CAPÍTULO CI

HACIA EL MAÑANA

(Dos semanas después)

La orden del general Volkov fue cumplida una semana antes de lo previsto.

"Que pasen las fiestas en su patria. Luego en cada aniversario de nuestra victoria celebraremos un desfile al que todos están invitados a participar. Será el eterno recordatorio de que vencimos a la opresión que alguna vez pretendió dominar al mundo", fue el anuncio que el líder del Sur dio y el cual pronto corrió por todo el territorio, llegando a oídos de la joven Katia, que emocionada aún esperaba el retorno de aquel hombre.

Abarrotada como la primera vez, la estación de tren de la capital de Dutland, nación del Norte, se vistió de alegría para despedir a aquellos hombres y mujeres que luego de cinco años de ausencia por fin regresaban a sus hogares.

Para algunos eran héroes, para otros villanos, pero al final de cuentas tan humanos.


(Cerca de ahí)

Pensativa la rubia Mina preparaba su equipaje. Y fue justo cuando guardaba su último uniforme que del fondo del macuto algo cayó, distrayendola por completo y devolviéndola a ese instante.

"Es cierto, hice una promesa", expresó contemplando el paquete que hacía ya varios años un hombre le entregó. Así que comprobando la dirección escrita y consultando su reloj, descubrió que le quedaba el tiempo exacto para cumplir el encargo.


(En la prisión)

Ivanovich, que había logrado escapar a las acusaciones hechas por Mikhailov en lo referente a sus hombres, asintió luego de consultar su reloj.

"Aún faltan dos horas con cuarenta minutos. Hagámoslo una vez más"

"¿Cree que funcionara?", aún incrédulo ante la idea del teniente coronel, el comandante de la prisión cuestionó.

"Por supuesto. Nadie sospechara", él, que sería el encargado de entregar a Gunther a las autoridades del Sur, orgulloso sonrió.

Envuelto en el uniforme militar que encontraron en la colección privada de un antiguo funcionario del partido y atado de pies a cabeza, Gunther yacía tumbado sobre la improvisada cama.

Dos hombres se aproximaron a él y tomándolo, lo colocaron dentro del cajón que alguna vez sirvió para trasladar municiones.

"Perfecto. Dentro de dos horas lo subiremos al camión y lo pondremos en el vagón número nueve"

Ivanovich, responsable de su captura, habiendo recibido la orden de no ceder ante los representantes de la región Oeste es que ideó la forma para sacar a Gunther y llevarlo al Sur sin que nadie lo supiera. Además confiaba en que de quedar cómplices, ninguno se atrevería a armar un ataque en contra de un tren cargado de militares.

Por otro lado, pocos eran los que sabían sobre la carga secreta que el vagón nueve llevaría, de lo contrario podrían enfrentarse a un motín deseoso de venganza.

Colocando la tapa, Ivanovich la golpeó; "¿Está cómodo?, ¿Puede respirar?"

Gunther se sacudió, pero no a modo de respuesta, sino porque deseaba liberarse.

"Señor, en la celda siete tenemos un problema", nervioso un soldado se dirigió a él.


(En los límites de la sección Este)

Volviendo a comprobar la dirección, el desánimo de la enfermera se hizo presente al ver que la casa que buscaba estaba del lado de la sección Oeste.

"¡Maldición!", chillo.

Al verla pasar, un oficial del ejército que Smith comandaba se detuvo para admirarla, siendo que hasta el momento no había tenido el placer de hablar con una oficial del ejército del Sur.

"¿Qué busca?", fue la pregunta obligada.

"Tengo un recado que entregar", contestó.

"¿A quién va dirigido?"

Mina dudo; "Es para un civil"

"¿Un civil?, ¿amigo tuyo?"

"No, hace años me pidieron entregarlo"

Desconfiado el oficial también dudo; "No deberías estar aquí. Si confías en mí, puedo hacer la entrega"

La mujer aferró sus manos al paquete, después de todo se lo habían pedido a ella.

Esa actitud no pasó desapercibida para él; "¿De qué se trata?, ¿Es muy importante?"

