…
Cuando notó que estaba cerrando mis ojos, me soltó. Caí al piso mareada y sin respiración.
—Sasuke… —Un débil murmullo salió de mis labios. Lloré amargamente en el piso; cada vez que intentaba recuperar la respiración, experimentaba un espantoso escozor que dificultaba cada palabra que intentara decir. Se agachó y levantó mi rostro con un dedo, viéndome con malicia y sin misericordia.
—Está bien, Sakura, terminemos con esta mierda. —dijo, y bruscamente me levantó del piso. Me cargo hacia su habitación como si fuese un costal y me arrojo en su cama. Comenzó a quitarme violentamente el vestido amarillo que traía puesto. Con la voz ronca, le pedí que no lo hiciera, que quería recuperarme primero si quería hacerlo, pero no me oía, y cuando ya me tenía desnuda, tomó su teléfono que estaba en la mesa de noche y empezó a tomarme fotografías. Ver mi pálida piel contrastando con el rojo de mi cuello lacerado debió excitarlo, porque tenía una erección. Quise salir huyendo, pero me sentía muy débil para hacerlo.
—¡Itachi, alguien! —grité desesperada. La casa estaba sola hacía unas horas, aunque cabía la remota posibilidad de que su hermano llegara pronto. Mis gritos lo enloquecieron de ira; se tiró encima de mí para taparme la boca agresivamente. Sentía que en cualquier momento me ahorcaría de nuevo. La garganta me ardía por gritar.
—Si sigues gritando, te ahorcaré otra vez. —Amenazó. —Déjate tomar un par de fotos y te dejaré ir. —prometió. Asentí, siguiéndole la corriente. Me pidió posar de maneras sugerentes que solamente a un loco como él le excitaban. Odié hacerlo, pero si de ese modo lograba apaciguarlo, supuse que estaría bien. Hubo un momento en el que me saturé y comencé a protestar para irme. Lo que ocurriría a continuación terminaría por quitarme la poca voluntad que poseía. Encendió otro de sus cigarrillos de marihuana, me besó fogosamente para pasarme el humo a través de su boca. Acaricio mi pelo y a los pocos minutos sentí una sensación demasiado extraña y nueva para mí. Mi cuerpo vibraba, mi cabeza daba vueltas y comencé a sentirme paranoica. Cuando veía su silueta acercarse, mi mente gritaba que él no me amaba, una y otra vez. Esa sería la primera vez que me drogaba y, en lugar de hacerme sentir relajada o feliz como se supone que debe ser, me sentí perseguida y con la sensación de que mi presión había bajado. Aquella tarde sufrí un síncope y no recuerdo qué hizo Sasuke al respecto; tampoco recuerdo cuánto tiempo transcurrió. Solo sé que cuando recobré la conciencia estaba en casa de mis padres. Eran las seis de la tarde y el televisor de la sala estaba encendido; pasaban una serie americana que a todos nos gustaba: Los Soprano. Mamá y papá nunca me mencionaron algo relacionado; en la noche me llevaron la cena a la cama y besaron mi frente. El día siguiente me recibió como si nada hubiese sucedido, como si se tratara de un mal sueño, una mala broma de mi mente. Habían transcurrido ya cuatro años…
—Esas fotos... ¿Las borraría? —me pregunté en voz baja. Tenía la liosa sensación de que ese recuerdo podía ser una pesadilla remota, pero en mi cuello aún podía sentir la fuerza de las manos de Sasuke. Claro… cómo podía ser tan tonta para no entenderlo. Sasuke se había valido de mi vulnerabilidad para tomarme aquellas fotos. En un momento normal, él sabía que yo no lo hubiese permitido. Encima de eso, esa siempre había sido una de sus fantasías sexuales. Con una sensación de total desamparo, salí del baño. Naruto me llamaba desesperado.
—Sakura-chan, estaba por tumbar la puerta, algo me cayó mal. —dijo con una mueca de dolor. Hice lo que pude para que no notara que había llorado y salí sin decir nada. Fui a la habitación que nos había prestado Ino. Ella estaba en la cocina con Itachi; hablaban de algo que parecía importante. Decidí ignorarlos, solo quería dormir.
Al acurrucarme en la cama, el rostro de Kakashi apareció en mi mente. Mi corazón se sintió aliviado, pero a la vez, tan confundido. Quería estar con él y hacer el amor para que sanara todas estas heridas que parecían haberse abierto. Imaginé un abrazo suyo y quise huir para buscarlo y amarlo, pero la insoportable voz de Karin comenzó a serpentearme.
—Kakashi es un hombre comprometido, tontita. Ya bájate de esa nube, que ya no tienes quince años.
Esa frase me helaba la sangre. Además, aquella afirmación de Sasuke que pregonaba saber tanto de Kakashi… No lo sé.
