Prólogo - La nueva Teigu

Imperio - Hace 1000 años

En una enorme sala se encontraban cinco figuras. Cuatro estaban vestidas con armadura y armas en sus manos. La quinta estaba sentada en un enorme trono, con escaleras que le permitían subir y bajar a la persona sentada en éste. La persona sentada estaba vestida con una armadura plateada que cubría todo su cuerpo a excepción su rostro llevaba una capa larga. tenía una barba de color verde al igual que su cabello en sus manos tenía un centro de color dorado. Encima de su cabeza, llevaba una especie de sombrero grande. Está persona era el primer emperador del imperio y justo ahora estaba esperando pacientemente a que uno de sus sirvientes entrara por esas puertas. Con noticias sobre lo que había mandado a construir hace ya bastante tiempo.

¿Pero qué era de lo que había mandado a construir?. Pues el emperador había ordenado la creación de armas que pudieran proteger su imperio. Pero no cualquier tipo de armas. Si no, armas que le den a sus usuarios increíbles habilidades y poderes más allá de sus sueños.

Y la razón de todo esto, era porque el emperador un día mientras gobernaba su imperio, se había dado cuenta de que a pesar de lo mucho que se esforzaba para proteger a su imperio y a las personas dentro de éste, se dio cuenta de que él no viviría para siempre. No podría estar siempre ahí para proteger su imperio a las personas de éste. Eso lo había puesto muy inquieto.

Mientras trataba de buscar una solución sobre cómo sería mantener su imperio a salvo. Incluso, después de su muerte. Una idea le llegó a la cabeza, podría crear armas que protegerán su imperio, pero no cualquier armas. Sino armas únicas que nunca antes hayan visto. Armas que solo cierto tipo de personas pudieran empuñar. Y con esa idea en su cabeza, le ordenó a todos sus artesanos, guerreros e investigadores que empezaran con la fabricación de estas armas. Utilizó todos los recursos que su imperio podía proporcionar para acelerar lo más rápido posible la fabricación de estas. Se utilizaron metales preciosos, como el oricalco. Y carne y poder de bestias peligrosas que rondaban por la capital.

Hasta que finalmente un día las armas estaban listas. Usan totalidad eran 48, las bautizó Teigus. Una vez que el emperador las vio y las obtuvo en sus manos. Se sintió no solo satisfecho por el trabajo de sus hombres. Sino que también, se había sentido seguro. Porque gracias a estas armas, su imperio podrías ser protegido después de que él ya no esté más.

Cada Teigu era única y especial, muy diferente a las otras. Algunas servían para el combate. Otras tenían habilidades curativas que servirían para sanar las heridas de los soldados después de cada guerra que el imperio tuviera. Pero todas tenían un solo propósito, la protección del imperio y de sus habitantes. El emperador se encargó de entregar las Teigus. Solo a sus soldados más leales a él a y a su imperio. Incluso él poseía un Teigu, que solo usaría en caso de Último Recurso.

A pesar de haber conseguido la fabricación y creación de las Teigus. El emperador comenzó a sentirse preocupado, a ciertas consecuencias que resultaban algunas de las Teigus. Según sus investigadores, las Teigus, requerían a cierto tipo de personas para que puedan ser usadas. También requerían cierto tipo de compatibilidad, para que puedan aceptar a su usuario.

En caso de que la persona no sea compatible con el Teigu y aún así trate de usarlo. Podría experimentar ciertos efectos muy negativos que afecten todo su cuerpo. O en el peor de los casos, lo podría matar.

Cuando el emperador descubrió esta información, se sintió preocupado de que posiblemente uno de sus Teigus, pudiera costarle la vida a uno de sus hombres. Si es qué esté no fuera compatible.

Si bien estaba dispuesto a proteger a toda costa su imperio. No podría vivir o en este caso morir tranquilo, sabiendo que llevaría el peso de una vida inocente en sus hombros.

Por lo que para evitar tener que sentir o pasar por eso. Le ordenó a todos los investigadores y artesanos que fabricarán, Otra Teigu. Pero que está fuera diferente, a las otras. Los artesanos e investigadores, aceptaron la orden de su emperador e inmediatamente, comenzaron con la fabricación de esta nueva Teigu.

Y pará su suerte, el día de hoy el emperador recibiría buenas noticias, de sus hombres.

Cierto día el emperador estaba sentando en su trono, todavía esperando noticias sobre la nueva arma que había pedido. Las puertas de la gran sala se abrieron de repente, dando paso a uno de sus sirvientes que había venido corriendo.

