CAPÍTULO XC

¿COMPLICIDAD?

(Hace vario años)

Emocionado porque dentro de poco podría unirse a la guardia personal del canciller, Gunther dirigió sus apresurados pasos hacia el sótano de su hogar.

Rebuscando toda la información que pudiera servirle para presentar su solicitud ante la oficina de seguridad, tomó un par de cajas que en un rincón yacían olvidadas.

"Maldito polvo, ¿Hace cuanto no se limpia este lugar?", se quejó antes de comenzar a estornudar.

"¿Gunther?, ¿Estás ahí?", nada conforme con la decisión tomada por su hijo, desde el piso superior Heinre preguntó.

"Si, padre", replicó rebuscando entre los viejos documentos. "Ya solo tengo que corroborar los nombres de mis tatarabuelos a fin de demostrar la pureza de mi sangre. Pocos tienen esa oportunidad", inflamando el pecho en el más puro orgullo, pensó.

Ante su poco cuidado en el manejo de las cajas una cayó y abriéndose, dejó esparcido su contenido.

El pelinegro se inclinó y mientras lo reunía, se encontró con un álbum de viejas fotografías, el cual perteneció a Hildegard, su madre.

"Ella era una mujer muy bella y sobre todo bien educada, no como la estúpida madre de mi hermana", masculló al contemplar su agradable sonrisa. Guardándola en el bolsillo de su camisa, siguió revisando lo demás. "¿Qué es esto?", se preguntó ante lo que parecía ser una agenda cuyas amarillentas páginas estaban ocultas a la vista detrás de una oxidada cerradura. "Estoy seguro de que fue esa mujer quien decidió deshacerse de estas cosas, mi padre debió hablarme de su existencia", molesto murmuró.

Intrigado por lo que en su interior pudiera contener, el pelinegro avanzó hacia la caja de herramientas e improvisando una ganzúa, logró abrirla.

"Es un diario, ¡Vaya cosas atesoran las mujeres!". Dudando en conocer los más íntimos pensamientos de su madre, Gunther le dio una rápida lectura, no encontrando nada que pudiera sorprenderlo, hasta que de entre sus páginas una vieja fotografía resbaló. "¡Eh!, inclinándose para tomarla, en ella observó a su madre en compañía de un hombre que claramente no se trataba de su padre. "¿Y esto?", se cuestionó observando el reverso. "Fue hecha antes de que yo naciera… ¿Jacob Levy?. ¿Quién es ese sujeto?"

Los pesados pasos de alguien que se aproximaba lo hicieron reaccionar; "¿Necesitas ayuda?", su padre cuestionó.

"No, ya voy a subir. Solo dame un minuto", nervioso contesto mientras que rápidamente entre sus ropas guardaba tan misteriosos objetos. Componiéndose el cabello, regreso al primer piso.

"¿Encontraste lo que buscabas?", Heinre preguntó.

"Si, eso creo", titubeante respondió.

"¿Te encuentras bien?", notando su agitación y la mueca que en su rostro se formó, fue la pregunta que siguió.

"Si, por supuesto… voy… voy a darme una ducha", el pelinegro respondió mientras que a prisa se dirigía escaleras arriba.

Nada convencido Heinre asintió mientras escuchaba cerrarse la puerta de su habitación; "Espero que su deseo de ingresar a la guardia personal del canciller no lo lleve a descubrir su verdad. Es algo que a los tres nos destruiría por igual", afligido pensó.

Mientras tanto Gunther se sentó junto a la ventana, sumergiéndose por completo en lo que hacía tantos años su madre dejó escrito.

Y fue ante la más inesperada confesión, que el casi pálido rostro del joven terminó por perder su candor; "¿Qué… qué significa esto?", faltando el aire a sus pulmones, se cuestionó.

"La cena pronto estará lista", desde el piso inferior el viejo anuncio.

"Si, ¿Padre?", balbuceante respondió. "¿Él… él lo sabrá?", fue la pregunta que lo sacudió.