Asumir o imaginar que eso podía ser una posibilidad echaba para abajo todos los esfuerzos que hice durante los últimos años para quererme a mí misma. Estaba cansada de que me utilizaran e hicieran conmigo lo que quisiesen, solo porque alguien como yo ofrecía un amor que iba más allá de lo tradicional. Querer para mí excedía a veces los límites. La cámara que le compré a Kakashi comenzaba a parecerme la idea más absurda del universo. Me acordé de la chica castaña que posaba en la fotografía que tenía sobre el estante de su cuarto. ¿Era la supuesta prometida que decía Karin? ¿Por qué Kakashi tenía esa foto? ¿Eran personas importantes para él? O tal vez, ¿era la única fotografía que poseía de aquella chica y por eso la guardaba? Todos estos pensamientos me ponían ansiosa y me robaban la tranquilidad. Karin logró con una simple frase que en mí naciera de nuevo lo que sentí en mi relación con Sasuke: Inseguridad, ansiedad, celos y dolor. Debía confirmar que esto fuera una mentira lo antes posible; si no lo hacía, iba a volverme loca.
Fue difícil conciliar el sueño, pero cuando lo hice, tuve una pesadilla en la que Kakashi me abandonaba por aquella chica de cabellos castaños. Oh, ¿cómo podía pasarme esto? Quería mi tranquilidad de vuelta. Maldije aquella fiesta y maldije el no haberle hecho caso a mi intuición.
Pasadas unas horas, desperté. Lo primero que hice fue ver mi teléfono; tenía una llamada perdida de Kakashi de hace unos minutos. Me puse muy nerviosa al ver que era más de mediodía y lo llamé inmediatamente. Necesitaba escucharlo.
—Sakura, ¿está todo bien? —me preguntó al otro lado de la línea; se oía angustiado. —Pensé que te había ocurrido algo porque anoche te llamé. —dijo. Suspiré y me apresuré para explicarle.
—Sí, ahora está todo bien. Pasó algo desagradable anoche, pero prefiero contártelo cuando nos veamos.
—Iré a recogerte en unos treinta minutos, ¿me puedes decir dónde vive Ino? —Sorprendida por su afán, le di la dirección y reconoció el lugar sin problema.
—Te amo, Sakura, llegaré pronto. —Dijo con una intensidad que mi corazón no soportó. Inmediatamente, corto la llamada y me dejó con las palabras en la boca. Había dicho que me amaba por primera vez y en una llamada. Tan inesperado…
Me desperecé y salí de la cama con una sonrisa de consuelo. Naruto dormía en una colcha y roncaba como un anciano. Estuve a punto de darle un coscorrón; me detuve al notar que dormía plácidamente. El recuerdo de Hinata me golpeó y sentí mucha pena. No quería que Naruto sufriera. Intenté despejar esos pensamientos con el te amo que me había dicho Kakashi. Al salir del cuarto, un olor a caldo hizo que mi hambre despertara. Itachi estaba en la cocina. Entré y lo saludé. Este me miró afectado y me tomó en sus brazos inesperadamente.
—Perdóname, Sakura, te prometo que Sasuke no volverá a molestarte. —Su abrazo, tan vehemente como él, me devolvió algo de la tranquilidad y alegría que me habían robado anoche. —Debí haber actuado rápido e impedir que entrara… Lo lamento tanto. —No dije nada; un par de lágrimas se asomaron por mis ojos. Cuando deshizo el abrazo, las secó gentilmente. —No voy a dejar que te atormente… —Beso mi mejilla.
—¿Y lo de Kakashi qué? —dije súbitamente. Sus ojos se entrecerraron. —¿Está Kakashi comprometido? ¿Por qué Sasuke dice saber tanto de él, Itachi? —Comencé a llenarme de rabia.
—Porque Sasuke trabajó con Kakashi hace un año, Sakura. —Revelo calmadamente, cortando unos vegetales. Yo no tenía idea de esto. —Estoy seguro de que mi hermano solo dijo eso para molestarte. —Aseguro. Si Itachi lo decía, era porque debía ser cierto. Confiaba demasiado en él. Aun así, algo seguía oliéndome mal. Me rasqué la nariz.
—¿Cómo se enteró de mi relación con él? —Alzó una ceja desaprobando lo que mi pregunta intentaba confirmar.
—Por mí no te preocupes, soy incapaz de decirle algo de ti. —Agrego un par de especias al caldo. —Siento que pudo haber sido Karin; esa mujer parece obsesionada contigo. —Mire al techo y hubo un silencio corto. Opté por dejar el tema hasta ahí, ya que debía apresurarme.
