Nota: La última actualización fue el capitulo 18, y se añadieron cuatro capitulos mas por lo que a partir de ahora tanto en Fanfiction como en AO3 estan a la par. Agraadecemos mucho quienes siguen la historia, aun queda mucho por delante asi que estén atentos y lamentamos la demora, estos capitulos no son faciles de escribir, sepan que somos adultos tenemos responsabilidades como problemas en el dia a dia.
PD: ¿En que otro medio les gustaria que mutara esta historia? (Comic, animacion, fanarts, etc)
[Al publicar el capitulo 23 se eliminará esta nota.]
Capítulo 22: La única razón
El día había sido demasiado lento para el chow-chow de traje. No es que le importara, odiaba los días en los que todos estaban frenéticos, pidiéndole que hiciera diez cosas al mismo tiempo. Afortunadamente, su mañana consistió en revisar correos electrónicos y registrar sus tareas del día. Nadie parecía tener algún problema y no había nada que postergar, porque todas sus actividades estaban terminadas de todos modos. Aun así, todavía quedaba mucho trabajo por hacer: investigaciones sobre clientes potenciales y objetivos o conferencias telefónicas con el equipo de analistas y la Junta.
Richard dejó escapar un suspiro de alivio después de colgar con un cliente importante. Se programaría otra reunión sobre otro acuerdo importante. Él llevaba a cabo sus negocios desde casa, pero a veces los clientes, especialmente si se consideraban "locales", no estaban contentos con las videoconferencias. Lo querían a él en carne y hueso, solo con fines de consulta, por supuesto. Su escritorio está lleno de notas adhesivas. La mayoría son recordatorios, uno es una lista de tareas pendientes, otros son códigos de acceso a diferentes bases de datos. Él trabaja desde casa, así que no importa quién vea qué. De todos modos, casi nadie puede entrar en su oficina y no pueden iniciar sesión en su computadora.
Había algo que de alguna manera preocupaba al chow-chow de traje, y es que su amigo no había dado señales de vida. De hecho, no lo había visto desde la gala de anoche. Era típico del aussiepoo de lentes llegar tardíamente, pero en toda la mañana, y gran parte de la tarde, Richard no había sabido nada de él en lo absoluto. Ni siquiera respondió los mensajes que le envió solo para constatar que se encontraba bien. Pensó en no dar demasiadas vueltas al asunto y atribuirlo a que aún seguía durmiendo… O probablemente se había emborrachado. No sería la primera vez. Inmediatamente, un recuerdo gracioso invadió la mente de Richard: durante un cumpleaños, su amigo estaba como una cuba y terminó haciendo todo tipo de locuras, hasta tal punto de que nadie supo nada de él al día siguiente. A la noche regresó como si nada a casa, pero quedó sorprendido cuando le dijo que se despertó en la llanura de Nullarbor.
El estruendo de alguien abriendo abruptamente las puertas irrumpió los pensamientos del chow-chow de traje. Desafortunadamente, no era a quien esperaba.
—"¡Richard! ¡Lo logré!", dijo con entusiasmo un landseer con mono de trabajo.
—"Adam…", pronuncia apenas por lo bajo.
—"Logré encontrar los 6 ladrillos que faltaban para la edificación", informó, mientras se acercaba con una sonrisa.
Richard sabía que el landseer intentaba mantener un aura de sobriedad, pero era incapaz de evitar que su energía burbujee a la superficie. No lo tenía en muy alta estima, aunque reconocía que había logrado un trabajo considerable como su asistente temporal.
—"Por cierto, necesito que firmes estos papeles. Es el prepago a los letones". No hay respuesta; su jefe permanece impasible ante esta petición.
Lo cierto es que había algo que no dejaba de dar vueltas en la cabeza del chow-chow de traje. No importaba cuanto trabajara o cuan ocupado intentara estar. Los recuerdos de la noche anterior aparecían una y otra vez.
Samantha era preciosa, pensó por un segundo. ¿Por qué nunca lo notó? Trazando círculos alrededor de su vaso de chupito vacío, todavía podía sentir la suavidad de sus labios apretados contra los suyos. Sus ojos, sus cautivadores e hipnotizantes ojos eran sin lugar a dudas lo primero que se le venía a la cabeza cuando pensaba en ella.
"Yo te amo", recordó lo que ella le había confesado ese día, ese fatídico día que todo se torció.
"Aquel día, cuando te confesé lo que sentía… Yo… te odié", recordó luego lo que le dijo anoche.
"A pesar de todo… Yo realmente te amo como nunca amé a nadie", fue otra de sus frases lapidarias que recordó.
Y, después de todo lo dicho y hecho, el silencioso arrepentimiento descansaba en sus facciones debido al error que creía haber cometido, un error que había cambiado el curso de sus vidas y del cual creía que no había esperanza de arreglar las cosas ahora.
Su ensoñación fue interrumpida por el grito del landseer.
—"¡Richard!"
—"¿Qué?", reaccionó, volviendo a la realidad.
—"Los papeles", volvió a mencionar.
—"Oh, sí-sí, claro", asintió rápidamente mientras tomaba los papeles y los leía con cuidado.
—"Por cierto, ¿Vendrás a mi despedida de soltero?, ¿Verdad?"
El chow-chow de traje levanta la vista, sin comprender del todo. "¿Lo siento? ¿Tu qué cosa?"
Adam sonríe, divertido. Se sube las mangas del traje por los brazos, preparándose para la respuesta abrumada y encantada.
—"Ya sabes, lo que organizan los amigos o la familia del prometido antes de la boda"
—"Yo... No te sigo. ¿Boda?"
El landseer atribuye su confusión a las largas horas y a una reciente falta de sueño. Explica despacio y con sencillez.
—"¿Recuerdas cuando te dije que Dasha y yo queríamos renovar nuestros votos matrimoniales? Pues nos decidimos y la ceremonia la haremos después de año nuevo".
La sorpresa es inmediata e inmensa para el chow-chow de traje. "¿Votos matrimoniales? ¿Hablas en serio?"
Todavía no es la respuesta que Adam espera, pero al menos Richard está participando en la conversación ahora.
—"Claro que sí. Incluso ya mandamos las invitaciones. ¿No revisaste tu correo?".
Richard medita internamente su respuesta durante unos segundos. "No, a menos que te refieras a mi correo electrónico"
El landseer llega a la conclusión de que su jefe está bromeando, aunque no entiende por qué.
—"¡Que gracioso!", se ríe brevemente, pero no hay reacción por parte de su Richard, no hay claridad. Confundido, pregunta: "¿Pasa algo?".
Richard intenta averiguar internamente cuál es la mejor manera de expresar su próxima frase, pero se da cuenta de que no hay forma de preguntar que no sea incómoda.
—"Adam, ¿Realmente quieres volver a revivir algo como eso?"
—"Richard, ¿Me estás tomando el pelo?"
Al chow-chow de traje le encantaría poder decir que sí, pero eso no lo llevaría a ninguna parte, excepto un intento de una sutil ronda de veinte preguntas y una confusión continua.
—"No… Al menos, no ahora", manifiesta.
El landseer se mueve torpemente de un lado a otro. "No hay nada más precioso y emocionante que volver a revivir ese recuerdo de cuando te comprometes con la persona que más amas en el mundo", explica con algo de vergüenza. "¿Acaso eso no te da alegría siquiera de lo pensarlo?"
—"No realmente", responde secamente. "Además, ya sabes lo que dicen: 'Después del néctar, la miel no es dulce'", lo mira interrogativamente, desafiando este pensamiento.
