CAPÍTULO L
VANA ESPERA
(Hace veinte años)
Y luego de una larga primavera el tan esperado verano por fin llegó. Los rayos del sol de media tarde, colándose por entre las ramas de las frondosas ramas, golpeaban sobre el rostro de aquel chiquillo de cabellos negros.
Él, callado y sumido en una profunda tristeza, contemplaba a todos aquellos que contentos se marchaban mientras que él tendría que pasar un año más en ese lugar.
"Hoy tampoco vendrá papá", bajando la mirada se lamentó, dejando caer al suelo la última carta que de él recibió.
A su espalda, en silencio uno de sus profesores lo contemplaba. "Gunther, es verano y las clases ya terminaron, ¿Por qué en lugar de estar sentado no vas a jugar con los otros que se quedan"
Sin mucho ánimo se encogió de hombros.
"Si es que aquí vas a pasar las vacaciones, debes hacer el intento por convivir con los otros niños. Además debes entender que si tu padre este año tampoco pudo venir, es porque debe estar muy ocupado"
"Lo haré", furioso con su puño arrugó sus pantalones.
El sujeto, comprendiendo que esa conversación no los llevaría a ningún lado, negó con la cabeza y acto seguido se retiró.
"Desde que mamá murió papá se olvidó de mí. Hace ya casi cinco años que vivo en este lugar y nunca ha venido a verme. A veces pienso que no soy su hijo"
De pronto a su espalda y sin que él se diera cuenta, un hombre comenzó a acercarse. "Gunther", aún desde la distancia lo llamó.
El pelinegro se volvió, contemplando al hombre que le hablaba.
"¿Qué sucede?, ¿No vas a venir a saludarme?", cuestionó Heinre.
No reconociendolo dudo.
"¿No vas a abrazar a tu padre?", fue la pregunta que siguió.
Ante sus palabras el niño sonrió y dejando su lugar, corrió a su encuentro.
"Viniste, papá", emocionado expresó.
Un poco más allá y tomadas de la mano, una mujer y una niña en silencio aguardaban, sin embargo a él poco le importo quienes pudieran ser, sujetándose a su padre con todas sus fuerzas.
"¿Dónde estabas?, ¿Por qué tardaste tanto tiempo en venir?, ¿Ya no me quieres?", fijando la aún inocente mirada en la de él, preguntó.
"Bueno… antes de responder quiero presentarte a dos personas muy importantes para mí"
"¿Eh?", volviendo a contemplar a la mujer y a la niña, Gunther titubeó, soltando poco a poco el agarre que ejercía en él.
La chiquilla, quien acababa de cumplir los cinco años, soltó la mano de su madre y corrió al encuentro del pelinegro, abrazándolo y sonriendo para él; "¿Eres Gunther?"
"Si", nervioso y sin haber correspondido al gesto de esa extraña, replicó.
"Soy Michiru y tú eres mi hermano mayor"
Ante esas palabras, él la contempló mientras que llenó de extrañeza fruncía el entrecejo.
"¿Hermano?", titubeó y luego dirigió la mirada hacia la desconocida mujer, madre de esa aguamarina; "¿Papá no vino a verme en todo este tiempo porque ya tenía una nueva familia?", muy molesto pensó.
(Presente)
"Gunther", Michiru murmuró apenas abrió los ojos. Y es que había soñado con el precioso día de verano en que conoció a su hermano. Sin embargo no dejaría que una nueva tristeza se apoderará de ella.
Girando sobre su propio cuerpo contempló al coronel, quien aún yacia dormido.
Sin hacer ruido y sin atreverse a depositar un beso en sus labios se vistió, luego se puso en pie.
Dirigiendo sus pasos hacia la ducha, abrió la regadera, permitiendo que el agua caliente mojara su cuerpo.
"¡Dioses!", gimió ante los dulces y traviesos recuerdos de lo acontecido durante las últimas noches. "No cabe duda, todo este tiempo estuve equivocada. En su vida no hay nadie más que yo, o al menos eso pienso, pero de lo que sí estoy totalmente convencida es de que puedo luchar por su cariño", contenta pensó.
"¿Estás ahí?", él llamó desde detrás de la puerta.
"Si, coronel. ¿Necesita algo", ella cuestiono.
"No, estoy bien. Tomate tu tiempo"
Michiru sonrió, deslizando ambas manos por su vientre.
Mientras tanto él, bebiendo su primera taza de café, contemplaba lo que afuera acontecia.
"Que bueno que ya dejó de llover y las labores de reconstrucción se han reanudado. Iré a ver como va todo por su hogar", murmuró.
"Buenos días, coronel", ella saludo.