—Está bien… —Alisé la blusa de mi pijama. —Intentaré olvidarme del asunto. No tienes por qué pedirme perdón, Itachi-san, las cosas a veces pasan por algo… —Le sonreí cálidamente y me dirigí al baño para ducharme.
Las cosas a veces pasan por algo… Gracias a lo ocurrido en la madrugada, recordé algo que reafirmaba mi odio hacia Sasuke. Pero me preocupaban demasiado las fotos que me tomó aquella vez, ¿eran reales o hacían parte de una pesadilla mezclada con realidad?
Salí del baño, dejando detrás de mí una estela de vapor. Tomar una ducha caliente siempre era una buena idea cuando se está confundido. Mientras me secaba el cabello con una de las toallas que encontré en la habitación, Ino apareció con su típico delantal de florista y me saludó. Parecía que había olvidado el conflicto pasado.
—¡Frentona! —Beso mi mejilla. —Qué bueno que despertaste, Itachi está preparando sopa miso para todos. —Asentí, y le dije que ya había olido el caldo en la cocina.
—Lo siento por todo el desastre de anoche. Fue tan inesperado... —Me disculpé. Ino chasqueó la lengua y me llevó hacia su habitación, que se veía perfectamente organizada y con un delicioso olor a lavanda.
—Nada de qué disculparse, frentona, creo que debo comenzar a ponerle seguridad a mi jardín. —Se rascó la cabeza; parecía buscar algo en su clóset. —Toma, ponte esto; puedes tomarlo para ti si quieres. —Me entregó un vestido blanco bastante sencillo. Siguió buscando algo en su ropa, mientras que yo me la quedé viendo, dudando entre si contarle o no lo que había recordado sobre Sasuke.
—¿Qué pasa, frentona, por qué me miras así? —Pausó su búsqueda y me miró confundida. Resoplé, mi cara era una pena.
—Ayer... me acordé de algo y no sé si sea real. —Dije con miedo, pero decidida. Ino dejó sobre la cama un par de prendas y me hizo sentar en su cama.
—Cuéntamelo, soy tu mejor amiga. —Golpeó varias veces la colcha de su cama, invitándome a sentar. Obedecí.
Me preparé mentalmente para elegir las palabras adecuadas y no provocar que Ino hiciera un escándalo.
—Hace unos años, sucedió algo con Sasuke que por mucho tiempo creí que era un sueño. —Tragué saliva. Ino me escuchaba atentamente sin despegar sus ojos azules de mí. Viéndola así de cerca, no podía creer lo bella que era. —Pero ayer cuando me preguntaste si estaba bien en el baño, me di cuenta de que no era un sueño y que fue algo demasiado real. —Mire hacia el techo y luego la mire a ella. —Sasuke me intentó asfixiar una vez en su casa, me maltrató tanto el cuello que sentí que me iba a matar. —Intenté que mi voz no se quebrara. Ino torció la boca, sin entender.
—¿Era una especie de fetiche raro entre ustedes dos? —La mire nerviosa y a punto de gritarle, pero me aguante.
—No, Ino. Me lastimo... —Abrió más los ojos. —Eso no es lo peor. —Apoyé mis manos en las rodillas. —Me tomo fotos desnuda. Nunca supe qué fue de esas fotografías, porque después me drogó con marihuana.
—¿Te drogo? —Le dije que sí con la cabeza. —¿Te abusó? —Esa era la pregunta que cualquiera se haría.
—No lo recuerdo, solo sé que cuando me desperté, estaba en la casa de mis padres durmiendo. No sé quién me llevó ni cómo. Estoy tan confundida… —Me cubrí la cara apenada.
Ino se quedó callada durante unos segundos, meditando la gravedad de mi confesión. Suspiró consternada y tomó mi mano.
—¿Hace cuánto fue esto, Sakura? —me preguntó, seria.
—Hace cuatro años, cuando Karin entró a nuestra universidad.
—Sakura, eso es muy grave. ¿Por qué no me lo dijiste antes? —Porque siempre pensaba que era un sueño… —¿Y si le pedimos ayuda a Itachi?
La idea no me parecía mala, pero ya estaba harta de entrometerlo en eso y seguir arruinando su relación de hermanos. La otra cuestión era que yo ya estaba con Kakashi; me parecía más coherente seguir con mi vida y olvidar el asunto. Pero saber que Sasuke me había tomado fotos desnuda me hacía creer que las podía usar en mi contra para chantajearme, sobre todo ahora que sabía de mi relación.
—Quiero decir, que te ayude a ubicar esas fotos y nos deshacemos de eso.
—Me da pena comentarle, Ino, ¿podrías hacerlo por mí? —Le pedí avergonzada. El hablarle a Itachi de unas fotos de mí desnuda me ponía en una situación penosa.
