Capítulo 14
La Verdad
Rom, sentado al otro lado de la habitación, también me mira con una expresión cargada. Sin embargo, a diferencia de la intensidad de Reinhard, lo que veo en Rom es culpa. No estoy completamente seguro de las razones detrás de la desaparición de la familia real, pero parece que él sabe más de lo que está dispuesto a contar.
«Cuidar de Felt se puede tomar como una muestra de arrepentimiento».
—Creo que todos asumieron lo mismo, y es que Felt es descendiente de la familia real, ¿cierto? —pregunto, y Felt abre sus ojos como si estuviese diciendo blasfemias.
Estiro mi mano, pero no parece detenerla.
—¿JA? Lo dices con tanta calma, ¿Una descendiente de la familia real? —Toma mi mano, apretándola con fuerza mientras su rostro solo muestra molestia—. ¡Eso es imposible! ¡Toda mi vida crecí en los barrios bajos!
Felt mira hacía Rom y Reinhard, pero estos solo se quedan callados.
—¿Ustedes lo sabían? —A pesar de preguntarlo no parece en si una pregunta—. ¡Respondan!
—No quise ocultarlo, me disculpo de todo corazón. —Reinhard se arrodilla ante Felt, inclinándose para calmarla.
La noticia de que Felt es alguien de la realeza no pasaría desapercibida ante nadie. De hecho, esa mera noticia sería una catapulta hacía el éxito de su campaña política. El problema es que bajo las condiciones de la desaparición de la familia real no hay forma de saber a ciencia cierta quien la exterminó y el porqué de ello.
—No es algo que esté confirmado, no tienes que adelantarte. —Sonrío levemente, intentando calmarla—. Reinhard tampoco podía confirmarlo, en especial por lo que significa serlo.
Reinhard me mira a los ojos, y con eso entiendo que el también piensa lo mismo.
—¿Lo que significa? —pregunta Emilia, y yo asiento con la cabeza.
—Buscaran asesinarla —responde Rom, entrecruzando sus dedos—. La familia real no murió en condiciones naturales, ninguna enfermedad es así.
Reinhard, por primera vez, abre sus ojos levemente. La mirada que posee dice que no esperaba que Rom hablase de eso. No sé qué habilidades tenga Reinhard al completo, pero estoy seguro su bendición divina le permitió ver los pensamientos de Rom en algún punto.
Todos nos quedamos callados, por lo que esperamos a que Rom decida hablar.
—¿Lo sabes, verdad? Pelirrojo, tú sabes cual es mi identidad. —La mirada de Rom hacia Reinhard podría describirse como una amenazante, pero el rostro imperturbable del mejor caballero dice que, ciertamente, conoce la identidad de Rom.
«¿A qué se refiere Rom?». Honestamente no entiendo a que pueda hacer referencia, pues en la novela no leí información al respecto.
—No te hagas el idiota, ¡Tsh! Por eso hablar con niños es tan molesto. —Escupe al suelo, mirándonos con cierto… ¿temor?
—Puedes decirlo sin temor, después de todo esta conversación no existe. —Sonrío, indicando que no tiene de que preocuparse.
Reinhard cierra los ojos unos segundos, para luego asentir en forma de aprobación.
—Hoy no vine como el caballero Reinhard Van Astrea, ni como parte de mi familia. —Abre los ojos, y veo en su mirada un cambio, un cambio profundo que no comprendo del todo—. Hoy solo soy Reinhard.
—Reinhard… —Lo miro sorprendido, pero Felt entonces hace una mueca.
—¡Que es esta aura tan deprimente! Es solo su pasado, de hecho, ni siquiera importa. —Felt se cruza de hombros—. ¡El viejo Rom es y siempre será el viejo Rom! ¡Que sea amargado y anciano es parte de él!
Rom sonríe levemente, pero en sus ojos se puede ver el amor que tiene hacía Felt. Se puede ver que la mira como su hija, como lo más importante para ella.
—Esas palabras no son muy dulces, mocosa. —Rom acaricia la cabeza de Felt, haciendo que esta intenta moverse para alejarse.
—¡Oye! ¡Deja de…! —Felt hace silencio al ver la expresion de Rom.
Todos nos quedamos en silencio. No es que tengamos miedo de hablar, es solo que parece que Rom de verdad tiene miedo de hacerlo.
