Capitulo 3: Por primera vez Fuiste útil

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El suelo comenzó avibrar de nuevo, y el maná en el aire se tornó denso, opresivo. La sombra de Henry seexpandió, cubriendo el campo de batalla como unaoscura marea.

Carlos no dijo nada, pero la intensidad en su mirada se mantuvo firme. Henry seguía en pie, peroesta vez, había sentido el poder de un hombre que no se rendiría tan fácilmente.

El aire se volvió irrespirable, cargado de tensión y sangre. Las heridas en el cuerpo deHenryaúnhumeaban, su carne desgarrada regenerándose lentamente, pero no con la misma facilidad de antes. La batalla había alcanzado un nuevo clímax, y el monstruo que se creía invenciblepor fin respiraba con dificultad.

Carlos, con lospuños ensangrentadosy el brillo dorado de su aura ya debilitado, no dejó que la fatiga lo detuviera. Sus ojos ardían con una intensidad que hacía parecer insignificante la oscuridad de Henry.

Ven aquí... monstruo.—dijo Carlos con voz grave, escupiendo un hilo de sangre al suelo.

Henry sonrió, sus dientes ensangrentados reluciendo en la penumbra. Su orgullo no le permitía aceptar queeste hombre, este insectole había causado tanto daño. La sonrisa se deformó en un gesto salvaje.

Te arrancaré la cabeza con mis propias manos.—gruñó Henry, su voz como un rugido gutural.

Sin más palabras, ambosse lanzaron el uno contra el otro.

El choque fue infernal.

Los puños deCarlosvolaron como martillos divinos, impactando el rostro de Henry con una fuerza capaz de quebrar montañas. El sonido de huesos fracturándose resonó una y otra vez, pero Henry respondió con la misma brutalidad. Su brazo atravesó el aire como una guadaña yse estrelló contra las costillas de Carlos, enviándolo varios metros hacia atrás.

PeroCarlos no cayó.

—¡¿Eso es todo lo que tienes, demonio?! —rugió mientras cargaba nuevamente, esquivando con movimientos rápidos y fluidos el siguiente golpe de Henry. Su rodilla subió como un proyectil yse clavó directamente en el estómago de Henry.

¡AGH!—Henry escupió sangre negra, doblándose ligeramente.

No había tiempo para reaccionar; Carlosganchó el mentónde Henry con su puño derecho, seguido de un directo al costado de su cabeza con una fuerza brutal. La mandíbula de Henrycrujió, y su cuerpo fue lanzado como un proyectil,arrasando el sueloa su paso.

Pero antes de que el polvo se asentara, Henrysaltó de regreso al combate, su expresióndesquiciada. Sus movimientos eran caóticos pero letales; su codo apuntó directo al rostro de Carlos y lo impactó, haciendo que la sangre salpicara el aire.

¡Bastardo!—escupió Carlos, girando su cuerpo y devolviendo el golpe con un codazo a la sien de Henry.

La violencia entre los dos parecíaprimordial, más allá de lo humano. Cada golpeabría nuevas heridas, cada patada dislocaba huesos que rápidamente trataban de sanar, cada impacto retumbaba en el aire comoexplosiones colosales.

Carlos sintió cómolas costillas se le rompíancuando Henry lo levantó del suelo con un brutal gancho ascendente, pero antes de que Henry pudiera celebrar, Carlosse aferró a su brazoy lo torció con toda su fuerza. El crujido del hueso de Henry hizo eco en el campo de batalla.

¡AAAAH!—Henry rugió, su brazo cayendo flácido, mientras Carlos, con un grito de furia, lo arrojaba al suelo con un movimiento que hizo retumbar la tierra.

Henrytosió sangre, sus ojos inyectados en ira y locura. Se levantó, tambaleándose, solo para recibir unrodillazo en pleno rostroque lo volvió a hundir en el barro. Carlos no dio tregua; cayó sobre Henry y con lospuños desnudos, empezó a golpearlo una y otra vez.

—¡Por todo lo que has destruido! —gritó Carlos, mientras su puño caía como un martillo en el rostro de Henry, abriéndole el pómulo.

—¡Por cada vida que has pisoteado! —otro puñetazo, esta vezhundiendo el rostro de Henry en el lodo.

—¡Por los que no pueden luchar! —el siguiente golpe hizo que Henrygruñera de dolor, su nariz completamente rota, la sangre bañándole el rostro.

Henry, por primera vez,no reaccionaba con la misma velocidad. Sus regeneraciones fallaban; su cuerpo estaba alcanzando su límite. Pero aun así, con los labios destrozados,sonrió.

Crees... que esto... me derrotará...—susurró, escupiendo más sangre—.No puedes... vencerme.

Carlos se puso en pie, jadeando, el sudor y la sangre resbalando por su rostro. Su mirada no tenía piedad.

Entonces te romperé hasta que no quede nada que sanar.

Henry, intentando levantarse, fueimpactado con una patada giratoriaen el pecho. La fuerza fue tal quesalió volando, estrellándose contra una pared rocosa que colapsó encima de él. Rocas y polvo cayeron en cascada, sepultándolo.

Por unos segundos,todo quedó en silencio. El cuerpo de Carlos estaba cubierto de sangre; su propio rostro estaba deformado por los golpes recibidos. Pero lo más sorprendente era elestado de Henry.

De entre las rocas, Henry emergió lentamente,más destrozado que nunca.Su brazo derecho colgaba inerte, el rostro apenas reconocible y una de sus piernas cojeaba. La regeneración funcionaba, sí, pero a un ritmo desesperadamente lento.

Carlos lo había superado.

Por primera vez,Henry jadeaba, su respiración pesada y errática.

¿Sigues sonriendo ahora?—dijo Carlos, avanzando lentamente, preparado para terminar lo que había empezado.

Henryno respondió. Su sonrisa había desaparecido. En su lugar, solo quedaba un monstruoherido, cansado y derrotado.

Carlos no perdió tiempo. Como un depredador olfateando la presa herida,se lanzó sobre Henrycon una ferocidad que parecía desbordar su propio cuerpo. Cada músculo ardía, sus huesos vibraban con el dolor de las grietas internas, perosu voluntad lo mantenía en pie. Henry, cojeando y jadeando, apenas levantó los brazos para bloquear el primer golpe.

¡CRACK!

El sonido delpuño de Carlos impactando la mandíbula de Henryresonó como un cañonazo. La carne cedió, el hueso crujió y un chorro de sangre negra y dientes saltaron al aire. Henrycayó de rodillas, tambaleándose mientras escupía sangre espesa. Pero Carlos no esperó.

Con un grito de furia primitiva, alzó el pie ylo estrelló contra el rostro de Henry.

—¡Levántate, monstruo! ¡Esto apenas comienza! —rugió Carlos, su voz desgarradora, cargada de ira y determinación.

Henryrodó por el suelo, dejando un rastro de sangre negra que burbujeaba entre el polvo y el barro. Su cuerpo trataba de sanar, pero era lento, torpe. La regeneración no daba abasto ante el ritmo de los golpes de Carlos.

El siguiente ataque fueaún más salvaje.Carlos se abalanzó sobre Henry yle hundió el puño en el abdomen, sintiendo cómo los huesos y los órganos internoscedían bajo su fuerza.Henry soltó un gruñido ahogado, la sangre brotando de su boca en un chorro oscuro y viscoso.

¡ARGH!—rugió Henry, intentando golpear de regreso con su brazo izquierdo, pero Carlos fue más rápido.

Con una precisión brutal,le tomó el brazo y lo retorcióhasta que el hueso serompiócomo una rama seca.

—¡CRACK!

Henry aulló de dolor, su grito reverberando en los oídos de todos los guardias que observaban, paralizados por el terror. Algunos inclusocerraron los ojos, incapaces de soportar la carnicería.

—¡¿Te duele?! —espetó Carlos, con los dientes apretados, mientrasarrastraba a Henry por el sueloy lo lanzaba contra una roca cercana. El impacto fuedemencial; la piedra se fracturó en mil pedazos y el cuerpo de Henry quedó incrustado en ella.

