XXIII
Annabeth
—Entonces yo creo que me toca leer a mí —dijo Zoé
—Supongo que es justo —asintió Leo
—Está bien —suspiró Annabeth
Charles le pasó el libro a su hermana
Annabeth tropezó literalmente con el segundo titán.
—Empezamos con todo —dijo Thalia
—Es mejor abrir el capítulo con una frase poderosa —comentó Annabeth
—Claramente —asintió Percy —todos lo sabemos
—Así es como se debería empezar a leer algo —dijo Miranda
Después de penetrar en el frente tormentoso, anduvieron con paso lento durante lo que le parecieron horas. Contaban con la luz que desprendía la hoja de bronce celestial de Percy y con Bob, que brillaba débilmente en la oscuridad, como una especie de chiflado ángel conserje.
—Vaya —dijo Will
—Esperemos que eso disuada a cualquier monstruo que quiera meterse con ustedes —comentó Hermes
—Definitivamente es una ventaja —dijo Clarisse
—Es mejor que estar a oscuras —coincidió Grover
Annabeth solo podía ver aproximadamente un metro y medio por delante de ella. Las Tierras Oscuras le recordaban extrañamente a San Francisco, donde vivía su padre: aquellas tardes de verano cuando el banco de niebla se acercaba como relleno de embalaje frío y húmedo y engullía el barrio de Pacific Heights.
—Extraña comparación, pero bueno —dijo Apolo
—Pero entendemos hacia dónde va eso —dijo Artemisa
—Es comprensible buscar algo que te reconforte para poder compararlo —comentó Hestia
—Aunque no sé en realidad cuanto funcionó —murmuró Annabeth
—Pero es mejor que nada —dijo Rachel
La diferencia era que allí, en el Tártaro, la niebla era tan oscura que parecía hecha de tinta. Salían rocas de la nada. Aparecían fosos a sus pies, y Annabeth no se cayó por los pelos.
—Era un juego muy peligroso —masculló Annabeth
—No fue de mis juegos favoritos —dijo Percy
—Imaginate si tomaras una de las bebidas de Dionisio —señaló Apolo
—Sería increíblemente interesante —suspiró Dionisio
Unos rugidos monstruosos resonaban en la penumbra, pero Annabeth no sabía de dónde venían. Lo único de lo que estaba segura era de que el terreno seguía descendiendo. La única dirección permitida en el Tártaro parecía ser hacia abajo.
—Eso no suena muy bueno —dijo Connor
—Aunque no sé si es peor lo de los rugidos o que el camino sea hacia abajo —dijo Katie con una mueca
—Yo creo que ambos son bastante terribles —comentó Miranda
—Sí, no hay como por cual votar —dijo Travis
Cada vez que Annabeth desandaba un solo paso, sentía cansancio y pesadez, como si la gravedad aumentara para desanimarla. Suponiendo que todo el foso fuera el cuerpo de Tártaro, Annabeth tenía el mal presentimiento de que estaban bajando por su garganta.
—Entonces no quiero saber a donde van a llegar, gracias —dijo Leo con una mueca de asco
—Es bastante preocupante hasta llega eso y lo que pudieran encontrar —dijo Rachel
—Y claramente no sería algo bueno —señaló Chris
—Todos estamos de acuerdo en eso —murmuró Hermes
Estaba tan obsesionada con la idea que no se fijó en el saliente hasta que fue demasiado tarde.
—¡Cuidado! —gritó Percy.
Intentó agarrarle el brazo, pero ella ya se había caído. Afortunadamente, solo era una pequeña depresión.
—Al menos —dijo Piper
—Por eso cuando hagan senderismo deben estar atentos al camino —masculló Annabeth
—Muchas gracias por la lección —convino Thalia
—Cuando quieras —dijo Annabeth
La mayor parte estaba ocupada por la ampolla de un monstruo. Cayó en blando sobre una superficie caliente y elástica, y estaba dando gracias a su suerte… cuando abrió los ojos y se encontró mirando a través de una brillante membrana dorada una cara mucho más grande.
—Sigo diciendo que es asqueroso —murmuró Travis
—Sí lo era —asintió Percy
—Mucho —dijo Annabeth con una mueca
—Pero así es como funciona eso —comentó Apolo encogiéndose de hombros
Gritó y se agitó, y cayó del montículo de lado. El corazón le palpitaba en el pecho.
Percy la ayudó a levantarse. —¿Estás bien?
Ella no se atrevía a contestar. Si abría la boca, podría gritar otra vez, y eso sería poco digno. Era una hija de Atenea, no una víctima gritona de una película de terror.
—Pero creo que todos lo entenderíamos —dijo Thalia
—Creo que no hay algo indigno para hacer ahí —comentó Rachel
—Todos los sentimientos son bastante aceptables —dijo Sally con una pequeña mueca
Aun así, después de todo, Annabeth se había sentido poco digna, bueno, en realidad no solo en ese momento, si no en el viaje en general
Pero dioses del Olimpo… Acurrucado dentro de la burbuja membranosa que tenía delante, había un titán completamente formado, con una armadura dorada y la piel del color de un centavo pulido.
Grover hizo una mueca
—Genial, tenía que volver a ser él —suspiró Poseidón
—Bueno, ese es el lugar de los monstruos —señaló Hermes
—Pero aun así —dijo Poseidón
Tenía los ojos cerrados, pero su expresión era tan ceñuda que parecía a punto de lanzar un espeluznante grito de guerra. A pesar de la ampolla, Annabeth podía percibir el calor que irradiaba de su cuerpo.
—Hiperión —dijo Percy—. Odio a ese tío.
—También yo —dijo Grover —y todos los espíritus de la naturaleza
—Se hubiera quedado como arce, habría sido mucho mejor —dijo Thalia
—Así al menos ayudaba al planeta —comentó Rachel
—Servía para algo —asintió Annabeth
De repente, a Annabeth le empezó a doler una vieja herida que había sufrido en el hombro. Durante la batalla de Manhattan, Percy había luchado contra ese titán en el principal estanque de Central Park: agua contra fuego. Había sido la primera vez que Percy había invocado un huracán, algo que Annabeth no olvidaría jamás.
