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La angustia se apoderó deSam. La magnitud de las palabras del ser le hizo sentir como si estuviera atrapada en una telaraña, la cual se apretaba cada vez más mientras intentaba entender qué estaba pasando realmente.Bernardono solo era el lisiado que había visto en la pantalla, era algo mucho más valioso, un punto de convergencia para un poder mucho mayor. ¿Qué tan profundo estaba ella en este juego? ¿Acaso sus intenciones se estaban viendo manipuladas desde el principio, como piezas en un tablero que ni siquiera ella comprendía?
—¿Y si me niego?—preguntó Sam, con la voz temblorosa pero llena de desafío. Cada palabra que pronunciaba ahora le parecía más como un intento desesperado por recuperar el control sobre su destino.
—Si te niegas, no hay marcha atrás —respondió la voz con una calma escalofriante—.Todo lo que has conocido, todo lo que crees saber, será destruido.Tú y los tuyos, especialmente ese niño, desaparecerán como si nunca hubieran existido.El precio por tus dudas será mucho más alto de lo que imaginas.
Sam sintió cómo su corazón latía con fuerza, su mente retumbando con la gravedad de las palabras del ser. Se encontraba en una encrucijada: cualquier decisión que tomara podría marcar no solo el fin de lo que creía, sino también el destino de Bernardo y de sí misma. Laoscuramanipulación que había creído ver en las sombras ahora la rodeaba por completo. Tenía que decidir, y pronto, o todo lo que había amado y en lo que había creído se desmoronaría, borrado por fuerzas mucho más allá de su comprensión.
—No tengo otra opción, ¿verdad?—murmuró, más para sí misma que para la voz que la observaba desde las sombras. La respuesta, aunque aún no dicha, estaba clara como el agua.
La luz de su determinación brilló por un instante, pero la oscuridad que la rodeaba le devolvió un eco de duda.
—Quiero que consideres tus opciones—la voz resonó nuevamente, profunda y cargada de una amenaza sutil.Puedes seguir adelante con tus planes y arriesgarte a perderlo todo o puedes aceptar mi ayuda y descubrir los secretos que te han sido ocultos. Este mundo está lleno de traiciones y alianzas rotas; solo los más astutos sobreviven.
Sam sintió cómo sucorazón latía con fuerza. Había algo en esas palabras que le rozaba el alma, algo oscuro, tentador y casi irresistible.El podery elconocimiento, esa eterna búsqueda humana por comprender lo que hay más allá, le prometían una perspectiva diferente, una oportunidad única. Pero sabía que no todo lo que brillaba era oro, y cada paso hacia ese futuro podría consumirlo todo.
—¿Y qué pasaría si rechazo tu oferta?—preguntó, su voz temblando entre el desafío y la duda. La respuesta era obvia, pero necesitaba escucharla, necesitabaverla amenaza desnuda frente a ella.
—Entonces seguirás siendo una simple maestra atrapada en un sistema corrupto y ciego ante las verdaderas fuerzas que operan en las sombras—respondió él con un tono cargado de desdén, como si estuviera revelando una verdad incómoda que Sam ya sospechaba, pero no quería aceptar.Pero si decides aceptar... podrías tener acceso a un poder inimaginable.
La presiónaumentaba a su alrededor. Cada palabra del ser parecía no solo desafiarla, sino también hacer que sus dudas se transformaran en una batalla interna. ¿Qué pasaría si al aceptar esa oferta, no solo desmoronaba sus propios principios, sino que también se sumergía en algomucho más oscurode lo que podría haber anticipado? ¿Y qué ocurriría si su ambición la arrastraba hacia un abismo del cual no pudiera salir?
Sam sabía queestaba en una encrucijada crucial. La lucha entre el deseo de poder y la responsabilidad hacia susalumnospesaba sobre sus hombros como una carga pesada, algo que no solo definía su futuro, sino también el destino de los que había jurado proteger. Su mente se debatía entre la posibilidad de dominar su entorno o el riesgo de convertirse en una marioneta de aquellos que jugaban con los hilos invisibles del destino.