—"Ohh…", hace una pausa ante su respuesta. "Bueno… con Dasha llevamos 15 años y jamás hemos tenido problemas... bueno, discusiones como pareja", reconoció, "¡Pero es algo que pasa en todos los matrimonios! Fuera de eso, todo estuvo bien entre nosotros", aclaró luego.
—"¿Estás realmente seguro?", cuestionó, arqueando una ceja y poniendo una mirada de suficiencia.
—"Sí, ¿Por qué?"
—"Nada-nada", negó con la cabeza y agitó una mano con vehemencia. "¿Sabes una cosa? Los felicito por su matrimonio impecable. Realmente eres un sujeto muy afortunado", cambia de tema, sonriendo involuntariamente.
El landseer ahora sonríe. "¡Gracias Richard!"
—"Ni lo menciones", hace un gesto de desdén con la mano.
—"Entonces… ¿Sí irás a la despedida?", vuelve a preguntar la razón original de la conversación, "No me gustaría esperar hasta la boda para que me des la respuesta", bromea un poco.
Richard piensa por un momento. "Supongo que… puede estar bien", responde, sin muchos ánimos.
—"¿Crees que puedas encargarte de conseguir las bailarinas?", pregunta con cierta picardía.
El chow-chow de traje frunció el ceño y ladeó la cabeza. "¿Bailarinas?"
—"Bueno… pensé que podía ser una buena idea", dice, frotándose el brazo con nerviosismo.
Richard le dedica una sonrisa descarada. "Claro, ¿Por qué no?"
—"¡Muchas gracias, Richard!", agradece de la emoción, "¿Sabes una cosa? Realmente soy afortunado de tener a alguien como tú de jefe"
—"Sí, soy genial, lo sé…", vuelve a hacer un gesto de desdén con la mano para luego acomodarse de nuevo en su silla y pasar a otro tema. "Ahora dime, ¿Ha habido alguna llamada importante hoy?"
El landseer negó con la cabeza. "No que yo recuerde…", pensó por un momento. "Solamente Floyd que quiere discutir contigo lo del puerto deportivo"
—"Entendido…", responde sin prestarle mucha atención.
—"Rebeca pidió que no te olvides del informe que te dejó en el escritorio"
—"Hecho…", respondió al aire.
—"¡Ah sí! Y una tal Magnilda quería hablar contigo"
Al escuchar ese nombre, el rostro de Richard se transforma por completo.
—"Bloquea ese número…", ordenó por lo bajo.
—"Pero… dijo que era urge…"
—"¡Haz lo que te digo!", clamó.
El landseer retrocedió un poco asustado. "Está bien-está bien, lo haré"
Un silencio incómodo pareció prolongarse. El chow-chow de traje lentamente volvió a sus asuntos mientras intentaba ignorar lo que para él era una desafortunada mención. Adam juraba nunca haber visto aquel rostro de furia que su jefe le había lanzado, ni siquiera en algún momento de presión o estrés.
—"Entonces… ahh... ¿En qué estás trabajando ahora?", preguntó Adam, como una forma de aligerar el ambiente.
—"No se me permite hablar de eso", respondió Richard fríamente. No era cierto en absoluto, pero le parecía divertido mentir al respecto. "Entre más estés lejos, mejor"
—"¿En serio? ¿Es alguna clase de trabajo secreto?", preguntó curioso.
El landseer no captó la indirecta. El chow-chow de traje no quería charlar.
—"Adam, ¿Por qué no me haces un favor y buscas en el diccionario la definición de 'Estorbo'?", manifestó con sarcasmo.
—"¡Claro! ¡Iré a la biblioteca ahora mismo!", fue lo último que dijo el landseer antes de salir a toda prisa para cumplir esa supuesta orden.
El chow-chow de traje resopló, completamente exasperado. Poco y nada le importó si aquel landseer captó su sutil indirecta. En estos momentos agradecía habérselo sacado de encima para tener un poco de tranquilidad. Sin embargo, su sorpresa fue inmediata cuando, poco después, notó a alguien ingresando a su oficina.
—"¡Dolon!", exclamó con un poco de emoción. "¡Ahí estás! ¿Dónde estabas? Te estuve enviando varios mensajes. Un poco más y creo que habría llamado a la policía", dijo, medio mintiendo.
Su amigo no respondió. Al llegar, el aussiepoo de lentes se desplomó en el sofá, apoyando la cabeza contra los cojines con un gemido de cansancio y cerrando los ojos. Sus sandalias comienzan a hundirse hasta desaparecer donde se ha detenido.
—"... ¿Estás bien?", preguntó, extrañado ante su comportamiento.
—"Sí… Estoy bien", su voz entrecortada parecía decir lo contrario. "Solo me duele un poco la cabeza", agregó luego. No se molestó en abrir los ojos.
—"… ¿No estarás enfermo… verdad?", manifestó.
Sacudiendo un poco la cabeza, Dolon logró abrir un ojo. "No enfermo, solo cansado"
—"Déjame adivinar...", Richard pensó por un momento, mientras se acercaba a él. "Bebiste mucho durante la gala, ¿No es así?"
—"No… Bueno, sí…", reconoció.
—"Lo sabía…", se rió entre dientes. "Seguro despertaste en un campo de golf".
Dolon disintió. "Nada eso. De hecho…", intenta acomodarse para darle la gran noticia. "Pasé la noche con una chica".
Eso provoca una carcajada del chow-chow de traje y una confusión por parte del aussiepoo.
—"¡Que buena broma, Dolon!", dijo cuándo se calmó un poco de la risa.
Dolon lo miró con seriedad. "No fue una broma…"
El chow-chow de traje observó a su amigo y notó su cara seria. Poco a poco su sonrisa fue desapareciendo.
—"Me estás diciendo que… tú… pasaste la noche… con una chica", mencionó aquellas palabras y amigo asintió en respuesta. "¿Tú? ¿Con una chica?", repitió y su amigo volvió a asentir en respuesta.
—"Se llama Yukari. Es una chica entre increíble y asombrosa", empezó diciendo el aussiepoo de lentes. "Yo más bien diría… ¡Increiblosa!", exclamó. "Ella sabe mucho de manga y anime, le gusta hacer cosplays e incluso no sabes cómo es en la cama…"
El chow-chow de traje aún no daba crédito a lo que estaba escuchando.
—"¿Cómo sé que es cierto lo que dices?", cuestionó.
Dolon suspira y se frota las bolsas que está seguro que tiene debajo de los ojos mientras saca su celular para enseñárselo a su amigo.
—"Me estuvo enviando varias fotos hasta hace poco", afirmó.
El chow-chow de traje tomó el celular de su amigo y se puso a revisar la galería, algo que lo dejó completamente absorto. Las fotos eran bastante subidas de tono.
—"¿Cuánto pagaste por esto?", inquirió.
El aussiepo de lentes se rió entre dientes.
—"¿Por qué iba a pagar por algo que se puede encontrar perfectamente gratis en internet?", ahora era él quien cuestionaba. "Además, si sigues viendo, podrás encontrar algunas fotos que nos tomamos durante y después de la gala".
El chow-chow de traje hizo caso ante ese comentario y comprobó que era cierto. Había varias imágenes de su amigo junto con esa chica.
—"Esto… no estará hecho con ia… ¿Verdad?", preguntó como último argumento.
El aussiepoo de lentes volvió a reírse entre dientes.
—"Chardi…", mencionó, con una mirada pícara. "¿Acaso me crees tan desesperado y desequilibrado para llegar a ese punto?"
El chow-chow de traje no omitió comentarios al respecto, simplemente le regresó el celular a su amigo y caminó de vuelta al escritorio. Eso provocó una pequeña risa por parte del aussiepoo.