—Espero que de una buena manera —dijo Percy con una sonrisa de lado
—Fue bastante impresionante —convino Annabeth
—Fue bastante genial —asintió Grover
—Nosotros también lo creemos, y no estuvimos ahí —dijo Leo
—Suficiente fue con lo que leímos —coincidió Piper
—Creía que Grover lo había convertido en un arce.
—Sí —convino Percy—. Tal vez el arce se murió, y él acabó aquí.
Annabeth recordó las explosiones que Hiperión había provocado y a cuántos sátiros y ninfas había destruido antes de que Percy y Grover lo detuvieran.
—Tal vez el arce fue utilizado por los mortales —dijo Grover
—Eso me suena lógico —dijo Thalia
—Espero que la madera de ese árbol no esté embrujada o algo así —comentó Leo
—Sería algo muy malo —asintió Rachel
—Y así chicos, es como se hace una mansión embrujada —dijo Zoé
Estaba a punto de proponer que reventaran la burbuja de Hiperión cuando él despertó. Parecía listo para salir en cualquier momento y ponerse a quemarlo todo a su paso.
—No puede ser —dijo Travis
—Siento que si algo puede salir mal, va a salir mal —dijo Piper
—Más o menos —murmuró Annabeth
Entonces miró a Bob. El titán plateado estaba examinando a Hiperión con el entrecejo fruncido debido a la concentración, tal vez reconociéndose en él. Sus caras se parecían tanto… Annabeth reprimió un juramento. Claro que se parecían. Hiperión era su hermano. Hiperión era el señor de los titanes del este. Jápeto, Bob, era el señor del oeste.
—Joder, ojalá eso no se ponga mal —dijo Connor
—Porque suena a que podría pasar —asintió Chris
—Suena a que están a una mala decisión de que todo explote —convino Thalia
—Nada más un poquito —dijo Percy
—Un poquito —murmuró Sally
Percy le dio una sonrisa inocente
Si le quitabas a Bob la escoba y la ropa de conserje, le ponías una armadura y le cortabas el pelo, le cambiabas la combinación de colores de plateado a dorado, Jápeto habría sido casi imposible de distinguir de Hiperión.
—Bob —dijo—, debemos irnos.
—Oro, no plata —murmuró Bob—. Pero se parece a mí.
Los chicos hicieron una mueca
—Bueno, pero no creo que el Leteo funcione como que alguien pueda recuperar sus recuerdos por ver algo familiar — dijo Bianca
—Pero en ese lugar quien sabe como funcione —dijo Hazel —puede que para ellos sea como curativo o algo así
—Eso definitivamente podría ser —asintió Nico
—Bob —dijo Percy—. Oye, colega, ven aquí.
El titán se volvió de mala gana.
—¿Soy tu amigo? —preguntó Percy.
—Sí —Bob parecía peligrosamente indeciso—. Somos amigos.
—Ok, eso nos lo podemos saltar —murmuró Percy, creía lo que había dicho, pero al mismo tiempo había tenido que hacer todo. Se sintió mal, porque no conocía a Bob y si pudiera hacer las cosas diferentes y no olvidarse del Titán como lo había hecho, lo haría. Los salvó gracias a Nico
Annabeth le dio una pequeña sonrisa de apoyo.
—Sabes que algunos monstruos son buenos —dijo Percy—. Y otros son malos.
—Hum —dijo Bob—. Por ejemplo… las fantasmas guapas que sirven a Perséfone son buenas. Los zombis que explotan son malos.
—Lo diría al revés, pero bueno —masculló Nico
—Cada quien habla de su experiencia —dijo Perséfone encogiéndose de hombros
—Pues algo que explote no me suena tan divertido —dijo Travis
—Depende del momento y lo es —señaló Nico
—Claaaro —dijo Connor
—Exacto —dijo Percy—. Y algunos mortales son buenos y otros son malos. Pues lo mismo pasa con los titanes.
—Titanes…
Bob se alzaba por encima de ellos, mirándolos ceñudo. Annabeth estaba segura de que su novio acababa de cometer un gran error.
—Aunque no exactamente —murmuró Annabeth
Percy le dio una pequeñísima sonrisa
—Me parece bastante interesante que Perseo esté tranquilo en toda la charla —dijo Hera —demasiado tranquilo
Percy frunció el ceño
—De nada le serviría no mostrarse tranquilo —replicó Poseidón —eso haría sospechar más a Bob
Hera lo miró con una ceja alzada, pero no dijo nada, aunque su expresión no le gustaba a los semidioses.
—Eso es lo que tú eres —dijo Percy con serenidad—. Bob el titán. Eres bueno. Eres estupendo, de hecho. Pero algunos titanes no lo son. Este de aquí, Hiperión, es malo como la tiña. Intentó matarme… intentó matar a mucha gente.
—Y vaya que lo hizo —murmuró Grover con tristeza —muchos espíritus de la naturaleza
—Definitivamente no debió de haber dejado de ser un arce —masculló Zoë
—Al menos así contribuía en algo, era mejor que nada —dijo Bianca
—Definitivamente —suspiró Grover
Bob parpadeó con sus ojos plateados.
—Pero parece… su cara es tan…
—Se parece a ti —convino Percy—. Es un titán, como tú. Pero no es bueno como tú.
—Bob es bueno —sus dedos apretaron el mango de la escoba—.
Poseidón y Sally respiraron aliviados
—Bueno, eso no fue tan malo como creí —dijo Will
—Pero todavía falta mucho capítulo —comentó Chris
—Eres la alegría de la huerta —se quejó Travis
Sí. Siempre hay al menos uno bueno: monstruos, titanes, gigantes…
—Ah… —Percy hizo una mueca—. Bueno, en el caso de los gigantes no estoy seguro.
—Oh, sí.