(Presente)

Temerosa y sin que nadie le hubiera informado los motivos para tan arbitrario arresto, sentada en una improvisada cama la aguamarina permanecía a la espera.

Afuera la batalla continuaba, dejando que de vez en cuando las balas se impactaran en los altos muros de la prisión.

"Todo mi mundo se ha venido abajo. ¿Qué error cometí como para tener que pagarlo así?", colocando la mano sobre su vientre, dejó que el llanto brotara. "No quiero que mi hijo nazca en este maldito lugar. Soy inocente de cualquier cosa que me acusen. Además haberme convertido en su esposa no es un crimen"

"¡Vaya, vaya. Pero miren a quien tenemos aquí!", de pronto un oficial expresó, acto seguido con ambas manos se sujetó a la reja.

Reconociendo al hombre que la estuvo molestando durante la reconstrucción de aquel edificio, Michiru titubeo.

"¿Por qué te arrestaron?", fue la pregunta que él regordete Boris formuló. "Debiste ver este lugar. Mis superiores me ordenaron limpiarlo para que estuviera presentable, pero nunca imaginé que sería para ti. De haber sabido habría conseguido sábanas limpias"

Por su parte Michiru desvió el rostro.

"No pensé que volveríamos a encontrarnos, mucho menos en estas circunstancias. Ya sabes que hacer, sí me los pides puedo dejarte salir. ¿Qué puedes darme a cambio?", mostrándole las llaves, cuestionó.

Michiru continuó en el mismo silencio.

"Sigues igual de orgullosa, la diferencia es que tu novio no está aquí para cuidarte... Estamos solos, así que puedo hacerte compañía", colocando la llave correspondiente en la cerradura, lentamente comenzó a abrirla.

Ante sus acciones y la mueca que en su rostro se formó, imposible fue que la joven no comenzara a temblar. "Por favor no me moleste", si apenas pudo expresar.

"No tengas miedo. Solo vamos a platicar mientras limpio… ¿Cómo es que te llamas?", a punto de empujar la puerta, añadió.

"Compórtese, sargento", desde más allá el comandante del lugar gritó.

"Como ordene, señor", recobrando la compostura y volviendo a asegurar la reja, Boris contestó.

El comandante avanzó hacia la celda de la aguamarina y despojándolo de las llaves, abrió; "Acompáñame… no, no te voy a lastimar"

Desconfiando la aguamarina accedió, concluyendo que de negarse podría ser peor.

Escoltada por dos oficiales Michiru fue conducida dentro de una sala de interrogación, donde sentado detrás del escritorio Ivanovich esperaba.

"Lamento las condiciones en las que nos hemos tenido que encontrar, comprenderá que esta es una prisión y no disponemos de cierta amenidades… por favor retirele las esposas", con tono sereno expresó y ordenó, a lo que los oficiales no tardaron en obedecer. "Tome asiento"

"Gracias", ella expresó mientras masajeaba sus lastimadas muñecas.

"Entiendo que todo esto la tome por sorpresa, o quizá no tanto. Lamento mucho que mis hombres la hayan tratado así considerando su estado"

"Nadie me ha dicho el motivo de mi arresto. Le juro que no hice nada, salvo convertirme en la esposa del coronel", agitada expresó.

"Yo creo que usted sí sabe los motivos. Disponemos de mucho tiempo para hablar, soy todo oídos", arrojando los documentos sobre el escritorio, dijo.

"No sé de qué habla, coronel"

"Entonces tendré que refrescarle la memoria. Hábleme de su relación con el coronel Haruka T. ¿Cómo se conocieron?", se dirigió con el mismo tono sereno de antes.

Michiru asintió, recordando a detalle lo acontecido en días previos a la llegada del ejército que él representaba; "Antes de que ustedes llegaran los oficiales que quedaban en la región llamaron a toda la población civil para darnos instrucciones. Bajo pena de muerte debiamos defender la ciudad. Fui enviada a pocas calles de aquí…", ante el recuerdo específico de lo que esa noche sucedió, hizo silencio.