—"Gracias por preocuparte por mí", vaciló Dolon.
—"Sí-sí-sí, lo que digas", dijo al aire, agitando su brazo.
—"Y dime, ¿Cómo te la pasaste en la gala? ¿Te llevaste a casa una buena conquista?"
Esa pregunta detuvo en seco al chow-chow de traje.
—"¿Ocurrió algo malo?", preguntó Dolon al percatarse de su reacción.
—"¡No! ¡Nada!", respondió Richard rápidamente mientras volteaba. "Yo… solo… estaba pensando en lo de anoche y… respondiendo a tu pregunta… eso no pudo concretarse", dijo torpemente, intentando disimular.
—"¿En serio?"
Richard asintió. "Toda esa plática que tuve con ese condenado de Brandon me dejó el cerebro un tanto alborotado y… en ese momento solo quería regresar a casa"
—"Es comprensible…", entrelazando sus manos detrás de su cabeza, lo miró pensativo. "Bueno, supongo que yo también me hubiera ido..."
El chow-chow de traje suspiró aliviado, creyendo haber esquivado una bala. Reanudó su camino.
—"Oye, por cierto, ¿Sabes a quién vi esta mañana?", enunció el aussiepoo de lentes.
—"No, ¿A quién?"
—"A Samantha-Salamandra", declaró con una sonrisa.
Richard reaccionó absorto. "¿Sa… Samantha?"
Dolon asintió. "¿Puedes creer que era amiga de Yukari? ¡Qué pequeño es el mundo!", soltó una breve carcajada.
Contrario a la reacción de su amigo, el chow-chow de traje se sentó en silencio en su despacho. Su cuerpo está rígido, apretado en la silla. Se cierne sobre su borde con la espalda recta y la cabeza gacha. Sus ojos se habían desviado hacia la puerta antes, pero ahora están abatidos, apenas pueden ver la parte inferior de la puerta.
El aussiepoo de lentes notó el aspecto incómodo y distante de su amigo. "¿Estás bien, bro?", preguntó y vio que él se sobresaltaba y lo miraba en estado de shock.
—"¡Eh! ¡Sí! ¡Muy bien!", respondió apresuradamente.
El rostro de Dolon se agudizó, pero su comportamiento cálido habitual aún permaneció. "Parece que tienes algo que te gustaría decirme", frunció ligeramente los labios, "o no te gustaría decírmelo, pero tienes que hacerlo".
Richard sabía que esta iba a ser una conversación difícil. Así que, durante unos segundos, se quedó con la imagen de cada una de las formas en que esta conversación conmocionaría, incomodaría u ofendería. Rezaba en su mente. Rezaba para aliviar pronto sus preocupaciones. Rezaba para que algo ocurriera y no hablar del tema. Rezaba para no tener que contarle sobre lo que le aquejaba o sus tontas preocupaciones.
La tensión en sus músculos se endureció, y permaneció en silencio durante unos segundos mientras corregía su respiración, decidido a no dejar que sus emociones se mostraran. Sabía que no tenía por qué hablar del tema al respecto, pero a veces esto era algo que él mismo necesitaba. Seguramente, eran lo suficientemente amigos como para no reírse de lo ocurrido o al menos comprender el asunto.
—"Puedes leerme bien…", murmuró Richard, en un tono desenfadado y antinatural. "De acuerdo. Hay algo que tengo que decirte…", confesó, esta vez más firme y más alto. Una pequeña sonrisa alentadora se plantó en el rostro de Dolon, tan insoportablemente amable.
Durante un largo momento de explicación, nada en la expresión del aussiepoo cambió. La sonrisita alentadora estaba congelada allí, sin saber a dónde ir. El destello de la luz en sus profundos ojos pareció atenuarse.
—"¿En serio?", preguntó Dolon, con el corazón sintiendo como si estuviera a punto de romperle las costillas. Su amigo solo atinó a asentir y, ante eso, su expresión se quebró. Su boca se abrió lentamente. Y luego vino un pequeño movimiento de las cejas, seguido inmediatamente por su boca abierta que se convirtió en una sonrisa feliz. "Aww... ¡Eso es genial!"
El chow-chow de traje rompió el contacto visual. Se miró las manos, alisando los pulgares uno sobre el otro. "¿Tú…?", empezó a decir con voz baja, "¿De verdad lo crees?"
—"¡Por supuesto que sí!", afirmó, "Estoy muy feliz por ti".
Con una pausa involuntaria, Richard volvió a mirar hacia arriba y vio a Dolon sonriéndole. Sus párpados cayeron, pero aún mantenía la mirada en su amigo.
—"Sé honesto", pidió el chow-chow de traje.
—"¿Acaso crees que no lo estoy siendo? Realmente estoy muy, muy feliz por ti", la sinceridad en su voz y sonrisa era tan convincente que Richard casi le creyó. "Ya era hora de que te dieras cuenta de que ella estaba enamorada de ti"
El rostro del chow-chow de traje se detuvo nuevamente, luego movió la boca para decir: "¿Tú…? ¿Tú… lo sabías?".
Dolon asintió en respuesta.
—"¿Por qué nunca me lo dijiste?"
—"Porque nunca me lo preguntaste"
El chow-chow de traje frunció el ceño y entrecerró los ojos ante la respuesta de su amigo, mientras éste se reía entre dientes.
—"¿Por qué no me dijiste nada el día que la despedí?", inquirió luego.
—"Porque estabas tan molesto con lo que pasó que la más mínima mención de ella te hacía poner de un humor peor que soltera en boda ajena", explicó, "Aunque esperaba que tarde o temprano te dieras cuenta".
El chow-chow de traje pensó por un momento.
—"¿Cómo fue que te enteraste de eso?", preguntó muy intrigado.
—"¡Ay, por favor!", exclamó Dolon, "¿Qué acaso nunca notaste como te miraba?" cuestionó, "Y ¿Todas las cosas que hizo por ti aunque fueran insignificantes? Eso no lo hace cualquier asistente, eso lo hace alguien que tiene un interés por ti"
El aussiepoo de lentes mostraba otra de sus sonrisas desgarradoramente genuinas. El chow-chow de traje no podía dudar de ello. Sin pensarlo en hacerlo, le devolvió a su amigo una sonrisa a medias.
—"Bueno, ¿Qué esperas? ¿Vas a llamarla?"
La franqueza de Dolon lo tomó desprevenido. "¿Lla… Llamarla?", preguntó y su amigo asintió en respuesta, eso hizo que un nudo incómodo se asentara en su estómago. "¿Por qué haría eso?"
—"Oh, vamos, bro", se rió entre dientes, "¿Me vas a decir que no quieres volver a verla?"
—"¡Nunca dije que quería!", se apresuró en decir.
—"Richard…", hizo una pausa, considerando sus siguientes palabras con mucho cuidado, "Me acabas de decir que te pareció atractiva y que pasaste una agradable cena con ella"
—"Lo cual fue antes de descubrir quién era realmente", responde Richard rápidamente.
—"Bueno, reconozco que no estuvo bien eso de hacerse pasar por alguien más, pero… tienes que admitir que se esforzó para que la notaras".
El chow-chow de traje hizo una mueca en respuesta.
—"¿Vas a llamarla?", insistió.
—"¡Ya te he dicho que no! ¡Por el amor de Dios!", forzó una carcajada, tratando de ocultar lo nerviosa que sonaba su voz.
—"¿Por qué no?"
—"¿Qué, se supone que deba hacer? ¿Llamarla para pedirle una cita luego de todo lo que ocurrió? Y ¿Qué pasará luego? ¿Tendré que disculparme por haberla despedido?", sostuvo, gesticulando sus manos.