—Claro que sí —se burló Ares
Percy le dio una mirada asesina
—¿Cómo puede haber gigantes buenos? —preguntó Bianca
—Hay titanes buenos, todo puede pasar —dijo Leo encogiéndose de hombros
Bob asintió con la cabeza con seriedad.
Annabeth tenía la sensación de que habían estado demasiado tiempo en ese sitio. Sus perseguidores estarían acercándose.
—Debemos irnos —los apremió—. ¿Qué hacemos con…?
—Era un poco complicado —dijo Hermes
—Pero de dejarlo vivo se va a convertir en un problema más temprano que tarde —dijo Artemisa
—Y de matarlo ellos mismo podrían hacer que Bob les pierda la confianza —comentó Apolo
—Bueno, pues no es precisamente lo que pasa —murmuró Zoé
—Te toca, Bob —dijo Percy—. Hiperión es de tu raza. Podríamos dejarlo en paz, pero si se despierta…
La lanza-escoba de Bob se puso a barrer. Si hubiera estado apuntando a Annabeth o a Percy, los habría partido por la mitad. En cambio, Bob atravesó la ampolla monstruosa, que estalló en un géiser de caliente lodo dorado.
—Vaya, eso dice mucho —comentó dijo Perséfone con una ceja alzada
—Supiste jugar bien tus cartas, Perseo —dijo Atenea
—Gracias —dijo Percy, porque se negaba a dejarle ver a la diosa lo incómodo que le ponía su mirada, casi como si pudiera ver dentro de su alma.
Annabeth se limpió el fango de titán de los ojos. Donde había estado Hiperión solo quedaba un cráter humeante.
—Hiperión es un titán malo —anunció Bob con expresión adusta—. Ya no puede hacer daño a mis amigos. Tendrá que regenerarse en otra parte del Tártaro. Con suerte, le llevará mucho tiempo.
—Eso esperamos —dijo Grover
—Bueno, la última vez no le llevó tanto tiempo —dijo Travis
—Y te quejas de mí —murmuró Chris
—Y la última vez no estaba en ese lugar, ya se le ahorró como medio camino —señaló Connor
—Bueno, gracias —suspiró Grover
Los ojos del titán parecían más brillantes de lo normal, como si estuvieran a punto de derramar lágrimas de mercurio.
—Gracias, Bob —dijo Percy.
Percy hizo una mueca
—Probablemente debió ser difícil, pero fue lo correcto —dijo Rachel
—Definitivamente —asintió Piper
¿Cómo permanecía tan tranquilo? Al ver la forma en que él hablaba con Bob, Annabeth se quedó pasmada… y también un poco inquieta. Si Percy pensaba dejar realmente la decisión en manos de Bob, no le gustaba lo mucho que se fiaba del titán.
—Pero bueno, está demostrando que tiene razón al confiar en él —dijo Perséfone
—A pesar de todo, el sesos de alga es bueno en leer a las personas, aplica también para los Titanes al parecer —señaló Thalia
—Es una ventaja —comentó Apolo —una muy buena
Si había manipulado a Bob para que tomara esa decisión… Bueno, a Annabeth le asombraba que Percy pudiera ser tan calculador.
Porque no a todos los dioses se les había pasado por alto la forma demasiado tranquila en que Percy estaba hablando o cómo las cosas se "movieron" a su favor.
Después de leer los libros se habían dado cuenta de que Perseo era una amenaza, pero el hecho de que pudiera manipular incluso a un titán lo hacía más imprevisible.
Los semidioses miraron a Percy con un poco de asombro, a veces era como si hubiera dos de él, la persona que les hacía bromas y comentarios sarcásticos… y el otro.
Él la miró a los ojos, pero ella fue incapaz de descifrar su expresión. Eso también la molestó.
—Será mejor que sigamos —dijo.
Ella y Percy siguieron a Bob; en su uniforme de conserje brillaban las manchas de lodo dorado de la burbuja reventada de Hiperión.
—Esto se está poniendo muy interesante —comentó Dionisio dándole a Percy una mirada que se veía un poco calculadora
Percy se removió incómodo ante la atención no solicitada
XXIV Annabeth
Al poco rato, Annabeth tenía los pies como baba de titán. Avanzaba con paso resuelto siguiendo a Bob y escuchando el chapoteo monótono del líquido de su botella de limpieza. «Estate alerta», se decía a sí misma, pero resultaba difícil.
—Sería raro que no te costara trabajo —dijo Thalia
—Hacer senderismo por ese lugar está completamente horrible —dijo Annabeth —no lo recomiendo
—Bueno, afortunadamente no lo vamos a hacer —murmuró Connor
—Al menos no está en planes —señaló Travis
Tenía la mente tan embotada como las piernas. De vez en cuando, Percy le cogía la mano y hacía un comentario alentador, pero ella notaba que el oscuro paisaje también le estaba afectando. Sus ojos tenían un lustre apagado, como si su espíritu se estuviera extinguiendo poco a poco.
Zoé titubeó al leer lo siguiente
Cayó al Tártaro para estar contigo, dijo una voz dentro de su cabeza. Si muere, será culpa tuya.
—Eso no es cierto —replicó Percy inmediatamente —fue mi desición
—Si me hubiera dado cuenta antes de la telaraña… —comenzó a decir Annabeth
—No —dijo Percy interrumpiéndola —fue una cuestión del destino y no habría hecho nada diferente
Después de un minuto en el que tardó en encontrar su voz, Zoé continuó
—Basta ya —dijo Annabeth en voz alta.
Percy frunció el entrecejo. —¿Qué?
—No, no te lo decía a ti —trató de esbozar una sonrisa tranquilizadora, pero fue incapaz—. Estaba hablando conmigo misma. Este sitio… me está volviendo loca. Tengo pensamientos siniestros.
—Eso no ayudó precisamente —comentó Percy
—Lo siento —dijo Annabeth
—Aunque en realidad creo que ese era el único tipo de pensamiento —murmuró Percy
—Creo que sí —asintió Annabeth
Las arrugas de preocupación se acentuaron alrededor de los ojos de color verde mar de Percy.
—Oye, Bob, ¿adónde vamos exactamente?