Henryintentó levantarse, pero sus piernas no respondían. La sangre negra corría a borbotones desde múltiples heridas abiertas; su brazo colgaba inservible, y su rostro eraapenas una masa hinchada y amoratada.

—No... —murmuró Henry, intentando incorporarse—. ¡NO PUEDES DERROTARME!

Carlos no respondió. La mirada en sus ojos era la de un hombre decidido a terminar con el monstruo frente a él,sin piedad, sin descanso.Avanzó lentamente, su cuerpo ensangrentado, su respiración pesada.

—Henry, ya no eres un dios. —Carlos escupió sangre en el suelo—.Ahora solo eres carne rota.

Henry rugió, un último intento de dignidad. Con lo poco de fuerza que le quedaba, se lanzó hacia Carlos en un arrebato desesperado, pero el guerrero estaba listo.

Carlosesquivó con un giroy, sin perder impulso,clavó su rodilla en las costillas de Henry. El impacto fue devastador; el pecho de Henryse hundiócon uncrujido atroz, y unchorro de sangre oscuraexplotó de su boca.

—¡GHHHAAA! —El grito de Henry era inhumano, una mezcla de dolor y desesperación.

Sin darle tiempo a recuperarse,Carlos lo tomó del cuellocon ambas manos y lo levantó del suelo. Henry pataleaba débilmente,la sangre escurriendo de su boca, su cuerpo temblando por el daño acumulado.

—Esto es por todos. —Carlos apretó los dientes, ycon un giro brutal, lanzó a Henry de cabeza contra el suelo.

El impacto fueapocalíptico. La tierrase resquebrajóen todas direcciones, como si un meteorito hubiera caído. El cuerpo de Henry quedó incrustado en el cráter,inmóvil,su sangre oscura empapando la tierra a su alrededor.

Carlos se quedó de pie, jadeando, observando el cuerpo destrozado del que una vez fue considerado invencible. Larespiración entrecortada de Henryera lo único que probaba que aún estaba con vida.

—¿Y ahora? —murmuró Carlos, con voz ronca—. ¿Dónde está tu poder, Henry?

El cuerpo de Henrytemblaba, su regeneración trabajando desesperadamente. Pero eralento, insuficiente.Había sido brutalizado hasta el límite, su orgullo destrozado junto con su cuerpo. Por primera vez en su existencia,Henry estaba indefenso.

Carlos, sin apartar la mirada, dio un paso más cerca, preparado para terminarlo.

Henry dejó escapar una carcajada ronca y cargada de uncinismo aterrador, como si el dolor y las heridas no fueran más que un mal chiste para él. La sangre negra resbalaba por su rostro, mezclándose con el polvo y la tierra, perosu sonrisa era inquebrantable, casi enfermiza.

¡JAJAJAJA!—rugió Henry desde el fondo del cráter, su voz resonando como un eco demoníaco—.Bien hecho, anciano... muy bien hecho.

Carlos observó con cautela. Su cuerpopalpitaba de dolor, el desgaste era evidente en cada músculo tenso, en cada herida abierta que aún sangraba. Aun así, su mirada no vaciló.

¿De qué te ríes, monstruo?—espetó Carlos, con los puños aún listos para atacar.

Henry,sin prisa alguna, comenzó a levantarse. El proceso era lento, casi teatral.Cada vértebra crujía, cada músculo torcido se realineaba en un sonidohorripilante. Finalmente, con un movimiento brusco,se irguiósobre sus piernas, tambaleante pero firme.

¿Me preguntas a dónde se fue todo mi poder?—Henry inclinó la cabeza, su ojo derechohinchado y cerrado, pero el izquierdo brillaba con una intensidad maligna, como unabismo carmesíque devoraba todo lo que miraba—. Déjame mostrarte, anciano...a dónde se fue.

De repente, elaire vibró, como si el propio espacio estuviera siendocomprimidopor una fuerza invisible. El cráter que había sido el lugar de su derrota comenzó aretorcerse y hundirse aún másbajo los pies de Henry.

—¡¿Qué demonios...?! —susurró uno de los guardias, incapaz de procesar lo que veía.

Carlos retrocedió un paso, sintiendo cómola gravedad misma se intensificabaalrededor de Henry. El suelo comenzó afracturarse, las grietas extendiéndose como serpientes furiosas. El viento soplaba con violencia, levantando polvo y piedras en un remolino caótico.

Este poder... no es tuyo—murmuró Carlos entre dientes, sintiendo cómo elmana ambientalera devorado sin piedad.

—Claro que no —respondió Henry con esa sonrisa burlona—.Es nuestro.El poder de todo lo que existe. El poder detodo lo que fue y será.

Acto seguido,una esfera negradel tamaño de un corazón comenzó aformarse en su pecho, girando y absorbiendo la energía de los alrededores. No era fuego, ni relámpago, ni ninguna habilidad convencional. Era algopeor: era como si el espacio mismo hubiera sido arrancado, hecho pedazos y compactado en esa esfera.

—¿Lo sientes, anciano? —preguntó Henry con voz calma, mientras el vórtice de poder seguía creciendo—.Este es el precio de empujarme al límite. La realidad misma se quiebra ante mi voluntad.

Carlos sintió un escalofrío recorrer su cuerpo. Laesferacomenzó a expandirse, y con ella, elaire se hizo denso, sofocante. Las piedras a su alrededorcolapsaban, como si fueran absorbidas ytrituradaspor una fuerza invisible.

—¡No puede ser! —gritó Ryan, que desde la distancia trataba de levantar otro escudo—. ¡Padre, retrocede! ¡Eso no es algo que podamos detener!

Pero Carlos no se movió. Su mirada permanecía fija en Henry, como si en ese instantetoda duda hubiera desaparecido. Apretó los puños y, con un gruñido ronco, dio un paso al frente.

No importa lo que conjures, Henry.—La voz de Carlos era firme, como un trueno antes de la tormenta—.Lo enfrentaré de pie.

¿De pie?—Henry soltó una nueva carcajada, mientras la esfera comenzaba a brillar en tonos carmesí—. Perfecto, anciano... entonces¡muere de pie!

Con un movimiento brusco, Henry extendió sus brazos yla esfera explotóhacia afuera, liberando una onda de choquedesgarradora. El terreno a su alrededor fuearrasado, árboles arrancados de raíz, el suelo mismovoló en pedazos, y una tormenta de oscuridad y poder se extendió en todas direcciones.

Carlosse plantó firme, levantando ambos brazos para protegerse. La presión erainsoportable; sentía como si su cuerpo estuviera a punto de sertrituradobajo el peso de esa energía.

—¡Padre! —gritó Ryan, arrodillándose mientras el viento y la energía lo empujaban hacia atrás.

Los guardias, sin opción,cayeron al suelo, algunos cubriéndose la cabeza, otros arrastrándose para intentar huir.

Laexplosiónse disipó lentamente, dejando a Henry de pie en el centro de un nuevocráter colosal, respirando pesadamente.

—¿Y bien? —murmuró, buscando a Carlos entre el polvo—.¿Dónde está tu valor ahora, anciano?

Cuando el polvo finalmente se asentó,Carlos seguía de pie.Sus ropas estaban destrozadas, su piel llena decortes profundosyquemaduras, pero su postura no había cedido ni un ápice.

—¿Eso es todo, Henry? —dijo Carlos, escupiendo un poco de sangre al suelo—. Te advertí que no caería tan fácil.

Henry apretó los dientes, surabiaahora incontrolable. —¡Te romperé con mis propias manos, anciano! —rugió, cargando hacia Carlos con una furia sin igual.

Lo que siguió fue unenfrentamiento visceral, cuerpo a cuerpo, donde cada golpe era capaz dedespedazar montañas, cada bloqueo hacíaretumbar la tierra, y cada impacto dejaba a ambos cubiertos desangre y polvo.

Henry dejó escapar una risaáspera y burlona, una risa que resonaba como un eco perverso entre las ruinas del campo de batalla. La sangre aún resbalaba por su rostro, pero su sonrisa era la de un depredador que juega con su presa antes del golpe final.