—"No tienes por qué hacer eso", señala, "A lo mejor puedes buscar una excusa para llamarla y luego ver si pueden quedar en algo".
—"¡Olvídalo!", apartó la mirada abruptamente, "No pienso hacer eso…"
Dolon resopló y trató de sincerarse, esperando que eso ayudara a la conversación.
—"Samantha es una buena chica, y probablemente sería buena para ti", alegó.
Richard se giró lentamente para volver a mirarlo. "Tal vez, pero no estoy exactamente soltero".
Las palabras del chow-chow de traje son un desafío, francamente casi pasivo-agresivo, y él observa la expresión de su amigo como un halcón, buscando su reacción. Hace un tiempo le había enseñado a su amigo mucho sobre los sentimientos y cómo ocultarlos de manera efectiva, por lo que se las arregla para no estremecerse, fruncir el ceño o reírse, solo parpadear con calma.
—"¿No lo estás?", cuestionó Dolon.
—"No lo sé", responde, de repente enérgico y frío. "Dímelo tú".
No había intentado hacerle daño, pero como parece tan común en estos días, en realidad no había tenido que intentarlo. Tal vez haya sido por descuido, fingiendo que no piensa en ella, pero todavía hay demasiado que siente, demasiada vulnerabilidad, para que se arriesgue en busca de hacerlo sentir mejor. Richard es el tipo que se ha estrellado de lado en otra relación con una mujer de carácter inteligente y fuerte de la que, estadísticamente, no sufriría ningún daño, y Samantha es la mujer que ha estado enamorada de su jefe durante años.
Hasta este momento, Richard había estado reprimiendo todos sus sentimientos, tratando de mantener la calma, pero el momento de la noche anterior resonaba tanto en su cabeza que le costaba lanzar respuestas ingeniosas, e incluso ahora no sabía qué decir.
—"Richard…", pronuncia Dolon.
El chow-chow de traje le devuelve la mirada en un silencio sepulcral, procesando.
—"¿Qué?"
—"¿Lo vas a hacer?", volvió a insistir en el tema.
Eso provocó una risa cansada de Richard.
—"¿Sabes? A veces haces buenas bromas sin darte cuenta".
—"¿Bromas?", pregunta el aussiepoo, con una ceja levantada.
—"¡Deberías hacer tu propio show de stand up!", dijo, tratando de cambiar de tema.
—"Chardie…", pronunció Dolon, sonando más exasperado de lo que pretendía.
Todos los instintos le decían a Richard que abandonara su oficina, pero estaba loco si era un maldito cobarde.
—"Hmph...", se las arregló para sonar tan indiferente como siempre, aunque levantó la vista, forzando una sonrisa amable. "¿Tienes el día libre y lo malgastas en mi despacho?", le preguntó mientras volvía a tomar su bolígrafo y firmaba el documento que estaba mirando. "Desafortunadamente, tengo que ocuparme de mis deberes en este momento", agregó mientras recogía el siguiente documento similar. "Así que no tienes por qué aburrirte viéndome hacer el papeleo".
En lugar de enfadarse, el aussiepoo de lentes sonrió y se acercó lentamente hacia él.
—"¿Y si en realidad me gusta aburrirme viéndote trabajar?", preguntó. "Claro, podría leer un libro, viendo que a tu biblioteca seguro que no le falta material para elegir. O también podría aprovechar en terminar de ver una serie en lo que terminas, ya que de todos modos tendrás tiempo libre más tarde, así que ¿Cuál es el punto?", musitó. "Tal vez me gusta hacerte compañía mientras trabajas", continuó. "... ¿O tal vez aprovecho la oportunidad para molestarte?"
Richard firmó el documento con el mismo enfoque que el anterior, y tomó el siguiente sin apartar su mirada.
—"Bueno, supongo que cada quien desperdicia su tiempo como quiere", señaló. "Aunque no puedo decir que recuerde ningún caso en particular en el que yo te haya molestado". Leyó el documento y luego volvió los ojos para mirar a su amigo, "… Al menos no como lo estás haciendo tú"
Eso hizo reír un poco a Dolon. "Por favor, Richard, ¿Qué no te acuerdas cuando solíamos gastarnos bromas?", le recordó con una sonrisa. "Una vez pegaste mis chanclas al suelo y terminamos discutiendo. Me enojé un poco, es cierto, pero luego terminamos riendo y fuimos al bar a tomar algo".
El chow-chow de traje reacciona avergonzado ante el recuerdo. "Sí…", pronuncia apenas, con una voz monótona e intentando mantenerse inexpresivo.
—"¿También recuerdas aquella vez cuando fuimos a nadar y…?"
—"¡Válgame!", clamó Richard, interrumpiendo abruptamente.
—"¿Qué?"
—"Floyd quiere que analice un informe sobre Nozaki", enunció mientras miraba el documento actual que tenía.
—"¿Quién es ese?"
—"Un empresario japonés cliente de nuestra compañía desde hace años", informó, mientras seguía ojeando el documento. "Aparentemente tiene mucho dinero para invertir, pero Floyd desconfía y me está pidiendo que le eche un vistazo a su informe en busca de alguna malversación".
—"Bueno… Pero eso no es problema… ¿O sí?", dudó.
—"Digamos que… yo no me encargaba de eso, y tendría que volver a revisar entre varios documentos", se lamentó un poco.
—"Si quieres puedo…"
—"¡Espera!", volvió a interrumpir, "Sé perfectamente quién puede ayudarme…"
Con una bocanada de aire decidido, el chow-chow de traje se concentró para llamar a su exsecretaria.
El aussiepoo de lentes admitió internamente que podría haber señalado algo irrelevante, pero consideraba que eso fue todo lo que se necesitó para que su mejor amigo se decidiera. Su sonrisa se ensancha, divertida y orgullosa.
MIENTRAS TANTO
—"¿Puedes creer que esa tipa realmente eligió a ese cretino?", lanzó al aire la perra de origen japonés.
—"Lo que no puedo creer es que prefieras sentarte ahí y ver telenovelas coreanas en lugar de colaborar", respondió su amiga con queja.
No hacía mucho que ambas hembras regresaron de la caminata. La perra mestiza estaba terminando de limpiar su departamento y le había pedido ayuda a su amiga reiteradas veces.
Yuka se rió entre dientes. "Oye, es tu desorden así que tú lo limpias", alegó y su amiga puso los ojos en blanco.
Una capa negra ondeando al viento en el balcón de su amiga hizo acaparar su atención. A su lado, un helecho agitaba sus hojas con descontento. Se giró un momento para mirar su programa, luego volvió a contemplar el balcón y notar como empezaba a caer el atardecer.
—"¿Crees que estamos completamente solos en el universo? O… ¿Realmente hay otros seres vivos ahí fuera?", preguntó Yuka sin despegar su mirada del cielo.
Samantha se detuvo en seco y miró extrañada a su amiga.
—"¿Qué clase de pregunta es esa?"
—"No lo sé…", respondió su amiga, frunciendo los hombros y levantando los brazos.
—"¿Es esta tu forma indirecta de preguntarme si existen los extraterrestres?", cuestionó.
Yuka soltó una risita. "Tal vez… o quizás mi cerebro está un poco alborotado después de estar tanto tiempo con tu amigo".
La perra mestiza le lanzó una mirada fulminante, mientras la perra de origen japonés se llevó las manos a la boca, intentando reprimir un ataque de risa.
—"En primer lugar, te sugiero que dejes de juntarte con él o se te pegarán las pulgas", comentó, con un dejo de molestia en su tono, mientras su amiga se echaba a reír. Samantha continuó antes de que pudiera ser interrumpida. "Y, en segundo lugar, creo que sí existen. No sé cómo la gente puede pensar que, en este vasto universo, la Tierra es el único planeta que alberga especies vivas".
