Capítulo 18: Algo en común
Dolon caminaba a casa de su amigo en el lúgubre comienzo de la mañana, con el cielo iluminado pero veteado de tonos grises y blancos. Era tan singularmente decepcionante que ni siquiera intentó apartar los ojos de las duras losas de la acera que se extendían una y otra vez ante sus chanclas, y cada paso hacía que una punzada de dolor lumbar le subiera por la columna vertebral, como consecuencia de estar caminando un buen rato.
El Aussiepoo sabía que hoy sería un día complicado. Ya de por sí tuvo que lidiar con el mal carácter de su amigo desde hacía días. Recientemente le había pedido que le ayudara con varias tareas de su trabajo. Aunque él jamás le dijo nada, sabía que no le agradaba en absoluto la nueva administración en la empresa, y detestaba a su nuevo jefe. Tampoco quiso hablar con él al respecto. El último encuentro con su expareja había sacado lo peor de él, y así permaneció luego de eso; una situación que le intrigaba personalmente y del cual no había podido saber que ocurrió realmente, pero que no se atrevía a mencionar para no atizar el engorroso momento actual.
Al llegar a la casa, supo que algo no cuadraba cuando pudo oír una música extraña, con volumen moderado, y la voz de Richard, específicamente su risa bulliciosa, dentro de la oficina. Se armó de valor cuando se acercó a la puerta y tocó, al menos tratando de mantener el decoro. Sin embargo, escuchar una risita y un agradable "adelante", hizo que al Aussiepoo se le erizaran los pelos de punta. Abrió las puertas, entró y todo fue más raro aún.
El chow-chow de traje estaba sentado en su escritorio, tecleando unas cosas en su computadora. Mientras sus ojos ojeaban la pantalla, comenzó a reírse. La oficina parecía en orden, como si la hubieran limpiado recientemente. De fondo se escuchaba una canción antigua proveniente del tocadiscos. Por la portada a un costado era 'What's the matter with the moon tonight?' de J. W. Myers. El Aussiepoo se fijó en la taza que había al lado de su amigo y aspiró ese fuerte olor a café.
Richard vio a su amigo con una sonrisa en su rostro, y cuando hicieron contacto visual, Dolon levantó las cejas ante la expresión de su rostro.
—"¡Buenos días, Dolon!", saludó, bastante animado.
—"Ahh… ¿Hola?", le devolvió el saludo, algo confuso.
Se miraron el uno al otro durante un largo momento antes de que Richard volviera a la pantalla.
—"¿Está todo bien?", preguntó Dolon.
—"¡Más qué bien!", respondió Richard, levantándose de su silla. "Hoy es un día venusto y ameno, ¿No lo crees?"
—"Bueno…"
—"¡Hay que aprovecharlo!", exclamó, sin darle tiempo a responder. "¿Por qué no vas a la cocina y traes lo que hay en la encimera?"
Dolon arqueó una ceja. "¿Disculpa?"
—"Me encargué de ordenar algo para cuando llegaras", declara alegremente, "Solo tienes que preparar el té. Y no te preocupes, ya hay agua caliente lista".
Dolon mira a su amigo escrutadoramente. "De acuerdo…"
Haciendo caso a su pedido, el Aussiepoo se dirigió a la cocina. En su trayecto, a través de las puertas de vidrio que daban al jardín, pudo ver a Theressa trabajando afuera. La notó un poco agotada, aunque cada tanto revisaba su celular y esbozaba una sonrisa.
Al llegar, para su sorpresa, pudo ver una tabla de embutidos, junto con dos tazas que ya tenían la bolsita de té para preparar. No es que se quejara de este tipo de recibimientos, pero no podía dejar de pensar que algo raro estaba ocurriendo. Ignorando eso, se acercó a la tetera, junto a la cafetera, inhalando el aroma del líquido fuerte y alquitranado. Sirvió el agua caliente, añadió la pizca de azúcar que les gustaba a su amigo, terminó la preparación y llevó las dos tazas de té de delicioso olor junto con la tabla de embutidos.
—"Gracias, mi buen amigo", agradeció Richard, recibiendo la taza.
—"¿Qué estamos celebrando exactamente?", preguntó curioso.
Richard se rió entre dientes. "¿Acaso hay algo en específico para celebrar?".
—"Bueno… no, pero sueles comer esto en ocasiones especiales".
—"¿Qué puede ser más especial que pasar un buen rato con tu mejor amigo?", objetó, con una gran sonrisa en su rostro.
Dolon aún tenía dudas, pero se sintió satisfecho con esa respuesta.