"Buenos días", respondió dedicándole una gentil sonrisa. "No fue mi intención molestarte"
"No lo hizo... ¿Qué desea para su desayuno?"
"Por mi no tienes que preocuparte, con una taza de café y un par de galletas estoy bien"
"Aún así no puede ir a trabajar con el estomago vacio, asi que voy a prepararle algo"
"Tú ganas, mientras iré a la ducha", el contesto.
Contenta, Michiru dirigió sus pasos hacia la cocina y apenas encendió el fuego, se quedó pensativa y luego sonrió.
"¿Él sabrá que yo lo sé?. Desde esa noche lo encuentro diferente. Aunque él no habla sobre lo que ocurrió con su familia, se ha vuelto un poco más expresivo. Tanto que desde entonces duerme conmigo. Nos hemos vuelto muy cercanos"
Por su parte Haruka era presa de sus propios pensamientos.
"Y pensar que en un principio ella me temía y yo pensé que la odiaba. No cabe duda, nuestro hijo ha venido a cambiar en mucho nuestra relación"
(Voskov)
La noticia de que esa mañana el tren pasaría con los primeros hombres que regresaban, desde la noche anterior corrió por las calles, lo que significó que aún siendo de madrugada la estación se abarrotara para poder verlos.
Y apenas comenzó a amanecer, la joven Katia se puso en pie.
"Dijeron que el tren arribará a eso de las nueve. Tengo que darme prisa", pensó mientras se arreglaba el cabello.
Su hermano, sosteniendo a la pequeña, observaba a la joven.
"Estás muy emocionada, ¿Verdad?"
"Por supuesto", expresó, tomando a la niña en sus brazos para vestirla con lo que le compro para la ocasión.
Por su parte su madre la observaba en silencio.
"Estoy segura de que él viene en ese tren. Hoy conocerás a tu padre", recordando su sonrisa, Katia le dijo a su bebé y dirigiendo sus pasos hacia la salida, emprendió camino hacia la estación.
(Tremlin)
Sin control alguno y muy agitados, oficiales entraban y salían de aquel edificio, el cual se encontraba a dos calles del que fuera el hogar de la aguamarina.
"¿Qué pasa?, ¿A qué se debe este alboroto?", cuestionó Haruka, quien pasaba por ahí para revisar el daño que la lluvia dejó y cerciorarse de que se estuviera trabajando tal y como él lo ordenó.
"Anoche nuestro capitán se suicidó", nervioso replicó un joven teniente.
"¡Vaya!"
Dentro de una de las habitaciones, sentado en un sillón y aún con el arma en la mano, yacía el hombre.
(En la clínica)
Consternadas por tan terrible noticia, la cual pronto corrió por todas las calles, la cirujano y Mina conversaban.
"Es extraño que ese sujeto haya decidido morir sabiendo que en cualquier momento podría ser su turno de regresar al Sur", expresó Mizuno.
"Quizás estaba muy mortificado, luego de lo que vivimos…", Mina intentó decir, viéndose interrumpida por su amiga.
"No justifica lo que hizo, Mina. Espero y de verdad nunca hayas considerado…"
"Jamás. Sobreviví al mismísimo infierno como para dejar que ahora una tontería me arranque la alegría de vivir", contestó.
"Pienso lo mismo, no podemos justificar ni juzgar su actuar. Solo él entendía sus motivos", señaló Haruka, quien acababa de ingresar.
"Buenos días, coronel", ambas mujeres expresaron al mismo tiempo que realizaban el saludo militar.
"Cuando perdí todo llegue a considerarlo", Haruka pensó recordando aquel maldito día. "Hoy tengo oportunidad de reconstruir toda mi vida. Tengo motivos para continuar en este mundo", sonriendo murmuró para sí mismo.
(Voskov)
Y entonces el momento tan esperado por fin llegó.
Del fresco aire del amanecer se pudo aspirar el asfixiante humo del carbón mientras que desde la lejana distancia hasta los oídos de los habitantes de aquella ciudad, llegó el sonido de la pesada máquina.
"¿Serán ellos?", alguien cuestionó.
Reconociendo su ondeante bandera en ella y las flores que la adornaban, alguien anunció; "Si, son ellos", alguien gritó, provocando que el gentío se agolpara.
Mientras tanto y dentro de los vagones, aquellos hombres y mujeres festejaban el haber arribado a una de las primeras ciudades.
"Tengo hambre", un sujeto chillo.
"Y yo", otro respondió.
"Vrostov. Estamos llegando. Recuerden que el tren solo se detendrá una hora y luego continuará el viaje. Aprovechen para comer y descansar", el oficial a cargo señaló.
El tren, con sus puertas abiertas, permitió que a su imponente paso los civiles contemplaran a sus héroes.