—"Bueno, no hay ninguna evidencia que diga lo contrario", alegó. "Podemos hacer especulaciones, pero a menos que tengamos pruebas contundentes, ¿Cómo podemos asegurar definitivamente que hay otras especies por ahí?", cuestionó. "A la gente le cuesta creer lo que no puede ver".
—"No podemos verlos, pero sabemos que existen", argumentó, "Es algo así como… el viento. No podemos verlo, pero podemos sentirlo".
—"¡Exactamente!", exclamó Yuka. "Al menos uno de nuestros sentidos interactúa con estos elementos que nos dicen que existen. Sin embargo, en el caso de los extraterrestres, no", volvió a cuestionar. "Debe de haber miles de testimonios de testigos que pueden ser fácilmente refutados, así como videos que han sido falsificados para ganar dinero o atención".
—"Sí, pero… ¿Eso significa que todos los casos son falsos?", espetó.
—"No lo sé. Quizás", admitió Yuka. "Todo lo que sé es que cada mentira hace que sea más difícil creer lo que podría ser verdad", aseveró. "Hay una duda en el fondo de mi cabeza que siempre me hace decir, '¡Eso es cierto!', pero ¿Qué pasa si la persona que intenta asegurar la existencia de dichos seres está mintiendo solo para poder ganar algo de dinero o atención también?"
—"Sí, lo entiendo…", asintió significativamente. "Pero… ¿Tú crees en los extraterrestres?"
—"Por supuesto", aseguró. "Sin embargo, no creo que todos sean pequeños marcianos verdes. Pueden ser tan grandes como un rascacielos o tan diminutos como bacterias microscópicas. De ser así… ¿Quién me asegura que los pequeños alienígenas no han visitado nuestro planeta estos días?", objetó. "¿Crees que los machos son de marte y las hembras de venus?"
Samantha miró con incredulidad a su amiga.
—"¿Cómo es que un drama coreano sobre un extraterrestre te hace pensar esas cosas?"
—"Ni yo lo sé…", respondió para luego soltar una risita. "Pero a veces es increíble como algo tan insignificante puede hacerte reflexionar sobre ciertas cosas, sin recurrir a métodos mágicos", razonó.
La perra mestiza consideró sus palabras mientras regresaba a la limpieza.
—"¿Sabes si a Dolon también le gustan las telenovelas coreanas?", preguntó Yuka después de un rato de silencio.
Samantha arqueó una ceja y dirigió su mirada hacia su amiga. "¿Por qué iba a saber eso?"
—"Bueno, lo conoces desde hace años", argumentó.
—"Sí, pero no me interesa él ni sus gustos raros", expresó molesta.
—"Oye, tampoco te interesaban mis gustos raros hasta que decidiste experimentarlos", alegó con una sonrisa de suficiencia, mientras su amiga apartó su cara, avergonzada, con un evidente sonrojo. "Si quieres puedo hablar con él para que intentemos algo los tres", enunció en un tono sugerente.
Aquella última frase provocó que la perra mestiza dejara de inmediato lo que estaba haciendo y fuera hacia su amiga. Se abalanzó sobre ella y le aplicó una llave al cuello, mientras le ordenaba no volver a mencionar ese tema. Por su parte, la perra de origen japonés intentaba zafarse, lanzando alguna que otra carcajada en el proceso.
Un sonido interrumpió el forcejeo. El teléfono de Samantha sonó. Ella soltó a su amiga y fue a revisar, creyendo que se trataba de su madre. Sin embargo, grande fue su sorpresa al ver el nombre de su exjefe.
—"¡Es él!", exclamó, mostrándole el teléfono a su amiga.
—"… atiéndelo…", sugirió Yuka, recuperándose de aquel forcejeo.
—"¿Estás segura?", dudó por un momento.
—"¡Solo hazlo!", clamó.
Haciéndole caso a su amiga, la perra mestiza respiró profundamente y finalmente aceptó la llamada.
—"¿Diga…?", pronunció, intentando sonar casual.
—"¡Hola! ¿Samantha? Soy yo…"
Samantha intentaba ocultar su sonrisa cuando la voz profunda de Richard retumba a través de su teléfono.
—"¡Oh! ¡Hola Richard…!", profirió y luego notó a su amiga haciendo señas para que moderara su tono. "Digo… Hola".
El chow-chow respondió con un entusiasmo peculiar. "Me alegro de oír tu voz. Dime, ¿Estás ocupada?"
—"¿Por qué?", inquirió ella.
—"Bueno… digamos que… necesito un favor", respondió él, arrastrando las palabras.
—"Sabes que yo siempre estoy dispuesta a hacerte un favor, Richard", declaró suavemente, mientras su amiga no se mostró convencida ante esa decisión.
Prácticamente Samantha puede escuchar la sonrisa en los labios de su exjefe mientras dice: "Son las palabras que quería escuchar".
—"¿Qué puedo hacer por ti?"
—"No te preocupes, no te quitaré mucho tiempo. Solo… te pediré algo el relacionado con el trabajo en este momento".
La perra mestiza hace una mueca, algo decepcionada con su respuesta, pero de todos modos prosigue.
—"Dime…", su voz es sin aliento, su mente está fija en todas las cosas que quiere que su exjefe pida, pero cree que nunca lo hará en voz alta.
—"Necesito analizar un informe sobre un japonés... ¿Sabes a cuál me refiero?"
—"¿El señor Ando Nozaki?"
—"¡Sí!", Richard suelta un gemido de alivio. "Dios, ¿Cómo haces para saberlo todo?"
Samantha suelta una risita. "Es el único japonés de tu círculo de conocidos. Me pediste que lo investigara un poco para saber qué cosas podrían gustarle cuando nos reuniéramos con él… y también serví como traductora".
—"Es cierto, es cierto…", asintió, "es por eso que considero que tú y nadie más que tú puede ayudarme en esto".
Hay una breve pausa, interrumpida segundos después por un suave suspiro.
—"¿Crees poder enviar ese papeleo y…?", preguntó Richard, siendo interrumpido por Samantha.
—"Me aseguraré de enviártelo esta noche"
Él se sorprendió un poco con su respuesta. "¿Aún tienes mi dirección de correo electrónico?"
—"Por supuesto", asintió ella.
—"Eres un maldito salvavidas…", admite, mientras sonríe para sí mismo. "Realmente te lo agradezco, Samantha".
Samantha se ríe. "¿Hay algo más en lo que pueda ayudarte?"
—"No-no, eso sería todo…"
El chow-chow de traje estaba a punto de despedirse y colgar la llamada, hasta que dirigió su vista hacia su mejor amigo y notó que éste le miraba con el ceño fruncido y los brazos cruzados.
—"Bueno, de hecho…", se apresuró en decir.
—"¿Sí…?", preguntó la perra mestiza, algo sorprendida.
—"Quería… quería saber si podíamos terminar lo que no pudimos anoche", declaró, arrastrando un poco las palabras.
Aquello le provocó un escalofrío en la columna a Samantha.
—"¿C-c-cómo…?", respondió ella, con un notable nerviosismo.
—"Sí… ya sabes… a lo mejor podíamos… concretar una cita"
El corazón de la perra mestiza latía cada vez más rápido, sentía como si se le fuera a salir del pecho en cualquier momento.
—"¿U-u-u-una cita?", repitió, tartamudeando.
—"Sí, así…", confirmó él, "¿Te parece bien esta noche?"
