Prueba de Voluntad.


He regresado, después de un largo tiempo ausente. El peso del tiempo se refleja en cada paso que doy al acercarme a Emilia, cuyos ojos plateados brillan con una mezcla de emoción y curiosidad al verme volver.

Contemplo a Emilia frente a mí, su resplandor plateado ilumina mi visión, su aroma relajante inunda mis sentidos.

En mis brazos reposa la persona que conoce mi pasado; algo que pensé imposible. Su presencia es como un faro en la oscuridad, guiándome de regreso a la realidad.

No solo lo conoce, parece haber comprendido incluso más que yo. Ha visto mis padres, ha vislumbrado cada sombra de mi historia. Ciertamente, esto no estaba en mi mente, que me aceptase, que tuviese tanta voluntad.

Ya no puedo afirmar que Emilia sea solo una joven, aunque aprecio que esté recuperando la esencia de cuando la conocí.

Me atormentaba la culpa de haberla sometido a tanto estrés, de haberla obligado a cambiar cuando con ser ella misma bastaba. Ahora, al verla brillar con tanta fuerza, siento un profundo alivio.

«Ha cambiado, asi que apenas empezaré a conocerla».

Ella ha aceptado todas las facetas de su ser y las ha integrado en uno solo. Yo debo hacer lo mismo, aceptar mi pasado como parte de quien soy ahora. Cada gesto suyo, cada palabra, me recuerda que no estoy solo en este viaje.

Por primera vez, me siento liberado de las cadenas que han atado mi vida. Y también debo liberarme de las que yo mismo he creado. Emilia fue la promotora de todo esto, asi que debo agradecérselo.

«Asi como a mis amigos».

Siento el maná fluir por mi cuerpo, impregnado con la esencia de Emilia.

Mi hija sacrificó su odo para salvarme a mí y a Crusch. Su debilidad es evidente, el cristal pronto la absorberá por completo. Me duele al pensar en lo que le espera, pero sé que debo permanecer fuerte por ella.

«Si quiero ser más fuerte para proteger, entonces debo aceptarlo».

Ese mismo cristal que me transformó en un monstruo, pero que también fue la salvación de Beatrice. A veces me pregunto si hice lo correcto al aceptar su sacrificio, si hay algo más que podría haber hecho para salvarla.

Roswaal creó este cristal, aunque su verdadera intención en mi mundo sigue siendo un misterio. Solo el tiempo me dejará saber más al respecto.

«Ahora Emilia debe terminar las pruebas».

Confío en ella, en su fuerza y su determinación para superar cualquier obstáculo que se interponga en su camino.

No sé qué desafíos aguardan para ella, pero el brillo en los ojos de Emilia me infunde confianza. Juntos enfrentaremos lo que sea que el destino tenga preparado para nosotros, porque sé que mientras estemos juntos, no hay nada que no podamos superar.

Hoy es el cuarto día desde nuestra llegada, no puedo intervenir aún. Pero sé que mi momento se acerca. La tensión en el aire es palpable, pero también hay una sensación de anticipación; peligro, eso dice mi cuerpo.

No sé si es casualidad o si todo está siguiendo un plan predeterminado. El objetivo de Echidna era la obtención de mi cuerpo, algo completamente ajeno a la historia original. Supongo que tiene que ver con el alma en mi interior, con el cristal piroxeno que mi padre utilizó para salvarme.

—No tiene sentido seguir lamentándose —digo, secando sus lágrimas con mis manos, mis dedos acariciando su mejilla con ternura para luego presionarlas. Su sonrisa me llena de determinación y paz, sé cuál es el camino por seguir—. ¿Sabes qué hora es?

Ella niega con la cabeza, así que me asomo por la ventana para observar la posición de la luna, mientras siento su presencia reconfortante a mi lado.

—Es el quinto día. —No hay un momento específico para las pruebas, pero ahora puedo hacer algo al respecto.

El contrato con Roswaal ha llegado a su fin, ahora puedo intervenir.

«Tengo un mal presentimiento».

Ella utiliza su magia de sanación en mí una vez más, pero esta vez siento algo diferente. Esta habilidad, en lugar de curar mis heridas físicas, parece estar potenciando mi maná fusionado.

«Lo llamaré maná espiritual».

Miro a los espíritus detrás de ella, y siento que puedo comprender sus intenciones. Es hora de actuar.

—Emilia, hay una razón por la cual no podía apoyarte. —La miro con firmeza, pero ella no parece realmente sorprendida. Entonces, me quito la chaqueta y la camisa, mostrando mi pecho, el cual brilla con la forma del contrato—. Roswaal hizo un contrato de maná conmigo, su intención era que fallases esta prueba, pero ahora que su plan ha fallado, deberemos enfrentarnos a él.

No sé si hay una forma de traerlo a nuestro bando.

Todo lo que Roswaal quiere es volver a ver a Echidna. Puedo darle eso, pero se siente como si no quisiese que lo hiciera.

Al final, parece que alguien estuviese moviendo los hilos en las sombras.

—¿Roswaal? —Emilia mira sus manos un segundo, para luego mirarme con determinación—. Roswaal es alguien que me ha ayudado mucho, yo no creo que… No. Tiene que ver con la tumba, ¿cierto?

Asiento, en este momento no ganaré nada ocultándole cosas.

—Roswaal tiene un talento nato para la magia, podría decirse que es fuerte ya que tuvo una gran maestra. —Señalo en dirección a la tumba, haciendo que ella entienda—. Cuando Echidna vivía en este mundo salvó la vida de Roswaal. Hace cuatrocientos años ambos vivían junto a Beatrice y Ryuzu, la original.

Relató la historia de lo que sucedió, como la personalidad de ese entonces de todos era jovial, además como todos seguían indudablemente a Echidna.

—Roswaal se enamoró perdidamente de ella, asi que cuando murió dedico su tiempo a terminar una magia que Echidna estaba preparando. —Aprieto mis manos, reconociendo que siempre hay alguien más retorcido en este mundo—. La mejor forma de obtener la "vida eterna" fue usando almas compatibles a las suyas, unas que pudiesen contener un odo similar. Usó a su decendencia para traspasar su alma, consumiendo las otras en el proceso.

Si mi teoría no falla, más que tener compatibilidad por medio de los genes, la compatibilidad viene del alma misma. La mirada de Emilia pierde color, ella coloca sus manos en su boca, y sus ojos tiemblan al pensar en ello.

—Es algo cruel y realmente horrible, una realidad que no debería existir.

Quizas por eso tengo dos tipos de magia en mi cuerpo sin venir directamente de este mundo.

Mis padres no eran magos, por ello yo nunca podría tener dos elementos en mi cuerpo.

—Se hizo fuerte para vengar a su amada, asi como para revivirla. —Miro a Emilia con firmeza, y ella se mantiene atenta—. Echidna quería mi cuerpo por mi contabilidad con los genes del pecado.

Ella abre sus ojos levemente, pero no parece tan sorprendida. Probablemente Echidna le contó algo al respecto.

No sé si es cierto, puesto que no la conozco bien. Sin embargo, ella prefirió hacer un contrato con el protagonista a huir en un cuerpo aparte. Si quiere mi cuerpo ahora debe ser un motivo aparte.

—En este momento tengo el gen de la pereza en mí, pero no soy corrompido por su poder ya que tengo una fuerte resistencia al miasma, —gracias a los cristales que han sido integrados en mí, incluso antes de venir a este mundo—. Probablemente sabes que es lo que realmente busca.

Emilia piensa durante un momento, para luego mirarme a los ojos.

—Echidna es la bruja de la codicia ¿No? —ella mira la palma de sus manos—. Estuve con ella bastante tiempo, pero todo lo que vi no era más que una fachada, aún asi…

Entiendo a donde quiere llegar.

—Ella busca el cuerpo del candidato a sabio, para así poder lograr su ambición de conocerlo todo.

Acaricio delicadamente su cabeza con una sonrisa, viendo que no es tan despistada como antes.

Con el retorno por muerte puedes conocerlo absolutamente todo, habilidades, conocimiento. Con el retorno por muerte no hay nada que se pueda escapar, ni un poder que no pueda ser superado.

Además, hay algo importante.

Las autoridades del pecado y un control sobre el maná espiritual.

