Disclamer: Como ya sabéis ni los personajes, ni parte de la trama, ni los lugares me pertenecen a mí, sino a la prolífica imaginación de la gran Rumiko Takahashi que este año ha querido bendecirnos permitiendo que se hiciera un remake maravilloso de este anime que tanto adoramos * ¡Feliz Navidad Rumiko sensei!

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Nota de la Autora: Aunque voy con algo de retraso, aquí vengo para compartir algunos oneshots Rankane (por supuesto) con sabor navideño e invernal inspirándome en algunos de los temas que nos proponen las maravillosas administradoras de la página "Mundo Fanfics Inuyasha y Ranma" este año para su #Dinamica_Invernal #Calendario_de_Adviento. Espero que os gusten. ¡Gracias por estar ahí, una navidad más!

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23 de Diciembre: Magia

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Hechizo Equivocado

(Tercera Parte)

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La pérfida sonrisa de la amazona cortó los cálidos sentimientos que habían nacido en el corazón de Akane durante las últimas horas, poniéndola en alerta.

Debería haber previsto que Shampoo no se rendiría con tanta facilidad (¡por estúpido que fuera el plan de los polvos Chiflado desde el principio!) y regresaría para salirse con la suya. De hecho, tratándose de ella, no era descabellado pensar que les hubiese estado vigilando desde el día anterior, esperando el momento oportuno para atacarles.

Ranma es ahora más vulnerable que nunca.

Las palabras de Tofu se encendieron en su mente como una señal luminosa de peligro. Akane retrocedió para ponerse delante de su prometido, sin dejar de vigilar a la recién llegada.

—Hola, Airen —saludó ésta—. ¿Echarme de menos?

—¡Pues no! —Ranma respondió con una molestia temible, que no trató de disimular ni en el tono de su voz, ni en la manera en que la miró—. ¡¿No te das cuenta de que acabas de fastidiar el momento?!

Los ojos de Shampoo se crisparon, sorprendida, y sus carrillos se inflaron cogiendo algo de color, pero al segundo siguiente cualquier indicador de ira o fastidio había desaparecido.

—Pobre Airen —murmuró, fingiendo, en su lugar, una patética congoja—. ¿Qué te ha hecho chica violenta?

—¡Pero si fuiste tú!

Meneó su larguísima cabellera purpura en un grácil gesto de contrariedad y después, agitó el sobre que tenía en la mano mirando solo al chico, quien no hizo más gesto que arrugar la nariz del todo confuso.

—Yo arreglo —afirmó, entonces—. Libero Airen de tu brujería.

—¡La brujería que tú le hiciste! —Chilló Akane, movida por la frustración proveniente de la acertada sensación de que la otra la estaba ignorando del todo—. ¿Más hierbas mágicas, Shampoo?

. Si te no funcionaron la primera vez.

—Polvos mágicos chinos, garantizada su eficacia al cien por cien —explicó la amazona, frunciendo un poquito el ceño—. No fallan nunca.

—¿Ah, no? —Ranma se cruzó de brazos—. ¿Te crees que a mí se me puede hechizar tan fácilmente? —Infló el pecho para subir el tono de voz y exclamó—. ¡Mi organismo es invencible!

—Yo cometo error la primera vez, pero no ahora.

. Airen amarme a mí.

—Yo solo quiero a Akane —aseguró el chico con absoluta gravedad—. Déjanos en paz.

—Tú confundido estás, por magia —Shampoo se encogió de hombros, sin concederle la mínima importancia a esa declaración de amor que quedó flotando entre los tres adolescentes, sin contar una minúscula arruguita que palpitó en su frente—. Porque magia no siempre perfecta.

Akane enarcó una ceja, con curiosidad y procuro hablar con cuidado.

—¿Y eso que significa?

—Magia, a veces, se equivoca un poquito.

De repente, la máscara de serenidad de Shampoo empezó a resquebrajarse, dejando a la luz las auténticas emociones que había tratado de ocultarles. Esa arruguita de su frente fue solo la primera, de un sinfín de detalles que Akane registró con la mirada en escasos segundos.

Tenía sentido que la amazona estuviera mucho más furiosa de lo que aparentaba, ya que no solo había fallado su plan de enamorar a Ranma, sino que encima el tonto había terminado amándola a otra y, viendo el estado bocazas y entusiasta en que esas hierbas le habían dejado, lo más seguro era que el chico hubiese dicho algo inadecuado cuando volvió en sí tras recibir los polvos.

¡Por eso Shampoo le golpeó, enrabietada, y le dejó allí tirado en lugar de secuestrarlo o algo así!

Y que ahora estuviera allí, con los mismos polvos y el mismo absurdo plan, significaba que no había tenido tiempo para encontrar una solución auténtica al hechizo malogrado.

O tal vez, es algo más que eso se le ocurrió de pronto.

—No me digas que… —murmuró Akane—; ¡no tienes ni idea de porqué el hechizo salió mal!