—Yo fui uno de los generales que participó en la guerra demihumana.
Emilia se lleva las manos a la boca, mientras que Felt se queda mirándole. Yo lo miro con indiferencia, pues realmente no es algo tan relevante para mí. Entiendo que fue un golpe fuerte, pero realmente hubo motivos tras esa guerra.
Motivos que no están claros aún.
En los libros de historia ambos bandos fueron bastante codiciosos.
Ambos cometieron errores, por lo que no es algo de lo que deba temer. El problema parece ser más profundo.
—El crecimiento de la "enfermedad" que azotó a la familia real no fue coincidencia, en realidad era algo mucho más profundo. —La mirada de Rom se hace pesada, y entonces, su boca se abre—. Sphinx, ese nombre, ¿lo conocen?
Todos rechazamos con la cabeza, todos a excepción de Reinhard.
—Fue uno de los tres generales, de hecho, ese nombre… confirma que ciertamente fuiste un general. —La voz de Reinhard es profunda, su mirada usualmente seria y pasiva ahora se ve simplemente pesada—. Su nombre fue borrado de los anales de la historia con la intención de no propagar el temor de su existencia.
No hay intención asesina, pero de alguna forma hay resentimiento.
—Su poder es grande, por lo que se decidió ocultarlo para disminuir la influencia que tuvo tras la guerra. —Reinhard toma sus manos—. Yo lo sé solo por mi título… es una gran calamidad andante.
—El poder de traer de vuelta a los muertos, ese poder que muchos han intentado codiciar. —Rom aprieta su mano—. El sacramento del rey inmortal.
Mis labios empiezan a temblar, como si una pisca de información acaba de causar una avalancha de pensamientos.
«¿Sacramento del rey inmortal?» Leí algo sobre ello en los libros de Echidna. Es una habilidad para usar el cuerpo de una persona como un cascaron que conserva sus recuerdos pero es totalmente manipulable por el portador.
«Una habilidad así requería de masacres enteras, eso significa que la guerra…»
Mejor dejo de tener conjeturas extrañas; no puede ser tan simple.
—¿Pero qué tiene que ver con eso? —pregunto, intentando ir al grano.
—Una vez escuché una conversación entre Sphinx y una persona que desconozco. "Necesito un cadáver real, entonces te daré el objeto que codicias." Esas fueron concretamente las palabras, eso fue antes de perder contacto con ella. —Su mirada se decae—. Como pueden ver la familia real murió bajo esas condiciones, entonces significa que consiguieron lo que buscaba.
«Fourier Lugunica…»
El sudor empieza a correr de mi frente, mis manos tiemblan levemente.
Creo que empiezo a entender un poco el motivo de su aparición, el motivo por el cual es tan fuerte y, a su vez, es tan oportuno.
«Frey… no, ¿el cuerpo de Fourier está siendo usado como medio para obtener el reino de Lugunica?»
«Debe haber algo más que un mero reino».
El problema es con quien hablaba aquella persona. El nombre de Sphinx realmente no me suena para nada.
«El culto de la bruja no codicia el reino, pero si hay algo que deben desear».
—El hecho de que Felt este viva, considerando esas condiciones, es solo gracias a que estuvo perdida durante todo este tiempo, probablemente considerándola muerta. —Tomo mi barbilla, mirando hacía Felt.
Entonces, Emilia concluye:
—Ella es la mayor prueba de que no fue una enfermedad común, si no algo planeado; esa noticia sacudiría el reino por completo.
Asentimos, y ella se acerca más hacía Felt.
—Eso es horrible, ¡que toda la familia sea asesinada! —Emilia mira hacía Reinhard, como si estuviese pidiéndole algo de esperanza.
—Ford Lugunica, es quien considero puede ser su padre, señorita Felt. —Reinhard interrumpe, y ella se queda callada, apretando sus labios—. Puede que el señor Ford supiese de esta situación, decidiendo dejarle para salvarla de lo que iba a suceder.
—Eso significa que pudo ser una traición interna de la propia familia real —concluyo, y Reinhard baja la cabeza.
Esto es importante, descubrir que la familia real realmente conocía de lo que sucedería. Un plan que acabó con la familia real, y, por supuesto, con su vida. El problema es que no entiendo la razón para salvar a Felt.