Mina asintió al mismo tiempo que abría la vieja lata; "Hace muchos años durante una batalla un oficial del Norte me pidió ayuda. Estaba malherido y no le quedaba mucho tiempo. Su nombre era Maximiliam y antes de morir me confió esto", expresó extrayendo las viejas fotografías que contenía. "Me pidió que cuando llegara se las entregara a su familia, pero estaban tan ocupada que lo olvide por completo"

Ante sus palabras el oficial titubeo; "¡Vaya!"

"No sé si están vivos, pero de estarlo me gustaría darles un mensaje que estoy segura y necesitan escuchar"

El hombre asintió; "Adam, cubre mi puesto… yo acompañare a la oficial"

"Vas a meterte en problemas", el otro respondió.

"Créeme, el riesgo lo vale", contestó.

En silencio Mina y el hombre comenzaron a recorrer las calles hasta que de un momento a otro se encontraron a las afueras de aquella casa.

"Es aquí", él señaló.

La rubia asintió y componiéndose la pilotka, llamó a la puerta.

Una mujer no tardó en atender, encontrándose frente a una oficial del Sur; "¿Qué sucede?"

"Nada de lo que tenga que preocuparse, incluso puedo decir que de alguna manera la conozco… me envió su esposo"

"¿Maximiliam?, ¿Dónde está?... ¿Sabe que paso con él?", sabiendo que él fue enviado a ese frente, agitada cuestionó.

"Hace muchos años caímos víctimas de una emboscada. Yo me desempeñaba como enfermera y por increíble que parezca atendí sus heridas. Por su naturaleza era muy difícil que sobreviviera, así que antes de morir me pidió que si yo llegaba hasta aquí le hiciera llegar esto", expresó al mismo tiempo que le entregaba sus pertenencias.

Incrédula la mujer no supo qué decir al comprobar que en efecto eran sus cosas.

"Solo de un soldado del ejército del Norte puedo hablar bien. Ese hombre por propia voluntad permitió que la unidad a la que yo pertenecía y que en ese entonces estaba conformada por cerca de dos mil hombres, sobreviviera. Ese hombre era su esposo, señora"

Ante esa inesperada confesión la mujer dejó que el llanto libre fluyera. "¿Es verdad lo que me dice?"

"No tengo motivos para mentirle, además no solo nos salvo a nosotros, también a muchos hombres de esta nación"

"Las autoridades dijeron que desapareció, que muy probablemente fue hecho prisionero y…"

"Lamento no poderle decir el lugar exacto de su entierro, pero al menos sabe la verdad"

"Gracias"

"Mi tren está a punto de partir, con su permiso", expresó haciendo ante el boquiabierto oficial el saludo militar.

"Espere… ¿Cuál es su nombre?", la mujer preguntó.

"Teniente Mina Aino"


(En el andén. Una hora después)

Contenta porque de último momento cumplió la encomienda de ese hombre, Mina se llenaba la azulada mirada con el recuerdo de esa ciudad a la que quizá nunca volvería.

"No sé que voy a hacer cuando llegue. No sé si podré adaptarme a mi antigua vida", nerviosa pensó.

Sosteniendo su equipaje, la peliazul daba las últimas instrucciones a sus jóvenes estudiantes y a los médicos que a partir de ese momento tomarían el control de lo que durante casi un año fue su clínica. Y al igual que la rubia, era presa de inagotables dudas.

"¿Podré reconocer a mi propio hijo?, ¿Seré una extraña para él?"

Por su parte y muy impaciente Fiódor observaba en todas direcciones a la espera de que el rubio llegara para despedirse una vez más.

"¿Creen que de último momento decida subir al tren?"

"No, hacerlo sería como renunciar a su familia", expresó la cirujano.

"¿Y nuestra Mako, ¿Dónde está?"

"Dijo que aún tenía asuntos que atender, además el tren parte en una hora. Aún tiene tiempo", Mina contestó.


(Del otro lado de la ciudad)

Desde la acera de enfrente, Lita contemplaba lo que pasaba en el jardín de esa casa.

"Ya está lista, la ventana no volverá a darles problemas", terminando de repararla, un soldado dijo para con Eckhard, el menor de los hijos de Dietter.