—¿Por qué tienes que ser tu? —su pregunta viene llena de pesar, con una mirada triste y preocupada.

Me encojo de hombros, puesto que no puedo decirle la respuesta.

—Tendremos que averiguarlo a futuro. —Sonrío, y ella me sonríe de vuelta.

—¡Si! —su determinación es clara, parece lista para tomar acciones.

Esta será su última oportunidad, no se específicamente que es lo que desea, pero si puedo unirlo a nuestro bando entonces obtendremos el trono sin duda alguna.

Me quedo mirándola fijamente, concretamente sus hermosos labios.

Mis pensamientos se pierden en el recuerdo del beso torpe pero sincero de Emilia. Dejé que siguiera por sí misma, no quería interrumpir su emoción. Fue un momento curioso, revelando su inocencia en ese aspecto, pero también su profundo afecto hacia mí.

Una sonrisa se dibuja en mis labios al recordar aquel instante, lleno de ternura y gratitud por la sinceridad de Emilia.

—Emilia… —le digo, y sin dudarlo, acerco suavemente mi mano al mentón de Emilia, elevando su rostro hacia el mío.

Nuestros ojos se encuentran en un silencio cargado de emociones, comunicando más de lo que las palabras podrían expresar. Siento cómo mi corazón late con fuerza en mi pecho mientras me acerco lentamente, decidido a sellar mi gratitud con un beso.

—Gracias…

Nuestros labios se unen en un encuentro lleno de ternura y pasión, desatando una corriente eléctrica que recorre todo mi ser. En ese instante, el mundo parece desvanecerse a nuestro alrededor, dejándonos solos en nuestra burbuja de afecto.

Emilia se sorprende al principio, sus ojos se abren con asombro ante mi osadía. Puedo sentir su respiración entrecortada, sus manos temblorosas apoyadas en mi pecho. Pero pronto se deja llevar por la dulzura del momento, correspondiendo a mis sentimientos con la misma intensidad.

Nuestros corazones laten al unísono, como si estuvieran bailando al compás de una melodía celestial.

Cuando finalmente nos separamos, sostengo su rostro entre mis manos, mirándola con adoración y sinceridad.

—¡Marco! —exclama Emilia, con sorpresa y emoción en su voz—. No esperaba... no sabía que...

—Gracias, Emilia. Gracias por ser quién eres y por todo lo que has hecho por mí —susurro, con la voz cargada de emoción—. Pensé que ya estaba perdido, que todo había terminado. No solo por la apuesta, sino porque no veía un futuro para Marco Luz. Gracias por salvarme.

Le beso su frente con ternura, sintiendo cómo mi corazón se llena de gratitud hacia ella, desde lo más profundo de mi ser.

—Ahora avancemos, nuestros amigos nos esperan —añado, alentándola con una sonrisa.

Salimos juntos de la cabaña, sintiendo el aire fresco y rejuvenecedor acariciando mi piel. La luna brilla con su luz plateada sobre el sendero que nos espera, mientras el suave susurro del viento nos acompaña en nuestro camino. Observo las fuentes de maná dispersas por el bosque, percibiendo la presencia de los espíritus que lo habitan.

De repente, un poderoso flujo de maná surge a mi derecha, proveniente del bosque cercano. Reconozco ese maná ardiente y rojizo, mezclado con el maná de Luan.

—¿¡Ya terminaron de besuquearse!? —la voz de Garfield resuena entre los árboles mientras emerge del bosque, seguido por nuestros amigos—. Mi asombroso ser no puede esperar más tiempo.

Una sonrisa se dibuja en mis labios al ver el rostro sonrojado de Emilia, quien se coloca nerviosa detrás de mí, buscando refugio en mi protección. Observo a Otto y Crusch con cierta vergüenza, pero la sonrisa de Luan me reconforta, como si supiera lo que está por venir.

Me preparo para enfrentar a Garfield con determinación, consciente de que este encuentro marcará nuestro destino.

Lo enfrentaré con orgullo, desafiante.

—¿Celoso de que yo sí puedo? —pregunto con una sonrisa desafiante, provocando una reacción inmediata en Garfield, quien se prepara para el combate—. ¿Por qué no le preguntamos a Ram?

—¡Voy a aplastar to' tu cuerpo! —grita Garfield, tronándose los dedos con fuerza.

En ese momento, tomo a Emilia por los hombros y la miro con seriedad, transmitiéndole mi confianza y determinación.

—Ve a hacer las dos pruebas, no hay tiempo que perder. En el momento que Roswaal se entere que pasaste la prueba no quedará de otra que luchar contra él —le digo con firmeza, aunque no puedo hacer más que mirarla con preocupación—. Voy a luchar contra Garfield, el resto irá a detener a Roswaal.

Emilia me mira con sorpresa y preocupación, pero antes de que pueda decir algo más, le revelaré mi plan con una sonrisa decidida.

—Te voy a decir un secreto —comienzo, apretando mis puños con determinación—. A veces, para formar una amistad...

Con un gesto rápido, me impulso hacia Garfield, rodeando mi cuerpo con una corriente de viento que arrastra todo a su paso.

—¡Debes pelear con todas tus fuerzas! —grito, haciendo que Garfield centre su atención en mí.

Mi puño se encuentra con el suyo en un choque de poderes y voluntades, desatando una explosión de energía que hace temblar el suelo bajo nuestros pies.

—¡Marco! —escucho a mis amigos gritar mi nombre, mientras me preparo para el desafío que se avecina.

Ha llegado el momento de demostrar quién soy y de hacer frente a nuestro destino. Juntos, venceremos cualquier obstáculo que se interponga en nuestro camino hacia la luz.

—Efectivamente, ese soy yo. —Cierro mis ojos, concentrando el maná en mí—. Me presentaría, pero será para otro momento, ahora debemos hacer lo que debemos hacer.

Señalo a Ram, quien me mira con molestia, pero también con una chispa de entendimiento en sus ojos.

—Tú eres la única que puede hacer entrar en razón a Roswaal. Otto te contará todo en el camino. —Le alzo mi pulgar, a la vez que guiño el ojo—. Haz que tu amor se haga notar, demuéstrale que es superior al de quien tiene poseído su corazón.

Ram abre sus ojos, un leve rubor saliendo de sus mejillas mientras canaliza una hoja de viento para matarme. Garfield y yo abrimos nuestros ojos, esquivándola y viendo como el suelo se corta en dos.

—¡Humf! ¡Eres solo un idiota diciendo estupideces! —Ram sonríe levemente, para empezar a avanzar en dirección al pueblo—. Dale una paliza a ese gato estúpido, o yo te daré una paliza diez veces peor.

Una sonrisa se dibuja en mi rostro ante su peculiar muestra de ánimo.

Luan, Crusch y Otto la siguen sin dudar; en este momento no hay tiempo que perder.

—Bueno, ahora que estamos casi solos creo que es momento de decirte algo. —Lo señalo, pero él ignora mis palabras y se abalanza hacia mí con una ferocidad desbordante.

El suelo se estremece bajo sus pisadas, y su mirada cargada de determinación se clava en la mía con intensidad.

Si quiero que Garfield esté de mi lado, debo demostrarle de qué estoy hecho. Garfield se hará mucho más fuerte de lo que ya es, pero yo también soy fuerte. En este momento puedo luchar contra él.

Siento que la fuerza recorre por todo mi cuerpo, que puedo lograrlo todo.

—¡Ere' solo un humano cobarde! —grita Garfield mientras lanza un puño directo a mi rostro, cargado de maná—. ¡Veremo' quién e' más fuerte que quién!

Sonrío con calma, esquivando ágilmente su golpe. Siento el viento rugir a mi alrededor, puedo ver su puño avanzar donde debería estar mi cabeza. Me emociono, sube mi adrenalina.

«Tengo rato de no pelear con tanta emoción».

En ese mismo instante, vislumbro la oportunidad. Probablemente Garfield se cubra, pero no me dirijo hacia su cuerpo. Garfield nota que falló el golpe, viendo a mis ojos se empieza a cubrir, pero ya lo sabía.

Justo cuando está asumiendo la posición defensiva, poniendo sus brazos en equis, ejecuto un giro en el aire, lanzando una patada directa a su muñeca. Su agarre se afloja por un instante, y su sorpresa ante mi maniobra se mezcla con aún más enojo.

