Ranma 1/2 y sus personajes no me pertenecen, son absoluta propiedad de la extraordinaria y cruel Rumiko Takahashi.

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Señorita

Capítulo 1 - Cause

Las amplias extensiones de Edo se desplegaban como un tapiz de colores vivos, donde la naturaleza se mostraba en todo su esplendor. Los paisajes llenos de vida y energía parecían no tener fin, su mirada se perdía en el horizonte sin poder delimitar dónde acababa el extenso territorio. Cuando cabalgaba por los campos verdes, se sentía envuelto por la belleza que lo rodeaba, como si la propia naturaleza lo estuviera abrazando.

Disfrutaba sentir el susurro del viento en su rostro, el ritmo intenso y cadencioso del trote de su caballo, y el cosquilleo cálido que el sol producía en su piel, como si estuviera absorbiendo la vitalidad del entorno.

Volvió la cabeza para mirar a sus hermanos y la carreta que transportaba a su madre, que avanzaba a pocos pasos detrás de ellos, con su padre cabalgando junto a ella. Aparte de su amor por la naturaleza, también sentía una pasión innata por el combate. Era un guerrero en el sentido más amplio de la palabra, y no recordaba un solo día sin una katana colgando de su cintura. Desde que tenía memoria, había sido instruido y preparado para la batalla, pero eso no significaba que no apreciara los momentos de paz, en los que podía relajarse y disfrutar de cosas más simples.

— Estás sonriendo como un idiota.

Alzó la ceja y se volvió hacia su hermano, quien se colocó a su lado. Lo miró con atención mientras se ajustaba el pañuelo amarillo que llevaba en la frente.

— ¿No me digas que ahora es un pecado sonreír, Señor pe-chan?

— ¿No te he dicho que dejes de llamarme así?

Soltó un gruñido molesto y apretó las riendas con fuerza, tensando los músculos de su brazo.

— Sabes que a nuestro hermano mayor no le gusta recordar que, con solo 7 años, fue arrasado por una manada de cerdos salvajes —contuvo su risa al ver a su hermano enrojecer por completo, mientras que Ranma parecía igual de divertido que él.

— Ya verán, par de idiotas —murmuró entre dientes y, con un golpe seco de sus manos, azuzó a los caballos, que se lanzaron a todo galope. Estalló en una risa desenfrenada al ver a Ranma y Mousse intentar detenerlos con desesperación.

Disminuyó la velocidad del trote de su caballo y observó con curiosidad el camino serpenteante que se desplegaba por el valle, trazado con piedras grises que marcaban su sendero. El paisaje se abría ante él como un tapiz verde, con el pueblo amurallado emergiendo en el horizonte como una joya escondida. Estaban cerca de llegar a su destino, el territorio del Señor feudal Tendo, un hombre de renombre que se había forjado su título y tierras en el ardor de la batalla. Hacía 28 años, el emperador le había concedido el honor de dirigir su propio territorio, un reconocimiento a su valentía y habilidad en el campo de batalla. Tendo había sido compañero de armas de su padre, y ambos compartían una historia de luchas y victorias que habían sellado su amistad.

— Estamos a punto de llegar. Prepárense.

Escuchó la voz fuerte y firme de su padre, quien se desprendió de la carreta donde viajaba su madre y se situó al frente, liderando la comitiva con autoridad. Una sonrisa se dibujó en su rostro antes de detenerse, esperando a que el grupo se reorganizara y avanzara detrás de su padre.

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Con una sonrisa amable, saludó a la multitud que se había reunido a su alrededor, mientras seguía a los sirvientes que los guiaban hacia la residencia de su querido amigo Soun Tendo. Durante el trayecto, notó que sus hijos se habían colocado junto a él, pero pronto se percató de que alguien faltaba. Un suspiro largo y profundo escapó de sus labios antes de hablar.

— ¿Dónde está? —preguntó apretando los labios en una línea tensa.

Mousse simplemente se encogió de hombros.

— Recorriendo el pueblo y buscando tal vez una dama para divertirse —dijo Ryoga con una sonrisa irónica —. Me sorprende que aún no conozcas bien a tu hijo, padre.

— Tal vez guardo en mí la esperanza de que mis hijos maduren de una vez y comiencen a pensar con la cabeza, que en verdad deberían.