¿En serio creíste en este acto?—dijo, levantando ligeramente una ceja mientras sacudía los hombros como si los golpes brutales que había recibido fueran solo un juego—.¿De verdad pensaste que tu velocidad puede superarme?

Carlos, respirando con dificultad, lo observó fijamente. Su postura, aunque firme, delataba el esfuerzo sobrehumano que había realizado para siquiera tocar a Henry.

Anciano,—continuó Henry, su tono teñido de undesdén venenoso—, ¿sabes quién soy? ¿Tienes alguna idea de las habilidades que poseo, del tipo de mana que domina cada fibra de mi existencia? —Se señaló a sí mismo con un gesto deliberado, mientras el aire alrededor de su cuerpo parecía vibrar, como si el propio espaciose doblarabajo su control.

Mi naturaleza de mana siempre ha sido sobresaliente,—prosiguió, su voz goteando arrogancia—, pero aun así, pensaste que esa simple velocidad que te otorga ser usuario del rayo podría siquiera rozarme.

Carlos apretó los dientes, su cuerpo temblando por la mezcla deagotamientoyfrustración. Sabía que Henry estaba jugando con él, pero algo en su interior se negaba a rendirse.

Henry dio un paso hacia adelante, y el terreno bajo sus piesse fracturólevemente, como si no pudiera soportar su presencia. Levantó una mano y la abrió lentamente, mostrando su palma hacia Carlos, mientras el espacio alrededor comenzaba a ondularse yretorcerse, como si la realidad misma estuviera siendoreconfiguradapor su voluntad.

Soy espacio.—Las palabras salieron de su boca con una calmaglacial, pero cada sílaba era un recordatorio de supoder absoluto—. Mientras tú te mueves de un punto a otro, para míno existe distancia. Tu velocidad es solo eso: un truco vacío, una ilusión sin sustancia.

¡Cállate!—rugió Carlos, avanzando con un destello de furia en sus ojos. Pero Henry no se inmutó.

—Me golpeaste, no porque seas fuerte, anciano. —Henry dio otro paso hacia adelante, inclinándose ligeramente hacia Carlos, como undepredador acorralando a su presa—. Me golpeaste porqueyo mismo permití que eso sucediera.

La rabia de Carloschisporroteaba en su cuerpo, pequeños rayos dorados danzaban alrededor de su figura como una tormenta en miniatura. Pero las palabras de Henry seguíangolpeandomás fuerte que cualquier ataque físico.

—¿O acaso...? —Henry inclinó la cabeza, con una sonrisa burlona que mostraba sus dientes manchados de sangre—.¿Te has vuelto tan senil que realmente pensaste que tenías la capacidad de lograr algo contra mí?

El silencio que siguió fueopresivo, roto solo por el sonido del viento arrastrando polvo y escombros. Ryan, desde la distancia, miraba la escena con una mezcla dedesesperaciónytemor, consciente de que las palabras de Henry no eran solo arrogancia, sino unaverdad brutal.

Carlos apretó los puños, pero las dudas comenzaron a infiltrarse en su mente. Por primera vez, el peso del combate y la magnitud del poder de Henry empezaban a parecerleinconmensurables.¿Había sido simplemente un juego todo este tiempo?

Henry se enderezó, cruzando los brazos,su figura imponentecomo una montaña que no podía ser escalada. —Bueno, anciano... ¿qué sigue?—dijo con un tono casi casual, pero con un brillomortalen sus ojos.

La batalla entre Carlos y Henry alcanzó un nuevo nivel de intensidad, uno que hacía temblar tanto la tierra como el aire. Los dos combatientes se lanzaron al combate cuerpo a cuerpo, sus movimientos una danza brutal y precisa, como si cada golpe fuera una declaración de supremacía.

Carlos inició el asalto, su cuerpo envuelto en rayos doradosque chisporroteaban y dejaban marcas en el aire. Su velocidad era incomparable; sus puños y pies se movían como relámpagos, impactando contra Henry en una ráfaga de ataques que podrían pulverizar montañas. Cada golpe conectaba con un estruendo ensordecedor, enviando ondas de choque que rompían el suelo y lanzaban fragmentos de roca en todas direcciones.

PeroHenry no era un mero receptor de golpes. Sus reflejos eran sobrehumanos, y aunque Carlos lograba conectar algunos impactos, Henry contrarrestaba con una precisión aterradora. Su contraataque fue devastador: un gancho derecho que acertó en el costado de Carlos con tal fuerza que el sonido de las costillas fracturándose resonó como un latigazo.

¡Eso es todo lo que tienes, anciano!—se burló Henry mientras lanzaba una patada giratoria que envió a Carlos volando varios metros hacia atrás.

Antes de que pudiera recuperarse,Henry se teletransportó a su lado, apareciendo como un destello espectral. Su codo descendió con fuerza sobre el hombro de Carlos, aplastándolo contra el suelo con un impacto que dejó un cráter de varios metros de profundidad.

¡No me subestimes!—gruñó Carlos, girando en el aire mientras lanzaba una serie de golpes ascendentes que forzaron a Henry a retroceder. Su técnica era impecable, una mezcla de artes marciales tradicionales y movimientos amplificados por su control del rayo.

El intercambio se volvió frenético, ambos luchadores moviéndose a velocidades que los ojos humanos jamás podrían seguir. Cada impacto era una explosión, cada bloqueo un choque que estremecía el entorno. Las grietas se extendían por kilómetros, y los árboles cercanos se desgajaban por la presión de sus golpes.

Desde la distancia,Ryan y los guardias restantesintentaban intervenir. Ryan levantó ambas manos, y el agua comenzó a condensarse en el aire, formando una serie de lanzas líquidas que se dispararon hacia Henry. Al mismo tiempo, Darian, el último guardia que quedaba en pie, conjuró un muro de llamas que se lanzó como un tsunami ardiente hacia el mismo objetivo.

Pero Henry apenas se inmutó.Con un movimiento de su mano, las lanzas de agua se detuvieron en el aire, transformándose en esferas cristalinas que explotaron en una lluvia inofensiva. El muro de llamas simplemente se dividió a su paso, como si una fuerza invisible lo rechazara.

¿Esto es todo lo que pueden hacer?—Henry sonrió con desdén, sus ojos brillando con un poder que parecía infinito—.Patético.

Sin embargo,Carlos aprovechó la distracción.Apareció detrás de Henry con un destello dorado, su puño cubierto de rayos que chisporroteaban con una ferocidad imposible. El golpe conectó directamente con la espalda de Henry, enviándolo hacia adelante con un grito de dolor.

¡No te relajes conmigo aquí!—gritó Carlos, avanzando para seguir el ataque.

El combate se volvió aún más brutal.Carlos utilizó toda su destreza marcial, encadenando patadas giratorias, golpes de codo y rodillazos que hicieron tambalear a Henry por primera vez. Cada impacto parecía resonar con más fuerza, dejando marcas visibles en el cuerpo de su enemigo.Henry sangraba, su rostro hinchado y su armadura rota, pero su sonrisa permanecía, como si disfrutara del desafío.

De repente, Henry cambió de táctica.Con un rugido, canalizó su energía espacial directamente en sus puños, envolviendo sus ataques con un aura que distorsionaba la realidad. Cada golpe que lanzaba ahora era un pequeño cataclismo, rompiendo la tierra y desintegrando el aire a su alrededor.

Carlos intentó esquivar, pero uno de esos golpes le acertó directamente en el pecho.El crujido de huesos rotos fue evidente, y el anciano fue enviado volando nuevamente, estrellándose contra una formación rocosa que se derrumbó sobre él.

¡Carlos!—gritó Ryan desde la distancia, sus ojos llenos de terror.

Henry se acercó lentamente, su figura imponente y cubierta de heridas, pero aún dominante.

¿Eso es todo?—dijo con burla, limpiándose la sangre del labio—.Admito que eres más resistente de lo que pensaba, anciano, pero esto termina ahora.

Antes de que pudiera dar el golpe final,Carlos emergió de los escombros, tambaleándose pero aún en pie. Sus ojos brillaban con una determinación inquebrantable, y aunque su cuerpo estaba cubierto de cortes y contusiones, aún tenía fuerza para luchar.