—"Lo creas o no, este té está hecho para depredadores como nosotros y combina increíblemente con cualquier carne cocida o cruda", declaró el chow-chow mientras tomaba el primer sorbo y comía un poco de prosciutto.
El Aussiepoo percibió el olor de un sabor ahumado, uno que generalmente se asocia con la carne. Tomó un sorbo y encontró la melodía de sabores superpuestos, el rico sabor de las hojas de té con la nuez tostada agregó profundidad y un toque dulce de sabor, que se convirtió en un glaseado casi de naranja. Sin embargo, sintió que algo faltaba… hasta que agarró una de las carnes del tablero. El sabor graso de la carne realzaba el sabor del té.
—"Dime, ¿Terminaste de analizar los informes que te pedí?", pregunta Richard.
Dolon asiente mientras traga. "Me quedé hasta las 3 de la mañana, pero lo logré"
—"¡Diablos!", clamó, "No deberías desvelarte tanto".
—"Nah", hizo un gesto de desdén con la mano, "Es parte de mi… 'naturaleza'"
—"De acuerdo…"
—"¿Hay algo más en lo que pueda ayudar?"
—"No", negó con la cabeza, "Creo que ya tuviste tu propio día ajetreado. Deberías volver a casa y descansar".
—"Ya he descansado lo suficiente", aseguró mientras volvía a beber. "¿Y qué tal es el nuevo jefe?", le dedicó una sonrisa más tranquila.
—"Es un imbécil, igual que Adam", frunció los labios y luego tomó un trago de té. "Entre sus proyectos tiene preparado que esta semana vaya a la mañana a gestionar un puerto deportivo. Será como una jubilación anticipada. No habrá nada que hacer para ese entonces… excepto beber cerveza todo el día y mirar barcos".
Dolon soltó una risita suave, bebiendo su propio té. "Sé razonable, bro, ¿No crees que será un poco temprano para la cerveza?"
—"Nunca hay un horario fijo para tomar cerveza", respondió, apuntándole con el dedo.
—"Pero no hay que beber durante el trabajo", objetó, "Tú mismo me lo dijiste".
—"En eso tienes razón", se rió entre dientes. "Oye, ¿Quieres oír un chisme?", preguntó, intentando cambiar de tema rápidamente.
Dolon arqueó una ceja. "Creí que no eras fanático de los chismes"
—"Solo si es uno bueno", clarificó, "Y en este caso lo es".
—"Bueno, tal vez..."
—"Sé de alguien que la está pasando mal debido a que lo pillaron por ser infiel", soltó la información, sin importarle su respuesta.
Dolon arqueó ambas cejas. "¿En serio? ¿Quién?"
—"Es... alguien de la empresa", se apresuró en responder.
—"¡Gazpachos!", exclamó. "Fue ese tal Castle, ¿Verdad?"
Richard asintió.
—"¡Lo sabía!", clamó, "Ese tipo siempre me dio la sensación de que no podía confiar en él... Y pobre Norly, ¿Qué hará ahora? ¿Se divorciarán?"
—"No lo sé, aunque te recomendaría que no hables de esto con nadie. Ya sabes, es algo que están manteniendo en secreto", sugirió, mintiendo.
—"Claro, entiendo".
—"Pero esto te demuestra que hay gente que la pasa peor que tú", dijo con sonrisa sombría. "¿Te digo una cosa? Deberíamos hacer algo hoy", sugirió, volviendo a cambiar de tema.
Dolon enarcó una ceja. "¿Cómo qué?"
—"No lo sé. ¿Dar un paseo? O… ¿Qué tal a la playa?"
Por lo general, eso levantaría inmediatamente el estado de ánimo de Dolon, pero esta vez solo entrecerró los ojos para mirarlo escrutadoramente.
—"Primero carne en el desayuno y ahora una invitación para la playa… ¿Qué está ocurriendo?", inquirió.
—"¡Nada! ¿Qué acaso un amigo no puede invitar a otro a la playa?", manifestó, con un tono de voz entre regañador y burlón.
—"Bueno… es cierto que hace mucho que no voy", reflexionó.
—"¿Lo ves?, te lo dije", chasqueó los dedos, "¡Solo imagínalo! Playas, chicas guapas en trajes de baño, mucha cerveza ¡Es un espectáculo formidable!", declaró con entusiasmo.
Dolon asintió significativamente. "No puedo negar que me gusta ese panorama…"
—"Y ¿A quién no?", dijo, y añadió rápidamente, "Te diré algo, te daré treinta minutos para que termines tu comida y luego hacemos un breve paseo, ¿Qué te parece?"
—"¡Excelente, Reverte!"
—"Por cierto…", enunció tras un momento de silencio apacible. "¿Sabes quién me llamó?"