Shampoo dio un respingo, con el rostro colorado. Apretó los párpados y los puños como si estuviera a punto de estallar y, de hecho, lo hizo.

—¡Tú, callar! —Le gritó—. ¡Calla, calla, calla!

No fue necesaria una respuesta afirmativa porque toda la seguridad que les había mostrado hasta ese momento, junto a su arrogancia habitual, se deshizo como la arenilla del suelo ante un poderoso golpe de viento.

¡Shampoo no tenía ningún plan!

Se había presentado, conteniendo una rabia que ya se le escapaba por cada poro de su cuerpo, al no poder resistir las consecuencias de su hechizo equivocado, simulando tener el control de la situación pero lo único que tenía eran esos polvos, los mismos que el día anterior y que ya la habían fallado.

¿Qué sentido tenía, pues? ¿Qué pensaba hacer ahora para obtener un resultado diferente?

—Está claro que la magia nunca ha sido lo tuyo —Soltó Ranma quien, por la tranquilidad que demostrada, debía haber llegado a la misma conclusión que su prometida.

¿O quizás intenta sonsacarla más información acerca del hechizo?

Como fuera, sus palabras afectaron a la amazona y ésta se puso a gritar todavía más fuerte que antes.

—¡Tú también callar! —Le ordenó, enloquecida. Sus ojos, de ese color extraño entre castaño y rojizo, ardían de furia y estaban clavados en él—. ¡Culpa tuya que hechizo no funcione!

—¿Mía? ¿Por qué?

—¡Tú pensar en chica violenta cuando yo lanzo hechizo! ¡Eso crea interferencia!

—Me suena a excusa —replicó él, sin concederle la mínima importancia. Y era cierto: esa explicación sonaba demasiado floja. Lo preocupante, sin embargo, no era lo que Shampoo decía, sino lo que estaría dispuesta a hacer si se la seguía contrariando—. ¿No se te ocurre nada mejor?

Shampoo soltó un aullido exasperado que le nació en el centro del pecho y ascendió hacia el cielo nocturno. Su mirada arrebatada por el odio quedó oculta bajo su espeso flequillo unos instantes y Akane sintió un escalofrío.

—Polvos funcionan —repitió, tras un largo silencio—. ¿Verdad que sí, Akane?

La susodicha aguantó la respiración, con el pecho encogido.

Entiendo pensó, mientras empezaba a mover sus músculos de a poco, para calentarnos. Se había dirigido a ella porque ahora era su objetivo. Ranma no tenía interés en luchar, porque seguía sin creerse que esas hierbas le hubieran hecho nada. No era consciente, aún después de todo, de lo que le pasaba, pero ella sí. Shampoo lo sabía, incluso con esa pregunta tan inocente parecía estar reprochándole que se hubiera aprovechado de los falsos sentimientos del chico.

Y algo más. Se lo estaba dejando muy claro: si han funcionado contigo, encontraré el modo en que funcionen conmigo también.

Ya no importaba la razón por la que habían llegado hasta ahí, Akane supo que solo quedaba una opción y esa era luchar.

Y tengo que ser yo quien luche por Ranma.

—No te acerques a Shampoo —Le susurró a su prometido—. Mantente alejado y déjame esto a mí.

—¿Te has vuelto loca? Si te pone un solo dedo encima, yo…

—¡¿Es que acaso quieres acabar enamorado de Shampoo?!

—¡Que esos polvos ridículos no funcionan!

—¡Sí que funcionan! —Volvió la cabeza hacía él para enseñarle la angustia real que estaba sintiendo—. Si Shampoo se sale con la tuya, te llevará a China con ella —Los ojos de Ranma se abrieron, descolocados, y su rostro se crispó—. Y tú y yo no volveremos a vernos.

. ¿Eso es lo que quieres?

—No, pero…

—¡Pues promete que no harás ninguna tontería, pase lo que pase!

—¡Está bien! —Lo soltó como si fuera una palabrota, frustrado, pero retrocedió unos pasos haciéndose a un lado.

El resto de viandantes que hasta hacía unos pocos minutos habían paseado por esa amplia avenida esperando el encendido de las luces, se había desvanecido. Akane no supo cuándo había ocurrido, aunque era una buena noticia. Ellos eran las únicas tres figuras iluminadas por las farolas en la calle, rodeados por los montones de nieve amontonada.

Al dar el primer paso adelante, su oponente no pudo ocultar cierta sonrisilla de guasa, cosa que hizo que le hirviera la sangre. Sí, Shampoo y ella ya se habían enfrentado en otras ocasiones y la amazona había salido victoriosa en más de una de ellas. Lo cual no quería decir que Akane no confiara en sus posibilidades. No obstante, si quería mantener a Ranma fuera de la pelea y terminar con el conflicto lo antes posible, pensó que la mejor estrategia sería concentrarse en arrebatarle los polvos mágicos y destruirlos. Al menos eso, les daría tiempo para pensar un plan mejor.

