El tan ansiado día del amor había llegado a Orario. La mañana era agradable y a pesar de todavía ser temprano, se respiraba un aire de paz, tranquilidad y, sobretodo, amor, justo lo que esta fecha ameritaba y representaba.

Las calles se decoraban con corazones rojos, pétalos de flores volando junto con el viento y un dulce olor a chocolate que encantaba las narices de los transeúntes que cruzaban por los puestos aledaños a las calles.

En resumen, se trataba de la celebración de San Valentín que era muy esperada por las mujeres para entregarles una muestra de amor a quienes amaban para que, posteriormente, su pareja, la cual recibió tal regalo, se los compense en el día del blanco.

Dentro de la ciudad de Orario, el centro del mundo, específicamente al poniente de la misma, se hallaba un hogar peculiar.

-Ojalá esta noche no sea como la de hace un año-Un comentario de uno de los vecinos en la zona fue lanzado mientras cruzaba enfrente de una enorme mansión blanca y rejas color negro que rodeaba un hermoso jardín repleto de vegetación. En el césped del mismo habían varios juegos para niños que correspondían con los nuevos habitantes de aquel sitio.

Se preguntarán "¿Qué sitio es al que se refiere? ¿De quién es esa mansión?" Y, sobretodo "¿Por qué lucía preocupado de que ese día se repita lo ocurrido en el San Valentín del año pasado?". Bueno... solo basta con decir que aquella sede era el hogar de... ¡De la familia Cranel!.

Bell Cranel, el héroe de Orario que se enfrentó a la calamidad más grande que ha visto el mundo, saliendo victorioso, vivía en esa mansión junto a sus veintitrés esposas y sus hijos con ellas.

Esperen un momento... ¡¿HIJOS?!

Sí, efectivamente, hijos. Digamos que aquel final totalmente disfrutable para las féminas el año pasado en estas mismas fechas dio como fruto el nacimiento de varios infantes.

Sin embargo, no estamos aquí para hablar de eso...

De la mansión, tres mujeres, presuntamente esposas del albino, salieron al mismo tiempo con una capucha que cubría sus cuerpos y rostros, lo cual las hacía lucir extrañamente sospechosas.

-¡H-Hola! Perdón por ir junto a ustedes-La primera de ellas saludó, guardando las apariencias.

-¡N-No te preocupes! Supongo que solo coincidieron nuestros compromisos a esta hora-La segunda le devolvió la respuesta, sacudiendo la mano y despreocupándola.

-Sí, debe ser eso. Además, dudo que nos dirigíamos al mismo sitio. Yo sugiero que continuemos nuestros caminos-La tercera habló, cortando con la incomodidad y secretismo entre ellas.

-Sí, me parece razonable-Contestaron las otras dos al unísono.

-Prometamos que nadie hablará de que nos encontramos aquí ¿De acuerdo?-Comentó la primera.

-Sí, estoy de acuerdo-Respondieron las demás.

El trío caminó hacia las rejas de la mansión, abriendo el portón de las mismas y abandonando la sede.

Avanzaron por la misma zona por unos breves instantes hasta que tomaron caminos separados.

Dándose la espalda y por fin estando solas sin que alguien se entere de sus destinos, suspiraron

"No deben enterarse a dónde me dirijo. O al menos eso fue lo que me dijo quien me citó" Pensaron al mismo tiempo como si de una especie de conexión se tratara.

El aura de secretismo aumentaba la tensión en el ambiente y el propio desconocimiento de los motivos que exigían sus presencias en locaciones específicas durante un día tan especial como este solamente provocaba que las dudas dentro de ellas brotaran.

La primera, quien cruzó por Babel hasta una zona residencial repleta de departamentos, llegó al punto de reunión.

Aquel sitio en el que antes la esposa del albino, Eina Tulle, vivía se mantenía completamente cerrado sin la intención de ser abierto pronto.

La calma y silencio que se presentaba ahí disgustaba en parte a la fémina, quien se apresuró a dar un par de golpes a la puerta para de ese modo llamar a la persona en su interior.

Tres sólidos inspector fueron dados en la superficie de la delgada madera, haciendo eco del otro lado y provocando una sacudida en esta.

-¿L-Llegaste?-Una voz femenina que sonaba claramente apenada y temerosa atendió el llamado sin abrir.

-Sí, aquí estoy. Por favor permíteme entrar y de ese modo seré capaz de ayudarte-Contestó la encapuchada. El movimiento de su cabeza sacudía la tela que la cubría, revelando unas largas orejas. Se trataba de una elfo.

-Y-Yo no lo sé. Es que comienzo a creer que es una niñería sin sentido. Te ruego que lo olvides y continúes con tu día-La chica se excusó y evitó la entrada de la elfo.

-Deja de evadirme. No hay manera en que te niegue mi apoyo. Noé disten problemas grandes o pequeños-La susodicha continuó insistiendo.

-E-Es que no estoy convencida de seguir con mi plan. Si no logro mi cometido, podría... ¡Podría causarle mucho dolor a Bell Cranel!-Gritó la joven mientras esnifaba. Esto le dio a entender a la visitante que el llanto comenzaba a presentarse en la inestable mujer.

Ladeó la cabeza, ligeramente confundida, pero sin darle importancia.

-¿Bell? ¿Tiene que ver con Bell? Si es así dudo mucho que salgo así sea posible, no eres la de antes y estoy segura que eres incapaz de dañarlo-Trató de calmarla. A pesar de su desconocimiento sobre la situación, confiaba plenamente en la fémina al otro lado de la puerta.

-¿E-En serio? Es que no lo sé... todo ha salido terriblemente mal y no encuentro la forma de arreglarlo. No te pediría ayuda de no ser crucial y necesaria... ¿Crees ser capaz de corregir mis fallos en menos de diez horas?-Preguntó la dubitativa y temerosa chica. Su respiración alterada se escuchaba al estar demasiado cerca de esa barrera que las separaba.

-No sé a qué te refieras, pero definitivamente no te abandonaré. Además, si se trata de ese maldito conejo, soy capaz de hacer lo que sea-Respondió la elfo. Una vena se le marcaba en la frente y se le notaba cierto disgusto en sus palabras al decir de forma despectiva "Ese maldito conejo".

Tras unos segundos en completo silencio, la perilla de la puerta giró lentamente luego de que el seguro se retiró. El crujir de las bisagras indicaba la apertura de la misma.

Poco a poco el interior fue viendo la luz de fuera, filtrándose en la habitación que tenía las luces apagadas, trayendo un desconocimiento de lo que hallaba ahí en la visitante, quien dio un par de pequeños pasos hacia adelante para adentrarse.

Sus ojos, no adaptados a tal grado de oscuridad, no fueron capaces de visualizar lo que sucedía ahí, por lo que tuvo que emplear el resto de los mismos.

Un calor terrible fue sentido por su piel.

Un grifo tirando agua fue escuchado por sus oídos.

Y, sobretodo... un olor dulce y amargo, unido con uno tan característico como el de comida quemada, ardió en la delicada nariz de esa hada de bosque, quien instintivamente se la cubrió con ambas manos, empujando aire al subirlas y tirando hacia atrás su capucha, revelando una cabellera de color naranja tan pronto su cabeza fue descubierta y privada de dicha tela.

La pelinaranja cerró la puerta tras de sí, sumergiéndose en la espesa oscuridad.

Entre las sombras, la figura de la habitante de aquel sitio se vislumbraba a duras penas.

-¿Nadie sabe que estás aquí? ¿Fuiste seguida? Y, más importante... ¿Bell Cranel no sospecha de nuestra reunión?-Interrogó.

-¿Eh? Bueno, nadie sabe que vine y mucho menos me siguieron. Respecto a lo último, la respuesta es sí, Bell no sospecha nada, creo que todavía duerme luego de luchar todo el día en el calabozo y regresar en la madrugada para no perderse este día ¿Por qué?-La elfo respondió, con cierta naturalidad, propia de una esposa hablando de su marido. Aunque en ella permanecía la duda debido al interés que su contraparte emitía hacia el antes mencionado.

-¿Por qué el interés en mi esposo, Filvis...?-Agregó, revelando el nombre de la fémina en cuestión.

Un suspiro largo provino de ella, quien tragó saliva, preparándose para contestar a dicha interrogante.

