Disclaimers: Harry Potter, los personajes, los nombres y los signos relacionados son marcas comerciales de Warner Bros. Entertainment Inc., los derechos de autor de la historia "Harry Potter", pertenecen a J.K. Rowling; por lo tanto, son usados sin intención de lucro alguno, la historia paralela, al igual que los personajes originales, me pertenece en su totalidad, y no pueden usarse sin mi autorización, cualquier tipo de adaptación de esta historia está prohibida.
James había sido tan amable, de darle unos días para que pensara las cosas, el hecho era, que si se empeñaba, en dejar que Druella pudiese tener al menos un hijo, Remus II, tendría que tomar el trono, sin importar que la reina regente diese a luz a un varón, lo había hablado con Edward, después de todo, no tenía con quien más hablarlo, y a lo largo de los años, se habían entendido un poco, desde luego que no eran los mejores amigos, ni los cómplices en todo, pero se ayudaban en sus predicamentos, como buenos amigos, al final, tenían que tener una buena relación, si tenían que pretender el resto de sus vidas, que eran una feliz pareja, con dos hijos.
Su marido, había tenido un punto interesante, no importaba la situación, si Druella tenía o no hijos, Remus II, se sentaría en el trono, porque James así lo había decidido desde el momento en que se enteró que había tenido un varón, las cosas habían jugado al azar, porque también era cierto, que el rey, jamás había tenido intención alguna de preñarla hasta obtener un heredero al trono, había sido muy benevolente cuando se enteró que su primogénita y su segundo hijo, habían sido mujeres.
Si bien, había optado por asesinar a su primogénita, el hecho de que hubiese sido mujer, no era la razón, al menos no la principal, o eso creían Teddy y Lily, que habían «adivinado» que sus actos eran motivados, al hecho de que la pequeña niña, era realmente idéntica a él, ni siquiera con el hecho de decir que era porque eran tío y sobrina, se podía justificar el parecido que había entre ellos, y no, porque la gente hablara sobre que su hermana se había ido a la cama con su ahora esposo, además él siempre lo había expresado, que no dejaría nada ni a nadie, que le impidiera seguir en el trono.
Al menos, como bien lo había dicho James, le había permitido, que su embarazo llegara a término, le permitió cargar a su primogénita, hablarle, alimentarla al menos una vez, y aunque tuvo la decencia de no asesinarla frente a ella, le permitió saber el lugar donde la enterró, le permitió llorar su pequeño cadáver.
Sabía que se había enamorado de una mala persona, pero al menos, dentro de todo lo malo, le había dado un poco de paz y tranquilidad, al darle un lugar donde irle siempre a llorar, claro que ahora en el castillo, en la capital del reino, le iba a ser casi imposible ir a visitarla tan seguido como antes lo hacía.
Levantó la mirada hasta su marido, que la observaba un poco apenado, también le había dicho algo que la había dejado meditando, sin importar si se hubiese enamorado o no, del rey, sus hijos ocuparían el trono, lo único que le salvaría de dicho destino, era que James, se hubiese sentido atraído por Druella, al menos lo suficiente, como para no detestar la idea de concederle un hijo, un heredero al reino, que consiguió con sangre.
—No tiene que ser tan terrible para él, Lily –se animó a hablar Ted.
—No quiero algo así para él, Ted –admitió.
—Su padre es un tipo muy feliz, estando en el trono –se encogió de hombros.
—Eso lo sé –soltó incómoda –y mira lo que tener el trono lo ha convertido, no –se corrigió –lo que conseguir ese trono lo convirtió, además, veo a mi hijo y… no creo que ese pequeño bebé, no sé si… sea capaz de hacer todo eso, para tener el trono, ¿y qué tal si resulta ser todo lo que James aborrece? ¿Qué si realmente no tiene las habilidades para llevar el reino?
—Bueno, para eso, primero tendrá que crecer, y estudiar, mi padre, yo, y James, le enseñaremos todo lo necesario para que sea un buen rey, Lily.
—Saberlo no es lo mismo que hacerlo –observó al hombre preocupada –el claro ejemplo son los hermanos Scamander, Lorcan puede ser muy idéntico a Lysander, aprendieron con los mismos maestros, tienen la misma sangre e incluso el mismo rostro, y Lorcan, no es ni de cerca, tan hábil como su hermano, ¿no es la razón por la cual James, lo detesta?
—No la principal, pero sí de las importantes –admitió Ted.
—O tu hermano –le recordó –han sido criados por las mismas personas, y tú eres por mucho, más inteligente, más preparado y… sí, más atractivo que él.