—"¿Esta noche…?", volvió a repetir y se aseguró de hacer contacto visual con su amiga mientras decía eso. Ella le hacía señas para que negara rotundamente aquella propuesta.
—"Samantha, ¿Estás ahí?", pregunta él cuando no obtiene respuesta.
—"¡Sí! ¡Aquí estoy!", respondió ella tan pronto como su exjefe habló. "Esta noche no va a ser posible"
—"¿Por qué?", preguntó el.
—"Porque tengo mucho trabajo por hacer", contestó, medio mintiendo, intentando sonar lo más neutral e indiferente posible.
—"Oh…", se lamentó un poco. "Pero… ¿Mañana?", preguntó inmediatamente.
—"¿Mañana…?", Samantha volvió a mirar a su amiga y ésta le hacía señas positivas. "Sí, mañana probablemente esté disponible".
Él se ríe entre dientes. "Me alegra oír eso…"
—"Solo tengo una pregunta…", empezó diciendo ella, cambiando un poco su tono, "¿Me llevarás a un restaurante de lujo o a otro que yo no conozca?"
Aquella pregunta tomó desprevenido al chow-chow de traje. El silencio que sigue es indescriptible. Trataba de responder rápidamente mientras encontraba las palabras adecuadas.
—"No-no, de hecho… pensaba que… podía ser en mi casa", contesto, tropezando con las palabras.
La perra mestiza arqueó las cejas, bastante sorprendida.
—"¿En tu casa?"
—"Sí, así es", confirmó.
Un silencio volvía a formarse entre ellos.
—"No lo sé…", soltó ella, fingiendo indiferencia. "Supongo que no soy bienvenida ahí…"
—"Bueno… Todo eso puede cambiar dependiendo de lo que pase mañana", parloteó, con una sonrisa educada en su rostro mientras se acomodaba en el escritorio, aunque por mucho que lo intentara era como una estatua rígida en todo el sentido de la palabra.
—"¿Qué te hace pensar que aceptaré esa propuesta?", desafió ella.
Richard estaba encantado con lo minuciosa y calculadora que era su exsecretaria en sus patrones del habla.
—"No actúes como si fueras inocente", espetó él. "Sé que te mueres de ganas por volver a verme", se defendió.
Hablaba mecánicamente, pero después de todo este tiempo, Samantha se volvió buena para notar todos los cambios mínimos de su exjefe.
—"Tal vez, pero la pregunta es… ¿Tú tienes ganas de volver a verme?", preguntó seductivamente.
Si quería provocar alguna reacción en su exjefe, lo consiguió. Estaba en shock. Respiraba profundamente. Necesitó dos o tres segundos, antes de poder decir: "Sí, por supuesto"
La perra mestiza intentaba mantenerse calmada, pero por dentro tenía ganas de gritar de la emoción.
—"Entonces… ¿Te parece bien mañana a la noche?", preguntó él, esperando ansiosamente su respuesta.
—"Ahí estaré", contestó ella.
El chow-chow de traje sonríe agradecido.
—"Que tengas una buena noche, Samantha"
Samantha se ríe. "Tú también, Richard"
Tras colgar la llamada, la perra mestiza dio un brinco de alegría. Su amiga se acercó y ambas chicas chillaron al unísono.
—"¿Lo ves? ¡Te dije que te llamaría!", le recordó, dándole un golpecito en el hombro.
Samantha asintió significativamente. "Lamento lo de antes…", se frotó el brazo, avergonzada.
—"Descuida…", hizo un gesto de desdén con la mano, "Aunque si hubiera si tú, habría apretado más fuerte", declaró, ante la mirada desconcertante de su amiga. "¿Sabes? A veces extraño a la Sammy ruda que conocí en la universidad"
Samantha movió su cabeza de un lado a otro con vehemencia. "Olvídalo. Esa Sammy no volverá", dijo con firmeza.
—"Entiendo que esa actitud te trajo problemas, pero creo que tarde o temprano tendrás que volver a ser un poco ruda si quieres conseguir lo que quieres", intentó razonar.
Ignorando las palabras de su amiga, la perra mestiza prosiguió con la limpieza.
—"Bueno, ¿Me ayudas o te quedarás ahí?", preguntó fríamente.
—"¿Te he dicho que hay una maratón en televisión?", mencionó vacilante la perra de origen japonés.
Paralelamente, luego de colgar la llamada, el chow-chow seguía sentado en su escritorio, mirando fijamente su teléfono. Al levantar la vista, se percató de que su amigo le sonreía con mucha suficiencia.
—"¿Qué?", preguntó extrañado ante su mirada.
—"Oh, nada, solo… estoy orgulloso de ti", alegó, sin perder su sonrisa.
—"¿Eh? ¿Por qué?", se mostró algo incrédulo.
—"¿Cómo qué 'por qué'? ¡Finalmente te dignaste a tener algo con Betty!", respondió en broma.
El chow-chow de traje levantó una ceja, ligeramente molesto. No había sido esa la respuesta que esperaba que le diera su colega, sin embargo, también era testigo de sus maneras de reaccionar tan raras.
—"En primer lugar, no estoy intentando tener nada con ella…", empezó diciendo, con bastante firmeza. "Bueno… Nada que implique algo romántico", aclaró luego. "En segundo lugar, su nombre es 'Samantha', no 'Betty'", aseveró, como si lo estuviera regañando.
—"¡Pero tienes que admitir que le queda muy bien ese apodo!", intentó justificarse en vano, ya que solo se llevó una mirada de desaprobación por parte de su amigo. "Y… ¿Qué es lo que le servirás?", pregunta después, cambiando de tema.
El rostro del chow-chow de traje se contrae en una mueca pensativa. "Buena pregunta", reconoció, "Buena pregunta…"
—"Podrías pedir una pizza", sugirió.
—"¿Te has vuelto loco?", lo miró inmediatamente, con el ceño fruncido. "¡No voy a invitarla aquí para que termine comiendo comida rápida!", replicó, "Debe ser algo especial"
—"Bueno, una pizza con champiñones siempre…"
—"¡Eso es!", le interrumpió abruptamente al surgirle una idea, "Unos fagottini con crema de cebolla"
—"… ¿Unos qué?"
—"O… también podrían ser unos ravioli de mousse de pollo con crema de ajo y limón"
—"¿Mousse de qué?"
—"Y podríamos acompañarlo todo con una moqueca de camarón"
—"… Ah… ¿Y de postre?"
—"Tienes razón…", pensó por momento y luego chasqueó sus dedos. "¡Lo tengo! Un semifreddo de café será suficiente".
—"… Bro, ¿Estás seguro de que todo eso es comida?"
—"Comida de la mejor categoría", señaló.
El sonido de un auto deteniéndose a toda velocidad interrumpió la conversación. "Ay, no puede ser…", maldijo en voz baja el chow-chow de traje, ya sabiendo de quién se trataba.
Ambos escucharon el sonido de unos pasos a toda prisa y luego alguien entró abruptamente a la oficina.
—"¡Richard! ¡Lo encontré!", clamó el landseer acercándose con un libro, que resultó ser un diccionario. "¡Encontré la definición de 'estorbo'!"
El chow-chow de traje hizo un facepalm mientras su amigo se cubría la boca, intentando evitar un ataque de risa.
—"Muy bien, Adam, ahora ¿Serías tan amable de buscar la definición de 'sarcasmo'?", soltó Richard, con un tono vacilón.
—"¡Claro! Déjame ver…", dijo mientras buscaba detenidamente en el diccionario.
El chow-chow de traje gruñó en silencio mientras su amigo casi que estaba a punto de soltar una carcajada. Un ligero golpeteo en la puerta de entrada de la oficina interrumpió la escena.