-La razón por la que te pedí que vinieras específicamente hoy, Lefiya, es porque...-Dio una pausa tras nombrar a su compañera. Tomaba aire, buscaba las palabras a emplear para comunicar su mensaje, este misticismo aumentaba conforme el silencio se alargaba.

El sonido de tela frotándose llamó la atención de Lefiya, quien notó un movimiento en el brazo de Filvis, quien apuntaba a una pared aledaña a su posición. Los delgados dedos de la chica trataban de alcanzar algo hasta que...

*¡Click!*

Un sonido se originó y la luz fue encendida. El repentino abandono de la negrura luego de prender la lámpara de piedra mágica lastimó la vista de la pelinaranja, quien tardó un par de segundos en acostumbrarse. Cuando lo hizo... deseó apagarla nuevamente.

Aquella tenebrosa oscuridad era más agradable que lo que presenciaba en ese preciso momento.

Las paredes estaban manchadas de color café. La cocina humeaba y el fregadero estaba encendido, desbordándose de agua.

Los sillones estaban a medio quemar e incluso había trozos de una masa viscosa en el techo ¿Cómo demonios llegó eso ahí?

Sí, el hogar de la pelinegra tras su separación de la familia Dionysus era la perfecta definición de "Desastre sin precedentes ni semejanza".

Después de "maravillarse" por el ambiente, bajó la mirada y vio a su amiga en posición de dogeza con la frente casi pegada al suelo, a punto de hacer su solicitud.

-¡Porque te necesito! ¡Por favor enséñame a cocinar chocolates para Bell! ¡Quiero confesarle hoy mi amor!-Gritó vehementemente. Su ropa estaba manchada del mismo color café. Sus dedos se encontraban repletos de cortadas y apósitos. Vestía con un delantal y su cabello era recogido por un cofia.

-¿Eh?-Claramente la pelinaranja no se esperaba eso. Ese sonido fue lo único que salió de su boca luego de oír el ruego de la suplicante pelinegra. Luego de comprender el mensaje, el color de sus ojos se volvió opaco.

"¿Por qué no me sorprende?" Pensó con molestia. No dirigida a la elfo a sus pies, si no al albino mujeriego que tiene de esposo.

-Maldito conejo... ¿No te basta con haber conquistado a mi maestra, dos de mis amigas y... a mí? Ahora... ¡¿TAMBIÉN LE ROBASTE EL CORAZÓN A MI MEJOR AMIGA?!-Elevó la voz con enojo a su vez que varias venas de su frente se inflaban, provocando que la antes mencionada abandonara la posición de dogeza y se parara de repente, asustada por el repentino humor de su visitante.

-¡¿Lefiya?!-Filvis gritó el nombre de la elfo con preocupación.

Ella respiró pausadamente para relajarse y entrar en calma nuevamente. Sus estribos fueron perdidos por ese golpe de información sin previo aviso.

-Me salí de mis casillas, espero que puedas perdonarme por eso-Ofreció sus sinceras disculpas.

-N-No hay problema-Contestó la pelinegra.

"Eso fue aterrador..." Pensó.

-Filvis, solo por curiosidad... ¿Desde cuándo te enamoraste de Bell Cranel? Si es muy difícil de contestar, dime ¿Cuándo te diste cuenta que lo estabas?-Lefiya acercó su rostro al de su contraparte, casi presionándola a relatar los hechos. Era como si un policía interrogara a un criminal.

La presión en la sala aumentó. La espalda de la elfo sentía como si miles de losas de piedra le cayeran encima.

Nunca, hasta esta fecha, fue objeto de la furia de tan amable chica desde su subjetiva percepción.

Sin embargo, gracias a que el enfoque de la pregunta la avergonzaba, esa sensación fue evadida e ignorada.

Las mejillas y largas orejas de la muchacha se ruborizaron en demasía, a tal punto que estas aumentaban el calor de su fino y blanco rostro que perdió dicho color para ser reemplazado por un color rojo semejante al de sus hermosos ojos semejantes a preciosos rubíes.

Desvió rápidamente la mirada y posó ambas manos en su pecho, justo encima de su corazón acelerado y sumamente alterado.

-Y-Yo no estoy muy segura de eso. S-Sería difícil darte una fecha o momento exacto porque jamás supe lo que era estar enamorada hasta ahora. Sin embargo c-creo que esta calidez dentro de mí surgió luego de que me salvó en Knoss. Sus palabras me rescataron del odio y la desesperanza en la que me sumergí. Me sentía obligada a seguir al voluntad y el deseo de otro sin considerar lo que yo quería... y, cuando él saltó a mi rescate... comprendí que tengo el mismo derecho de soñar que el resto del mundo... que... puedo ser quien desee y... me dio la voluntad para luchar por ello...-Una pequeña sonrisa repleta de emoción se dibujó en sus labios.

Lefiya permaneció estoica y sin cambiar su expresión.

-A-Aunque incluso antes de eso. T-Tuvimos ciertas interacciones que...-El rubor se potenció.

-¡WAAAAAA! ¡LEFIYA! ¡N-NO PUEDO CONTINUAR!-Se sacudió de un lado a otro, tratando de desvanecer esos recuerdos, considerándolos indecorosos, que se reproducían en su mente. Su vergüenza era mayúscula.

La exaltada elfo inhalaba y exhalaba. Deseaba darle una conclusión satisfactoria a su relato.

-S-Solo sé que... por fin me he trazado un sueño... una meta... mi corazón desea permanecer al lado de quien lo iluminó. Este último año y medio he esperado para darme el suficiente valor para actuar, porque una parte dentro de mí no se siente merecedora de ser amada luego de los actos terribles que hice... el daño que causé. Pero, al menos quiero darle un cierre a esta emoción. Quizás me rechace, no obstante, eso no...-Antes de que finalizara su oración, fue interrumpida dramáticamente.

Las manos de Lefiya se posaron en sus mejillas, quien fruncía el ceño y lucía completamente furiosa.

-¡LO MATARÉ SI TE RECHAZA! ¡NO PERMITIRÉ QUE TE ROMPA EL CORAZÓN!-Expresó con violencia.

-¿E-Eh? P-Pero creo que no te agradaba la idea, incluso le dijiste mujeriego...-Replicó la elfo.

-¡Ya sé! ¡Ya sé! ¡Y LO SOSTENGO! Es solo que... ¡Prefiero que te unas como esposa de mi esposo a que te hiera!-Argumentó la pelinaranja.

"Estoy realmente confundida" Pensó Filvis, con una expresión de incredulidad y sudor bajando de su frente ante los cambios de humor, al igual que de opinión, de quien la sostenía.

Lefiya se separó de ella, dándole la espalda.

-Pongamos manos a la obra. Ese maldito conejo eternamente en celo no te rechazará ¡YO ME ENCARGARÉ DE ESO!-Se propuso, levantando el puño y con los ojos encendidos en llamas.

-¿C-Conejo eternamente en celo?-Aquel adjetivo avergonzó a la joven inocente en lo que a amor respecta.

Vapor salió de su cabeza al imaginarse cómo es que Lefiya sabe eso de su esposo.

La antes mencionada cayó en cuenta de lo que salió de su boca y se contagió de los mismos síntomas que la pelinegra.

-S-Sin comentarios...-Murmuró. En su interior era consciente de que se le imposibilitaba negar aquello y no estaba dentro de sus planes conversar sobre esa noche de bodas, al igual que la fiesta de san Valentín del año pasado, que lo confirmaron.

-¡Como sea! ¡Es hora de cocinar!-Cambió de tema abruptamente y recuperó el ánimo.

-¡H-Hai!-Filvis tuvo una reacción semejante.

Ambas levantaron los puños, demostrando su gran determinación.

Cambio de escenario.

-¿Por qué me habrá contactado con tanta insistencia?-La segunda chica que abandonó la mansión de la familia Cranel a primera hora de la mañana llegó a su destino.

Enfrente de ella se hallaba una sede con un logo de sombrero colgando con cadenas sobre la puerta del edificio.

La joven suspiró, retirándose la capucha y acomodándose las gafas. Cuando la tela dejó de cubrirla, una hermosa cabellera celeste que llegaba hasta su espalda emergió, sacudiéndose y brillando cuando los rayos del sol dieron con este.