Afligido por su partida el chiquillo asintió; "¿De verdad tienes que irte?"

"Si", respondió él, que no era otro más que el hombre que a media calle lo encontró semi inconsciente y lo llevó a la clínica, salvando así su vida. Contemplando a la mujer, a quien amaba, la beso en la mejilla. "Será mejor que lo haga ahora", expresó.

Rolf, el mayor de los dos hermanos, los contemplaba con enojo.

"¿Por qué tienes que irte?. Dijiste que no tienes familia", Eckhard cuestionó. "Si tú quieres puedes quedarte, ¿Verdad, mamá?"

"Es mejor que se largue. No tiene nada que hacer aquí", Rolf pensó.

El soldado erguido la orgullosa mirada y sin decir palabra les dio la espalda, iniciando el camino hacía la estación.

"Mamá, por favor dile que no se vaya"

"Nada podemos hacer, así lo decidió él", ella, que también lo amaba, murmuró viendo como se alejaba.

"Son fuertes, van a estar bien", pensó la castaña capitana.


(En casa de la aguamarina)

Triste porque dentro de poco el tren partiría llevándose lejos a la cirujano Mizuno, a quien consideraba su amiga, Michiru se ocupaba de su pequeño, hasta que se vio interrumpida por alguien que llamó a la puerta.

"Por favor pase, capitana Kino", expresó sin poder verla a la cara.

Lita lo hizo y quitándose la pilotka, se quedó de pie ante ella.

"Por favor siéntese, iré por galletas"

"No es necesario, solo pasaba por aquí y decidí detenerme un momento", dijo contemplando al bebé.. "Si ella supiera que voy a hundir a su hermano y de ser posible condenarlo a muerte, ¿Sería tan amable conmigo?. ¿Ella sería capaz de entender mi dolor?"

"¿Qué sería de nosotros si ella supiera que por culpa de mi hermano su hijo se quedó sin su padre?", mordiéndose los labios pensó, formándose entre las dos el silencio.

"Mis compañeras me dijeron que ayer fue a buscarme y no me encontró, así que vine a despedirme", señaló.

"Me alegra mucho que por fin regrese a su hogar… es decir, hace ya mucho tiempo que no lo ve"

"Es verdad, espero que todo esté en orden", contestó sabiendo que aunque la aldea fuera reconstruida, ante la ausencia de tanta gente jamás volvería a ser la misma.

"Lo lamento mucho"

"¿Eh?"

"Lamento mucho que nos hayamos conocido en estas circunstancias"

"Es verdad.

Haruka bajó la escalera y contrario a lo que Michiru imagino, iba de civil.

"¿Kino?", se quedó sin aliento al verla ahí.

"Coronel", ante él se puso de pie e hizo el saludo.

"No es necesario, voy a dejar el ejército"

"Será difícil acostumbrarse a verlo como amigo y no como un superior… pase a despedirme de su esposa… Fue un placer conocerla, señora T", dijo extendiendo su mano.

"Lo mismo debo decir, capitana", correspondiendo a su saludo, Michiru expresó.

Ante esa imagen el rubio bajó la mirada. "El tren parte en menos de media hora. Habrá mucha gente, es mejor que te quedes"

"Es verdad. Aunque ya me despedí de ellas, por favor vuelve a darle mis agradecimientos a la teniente Aino y a la capitana Mizuno"

"Lo haré", Haruka expresó depositando un beso en sus labios.

Así pues el rubio y la castaña emprendieron el camino a la estación.

Con su hijo en los brazos Michiru observó a su esposo alejarse sin que preocupación alguna la atormentara, sabía que regresaría a su lado.

"Será mejor que vayamos adentro, Océano. Parece que va a llover", dijo mientras cerraba la puerta.


(En la estación)

La música, el baile y las despedidas continuaban, incluso algunos civiles se unieron a la celebración. Entre ellos Rei y Nicolás, que una vez más deseaban extender sus agradecimientos a la rubia Mina.

Aprovechando la algarabía, sin que nadie advirtiera su presencia un camión militar se estaciono y de el Ivanovich descendió.

"Bájenlo", ordenó a un par de oficiales que montaban guardia.