—"Disculpe…", pronunció la cimarrón uruguaya.
—"¡Theressa!", exclamó Richard con emoción, "Pasa-pasa", ordenó, probablemente buscando una forma de salir de la incómoda conversación que se estaba formando. "Me alegra que estés aquí, porque tengo varias cosas que quiero encargarte para una cena especial, así que probablemente quieras…"
La hembra le hizo seña con la mano para que se detuviera, interrumpiéndolo, algo que lo sorprendió bastante. El chow-chow de traje ahora notaba la cara de su empleada, cuya expresión era un poco retraída. Parecía que estaba tratando de reunir el coraje para hablar.
—"Señor, solo quería decirle que… ya no trabajaré para usted"
Era como si la oficina se hubiera quedado en completo silencio tras aquella declaración. El chow-chow de traje se quedó paralizado por un momento, parpadeando repetidas veces, sin apartar su vista de aquella hembra. Nunca esperó escuchar esas palabras cruzar los labios de Theressa en su vida.
—"… ¿Cómo dices?", se tardó en preguntar.
—"Lo que escuchó…", respondió, con cierta reticencia, mientras intentaba entregarle unas llaves
Richard se sobresaltó un poco. Miró por un momento a sus colegas, quienes no hicieron comentarios al respecto. Ni siquiera lo miraban. Se les notaba bastante incómodos.
Volvió la vista a su empleada y trató de disimular, enderezándose en la silla.
—"Es una broma, ¿Verdad?", manifestó, riéndose entre dientes.
Theressa no dijo nada, solo sacudió lentamente la cabeza, mirando sus pies.
Richard frunció el ceño. "¿Puedo saber a qué se debe ese atrevimiento tuyo?"
—"Bueno… hoy se termina mi contrato y…"
—"¡Sí! ¡Lo sé!", la interrumpió, levantando la voz, "¡Y siempre te lo renuevo!".
—"¡Pero… ya no tiene que ser así!", intentó alegar, nerviosa.
—"Explícate…", la miró de reojo, desafiándola a confesar.
Theressa inhaló y exhaló profundamente.
—"Mire, he estado pensando… y… creo que… es lo mejor", comienza con voz temblorosa.
—"¿Lo mejor?", cuestionó, volviendo a reírse entre dientes. "¿Lo mejor para quién? ¿¡Para ti!?", levantó la voz. "¡Por favor! ¡De no ser por mí aún estarías en ese taller haciendo manteles!".
La cimarrón uruguaya asintió lentamente. "Sí, lo sé, yo…"
—"¿Acaso te olvidas cuando pagué la deuda de tu hermana?", le recordó, volviendo a interrumpirla.
La cimarrón uruguaya asintió de nuevo. "Sí, también…"
—"Te uniste aquí casi desde que Judo nació. Eres como alguien más de la familia para ella. ¿Acaso todos estos años no significaron nada para ti?", espetó.
La tensión en el ambiente escalaba hasta cierto punto que el aussiepoo de lentes y el landseer intentaban alejarse todo lo que podían.
La cimarrón uruguaya notaba como aquel chow-chow de traje simplemente la miraba con desdén. Parecía estar dispuesto a gruñirle o a mostrarle los dientes y tenía la audacia de empezar a enumerar todas las razones por las que ella realmente debería temerle y respetarle.
Conociéndolo desde hace años, ella detectaba los espirales negativos antes de que siquiera pudiera comenzar a hablar. Aun así, no podía evitar sentirse un poco dolida ante sus comentarios. A juzgar por su expresión, probablemente él ya sabía que sea lo que sea que ella estaba a punto de decir sería "algo terriblemente tonto" y ya estaba disgustada por ello.
—"Escuche, realmente aprecio mucho lo que ha hecho por mí…", dice, lo más calmada que puede, "pero he tomado una decisión y… quiero que por favor la respete".
—"¡La respetaría si me dieras motivos para entenderte!", clamó, golpeando su mano contra el escritorio con tanta fuerza que todos se sobresaltaron.
Allí estaba ese rostro, con la expresión fría que siempre tenía cuando se molestaba o discutía con alguien hasta por el motivo más insignificante.
La expresión de Theressa todavía no había cambiado y se sintió incómoda cuando la mirada fulminante de ese rostro frío como una piedra se dirigió hacia ella.
—"¿Hay algo que tenga que saber exactamente?", interrogó él.
La cimarrón uruguaya traga saliva ante la pregunta, dándose cuenta de que no se siente cómoda respondiéndola, pero intenta no dejarlo notar.
—"¡No-no-no!", exclama, agitando las manos. "Solo es una decisión mía"
—"¡¿Me estás tomando el pelo?!", la expresión del rostro de Richard es furiosa mientras se pone de pie. "Nadie renuncia a un trabajo de años así como si nada, sobre todo si la paga es buena"
—"Bueno… A veces se toman ciertas decisiones inesperadas. Usted mismo lo dijo", habla un poco más fríamente, odiando la idea de que más gente esté en la sala y observen sin ninguna razón real.
—"¡Muy bien! ¡Dime que pasa!", siguió elevando su tono, "¿No estás conforme con tu salario? ¿Eh? ¿Quieres más días libres? ¿Eh? ¿Eso quieres?".
—"¡No tengo por qué darle explicaciones!", grita Theressa también, ya no está conforme con el rumbo que está tomando esta conversación
—"¡TIENES QUE!", vociferó Richard.
La cimarrón uruguaya resopló e intentó no perder los estribos.
—"Escuche, ¿Acaso cree soy un robot o algo así para que solo pueda darme órdenes sin pensar en mí?"
—"¡No eres un robot, pero definitivamente pareces una niña!", replicó él. "Y ¡Por supuesto que pienso en ti! ¿Cómo diablos esperas que pase por alto esto? Tuviste la oportunidad de irte hace tiempo, pero no lo hiciste, decidiste quedarte, y… ¿¡Ahora me sales con esto!?"
La cimarrón uruguaya está ligeramente encorvada hacia adelante, frotándose la sien mientras mira al suelo.
—"No me digas que te conseguiste a alguien que pueda mantenerte…", lanzó Richard, burlonamente.
Theressa levantó la cabeza de golpe y lo miró con enojo.
—"¿Cómo dice?", manifestó ella.
Por su repentino cambio de actitud, Richard sabía que había dado con algo.
—"Ah, ¿Con que es eso?", puso una sonrisa descarada, "Pues sea lo que te hayan ofrecido yo puedo darte el doble… o el triple".
—"No todo se trata de dinero…", ella ya no grita, pero su voz sigue enojada.
—"¡Por favor, Theressa! Todo en esta vida se trata de dinero", alegó, con aires de suficiencia. "Solo es cuestión de darle a la persona indicada el precio correcto"
El rostro de la cimarrón uruguaya estaba retorcido en algo entre un ceño fruncido y una mueca de disgusto.
—"¿De verdad está preocupado por mí ahora mismo o simplemente está decepcionado por tomar esa decisión?", le cuestionó.
—"¡Te dije que solo trato de comprenderte!", arguyó. "Si tenías algún problema siempre podías acudir a mí y yo intentaría solucionarlo, pero ahora tiras todos estos años por la borda por… alguien que quizás no pueda asegurarte un buen futuro".
—"Él es… alguien que me ama", no da más detalles.
—"¡Oh, por favor!", suelta una risa de suficiencia, "A tu edad y en ese estado… ¿Acaso crees que puedes encontrar una buena pareja y que pueda darte una buena vida?", proclama con fiereza.