"Mi Emperador, tengo noticias sobre los investigadores. Me dijeron que ya está lista el arma".

El emperador se levantó de golpe su asiento y miró directamente al sirviente. "Diles a todos que iré directamente a la sala para verificar eso".

"Si, Mi Emperador". El sirviente salió de la sala dispuesta a ir a cumplir las órdenes de su Emperador.

"¿Será que ya estará lista la nueva Teigu?". Se dijo en sus pensamientos. "Solo hay una forma de averiguarlo". El emperador bajó de su trono y salió de su sala, para dirigirse hacia los laboratorios donde se encontraban sus investigadores.

Después de unos momentos el emperador había llegado junto a sus soldados. Los soldados abrieron las puertas para que su emperador pudiera entrar.

Lo primero que vio el emperador dentro de la habitación fue a los diferentes investigadores parados con carpetas en sus manos y escribiendo en ellas. Todos ellos estaban rodeando una especie de cápsula, que tenía dentro una especie de objeto.

"Buenas, tardes mis investigadores me han informado que ya han terminado lo que les encargué". Habló el emperador a las personas dentro de la habitación.

Los investigadores quiénes no se habían percatado de la presencia del emperador, se giraron para voltear a verlo. "Oh, mi Emperador. Qué bueno verlo. Le alegrará saber que. Si, ya hemos terminado con la creación de la nueva Teigu".

"Muestren mela". Ordenó el emperador.

"Por aquí ". Dijo uno de los científicos mientras lo llevaba a la cápsula donde estaba la nueva Teigu.

Los demás Investigadores se alejaron dándoles espacio a su emperador. Cuando el emperador llegó hacia la cápsula, Vio que dentro de esta, habíamos esfera de color plateado flotando. "¿Esa es la Teigu?". Pregunto extrañado por la forma que tenía. Aunque sabía que no debía subestimar la apariencia de esta Teigu. Debido a que ya había visto a las otras Teigus y todas tenían diferentes formas y diseños.

"Si, mi emperador, ¿Que le parece?".

"La verdad, yo esperaba que fuera un poco más diferente". Dijo un tanto decepcionado por lo que tenía enfrente.

Uno de los científicos no puedo evitar reírse. "Créame emperador, Esta por llevarse una sorpresa". El científico se acercó a uno de los paneles que había al lado de la cápsula y oprimió un botón en éste.

Al oprimir el botón hizo que la esfera comenzar a temblar, para segundos después tomar la forma de un arma. Tomó la forma de una espada. Esto sorprendió al emperador. Pero no había terminado, el científico volvió primero otro botón y la esfera volvió a cambiar de forma ahora era un escudo. Presionó otra botón y ahora tomó la forma de una lanza. Otro botón fue presionado y ahora tomó la forma de un arco.

El emperador estaba genuinamente asombrado por lo que sus ojos estaban viendo. "Acaba de cambiar de forma". Dijo asombrado.

"Asi es, mi emperador. Pero no solo es eso, también puede imitar algunas de la forma y habilidades de las otras Teigus".

"¿Espera, puede hacer éso?".

El científico asintió.

"¿Pero como lograron hacer que está Teigu hiciera éso?".

"Pues, lo que hicimos fue recolectar todos los datos y materiales, que utilizamos con anterioridad para crear las otras 48. Luego las modificamos y mezclamos. Para finalmente, crear está nueva Teigu".

"Eso es impresionante". El Emperador comenzó a acercarse a la cápsula y la tocó con su mano. "Esta Teigu, será la mejor de todas".

"Gracias, los palabras. Mi emperador". Una voz se escuchó dentro de la cápsula.

El emperador del imperio, apartó la mano y retrocedió unos pasos mientras agarraba su espada que estaba en su cintura. "¡¿Que fué éso?!". Preguntó asustado por la voz que escuchó. No era uno que el haya escuchado antes. Ni tampoco era humana. Por el tono que oyó, parecía algo robótico.

"Tranquilo, Emperador. No se alteré, solo es la Teigu". El investigador trató de calmar su emperador.

"¿Fue la Teigu?". Preguntó. "Espera, ¿Acaso acaba de hablar?".

"Si, Mi emperador".

El Emperador miró la cápsula dónde estaba el Teigu, que había vuelto a su forma de esfera, se comenzó a acercarse a la cápsula. "¿Puedes entenderme?". Le preguntó directamente a la Teigu, como si fuera una persona.