"Observenlos, vuelven del Norte", orgullosa una mujer expresó para con sus hijos.
La máquina por fin se detuvo, permitiendo que sus emocionados ocupantes descendieran.
Y sin siquiera conocerlos, las madres, los niños y las jóvenes esposas, corrieron hacia ellos para poder tocarlos.
Entre ellas Katia con su bebé en los brazos, que entre el gentío buscaba a aquel comandante. "Sé que él llego, tengo que encontrarlo", se decía.
"En nuestro caminar, ¿Estuvimos en esta ciudad?", cuestionó Olga, cuyo viaje al igual que el de sus camaradas debía continuar.
"Estuvimos en tantos lugares, que me es imposible recordarlos todos. El coronel en su diario registraba cada lugar pisado, si él estuviera aquí sabria que respondernos", replicó su amiga.
"A nosotros nadie nos espera", recordando a su hermano, entristecido dijo Nikolai.
"Te equivocas, toda esta gente aún sin saber nuestros nombres lo hace", expresó Kirill al mismo tiempo que una mujer le besaba el rostro.
"Pero si tan solo son unas niñas. Que bueno que regresaron con bien", embargada por el llanto, dijo una anciana para con ambas jóvenes, a quienes regaló flores.
"Te pareces a mi hijo, a él esos malditos lo mataron", un hombre expresó al mismo tiempo que besaba al rubio Nikolai.
Mientras tanto y en vano Katia continuaba buscando, emocionandose cada vez que creía verlo.
"No, su rostro no pudo haber cambiado tanto como para que yo no lo reconozca", murmuró.
(Tremlin)
Harto de siempre hacerle la misma exigencia a su madre y su hermano, el menor de los hijos de Dietter observaba a través de la ventana.
"Estoy aburrido", murmuró mientras apoyaba el rostro sobre las palmas de sus manos.
Afuera, cada vez eran más los civiles que transitaban y menos los oficiales que lo hacían, aunque no había que confiarse, y es que de vez en cuando acontecía uno que otro incidente.
"Ya sé que voy a hacer", emocionado dijo y tomando su bolso, dentro comenzó a colocar la poca ropa de Dietter que los hombres que se apoderaron de su hogar dejaron, guardando ahí también un paquete de avena. "Voy a buscar a papá", expresó mientras dejaba una nota sobre la mesa del recibidor. Y sin importarle que el frío siguiera azotando, dirigió sus pasos hacia las desechas calles.
(En la clínica)
Luego de que durante una semana no recibiera aquellas extrañas letras, de pronto volvió a suceder.
"Mina, será mejor que dejes de darle vuelta al asunto", expresó Mizuno al verla tan callada.
"Lo sé, sin embargo no sé qué pensar"
La cirujano se detuvo, como meditando; "¿No se tratara Digory Alexiévich , el hombre que aquella noche fue herido y se pasó todo el tiempo coqueteando contigo?"
Mina negó con la cabeza; "Fue lo mismo que pensé, sin embargo no lo creo, mira", expresó y luego le entregó las tres cartas para que las leyera.
"Tienes razón, él no pudo haberlas escrito. Quien lo hizo no entiende nuestro idioma con fluidez... A menos que se..."
"¿Qué se trate de un civil quien las envía?"
"Exacto"
"Bueno, quizás se trate de uno de nuestros pacientes"
"Probablemente", Mina contestó y haciéndolas añicos, las depositó en el cesto de la basura.
(Voskov)
Y entonces el tren hizo ese sonido, dejando en el aire una abundante fumarola y anunciando que había llegado el momento de marcharse.
"Todos a bordo, continuaremos el viaje", el oficial a cargo de la máquina gritó.
Con la misma alegría de antes los hombres y mujeres volvieron a subir mientras que sus heroicos pasos eran acompañados por una alegre marcha de despedida.
" No, él no volvió", mordiéndose los secos labios, Katia pensó al mismo tiempo que contemplaba a su bebé, quien sin conocer el dolor que aquejaba a su madre dormía en sus amorosos brazos. Entonces una sonrisa se dibujó en sus labios, era la esperanza que había vuelto a ella. "Si, muy seguramente él no me reconoció y está en la granja, esperando por nosotros", contenta, a prisa dirigió sus pasos hacia su hogar...
Su madre, de pie ante el portal, negó con la cabeza al ver que en la distancia se aproximaba.
" Ella lo sabía y aun así insistió. Por su bien debo dejar de ser tan dura con ella"
"¿Lo viste?", emocionado cuestionó su hermano.
Ella no lo escucho e ingresando en el recibidor, alzó la voz; "¿Él está aquí?"
"¿Quién?", preguntó el chiquillo.