Finalmente,Samsoltó unsuspiro profundo, sus pulmones liberándose de una carga invisible mientras su mente zambullía en un mar de dudas.—Necesito tiempo para pensar.La mano en su cuello se aflojó ligeramente, permitiéndole respirar mejor, pero el aire que entraba en sus pulmones era denso, cargado de una tensión que parecía emanar desde lo más profundo de la oscuridad que la rodeaba.
—Tómate tu tiempo —dijo el ser, con una risa suave pero inquietante—. Pero recuerda: el tiempo es un lujo que pocos pueden permitirse en este mundo.
Las palabras del ser resonaron en su mente como un eco macabro,como si cada sílaba estuviera impregnada con una amenaza inminente. El control que hasta ese momento había tenido sobre la situación se deslizaba, escapando entre sus dedos, y el sudor frío recorría su frente. Sabía que debía actuar con cautela; el futuro no solo de ella, sino también deBernardoy sus hermanos, dependía de las decisiones que tomara en ese preciso instante.
—¿Qué quieres de mí? —demandó Sam, su voz una mezcla de desafío y desesperación, intentando recuperar al menos una pizca de control sobre la conversación.
Sin embargo, esta demanda fue un mal acierto para la orgullosa mujer; un dolor insoportable se apoderó de su estómago, como si un puño de hierro se hubiera hundido en su abdomen. Un estertor escapó de sus labios antes de queescupiera sangre, la acritud del sabor metálico invadiendo su garganta mientras su cuerpo temblaba involuntariamente. Fue en ese momento cuando una nueva mano la tomó del cuello, levantándola del suelo como si fuera un juguete sin peso.
—No intentes demandar o ordenar algo sobre mi persona, humana —la voz resonó con una autoridad tan absoluta que la atmósfera misma parecía inclinarse ante ella—. Reconoce tu lugar. No intentes estupideces. Soy paciente, pero detesto que me demanden, especialmente seres inferiores a mí. Y sobre eso...
Sam sintió un estremecimiento profundo, como si cada palabra estuviera destilando un veneno en su alma. Los ojos de la criatura, invisibles pero claramente presentes, la observaban con una mirada que penetraba hasta su ser más íntimo, despojándola de toda fachada.
El dolor en su cuerpo se intensificaba, peroSam sabía que aún había una oportunidad.Era consciente de que debía encontrar una salida rápida, un modo de retomar la iniciativaantes de que sus decisiones la arrastraran a un abismo del que no podría regresar.
La voz resonó con una autoridad aplastante, ySamsintió que su respiración se dificultaba, cada palabra del ser envolviendo su cuerpo como una pesada manta de desesperación. A pesar del dolor y la impotencia que la invadían, se esforzó por mantener la calma, aferrándose a su último hilo de control.
—Quiero que te enfrentes a la realidad de tus decisiones. Bernardo es más valioso de lo que imaginas. Si te atreves a aceptar su trato, tendrás que desentrañar más secretos que podrían destruirte a ti y a los que amas—continuó la voz, cada sílaba cargada de amenaza y burla, desafiando la resistencia de Sam, como si intentara aplastarla por completo.
Las palabras reverberaron en la mente deSam, llenándola de inquietud. ¿Qué secretos ocultos había en torno a Bernardo? La idea de que su vida y las vidas de sus seres queridos pudieran estar en peligro la sacudió con una fuerza devastadora. ¿Quién era este ser tan poderosamente siniestro que podía retorcer la realidad misma? Pero la curiosidad la mordía con ferocidad. Cada pregunta que surgía parecía llevarla más cerca de un abismo de incertidumbre.
—¿Por qué me haces esto?—logró preguntar, su voz temblando ligeramente mientras luchaba por recuperar el control.Samno quería que el ser percibiera el miedo que se tejía dentro de ella, pero el miedo, en su forma más pura, no podía ser ocultado tan fácilmente.