Esta conmoción que alcanza a Theressa se produce en una dualidad. No debería y no quiere esto, pero la ira la invade, recordando con amargura cómo fue escuchar aquellas palabras de ese tipo, así como ver su comportamiento para con su hija. Theressa se pone roja, pero antes de que pueda superar la rabia por dentro, se acerca, acortando la distancia entre ellos y buscándolo a los ojos.
Y Theressa recuerda que están en un intercambio honesto, abierto y franco como nunca antes.
Es su turno.
—"¡Escúcheme bien! ¡La única razón por la que seguí trabajando aquí y lo soporté tantos años fue por esa niña!", clama con todas sus fuerzas y Richard se estremece, pero también lo hacen Adam y Dolon, quienes están sorprendidos por el hecho de que ella esté gritando.
—"Eh… eh…", pronunció apenas Richard, en shock.
—"¡He pasado con esa pobre pequeña más tiempo del que usted debería haberle dedicado!"
La voz de la cimarrón uruguaya tenía un filo ahora.
—"Y-y-yo…", tartamudeó Richard, tratando de recomponerse.
—"¿Quiere que le diga una cosa? ¡Esa niña está en buenas manos ahora! ¡Y mejor que se quede allí!"
Qué cruel sonaba eso. Aunque ciertamente comprensible, incluso necesario.
Ni el aussiepoo de lentes ni el landseer daban crédito a lo que estaban presenciando. Un silencio incomodo se había formado en aquella sala.
El chow-chow de traje seguía mirando a aquella hembra, aunque sus ojos cambiaban, sin llegar a mirar directamente a los de ella. Sin embargo, se dio cuenta de que aún tenía más cosas que decir. Por la forma en que notaba como contuvo la respiración después de hablar mostró que había más en su mente, ahora solo tenía que esperar para ver qué más podía recriminarle, pero hasta entonces, el tictac del reloj era el único sonido en la habitación nuevamente.
Después de casi un minuto, Richard trató de sobresaltarse y mantener la calma.
—"Escucha, yo…", intentó decir, pero es interrumpido cuando Theressa golpeó la mesa. Tanto él como sus se estremecieron ante el fuerte sonido.
—"¿Quiere saber algo más?", ella se volvió hacia él, ahora enfadada. "Sí, estoy saliendo con alguien. Es alguien que no le importa de dónde vengo, ni lo que tengo ni lo que soy ¡Él me ama y yo él! Y ¡Hasta tengo muchas ganas de casarme! ¡Y sí! Quiero alejarme de esta condenada casa y sobre todo de usted", se expresó, sintiendo una corriente de alivio por todo su cuerpo.
La consternación en el rostro del chow-chow de traje se estaba volviendo más fuerte. Si antes miraba a aquella hembra con total decepción, ahora parecía estar disgustado con ella. Ni siquiera sabe de dónde sacó todo el coraje para hablar por sí misma.
—"No puedes hablarme así…", murmuró entre dientes.
Richard era muy bueno para ocultar sus emociones, pero Theressa se había vuelto muy versada en todo lo relacionado a sus cambios de humor.
Ella se rió entre dientes. "Puedo decirle lo que quiera, de todos modos, yo ya no trabajo para usted".
A Richard le pareció un sonido muy amargo. Ni siquiera dijo nada. ¿Había algo que él pudiera decir que no sonara mezquino y cruel? Estaba perdiendo a su empleada. Cualquier cosa que hiciera para retenerla seguramente sería considerada como una actitud controladora.
—"Ta… ta… tal vez podamos…", pronunció, sin saber que decir exactamente.
—"No hay nada que hablar", completó ella la oración, sabiendo lo que quería decirle. "Yo he tomado una decisión", aseveró, dejando finalmente las llaves.
Sin decir nada más, la cimarrón uruguaya se dio media vuelta y comenzó a caminar. El chow-chow de traje se levantó de su asiento y corrió hacia ella.
Theressa trató de salir, pero antes de que pudiera abandonar la sala, su ahora exjefe la agarró de la muñeca con fuerza. Ella giró la cabeza y lo dedicó con una mirada mortal. "Suélteme", ordenó.
—"Te juro que aún podemos hablar al respecto...", lanzó, sonando más como una súplica.
—"¡Ya suélteme, malparío!", escupió y se quitó con fuerza el agarre de su muñeca.
A medida que la cimarrón uruguaya se alejaba, Richard le siguió gritando, pero de repente suena más desesperado que cualquier otra cosa. Ella lo ignoró constantemente, lo que provocara que él perdiera la paciencia. Sus colegas lo sostuvieron y trataron de evitar que provocara un escándalo, peor del que ya estaba haciendo.
Cuando todos salieron de la casa, se sorprendieron al notar a un Cadillac Eldorado Biarritz 1960 estacionado afuera. Pero eso no era todo. Un mastiff de gran tamaño, rechoncho y robusto estaba apoyado sobre el auto, llevaba un sombrero bombín y un ramo de flores en la otra mano.
—"Hola, corazón", lanzó aquel mastiff bien sonriente.
—"¡Cuchurrumin!", dijo Theressa emocionada mientras corría hacía aquel macho.
Ella le rodeó la cintura con los brazos y dejó que los suyos le rodearan los hombros. Estuvieron un buen rato abrazados. Luego el mastiff la soltó y se quedaron mirándose durante unos instantes, ella bastante encantada y él sonriendo como si tuviera el sol en el corazón.
Parecía que las sorpresas no acababan ahí. A pesar de ser de noche y la distancia, los tres machos restantes reconocían a aquel mastiff y todos tuvieron una reacción diferente.
—"... ¿Poe…?", pronunció el chow-chow de traje, sin creer lo que estaba viendo.
—"¡Oh! ¡Hola, Richard!", le saludó, mientras su novia se apoyó a su lado. "Así que ¿Esta agradable señorita trabajaba para ti?", se rió entre dientes. "De haberlo sabido habría aceptado ir a tu casa hace tiempo"
—"Y de haber sabido que este encantador hombre era tu jefe te habría acompañado a la oficina", agregó ella para luego reírse.
—"¿Q-q-qué significa todo esto?", preguntó Richard, totalmente incrédulo. "No entiendo qué está pasando"
Tanto el mastiff como la cimarrón uruguaya se rieron.
—"Richard, no hay nada que entender", respondió Poe, tranquilizadoramente, "Solo nos conocimos y estamos muy enamorados". Theressa asintió, dándole la razón. "Y le he pedido que venga a vivir a mi casa"
—"¡Y por supuesto acepté!", exclamó de alegría.
El chow-chow de traje les apuntó con el dedo, todavía incrédulo.
—"¿Ustedes dos…?"
—"Así es", confirmó Poe, sin darle tiempo a terminar. "Y ya que tengo mucho tiempo libre, ¿Qué mejor que pasarlo con esta agradable señorita?"
Theressa se rió entre dientes, halagada. "Y yo no encuentro nada mejor que estar a tu lado"
La cimarrón uruguaya se inclinó sobre el mastiff para envolverlo en un abrazo mientras se balanceaba de lado a lado. Él se acercó para darle un pequeño beso en los labios, provocando distintas reacciones en los machos restantes.
La pareja compartió otro abrazo por un breve momento antes de soltarse y dirigirse nuevamente a quienes los miraban.
—"Por cierto, no tienen de qué preocuparse, todos están invitados a nuestra boda", declaró Poe, vacilante.
—"En cuanto fijemos fecha, claro", agregó Theressa para luego reírse.
Sin decir nada más, la pareja se subió al vehículo y abandonaron el lugar. Los tres machos aún estaban tratando de procesar lo que acabó de pasar.
—"¿Deberíamos hacerle una despedida de soltero a él también?", preguntó Adam
—"¡Cállate!", replicó Richard.