Garfield aprendió combate cuerpo a cuerpo, pero dudo esté más avanzado que las artes de combate de mi mundo.

—¡AGHHH! —exclama Garfield, liberando una explosión de maná. Yo rechazo su onda utilizando mi propio maná, pero apenas tengo tiempo para reaccionar antes de que esté frente a mí.

«¡Mierda!» Un golpe directo se dirige a mi estómago. Reúno el maná en mi pierna y la flexiono contra mi estómago, dando un pequeño salto. Cuando el golpe impacta en mi canilla, me impulso con el aire en la misma dirección.

Un dolor punzante atraviesa mi pierna mientras soy enviado a volar varios metros atrás. Aunque mi pierna duele horriblemente, sé que no está rota.

—¡Te dije que no le podría' ganar a mi' asombrosos mú'culos, por mucha habilidad que tengas! —sonríe Garfield, evidentemente disfrutando de la pelea—. Puede ser que no sea' malvado, pero aun así no me agrada', ¡cobarde.!

Es cierto, al principio Garfield debió esperar mucho de mí por las noticias.

Pero el miasma en mi cuerpo no es algo que pueda ocultar fácilmente por ahora. A diferencia del protagonista, el mío no parece desaparecer tan rápidamente. Aun así, ellos me salvaron.

Si Ryuzu decidió hacerlo a pesar de ver el miasma en mí, es porque nunca me vieron como un enemigo real.

—¿Puedo saber por qué no me mataste cuando me viste? —pregunto, pero parece molesto por ello.

Garfield se lanza nuevamente hacia mí, moviéndose de un lado a otro para impedir que pueda ver la dirección de su golpe.

«Parece boxeo».

—¿¡Por qué no lo saca' de mi boca!? —retrocedo, pero Garfield crea un muro de tierra a mi espalda. Un jab se aproxima a toda velocidad, pero no tengo nada que temer. Con su tamaño y contextura, su peso corporal no será un problema.

Garfield se abalanza directo hacía mí, y justo cuando su puño está a punto de alcanzarme:

¡Pam!

El sonido seco de mi frente siendo golpeada por mi puño me hace sonreír. Si quieres detener un ataque puedes usar el hueso más fuerte del cuerpo. De esta forma haces que el golpe no tenga todo su poder.

—Goa. —Tomo su brazo, mirándolo con una sonrisa arrogante mientras siento como sale sangre de mi nariz.

Creo un domo de fuego, calentando nuestro espacio, asi como las partículas a nuestro alrededor, haciendo que escapen hacia la atmósfera, lo que reduce la presión de aire en nuestra área.

—¿¡Que demoni...!? —Garfield me mira sorprendido, sin saber exactamente que está sucediendo.

En ese momento de sorpresa, me impulso con viento hacia Garfield. Si tuviera magia Yin, esta batalla habría sido realmente fácil. Con la presión disminuida solo tengo que pegarme a Garfield para tener un mejor centro de gravedad.

Ahora creo bolas de viento de bajo de mis pies y…

Atravesamos el domo de fuego, acercándonos más a la luna. Lo empujo, y por un instante veo el bosque y su extensión. Estamos a varios metros de altura.

Aprecio la vista por unos instantes, para luego dirigir mi mirada hacía Garfield.

—¡Lo ves! —exclamo, agarrando su pierna con firmeza.

Garfield debe estar subestimándome, debe querer ver mis ataques. Mi mente trabaja a toda velocidad mientras evalúo mis opciones. Reconozco que no tengo la fuerza bruta para lanzarlo por los aires, pero una idea empieza a formarse en mi mente.

«¿Y si puedo aprovechar su propio impulso contra él mismo?»

Una sonrisa se dibuja en mi rostro. Creo una ráfaga de viento de forma ascendente por un instante, haciendo que detenga la caída. Garfield intenta agarrarme, pero en ese mismo instante le lanzo una bola de fuego a la cara.

Antes de que pueda decir algo tomo su pierna con fuerza.

Sin dudarlo, utilizo toda mi fuerza y lo lanzo con determinación hacia el suelo. Garfield sale disparado con una velocidad impresionante, un estruendo ensordecedor acompaña su impacto contra el suelo.

¡Boom!

Un estruendo retumba en mis oídos mientras observo cómo un cráter se forma en el lugar donde aterriza Garfield. El polvo se eleva en el aire, creando una nube de tierra que oscurece momentáneamente mi visión.

Sigo cayendo, usando magia de viento para reducir el golpe en mis articulaciones.

Cuando finalmente el polvo se disipa, puedo distinguir a Garfield en el centro del cráter, enterrado bajo montones de tierra y rocas. Una sensación de triunfo momentáneo me invade al verlo en esa posición, pero sé que esta pelea está lejos de terminar.

Me voy acercando, reconociendo que es imposible que esto lo haya detenido.

«Si fuese un ser humano estaría muerto, pero Garfield no es simple».

—¡Cobarde! —Suena en un rugido y todo lo que puedo ver es una silueta salir del cráter.

Garfield emerge del cráter con una ferocidad renovada, mostrándome sus dientes de sierra, su mirada fija en mí con determinación. Reconozco su habilidad en combate; es ágil, astuto y parece poder anticipar mis movimientos.

Este se para en frente de mí, mirándome con ira.

—¿Qué te parece ese estilo que estoy inventando? —pregunto con una sonrisa mientras pongo mis brazos en posición—. Mezcla la magia de manera sutil para potenciar mis ataques físicos. No necesito aumentar mi fuerza, solo alterar el entorno a mi favor.

Garfield no parece impresionado por mis palabras. Su mirada enfurecida me indica que está dispuesto a darlo todo en esta pelea. A pesar de mis esfuerzos, sé que no soy más fuerte que él físicamente.

Sin embargo, confío en mi experiencia y habilidad para superarlo.

—¡Solo ere' un maldito cobarde que abandona a su' amigos! —escupe Garfield, las palabras cargadas de veneno y resentimiento.

Siento un pinchazo de culpabilidad al escuchar sus palabras. Sé que mi decisión de rendirme en el pasado lo ha afectado profundamente. Pero no puedo permitir que esa debilidad me detenga ahora.

—No creo que seas tan cobarde como para usar magia de sanación, ¿verdad? —mi tono es desafiante mientras lo provoco con mis palabras—. Demuéstrame que eres un hombre de verdad y no un niño asustado que huye de su pasado, demuéstrame que no eres ese niño que tiene miedo de la verdad. Si lo haces, te daré una buena posición en el ejército.

La furia de Garfield se desata con un rugido ensordecedor.

—¡NO ME COMPARES CONTIGO! —grita Garfield, su voz cargada de furia desatando un pilar de piedra que sale del suelo, y lo ultimo que veo es que estoy siendo arrastrado por el suelo.

El mundo parece tambalearse a mi alrededor mientras lucho por recuperar el aliento, el dolor punzante en mi estómago es como una daga ardiente clavada en mi carne.

—¡Ugh! —gruño entre dientes, obligándome a levantarme a pesar del dolor. Garfield me observa con desdén, su expresión llena de decepción y desprecio. En sus ojos puedo ver el odio que siente hacia mí, alimentado por mi decisión de rendirme en el pasado.

«Jaja, parece que tendré que esforzarme más».

Con un gruñido de dolor, me esfuerzo por levantarme, apoyándome en mis manos temblorosas. La sangre brota de mi garganta y la vista se nubla momentáneamente por la intensidad del golpe.

—¡Se supone que ere' un héroe, pero solo ere' un cobarde! —las palabras de Garfield resuenan en mis oídos con una mezcla de desprecio y decepción, como un eco constante de mis propios miedos y dudas.

«Mis amigos están luchando, no debo fallar otra vez».

A pesar del dolor y la debilidad que me embargan, un destello de determinación brilla en mis ojos. No puedo permitir que las palabras de Garfield me derroten. Con cada fibra de mi ser, me niego a rendirme ante la adversidad.

Esta vez será diferente.

Me pongo de pie con determinación, enfrentándolo con valentía.

—El miasma que poseo no me hace malvado de verdad. No soy un monstruo como los cultistas —afirmo con convicción, apretando los puños con fuerza mientras me preparo para contraatacar—. En esta batalla, demostraré que tus miedos no pueden vencerme.

