El gran salón dentro de la mansión del sol, sede de la familia Apolo, donde los dioses fueron reunidos por el dios de esta misma para presenciar el juego de guerra cayó en un silencio sepulcral cuando las llamas ardieron y la explosión retumbó en aquel punto donde Bell Cranel había apuntado y disparado una magia nunca antes vista.
Se hallaban absortos, ninguno daba crédito a lo que acababa de suceder.
Sorpresa, impresión, dudas. Todo surgía en la mente de los presentes ante tal muestra.
Pero a cada deidad en aquel sitio le surgió la misma pregunta.
¿Cómo es que un humano sin falna pudo aprender magia?
Los murmullos no se hicieron esperar. Tan pronto el humo en la pantalla donde observaban el conflicto se disipó y pudieron presenciar directamente el daño causado por aquella potencia de fuego, los murmullos fluyeron cuál agua en el río.
-Se supone que no tiene falna ¿Cómo es capaz de conjurar magia?-.
-No solo eso. Fue una explosión demasiado potente. Para alguien que hasta ahora se desconocía su poder es... impresionante...-.
A viva voz se llenaban de elogios hacia el albino, quien permanecía de pie con la palma extendida todavía. Inerte ante la destrucción que causó.
Todo lo contrario a Apolo quien, en el centro del salón, justo en medio de la pantalla y las gradas, temblaba de furia y rabiaba como un perro con rabia.
Sus dientes se presionaron y ambas manos subieron a su cabeza, jalándose el cabello con visible frustración.
Sus labios se movían sin emitir palabra alguna, pero conforme los segundos transcurrían, el volumen de su voz incrementaba hasta que fue posible oír lo que salía de su boca.
-Imposible... ¡IMPOSIBLE!-Vociferó vehementemente tirando de sus mechones color carmesí y arrancando desde la raíz varios de estos que quedaron enredados en sus dedos temblorosos.
El color de su piel palideció en demasía. Esas mejillas sonrojadas producto de su felicidad momentánea al creerse ganador y confiado de obtener la victoria se disipó como algodón en el agua.
Aquel grito despertó la atención de los presentes hacia su persona momentáneamente para después ser ignorado nuevamente y centrar total atención al mortal que captó el interés de los dioses.
Las murallas donde el ejército de aventureros al mando de Jacinto, capitán de la familia Apolo, recibió un fuerte impacto en el que parte de la estructura de la misma fue destruida en un santiamén, dejando solamente un enorme hueco que en los bordes todavía se observaba el color amarillo/naranja de las llamas que ardían entre la nube de polvo y humo emitido por ellas mismas.
Era obvio que el dios que se jugaba el pellejo en este juego de guerra estuviese visiblemente aterrado. Una estrategia y una habilidad que no tomó en cuenta antes de arrancar con la batalla se hizo presente al inicio de esta. Una magia sin cántico que incapacitó a varios de los aventureros a su disposición en menos de un segundo de empezado el juego de guerra.
No obstante, no se le podía culpar dado que no era el único totalmente pasmado por lo ocurrido.
En el centro de la ciudad, ante los ojos de cientos, sí no es que miles de personas, esta escena fue presenciada.
Dos mujeres cubiertas con una tela negra miraban con total sorpresa. Una de ellas incluso abrió los ojos en demasía, reconociendo la capacidad del joven.
En la sede de la familia Dian Cecht, cierta sanadora de cabellera plateada se sentía confundida. Ella no sabía que aquel muchacho era capaz de eso. En este mismo sitio, tres jóvenes saltaron de emoción y repetían la palabra que él empleó previo al ataque, diciendo lo genial que fue mientras una mujer los calmaba para evitar el ruido en el hospital.
En la señora de la abundancia la reacción no era diferente. Todas las camareras e incluso la dueña del establecimiento hicieron un gesto de impresión genuina. La enana, Mama Mia, lanzó un comentario.
-Jamás conocí a alguien que conjurara magia sin falna-.
Reconociendo al albino como el primero en esta categoría.
El resto de empleados y visitantes en el bar voltearon hacia ella. Desconocían la expresión que aquella mujer sacaba a relucir al decir aquello. Una que emitía emoción y asombro. Alguien como aquella enana que ha visto miles de cosas desde que se volvió aventurera estaba de ese modo y eso causaba un impacto aún mayor en las personas cercanas a ella.
En resumen, cada rincón de Orario en el que se televisaba el combate tuvo reacciones parecidas.
En la mansión de la Sol, una deidad de cabellera rubia posó las manos sobre sus rodillas y agachó la cabeza. Sus largos mechones rubios cayeron, quedando como un péndulo y moviéndose al son del viento.
"¿Por qué demonios vienes a revelar esto hasta ahora...? Una maldita magia que jamás enseñaste en los conflictos pasados y que tiene la capacidad de hacer un daño considerable... y las malditas violas que son débiles al fuego..." Reía de forma ahogada para no llamar la atención mientras se cuestionaba aquello en su cabeza, pero en su frente se marcaba una vena que se inflaba segundos segundo.
"Maldito mocoso..." Lo insultó mentalmente.
Respiro profundamente para relajar sus sentimientos de odio que lo dominaban y regresó la mirada hacia adelante.
-Jacinto... eres un producto defectuoso pero quiero creer que eres capaz a pesar de ello de ganarle...-Musitó, posando la mano en el borde de las gradas y...
*¡Crack!*
Rompiendo un pedazo de la misma.
-No me decepciones...-Concluyó, lanzando la amenaza.
Justo delante suyo, a varias filas de su posición, una conversación entre tres Dioses se desenvolvía.
-Magia sin cántico y sin poseer un falna. Es sumamente interesante ¿Habías oído de algo parecido, Take?-Miach, una deidad de cabellera azul cenizo reflexionaba y consultaba a su compañero al costado.
El antes mencionado se cruzó de piernas, posó los brazos detrás de su cabeza, relajándose, y sonrió.
-Ese chico es una caja de sorpresas, tal y como mis hijos lo describieron. Buscarle sentido es una pérdida de tiempo. O al menos esas fue la descripción que me dieron de él-Respondió el dios del Medio Oriente, citando las palabras de sus hijos.
"Mikoto no dejaba de alabarlo por recibir de lleno un golpe de un Goliat irregular. Sus ojos brillaban como una niña al contármelo. Chigusa también parloteaba sobre la velocidad que poseía mientras cargaba a todos en su espalda para huir del goliat. Pero sin duda lo que más me impresionó fue lo que Ouka me dijo. Imagina golpear a Elgarm y no recibir ningún daño. Pocos viven para contarlo, incluso yo lo he enfrentado" Take rememoraba las historias de sus hijos respecto al albino. Se deshacían en halagos hacia él.
Y ahora esto...
"Bell Cranel. Eres una existencia muy particular. Solo los dioses de la guerra podrían enfrentarse a aventureros y ganar, aún sin emplear nuestro arcanum. Pero tú, un humano, estás haciendo posible lo imposible" Pensó, reconociendo el valor del conejo. No cualquier le gana a un aventurero con falna si no posees uno o si no eres un monstruo.
Justo al lado contrario de Take, Hefesto permanecía en silencio.
"Hera... Zeus... ¿Qué demonios invocaron ese día hace 14 años?" Se le notaba claramente boquiabierto y cuestionó eso a sí misma, nombrando a sus amigos que le encargaron, junto a Hermes y Urano, la protección de aquel muchacho.
Apoyó la espalda y miró al techo.
-¿Podrás acabar con la desesperanza de Urano?-Murmuró a una tonalidad casi inaudible.
Entre la multitud, en la primera fila, dos mujeres estaban en completa calma, difiriendo con el resto. Era como si... no les sorprendiera en lo absoluto.
-¿Por qué no hablas, Freya? Viendo el modo en el que entraste a la sala e insultaste a Apolo creí que estarías riéndote y excitándote por los actos de ese conejo-Loki le cuestionó a su acompañante la nula reacción por su parte.
En los labios de la diosa se curvearon en una sonrisa.
-Lo he observado, Loki. Tú mejor que nadie debes saber que si llama mi atención es inevitable que desee ver cada parte de su ser, verlo crecer. Sabiendo eso, era de suponer que confiara en él. Sé que de algún lado saca la fuerza para enfrentar cualquier peligro. Sorprenderme por algo así sería ridiculo. Aunque... la parte de excitarme...-Respondió la diosa peliplateada mientras su mano se deslizaba hacia sus muslos, que se frotaban entre sí. Sus mejillas se sonrojaban y se relamía los labios. Esto coincidió con el enfoque de la pantalla al blanco e inocente rostro del albino que se frunció luego del ataque.
Loki arrugó las cejas para posteriormente mirar nuevamente adelante suyo. Su puño se cerró y esos ojos escarlatas se asomaron cuando los párpados se levantaron ligeramente.
-Ese maldito mocoso. A pesar de que te la vives al lado de mis hijas, no te unes a mi familia. Si estuvieras conmigo...-Refunfuñaba y hablaba entre dientes al presionarlos producto del cólera que le causaba verlo. A pesar de ello no podía negar que si estuviese en sus filas su familia sería imparable, desplazando a la de Freya como la más fuerte. Sin embargo, sus palabras fueron interrumpidas.
Con la armoniosa voz de Freya, esta lanzó una advertencia.
-Cuidado con lo que dices, Loki. Bell Cranel, mi Odr, será solamente mío. No me molesta que juegue al héroe o... con otras. Al final de todo, estará conmigo-Un ligero brillo púrpura resaltó en sus ojos y la expresión totalmente seria, al igual que imperturbable, en su rostro le dio mala espina a la pelirroja.
-¡Tch!-Loki chasqueó a lengua y la ignoró.
"Lo sabe... debí suponerlo. Sabe que ese maldito mujeriego se está relacionando con muchas mujeres. Dudo ignore el hecho de que son sus novias. Pero... parece tan confiada en obtenerlo que no mueve un solo dedo para tomarlo ¿Qué se lo impide? ¿Curiosidad? ¿Verlo crecer solo? ¿Miedo a que su familia repleta de locos lo maten?" Interrogaba la diosa de las mentiras, viendo de reojo a su rival. Mordió la uña de su dedo pulgar en señal de frustración.
"Sea como sea... protegeré a mis niñas" Concluyó que no era idóneo romperse la cabeza en ese asunto... por ahora.
"¿Qué estarán pensando? Sobretodo tú, Riveria ¿Cuánto de esto fue premeditado? ¿Fuiste tú quien le enseñó los principios de la magia? Quisiera estar en la mansión para ver tu rostro y saber si... ¡SI LE DISTE UN MALDITO GRIMORIO DE TU COLECCIÓN AL CONEJO!" Inevitablemente asoció la reciente revelación de la magia del conejo a su hija, la alta elfo Riveria Ljos Alf, quien era muy letrada y gracias al dinero que ganaba compraba grimorios en caso de que alguna amiga llamara su atención.
"¡TIENE APRISIONADO EL CORAZÓN DE MAMI RIVERIA!" Lloró internamente.
Del lado de la mansión crepúsculo.
-¿Magia sin cántico? No, antes que nada... ¡¿Desde cuándo tiene magia?! Y más importante... ¡¿POR QUÉ RECIÉN ME ENTERO?!-Si, por la reacción de la pelijade se concluye que no tiene nada que ver con lo que sucedía en el juego de guerra.
-Ese humano tiene magia...-Lefiya estaba catatonica. Veía su bastón y luego al humano que tanto la hace enojar con cierto desdén.
"Y no solo eso, hizo casi el mismo daño que un Arcs Ray mío pero sin emplear cántico..." Pensó, deprimida y sintiéndose menos. Sus ojos perdieron brillo ante tal decepción.
-Bell es increíble...-Los de Aiz en cambio brillaban de tal forma que sus mejillas inclusos se sonrojaron. Estaba tan sumergida en la figura del conejo que ignoraba los comentarios alrededor y las incógnitas que brotaban.
-¿Señorita Aiz?-Los labios de la elfo pelinaranja temblaron al ver a su amada princesa de la espada interesada en quien aborrecía.
-¡Argonauta-Kun es genial! ¡Hizo "¡Buuuum!"! ¡Y después "¡PAM!"!-Tiona, a escasos centímetros de la pantalla, simuló el ataque de su amado héroe como si de una infante repitiendo su escena favorita de la televisión se tratase.
