Capítulo 15: El giro

Era un día hermoso. El cielo nunca ha sido tan azul, las nubes tan blancas e hinchadas. El sol estaba cálido. Hay un aire fresco, llevado por una brisa suave. Los pájaros cantaban como si fuera un musical.

En la casa de la familia Heeler, las cachorritas, acompañadas de la pequeña chow-chow, estaban tumbadas al sol, en la gran zona de hierba verde brillante y franjas de flores.

A lo lejos, los adultos, Bandit y Wendy, estaban sentados en el porte del patio. Al igual que sus respectivas hijas, simplemente charlaban y reían entre ellos. La chow-chow no paró en ningún momento de mencionar, con bastante orgullo, el haberle hecho frente a su exesposo. El Heeler azul no hizo más que escucharla y sonreír, y aunque se alegraba de que su vecina se sintiera mucho mejor con respecto a lo ocurrido el día anterior, no pudo evitar preguntarle: "¿Qué es lo que pasará ahora?"

La chow-chow suspiró y se sirvió un vaso de la limonada que había entre ellos. Después de beber un sorbo, dijo: "Honestamente… No lo sé".

Bandit sabía que, aunque Wendy había respondido a su pregunta, no era una respuesta como tal. Demostraba que ella estaba algo perdida sobre qué hacer en esta situación. Tomó un sorbo de limonada, obligándose a no hacer muecas.

—"Realmente no sé qué es lo que pasará…", Wendy pudo proseguir mientras inhalaba y exhalaba, "Pero si esta es la única manera para alejarlo de mi vida… entonces estoy dispuesta a todo", declaró, mirando al patio.

Bandit le dedicaba una sonrisa que no llegó a sus ojos. Al igual que ella, miró hacia el patio mientras decía: "Bueno… Puedo recomendarte un buen abogado si quieres".

La chow-chow miró a su vecino con creciente comprensión, dándose cuenta de que él se mostraba inseguro en lugar de juzgar. Cuando sus ojos se encontraron, ella suelta: "Mejor recomiéndame a alguien que sepa cómo motivarme todo el rato".

Él bajó la mirada y sonrió. "Pensé que me habías contratado a mí para eso", bromeó y ambos se rieron, luego observaron a sus respectivas hijas, quienes ahora se disponían a correr por todo el patio.

Más allá de los gritos y las risas de las pequeñas, ambos sentían que era un día demasiado tranquilo. Wendy se había acostumbrado tanto a sus vecinos que adoraba a cada uno de los alborotadores miembros de la familia Heeler. Todos eran algo extraños y Bandit no era una excepción a esa regla, pero una vez que los conocía fondo realmente disfrutaba de su compañía, y la tranquilidad era una de sus recompensas.

—"Judo se ve más feliz", declaró Bandit mientras miraba a la pequeña.

Wendy asintió. "Gracias de nuevo por ayudarme a organizar todo ayer".

—"Oye, no hay de qué. Para eso están los amigos", le guiñó el ojo. "¿Qué tal sus regalos?"

—"Está bastante contenta con lo que recibió, aunque… hubo uno que no pudimos saber quién se lo trajo"

—"¿En serio?"

Wendy asiente. "Era un peluche de un calamar".

—"¿No habrá sido de Richard?"

Wendy disiente. "No lo creo. Todos los que le trajo estaban marcados por él", aseguró, mientras hacía una mueca. "No venía acompañado de ninguna nota. Vi la etiqueta y no parecía que lo hubieran comprado en una tienda, más bien en algún acuario".

—"Que extraño…", dijo, bebiendo un sorbo.

—"Eso mismo pensé".

—"¿Quieres que hable con los padres y les pregunte?", ofreció.

—"Bueno, me harías un favor", respondió. "Yo hablé con una amiga y ni ella ni otras pudieron recordar quien trajo ese regalo".

—"Quizás alguien pudo perder la nota".

—"Quizás…", bebió un sorbo. "Por cierto, hablando de regalos, Judo está muy contenta con lo que le diste"

—"¿En serio?"

Wendy asiente. "Esta mañana estaba ansiosa por probarlo, incluso ignoró los demás".

—"Vaya…", él sonríe, "Parece que le atiné", se rió entre dientes mientras observaba a su vecina servirle un vaso antes de entregárselo. "Gracias", dijo, aceptando el vaso.

—"Richard jamás le hubiera regalado ese tipo de cosas", hizo una mueca, sirviendo su propio vaso antes de beberlo. "Él siempre prefería que Judo hiciera deportes en lugar de cantar. Incluso recuerdo cuando me protestaba '¿Qué le aporta la música? ¿Qué le consigue?'"

—"Carácter", responde Bandit. "La música como los deportes dan carácter. También se necesita practicar regularmente, así como determinación y consistencia. Un músico trabaja duro".

Wendy asiente significativamente. "Jamás se me hubiera ocurrido responderle eso…"

—"Deberías inscribir a Judo a clases de canto", sugirió.

La chow-chow bebió su propio sorbo mientras tomaba nota mental de las palabras de su vecino. "Lo he pensado varias veces", respondió. "Es solo que… ella no se sentía muy segura... al menos antes", agregó.

—"Quizás ahora sea el momento más apropiado", aseveró, "Si quieres puedo ayudarte con eso".

Wendy suspiró. "Bandit, de verdad aprecio lo que has hecho por mí y por Judo, pero no es necesario que te encargues de todo".

—"¿Por qué no?", reprochó, "Es lo que hacen los amigos".

Wendy solo negó con la cabeza en protesta. "Mejor concéntrate en ser mi motivador personal cuando te necesite… como anoche", dijo entonces, cambiando de tema.

—"Fue muy divertido, ¿Verdad?", se rió entre dientes al notar su reacción.

—"Ohh, Bandit…", sonrió un poco maníaca por el recuerdo. "Deberías haber visto su cara. Me hubiera gustado tomarle una foto para enmarcarla", dijo en broma y ambos se rieron. "Por cierto…"

—"¿Sí…?"