No voy a permitir que te lleves a Ranma a China.

—¿Lista, estás?

Akane apretó los puños.

—¿Y tú, Shampoo?

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Sin mediar palabra, la amazona pegó un salto con voltereta para surcar el cielo oscuro con la intención de ponerse tras ella y tomar ventaja, pero Akane ya se conocía esa táctica y lanzó a tiempo su puño hacia arriba para desviar la trayectoria. Logró alcanzarla, pero la amazona no acusó el golpe y cayó de manera limpia sobre el suelo con la misma sonrisita de superioridad de siempre.

Sin esperar un segundo, se lanzó a por ella tan rápido que la perdió de vista un instante.

—¡A tu derecha, Akane! —La voz de Ranma la ayudó a esquivar la patada colocando los antebrazos. Aguantó el embiste y lo repelió, pero se vio obligada a retroceder para mantener la postura—. ¡Vamos, Akane!

. ¡Yo creo en ti!

Pero, ¿qué hace ese idiota? Se preguntó, al ver por el rabillo del ojo, a su prometido moviendo los brazos de manera errática. ¿Intenta animarme?

Shampoo atacó usando la misma treta, orgullosa, pero pudo rechazarla con mayor facilidad y eso, por desgracia, hizo que se confiara ante el siguiente intento, más rápido y letal, y que la alcanzó en el estómago. Akane trastabilló, reprochándose en silencio haberla dejado que se acercara tanto, pero casi había rozado el sobre de los polvos.

¡Solo necesitaba un descuido para hacerse con ellos!

—¿Eso ser todo? —se burló Shampoo.

Inició una serie de golpes rápidos que Akane solo pudo detener creando una barrera con sus brazos. Era demasiado contundente como para que dejara de protegerse, pero enseguida se dio cuenta de que había un patrón en sus movimientos y pudo utilizarlo para escapar. Akane encontró una brecha entre los puñetazos para darse la vuelta y apartarse de un salto que resultó, además, en una patada que fue directa al pecho de Shampoo y la tiró al suelo.

—¡Bien hecho, Akane! —Le gritó Ranma—. ¡Te quiero!

Esas palabras la distrajeron un medio segundo que su oponente usó para derribarla contra el asfalto helado. En ese golpe había una buena dosis de rencor envenenado, a pesar de que Shampoo se echó a reír, fingiendo como siempre.

—Qué boba ser… —Pero una enorme bola de nieve se estampó en su cabeza con tanta fuerza que cayó al lado de la otra.

Ambas se pusieron en pie de un salto, algo desorientadas, y retomaron sus posturas de pelea.

—¡Shampoo! —Le gritó el chico, con las manos llenas de nieve y una mirada asesina en sus ojos—. ¡Cómo vuelvas a hacerle daño a Akane, después te las verás conmigo!

¡Será posible!

—¡Te he dicho que no te metas en esto!

Akane saltó hacia la otra chica y por segunda vez, sus dedos rozaron el sobre de los polvos, pero la amazona, que ya había descubierto lo que pretendía, la esquivó saltando hacia atrás.

Y Ranma, volvió a gritar.

—¡Akane, tienes que ser más rápida!

—¡¿Te quieres callar que me estás distrayendo?! —En un impulso incontrolable le lanzó la mochila que llevaba a la espalda y se la estampó en la cara, consiguiendo silenciar al chico de manera efectiva.

Por fin. Aprovechó unos instantes de calma para reflexionar, mientras Shampoo se dedicaba a sacarse trocitos de nieve que le habían entrado en el oído tras el ataque de Ranma.

Estaba asfixiada por el sobreesfuerzo que suponía moverse deprisa y saltar entre los cúmulos de nieve, así como mantener el equilibrio sobre el suelo helado. Tenía las manos congeladas, los pies agarrotados dentro de las botas y el resto del cuerpo bañado en un sudor que pronto se volvería gélido, provocándole más dolor todavía. Aquella pelea no podía alargarse demasiado, y eso era algo que Shampoo también debía estar pensando, pues estaba tan roja y jadeaba tan fuerte como ella.

—¿De verdad quieres esto, Shampoo? —Le preguntó, entonces—. ¿Quieres conseguir el amor de Ranma así? ¿Con Magia?

—Magia del amor —La amazona se pasó la mano por la barbilla y se apartó la melena de los hombros—. Magia de Polvos mágicos… ¡¿Qué importa?! —Saltó contra Akane de manera repentina y brusca para asestarle un nuevo golpe que la hizo tambalearse hacia atrás—. ¡Amor de Airen real para mí, sea como sea!

Akane apretó los dientes y disparó una patada cuando su oponente cayó sobre ella por segunda vez.

—¡Eso no es amor real!

Intentar razonar con Shampoo era una pérdida de tiempo, lo sabía muy bien. Desde que la conocía, esa chica se había mostrado más que determinada a llegar hasta unos niveles demenciales con tal de conseguir a Ranma. Pero siguió hablándola, retándola con sus palabras y obligándola a responder mientras las patadas y los puños iban y venían.