-¡Sabía que Bell tendría un As bajo la manga! Admito que cuando vi que Cassandra y Daphne no estaban me asusté ¡Pero con esa nueva magia sin dudas ganara! Aunque no es como si dudara que eso no pasara, mi amado no perdería con la escoria de la familia Apolo-Alicia posó las manos en la cintura e infló su pecho, orgullosa de aquel joven que semanas atrás juraba y perduraba odiar.
"Como cambian las personas cuando aceptan sus sentimientos..." Una gota de sudor bajó de la frente de Tiona al mismo tiempo que lanzaba ese comentario en su subconsciente respecto al cambio tan repentino y grande con su compañera de familia luego de que admitiera haberse enamorado de Bell.
-Mi amado Bell ganará~ cuando eso pasé vendrá y nuestra cita de amor tendremos~ nuestro romance nacerá~ y ser su novia me pedirá~-Cantaba la castaña mientras posaba ambas manos en el pecho y cerraba sus ojos, moviéndose de un lado a otro.
Todos en la sala la miraron con un gesto de incredulidad.
"Las mujeres son raras y eso que soy una..." Pensó Tione aunque parte de ella sentía que no tenía el derecho de juzgarla.
Mientras esta escena continuaba, Riveria todavía permanecía pensativa.
"Andromeda no me informó sobre esto. Tampoco tuve la oportunidad de vigilar los entrenamientos pero estoy segura de que en ningún momento hubo indicio de que poseyera magia. Sin embargo, me siento molesta porque de haberlo sabido yo pude haberlo instruido y... de ese modo... él y yo... tiempos juntos..." Su análisis prontamente se transformó en una escena imaginaria en la que ambos entrenaban juntos y otras cosas más que no está permitido en la mente de una elfo pura y virgen. Se ruborizó e infló su mejilla por haberse perdido esa oportunidad.
Sentados en el sillón, consternados, se hallaban tanto Gareth como Finn. Este último sonreía.
"Un ser irregular. Así lo definió Kali. Además de que según ella son 7 las almas que albergan su ser... ¿Una de ellas le permite usar magia?" Recordó las palabras de la diosa de las amazonas posterior al rescate de la gente de Melen y el interrogatorio a esta misma diosa.
-Guardas silencio pero dices tanto en ese estado-Murmuró Gareth, rascándose la barba.
-¿Soy demasiado obvio?-Interrogó el rubio.
-Como un libro abierto-Respondió el enano.
El hobbit suspiró.
-Pensaba en, bueno... lo que te comenté-Informó.
-Y con esto... creo que el potencial es ilimitado-Agregó.
-Sí. Usar magia sin tener falna. Son contados los elfos que pueden hacerlo y los menciono porque son los que mayor afinidad con la magia tienen y más cercanos están a los dioses según sus criterios. Ahora viene ese muchacho y provoca que cualquier cosa establecida previamente sea desechada-Comentó Gareth.
"Sin dudas deseo ver en qué te convertirás. El camino que tomarás" Pensó el par.
-¡Sigan observando! ¡No aparten la atención de mi amado Bell! ¡Este juego de guerra terminará pronto!-Confiada, Alicia señaló a la pantalla con entusiasmo para que todos salieran de sus trances.
La imagen enfocó Bell, quien bajaba la mano y observaba su palma.
-¡JAJAJAJAJA! ¡Tienes razón! ¡Veamos la batalla hasta el final!-Gareth fue el primero en romper el hielo con aquella carcajada suya tan característica.
Quienes yacían de pie retomaron su asiento. No querían perderse nada.
Si bien la atención se centró nuevamente en lo que pasaba en el juego de guerra. La mente de Riveria seguía divagando.
"Magia... pero... ¿Por qué fue tan repentina la explosión? Una magia sin cántico no genera un círculo mágico, por lo que debe originarse desde el que la invoca, siguiendo esa lógica, no me hace sentido que la explosión fuera directo al objetivo sin siquiera dispararse de la mano de Bell..." Se cuestionaba. Algo no cuadraba y le extrañaba de esa "Magia".
-Riveria-Sama... ¿Usted también lo notó?-Lefiya, quien también es una maga, preguntó.
La alta elfo se limitó a asentir y se alivió por el hecho de que también su alumna fuera capaz de identificar ciertas irregularidades en el ataque.
-Es extraño. No obstante, ahora mismo no tiene sentido pensar de más. Lo importante es que puede usar eso a su favor y de ese modo ganar. Sentémonos y apoyémoslos-Respondió, retomando su asiento al costado de la elfo de cabellos naranjas y posando ambas manos cruzadas sobre sus piernas.
"Gana, Bell. Cuando vuelvas hablaremos muy seriamente y te entrenaré. No aceptaré un no como respuesta" La decisión de la alta elfo era clara. Como Airmid siempre quiere ser la primera en todo, debe aprovechar cada oportunidad para pasar tiempo al lado de su amado.
"No permitiré que tomes más ventaja" Los ojos esmeralda de la pelijade se prendieron en llamas.
En la sede de la familia Dian Cecht, la antes mencionada estornudó.
-Siento una perturbación en la fuerza-Comentó, sin ser oída por Maria y los niños.
De vuelta al campo de batalla.
Una lluvia de escombros provino de las murallas que recién recibieron un fuerte ataque sin que los aventureros sobre ellas pudieran reaccionar. La nube de polvo cubría gran parte de la zona, impidiendo una buena visibilidad tanto de los atacantes como de los atacados sobre el panorama de la estructura. Solo el sonido de rocas precipitándose al suelo era lo único que resonaba en los oídos de los miembros de la familia Apolo posterior al estruendo que provocó sangrado en los oídos de unos cuantos.
En estado casi catatónico, los arqueros y magos que se preparaban segundos antes para atacar al conejo pero que no fueron alcanzados por la explosión, miraban a su costado lenta y temblorosamente. Sus ojos se abrían de par en par, incrédulos ante lo ocurrido.
El agarre tanto en báculos como en arcos vacilaba a tal punto que las flechas que antes tensaban el hilo de estos últimos fueron disparados a múltiples direcciones, más no al objetivo antes trazado.
Un fuerte escalofrío les subió por la espalda. La garganta se les secaba y el habla se les impedía a tal punto que unos cuantos eran capaces de emitir balbuceos.
Los cuerpos de sus compañeros y amigos yacían regados en el suelo, algunos cuantos aplastados por grandes volúmenes de rocas. Los charcos de sangre le daban un color tétrico y un olor fuerte a la escena, tanto así que unos cuantos presionaron los párpados y dejaron de respirar para no presenciarlo en carne viva.
El humo negro producto de las llamas que ardían al rojo vivo decoraba con un toque siniestro y cruel. Como si del infierno tragándose las almas de aquellos aventureros se tratara.
La distancia entre lo alto de la muralla y el suelo no era demasiada, es muy probable que ninguno de ellos haya muerto a consecuencia de ella. Sin embargo... nada les aseguraba que la potencia explosiva de la magia tampoco fuese capaz de matarlos.
A pesar de hallarse en ese estado, Bell Cranel, el causante del daño, enderezó la espalda, bajó el brazo y habló.
-¡Ahora Eina!-Dio la orden a la semi elfo, quien asintió rápidamente y de ese modo ambos abandonaron su posición y comenzaron a correr hacia la puerta principal. En sus mentes la idea era clara, entrar y evitar lo mayor posible el combatir. No tenía sentido pelear una batalla prácticamente ganada ni alargarla. El miedo ya había entrado al cuerpo de esos pobres diablos.
No obstante, contrario a lo que esperaban...
-¡A-Ataquen!-Ordenó quien parecía ser el jefe de los arqueros y magos, el general.
Todos fueron obligados a abandonar el trance casi de inmediato luego de que la voz dubitativa del antes mencionado resonara en sus cabezas y se propusieron a atacar, continuar con el plan que ya habían establecido a pesar de la respuesta sorpresa al inicio de todo.
-¡HAI!-Gritaron, apuntando sus Armas nuevamente.
-¡Tch!-Bell chasqueó la lengua, desaprobando esa reacción. Él no quería recurrir nuevamente a esa magia debido a que podría dañarlos permanentemente. A pesar de lo sucedido en la iglesia, no desea matarlos. Aunque... estando a esa altura y Eina y él abajo, no le quedaba otra opción.
En una milésima de segundo, antes de que fuesen recibidos por un mar de llamas y flechas surcando los cielos y cayendo a su dirección, nuevamente levantó la mano, frunció el ceño y esa palabra de antes salió otra vez de su boca.
-¡FIREBOLT!-Gritó a todo pulmón y...
*¡BOOOOOOOOOOOM!
-¡AHHHHHHHHH!-Los gritos no se hicieron esperar.
Las llamas cubrieron nuevamente la muralla y los trozos de roca volaron al igual que los cuerpos de los afectados, como si de hojas de árboles con la brisa de otro lo se tratasen, para después caer precipitadamente al suelo y aplastarse en el mismo.
Por alguna razón, en sra ocasión la zona afectada fue mayor. Las llamas cubrieron mayor terreno y el daño provocado aumentó en proporciones.
-¡LISSOS! ¡DÉ SUS ÓRDENES!-Un elfo que cubría su rostro con sus brazos dirigió esas palabras a quien parece ser el general de la delantera.
Otro elfo de cabellera rubia y el rostro tapado por una tela fina, el cual impedía visualizar su expresión pero que con solo el arrugar de sus cejas era fácilmente reconocible su pensar en esta situación, comprendió que no podían mantenerse ahí.
-¡Tch! ¡Bajémonos! ¡Somos blancos fáciles aquí!-Ordenó a viva voz para que el mensaje llegara hacia los aventureros todavía de pie. Aunque la conformación del ejército que lo acompañaba no brillaba por la presencia de atacantes físicos o de corta distancia, dado que la mayoría se desempeñaban como magos y arqueros, era preferible eso a esperar otro bombardeo.
Tan pronto cuando Lissos puso un pie en la orilla de la muralla que se tambaleaba como si fuese a caerse por la destrucción en su superficie, algo sucedió. Se mantuvo completamente helado, estático, en esa posición.
Abrió los ojos en demasía porque...
-Quédate ahí...-Pudo leer los labios del albino diciendo eso mientras era apuntador con el dedo índice. Lo señalaba, lo marcaba como cuando un cazador selecciona una presa y sabes que, sin importar qué, ese animal será asesinado.
Pero en estas ocasión no sería tan severo.
Una delicada punzada seguida de un potente ardor lo atacó en el cuello, justo en la yugular. Su ritmo cardíaco acelerado produjo que la sensación se propagara junto con su presión sanguínea y, posterior a ello, cada parte de su cuerpo sufrió entumecimiento, permaneciendo de pie tal cual una estatua.
-N-No puedo moverme..-Susurró.
"¿Es magia? ¿Una magia que congela el cuerpo de a quien señalas? ¿Existe algo así? ¿Un encantamiento que puede detener a un aventurero y del que solo se necesita ser señalado para caer en él? ¿Algo tan tenebroso es real?" Se cuestionaba internamente, totalmente aterrado.
Cada músculo se hallaba tensado, tanto que, en un estado normal, estos dolerían, pero debido al entumecimiento, solo sentía calor.
Siendo capaz de solamente mover los ojos, los dirigió hacia abajo y vio al albino bajando el dedo y sonriendo de manera satisfecha, irritándolo.
Se sintió humillado. Con solo levantar un dedo lo dejo fuera de combate.
"¿Q-Qué clase de monstruo eres?" Se cuestionó, haciendo un intento de mirar de reojo al resto de sus compañeros y quienes lo rodeaban o se encontraban a su periferia no diferían de su estado. Presentaban la misma sintomatología y también le devolvieron la mirada.
De repente... uno de ellos cayó al suelo.
Una suave brisa empujaba sus espaldas uno a uno, provocando que cayeran en caída libre al suelo y se estamparan con la dura roca.
Lissos entró en pánico e intentaba moverse para no sufrir ese mismo destino. Pero uno a uno el resto de sus soldados/aventureros caían sin detenimiento o impedimento.
Él se desesperaba tratando de moverse sin éxito alguno. Cuando los dos aventureros a su derecha e izquierda sufrieron el mismo destino... se resignó. Cerró los ojos, preparándose para su destino. Tragó saliva y, no diferente a un muñeco de trapo sin capacidad de reacción, se dejó llevar. Aquel empujón fue dado y la brisa golpeaba su rostro suavemente, ondeando sus cabellos dorados. Era una caída tranquila y suave hasta que...