Puede que Ford Lugunica decidiera sacrificarse para salvarla al enterarse de la traición, o que directamente fue amenazado para traicionar a la familia real.
«Si tan solo hubiese leído más de la historia, en vez de solo lo básico»
—Pero, dejarle a merced del hambre y la necesidad, pudo haberle dejado en mejores condiciones. —Emilia sostiene una mirada triste, llena de dolor.
Reinhard ladea la cabeza.
—Cualquier movimiento de la familia real era registrado, por ello debían ser perfectos. —Reinhard aprieta sus manos—. De hecho, la desaparición de la hija de Ford nunca fue registrada. Esto es algo que me enteré cuando investigué sobre la posible identidad de mi señorita, sin embargo no conseguí más información.
«Miklotov debe saberlo: quien fue la persona que ocasionó esto»
Si lo sabía entonces pudo haber hecho un movimiento más certero, usar ese conocimiento para atraer a Felt al podio y destruir toda la política interna. Reinhard Van Astrea es un muro indestructible, por lo que realmente Felt no puede morir mientras este bajo su protección.
«¿Por qué nos eligió?» Ese pensamiento se sostiene como una aguja de que no deja de doler, advirtiéndome algo.
—Entonces es casi seguro que… —Emilia mira a Felt, y ella baja la cabeza, apretando sus manos sobre sus piernas.
Nos quedamos callados unos segundos, y entonces, Felt se levanta.
—¡AHHHH! ¡Tanta suposiciones y razones estúpidas solo me dan dolor de cabeza! —Felt nos mira a todos molesta— ¡¿Y qué si pertenezco a la familia real!?
Ella golpea su pecho, sus ojos carmesí ardientes que buscan hacerse notar.
—¡Yo soy Felt! No sé quién esa esa hija de un tal Ford o como se llame. —Señala a Rom, mirándolo con molestia—. ¡Este viejo fue quien me cuidó! ¡Lo que sea que pasó no lo recuerdo! ¡No me importa!
Reinhard se levante, intentado tomar a Felt.
—¡No he terminado! —Felt se aleja de Reinhard—. El hecho de que sea miembro de la familia real no significa nada, pues yo vengo de los barrios bajos. Allí nació Felt, no en una cuna de oro de la realeza.
—Bien dicho. —Asiento con la cabeza, y Felt sonríe, viendo que tiene apoyo—. Tu comienzo no importa, lo importante es quién eres ahora.
—El problema es lo que se puede hacer con esa información. —Reinhard nos mira a ambos, Emilia y a mí—. Aunque no se pueda confirmar, es claro que el enemigo sería capaz de reconocerlo. Si alguien de la familia real se encuentra con vida, eso significa que debe reconocer a Felt.
—Pero no podría confirmarlo, sin duda alguna solo sería una sospecha. —Miro a Reinhard fijamente, pero sigo sin estar convencido, pues no estamos llegando a algo.
—¡Si algo pasa entonces tendré que patear algunos culos! —Felt aprieta sus nudillos, mostrando su fortaleza.
La forma de hablar de Felt me recuerda cuando era niño. Cuando hablaba de la misma forma, usando groserías porque creía me hacían adulto.
Sonrío, mirando un poco hacía el suelo.
—Lamento haberles traído, pensé podría pedirles un favor ayudándoles con esta información, sin embargo, siendo que ya tenían la sospecha no lo veo útil.
Un anzuelo, revelar mis intenciones con una verdad sincera.
No viene de forma maliciosa, pues es lo que acaba de suceder. No pensé que ellos ya tuviesen la información.
Aunque nos consideremos amigos no debemos tratarnos de forma tan amistosa. La amistad no es solo actuar desinteresadamente. Todos los humanos actuamos esperando algo a cambio.
Esa regla aplica para absolutamente todo, pues con cada acción viene una reacción.
Incluso si yo actuase y me lastimase desinteresadamente por el bien del otro, sigo esperando algo de quien ayudo.
No tiene que ser dirigido a mí, sino que es simplemente lo que espero conseguir con esa ayuda.
Puede ser algo tan simple como ver sonreír a esa persona.
Por eso siempre he creído que quien dice actuar con desinterés, es el más interesado de todos.
—¿Eres idiota? —Felt me mira, haciendo una mueca con sus labios mientras me toma del traje—. Si querías un favor solo tenías que pedirlo.