No... he terminado... todavía.—Su voz era ronca, pero su espíritu era indomable.

La batalla continuó,una tormenta de puños, patadas y explosiones de energía, cada uno tratando de superar al otro en una lucha que desafiaba las leyes de la naturaleza. La tierra temblaba, el cielo se oscurecía, y el destino de todos los presentes parecía pender de un hilo.

Carlos arremetió nuevamente con toda su fuerza, dejando de lado cualquier precaución.La sangre corría por su rostro, mezclándose con el sudor que caía a chorros mientras sus músculos quemaban con un dolor que habría paralizado a cualquier otro. Pero no podía detenerse.No ahora. No contra Henry.

Se lanzó hacia adelante con un rugido, su puño envuelto en relámpagos. El golpe impactó directamente en el rostro de Henry, rompiendo el aire con un estallido ensordecedor.El cráter donde peleaban se hizo aún más profundo,y las rocas se pulverizaron bajo sus pies. Henry retrocedió por la fuerza del impacto, su mandíbula marcada por un hematoma fresco.

¡Tienes agallas, anciano!—rió Henry, escupiendo sangre al suelo—.Pero eso no cambia nada. ¡Sigues siendo un insecto ante mí!

Carlos no respondió.En lugar de palabras, respondió con acción. Se deslizó bajo el siguiente golpe de Henry, girando sobre su eje y lanzando una patada ascendente que conectó con la caja torácica del enemigo.El sonido de las costillas fracturándose fue claro,y Henry gruñó, pero su sonrisa permaneció.

¡Así me gusta! Muestra lo que tienes, viejo.

Antes de que Carlos pudiera seguir atacando, Henry contraatacó con un golpe directo al estómago.El impacto fue tan fuerte que el cuerpo de Carlos se dobló en dos,y una ráfaga de sangre salió disparada de su boca. Sin embargo, antes de que Henry pudiera seguir, Carlos levantó una rodilla que conectó con su barbilla, haciendo que la cabeza de Henry se echara hacia atrás.

El combate se convirtió en un torbellino de golpes.Cada ataque era brutal, preciso, una demostración de destreza marcial que solo podía surgir de años de experiencia y habilidades sobrehumanas.Ambos luchadores intercambiaban golpes como si fueran igual de feroces, como si sus cuerpos fueran armas vivientes que chocaban sin descanso.

Henry, sin embargo, comenzó a aumentar la intensidad.De pronto, sus puños parecieron rodearse de un aura negra, una energía espeluznante que hacía que el aire vibrara a su alrededor.Cada golpe suyo ahora no solo impactaba físicamente, sino que parecía distorsionar el espacio mismo, lanzando ondas de choque que desgarraban el entorno.

Carlos intentó mantenerse firme. Esquivaba cuando podía, bloqueaba cuando era necesario, pero incluso él no era inmune al desgaste.Su brazo derecho colgaba inerte tras un golpe particularmente violento que le había dislocado el hombro.Su respiración era pesada, y su pierna izquierda temblaba bajo el peso de su propio cuerpo.

A pesar de ello, no cedió.Un golpe certero al costado de Henry lo obligó a retroceder,y Carlos aprovechó el momento. Concentró todo el mana que le quedaba en su pierna y lanzó una patada descendente que impactó directamente sobre el hombro de Henry.El sonido del hueso rompiéndose fue un eco aterrador,y por primera vez, Henry dejó escapar un grito de dolor genuino.

¡No tienes límites, maldito anciano!—gruñó Henry, su voz cargada de furia mientras agarraba a Carlos por el cuello. Lo levantó del suelo con una fuerza brutal y lo lanzó hacia las rocas cercanas, el cuerpo de Carlos golpeando con un crujido seco.

Henry no le dio tiempo de recuperarse.De un gesto, una serie de espinas espaciales se materializaron en el aire y se lanzaron hacia Carlos,perforando la tierra alrededor de él. Una logró rozarle el costado, dejando una herida abierta que manchó el suelo de rojo.

Aun así,Carlos no cedió.Se impulsó hacia adelante con una fuerza renovada, cargando directamente contra Henry. En un instante, apareció frente a él y lanzó un gancho directo al hígado, seguido de un codazo al rostro.La sangre brotó del labio de Henry, y por primera vez, su sonrisa desapareció.

¿Qué pasa, Henry? ¿Ya no es tan divertido?—gruñó Carlos, su voz cargada de desafío.

Henry retrocedió un paso, pero rápidamente recuperó su compostura.Levantó ambas manos, y el aire a su alrededor comenzó a ondular como si la realidad misma se estuviera rompiendo.Con un grito, extendió los brazos hacia adelante, y un vórtice de energía espacial surgió, consumiendo todo a su paso.

Carlos fue atrapado en el ataque, su cuerpo azotado por la fuerza de la distorsión.Gritó mientras sus músculos y huesos eran llevados al límite, pero de alguna manera logró resistir. Con un último esfuerzo, rompió la barrera de energía y apareció frente a Henry, lanzando un golpe final con todo lo que le quedaba.

El impacto envió a ambos combatientes volando en direcciones opuestas.Henry aterrizó pesadamente, su respiración agitada, su cuerpo cubierto de heridas.Sangre corría por su rostro y su brazo izquierdo colgaba roto a su costado. Pero su mirada seguía llena de determinación.

Carlos, por su parte, apenas podía mantenerse de pie.Sus piernas temblaban, y su cuerpo estaba cubierto de cortes profundos y moretones.Sin embargo, su espíritu permanecía firme.

Esto... no ha terminado, Henry.—Su voz era apenas un susurro, pero el fuego en sus ojos decía lo contrario.

Oh, anciano... aún no entiendes. Esto... apenas comienza.—Henry se levantó lentamente, su figura imponente aún irradiando poder, a pesar de las heridas visibles que marcaban su cuerpo.

Carlos se tambaleó un momento, jadeando, mientras el suelo debajo de sus pies parecía ceder bajo su peso. Su costado goteaba sangre a borbotones, la herida abierta por las espinas espaciales de Henry era profunda y palpitante, pero sus ojos permanecían clavados en su enemigo.El hombre ante él no era solo una amenaza: era un monstruo. Uno que debía ser detenido.

Henry, por su parte, se erguía con una sonrisa torcida. Su mandíbula estaba amoratada, uno de sus ojos hinchado hasta casi cerrarse, y una línea de sangre descendía desde la comisura de su boca. Pero a pesar de los golpes, el aura de poder que emanaba seguía intacta, casi burlándose de la resistencia de Carlos.

¿Sabes, anciano? Me diviertes. Pocas veces puedo soltarme de verdad, y tú estás al borde del colapso. Pero no importa, sigamos con tu desesperación un rato más.—Henry crujió el cuello, dejando escapar un sonido seco y amenazante.

Sin aviso, Henry desapareció de su posición.

Carlos apenas tuvo tiempo de reaccionar.Un golpe directo al estómago lo levantó del suelo, rompiendo el aire con un crujido seco.La fuerza fue tan brutal que Carlos escupió sangre mientras volaba hacia atrás, estampándose contra un saliente de roca que se desmoronó bajo el impacto. Antes de que pudiera levantarse,Henry ya estaba sobre él, su puño cayendo como un martillo contra su rostro.

CRACK.El sonido del hueso nasal de Carlos rompiéndose resonó en el campo de batalla. Henry lo levantó por el cuello como si fuera un muñeco de trapo y lo lanzó nuevamente hacia el cráter. Carlos rebotó contra el suelo, dejando un rastro de sangre en la roca partida.

¡Levántate, Carlos! ¿Esto es todo lo que tienes?—Henry caminó lentamente hacia él, dejando que sus pasos retumbaran con un eco de pura amenaza.

Pero Carlos no se quedó abajo. Su visión estaba nublada por la sangre que manaba de una ceja abierta, su cuerpo temblaba de dolor, y su brazo izquierdo pendía inservible, pero aun así, se puso de pie.

No... he terminado contigo.