"Si, mi emperador". Habló nuevamente la Teigu.

El Emperador no podía creer lo que estaba escuchando. Si bien había visto que algunas Teigus, podían hablar. Incluso, moverse libremente rara vez lo hacían. De hecho, solo conocía que una Teigu podia hablar como si fuera un ser humano. Pero nunca, vió que las otras Teigus dijeran o hablar de forma tan, natural.

El investigador miró la expresión en el rostro de su emperador. "Créame, Emperador. Nosotros también tuvimos la misma expresión la primera vez que la Teigu habló".

"Interesante". El emperador volvió a tocar la cápsula con su mano. "Y díganme, ¿Ya tiene nombre?".

"Aún no, hemos estado tan ocupados realizando las últimas pruebas finales, que no hemos tenido tiempo para poder encontrarle un nombre apropiado a esta nueva Teigu ".

El Emperador miró fijamente la cápsula. "Creo que yo le pondré un nombre".

El investigador junto a sus demás colegas se sorprendieron por las palabras del emperador. Pero no estuvieron en contra, decidieron dejar que su emperador lo hiciera. De hecho, se les había ocurrido una idea.

"En ése caso". Los investigadores comenzaron a sacar varios objetos de la varías cajas. Eran unos cables, junto a un micrófono. Conectaron los cables al panel que estaba al lado de la cápsula y pusieron el micrófono frente al emperador. "Necesitará ésto".

"¿Para que es todo ésto?". Preguntó señalando el micrófono que está enfrente a él y a los cables que estaban conectando los demás investigadores.

"Es para que usted pueda terminar de configurar el Teigu".

"¿Configurar?". Preguntó el emperador, al no entender que trataba de decir el investigador.

"Si verá, descubrimos algo momento de crear esta nueva Teigu. Algo que la diferencia de las otras 48 Teigus que hicimos. Y es qué en esta Teigu, sí podemos tener control sobre la compatibilidad y tipo de persona que puede usarla".

"¿Pensé que eso no se podía hacer manipular?"

El científico asintió. "Y era cierto. En las anteriores Teigus, no se podía modificar. Pero en está si, aún no sabemos con exactitud, el por qué en esta sí se puede y en las anteriores no. Pero lograremos descubrirlo. Por ahora, solo falta que usted, Emperador. Determine, ¿Qué tipo de persona debe empuñar esta nueva Teigu?".

El Emperador miro la esfera que todavía seguía flotando la cápsula. Aunque quedó maravillado, por todo lo que le dijeron los investigadores y la forma en cómo esta nueva Teigu se comportaba. Algo en ella le resultaba extraño. Pero decidió dejarlo de lado. Ahora, lo importante era lo que le iba a decir. Se concentró y pensó en las características que quería que tuviera la Teigu, para que su portador le empuñara.

Pensó por un momento que tal vez, Él debería empuñar el Teigu. Pero rápidamente descartó ese pensamiento. Él ya tenía su propio Teigu, tener otro requeriría mucho trabajo. Además, necesitaba darle la oportunidad a otras personas para que pudieran defender su imperio. Después de todo, él necesitaba la ayuda y cooperación de sus demás soldados.

Después de unos largos minutos. El emperador, ya tenía en mente lo que le iba a decir. Por lo que, agarró fuertemente el micrófono y con la voz más fuerte y autoritaria que pudo hacer dijo lo siguiente. "Escucha, Bien. Tú no eres solo un arma que se utilizará para matar o defenderse. Tú eres una herramienta con un propósito. Qué es el defender mi imperio, pero también defender a tu portador. Sin importar, qué tipo de daño reciba. Tú siempre debes defenderlo de los ataques qué él reciba. Tú no solo serás su arma. Sino también, serás su compañera. Su protectora, alguien en quien él pueda confiar. Siempre buscarás la forma de protegerlo, sin importar que tenga que hacer. Me entendistes?". Le preguntó al Teigu dentro de la cápsula.

"Si, mi emperador. Lo entendí todo". Habló la Teigu.

"Bien". El emperador tomó unos momentos para recuperar el aire. "Ahora, escucha bien. Porque ahora, te voy a decir qué tipo de persona debe empuñarte. La persona que debe empuñarte debe ser una persona, con una voluntad y determinación fuerte, con un deseo de ayudar a las demás personas, que siempre busqué hacer lo correcto sin importar que pase. Pero lo más importante, no debe tener las siguientes características. No debe tener malas intenciones al momento de usarte. No debe usar su poder para dominar a otros. No debe nunca caer en la tentación de la lujuria o la depravación. Y por último, nunca debe dejar que nada cambie sus principios. Te quedó claro?". Le preguntó nuevamente al Teigu dentro de la cápsula.