Se había dado cuenta de que a Shampoo le daba igual, de verdad, si el chico la amaba de corazón o por efecto de un hechizo. ¡No era una bravuconada, ni una mentira! Lo único que le importaba era lograr su objetivo, como la gran guerrera en que había sido convertido en las entrañas de China, no podía darse por vencida mientras le quedara una oportunidad. Por eso insistía con esas hierbas que ya le habían fallado una vez.

Le diga lo que diga, no me comprenderá. La oía, sí, pero no entendía el significado de sus palabras. ¡Necesito mantenerla distraída!

Mientras Shampoo farfullaba sus incoherencias a voz en grito, pendiente de sus movimientos y de hablar en ese japonés que tanto le costaba, Akane se decidió a lanzar un nuevo ataque. Usaría la misma táctica que su rival había intentado usar contra ella.

Se preparó para dar un buen salto que la permitiera colarse tras la otra y rodearla. Shampoo, sorprendida, logró anticiparse en el último instante y de hecho, dejó que Akane se le acercara lo suficiente para ejecutar una complicada llave con la que la golpeó con todas sus fuerzas.

—¡Akane!

Salió disparada hacia el otro extremo de la calle y fue a caer sobre el suelo, rodando sobre el hielo hasta que su espalda chocó, con dolor, contra algo helado y duro. Meneó la cabeza y miró tras ella, se trataba de uno de esos anclajes para bicicletas que poblaban la ciudad y que, por suerte, estaba vacío.

Shampoo chasqueó la lengua.

—¿Crees que me vences con propia mía técnica?

Akane logró ponerse de rodillas, magullada y dolorida, pero con una breve sonrisa, sacándose algo del bolsillo.

—Creía que si usaba tu técnica bajarías la guardia, por lo vanidosa que eres —Le respondió y le mostró el sobre con los polvos mágicos, se lo había arrebatado al caer sobre ella—. Se acabó, Shampoo.

Pero la otra se echó a reír de inmediato.

—Tonta —murmuró, extrayendo de su escote otro sobre, idéntico al que Akane tenía en sus manos—. ¿Solo uno crees que tengo?

. Yo encargo pedido de cincuenta unidades.

Maldita sea… Akane se dobló sobre sí misma, sin fuerzas para nada más que aporrear el suelo con su puño hasta hacerse un raspón.

—¿Cincuenta? —repitió Ranma, espantado—. ¡Pero tú estás loca!

. ¿Quieres armar un ejército de zombis enamorados de ti, acaso?

Shampoo no le hizo el menor caso. Caminó despacio hacia la chica que seguía en el suelo y justo cuando ésta alzaba la mirada, agotada, se encontró con la amazona mirándola desde su superior altura, con esa expresión vacía en sus ojos que ya había visto antes. En concreto, la hizo recordar a aquella primera vez en el dojo de su familia, cuando esa chica intentó matarla.

Sus nervios se activaron de golpe y trató de moverse, pero tenía las piernas flojas como gelatina y los brazos entumecidos.

Va a hacerlo entendió, asustada. ¡Igual que aquella vez!

Quiso gritar pero Shampoo fue más rápida tapándole la boca con la mano. La sujetó con tanta fuerza que Akane creyó que le partiría la barbilla.

—¿Ya? —Le preguntó, esbozando una media sonrisa malévola—. Tú, acabada —Levantó el brazo izquierdo con la mano extendida y la bajó con todas sus fuerzas rumbo a la frente de Akane. No podía defenderse, así que solo pudo cerrar los ojos y esperar el dolor que… no llegó. Alguien detuvo el ataque un segundo antes de que la tocara—. ¿Tú también peleas ahora?

Ranma, muy serio, la enganchó de la muñeca y tiró sin miramientos para apartarla de su prometida.

—No Shampoo. Yo no quiero pelear —Le respondió mirándola a los ojos—. ¿Me serviría de algo?

. Aunque te venciera hoy no dejarás de acecharme para embrujarme con esas malditas hierbas, ¿verdad que no?

—¿Tú… rindes?

—Solo si dejas en paz a Akane.

—¡No! —exclamó ésta con las pocas fuerzas que le quedaban—. ¡Ranma, no lo hagas!

Shampoo arrancó la parte superior del sobre de los polvos mágicos con los dientes.

—Tú dejas hechizar —le propuso—. Yo perdono a chica violenta.

—¿Y me puedo fiar de tu palabra?

Como respuesta, la amazona soltó una carcajada.

—Yo solo quiero amor de Airen —insistió ella—. Tú vienes conmigo a China.

. Jamás me acerco a Akane de vuelta.

¿A China?

Era justo lo que se había temido que podía ocurrir desde el principio. Akane extendió sus doloridos brazos e intentó incorporarse con un bramido de dolor. Se dijo que Ranma no sería tan tonto como para prestarse a un acuerdo como ese.