Carlos lanzó un grito gutural, concentrando toda su energía restante en un salto cargado de mana.Sus piernas dejaron un cráter donde estaba parado, y apareció directamente frente a Henry, lanzando un gancho ascendente que conectó con la mandíbula del enemigo.El impacto fue tan fuerte que el cuello de Henry se echó hacia atrás, y por un segundo, la sonrisa socarrona desapareció de su rostro.

Carlos no se detuvo.Agarró la cabeza de Henry con ambas manos y la estrelló contra su rodilla, aplastando su nariz en una explosión de sangre.Henry gruñó, y por primera vez, retrocedió dos pasos,pero Carlos lo siguió como un depredador enfurecido.

¡Esto es por mis hombres!—rugió Carlos mientras su codo se estrellaba contra las costillas de Henry, el sonido del hueso fracturándose fue claro como el cristal.

Henry gruñó, y su rostro se contrajo en una mueca de furia contenida.Pero antes de que pudiera reaccionar, Carlos lo levantó por el torso y lo lanzó contra una formación rocosa cercana, que explotó en una nube de polvo y escombros.

El silencio duró solo un segundo.Henry emergió de la nube de polvo con una mirada de pura locura.

Bien... ¡así es como debe ser!—Su grito fue seguido por un movimiento de su mano, y el aire alrededor de Carlos se comprimió de repente.

Antes de que pudiera reaccionar, el cuerpo de Carlos fue atrapado por una fuerza invisible.Las costillas crujieron bajo la presión, y la sangre brotó de su boca mientras caía de rodillas, su cuerpo atrapado en un abrazo brutal del propio espacio.

Henry apareció frente a él en un instante. Con un movimiento lento, casi teatral,levantó el puño y lo dejó caer sobre el rostro de Carlos como un martillo.El impacto rompió varios dientes y hundió su cabeza en el suelo, pero antes de que pudiera siquiera tocar la tierra, Henry lo levantó de nuevo.

¡BAM!Un rodillazo en el abdomen.¡CRACK!Un codo en la espalda, doblándolo en un ángulo antinatural.

¡Vamos, Carlos! ¡Muestra algo más interesante!—gritó Henry, arrojándolo nuevamente contra el suelo con tanta fuerza que un nuevo cráter se formó bajo su cuerpo.

Carlos, jadeando, cubierto de sangre y tierra, levantó su mirada hacia Henry, quien parecía prácticamente intacto pese a las heridas visibles. Pero algo en los ojos de Carlos brillaba con una determinación inquebrantable.

Aún no... termino.—Se impulsó hacia adelante con lo que parecía ser su último aliento, lanzando un puño cubierto de relámpagos directamente al rostro de Henry.

El golpe conectó.Por primera vez en la pelea, Henry tambaleó hacia atrás, su rostro marcado por una quemadura profunda que chisporroteaba con restos de electricidad.

¡Eso es lo que quería!—Henry se lanzó hacia adelante, su puño envuelto en la energía distorsionante del espacio. Carlos, sabiendo que no podría esquivar, levantó ambos brazos para bloquear, pero el impacto fue demasiado.El choque envió ondas de energía que destruyeron todo a su alrededor,y el cuerpo de Carlos salió volando, atravesando varias rocas antes de caer, inerte, en el suelo.

Aun así, trató de levantarse.Su cuerpo temblaba, sus huesos estaban rotos, y la sangre cubría cada centímetro de su piel, pero su espíritu seguía ardiendo.Este no era solo un combate, era una declaración. Una promesa de no ceder ante nada, ni siquiera un monstruo como Henry.

Henry dejó escapar una carcajada que resonó en el campo de batalla como el rugido de una bestia. Su ojo izquierdo, parcialmente cerrado por la hinchazón, y la quemadura que Carlos había dejado en su rostro, solo parecían añadir más intensidad a su expresión salvaje.

Mírate, Carlos. Un cadáver tambaleante.—Henry escupió sangre al suelo, su sonrisa torcida llena de burla.—Admítelo. Eres un hombre fuera de su tiempo, luchando contra alguien que no tiene límites.

Carlos, apoyándose débilmente en una roca partida, jadeó mientras intentaba levantarse. Su brazo derecho colgaba inútilmente a su lado, y el izquierdo temblaba mientras se aferraba a la empuñadura de una espada rota que apenas podía sostener.

Los límites... solo están en la mente... de los cobardes, Henry.

Con un rugido gutural, Carlos se impulsó hacia adelante. Sus piernas, aunque fracturadas, lo llevaron a una velocidad que desafiaba su estado.Un vendaval de golpes cayó sobre Henry.Cada puño, cada rodillazo, estaba cargado con todo lo que quedaba en el cuerpo de Carlos.

El primer golpe fue un gancho de derecha directo al abdomen de Henry.El impacto resonó como un tambor de guerra, arrancándole un gruñido involuntario. Antes de que Henry pudiera recuperarse,Carlos giró sobre su eje y lanzó un codo directo a la mandíbula de su enemigo.La sangre brotó de la boca de Henry, pero su sonrisa no se desvaneció.

¿Es todo, anciano?—Henry respondió, su voz cargada de desprecio, pero antes de que pudiera levantar su brazo,Carlos lo interceptó con una patada baja que destrozó su equilibrio, seguida de un puñetazo ascendente que partió la piel sobre su ceja derecha.

La sangre salpicó el aire.Henry retrocedió, trastabillando por primera vez desde el inicio de la batalla. Pero Carlos no le dio tregua. Con una velocidad y técnica marciales impecables, se deslizó bajo el contraataque de Henry, colocando su hombro contra el torso del enemigo y proyectándolo hacia el suelo con una llave violenta.El cráter donde Henry cayó se expandió aún más,mientras el aire se llenaba de polvo y sangre.

Henry, desde el suelo, gruñó como una bestia herida.Con un movimiento de su brazo, el espacio mismo pareció fracturarse.Una ráfaga invisible golpeó a Carlos en el pecho, lanzándolo hacia atrás y haciendo que se estrellara contra una formación rocosa.Las costillas de Carlos cedieron, el crujido seco resonando incluso por encima del estruendo de la batalla.

A pesar del dolor insoportable,Carlos se puso de pie.Sus ojos, inyectados en sangre, estaban fijos en Henry, quien se levantaba lentamente, su rostro ahora cubierto de heridas abiertas y su armadura hecha trizas.

¿Es eso todo lo que tienes, Henry? Pensé que eras invencible.

Los músculos de Henry se tensaron.Con un rugido de pura furia, desapareció y reapareció frente a Carlos, lanzando un golpe directo a su pecho.El impacto fue como un terremoto.Carlos sintió cómo varias vértebras cedían ante el poder del golpe, pero antes de caer, se inclinó hacia adelante y conectó un cabezazo directo a la nariz de Henry.

La nariz del guerrero espacial se partió en un chasquido grotesco.

¡BASTA!—gritó Henry, su tono lleno de rabia y algo más: cansancio.Con ambas manos, moldeó una esfera de espacio puro, su núcleo pulsante parecía absorber la luz misma.

Carlos sabía que no podía permitir que eso lo golpeara.Con una ráfaga desesperada de energía, lanzó una secuencia de rayos desde sus palmas, cada uno cargado con su propio mana.Los rayos chisporrotearon en el aire, golpeando a Henry directamente en el pecho y haciendo que retrocediera un paso tras otro.

La sangre ahora goteaba del abdomen de Henry, donde uno de los rayos había atravesado su barrera de mana y dejado una quemadura profunda.

¿Ves eso, Henry?—Carlos sonrió, aunque su boca estaba cubierta de sangre.—No eres invulnerable. Eres tan humano como el resto de nosotros.

Henry rugió, su furia alcanzando un punto álgido. Lanzó la esfera de espacio hacia Carlos, pero este, con reflejos sobrehumanos, se deslizó hacia un lado en el último segundo, dejando que la esfera destruyera un segmento masivo del terreno detrás de él.

La pelea continuó, un intercambio brutal y sangriento de golpes.Puños que desgarraban carne, rodillazos que fracturaban huesos, patadas que enviaban ondas de choque a través del campo de batalla. Cada movimiento era meticulosamente calculado, pero cargado con una rabia salvaje que mostraba la determinación de ambos hombres.