"Prosiga y procure concentrarse en lo importante", Ivanovich ordenó.

"Ignoro qué día lo conocí"

"¿En qué condiciones sucedió?"

"Tenía miedo. Hacía días que no comía, mucho menos había dormido, así que me oculte en un edificio. Él llegó revisando él lugar y me encontró", explicó a grandes detalles.

"¿Qué pasó después?"

"Ya conoce el resto", no deseando revelarle que fue él quien le ofreció su ayuda a fin de protegerlo, respondió.

"¿Y aún así decidió convertirse en su esposa?", malinterpretando, él preguntó.

La aguamarina asintió; "No considero que del todo el coronel me haya lastimado, porque mucho de lo que entre nosotros sucedió fue mi decisión. Además lo amo y es el padre de mi hijo"

Escuchando con atención, fue turno de que Ivanovich asintiera, buscando detrás de sus palabras un segundo significado; "Aunque disfrace su declaración con muestras de afecto, no dudo que esté molesta con él, después de todo ¿Qué mujer no lo estaría?. Quizá en complicidad con su hermano y en su afán de vengarse ha utilizado al coronel Haruka T. A estas alturas me es difícil discernir si él es un conspirador, o una víctima de esta mujer", contemplandola de forma inquisidora, pensó. "Hábleme de Gunther, su hermano"

Ante su extraña petición, Michiru asintió; "Él es o era mayor que yo"

"¿A que se refiere con esa vaga respuesta?"

"Somos medios hermanos, hijo de la primera esposa de mi padre. Lo conocí cuando yo tenía cinco años, él once"

"¿Por qué?"

"A la muerte de su madre mi padre lo envió a un internado. Desconozco porque lo hizo, pero luego de conversar con mi madre lo llevó a vivir con nosotras"

"¿Sabe cuánto tiempo su padre esperó para volver a casarse?, ¿Sabe si usted es producto de una relación extra marital?"

Ante esas dos preguntas la aguamarina se encogió de hombros. "Solo sé que conoció a mi madre en la ciudad de Munchburg, desconozco sus intimidades"

"Antes de unirse al ejército, ¿Dónde trabajaba?", aunque ya conocía esos detalles, deseaba encontrar algo más en sus respuestas.

"En el banco hasta que decidió unirse a la guardia personal del entonces canciller. Mi padre no se lo tomó muy bien, a los pocos meses de iniciar la guerra fue enviado al Sur", al decirlo bajo la mirada, gesto que para Ivanovich no pasó desapercibido. "Hace años dejó de contestar nuestras cartas. La oficina de reclutamiento no supo qué responder a nuestros cuestionamientos. No saben si murió o simplemente desapareció", dijo y entonces dejó que unas cuantas lágrimas libres fluyeran. "Al poco tiempo mi padre murió, fue la pena lo que lo mató"

"¡Con que a eso se refería!", en su propio idioma exclamó.

"El coronel dice que si fue hecho prisionero muy probablemente fue enviado a las prisiones del Sur"

Ivanovich asintió levemente, luego recobró la compostura; "¿Qué fue lo último que supieron de él?"

"Estaba cerca de la región de Antlovik"

"¿Será posible que el coronel, esta mujer y el tan Gunther estén en complicidad?", pensó.

"¿Cuando podré volver al lado de mi esposo?, él me necesita y además mi bebé…"

"No tiene de qué preocuparse, señora T. La pondré bajo vigilancia, además contamos con excelentes médicos"

"Disculpe, ¿Podría decirme por qué estoy aquí?... ¿Sabe algo de Gunther?", agitada preguntó.

Ivanovich torció los labios con ese aire de autoridad; "Tendrá tiempo para meditar y usted misma podrá darme esas respuestas", dijo. "Devuelvanla a la celda", ordenó

"Si, señor"


(En a clínica de la cirujano Mizuno)

Sin fuerza, el rubio se sentó a orilla de la cama; "Tengo que ir a buscarla"

"Imposible, coronel. No puede salir", Mizuno expresó.

