Emmy estaba frustrada en la cama de la suite. No terminaba de entender por qué Amy había sido tan reticente con respecto a preguntarle más cosas a la Katrielle adulta. Pero Amy simplemente suspiró y negó con la cabeza.
— No estaba mintiendo. Lo que dice, lo cree de verdad. — Dijo Amy, mirando por la ventana. — No ibas a sacar nada de ella.
— ¿Y cómo sabes eso? — Preguntó Emmy, apretando los puños.
— Tengo un talento innato para saber si la gente me miente. — Dijo, cruzándose de brazos mientras observaba la ciudad por la ventana. — Soy una experta en trazar patrones en el comportamiento de la gente… y esa mujer creía fervientemente lo que te estaba diciendo.
— ¿Has decidido compartir esa información ahora? — Emmy la miraba con suspicacia. — Habría sido interesante saberlo antes.
— Se me pasó comentarlo cuando estabas pegándome. — Respondió Amy, lanzando un suspiro.
— Discutir no va a resolver nada. — Suspiró Katrielle. — Entonces, ¿Crees que realmente es mi yo futura? ¿Qué hay viajes en el tiempo?
— Yo no he dicho eso. — Suspiró Amy. — Pero sea quien sea, está convencida de que lo es. Así que no nos va a ayudar a encontrar a tu padre.
— Tiene que estar en esta ciudad, en alguna parte. — Sentenció Emmy. — Eso decían las pistas, ¿No?
— El diario de Papá llevaba al almacén de arriba. — Recordó Katrielle. — No puede ser casualidad que esté justo encima de este lugar.
— Lo que nos lleva a preguntarnos… Dónde puede estar sin que la alcaldesa de la ciudad lo sepa… — Amy se aferró una vez más el brazo izquierdo. — Esto debe tener que ver con los bajos fondos…
— Creo que sobreestimas la capacidad de la alcaldesa para tener control sobre el pueblo, Amy. — Le recalcó Emmy. — No es que tenga ojos en todas partes.
— ¿Te has fijado en cómo nos miraban todos cuando veníamos, Emmy? — Miró hacia Katrielle y la señaló. — Era por ella.
— ¿Por mí? — Katrielle tragó saliva.
— Decía saber que veníamos. — Recalcó Emmy.
— Exacto… ¿Crees que Hershel Layton podría entrar en esta ciudad sin que ella lo supiera?
— Supongo que tienes razón. — Concedió Emmy. — Así que… ¿Cómo planeas acceder a los bajos fondos? No creo que podamos salir simplemente a la calle y preguntar.
— Este lugar ya no es como me lo describía Papá. —Suspiró Katrielle.
Lo cierto es que Katrielle recordaba el "futuro Londres" como un antro depravado y oscuro en el que los bajos fondos tenían el control absoluto. Lo que estaba viendo era un lugar diferente, mucho más civilizado, pero inquietante de un modo muy diferente. Aún temblaba un poco al pensar en la forma en la que todos las habían mirado mientras caminaban por la ciudad. No sabía cómo iban a meterse en los bajos fondos de la ciudad sin ser vistas.
— ¿Tienes alguna idea de por dónde empezar, Amy?
— Te sorprenderá lo fácil que es conseguir que la gente te diga lo que quieres saber cuando no pueden mentirte. — Amy sonrió. — Y cuando sabes dónde buscar, claro… en mi profesión todo está en los detalles.
— Aún no sabemos a que te dedicas. — Le recordó Katrielle. — Sólo me dijiste que eras una antigua amiga de mi padre.
— Claro… cierto. — Amy negó con la cabeza. — Lo cierto es que soy ilusionista.
— ¿En serio? — Preguntó Emmy, alzando una ceja. — ¿Haces trucos de magia?
— No lo sé… ¿Qué tienes en el bolsillo de la chaqueta, Emmy?
Emmy se llevó la mano al bolsillo y se percató de que había una carta allí. Debía admitirlo, no sabía cuánto tiempo llevaba allí.
— ¿La reina de corazones? ¿Por qué esa carta?
— Es especial para mí. — Dijo Amy, alargando la mano para recogerla. Extrajo de su bolsillo el resto de las cartas y la volvió a meter en el montón. — Katrielle… Si me devuelves el as de picas que tienes tras la oreja… te lo agradecería.
Katrielle dio un respingo cuando se dio cuenta de que, efectivamente, tenía la carga tras la oreja, oculta entre su espesa melena. ¿Cuánto tiempo llevaría ahí metida? Negó con la cabeza y se la devolvió. Amy la metió con el resto de la baraja antes de guardarla en su bolsillo.
— Supongo que no se te da mal, Amy. — Admitió Emmy. — Pero… ¿Cómo te va a ayudar eso a encontrar a los criminales?
— Deja trabajar a mi percepción, Emmy
Cuando salieron de nuevo al exterior, pudieron comprobar que la gente ya no las miraba con la misma intensidad que antes. Su visita a la Katrielle del futuro parecía haber apaciguado esa necesidad de tenerlas controladas… aunque no estaba del todo claro cómo.
