CAPÍTULO CIV

PÉRDIDAS

Él giró sobre ella, besándola. Ella se sujetó a él, dejando que la envolviera en sus brazos.

El tiempo desde que esa convivencia inició sumó minutos a las horas, horas a los días y días a los meses sin que noticia buena o mala sobre su prometido llegara a ella.

"¡Maldición!, hice un desastre", ante su error y apartándose de ella, Haruka masculló.

"No pasa nada", confiada la rubia Mina gimió, dejando que aquellas sensaciones la embargaran. "No es la primera vez que sucede", añadió…

Los primeros rayos del sol se colaron a través de la ventanilla del tren, golpeando el rostro de la siempre hermosa mujer, alejándola de lo que parecía un sueño, pero que más bien era un lejano recuerdo.

"¡Que bueno que despertaste!", Mizuno expresó.

"¿Por qué?, ¿Qué pasa?", confundida se llevó una mano a la cabeza.

"El maquinista anunció que pronto llegaremos a una nueva ciudad"

"¿Qué ciudad?"

"Ostrovniev"

Ante sus palabras la joven se reincorporo de golpe, contemplando a su paso los verdes campos.

"¿Estás segura?"

"Si"

Pasada media hora el tren se detuvo en la estación, permitiendo que muchos de sus ocupantes terminarán el viaje, pero la mayoría debía continuar.

Y como venía sucediendo a excepción de aquella aldea, contentos los pobladores esperaban su arribo.

"¿Cuánto tiempo tardará?", Ivanovich cuestionó al encargado de la estación.

"Al menos tres horas, señor"

"¿Tres horas?", sorprendido cuestionó.

"Si, señor. Es lo que tardará en llegar lo que pidió y nos llevará otras dos horas cargarlo"

"¿No cuentan con suficiente carbón?"

"Sí y no. El carbón que nos queda no es suficiente. Si se va con lo que tenemos, la máquina se forzara, impidiendo que lleguen a la próxima estación"

Ivanovich consultó su reloj. "Si no queda de otra esperaremos el tiempo que sea necesario. Comandante, informe que partiremos hasta el anochecer"

"Si, señor"

De esa forma el anuncio fue comunicado a través de los altavoces, lo que a muchos emocionó y a otros irritó, pero pronto entendieron que era mejor perder unas cuantas horas de viaje, que quedarse sin combustible y perder más de un día.

Así pues la peliazul y la castaña descendieron.

Pensativa Mina se sentó a orilla del andén, contemplando sin mucho ánimo lo que a su alrededor acontecía.

"¡Ánimo, cariño!", el regordete Fiódor expresó a lo que ella simplemente se limitó a asentir.

"¿Habrías preferido no detenernos aquí?", sabiendo a qué se debía su sentir, la cirujano se sentó a su lado.

"Tarde que temprano tenía que suceder", contestó.

"¿Deseas ir?"

Recordando la última conversación que con Armand sostuvo, la rubia dudó; "No me atreví a decirle la verdad a ninguno de los dos. Con el coronel me calle y a Armand le mentí… No sé si al primero lo habría herido, o molestado. Al segundo… ¿Qué más podría haberle dicho?", pensativa se quedó. "Supongo que al final se dio cuenta que solo intentaba hacerlo sentir mejor", añadió pensando en Alisa, que lo comprendió todo.

"Lo que decidas esta y estará bien"

"Eres la única que de verdad sabe que sucedió, así que… ¿Me acompañas?"

"Igual que esa vez", gentil la peliazul contestó.

Así pues y sin que les importara si llegaban a perder el tren, dirigieron sus pasos hacia las entrañas del bosque.

En silencio Mina avanzaba delante de Mizuno, silencio que ella supo respetar.

"Fue hace mucho tiempo y lejos de aquí. Dada su naturaleza son cosas que no se olvidan", pensó la médico reviviendo en su memoria aquel día;

-Flashback-

Aún no no despuntaba el alba cuando la tierra se estremeció amenazando con engullir en sus incandescentes entrañas a los que con sus destructivas armas se atrevían a profanarla.