*¡PUM!*
La gravedad hizo su tarea...
La opaca nube de polvo que no abandonaba el campo de batalla no se hizo esperar, del mismo modo que algunos miembros de la familia Apolo, los cuales lograron evitar ese destino, bajando.
-¡No permitan que los apunte! ¡No sabemos qué clase de magia tenga así que dispérsense!-Un aventurero de bajo nivel asumió el liderazgo del grupo tras la caída de Lissos.
-¡HAI!-Respondieron al unísono, motivados por un miedo sumamente grabado en sus corazones. Pero... el miedo no era hacia el albino.
Rápidamente los arqueros y magos de distintas razas tiraron a un costado tan los Arcos como los báculos para desenvainar Armas de corto alcance, tales como dagas y espadas.
Unos cuantos, quienes consideraron idóneo el mantenerse en esa posición dado que la pelea debajo que estaba a punto de estallar les daría una oportunidad de lanzar sus ataques mágicos, comenzaron a conjurar sus encantamientos para posteriormente atacar, sin importarles si a consecuencia de ello también alcanzaban a sus compañeros.
Rápidamente, Bell comprendió esto.
"No les daré esa oportunidad" Fue su pensar.
En menos de un segundo se detuvo en seco. Eina también lo siguió y levantó una de sus manos, apuntando a estos últimos y la segunda al grupo que se acercaba a sus espaldas.
-¡FIREBOLT!-Gritó por tercera ocasión.
*¡BOOOOOOOM!*
*¡BOOOOOOOM!*
-¡GAH!-.
-¡AHHHHHHH!-.
Gritos y quejidos de esa índole resultaron de ello.
Ambos impactos dieron con sus destinos. El primero causó un derrumbe en uno de los pilares de las murallas, rompiendo la concentración de los atacantes mágicos, lo que trajo consecuencias...
-Oh no...-Lamentos se pronunciaban mientras un brillo se almacenaba en las puntas de los báculos y un ruido extraño provenía de los mismos.
Fue entonces cuando lo que se esperaba ocurrió.
*¡BOOOOOOOM!*
Los hechizos salieron disparados y dispersos en ese mismo punto, reventando en pedazos su armamento. Al romper la concentración de un mago a medio conjuro, eso provoca que la magia se descontrole y arremeta contra lo que haya alrededor.
"De no ser porque lo presencié durante nuestros entrenamientos, tal vez no se me hubiese ocurrido. Ese pequeño accidente fue fructífero" Fue el pensar del albino, haciendo referencia al primer día en que fue a la mansión crepúsculo para entrenar y al maravillarse por la figura de Eina, terminó rompiendo su concentración, teniendo el resultado antes mencionado.
Un mar de llamas y rayos se originó, pero para este punto simplemente lo ignoraron.
El segundo disparo fue directo al suelo, antes de que los aventureros en tierra cruzaran.
Una pared de fuego de una altura considerable les impedía el paso, haciendo que frenaran en seco para no ser consumido por esta. No obstante, las llamas de la misma no se mantendrían vivas por mucho tiempo. Solo era una forma de comprar tiempo y huir. O eso es lo que los miembros de la familia Apolo supusieron.
-¡DEMONIOS!-Se quejaron, cambiando de trayectoria y rodeando la pared de color escarlata y amarilla para llegar al otro lado. Sin embargo...
*¡ZOOOOOM!*
Cortando el centro del fuego con una sutileza propia de un piromano y sin pizca de preocupación por las quemaduras, un cuerpo emergió de entre ellas.
Una figura masculina sosteniendo una espada fue el responsable de tal corte, abriéndose paso. En la libre cruzaba detrás suyo la bella semi elfo cubierta por una tela roja en el rostro para no ser alcanzada por la alta temperatura. Se trataba de la bufanda que protegía el cuello del conejo, la cual no se hallaba en aquel sitio. La empleó como capa protectora para la castaña.
La piel descubierta de este último se enrojeció por las quemaduras pero rápidamente fueron sanadas.
Ya estando del otro lado, sin nada que los separe de la docena de aventureros armados que estaban ansiosos de arremeten en su contra, él desenfundó su segunda espada y gritó.
-¡AHORA EINA!-En un abrir y cerrar de ojos, ambos se separaron y atacaron.
*¡CLANK!*
*¡CLANK!*
Sus Armas impactaron con las de los contrarios, dando inicio al combate de ese modo.
*¡CLANK!*
*¡CLANK!*
*¡CLANK!*
El metal chocaba repetidamente, produciendo chispas por la fuerza y el roce de estos.
*¡CLANK!*
*¡CLANK!*
Las Armas de los hijos de Apolo que meramente bloqueaban los ataques se encendían en un rojo vivo por las embestidas del par, quienes no cesaban en sus ataques.
*¡CLANK!*
*¡CLANK!*
*¡CLANK!*
*¡CLANK!*
Eina se movía con gracia entre el ejército. Como una bella flor bailando en el aire.
-¡TÚ NO PERTENECES AQUÍ MALDITA MOCOSA! ¡REGRESA DETRÁS DEL MALDITO ESCRITORIO...!-Un elfo enojado y repleto de rabia arremetió contra ella, no sin antes insultaría por su pasado como asesora. Pero...
*¡SLASH!*
-¡AHHHHHHHHHHH!-.
Fue el primero de ellos en caer cuando su pierna recibió un corte profundo, bajando la rodilla por el daño.
-¡MALDITA SANGRE SUCIA!-Otro de ellos la atacó, enojado por lo anterior. Se trataba de un segundo elfo quien conocía los orígenes de la castaña y que la insultó por el hecho de no ser una elfo 100% pura. No obstante... eso solo aumentó las ganas de dañarlo por parte de Eina.
*¡SLASH!*
*¡SLASH!*
-¡AHHHHHHHHH!-.
Él no tardó en caer y tragarse sus palabras cuando fue desarmado por la fuerza que la asesora infundió en su estocada, lo cual provocó que la espada del pobre rival fuese lanzada lejos para después recibir una apuñalada en el muslo que cruzó hasta el lado trasero del mismo, derramando sangre y trayéndole consigo dolor.
Se mantenía callada y sería. Era una muñeca inexpresiva. Pero por dentro rebosaba de furia. Esas palabras la irritaban.
Y, como una ráfaga de viento cortante, solo un silbido se escuchó antes de los cortes.
*¡SLASH!*
*¡SLASH!*
*¡SLASH!*
*¡SLASH!*
Uno a uno caían sin ser capaces de siquiera reaccionar ante los rápidos ataques de Eina, una aventurera que hasta hace poco desconocían que lo era. Todos mantenían esa idea de que era una simple asesora que perdió al cabeza y decidió unirse a un conflicto donde podría resultar muerta. Pero ahora... ¿Quién corre peligro en realidad si ella está en el campo de batalla?
*¡SLASH!*
*¡SLASH!*
*¡SLASH!*
Era un tornado de estocadas y ellos eran solo hojas de papel siendo cortadas, cayendo derrotados.
"Ninguno supera el nivel dos. Conozco sus nombres y rostros, por lo que es fácil combatir contra ellos siendo una nivel dos. Puedo hacerlo" Pensando de manera analítica sin meterse en tantos riesgos, acababa solamente con los aventureros que ella consideraba posible vencer. Como asesora posee información sobre cada persona registrada en el gremio. Esto unido a su gran memoria la hacia una enciclopedia viviente en lo que a los aventureros respecta.
*¡SLASH!*
*¡SLASH!*
*¡SLASH!*
*¡SLASH!*
La lluvia de cortes no cesaba, al contrario, aumentaba exponencialmente.
La sangre se detenía en el aire cada vez que cruzaba. Sus anteojos se deslizaban por su fina nariz debido a los movimientos bruscos que hacía a la hora de golpear y esquivar para ir hacia otro contrincante.
Lo único que opacaba la gracia y exactitud de sus movimientos eran los gritos de dolor que emitían las víctimas de sus técnicas.
Brazos atravesados, piernas heridas. Ninguna herida que producía se podría considerar de gravedad o que atentara contra la vida de los aventureros. Su pensar era claro respecto a ello. A pesar de todo lo malo que han hecho y de qué formaron parte de un acto tan ruin como el ataque a un orfanato, los principios de la semi elfo no son negociables.
"No soy una asesina. No los mataré. Un juego de guerra tiene reglas, no se debe matar a los participantes del mismo porque de ser así las fuerzas de la ciudad podrían ser mermadas y reducidas en un conflicto de este calibre, debilitando el poder militar de Orario, desbalanceándolo. Sin embargo, no menciona que se prohíba incapacitar al contrario..." Se repitió esto mentalmente, justificando sus acciones. Aunque esas reglas parecían haberse hecho el pro de los aventureros, nada más alejado de la realidad. La supervivencia del material humano era una mera consecuencia de un motivo más egoísta, mantener el poder militar de la ciudad para no mostrar debilidad ante el resto del mundo.
Sabiendo eso, se daba rienda suelta sin atentar con la vida.
*¡SLASH!*
*¡SLASH!*
*¡SLASH!*
La cantidad de aventureros se reducía a tal punto que lo que parecía un ejército se mermó tanto que solamente se asemejaba a un asalto informal.
*¡SLASH!*
*¡SLASH!*
Se impulsó nuevamente para ir contra el último de los hijos de Apolo. Este vio en cámara lenta la expresión fría y calculadora de la semi elfo al cargar en su contra antes de que su rodilla fuese atravesada.
Bajó la cabeza lentamente para ver la escena y a la misma velocidad que la herida fue dada, la espada se retiró.
La levantó otra vez para toparse con ella cara a cara, pero ya no estaba ahí.
El sonido del filo de la espada regresando a su vaina captó su atención. Este se originó detrás suyo.
Los pasos le siguieron, alejándose de ahí.
El pensar colectivo fue el mismo. Una misma impresión nació en sus mentes, una que jamás borrarían y un recuerdo que los perseguiría toda su vida.
"Es demasiado rápida... ¿Cómo es posible que pierda contra una simple asesora..." Pensaron, lamentándose y con el orgullo hecho pedazos.
Una sonrisa se dibujó en los labios de Eina, acomodando sus gafas.
Heridos, se tiraron al suelo. Ya no podían moverse ni seguir luchando. Solo les quedaba permanecer en la tierra, derrotados por quien subestimaron.
Cuando trataron de quejarse del dolor una punzada en el cuello los adormeció. Ya no había tal dolor que antes los apenaba, solo... entumecimiento. Como si de una grata y diminuta misericordia les fuese entregada sin merecerlo.
-¿Cómo le irá a Bell...?-Eina centró su atención hacia la batalla del conejo, el cual era rodeado por casi el triple de hombres que ella.
Y, bueno, como él no conoce lo que es una batalla rápida sin producir tanto daño, era obvio que de su lado las cosas estuviesen... un poco subidas de tono.
-¡ALÉJATE!-Gritó un random entre los aventureros hasta que...
*¡CLANG!*
*¡PUM!*
El suelo fue despedazado cuando una campanada seguida de un golpe resonó en los oídos de los presentes. Varios de ellos salieron volando, arrastrándose por la tierra.
*¡CLANK!*
*¡CLANK!*
*¡CLANK!*
*¡CLANK!*
*¡CLANK!*
Los choques de espadas no cesaban. Desde atrás, adelante, derecha o izquierda. Todos atacaban al peliblanco a la vez con la esperanza de dañarlo de ese modo, sin embargo, la enorme velocidad que posee le permitía esquivar todos y cada uno sin esforzarse.
Bloqueaba los embates con suma facilidad y los empujaba hacia adelante para desequilibrarlos.
*¡CLANK!*
*¡CLANK!*
*¡CLANK!*
*¡SLASH!*
Un único corte horizontal desarmó a siete hombres y seguido de esto...
*¡CLANG!*
*¡PUM!*
-¡GAHHHHHHH!-.
Al igual que antes. Salieron disparados como proyectiles a varios metros lejos de donde antes se hallaban de pie después de que un brillo blanco cubrió el puño de Bell y golpeara a su dirección sin medir su fuerza.
En un momento soltó sus espadas y ambos puños se encendieron de aquel color.
Mientras las Armas se suspendían en el aire, se movió
*¡PUM!*
*¡PUM!*
*¡PUM!*
*¡PUM!*
*¡PUM!*
Golpeó repetidamente en los estómagos y rostros de quienes lo rodeaban.