Seguido de esto, abrió la puerta de su antiguo hogar. Si bien no ha abandonado a la familia Hermes, no es aventurera en activo en ese precioso momento gracias al permiso que pidió para ejercer la maternidad.

-¡Oh! ¡Asfi! ¡Qué sorpresa verte aquí!-Dijo Lulune, corriendo hacia la bella mujer y saludándola con alegría.

-¿Cómo te va? ¿Cómo está tu bebé?-Interrogó la Chienthrope.

-Fufufu. Tan enérgica como siempre, Lulune. Bien, ahora mismo María ha de estar dándole su desayuno-Respondió la peliceleste.

-La vida de casada te sienta bien. Luces radiante, nadie creería que hace unos meses estabas embarazada-Lulune le dio un par de codazos amistosos al costado.

-Sí. Estos últimos dos años han sido una travesía en mi vida. Pero no cambiaria nada-Una sonrisa repleta de calma y conforte fue producida por la madre.

-¿Con que así se siente estar casada? Supongo que trataré de tener citas-Comentó la castaña, sosteniendo su barbilla.

-Éxito-Asfi le guiñó el ojo, yéndose de ahí hacia la oficina de su dios, el responsable de que se encontraría ahí ese día.

Lulune la miró desde atrás.

"Ojalá logres asimilarlo..." Pensó, siendo perfectamente consciente de la conversación que se avecinaba entre dios e hija.

Luego de un amor de metros, al final del pasillo, Asfi abrió la puerta de aquella habitación que conocía perfectamente y entró.

-Bienvenida-Ahí estaba Hermes esperándola, sentado enfrente de su escritorio y las dos sillas para invitados que normalmente ponía del otro lado del mismo.

Él lucía completamente serio al recibirla. Inexpresivo y con los brazos cruzados, apoyando la espalda en el respaldo.

-¿Qué asunto era tan urgente en un día como hoy, Hermes-Sama? Planeaba cuidar a mi hijo y en la noche celebrar San Valentín con mi esposo-La molestia en la capitana de la familia era mayúscula. Ese llamado tan repentino le arruinó los planes y su rutina, por lo que decidió encarar a la deidad, expresándole su inconformidad.

La piel del dios con cabellera color melocotón estaba pálida. Bajó los brazos, apoyándolos en el escritorio y se inclinó hacia adelante.

-No te obligaría a venir si no fuese algo sumamente importante. Se trata de Laurier, e-ella...-Las extremidades del castaño empezaron a temblar.

La inconformidad de la chica de cabellera celeste fue reemplazada por un miedo inmenso debido a la forma en la que su contraparte dio inicio a la discusión al nombrar a la elfo. Aunado al lenguaje corporal que comunicaba una clara incomodidad al mencionar el nombre de su hija.

El ritmo cardíaco de Asfi se aceleró, temiendo lo peor.

-N-No me diga qué...-Las palabras salían con suma dificultad. No deseaba decir lo que pensaba. La sola idea de que ese escenario se planteara formaba un nudo en su garganta.

-Sí...-El dios fue escueto en su respuesta.

-Ella...-Hermes intentaba emitir el mensaje.

"L-Laurier murió... no puede ser... fue... fue mi culpa... por abandonar la familia..." Pensó, culpándose y sintiendo que el mundo se le venía abajo. La inundaron unas enormes ganas de romper en llanto.

-¡ELLA NECESITA QUE LA AYUDEN A COCINAR CHOCOLATES PARA BELL! ¡LLEVA CASI UNA SEMANA METIDA EN LA COCINA Y NO NOS PERMITE ENTRAR PORQUE AÚN NO LOGRA HACERLOS BIEN! ¡MI DINERO SE HA AGOTADO PORQUE A CADA RATO ME PIDE VALIS PARA COMPRAR INGREDIENTES! ¡NO HE COMIDO EN DOS DÍAS!-El grito potente del castaño hizo eco en cada rincón del edificio, siendo escuchado incluso por Lulune que estaba a punto de irse de ahí.

Así que, tal y como lo han leído, no se trataba de una mala noticia o lo que la mente sugestionada de Asfi se imaginaba.

Hermes, quien cerró los ojos brevemente para decir aquello, los abrió pasados un par de segundos en los que no recibió más que silencio. Elevó la cabeza que hacía inclinada y se topó con su hija.

Asfi lo miraba con una expresión severa. Sus cejas se arrugaban y el ceño se fruncía. De sus colorados pómulos bajaban lágrimas sin cesar mientras que su piel se tornaba roja, producto del ferviente enojo que la consumía.

-¿A-Asfi?-La deidad la nombró, aterrorizado.

Cerró la mano, formando un puño. Sus dedos crujieron al hacerlo y...

*¡PAM!*

-¡PUAAAAAAAAAAAAH!-El costado de la cara de Hermes fue impactado a gran velocidad sin ser capaz de reaccionar para impedirlo.

*¡PUUUUUUUUM!*

Su cabeza se incrustó en la pared, formando un enorme agujero.

-¡NO ME ASUSTE DE ESE MODO, MALDITO DIOS IDIOTA! ¡CREÍ QUE MURIÓ!-Reclamó la capitana de la familia. De sus nudillos se levantaba humo.

-P-Perdóname...-Se disculpó el "Dios idiota", con los huesos de la cara hechos trizas.

Posó ambas manos en el borde del agujero, se impulsó y luego dio media vuelta para ponerse frente a su hija. Estaba cubierto de sangre aunque eso no parecía importarle.

-Te lo ruego, ayúdala. Desde hace año y medio no deja de hablar de Bell y lo mucho que desea convertirse en su esposa-Declaró.

-¿A Laurier le gusta Bell? ¿Cómo es eso posible? No, mejor dicho... ¿Desde cuándo?-Su mente empezó a divagar tan pronto se cuestionó eso.

Varios recuerdos emergieron. Recuerdos en los que no había anda extraño, o eso pensaba...

Hubo una ocasión en la que, durante sus labores de investigación, se encontró un dibujo de Bell en los documentos que cargaba Laurier.

También rememoró el cartel que alzó en la boda, el cual decía "¡Exijo ser la siguiente!".

Igual aparecieron cientos de momentos en los que la elfo hablaba sola, diciendo cosas como "¡No puedo esperar para sentirte encima de mi!" O "¡Eres mi alma predestinada!".

Pero lo que le confirmó el amor de Laurier hacia Bell fue... ¡Vamos Asfi! ¡Con todo lo anterior es suficiente! ¡Lo de la encuesta de "¿Qué elfo rubia de ojos azules es la mejor pareja para un joven de cabello blanco y ojos rojos?" era solamente una forma de reafirmar lo que ya se sabía!

"Me siento idiota por no darme cuenta antes que prácticamente es la acosadora número uno de mi esposo. Bueno, si tomamos en cuenta que Syr ya no lo acosa porque también es su esposa" Pensó, con sudor bajándole de la frente y llegando a esa muy clara e inequívoca conclusión.

*¡PAM!*

Azotó fuertemente ambas manos en el escritorio.

-¡Muy bien! ¡Manos a la obra! ¡Como su capitana es mi deber ayudarla a alcanzar sus metas!-Acomodándose las gafas y sin siquiera dudar ni rechazarla, aceptó la labor que le fue encomendada por el dios viajero.

Salió con decisión e inspirada de la oficina del antes mencionada.

"Donde caben veintitrés igual veinticuatro... supongo" Dijo en su subconsciente, tratando de encontrar lógica en lo que haría... ¡Conseguirle otra novia a su esposo!

Sus pasos resonaban en el pasillo. La mirada la fijó en la puerta doble que daba con la cocina y...

*¡PAM!*

La abrió de repente, sin que nada la detuviera.

Ignoró las condiciones en las que se hallaba ese cuarto y buscó entre el desorden a la elfo. No tardó mucho en dar con ella.

Laurier se encontraba en el rincón, pegando la espalda a la pared y abrazando sus piernas mientras lloraba por la frustración del recurrente fracaso en la preparación de chocolates. Gracias al ruido de la puerta, despegó la cara de sus muslos y volteó hacia la peliceleste.

-¿A-Asfi-Sama?-La nombró.

Se puso de pie al momento que se percató de que ya no se encontraba sola.