El violento rugido del cañón los ensordeció, no permitiéndoles percibir los disparos que ellos y los del otro lado lanzaban.

"¿Qué sucede con ese tanque?", Haruka cuestiono.

"Está atascado, comandante", gritó el encargado antes de ser alcanzado por las balas y caer.

"¡Maldición!", el rubio masculló, pero no porque ese hombre hubiese muerto, sino porque no tuvo el tiempo necesario para repararlo. Tampoco hay que culparlo por su falta de sentir, estaba acostumbrado a la muerte. "Ahora", grito y al instante detrás de las líneas aquel infernal sonido emergió…

Y luego de varias horas la noche llegó en compañía del silencio.

"Está limpio, señor", el rubio Nikolai comunicó.

"Los obligamos a huir hacia el otro lado del río. Creen estar a salvo, pero no saben que ahí otro batallón los espera", burlón el comandante contestó.

Y aunque el caos de la batalla terminó con la última bala disparada, en el improvisado hospital uno apenas iniciaba.

"Aquí hay otro", señaló un joven llevando a rastras a uno de sus camaradas.

"¿Cuántos más quedan?", aproximándose hacia la camilla, cuestionó la médico. "Esto va a doler", dijo haciendo presión en la profunda herida.

"¡Demonios!", gritó el hombre, tratando en vano de contener el aliento. "Por favor dígame que no lo perderé", con lágrimas corriendo por sus sucias mejillas, aterrorizado cuestionó.

"Es una noche sin fin", pensó la rubia enfermera mientras se las ingeniaba para improvisar una venda.

"Has perdido mucha sangre. Si logro mantenerte con vida hasta el amanecer, será una enorme ganancia… ¡Demonios!, no me queda más anestesia", masculló haciendo una seña para que el soldado que le acompañaba lo inmovilizara.

"¿Hará esto mientras estoy consciente?", sin fuerza balbuceo.

"No me queda de otra", Mizuno replicó y al instante hundió el instrumental en la herida.

"¡Demonios!", imposible fue que el joven no se estremeciera y lanzara un alarido cargado de dolor.

"Respira profundo… tienes la herida llena de metralla", replicó observándola de cerca.

"Por piedad… déjeme así… no me lastime más", gritó antes de quedarse inconsciente.

"Es mejor que se haya desmayado, me dará oportunidad de seguir operando"

"Ayúdame", más allá un hombre pidió mientras que con las manos se cubría el vendaje en su pecho.

Otro yacía insomne; "No siento mi pierna… ¿Dónde está?... ¿Qué hicieron con ella?", inexpresivo murmuraba.

En búsqueda de una sábana limpia Mina camino junto a uno de ellos y al instante con fuerza la tomó por el abrigo; "Enciende la luz, está muy oscuro"

Contemplando su deshecho rostro y pensando la forma en que se lo haría saber, la rubia negó con la cabeza. "Los fusibles se fundieron, no hay luz", no tuvo valor para decirle la verdad..

"Estoy ciego, ¿Verdad?... dime la verdad y si es así, mátame", impotente grito al mismo tiempo que se echaba a llorar.

Del otro lado un joven cabo comenzó a convulsionar y entonces la vida se le escapó.

El olor a sangre, sudor y excremento se apoderó del ambiente y, aunque ya estaba acostumbrada, en ese instante se volvió insoportable, provocandole una terrible sensación de ahogo.

Sin dejar que aquello le afectara e impidiera que siguiera ayudando a sus camaradas, continuó su labor.

"Tus mejillas han perdido el color. ¿Estás bien?", preguntó la médico al verla con ambas manos apoyadas sobre la mesa de cirugía.

"Si", contestó limpiándose el sudor de la frente y recomponiendo su acostumbrada postura. "Hoy ha sido un día muy pesado"

La cirujano sonrió mientras terminaba de aplicar el último vendaje; "Y lo que es peor, nos quedamos sin anestésicos y el resto de los medicamentos no parecen funcionar. Las heridas son muy profundas"

Respirando profundo y exhalando, la rubia asintió.

"Sal a tomar un poco de aire fresco", la médico ordenó.

"Gracias", la rubia replicó y dejando a un lado lo que hacía, abandonó la tienda de campaña.