-¡PUAH!-Algunos vomitaron.
-¡PUAAAAAAHA!-Otros fueron empujados al costado cuando el puñetazo impactó en sus rostros. Los huesos del pómulo se astillaban con un golpe tan sencillo como ese.
*¡PUM!*
*¡PUM!*
*¡PUM!*
Caían de lado, para abajo o de espaldas.
Ninguno resistía más de un golpe del conejo a máxima velocidad.
Las espadas gemelas ni siquiera habían tocado el suelo y el número de contrincantes se redujo muy rápido.
-¡RECUERDO TU ROSTRO!-Gritó cuando una cara conocida dio con él.
Plantó el pie de apoyo, incrustándolo en el piso y agujereando el mismo. El libre lo levantó por encima de la rodilla y...
*¡PUM!*
Lo pateó en las piernas, provocando que perdiera el equilibrio y, cargando el puño...
*¡PUM!*
*¡PUM!*
Le propinó dos puñetazos en abdomen y nariz, rompiendo esta última y dejándolo tendido como costal de papas.
*¡CLANK!*
Sus espadas por fin cayeron.
-¡SIGAN ATACANDO!-Los casi 30 aventureros se redujeron a 12. Pero a pesar de ello se lanzaron al combate.
Fueron a la espalda del chico quien, desarmado, no le quedó otra que esquivar... o así sería si no fuese infinitamente superior a ellos.
Sus ojos escarlatas brillaron. Una sonrisa repleta de confianza y satisfacción se dibujó en sus labios para después...
*¡ZOOOOOOM!*
*¡PUM!*
*¡PUM!*
*¡PUM!*
*¡PUM!*
*¡PUM!*
*¡PUM!*
Liberó el camino al dejar en fuera de combate a la mitad de ellos solo con sus manos desnudas.
Él solo se agachó y las recogió, guardándolas en su espalda.
El resto en pie estaba completamente estático.
-No necesito mis espadas para derrotarlos-Sin signos de agotamiento, declaró aquello el muchacho.
Se agachó ligeramente, como si tomara impulso y...
*¡ZOOOOM!*
Cargo contra ellos.
*¡CLANG!*
Posó el puño dicho hacia atrás.
La campanada y el brillo blanco otra vez se hicieron presentes y, justo a centímetros del primero de ellos...
*¡PUUUUUUUUUUUUUUUUM!*
Golpeó.
Una fuerte corriente de aire salió empujada tras esto.
Los nudillos estaban rozando la nariz del aventurero pero no contactaron de lleno con él.
Entonces... ¿Qué fue lo que sonó?.
Simple...
-¡PUAAAAAAAAAH!-.
Una especie de bomba de aire comprimido le estalló en la cara con la fuerza de un golpe, dejándolo fuera de combate.
Los otros cinco observaron la escena.
-S-Solo con viento lo noqueó...-Murmuraron, viendo a su compañero caído y con los ojos en blanco.
Bell miraba su mano.
"Algo parecido hacia mamá Alfia. Aunque estoy lejos de perfeccionarlo tanto como ella. Además, para ser una magia, no lo hago nada mal..." Sonrió, recordando la magia "Satanas Verion" de su madre que se conjuraba solo diciendo "Gospel".
Sostuvo su barbilla, pensativo en medio de la batalla.
"Humm, si redujo el área de daño podría comprimir de mejor manera el aire empujado, así el golpe aumentaría en potencia. Por el momento, al no querer matarlos, sirve. Pero en contra de rivales más fuertes es probable que lo necesite" Comentó en su subconsciente. Evaluando su técnica.
-En fin-Concluyó, suspirando pesadamente.
-Sinceramente deseo terminar con esto lo más rápido posible, por lo que no prolongaré su sufrimiento. Tengo varias novias que me esperan en Orario y muchas citas, al igual que recompensas, que darles. Así que...-Les dijo quitado de la vergüenza.
-¿Eh?-Los aventureros de la familia Apolo ladearon la cabeza, confundidos.
"Idiota" Pensó Eina, palmeándose la cara, sonrojada por ese comentario fuera de lugar en una situación así.
Ignorando ambos lados, Bell encaró a los que quedaban y sonrió.
-Gospel...-Musitó, copiando la técnica de su madre.
*¡CLANG!*
*¡PUUUUUUUUUUUUUUUUM!*
La corriente de viento estalló con aquella campanada y puñetazo, teniendo el mismo efecto que antes.
Los cuerpos salieron volando y se estrellaron con la pared de la muralla, incrustándose y haciendo que temblaran.
Los magos que habían quedado conscientes luego de los primeros lanzamientos de "Firebolt" se arrastraban por el delgado pasillo sobre la pared.
Las llamas consumían el sitio y el calor comenzaba a ser sofocante.
Las quemaduras chamuscaban su ropa y carne. El dolor era insoportable.
Sin embargo, luego de que las cosas se calmaron del lado exterior, fueron atacados por esa sensación de entumecimiento en todo el cuerpo, tal y como le sucedió a todos los que sucumbieron ante el poder del conejo blanco y la hada bibliotecaria.
Habiendo cesado el fuego, Bell y Eina decidieron retomar el camino a la puerta principal.
Sin embargo... al otro lado de las murallas...
-¡¿QUÉ DEMONIOS SUCEDIÓ?! ¡¿POR QUÉ DEJARON DE ATACAR?!-Luan, un hobbit que fungía como líder de la segunda fuerza del ejército gritaba vehementemente por el cese al fuego por parte de magos y arqueros. Es más, no comprendía por qué ese flanco estaba despedazado y en llamas a parte de que sus hombres ahí habían abandonado su posición.
La única información que poseía era el sonido de explosiones, los gritos de dolor y lo poco que lograba ver desde su posición en tierra.
Veía las llamas. Olía el humo. Sentía... una muy mala espina.
-¡TODOS A LA PUERTA PRINCIPAL! ¡SI CRUZAN SERÁ DIFÍCIL MANTENERLOS A RAYA!-Gritó el Hobbit, ordenando a las tropas terrestres dirigirse a aquel sitio para detener el mayor tiempo posible a ambos.
En un asalto al castillo, lo mejor es mantener a los contrincantes fuera del mismo. Si entran, el camino hacia la Torre más alta, donde el líder de la facción se resguardaba, sería más sencillo, por eso concentraron gran parte de su poder mágico a la capa exterior, dejando casi por completo a combatientes físicos en el interior.
Los hombres se movilizaron a gran velocidad.
Escuchaban pasos del otro lado de la muralla, como si fuese una carrera por ver quien llegaba primero.
"¡Si la primera barrera fue sobrepasada en menos de dos minutos, estaremos en problemas!" Un profundo temor lo azotaba mientras corría con todas sus fuerzas.
Respirar se le dificultaba y la vista se le nublaba.
La roca a su costado temblaba y trozos de piedra caían.
¿El combate no había terminado? ¿Por qué seguían escuchándose signos de este?
-¡UGHHHHH! ¡DEBEMOS PROTEGER A JACINTO! ¡SI ES DERROTADO TODO SE ACABÓ!-Vociferó, nervioso.
"Y si nosotros lo somos... no sobreviviremos para contarlo..." Frío bajó por su espalda al pensar en aquello.
El miedo era hacia... ¿Jacinto? ¿No hacia el conejo y la hada?
Sacándolo de ese trance, un grito los alertó.
-¡PUAH!-Un cuerpo sobrepasó las murallas, cayendo del otro lado y aplastando la cara contra la tierra.
Se trataba de un elfo.
-¡Alto!-Luan lo reconoció.
Él se levantó lentamente.
Agudizó la mirada. El hobbit estaba delante suyo.
-Huyan...-Susurró.
-¿Q-Qué...?-Salió de boca de todos.
Él tomó aire momentáneamente para aclararse.
-¡TENEMOS QUE HUIR! ¡SOY FIEL Y LEAL A APOLO-SAMA PERO ESE MALDITO MUCHACHO ES UN MONSTRUO! ¡ME NIEGO A REGRESAR A PELEAR CONTRA ÉL!-Las lágrimas se deslizaban por sus mejillas, genuinamente aterrado.
Se trataba de poner de pie para correr lejos de ahí, pero cuando cerró sus ojos, una voz hizo eco en la cabeza de todos.
-No hay nada más vil que un traidor...-.
Una voz tenebrosa, oscura y ronca fue la que emitió aquel mensaje.
La piel se le erizó a todos los que lo recibieron, palideciendo producto del sumo terror que les causaba el dueño de la misma.
Provenía de la última torre del castillo, la cual era custodiada por Jacinto, quien aguardaba por la aparición de Bell Cranel para entrar en acción.
Y... de la nada...
*¡CRACK!*
El suelo debajo de Alto se agrietó.
*¡CRACK!*
Las grietas se hicieron más prominentes a tal punto que trozos del mismo caían a las profundidades de sea lo que sea hubiese abajo del suelo.
*¡CRACK!*
Un tentáculo verde emergió de los huecos.
Y...
*¡CRAAAAAAAAAAAAAAACK!*
Un enorme agujero se creó, dejando salir a una enorme criatura color verde y con flores que en el centro poseían bocas repletas de colmillos.
Luan y el resto dieron un paso atrás.
-Mátenlo...-La voz de antes dio la orden.
Las raíces de la bestia vegetal se enrollaron en las extremidades del elfo y una de ellas lo asfixiaba.
-¡PUAH!-Su garganta fue cerrada progresivamente. El aire dejaba de llegar a sus pulmones.
El color de su piel pasó de blanco a rojo, de rojo a azul y de azul a morado.
Las raíces en piernas y brazos lo sostenían tanto en muñecas como en tobillos, jalándolas.
Los huesos empezaron a dislocarse y la piel de hombros e inglés a rasgarse, sangrando.
El músculo comenzó a verse entre el daño dérmico y... la carne a despegarse del torso.
Los huesos se veían entre esa carnicería.
Hasta que...
*¡CRACK!*
-¡AHH!-Un gritó ahogado por el cierre de la garganta fue lo único que emitió Alto.
Piernas y brazos fueron separadas del torso.
Antes de que las extremidades arrancadas cayeran al suelo, las bocas de las violas las devoraron.
Y...
*¡CRACK!*
La cabeza también fue retirada y comida.
El resto del cuerpo fue comido parte a parte mientras los monstruos regresaban al profundo y oscuro agujero del que emergieron, dejando tras de sí unas cuantas manchas de sangre en la arena y un silencio abrumador.
Luan y sus hombres, quienes presenciaron la escena, estaban helados y estéticos.
En menos de un segundo, que pareció eterno para ellos, un compañero y amigo de familia fue hecho trizas y comido ante sus ojos.
Tragaron saliva, siendo Luan el único en tener el valor de romper el hielo que les cayó encima y helaba sus cuerpos.
-N-No se tentó el corazón... lo mató... le ordenó a esas cosas que lo despedazaran como a un vil trozo de carne de animal...-La voz le temblaba al igual que el resto del cuerpo. No reconocía al responsable de esto. No daba crédito a lo que presenció.
Cerró los puños. Lágrimas se deslizaban por sus mejillas.
-Apolo-Sama... ¿Q-Qué es esa cosa...? ¿Q-Qué fue lo que trajo a nuestra familia? ¿Q-Qué le pasó a Jacinto...?-Interrogaba entre murmullos, para no ser oído, a su dios.
Después de que una noche aparecieran aquellos individuos extraños, Jacinto cambió, algo se pudrió en su interior y se negaba a reconocerlo como aquel capitán que conoció desde hace muchos años.
Quien ocupó su puesto no era Jacinto.
Era algo más vol, cruel y aterrador. Incluso dudaba si fuese humano.
-¿Hay otra escoria que deseé ir en contra de las órdenes de su líder? Las violas todavía tiene hambre...-Interrogó "Jacinto".
El escalofrío les escaló la espalda.
-Conozcan su posición, escoria-Adicionó.
Motivados por el miedo de sufrir ese mismo destino, así las piernas no les respondieran, retomaron su andar, rodeando el agujero donde el cadáver de Alto fue comido, yendo a la puerta principal ante esa breve y aterradora pausa.
Como se puede observar, solo habían dos destinos posibles para ellos.
Ser derrotados por el conejo al que Alto le temía o asesinados cruelmente por su capitán y esas malditas plantas asesinas.
El primer destino era piadoso en comparación con el grotesco final que les esperaba si enojaban al líder.