—"No, ¿Quién?"
—"Pacco", respondió con una sonrisa.
El Aussiepoo le dio una larga mirada, sopesando sus palabras.
—"Me dijo que tu traje ya está listo", agregó luego.
—"Oh, menos mal…", Dolon se agarró el pecho. "La verdad es que no pensaba regresar a ese lugar"
—"Dolon, por favor", amonestó un poco, "está bien que te haya incomodado, pero no tienes de qué preocuparte. Él es mi sastre de confianza y solo estaba haciendo su trabajo".
—"Ese tipo me tocó en lugares que prefiero no mencionar…", dijo avergonzado.
—"De eso se trata su trabajo", clarificó.
—"No entiendo por qué me hiciste ir con él en lugar de comprar un traje"
—"Quería que tu traje fuera especial", expuso con seguridad, "Sobre todo mañana para la gala de beneficencia".
—"Con la lluvia que hubo me extraña que no la hayan cancelado".
—"Ya está todo planeado, Dolon", aseveró, "Llueve, truene o caiga un huracán no la pospondrán".
—"Y ¿Por qué tengo que ir yo?"
—"Porque debo llevar a alguien y pensé… ¿Quién mejor para acompañarme que mi mejor amigo?"
—"Ehh… ¿No podías invitar mejor a…?"
—"No la menciones", interrumpe, apuntándole con el dedo. "Ella ya no significa nada para mí"
—"Está bien-está bien", puso las manos al aire, "Pero… ¿En serio no tenías a ninguna otra chica para invitar?"
—"¡Por supuesto! ¿Acaso crees que alguna chica rechazaría una invitación mía?", dijo con arrogancia, "Es solo que en un evento como este quiero causar una buena impresión y que todo sea lo más natural posible", alegó con sinceridad. "Prefiero una buena compañía antes que estar con una fulana cualquiera que no volveré a ver luego de esa noche".
—"Entiendo…", Dolon asintió lentamente.
—"Además, estoy bastante seguro de que ese condenado de Brandon asistirá, y quiero que me ayudes a ponerlo en su sitio".
—"¿Qué quieres? ¿Qué lo golpee?"
—"Solo si es necesario", respondió en broma. "Por cierto, ¿Te apetece una tarta?", cambió de tema nuevamente.
Dolon volvió a arquear una ceja. "¿Disculpa?"
—"Podemos comprar alguna en el camino".
Dolon asintió salvajemente. "Muy bien. Comeré pastel".
El Aussiepoo ni siquiera se había dado cuenta de lo mucho que parloteaban o que había terminado su té y la mitad de la tabla hasta que escuchó a su amigo reír. El momento tranquilo fue interrumpido por un sonido, una notificación. Richard inmediatamente se dirigió a su ordenador. Revisó su correó. Tenía un nuevo mensaje de un tal Mark. Al abrirlo, había unas fotos de su exesposa, entrando y saliendo de lo que parecía ser un hotel. Las fotos venían acompañadas de un texto: "Estuvo ahí unos 30 minutos. No sé exactamente que hizo, pero el vecino se está quedando ahí. Su auto estaba en el estacionamiento".
El chow-chow de traje hizo un puño con su mano. Se queda sin aliento. Siguió procesando esa información mientras sus ojos se oscurecen. Podía sentir que el aire de su pecho se expandía, a medida que comenzaban a emerger esas emociones negativas que habían estado ausente durante un buen rato. Solo eso bastó para que le robaran su paz mental. Levanta lentamente la vista de su ordenador y vio a su amigo comiendo lo último que quedaba de la tabla.
—"Si sigues así vas a engordar", su voz se escuchó de repente, baja, áspera y seca.
El Aussiepoo se miró a sí mismo y suspiró. "Sí, lo sé, me terminaré pareciendo a mi padre".
No hubo respuesta luego de eso. El chow-chow de traje conectó un pendrive, descargó las fotos y luego apagó su computadora.
—"Bro, ¿Qué te sucede?", le preguntó al notar su rostro.
—"Nada…", dijo apresuradamente. "Debo pasar por una imprenta"
—"Si quieres puedo acompañar…"
—"No-no-no", interrumpió bruscamente. "Tengo que hacer esto por mi cuenta".
—"Pero…"
—"Escucha. A veces, cuando necesitas lograr algo, debes hacer el trabajo sucio tú mismo", dijo con frialdad.
Por el sonido de su voz, Dolon se dio cuenta de que el mal humor de su amigo había regresado.
—"Puedes quedarte aquí si quieres, yo regresaré en un rato", avisó mientras empezaba a marcharse.