—"¿Realmente creías que yo iba a ser capaz de enfrentarlo?", preguntó con curiosidad.

—"Ni se me ocurriría dudar de ti", respondió mientras le lanzaba una mirada de confianza. "¿Recuerdas cuando hice esa obra para Bluey y Bingo?", su vecina asiente en respuesta. "Quizás no elegí la mejor historia… Aunque no puedo negar que quería disfrazarme de pirata", se rió entre dientes. "Pero lo que dije aquella vez es cierto".

—"¿Sobre lo de que el mundo no es justo?"

Bandit asiente en respuesta. "Eso y que no siempre tiene que ser todo un final feliz", agregó.

—"¿A qué te refieres?"

—"Mira, la felicidad no es algo que se obtiene", comenzó explicando, "Es más como… un proceso de autorreconocimiento. Un proceso de buscar que es lo que te hace realmente feliz".

La chow-chow ladeó la cabeza ante aquella declaración.

—"Siempre trato de ser lo más realista posible cuando les doy lecciones a las niñas", informó, "quiero que el día de mañana estén preparadas para un mundo al que puedan enfrentar", declaró para luego hacer una breve pausa. "¿Sabes lo que aprendí todo este tiempo?", preguntó y su vecina negó en respuesta. "No existen los finales felices, si los quieres entonces tú tienes que hacerlos".

La chow-chow se quedó en silencio por un momento, impresionada por las palabras de su vecino.

—"Vaya…", pronunció ella. "Entonces… ¿Estabas intentando darme una lección a mí también?"

—"¿Funcionó?", preguntó él, con un atisbo de sonrisa presente.

Wendy sonrió en respuesta, negándose a responder. Su rostro le dijo a Bandit todo lo que necesitaba saber.

—"¿Sabes una cosa?", lanzó ella, mirando a su vecino de reojo, "Realmente eres bueno para actuar y dar lecciones… incluso si es una obra para niñas", le sonrió para indicarle que estaba bromeando.

Él le devolvió la sonrisa. "Bueno… ¿Realmente disfrutaste de la obra junto con Bluey y Bingo?", su voz tenía un tono inseguro.

El rostro de la chow-chow se iluminó como si escuchara la pregunta por primera vez. "¡Oh, sí!", sonrió radiante, "Puedo decir que me la he pasado de maravilla junto a ellas… ¡Incluso Judo! Realmente aprecio que le hayas dejado unirse, ya sabes, le encanta tu compañía".

Se miraron y ella quiso decirle que a ella también le encantaba su compañía, que verlo relajado y divertirse con las niñas le hacía ver un lado diferente de él o que lo necesitaba en su vida para siempre. Sin embargo, como eso sería inapropiado de compartir, ella simplemente se quedó callada.

El Heeler azul asintió: "Yo también disfruto de tu compañía". Buscó la mirada de ella. "Gracias por pasar tiempo conmigo".

La chow-chow se sintió conmovida y sonrió al pensar en la generosidad de su vecino. Aquel hombre la había recibido con más amabilidad de la que merecía. Estar con él siempre fue un revuelo, un hombre que tenía una personalidad similar a una serie de explosiones. Estar con él casi siempre era como estar en el ojo de un huracán, pero Wendy no mentiría, disfrutaba de tanta emoción. Todo lo relacionado con la persona que era, y que se esforzaba en mostrarse, era emocionante; impresionante; electrizante, gracioso; totalmente en contraste con quién era ella, pero claro, la chow-chow no mentiría, amaba tal diferencia. No era perfecto, pero bueno… Nadie es cien por ciento perfecto, ni siquiera ella lo era, aunque muchos dijeran lo contrario. Sabía más que los ojos ajenos, se conocía bien a sí misma y si dudaba, quizás sea más imperfecta que él. Para ser justos, ella no era una campeona en honestidad emocional. Una serie de relaciones fallidas y confesiones sueltas podrían dar fe de ello.

—"No hay de qué", dijo ella, esperando no revelar nada en su voz ni en su expresión facial.

—"¿También tomarás clases de canto?", preguntó curioso.

—"¿Por qué? ¿Acaso quieres volverme a escuchar cantar?", bromeó ella.

—"Nunca dije que lo contrario", objetó.

—"Ya he tomado clases antes y me ha ido bien", dijo triunfante. "Si quieres que cante para ti, entonces deberás de invitarme algo".

Él puso los ojos en blanco y ella se rió a carcajadas.

—"¿Qué es lo gracioso?", pregunta él distraídamente.

—"Nada, solo… pensaba en lo difícil que sería ayudarte a cantar si fuera tu instructora", bromea.

El Heeler azul, encantado con sus burlas, se pone una mano en el pecho, fingiendo estar ofendido. Se quedan en silencio después de un rato de bromas. Era un silencio nada incómodo, más bien tranquilo.

—"Oye, ¿Te parece bien si mañana vamos juntos al parque?", le pregunta ella, perdida en sus propios pensamientos.

Bandit frunce los hombros y levanta los brazos. "No estoy seguro de que sea posible".

—"¿Cómo?"

—"Es que…", inhala y exhala. "Hoy vuelve Chilli".

La chow-chow lo mira fijamente en estado de shock. Parpadea varias veces y cierra la mandíbula que había caído ante la repentina declaración. En el fondo, el motor de su cerebro estaba trabajando muy duro, tratando de procesar lo que acababa de decir su vecino.

—"¿Hoy?" es todo lo que ella dice.

El Heeler azul asiente lentamente.

—"¿Ya… terminó su viaje de negocios?", pregunta, aún sin poder creer.

—"Lo sé. Como pasa el tiempo, ¿Verdad?", dice él con una sonrisa forzada.

—"Ohh… Sí… ¿Quién lo diría?", su voz era baja mientras jugueteaba perezosamente con el vaso en sus manos.

—"Debo darte las gracias", dice con honestidad, "A pesar de las cosas que pasaron, hiciste que estos días fueran los mejores no solo para mí, sino también para las niñas".