-¿Q-Qué te trae por aquí?-Empezó a limpiar sus lágrimas con desesperación luego de lanzarla la pregunta. No deseaba que su capitana la viera de una forma tan lamentable e impropia de un miembro de la familia.

Asfi camino hacia ella.

-¿Te encuentras bien? ¿Cómo te sientes?-No respondió a la pregunta de Laurier, al contrario, las ignoró e hizo las propias.

De su bolsillo sacó un pañuelo y le limpió la humedad de las lágrimas.

-Y-Yo... no he podido cocinar bien el chocolate...-El ánimo en la rubia decayó, agachando la cabeza.

La capitana le dio un par de palmadas en la espalda.

-¿A quién deseas, con tanto esfuerzo, preparárselos?-A pesar de estar al tanto de quien flechó el corazón de la chica, deseaba oírlo de su propia boca.

Las mejillas de la elfo se tiñeron de rojo y...

-Hehehehe...-.

Una risa tonta se originó de ella.

-Hehehe... Son para mí hermoso conejo blanco... mi alma predestinada-Respondió, tocando sus dedos índice de forma tierna. El rostro del susodicho aparecía en la mente delirante de la bella hada enamorada.

-Fufufufu-Asfi soltó una risita ante ello.

Posó su palma sobre el hombro de la elfo.

-Supongo que, como tu capitana y futura compañera de esposo, es mi deber ayudarte ¿No es así?-Una expresión cálida y amable apareció en la cara de Perseus.

-¿Eh? ¡¿EHHHH?! ¡¿Hablas en serio?!-La reacción de Laurier al oírlo fue justo la que se esperaba.

La bella peliceleste asintió.

La tristeza de Laurier se desvaneció, reemplazada por esperanza y ánimo.

Pasado este momento, Asfi inspeccionó la zona, topándose con el enorme desastre que Laurier produjo en la última semana y...

"Espero que 10 horas sean suficientes".

Se preocupó. La meta era muy complicada de cumplir con el poco tiempo con el que se disponía.

Cambio de escenario. En la sede de la familia Ganesha.

-¡YO SOY GANESHA! ¡¿QUÉ TE TRAE AQUÍ ESTE DÍA, RYUU LION?!-Interrogó el dios con máscara de elefante a su muy particular estilo de hablar.

-¡S-Shhh! Por favor, Ganesha-Sama. Nadie debe enterarse que vine-La elfo lo silenció, reprendiéndole como a un niño al posar su dedo índice sobre sus propios labios y confesándole la confidencialidad de su visita.

La deidad sostuvo su barbilla.

-¡Oh! Me disculpo. ¡Ganesha no le dirá a nadie que estas aquí! ¡Sus labios están completamente sellados!-Elevó la voz nuevamente.

Ryuu estampó su palma en la cara por la nula consideración del Dios ante la solicitud que le realizó hace menos de un minuto. Decidió resignarse. Total, ya todo Orario sabía que vino a la sede de la familia Ganesha por los gritos incesantes y potentes de Ganesha.

-Como sea. Vengo a verla, vengo por ella ¿Me permitirá entrar, Ganesha-Sama?-La elfo fue directamente al grano y sin rodeos. Le urgía ir con la persona que la citó ese mismo día en dicha locación. Lo único que necesitaba era el permiso.

La mirada del dios elefante se agudizó.

-Vienes a verla casi todos los días. Realmente eres una increíble amiga-Comentó.

-Es mi responsabilidad. Yo abogué por su inocencia, sería irresponsable no asegurarme de que cumpla su deber-La rubia plantó cara y se mantuvo imperturbable como siempre.

-Ganesha entiende. Por eso es extraño que continúes pidiendo mi autorización, soy perfectamente consciente de tus intenciones y jamás te negaría el paso. Adelante, Lion-Ganesha abrió la puerta, permitiéndole el paso.

Ryuu asintió, agradeciéndole.

-Ya conoces su habitación. Te sugiero no hacer mucho ruido. Los vestigios de "eso" continúan presentes en su interior y de vez en cuando adopta esa actitud dominante. Además, por alguna razón, eso salió a relucir mucho en los últimos días. Ganesha te desea suerte-Explicó la deidad mientras la bella hada de bosques avanzaba por el pasillo. No era nada que ella desconociera. Desde que aquella mujer apareció no han habido días sencillos.

Sin embargo, el comentario de que en los últimos días se ha comportado anormalmente cuando no está con ella, le resultaba enigmático, trayéndole cierta preocupación.

Viéndola recorrer el interior, Ganesha se cruzó de brazos y habló.

-Esa niña de Astrea es un caso muy curioso. Cuando está con Bell es como un animalito, pero de ser el caso contrario, parece un lobo aterrador-Fue la impresión que le dio.

-Lo bueno que Astrea volvió. Aunque todavía me pregunto... ¿Por qué "ella" decidió permanecer aquí siendo ese el caso?-Concluyó, lanzando esa pregunta al aire y cerrando de nuevo la puerta.

Los pasos de Ryuu aumentaban de ritmo conforme la puerta al final de pasillo se vislumbraba con mayor claridad.

Su mente divagaba, temerosa del estado de aquella presencia desconocida para nosotros los lectores.

-Solo han pasado tres días desde la última vez que vine ¿Qué tanto cambiaste en ese breve periodo? Sé que he estado ocupada criando a mis hijos, pero le dije que de ser una emergencia, no dudara en mandarme una carta y que estaría lo más pronto posible en su puerta. Es solo que no esperaba que justamente hoy surgiera una-Musitaba. Las dudas la carcomían.

Cuando estuvo a escasos metros de abrir la puerta... humo salió desde el borde de la misma. El olor que este originó alcanzó la nariz de la hada, quien, gracias a sus muy refinados sentidos, identificó que se trataba de un incendio recién iniciado. Temiendo por el bienestar de quien habitaba ahí, aceleró el paso, casi corriendo y...

*¡PAM!*

De una fuerte patada despedazó la sólida madera de la que estaba hechos la puerta.

Una espesa pantalla de humo la golpeó en la cara. La temperatura al interior era simplemente insoportable.

Comenzó a toser y cubrió su boca con su antebrazo.

Y de su boca salió un nombre...

-¡ALISE!-.

Una figura irregular el costado derecho se levantaba. Era de tres colores, rojo, naranja y amarillo, no obstante, esta se iba reduciendo en tamaño hasta desaparecer cuando el sonido de un extintor provino a un lado de la misma.

Pasos se oyeron enfrente de Ryuu, quien se puso en posición de combate instintivamente. Era como si cada fibra de su cuerpo le exigieran mantener la guardia alta ante el desconocimiento del riesgo que se avecinaba.

A unos cuantos metros enfrente suyo, la silueta de una mujer se dibujó en el denso humo. Esta se acercaba lentamente a su dirección.

Ryuu tragó saliva y el sudor le bajaba de la frente. Frunció el ceño para no mostrar debilidad.

Se trataba de una mujer con cabellera corta, de una altura ligeramente mayor a ella y un físico con proporciones que, con todo respeto, cualquier mujer perteneciente a la raza élfica envidiaría. O al menos esos eran los rasgos que conseguía identificar ya que no lograba vislumbrar de buena manera.

La piel de la rubia se erizó cuando notó que en la mano derecha, esta sostenía un objeto semejante a una daga.

Al haber venido con la intención de ayudar ante una emergencia, no equipó su armamento, por lo que se encontraba en clara desventaja.

El fino rostro de la mujer enfrente suyo emergió, enseñando un ceño imperturbable que infundiría miedo en quienes osaran enfrentarla. Los mechones color esmeralda se asomaron y esos ojos color jade lucían opacos y sin vida.

Fue reconocida al instante por Ryuu.

Temerosa y con dificultad de mover los labios, emitió un único nombre.

-Revis...-.

Sí... se trataba de Revis, aquella criatura que servía a Evilus y que años atrás se suponía fue derrotada, perdiendo la vida y trayendo consigo la victoria de Orario.

¿Qué hacía ahí?

¿Qué planeaba?

¿Por qué se infiltró a la sede de la familia Ganesha, específicamente a la habitación de aquella chica a la que Ryuu nombró como "Alise"?

Bueno... la respuesta es sencilla.

