Buenas aquí les dejo una adaptación de un libro que me gusto, los personajes de inuyasha no me pertenecen si no a "Rumiko" ni la historia ni los personajes del libro sino a "Shelby" espero que les guste
Asesino de brujas
Libro 1
La bruja blanca
(poco a poco, el pájaro construye su nido)
Cap. 19
Asesina De Brujas
Kag
Inuyasha se negó a hablar conmigo en el camino de regreso a la Torre de los Chasseurs. Me esforcé por seguirle el ritmo, cada paso era una puñalada en mi corazón.
Asesina de brujas asesina de brujas asesina de brujas.
No podía mirar a Yuka, no podía procesar la forma en que su cabeza colgaba sobre la espalda de inuyasha. El modo en que su cabello rubio ondeaba con cada paso.
Asesina de brujas.
Cuando inuyasha entro, los guardias solo vacilaron un segundo, antes de entrar en acción. Los odiaba. Odiaba que se hubieran preparado toda la vida para ese momento. Con los ojos brillando con anticipación, el entregaron una jeringa de metal a inuyasha.
Una inyección.
Mi visión se nublo. Las náuseas sacudieron mi estómago.
-Los sacerdotes están ansiosos por probarla en una bruja. -El Chasseur más cercano a inuyasha inclino el cuerpo hacia delante, entusiasmado-. Es su día de suerte.
Inuyasha no vacilo. Movió a Yuka hacia delante y hundió la aguja en su garganta con fuerza bruta. La sangre cayo sobe el hombro de la mujer y mancho su vestido blanco.
Podría haber sido mi alma.
Cayo de los brazos de inuyasha como una piedra. Nadie se molestó en sujetarla y su rostro choco en el pavimento. Su pecho apenas subía y bajaba. El segundo Chasseur se rio y empujo la mejilla de Yuka con su bota. Ella no se movió.
-Supongo que eso responde a la pregunta. Los sacerdotes estarán contentos.
Luego vinieron los grilletes: gruesos y cubiertos de sangre. Los colocaron en sus muñecas y tobillos antes de levantarla por el pelo y arrastrarla hasta la escalera. Las cadenas tintineaban con cada paso mientras desaparecía más abajo… descendiendo a la boca del infierno.
Inuyasha no me miro mientras seguía a los otros dos.
En ese instante, sola junto a la jeringa vacía y la sangre de Yuka como recordatorio de lo que había hecho, realmente me odie.
Asesina de brujas.
Llore de angustia.
Como si percibiera mi traición, el sol no salió a la mañana siguiente. Permaneció oscuro y ominoso, el mundo entero cubierto de una manta gruesa negra y gris. Los truenos rugieron a lo lejos. Observe por la ventana de mi habitación, con los ojos enrojecidos y vidriosos.
El arzobispo no perdió tiempo en abrir las puertas de la iglesia para gritar a los cuatro vientos los pecados de Yuka. La sacó encadenada y la lanzo al suelo antes sus pies. La multitud gritaba obscenidades y le lanzaban lodo y piedras. Ella sacudía frenéticamente la cabeza de lado a lado buscando a alguien.
Buscándome.
Como atraída por mi mirada, alzo la cabeza y sus ojos azul pálido encontraron los míos. No necesitaba oír las palabras para ver la forma que adoptaban sus labios… para ver el veneno que brotaba de su alma.
Asesina de brujas.
Era el peor deshonor.
Inuyasha estaba de pie frente a la multitud, su cabello flotaba enmarañado al viento. Había construido una plataforma la noche anterior. La hoguera rustica de madera atravesaba el cielo que vertía las primeras gotas gélidas de lluvia.
En esa hoguera ataron a mi hermana. Ella aun vestía su atuendo teatral, un vestido blanco sencillo que le llegaba a los talones, ensangrentado y manchado por los horrores que los Chasseurs le habían hecho en el calabozo. Por la noche, había estado cantando y bailando en el Soleil et Lune. Ahora afrontaba la muerte.
Todo era por mi culpa.
Yo había sido una cobarde, me asustaba demasiado afrontar mi propia muerte para salvar a Yuka. Para salvar a los míos. Cientos de brujas… muertas. Coloqué una mano sobre mi garganta, justo sobre mi cicatriz, y reprimí el llanto.
Hojo se movió incomodo detrás de mí.
-Es difícil la primera vez -dijo con voz ahogada-. No debes mirar.
-Si, debo. -Mi respiración se detuvo cuando él se puso de pie junto a mi torre de muebles. Las lágrimas caían libremente sobre mis mejillas y formaban un charco en el alfeizar de la ventana-. Es por mi culpa.
-Es una bruja -dijo Hojo en voz baja.
-Nadie merece morir así.
Se sorprendió ante mi vehemencia.
-Las brujas sí.
-Dime, Hojo. -Me gire hacia él, desesperada por que comprendiera-. ¿Alguna vez has conocido una bruja?
-Claro que no.
-Si. Están en todas partes, por toda la ciudad. La mujer que reparo tu chaqueta la semana pasada tal vez era una o la criada que esta abajo y que se ruboriza cada vez que la miras. Tu propia madre podría haber sido una y nunca lo sabrías. -Hojo sacudió la cabeza, abriendo los ojos de par en par-. No son todas malvadas, Hojo. Algunas son amables, cariñosas y buenas.
-No -insistió-. Son malvadas.
- ¿No lo somos todos? ¿Acaso no es eso la que tu propio dios predica?
Se puso serio.
-Es distinto. Ellas son… antinaturales.
Antinatural. Me coloque las manos en los ojos para reprimir las lágrimas.
-Tienes razón. -señale hacia abajo, donde los gritos de la multitud aumentaban. Una mujer de pelo castaño al fondo de la multitud lloraba desconsolada-. Contemplaba el curso natural de las cosas.
Hojo frunció el ceño mientras inuyasha le entregaba una antorcha al arzobispo.
Yuka temblaba. Mantenía sus ojos clavados en el cielo mientras el arzobispo bajaba la antorcha con un arco veloz y encendía los trozos de la paja debajo de ella. La multitud rugió con aprobación.
Recordé el cuchillo sobre mi garganta. Sentí el beso del filo sobre la piel.
Conocía el terror en el corazón de Yuka.
El fuego se propago con rapidez. Aunque las lágrimas nublaban mi vista, me obligué a escuchar sus gritos. Cada uno desgarraba mi alma y tuve que sujetar el marco de la ventana para no perder el equilibrio.
No podía soportarlo. Quería morir. Merecía morir… marchitarme y arder en un lago infinito de fuego negro.
Sabía lo que debía hacer.
Sin pensar, sin detenerme a evaluar las consecuencias, cerré los puños.
El mundo estaba en llamas.
Grité y caí al suelo. Hojo corrió hacia mí, pero sus manos no podían sujetar mi cuerpo, que se sacudía. Tuve convulsiones, me mordí la lengua para detener los gritos mientras el fuego me atravesaba, mientras creaba ampollas en mi piel y consumía los músculos sobre mis huesos. No podía respirar. No podía pensar. Solo existía la agonía.
Abajo, los gritos de Yuka se detuvieron abruptamente. Su cuerpo se relajó en las llamas y una sonrisa pacifica cruzo su rostro mientras cruzaba en paz a la vida eterna.
Continuara…
Pd: (19/41)
Reviews?