—Por supuesto que sí, frentona. —Nos abrazamos y dejó la habitación para permitirme cambiarme. Peiné mis cabellos mojados e internamente me felicité por haberlo contado; me sentía liberada. Sin embargo, sentía que ya era demasiado tarde.
Unos minutos después escuché a Ino gritar como hacía cuando veía a un chico guapo; la razón era obvia: Kakashi había llegado. Me apuré para maquillarme un poco y bajé a recibirlo.
Note que Ino había desplegado una mesa de camping e Itachi servía en unos cuencos la sopa miso. Kakashi estaba sentado en el césped, leyendo un libro nuevo. Cuando me vio, lo cerró y caminó para saludarme. Se bajó la acostumbrada mascarilla y besó mis labios, haciendo que Ino gritara como fanática de boyband en la pubertad. Estaba guapísimo, llevaba puesta una chaqueta de cuero marrón y unos vaqueros. Portaba unas botas de punta del mismo color que la chaqueta.
—Kakashi-sensei, siéntese, por favor; Itachi ha preparado sopa miso. —Ino corrió la silla para permitirle sentarse y Kakashi le hizo caso.
—Ino, no tienes por qué seguir diciéndome sensei. Ustedes ya no son mis alumnas. —Mire a Ino que estaba demasiado sonrojada y se llevaba una mano detrás de su cabeza. Me ojeo morbosamente. Una gota se asomó por mi frente.
Itachi, al ver a Kakashi, permaneció serio, pero le saludó educadamente, haciendo una corta reverencia. Kakashi hizo lo mismo, algo extrañado porque no sabía de la relación de Ino. Todos nos sentamos a degustar la sopa.
—No sabía que ustedes eran pareja. —dijo Kakashi, dejando el libro a un lado.
Itachi e Ino se miraron inquietos.
—¡Sí! Es decir… nosotros… ustedes… —Me reí por la torpeza de Ino para explicar su relación con Itachi. Este sonrió de lado al notarlo. Escuché que alguien bostezaba detrás de nosotros; era Naruto que se había levantado. Se sobó el trasero sin pena alguna y cuando notó que Kakashi estaba en la mesa, pegó un grito.
—¡Ah, Kakashi-sensei! ¿Qué hace aquí? —Hizo un movimiento brusco con la pierna y cayó de culo al piso. Todos nos miramos incómodos; Kakashi se rió en voz baja.
—Naruto, no vas a cambiar nunca. —Murmuró Kakashi sonriendo levemente. El rubio se puso de pie enseguida y se le quedó viendo atónito; era la primera vez que lo veía sin la típica solía hacer distintas maniobras para que no le vieran la cara mientras comía, pero desde que estábamos juntos, había dejado de lado aquella costumbre; se la quitaba sin mucho trámite cuando era hora de comer algo.
—¡Naruto! —grité haciéndole un ademán. —No te quedes viendo como tonto y ven a comer. —Me obedeció sin apartar su vista de su ex-sensei y se sentó a mi lado.
Cuando vio que la sopa era miso, en lugar de su amado ramen, hizo una mueca de desagrado.
—¡Ino! ¿No podías preparar un ramen o algo menos insípido como esto? —dijo señalando el plato. Ino lo miró despectivamente e Itachi se mofó. Aproveché su berrinche para darle un golpe en la cabeza; hace mucho tiempo no lo hacía.
—¡Naruto! Eres un irrespetuoso, Itachi-san, gastó mucho tiempo preparándola como para que se la desprecies de esta manera... —Le recriminé, mirándolo mal. Naruto se sorprendió.
—No quise decir eso... —Hizo una reverencia e Itachi sonrió.
—No te preocupes, Naruto. Puedo agregarle fideos a tu sopa. —Se ofreció. Ino lo desaprobó.
—Que se lo coma así Itachi, ya no tiene doce años. —dijo fastidiada.
El rubio comenzó a beber de la sopa sin reparar en los modales, haciendo ruidos extraños a los que ya estábamos acostumbrados. Una vez que terminamos de comer, agradecí a Itachi por la comida.
—Bueno, muy delicioso todo… pero Sakura y yo tenemos que irnos, ¿verdad? —Kakashi me vio de reojo y yo miré a Naruto, que estaba boquiabierto.
—¿Qué les pasa? ¿No me van a contar cómo fue que llegaron a esto? —dijo Naruto abruptamente; tenía una cara de desconcierto tremenda.
Qué difícil es dar explicaciones de lo que no debería tenerlas.
—Na-Naruto… —Lo tomé por el hombro y me acerqué a su oído. —¿Podemos hablar de eso después? —Rogué, incomoda. Kakashi sacó su libro y comenzó a leer sin prestarnos atención. Este hizo berrinche y apartó mi mano de su hombro.