La mirada de la chow-chow fue vagando por el Heeler azul mientras otro silencio se extendía entre ellos, pero esta vez no era para nada tranquilo.

—"Yo... para ser honesta, también estoy muy feliz de haber estado contigo estos días", admite, evitando el contacto visual. "Realmente... Me gustaría que siguiéramos pasando tiempo juntos…".

—"Pero, ¿Qué dices? ¡Claro que seguiremos pasando tiempo juntos!", interrumpe, poniéndose de pie. "Podemos seguir conversando, ayudar a las niñas o hacer la caminata de la semana...", enunció mientras enumeraba, "Y ahora que vendrá Chilli quizás pueda unírsenos"

—"Ah...", pronunció, sin estar segura de su idea.

—"Bueno… supongo que querrá descansar un poco los primeros días…", especuló, "Pero luego de eso estoy seguro de que no tendrá problemas con que hagamos cosas juntos".

—"Pero yo…", intentó protestar, pero él le interrumpió.

—"No tienes de qué preocuparte. Ustedes son muy amigas y yo puedo unirme perfectamente a lo que sea que hagan juntas", aseguraba mientras extendía su brazo. "¿Qué dices?"

—"Bueno…", reflexionó mientras miraba la mano de su vecino, "supongo que podría venir y ayudarla a cocinar, ya que prefieres mi comida", bromeó.

Cuando ella agarró la mano de su vecino y se puso en pie, con una sonrisa nerviosa tirando de sus labios, una feroz confianza se instaló dentro de su pecho.

Debería haber estado lista para el rechazo, más que nunca esta vez. Sin embargo, lo que recibe como respuesta supera con creces sus expectativas. ¿Será este el comienzo de algo que aún desconoce? Está tan emocionada por lo que está por venir que le hace reír involuntariamente y los sentimientos de vértigo abren paso a su corazón.

Wendy sonrió, acercando su rostro al de Bandit antes de quedarse quieta nuevamente. No es que se estuviera quejando de eso. El tiempo que pasaron juntos fue trepidante. Aunque sentía que sucedió y luego terminó tan repentinamente, dejándola solo con recuerdos de sentimientos y momentos memorables en lugar de los fantasmas cuando su cabeza golpeaba la almohada por las noches. Fue agradable reducir el ritmo y saborear algo extraordinario por una vez.

El tiempo corre ahora. Estaba dividida entre el deseo de confesar algo y el miedo de que hacerlo la haga retroceder. La presión va en aumento. Su nombre se le escapa de los labios antes de que se le ocurra un comentario de seguimiento. "Bandit..."

Antes de que pudiera continuar, el Heeler azul hace un rápido movimiento para taclearla, tirarla al suelo y quedar encima de ella, logrando inmovilizarla por primera vez.

—"¡Ha! ¿Lo ves? ¡Te dije que podía hacerlo!", se jactó para luego reírse.

Ella se quedó pasmada, abrumada porque él desviara su reciente angustia en una broma amarga. Por un lado, estaba molesta, pero por el otro también tenía que haberse preparado. Él la había pillado desprevenida. Mentiría si dijera que no le resultaba, aunque sea un poco gracioso. Su vecino sabía hacer aprovechar la situación en el momento menos oportuno.

La mente de la chow-chow comenzó a zumbar junto con su cuerpo mientras todas sus fantasías corrían por sus pensamientos. Aprovechando que su vecino seguía riéndose, con los ojos cerrados. Ella le da un pequeño y corto beso en la mejilla. Bandit se sorprende y mira fijamente a Wendy. Ella le devuelve la mirada con una sonrisa seductora, enrojecida, con los latidos del corazón martilleando.

Captando sus ojos por un momento, él se sonrojó levemente, sintiendo que los latidos de su corazón se aceleraban, solo un poco. Rápidamente se puso de pie.

—"¿P-p-por qué hiciste eso?", preguntó, algo atónito.

—"¿Necesito una razón?", manifestó ella mientras se levantaba del suelo.

Él la miró fijamente por un momento antes de negar con la cabeza. "No… supongo que no".

—"Bueno, ahí lo tienes, entonces", le sonrió.

Los latidos del corazón de ambos se sincronizaron mientras permanecían cara a cara durante unos minutos antes de que alguien hablara.

—"¡Papá!", gritó una de las pequeñas, acercándose.

—"¡Bingo!", exclamó Bandit, volteándose a verla. "¿Qué sucede?"

—"¿Puedo cocinar esta noche?", preguntó con entusiasmo.

Bandit arqueó una ceja. "¿Qué?".

—"Es que quiero cocinarle algo a mamá cuando llegue a casa".

—"Bueno…", se frotó la nuca con nerviosismo.

—"Por favooooooooor", pidió, casi suplicando.

Él suspira. "De acuerdo, pero siempre y cuando me dejes ayudarte", dejó en claro y ella festejó, moviendo su cola con exuberancia.

—"Vaya, Bingo, estás muy contenta hoy", decía Judo, acercándose y notando la enorme felicidad de su amiga.

—"¿Cómo no va a estar contenta, Judo?", manifestó Bluey a su lado. "¡Hoy regresa mamá!"

—"¿De veras?", preguntó Judo sorprendida y su amiga asintió en respuesta. Luego notó el rostro angustiante de su madre.

—"Mamá llegará a la noche", informó Bluey, "Y papá nos llevará al aeropuerto para verla", agregó después.

—"Sí, lo… lo estuvimos hablando anoche", confirmó él, arrastrando un poco las palabras. "Así como también acordamos limpiar la casa para su llegada", les recordó.

—"Pero papá, la casa ya está limpia", protestó Bluey.

—"No desde que anoche quisieron jugar a algo antes de dormir", mencionó seriamente.

—"Oh… Es cierto", reconoció Bluey para luego reírse y su hermana la acompañó.

—"Si quieren podemos ayudarles con la limpieza", se ofreció Wendy y su hija estuvo de acuerdo.