"No me importa", tomando su deshecho uniforme, con dificultad comenzó a vestirlo.

"Está mal herido, tiene que recostarse", Mina intervino.

"No puedo permitir que esté a su merced, ellos podrían…", ante el terrible dolor, se llevó la mano a una de sus heridas.

"Tiene que volver a la cama. En cuanto sea seguro salir en compañía de Fiódor iré a informarme", la cirujano señaló.

"No… debo ir ahora", apoyándose en los muros, con dificultad comenzó a desplazarse, pero el dolor pudo más que su voluntad, provocando que cayera sobre sus rodillas.

"No debe esforzarse. Lo ayudaremos a regresar"

"¡Maldita sea!. Ni siquiera puedo ir en auxilio de mi esposa", chilló golpeando el piso.

"¡Coronel!", horrorizada la rubia mujer gritó, observando cómo sus heridas de nueva cuenta comenzaban a sangrar. "Debemos suturar"

"Después, debo llegar"

"Deje que vuelva a suturar y yo misma lo llevaré a la prisión"

Dejando que ante su impotencia el llanto brotara, Haruka asintió mientras tomaba su mano.

"Gracias, Mina"

"Tu, ayúdame a ponerlo de pie", la cirujano ordenó a un oficial que por ahí pasaba.


(Cerca de ahí)

"Usemos los subterráneos a fin de acercarnos, son solo un par de calles lo que nos impide apresar a ese tan Rudolf Himmler", Fedorenko expresó.

"Insistir con una reunión no nos llevara a nada, además podrían tendernos una trampa", Sokolov, representante del general Mikailov, añadió.

"¿Cuánto tiempo hace que esto comenzó?", Volkov cuestionó.

"Veinte horas, señor", consultando su reloj Pavlov replicó.

"Pronto se cumplirá un día, no podemos permitir que suceda. Además le recuerdo que también están muriendo los hombres del general Mikhailov", Fedorenko habló.

Sin previo aviso la puerta se abrió, interrumpiendo la acalorada conversación y dando paso a un sereno Ivanovich.

"¿Y bien?, ¿Descubrió algo que pueda servirnos?", el mayor en rango se dirigió.

"No todo puede resolverse desde detrás de un escritorio. Y si, tengo las respuestas a costa de nuestro impecable sistema penitenciario"

"¿A que se refiere?"

El hombre sonrió y acto seguido sobre el escritorio arrojó ambos expedientes; "Los responsables de este asunto son excombatientes que alguna vez fueron prisioneros nuestros. De alguna forma Helmut Hees y Gunther K. lograron burlar nuestra vigilancia y regresar, tuvieron mucho tiempo para planear este golpe"

"¿Está seguro?"

"A uno lo tengo sobre la mesa de autopsias y creo firmemente que el otro sigue vivo. De ser así en mi poder tengo algo que lo hará deponer las armas"

"¿De qué se trata?"

Ivanovich no respondió, avanzando hacia el oficial que se encargaba de establecer la comunicación; "Investigue qué canales están usando a fin de interceptarlo. Tengo un mensaje que darles"


(Al otro lado de la calle)

Confundido, un joven civil observó en todas direcciones.

"Me he quedado sin balas. No tiene caso que siga peleando, a la larga no seré el único", pensó mirando al calvo Rudolf Himmler. "Si digo algo va a asesinarme, pero también es cierto que el ejército lo hará. Si me rindo quizá tenga alguna oportunidad", dejando su arma a un lado comenzó a caminar en reversa, esperando no llamar la atención del sujeto.

"Señor, ahora si nos estamos quedando sin municiones. Es lo que el mensaje dice, mire", el encargado de la máquina de pulsos informo.

"La orden es que resistan", el hombre respondió.

"Es imposible", alejándose de la ventana, desde el otro lado de la habitación un viejo gritó.