Pero había un problema.
Si él interpretaba que se dejaron ganar o que no sufrieron lo suficiente antes de caer derrotados... bueno... sobran las palabras a este punto.
Las criaturas justo debajo de sus pies se retorcía. Era como si un sismo causado por cientos de esas cosas azotara al castillo.
Aguardaban desesperadamente salir a la superficie para liberar una carnicería y asesinar lo que se les cruce en el camino indiscriminadamente.
-Tranquilas... pronto serán liberadas...-Un murmullo las tranquilizó.
Desde un asiento aterciopelado, con la pierna cruzada y observando desde el mirador el panorama de la batalla, Jacinto aguardaba a su presa.
-Bell Cranel... este cuerpo guarda un fuerte rencor en contra tuya. Es tal que incluso yo también comienzo a contagiarme de esas emociones negativas y aún note conozco. Veamos de qué estás hecho-Una sonrisa maliciosa se dibujó en sus labios.
Los ojos rojos vino brillaron intensamente, sedientos de sangre.
-No me decepciones mocoso-Declaró.
Luan tenía razón.
La figura de ese ente era diferente a Jacinto.
No se trataba de un humano. O al menos no lo que el concepto define como uno.
Era como si una bestia repleta de odio y muerte cobrara forma humana.
Un demonio.
Un aura pesada y oscura emanaba de su ser.
"Veremos quién es un producto defectuoso, Enyo. Haré que te tragues tus malditas palabras..." Pensó, hirviendo en furia y nombrando a quien lo trajo a la vida. Aquel Dios que rige desde la sombras y controla Evilus.
Producto defectuoso. Esa fue la descripción que le dio a su nuevo invento.
La vena en su frente se marcaba al recordarlo.
"Después del chico, irás tú, dios de mierda" Se trazó como objetivo el acabar con la vida del líder.
Punto de vista de Luan y compañía.
Al final del largo pasillo que conectaba con la vieja puerta oxidada que permitía el paso a las tropas en el castillo, el hobbit y sus hombres corrieron para resguardarla.
A sus espaldas, en una pared aledaña, se les unieron unos cuantos magos que quedaban.
-¡RODEEN LA PUERTA! ¡NO LES PERMITAN ATRAVESARLA! ¡MÁTENLOS DE SER POSIBLE! ¡YA NO IMPORTA PERDER EL JUEGO DE GUERRA!-Vociferó Luan.
Cuando se aproximaron lo suficiente, un olor a hierro derretido fue recibido por sus narices.
Al ver detenidamente se percataron de un detalle.
-La puerta fue derretida... ¿Cómo?-Se cuestionaron.
Si, la entrada estaba al rojo vivo y un gran agujero en medio de la misma produjo.
-¿Qué fue lo que pasó...?-Esa duda salió de boca del líder hasta que una alerta a sus espaldas lo interrumpió.
-¡DETRÁS DE USTEDES!-.
Los magos que vigilaban sus espaldas les lanzaron la advertencia.
Voltearon casi de inmediato ante esto y una ráfaga de ataques mágicos los recibieron.
*¡BOOOM!*
*¡BOOOM!*
*¡BOOOM!*
*¡BOOOM!*
*¡BOOOM!*
Atacaban indiscriminadamente hacia su posición.
-¡AL SUELO!-Ee tiraron para protegerse.
Fue ahí, entre la tierra que se elevaba, que dos pares de pies fueron vistos por Luan.
Se traba de Bell y Eina. Ellos estaban esquivando cada proyectil a gran velocidad, aproximándose hacia los magos para deshacerse de ellos prontamente.
Sí... el par cruzó la puerta mucho antes de que los demás llegaran. Pero... ¿Cómo?
Eso no importaba ahora.
-¡EINA CÚBREME!-Ordenó el albino, pasando al frente a la castaña.
-¡YO ME ENCARGO!-Respondió ella, desenfundando su espada.
*¡BOOOM!*
*¡BOOOM!*
*¡BOOOM!*
Cortaba la débil magia que los atacaba, dividiendo la ráfaga en dos para que no contactara directo hacia ellos y esta diera a los lados.
Bell sostuvo su espada con la mano izquierda y recolectó energía. El arma acumuló esta energía, imbuyéndole un color blanco a la superficie de la misma.
Bell cerró uno de sus ojos y vio hacia los magos, como si les apuntara.
Jaló a Eina hacia atrás justo antes de que ella cortara una bola de fuego.
Fue entonces que...
*¡ZOOOOOOOOM!*
Lanzó la espada, partiendo esa misma bola de fuego y dirigiéndose recto y sin impedimentos a la ubicación de los soldados, impactando en el centro de la estructura donde yacían parados y...
*¡BOOOM!*
Dejando un enorme agujero en el mismo.
Toda la pared colapsó, viniéndose abajo y provocando que quienes estaban sobre esta cayeran junto a ella.
La habilidad de David fue usada por el albino.
Su mano no fue la que cargo la energía como cuando usa argonauta. Este vez fue el arma, como en esa ocasión en contra del goliath que hizo lo mismo con la lanza de Finn "El valiente" para así poder derrotarlo.
-Supongo que lo que Daphne quería se fue al caño. No estoy hecho para misiones de huida y retirada para evitar pelear-Bell bajó el brazo, suspirando pesadamente y recordando que la intención de la pelirroja era no provocar tanta destrucción.
-Sí, ya me quedó claro. Pero... ¿P-Podrías soltarme?-Respondió Eina mientras una de las cejas le temblaba, teniendo los ojos cerrados y las mejillas pigmentadas de un color rojo intenso.
-¿Eh?-El albino bajó la mirada cuando una suave sensación lo abrumó desde la palma de la mano y se topó con...
Con el pecho derecho de la fémina.
-¡P-PERDÓN!-Gritó, soltando el enorme y redondo seno de la asesora.
-¡N-No fue mi intención! ¡Cuando te jalé no me fijé en qué parte de ti sostuve! ¡Perdón! ¡Perdón! ¡Perdón!-Repitió incontables veces, poniéndose en posición de dogeza mientras la castaña cubría su pecho con sus brazos y una pequeña lágrima se deslizaba de sus pómulos. Se sentía manchada.
-Conejo pervertido...-Dijo, desviando la mirada e inflando su mejilla.
Desde las pantallas en cada parte de Orario este acto fue presenciado.
La sensación de muerte abrumó al conejo. Algo le gritaba desde el fondo de su ser que al regresar probablemente lo matarían.
"Airmid, sé que estás viéndome, por favor deja de desear que me maten. Riveria, te prometo que no fue intencional... ¡ASÍ QUE NO ME CONGELES CUANDO REGRESE!" Gritó internamente sin despegar la frente de la tierra, imaginándose a ambas mujeres apuntándole con sus báculos.
-¡¿QUÉ HACEN AHÍ PARADOS?! ¡NO SE QUEDEN VIENDO! ¡ATAQUEN!-La voz casi desgarrada del hobbit de la familia Apolo provocó que abandonaran ese asunto, de ese modo haciendo que Bell se pusiera de pie nuevamente.
-¡HAI!-El resto de hombres pertenecientes a la facción enemiga desde el punto de vista de la familia Cranel desenfundó Armas al recibir la orden y dieron un paso hacia adelante para enfrentarlos.
Luan permaneció detrás de ellos. Siendo su raza una de las que menos brilla en combate cuerpo a cuerpo, solamente le quedaba la opción de ser el último en enfrentarlos en caso de que sus hombres fuesen derrotados.
Pero como si de un rayo se tratase, la semi elfo se impulsó desde su posición, dejando un hueco donde antes se posaba su pie, y se puso a centímetros del pequeño batallón, encerrándolos sin pizca de miedo o duda.
La primera fila retrocedió un paso, asombrados por la velocidad de la asesora.
El ejército de la familia había caído. Los casi cien miembros pertenecientes a la misma se redujeron dramáticamente a un puñado de guerreros cuerpo a cuerpo cuando las fuerzas acumuladas en las murallas cayeron.
Le apostaron todo a frenarlos fuera del cuartillo y la estrategia salió terriblemente mal.
A pesar de que Cassandra y Daphne no se les unieron a los enemigos. Aún siendo superiores a ellos en números de 1 a 50, llegaron a una situación crítica en la que sólo aguardaban a ser derrotados por ellos y rogar para que Jacinto hiciera el resto del trabajo junto a esas malditas bestias que aguardaban por salir en busca de presas para mitigar el hambre que las apenaba.
Cuando el estoque de la castaña se elevó sobre su cabeza, cortando el aire, y una sonrisa se dibujó en sus finos y rojos labios, supieron que era el fin.
*¡ZOOOOOOM!*
Dando un giro digno de una bailarina de ballet, blandió su espada como si de un remolino se tratase. El viento es empujado y la punta del estoque silbaba por el paso del mismo en la superficie de la hoja.
Miles de cortes alcanzaban a los aventureros que entraban en el rango de daño de esta técnica, no magia, era solamente una técnica con la espada de Eina había creado tiempo atrás.
Un ataque indefendible a menos de que bloquearas a tiempo la trayectoria de la espada y contraatacaras. Sin embargo, la rapidez con la que su delgada arma surcaba el aire era abrumadora.
No se escuchaba ningún choque con el metal. No se percibía ningún intento de frenarla.
La ropa era rasgada.
La piel cortada.
La sangre caía y partículas de esta se unía al remolino, tiñéndolo de un rojo vino sangriento.
No había tiempo de bloquear, todo lo que intentaban era recibir el menor daño posible.
*¡CLANK!*
*¡CLANK!*
*¡CLANK!*
Al interponer las espadas delante suyo, las heridas se acumulaban en los brazos y por fin el paso del estoque que antes era ininterrumpido comenzaba a encontrarse con obstáculos. No obstante, no representaban un riesgo alto para la técnica.
No era lo suficientemente fuera como para dejar fuera de combate a los aventureros que eran presa de ella, pero si...
*¡CLANG!*
*¡PUM!*
-¡PUAAAAAAAH!-.
Pero si lo era el golpe certero en la boca del estómago que el conejo les propinaba cuando el remolino sangriento abandonaba su posición.
Él aprovechada la guardia alta para romper las defensas y derrotar a los rivales.
*¡CLANG!*
*¡PUM!*
*¡CLANG!*
*¡PUM!*
*¡CLANG!*
*¡PUM!*
Uno a uno caían sin que el par de aventureros mostrara signos de cansancio.
Eran arrojados a los lados, liberando paso hacia el último de ellos... Luan.
El hobbit observaba la escena sumamente aterrado y manteniéndose quieto con una saga sostenida por ambas manos temblorosas.
Tragó saliva.
-N-No soy fuerte... no me caracterizo por eso...-Lloraba internamente.
Su fuerza era por mucho la menor en su familia.
Él era el único hobbit que pertenecía a la misma.
Su alto ego equiparable al de Jacinto era meramente alimentado por sus aires de superioridad al molestar personas más débiles que él.
Luan era un cobarde acomplejado.
Y de no ser suficiente... él tampoco ha hecho nada para cambiarlo. Se limita a vivir bajo el yugo de su raza.
La inteligencia y plantación es la función de un hobbit,
Ese estereotipo que renació cuando Finn Deimne fue reconocido como uno de los nuevos héroes de su raza le representaba un peso enorme en la espalda de los nuevos aventureros pertenecientes a los pequeños hombres.
Limitaba sus sueños y producía un rechazo hacia ellos cuando intentaban desempeñarse en otras labores.
Él decidió vivir bajo esa sombra.
Mientras sus hombres continuaban siendo derrotados y el ruido de campanadas acompañado de cortes al aire lo alertaban de la posición en la que sus rivales se hallaban, cerró los ojos y tensó sus músculos en las extremidades superiores para sostener firmemente la daga, la única arma que tenía para defenderse.
La situación era crítica.
Si no convencía a Jacinto de que su derrota fue contundente y que dio todo de sí para no perder, lo matarían.
Su respiración se volvió irregular. Los pulmones le ardían y el pecho le presionaba el corazón que latía a gran velocidad producto de sus nervios.
Podía oír el latido del mismo en sus oídos.
Cada vaso sanguíneo le causaba hormigueo. Las células de su sangre chocaban con las paredes de los mismos por la velocidad en la que la sangre se transportaba debido al latir de este órgano.
La planta de sus pies sentía cada pequeño movimiento en el suelo que producía la caída de los cuerpos de sus compañeros y los pasos que se dirigían hacia él.