Eso aplica también a quien no piensa en ello.
—Ustedes salvaron mi vida y la del viejo Rom; somo amigos, los amigos se ayudan. —La mirada de Felt, aunque sincera, revela que en el fondo también busca algo más.
Parece que ha crecido en el tiempo que ha estado con Reinhard.
Desde que la vi durante la selección, durante nuestra reunión.
«Parece que ha consolidado su forma de ver el mundo».
Las personas suelen actuar ante una parte interna de lo que son; yo lo llamo 'núcleo', de la personalidad. Cada uno tiene una forma de ver el mundo que forja sus personalidades subyacentes.
—¡Espera! Nunca dije que no lo iba a pedir.
—¿Ahh? ¿Entonces por qué no lo dijiste antes? —pregunta, acercando su rostro más.
Esa misma forma se pueden describir en un pequeño conjunto de palabras.
La mía en ese entonces era: sobrevivir.
Mientras pudiese seguir vivo entonces actuaría de la forma que fuese necesaria. Felt es alguien que vivió de esa forma todo el tiempo. Sin embargo, ahora que no tiene que luchar por un plato, ahora que sabe que, incluso si pierde, seguirá teniendo una vida con comida y agua.
Cambió su forma de pensar.
Una gota de sudor frío cae de mi frente.
—Les escribí esa carta porque quería que viniesen lo más pronto posible. —sonrío levemente, aunque Reinhard debe saber que es una mentira.
—Señorita Felt, esa no es la actitud de una candidata al trono. —Reinhard se arrodilla y toma su mano, pero Felt intenta darle un puño en el rostro.
Tras bloquearlo Reinhard sonríe.
—Si quiere puedo dejarme golpear.
—¡Hmpf! —Felt se aleja y se lanza al sofá, estirando los brazos—. Soy quien soy, asi como ves soy la candidata que apoyas, pelirrojo.
—Y lo hago con todo el gusto del mundo. —Reinhard se inclina.
Emilia posa su mano con expectativa en su boca, para luego mirarme a los ojos. Sus ojos se agradan de repente, como los ojos de un cachorrito que pide comida desesperadamente. Ladeo levemente mi cabeza, diciendo que no es el momento.
Se inclina levemente, mostrando una expresion triste.
«No puedo creer que me toque hacer esto».
Tomo la mano de Emilia y me arrodillo, como si me fuese a proponer.
—Del mismo modo lo hago yo, mi futura reina. —Aprieto los dientes, intentando mantener las apariencias.
«No quería hacerlo en frente de ellos».
—¡JAJAJAJAJA! —Rom es el primero en estallar en risas, señalándome mientras se sostiene el estómago—. Te tienen bien domesticado muchacho, ¡bien hecho niña!
Rom levanta el pulgar hacia Emilia, y esta le recibe de vuelta con una sonrisa.
—No vuelvas a hacer eso Reinhard, viendo a este haciéndolo ya no vuelvas a hacer. —Felt me mira con decepción, mientras que Reinhard me lanza una mirada condescendiente.
—Como ordene, mi señora. —Reinhard se levanta, teniéndome la mano.
Tomo su mano, sintiendo la calidez del caballero más fuerte de Lugunica.
—A veces complacer a quien servimos es difícil, ¿cierto? —La mirada de Reinhard se difumina mientras contengo mis lágrima.
—No digas más, me vas a hacer llorar.
Al levantarme tomo una gran bocanada de aire, llenando mis pulmones; esto está bien, relajarse luego de toda esa tensión aligero un poco mi mente.
Cuando todos paran de reír, los miro seriamente.
—Necesito que me ayuden a conseguir el libro de cuentas de Bordeaux.
Sus ojos se abren en sorpresa, pues eso es algo que probablemente no esperarían.
—El sabio Bordeaux es miembro del culto de la bruja.
¡Pam!
El primero en levantarse es Reinhard, siguiéndole Rom.
—¿Estás seguro de lo que estás diciendo?
—¡Ese anciano terriblemente honesto no podría ser parte de tales persona!
Ambos se abalanzan sobre mí, obligándome a extender mi manos para detenerlos.
—Lo estoy. —Cierro mis ojos unos segundos, pues no esperaba estas reacciones—. Entiendo que tienen historia con él, y puede que esa historia no sea mentira.