— Algún día, padre, habría hecho lo mismo que Ranma, sólo que ese desgraciado se nos adelantó —Mousse señaló con agrado a las lindas señoritas que estaban entre la multitud y les lanzaba una sonrisa seductora.

— No sé quién de los tres es peor —negó con la cabeza con un gesto de resignación.

— Los tres —bromeó Mousse con suavidad, logrando que su padre esbozara una leve sonrisa.

— Recibirá un buen castigo cuando su madre se dé cuenta. Luego de eso, le rogará a los dioses que lo protejan —alegó a forma de amenaza, sabiendo que su esposa era una mujer dulce, pero también alguien muy arraigada a las tradiciones y, por lo tanto, exigente en cuanto a la conducta de sus hijos, que debían ser caballeros ejemplares.

Un escalofrío le recorrió la espalda al escuchar las palabras de su padre, no había pensado en las consecuencias realmente. Pero ya estaba hecho, así que se separó del grupo para explorar el pueblo. A simple vista, se podía ver que el señor de la tierra era un gobernante benevolente, ya que los habitantes parecían llevar una vida próspera y tranquila. Su atención se centró en la herrería, donde una multitud se había reunido, y decidió que sería su primera parada.

— Es un buen caballo — mencionó un hombre junto a él, contemplando con admiración al imponente animal.

— Es de raza híbrida, su padre vino desde Chūgoku hace algunos años — dijo acariciando al caballo que rechinó al contacto.

— Debe tener buena paga como samurái, para costear un ejemplar como este —comentó dándole una palmada en el hombro del animal para comprobar su musculatura.

— No me quejo, pareces un buen conocedor.

— Lo soy. Me encargo personalmente de cuidar a los caballos de nuestro Señor — mencionó con orgullo, evidenciando su dedicación y experiencia en el cuidado de los caballos.

— ¿Puedes hacerte cargo de él? —señaló al caballo y lo vio dudar un poco mientras lo miraba —. Te pagaré —ofreció ganándose un asentimiento de forma inmediata. "No hay quien desprecie una moneda", se dijo internamente con una sonrisa.

Se abrió paso con destreza entre la multitud curiosa para descubrir qué era lo que capturaba la atención de todos, mientras se quitaba el casco y lo colocaba bajo su brazo.

Sus ojos se abrieron de par en par, asombrado al contemplar cómo el metal golpeaba el yunque de hierro con un eco profundo que resonaba en el aire. Luego, con un movimiento rápido y preciso, las manos del herrero sumergían el metal en el agua, y comenzaban a moldearlo nuevamente con potentes martillazos que demostraban una fuerza y habilidad impresionantes. La velocidad y destreza con que realizaba el trabajo eran verdaderamente asombrosas, y se notaba la experiencia y dedicación que había detrás de cada acción. Pero lo que más lo sorprendió fue que el autor de tan impresionante trabajo era una mujer, una castaña de cabello oscuro sujetado por un lazo, cuya belleza era evidente a pesar de vestir como un hombre. De no haberla observado con detenimiento, podría haberla confundido con un hombre.

Se detuvo un momento más, admirando la habilidad y destreza de la mujer herrera, antes de continuar su recorrido. El comercio en ese lugar era verdaderamente notable, y le agradaba ver la prosperidad y riqueza que reinaban en esa tierra. Como hijo de un Señor, comprendía que un buen liderazgo era fundamental para el enriquecimiento de una nación, pero también sabía que el bienestar de sus habitantes era un factor crucial que contribuía al éxito. Un Señor sin su pueblo no es nada. El liderazgo es un trabajo en equipo, donde se busca un beneficio mutuo. Mientras una tierra próspera, su Señor se fortalece y se prepara para grandes logros.

Quizás sería prudente considerar la posibilidad de contraer matrimonio con una de las hijas del Señor de esas tierras, ya que podría ser muy beneficioso para su futuro. Cruzó sus brazos, sumido en pensamientos, pero pronto estalló en una carcajada. ¿Cómo podía estar considerando algo así? No se sentía listo para casarse y soportar las demandas y responsabilidades que conllevaba tener una esposa. Prefería disfrutar de la compañía femenina de manera más... temporal. Además, le encantaba su vida como guerrero, y no quería renunciar a la libertad y la emoción que eso le proporcionaba. No, definitivamente no estaba dispuesto a casarse. La idea misma le parecía ridícula.