De repente... todo fue silencio.
Aumentó la fuerza en el agarre de su daga.
Abrió los ojos de repente, apretando los dientes y encarando a su contrincante.
Él sabía que era su turno de caer.
Y, desde lo mas profundo de su ser, rogando a Apolo que sus actos fuesen tomados como una acción valerosa, gritó.
-¡SOLO NECESITO HACERTE DAÑO APRA ASEGURAR MI SUPERVIVENCIA!-.
Se impulsó y cargó en contra de ellos.
-¡AHHHHHHHHHH!-.
Fue el grito de guerra que lanzó, cerrando otra vez los ojos.
Ya nada importaba.
Su derrota era segura.
Todo lo que viniese posterior a ella era responsabilidad de Jacinto.
Si ganaban o no, ya no le importaba.
Solo quería mantenerse con vida.
No deseaba sufrir el mismo destino que Alto segundos atrás.
*¡CLANG!*
La campanada alcanzó a los oídos de Luan, quien apretó la mandíbula para prepararse. Recibirá el golpe. Teniendo en cuenta eso, con todo en contra, no vaciló, erguía su daga hacia adelante.
Un corte.
Un ligero corte.
Es lo único que buscaba con ese acto suicida nacido de la desesperación.
Sin embargo...
*¡PUM!*
Algo bloqueó el puñetazo del conejo a escasos centímetros del rostro de Luan, quien sintió el viento revolotearle el cabello.
-Los miembros de esta familia son una vil decepción. Me siento rodeado por cucarachas incompetentes que no mueren pero no sirven en batalla. Me provoca repulsión solamente estar cerca de ustedes. Aunque he de admitir que tú, pequeño, me sorprendiste gratamente. Eras del que menos esperaba esa actitud. Ir al ataque con todo en contra y perfectamente consciente de que no ganarías es un rasgo a reconocer en pocos guerreros. A pesar de que tu obediencia era motivada por miedo y no lealtad, estabas dispuesto a morir con tal de recibir misericordia de mi parte. Eres digno de reconocer-La voz ronca que le pertenecía a su capitán provino a espaldas del hobbit. En su tono se percibía alegría que fue acompañada con una risa lenta luego de concluir con su discurso.
Luan abrió los ojos y la palma de Jacinto sostenía el puño de Bell que se apagaba conforme los segundos transcurrían.
Al levantar la cabeza, se topó con el mentón de un hombre alto y delgado que ni se inmutaba al bloquear el golpe.
Luego la regresó a su posición habitual y se inclinó a un costado, donde Bell extendía completamente el brazo y miraba a Jacinto con el ceño fruncido.
-De no haberme detenido, era posible herir de gravedad a Luan. Mi intención era golpearlo en el abdomen, pero cuando se acercó corriendo se inclinó hacia adelante y estuve cerca de darle en la cara. Gracias... Jacinto-Bell le agradeció al capitán de la familia Apolo mientras este último continuaba sosteniendo su puño y muñeca.
No apartaba la atención de su rival.
De repente levantó la mano libre y... le impidió el paso a Eina, quien iba a ayudarlo.
-Retrocede-Le ordenó a la castaña.
-¿Eh? P-Pero Bell...-Eina quiso replicar, sin embargo, fue interrumpida.
Las piernas temblorosas de Luan se sacudían cual gelatina. La tensión en su cuerpo era alta y el miedo de voltear a su espalda limitaba su accionar.
-¿Q-Qué vas hacerme Jacinto?-Interrogó, cerrando los puños y llorando.
Esta actitud por parte del hobbit desconcertó a Bell y Eina. No comprendían por qué estaba tan aterrado.
Pero pronto sabrían la respuesta...
-Tranquilo. No te mataré-Le respondió Jacinto sin borrar esa tétrica sonrisa.
El semblante de ambos aventureros rivales cambió a una expresión de sorpresa.
"¿Matar...?" Cuestionaron mentalmente.
No había reglas sobre no matar a un miembro de tu familia en los juegos de guerra. Todo se limitaba a no hacerlo con los contrarios.
Luan suspiró aliviado al recibir la respuesta. Su corazón comenzaba a calmarse y por fin pudo respirar correctamente.
No obstante...
-¡GAH!-La mano libre de su capitán se posó en su garganta, presionándola.
Sonidos y movimientos erráticos se originaron en él, tratando de soltarse.
Sus ojos se llenaron de terror y los vasos sanguíneos de estos se ensanchaban.
El albino y la castaña observaban la escena completamente helados.
-Aunque fuiste valiente... no lograste tu objetivo. Sí, superaste mis expectativas, pero eso fue porque no esperaba absolutamente nada de ti. Por lo que... dejarte ir así sin más es injusto desde mi punto de vista...-El terror regresó al rostro del hobbit.
El aire le faltaba y su vista se nublaba.
La falta de aire comenzaba a faltarle factura.
La piel de su cuerpo se enrojecía para después teñirse de azul.
Luan estiró la mano en busca de ayuda de Bell y Eina.
-¡NO LO HAGAS!-Bell trataba de liberarse del agarre de Jacinto pero este no vacilaba en lo absoluto.
*¡CRACK!*
-¡UGH!-Un quejido de dolor provino de Bell cuando su muñeca tronó.
-No te desesperes...-Dijo el pelirrojo hacia el peliblanco.
-Pronto te tocará a ti...-Finalizó, soltándolo y rápidamente soltó el cuello de Luan para de, tras liberar su otra mano...
*¡PUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUM!*
Golpearlo antes de tocar suelo, mandando a volar el delgado y pequeño cuerpo del hobbit con suma facilidad.
*¡CRACK!*
*¡CRACK!*
*¡CRACK!*
*¡CRACK!*
*¡CRACK!*
*¡CRACK!*
Luan atravesó las paredes una tras otra hasta que salió del castillo.
*¡CRACK!*
Su cuerpo se arrastraba y rodaba por el piso cuando el impulso ya no fue el suficiente para mantenerlo en el aire, rompiéndose huesos, rasgando la piel y fisurando los músculos hasta ser una bola de carne y huesos salidos de su lugar cubierta de sangre.
Un potente escalofrío escaló las espaldas de los dos aventureros que presenciaron tal acto de violencia. Permanecían pasmados y sin habla.
El estado en el que el hobbit quedó era crítico.
Sin tiempo de nada, los sentidos finamente agudos de Bell le gritaron, advirtiendo sobre el peligro latente que iba hacia él.
*¡CLANK!*
-¡UGH!-El puño de Jacinto fue bloqueado por las dos espadas de Bell que formaron una cruz para mitigar el impacto. A pesar de ello...
*¡PUUUUUUM!*
La fuerza fue suficiente para ser empujado metros atrás. Él incrustó los talones en la roca para no ser alejado mucho, levantando trozos de la misma.
"¿No lo pude ver...?" Se cuestionó asombrada la semi elfo cuando por fin tuvo la capacidad de reaccionar ante lo ocurrido. No obstante, Jacinto levantó el puño y lanzó el golpe a su rostro. Ella era la siguiente.
-¡EINA!-La nombró Bell.
Los nudillos del capitán de la familia Apolo rozaron la punta de la nariz de la susodicha. Pero antes de despedazarle la cara...
*¡SLASH!*
Una de las espadas de Bell se incrustó en la muñeca del pelirrojo, empujándola al costado y evitándolo.
La sangre brotaba de la zona herida.
Jacinto miró ese sitio con sorpresa.
*¡CLANG!*
Una campanada seguida de un destello blanco lo alertó, pero cuando trató de reaccionar Bell ya estaba delante suyo, elevado y apuntando a su mandíbula.
Antes de impactar, usando la mano libre, desincrustó su espada de la extremidad superior del pelirrojo y...
*¡PUUUUUUUUUUUUM!*
Un puñetazo certero recibió al contrincante.
*¡CRACK!*
Un crujido perfectamente audible le siguió y...
*¡CRASH!*
Jacinto se estrelló en una de las paredes, justo como le sucedió a Luan segundos antes.
Eina estaba completamente pálida. Todo sucedió frente a sus ojos.
-Esto estuvo cerca...-Susurró el albino mientras el brillo de su puño se desvanecía, desactivando su habilidad argonauta.
-¿Q-Qué fue eso...?-Interrogó.
-Su velocidad era mayor a la de un nivel tres. No sé qué demonios hizo pero su fuerza aumentó drásticamente-Respondió el joven, sin apartar la vista de donde Jacinto se estrelló.
"Asfi me dejó en claro que no siempre tendría el tiempo para cargar argonauta, por lo que entrenar una forma de reducir los tiempos de carga para usarlo sin mantenerme inmóvil fue muy útil. Estar detenido en batalla por mucho tiempo podría marcar la diferencia entre la vida y la muerte, justo como ahora. De no haberlo entrenado y usado antes de que Jacinto golpeara a Eina, ella quizás..." Pensó, imaginando el escenario ficticio que no se dio por su entrenamiento.
Estaba agradecido con Asfi por haberle mostrado la debilidad en su habilidad. No era solo fuerza bruta. Si el tiempo de carga no era el suficiente para mitigar la amenaza, quedarías expuesto. Si te enfrentar a un rival que no te permita recolectar energía, te meterías en un aprieto.
Las enseñanzas de Asfi cobraban sentido.
Fue una milésima de segundo lo que separó la respuesta al ataque de Jacinto.
De repente el sonido de escombros cayendo los alertó.
En una nube de polvo, la silueta de Jacinto se dibujaba. Este retiraba la suciedad de su traje con calma y avanzaba hacia ellos, atravesándola.
-Sin heridas... ¿C-Cómo es posible...?-Se cuestionó Eina, sumida en la intranquilidad.
-Mantente atrás de mi-Bell dio la orden, dando un paso adelante.
-¿Quién eres tú?-Cuestionó.
Desenfundó su espada restante y apuntó con una de ellas al ser que se les acercaba.
Algo andaba mal, muy mal.
Ese sentido de peligro que los seres vivos desarrollan tras años de evolución lo alertaban.
-Fufufu ¿Qué pregunta es esa? Claramente soy Jacinto, el capitán de la familia Apolo-Respondió el pelirrojo con tono burlesco y extendiendo los brazos para mostrar su persona.
-¿Por qué esa respuesta no me convence en lo absoluto?-Preguntó el albino.
Poco a poco el aventurero salía del polvo.
-¿Por qué no vienes a averiguarlo? Jacinto o no... tu destino está sellado. Morirás aquí, mocoso-Respondió.
Una sonrisa tétrica fue lo primero en enseñarse.
Era una declaración de guerra. Un reto.
-Bell, no caigas en su trampa...-Pidió la semi elfo, aferrándose al conejo.
Pero él no respondió.
-Eina, escóndete-Fue lo que recibió por su parte.
-¿Eh? ¡D-De ninguna manera! El plan era...-La antes mencionada quiso replicar.
-El plan se fue a la mierda cuando esa cosa apareció en escena. Habrá que cambiarlo-Interrumpió el joven, señalado con la punta de su espada al rival.
Apretó sus dientes con fuerza y frunció el ceño.
La atmósfera se sentía pesada conforme Jacinto se acercaba.
Eso fue suficiente para que Eina comprendiera la gravedad del asunto.
-Hace unos días no podía resistir ni un golpe mío sin usar argonauta. Además, al lanzarle mi espada la imbuí en poder con mi segunda habilidad sin medir la fuerza y esta solamente se incrustó, era para que le rebanara el brazo. Sea quien sea el de enfrente, no es Jacinto-Informó el conejo sus impresiones.
Tragó saliva.
-No es un rival a subestimar...-Agregó.
"Prepararme para el peor escenario posible. Asfi... ¿Cuánto de esto sabías? ¿Cuánto sospechabas? ¿O era mera intuición?" Bell recordó la justificación que su maestra usaba para que fuese tan severa en el entrenamiento.
Todos estaban expectantes ante la pelea de capitanes.
Nadie en Orario se quería perder la pelea.
-Bell...-Airmid, desde el hospital y acompañado de Maria y los infantes miraban atentamente la batalla que daría inicio.
La peliplateada posaba ambas manos sobre su pecho. Tenía un mal presentimiento.
Maria compartía dicha emoción. A pesar de no saber nada sobre el mundo de los aventureros o sobre como la fuerza se rige en este, estaba consciente de que la situación se acababa de complicar.