La presión sobre su cuello aumentó, y la oscuridad que se cernía a su alrededor se hizo más densa, como si el mismo aire la estuviera sofocando. Pero la voz del ser siguió adelante, cada palabra como un peso que sumía más y más en la desesperación.
—Porque debo asegurarme de que comprendas el peso de tus decisiones. Este mundo no es lo que parece, y las alianzas pueden ser tanto una bendición como una maldición—respondió el ser, aflojando ligeramente su agarre pero manteniendo su presencia amenazante, lo que solo intensificó la sensación de vulnerabilidad deSam.
El sudor perlaba su frente, su mente corría a mil por hora, procesando las palabras que la atrapaban como garras invisibles.Samsabía que este no era un juego simple.Bernardono solo era un niño enfermo; él era el centro de algo mucho más grande, y ahora ella también lo estaba siendo arrastrada, sin poder escapar.
Samsintió una mezcla de miedo y desafío. Las piezas del rompecabezas empezaban a encajar en su mente, pero las preguntas seguían,acuchillandosu lógica, una tormenta de dudas que solo se desataba con más intensidad. La revelación de queBernardotenía un valor oculto despertó en ella una chispa de curiosidad feroz; quería entender más sobre él y sobre las fuerzas que lo rodeaban.
—¿Quiénes son los que realmente están detrás de todo esto?—se dijo a sí misma, apretando los dientes mientras la tensión entre su mente y cuerpo alcanzaba niveles insoportables.Samno podía permitirse ser simplemente una marioneta, no ahora que estaba tan cerca de descubrirlo todo. Si algo tenía claro, era queBernardono sería su última pieza en este juego macabro.
—Si Bernardo es tan valioso, ¿por qué está en esta situación?—preguntó Sam, sus ojos ardientes de determinación, intentando desviar la conversación hacia lo que realmente le preocupaba, hacia lo que ya la consumía desde dentro.
—Eso es parte del juego. Las piezas se mueven en silencio mientras tú te concentras en tus propios deseos—respondió el ser, su voz cargada de desdén, una mezcla de burla y amenaza en cada palabra.Pero recuerda: cada decisión tiene sus consecuencias.
Las palabras flotaron en el aire como una nube oscura, envolviendo a Sam en una neblina densa.¿Consecuencias?La sola mención de ese término la hizo cuestionarse a cada momento: ¿hasta qué punto podía confiar en su propio juicio? ¿Hasta qué límite su ambición la empujaría? Sabía que en este juego, cada movimiento contaba, pero también era consciente de la enorme fragilidad en la que caminaba.
—¿Y si decido no aceptar su trato?—preguntó con firmeza, aunque un sudor frío le recorrió la espalda, buscando reafirmar su posición, como si la palabra "no" fuera la única que le quedaba.
—Entonces seguirás siendo una simple maestra atrapada en un sistema corrupto y ciego ante las verdaderas fuerzas que operan en las sombras—replicó él con un desprecio helado, la risa oscura resonando en sus palabras.Pero si decides aceptar... podrías tener acceso a un poder inimaginable.
El peso de sus palabras lo aplastó, y Sam sintió cómo la verdad comenzaba a destaparse ante sus ojos. Su respiración se aceleró, y la realidad de lo que enfrentaba comenzó a calar hondo en su ser.Poder inimaginable...La tentación se cernía sobre ella como una sombra que ya no podía ignorar. Su mente, siempre analítica y fría, ahora se debatía entre el deseo de ascender, de desafiar los límites, y el miedo a lo que ese poder podría traer consigo.
Un extraño ardor comenzó a formarse en su pecho, una batalla interna entre lo que era correcto y lo que sus deseos le susurraban al oído. No solo se jugaba su destino, sino el de aquellos a quienes se había comprometido a proteger. Y ese pensamiento la dejó en un abismo de incertidumbre.