Apoyando la palma de su mano en un árbol, esperó a que aquel pesado sopor la abandonara y acto seguido se inclinó un poco para liberar su revuelto estómago.

"¿Estás bien?", acercándose a ella la cirujano preguntó.

"Por supuesto. El aroma del éter era muy fuerte"

Nada convencida con su respuesta, Amy negó con la cabeza; "¿Estás segura?. Comprendo cómo te sientes, comienzas a cansarte de todo esto. A veces me pasa lo mismo", dijo y del bolsillo de su bata tomó un cigarrillo. "Ahora comprendo a los hombres y su vicio", llevándoselo a los labios lo encendió.

Mina bajo la mirada, limpiándose las lágrimas que rodaron por sus mejillas; "No, no es eso", su voz se volvió temblorosa. "Cuando llegué fue lo primero que me dijiste y ahora… ahora…", no pudo continuar.

La peliazul asintió, deshaciéndose del cigarrillo; "¿Cómo sucedió"

Tan ingenua pregunta provocó que en medio de su aflicción, riera un poco ; "Eres médico, lo sabes"

Ante la ambigüedad de su propio cuestionamiento, Mizuno también rió; "Tienes razón, pero no me refiero explícitamente al proceso"

"Pensé que en estas condiciones sería imposible, sin embargo sucedió lo inevitable", después de negarse a ella misma sus sospechas, finalmente fue valiente para admitirlo.

"¡Lo sabía!", apretando el puño y deshaciéndose del cigarrillo, masculló.

"Sé que estás imaginando, así que déjame decirte que no sucedió de esa manera. Sucedió porque yo lo quise… porque yo decidí estar con el comandate"

"Parece ser un secreto a voces"

Mina sonrió una vez más; "Muchas veces los escuché murmurar y más de una vez atrape a alguno espiándome. Se supone que todos estamos juntos en esto, pero no dejan de ser hombres. Así que si tenía que estar con uno para que los demás no me molestaran, decidí que sería yo quien lo eligiera"

"¿Lo quieres?", fue la pregunta que siguió.

"Lo suficiente como para haberlo hecho, pero amo a Armand… Soy una estúpida por confiarme, pero había veces en las que lo de cada mes no me llegaba. Pensé que no corría riesgo"

"Siempre lo hay. ¡Vaya situación!", con la manos dentro de los bolsillos, la médico murmuró.

"Quiero pensar que se debe a que estoy exhausta"

"Confía en mi, cuando quieras podría hacerte una revisión"

"Te lo agradecería mucho"

Fue así que regresando al improvisado quirófano, la médico desinfecto sus manos y se colocó un par de guantes limpios.

"Esto puede llegar a ser bastante incómodo, pero no te preocupes. Estarás bien", dijo dirigiéndose hacia ella.

Apenada, Mina desvió la mirada hacia el otro lado de la habitación mientras dejaba que su jefa y amiga la llevará a cabo.

Concentrada en su labor, Mizuno guardó silencio, silencio que comenzó a Aino incómodo.

"¿Qué sucede?", finalmente se atrevió a cuestionar.

Amy se reincorporo y sacándose los guantes, replicó; "Tienes que decírselo cuanto antes. No hay tiempo que perder"

"No, no puedo y al mismo tiempo no sé qué hacer", avergonzada se cubrió el rostro.

"Decírle al comandante que esperas un hijo suyo es el primer paso… luego ambos podrán decidir", contesto imaginando cómo debía sentirse.

"Sin duda me enviara lejos y yo debo seguir buscando a Armand"

"Entonces no le digas nada, aunque bien sabes que no podrás ocultarlo por siempre. Además este no es un buen lugar para tener un hijo"

"Eres médico, por favor ayúdame. Armand no puede saberlo", suplico sujetándose a ella.

"Lo lamento, Mina. Pero sabes que no puedo. Además es algo de lo que te arrepentirías por el resto de vida", la peliazul negó con la cabeza.

-Fin flashback-

Ambas seguían avanzando en el mismo silencio de antes.