—"¡Espera! Y ¿Lo de la playa?", intentó detenerlo.
—"Lo hablaremos después…", su voz estaba apagada, pero respondió sin dudarlo.
—"Pero, ¿Qué bañador debo llevar?"
El chow-chow de traje lo ignoró y pasó de largo. Se sentía como si pasara una tormenta. Dolon hizo una mueca y volvió a preguntar "¿Está todo bien?". El chasquido de la puerta de la oficina al cerrarse fue la única respuesta.
MIENTRAS TANTO
Las nubes grises se disiparon un poco, y el sol empezaba a brillar con fuerza en la residencia Heeler. Chilli, que acababa de despertarse con los rayos dorados atravesándole los párpados y con un calambre en casi todas las articulaciones del cuerpo, no consideraba que esta alegre luz sea un espectáculo muy auspicioso.
Lo primero que piensa es que le duele la cabeza. Le dolía la cabeza y no se sentía muy bien. Era como si se hubiera despertado con una resaca terrible y la hubiera atropellado un camión. La otra cosa es que no sabe si hace frío o calor. Definitivamente es algo, porque tiene la piel de gallina. Pero no hace frío. Hace calor, tanto que le da escalofríos. El tipo de calor más extraño y perturbador. Ni siquiera emite un ruido de disgusto, solo está preguntándose distraídamente por qué hay tanta luz en su rostro cuando rara vez se molesta en cerrar las contraventanas de su ventana en primer lugar.
Cuando la Heeler roja revisó su teléfono, notó que tenía varios mensajes. Para su disgusto, ninguno era de su esposo. Para su infortunio, todos eran de Pat. La familiaridad de la indignación altiva del hombre la había irritado en ese momento. Lo había estado ignorando desde que regresó a Australia. No se le había ocurrido responderle nada porque no estaba segura de cómo se suponía que debía reaccionar. A ella poco le importaba; en verdad, pero cada vez que intentaba pensar en otra cosa, siempre terminaba apareciendo el asunto que tanto la atosigaba.
La inseguridad la apuñaló en los pensamientos. El zumbido de ansiedad le retumbaba en el pecho.
Todo se volvió tan extraño para ella…
Se había sentido tan especial cuando recordó a su marido en los primeros años felices de matrimonio, pero ahora sentía que no era realmente suyo. A pesar del estupor, a pesar de la discusión, esperaba que él volviera o que la llamara. Pero después de un tiempo, ya no le llenaba de esperanza ni satisfacción. Dejó de esperarlo con ilusión. Se sacudió esos pensamientos de la cabeza y trató de seguir su día como si nada.
Las cachorritas disfrutaban de su desayuno. El ruido constante de charlas y discusiones encapsulaba el comedor. Como de costumbre, las niñas estaban siendo inimaginablemente ruidosas. Una nueva conversación parecía comenzar cada segundo, su enfoque cambiaba constantemente: un minuto es sobre su comida, luego es cualquier sueño que hayan tenido, luego es cuánto les gustaban los insectos, pero anoche, la única conversación que se quedó, fue sobre la ausencia de su padre. Chilli tenía que admitir que fue agotador tratar de lidiar con las niñas luego de tan delicado momento. Afortunadamente, su amiga había estado ayudándola desde entonces. La cocker spaniel llegó hace un rato y se encargó de hacer el desayuno y que las pequeñas se entretuvieran un poco. Se disculpó un momento para atender una llamada. La Heeler roja permaneció de espaldas a sus hijas. El sonido del agua corriendo mientras lavaba los platos sucios resonaba por toda la cocina como disparos a través del silencio.
—"Mamá, ¿Cuándo volverá papá?"
La voz de su hija mayor rompió el ambiente tranquilo.
—"No lo sé, Bluey", responde con la voz gélida.
—"¿Por qué tuvo que irse cuando tú volviste?"
—"Así es el trabajo cuando eres adulto", responde con simpleza.
—"Creí que papá ya no trabajaba", cuestionó la hija menor.
—"Bingo, ya te lo expliqué...", comienza diciendo, sonando exasperada. "Lo necesitaban para una investigación que él hizo".
—"¿No podía hacerlo alguien más?"
—"No, porque ya que él hizo esa investigación solo él es capaz de resolverla"
—"¡Pero no es justo que se fuera así como si nada!", replicó la hija mayor mientras se cruzaba de brazos. "Ni siquiera se despidió de nosotras…"
—"Bueno, Bluey, muchas cosas hoy en día no son justas y suceden de la nada", aseveró.
Bingo inclinó la cabeza. "Lo extraño", soltó con una mirada melancólica.