Aunque carezco de magia Yin, sé que tengo otros recursos a mi disposición. Confío en mis habilidades y en mi determinación para superar a Garfield, sin importar lo que pueda deparar esta pelea.

En este momento, la magia no parece ser la solución. Garfield me desafía con una furia desenfrenada, sus colmillos al descubierto y una mirada llena de determinación. No sé cuánto tiempo mantendrá su forma normal, pero debo ser cauteloso.

—¡Ere' una basura! ¡Mi asombroso ser te destruirá por completo! —grita con una ferocidad que retumba en el claro del bosque.

Mientras tanto, evalúo rápidamente mis opciones. Es evidente que esconder su transformación es la mejor táctica por el momento para él, mientras que yo debo esconder mi carta de victoria hasta que sea el momento.

«Es solo una prueba de poder».

Concentro toda mi atención en el aire que me rodea y creo varias esferas de aire, cargadas de oxigeno en su interior. Hacer hechizos es más fácil ahora que tengo el maná de un espíritu, aunque mi corazón duela, aunque mi puerta no esté acostumbrada a tal poder.

Lo demostraré.

—¡FURA! —en un abrir y cerrar de ojos, las lanzo con furia hacia Garfield. Este reacciona rápidamente, erigiendo una barrera de tierra para protegerse, pero mi sonrisa de satisfacción muestra que mi plan ha dado resultado.

La magia fluye a través de mí como una corriente salvaje, una extensión de mi ser que utilizo sin reservas.

Con un destello de determinación en mis ojos, enciendo las esferas, provocando una explosión que libera todo el poder del oxígeno atrapado en su interior. El fuego estalla con violencia, rompiendo la barrera de tierra y golpeando a Garfield con una fuerza arrolladora.

El humo generado por la explosión nubla mi visión, pero mi instinto de supervivencia se agudiza. En medio del humo y la confusión, veo como un puñetazo se dirige hacía mi rostro. Extiendo mi brazo, bloqueando su golpe y usando mi otro brazo para contratacar.

«Sus golpes duelen como si fuese un bate de metal».

—¡Te mataré! —grita Garfield con una mirada feroz mientras intento contraatacar con todas mis fuerzas. Doy un giro, lanzando una patada directa a su mandíbula. Pero, tras golpearlo en la mandíbula, soy arrojado hacía el suelo con violencia.

Me arrastro por el suelo, resistiendo el atroz ataque de Garfield con una determinación inquebrantable.

Lo miro con una sonrisa, levantándome y extendiendo mis brazos.

—¡Has recibido tantos golpes y sigo siendo el que sale lastimado! ¡Soy solo un humano, sin bendiciones divinas! —le grito, para hacerlo enojar— ¡Aun así no has logrado derrotarme!

Garfield persiste en su ataque, impulsado por la furia que lo consume. Lanza un gancho ascendente, por lo que inclino mi pierna para esquivarlo por poco, cuando su puño esta en avanzando en frente de mí, extiendo mi brazo, apuntándolo hacía él.

—¡Fura! —grito, enviando una ráfaga de viento que lo arrastra aún más lejos. Sin embargo, se recupera rápidamente y se prepara para contraatacar.

Decido enfrentarlo cara a cara, lanzándome hacia él con un salto audaz, intentando golpear su punto débil con una patada en hacha.

—¡Ere' solo un cobarde! —me recrimina, resistiendo mi golpe con sorprendente facilidad.

Es evidente que mis ataques físicos no son suficientes contra alguien tan formidable como él. Si quiero tener alguna posibilidad de vencerlo, debo agotar primero su maná. Afortunadamente, tengo un plan en mente, pero necesitaré la ayuda de Otto para llevarlo a cabo.

Garfield avanza hacia mí con una fuerza tan imponente que hace temblar el suelo bajo sus pies. Cada paso suyo deja profundas grietas en el terreno, y en un abrir y cerrar de ojos, se encuentra sobre mí, aplastándome contra el suelo con una presión abrumadora.

—¡AGH! —Mis ojos se abren desmesuradamente en sorpresa mientras lucho por reaccionar, pero antes de que pueda moverme, Garfield sujeta mi pierna con un agarre férreo.

«Maldita sea, quien me mandó a ser humano».

El desequilibrio me arrastra y siento un dolor punzante recorrer mi cuerpo como si estuviera a punto de arrancarme la extremidad. Antes de poder reaccionar, Garfield me lanza al aire con una fuerza que me hace sentir como una hoja llevada por el viento, elevándome aún más alto de lo que yo mismo le arrojé.

—¡Yo también puedo hacerlo! —exclama Garfield con determinación mientras me lanza por los aires.

La persona en frente de mí puede tirar arboles como si nada. De nada sirve luchar con técnica si puede resistir mis golpes de esta forma.

En mi caída libre, mi mente se apresura a buscar una solución. Garfield salta a golpearme, pero ese preciso momento tomo una decisión. Extiendo mis brazos, mirándolo con determinación.

—¡EL GOA! —la llama del fuego arde en mi mano mientras me preparo para el contraataque.

Espero un instante, calculando mis movimientos con rapidez. Luego, con un rugido, libero una explosión de viento que desvanece el fuego y envía a Garfield contra el suelo con una fuerza aplastante, provocando una explosión que sacude la tierra y arranca árboles cercanos.

—¡BASTARDO! —grita Garfield con furia mientras se levanta del suelo.

Mientras caigo, utilizo la magia del viento para amortiguar mi descenso, preparándome para el impacto inminente. Pero justo cuando estoy a punto de tocar tierra, lo veo. Garfield se levanta con una furia renovada y se lanza hacia mí con determinación.

—¡Ere' solo un estorbo en mi camino! —grita Garfield, sus ojos destilando odio y resentimiento.

Sus músculos y piel, endurecidos como el acero, resisten mis golpes con facilidad. Su maná es poderoso, y aunque mi cuerpo ha ganado resistencia, aún no me he recuperado por completo de las batalla en mi pelea con Flynn.

«He integrado tantas formas en mi ser, pero descuidé mis fundamentos básicos».

Por eso, sé que no puedo enfrentar su poder de igual a igual.

—¡FELL GOA!

Reuniendo toda mi concentración, convoco un remolino de viento y fuego que le impide acercarse, conmigo como centro, puedo reducir la velocidad de caída y tener una barrera protectora.

«Le agradeceré a Julius cuando lo vea».

—¡Ere' un maldito bastardo! —grita Garfield, canalizando su maná para crear pilares de tierra a mi alrededor. Los pilares chocan con el remolino, fundiéndose y haciendo que me cueste más maná sostener el hechizo.

«¿Cómo aprendió eso?» Quería aprovecharme de la falta de experiencia de Garfield, y es lo que he estado haciendo. Pero ciertamente, un talento es un talento.

En ese mismo momento el se lanza hacía mí, abalanzando su puño directo para terminar con esto.

Me concentro en mi interior, buscando la fuerza para continuar la batalla. Las grietas en el suelo se expanden como las grietas de un corazón roto, el viento silba a mi alrededor como un eco de mi propia determinación y los árboles se sacuden como testigos mudos de nuestra lucha.

«No voy a aguantar más si no lo uso ahora».

El miasma y el maná en mi cuerpo libran una batalla eterna, una danza caótica que resuena en cada fibra de mi ser.

Las energías chocan y se entrelazan, una sinfonía de poder que se niega a rendirse. Este miasma, esta fuerza oscura, no pertenece a la bruja; me pertenece a mí, y en este momento, lo domino con la autoridad de la pereza.

Más pilares de piedra salen, y entonces, empiezo a ver todo en cámara lenta.

Los pilares de piedra me aprisionan, rodeándome con su imponente presencia. Su fría superficie y sus ásperas texturas me recuerdan mi yo antiguo. Pero Garfield, arrogante como siempre, no muestra signos de rendirse.

Está a solo dos metros de mí, si se impulsa tendré solo un segundo para reaccionar.

«El miasma me destruyó en un pasado».

Sin embargo, ahora, en este momento, yo tengo el control.