"Estaba aterrada y pensaba más en Armand que en mi o en mi propio hijo, pero debía continuar buscándolo porque así se lo prometí", Mina pensó reviviendo en su memoria sus más dolorosos recuerdos.

-Flashback-

Confundida regresó a su tienda de campaña y sentándose en su improvisada cama, se cubrió el rostro con ambas manos.

"Perdóname, Armand", gimió sin poder llorar.

"¿Estás bien?", quedándose en la entrada, cuestionó el rubio comandante.

"Por supuesto", contestó limpiándose el sudoroso rostro.

"Es una suerte que sigamos vivos, pensé que la batalla no terminaría jamás"

"Es cierto, tuvimos más bajas que heridos"

"Tengo algo para ti, pensaba dártelo en otro momento, pero imposible es saber si mañana…", dijo mientras le entregaba una lata de galletas.

Sin atreverse a verlo a los ojos, Mina asintió; "Gracias, comandante"

"No hay de que. Te veo mañana", Haruka contesto, dirigiendo sus pasos hacia la salida.

"¿No quiere hacerlo?", fue la pregunta que ella hizo y a él le impidió continuar su camino.

"Esperaba que lo dijeras", deshaciéndose de la camisa, Haruka contesto dirigiendo sus pasos hacia ella…

Y apenas terminó se marchó, dejándola en la misma soledad de antes.

"No, no puedo decirle que espero un hijo suyo. Si lo hago es probable que dude de mi palabra y piense que lo estoy engañando por tal de conseguir algún beneficio, pero también es cierto que no puedo conservarlo. Armand no puede saber que lo engañe"

Desnuda como estaba se sentó a orilla de su cama y a los labios se llevó una de las galletas. "Están deliciosas", gimió dejando que el llanto se apoderara de ella.

-Fin flashback-

Ambas continuaron un centenar de metros más, hasta que llegaron a un claro.

"Ahora lo recuerdo perfectamente, fue un mes después de esa noche. Hacía tres días que la batalla había iniciado… la clínica estaba de ese lado", quedándose a prudente distancia de su amiga y contemplando los alrededores, la peliazul pensó.

Por su parte, inexpresiva Mina se quedó de pie ante el más alto de los abedules.

"Aquí es", ensordecida a consecuencia del silencio que dominaba el ambiente, Mina murmuró.

-Flashback-

Arrastrándose sobre las filosas rocas y el fango e ignorando su propio malestar, la rubia iba de un lado a otro en auxilio de sus camaradas.

"Aquí estoy", uno de ellos gimió.

"¿Dónde te hirieron?", tomando de su bolso un vendaje, pregunto.

"En la pierna"

"Tendrás que ayudarme a llevarte a la enfermería", dejando que se apoyara en ella, pidió.

"No puedo", derrumbándose el hombre contestó.

"¡Demonios!", masculló y tomándolo por los brazos comenzó a arrastrarlo, hasta que aquel terrible dolor se apoderó de ella, deteniéndola de golpe.

"¿Qué sucede?", su paciente cuestionó.

"Me hirieron", Mina contestó contemplando como su pantalón se teñía con el brillante rojo de su propia sangre, acto seguido se derrumbó sin conocimiento…

Y fue que pasadas dos horas recobró la conciencia, encontrándose con que la peliazul vigilaba su letargo.

"¿Qué pasó?, ¿Y los heridos?", reincorporándose cuestionó.

"El combate ya terminó. Vuelve a la cama"

"Me hirieron, ¿Verdad?", examinándose alzó la voz.

Ante su pregunta Mizuno se mordió los labios.

"¿Qué pasó?"

"Lo lamento mucho, no pude hacer nada", la médico murmuró.

Entendiendo, dejó que el amargo llanto corriera por sus mejillas. "Ya me había hecho a la idea e incluso ya le había dado un nombre… es mi culpa porque pensé en desha.."

"No, no es tu culpa. Son cosas que a veces pasan. Y más en estas condiciones, pero lo ocurrido no significa que un futuro no puedas convertirte en madre"

"Debí decirle al comandante aunque a Armand no hubiera podido ocultarle mi secreto", cubriéndose el rostro su llanto se volvió más doloroso. "¿Qué era?"