—La señora —dijo Bob—. La Niebla de la Muerte.
Annabeth contuvo su irritación. —Pero ¿qué significa eso? ¿Quién es esa señora?
—¿Que diga su nombre? —Bob miró atrás—. No me parece buena idea.
—Bueno, tiene razón —asintió Artemisa
—Mejor no arriesgarse más —dijo Poseidón
—Aunque no me gusta saber a quién voy a ver —se quejó Percy
—Ese tipo de sorpresas no son tan divertidas —comentó Miranda
—Definitivamente no —dijo Nico con una mueca
Annabeth suspiró. El titán tenía razón. Los nombres tenían poder, y pronunciarlos allí, en el Tártaro, probablemente fuera peligroso.
—¿Puedes decirnos al menos cuánto falta para llegar? —preguntó.
—No lo sé —admitió Bob—. Solo puedo percibirlo. Esperaremos en la oscuridad a que oscurezca más. Luego iremos de lado.
—Me encanta que pueda oscurecer más en la oscuridad —dijo Travis
—Sabes que no va a ser divertido cuando la oscuridad se oscurezca —dijo Leo
—Yo no sabía que se podía oscurecer la oscuridad —comentó Esperanza
—Todos los días se aprende algo nuevo —dijo Lena
—De lado —murmuró—. Naturalmente.
Estuvo tentada de pedir un descanso, pero no quería parar. No allí, en aquel sitio frío y oscuro. La niebla negra se le metía en el cuerpo y volvía sus huesos de poliexpán húmedo. Se preguntaba si su mensaje llegaría hasta Rachel Dare. Si Rachel pudiera trasladar su propuesta a Reyna sin que la mataran…
—Yo creo que salió mejor de lo que esperabas —bromeó Miranda
—No pude predecir mejor resultado —dijo Annabeth con burla
Reyna resopló
—¿No se sienten increíbles de molestar a Rachel con Reyna? Porque yo sí —dijo Connor
—Definitivamente es algo que esperaba —asintió Percy divertido
Rachel le aventó un cojín
Una esperanza ridícula, dijo la voz dentro de su cabeza. No has hecho más que poner en peligro a Rachel. Aunque encuentre a los romanos, ¿por qué debería confiar Reyna en ti después de todo lo que ha pasado?
—En eso la verdad tienes un punto —dijo Thalia
—Soy muy buena convenciendo a la gente —bromeó Rachel
Reyna rodó los ojos
—Y además llevaba mi cepillo azul —añadió Rachel con orgullo
—Así que portate bien, Reyna —dijo Connor riendo
Annabeth tuvo la tentación de gritarle a la voz, pero resistió el impulso. Aunque se estuviera volviendo loca, no quería que también lo pareciera. Necesitaba desesperadamente algo que le levantara el ánimo. Un trago de agua de verdad. Un instante de luz del sol. Una cama calentita. Una palabra amable de su madre.
Annabeth se sonrojó y se movió incómoda
Atenea la miró sin saber que decir, no después de todo
Antes de que todo se volviera más incómodo, Zoé siguió la lectura
De repente Bob se detuvo. Levantó la mano: «Esperad».
—¿Qué pasa? —susurró Percy.
—Chis —le advirtió Bob—. Delante. Algo se está moviendo.
—Eso no suena bien —dijo Hermes
—Cualquier cosa que se mueva ahí no es algo bueno —dijo Deméter
—Mejor que eviten a tantos monstruos como puedan —asintió Perséfone
—No creo que sea tan fácil como parece —señaló Apolo
Annabeth aguzó el oído. En algún lugar, oculto en la niebla, sonaba un profundo zumbido, como el motor al ralentí de un gran vehículo de construcción. Podía notar las vibraciones a través de sus zapatos.
—Lo rodearemos —susurró Bob—. Que cada uno de vosotros elija un flanco.
—No sé qué tan buena idea sea eso —murmuró Poseidón
—Les dará más oportunidad si son demasiados —dijo Artemisa
—Es mejor que cubran el terreno que puedan —señaló Hades
Por millonésima vez, Annabeth deseó tener su daga. Cogió un trozo de obsidiana negra puntiaguda y se dirigió a la izquierda sigilosamente. Percy fue a la derecha, con la espada en ristre. Bob avanzó por en medio, la punta de su lanza brillando entre la niebla.
—Genial —se quejó Piper
—Sí, definitivamente un trozo de obsidiana no es la mejor arma —dijo Deméter
—Pero no tiene mucha alternativa —señaló Dionisio —yo digo que es mejor que nada
—Sí era mejor que nada —murmuró Annabeth
El zumbido aumentó de volumen, haciendo sacudir la grava a los pies de Annabeth. Parecía provenir justo de delante de ellos.
—¿Listos? —murmuró Bob.
Annabeth se agachó, lista para saltar. —¿A la de tres?
—Es el mejor momento —asintió Percy
—Claro —dijo Annabeth —mientras todavía teníamos el efecto sorpresa
—Aunque los sorprendidos fuimos nosotros —comentó Percy
—Y vaya que sí —coincidió Annabeth
—Uno —susurró Percy—. Dos…
Una figura apareció en la niebla. Bob levantó la lanza.
—¡Espera! —gritó Annabeth.
—¿Por qué van a esperar para atacar al monstruo? —preguntó Chris
—Puede que se hayan dado cuenta que es más de un monstruo —señaló Katie
—O tal vez cambió de rumbo —dijo Connor
—No exactamente —dijo Percy
Bob se detuvo justo a tiempo, con la punta de su lanza dos centímetros por encima de la cabeza de un diminuto gato con el pelaje blanco, marrón y negro.
—¿Miau? —dijo el gatito, impertérrito ante su plan de ataque. Frotó su cabeza contra el pie de Bob y ronroneó sonoramente.