Ted sonrió cuando lo aduló, aquello realmente no era muy normal, se giró un poco al notar que la mujer se había puesto roja al notar que había expresado en voz alta, que le parecía un hombre atractivo, si James hubiese estado cerca, sin duda, en ese momento, la princesa, sería viuda.
—Es un bebé, Lily, es imposible que sepamos las habilidades que tendrá, quizás sí, no sea tan hábil como su padre en combate, pero, quizás sea la mente maestra más grande que ha existido en todos los tiempos, y podrá enviar a hombres a luchar en su nombre.
—Solo un cobarde hace eso.
Los dos se giraron hasta el hombre que había entrado recién, Lily le dio una mirada de ya ves, a su marido, en cuanto la sonrisa fanfarrona de James apareció en su rostro.
—A veces…
—No tienen de que preocuparse, haré que los mejores en combate, lo entrenen, quizás, incluso yo, pueda entrenarlo –sonrió.
—Pero ¿y qué sino es hábil? –lo observó Lily –serías el primero en cortarle la cabeza o torturarlo, y sino tú, los demás nobles del reino, con tal de hacerse del trono –lloriqueó Lily.
—No, es un Lupin –informó observando a Ted –Remus ya ha dicho que me es leal a mí, que protegerá a quien ponga en el trono, y bueno ¿qué mejor si cree que es su nieto? Así que tendrá el apoyo de su familia, que casualmente, es de las más poderosas e influyentes del reino ¿no es así, Edward? –Lo señaló James, sentándose en el sofá individual, y subiendo las piernas a la mesa de té –o no me vas a decir, que tu hermano es el único que se ha dado cuenta, y que, por lo tanto, quien más ha estado aprovechando eso, para comercializar con esclavos –sonrió.
—Majestad…
—Suponía que no lo sabían, así que… tienen que hacer junta, o seré yo, quien vaya personalmente, y haga de él lo que hacen en Roma, le coloque unos grilletes, y lo degrade a un simple esclavo.
—Tenga por seguro que ni mi padre, ni yo, sabíamos lo que me ha dicho ahora, pero tomaremos cartas en el asunto –asintió –y supongo que es su amable forma, de decirme que sobro en esta conversación.
—Chico listo –sonrió James.
Al parecer, el tiempo se le había terminado a Lily, porque la expresión en el rostro de su hermano era de todo, menos de paciencia, había pasado días pensando al respecto, pero la idea de su hijo tomando las riendas del reino era algo que no quería, quizás era un poco exagerada al respecto, pero no quería una presión así, sobre los hombros de su hijo.
—Bueno, ¿y qué pensaste? –Preguntó abiertamente.
—Lo cierto, es que no sé para qué me diste días para pensar algo, que no importa lo que diga, querrás ponerlo en el trono –murmuró.
—Es cierto, pero dime esto, ¿quieres que tenga un hijo con alguien más? No lo sé, Elisheva, quizás, si tenemos suerte, y engendra un varón, será el heredero, pero –hizo un mohín, realmente no quería herederos –admitió.
—Pero…
—Si no quieres a tu hijo en el trono, está bien –se puso de pie.
—James –pidió.
—No, tranquila, estoy renunciando a ellos como hijos, como descendencia, como todo –sonrió divertido.
—Es solo que estás buscando que me sienta culpable y así acepte, ¿no es así?
—Podría jugar esa carta –la observó –pero ahora que dices que prefieres la vida de tu hijo sobre todo lo demás, bien –se alejó.
—James, ¿qué vas a hacer? –Exigió.
—No pienso dejar heredero estipulado, tranquila, más bien, dejaré que el trono lo tome quien lo quiera, espero… que la guerra que ocurrirá después de mi muerte, sea algo benévola con tus hijos, y contigo.
—No vas a manipularme.
—Desde luego que no –se quedó callado –como sea, supongo que realmente no te interesa mucho el reino, igual, antes de ti, no pensaba dejar heredero, simplemente volví al inicio.
—Remus y Elizabeth no tienen la culpa de algo que yo estoy decidiendo por ellos.
—Ahora quieres decirme que tengo que esperarme a que él sea mayor, para que decida si quiere sentarse en el trono, Lily, soy el rey, tengo la autoridad para heredarle todo este reino con o sin tu permiso –se burló –pero supongo que no va a importarte las decisiones que tome, yo no pregunté que habías pensado sobre Remus II, sino sobre Druella y yo.
—Yo…
—Descuida –hizo un ademán –ya te lo dije, no me interesa nada más que salga de tu boca, hablaré con tu marido, él decidirá si te quedas con él, o te regresa a la propiedad.