Amy parecía tener claro dónde buscar… o más bien, qué buscar. Se encaminó a un puesto callejero. El clásico juego de la pelota y los tres vasos. Emmy ya había visto al profesor enfrentarse a unos tramposos que lo seguían usando su lógica.
Pero Amy simplemente se paró, miró fijamente al juego y acertó dónde estaba la bola cinco veces seguidas. El trilero movió los vasos nerviosamente con mayor celeridad en su sexto intento. Amy permaneció impasible, sin alzar la voz ni apartar la vista. Cuando terminó, no señaló ningún vaso.
— ¿Y bien? ¿Finalmente ha encontrado la horma de su zapato?
— Qué decepción… — Bufó ella, ante la atenta mirada de Emmy, que podía ver que un par de individuos poco deseables se les estaban acercando. — Tienes la bola en la manga izquierda… y la has escondido como un principiante. Me sorprende que no te haya visto toda la calle.
— Señorita, no debería ir alzando acusaciones sin pruebas. — Respondió el trilero.
— Amy… — Katrielle sonaba asustada.
Y no era para menos. Cuatro hombres robustos como gorilas las habían rodeado. Amy no había perdido la compostura, pero Emmy ya tenía los puños levantados, más que dispuesta a defenderse.
— Márchese, señorita. Este es el último aviso antes de que tengamos que tener una conversación desagradable.
— A lo mejor quiero tener una conversación desagradable. — Amy mantuvo una confianza que a Katrielle le puso los pelos de punta.
Y aquellos gorilas parecieron tomárselo como una orden para atacar. Emmy no dudó en lanzarse, pero en cuanto dio el primer puñetazo, fue como si acabase de golpear una viga de metal. Se aferró la mano, dolorida.
— ¿Llevas un chaleco de acero debajo de la chaqueta, acaso? — Volvió a intentarlo, golpeando con una patada, pero el resultado fue el mismo.
Lanzó un quejido, pero finalmente el hombre la sujetó. Iba a revolverse, pero Amy negó con la cabeza. Aunque hubiera sido el plan de la prestidigitadora, a Emmy no le hacía ninguna gracia. Pero no pudo oponerse.
Cuando se quiso dar cuenta, las habían encerrado en un sótano, por el cual sólo entraba la luz a través de un ventanal en la parte superior. Katrielle temblaba de frío y Emmy estaba visiblemente molesta.
— ¿Y ahora qué vas a hacer? Estamos en este sótano, atadas de pies y manos y ahora vendrá algún degenerado y nos hará cualquier cosa.
— Bueno, eso no es el del todo cierto. — Suspiró Amy.
— Oh, todavía me dirás que el jefe de los trileros es una gran persona y no debo preocuparme.
— No… pero no estamos atadas de pies y manos.
En ese momento, Amy alargó las manos, revelando que las tenía libres. Emmy emitió un suspiro frustrado cuando vio la sonrisa de suficiencia de la prestidigitadora que, con una pequeña chuchilla en la mano, se estaba soltando las piernas.
A continuación, procedió a liberar a Katrielle, y, finalmente a Emmy. Katrielle le dio las gracias, pero Emmy, aunque lo hizo, fue de forma reticente. Amy se acercó a la puerta de la entrada, se sacó una horquilla de la manga y empezó a trabajar con la cerradura hasta que, con un sonoro click, la puerta se abrió.
— ¿Acostumbras mucho a hacer esto?
— Normalmente bajo el agua mientras aguanto la respiración. — Dijo, mientras se deslizaba por la puerta.
— Así que también haces escapismo.
— Si te interesa ese tema podemos hablarlo en otro momento. Cuando nuestras vidas no estén en juego. — Comentó, encaminándose escaleras arriba. — ¿Qué tal se te da noquear a la gente en silencio, Emmy?
— Pues… normalmente bien, pero… a esos gorilas que les trajeron aquí… —Bufó. — Fue como si estuviera pegando a las paredes…
— Bueno, no lo sabremos si no lo intentamos. Katrielle, quédate atrás.
Parecían encontrarse en una gran mansión. Fue una larga y tortuosa exploración. Afortunadamente, no tuvieron problemas con los residentes. Emmy pudo noquearlos, y Amy también fue capaz de ocuparse de alguno de ellos.
La exploración terminó llevándolas hasta la que parecía el despacho del líder de aquella organización. No era muy distinto del de Katrielle. Aunque era más escueto y mucho más oscuro al no poseer los grandes ventanales de la alcaldesa.
— De modo que… Aquí vive el líder de los bajos fondos… — Bufó Emmy.
— Bien… veamos en sus archivos… quizá allí tenga una forma de encontrar a Papá. — Katrielle miró con atención el despacho.
Lo cierto es que había todo un archivo en un mueble junto a la ventana. Sin embargo, en lugar de números o nombres, en los lomos de los archivadores había unos símbolos desconocidos.