—¡Acepto! —contestó, no obstante, el chico.

¡Será idiota!

—Ranma, ni se te ocurra…

—Pero antes, quiero despedirme de Akane.

Se agachó ante ella y le pasó los brazos por debajo de los suyos, con cuidado y la sostuvo en un abrazo cálido y reconfortante que la ayudó a ponerse en pie. Akane se aferró a él y le soltó un discurso acerca de la estupidez que estaba a punto de hacer, mezclado con insultos varios y con algún pobre intento de asestarle un golpe en la cabeza por si eso ayudaba. Nada sirvió. Ranma la achuchó contra él y soportó aquella retahíla de quejas e improperios sin inmutarse, lo único que hizo fue sonreírla y decir:

—Tranquila, Akane. Esos polvos son un fraude.

—¡No lo son! ¡Funcionan! ¡Funcionan de verdad!

—No funcionaron la primera vez, ¿verdad?

—¡Sí lo hicieron!

Pero Ranma estaba completamente convencido de que no estaba hechizado y por tanto, no le daba ningún miedo volver a exponerse a esa sustancia ¡Era incapaz de aceptar la realidad! Y ella, tonta, había decidido seguir el consejo de Tofu y seguirle la corriente durante todo el día, en lugar de confrontarle.

Y ahora se va a sacrificar por mi culpa…

Ranma la dejó apoyada en el anclaje para bicis y se soltó, cuando Akane intentó engancharle. Después, caminó hacia la amazona sin titubear, ignorando sus suplicas y sus amenazas, para plantarse ante Shampoo, con los brazos caídos, sin una sola nota de tensión en sus músculos que indicara que planeaba resistirse al destino que le esperaba. La amazona sonrió complacida.

—¡Ranma, no lo hagas! ¡Por favor! ¡No seas idiota!

Akane se desgañitó chillando hasta que los ojos se le llenaron de lágrimas de furia y terror, pero él no reaccionó. No volvió si quiera la cabeza para mirarla. Se encogió de hombros, sin más y soltó con total indiferencia:

—Vamos, Shampoo, que no tengo todo el día.

Ésta obedeció, presurosa. Primero volcó el contenido del sobre sobre su mano derecha y al instante, Akane notó que ese apestoso olor llenaba sus fosas nasales.

—No Ranma…

La otra contempló los polvos, rebosantes de promesas y deseos que se iban a hacer realidad, antes de acercar la mano a la cara del chico. Cogió aire llenando sus pulmones y… fue Ranma quien sopló con fuerza, anticipándose, de manera que las hierbas salieron volando hacia el rostro de Shampoo.

¿Qué?

La sustancia mágica penetró en su garganta y le arañó los ojos. Soltó un gritito en su idioma al tiempo que se frotaba con los puños y cuando consiguió separar los párpados, ante ella tenía a la criatura más hermosa e irresistible del universo.

—¡Mira que perrito tan bonito, Shampoo! —Ranma sostenía en sus manos a un cachorrito callejero a la altura de su cara y había vuelto su rostro en otra dirección, por prudencia—. ¿Te gusta?

—Perrito… —La chica siguió parpadeando, con las mejillas cada vez más encendidas, sin apartar las pupilas irritadas del dulce rostro del canido que, a su vez, la observaba a ella meneando la cola. Esbozó una inmensa sonrisa, soltó un gritó de euforia y se lo arrebató de las manos—. ¡Wo ai ni! —Al momento estaba estrujando al animalillo contra su generoso pecho, besándole la cabecita sin parar.

Pero, no es posible que…

Akane contempló, perpleja, aquella escena. ¿De verdad… había funcionado? ¿Esos malvados polvos chinos podían hacer que una persona se enamorara a primera vista de un cachorro de perro? Daba la impresión que sí, pues Shampoo se había olvidado por completo de Ranma y solo tenía ojos para el perrito.

—Hacéis muy buena pareja —comentó Ranma, sobándose la barbilla.

—¡Gracias!

—Deberías llevártelo a casa y darle de comer.

Shampoo asintió a toda prisa.

—¿Tener hambre? ¿Tú tener hambre? —Iba preguntando en voz alta, al tiempo que se alejaba por la avenida, tan feliz, sin dejar de acunar al animal—. ¡Yo doy comidita rica!

Pobre perrito pensó Akane. Era bastante miserable que hubieran usado a un ser tan inocente como ése para liberarse de la locura de la amazona, pero la verdad es que la chica se sintió aliviada cuando los vio desaparecer por fin.

—¡Akane! —Ranma volvió a abrazarla, con fuerza, al tiempo que suspiraba—. ¿Estás bien? ¿Te duele algo? —Le hablaba con tal desesperación que la recordó a ella misma el día anterior, cuando le encontró inconsciente en el suelo.

—Solo estoy algo dolorida.