-¿Fueh? ¡No! ¡No! ¡No! ¡Ya te dije que odio ese nombre, Lion! ¡Soy Alise! ¡Alise Lovell! ¡Me prometiste que jamás volverías a llamarme de ese modo!-Replicó la susodicha, inflando sus mejillas y sacudiendo los brazos, revelando que en realidad lo que tenía en la mano era una espátula y no una daga.

Esperen... ¡¿ALISE LOVELL?!

¿Que ese no era el nombre de la capitana de la familia Astrea?

¿No se supone que había fallecido en aquel fatídico día donde la elfo perdió todo lo que amaba?

Pues... había vuelto.

-P-Pido que me perdones. Es solo que ese estilo de cabello todavía me trae traumas y actué meramente por reflejo, como si de un modo automático de mi cuerpo se tratara. Por favor deja que crezca o podrías provocarme un paro cardíaco un día de estos-Ryuu se inclinó, pidiendo disculpas y justificando su actuar.

-¡Hmph! ¡Eres muy insensible conmigo! Tú dijiste que este corte me quedaba bien-Alise se cruzó de brazos e hizo un puchero, desaprobando la incongruencia entre las opiniones de su amiga.

-Además, cuando Revis murió, tu hermosísima ex capitana Alise Lovell regresó. ¡Así que te pido nuevamente que no vuelvas a confundir mi nombre! ¡Ni siquiera Bell que me conoce desde hace menos tiempo que tú me llama "Revis"!-La pelirroja le reprochó, señalándola para que se sintiera mal por la forma en la que reaccionó.

Entonces... ¿Es Revis pero a la vez es Alise Lovell? ¿Eso qué significa?

Bueno... cuando sea el momento de que eso sea explicado se sabrá...

Continuando...

-Dejando eso de lado, supongo que te preguntarás por qué te pedí que vinieras con tanta prisa y poca antelación ¿Verdad?-Alise infló su pecho, posando sus manos en la cintura y sonriendo a su modo luego de arrojarle ese cuestionamiento.

Ryuu puso cara de póker. Claramente no extrañaba ese enorme ego.

-Sinceramente, por ahora solamente trato de encontrar sentido al estado de esta habitación. Parece como si una guerra civil se haya desatado-Comentó Ryuu, bajándole los ánimos a la arrogante chica.

-¡Ugh!-Ese fue un golpe bajo para Alise, quien sintió una punzada en su corazón y fingió dolor en esta zona.

Sus puntos de vida bajaron dramáticamente.

-Di en el clavo ¿Cierto?-Insistió la rubia.

-S-Sí. En parte ambas cosas se relacionan, jeje...-Respondió la chica, rascando el costado de su cabeza y desviando la mirada mientras se reía con cierto nerviosismo al igual que pena.

-¿Uh?-Al recibir esa respuesta, Lion ladeó la cabeza.

Alise se puso de rodillas lentamente antes la mirada sorprendida de la antes mencionada.

-Lo que sucede es que...-Musitaba.

De repente tiró la parte superior de su cuerpo hacia adelante y se puso en posición de dogeza, expresando el máximo respeto posible para rogarle por ayuda.

-¡Por favor instruye a tu hermosa y encantadora amiga en el arte de la repostería! ¡Yo creí que con solo ser bella y radiante sería suficiente para enamorar a Bell, pero no ha funcionado! Es por eso que he intentado en los últimos días cocinarle chocolates y confesármele porque no da el primer paso, sin embargo... ¡Es malditamente difícil! ¡He fracasado estrepitosamente!-Declaró airadamente, tomando bocanadas de aire entre grito y grito.

La elfo permaneció estática, incrédula.

-¿A-Are?-Balbuceó.

-E-Es que... ¡Quiero estar con Bell Cranel el resto de esta vida! Porque... ¡Él fue quien me entregó la oportunidad de volver a vivir!-Agregó Alise.

-¿E-Estar con Bell?-Interrogó la contraparte.

-¡Sí! ¡La bella Alise Lovell se enamoró de Bell Cranel y quiere ser su esposa!-La pelirroja lo reafirmó sin pizca de duda o pena, como si fuera completamente natural para ella gritarlo a los cuatro vientos enfrente de una de las esposas de su amado.

La expresión de Lion era divertida para quien la viera desde afuera.

-S-Sí claro, no entiendo por qué me sorprendí ¿Cómo no lo vi venir?-Fue su reacción.

Ella suspiró con una sonrisa repleta de ironía y sintiéndose estúpida de no considerar la posibilidad de que las cosas resultaran de ese modo luego de que Alise regresara tras los eventos ocurrido en el Asalto a Knoss hace casi 2 años.

Se agachó lentamente, posando sus manos sobre las de su amiga que creyó perdida. No se acostumbraba a ese sentimiento que le provocaba volver a tocar su piel.

El dolor por el que ambas pasaron era compartido y superado.

Los traumas del pasado quedaban en ese mismo lugar.

La nueva etapa de sus vidas solo les traía felicidad.

Alise levantó la parte superior de su cuerpo, quedando cara a cara.

-Alise... Bell me devolvió a mi amiga, a quien creí muerta...-Dijo Ryuu, siendo el principio de su discurso.

-Te regresó esa hermosa sonrisa, que fue borrada, destruida y corrompida por Evilus-Adicionó regalándole una gesto amable y provocando que la susodicha enseñara ese atributo.

-Así que... no me sorprende que te hayas enamorado de él. Te salvó de ti misma. Enfrentó la muerte por tu bienestar. Entiendo perfectamente el amor que se aloja en tu corazón porque... es el mismo que habita el mío. Porque cuando estuve en esa posición... actuó igual y fue ahí donde me enamoré-Las experiencias del pasado eran rememoradas. Aquellos días en los pisos profundos donde creyó que perdería la vida.

-Así que... preparemos ese chocolate y hagamos que Bell se convierta en tu esposo, Alise-Finalizó, poniéndose de pie junto a la enérgica chica que era un mar de lágrimas por las palabras de su amiga.

Alise asintió repetidamente, limpiando la humedad de su rostro con el antebrazo.

-Sabía que podía contar contigo-Respondió, sonriéndole.

Ryuu le devolvió el gesto.

-Ahora dime... ¿Qué pasó en este lugar?-Preguntó, pasando la emoción del momento.

-¡Fallé estrepitosamente en cocinarlos yo misma! ¡He incendiado la cocina de la sede tres veces así que me pusieron un horno en mi habitación para evitar más accidentes!-Respondió Alise quien, por alguna extraña razón, parecía orgullosa de eso y lo remarcaba como si de un logro se tratara.

Una gota de sudor bajó de la frente de la elfo.

"Esto será más difícil de lo que supuse hace diez segundos. Quizás no hay tanta disparidad con lo que pensó Mama Mia cuando nos enseñó a cocinar a Syr y a mí con esta situación" Concluyó.

Diez horas después. En la sede de la familia Cranel.

-Por eso y por muchas cosas más... ¡Te amamos, Bell!-Un coro de veintitrés voces emitió tal mensaje de forma alegre y animada. Tal cantidad de mujeres se hallaba de frente a un sillón de tres secciones en el que el antes mencionado se encontraba sentado, recibiendo tal muestra de amor mientras bolsas con chocolate le eran entregadas.

Un nudo se formó en la garganta del conejo. Lágrimas brotaban de sus párpados, desbordándose de estos mismos y deslizándose por las mejillas a su vez que abrazaba los regalos como si de el santo grial se tratase.

-¡Las amo! ¡Las amo mucho! ¡Me siento muy feliz de ser su esposo!-Lloraba inconsolablemente. Chorros y chorros se escurrían de sus ojos como una fuente con agua infinita.

"Jamás dejará de sorprenderme lo mucho que llora. No es normal" Opinó Lunoire, quien presenciaba la escena a la distancia.

Ella había sido invitada a la fiesta de San Valentín ya que Anya, junto a Chloe, le pidieron que se presentaran. No obstante, la forma en la que las chicas gato se lo pidieron la irritaron, debido a que le daban a entender a la humana que lo hacían por lastima.

"¿Lástima por qué?" Se preguntarán. Simple, ella no cuenta con una relación amorosa y sus amigas son esposas del albino, por lo que no se encuentra en posición de celebrar las festividades de este día.

La castaña y la pelinegra voltearon hacia ella de manera retadora, lo que trajo consigo cierta irritación en la humana, la cual se manifestó como una vena inflada en la frente.