"Imposible saberlo, era muy pequeño", contestó señalando hacia la mesa de cirugía.

"¿Puedo verlo?"

"No creo que sea lo mejor"

"Por favor, es mi hijo"

Contra su voluntad la cirujano asintió, permitiendo que lo hiciera.

"No… no puedo simplemente deshacerme de él…"

"Se hará como tú digas"

Mina asintió, colocándolo dentro de la lata de galletas. Aprovechando el anonimato que la madrugada le proveía, en compañía de su buena amiga se dirigió hacia las entrañas del bosque.

"Aquí estará bien"; la rubia expresó e inclinándose a los pies del más alto de los abedules, con sus desnudas manos revolvió la tierra, donde lo depositó.

"Es mi culpa y mi castigo por lo que hice. Era mi hijo, ¿Cómo pude considerar arrancarlo de mi?"

Mizuno avanzó hacia ella, envolviéndola en un abrazo; "No es tu culpa, mucho menos es un castigo"

"Para una mujer, ¿Hay un dolor más grande que esté?", dejando que el llanto se volviera más profundo, cuestionó.

Su amiga no supo qué responder. Y es que muy en el fondo su sufrir no era diferente al de ella.

"Por favor, que este sea nuestro secreto", la rubia pidió.

"Para siempre"

Sin que nadie más supiera su dolor, la joven regresó a su improvisada tienda de campaña y apenas lo hizo, se recostó a sufrir su pena, convirtiéndo esa noche en la más triste de su existencia.

Sin imaginar que esa mujer acababa de perder un hijo suyo, Haruka llegó y avanzando hacia ella, se metió en su cama.

"¿Estás de humor?", cuestiono deslizando la mano por debajo de su uniforme.

Mina se limpio el llanto y apartándolo de ella, negó con la cabeza. "Váyase, no vuelva a molestarme", grito.

Ante su inexplicable proceder, el comandante no supo qué responder.

-Fin flashback-

Mina asintió y como aquella noche, con sus desnudas manos comenzó a revolver la tierra.

"A Armand le dije que en el bosque y a los pies de un abedul había una cabaña, donde dejé a mi hijo a salvo… no habría podido decirle que en realidad lo perdí… no puede seguir aquí, debo llevarlo a casa", tomando la lata, se abrazó a ella.

"Esa noche dijiste que ya le habías dado un nombre, ¿Cual es?"

La joven sonrió, dejando que el llanto volviera a brotar; "Eneas"


Notas de autor;

Océano es hermoso, pero imaginen a Eneas, hijo de la divina diosa :O

Ahora si ya estamos en la recta final, en dos o tres capítulos llegaremos a ese punto.

Sin duda papá pollo se nos muere si se entera que abandonó una hija y perdió un hijo, para él sus pollitos lo son todo.

Pobre Mina, primero pierde a su hijo y luego aparece Armand para acusarla de tanta cosa.

szer; No creo conveniente que Mileva y Michiru se conozcan porque de hacerlo, ¿Cuál sería su sentir hacia ella?, ¿Llegaría a culparla de lo que le paso?.

Regresó a su aldea porque no tenía a dónde más ir y en lugar de encontrar un poco de compresión y apoyo se encuentra con que la ven como un enemigo. A ellos les es más fácil acusar que ponerse en sus zapatos. Habrían preferido saberla muerta, ellos no muy bien le creen que haya sobrevivido por un error que él cometió.

Michelle; No hay de qué preocuparse, la niña no heredará su locura, pero también es cierto que es mejor que no conozca su origen (al menos no por ahora), de lo contrario podría sentirse culpable y una cosa es saber como fue concebida, pero otra muy diferente es saber que su padre era un verdadero demonio.

Kaiohmar; Así es, Katia fue una víctima más de las circunstancias, de igual modo Mileva. Salio de una tortura para entrar a otra.

isavellcota; Un reencuentro entre ambos les rompería el corazón a todos. A Katia porque él ya tiene una familia, a Haruka porque abandonó una hija y a Michiru porque pese a todo es papá de esa niña, lo que la llevaría a sentirse culpable al pensar que es egoísta de su parte "retenerlo".