—Naruto, Sakura ya es mayor. No tiene por qué darte explicaciones de con quién o no sale. —Respondió tranquilamente, sin despegar su mirada del libro. El rubio hizo un puchero.
—¡Pero Kakashi-sensei! Sakura es mi mejor amiga; la conozco y la he visto sufrir. No se le vaya a ocurrir herirla o se la verá conmigo; no me importa que haya sido mi sensei. ¿Me oyó? —Amenazo levantando un puño, el cual baje, para calmar el ambiente.
—Eso lo puedes dar por sentado, Naruto. —Cerró el libro y se puso de pie. Levantó su plato, pero Ino comenzó a hacerle señas para que no lo hiciera.
—No, no, no, deja eso ahí, Kakashi. Yo me encargo. —Kakashi le dio las gracias y le prometió a Naruto un tazón de ramen antes de que partiera a Osaka. Acepto sin rechistar, pero con la condición de que le contáramos absolutamente todo.
Kakashi me volvió a mirar; me despedí de cada uno, agradecida por las atenciones. A Naruto lo abracé con todas mis fuerzas y le prometí que pronto iríamos a comer ramen para ponernos al día. Me comentó que abandonaría Tokio finalizando el mes; rogó que no le quedara mal, se lo prometí.
Abandonamos la casa tomados de la mano y subimos a su auto.
—Estás rodeada de gente que te quiere. —dijo, comenzando a conducir.
—Lo sé... —Acaricié su cabello suavemente y sonreí. —¿A dónde vamos? —le pregunté, curiosa.
—Ah, te voy a llevar a conocer unas personas. —dijo sin mucho misterio.
—¿Qué personas?
—Amigos de toda la vida, Sakura, ¿te gustaría?
Por supuesto que me apetecía. Ya eran tres meses saliendo y todo lo que pudiera conocer sobre mi exsensei valía la pena. Siempre se había caracterizado por ser misterioso y privado. En la universidad se negaba a compartir de sus gustos, su vida privada o incluso sus pensamientos acerca de algo muy específico. Cree una imagen mental de tales amigos… Dudaba de que fuesen colegas del hospital. Si eran de toda la vida, debían de ser muy íntimos, como por ejemplo los que estaban en aquella foto de su habitación.
—¿Me contarás qué fue lo que te pasó en esa fiesta? —preguntó luego de que aparcáramos en una gasolinera. Mientras le tanqueaban el carro, encendió un cigarrillo.
Esa sensación dolorosa de la madrugada… Titubeé en contarle, no quería dañar el rato. Pero lo hice.
—Sasuke se apareció en la madrugada, muy borracho… —Sobé mi brazo. —Le hizo un desastre a Ino, destruyó y tiró todo lo que pudo. —Le dio una larga bocanada a su cigarrillo sin mostrarse apenado o afectado por lo que le contaba. —Pero lo extraño de todo esto es que ya sabe sobre nosotros. —Finalice la anécdota mirándolo directamente, intentando hallar respuestas.
—Vaya… así que ha reaccionado.
—No entiendo cómo pudo haberse enterado de eso, Kakashi. No pudo haber sido Itachi… Además, nunca he colgado fotos contigo en mis redes sociales, ¿sabes? —Observaba la calle y le daba otra calada al cigarro.
—No te debería afectar el cómo reaccione Sasuke. —Un trabajador de la gasolinera le extendió un papel y comenzó a firmarlo. Al terminar, arrojó el cigarro a una caneca y subimos a su auto. Arrancó parsimoniosamente. —Como te dije alguna vez, Sasuke es un mimado; es natural que le impacte y reaccione así. —Le dio la vuelta al volante y nuevamente estábamos en la carretera.
—Pero ¿cómo se enteró? —reiteré. Kakashi tosió un poco y aclaró su garganta.
—Qué importa cómo se enteró Sakura, ignóralo. —dijo con un tono de voz grave. —Ahora estás conmigo. —Me excitaba imaginar la cara de Sasuke viendo cómo su exsensei me besaba. Kakashi tenía razón, le estaba dando demasiada importancia a alguien que debía estar en el pasado. Sus palabras me tranquilizaron. Pero el asunto de las fotos y las palabras de Karin pululaban de vez en cuando en mi cabeza.