Bueno, continuando.

La entrega del chocolate por parte de las esposas fue realizada del mismo modo que el año pasado, donde cada una pasó al frente y le dio un mensaje a su amado, describiendo lo mucho que ese amor en su interior se intensificaba conforme el tiempo transcurría, por lo que, era natural que ante tal muestra de afecto, Bell llorara, siendo tocado en el corazón por tan lindas palabras.

-¡Vamos, vamos! ¡Cómelos!-Syr se inclinó hacia adelante, sujetando su bolsa, abriéndola y sacando de esta un chocolate en forma de corazón. Durante esto, sonreía de forma maliciosa y la gravedad provocaba que sus enormes senos fuesen vistos por su esposo.

Él se sonrojó, pero no se negaría a una comida preparada por una de sus mujeres, así que abrió la boca.

-¡Un momento!-Airmid se interpuso.

-¿Are?-La peligris ladeó la cabeza, confundida por esa reacción.

-Antes de que los coma, debemos asegurarnos de que ni tú ni Aisha le hayan agregado nada raro a los suyos. No queremos que se repita el San Valentín anterior. Ninguna pudo caminar por dos días luego de esa noche-Comentó la peliplateada, razonando con la pervertida mujer, agregando al regaño a la amazona que también era una candidata ideal para cometer tal hecho y recordándoles cómo resultó el incidente de los chocolates con afrodisíacos.

Todas las presentes se sonrojaron, a excepción de las víctimas de tal calumnia.

-¡¿Por quienes nos tomas?! ¡Esa fue una ocasión única e irrepetible!-Gritó el par, encarando a la sanadora.

-Las tomo como un par de pervertidas... ¿Qué? ¿Estoy equivocada?-Sin vacilar ni retractarse, al contrario, reafirmándolo, Airmid respondió.

-¡Ohhhh! ¡Ahora resulta! Nosotras podemos ser pervertidas pero no hipócritas-Syr nuevamente replicó, riendo de manera tétrica ante lo falsa que lucía la matriarca al enojarse.

El ceño de la susodicha se frunció.

-N-No sé de qué hablas-La seguridad de Airmid flaqueó.

-¿A no? ¿Acaso te recuerdo que tú fuiste la primera en montarse en Bell sin dejarnos hacer nada? Y eso que quien fue drogado era Bell y no tú-Aisha complementó lo dicho por la diosa disfrazada de humana, refrescándole la memoria de aquel erótico día.

-C-Chicas...-Bell se ruborizó.

-T-Todo lo que diga puede ser usado en mi contra...-Musitó la peliplateada, guardando silencio y siendo derrotada. La imperturbable reina del Harem recibió una abolladura en la corona. No era capaz de negar su participación activa en la noche de pasión. Tiene dos hermosos hijos que lo comprueban.

Aisha y Syr chocaron las manos, celebrando su victoria.

-Jeje...-El albino soltó una risa nerviosa mientras le daba un par de palmadas a la sanadora.

-¡Ahora sí! Bell, di "Ahhh~"-La peligris volvió a insistir con alimentarlo.

-¡Un momento!-Tres chicas dieron un paso al frente y levantaron la voz al unísono, despertando la atención de los presentes en la sala de la mansión, interrumpiendo por segunda ocasión a Syr.

Las responsables fueron Lefiya, Asfi y Ryuu, quienes se sorprendieron por la sinergia demostrada al decir aquello al mismo tiempo, por lo que intercambiaron miradas entre ellas.

-¡Ay! ¡¿Y ahora qué?!-Se quejó, cruzándose de brazos.

El trío de esposas se ignoraron las unas a las otras y prosiguieron.

-¡Aún hay alguien que falta en entregarle su chocolate a Bell!-De nuevo hablaron al mismo tiempo. Las voces se anteponían entre ellas debido a la diferencia entre volúmenes de estas.

Otra vez, intercambiaron miradas. Ahora sí lucían curiosas por esta "coincidencia".

Agudizaron sus miradas, como si estuviesen en una competencia y, respirando hondo, se prepararon para gritar.

-¡ENTRA FILVIS!-.

-¡ENTRA LAURIER!-.

-¡ENTRA ALISE!-.

Señalaron a la puerta y seguido de ello dieron esa orden a quienes aguardaban del otro lado. Ninguna superó en velocidad a las otras, fue dicho en el instante idóneo en el que las tres convergieron.

-¡Ah bueno ya estuvo! ¡¿Qué demonios sucede?!-Reclamaron con enojo por lo que consideraban una interrupción. Pero, sin tiempo para enojarse, las tres mujeres mencionadas hicieron acto de presencia.

Las puertas de la mansión fueron abiertas lentamente y pasos de tacones eran audibles desde aquel sitio, aumentando el sonido, lo que indicaba la cercanía a la sala.

Las tres féminas emergieron desde la izquierda del albino, quien se mantenía en su asiento totalmente absorto por las inesperadas visitas.

A Filvis la adornaba un vestido negro que resaltaba su delgada figura. En el caso de Laurier, uno azul con detalles en verde que la semejaban a una bella flor. Alise en cambio fue por un diseño más simple, un ardiente vestido rojo con escote que no dejaba nada a la maldita imaginación.

Ellas tenían las manos detrás de su espalda y sus mejillas ruborizadas mientras reducían la distancia que las separaba del conejo.

Las esposas las miraban con impresión. No se esperaban sus presencias ese día. Sin embargo, no les impidieron el paso, al contrario, se lo facilitaron.

Abriéndoles el camino, las mujeres se apartaron de en medio, permitiéndoles llegar a estar cara a cara con quien amaban.

Las bellas chicas se posaron enfrente de Bell, suspirando y dándose valor.

-Tal parece que serán veintiséis... wow...-Lunoire comentó, comiendo palomitas que sabrán los dioses de dónde sacó, presenciando el espectáculo.

-¿Filvis? ¿Laurier? ¿Alise? ¿Qué sucede?-Fingía desconocimiento. O eso creían porque era imposible ser tan imbécil para no reconocer las intenciones que tenían cuando no es la primera vez que esta situación de le presenta.

Sin embargo, los signos de interrogación imaginarios sobre la cabeza del muchacho hacían que sospecharan de su clara estupidez, afirmando el segundo escenario, rechazando el primero.

Ambas elfos y la humana mordieron sus labios, nerviosas, luego de que sus nombres salieran de la boca del albino.

-Bueno, supongo que todas sabemos para dónde va esto-Comentó a Airmid, cruzada de brazos.

-Efectivamente. La pregunta no era si agregaría más esposas, si no el cuándo lo haría-Shakti confirmó, dando su impresión.

-Sinceramente a este punto es ridícula sorprenderse-Riveria soltó una expresión repleta de ironía.

-Conejo pervertido...-Aiz empezó aquel adjetivo despectivo que tanto usa Loki para referirse al muchacho.

-Jejeje... nuestro hombre es insaciable-Tiona rascó el costado de su cabeza mientras Bache y Argana asentían, relamiéndose los labios.

-Fufufu. Orión es todo un rompecorazones-Artemisa sostuvo su barbilla y dijo aquello, luciendo orgullosa.

-Quizás sería buena idea conseguir un arquitecto. La mansión comienza a carecer de habitaciones-Anna comentó, con una gota de sudor bajándole de la frente.

-Sí-nya. Dudo que ya no haya más nacimientos-nya-Expresó Anya, concordando con la humana.

-Planeó darle al menos 5 hijos a Bell-nya-Chloe también siguió el hilo de conversación de la gata castaña.

-A este punto es impresionante que se mantuviera en veintitrés. Yo las consideraba pocas conociendo su libido-Opinó Daphne, con Cassandra exaltándose a su costado, quien seguido de esto asintió.

-M-Mis visiones no previeron esto-Agregó la peliazul.

Aisha se hallaba ligeramente decaída. El espíritu se le salía de la boca.

-¿Que sucede, Aisha-Sama?-Interrogó Haruhime a su costado.

-Más esposas... menos horas de sexo...-Una lágrima cayó del ojo descubierto de la amazona.

-¡N-No diga esas cosas, Aisha-Sama!-Reclamó la renard.

-Ara~Ara~-María posó su palma al costado de su rostro, sonriendo. No le desagradaba la situación.