— Suéltelo, por favor, señor —rogó con voz suplicante, inclinándose en el suelo.

Se detuvo en seco al escuchar las voces y prestó atención, intentando descubrir qué estaba sucediendo.

— ¿Por qué debería? —espetó con una carcajada cruel, levantando al niño por completo del suelo —. Es tu culpa, mujer. Deberías enseñarle su lugar a este mocoso insolente.

— ¡Mamá! — gritó desesperado, extendiendo su mano hacia ella en un gesto suplicante.

— ¡Se lo enseñaré! Solo perdónelo, por favor — pidió postrándose en el suelo con la cabeza inclinada en un gesto de sumisión y desesperación.

— Muy tarde —sonrió de lado antes de tirar al niño al pozo de agua.

— ¡Kaito! —gritó angustiada, sin saber qué hacer para ayudar a su hijo. Pero antes de que pudiera reaccionar, una figura emergió a su lado y, sin vacilar, se lanzó al pozo.

Extendió sus brazos para frenar la caída, y mientras el agua le envolvía, trató de enfocar su vista para localizar al niño. Cuando finalmente lo encontró, lo agarró con un movimiento rápido y seguro, y lo subió a sus hombros para comenzar a nadar hacia la superficie del agua con todas sus fuerzas.

— ¿Estás bien? —consultó con voz suave y preocupada, mientras observaba al niño toser y temblar de miedo.

— Sí... —respondió con un hilo de voz, apenas audible.

— Necesito que te sujetes bien de mí, ¿entendido? Vamos a subir y necesito que te agarres fuerte para que no te pase nada.

— Sí. ¿Cómo vamos a subir, señor? —preguntó mirando hacia arriba con preocupación, ya que la cuerda que colgaba de la poza parecía frágil y no muy segura para soportar el peso de ambos.

— Por esa cuerda no, se arrancaría antes de que llegáramos arriba. Vamos a escalar, solo sostente fuerte —sacó dos cuchillos de su ropa y comenzó a subir, enterrándolos con precisión entre las grietas de las rocas. Lo había hecho miles de veces, era una tarea rutinaria para él, pero la superficie resbalosa exigía un poco más de cuidado para evitar un resbalón.

Cuando finalmente emergió del pozo, se impulsó hacia adelante y se encontró con la imagen de la madre del niño, llorando desconsoladamente mientras intentaba acercarse a su hijo. Con cuidado, bajó al niño de sus hombros y le dio una suave palmada en la espalda, animándolo a correr hacia su madre. No pudo evitar sonreír al ver la alegría y el alivio en los ojos de la madre. Sin embargo, su expresión se endureció rápidamente al recordar al culpable de todo esto. Miró alrededor, buscando al hombre que se había atrevido a arrojar al niño al pozo, y se juró a sí mismo que, cuando lo encontrara, le daría una lección que nunca olvidaría.

No tuvo tiempo de reaccionar. Cuando un golpe contundente y repentino lo alcanzó, y apenas le dio tiempo de equilibrarse para evitar caer al suelo. Su cuerpo se tambaleó, pero logró mantenerse en pie.

— ¡Pero qué diablos! — gritó furioso, buscando al culpable de ese golpe que lo había agarrado con la guardia baja. Cuando bajó su mirada, se encontró con unos ojos marrones que lo miraban con una ira intensa y desafiante. La figura que los poseía era pequeña, pero parecía contener una furia y una energía que la hacía parecer mucho más grande. Era como una pequeña fiera, lista para atacar en cualquier momento.

— Me importa poco quién sea tu señor y qué hagas aquí —dijo con una voz firme y autoritaria, su mirada era penetrante y desafiante —. Pero no permito que nadie se meta con los habitantes de mi tierra. Así que piénsalo dos veces antes de volver a hacer algo fuera de tus obligaciones en un lugar que no es tu dominio. A la siguiente, te aseguro que te ejecutaré —exclamó mirando con desprecio al hombre frente a ella.

Luego, se dio la vuelta y se dirigió hacia la madre y el niño, que estaban abrazados y llorando. Había llegado corriendo después de escuchar los gritos y los murmullos de la gente, que hablaban de un niño que había sido tirado al pozo por un samurái. Y al llegar, se encontró con la escena devastadora, el hombre parado junto al pozo, y la madre y el niño llorando abrazados.