—"Ah… no es necesario, Wendy", intentó oponerse.

—"¿Por qué no?"

—"Porque…", trató de responder, pero sus hijas lo interrumpieron.

—"¡Papa! Si Wendy nos ayuda terminaremos más rápido", objetó Bluey.

—"¡Sí!", exclamó Bingo, "Ella limpió muy bien la casa la última vez".

—"Bueno…", intentaba protestar, pero fue interrumpido nuevamente.

—"¿Vas a oponerte a tus hijas?", preguntó Wendy.

El Heeler azul lo reconsideró y finalmente aceptó. Los seis estuvieron un par de horas limpiando y organizando todo. En ese tiempo juntos ambos adultos no interactuaron entre sí, solo conversaban con las niñas y hasta le seguían sus bromas. Luego de una agradable merienda, habían logrado su cometido. Aún quedaba un rato para partir al aeropuerto. Bandit le preguntó a Wendy si deseaba acompañarle, esta vez ella se negó, alegando que tenía planes con Judo. Él no objetó nada.

Mientras las niñas se preparaban para la salida, el Heeler azul despidió a Wendy y su hija en la entrada. La pequeña le dio un corto abrazo, a la vez que le decía que esperaba volver a verlo pronto. Él le respondió que esperaba lo mismo. Su vecina no dijo nada, solo le sonrió y él le correspondió dicha sonrisa.

Ambas chow-chow se alejaban. Judo llevaba la delantera. Bandit estaba a punto de cerrar la puerta, hasta que escuchó unas palabras: "Porque quise".

—"¿Qué?", preguntó sorprendido, viendo a su vecina, que estaba de espaldas.

—"Me preguntaste por qué lo hice", le recordó lo sucedido hace unas horas, "Porque yo quise". Sus ojos se suavizaron al mirarlo. "A veces no tiene que haber nada más", fue lo último que dijo y siguió su camino.

Ya es tarde cuando los Heeler salen de la casa. El cielo ya se ha vuelto de un índigo oscuro. El trayecto hasta el aeropuerto fue tranquilo y sin incidentes. Sorprendentemente, las calles de la ciudad estaban casi vacías.

Bandit creía que tendría que luchar contra una intersección tras otra de atascos en su camino. Sin embargo, por ahora el viaje fue normal. Las niñas estaban tan entusiasmadas que hablaron todo el rato entre ellas sobre lo que le dirían a su madre. Por su parte, el patriarca se quedó solo con sus pensamientos mientras conducía.

Él había estado esperando este día. Había deseado con todas sus fuerzas que llegara este día por el bien de sus hijas o por el suyo… O al menos así había pensado al principio. Creyó que pasarían dos semanas insoportablemente largas y le resultaría difícil no dejar de pensar en su esposa. Era increíble lo mucho que había cambiado su pensamiento en los días posteriores.

Dos semanas. Dos océanos. Ciudades diferentes. Husos horarios diferentes. Gente nueva para ella. La misma gente para él. Todas las cosas que se harían realidad durante el lapso entre su despedida de aquella mañana y su 'hola' cuando el avión de ella volviera a aterrizar en Australia. Se supone que ella estará libre, así que se sentiría emocionada de finalmente tener un descanso del trabajo y pasarlo bien con sus hijas.

Ahora el Heeler azul estaba sentado en una cafetería del aeropuerto, bebiendo un té caro que no parecía valer su precio, mientras hojeaba los periódicos de ese día y observaba no solo a sus hijas que jugaban cerca, sino también a la gente a su alrededor e intentaba no parecer tan estresado. Había muchas cosas en su mente, principalmente en qué decir primero. No pudo calmarse y actuar como él mismo, aunque hizo todo lo posible por no mostrar ese conflicto interno entre sus nervios y su corazón. Por más tranquilo y sereno que pareciera, había una batalla furiosa en su interior, llena de nerviosismo, ansiedad, emoción y esperanza. Bebió el último sorbo de té. Se inclinó hacia delante en la silla, apoyó la cara en las palmas de las manos y exhaló un gran suspiro.

A medida que pasaba el tiempo, él miraba el reloj y se daba cuenta de que literalmente lo había visto hace un minuto. Se levantó y comenzó a caminar nerviosamente por buena parte del aeropuerto. En ese momento no le importaba si parecía nervioso o ansioso, solo quería que esa espera finalmente terminara.

Después de unos cuantos pasos más, volvió a sentarse en su silla y pidió té de manzanilla, que alguien cercano le había recomendado como método para calmarse cuando lo necesitaba. Al igual que el anterior, este sabía un poco mejor, pero aun así bastante horrible. No era como lo hacía cierta persona, pero era lo que se esperaba de un té de aeropuerto. Aunque no sabía muy bien, el sabor remotamente similar hizo el truco y lo calmó un poco. Sacó su teléfono y lo desbloqueó. La pequeña pantalla brillante le recordó de inmediato por qué estaba esperando allí. Casi se olvidó de que había puesto esa foto familiar como fondo de pantalla en su teléfono. Sin embargo, al revisar la galería, encontró una foto que se había tomado junto a Wendy en el cumpleaños de Judo. Parecía que olvidó por completo por qué desbloqueó su teléfono mientras se congelaba por unos momentos y se quedaba mirando esa foto. Esos ojos hermosos, esa sonrisa encantadora y ese cuerpo más ardiente que la superficie del sol. Aquella frase de su vecina, 'Porque quise', seguía resonando en su cabeza. Cuando finalmente recompuso sus pensamientos, se dio cuenta, mientras miraba el reloj nuevamente, de que había estado mirando esa foto durante diez minutos y que el vuelo que tanto esperaba estaba a punto de llegar.

Su nerviosismo se disparó al cielo inmediatamente cuando escuchó la voz del orador. "El vuelo A113 acaba de llegar, Los siguientes vuelos serán...". No escuchó nada más, pero "el vuelo A113 acaba de llegar".