—Entonces... ¿qué más está en juego?—preguntó, ahora consciente de la magnitud de las fuerzas en juego, sin importar cuán pequeña fuera la pieza en la que se encontraba.¿Qué más debo saber antes de decidir?
La tentación era fuerte; Sam sabía que este ser tenía razón al señalar las limitaciones de su situación actual.Pero también comprendía que aceptar esa oferta podría significarperderse a sí mismaen el proceso. La posibilidad de serdevorada por la oscuridadque acechaba la ambición era palpable, y su integridad, esa línea frágil entre el poder y la perdición, se tornaba más difusa con cada palabra que cruzaba el aire.
Finalmente, después de una pausa tensa, Sam tomó una decisión interna.No podía dejarse llevar por el miedo ni por la ambición desmedida; debía encontrar un equilibrio entre proteger aBernardoy mantener suintegridad. No era solo el futuro deBernardolo que estaba en juego, sino también el suyo propio. Con cada movimiento que hacía, sentía que se adentraba más en unjuego mortaldel cual no entendía todas las reglas, pero no podía dar marcha atrás.
—Si decido aceptar... será bajo mis términos.—declaró condeterminación, su voz resonando con una firmeza inusitada. En sus ojos brillaba lafuerzade quien se ha dado cuenta de que está al borde de un abismo, pero aún tiene el control de su destino.
El ser soltó unarisa profunday resonante, como si hubiera encontrado algo divertido en su respuesta.Sam se tensóal escucharla, pero mantuvo su postura, ladesconfianzay eldesdénfluyendo como veneno en sus venas. No sería una víctima más, ni una marioneta más en sus manos.
—Eres más astuta de lo que aparentas, humana. Te daré tiempo para pensar, pero recuerda: el tiempo es un lujo que pocos pueden permitirse en este mundo.
Las palabras se deslizaban como una amenaza velada, pero Sam ya no sentía lamismo terrorque antes. Había algo que le daba fuerzas ahora, tal vez era laclaridadque le otorgaba la decisión tomada, tal vez era ladecisión de no ser más una peónen este juego de sombras. La mano en su cuello se aflojó una vez más, permitiéndole respirar con más facilidad, pero también provocando que elvacíose expandiera dentro de ella.¿Cuánto de sí misma perdería para ganar este poder?
Sam sintió que su mente trabajaba a toda velocidad, contemplando cómo podría salir de esta situación y, al mismo tiempo, proteger aBernardo. La revelación de laauroradel niño ahora tenía un nuevo significado: no solo un reto, sino unaprueba de su verdadero valor. La aurora era unpoder sin igual, unamarca del destino, y no podía ignorar las implicaciones de tal conexión.
Pero había algo más.La manipulación del ser, su poder, sus palabras, todo era parte de unplan más grande, y Sam no podía simplemente ser arrastrada por ello.Si aceptaba, ¿sería capaz de mantener su alma intacta?
—¿Qué secretos?—preguntó convoz firme, decidida a no mostrardebilidad.
—Secretos que giran en torno al niño y la traición del amado por el mundo, a los pactos que han definido el destino de muchas vidas—respondió la voz, casi como un susurro. Su tono eracautivadoryaterradora la vez—.Si decides ignorarlos, enfrentarás consecuencias que no podrás controlar.
—No me asustarás con palabras vacías—Sam se esforzó por mantener su voz tranquila, aunque dentro de ella crecía unatormenta de dudas.
—¿Vacías? Tal vez, pero la verdad es que el mundo que conoces está a punto de cambiar. La pregunta es, ¿estarás lista para enfrentar lo que viene?
La oscuridad a su alrededor pareció intensificarse, y lamaestrasintió que cada palabra era un eco deadvertencia. La vida de los hermanos deBernardoy posiblemente su propia existencia dependían de las decisiones que tomaría en el futuro cercano.
MientrasSamlevantaba una ceja al ver cómo unanotacomenzaba a caer de la nada sobre su escritorio, su corazón se aceleró. Al abrirla, el mensaje la dejóheladayaterrada. Su mano fue llevada a su cuello mientras encendía sumana, iluminando toda la habitación y dejando ver que ahora estaba sola.