— ¡Vete de aquí! —elevó una vez más su voz, llena de indignación y desprecio hacia el hombre que había causado tanto dolor a esas personas.

— Oye —gruñó rechinando los dientes. Estaba dispuesto a decirle de todo a esa mujer que se había atrevido a golpearlo y hablarle de esa forma. Pero antes de que pudiera decir una palabra, la vio alejarse junto a la madre y el niño, sin siquiera mirar atrás —. ¡Mujer, te digo que esperes! —bramó comenzando a seguirla con un paso furioso, hasta que una mano firme lo detuvo por detrás.

— Joven señor, ¿Se encuentra bien?

— Estoy empapado, me acaba de golpear una loca de la nada —se quejó torciendo la boca en una mueca de disgusto —. Espero que encuentres la definición de bien en eso, Kenji. Además, la perdí de vista... ¡maldita sea! —exclamó golpeando el suelo con el pie. Pero luego, su expresión cambió, y una sonrisa se insinuó en sus labios —. Aunque... — dijo pensativo —. ¿Era una mujer muy atrevida, no crees?

— Demasiado. Creí que lo enviaría a volar varios metros. Por un momento, temí por su vida, joven señor —soltó una risita y volvió la cara para ocultar su sonrisa, tratando de mantener una apariencia de seriedad.

— Era muy poco femenina, parecía un oso enojado.

— Es la tercera hija del Señor Tendo. Se llama Akane. Si hubiera asistido al recibimiento, ya la conocería. Y por cierto, su madre me envió a buscarlo —explicó Kenji mientras caminaban.

— Así que Akane, de señorita no tiene nada —dijo con una sonrisa confiada —. Bueno, Akane Tendo se enterará de que se metió con el hombre equivocado. Esa mujer poco femenina sabrá quién soy —se rió para sí mismo, imaginando la expresión de Akane cuando se entere de su identidad. Y no planeaba dejarle pasar tan fácilmente lo que le había hecho. La cuenta no había terminado —. Dile a Roderick que prepare mi mejor ropa para la ceremonia de bienvenida —ordenó, mientras seguía a Kenji, listo para prepararse para el enfrentamiento que se avecinaba.

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Sonrió al ver su kimono mientras sus damas de servicio terminaban de acomodarlo. Tenían aún que maquillarla y terminar de arreglar su cabello, le gustaba verse linda y elegante para la ceremonia. Sin embargo, la razón de la celebración no le terminaba de agradar del todo. Los invitados eran el amigo de su padre, el señor feudal Saotome, y sus hijos, desconocidos para ella. Y aún no podía olvidar el altercado de la mañana, cuando uno de esos hombres arrojó al niño a la poza. Estaba casi segura de que era un hombre de la comitiva de los Saotome, y la idea de que sus samurai fueran así, la llenaba de inquietud. Apenas los había visto, ya no deseaba volverlos a ver. Se mordería la lengua para no recriminarles lo acontecido, su padre se enojaría mucho con ella. Además, su prometido, Ryu, estaría presente en la ceremonia, y no podía quedar como una salvaje frente a él. Ryu era un hombre amable y simpático, y ella no quería decepcionarlo.

Llevaba dos años comprometida con Ryu Kumon, hijo del líder del ejército imperial, quien controlaba todo el poder militar del reino. El Shogún era un hombre respetable, siempre con una amigable sonrisa y una caballerosidad envidiable. Durante el tiempo que llevaban comprometidos, habían tenido varias reuniones con Ryu, y había llegado a apreciar su personalidad. Tenía un parecido con su padre, el Shogún, en su actitud y comportamiento, lo que la hacía sentir más cómoda con la idea de la unión. Al principio, había sido difícil aceptar el compromiso, ya que se había sentido obligada a casarse con un desconocido de la noche a la mañana. Se había cuestionado por qué sus hermanas no habían sido elegidas para aquello, pero luego se enteró de que el propio Shogún la había elegido personalmente para su hijo. Quizás, él veía en ella algo que ella misma no entendía. La idea la intrigaba y la hacía sentir un poco más curiosa sobre su futuro esposo.

— Se ve preciosa, señorita —dijo la dama de servicio, retrocediendo un paso para admirar su trabajo —. De seguro, su prometido estará deslumbrado al verla. Su belleza es verdaderamente incomparable.