-¿Por qué luce tan diferente?-Interrogó Shakti al centro de la ciudad con Ganesha a su lado, el cual también lucía serio.
-Bueno... ¡EN UN GIRO DE LOS EVENTOS, EL ENFRENTAMIENTO ENTRE LOS CAPITANES DE LAS FAMILIAS SE HA ADELANTADO! ¡Y PARECE SER QUE EL RESULTADO NO ES TAN SEGURO COMO SE INTUÍA!-Dijo Ganesha vehementemente, despertando la atención del público.
Cuando por fin bajó su tono de voz, le dio una indicación a su hija.
-Shakti, lleva a Ilta contigo a la mansión del sol-.
Esto despertó la sorpresa de la peliazul.
Entre el público, escondidas entre la enorme ola de gente que disfrutaba del espectáculo, una fémina habló.
-Ese niño es impresionante. Su habilidad desde la última vez que nos vimos ha mejorado. Es realmente un rival a temer...-Se trataba de una mujer de cabello rojo a la altura de los hombros si no es que un poco más arriba de estos.
Su nombre era Revis...
-¿Are? ¡Deja de jugar, Argonauta-Kun! ¡Derrótalo!-Tiona le gritaba a la pantalla desde la mansión crepúsculo. No entendía el motivo por el cual a Jacinto no fue derrotado con ese golpe siendo tanto la diferencia entre ambos.
No obstante... varios entre los espectadores comprendían lo que sucedía.
-Algo anda mal...-Finn fue el primero en darse cuenta.
-Su apariencia...-Aiz señaló el rasgo que le llamaba la atención del pelirrojo.
-Sí... no parece vivo-Confirmó Gareth.
-El color en sus ojos es opaco...-Comentó Riveria.
Todos agudizaron la mirada. El polvo todavía cubría gran parte del cuerpo del capitán de la familia Apolo.
Su mandíbula estaba desviada.
En la mansión del sol no diferían las cosas.
Pero sobre todos los dioses, la expresión de una en específico sobresalía.
-¿Qué es esto...?-Interrogó. Se le escuchaba indignada y asqueada.
-¿Qué quiere decir?-Loki, la cual estaba con las piernas sobre el asiento de adelante reaccionó y le preguntó.
Freya ignoró a la pelirroja y miró hacia Apolo, quien miraba con deleite y disfrute la pantalla. Sus manos se rodaban la una con la otra mientras sonreía de manera excitaba y jubilosa.
-Loki... Apolo es más imbécil de lo que pensaba...-Se limitó a decir la peliplateada.
Ella se percató de ese detalle que la gran mayoría ignoraba o desconocía.
"Esa alma... está podrida..." Dijo mentalmente, viendo un oscuro color negro en la llama de la vida de ese ser.
En el campo de batalla, totalmente en silencio, Bell observaba a su rival.
Jacinto tomó su mandíbula colgando y la reacomodó.
El muchacho respiró hondo, tranquilizando sus nervios y suspirando para liberarlo.
-No importa que hayas cambiado, tu objetivo es el mismo ¿Verdad?-Dijo, encarándolo.
-Así es. Uno de nosotros vencerá al otro-Respondió Jacinto.
Bell se plantó.
-Y he de suponer que vencerme no será suficiente. Tú y Apolo desean matarme ¿Me equivoco?-Declaró.
Eina lo miró en espera de la respuesta de aquel ser.
-Por supuesto. Has sido un dolor de culo desde que apareciste-Respondió in dudarlo.
Una sonrisa de oreja a oreja que dejaba al descubierto los dientes amarillentos del pelirrojo confirmaba que no mentía.
-P-Pero si lo matas, pierdes el juego de guerra...-Susurró Eina.
-¡JAJAJAJAJAJA! ¡Maldita idiota! ¡¿Crees que eso me interesa?! ¡Lo único que quiero es matarlos! ¡Quien gane o no me vale mierda!-Gritó aquel loco y desquiciado sujeto, riéndose a carcajadas desenfrenadamente.
Mientras lo hacia, retomaba su andar.
-Ahora sí Eina. Retírate-Repitió Bell.
Eina asintió. Cada fibra de su cuerpo del decía que sería un estorbo de involucrarse activamente en la pelea.
Esta era la aventura del albino.
Esta era su batalla.
Una pelea de dos.
Fue corriendo lejos de ahí en busca de un refugio.
Ya sin la preocupación de cuidarla, Bell volvió hacia Jacinto.
-No será tan sencillo matarme. Mi madre decía que parezco una cucaracha de lo resistente que soy-Se mofó, yendo de frente al pelirrojo sin pizca de miedo o duda.
La distancia se reducía.
El ritmo de los pasos aumentaba.
-No te contengas niño. Si lo haces, lo pagarás muy caro-Advirtió Jacinto.
-Si tu intención es matarme, claramente pelaré con todo lo que tengo. No permitiré que me alejes de mi noche con Airmid-Bell sonrió, empleando esa motivación para luchar.
Esto pareció confundir momentáneamente al de enfrente.
De repente la velocidad del trote del conejo aumentó, casi corriendo. Jacinto copió esto.
Las decenas de metros que los separaban se reducían segundo a segundo.
Cuando estuvieron lo suficientemente cerca del contrario, ambos desenfundaron sus armas y...
*¡CLANK!*
El metal chocando fue lo siguiente que se presentó.
*¡CLANK!*
*¡CLANK!*
*¡CLANK!*
*¡CLANK!*
Rápidamente intercambiaron ataques a una velocidad vertiginosa.
La punta del estoque del pelirrojo se movía a una velocidad alarmante con estocadas horizontales y rectas sin vacilación en su trayectoria.
*¡CLANK!*
Bell desvió una de ellas al hacer un corte ascendente y...
*¡CLANK!*
Cuando quiso contraatacar con su segunda espada, Jacinto bajó la espada que antes se hallaba sobre su cabeza y lo bloqueó.
*¡SLASH!*
Jacinto copió esta misma estrategia, pero Bell logró dar un paso atrás antes de que fuese cortado.
La punta de la espada rozó la punta de su nariz y...
*¡PUM!*
Lanzó una patada en el centro de gravedad de su contrincante y...
*¡SLASH!*
Cortó horizontalmente en busca del pecho de Jacinto, pero este salto hacia atrás y, al caer...
*¡PUM!*
Se impulsó y cargó en contra suya.
*¡CLANK!*
Bell bloqueó su estocada con una de sus espadas. La curvatura de la delgada espada pudo ser observada.
*¡CLANK!*
*¡CLANK!*
*¡CLANK!*
Nuevamente intercambiaron ataques pero anulaban los del contrario.
La espada de Jacinto se doblaba por lo delgada que esta era.
El tiempo para que regresara a su posición habitual era breve, pero en ella había una desventaja que el albino podría aprovechar.
*¡CLANK!*
*¡CLANK!*
*¡CLANK!*
Sus ojos se movieron a todas partes en busca de una apertura en la defensa casi perfecta de Jacinto.
*¡CLANK!*
*¡CLANK!*
Las chispas del metal chocando llenaba sus alrededores.
Incluso algunos trozos de tela y plantas se prendían fuego cuando caían sobre ellas.
-¡Me dijeron que solo eras un peligro si tu cuerpo brillaba, pero eres realmente competente en batalla!-Jacinto lo halagó.
-¡UGAH!-Bell ignoró el comentario y nuevamente lo atacó en ráfaga desde todos lados.
Derecha, izquierda, por abajo y arriba.
No había descanso.
*¡CLANK!*
*¡CLANK!*
*¡CLANK!*
*¡CLANK!*
*¡CLANK!*
Jacinto bloqueaba con suma facilidad sin inmutarse. A pesar de esto, él tampoco lograba contactar sus ataques al cuerpo del albino.
Era una batalla igualada a la espera de un error.
*¡SLASH!*
El estoque sobrepasó la defensa del albino, cortando superficialmente el costado de su cabeza.
Aunque... él sonrió.
Esto hizo que Jacinto chasqueara la lengua sin siquiera poder mofarse de la sangre derramada por su rival.
Girando al lado de donde la puñalada vino, golpeó la espada con su arma contraria.
*¡CLANK!*
Esto empujó a Jacinto hacia allá, dejando descubierto su lado izquierdo.
-¡UGH!-Se quejó.
Bell giró sobre su propio eje mientras él se inclinaba a un costado.
Más pronto que tarde el conejo recuperó la posición y gracias a la fuerza centrífuga obtenida por el giro, lanzó un tajo diagonal.
*¡SLASH!*
El aire fue rebanado, no así el objetivo.
*¡PUM!*
Jacinto saltó hacia atrás, evitando el daño.
*¡PUM!*
Antes de que tocara suelo, Bell fue hacia él a máxima velocidad.
*¡CLANK!*
*¡CLANK!*
*¡CLANK!*
Jacinto bloqueó los tres ataques casi de inmediato.
Ya con las piernas en el suelo supo que ese muchacho era exactamente como le informaron.
Esa fuerza, aprendizaje en batalla y velocidad era de temer incluso para un primera clase.
*¡CLANK!*
*¡CLANK!*
*¡CLANK!*
*¡CLANK!*
El metal seguía chocando sin cese.
Bell no le daba tiempo de respirar.
La tela de sus ropas recibía las chispas. Las zonas descubiertas las quemaduras que estas causaban al entrar en contacto con sus pieles.
"Su velocidad es equiparable a la mía. Asfi comentó que yo en ese aspecto igualo a un nivel 4. Eso significa que su fuerza aumentó al menos un nivel" Analizó, viendo la trayectoria de cada golpe que Jacinto intentaba aceptarle y bloqueándolo para posteriormente contraatacar.
*¡CLANK!*
*¡CLANK!*
*¡CLANK!*
El joven apretó los dientes y aumentó su fuerza.
*¡SLASH!*
Un hilo rojo se deslizó por la mejilla de Jacinto.
*¡PUM!*
El saltó hacia atrás nuevamente.
Posó los dedos en la herida y vio el líquido rojo.
Una sensación de ardor que desapareció al instante lo impresionó.
-Dices que no me contenga y tú haces exactamente lo mismo-Bell habló. Él lo volteó a ver.
-Acaso... ¿No sabes el alcance de tu propio poder? ¿Es la primera vez que te enfrentas a alguien equiparable a ti?-Dijo, confiado.
Una vena se marcó en la frente del pelirrojo. Estaba irritado.
-Maldito mocoso...-Susurró y...
*¡PUM!*
Fue en contra de él.
*¡CLANK!*
Ambos chocaron fuerzas y armas. Bell sonreía mientras era empujado.
-Tu enojo solo me lo deja en claro-Declaró, ejerciendo mayor fuerza y cambiando la situación.
Ahora era Jacinto quien retrocedía. Su espalda se inclinaba y los brazos le temblaban.
-¡UGHHHAHHHHHH!-.
*¡CLANK!*
Jacinto chocó su espada nuevamente y abrió la defensa de Bell.
*¡CLANK!*
Cuando quiso lanzar una estocada fue bloqueado.
*¡CLANK!*
*¡CLANK!*
*¡CLANK!*
Aumentó la ferocidad de sus ataques.
La vibración del metal retumbaban en sus brazos, expandiéndose por todo el cuerpo y entumeciéndolos.
Ninguno mostraba signos de cansancio o de sentirse abrumado.
Analizaban a su contrario.
Fuerza.
Velocidad.
Capacidad de reacción.
Defensa.
Todo era puesto a prueba. Sin embargo, los comentarios del conejo blanco molestaban al capitán de la familia Apolo, por lo que comenzó a hacer el intento de protagonizar la pelea.
La batalla se tornaría completamente diferente cuando uno de los dos decidiera por fin usar todo lo que tiene.
*¡CLANK!*
*¡CLANK!*
*¡CLANK!*
*¡CLANK!*
Un choque de poder entre rivales igualados.
*¡CLANK!*
*¡CLANK!*
*¡CLANK!*
Esto proseguía. La fuerza infundida en los cortes aumentaba y poco a poco se acercaba a causar un daño real en el contrario.
*¡CLANK!*
Nuevamente chocaron, tomaron distancia por el impacto pero Bell tenía un plan.
*¡CLANG!*
Una única campanada casi inaudible provino de su brazo derecho.
*¡CLANK!*
Bloqueó el ataque de Jacinto con la espada de su mano izquierda y soltó la de la derecha.
*¡PUUUUUUUUUM!*
Un puñetazo directo al rostro lo recibió.