Asi como Frey existe en este mundo, asi como Roswaal maximizó su personalidad hasta volverse demente, todo parece estar cambiando. Eso significa que Bordeaux pudo ser reemplazado en algún punto de la historia.
El problema es que Reinhard esté sorprendido.
Siendo lo más honesto posible conmigo mismo, Reinhard para mí es lo más cercano a la divinidad, en términos de habilidades. El problema es que su propia personalidad le impide hacer uso de ellas al completo.
Eso no quita que no viese las verdaderas intenciones de Bordeaux.
—El discípulo de Bordeaux, Flynn. Además de la confesión de Erick, tengo eso como prueba de que el reino está implicado con el culto.
Suspiro, tomando la mano de Emilia.
—Perdí a mi gente, perdí a mi hija, no mentiría simplemente porque sí. —Suspiro, mirando hacía el techo—. Mucho menos por odio.
Emilia aprieta con fuerza mi mano, como si me dijese que no estoy solo.
—Yo también les pido el favor, aún si va en contra de lo que conocen. —Emilia toma la palabra, mirándolos seriamente—. Sé que es difícil, pero el marqués Roswaal L. Mathers casi nos asesina.
—¡¿Que!?
Con eso el ambiente se tensiona.
—No me parece justo no contarles la verdad, pues queremos que nos ayuden. —Emilia me mira, y yo asiento.
Puedo entenderla, pero no estoy de acuerdo con esto.
—Este es un secreto que el reino no puede manejar, si se llega a escapar.
—Son nuestros amigos, ¿no es así? —su pregunta me termina por hacer callar.
Cuando es así de terca no la puedo detener.
Al menos tomaré el mando, evitaré hablar de cosas que nos puedan afectar profundamente.
—La historia de Roswaal es larga, por lo que debemos dejarla para otro momento. —Entrecruzo mis manos—. Roswaal se alió con una fuerza desconocida para lograr el cometido de revivir a su amada, la bruja de la codicia. Una entidad que vivió hace cuatrocientos años, sin embargo, su alma no fue devuelta a Od Laguna.
Supongo que eso hará de la balanza algo justo.
—El punto es que ese enemigo manipuló a Roswaal para revivirla, asi como para matar al gran dragón.
—¡Ese loco! —Felt exclama, apretando sus puños.
La mirada de todos se encoje, pues era algo que no esperaban de una familia que ha servido al reino por décadas.
—El reino está pasando por mucho problemas. Los traidores están empezando a hacer sus jugadas y la forma en la que lo hacen es a través de política y tratos con el culto.
La historia de porqué el culto está en el reino es algo que necesito conocer, pues nunca me pareció una organización sistemática. El hecho de que estén intentando adentrarse en la política solo me dice que alguien ha cambiado su rumbo.
Los ataques terroristas que el culto hacen eran fáciles de evitar solo con fuerza militar. Pero ataques usando la política son los que más muertes traen, pues estos ataques son engañosos y difíciles de detectar.
La palabra es el arma más peligrosa de todas, pues no sabes que hay detrás de ella.
—Cuando descubrí las verdaderas intenciones de Roswaal intenté actuar con cautela, sin embargo, durante unos problemas que tuvimos nos atacó, casi matándonos en el proceso.
Rom levanta su mano levemente.
—Ese viejo es una de las personas más fuertes del reino, es imposible que salieran con vida, o al menos que todos lo hiciesen.
Asiento con la cabeza, pues es una verdad.
—Al final gracias a estrategias pudimos herirlo, pero lo que le hizo irse fue una nota que llegó de la nada.
—¿Una nota? —ante la pregunta me inclino de hombros.
—No tengo idea de lo que dice, pero puedo suponer viene de la persona que le controla.
Con eso parecen hacerse una idea.
—Esa persona es la que está haciendo todo esto, sin embargo, no sé cuál es su propósito.
Reinhard se cruza de hombros. Yo lo miro con sorpresa, pues pensé que él podría reconocer todos estos cambios, todos estos males.
Si esto está más allá de lo que Reinhard puede ver, si realmente hay una forma de superar sus habilidades.
«Entonces este juicio será realmente difícil».