—Awwww —dijeron los chicos totalmente encantados
—¿Cómo es que un gatito está en ese lugar? —preguntó Helena con el ceño fruncido
—Esa es precisamente la pregunta del millón —comentó Leo
Parecía imposible, pero el profundo sonido reverberante provenía del gatito. Cuando ronroneaba, el suelo vibraba y los guijarros se movían. El gatito clavó sus ojos amarillos como linternas en una piedra en concreto, justo entre los pies de Annabeth, y saltó.
—Suena lindo —dijo Miranda
—Sí lo era —asintió Annabeth
—Era increíble —dijo Percy —y bastante adorable
El gato podría haber sido un demonio o un horrible monstruo del inframundo disfrazado, pero Annabeth no pudo evitarlo: lo recogió y lo abrazó. La criatura solo tenía huesos bajo el pelaje, pero por lo demás parecía totalmente normal.
—Como el señor esqueleto —señaló Zoé mirando a Bianca
—Ustedes tienen mascotas muy raras —comentó Travis
—Son el mejor tipo de mascotas —dijo Bianca
Will y Nico intercambiaron una mirada
—¿Cómo ha…? —ni siquiera podía formular la pregunta—. ¿Qué hace un gato…?
El gato se impacientó y escapó de entre sus brazos retorciéndose. Cayó dando un golpetazo, se acercó a Bob y empezó a ronronear y a frotarse contra sus botas.
Percy se rió.
—Parece que le gustas a alguien, Bob.
—Los gatos sienten las vibras —asintió Rachel
—Nos podemos fiar del gato —dijo Travis
—Encontró a un nuevo amigo —murmuró Percy con una mueca
—os gatos te escogen —dijo Rachel encogiéndose de hombros
—Debe de ser un buen monstruo —Bob alzó la vista, nervioso—. ¿Verdad?
A Annabeth se le hizo un nudo en la garganta. Viendo al enorme titán y a aquel diminuto gato juntos, de repente se sintió insignificante comparada con la inmensidad del Tártaro. Ese lugar no respetaba nada: bueno o malo, pequeño o grande, sabio o necio. El Tártaro se tragaba a titanes, semidioses y gatitos por igual.
Los chicos hicieron una mueca
—Bueno, es un primordial, por supuesto que no va a respetar a nadie —comentó Apolo
Y sí, los dioses sabían, aunque no lo mencionaran, que tampoco los respetaría a ellos, seguramente también quería acabar con su existencia.
Bob se arrodilló y recogió al gato. Cabía perfectamente en la palma de la mano el titán, pero el animal decidió explorar. Trepó por el brazo de Bob, se puso cómodo en su hombro y cerró los ojos, ronroneando como una excavadora. De repente su pelo relució. En un abrir y cerrar de ojos, el gatito se convirtió en un fantasmal esqueleto, como si se hubiera puesto detrás de una máquina de rayos X. A continuación se transformó otra vez en un gatito corriente.
—Eso es un poco genial —admitió Leo
Luke frunció el ceño, sentía que había visto algo así en algún lado o al menos escuchado sobre eso
—¿Por qué mi perro no puede hacer eso? —preguntó Bianca a nadie en particular
—Estaría genial que se pudiera convertir en un perro del infierno —dijo Zoé
—Ni siquiera voy a decir que me sorprende —bromeó Thalia mirando a Nico y Percy
Annabeth parpadeó.
—¿Has visto…?
—Sí —Percy frunció el entrecejo—. Ostras… yo conozco a ese gatito. Es uno de los gatos del Smithsonian.
—Oh —murmuró Zoë
—Solo que no eran los gatos que querían —dijo Percy
—Pobres bebés —dijo Rachel
—Es un monstruo aun más monstruo —dijo Connor
Annabeth trató de entender lo que decía. Ella no había estado en el Museo Smithsonian con Percy… Entonces se acordó de lo ocurrido hacía varios años, cuando el titán Atlas la había secuestrado. Percy y Thalia habían dirigido una misión para rescatarla.
—Bueno, Thalia no tanto para rescatarte —bromeó Travis
—Ey —se quejó Thalia
—Aquel momento en el que te colaste a una misión —asintió Bianca
—Pero lo hice con el permiso de mi mamá —respondió Percy
—Contra todos, menos contra mi mamá —dijo Connor riendo
—No pediste permiso exactamente —bromeó Sally
—Pedí consejo y me hizo darme cuenta que necesitaba escaparme —comentó Percy, después de un momento de vacilación miró a Charles y Zoé y agregó —ustedes no me escuchen
Todos soltaron una carcajada ante eso
—Ay cariño, ya veremos —dijo Sally con un poco de diversión
Por el camino habían visto a Atlas criar unos guerreros esqueleto a partir de unos dientes de dragón en el Museo Smithsonian.
Calipso hizo una mueca, todavía era extraño ori mencionar de forma tan casual a su padre
Según Percy, el primer intento del titán había salido mal. Había plantado por error colmillos de tigre dientes de sable y había crecido una camada de gatitos esqueleto de la tierra.
—¿Es uno de ellos? —preguntó Annabeth—. ¿Cómo ha llegado aquí?
—Yo quiero uno de esos —dijo Zoé
—Sí, no lo creo —dijo Percy
—Ya tienes una perra del infierno —señaló Bianca
—Pero ahora quiero un gato —respondió Zoé
—Hay que invocarlos —respondió Esperanza con entusiasmo
—¿Pero de donde sacaríamos los colmillos prehistóricos? —preguntó Lena
—Podríamos robarlos —señaló Zoé
—¿Alguna escuchó la palabra "no"? —preguntó Percy, pero los niños seguían ideando su plan
Percy extendió las manos en un gesto de impotencia.
—Atlas les dijo a sus sirvientes que se llevaran los gatitos. Tal vez acabó con los gatos y resucitaron en el Tártaro. No lo sé.
—Que horror —dijo Connor
—¿Qué esperabas que pasara cuando le dijo a sus sirvientes que se los llevara? —preguntó Katie
—No eso —se quejó Connor —son solo gatitos
—Qué mono —dijo Bob, mientras el gatito le olfateaba la oreja.
—Pero ¿es peligroso? —preguntó Annabeth.