La gente se emocionaba ante esto.
La batalla a la defensiva por fin se acababa.
El pelirrojo retrocedió un par de pasos debido al dolor.
Su nariz estaba desviada y encaró al contrario.
Estaba hirviendo en furia mientras la sangre se chorreaba de su labio y nariz.
Sin tiempo de quejarse del dolor o enojarse por el mismo, fue atacado otra vez.
-¡MALDITO!-Se quejó, bloqueando los ataques lo mejor que podía.
*¡CLANK!*
*¡CLANK!*
*¡CLANK!*
*¡CLANK!*
Lo que antes realizaba sin esfuerzo, ahora lo lograba a duras penas.
"¿Qué sucede? Sé que oí una campanada pero no vi nada. No hubo brillo..." Pensó.
Él era perfectamente consciente de que Bell usó Argonauta, no obstante, a parte de la campanada, no tuvo otro indicio de que la empleó.
*¡CLANK!*
*¡CLANK!*
*¡CLANK!*
Imbuyó más fuerza en sus brazos, frunciendo el ceño y equiparó las cosas nuevamente.
*¡CLANK!*
*¡CLANK!*
*¡CLANK!*
*¡CLANK!*
Sus brazos ya no titubeaban. Estaba tensos y rectos, de ese modo demostraría que no estaba siendo superado.
Bell de repente abrió los brazos y...
*¡CLANG!*
*¡CLANG!*
Dos campanadas fueron fácilmente audibles.
*¡SLASH!*
*¡SLASH!*
El par de espadas, cada una desde su lado, se precipitaron al cuerpo de Jacinto.
-¡MALDITA SEA!-Gritó Jacinto, retrocediendo y posando su espada en el centro.
*¡CLANK!*
*¡PUM!*
Antes de que reaccionara, Bell le propinó una fuerte patada recta al abdomen.
-¡PUAH!-Escupió saliva.
-¡TCH!-Chasqueó la lengua y recuperó la postura que se inclinó hacia adelante ligeramente por el dolor.
*¡CLANK!*
*¡CLANK!*
*¡CLANK!*
*¡CLANK!*
La lluvia de ataques comenzaba a abrumarlo.
*¡CLANK!*
*¡CLANK!*
*¡CLANK!*
Las espadas seguían chocando.
*¡CLANK!*
*¡CLANK!*
Jacinto se tomaba más en serio la pelea.
"Producto defectuoso..." Las palabras que Enyo usó para describirlo resonaban en su cabeza.
Esto lo irritaba.
*¡CLANK!*
*¡CLANK!*
*¡CLANK!*
"Producto defectuoso...".
*¡CLANK!*
*¡CLANK!*
*¡CLANK!*
*¡CLANK!*
-Yo...-.
*¡CLANK!*
*¡CLANK!*
*¡CLANK!*
*¡CLANK!*
-No soy...-.
*¡CLANK!*
*¡CLANK!*
Su ira empezaba a consumirlo.
*¡CLANK!*
*¡CLANK!*
La fuerza de sus golpes era potenciada.
Su fiereza y bestialidad también.
*¡CLANK!*
*¡CLANK!*
-¡Tch!-Ahora fue Bell quien chasqueó la lengua.
*¡CLANK!*
*¡CLANK!*
*¡CLANK!*
Sus brazos comenzaban a recibir rasguños y cortes al no alcanzar a reaccionar lo suficientemente rápido para evitarlos o bloquearlos.
*¡CLANK!*
*¡CLANK!*
-¡UN MALDITO PRODUCTO DEFECTUOSO!-Gritó Jacinto a viva voz.
*¡CLANKKKKKKLKKLLLL!*
Bell fue empujado por la fuerza en piernas y brazos del pelirrojo.
-¡UGH!-Se quejó.
La distancia se redujo a cero.
Estaban enfrente uno del otro.
-¡UGHHHAHHHHH!-Bell empujó a Jacinto.
*¡CLANK!*
*¡CLANK!*
*¡CLANK!*
Nuevamente intercambiaron ataques.
La adrenalina aumentaba.
El ritmo de la pelea cambió desde hace un tiempo.
El constante rebote de los cortes insensibilizaba los brazos, permitiéndoles luchar sin límites.
Las palmas del albino sangraban por el roce entre el mango y su piel, pero no le prestaba atención.
Conforme la fuerza de uno aumentaba, el otro lo igualaba.
Sin embargo... Bell se adaptaba.
Comenzaba a visualizar los límites del pelirrojo.
La ventaja a corto alcance la tenía Bell por el uso de dos espadas cortas. Aunque si no conseguía acercársele lo suficiente a Jacinto, este lo abrumaría con repetidas estocadas. Ese era el motivo por el cual no lo dejaba ni respirar o alejarse.
*¡CLANK!*
*¡CLANK!*
*¡SLASH!*
*¡CLANK!*
*¡CLANK!*
*¡CLANK!*
*¡SLASH!*
De pronto los cuerpos comenzaron a ser heridos con mayor reiteración.
Empezaban a alcanzar al contrario.
*¡CLANK!*
*¡CLANK!*
*¡CLANK!*
Ya no era posible bloquearlo todo.
Las defensas se penetraban.
La sangre se escurría.
Eran cortes ligeros. Ni siquiera dolían.
Sin embargo, una cosa era clara... si seguían así, no llegarían a nada.
*¡CLANK!*
*¡CLANK!*
*¡SLASH!*
La ropa se rasgaba.
*¡SLASH!*
*¡SLASH!*
La piel se fisuraba.
*¡CLANK!*
*¡CLANK!*
*¡CLANK!*
*¡SLASH!*
Un corte justo a centímetros de la frente del albino casi lo alcanza.
El logró inclinar la cabeza hacia atrás para evitarlo y...
*¡PUM!*
Saltando de espaldas dio un mortal y pateó la mano de Jacinto.
Al estar nuevamente de pie, el pelirrojo, por el impacto, tenía la mano sobre su cabeza junto a la espada.
*¡SLASH!*
Dos cortes horizontales lo alcanzaron con la guarda baja.
Una línea roja desde el labio a la mejilla se formó en él.
Otra más justo debajo de su ojo, en el pómulo.
Ambos permanecieron de pie, mirándose fijamente.
Respiraciones alteradas y breves quejidos reemplazaron el sonido de metal chocando.
Esos pasos a lo largo de la arena cesaron.
Pero, ante el conejo, algo extraño sucedía...
"Se esté curando..." Pensó.
Los cortes que le hizo se cerraban.
Arrugó las cejas.
Teorías se formulaban en su cabeza.
Jacinto no era como él, quien posee un factor curativo como habilidad pasiva de alguno de los héroes en su alma.
Debía tratarse de otra cosa.
*¡CLANK!*
Bell lo atacó sin piedad.
-¡UGH!-El quejido salió del pelirrojo al impedir que lo alcanzara.
*¡CLANK!*
*¡CLANK!*
*¡CLANK!*
*¡CLANK!*
Fue obligado a retroceder.
*¡SLASH!*
*¡SLASH!*
*¡SLASH!*
*¡SLASH!*
*¡SLASH!*
Los ataques le daban.
Ya no bloqueaba.
La ferocidad del conejo aumentó.
Ya no jugaba.
Se lo estaba tomando en serio.
"¿Todo este tiempo jugó conmigo?" Se preguntó.
Si bien estaba lejos de alcanzar toda su fuerza, sentía que el albino también.
*¡SLASH!*
Su mejilla fue rasgada.
Los dientes se asomaron por el hueco.
*¡SLASH!*
Una herida desde la barbilla a la nariz parto sus labios.
Se regeneró.
*¡SLASH!*
Era herido con mayor facilidad que antes.
No podía devolver los ataques porque estaba demasiado cerca de él y blandir su espada se le imposibilitaba.
Solo podía evitar que le dieran.
*¡SLASH!*
Pero eso continuaba.
*¡CLANK!*
Unos cuantos los detenía.
*¡SLASH!*
Pero otros lo herían.
De repente vio una apertura en el flanco derecho del muchacho y quiso atacarlo pero...
*¡SLASH!*
Su espada cayó al suelo.
Alzó la mano y vio sus dedos rebanados, causando que perdiera el agarre del arma.
Completamente pasmado, no fue capaz de reaccionar a lo que vendría después.
Bell se alejó de él unos cuantos pasos y abrió la palma directo a su cara.
Él la vio ensangrentada.
El joven respiró hondo y...
-¡FIREBOOOOOLT!-Dijo aquella palabra que tanto quería evitar decir en contra de alguien directamente.
*¡BOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOM!*
Una explosión aún más fuerte que las anteriores se originó e impactó al pelirrojo.
Su cuerpo salió disparado, incendiado.
Las llamas comenzaron a consumir su cuerpo del pecho para arriba, calcinando su piel y cabello.
-¡AHHHHHHHHHHHHHH!-Un gritó de dolor provino de él.
-¡¿Qué hiciste Bell?!-La voz de Eina provino detrás suyo.
Ella salió de su escondite y corrió hacia donde se hallaba.
-¡Tonto! ¡No debes matarlo! ¡Si no, perderás!-Lo reprendió, recordándole las reglas del juego de guerra.
Bell extendió la mano para que no avanzara más.
El olor a carne chamuscada era fácilmente reconocible. Pero, por alguna razón, los gritos se detuvieron.
Jacinto comenzó a pararse como si nada con la carne carbonizada.
No mostraba signos de dolor.
Una joya verde apareció sobre su cabeza cuando el cabello se quemó.
Bell y Eina abrieron los ojos en demasía.
Sus expresiones eran de sorpresa absoluta. Aunque rápidamente cambiaron y adoptaron otros sentires.
Bell frunció el ceño.
Calmo, habló.
-Esa joya feto... si la destruyo morirás ¿Verdad?-Bell apuntó a la joya color jade de la cabeza de Jacinto.
La mirada de este se agudizó.
-Lo sabes...-Murmuró.
Su piel comenzó a curarse.
-¡JAJAJAJA! ¡ERES INCREÍBLE! ¡TE DISTE CUENTA EN MINUTOS! ¡¿QUÉ HUBIESE PASADO SI TE EQUIVOCABAS?!-Reía mientras lanzaba esa interrogante.
-No cometería un error así-Respondió el chico, estoico ante la situación.
-La familia Loki y Ganesha me hablaron sobre las cosas como tú. Eres un demi espíritu que se apoderó del cuerpo de Jacinto. Eso explica el aumento en tu fuerza, tu regeneración y el miedo que tenia tu familia de ti-Agregó, asociando los puntos que respaldaron sus sospecha.
Ambos se miraban fijamente, completamente inexpresivos.
Pero... la semi elfo al costado de Bell no estaba igual...
-C-Criatura...-Murmuró.
Su cuerpo temblaba.
Su respiración se alteraba.
El pecho le dolía y la vista se le nublaba.
Bell rompió el contacto visual.
-¿Eina...?-La nombró.
Su expresión era de terror absoluto.
Era como si un trauma despertara dentro de ella.
Levantó la mano derecha y apuntó a Jacinto con su dedo índice. Este se sacudía incesantemente.
-U-Una criatura...-Repitió.
Vio fijamente a la joya feto.
-¿Qué sucede Eina?-Interrogó Bell.
De pronto las piernas de la castaña le fallaron y cayó de rodillas.
-¡EINA!-Bell fue a su auxilio.
Respirar le costaba.
El mundo le daba vueltas.
Una imagen en su subconsciente apareció totalmente borrosa.
Y un nombre salió de su boca. Uno que conocía muy bien y que jamás la abandonaría.
El producto de su trauma.
La razón por la cual abandonó el mundo de los aventureros años atrás.
Esa pérdida que la atormenta cada noche.
-Maris...-.
Un nudo se le formó en la garganta al decirlo.
La imagen de una chica alegre idéntica a Bell pero con pelo azul recogido y corto se reveló..
Bell la sostenía en sus brazos tratando de hacerla reaccionar.
"¡Eina! ¡Vamos a una aventura!" Una voz enérgica resonó en su cabeza.
Y al cerrar los ojos... regresó a su época de aventurera.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
Bueno, hasta aquí el capítulo de hoy, espero que sea de su agrado y dejen su apoyo como ya es costumbre.
En fin, déjenme sus opiniones.
¿Cómo estuvo el capítulo? ¿Sí les gustó?
Buzón de sugerencias/opiniones/comentarios.