El chico la examinó el rostro y después la besó, sin dejar se estrecharla. A ella se le dibujó una sonrisa en los labios mientras recibía ese beso tan intenso y permitió que la calma invadiera su cuerpo.

Estaban a salvo por el momento.

Habrá que hacerse con esas cincuenta unidades de hierbas antes de que Shampoo deje de estar enamorada de su nueva mascota.

Pero ya pensarían en eso mañana, había sido un día muy largo.

—No puedo creer que hicieras algo tan tonto como el truco del perro —Le reprochó después al chico porque, en realidad, había sido una locura que podía haberles traído todavía más problemas—. ¿Y si no hubiese salido bien?

—Lo dices como si mis planes fallaran alguna vez.

—¿Y no eras tú el que no creía en la efectividad de los polvos mágicos?

—Obviamente a mí no me hacen nada —insistió sin titubear—. Ya te lo he dicho ¡mi organismo es invencible! —Se rascó la cabeza con la mano y bajando un poquito el tono de voz, añadió—. Pero pensé que, tal vez, a alguien como Shampoo sí le afectarían.

Ya claro. Akane meneó la cabeza. No tenías ni idea si saldría bien.

Entonces, recordó que todavía tenía en su bolsillo el otro sobre, el que le quitó a la amazona durante la pelea, intacto y a salvo. Soltó un gritito eufórico y rebuscó en su abrigo hasta encontrarlo.

—¡Podemos llevarle esto a Tofu! —propuso con una gran sonrisa.

—¿A Tofu? ¿Para qué?

—¡Pues para que te prepare el antídoto, tonto!

Ranma hizo una mueca, como todas las veces anteriores, y chasqueó la lengua.

—¿Antídoto? ¡Mis sentimientos por ti son reales!

Acababa de ser testigo del poder real de esas hierbas en Shampoo y todavía se obstinaba en decir que a él no le pasaba nada. Increíble. Si el antiguo Ranma pudiese verse a sí mismo, se daría coscorrones en la cabeza hasta hacerse entrar en razón, estaría horrorizado de su comportamiento cursi de enamorado.

¿Por qué sigue insistiendo, después de todo?

Akane lo había sabido desde el principio. Y sí, había habido momentos de tanta felicidad que casi lo había olvidado, pero el amor de Ranma no era real. No era libre para elegir amarla, se lo habían impuesto y estaba cansada de ser la única que aceptaba las cosas como eran. La abrumó una pena tan horrible que las lágrimas volvieron a sus ojos.

—No, no lo son —insistió a duras penas, apretando los labios—. No son reales, Ranma.

La estuvo contemplando durante unos segundos con gran confusión y después, resopló. Cuando miró a su alrededor, antes de frotarse la cara helada con las manos, Akane apreció dolor en sus rasgos

—¿No son reales? —Preguntó, con las cejas fruncidas. Ella negó—. Y tú lo has sabido todo el tiempo, pero yo no he dejado de insistir —aceptó, abatido. Le rozó la mejilla, borrando el hilo de sus lágrimas—. Lo siento, Akane.

. He sido un tonto.

—La mayoría de las veces, sí —respondió—. Ahora estás hechizado.

Ranma respiró hondo y se atrevió a coger el sobre, sopesándolo hasta que tomó una decisión.

—Se lo llevaremos a Tofu si es lo que quieres —dijo—. Y me tomaré el mejunje que me quiera preparar.

Akane asintió, aliviada, aunque no feliz. Estaba a punto de perder al Ranma hechizado, al dulce, al enamorado que no sentía miedo ni vergüenza de expresar sus sentimientos. Pero se recordó que, a pesar de todo, el antiguo Ranma seguiría con ella, y era de ése del que se había enamorado.

Al menos no lo he perdido del todo se consoló. Se quedaría con ella en Nerima, en lugar de irse a China, y aún quedaba mucho de esa navidad que podían pasar juntos y convertir en recuerdos felices.

Ranma se guardó el sobre en el bolsillo del abrigo.

—¿Podemos ir antes a otro sitio? —Le propuso—. Hay una cosa que me gustaría enseñarte.

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La llevó sobre su espalda hasta uno de los puentes de metal que cruzaban el río Shakujii. Había un gran silencio alrededor cuando se asomaron a la barandilla, la vista de la otra orilla resultó sobrecogedora. En medio de la oscuridad de aquella noche tan fría, se alzaban las luces naranjas y amarillas de los edificios, las tiendas y el colorido entrañable de la navidad. Resultó un espectáculo muy bello de ver, aunque las aguas heladas que corrían bajo sus pies levantaban una corriente de aire gélido que le cortó la respiración a Akane en cuanto le rozó las piernas, por lo que tiró de las solapas del abrigo para cubrirse mejor.

—¡Ah! Espera —Cuando se dio cuenta, Ranma rebuscó en el bolsillo interior de su propio abrigo y sacó una bufanda. Él mismo se encargó de colocársela en torno al cuello y anudársela, así que Akane no la reconoció hasta que no la palpó con sus dedos.