El titán rascó el mentón del gatito. Annabeth no sabía si era buena idea llevar un gato que había crecido a partir de un diente prehistórico, pero era evidente que ya no importaba. El titán y el gato habían estrechado lazos.
—No hay nada que hacer —dijo Rachel
—Es un lazo irrompible —asintió Bianca
—Las mascotas son el amor más puro —dijo Zoé
—Es una verdad universal —coincidió Rachel
—Lo llamaré Bob el Pequeño —dijo Bob—. Es un monstruo bueno.
Fin de la discusión. El titán levantó su lanza y continuaron marchando en la penumbra. Annabeth caminaba aturdida tratando de no pensar en pizzas. Para mantenerse distraída, observaba a Bob el Pequeño pasearse entre los hombros de Bob y ronronear. De vez en cuando, el gatito se convertía en un esqueleto brillante y luego adquiría de nuevo el aspecto de una bola de pelo.
—Suena a un increíble gatito —dijo Katie
—Sí, se veía genial —asintió Percy con una pequeña sonrisa
—Bueno, un gatito prehistórico siempre sería genial —comentó Travis
—Lo que todos quisiéramos —asintió Leo
—Aquí —anunció Bob.
Se detuvo tan súbitamente que Annabeth estuvo a punto de chocarse contra él. Bob miraba hacia su izquierda, como si estuviera absorto en sus pensamientos.
—¿Es este el sitio? —preguntó Annabeth—. ¿Es aquí donde tenemos que ir de lado?
—Sí —contestó Bob—. Más oscuro, y luego de lado.
—Me encanta la dirección —dijo Apolo con sarcasmo
—Yo también doy ese tipo de direcciones —dijo Leo
—Es una buena manera de hacerlo —asintió Piper
—Si no te entienden es su problema —coincidió Connor
Annabeth no sabía si era en realidad más oscuro, pero el aire parecía más frío y más denso, como si hubieran entrado en un microclima distinto. De nuevo se acordó de San Francisco, donde podías ir andando de un barrio a otro y la temperatura podía bajar diez grados. Se preguntó si los titanes habían construido su palacio en el monte Tamalpais porque la zona de la bahía les recordaba el Tártaro.
—Es probable —asintió Dionisio
—No sé como sentirme con respecto a eso —murmuró Jason
—Es que daba algunas vibras —dijo Percy
Qué idea tan deprimente. Solo los titanes contemplarían un sitio tan bonito como un posible puesto avanzado del abismo: un hogar infernal lejos de su hogar.
—Bueno, para ellos puede tener sentido —dijo Perséfone
—La vida solo tiene que tener sentido para ti —dijo Rachel
—Que bueno, porque me preocupaba que todos le vieran el sentido —comentó Zoé
Bob se desvió a la izquierda. Lo siguieron. Decididamente, el aire se enfrió. Annabeth se pegó a Percy en busca de calor. Él la rodeó con el brazo. Resultaba agradable estar cerca de él, pero no podía relajarse. Penetraron en una especie de bosque. Imponentes árboles negros se elevaban en la penumbra, totalmente redondos y desprovistos de ramas, como monstruosos folículos capilares. El terreno era llano y claro.
Nico hizo una mueca, no se le había ocurrido del todo que pudiera ser algo así, sin embargo parecía que cada experiencia en ese lugar era algo único para quienes lo vivían, casi se sentía como que no había dos lados iguales. Se preguntaba si ellos había visto las mismas cosas que él, esperaba que no. Eso no se lo deseaba ni a su peor enemigo.
«Con la suerte que tenemos —pensó Annabeth—, seguro que estamos atravesando el sobaco de Tártaro».
—Que asco —dijo Leo
—No te estás ayudando a ti misma —dijo Thalia
—Me di cuenta desde que llegué —comentó Annabeth
De repente sus sentidos se pusieron en estado de máxima alerta, como si alguien le hubiera dado en la nuca con una goma elástica. Posó la mano en el tronco del árbol más cercano.
—¿Qué pasa? —Percy levantó su espada.
Bob se volvió y miró atrás, confundido. —¿Paramos?
Por un momento, Annabeth no se acordaba de lo que la había hecho parar, luego fue como si le cayera una cubeta de agua helada. Se volteó a ver a Percy con un poco de alarma y le apretó la mano, esa había sido una de las peores experiencias que tuvieron en ese lugar. Sentir que Percy la había abandonado fue totalmente horrible, en realidad él no le había dicho nada sobre esa maldición en especial, pero era hija de Atenea. ¿A quién había "abandonado" Percy?
Annabeth levantó la mano para pedirles que se callaran. No estaba segura de lo que la había hecho reaccionar. Nada parecía distinto. Entonces se dio cuenta de que el tronco del árbol estaba temblando. Por un momento se preguntó si era el ronroneo del gato, pero Bob el Pequeño se había dormido sobre el hombro de Bob el Grande. A unos metros de distancia, otro árbol tembló.
—Creo que no fue el gatito —dijo Katie
—Ojalá sea otro gatito que se encontraron por ahí y no otro monstruo —dijo Chris
—Todos esperamos que así sea —coincidió Leo
—Aunque la verdad no creo que tengan tanta suerte —comentó Dionisio encogiéndose de hombros
—Algo se está moviendo por encima de nosotros —susurró Annabeth—. Juntaos.
Bob y Percy cerraron filas con ella situándose espalda contra espalda. Annabeth aguzó la vista, tratando de ver por encima de ellos en la oscuridad, pero no se movía nada.
—Sí, eso de todas maneras sigue sin ser buena señal —comentó Apolo
—Creo que es incluso más alarmante el hecho de no ver nada —dijo Hermes
—En ese lugar cualquier cosa es alarmante —masculló Poseidón
Casi había decidido que se estaba comportando como una paranoica cuando el primer monstruo cayó al suelo a solo un metro y medio de distancia.
«Las Furias», fue lo primero que pensó Annabeth.