—¡Entonces saquemos a esos bastardos a patadas! —Felt toma el manto, mirándonos con fuerza—. Si cuando llegase a ser reina los planeaba expulsar a todos, que importa hacerlo ahora. ¡Yo iré!
—¡NO! —Reinhard se levanta con fuerza, sorprendiéndonos a todos.
Incluso Felt parece sorprendida.
—La situación no es simple, un movimiento en falso y su vida correrá peligro, quien debe ir… —Felt intenta patear a Reinhard.
—Si tú vas entonces descubrirán el plan de inmediato. —Felt lo mira con molestia—. Si el hermanito nos pidió ayuda es porque desde un principio quería que yo lo hiciese, ¿no es así?
Abro mis ojos levemente, mirando hacia Felt mientras asiento.
«Tiene buena intuición».
—La bendición divina de Felt es ideal para esta situación, además de tener ya experiencia en esto.
Si conociese a alguien más capaz lo habría hecho, pero realmente no se me ocurre alguien que sepa de las artes del robo, además de tener una bendición divina tan buena para ello. Además, también necesito a Reinhard.
—Aun así, si llega a ser descubierta.
—¡¿Quién te crees que eres para decidir por mí!?
—Yo tampoco creo que sea una buena idea. —Rom interrumpe, y con eso Felt se agita.
—¡¿Tú también viejo!? —Felt los mira a ambos.
Rom mira a Felt con firmeza, sosteniendo su palabra.
—Como lo ha contado el muchacho, la situación es crítica. Ya lo viviste durante la batalla en nuestro antiguo hogar, ¿qué tal si alguien como ella aparece? —Pregunta Rom, y Felt aprieta sus labios—. Aunque me pese estar de acuerdo con un Astrea, esta vez estoy de su lado.
Ni Emilia ni yo podemos hacer mucho, pues somos quienes quieren ponerla en peligro. Emilia realmente no quiere que ella lo haga, pero la verdad no tenemos otra opción.
—Solo lo hago por su bien, si usted se lastima, yo… —Reinhard intenta acompañar a Rom, pero no dejaré que lo haga.
Extiendo mi mano, pidiendo la palabra.
—¿Qué tal si la enviamos con alguien? —pregunto, pero Reinhard sigue sin estar convencido—. Alguien que esté a la altura de aquella cazadora de entrañas, incluso más. ¿Dejarían que fuese?
Reinhard me mira con decepción, pero no me puedo dejar acobardar.
Sé que su deber es protegerla, por eso no quiero discutir sobre ello.
Más que convencerles de que es una buena idea, debo hacerles ver que la idea es posible.
—Es alguien muy fuerte, además de muy capaz. —Tomo una campana, llamando a un sirviente.
Cuando el sirviente abre la puerta ordeno:
—Trae a Garfield.
—Como ordene.
Tras inclinarse e irse el ambiente se queda en silencio. Con unos pocos minutos, la entrada del joven que traje a golpes elimina ese ruido.
—¿¡Para qué llama' a mí asombroso ser!? —Garfield entra con una postura confiada.
Sonrío, cruzando de hombros.
—Déjame presentártelos. —Me levanto, señalando con respeto hacía ellos—. Ella es Felt, candidata al trono, él es Rom, y él es quien querías que te presentase.
Los ojos de Garfield se abren, pero sobre todo su boca.
Casi como si su instinto salvaje se activase, su primera reacción es mostrar sus colmillos.
—Reinhard Van Astrea. —Garfield truena sus nudillos, listo para pelear.
Sin embargo, ya debería estar sucediendo.
—¡Señor Marco! —Unos sirvientes entran, sus rostros pálidos me dicen que ya ha comenzado.
—¡Hay un grupo de caballeros reales que quieren hablar con usted! —Sus rostros asustados me dicen que no vienen en buenos términos.
—¿Caballeros reales? —Reinhard pregunta, y todos parecen preocupados.
Yo finjo sorpresa, apretando mis manos.
—Vamos.
Lo que me dijo Miklotov que pasaría al final terminó sucediendo. El hecho que preparase esto con prisa es debido a esta situación.
Emilia se pone a mi lado mientras caminamos hacia la salida.
—¿Qué está sucediendo? —su pregunta me hace mirarla con cierta tristeza.
—No lo sé, pero no creo sea algo bueno. —Evito mirar a Emilia a los ojos.