—¿Es la bufanda que tejí para ti el año pasado?

Los enormes e irregulares agujeros que habían quedado entre los puntos, debido a su poca destreza como tejedora, eran inconfundibles.

—Sí, claro. Siempre la llevo encima.

—¿Por qué?

—¿Y por qué no?

Akane la palpó con cuidado, notó como los latidos de su corazón empezaban a acelerarse.

—Ni siquiera está bien hecha —admitió, cosa que no había hecho el año anterior cuando se la regaló—. No es gran cosa.

—Nunca nadie se había esforzado tanto por hacerme un regalo —explicó Ranma arrugando la nariz—. Por eso es especial —confesó—. Y también porque me la diste tú.

. Y tú eres a quien más quiero.

Aquellas palabras le tocaron el corazón, no solo porque Ranma no solía valorar los esfuerzos que ella hacía en ese tipo de tareas; sino también porque le estaba hablando de algo que había ocurrido hacía mucho tiempo.

—Eso fue hace un año —comentó, esperanzada—. Mucho antes del hechizo.

—Supongo que sí.

—¡Entonces, ¿qué significa?!

Ranma se apartó de ella como si hubiera recibido una descarga eléctrica y se puso a dar vueltas por el puente, meneando la cabeza, hablando y enfadándose consigo mismo. Se paró soltando un interminable resoplido, parecía agotado cuando la miró de nuevo.

—No lo sé —contestó. Akane estuvo a punto de caerse por esa respuesta tan tonta, pero la expresión de su prometido era de auténtica firmeza—. No sé qué es lo que hacen de verdad esos polvos, ni sé si Shampoo decía la verdad… ¡A lo mejor si estaba pensando en ti cuando me los tiró encima! —Se encogió de hombros, y tras un par más de respiraciones largas, pareció calmarse y fue capaz de sonreír—. ¡Es posible!

. La verdad es que siempre estoy pensando en ti.

Akane se acercó unos pasos, con el corazón alborozado, las mejillas ardientes y un temblor ridículo en la mandíbula. La hermosa luz de la otra orilla se había transportado a la mirada cargada de amor de su prometido, parecía que tuviera magia en ella.

—Lo que tengo claro es que no hace falta un tonto hechizo para que yo me enamore de ti, Akane —Le reveló y justo después, se rio, animado—. ¡Aunque quizá sí haga falta para que pueda decírtelo en voz alta!

La chica se vio sacudida por una carcajada igual de alegre que la de él, no pudo sostenerla. Agitó su cuerpo y aflojó la tensión que la mantenía en pie, pero también atrajo a sus ojos más lágrimas, sin que ella supiera cuándo iba a dejar de llorar de una vez.

¡Es que todo era tan confuso!

Por un lado, estaba segura de que todo ese arrebatador amor de Ranma era obra del hechizo, desde el instante en que le había encontrado inconsciente en la calle y éste la miró, todo fue diferente. Pero por otro, el asunto de la bufanda era real y había ocurrido hacía mucho tiempo. Quizás no era verdad que siempre la llevara consigo, pero sus palabras habían sonado sinceras y no algo que acabara de inventarse.

Aquel no era un asunto para pensar de manera racional, sino algo que tenía que ver con la esperanza. Y la esperanza es, al fin y al cabo, una elección personal. Podía elegir creer en el antídoto que Tofu les prepara o, creer en lo que estaba viendo en la mirada del chico justo en ese instante.

—Supongo que pedirte matrimonio estando bajo los efectos de un hechizo no fue la mejor idea del mundo —reconoció. A pesar de todo, lo hizo con la misma sonrisa, acercándose a ella y tomándola de la mano—. Pero lo dije en serio.

—¿Ah… sí?

—Claro que sí.

Buceó en su mirada, hasta lo más hondo en busca de algo que la ayudara a decidirse y al no estar segura, decidió buscar en su propio interior. ¿Qué había ahí? Eso ya lo sabía, claro, en su interior habitaba el amor más mágico y auténtico por ese tontorrón que pudiera existir.

—Prefiero que me hagas la pregunta otra vez, dentro de un tiempo —respondió, con una pequeña sonrisa. Le echó los brazos al cuello, acercándose a él y añadió—. Y entonces, te daré una respuesta.

—¿Sí? ¿Lo harás? —Ranma la rodeó por la cintura, entusiasmado.

—Puede.

Se puso de puntillas para besarle y cerró los ojos a las luces del otro lado del río. La envolvió una oscuridad tan cálida y serena como el calor del chico, la suavidad de sus caricias. Porque Akane acaba de decidir que confiaría en que el tiempo lo resolvería todo y, mientras tanto, sería tan feliz como pudiera.

El beso se prolongó hasta que algo helado le rozó la nariz. Del cielo caían pequeños y solitarios copos de nieve blanquísimos.