Ante esa nueva desilusión, ella agacho la mirada; "Él no volvió, pero estoy segura de que en el próximo tren lo hará"
(Casa de Dietter)
Sin imaginar la terrible decisión que su hijo menor tomó, la mujer terminó de colocar la mesa.
"Es hora de la cena, llama a tu hermano", dijo para con el otro niño.
"¿Qué no está contigo?"
"¿Eh?, ¿Qué quieres decir?"
"Que desde esta tarde no lo veo, pensé que estaba ayudándote en la cocina"
Y fue luego de llamarlo un par de veces y no obtener respuesta, que ambos comenzaron a preocuparse.
Su hermano, caminando hacia la mesa del recibidor, encontró la nota que dejó. "Mamá, dice que fue a buscar a papá"
"¿Qué?... no, es imposible. ¿Dónde podrá estar?"
Mientras tanto, confundido el chiquillo avanzaba por las calles.
"La casa de la tía Hilda ya ni siquiera existe y no sé donde ella pueda estar... creo que me aleje mucho", abrazándose a su cuerpo en un intento por mitigar el frío, tocio por quinta vez.
"¿Qué haces solo?", cuestionó un oficial al verlo pasar. "¿Estás perdido?"
Él, temiendo que lo hiriera, negó con la cabeza, sin embargo en ese punto su débil cuerpo no resistió, provocando que cayera sobre sus infantiles rodillas.
"¡Demonios!", el hombre chilló y tomándolo en sus brazos, comprobó que era aquejado por la fiebre.
"Papá, que bueno que te encontre", agotado, el chiquillo murmuro y luego apoyó la cabeza contra su pecho.
Sin tiempo que perder, con él en los brazos el oficial emprendió una rápida carrera hacia la clínica más cercana.
Mientras tanto, las tres mujeres conversaban.
"¿Nikolai y los demás ya habrán llegado a la frontera?", cuestionó la castaña Lita.
"Muy seguramente", dijo Mizuno.
"Un médico", el hombre, con el chiquillo en los brazos, de golpe abrió la puerta y gritó.
Amy, sin perder tiempo acudió a su encuentro.
"¿Qué le pasó?"
"Lo encontré en la calle, tiene fiebre... estaba muy desorientado"
Lita, reconociendo al pequeño que yacía sobre la mesa de la cirujano, se empalideceo. "No, no es posible", murmuró.
"¿Lo conoces?", cuestionó Mina, quien se encargaba de preparar el medicamento.
"Si, es el hijo del hombre que asesinó a mi hermano", titubeante expresó. "Tengo que avisarle a su madre", agregó mientras salía a prisa.
Mientras tanto y cerca de ahí, madre e hijo revisaban el sitio donde se alzó la casa de la tía Hilda, sabiendo que las intenciones del niño eran buscarlo ahí.
"La tía murió, ¿Verdad?", su hijo mayor preguntó.
"No lo sé"
Y entonces a su lado aquella castaña pasó corriendo.
"¿Qué esa no es la oficial que nos visita?... oye tú, ¿No has visto a mi hermano?"
Ella, volviendo la mirada los reconoció, dirigiendo sus pasos hacia ellos. "Que bueno que los encuentro... su hijo... en la clínica", sin poder tomar aliento, señaló.
Mientras tanto la médico se encargaba de revisar el pulso del pequeño.
"Pase, por aquí", expresó la enfermera para con la mujer.
Ingresando en la habitación, madre e hijo lo contemplaron.
"¿Cómo está?", extremadamente preocupada ella cuestiono.
"Tiene neumonía. Pero lo que más me preocupa es su fiebre. Si no cede puede ser mortal", la peliazul replicó.
Ante la voz de su madre, débil abrió los ojos; "Salí a buscar a mi papá y lo encontré. Él me trajo", sonriendo murmuró, arrancándole a ella una mueca de extrañeza y a la castaña una de tristeza.
Notas de autor;
Michelle; Sin saber Amy cometió una imprudencia, pero que hablara con la verdad ha permitido que Michi ya no esté triste. Eso también ha permitido que en cierto modo Michi se sienta más segura.
Kaiohmaru; Como profesionista y persona, Amy ha tenido que tomar grandes decisiones. Bien pudo retirarse pero prefirió quedarse por el bien de todos. Y eso la hace sentirse culpable con respecto a su bebé.
Isavellcota; Que bueno que Michi ya lo sabe, aunque haya sido de esa forma, porque le estaba haciendo mucho mal el pensar que con su cariño estaba dañando a la familia de Haruka. Para él le es difícil hablar sobre lo que les ocurrió, y hasta cierto punto creo que Amy les hizo un favor.