De esa forma el cajón de municiones con Gunther adentro fue puesto en el vagón número nueve a la espera de partir.

"Ya está listo, señor"

Ivanovich asintió; "Perfecto. En cuanto el mensaje del general Volkov termine comenzará el viaje. Una vez que nos hayamos alejado lo suficiente, lo dejaremos salir"

"Como usted ordene, señor"

Mientras tanto Haruka en compañía de la castaña arribó.

"¿Y El uniforme, coronel?", preguntó el tuerto hombre.

"No hay más coronel T. Desde ahora solo soy Haruka, un granjero"

"Fueron cinco años, será imposible ignorar que durante todo ese tiempo fue nuestro superior"

"Pues habrá que empezar desde cero", bromeó. "¿Mina?"

"Coronel"

Él avanzó hacia ella, separandola del resto; "¿Vas a estar bien?"

"Por supuesto"

"La guerra ya terminó, deshazte de estos trapos y vuelve a vivir, eres muy joven. Si llega a haber otra por favor ignórala"

"Lo haré si usted promete hacerlo"

"Es una promesa, aunque nunca se sabe. Gracias por… por haberme mantenido a salvo", ante el recuerdo de lo que en ese entonces entre ambos pasó, expresó.

"Lo mismo digo"

De pronto y ante la presencia del general Volkov se hizo silencio. Acompañado de Pavlov, subió al estrado.

"Hoy después de cinco años retornan al lugar que los vio nacer. Y lo hacen como héroes de su nación y el mundo entero. Que su heroico esfuerzo sea recordado hoy y siempre…"

Luego de un cuarto de hora el mensaje terminó, dando paso a que todos abordaran la pesada máquina.

Alegres sus ocupantes decían adiós la tierra que en el pasado juro eliminarlos, entonando a pecho abierto la canción que en cada estación del Sur sonó a forma despedida cuando el tren los alejó para llevarlos a la guerra.

"Ahí van nuestros hombres", orgulloso el mayor en rango sonrió.

"General Volkov", a su espalda una voz expresó.

Él se giró, encontrándose con los tres generales de la región Oeste.

"¿A qué se debe su visita, caballeros?", burlón cuestionó Pavlov.

"No finjan, saben a que hemos venido"

"No debieron tomarse la molestia, ya conocen la respuesta"

"Exigimos que Gunther K. nos sea entregado", Harrison pidió.

Volkov negó con la cabeza, dejando escapar una corta risa; "Gunther K. tan solo es un nombre al azar, un distractor que ustedes creyeron"

"¿A que se refiere?", no entendiendo Smith preguntó.

"Ese es el nombre de un oficial que hace muchos años murió peleando en el Sur, la verdadera identidad del acusado es algo que por obvias razones nos reservamos", contestó el mayor en rango viendo como el tren se alejaba.

Entendiendo que ahí viajaba ese hombre, furiosos los tres generales apretaron los labios.

Desde la distancia los hijos de Dietter y su esposa contemplaban la escena, dejando que como la primera vez y cuando se despidieron de él, el llanto los embargara.

El oficial los observaba, alzando su mano para saludarlos.

Eckhard se echó a correr, tratando de darle alcance. "No te vayas", gritaba, pero imposible sería que él lo escuchara.

"No soy más que un extraño, no podría ocupar un lugar que no me corresponde", pensando en el rechazo de Rolf, murmuró.

"No te vayas, perdóname", sin poder contener su tristeza, Rolf se unió a su hermano. "Fingí que no te quería porque nos abandonarías"

El tren comenzó a tomar velocidad y una vez que terminara por hacerlo no habría tiempo para mirar atrás. Era entonces o nunca.

El soldado contempló a sus amigos y camaradas, luego observó a los chiquillos y la mujer.

"¿Qué debo hacer?". Sin tiempo que perder tomó su macuto y para sorpresa de los demás, se arrojó a un lado del camino.

"¿Que hizo ese idiota?, ¿Está bien?, ¿Va quedarse?, ¿Qué demonios está pensando?", fueron las preguntas que resonaron en todos los vagones.

Poniéndose de pie el hombre corrió en dirección a su nueva familia.