— Esperemos que sí, Akari. Sabes que el señor Ryu es un hombre ocupado, a veces no tiene mucho tiempo para fijarse en los detalles —respondió con una sonrisa ligera.

— No diga eso señorita. Estoy completamente segura, de que lo dejará maravillado con su belleza.

Sonrió a la chica a su lado mientras se levantaba y se dirigía a la puerta, estaba lista para enfrentar la ceremonia. Caminó por los pasillos a paso lento, observando cómo todo el personal de servicio parecía ocupado y apurado en ese momento, preparándose para la llegada de los invitados de honor. Al entrar por la puerta, se topó con el salón a medio llenar, y se dedicó a mirar con atención a quienes estaban presentes en el lugar. Aún no había rastro de los Saotome, lo que le proporcionó un breve alivio, ya que no debía lidiar con esas personas aún. Se dirigió hacia dónde estaban sus hermanas.

— Padre mencionó que te comportes especialmente bien el día de hoy. No quiere quedar mal con su gran amigo. Ya sabes cómo es padre, con estos asuntos.

— Lo sé, Nabiki, me lo mencionó varias veces esta mañana —respondió con un suspiro de fastidio —. Padre no se cansa de repetírmelo. Me siento como si fuera la única que tiene que soportar sus regaños y advertencias constantes —agregó sacudiendo la cabeza con frustración.

— Será porque eres una señorita con poca paciencia y en ocasiones actúas sin pensar —comentó Kasumi con una sonrisa y viéndola con atención —. Te ves preciosa, hermanita. ¿Tienes razones de sobra para quererte ver tan bien hoy? —cuestionó de manera inocente.

— Lo de siempre, Kasumi —respondió con una sonrisa suave —. Solo que por una vez quería que padre no me regañara tanto. Me esforcé mucho en prepararme para esta ocasión, y espero que él lo note —mencionó mirando a su hermana.

— Pienso que deberías vestirte así más seguido, Akane. Te ves radiante. Ojalá tu prometido, Ryu, nos visite en más ocasiones — dijo Kasumi con una sonrisa astuta.

Notó a su hermana radiante de felicidad al verla tan bien arreglada ese día. Era como una madre para ella, siempre cuidándola y protegiéndola desde que tenía uso de razón. La pérdida de su madre a una edad temprana había dejado un vacío en su vida, pero Kasumi siempre había estado allí para llenarlo. Quizás debería vestirse así más seguido, si eso hacía que su hermana fuera tan feliz. Sin embargo, ella prefería la ropa cómoda y práctica para sus entrenamientos de artes marciales y Kendo. Le gustaba verse bonita, pero solo en ocasiones especiales, el resto del tiempo, prefería una simplicidad y comodidad.

Su sonrisa se esfumó instantáneamente al ver llegar a los Saotome, que entraron en el salón con una presencia imponente. Akane hizo una leve reverencia cuando Genma Saotome pasó por delante de ella, seguido de cerca por su esposa Nodoka, cuya mirada parecía escrutar cada detalle del salón. Justo detrás de ellos venían sus hijos. Sería una noche muy larga, sin duda alguna.

Se quedó de piedra al ver al hombre que entró último detrás de los dos hijos que había conocido en la mañana. Su padre le había mencionado que el Señor Saotome tenía tres hijos, pero uno de ellos no había estado presente en el saludo formal que habían presentado más temprano.

— No puede ser —murmuró incrédula, abriendo los ojos de par en par —. Ese... ese idiota —maldijo, mirándolo con furia y desprecio mientras el hombre le sonreía con una mueca burlona y se pavoneaba al pasar cerca de ella, como si quisiera demostrar su importancia.

— Akane —susurró Kasumi, con una mirada de advertencia —. Por favor, contrólate. No queremos escenas desagradables aquí —pidió poniendo una mano en el brazo de Akane para intentar calmarla y recordarle la importancia de mantener la compostura en público.

— Estoy bien —respondió esforzándose por mantener la calma y relajando sus manos, que habían estado sujetas con fuerza a su kimono. Desvió la mirada del hombre exasperante y se centró en los demás invitados.