El mensaje decía:"No confíes en nadie. El tiempo se agota."
"Acepta el cristal", "Protégelos y una recompensa se te será dada"
Samse quedó en el lugar mientras que unescalofríorecorría su cuerpo, mientras la oscuridad una vez más comenzó a tomar todo el espacio de suoficina.
...
En un callejón oscuro, un cuerpo agonizante cayó al suelo. Un joven adolescente, con la mano en la posición donde debería estar su ojo izquierdo, miraba la escena con incredulidad.El rostro del joven estaba marcado por el horror y la confusión, incapaz de procesar lo que había presenciado.
El eco de las palabras se perdió en la penumbra, mientras la noche envolvía el callejón en un silencio inquietante.La tensión en el aire era palpable; cada latido del corazón del joven parecía amplificarse, reflejando su desesperación y la lucha interna que lo consumía, aunque por dentro aceptaba este destino.
La figura, envuelta en sombras, se acercó con una calma aterradora, y el joven Bernardo sintió que la temperatura del aire descendía aún más. Cada palabra de la voz resonaba en su mente, golpeando su consciencia con la fuerza de una verdad brutal y aterradora.
—¿Por qué?—preguntó Bernardo, su voz temblorosa, mientras su mano presionaba aún más fuerte sobre la herida, como si pudiera revertir lo sucedido. La imagen de su madre, de su familia, se desvanecía en su mente. Un torrente de emociones lo desbordaba, pero lo que más le inquietaba era una sensación incontrolable de aceptación hacia ese destino que ahora parecía inminente.
La figura se detuvo frente a él, su mirada fija en los ojos del joven, que se llenaban de miedo y, sin embargo, una determinación oscura comenzaba a formarse en su interior."No puedo morir aquí,"pensó, aunque sabía que su resistencia era inútil ante tal poder.
—Eres una decepción, Bernardo. La aurora que marcó tu nacimiento fue un error. Un accidente en el tejido mismo del destino.—La voz continuó, cargada de una crueldad que cortaba el aire—.Tu madre lo sabía, pero ella eligió protegerte, incluso cuando ya no había esperanza. Ahora, todo está perdido.
Un estremecimiento recorrió el cuerpo de Bernardo. ¿Cómo podía ser tan cruel?¿Cómo podía alguien ver una vida humana de esa manera?La idea de que su existencia misma hubiera sido un "error" le golpeó con más fuerza que el dolor físico de la herida. Intentó hablar, pero las palabras se desvanecían antes de ser pronunciadas.
—Tú, hijo de los Q'illu, nunca serás lo que te prometieron. Te han usado. Te han hecho creer que eres alguien especial, pero no eres más que un peón en un juego mucho más grande.—La figura avanzó un paso más, el aura oscura que la rodeaba parecía engullir el callejón entero.
Bernardo cerró los ojos, sintiendo el calor de su propia sangre resbalando por su rostro."No es cierto,"pensó. A pesar del miedo, había algo dentro de él que no quería sucumbir, algo que lo instaba a luchar, aunque sus fuerzas se agotaran.
La figura se inclinó hacia él, como si viera a través de su alma.
—Sabes lo que debes hacer, ¿verdad? Es tu elección. Acepta lo que eres, o muere aquí y ahora como el error que siempre has sido.
Bernardo sintió una presión en su pecho, como si el aire mismo lo estuviera ahogando.¿Aceptar lo que es?¿Acaso había algo más en este destino que la oscuridad absoluta? La imagen de su madre, luchando hasta el final, apareció brevemente ante sus ojos. ¿Qué habría querido ella para él? ¿Realmente existía un camino fuera de este abismo?
La figura levantó una mano, y con un movimiento lento y calculado, la oscuridad misma parecía responder, invadiendo el callejón como un manto pesado. Bernardo sintió una oleada de desesperación, pero en su corazón algo más comenzó a arder, una chispa de rebeldía contra la idea de ser desechado, de ser reducido a nada más que un peón.