"Regresa a tu posición"

"¿Y que se supone que voy a hacer con un arma que ya no puedo disparar?. Además está oscureciendo, será imposible diferenciar a los nuestros del ejército"

"No son más que unos cobardes"

"Cobarde es el sujeto que nos dejó a nuestra suerte, además de poco ha servido que los nuestros se infiltraran entre ellos. Ahora dime, ¿Dónde está?", gritó.

"¿Lo ves?, nos envió a morir. Es igual a ese hombre, es un imbécil", otro añadió.

"Debo hacerlo ahora", aprovechando la confrontación, el joven corrió, pero no llegaría muy lejos.

Un disparo hecho por Rudolf detuvo su huida, arrancándole la vida al instante. "Ninguno se rinde y si tienen que pelear con las manos, entonces háganlo"


(Mientras tanto)

Habiendo logrado burlar el fuego cruzado gracias al abandonado alcantarillado de la ciudad, el alguna vez pelinegro logró acercarse lo suficiente al centro de la ciudad.

Y como si de una rata se tratara, desde ahí comandaría la operación.

"¿Qué noticias hay?", cuestionó.

"El comando número cuatro logró tomar el control de la clínica siete, el dos está a cargo de la oficina postal, el ocho tiene el banco bajo control. Y el siete está por ingresar al bunker del general Francois"

"Fantástico, tenemos que resistir. El general Smith también tiene que caer", contento el cazador sonrió.

"Señor, los comandos uno, tres y seis se han quedado sin municiones", otro señaló.

"En esta nación no hay lugar para los cobardes. Aquel que esté dispuesto a rendirse debe morir"

"Pero señor…"

Gunther frunció el entrecejo y tomando su arma, sin un ápice de culpabilidad le disparó. "No hay lugar para los cobardes", repitió para que el resto lo escucharan. "Es ahora o nunca"

"Está entrando un mensaje", temeroso el encargado de la máquina de pulsos anunció.

"¿Qué comando lo envía?", preguntó.

"El ejército del Sur, señor. Han logrado infiltrarse en nuestro canal… piden comunicación con el señor Gunther K."

Él, que ante sus cómplices se hizo llamar Wolf, frunció el entrecejo; "¿Si?"

"Si, señor"; expresó mientras le entregaba el código.

Gunther lo tomó y descifrando el mensaje, frunció el entrecejo, apretó el puño e hizo rechinar sus dientes amenazando con romperlos. "Malditos hijos de perra", chillo como si de una bestia se tratara. "Ustedes, vengan contigo", pidió a una docena de hombres.


Notas de autor;

Michelle; Si lo vemos desde cierto ángulo, Ivanovich tiene razones muy poderosas para pensar que Michi es cómplice y está usando a Haruka. Desde su punto de vista es mucha coincidencia que ella haya estado en medio de la pelea entre Kozlov y Haruka, además parece muy oportuno que se haya casado con él justo cuando su hermano, un ex prisionero criminal de guerra provoca semejante problema. No podemos culparlo, está haciendo su trabajo.

Kaiohmaru; Dudo mucho que Ivanovich de una orden como esa en contra de Michi, pero lo mismo no podemos decir de los oficiales que la rodean. Si llegaran a enterarse de lo que está pasando, es seguro que no le darían un muy buen trato.

Isabelle; Michi solo habla con la verdad, que Ivanovivh y los demás crean en su inocencia es otra cosa.

Isavellcota; Lo único que tienen en contra de Michiru es que es hermana de Gunther y esposa de un miembro del ejército del Sur, para el oficial ella fue convincente, pero sin duda la está usando con el fin de apresarlo.

szer; El escape de Gunther es la combinación de todo lo que mencionaste. Michi sabe que Guther no fue bueno, pero desconoce en qué proporciones. Los únicos que sabían la verdad sobre su origen aparte de él eran su padre adoptivo, su madre y Helmut, que no vivió mucho para contarlo.

Alice; Lo que menos pueden hacer es escapar y no precisamente por sus limitaciones, sino que ambos se volverían aún más sospechosos de lo que ya son. Se convertirían en enemigos del estado y los perseguirían por siempre sin importar donde intentarán esconderse.