Se alivió mucho al ver llegar a su prometido junto a su comitiva, y su rostro se iluminó con una sonrisa al recibir una pequeña sonrisa de él. Era cierto, él estaría ahí para apoyarla, y debía centrarse en hablar con él e ignorar al estúpido Saotome que la estaba mirando con una sonrisa burlona. Pero sus ojos se levantaron instintivamente y se encontraron con la mirada fija de él, que volvió a sonreírle de forma arrogante, disfrutando claramente de su incomodidad. Sintió una oleada de ira y su mano se cerró en un puño, deseando poder golpearlo hasta el cansancio. Pero se contuvo, recordando que había demasiada gente presente y que no quería causar un escándalo.

Con todos los invitados ya presentes, la ceremonia comenzó formalmente. Los invitados se sentaron con gracia en los zabuton dispuestos en el salón, mientras que las servidoras comenzaron a servir el té con movimientos precisos y elegantes. El ambiente se llenó del aroma suave del té y del murmullo de las conversaciones, marcando el inicio de la celebración.

— Me es un gran honor darles la bienvenida a todos ustedes en este día de fiesta y celebración. Es un placer contar con su presencia en mi hogar. En especial, quiero dar la bienvenida al señor Ryu Kumon, hijo del Shogún y futuro heredero, así como al señor Sato, mano derecha de los Kumon, por su agradable visita. También quiero agradecer la presencia del Señor Genma Saotome, su esposa Nodoka Saotome, y sus hijos, Ryoga Saotome el primogénito, su segundo hijo Mousse Saotome y a su tercer hijo Ranma Saotome, futuro heredero del dominio Saotome. Es un gran honor tenerlos presentes en mis tierras. Por favor, disfruten de la celebración y del té que les hemos preparado —dijo con una reverencia antes de sentarse y comenzar a beber su té.

La celebración transcurrió con normalidad, y la comida fue servida en un orden perfecto, con platos delicados y sabores exquisitos que deleitaron a los invitados. Las conversaciones se escuchaban por doquier, llenando el aire de risas y comentarios alegres, y creando una atmósfera pacífica y entretenida. Para mayor deleite de los presentes, se presentaron algunos bailes tradicionales, con movimientos gráciles y ritmos contagiosos que hicieron que todos se sintieran parte de la celebración.

Hacía rato que sentía una mirada pesada y persistente clavada en ella, y se repetía en la cabeza "no mires, no mires", sabiendo perfectamente de quién era y rehusándose a caer en su estúpido juego. No le daría la oportunidad de pensar que podía afectarla. Con determinación, buscó con la mirada a su prometido, ansiosa por escapar de la tensión que se había acumulado en el aire. Se puso de pie de forma lenta y elegante, arreglando su kimono con un gesto suave y deliberado, antes de dirigirse hacia su prometido con una sonrisa serena y una actitud confiada.

— Señorita Akane —habló con una voz suave y un tono ligeramente burlón, esperando captar su atención y ver cómo reaccionaba ante su presencia. Los ojos marrones de Akane brillaron con molestia, exactamente como él lo había esperado, y eso solo lo hacía más divertido —. No nos hemos presentado formalmente. Un gusto conocerla, señorita Akane —dijo inclinando ligeramente la cabeza con una sonrisa y esperando ver cómo reaccionaba ante su provocación.

— El gusto es mío, Señor Saotome —dijo apretando los dientes y forzando una sonrisa educada, aunque su voz era tan fría como el hielo. Su mirada se clavó en la sonrisa burlona de Ranma, y sintió una oleada de ira y frustración. ¿Por qué tenía que ser tan condescendiente y arrogante? Quería matarlo por el simple hecho de verlo, con esa sonrisa estúpida y esos ojos que parecían burlarse de ella.

— Solo espero que tampoco se emocione de más. Y espero que mantenga quieta sus manos, ¿No es así, señorita? —agregó con una risa contenida que amenazaba con escapar de su garganta en cualquier momento. Akane abrió los ojos de par en par, su expresión cambió de irritación a furia en un instante, se sentía satisfecho de haber logrado provocarla.

— Creo que puedo mantener mis manos quietas —mencionó con una voz firme y una mirada desafiante —. Claro, mientras no me provoquen. ¿Es algo que usted no haría? —preguntó con ironía. Lo vio sorprendido por su respuesta, y por un momento, su sonrisa se desvaneció y sus cejas se alzaron en una expresión incredulidad.