El miasma refuerza mi físico, infundiendo cada fibra de mi ser con una fuerza renovada. Puedo sentir cómo fluye a través de mis venas, alimentando mi determinación. El maná, reservado para los hechizos, pulsa en mi interior, esperando ser liberado en un estallido de poder.

No hay espacio para el miedo ni para la duda. Conozco a Garfield; sé que no recurrirá a tácticas desleales por simple arrogancia. Así que me preparo para su próximo movimiento, cada músculo tenso y alerta.

—¡Ere' pura palabra! —la voz de Garfield resuena, rompiendo el silencio tenso en el bosque. Aprieto los dientes y me preparo para contraatacar.

En ese instante crucial, puedo sentir la tierra temblar bajo los pies de Garfield mientras se prepara para el ataque. Mis sentidos están alertas, cada fibra de mi ser enfocada en anticipar su próximo movimiento.

Justo en ese momento, Garfield cambia de lanzar un puñetazo a girar su cuerpo, intentando patearme en el rostro.

—¡No sabes cuántas veces he visto eso! —exclamo con firmeza mientras me agacho, esquivando su golpe y dándome una apertura. En el mismo instante, ejecuto una Mawashi Geri, una patada de karate, dirigida hacia su mandíbula.

Mi pie se desplaza en un arco circular, aprovechando el impulso del giro anterior, y conecta con fuerza en su rostro. Garfield retrocede tambaleándose, sorprendido por la inesperada respuesta. Es mi momento de aprovechar su vulnerabilidad y demostrar mi habilidad recién descubierta.

Todo gracias al antiguo yo, que era aún más sorprendente.

Cierro los ojos y me sumerjo en mi maná, permitiendo que su poder fluya a través de mí. Puedo sentirlo como una corriente vigorizante, llenándome de energía y determinación. Cuando finalmente me siento listo, libero el hechizo con un grito que brota desde lo más profundo de mi ser.

«Gracias, antiguo yo».

—¡FURA! —mi voz resuena en el aire mientras el viento responde a mi llamado, transformándose en una hoja afilada que corta el aire con ferocidad, lista para atravesar cualquier obstáculo que se interponga en mi camino.

Garfield reacciona instintivamente, creando un pilar de tierra para protegerse. A pesar de parecer una hoja, en realidad es la habilidad más cliché de todas.

El pilar de tierra es cortado por una hoja, pero, eso no es todo.

Un estallido de sangre brota de sus heridas, pero de alguna manera logra moverse, evitando que se corte por completo y esquivándolo en el mismo instante.

No planeaba cortar sus articulaciones, aunque Emilia podría curárselas.

La tierra se corta limpiamente, siguiendo su trayectoria hasta cortar un árbol en su camino. Observo el resultado con asombro, maravillado por el poder de mi propia magia.

«Es asombroso, aunque no lo entienda del todo», pienso para mí mismo mientras recupero el aliento. La realización de ese hechizo ha consumido una gran cantidad de mi maná, dejándome, jadeando y agotado.

Es mejor usar hechizos que sé, pero, no está mal.

—¡Eres un bastardo engañoso! —la voz de Garfield resuena entre los árboles, su brazo sangrantes testigos de la efectividad de mi ataque.

Sonrío con satisfacción al ver que he logrado mi propósito. A pesar del dolor y el cansancio, no puedo evitar lanzar una provocación.

—Una segunda hoja, ¿te gustó? —Le guiño un ojo, desafiante, esperando provocar una reacción en mi oponente.

Garfield observa sus heridas, su expresión mezcla de furia y sorpresa. Luego, con una mirada intensa, dirige su atención hacia el suelo. En un instante, sus manos presionan la tierra con una fuerza sobrenatural, tiñendo el entorno con un carmesí intenso que parece emanar de su propio ser.

El temblor en mi corazón se intensifica ante su aura asesina, que cala mis huesos hasta lo más profundo. El suelo comienza a temblar y a quebrarse bajo la presión de sus manos, anunciando una transformación imponente.

En ese momento, Garfield lanza una roca a toda velocidad hacia mí. Instintivamente, intento crear una barrera de viento para esquivar, pero la roca me golpea con fuerza en el brazo izquierdo.

Siento un dolor agudo y un crujido, y sé que mi brazo está roto.

«Mierda, no debí bromear».

El suelo empieza a quebrar. Sus extremidades cambian, su cuerpo se agranda, pelo empieza a salir de sus extremidades. A medida que se hace más grande, su cuerpo se llena de pelo y se transforma en aquel monstruo.

Tres, cuatro metros... hasta alcanzar una altura monstruosa de siete metros. «Mide lo que una casa de dos pisos».

—¡ROOOAAAAR! —Su rugido me hace retroceder, sintiendo cómo cada fibra de mi ser vibra con el poderío de su voz.

«Verlo en persona, sin duda es horrible.»

A pesar de la intimidación, mantengo firme mi objetivo y mi motivación, negándome a ceder ante el miedo.

En este momento, Garfield ha perdido la consciencia en su propia furia. Sé que podría controlarse mejor, pero la ira lo consume, nublando su juicio y debilitando su capacidad para manejar sus habilidades con precisión.

«Podría morir, pero no hay ganancia sin riesgo».

Observo mi brazo roto, pero extrañamente no siento dolor. La adrenalina sigue fluyendo por mis venas, manteniéndome alerta y enfocado en la batalla que está por venir.

«Ahora sí, es hora de usarlo». Una habilidad que rechacé por mucho tiempo, que yace latente en mi interior, esperando ser liberada. Es algo que me pertenece, algo que debo dominar. Su nombre anterior no me inspira confianza, así que decido renombrarlo, hacerlo mío.

Garfield extiende su puño hacia mí, su mirada asesina y su aura roja intentan intimidarme. Pero yo estoy decidido a enfrentarlo, aunque me sienta como una hormiga ante un león. Sé que las hormigas pueden hacer cosas sorprendentes, y yo no seré la excepción.

Su simple mano esta por cubrir la mitad de mi cuerpo. Un solo puño de él es suficiente para matarme. Lo veo, aproximándose, haciéndose más grande, más profundo.

Pero ya no tengo temor.

—¡Alcance Oculto! —mi voz resuena con determinación mientras una mano gigante, invisible para todos menos para mí, atrapa su puño. El impacto me hace retroceder, la tierra corriéndose mientras mis piernas luchan por mantenerme de pie.

Es como si cada fibra de mi ser estuviera vibrando con energía, alimentada por la liberación de este poder oculto que he reprimido durante tanto tiempo.

Sigo siendo arrastrado, y justo cuando estoy por chocar con un árbol creo más manos a mi alrededor, haciendo que los árboles se rompan mientras avanzamos. Garfield sigue empujándome, pero sé que esto no nos llevará a ninguna parte.

Decido hacer desaparecer la mano que atrapa su puño, lo que lo sorprende y lo hace seguir el movimiento del golpe. Avanzo a través de su enorme brazo, consciente de mi pequeñez en comparación.

Pero soy Marco Luz.

Y debo hacer posible lo imposible.

Aprieto mi puño, reforzándolo con todas las manos invisibles que puedo crear. Una mano tras otra, formando un brazo gigante invisible que solo yo puedo ver. Como una armadura, lista para cumplir su propósito.

—¡Eres solo un gato! —grito mientras salto y clavo mi puño de frente en su rostro. Las manos comienzan a romperse por la dureza de su piel, pero no me detengo. Impulso más y más, concentrando todas mis fuerzas en un solo golpe—. ¡AHHHH!

Garfield sale volando, arrastrado por el suelo. Su cuerpo, imponente y pesado, destruye todos los arboles al instante que los toca. El polvo y la tierra se dividen, mientras Garfield se detiene al chocar con una gran piedra.

Mientras toco el suelo con una sonrisa de satisfacción, siento sangre brotar de mi nariz y boca. «Era obvio, apenas estoy usándolo». Ignoro el dolor; no voy a detenerme ahora. Mi cuerpo aún no es tan resistente como debería ser, pero sé que debo seguir adelante si quiero sobrevivir en este mundo.

He entrenado incansablemente, he estudiado cada técnica. No ha sido por mera suerte, todo lo que he logrado es fruto de mi esfuerzo y el apoyo de quienes me aman.

Garfield se levanta, furioso, y comienza a buscar su próxima víctima. Pero yo estoy preparado, esperando mi carta ganadora.