Finalmente,Carlos logró conectar un golpe devastador al costado de Henry,rompiendo varias de sus costillas y haciéndolo escupir sangre. Henry cayó de rodillas por un instante, jadeando, mientras Carlos, tambaleante, alzaba su puño una vez más.

Esto aún no ha terminado, Henry. Aunque me cueste la vida... te haré caer.

El campo de batalla temblaba.Cada movimiento de los combatientes arrancaba pedazos de tierra, esquirlas de roca que volaban por el aire y caían como proyectiles.Carlos y Henry eran monstruos en combate, cada uno un huracán de furia y habilidad.

Carlos, con el brazo izquierdo fracturado y su torso cubierto de cortes abiertos, saltó hacia Henry con una explosión de fuerza.Su pierna derecha se elevó en un arco perfecto, lanzando una patada giratoria que buscaba la mandíbula de su enemigo.Henry reaccionó al último segundo, levantando su brazo izquierdo para bloquear el impacto.El choque resonó como un cañón, enviando ondas de choque que derribaron a los guardias restantes en la distancia.

¿Eso es todo? —gruñó Henry.Su brazo, aunque reforzado por su barrera espacial, crujió bajo la fuerza del golpe, dejando un hematoma oscuro que se expandía rápidamente.

Carlos no respondió.Aprovechando el impulso, giró sobre su eje y lanzó un codazo con su brazo derecho directamente hacia el costado de Henry.El impacto fue brutal.Un chasquido seco indicó que al menos una de las costillas de Henry había cedido.La sangre brotó de su boca, salpicando el rostro ya ensangrentado de Carlos, quien no dejó de presionar.

Un gancho izquierdo siguió al codazo.La fuerza fue tal que la cabeza de Henry giró violentamente hacia un lado, el impacto partiendo la piel de su mejilla y dejando un corte profundo que vertía sangre como un río.

Henry rugió,su furia explotando como una tormenta descontrolada.Lanzó un puñetazo directo al rostro de Carlos, quien intentó esquivarlo inclinando su cabeza hacia atrás. Pero Henry ya había anticipado el movimiento.Su rodilla subió con la fuerza de una roca arrojada por un gigante, impactando el abdomen de Carlos.

El estómago de Carlos se contrajo con un dolor indescriptible.Sintió cómo el aire abandonaba sus pulmones mientras su visión se volvía borrosa por un instante. Sin embargo, antes de caer,aferró el muslo de Henry con ambas manos y, en un movimiento desesperado, lo levantó del suelo.

¡AHHHH!—el grito de esfuerzo de Carlos reverberó mientras giraba a Henry en el aire y lo estrellaba contra el suelo con un estruendo devastador.El impacto destrozó el terreno,creando un cráter aún más profundo que el anterior. Henry, atrapado bajo el peso de su propio poder, escupió más sangre mientras sus costillas ya dañadas se resentían aún más.

Pero Henry no era un enemigo fácil de someter.Con un gruñido gutural, levantó su mano derecha, y el espacio mismo pareció torcerse y quebrarse a su alrededor.Carlos apenas tuvo tiempo de reaccionar cuandoun puño hecho de espacio comprimido se materializó sobre él, golpeándolo con fuerza brutal.

El cuerpo de Carlos salió disparado hacia atrás,rebotando contra el suelo como una muñeca rota antes de detenerse contra una formación rocosa.Sus huesos crujieron.Sintió cómo una de sus vértebras cedía bajo la presión, mientras un hilo de sangre se deslizaba por la comisura de su boca.

Henry se levantó, tambaleante.Su cuerpo estaba destrozado: su brazo izquierdo colgaba inerte, su ojo derecho estaba completamente cerrado por la hinchazón, y cada respiración era un esfuerzo monumental. Pero su sonrisa permanecía intacta.

¿Eso es todo lo que tienes, anciano?—burló, escupiendo un diente junto con un chorro de sangre.

Carlos, temblando,se puso de pie una vez más.Sus piernas tambaleaban, pero sus ojos estaban fijos en Henry con una intensidad que parecía arder como el fuego mismo.Su brazo derecho, el único que podía mover con eficacia, colgaba de lado, listo para continuar la lucha.

Aún no he terminado contigo, maldito bastardo.—Su voz era áspera, pero cargada de una ferocidad inquebrantable.

El siguiente intercambio fue un torbellino de golpes y sangre.Carlos avanzó con un directo a la mandíbula de Henry.El impacto fue suficiente para enviar un diente volando,acompañado por una explosión de sangre que pintó el aire. Antes de que Henry pudiera reaccionar,Carlos giró sobre sí mismo, lanzando un rodillazo al abdomen de su oponente.

El crujido de las costillas rotas fue ensordecedor.Henry gruñó, pero se negó a retroceder.Con una fuerza inhumana, levantó su brazo derecho y conectó un gancho que impactó la sien de Carlos.El golpe fue tan devastador que Carlos perdió el equilibrio, cayendo de rodillas mientras la sangre manaba de una nueva herida en su cabeza.

¡Basta de juegos!—rugió Henry.Con un movimiento de su mano, el espacio a su alrededor comenzó a colapsar, creando un vórtice de energía que lo envolvía como un manto mortal.

Carlos, jadeando,levantó su mirada ensangrentada.Su cuerpo estaba al borde del colapso, pero su espíritu seguía ardiendo.

Si crees que voy a caer antes de destruirte, estás más loco de lo que pensé.—Y con esas palabras,se impulsó hacia adelante una vez más, desafiando lo imposible.

El choque entre ambos fue un espectáculo brutal, un duelo de monstruosidad y voluntad pura.Cada golpe era un poema de destrucción, cada movimiento un arte de violencia.El campo de batalla, testigo de su guerra, no era más que ruinas teñidas de rojo.

Henry permaneció en su lugar una vez mas un corte en su mejilla hizo que una gota de sangre se deslice.

Tanto escandalo por solo una gota de mi sangre, Henry se burlo.

La gota de sangre al igual que la primera gota se elevo en el aire y una lanza sangrienta se formo.

Henry no hizo movimiento su pereza hacia estos imbéciles era muy notoria.

Dame tu corazón, Henry le dijo a Carlos mientras la lanza avanzaba por el espacio, doblándolo en su avance.

Con un movimiento desesperado, Ryan intentó desviar la lanza una vez mas con su poder acuático, pero la diferencia entre ellos era abismal. La presión del combate lo abrumaba; sabía que estaba lidiando con fuerzas que superaban su comprensión. Esta vez la lanza de sangre era mucho mas poderosa estaba enfrentando algo muy por encima de su liga

La lanza sangrienta avanzaba implacable,cortando el aire con un silbido que helaba la sangre de todos los presentes.El espacio a su alrededor parecía doblarse en su avance,como si el propio universo cediera ante el poder de Henry.La gota que había iniciado esta abominación brillaba intensamente,reflejando la brutalidad contenida en su núcleo.

¡No! —rugió Ryan,levantando ambas manos mientras invocaba una barrera de agua en un intento desesperado de detener el ataque.El líquido cristalino se materializó, girando rápidamente hasta formar un escudo masivo,pero la lanza atravesó la defensa sin esfuerzo, evaporando parte del agua con un silbido agudo.La energía que contenía no solo perforaba; devoraba.

Carlos, jadeante, observó la lanza que se acercaba.Aunque sus piernas temblaban y su cuerpo estaba cubierto de heridas, dio un paso adelante, enfrentándose al destino que parecía inevitable.

¿Eso es todo lo que tienes, Henry? —escupió,aunque su voz cargada de desafío no ocultaba su cansancio.

Henry no respondió con palabras;su sonrisa burlona lo decía todo.Mientras la lanza se acercaba, su ojo único brillaba con un destello sádico, disfrutando del caos que había desatado.

Ryan,a pesar de la evidente inutilidad de sus esfuerzos, no cedió.Con un grito desgarrador, formó un látigo de agua y lo lanzó hacia la lanza en un intento desesperado por desviarla.El impacto fue ensordecedor,pero solo sirvió para ralentizar el arma por un breve instante.La lanza seguía avanzando, implacable.