—No soy lo que dices que soy.—La voz de Bernardo salió fuerte, aunque su cuerpo temblaba. No importaba lo que viniera, no se iba a rendir. No sin una pelea.
—¿Por qué? —preguntó Bernardo, su voz temblando entre el miedo y la rabia—. ¿Por qué has hecho esto?
La figura se acercó lentamente, revelando un rostro que combinaba belleza y crueldad.Sus ojos brillaban con una intensidad casi sobrenatural, reflejando una mezcla de poder y desprecio.
—Porque no eres más que un mero e inútil lisiado —respondió el ser con una sonrisa torcida—. Siempre has estado destinado a serlo.
Bernardo sintió cómo el dolor se convertía en furia; no podía permitir que lo definieran de esa manera.A pesar de su condición, había algo dentro de él que se negaba a rendirse.
—No soy una decepción —gritó, su voz resonando en el silencio del callejón—. No dejaré que me reduzcas a eso.
La figura dejó escapar una risa fría, llena de desdén, mientras su mirada se fijaba con intensidad en los ojos de Bernardo, como si intentara despojarlo de su humanidad, reducirlo a un simple juguete en un juego mortal que nunca había elegido.
—¿De verdad lo crees, niño?—El ser avanzó un paso más, su presencia abrumadora, envolviendo el aire en una presión palpable—.Tus esfuerzos son inútiles. Acepta tu destino. Eres un lisiado, y eso es lo que siempre serás.
Bernardo apretó los dientes, luchando contra el nudo de dolor y rabia que le ahogaba el pecho.¿Un lisiado?La palabra resonó en su cabeza con fuerza. Pero no era solo una herida física lo que lo definía.Era mucho más.A pesar de la sangre que manchaba su rostro, a pesar del abismo que se abría ante él, no se dejaría aplastar por esas palabras.
—No soy un error.—La voz de Bernardo sonó más firme, más decidida, como un desafío directo al ser que lo observaba con tanta crueldad—.No seré definido por lo que crees. No dejaré que el dolor me reduzca a nada.
El ser lo observó por un largo momento, como si evaluara las palabras del joven, y luego, con un gesto lento pero lleno de poder, extendió su mano hacia él. La oscuridad que rodeaba la figura pareció intensificarse, sumergiendo el callejón aún más en una atmósfera densa y peligrosa.
—¿Crees que puedes luchar contra esto?—La voz del ser se deslizó como un susurro, pero con el peso de una amenaza palpable—.Tu destino no puede ser cambiado. Nadie puede escapar de lo que está escrito.
El aire se volvió espeso, y Bernardo sintió el control deslizándose de sus manos. Su corazón latía con furia, pero también con una extraña sensación de desesperación. Las sombras que lo rodeaban parecían acercarse, como si intentaran ahogarlo en su oscuridad.¿Qué podía hacer?
Entonces, algo dentro de él despertó. Algo más profundo que la rabia. Algo más allá de su dolor físico.
—No tengo miedo.—La frase salió de su boca con una fuerza renovada, como si algo antiguo, algo olvidado dentro de él, hubiera resurgido en ese instante.
El ser se detuvo, como si la fuerza de las palabras de Bernardo hubiera alterado la atmósfera misma, haciendo que la oscuridad titubeara por un segundo. El joven respiró profundamente, su mano aún presionando la herida en su rostro, mientras su mente comenzaba a enfocarse en un solo objetivo:vencer.
—¿De verdad crees que no puedo cambiar mi destino?—Bernardo levantó la cabeza, enfrentándose a la figura con una mirada desafiante—.No importa lo que digas. No soy un lisiado. Soy lo que decido ser. Y eso... lo decidiré yo.
Con esa declaración, una corriente de energía recorrió su cuerpo. A pesar de la sangre y el miedo, el dolor ya no lo controlaba. El joven comenzó a sentir que, por primera vez, algo más allá de su destino lo guiaba:su propia voluntad.