— Claro, que no —respondió con tranquilidad y una voz llena de sarcasmo —. Soy un caballero, me gusta tratar bien a las damas, siempre y cuando sean damas reales —se rió de nuevo, disfrutando de la tensión que había creado al ver a Akane apretar los labios, conteniendo algún insulto que amenazaba con escapar de su boca. Podía sentir su ira y sabía que no tardaría en explotar.

— Mira tú...

Se detuvo al ver a su prometido acercarse, y al no seguir hablando, Ranma miró en la dirección donde ella miraba, su curiosidad despertada por la repentina interrupción.

— ¿Todo bien? —preguntó acercándose a ella con una expresión de preocupación y mirándola con ojos atentos, como si buscara leer en su rostro cualquier señal de incomodidad o malestar.

— Muy bien, Señor Ryu —respondió con una sonrisa educada, mirándolo directamente a los ojos —. Justamente quería acercarme a usted para saludarlo —aclaró con una inclinación de cabeza y una voz suave, demostrando su respeto y consideración hacia él.

— Así es, señor —habló con una sonrisa amistosa, aunque ligeramente irónica —. La señorita Tendo y yo solo estábamos intercambiando un amistoso saludo. Considerando que nuestros padres son tan grandes amigos, esperaba que nos lleváramos tan bien como ellos, solo era eso. Si me disculpan, me retiro —hizo una reverencia respetuosa, con una inclinación de cabeza y un gesto elegante, antes de girar sobre sus talones y alejarse con una sonrisa enigmática.

Maldijo por lo bajo la inoportuna intervención de Ryu, que había arruinado el momento perfecto para seguir provocando a Akane. Se había estado divirtiendo mucho, jugando con sus emociones y viendo cómo se sonrojaba de rabia. Ahora, tendría que esperar otro momento para seguir adelante con su plan de molestarla, pero no se rendiría. Ya buscaría otra oportunidad para cobrarse por lo que ella le había hecho en la mañana.

Volvió a sentarse junto a sus hermanos, levantando su taza de sake en un gesto automático mientras mantenía su mirada fija en Akane, que reía y hablaba amistosamente con Ryu.

— Parece que te la quieres comer con la mirada —dijo Mousse con una sonrisa burlona, inclinándose hacia adelante para susurrarle —. ¿No me digas que ya te enamoraste de la señorita Tendo? —agregó con una risa silenciosa.

— Pues esta vez eligió mal de quién enamorarse —mencionó Ryoga con ironía, mientras dejaba la botella de sake en el chabudai con un suave golpe —. Ese que está ahí, es el prometido de la señorita Akane —miró a Ranma con una expresión seria —. Nuestro padre me lo contó hace poco, parece que es un acuerdo familiar desde hace tiempo.

— Entonces, si nuestro hermano intenta algo, lo van a ejecutar por meterse con la mujer de un Shogún... —exclamó fingiendo sorpresa.

— Efectivamente... — dijo Ryoga sacudiendo la cabeza con una expresión de falsa tristeza. —. Capaz me quede con su cuarto cuando muera. Será una pena perder a un hermano tan joven y prometedor... Pero, bueno, al menos podré vender su espada y su armadura para comprarme una vaca.

Ambos hermanos estallaron en carcajadas, mientras Ranma los fulminaba con una mirada, sus ojos brillaban de rabia contenida. Pero su atención seguía centrada en Akane y Ryu, que seguían charlando y riendo juntos. Cruzó los brazos sobre su pecho, su dedo índice golpeaba la mesa con un ritmo impaciente, como si estuviera contando los segundos hasta que pudiera intervenir y reclamar la atención de Akane.

Siguió bebiendo con sus hermanos, pero sus ojos no se apartaban de Akane. Un destello de determinación brilló en sus ojos, y su mandíbula se tensó en una línea firme. Cuando tuviera su oportunidad, Akane descubriría que no era tan fácil deshacerse de él. La sonrisa que se dibujó en sus labios fue una promesa de venganza, y sus hermanos, que lo conocían bien, intercambiaron una mirada nerviosa.

— Akane —llamó cuando su hermana volvió a sentarse cerca de ellas —. ¿Lo conoces?

— ¿A quién? —preguntó frunciendo el ceño y mirando a Nabiki con confusión.

— A Ranma —comentó mordiendo un trozo de fruta con una sonrisa casual —. Toda la noche te ha estado mirando sin cansancio. Parece un depredador acechando a su presa.