—No puedes culparme por amarlos igual o más que a ti –le reprochó Lily –por más que quiera amarte solo a ti, sin importarme ellos, no puedo, James –lloró –no importa cuanto sea capaz de darte para que seas feliz y te quedes a mi lado, ellos no han pedido nada, ni siquiera venir al mundo, fue nuestro error, o quizás fue el resultado de todo el amor que te tengo, que mi cuerpo no era suficiente para mantenerlo todo.
James la observó sin emoción alguna, ella no sabía porque le había dicho tremenda verdad, quizás en el fondo, esperaba que fuese hasta ella y le dijera que la amaba, que los amaba, que era ese sentimiento, no interés, no lujuria, que había algo más profundo, pero simplemente se giró sin decir nada, sin darle importancia, y salió de la habitación sin más.
—LHR—
Druella se detuvo cuando escuchó un sonido detrás de ella, frunció el cejo al ver al hombre rubio acercarse con una sonrisa, después de hacerle una pequeña reverencia, quizás esa fue la razón principal por la que se dio cuenta de que no era Lysander Scamander, ya que éste nunca había hecho algo así, pero saber que era Lorcan, no le agradaba mucho, su esposa podía caerle un poco —ya que siempre la halagaba—, pero él, le parecía poca cosa.
—Alteza –sonrió sujetando su mano y dándole un suave beso en el dorso.
—Lorcan, ¿cierto? –Sonrió un poco incómoda.
—Así es, perdón que me tome tanto atrevimiento, alteza, es solo que mi esposa, ha estado pasando mucho en sus fiestas de té.
—Oh, no sabía que…
—No, es solo que –hizo una pausa, colocando una mueca de disgusto –me he enterado de algunas cosas, que… supongo que serán de su agrado.
—Cosas que serán de mi agrado, supongo que la información viene con cierto precio, ¿verdad? Dígame, señor Lorcan, ¿qué puede interesarle a usted?
—Principalmente, quiero que sepa, que en mí tiene un gran aliado, quizás me he tardado un poco en acercarme a usted, pero la verdad, es que ahora que tengo las cosas más claras, no pierdo mucho en intentarlo.
—No comprendo, ¿está charlando conmigo o mantiene una conversación unilateral? –Se burló de él.
—Oh –puso los ojos en blanco –realmente no estoy de humor para sus chistes, majestad –gruñó.
—¿Cómo te atreves a…?
—Bueno, majestad, olvida que, por un breve momento, pero fui parte de la guardia del rey James, por lo tanto, estoy al tanto de su desagrado por usted, por un momento, quise darle el privilegio de la duda, sobre que él podía ser un poco benevolente con usted, pero realmente ya dudo eso –sonrió –así que… no podría hacerme nada, porque realmente creo que él no tiene ni un poco de aprecio por usted.
—Maldito…
—Soy inteligente, contrario de lo que piensan, y por mucho que puede pasarme por alto algunas cosas, contrario de su alteza real –sonrió –yo sí he tocado a mi mujer, dejé de hacerlo en cuanto dio a luz a un hijo varón –aceptó –pero… curiosamente, he notado que hay cierta actividad de ella y mi hermano cuando no estoy.
—Lorcan…
—Sé que no le interesa mi vida personal, majestad –sonrió –pero, todo inició mi curiosidad de ¿por qué razón Audrey hizo todo por ser invitada frecuente de usted a sus fiestas de té? Adulándola siempre, si era la mejor amiga de la princesa Lily, en su vida de campesinas.
—Oh –comentó enfadada.
—Ajá –aceptó –ahora, agreguemos su relación ilícita con mi hermano, y tenemos una cuenta clara frente a los ojos ¿no lo cree? Lo cual, me ha llevado a mi siguiente interrogación ¿por qué el rey James, tiene la necesidad de enviar a una espía a sus fiestas de té?
—Lo cierto, es que no tengo la menor idea.
—Creo que él quiere saber qué tanto poder tiene realmente en la corte, y los dos sabemos, que nadie va a apoyarla si hace algo en contra del rey ¿cierto?
—Yo no estoy planeando algo en contra de mi marido –se burló –no importa cuanta distancia exista entre los dos, sigo siendo la reina.
—Sí, una inútil, que no ha podido dar heredero al reino, ¿cuánto tiempo cree que les tome a los nobles atentar contra usted? –Sonrió.
—Ah, supongo que sabes más de lo que dices ¿qué es?
—Lo que digo, es que lo que tiene que hacer, es cortar la esperanza de la corte, con su milagroso niño.
—Estás diciéndome que asesine al hijo de mi cuñada.