La figura se detuvo, sorprendida por la repentina determinación del joven.Había algo en su mirada que parecía desafiar incluso a las sombras que lo rodeaban.
—¿De verdad crees que puedes cambiar tu destino? —preguntó el ser, su tono ahora más curioso que despectivo.
Bernardo apretó los dientes, sintiendo cómo la adrenalina corría por sus venas.Recordó las palabras de Sam sobre su valor y potencial; no podía permitir que esa luz se apagara tan fácilmente.
La figura sonrió, pero esta vez había algo diferente en su expresión; tal vez era admiración o tal vez diversión ante la obstinación del joven.
—Sin embargo tus sueños solo son eso... simples sueños —dijo finalmente—. Este mundo no perdona a los débiles.
Y te lo vuelvo a decir Bernardo, eres una decepción.
Las palabras del ser se clavaron en el aire como cuchillos, pero en lugar de quebrar la voluntad de Bernardo, parecieron avivarla."Decepción."Ese término, que había sido un eco constante en su vida, ahora solo lo fortalecía. Cada palabra, cada insinuación de debilidad, parecía desafiarlo, retarlo a demostrar lo contrario.
Bernardo respiró profundamente, su cuerpo dolorido pero lleno de una nueva resolución. Recordó la imagen de Sam, la mujer que le había hablado de su potencial, de su valor. No podía fallarle a ella ni a sí mismo. No era solo su vida la que estaba en juego, sinoalgo más grande.
—Mis sueños no son simples,—respondió, su voz firme, aún resonando con la energía de su desafío—.Y no soy una decepción. Soy lo que decido ser.
La figura lo observó por un momento que se alargó hasta volverse interminable. Sus ojos, profundos como el abismo, no podían entender del todo la obstinación de un ser tan frágil, pero lleno de tal determinación.
—Eres terco, y eso puede ser tu condena.—La voz del ser ahora era más baja, más cargada de una amenaza sutil, como si se estuviera preparando para hacer una jugada definitiva—.El mundo no está hecho para los soñadores. Es un lugar cruel, y tú eres solo una pieza en un tablero mucho más grande que tu ego.
A cada palabra, la sombra parecía volverse más densa, más opresiva. Pero Bernardo ya no sentía miedo. La furia, la desesperación y la necesidad de demostrar su valor estaban apoderándose de él, transformándolo en algo diferente, algo que no podía ser definido por las palabras de este ser oscuro.
—Puede que sea solo una pieza,—dijo, acercándose lentamente hacia la figura, sus ojos ardiendo con una luz propia—.Pero no me rendiré.
Con esas palabras, algo dentro de él comenzó a cambiar. El dolor de su cuerpo parecía desvanecerse a medida que una energía desconocida comenzaba a llenarlo. Las sombras que lo rodeaban parecían titubear, la oscuridad vacilaba ante su determinación. Algo dentro de él, algo ancestral o quizás mucho más profundo, se estaba despertando. Bernardo sentía una oleada de poder, aunque fuera fugaz, algo que nunca había experimentado antes.
El ser dio un paso atrás, como si la presión que emanaba de Bernardo le hubiera causado una pequeña grieta en su imponente fachada.
—Es curioso...—la figura murmuró, sorprendida por la repentina fuerza que emanaba del joven. Había algo en su presencia que ya no era tan fácil de ignorar.Quizás aún no eres la decepción que pensé que serías.
Bernardo, con cada paso que daba, se acercaba más a la verdad que tanto había buscado: que no todo en este mundo estaba determinado por los poderosos, ni por la oscuridad que se cernía sobre su existencia. Había algo dentro de él que no podía ser borrado, y no importaba lo que el ser dijera,él decidiría su propio destino.
Y antes de que Bernardo reaccione un golpe lo tiro al piso.
Te lo vuelvo a decir Bernardo, eres una decepción.
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