"No, no puedo", dijo abrazando al menor de los niños y a la mujer.

Contemplándolos, Rolf se quedó a prudente distancia; "¿A mi no me abrazas?", cuestiono buscando su afecto luego de que muchas veces reprochara que él estuviera cerca de ellos.

"Solo si tú quieres", él hombre contestó.

"Si quiero… no te vayas…. no nos dejes como papá", sujetándose a él suplico.

"No lo haré"

Contenta la castaña contemplo aquella escena; "Todos merecen volver a comenzar", pensó para sus adentros.

Dejando que el llanto brotara, Mina observaba la ciudad sin poder evitar pensar cuánto dejaba en ella.

"¿Se lo dijiste?", a su espalda la médico cuestionó.

"No, además no tiene caso que lo sepa", contestó recordando la que quizá fue la noche más triste de su vida.

Por su parte y sin imaginar aquella verdad, muy contento el rubio se quedó mirando como la bestia de acero se perdía en la distancia.

Así pues con paso ligero y recordando los buenos y malos momentos que al lado de sus amigos vivió, regresó al lado de su familia.

Abriendo la puerta, sonrió para su esposa e hijo. "Se han ido"

"¿Te habría gustado acompañarlos?", no pudo evitar preguntar.

"Son mis amigos, con ellos compartí tanto, pero no tengo nada que ir a hacer", expresó tomando a su bebé en brazos. "Respecto a irnos… no puedo forzarte, se hará como tú quieras"

"Es lo mejor"

"Podríamos ir al Sur… pero…"

"Es tú hogar y si decides que está bien, iré a donde tú me lo pidas"

Recordando lo que ahí sucedió y pensando que sus vecinos le reprocharían que llevará a una mujer del Norte y a su nuevo hijo, negó con la cabeza. "Ellos no lo entenderían, y no es que me importe, pero sería igual que quedarnos aquí"

"Entonces que sea lejos"

"Switzland se mantuvo neutral durante el conflicto, podemos ir ahí"

"Será un buen lugar para criar a nuestros hijos"

"Ahora dime, ¿Qué vas a hacer con esta casa?"

Michiru sonrió para su hijo; "Ya lo he pensado, estoy seguro de que estarás de acuerdo"

"Lo que decidas por mí está bien, pero hay algo más"

"¿Qué cosa?"

"Te casaste con un coronel del ejército del Sur, pero ¿A partir de ahora aceptas ser la esposa de un granjero?"

Ante esa pregunta la mujer no pudo evitar reír un poco; "¡Dioses, Haruka!"

"No has respondido"

"Sabes que si, hoy y siempre"

"A partir de ahora las cosas irán mejor y aunque me gustaría decir que olvidaremos, si es algo de lo que un día dejaremos de hablar", él expresó.


(En las vías)

Consultando el reloj, victorioso Ivanovich sonrió; "Hace ya tres horas que dejamos la ciudad y no habrá nada que nos detenga. Abran el cajón"

Dos sujetos se dispusieron a hacerlo, liberando al pelinegro de la mayor parte de sus ataduras.

"Lamento las condiciones en las que se está llevando a cabo su traslado, comandante K. Pero no me dejó otra opción"

"¡Malditos¡"

El oficial asintió y colocando el portafolio sobre el escritorio, tomó un expediente; "Wolf Karner. Treinta y dos años de edad y originario de la ciudad de Dresber, hijo del señor Wolf Karner y Bertha Bierhals , también originarios de la misma ciudad. Se le acusa de los crímenes cometidos en el Sur y en la capital de la nación del Norte"

Ante esas palabras el hombre frunció el entrecejo; "¿Qué significa esto?"

"Mejor dicho, ¿A qué viene esa cara, comandante Karner?, ¿No le gusta su nueva identidad?, es la misma que usted se inventó. Es mejor así a que lo relacionen con su verdadera familia y el crimen que cometió en su contra, ¿O no?. Además imagine lo que dirán sus amigos si se enteran de que su hermana ahora lleva el apellido de un militar del Sur"

La mirada del alguna vez pelinegro se inyectó en sangre.