—"Finalmente está aquí... Está bien, recupérate, hombre". Se dijo a sí mismo un poco más alto de lo que pretendía porque notó que sus hijas y la gente de los alrededores de la cafetería lo miraban. Pero no le importó. ¿Cómo podría importarle? ¡Su esposa finalmente estaba aquí!

Los tres caminaron hasta la puerta de salida donde se suponía que ella los recibiría y el teléfono de Bandit vibró. Él desbloqueó la pantalla y abrió el mensaje que le avisaba de su llegada. Sonrió un poco, luego volvió a bloquear su teléfono y lo volvió a guardar.

No tardó mucho en ver que el pasillo que conducía a la puerta de embarque en la que se encontraba empezaba a llenarse de gente que salía del avión. Intentó mantener una expresión tranquila, pero la gota de sudor que le caía desde la sien hasta la mejilla delataba más que evidentemente lo nervioso que estaba. Su corazón se aceleró y cuando él la miró mientras se acercaba, se saltó varios latidos.

Estaba increíblemente hermosa que a él ni siquiera le importó su pelo desordenado o las bolsas bajo sus ojos por el vuelo de casi veinte horas. Se quedó allí, completamente congelado, observándola mientras ella los buscaba. Cuando finalmente logró moverse, le hizo un gesto con la mano para hacerle saber dónde estaban.

Aparentemente, ella logró ver su brazo moviéndose por encima de las cabezas de la multitud en la que se encontraba. Tanto él como sus hijas intentaron ir hacia ella a través de la puerta, pero la seguridad no les permitió hacerlo, así que simplemente se quedaron allí. Él esperaba que sus maletas no fueran demasiado pesadas.

Cuando la Heeler roja finalmente llegó a la puerta de salida donde su familia estaba esperando y los vio, comenzó a sonreír incontrolablemente.

—"¡Chilli!", exclamó Bandit al notarla.

—"¡Mamá!", vociferaron ambas cachorritas al mismo tiempo.

Las pequeñas corrieron hacia su madre y la abrazaron con fuerza. Ella correspondió dicho abrazo. Una lágrima por poco se le escapa. Parecía como si no se hubieran visto en años.

—"¡Te extrañé tanto!", exclamó Bingo.

—"Yo también, cariño", dijo Chilli.

—"¿Y a mí?", pregunta Bluey.

—"Por supuesto", asiente.

—"¿Extrañaste más a Bingo o a mí?", pregunta Bluey.

Chilli se ríe. "A las dos por igual".

—"¿Nos trajiste regalos?"

—"¡Bluey!", amonestó Bandit.

Chilli vuelve a reírse. "Por supuesto", asiente, "Traje muchos regalos para ambas".

—"¡Genial! ¿Podemos verlos?", pidió Bingo.

—"Por supuesto que los verán, pero… cuando lleguemos a casa", les guiñó el ojo.

—"Entonces ¿Qué esperamos? ¡Vamos!", profirió la cachorrita azul mientras corría hacia el auto, junto con su hermana.

El Heeler azul se acercó un poco a ella. "Yo… estoy tan feliz de que finalmente estés aquí", le dijo mientras sonreía como un idiota.

—"Hazme un favor y llévatelas, ¿Quieres?", ordenó mientras señalaba las abultadas maletas del suelo y luego empezó a seguir a sus hijas.

Bandit no objetó nada ante ese pedido. Cuando se agachó para recogerlas, sintió un gran peso.

—"Cariño, ¿Cómo es posible que tengas tantas cosas?", se quejó, intentando levantar las maletas.

Chilli lo miró de reojo. "¡Oye! Nunca le hagas ese tipo de preguntas a una dama".

Una vez que finalmente llegaron al auto en el estacionamiento detrás del aeropuerto, él logró poner las maletas en el maletero del auto. Ella decidió sentarse detrás, con sus hijas. Al igual que antes, él no se opuso ante tal pedido.

Durante el trayecto, las mujeres no paraban de hablar en todo momento. Las niñas hicieron todo tipo de preguntas y Chilli respondía sin problema. Parloteó algunas anécdotas y todo tipo de situaciones que vivió estando en Noruega. Mencionó varios nombres de gente que conoció, que en general eran colegas de trabajo o nuevos amigos; También habló un poco sobre la comida, la cual consideraba como "demasiado extravagante", pero una vez que se acostumbró, tenía que admitir que no estaba nada mal, sobre todo los postres. Cuando se le preguntó sobre el clima, ella reconocía el calor sofocante y pegajoso del verano de Australia, pero que era mejor que estar atrapada en pleno invierno, sobre todo durante una tormenta de nieve.

Después de un rato de viaje, finalmente llegaron. Bandit fue el primero que salió del auto para recoger las maletas del baúl y se dirigió a la entrada principal. Dejó las maletas en el suelo, sacó las llaves, abrió la puerta y la mantuvo abierta para que las mujeres entraran. Sus hijas fueron las primeras. Su esposa trataba de caminar lo mejor que pudo como una dama de la realeza.

—"Gracias esclavo, te daré una recompensa cuando estemos arriba", bromeó.

—"Soy tu esclavo por toda tu vida, mi señora", respondió muy serio.

—"¿Esclavo para toda mi vida?", preguntó como si no hubiera escuchado lo que acababa de decir.

A lo lejos, entre los arbustos. La chow-chow estuvo observando la llegada. Ella se congeló un poco justo cuando vio a la esposa de su vecino finalmente en casa. Una vez que el Heeler azul cerró la puerta, ella se giró caminar lentamente a su hogar, con lágrimas asomándose en sus ojos.

Ya es bien tarde por la noche. Luego de una cena, acompañada otra vez de una larga plática, Chilli les dio los regalos que les había prometido a sus hijas. Ellas los recibieron con mucho gusto, pero también deseaban saber más sobre el viaje. Su madre prometió seguir contándoles al día siguiente.