—Lo que faltaba —se quejó Ranma, aunque lo dijo sonriendo como si en realidad le hiciera ilusión.

—Oye, Ranma —Akane se armó de valor—. Sé que no te lo he dicho durante estos días… —Sonrió, con cierta timidez—; pero yo también te quiero.

El chico bajó su cabeza, la punta de su nariz rozó el punto helado donde le había caído el primer copo y desterró el frío de su piel.

—Ya lo sabía —susurró, con cierto tono de fanfarronería que, de hecho, no le había oído usar ni una vez en los últimos dos días y que Akane se alegró de escuchar de nuevo.

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(Fin de la tercera parte)

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¡Hola amigos y amigas!

¿Qué tal estáis? Yo estoy feliz de traeros el final de esta historia, y del calendario de adviento como tal, antes de que acabe Enero, jejeje. ¿Qué os ha parecido este capítulo? ¿Y todo el arco? A ver, ¿alguien dudaba de que habría un final feliz? Feliz y divertido, porque me he esforzado en que fuera lo más Ranma 1/2 posible * Espero haberlo conseguido y que lo hayáis leído con una gran sonrisa en la cara.

Hasta aquí hemos llegado Un año más, se me ha ido el tiempo volando y he concluido la dinámica de invierno en enero, en fin, no pasa nada siempre y cuando lleguemos al final.

Muchas gracias a todas y todos los que me habéis acompañado hasta aquí * Espero que estas pequeñas historias hayan hecho más especial la época invernal, a mí me ha gustado escribirlas aunque a veces haya sido complicado. ¡Pero lo he conseguido! Gracias por todos los comentarios y los ánimos, por seguir, votar y favoritear esta historia.

Espero haber respondido a todos por PM, y a mis queridos guests de Fanfiction:

DearGuest: ¡Hola! Me alegra que el Ranma romanticón te haya gustado, es gracioso escribir sobre él así, pero sé que se sale mucho de su personalidad. Espero que te haya gustado el capítulo final, obviamente Shampoo ha fracasado, jeje, pero diría que por una vez se ha marchado feliz a pesar de todo. Espero que hayas encontrado las respuestas a todas esas preguntas en estas páginas (no te olvides del epilogo de más abajo) y hayas disfrutado mucho la lectura. ¡Gracias por acompañarme durante esta época invernal! ¡Te mando un fuerte abrazo .

Serendiity: ¡Hola! Jejeje, es que quería que llegarais con ganas al final, aunque también tenía pensado publicarlo antes (y no haceros esperar demasiado). ¿Qué te ha parecido el desenlace? No sabría decir si el chocolate caliente aumenta los efectos, lo que está claro es que no los elimina (quizás Tofu nos engañó a todos y esta en su consulta riéndose). Jajaja, comparto esa teoría del timido y la pervertida. Espero que este capítulo último haya despejado todas esas dudas, y que te lo hayas pasado bien leyéndolo. ¡Muchas gracias por tu apoyo a lo largo de estos días! No te pierdas el epilogo de más abajo por si te queda alguna pregunta, jeje. ¡Un abrazote!

Oboro: ¡Gracias a ti por leer! Espero que te haya gustado el final.

Llega la hora de decir adiós ¡Gracias de corazón, una vez más! Nos vemos muy pronto.

¡Besotes para todos y todas!

PD: No os perdáis el epilogo de más abajo, jeje.

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Hechizo Equivocado

(Epilogo)

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Instrucciones de los conocidos Polvos Chiflado que Tofu recibió, ya traducidas, de parte de sus colegas doctores de China y que acabaron guardadas en el último cajón de su escritorio porque, tras leerlas atentamente, decidió que no le hacían falta a nadie:

Polvos Chiflados

¿Quieres que el chico o la chica de tus sueños se vuelva chiflado por ti?

¡Usa nuestra mezcla secreta de hierbas mágicas para robarle el corazón (o al menos la atención) a esa persona tan especial! ¡Resultados inmediatos garantizados!

Aviso: Los Polvos Chiflado no crean amor verdadero, solo un encaprichamiento temporal.

¿Cómo usar los Polvos Chiflado?

Extrae los polvos del sobre hermético de seguridad y extiéndelos sobre la palma de tu mano.

Sopla los polvos directamente en la cara de la persona elegida, zona de los ojos, la nariz y la boca.

Asegúrate de ser la primera que esa persona vea justo después.

Advertencias:

No usar en personas que ya estén enamoradas, ya que la mezcla podría potenciar esos sentimientos genuinos hacia otra persona (y nadie quiere eso, ¿verdad?).

Mantener fuera del alcance de niños, animales y personas con tendencias impulsivas.

Su uso está recomendado solo bajo la estricta supervisión del sabio de confianza de tu aldea.

No nos hacemos responsables de malentendidos románticos, triángulos amorosos o caos emocional derivado de su uso.

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Fin del Calendario de Adviento.

EroLady