¡Carlos! —gritó Ryan,sus ojos llenos de terror mientras veía que el ataque estaba a centímetros de atravesar a su amigo.

En ese momento,Carlos reunió lo poco que le quedaba.Con un rugido de furia, lanzó un golpe directo hacia la lanza, imbuyendo su puño con el rayo que aún corría débilmente por su cuerpo.

El choque fue monumental.La lanza y el puño de Carlos colisionaron en una explosión de energía que iluminó todo el campo de batalla.El suelo tembló y se rompió,y una onda expansiva envió a Ryan y a los pocos guardias sobrevivientes al suelo.

Carlos logró desviar la lanza, pero a un costo terrible.Su brazo derecho, el que había utilizado para detener el ataque, estaba destrozado.El hueso sobresalía de su piel desgarrada,y la sangre brotaba como un río. A pesar del dolor, se mantuvo de pie, su mirada fija en Henry.

Henry arqueó una ceja,su diversión evidente.

¿Tan desesperado estás, anciano? —dijo, con tono burlón.—¿Todo este esfuerzo solo para retrasar lo inevitable?

Carlos jadeó, pero no respondió.Sus piernas tambaleaban, pero su determinación seguía firme.El rayo que lo rodeaba parpadeaba débilmente,reflejando el estado de su cuerpo.

Henry levantó su mano una vez más.

Dame tu corazón.

Con esas palabras, otra gota de sangre se elevó desde la herida de su mejilla.La gota flotó lentamente en el aire, como un presagio de muerte, antes de expandirse y transformarse en una nueva lanza. Esta vez, la energía que emanaba era aún más opresiva, una combinación de odio puro y el dominio absoluto del espacio.

Ryan, herido pero no derrotado, arrastró su cuerpo hacia Carlos.

¡No puedes enfrentarlo solo! —gritó,su voz cargada de desesperación. —¡Déjame ayudarte!

Carlos lo ignoró.Su mirada estaba clavada en Henry, sus labios curvados en una sonrisa teñida de sangre.

Ven por mí, Henry.

Henry soltó una carcajada fría,alzó un dedo, y la nueva lanza se lanzó hacia adelante, directa al corazón de Carlos.El espacio a su alrededor colapsaba,como si la realidad misma estuviera siendo succionada por el arma mortal.

La batalla había alcanzado su clímax.El destino de Carlos y los suyos pendía de un hilo, y cada segundo era un recordatorio brutal de la desproporción entre sus poderes.

La explosión de maná resonó como un trueno desgarrando los cielos, su energía chisporroteaba en el aire como si la misma atmósfera estuviera siendo destrozada por garras invisibles. Cada ataque deHenryyCarlosera un torbellino de poder puro que parecía fracturar la realidad misma, haciendo que los cielos oscurecieran y el suelo se estremeciera como si temiera desmoronarse bajo el peso de la colisión titánica.

Henry,con su figura imponente manchada de sudor y sangre, respiraba profundamente. Su pecho subía y bajaba con una cadencia marcada por una furia contenida. Sus ojos ardían con una mezcla de resolución y rabia inquebrantable."No permitiré que toques a mi hijo,"murmuró, casi para sí mismo, aunque el poder contenido en sus palabras hacía temblar a los más cercanos.

Carlos, por su parte, permanecía inmóvil,con las manos envueltas en relámpagos dorados, como si empuñara el juicio divino en sus dedos. Cada movimiento suyo estaba cargado de una precisión calculada, pero la presión que emanaba de Henry lo hacía sudar.Sabía que esto no era solo una batalla física; era una confrontación de voluntades, una prueba para ver quién flaquearía primero.

Ambos se lanzaron al ataque simultáneamente.Carlos ejecutó un giro perfecto, su puño derecho envuelto en energía eléctrica que chisporroteaba como un enjambre de serpientes iracundas.Su golpe cruzó el espacio con una velocidad cegadora, chocando contra el brazo levantado de Henry, que había erigido un escudo de pura fuerza espacial. La colisión generó una onda expansiva que destrozó los árboles circundantes y dejó un cráter bajo sus pies.

Henry respondió con brutalidad.Su rodilla se estrelló contra las costillas de Carlos, enviándolo hacia atrás como una bala perdida.Se escuchó el crujir seco de huesos fracturándose, pero Carlos, con la determinación de un guerrero consumado, usó el impulso para girar en el aire y aterrizar de pie. Antes de que Henry pudiera avanzar,Carlos lanzó una ráfaga de rayos que llovieron como lanzas celestiales, perforando el suelo a su alrededor y obligándolo a esquivar con movimientos rápidos y calculados.

"¿Es esto todo lo que tienes, anciano?"Henry se burló, sonriendo a pesar de que una herida fresca en su mejilla goteaba sangre lentamente. Con un gesto de su mano, el espacio mismo pareció doblarse, creando un portal que absorbió los rayos restantes. Sin vacilar,Henry extendió su mano, y de ella emergió una esfera de energía comprimida que pulsaba con una oscuridad inquietante.La lanzó con un movimiento rápido, y Carlos apenas tuvo tiempo de conjurar un escudo antes de que la esfera lo alcanzara, desintegrando parte del terreno en una explosión atronadora.

Carlos se lanzó hacia adelante, su velocidad dejando estelas de luz en el aire.En un movimiento preciso y brutal, su rodilla impactó directamente el abdomen de Henry, arrancándole un gruñido de dolor.Aprovechando la apertura,Carlos descargó una serie de golpes devastadores, cada uno acompañado por una explosión de relámpagos que iluminaba el campo de batalla como un amanecer artificial.Cada golpe encontraba su marca: las costillas de Henry, su mandíbula, su pecho.

Sin embargo, Henry no era alguien que cayera fácilmente. A pesar de los golpes brutales que sacudían su cuerpo,levantó un brazo y atrapó el puño de Carlos con una fuerza descomunal, deteniéndolo en seco.Con un movimiento calculado,giró el brazo de Carlos, retorciéndolo hasta que el dolor se hizo evidente en su rostro, y luego lo lanzó contra el suelo con una fuerza titánica que dejó una grieta profunda en el terreno.

A pesar del castigo, Carlos no se detuvo.Desde su posición en el suelo, invocó un rayo masivo que descendió del cielo, golpeando a Henry directamente en el pecho.El impacto hizo que Henry retrocediera, con su armadura fragmentándose en algunas partes, y un rastro de sangre fresca goteando desde su costado.

La sangre de ambos salpicaba el suelo, creando un patrón grotesco que narraba la intensidad de la batalla.Cada corte, cada herida abierta, era un testamento del odio y la voluntad que ambos traían al combate.

"Esto no ha terminado,"declaró Carlos, levantándose una vez más, aunque sus piernas tambaleaban bajo el peso del agotamiento.Henry sonrió, limpiándose la sangre de los labios, un recordatorio de que, aunque estaba herido, todavía era una amenaza devastadora.

"¿Oh, crees que puedes hacer algo más?"La voz deHenryse deslizó como un cuchillo, cargada de burla y desprecio. Desde su posición, su figura irradiaba una presencia abrumadora que parecía devorar el aire."Si una sola lanza te parece tan poco, dime, Carlos..."Una pausa deliberada, su sonrisa se ensanchó, cruel y peligrosa."¿Qué te parecen... estas?"

Carlos sintió un escalofrío recorrer su espalda.Frente a sus ojos, el espacio mismo se fracturó, y de esas grietas surgieron docenas de lanzas carmesí, cada una vibrando con una energía tan intensa que el suelo bajo ellas comenzó a resquebrajarse.Las lanzas flotaban, apuntando hacia él, Ryan, y los guardias que permanecían detrás.El cielo, que ya estaba oscuro por el combate, parecía ahora teñirse con un rojo profundo, reflejando el aura amenazante que Henry emanaba.

Carlos apretó los dientes, con los ojos fijos en Henry.La determinación se mezclaba con el temor en su mirada. No podía permitirse flaquear; no ahora, cuando Ryan estaba detrás de él, observando cada movimiento."¡Ryan, retrocede! ¡Todos, formen una barrera defensiva!"Su voz resonó con autoridad, aunque en su interior sabía que esto podría no ser suficiente.