Luego de acostar a las niñas, la Heeler roja decidió darse una ducha. Bandit aguardó por ella, sentado en la cama. Esperaba poder hablar a solas. Ya no había horas de diferencia, ni aparatos electrónicos ni compromisos de trabajo que los separaran. Ahora estaban cerca y juntos.

Él está cómodo. No tiene nada de qué quejarse, pero también está aislado de toda señal de actividad exterior. No hay suficientes cosas que lo distraigan y hay demasiado tiempo para pensar. Nunca hay suficientes recordatorios tangibles de lo que es real y lo que importa. Siempre hay demasiado de sí mismo.

Pasan más de quince minutos en los que permanece en silencio. Está algo cansado, pero no siente sueño. En parte, esto se debe a lo mucho que ha entrenado con Wendy, sí, por supuesto, pero la otra parte se debe al interés que tiene por poder conectar con su esposa en este momento. Estaba abrumado por su trabajo y, siempre, con demasiado entusiasmo, clamando por intimidad. Ni siquiera necesita usar su voz para transmitir matices de significado y reinterpretación, no, solo basta con un movimiento para hacer girar en el aire una constelación de emociones tan rica a su alrededor que es absolutamente instintivo reaccionar, responder y construir a partir de ahí.

La cama es donde duermen, donde descansan, donde se acurrucan; La cama es el único lugar donde todo parece estar bien, incluso cuando no se levantaba de ella. Mientras los dos puedan acostarse juntos en la cama, con los cuerpos tocándose, compartiendo calor, entonces todo estará bien.

Si línea de pensamiento fue interrumpida cuando se sobresaltó por el sonido de una puerta. Su esposa finalmente salió del baño.

—"¡Vaya! Esa ducha sí que me ha sentado bien", expresó aliviada, estirándose.

Su voz es tranquila, mesurada, como siempre lo es y lo ha sido.

Él se acercó un poco antes de agarrar sus caderas y levantarla para darle el abrazo más grande que podía darle. Normalmente trataba de acercarse tanto a su esposa luego de una ducha, precisamente porque eso le hacía sentir una oleada de deseo que no sabía cómo controlar, pero ahora el deseo se elevaba en oleadas. Se sintió tan increíblemente bien para él. Sentir finalmente su calor sobre él y oler su increíble aroma hizo que sus rodillas se debilitaran un poco, así que la bajó antes de que sus piernas comenzaran a tambalearse y ahuecó sus mejillas con ambas manos y la miró a los ojos. Esos ojos que nunca quería olvidar, y comenzó a cerrar la distancia entre sus labios, mientras sentía que el mundo a su alrededor se desvanecía.

—"He estado esperando este momento desde el primer día", le dijo suavemente.

Una pequeña pero dulce sonrisa se dibujó en el rostro de ella.

—"¿Ah sí?", pregunta ella pícaramente y él asiente en respuesta. "Bueno…", extendió una mano y acarició la línea de la mandíbula con la punta de un dedo extendido, luego lo apartó con la otra mano, "Tendrás que seguir esperando", dice con altivez mientras camina a su armario.

Él no respondió, simplemente se acercó a ella y tomó suavemente su mano.

—"Te he echado mucho de menos", suspiró, besándole ligeramente la palma de la mano.

—"¿Haz estado las noches en vela esperando por mí?", susurró ella suavemente, sin mirarlo.

Bandit se rió entre dientes. "Claro, incluso encendí una vela por ti todas las noches", respondió en broma, mientras seguía dejando pequeños y ligeros besos en su muñeca y subiendo tan lentamente por su brazo.

La respiración del Heeler azul llegaba en un jadeo silencioso mientras continuaba sus delicados besos por el antebrazo de su esposa. Su otra mano comenzó a deslizarse alrededor de su cintura, acercándola suavemente hacia él. Ella soltó un pequeño "¡Espera!" de sorpresa y se apartó por un momento, casi empujando a su esposo, dejándolo confundido.

—"Quiero contarte algo bastante interesante que me pasó allá", enunció, con una sonrisa.

—"Ya me lo contarás mañana…", intentó convencer mientras volvía a acercarse a ella.

—"¡No-oh!", le detuvo, "Estaba esperando que las niñas se durmieran para poder decirte esto a solas", declaró.

—"Pero…", intentó protestar.

—"Mira…", le interrumpió, "¿Qué tal si mejor escuchas lo que quiero decirte y luego haces lo quieras?"

Bandit reflexionó por unos segundos. "Está bien"

Chilli sonrió e inmediatamente se sentó en la cama. Hizo pequeñas palmaditas a su lado para que su esposo se sentara. Él por supuesto que se acomodó y la miró expectante.

—"¿Sabes a quien vi en Noruega?"

—"No, ¿A quién?"

—"A Pat"

Él arqueó una ceja, sorprendido. "¿A Pat?"

Chilli asiente. "Había ido allí de vacaciones"

—"¿En serio?", pregunta, aún sorprendido y su esposa vuelve a asentir, es entonces que recuerda algo. "¡Claro! Ahora que lo mencionas, la semana pasada Doreen me había dicho que Janelle y toda la familia se fueron de vacaciones, pero no recordaba a dónde exactamente"

—"¡Vaya! ¿Quién lo diría?"

—"¡Lo sé!", se rió entre dientes. "Y… ¿Hablaste con él?"

Chilli asiente. "No solo hablé con él. ¿Sabes que más hice?"

—"Cuéntame"

—"Lo invité a una de mis charlas. Él me invitó un café. Yo lo invité a cenar una noche y…"

—"¿Y…?"

La Heeler roja se acercó lentamente al oído de su esposo. Él sentía que todo su cuerpo temblaba. A través de los ojos entrecerrados, casi que se le dificultaba mucho concentrarse en lo que sea que ella fuera a decirle.

—"Lo besé", susurró.

El Heeler azul abre los ojos de golpe. Las palabras se pronuncian en voz tan baja que apenas pudo captarlas al principio, o más bien estaba esforzándose por creer que no había oído lo que creía. Levantó la vista, confundido, para notar a su esposa, sonriéndole de una manera un tanto engreída.