—Majestad, si usted no hace nada, ese niño va a llegar al trono, y no creo que le esté dando una idea novedosa, por esa mirada –Druella sonrió ante las palabras de Lorcan –sin duda, es bastante interesante, contrario de lo que pensé, majestad –admitió.
—La gente me subestima, pero puedo darme cuenta de las cosas por mí misma, Lorcan –admitió –no ha dicho nada nuevo, ciertamente.
—Ya que no confía en mi esposa, creo que tengo que decirle que quiero deshacerme de ella.
—¿Y por qué no lo ha hecho?
—Hay formas más elaboradas en las que puede sernos útil, a diferencia de nosotros, ella tiene gente a la que podemos usar para obligarla a ayudarnos.
—Gente –sonrió –si ella le dice a su amante, usted terminará con los intestinos sobre el suelo.
—Posiblemente, pero la conozco mejor de lo que Lysander, y tengo a sus hijos como carta de cambio –se encogió de hombros.
—Los hijos –sonrío –sí, muchos dicen que las madres son capaces de todo, por mantenerlos a salvo –admitió.
—Y si jugamos bien nuestras cartas, podemos deshacernos de más aves de un solo tiro.
—¿Más aves?
—Digamos, que podemos hacer que la vida para muchas personas sea un infierno, sin tener que salir perjudicados –sonrió.
—Están demasiado protegidos –informó.
—Lo sé, pasar por ellos es imposible, lo he calculado bastante bien, ser William es imposible de pasar, sin embargo, hay otros métodos –sonrió.
—Bien, pero no quiero los detalles, encárgate de ello –aceptó.
—No voy a decepcionarla, alteza –hizo una reverencia y salió del amplio templo.
Druella sonrió, sin duda, la iniciativa de Lorcan Scamander le había tomado por sorpresa, pero por fin había encontrado a alguien capaz de ayudarle a llevar a la realidad todos aquellos pensamientos que habían estado rondando su mente; quería a Lily Luna Potter y a toda su estirpe muerta. Nadie. Absolutamente nadie, iba a extrañarles.
Siguió paseando por el enorme templo, cuando no tenía ganas de soportar a nadie, solía ir ahí, para meditar un poco, tranquilizarse de sus pensamientos inquietantes, por primera vez en largo tiempo, comenzaba a sentir menos peso sobre los hombros, nada más le quedaba esperar porque Lorcan Scamander haría, pasar al guardia de Lily era casi imposible o eso le había dicho Zabini, y normalmente el niño estaba con su madre.
—X—
Habían pasado algunos días, así que, para distraerse, volvió a organizar una pequeña fiesta de té, Audrey Scamander volvió a ser invitada, Druella la observó con más atención que nunca, claro que no lo hizo tan obvio, no entendía porque Lysander enviaría a su amante a espiarla, ella realmente no había hecho nada en contra del rey, o pensado hacerle algo, así que no entendía, ¿quizás era solo para burlarse de ella por lo que decía de James?
—La casa ha sido un caos –dijo una mujer –mis hijos se han enfermado, pero no hacen caso sobre correr sin abrigo con este frío –gruñó.
—Mantenerlos sanos es un dolor de cabeza –admitió Audrey –al menos hacen caso de su padre y no se comportan ni un poco fuera de línea.
Druella sonrió, quiso preguntarle ¿a cuál padre te refieres a Lysander o a tu marido? Pero lo encontró de mal gusto, además, eso anunciaría que estaba al tanto de cosas que se supone que nadie estaba enterado, y si estaba llevándoles información, bueno, se encargaría de que solo llevara basura en lugar de verdades.
—Ha estado muy callada, alteza –comentó una mujer.
—Oh, no, es solo que mi mente ha quedado atascada en la reciente carta de mi madre, diciendo que la salud de mi padre ha estado un poco delicada.
—Oh, alteza, rezaremos mucho para que la salud de su padre mejore –comentó una mujer regordeta.
—Se los agradezco, aunque la relación de mi padre con mi marido es complicada, no me gustaría que nada le pasara.
—El rey Draco es un hombre fuerte, claro que podrá salir bien librado de esto.
—Realmente espero que sea así –sonrió fingiendo pena.
Suponía que, con la falsa noticia de la precaria salud de su padre, eso tendría a James de buen humor, creyendo que pronto se desharía de él, pero lo cierto era que su padre no podía gozar de mejor salud, porque eso lo volvería en un ser inmortal, o algo por el estilo, pensó Druella, pero mientras los tuviera lejos de sus asuntos, no importaba inventar un poco, en lo que Lorcan, lograba deshacerse de Lily Luna y los suyos.