"Si mi emperador, Lo entendí todo". Habló nuevamente El Teigu.

"Perfecto". El emperador comenzó a sonreír. " Y con estás últimas palabras, yo te bautizo en el nombre de, Ónyx : Ultimate protection". El Emperador dijo con orgullo.

Todos los investigadores miraron sorprendidos y orgullosos, él como su emperador había dado un gran discurso hacia la Teigu que sería una de las mayores creaciones que el imperio haya hecho.

"Emperador, eso fué ..". El investigador iba a acercarse a su emperador para felicitarlo. Pero, de la nada, la cápsula empezó a temblar y los sensores que estaban al lado de la cápsula, aumentaron de golpe. Todo lugar comenzó a temblar, mientras la espera comenzó a brillar poco a poco.

"¿Que esta pasando?". Preguntó el emperador.

"La Teigu, se está activando". Dijo uno de los investigadores mientras trataba de evitar que las cosas que estaban en sus escritorios se rompieron. Los demás científicos trataron de aferrarse a las paredes para evitar caerse por el temblor. El emperador clavó su espada en el suelo para mantenerse firme. Miró directamente la cápsula donde hacía la esfera y se dio cuenta de que esta empezó a brillar cada vez más.

Uno de los investigadores, miró por una de las ventanas para darse cuenta que no solo estaba temblando en la habitación sino que las paredes del exterior también lo hacían. Levantó la vista para darse cuenta que las personas, afuera del palacio también trataban de aferrarse para evitar caerse por el temblor. El se dió cuenta de algo. El temblor no estaba ocurriendo solamente aquí. Sino, por todo el imperio. Y la esfera que estaba dentro de la cápsula, siguió aumentando su brillo. Hasta que finalmente esto hizo que todo en la sala fuera cubierta por su fuerte luz.

Tanto el emperador, como los investigadores. Tuvieron que voltear se para evitar quedar ciegos por la enorme luz. Cuando pensaron que el brillo no cesaría, la esfera, poco a poco comenzó a bajar su intensidad hasta que finalmente dejó de brillar.

Cuando finalmente todo terminó el emperador y los investigadores se levantaron del suelo. El temblor había sido tan grande que los había hecho a caerse a todos. Incluso, los soldados que estaban afuera custodiando las puertas estaban todavía recuperándose. Por lo que no pudieron entrar a la sala y ayudar a su emperador o a los demás investigadores.

"¿Están bien?". Preguntó el Emperador a sus investigadores.

"Si, que bueno que solo fue...". El investigador no pudo terminar sus palabras al quedar maravillado por lo que estaban viendo sus ojos.

Todos en la sala se giraron para mirar, lo que su compañero estaban viendo y también quedaba maravillados. El emperador fue el último en girarse y cuando lo hizo, sus ojos observaron como dentro de la cápsula ya no estaba la esfera. En cambio, estaba una espada bastante larga y grande. Su hoja era color plateado con los bordes negros. Su empuñadura era de color marrón, era lo bastante grande como para ser sostenida por dos manos. En su pomo, había una gema de color blanco.

"Está, lista". Dijo uno de los investigadores.

El emperador se acercó a la cápsula y observó con detalle y admiración. La nueva Teigu. "Bienvenida, al imperio. Onyx". Dijo alegremente el emperador.

Uno de los investigadores se acercó a la cápsula y la analizó. "Ciertamente, será una nueva adquisición que el imperio podrá usar para protegerse, emperador. Pero, ¿Quisiera hacerle una petición?".

"¿Cuál es ésa petición?". Pregunto él Emperador.

"Estaría bien si todavía, nos permite analizar más a fondo está Teigu". Pidió el investigador.

El emperador levantó una de sus cejas confundido. "¿Por qué necesitarían eso, si hace unos momentos me dijeron que ya estaba lista?".

"Si lo está. Pero como dije antes, todavía hay algunas pruebas que queríamos realizar y después de lo que ocurrió hace unos momentos. Ahora, con más razón. Tenemos que hacerle esas pruebas. Si no, es que más para que estemos 100% seguros, de que esta nueva arma esté preparada para ser usada".