—"Lo sé…", suspiró la matriarca. "Estoy segura de que él también las extraña"
—"Volverá… ¿Verdad?", preguntó la pequeña inquieta.
Chilli volvió a la respuesta inicial: "No lo sé…". Le gustaría decir que sí, pero tal y como estaban las cosas, ni siquiera ella podía asegurar una resolución positiva.
—"¿Puedes llamarlo?", preguntó la hija mayor.
Chilli miró a sus hijas con ojo crítico y se limitó a decir: "¿Por qué mejor no van a jugar un rato afuera?"
Haciendo caso de inmediato, ambas cachorritas terminaron su desayuno y se retiraron al jardín. En su camino se cruzaron con Frisky. Ella prometió jugar con ellas ni bien terminara un asunto pendiente.
La Heeler roja recogió todo lo de la mesa. Sus pupilas giraron para mantenerse al nivel del suelo mientras inclinaba la cabeza. Lentamente tomó el trapo que se le había caido. Uno de los platos tintineó suavemente mientras lo colocaba en fregadero. Ella dejó escapar un suspiro apenas audible, sus oídos se agudizaron ligeramente.
—"Muy bien, ¿Me vas a decir qué está pasando aquí?", manifestó la cocker spaniel entrando a la cocina.
—"¿A qué te refieres?"
—"Oh, no lo sé…", respondió, lentamente, alargando la palabra y haciendo que su amiga volteara a verla. "¿Está todo bien?"
—"Claro que sí", afirmó falsamente. "¿Por qué la pregunta?"
—"Bueno, las niñas dicen que Bandit se fue de viaje por el trabajo, pero el auto no está", señaló Frisky, "Bandit siempre te deja el auto".
Chilli hizo una mueca. "Esta vez decidió usarlo".
—"¿Para ir al aeropuerto?"
—"A lo mejor no tenía que irse del país".
—"Sí, seguro…", dice con sarcasmo. "¿Ya te ha llamado?"
Chilli negó con la cabeza.
—"¿Por qué?"
—"Porque está ocupado"
—"¿Tanto como para no hablar contigo o las niñas?", cuestionó.
—"¿¡Yo que voy a saber!?", clamó, girándose para apoyarse en la encimera.
—"Chilli…", se acercó cautelosamente a su amiga. "¿Estás bien?"
—"¡Claro que sí! ¡Me siento estupendamente!", dijo con voz ronca. "¡Mejor que nunca!".
La cocker spaniel frunció el ceño preocupada. Estaba más que claro que algo estaba en el aire, pero hasta el momento su amiga no la estaba ayudando.
—"¿Sabes que si pasa algo puedes decírmelo sin problema, ¿Verdad?", trató de incitar suavemente.
—"Frijoles", suelta ella.
—"¿Qué?"
—"Bingo quiere comer frijoles", dice, intentando cambiar de tema. "¿Podrías ir al supermercado y comprar unos cuantos?", pidió, girándose para mirarla.
—"Claro, pero antes me gustaría saber..."
—"¡No! ¿Sabes qué? Pareces agotada", no le dio tiempo a terminar. "Tengo una mejor idea, ¿Por qué no descansas y yo voy a comprar con las niñas?"
Frisky se cruzó de brazos. "¿Crees que necesito dormir en este momento?"
—"Todos necesitan dormir un poco, incluso yo", intentó objetar.
—"Chilli...", siseó.
—"Bueno, si no te convence, entonces puedes irte y yo me ocuparé de todo", expuso para volver a lo que hacía.
—"Chilli, no me tomes por tonta", dijo quejándose, "desde que estoy aquí he notado que algo raro pasa".
La Heeler roja no responde. Aquella declaración hace que se congele un poco.
—"Al principio, cuando me pediste que cuidara a las niñas, pensé que a lo mejor querías pasar un rato a solas con Bandit, pero me sorprendí cuando me dijeron que él se había ido"
La Heeler roja siguió sin responder. No estaba segura de qué hacer. Su amiga tenía tendencia a sospechar todo en exceso y eso le estaba incomodando en este momento.
—"Esperaba que me dijeras algo, pero ni ese día ni ayer me hablaste de él".
Como pudo, la Heeler roja continuó con sus labores, intentando proyectar un aire de "relajación".
—"No tenía ganas de hablar de él", dijo ella con indiferencia, aunque rápidamente se estaba convirtiendo en todo lo contrario. "Además, era un asunto de su trabajo"
Su arrogancia dejó atónita a la coker spaniel. ¿Era ésta la amiga que conocía?
Mantuvo la cabeza fría, tratando de encontrar una oportunidad: "¿Él está bien?"
Chilli se encogió de hombros. "Supongo que sí…".