Tenía miedo de esas fotos… demasiado. Quería pretender de nuevo que aquel horrible recuerdo era producto de un mal sueño. Pero yo estaba segura de que todo, incluso los sueños que tenía en aquella época, eran ciertos; repito, las manos de Sasuke continuaban imaginariamente aprisionándome. Era una sensación muy vívida. Debía encontrar el momento para contarle a Kakashi, y ahora, no me parecía lo más apropiado…
El viaje en auto continuó; Kakashi encendió la radio, Come Undone de Duran Duran se apoderó de mi desazón. En un semáforo en rojo, la experta y traviesa mano de Kakashi se coló entre mis muslos, acariciándolos tortuosamente, delineando figuras extrañas que me invitaban a desearlo. Cogí su brazo y lo obligué a continuar con el toqueteo. Bajé mi ropa interior desesperada, y sus dedos comenzaron a bombearme descaradamente; no supuso dolor ni dificultad, mi humedad se lo permitía. Conocía las caricias perfectas para que yo llegara hasta ese punto. Hubo un momento en el que tres de sus dedos se colaron tan dentro, que gemí sonoramente, deseando algo más que eso. Sin soltar su brazo, lo obligue a aumentar la velocidad de sus dedos.
—Tengo unas ganas terribles de cogerte, Sakura —confesó, desabrochando su bragueta con la otra mano. Mordí mis labios y suspiré; me excitaba mucho escucharlo hablarme así.
—Hagámoslo, vayamos a un hotel. —Le convide, diciendo lo primero que a mi cabeza se le ocurrió. Una sonrisa maliciosa se asomó por su rostro. Retiró sus dedos y los lamió sin miramientos. Había un pequeño embotellamiento, pero una vez que el semáforo se puso verde, condujo el auto hacia un camino alternativo.
Me llevó a un lujoso love hotel que quedaba escondido a la vista de los transeúntes. Aparcó el auto en el garaje y subimos por el ascensor. No era mi primera vez en un sitio de estos, pero ir con Kakashi me emocionaba. No había nadie atendiendo, solo éramos él y yo riéndonos por las bizarras temáticas que ofrecía el establecimiento en su pantalla táctil: Bondage, vaqueros, hospital, jaulas, templo romano, incluso la cueva de Batman. Todo eso me parecía bochornoso pero gracioso a la vez.
—Elijamos esta… —dijo, oprimiendo en la pantalla una habitación normal, y se lo agradecí. No me convencía ninguna de las otras. —Después podemos intentar la cueva de Batman, ¿no crees? —dijo pícaramente. Reí fuerte.
Me tomó de la mano y subimos. Le daba pequeños besos a mi cuello en el camino a la habitación. Parados en la puerta, me nalgueo osadamente; pegué un pequeño grito. Cerró la puerta con llave y me pidió que me quitara la ropa. Le desobedecí para fastidiarlo.
—Hazlo tú. —Cruce mis piernas en la cama y lo mire juguetonamente, esperando que se acercara. Sin afán, se quitó la camisa y la dejó sobre una pequeña mesa. La tenue luz amarilla me hizo recordar aquella ocasión en que bailé con él por primera vez en aquella discoteca de Kabukicho. Ver su torso desnudo y atlético era de las cosas más sensuales que jamás haya visto. Lo vi desabrocharse los jeans, y se me ocurrió una idea fabulosa. Me incorporé y lo hice por él, sorprendiéndolo por mi repentina iniciativa. Le bajé los pantalones junto con los bóxer, liberando la palpitante erección que mantenía oculta desde que estábamos en su carro. Tome su miembro con la mano derecha, subí y baje lentamente con ella sobre toda su extensión, estimulándolo y sacándole un suspiro tembloroso. Sentí cosquillas en mi vientre; tenerlo así a mi merced me entusiasmaba, quería dominarlo y hacerlo parte de mí. Levante la mirada, para ver la suya, enceguecida y ardorosa, pidiéndome algo más que ese simple toque.
—¿Algo que me quieras pedir? —pregunté, sabiendo ya la respuesta. Su boca emitió un pequeño gemido cuando sintió como mi mano izquierda acariciaba sus testículos. Con sus dos manos, tomó mi cabeza.
—Cómeme como solo tú sabes hacerlo, Sakura. —No lo pensé dos veces y acerqué mi boca a esa parte de él que tanto ansiaba. Con mi lengua, acaricié la punta, haciendo tímidos círculos antes de engullir su pene. Poco a poco, lo adentré en mi boca; estaba acostumbrada, era un placer para mí hacerlo. Soltaba suspiros demasiado eróticos que me excitaban. Acarició mis cabellos, halagado por mi trabajo, y se dejó llevar, abandonando sus tensiones y disfrutando con los ojos cerrados. Mis manos, que se sostenían de sus piernas para evitar perder el equilibrio, pasaron a mi vestido, del cual me fui deshaciendo a medida que se lo chupaba. Estando desnuda, comencé a estimularme yo misma, haciendo aún más interesante la vista que tenía de mí. Debí enloquecerlo, porque sin previo aviso agarró mis cabellos con fuerza y me obligó a aumentar la velocidad, haciéndome que me atragantara un poco. Lo saqué de mi boca para poder respirar. Soltó mi pelo para acariciarlo.