— Debe tener un código para estos archivos… — Murmuró Emmy, observando — Debe haber un patrón que podamos seguir. ¿Alguna idea?
— A mí no me mires. — Bufó Amy. — No es mi fuerte.
Pero Katrielle ya se había acercado a los archivos y estaba revisándolos en completo silencio. Emmy iba a decir algo, pero Amy le hizo un gesto para que no interrumpiera. Katrielle empezó a reordenar los archivos sin decir nada, colocándolos en el que parecía un orden arbitrario para las otras dos, al menos al principio.
— El más reciente es este. — Comentó, entregándoselo a Emmy.
— ¿Alguna mención al profesor? — Preguntó Amy.
— Sí, aquí lo tengo… hace unos días. — Susurró Emmy. — "El profesor Layton continúa encerrado en el sótano del casino, insiste en no colaborar con nuestra investigación. Considero que la privación de sueño o de alimento podría volverlo más colaborador."
— Papá… — Gruñó Katrielle. — ¿De verdad lo tienen retenido sin comer? ¡Los voy a…!
— Kat, no subas la voz. — La atajó Amy. — Tenemos que salir de aquí. Una vez hecho, podemos pensar en tu padre.
— Amy tiene razón. — Bufó Emmy. — Busquemos la ventana más cercana.
Comparado con su primer asalto, descolgarse por una de las ventanas de aquella mansión fue relativamente sencillo. Pero, por desgracia, no pasó desapercibido. Iniciaron una carrera, pero no tardó en seguirlos un escuadrón.
— Emmy, coge a Kat… huid al hotel. — Amy sonrió. — Yo me ocupo de esto.
— ¿Estás loca? Debe haber como veinte de esos psicópatas a los que yo no pude tumbar.
— Sí, ¿Y qué? No voy a pegarme con ellos… — Amy se encogió de hombros. — Soy escapista, ¿Recuerdas? Os veo en tres horas… si salgo con vida.
Emmy se quedó en silencio mientras veía cómo Amy giraba de nuevo la esquina y atraía la atención de aquellos sicarios. Escuchó disparos. Kat intentó correr detrás de ella, pero no se lo permitió. Emmy la aferró con fuerza y corrió con ella hacia el hotel.
El sonido de las sirenas de policía la tranquilizó un poco. Aunque no estaba segura de que la fuerza policial fuese capaz de contener la avalancha de sicarios. ¿Cómo podía haber semejante concentración de ellos?
Afortunadamente, sólo se cruzaron con agentes de la ley de camino al hotel. Emmy se dejó caer sobre la cama de la suite.
— Entonces… ¿Vamos a quedarnos esperando? — Kat miraba por las ventanas, frustrada.
— No creo que sea buena idea salir ahora, la verdad.
— Pero… se supone que mi padre está en el casino.
— Por lo que sabemos ese casino probablemente sea como una fortaleza. — Suspiró Emmy. — No creo que podamos entrar, así como así. Tenemos que meditarlo bien. Y quizá necesitemos ayuda…
— ¿Ayuda? ¿Pensabas en alguien?
— Quizá podamos contactar con Scotland Yard. Con la cantidad de favores que le deben a tu padre… Me pregunto que habrá sido del inspector Grosky… no será el más espabilado, pero desde luego, tiene pasión…
Emmy y Kat estuvieron meditando sobre ello. La idea de salir al exterior y pedir ayuda no sonaba descabellada, pero por otro lado, la cercanía del profesor les hacía ser reticentes. Kat deseaba ver a su padre cuanto antes, y eso la hacía proponer lanzarse directamente al casino y "probar suerte", igual que habían hecho con la mansión.
— No. — Emmy fue tajante. — Aún no tengo claro cómo Amy me lio para hacer esa locura, pero no lo vamos a repetir. Es un milagro que estemos vivas.
Justo cuando terminó de hablar, la puerta de la habitación se abrió y Amy hizo acto de presencia. Se la notaba agotada y respiraba con dificultad. Sin embargo, lo que llamó la atención a Emmy fue ver que, sobre su cabello rosa, llevaba una fedora, blanca como el resto de su atuendo.
— ¿Te perseguía la mafia y te paraste a comprar un sombrero?
— Claro… para ocultarme… — Dijo, apretando su brazo izquierdo.
— Amy — Emmy puso los ojos en blanco. — Con todo respeto, sólo te falta llevar luces de neón… sería complicado ser más descarada.
— Dice la chica que lleva un traje de color amarillo…
— Yo llevaré un traje amarillo, pero mi pelo no es rosa.
— Culpable… — Bufó, negando con la cabeza. — Necesito una ducha… y dormir. Mañana hablaremos con Kat.
— ¿Conmigo?
— La otra Kat. — Puntualizó. — Puede que se mostrara pesimista, pero dudo que rechace la posibilidad de encontrarse con Hershel.
— ¿No decía que no tenía intención de cambiar su pasado?
— Peor será si no viene con nosotras y nos pasa algo, ¿No crees?