—No lo creo, es poco probable que ellas estén ahí —dijo Hades
—Tal vez habría sido mejor —murmuró Annabeth
—Nunca pensé que lo diría, pero definitivamente prefiero a las Furias —comentó Percy
Todos lo vieron con un poco de incredulidad
La criatura era casi idéntica a ellas: una vieja fea y arrugada con alas de murciélago, garras de metal y brillantes ojos rojos. Llevaba un vestido de seda negra hecho jirones, y tenía una expresión crispada y voraz, como una abuela demoníaca con ganas de matar.
Atenea masculló una maldición y miró a su hija, a lo largo de los años había matado muchos monstruos y era claro que muchos de ellos la habían maldecido, se sorprendía un poco de que su hija estuviera ahí ¿tal vez había encontrado la manera de no dejarse maldecir?
Bob gruñó cuando otra criatura cayó delante de él, y luego otra lo hizo delante de Percy. Pronto estaban rodeados por media docena. Y había más siseando en lo alto de los árboles. Entonces no podían ser Furias. Solo había tres Furias, y esas brujas aladas no llevaban látigos.
—Definitivamente hubieran sido mejor las Furias —murmuró Perséfone
—¿Por qué todos parecen tan preocupados por esas cosas? —preguntó Zoé con sospecha
—Bueno, explicado suavemente son de los peores monstruos que puede haber —dijo Apolo
—Explicado suavemente —murmuró Bianca
La información no consoló a Annabeth. Las garras de los monstruos parecían muy peligrosas.
—¿Qué sois? —preguntó.
Las arai, susurró una voz. ¡Las maldiciones!
—Necesito más información que eso —dijo Miranda
—Siento que con el solo nombre ya son bastante aterradoras —dijo Will
—Y no se pueden matar —agregó Apolo amablemente
—¡¿Qué?! —gritaron varios de los chicos.
—Pero no son maldiciones en realidad ¿o sí? Solo es el nombre —preguntó Charles
—No, definitivamente son maldiciones —dijo Dionisio
Annabeth trató de localizar a la interlocutora, pero ninguno de los demonios había abierto la boca. Sus ojos no parecían tener vida; sus expresiones permanecían inmóviles, como las de una marioneta. La voz simplemente flotaba en lo alto como el narrador de una película, como si una sola mente controlara a todas las criaturas.
—Eso es bastante aterrador —murmuró Connor
—Creo que eso es más horrible que cualquier otra cosa —dijo Miranda —¿Cómo se puede hablar sin mover los labios? No es normal
—Oye, ¿y el lenguaje de señas qué? —preguntó Rachel
—Bueno, pero que se escuche la voz —dijo Miranda —a eso me refiero
—Sí, no explica mucho —comentó Travis
—¿Qué… qué queréis? —preguntó Annabeth, tratando de mantener un tono de seguridad.
La voz se carcajeó maliciosamente. ¡Maldeciros, por supuesto! ¡Acabar con vosotros mil veces en nombre de la Madre Noche!
Nico hizo una mueca, Will lo tomó de la mano
Calipso se veía un poco incómoda, por supuesto, nadie más que ella sabía a quién había maldecido, pero creía que eran demasiadas maldiciones como para que la suya fuera importante ¿no? Lo había hecho en un momento de furia, sabía que le había dicho que estaba bien irse, pero tanta gente ya se había ido que no pudo evitar enfurecerse por eso, aunque probablemente no era justo.
Pero de todas maneras, nadie tenía por qué saberlo ¿verdad?
—¿Solo mil veces? —murmuró Percy—. Bien… Creía que estábamos en un apuro.
El círculo de viejas diabólicas se cerró.
Zoé pasó la página con el ceño fruncido y su voz tembló un poco cuando dijo —Fin del capítulo
Los dioses —sobre todo Atenea y Poseidón— veían a sus hijos con preocupación e incredulidad, era bien sabido que muchos héroes no soportaba el encuentro con las Arai por todo lo que implicaba, pero suponían que si alguien podía hacerlo, eran ellos.
—Yo también voy a necesitar que me expliquen que pasa con ellas —dijo Sally mirando a su hijo con total preocupación.
—Mamá… —comenzó a decir Percy
—Perseo —respondió Sally
—Bien —murmuró Percy
—Creo que es mejor que tomemos un pequeño descanso antes de seguir la lectura —dijo Deméter —no nos quedaremos con la duda porque no sigue un capítulo de ella.
Todos asintieron de acuerdo y empezaron a salir de la sala.
Percy sabía que no se iba a librar de contarle a su mamá como había sido el encuentro con las Arai, pero tal vez era lo mejor para no tomarla por sorpresa. Aunque lo que a él tomó por sorpresa fue que tanto Charles como Zoé pidieron permiso para unirse a esa plática —era un poco raro que alguien le pidiera permiso—, pero después de intercambiar una mirada con Annabeth, ambos aceptaron. Tal vez era lo mejor.
No fue una plática que ser lo suficientemente amable para los niños —sí, eran unos niños— y lo suficientemente explicativa para su mamá, fue difícil, pero lo lograron. No hace falta explicar que los cinco tenían los ánimos por los suelos.
Así que fue una completa sorpresa cuando llegaron a otro de los jardínes y se dieron cuenta que casi todos estaban ahí, mientras Reyna organizaba algo.
—¿Qué están haciendo? —preguntó Percy
Piper se encogió de hombros —Vamos a jugar.
Resulta que mientras ellos estaban en su plática, Rachel anunció que estaba aburrida, así que Reyna le dio opciones de lo que podían hacer, como ninguna la convenció Rachel propuso hacer un pequeño partido totalmente amistoso de voleibol —afortunadamente la mayoría de los semidioses sabían de que se trataba— y Reyna organizando a los equipos.
Estaba completamente dominada.
Como no tenían nada que perder y para que se les pasara el trago amargo, decidieron jugar.
—Annabeth y Percy no pueden estar en el mismo equipo —dijo Connor
Ellos protestaron, pero no les hicieron caso.
—Tampoco Bianca y Nico —agregó Percy como buen amigo.
—¿Por qué? —protestaron los dos al mismo tiempo.