—Se ha cansado la niña… —dijo sardónicamente. Lo miré mal y me agaché un poco más para besar uno de sus testículos. Gimió alto y continué besando en esa parte tan sensible. Entendí que perdía la razón con mis besos en esa parte, cuando los comencé a chupar, cada uno, cuidándome de no lastimarlo.
—Ah… se siente putamente bien. —Maldijo, afianzando sus caricias en mi cabello. —Déjame cogerte ahora, Sakura, por favor. —Añoraba demasiado tenerlo dentro de mí, pero me divertía esto. Mis besos y succiones continuaron, pero su desespero se hizo latente cuando gruñó un poco. Me separé y me hizo levantar del piso para acomodarme en la cama. Estábamos desnudos, en aquel LoveHotel, nadie nos podía molestar ni reprochar por lo que estábamos haciendo. Yo ya era lo suficientemente mayor como para saber que me convenía y que no. En esos momentos de mi vida me convenía más hacer el amor con mi exsensei, un hombre que me llevaba catorce años de vida y de experiencias, que resignarme a esperar por un chico de mi edad que jamás me iba a entender ni a enseñar nada.
—Voy a darte muy fuerte. —Advirtió, posicionándose entre mis piernas; me había dado la vuelta para ponerme a gatas. Estaba dándole la espalda y una excitante visión de mi cuerpo. Penetró mi vagina y comenzó con embestidas certeras y profundas que me hicieron gritar. Se sentía bien, pero el tamaño de su miembro podía llegar a lastimarme. Poco podía importarme…
Cuando me acostumbré a su ritmo, atrajo mi torso hacia el suyo para besarme. Introdujo su lengua y la enredó con la mía. Disfruté demasiado la manera en la que me estaba dominando; era como si quisiera dejar en claro que quien estaba al mando era él. Deshice nuestro beso para concentrarme en lo que estaba sintiendo. Bajé mi torso y elevé más mi trasero, lo cual adoró, por cómo apretó los cachetes de mis nalgas, dejándome unas marcas rojas que dolerían más tarde. Aminoró la velocidad de su penetración y fue lento, permitiéndome deleitarme con la sensación de tenerlo dentro, aumentando mi placer y las ganas de venirme.
—Quiero que te vengas… —Musité, moviendo mis caderas voluptuosamente, intentando ciegamente alcanzar el clímax. Una vez más, levanto mi torso y me hizo sentar encima suyo, cambiando de posición. Así podía mirarme mejor a la cara y besarme. Lo hicimos así un rato, hasta que me di la vuelta hábilmente para estar frente a él, en cuclillas; lo hice sonreír. Besé sus labios impetuosamente, tomándolo de las mejillas, sin detener mis estocadas encima de él. Nuestros suspiros y respiraciones se mezclaron; me sentí muy cerca del orgasmo. Salió unos segundos de mí para acomodarme; mi posición llegaba a cansarme demasiado las piernas, ahora las tenía apoyadas en la cama. Así resultaba más cómodo subir y bajar. A partir de aquí ya no me importaría que lo hiciéramos así, sin protección…
—Hazlo, por favor… —Ante mi súplica, Kakashi apretó mis nalgas y aumentó el ritmo que teníamos. Me sostuve de su cuello sin dejar de gemir. Pasó un lapso así, tan fervoroso, que supe que había alcanzado su orgasmo cuando soltó el mejor sonido que pude haber escuchado salir de sus labios. Su semilla caliente se derramó en mi interior, provocando que alcanzara al mismo tiempo lo que tanto perseguía. Gruñó en mi hombro, y sentí como lo mordía, intentando amortiguar el golpe de sensaciones maravillosas que experimento.
Lo empujé con mi cuerpo para que se acostara, quedando yo sobre él. Entrelazó sus manos con las mías y cerró los ojos lentamente. Lo imité y solté un suspiro ahogado.
—Deberíamos hacerlo siempre así, Kakashi…
Llevo su mano a mi espalda y la acaricio delicadamente.
—¿Cómo? ¿Sin protección? —me pregunto.
—Sí…
—Me gusta la idea.
Hice círculos en su pecho; quería preguntarle algo más.
—¿Me dirás por qué es que no puedes tener hijos? —La pregunta surgió finalmente; era algo que rondaba mi mente desde que me lo contó. No tener una razón para eso me confundía. En realidad, me confundía saber hasta dónde llegaría lo que estaba manteniendo con él. Lo escuché suspirar.
—Bueno, es una larga historia. Pero para no hacértela larga, intenté tener hijos con la mujer que te conté infinidad de veces y nunca se logró. ¿La causa? —Suspiro de nuevo. —Nadie sabe… Mi médico llegó a la conclusión de que podía ser por el abuso de un medicamento que tomaba cuando era más joven.