Esa no fue una respuesta satisfactoria.
—"¿Qué está pasando?", insistió, cruzándose de brazos.
La mandíbula de Chilli se crispó. "Nada…"
—"¿Estás segura?", inquirió, levantando solo una ceja.
—"Deja de preguntar", replicó ella, "No es asunto tuyo…". Había un trasfondo de fastidio en su voz.
—"Entonces sí pasó algo", interrumpió, sonando muy insistente en ese hecho.
—"¿Vas a parar?", ya no pudo ocultar su frustración, "No ha pasado nada".
La cocker spaniel tenía una expresión, como si estuviera cuestionando la actitud de su amiga. "¿Por qué no quieres decírmelo?"
—"¿Por qué tendría que decirte todo lo que pasa en mi vida?", cuestionó.
—"¡Porque soy tu amiga y me preocupo por ti!", balbuceó, "¡No actúes como si intentaras ocultarme algo!"
Frisky había hecho mucho por Chilli y ella la apreciaba, de verdad. Ella fue su mejor amiga y consejera. Alguien que la quería incondicionalmente. Alguien con quien había compartido infinidad de anécdotas, secretos e inseguridades y, con ese criterio que tenía, llegó a cuestionarla a ella y a sus decisiones, dejándole saber que realmente podía interrogarla cuando sabía que algo malo le pasaba.
Aunque a la Heeler roja le agradaba esa actitud de su mejor amiga, por primera vez en mucho tiempo la estaba empezando a detestar.
—"Yo… no…", tropezó con sus palabras.
—"Muy bien…", se impacientó, "Si así quieres jugar…"
La Heeler roja giró rápidamente su cabeza y vio cómo su amiga estaba sacando su celular.
—"¿Qué estás haciendo?"
—"¿Qué parece que estoy haciendo?", manifestó, buscando entre sus contactos. "Si tú no me dices nada, entonces que me lo diga él", La desafió, manteniéndose en su campo de visión; no se andaba con rodeos en esto.
Los ojos de la Heeler roja se abrieron como platos y rápidamente se abalanzó hacia ella.
—"¡Dame eso!", vociferó, tratando de arrebatarle el celular.
—"¿Me vas a decir qué está pasando?", insistió.
—"¡No pasa nada!", su irritabilidad aumentó gradualmente.
—"Entonces, tampoco hay problema en que lo lla…"
—"¡BANDIT ME ENGAÑÓ!", confesó cuando ya no pudo ocultar su frustración.
Un silencio iracundo inundó la sala. La cocker spaniel estaba en shock ante la declaración de su amiga. Ella respiraba pesadamente. Era ira, verdadera ira, algo que hacía bastante tiempo no había visto en ella desde que la conocía. Probablemente ni siquiera recordaba la última vez que la había oído alzar la voz de ese modo.
—"¿Qué?", Frisky aún intentaba procesar las palabras de su amiga.
—"¡Lo que escuchaste!", replicó Chilli, girándose para volver a apoyarse en la encimera. "¿¡Estás feliz!?"
La cocker spaniel estaba más desconcertada que antes.
—"¿Cómo que te engañó?"
—"¿Recuerdas cuando me hablaste ese día que me dijiste que harían una parrillada aquí?"
—"Sí, por supuesto".
—"Esa misma noche Bandit se acostó con alguien… Y no con cualquier persona ¡Con Wendy!", elevó su notó.
La coker spaniel volvió a impactarse ante las palabras de su amiga.
—"Pero… ¿Cómo estás tan segura de eso?"
—"Las niñas me lo dijeron…", resopló.
—"¿Las niñas?"
Chilli asintió. "Bluey me atendió a la mañana siguiente y Bingo me dijo que había visto a Wendy entrando en mi cuarto", su voz se quebró. "¡En mi cuarto! ¡En mi cama!"
Frisky inmediatamente se dio cuenta de que había tocado un nervio y la hirió. Eso la había dejado por los suelos y podía notar que le dolía. Por otro lado, se sentía culpable (y cómplice) por algo que conocía y había ocultado por completo. Quizás no esperaba que dicho suceso saliera a la luz. En todo caso, conocía la verdad y esperaba poder aclarar el asunto.
—"Chilli, ¿No crees que a lo mejor fue todo un malentendido?", empezó preguntando pacientemente.
—"Yo también creí eso al principio", responde fríamente, "pero luego me llamó la atención como ellos pasaban mucho tiempo juntos".
La cocker spaniel se sintió familiarizada con la sensación de su amiga.
—"Sí, entiendo", se quedó callada, algo de acuerdo, "pero… Una cosa es creer y otra es saberlo"
—"Yo lo sé", dice tajantemente, volviendo a mirarla. "Los interrogué a ambos".