Mi última mano, Otto debe traerla aquí.

—¡ROAAAAR! —el rugido de Garfield estremece el suelo, pero yo ya estoy listo para mi próximo movimiento.

Lo había preparado desde el primer día que hablé con Otto, aunque nunca pensé que tendría que usarlo, ya había considerado esta situación. Una pelea con Garfield es un clímax de la historia en la novela.

Un jabalí viene corriendo, atravesando toda la destrucción que se avecina. Su habilidad es realmente increíble, esquivando e ignorando a Garfield.

Garfield observa al jabalí con furia, y en un instante se abalanza hacia él. El pobre animal se queda paralizado del miedo, dejando caer lo que sostenía en su boca. Garfield da un salto, juntando sus manos para aplastarlo.

«Tendré que usarlo otra vez».

Concentro toda mi energía y creo otra mano invisible, preparándome para el siguiente movimiento. No tengo la posibilidad de usar magia yin en este momento, con los obstáculos de troncos y piedras por todas partes, será difícil moverme.

Pero tengo una única opción para detener a Garfield.

La única forma que tengo.

Con destreza, llevo mi cerebro al límite. La magia de refuerzo de maná permite mejorar el cuerpo y los sentidos, pero si sabes que la adrenalina es la que mantiene ese efecto, entonces puedes intensificarlo al máximo.

Recuerdo las enseñanzas de Ram y Crusch: usar el maná para potenciar mis sentidos y fuerza. Esta vez, lo aplico al máximo en mi cerebro, aumentando las conexiones neuronales y la adrenalina que fluye en mí.

«Corazón, espero que aguantes».

El mundo comienza a moverse lentamente a mi alrededor, la adrenalina se dispara y mi cuerpo se llena de una fuerza ardiente. El dolor desaparece, reemplazado por una sensación de poder que me consume.

El fuego en mi interior ansía ser liberado.

Mi campo de visión se estrecha, enfocándose únicamente en mi objetivo. A solo diez metros del jabalí, me doy cuenta de que esta tarea habría sido fácil antes. Pero ahora, limitado por mi propio miasma, no puedo desplegar más brazos.

Siento que me vuelvo líquido, que mis articulaciones desaparecen, la sensación de mi cuerpo, mi fuerza. Entonces…

—¡NO TE ESCAPARÁS! —grito, lanzándome a toda velocidad hacia adelante. El viento acaricia mi rostro, y puedo anticipar cada movimiento con claridad. Puedo ver todo moverse lentamente, sin color.

Salto sobre una piedra, esquivando los escombros que se interponen en mi camino, y aterrizo con precisión sobre un tronco cercano. Es el fruto de mi arduo entrenamiento; mi mente se mueve con tal velocidad que el mundo parece detenerse a mi alrededor.

En mi trayecto, esquivo troncos y escombros con movimientos ágiles y fluidos. Cada obstáculo que encuentro, lo supero con destreza y rapidez, sin perder de vista mi objetivo.

Justo cuando estoy a punto de alcanzar mi objetivo, doy un gran salto hacia adelante. El jabalí permanece estático, como si supiera que su destino está sellado. Garfield se acerca, a punto de aplastarlo por completo.

—¡FURA! —grito, impulsándome con el viento mientras me lanzo hacia adelante.

Siento el impacto del jabalí contra mi pecho, pero no vacilo. Tomo el cristal del suelo y, con una mano firme, lo dirijo hacia el pecho de Garfield.

—Este cristal que una vez perteneció a Beatrice parece absorber maná como una esponja. —Sonrío, viendo que sus ojos bajan a verme antes que su cuerpo se mueva—. Es hora de que enfrentes las consecuencias de tu arrogancia.

El impacto resultante nos envía a ambos volando por los aires. En un instante, me doy cuenta de que debo proteger al jabalí para evitar que sufra daños.

Mis ropas se desgarran por la fuerza del arrastre, pero no tengo tiempo para lamentarme. Uso magia de viento para intentar mitigar el impacto, pero, aun así, el golpe es devastador.

Finalmente, detenemos nuestra caída. Mirando a mi lado, veo al jabalí todavía respirando. Suspiro aliviado, dejándolo a un lado mientras me levanto.

—A partir de ahora, serás la mascota de la ciudad. ¡Vete! —le grito, y el jabalí se aleja corriendo a toda velocidad.

«No estoy seguro de si me entendió, pero al menos sé que si puedo bromear así es porque estoy bien».

Con dificultad, me incorporo, sintiendo mi cuerpo temblar y la sangre fluir por varias partes. Mis oídos y boca están destrozados, mis ojos arden por la velocidad a la que me lancé sin protección contra el viento.

Cada latido de mi corazón parece retumbar en mi cabeza, amplificando el dolor y la confusión que siento en este momento de desesperación.

A pesar del caos que me rodea, logro enfocar mi mente en un solo pensamiento: la necesidad imperiosa de derrotar a Garfield.

Escupo piezas de mis dientes, las sangre y el blanco de estos en el suelo. Parece que no aguantaron la presión de mi cuerpo.

Mi camisa y chaqueta quedaron hechas jirones, testigos mudos de la feroz batalla que acabamos de librar. Aunque mi ropa está hecha añicos, eso ya no importa en este momento. Lo único que importa es la lucha que se avecina y la determinación que arde en mi interior.

«Voy a vencer, no voy a perder».

Estamos débiles, conscientes de que continuar así solo nos debilitará más para enfrentarnos a Roswaal. Pero no tenemos otra opción. La necesidad de acabar con Garfield y hacerlo ver la realidad es absoluta, y estoy dispuesto a darlo todo por ello.

«Si hago de Garfield el ser más fuerte del mundo, entonces valdrá la pena. Para eso, debo derrotarlo aquí y ahora».

—¡Garfield! —mi voz se desgarra en un grito desesperado mientras observo cómo él retrocede, intentando desesperadamente arrancarse el cristal que está absorbiendo su maná.

Pero el cristal, testigo mudo de su poder, comienza a brillar con una intensidad que me hace estremecer por un instante.

Un aullido ensordecedor amenaza con romperme los tímpanos. Instintivamente, cubro mis oídos con las manos, sintiendo el dolor punzante que se extiende por mi cabeza. Utilizo la última reserva de mi poder, invocando una mano de mi Alcance Oculto para protegerme del ensordecedor estruendo.

«Maldita sea, pensaba que mi miasma era ilimitado». «¿Será que el propio maná está interfiriendo en mi capacidad para controlar mi poder?»

No tengo tiempo para reflexionar sobre ello mientras veo a Garfield agarrándose la cabeza y dando pisotones a su alrededor. Su tamaño disminuye rápidamente hasta que el cristal, sin soporte, cae al suelo.

Él empieza a jadear, observando sus manos ensangrentadas.

Ambos estamos debilitados, pero eso no significa que nos vayamos a rendir. Garfield me mira, apoyando sus manos en sus piernas para luego ponerse en posición e ir caminando. Yo sonrío, caminando directo, sin ningún truco.

—Crees que puedes ganarme, pero solo eres un niño. —mi voz suena ronca y entrecortada, la sangre coagulada brotando de mi boca mientras escupo con desdén.

Garfield se truena el cuello con gesto desafiante, sus ojos brillando con determinación a pesar del cansancio que reflejan. Su mirada penetrante me hace darme cuenta de que esto está lejos de haber terminado.

—¡Ja! Mi asombroso ser nunca caerá ante un cobarde. —Garfield empieza a trotar hacia mí con renovada determinación, y yo hago lo mismo, preparado para enfrentar lo que sea que el destino tenga reservado para nosotros.

Ahora, esto definirá la batalla final. Corremos, tambaleándonos bajo el peso del agotamiento y la tensión acumulada, hasta que finalmente nos encontramos cara a cara y nos damos el primer puñetazo.

Mi nariz arde, siento mi cara como si fuera a romperse en pedazos bajo el impacto de los golpes. «Son como barras de acero». Inclino mi cuerpo hacia atrás instintivamente, buscando estabilidad, y luego planto firmemente mi pie en el suelo para mantenerme en pie.

En ese mismo instante abalanzo mi puño, directo a su rostro. La sangre sale de su nariz mientras retrocede, pero su sonrisa no se aleja.