— Poco, ahora no puedo contarte —murmuró mirando alrededor con discreción para asegurarse de que nadie estuviera escuchando —. Y deja de mencionarlo, mejor ignóralo. Es preferible no darle una razón para acercarse —dijo bajando la voz aún más.

— Nos estamos perdiendo de algo importante, Kasumi —comentó capturando la atención de su hermana mayor —. Te dije que sí se conocían —Kasumi asintió con la cabeza, como si hubiera entendido perfectamente a qué se refería.

— Hoy no escaparás sin decirnos todo —dijo Kasumi de forma dulce y suave, pero llena de una determinación que no admitía excusas. Su mirada curiosa y expectante se clavó en Nabiki, ansiosa por descubrir los secretos detrás de las miradas intensas y cargadas de tensión que se habían cruzado entre Ranma y Akane durante toda la noche.

Negó con la cabeza, aceptando su destino. Sabía que no podía escapar de la conversación y que tendría que confesar toda la verdad sobre su conflicto con Ranma, incluyendo el golpe que le había propinado. Aunque tenía sus razones, y sabía que eran válidas, no estaba segura de cómo reaccionarían sus hermanas y su padre. Justo en ese momento, su padre pareció notar la extraña conversación que estaban teniendo y las miró fijamente con una expresión sería. Ya había tenido suficiente por ese día.

Vio a su prometido, caminar por el salón hasta ubicarse junto a su padre, parecieron intercambiar algunas palabras de forma tranquila. Sin querer, su mirada la traicionó y acabó mirando a Ranma nuevamente, pero esta vez no la estaba mirando a ella. Parecía mirar alrededor y estar un poco tenso, luego clavó su atención sobre algo en específico. Giró lentamente para ver qué era lo que llamaba la atención de él, y se fijó que Ranma observaba a su padre y a Ryu, que seguían hablando. Fueron fracciones de segundo en las que no entendió qué fue lo que sucedió. Su padre volteó la mirada, y al mismo tiempo Ryu sacó su katana de un rápido movimiento y la clavó en el pecho de su padre, quien no tuvo tiempo para reaccionar. Akane se levantó desconcertada y caminó hacia ellos, viendo a su padre caer lentamente al suelo mientras le costaba respirar y trataba de decirle algo.

— Vete... —murmuró con sus últimas fuerzas antes de cerrar los ojos.

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Wikipedia informa:

Edo: El nombre "Edo" se refiere específicamente a la ciudad, mientras que el término "período Edo" se utiliza para describir el período histórico en el que Edo fue la capital de Japón (Tokyo).

Chūgoku: Era la manera como conocían a China en el periodo Edo japonés.

Chabudai: Es una mesa de patas cortas que se utiliza en los hogares tradicionales japoneses.

Saludos preciosuras.

Creo haber escrito que aprovecharía los últimos meses del año pasado para intentar terminar mis historias pendientes. ¿Adivinen quién no hizo nada en todo ese tiempo? Exactamente yo. Una ocupación y otra por allá, fiestas, recalentado, y recién cayendo en cuenta que ya estamos por terminar enero.

Ciertamente tenía que actualizar, pero siempre me pasa que cuando estoy en eso, se me ocurre algo más. Y bueno aquí vamos nuevamente, partiendo en una nueva historia que no tengo idea qué tan larga será, pero se terminará junto a las demás.

Y entre otros temas, ocupó mencionar que me encantaron los hermoso review que recibí en mi última historia, para mí es absolutamente satisfactorio terminar una historia y saber que bien o mal la historia quedó plasmada como quería.

Hablando de romance, soy a la única que le gustan muy pocas películas de romance?, lo que me sucede cuando veo una película es que me choca no ver más desarrollo, pero comprendo a la perfección que los guionistas, productores, etc, hacen lo que están en sus manos para resumir una historia de la mejor forma. Por eso mismo es difícil escribir un one shot cuando tienes una historia extensa en mente, me pasa a menudo, si pudiera todo lo terminaría en un capítulo aunque es muy complicado. Por ese motivo me gustan más las series de romance, las disfruto mucho más y ni que hablar de los animes de romance, son bellísimos.

Luego de haber escrito todo un testamento y pensando que alguien lo leyó. Me despido esperando poder actualizar, pronto.