Frisky arqueó las cejas. "¿Los interrogaste?"
—"Así es", asintió, "Los dos me negaron que se acostaron, pero sí me confirmaron algo: se besaron"
La cocker spaniel no paraba de recibir sorpresas. Casi que se había paralizado por completo.
—"E-ellos… ¿Se…? ¿Se…?", tartamudeó, tratando de encontrar las palabras.
—"Sí, pero no te preocupes, ya me vengué de ambos".
—"¿Cómo?"
—"Ayer me reuní con Wendy y le dije todo"
Frisky reflexionó. "Y… ¿Bandit?"
La Heeler roja le hizo seña con el dedo para que se acercara. Le susurró varias cosas al odio. Ese fue el golpe definitivo para la cocker spaniel. Quería creer que nada de lo que le decía su amiga era cierto, pero en el fondo, sabía que ella hablaba en serio. Teniendo en cuenta la reacción de antes, esta vez no estaba tratando de ocultar algo. Su rostro era casi tan impasible como su actitud, pero sus ojos expresaban sus emociones de una manera que le recordaba a cuando era joven.
—"Y… ¿Qué se supone que harás ahora?", pregunta después de un rato de silencio incómodo.
La Heeler roja suspiró. "Por el momento… No lo sé", había sido su respuesta, aunque no fue tan sencilla como solía esperar. Al cabo de unos segundos, continuó. "Pero espero que ahora entiendas por qué no te dije nada... Y también espero que no le digas nada a nadie".
Esa pequeña sensación molesta en el fondo de su corazón que no podía nombrar había sido constante desde que se enteró. La más leve desaprobación oscureció sus facciones.
La cocker spaniel ni siquiera sabía que pensar para este punto. Había pasado mucho tiempo desde la última vez que escuchó que su amiga y su cuñado habían tenido problemas, solo que ahora todo parecía haberse desbordado. Para colmo, se sentía traicionada. Les dio su confianza a bandit y Wendy y ahora descubría que ambos le mintieron.
La discusión se ve interrumpida por el repentino sonido del timbre. La Heeler roja le dijo a su amiga que ella atendería, al mismo tiempo que le pedía ir a vigilar a las niñas. Al abrir la puerta, un chow-chow de traje estaba en la entrada.
—"Ah... ¿Hola?"
—"Buenos días, señora mía", dijo cordialmente.
La Heeler roja miró a aquel macho con calma e incertidumbre.
—"¿Puedo ayudarle?"
—"Por supuesto", asintió. "Supongo que ya sabe quién soy, ¿Verdad?"
La Heeler roja negó con la cabeza. "No realmente".
—"Vaya…", se rió entre dientes. "Por un lado me apena ese detalle, pero por el otro también me alegra, así puedo presentarme formalmente", dijo con elocuencia. "Soy Richard, el esposo de Wendy"
Las cejas de Chilli se torcieron. "¿Esposo?"
—"Sí… Bueno, ex", aclaró. "Nos divorciamos hace tiempo".
—"Entiendo…", resopló, "pero ella vive al lado", señaló.
—"Lo sé, pero no he venido a verla a ella, sino a usted"
—"¿A mí?", se señaló a sí misma.
—"Así es, señora mía"
—"No entiendo…"
—"Mire, no le voy a robar su tiempo, así que seré lo más claro, conciso y directo posible", dijo con aire de suficiencia.
Los ojos de la Heeler roja se entrecerraron minuciosamente mientras examinaba escrutadoramente a aquel macho, cuya presencia le estaba incomodando ni bien reveló su identidad.
—"Estoy a punto de hacer un juicio por la custodia de mi hija. Y quiero que usted declare a mi favor"
Chilli frunció el ceño. "¿Disculpe?"
—"Así como oyó".
—"¿Por qué yo haría algo cómo eso?"
—"Porque tenemos algo en común", respondió con una mirada sombría. "Supongo que ya está al tanto de la infidelidad de su esposo"
La Heeler roja se sobresaltó. "¿Cómo sabe…?"
—"Las paredes oyen", interrumpe.
Su voz es profunda, resonante y fría, como una cueva llena de oscuridad vacía y carámbanos como dientes.
Chilli se tragó un nudo de incertidumbre mientras una punzada de incomodidad se arremolinaba en su estómago.
—"E-e-escuche…", le levantó el dedo, tratando de calmarse, "no sé cómo sabe eso, pero… no pienso ayudarle…"
—"Sabía que diría eso…", volvió a interrumpir mientras sacaba un sobre del bolsillo de su traje, "es por eso que me tome el atrevimiento de traerle un pequeño recado".