—"¿…Qué?"

—"No solo lo besé, también me acosté con él", confesó, manteniendo su sonrisa.

El Heeler azul sintió un escalofrío que le recorría la espalda. Todo parece detenerse en las palabras que salen de la boca de su esposa. Miró a su alrededor salvajemente, tratando de recuperar el aliento después de la conmoción.

—"Ah… De acuerdo… Estoy esperando el chiste", su voz era tranquila, pero requirió mucho esfuerzo mantenerla así

—"No hay ningún chiste", dice un poco más alto, "Realmente ocurrió", su mirada aumenta en ferocidad.

Decir que estaba sorprendido por el giro de los acontecimientos es quedarse corto. Siente que su corazón latía con fuerza en su pecho. Las manos apretadas en su regazo. Agonía abrasadora. Todo era dolor y negrura y ni siquiera podía respirar, le dolía tanto...

Trató de mantener la calma, lo cual era inútil, el daño ya estaba hecho.

—"Espera… A ver si entiendo… Me estás diciendo que… ¿Te acostaste con Pat?", pregunta, con cierto resquemor en su voz.

—"Así es"

—"¿¡Por qué!?"

—"¡Porque tú hiciste lo mismo con Wendy!", su rostro cambia inmediatamente a uno de furia.

Él reaccionó completamente impactado. "¿¡Qué!?"

—"¡Ha! ¡No te hagas el tonto!", se levantó y le dio la espalda, cruzándose de brazos. "Las niñas me lo dijeron todo".

Bandit se quedó inmóvil, en silencio, por un momento, mientras procesaba aquella nueva declaración.

—"¿Q-Q-Qué? E-e-e-e-espera… ¿Qué… que fue lo… que te dijeron?", tartamudeó.

—"Ese día que te llamé y Bluey me atendió…", comenzó recordando, "¿Sabes lo que me dijo Bingo?", volteó para mirarlo fijamente, lívida de ira, "Que creía que estabas durmiendo en nuestra habitación con Wendy", dijo fulminante. "Le pregunté por qué creía eso y ¿Sabes lo que me dijo? Que en la noche se despertó por un ruido. Se asomó y la vio entrando en nuestra habitación".

Parecía que el Heeler azul no tenía respiro. Entre más comentarios hacía su esposa, más confundido lo dejaba. El nudo en su pecho se apretó hacia arriba hasta quedar pesado en su garganta.

—"¿Cómo... cómo es que Bingo nunca me dijo nada?", cuestionó, aún en shock.

—"Porque yo le pedí que no lo hiciera, así como también le pedí a ella y Bluey que me dijeran lo que ustedes hacían"

Bandit reflexiona: Todas esas veces que intentó hablar con ella y solo recibía un "no puedo" o mensajes fríos. Todas esas veces que ella pedía hablar solo con las niñas. Todas esas veces que Bluey le hacía preguntas sobre Wendy y el "lo sabemos todo" o "es un secreto". Ahora le cuadraba…

—"¿Usaste… a las niñas para espiarme?", manifestó, dolido.

Chilli no responde, mira a otro lado. "Sabía que algo andaba mal. Cuando me contabas sobre las cosas que hacías con Wendy... Al principio me pareció bastante agradable que te lograras llevar bien ella y que fueran amigos, pero… todo ese tiempo juntos me estaba llamando la atención", resopla, "Y esto solo terminó por confirmar mis sospechas".

—"Chilli... todo… todo esto es un malentendido".

—"¿¡Cuál malentendido!?", vociferó, "¡Me engañaste con Wendy!"

—"¡No te engañé!"

—"¿Entonces no es verdad que ella estuvo esa noche?"

—"¡NO!", se retractó, "Bueno… sí… pero…"

—"¡Lo sabía!", interrumpió, apuntándole con el dedo.

—"Pero no pasó nada…", pudo completar la frase. No gritó, pero había un tono muy desafiante en su voz.

—"Sí, claro…", dijo, sarcásticamente, "¿Por qué habría de creerte?"

—"¿Por qué te engañaría yo?", cuestionó.

—"No lo sé, ¿A lo mejor porque ella es más joven, más guapa y tiene mejor cuerpo que yo?", manifestó sus dudas.

Él la miró fijamente con incredulidad, por un momento sin reaccionar hasta que volvió a su postura defensiva.

—"E… Eso es ridículo".

—"¿Ahora me vas a negar que ella es atractiva?"

—"¿¡Qué importa eso aquí!?", levantó el tono.

—"¡Importa para mí!", ella le respondió en el mismo tono. "Por eso decidiste revolcarte en esta cama con ella".

Bandit la entendía. Él más que nadie en el mundo era capaz de leerla. Pero en el momento en que ella destruyó los muros que tanto había luchado por construir, descubrió que era la mujer más irritante del mundo. Se sentía destrozado al saber que ella está dudando de su fidelidad.

—"Eso no es cierto…", se expresó, apretando la mandíbula por un momento. "Yo solo..."

—"¿Solo qué?", lo interrumpió nuevamente. Él pudo ver sus pupilas temblando de ira. "¿Qué vas a decirme? ¿Qué solo se sentaron a hablar como adultos? ¡Por favor!", exclamó, dándose un golpe en seco en las piernas. "Bandit, yo no nací ayer. Conozco a esa clase de hombres y tú resultaste ser uno de ellos"

—"¡No es verdad!", gritó de nuevo. "¡Pude haberte engañado si quisiera y no lo hice! ¿Sabes por qué? ¡Porque te amo!".

—"¡¿Cómo se supone que debo creerte?!", ella lo miró fijamente, herida y enojada. "¿Debería ignorar el hecho de que esa mujer estuvo aquí ocupando mi lugar? ¿Qué te aburriste de mí? ¿Qué encontraste a alguien mejor que yo?"

—"¡Claro que no!", clamó. "¡Ella y yo solo somos amigos!"

—"Entonces… ¿No pasó nada entre ustedes?".