Ninguno va a ceder.

Puño tras puño, esto ya no es una batalla con técnicas. Estamos descargando toda la ira en nuestros golpes.

—No me rendiré ante un niño. —mis palabras son un desafío, una promesa de que no voy a ceder ante la adversidad, incluso cuando el dolor y la fatiga amenazan con consumirme por completo.

Garfield lanza un puño, pero en ese mismo instante lo esquivo y propino un gancho en su mandíbula. Garfield tambalea, la sangre saliendo de su boca sin detenerse, mientras que yo a penas puedo mantenerme de pie.

La sangre brota de varias heridas, mientras mis oídos zumban y mi boca está adormecida por el impacto de los golpes. Mi mirada se encuentra con la de Garfield, reflejando en su sonrisa desafiante la determinación que también arde en mí.

«Jaja, siento que voy a morir en cualquier momento».

En medio del caos de la batalla, aún puedo percibir la decepción en los ojos de Garfield. Es evidente que está luchando contra mí, no solo por el desafío físico, sino también por la amargura que siente por mi rendición anterior.

Así como por la decepción de su actitud.

«Esos son sentimientos que destruiré con mi puño».

A medida que Garfield aprieta su puño, el maná fluye de él con una intensidad amenazante. Reconozco que, a pesar de la situación, aún conserva una reserva de energía que podría ponerme en desventaja.

«No puedo permitir que eso suceda».

Decidido a mantenerme en la ofensiva, me lanzo hacia él con determinación, esquivando hábilmente su golpe y embistiéndolo con fuerza. Caemos al suelo en un torbellino de polvo y esfuerzo, pero me levanto rápidamente, consciente de que cada momento cuenta en esta confrontación.

—Te voy a hacer reconocer tu valor. —Doy un salto, colocando mi pie directo a su rostro. Caigo, haciendo que su cuerpo se levante por el golpe, su cabeza es lo único clavado en el suelo.

Su nariz ya no tiene relieve, su rostro está lleno de sangre.

—U…sa… —Garfield intenta hablar, pero todo lo que sale son quejidos sin sentido.

—Sigues huyendo como un cobarde, incapaz de proteger ni siquiera este santuario. —Elevo mi puño, descargándolo con determinación en su rostro, mientras observo cómo la sangre continúa brotando de sus heridas y pegándose a mi mano.

Aunque cada golpe va con todas mis fuerzas, su sonrisa desafiante persiste, desafiando cada embestida con una fuerza indomable.

Ambos sonreímos, a pesar de tener nuestros rostros hinchados y llenos de sangre. La sonrisa de nosotros perdura.

En medio del caos y la lucha, me doy cuenta de que estoy disfrutando más de esta batalla de lo que debería. Pero en este momento, esos pensamientos pueden esperar. Lo único que importa es la lucha que tengo frente a mí.

Garfield me golpea con fuerza en el costado, arrastrándome por el suelo. Este se levanta y escupe una coagulo al suelo, para luego intentar acomodar su nariz.

—Me lo dice alguien que se rinde ante la persona que lo ama. —El mundo comienza a girar a mi alrededor, pero sé que no puedo rendirme ahora—. Alguien que no se puede levantar por si mismo. Eso te hace débil, un cobarde.

Garfield representa una fuerza que debo entender, un amigo al que debo proteger y guiar. Es un niño con un potencial que podría superar a todos.

Por eso me esforzaré al máximo para estar a su lado, y convertirnos en los más fuertes.

—¡Te equivocas! —respondo con voz entrecortada, luchando contra el dolor mientras me obligo a levantarme. Mis piernas tiemblan, mi brazo fracturado ni siquiera se mueve. Siento que me corté la lengua con los dientes—. Puede que haya caído una vez, pero me he levantado y ahora soy más fuerte que nunca. No subestimes la fuerza de la compañía, Garfield Tinsel.

Nuestros ojos se encuentran en un silencioso desafío, mientras lucho por mantener la sonrisa desafiante que intenta ocultar mi agotamiento. Cada movimiento es un esfuerzo sobrehumano, cada aliento un recordatorio doloroso de la batalla que estamos librando.

—Tu madre está viva, Garfield —lanzo las palabras con determinación, observando cómo sus ojos se abren de par en par ante la sorpresa. Sus labios se aprietan con fuerza, tratando de procesar la información inesperada.

—¿Cómo lo sabes? —Su voz es un murmullo cargado de incredulidad y desconfianza.

Sonrío con firmeza, sosteniendo su mirada con determinación.

—Tu hermana me lo confesó. ¿Quién crees que provee los recursos que recibimos aquí? ¿Quién crees que le dio a tu hermana los medios para mejorar sus vidas en este lugar? —Mis palabras parecen encender una chispa en sus ojos, desatando una tormenta de emociones en su interior—. Tu hermana tuvo el coraje de buscar formas de sacarlos adelante, de luchar por ustedes cuando nadie más lo hacía.

La furia estalla en el rostro de Garfield.

—¡Mi hermana nos abandonó! —su grito es un eco de dolor y frustración mientras se lanza hacia mí con un impulso feroz. Nuestros puños chocan en un intercambio frenético, cada golpe cargado con la intensidad de nuestras emociones y el peso de nuestros recuerdos—. ¡Nos dejó indefensos y solos en esta prisión!

Cada golpe es un grito de desesperación, una expresión de la ira y la frustración que hemos guardado por tanto tiempo. La sangre brota de nuestras heridas, salpicando el suelo con un siniestro reflejo de nuestra lucha interna.

Nuestras miradas permanecen fijas en el objetivo, cada uno determinado a prevalecer sobre el otro en esta batalla de voluntades y convicciones.

—¡¿Qué mierda estás diciendo?! —Mi voz es un rugido de rabia y determinación mientras lanzo un gancho ascendente hacia su mandíbula con toda la fuerza que me queda. Este enfrentamiento no solo determinará nuestro destino, sino también el de aquellos que dependen de nosotros para encontrar la redención y la esperanza que tanto anhelamos.

Con determinación, planto mi pie en el suelo, negándome a rendirme ante Garfield. Ya no hay lugar para el miedo en mi corazón.

Garfield intenta bloquear mi movimiento, pero en ese instante uso alcance oculto en mi brazo roto, haciendo que se mueva y se dirigida directo hacía Garfield.

—¡Ella ha sacrificado tanto por ustedes! —exclamo con vehemencia, lanzando un golpe directo hacia su plexo solar, buscando hacer eco en su conciencia.

Después de que Garfield cae por el golpe directo en el plexo solar, se queda inhalando y exhalando, pero rápidamente aprieta sus dientes. Su mirada se contorsiona en la fuerza que hace para levantarse.

La sangre se va a través de sus dientes, mostrando la figura de un León dándolo todo. Un León que no se dejará vencer, pues es el único depredador.

—¡Ella no nos quiere en su vida! —grita, abalanzando su brazo hacía mí.

En ese momento, lleno de furia y determinación, levanto mi pierna derecha, giro mi cadera y extiendo mi empeine hacia adelante con determinación. El golpe es rápido y certero, impactando directamente en su rostro con una fuerza impactante.

Siento la fuerza de mi golpe, la rapidez del movimiento, la determinación que me impulsa.

Una patada de Mua Thai perfecta, como un rayo que corta el aire. El impulso proviene de la rotación de mi cadera y la velocidad generada por el movimiento de mi pierna.

Garfield recibe el impacto con fuerza, su rostro retrocede ante el golpe y se tambalea por el impacto. Puedo ver el efecto de mi patada, la expresión de sorpresa y dolor en su rostro.

—¡No has visto la angustia en su rostro cuando habla de ti! —continúo, escupiendo sangre por todo el suelo. Observo cómo Garfield cae, luchando por recuperar el aliento entre jadeos.

Intenta levantase, pero cada vez es traicionado por sus brazos. Cada intento de levantarse es un recordatorio de la lucha que enfrenta en su mente.

—¿Acaso crees que ella no sufre? —lo cuestiono, con un gesto de desdén mientras lo pateo en el rostro, preguntándome si alguna vez entenderá la verdad.

La mirada de Garfield revela confusión, aún incapaz de comprender por completo.