-Esto explica por qué salieron tan temprano-Syr fue testigo de la partida de Lefiya, Asfi y Ryuu a primera hora del día. Aunque desconocía los motivos y tampoco indagó en ellos. Ahora que esto sucedía enfrente suyo comprendía a qué se debió.

-Más chicas...-Helun se cubrió la boca, totalmente inquieta.

-Supongo que pasaré por el estrés de preparar una segunda boda múltiple-Eina suspiró, acomodándose las gafas mientras su mano temblaba.

-¡Hey! al menos esta vez serán solamente cuatro mujeres y no veintitrés como en la anterior-Lunoire se unió.

-¡Pido ser dama de honor!-Alicia se ofreció.

-No me hagas mucho caso, pero dudo que se pueda ser dama de honor en la boda de tu esposo-La única soltera en la sala replicó. O sea, la pobre Lunoire.

Ahora, regresando a los protagonistas de este momento...

-¿Chicas?-Bell habló ante el silencio y la quietud de las tres féminas enfrente suyo, quienes continuaban estáticas y sin habla.

Las tres reaccionaron a esto, intercambiando miradas y asintiendo. Era como si se pusieran de acuerdo en quien iría primero.

De sus espaldas sacaron las bolsas con chocolates y se la enseñaron al conejo.

Para sorpresa de varios, Filvis fue la primera en dar el paso, acercándose a él.

-Y-Yo...-Iba a hablar, pero...

-¡NI SE TE OCURRA RECHAZARLA! ¡SI LO HACES HARÉ QUE DUERMAS EN EL SOFÁ EL RESTO DE TU VIDA MALDITO CONEJO! ¡¿MMMM?! ¡HMMMMM!-Lefiya interrumpió, amenazando con lujo de violencia a su esposo mientras sacudía el puño con fiereza hasta que una mano le tapó la boca.

-Guarda silencio-La responsable fue Asfi.

-Continúa-Le dijo Ryuu a la pelinegra.

-D-De acuerdo...-Ella regresó la mirada a Bell, quien lucía avergonzado por la repentina reacción de su esposa. Quería disculparse.

"Vamos... es tu momento" Pensó Filvis, cerrando el puño y posándolo sobre su corazón.

-Mi vida estuvo marcada por el dolor desde que tengo memoria. Me acostumbré a él y lo tomé como algo común en mi. Jamás me sentí merecedora de un trato amable o de empatía y... mucho menos de amor. Fui yendo a senderos más oscuros por mi propio miedo a quedar sola. Causé mucho daño a personas inocentes... creyendo que si todos sufrían igual que yo no me sentiría menos... pero... eso solo hizo que no pudiese ver a nadie a la cara. Se aprovecharon de mi dolor... mi debilidad... y gracias a eso herí a quienes no lo merecían... estuve necia en que hacía lo correcto y no me detuve un segundo a dudarlo. O así fue hasta que... tú me salvaste. A pesar de desconocer la condición en la que me hallaba, los pecados que cargaba sobre mi espalda... no te detuviste y luchaste para rescatarme... trajiste esperanza y dicha a mi existencia. Reemplazaste la oscuridad de mi alma con tu brillante luz...-Lágrimas se derramaban por las mejillas de Filvis, quien, al revivir todos esos recuerdo, lucía asustada y temerosa de lo que fue antes.

-La última imagen que vi siendo Ein... fue la tuya llorando por mi... la primera que me recibió al volver a ser Filvis... fue la tuya abrazándome...-Adicionó.

Levantó la cabeza y miró fijamente al muchacho. Su salvador.

-Me diste la oportunidad de iniciar de nuevo, de tener un mañana-Agregó.

Lentamente se inclinó, estirando los brazos y acercando el chocolate.

-Es por eso que... te amo. Yo, Filvis Challia, te amo. Quiero ser tu novia... tu esposa... estar el resto de esta vida contigo porque ¡Ahora te pertenece!-Finalizó, dejando caer sus lágrimas al suelo sin tener el valor de mirar fijamente a su tan amado ser.

"¡Esa es mi mejor amiga!" Celebró internamente Lefiya, aún con la boca tapada para que no cause ningún inconveniente o rompa el ambiente con un comentario o amenaza fuera de lugar.

Bell se mantuvo sin habla, expectante y buscando las palabras para responder a esa confesión.

Sin embargo... ni corta ni perezosa, Laurier entró a escena.

-Bell...-La elfo nombró al joven, sacándolo de ese estado catatónico, producto de la confesión de Filvis.

-Yo... me enamoré desde el primer momento en que me salvaste. Nadie fue tan tierno, amable y dulce conmigo. Todas las noches sueño con esa escena. Contigo cargándome en tus brazos mientras me rescatas. Me imagino en la posición de una princesa siendo rescatada por su amado príncipe-Dijo.

-L-Laurier. Sobre eso...-Bell quiso aclarar un malentendido.

-Sé perfectamente que no fue premeditado. No tuve que indagar mucho para llegar a la respuesta. Pero... a pesar de eso... aunque no fuese real... para mí sí lo fue...-Laurier posó ambas manos sobre su pecho, luego de interrumpirlo y revelar su conocimiento sobre lo ocurrido ese día. Su labio inferior temblaba.

-Yo estoy segura de que... a pesar de que el comienzo fue falso... mi amor es verdadero. Bell Cranel... ¡Te amo! ¡Eres mi alma predestinada! ¡A quien mi corazón decidió amar!-La rubia concluyó, estirando ambas manos lo más que podía, aproximando su regalo.

"Estoy orgullosa..." Asfi limpió su lágrima con el borde de su dedo índice.

Bell, erráticamente, dirigió la mirada hacia Alise.

Parecía que... no tenía la intención de dar una respuesta hasta que las tres se le confesaran.

-Jeje... supongo que es mi turno-Alise se rascó la nuca, riendo con cierta incomodidad.

Dio un par de pasos hacia el frente. El sonido que sus zapatos producían al impactar en el suelo no eran oídos por ella, ya que el latir de su corazón resonaba tan fuerte que lo reemplazaba.

Cuando por fin estuvo a poca distancia del conejo, habló.

-Cuando vi cerca mi final... temí que todo por lo que luché hubiese sido en vano. Ese se convirtió en mi mayor temor en mis últimos segundos de vida... sin embargo... al recuperar la memoria... al darme cuenta del daño que le causé a las personas que juré proteger... me odié profundamente... a tal punto que deseaba morir nuevamente... pero... cuando estuvo a punto de suceder... tú saltaste a mi rescate. Enfrentaste a esa bestia cuando les pedí a ti y a Lion que huyeran... las palabras que me lanzaste cuando te reclamé por tu imprudencia siguen frescas dentro de mi-La pelirroja sonreía de forma temblorosa. Las emociones que brotaban en su interior eran muy fuertes.

-Estuve a punto de desaparecer... y tú lo evitaste... me curaste y has procurado mi bienestar desde eso. Me ayudas a volver a sonreír de forma sincera... luchas por hacerme feliz nuevamente... de ser quien fui antes de que... Revis tomará mi lugar...-Adicionó.

-Fufufu ¡Así que!-Elevó su voz de repente, inflando el pecho y posando las manos en la cintura.

-¡Hazte responsable, Bell Cranel! ¡Es tu deber traerle dicha a esta hermosa chica!-Sonrió ampliamente. La sinceridad en este pequeño gesto era mayúscula.

-¡Gracias a ti, soy capaz de sonreír de este modo nuevamente!-Finalizó, entregándole el chocolate y guiñándole el ojo de forma coqueta, al característico estilo de Alise Lovell.

"Sin dudas haz vuelto, Alise" Comentó a Ryuu, riéndose burlonamente en silencio.

Ya habiéndose realizado las tres confesiones... la atención se enfocó en quien las recibió.

Bell todavía no emitía sonido o movimiento alguno que desvelara lo que sucedía en el interior de su mente y, más importante, corazón.

-No es justo...-Musitó el albino.

Las féminas parecían preocupadas.

Cuando notaron que estaba llorando, esta emoción fue reemplazada por confusión.

-¿Cómo podría negarme a sus propuestas? ¿Es siquiera posible no corresponderles cuando un amor así de puro es dirigido hacia mí? Obviamente terminaría sintiendo lo mismo...-Cuestionó y comentó.