Cuando llegamos todos lo primero que veo es que todos los caballeros están cubiertos de cabeza a pies con una armadura de metal. La armadura que llevan tampoco es normal, pues tiene una leve aura mágica que me dice que está hecha de acero encantado.
«Así que consideraron una respuesta de mi parte».
Casi como si de dos hermanos se tratase, Felt y Garfield se ponen en frente, mirando con enojo e inclinándose al mismo tiempo.
—¡¿Quién carajo son ustedes?!
Contengo mis ganas de reír, pues con sus pelos rubios de verdad parecen hermanos.
—¡Lamentamos la intromisión! —Al ver que es Felt todos los caballeros se inclinan.
—¿Qué necesitan los caballeros reales del conde Marco? —pregunta Reinhard en un tono serio.
—La misión fue dada por el comandante de los caballero reales, Marcus Gildark —exclama uno de los caballeros, sorprendiendo a Emilia y a Reinhard—. Realmente pedimos su colaboración y que no ponga resistencia.
Los caballeros se levantan, pero Garfield empieza a expulsar maná.
El carmesí empieza a expandirse, y los caballeros actúan de inmediato.
—¡Deténganlo! —Sacan sus espadas, sin embargo yo me entrometo.
Me pongo frente al guardia con calma, mirando como todas las espadas me apuntan.
—¡Déjame patearles el culo a estos bastardos! —Garfield grita, pero Emilia toma su mano, solo para mirarme con preocupación.
—Marco…
Giro mi cabeza un segundo, mirando hacia arriba de la mansión, donde desde la ventana se asoma Crusch. Asiento con la cabeza, diciéndole que es hora de empezar a actuar. Ella se aleja, por lo que ahora se ha movido el primer turno.
—¡El consejo de sabios y el general de los caballeros reales solicita que el conde, Marco Luz, se entregue ante la justicia! —Exclama el hombre, enseñando el documento con el sello real.
—¡¿Qué es esta tontería!? Intentan usar trucos sucios en una guerra y… —extiendo mi mano, deteniendo las palabras de Felt.
Emilia me mira con preocupación, pero yo le sonrío de vuelta.
—Si es lo que dice el reino entonces cooperaré, después de todo soy una persona que, sobre todo, sigue la ley. —Extiendo mis manos y los caballeros la agarran rápidamente, amarrándolas con cadenas y poniendo sus manos sobre mis hombros.
Miro hacía todos, sonriendo levemente.
—Volveré pronto, son solo formalidades.
Uno de los caballeros me toma del hombro y para cuando me doy cuenta estoy arrodillado.
—¡Ahg! —Siento el dolor en mis hombros, pues el peso de su armadura me sorprendió.
—¡¿Qué crees que haces?! —Grita Felt, pero yo sonrío de vuelta—. Reinhard, ve para que no le hagan nada malo.
Yo niego con la cabeza.
—No se preocupen, estaré bien, es solo un error. —Miro al caballero, sus ojos visibles entre las líneas del casco—. No me encuentro en buen estado tras luchar en contra del culto de la bruja, no pondré resistencia, asi que sean amables, se los pido.
Para que el plan funcione ellos deben creer tener el control.
—Marco Luz, estas siendo detenido por cometer crímenes de guerra que van en contra de las leyes del reino. —Las manos del caballero tiemblan, como si estuviese siendo obligado a hacer esto.
El caballero me levanta, tomándome ahora con cuidado.
—Lo siento —dice, y yo asiento.
Doy un último vistazo a todos, que solo me lanzan miradas preocupadas. Emilia y yo hacemos contacto visual, pero, sin decirnos más, la pierdo de vista.
Me subo a una carroza negra, sin distinciones claras.
—Serás llevado a la cárcel real hasta que el juicio inicie, te sugiero no causes problemas. —Tras subirme cierra la puerta, dejándome en total oscuridad—. Si vemos que intentas hacer algo no nos culpes por tomar acciones en contra de su vida.
Una advertencia clara, pero con eso entiendo la situación.
«Tengo aliados entre los enemigos».
—Nunca haré algo —digo suavemente, sonriendo de par en par.
Ahora que me encarcelaron podré iniciar la siguiente fase de mi plan.
«Es hora de acabar con estos bastardos».
—Yo no soy de causar problemas.