—¡Tú, maldito idiota! Aun siendo un niño, ella sabía que te convertirías en un hombre fuerte —proclamo, preparándome para un nuevo asalto—. Garfield, ella ha sacrificado todo para transformar nuestro pequeño pueblo en lo que es hoy. ¡Ella transformó todo con la esperanza de que liberes el santuario y vengas a Irlam!

Incluso compró varias casas con su sueldo para los habitantes del santuario; tiene una casa exclusivamente para los dos.

Garfield se levanta, mirándome con los ojos llorosos. Su mirada no es más que la de un niño perdido, un niño que se está dando cuenta de la verdad en su corazón.

—Yo... yo solo quería estar con amba' —murmura Garfield, atrapando mi puño para lanzarme un golpe directo a las costillas—. Solo quería ser feliz, no quería presenciar eso.

Me veo arrastrado hacia atrás por el impacto, pero aun así sostengo mi sonrisa, consciente de que esta batalla no solo determinará nuestro destino, sino también el de aquellos que dependen de nosotros para encontrar redención y esperanza.

Miro hacía arriba, viendo destellos y figuras sin forma.

—No sé si puedo supera'lo. —sus palabras van cargadas de frustración, de dolor y de impotencia.

Cierro mis ojos unos segundos, y rápidamente me encuentro cayendo. «¡Perdí la consciencia por un segundo!».

—No puedo caer, no me lo permitiré. —Cierro los ojos por un instante, repasando cada acción, cada elección que me ha llevado hasta aquí. Luego los abro de golpe, viendo a penas a Garfield, mientras el resto está en negro.

Me lanzo hacia adelante con determinación, mientras Garfield trata de defenderse. En un movimiento rápido, aprovecho el alcance oculto para conectar un gancho en su costado.

Garfield retrocede, dejando un rastro de sangre en el suelo. Busco su mirada con firmeza, tratando de transmitirle un mensaje a través de mis ojos.

—Puedes... —comienzo a decir a Garfield, interrumpiéndolo con un grito lleno de convicción—. ¡Si realmente te lo propones puedes! ¡Eres el héroe de este santuario!"

«Maldición, ¿qué estoy haciendo, enfrentando a un niño de catorce años de esta manera?»

Me invade un sentimiento de culpa.

Garfield se esfuerza por levantarse, sus brazos temblorosos por el cansancio, pero su determinación no se desvanece.

—Tú... tú me hici'te creer que era' un héroe —murmura Garfield entre dientes, su voz cargada de resentimiento. En un abrir y cerrar de ojos, su puño se estrella contra mi mejilla, haciéndome caer al suelo.

Me apoyo en mi brazo derecho, tratando de incorporarme.

—Ha' hecho tanta' cosas... —continúa, su voz llena de amargura—. Cada ve' que lograbas algo, pensaba que sería' el héroe que estábamos esperando. Pero cuando llegaste, en lugar de ser el héroe, te rendiste y lastimaste a todos por tu debilidad.

Garfield aprieta el puño con furia, la sangre gotea al suelo formando pequeñas manchas rojas.

Es cierto, Garfield es solo un niño que anhela desesperadamente ser un héroe como los héroes que admira.

«Parece que tengo un gran admirador».

Miro hacía Garfield, tomando una larga bocanada de aire para darme más fuerza.

—¿Sabes cuál es la principal característica de un héroe? —le pregunto con una sonrisa, aunque en mi interior nunca he deseado ser uno. No quiero estar destinado a estar por detrás de los demás solo por un título.

Salvaré a quienes pueda, pero al final del día, soy solo un ser humano. No soy lo suficientemente arrogante como para poner a todos por encima de mí. Sé que habrá consecuencias por mis acciones, y se que no podré salvarlos a todos.

Salvaré a los que pueda, y reconoceré mis errores. —Un héroe no es perfecto, un héroe tiene miedo. un héroe puede fracasar. Pero hay una cosa en todos los héroes:

—¡Tras ser derrotados se levantan con el doble de fuerza!

Lo miro con determinación, haciendo que de la sorpresa retroceda. Esto va cargado con todo lo que tengo, todo lo he logrado y lo que lograré.

—¡Un héroe debe proteger a todos los que están a su lado! —le grito, mirándolo directo a los ojos—. Incluso si eso significa sacrificar su propia vida en el proceso.

Me lanzo hacia él, sintiendo cómo comienzo a reunir maná sin siquiera darme cuenta de dónde está viniendo.

«No tengo reservas de maná», pienso para mí mismo, «pero aprovecharé al máximo este poder».

—¡Te sacaré de tu cobardía, Garfield Tinsel! —avanzo con determinación, sintiendo cómo el mundo a mi alrededor se desvanece en un torbellino de emociones.

—¡Te aplastaré, héroe falso! —responde Garfield con ferocidad.

Ambos corremos uno hacia el otro, nuestros puños extendidos en un último acto de desesperación. En ese momento, siento que toda mi frustración, ira y miedo convergen en ese golpe.

Mi corazón late con fuerza, mis músculos tensos y mi mente enfocada en un solo objetivo: golpear a Garfield con toda mi fuerza.

El rostro de Garfield se distingue entre la bruma de la batalla, sus ojos reflejando una mezcla de rabia y determinación. Sé que él también está entregando todo en este golpe final.

El aire parece detenerse a nuestro alrededor mientras nuestros puños se encuentran en un impacto limpio.

El sonido de la colisión resuena en mis oídos, y siento cómo el golpe reverbera en cada fibra de mi ser. Por un instante, todo se vuelve claro, como si el mundo entero estuviera contenido en ese momento fugaz de contacto.

El dolor se dispara a través de mi rostro mientras retrocedo, sintiendo el impacto reverberar por todo mi cuerpo. Mi mente se nubla, y todo se vuelve borroso mientras caigo al suelo, mi consciencia desvaneciéndose lentamente en la oscuridad.

Sé que Garfield también está cayendo, su presencia desapareciendo a medida que el mundo se desvanece a mi alrededor. En este último momento, somos solo dos luchadores exhaustos, enfrentando las consecuencias de nuestras acciones en la batalla.

«Maldita sea, que buena pelea».

Y así, en un silencio abrumador, la oscuridad me envuelve y me sumerge en un profundo y reparador sueño.

El dolor se extiende por cada fibra de mi cuerpo, como un recordatorio constante de la feroz batalla que acabamos de librar. Intento moverme, pero me encuentro siendo cargado por manos diminutas que me sostienen con suavidad y cuidado.

Con dificultad, levanto la mirada y observo a mi alrededor, aunque el dolor me impide mover la cabeza con facilidad.

—¿Son las copias de Ryuzu? —pregunto con voz entrecortada por el dolor, esperando confirmación, pero una voz inesperada responde a mi pregunta.

—¡Ja! Tardaste más en despertar que mi asombroso ser —escucho una voz burlona, y no puedo evitar soltar una risa ahogada, mezcla de dolor y alivio.

—Que un humano te deje en ese estado dice mucho —respondo con una sonrisa, aunque sé que el esfuerzo de contener el dolor se refleja en mi voz. Cierro los ojos con fuerza, apretando los dientes mientras concentro todas mis energías en aliviar mi propio sufrimiento.

«Ojalá la magia de sanación recupere mis dientes».

Finalmente, logro controlar el dolor lo suficiente como para extender mi mano hacia Garfield, formando un puño con determinación.

Garfield gira la cabeza hacia mí, sus ojos reflejando la misma determinación que los míos a pesar de las heridas y la incapacidad para moverse con facilidad. Sabemos que el tiempo apremia y que pronto deberemos enfrentarnos al mago más poderoso de todo Lugunica.

En ese momento, una voz familiar y reconfortante se hace presente a nuestro lado.

—¿Cómo pueden lastimarse tanto y sonreír al respecto? Garbo, Marbo —Ryuzu Shima habla con preocupación, su voz resonando en medio del silencio cargado de emociones.

Nos miramos mutuamente y nuestras risas se entrelazan, compartiendo un momento de complicidad incluso en medio del dolor y la fatiga.

Podría haber muchas respuestas a la pregunta de Ryuzu, pero ambos sabemos exactamente qué decir en ese momento.

Al unísono, exclamamos con determinación:

—¡Porque somos amigos!