"A excepción de ella, en el Norte nadie sabe que usted sigue con vida, por lo que deshacerme de todo su papeleo no fue ningún problema… ¿Quiere saber qué pasó en la celda número siete?"

Gunther no respondió

"Su cómplice Joachim, el único testigo que sabía sobre su parentesco con la señora T. decidió su propio destino, así que el secreto sigue oculto. Seguramente lo hizo para evitar ser traído al Sur"

"Sus hombres lo saben", furioso masculló.

"Si ordeno que salten del tren lo harán, guardar un secreto para ellos no es nada. De igual modo ya lo discutí con el testigo del caso, ella aceptó porque no desea que gente inocente se vea relacionada con usted, mucho menos su superior. Ahora dígame; "¿Le habría gustado despedirse de su familia?"

De nuevo se encerró en su silencio.

"Abran la puerta y acérquenlo lo suficiente", fue la orden que siguió.

Imaginado lo que ese sujeto pretendía, el alguna vez pelinegro se resistió; "Suéltenme"

"No tenga miedo, comandante Karner. No es lo que usted piensa. Quiero que observe y disfrute la vista porque una vez que abandonemos el lugar, en muchos años usted no volverá a verlo"

Gunther, o mejor dicho Wolf, observó los bosques, formando en sus labios una sonrisa burlona.

"Supongo que nunca imaginó que regresaría al Sur, mucho menos en estas condiciones, ¿verdad?"

Molesto el hombre desvió el rostro.

"Si algo llega a fallar disparenle. En las piernas será más que suficiente, debe llegar vivo a juicio", ordenó a los oficiales que los acompañaban.


Notas de autor;

El próximo Domingo no podré actualizar (por primera vez en varios años), estoy de viaje y se me dificulta escribir :(, pero aquí seguiremos al pendiente.

Kyoky; Da gusto ver qué Mina ya no es "la Bikina" (por lo altanera y orgullosa), a través de sus reencarnaciones ha cambiado y el ejemplo está en que olvido a las insinuaciones de Nicolás y estuvo dispuesta a ayudarlo aún sabiendo lo que hizo. Así es, más vale que Haruka y Michiru "huyan", Ivanovich les está dando la oportunidad de comenzar de cero.

Michelle; Es lo menos que Gunther se merece, su humillación en nada se compara con los sufrimientos que les causó a sus víctimas. No, ella no piensa en dañarlos y muy por el contrario está de acuerdo con que comiencen de nuevo.

Isabelle; Haruka sabe lo que es perder un hijo, así que Michiru puede estar tranquila. Él jamás la separaría de océano, o de los demás. Es verdad que a Gunther podría irle peor, sus carceleros están siendo bastante flexibles con él.

Isabellecota; Podríamos decir que Gunther tenía un problema con las mujeres en general. Desde su punto de vista su madre lo traicionó, la madre de Michiru no era lo que él 'esperaba" (según él, ella no era suficiente a causa de su trabajo pasado, además de considerar que ella lo alejó a su "padre"), luego tenemos a Michiru, a quien no podía amar libremente. Al final desquitó todas sus frustraciones con la pobre Mileva.

szer; Los cómplices mas peligrosos que Gunther tenía están muertos; Helmut y el calvo Himmler, uno sabía su verdadera identidad y puede que el segundo también, pero la diferencia está en que él si era fiel. Quedan cómplices de menor rango y participación, tendrían que ser muy tontos como para intentar recuperarlo.

Para buena fortuna de nuestra pareja favorita, Mako ha decidido mantenerse a distancia, castigando solo a quien lo merece. Gunther actuó de forma precipitada, pero hay que considerarlo un estratega de interés para los del Oeste.

Gracias por la aclaración, ya eliminé su nombre y lo deje como "líder del Sur", trataré de encontrar un nombre muy común para darle. Había pensado en Ivan, pero podría confundirse con Ivanovich.

Alice; Luego de que Haruka y Michiru fueran juzgados por estar con el "enemigo", ambos tienen la oportunidad de empezar de cero y sin que nadie los relacione con lo que pasó. Gunther obtiene lo que siempre mereció, aunque es poco en comparación con lo que hizo. Para él no ha habido peor humillación que verse despojado de su uniforme, lo que según él le daba identidad.