—¿Por qué lo tomabas? —pregunté, preocupada.
No respondió. Puse mis brazos encima de su pecho para encararlo.
—¿Quieres que lo olvidemos? —Volví a preguntar.
—Por favor, no quiero quebrarme la cabeza con eso ahora, Sakura.
—Está bien. —Y no insistí más.
Entonces era estéril. Se escuchaba como una palabra muy rara para referirse a Kakashi, pero así eran las cosas. La pregunta ahora era… ¿Iba yo a tener hijos con él? ¿Por qué no me preguntaba mi opinión sobre el tema? Seguramente, tenía razón. Quebrarse la cabeza por un tema como ese siendo joven no era lo más entretenido ni conveniente. Si yo quisiera estar toda mi vida con él, merecía respuestas. Pero era muy caprichoso y temprano para pedirle eso al destino.
La salida del love hotel fue silenciosa, tediosa. Admito que me sentía mal por invadir su privacidad, y creo que con esas preguntas había tocado fibras sensibles en él. De tantas cosas que quería saber sobre su persona, esta ya podía tacharse y olvidarse hasta que supiera si él era el hombre con el que haría mi vida. Porque podía estar enamorada y loca por él, pero no podía tener la certera confianza de que así sería siempre. Mis amigos tenían razón al decirme que no debía dar por sentado que un hombre como Kakashi era mío. No me desesperaba saber si mi relación iba a tener un gran futuro; el solo hecho de imaginar algo así me ponía ansiosa, pero pequeños destellos de una Sakura viviendo a su lado, quizá frente al mar, en una linda casa, tal vez con alguna mascota, me ilusionaban. Para mí estaba mal pensar en eso; no quería llevarme expectativas equivocadas de algo que podía ser incierto… Es desesperante ilusionarse con un futuro que no existe. Lo único que existía en ese momento era el ahora. Me aferré tanto al futuro con una persona en el pasado que no dimensioné cuando todo terminó despedazándose frente a mis ingenuos ojos. Repetir esa situación me parecía ir en reversa con mi evolución como persona y mujer. ¿Qué importaba Sasuke, qué importaba Karin? ¿Acaso eran la policía de la verdad? No tenían nada que reprocharme cuando hicieron de todo para destruirme cuando recién comencé mi veintena. Darles importancia en lo que significaba mi presente era ilógico. Debía detener mi miedo. Y todo esto lo pensé en el silencioso trayecto a la casa de los amigos más importantes en la vida de Kakashi. La tarde se tornaba anaranjada, encantadora y con un atisbo de melancolía que me hacía agradecer por ese momento. El pasado ya no importaba mientras que el presente fuese tan lindo como el de ahora.
Minutos antes de llegar, habló.
—No te lo tomes personal, linda, es solo que no me gusta mucho hablar de eso. —Lo miré invadida de paz.
—No lo tomo personal, es solo que me causas intriga. —Apoyé mi mano en la mejilla, sin dejar de apreciar el paisaje. —Quisiera saber de ti tanto como sé sobre el cerebro humano. —Me reí como tonta por ese tonto comentario. Él también lo hizo, y nuestras risas formaron una melodía que jamás quisiera borrar de mi memoria.
Detuvo el auto, me ayudó a salir. Frente a nosotros posaba una enorme casa de estilo tradicional. Quienquiera que viviese allí poseía mucho dinero o era heredero de alguna familia importante.
—¿Aquí vive tu amigo? —exclamé, impresionada.
—Sí, y no solo vive él, mi amiga también. —Sus ojos sonrieron.
—¿Amiga? —Parpadeé varias veces.
—Así es. Están casados desde hace dos años; vas a conocer a los mejores amigos que he podido tener.
Vaya, no podía sentirme más halagada…
Nota de autor: Hola! Despues de siete dias batallando con la escritura de este capitulo, al fin lo logramos. Me diverti escribiendolo, pero fue complejo corregir muchas cosas en terminos de ortografía etc. Agradezco a la persona que siempre me comenta tanto aqui como en Wattpad: KakaSaku24, cada capítulo a partir de este va dedicado a ti ;)
Canciones mencionadas:
Come Undone - Duran Duran (1993)
Let It Will Be - Madonna (2005). No se menciona, pero hace referencia al título de este capítulo.
Términos o lugares mencionados:
Tokyo Skytree: Es la torre más alta de Japón, por lo que también es un mirador.
Sopa Miso: Es una sopa preparada a base de caldo y pasta miso (condimento hecho de semillas de soja y sal marina) También puede llevar vegetales.
Love hotel: El cinco letras de los japoneses ;)