Los guardias reaccionaron al instante, alineándose y levantando escudos mágicos.Pero incluso entre ellos, el miedo era palpable. Algunos intercambiaban miradas rápidas, susurrando oraciones o maldiciones al darse cuenta de la magnitud del poder que enfrentaban.

"Padre, no puedes enfrentarlo solo."Ryan dio un paso adelante, su mano ya levantada para conjurar una barrera acuática. La gota de agua que siempre lo había acompañado comenzó a brillar intensamente, expandiéndose rápidamente en un escudo líquido frente a ellos.

Henry observó la escena, divertido."Oh, qué conmovedor. Un hijo protegiendo a su padre. Pero dime, Ryan, ¿puedes realmente detener esto?"Con un simple movimiento de su mano,las lanzas comenzaron a moverse.

Era un espectáculo aterrador.Las lanzas no se limitaban a avanzar en línea recta; doblaban el espacio, desapareciendo y reapareciendo en ángulos imposibles.El primer impacto llegó como un trueno, golpeando el escudo de agua de Ryan.La barrera tembló, resistiendo el embate inicial, pero las lanzas seguían viniendo, una tras otra, implacables.

Carlos aprovechó el momento.Con un rugido, su cuerpo se cargó de energía eléctrica, y un rayo dorado descendió del cielo, envolviéndolo en un aura de pura potencia.Su velocidad se disparó, y en un instante, ya estaba frente a Henry, descargando un golpe directo al rostro.

El impacto resonó como una explosión, enviando a Henry varios metros hacia atrás.Sin embargo, cuando el polvo se asentó, Henry se levantó lentamente, limpiándose la sangre que corría por la comisura de su boca."Bien hecho, anciano. Pero ¿eso es todo?"

Antes de que Carlos pudiera responder,Henry extendió ambas manos, y el espacio a su alrededor comenzó a distorsionarse.Las lanzas restantes se redirigieron, algunas atrapando a los guardias en su trayectoria.Uno de ellos, Darian, gritó mientras una lanza atravesaba su escudo y lo empalaba brutalmente, levantándolo del suelo antes de arrojarlo como una muñeca rota.

"¡Darian!"Ryan gritó, sus ojos llenos de desesperación.

Carlos rugió de furia.Su aura eléctrica se intensificó, y con una velocidad cegadora, comenzó a destruir las lanzas restantes una por una, sus movimientos dejando estelas doradas en el aire.Pero mientras él luchaba contra las armas sangrientas, Henry se movió como un espectro, apareciendo justo detrás de Ryan.

"Este juego ha terminado,"susurró Henry antes de levantar su mano. Un orbe oscuro comenzó a formarse, pulsando con una energía antinatural.

Carlos reaccionó por instinto.En un movimiento desesperado, se lanzó hacia Ryan, empujándolo fuera del camino justo cuando el orbe explotó.El impacto destrozó el suelo, enviando fragmentos de roca y polvo en todas direcciones.

Cuando la nube de escombros se disipó,Carlos estaba de pie, sangrando por múltiples heridas, su respiración pesada pero su postura firme.Ryan lo observaba desde el suelo, sus ojos llenos de lágrimas.

"No dejaré que te toque, hijo. No mientras yo siga respirando."

Henry, de pie entre los restos de su ataque, simplemente sonrió."Entonces haré que dejes de respirar."

La lanza de sangre desapareció en un abrir y cerrar de ojos. Carlos abrió los ojos con sorpresa e intentó gritar su advertencia, pero la velocidad del movimiento espacial fue tan rápida que no pudo localizarlo con sus ojos. La habilidad de Henry para mover las cosas de un espacio a otro era casi instantánea.

Fue solo por instinto que logro escapar de la primera lanza le perfore el corazon

La atmósfera vibraba con la tensión de la batalla, como si el mismo espacio se doblara bajo la presión de los poderes desmesurados que se desataban en el campo.Carlos, jadeando, apenas tenía tiempo para reaccionar a los cambios que ocurrían a su alrededor.Había aprendido a confiar en su instinto, pero ahora, en medio de la furia de Henry, ni siquiera eso parecía suficiente.El sonido de la lanza de sangre desapareciendo en el aire fue tan agudo como el filo de una cuchilla.

Antes de que Carlos pudiera siquiera procesarlo, la lanza ya estaba a punto de atravesarlo.En un parpadeo, la habilidad de Henry había reconfigurado el espacio, haciendo que el ataque se materializara en un abrir y cerrar de ojos. El espacio se retorcía alrededor de ellos, yla lanza se presentó ante Carlos, afilada como el filo de una navaja, apuntando directamente a su corazón.

Carlos, al sentir la presión, reaccionó en el último segundo.Su cuerpo se movió casi por puro reflejo, pero la lanza era más rápida que cualquier movimiento que pudiera hacer.El filo carmesí atravesó su costado con una velocidad imparable, perforando su carne y arrancando un grito ahogado de su garganta.

La sangre brotó en una cascada roja, empapando rápidamente su ropa.El dolor fue insoportable, como si todo su cuerpo se desintegrara bajo el impacto.Pero en su mente, solo existía un pensamiento claro:"No puede ser... no ahora."

En un último esfuerzo desesperado,Carlos se giró y vio cómo la lanza seguía avanzando hacia su pecho, dispuesta a destrozarlo.Su mente comenzó a nublarse, pero a través del dolor y la angustia, logró juntar sus fuerzas restantes.Con una rapidez feroz, usó lo poco que quedaba de su mana para generar una barrera eléctrica que rodeó su torso, desviando parcialmente la lanza de su corazón, pero aún así, el golpe lo lanzó hacia atrás.

El impacto fue brutal, su cuerpo se estrelló contra el suelo con una fuerza que le robó el aliento.La lanza, aún unida a su costado, lo mantenía en el suelo, la herida sangrando sin cesar.

En el campo de batalla,Henry observó la escena con una calma ominosa.La satisfacción se reflejaba en su rostro."Vaya, me sorprendes, Carlos... Pensé que me enfrentarías más de cerca."Su voz fue cargada de burla, mientras observaba cómo su oponente luchaba por mantenerse consciente.

Ryan, desde la distancia, sintió un nudo en su estómago al ver a su padre tirado en el suelo, herido de muerte.La desesperación llenaba su corazón mientras veía el sacrificio de su familia, sabiendo que no quedaba mucho tiempo.Pero cuando miró a Henry, su determinación se renovó."¡No! No dejaré que esto termine así."

Con un rugido de furia,Ryan convocó su mana, liberando una explosión de agua que transformó el aire alrededor en vapor, creando una niebla espesa que dificultaba la visibilidad.Pero Henry no mostró señales de temor.La habilidad para mover objetos a través del espacio seguía siendo su ventaja definitiva.

Carlos, aún en el suelo, comenzó a arrastrarse con desesperación, sabiendo que tenía poco tiempo antes de que Henry le diera el golpe final.Con sus últimas fuerzas, levantó la mano,desprendiendo una ola de energía eléctrica hacia el cielo.La tormenta se desató con furia, pero su impacto fue disipado antes de llegar a Henry.

"Es inútil,"susurró Henry,"ya te lo dije. El espacio no perdona."

A pesar de su herida mortal, Carlos sonrió con amargura."No he terminado... No mientras haya vida en mí."

El monóculo de Ryan que sorpresivamente había sobrevivido ante los ataques brillo una vez mas observando a Henry y a su habilidad.

Habilidad de rango B: Salto Espacial

Naturaleza:Espacio

Descripción:La habilidad "Salto Espacial" permite al portador manipular todo lo que se encuentra dentro de un diámetro de 500 metros, con él mismo en el centro. Dentro de este radio, la distancia se vuelve irrelevante; los conceptos de "lejos" y "cercano" no existen para el portador. Esto significa que puede trasladar objetos, personas o incluso ataques instantáneamente, haciendo que el campo de batalla se convierta en un laberinto de posibilidades.

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