La forma en que su tono se suavizó asustó a Bandit. Ella lucía como un tigre enjaulado, caminando de un lado a otro. Sus pensamientos giran en espiral mientras piensa en lo destrozada que está.

El Heeler azul permaneció en silencio, sin saber cómo responder. Por un lado, no deseaba mentirle a su esposa, pero por el otro, tampoco quería agravar más la situación. Siempre hay una parte de él que es plenamente consciente de su propia ridiculez y otra que, a través de una larga práctica, ha aprendido a contener, al menos en parte, sus impulsos más peligrosos.

Tras unos segundos de silencio tenso, decide confesar.

—"Nos besamos…"

—"¿¡QUE!?", se volvió hacia su él, con la mandíbula apretada por la ira.

—"¡Fue un accidente!", retrocedió asustado, levantando los brazos en defensa.

—"¡Un beso no es un accidente!", gruñó, con la ira llenando sus venas. "Una caída, un tropiezo, un choque, un roce es un accidente, ¡Pero un beso no lo es!"

—"¡Fue algo que no tenía que haber ocurrido!", intentó aclarar, "Estábamos hablando y… solo… ocurrió… Pero te juro que no pasó nada más".

Chilli soltó una risa corta y sarcástica. "Sí, claro"

—"Cariño, escucha..."

—"No quiero escucharte…", interrumpió en un tono bajo pero decidido. "Tú me traicionaste y yo hice lo mismo. Estamos a mano. Y no se te ocurra pensar que compartiremos la misma cama de ahora en adelante", dice con brusquedad.

Las palabras se sintieron como piedras en el corazón de Bandit, y por un momento todo lo que podía hacer era respirar. Fue una tontería decir lo que ocurrió. Sabía que era una tontería incluso mientras lo decía, sabía que ella probablemente le gruñiría por ello. Pero también era consciente de que ella insistiría en el tema, que no lo dejaría en paz hasta encontrar lo que realmente estaba buscando.

La relación de Bandit y Chilli era buena en cierto modo, incluso cuando algo salía mal o pasaba algo malo, las peleas entre ellos eran prácticamente inexistentes. Eran pocas las veces que habían discutido, pero esta vez fue la más intensa: gritaban y se decían algunas hirientes.

Pasan un buen rato sin dirigirse la palabra. El rostro de Chilli no cambió. No se movió ni apartó la vista para ocultar su disgusto. En cambio, Bandit parecía silenciosamente devastado. Miró hacia otro lado, luchando contra el dolor que siente en su corazón.

Bandit no es tonto, ni es un monstruo. Realmente deseaba aclarar la situación. Quería explicárselo, asegurarle que había sido un error de una sola vez… Pero al mismo tiempo no puede confrontar directamente a su esposa al respecto. No se imagina que termine bien. En ese momento, todo lo que quería hacer era desvanecerse en el tenso silencio de su dormitorio. Si tan solo pudiera hundirse a través de la cama y arrastrarse fuera del lugar, entonces podría desaparecer. Pero no tenía ninguna posibilidad de escapar de esta situación.

Él estuvo para ella cada segundo, siempre la apoyó y la ayudó a superar sus emociones. Cuando se casaron fue el mejor día de su vida. Ese primer beso que se dieron los llevó a una noche llena de amor y pasión. Ella siempre le recordaba que, pasara lo que pasara, siempre estaría a su lado.

Él se sentía como un chico de secundaria cada vez que estaba con ella. Cada noche apreciaba tenerla a su lado. Cada mañana agradecía que su hermoso rostro fuera lo primero que veía. Habían tenido años de felicidad conyugal. La había amado... Pero nunca se había dado cuenta de que a veces el amor no es suficiente.

Ahora habían peleado como nunca. Él siente que su felicidad se rompió en un millón de pedazos. Ahora ni siquiera puede estar en la misma habitación que ella. Su cabeza daba vueltas con dolor, traición, tristeza; Su mente trató de hacer malabarismos con sus pensamientos con sus súplicas. Finalmente sintió que se estaba asfixiando y caminó hasta el armario. Sacó unas maletas y empezó a empacar su ropa y otras cosas.

—"Bandit, ¿Qué se supone que estás haciendo?", inquirió.

—"¿Te importa?", su tono era duro y frio

—"¡Por supuesto! ¡Eres mi esposo!", farfulló.

Bandit resopla. "No puedo seguir viviendo aquí…", enunció, con una angustia en su tono.

—"¿Y adónde piensas ir?".

—"No lo sé", respondió. "Solo sé que aquí no puedo estar".

—"¡Excelente! ¿Ahora piensas separarte?", replicó.

—"No es lo que estoy diciendo, pero creo que tú y yo necesitamos algo de espacio", dijo seriamente.

El Heeler azul terminó de guardar sus cosas y caminó hacia la entrada seguido por Chilli. Ella lo tomó del brazo tratando de llamar su atención.

—"Bandit, no puedes irte como si nada", dijo en un tono severo.

—"Basado en lo que me gritaste, no quieres que esté aquí", afirmó, sin mirarla.

Se le contrae el rostro. Lucha contra un sollozo que sacude todo su cuerpo.

—"Que sepas que eres un cobarde si atraviesas esa puerta", señaló, con los ojos vidriosos.

Bandit sintió que se le encogía el corazón en el pecho cuando vio a su esposa a punto de llorar, pero sabía que no podía quedarse porque no era bueno para ninguno de los dos. Aun así, se acercó a ella y le secó las lágrimas.

—"Adiós, Chilli…", dice en voz baja, casi con tristeza, antes de girar sobre sus talones y marcharse.

Ella se queda paralizada, mientras observa a su esposo desaparecer por la puerta en el lapso de unos segundos.

El Heeler azul cargó sus maletas en el auto, dio una última mirada a la casa y suspiró. Arrancó el auto y abandonó el vecindario, sin mirar atrás.

Cuando Chilli vio alejarse el auto de Bandit, gritó molesta y golpeó la pared con fuerza.