—Sí, definitivamente no —dijo Reyna
—Ni Zoé con Annabeth —añadió Jason, el muy traidor
—Entonces tampoco Rachel y Reyna —comentó Bianca
Y bueno, eso era un desastre. Así que como iba a ser difícil ponerse de acuerdo, eligieron hacerlo al azar.
El primer equipo estaba conformado por Nico, Grover, Rachel, Chris, Sammy y Jason.
El segundo por Annabeth, Katie, Connor, Reyna, Esperanza y Will.
Generó un poco de conflicto el hecho de que Annabeth y Reyna estuvieran en un mismo equipo.
El tercero eran Bianca, Thalia, Travis, Lena, Leo y Charles.
Ni Lena ni Bianca estaban conformes con eso. Nico protestó porque estaba con Charles.
Y en el último equipo estaban Zoé, Miranda, Clarisse, Frank, Piper y Percy.
Los demás, o no quisieron jugar o como en el caso de los mellizos eran demasiado pequeños para hacerlo.
A nadie le sorprendió del todo que el segundo y el cuarto equipo fueran los primeros en enfrentarse. Todos habían acordado que no se podían usar poderes.
—Prepárense para perder —dijo Miranda
Connor rodó los ojos —Te quiero mucho, pero nosotros no vamos a perder
—Tenemos que ganar —masculló Clarisse
Y así fue como empezó el primer partido, Bianca por supuesto animando a Zoé mientras Charles se decantaba por el otro equipo, mientras que Sammy y Lena lo hacían con Esperanza. Aunque claramente no eran los únicos gritando, todos los demás también estaban apoyando a alguien. El Olimpo se llenó de gritos eufóricos y fue increíble después de tanto tiempo y todo lo que había pasado.
A pesar de que los dioses obviamente no estaban invitados, algunos se sintieron atraídos al escuchar los gritos de sus hijos, pues se sentía como toda una eternidad en la que no los escuchaban así, incluso ellos empezaron a hacer apuestas.
El primer punto se lo llevó el equipo de Annabeth, no jugaron con reglas tradicionales, así que ganaba el primero en llegar a cinco puntos.
—¡Vamos! —gritó Rachel.
El segundo y tercer punto también se los llevaron gracias a la excelente estrategia de Annabeth, pero también a las actividades salvadoras de Will y Reyna, y claramente de distracción de Connor, Esperanza y Katie.
—Joder, vamos perdiendo —masculló Miranda en un tiempo fuera que pidieron
—Debes de ser una genio —bufó Clarisse
Percy todavía creía que podían ganar, conocía a su novia probablemente pudiera adivinar lo que estaba haciendo, después se dio cuenta que de hecho no era el único que la conocía bien.
Se volteó hacia Zoé —¿Cual crees que sea su estrategia?
¿Era injusto? Probablemente, pero querían ganar y ella era una ventaja que no se había dado cuenta que tenían.
Zoé se debatió por un momento y luego empezó a hablar, Percy también conocía a Annabeth, así que entre los dos discutieron lo que era más probable que hiciera y antes de que acabara el tiempo muerto, tenían una nueva estrategia.
Resulta que eran muy buenos en eso. Antes de que se dieran cuenta, ya los habían empatado. Todos desempeñaron su papel de manera perfecta. Annabeth y Reyna los miraron con sospecha —Annabeth más—, anotaron otro punto, pero no les sirvió de nada, Piper y Frank no volvieron a dejar que anotaran. Annabeth se dio cuenta muy tarde, el equipo de Percy ya había anotado los cinco puntos.
Todo el equipo vitoreó y chocaron los cinco —sí, incluso Percy y Clarisse—, luego incluso hubo un abrazo entre Zoé y Percy, ambos se despegaron del otro con una sonrisa.
El segundo partido empezó.
El equipo de Thalia fue con todo, anotaron los dos primero puntos en un tiempo casi récord, sin embargo, había una razón por la que Lena y Bianca usualmente no estaban en el mismo equipo, incluso antes de todo. Siempre peleaban y no ponían atención a los demás.
Nico y Chris tomaron eso a favor, sí, eran Bianca y Lena, pero querían ganar. Grover era increíble para saltar por el balón antes de que tocara el suelo, Rachel también era muy buena defendiendo, mientras que Sammy y Jason eran mejores en los saques, además que Sammy era un poco malvado al incentivar la pelea de las chicas.
Al final a absolutamente nadie le sorprendió que ese equipo perdiera.
—Joder —masculló Thalia —las voy a amarrar a un maldito árbol hasta que sepan trabajar en equipo
—¡Oye! —replicaron Chris y Nico
—Sí saben trabajar en equipo… Nada más que no juntas —comentó Charles
—¿Quién vota por qué las amarremos a un árbol? —preguntó Thalia. Todo su equipo alzó la mano.
El último partido para decidir al ganador fue obviamente entre el equipo de Nico y el equipo de Percy. Clarisse, Chris, Jason y Piper se miraron entre ellos, cada uno anunciando que su equipo sería el vencedor.
Por supuesto, ellos cuatro se conocían entre sí, así que pudieron adivinar el paso que iban a dar, pero Sammy y Zoé también se conocían, por lo que tomó bastante tiempo hasta que uno de ellos anotara el primer punto, ya que se bloqueaban entre todos.
Al final, Nico, Grover y Rachel fueron los que descoordinaron al otro equipo y aunque fue muy reñido, eso les dio la victoria.
Cuando se alzaron victoriosos, algunos de los dioses cobraron sus apuestas. Will obviamente fue a abrazar y besar a su novio, al igual que Reyna, los que perdieron también fueron a felicitar a sus respectivas parejas y a los demás. Frank chocó los cinco con Sammy.
—Quedamos en segundo lugar —se jactó Percy con Annabeth
—Nosotros mejor ni hablamos —murmuró Charles. Bianca le dio una mirada inocente
—Deberías de enseñarle a trabajar en equipo —susurró Nico a Will
—¿Yo?
—¿Esperas que sea yo? —preguntó Nico
Y bueno, al final todos se sentían un poco mejor.