La Heeler roja miró con confusión aquel sobre que intentaba entregarle ese macho.
—"¿Qué se supone que es eso?"
—"¿Por qué no lo abre y lo averigua usted misma?", incitó, agitando un poco el sobre.
Dudando bastante al inicio, la Heeler roja finalmente toma el sobre de mala gana y lo abre. Dentro, había unas fotografías que mostraban a Wendy saliendo de lo que parecía ser un hotel. Eso la dejó más confundida que antes.
—"¿Qué es esto?", preguntó, sin despegar su mirada de las fotos.
—"Es mi exesposa. Su vecina, saliendo del hotel donde está su esposo". El dulce veneno en su voz la hizo temblar. "Si se fija bien, ahí se puede ver su auto", señaló. "Esas fotos fueron tomadas esta mañana. Sé que estuvo unos 30 minutos ahí y luego abandonó el lugar. ¿Quién sabe qué pudieron haber hecho ahí dentro?", agregó con cizaña.
Chilli se preocupa lo suficiente por sus débiles pulmones como para inclinar la cabeza hacia un lado antes de soltar una mueca de desdén. Apretó sus ojos con fuerza. En ese momento solo odiaba a Wendy. La odiaba, la odiaba hasta la médula. La odiaba tanto que quería destrozarla. Odiaba su sonrisa, odiaba su voz, odiaba su figura perfecta, odiaba su gentileza, odiaba su tolerancia, odiaba todo sobre ella... Solo pensar en su existencia en este mundo le exacerbaba. Al pensar en lo que esa mujer pudo haber hecho nuevamente con su marido… definitivamente pediría el deseo de hacer que desaparezca del mundo.
Richard permaneció allí, firme y con una media sonrisa ensayada en sus labios.
—"Sé que quizás no es la mejor manera de comunicar estas cosas, pero créame que es preferible saberlo antes que nunca enterarse", dijo con una franqueza que, más que parecer sincero, ostentosa cierta brusquedad.
Chilli miró a aquel macho con una mirada que reflejaba varias emociones, ninguna de ellas era positiva.
—"Bien, supongo que ya ha tomado una decisión, ¿Verdad?", dijo él con todo su aire arrogante.
La Heeler roja abrió la boca, pero pareció pensarlo mejor y volvió a cerrarla. Solo precedió a negar con la cabeza.
—"¿Cómo?", él la miró con el ceño fruncido.
En lugar de mostrarse desdeñoso, Richard examinó todo el rostro de aquella hembra roja. Dudó por un momento no haberla convencido.
—"Escuche…", empezó diciendo ella, recuperando un poco la compostura. "No me importa si es el exesposo de Wendy. Yo… no me siento cómoda con todo esto y…"
—"Está algo confundida, la entiendo", interrumpe, mostrando los dientes en respuesta, otra sonrisa que se siente subrayada con colmillos. "Hagamos esto…", empezó diciendo mientras sacaba un bolígrafo y papel de su bolsillo, "le daré mi número para que me llame".
Richard le entregó el papel con su número y Chilli lo tomó, aún incómoda.
—"Sé que usted tomará la decisión correcta", su voz es tranquila y mantiene sus ojos fijos en la hembra roja. "Haga lo correcto", remarcó.
Chilli asiente, agradecida tanto como indignada mientras veía a aquel macho alejarse. Al cerrar la puerta, trató de poner en orden sus pensamientos mientras seguía mirando las fotos y luego el número que había obtenido.
A pesar de que en ese momento tenía sentimientos negativos hacia su vecina, no estaba realmente segura de contribuir a algo que podía perjudicarla por completo. La odiaba, es cierto, pero ¿Llegar a esos extremos?
También siente malicia por parte de aquel macho. Su comportamiento es el de alguien que sabe algo que no debería; el acecho de alguien que está emocionado por la perspectiva de jugar con su presa.
Tal y como están las cosas, la Heeler roja nunca antes había tenido que lidiar con este tipo de confrontaciones, y aunque ese sujeto tiene tanta información que podría saber (probablemente sabe, pero no debería saber...), una serie de incertidumbres pesan en sus entrañas. Después de todo, hay tantas cosas por las que ella podría condenar a aquella mujer.
"¡Chilli! ¿Está todo bien?", sus pensamientos se dispersaron cuando oyó a su amiga gritándole desde el patio.
—"¡Sí! ¡Todo bien!", una respuesta simple pero una mentira total y completa.
La Heeler roja volvió a observar por un momento los papeles que poseía, antes de arrugarlos y tirarlos al bote de basura cercano.