De repente... la bolsa de Filvis fue agarrada por él. Ella bajó la mirada a donde antes estaba.

-Filvis... no te imaginas lo feliz que me hace saber que seas capaz de comprender por fin lo mucho que vales... de considerar por fin tu propio deseo. Y, sobretodo... lo mucho que deseo que tu futuro sea perfecto, merecedor de ti-Declaró.

La pelinegra sentía su rostro totalmente caliente.

Sus manos fueron sujetadas por Bell.

-Es por es que... yo también quiero compartir contigo este nuevo mañana repleto de posibilidades. No permitiré que el sufrimiento y el dolor toquen a tu puerta...-La confesión de la elfo fue aceptada. Ella cubrió su boca con la mano libre.

Seguido de esto... se dirigió a Laurier.

Tomó los chocolates de la rubia.

-Laurier. Yo no soy nadie para decirte si lo que sientes es amor o no. Solamente me limito a opinar conforme lo que veo. Pero, si en verdad crees tan fervientemente que soy tu alma predestinada, yo... ¡Haré mi mayor esfuerzo para serla!-Al igual que con Filvis, Bell sujetó la delgada y delicada mano de la chica.

-B-Bell...-Lo nombró la elfo.

Y... la siguiente era Alise...

-Alise...-Bell la nombró, agarrando la bolsa con chocolates.

-Jamás olvidaré lo que te dije aquella noche. Ese fue el momento en el que comprendí que quería conocerte más, seguir estando a tu lado y comprobar lo que Ryuu decía de ti-El albino sujetó las suaves manos de la pelirroja.

-"¡Ryuu siempre contaba con entusiasmo y melancolía que tu sonrisa era la más hermosa del mundo. Y yo... ¡Quiero ser capaz de verla! ¡Así que no permitiré que mueras!"-Bell repitió la frase a la que se refería.

-Es por eso, Alise, que quiero que compartamos nuestra felicidad por el resto de mis días. Continúa encantándome con esa sonrisa tuya que tanto adoro-Finalizó.

La pelirroja, semejante a los anteriores casos, se cubrió la boca con las manos cuando estas fueron soltadas.

Bell sacó un chocolate de cada bolsa y los comió.

-Yo... ¡Las amo! ¡Seamos felices juntos!-Gritó, abriendo los brazos.

Filvis, Laurier y Alise intercambiaron miradas y...

*¡PAM!*

-¡Puah!-.

Se le tiraron encima, aplastándolo en el suelo.

-¡Te amamos, Bell!-Repitieron.

*Mua*

*Mua*

*Mua*

Lo besaron.

Tres nuevas novias se unirían a la familia Cranel. Ante esto, las veintitrés esposas no contuvieron su emoción. Sobretodo las que apoyaron a las recientes integrantes.

-¡Esto hay que celebrarlo!-Syr elevó sobre su cabeza varías botellas de vino Soma.

-¡SÍ!-Todos en la sala aceptaron, yendo a por sus botellas.

Alise corrió hacia Ryuu, abrazándola y agradeciéndole por su ayuda.

Filvis también rodeó a Lefiya con sus brazos.

Laurier no se quedó atrás, lanzándosele a su capitana y festejando por su amor triunfante.

Bell tomó asiento nuevamente. Posó las manos en las rodillas y suspiró.

-Mis noches serán de todo menos tranquilas. Me pregunto cuánto tiempo sobreviviré durmiendo menos de 2 horas al día-Comentó para sí mismo.

-Parece que la tienes difícil-Expresó Lunoire, sentándose a su costado.

-Jeje... ni que lo digas...-Concordó el albino.

Mientras continuaba con la mirada fija al suelo... algo interfirió su visión.

Era... ¿Una bolsa con chocolate?

Al enderezarse y voltear hacia Lunoire, ella evitaba el contacto visual.

-S-Sería injusto que, de las presentes, no te diese chocolate ¿Verdad?-Dijo. La pena se notaba en sus palabras.

-¿E-Es de...?-El conejo quiso preguntar el tipo de regalo que se le dio.

-Solo diré que no es por compromiso ni mucho menos por amistad. Así que... es tu trabajo, a partir de hoy, convencerme de confesarte si es por lo que supones o no-Lunoire le guiñó el ojo.

Bell lo aceptó.

"Tengo veintitrés esposas... tres novias y una más en camino... y todas me dominan" Pensó, mirando al techo.

"Abuelo, dame fuerzas" Pidió.

A la distancia, en la cocina, dos mujeres conversaban.

-María... ¿Hiciste lo que te pedí?-Preguntó Syr.

-Claro-La humana asintió.

-¿Las gemelas de Airmid?-.

-Tanto Alfia como Meteria están bajo el cuidado de Dian-Sama-.

-¿El hijo de Aiz?-.

-Aria se encargó de Albert-.

-¿La de Shakti?-.

-Ganesha aceptó gustosamente encargarse de Ardee-.

-¿La de Tiona?-.

-Tione y Finn cuidan de Selas-.

-¿El de Anna?-.

-Silver está bajo el cuidado de sus padres-.

-¿El de Alicia y la de Lefiya?-.

-Maximin y Elanor les fueron encargados a Elfy-Sama-.

-¿Las de Bache y Argana?-.

-Gian y Dasya están con Kali-Sama-.

-¿El hijo de Chloe?-.

-Njord-Sama cuida a Aruru-.

-¿El de Anya?-.

-Allen cuida a su sobrino Allen-.

-Fufufu, ese gato tsundere lo protegerá con su vida. Aún recuerdo cómo reaccionó cuando se enteró que Anya lo nombraría como él-Syr se mofó.

-¿Y el hijo de Asfi?-Prosiguió.

-Ceres está bajo el cuidado de Hermes-Sama-María lucía preocupada.

-¿La hija de Eina?-.

-Maris fue recibida por Niina, la hermana de Eina-Sama-.

-¿Las niñas de Daphne y Cassandra?-.

-Miach-Sama y Naaza se ofrecieron a cuidar de Aura y Alazne-.

-¿La niña de Aisha y el hijo de Haruhime?-.

-Tanto Hipólita como Hiroshi están bajo el cuidado de Takemikazuchi-Sama-.

-¿Las hijas de Ryuu?-.

-Kaguya y Lyra son cuidadas por Astrea-Sama-.

-¿La hija de Riveria?-.

-Rishena fue encargada a Loki-Sama-.

-¿La hija de Artemisa?-.

-Hestia-Sama es quien se encarga de Rethusa-.

-¿El hijo de Helun?-.

-Egil está bajo la supervisión de Hetih-.

-¿Y tu bebé?-.

-Agradezco la preocupación. Rye, Roux, Fina y Wiene cuidan de Rudy-.

-¿Y...?-.

-Tanto Noel como la pequeña Syr, sus amadas hijas, están con Ottar-.

-Fufufufu. Perfecto-Una maliciosa sonrisa se dibujó en la Syr madre cuando la lista de hijos de todas las esposas del conejo fue completada. Esos infantes se dejaron al cuidado de varias personas para un malévolo plan.

-Parece que hoy... les engendraremos hermanitos...-Sacó de su bolsa un frasco con un líquido rojo pegado en las paredes y un gotero. Este ya estaba casi vacío. Luego miró las botellas de vino Soma que se consumían en la celebración.

"Tal parece que habrán muchos más cumpleaños el mes de noviembre. Como si no fuese suficiente que todos nuestros hijos cumplan el mismo mes al quedar embarazadas el san Valentín anterior" Pensó María, siendo cómplice del plan.

Las horas transcurrieron con naturalidad hasta que los sonidos de júbilo y celebración fueron reemplazados por gemidos y gritos de placer.

No era necesario estar ahí para saber lo que sucedió al interior de ese nido de placer al que esa familia numerosa llama hogar.

.

.

.

.

.

.

.

.

.

.

.

.

.

.

.

.

¡FELIZ SAN VALENTÍN!

.

.

.

.

.

.

.

.

.

.

.

.

Bueno, hasta aquí el capítulo de hoy, espero que sea de su agrado y dejen su apoyo como ya es costumbre.

En fin, déjenme sus opiniones.

¿Cómo estuvo el capítulo? ¿Sí les gustó?

Buzón de sugerencias/opiniones/comentarios.