El Emperador lo pensó por un momento, tenía razón el investigador. Lo de hace rato, no había sido algo normal. Cuando se hicieron las otras 48 Teigus, no había ocurrido ningún desastre al momento de ser fabricadas. Así que, estando de acuerdo, aceptó la petición del investigador. "Está bien, pueden realizarle las pruebas que falta. Pero cuando hayan finalizado con éso, me avisaran para que yo pueda entregársela a uno de mis hombres, para que él pueda usarla".

"Por supuesto que lo haremos, emperador". Dijo el científico con sus demás colegas, quienes asintieron con la cabeza.

El emperador tomó su espada que seguía clavada en el suelo y se dirigió hacia las puertas de la sala. Pero antes de hacerlo, se volteó para observar por última vez la nueva arma que serviría su imperio. Le emocionaba ver que tan poderosa sería y cuánto beneficiaría a su gente. "Nos vemos, Onyx. Te esperaré para por mostrarte, el imperio que vas a proteger".

y con esos pensamientos el emperador dejó la sala, junto a los investigadores y la Teigu para ser estudiada y analizada. El emperador regresó a su trono para seguir gobernando su imperio. De vez en cuando tenía listas algunas de las Teigus, para proteger a sus ciudadanos de cualquier posible amenaza que haya aparecido. Pero por fortuna, no había aparecido una amenaza bastante grande, que afecte a su imperio.

Sus investigadores siguieron probando la Teigu, realizaron las pruebas que faltaban y también algunas otras adicionales. Algo que en un principio no les tomaría mucho tiempo. Pero después de lo que había ocurrido cuando la esfera brilló, decidieron tomarse su tiempo para estudiar la lo más a fondo que pudieran. Pasaron los años, en los cuales el emperador todavía seguía gobernando su imperio con las Teigus que tenía disponibles. Mientras los científicos en todo este tiempo le habían hecho varias pruebas a la Teigu.

Los resultados que habían obtenido los dejaron realmente sorprendidos. Esto lo llevó a pensar en el enorme potencial que tendría, si es que cayera en las manos de un buen usuario. Aunque también pensaron en las posibles consecuencias que tendrían, si es que cayeran en malos manos. Las descartaron de inmediato, debido a que el emperador había puesto requisitos específicos, para que una persona pudiera usarla.

Y un día, en la sala donde estaba el Teigu, se encontraba solo un investigador.

El tiempo le había pasado factura, ya no era un hombre joven, sino un hombre mayor a finales de sus 60. "Muy bien, creo que ya todo está bien". Dijo el investigador, ya cansado. "¿Tu que piensas, Ónyx?".

"Yo opino, que estoy listo". Respondió el Teigu. "Estoy listo, para cumplir con mi propósito de proteger al imperio y a mí portador".

El investigador dejo escapar una pequeña risa. "Sí, él también está ansioso por que te unas a tus, 'hermanas y hermanos'". Dijo en tono de broma. "Bueno, iré a informarle entonces". El investigado se levanta de su asiento para dirigirse a uno de los guardias o sirvientes para que le informen al emperador.

Sin embargo, apenas dio unos pasos. Sintió como un fuerte temblor lo hizo caerse al suelo. "¿Pero que demonios fue éso?". Preguntó confundido por el repentino temblor que acababa de ocurrir.

De la nada las puertas de la sala, donde él y la Teigu estaban, se abrieron de golpe. La persona que había entrado, era un soldado que tenía una espada en su mano izquierda. Su mano derecha, estaba agarrando fuertemente sus costillas, al parecer tenía una herida abierta en ese lugar. " ¡Estamos bajó ataque!". Grito el Soldado.

El científico miró realizado y sorprendido al soldado que estaba enfrente de él. "¿Pero, por quién?".

"Por otro imperio, al parecer se enteraron de las Teigus que creamos y vinieron a invadir el imperio para tratar de llevárselas". Informó el soldado.

El investigador no podia creerlo. "¿Dónde esta el Emperador?. Necesito verlo, ahora".

El soldado negó con la cabeza. "Me temo que eso será imposible. Él ahora mismo está con el primer batallón de portadores de Teigu defendiendo el imperio. Me envió aquí para proteger y llevarlo a un lugar seguro".

"En ése caso, tenemos que irnos". El investigador se levantó por completo del suelo. "Y aún más importante, tenemos que llevarnos eso". Apuntó con su dedo hacia la cápsula donde yacía la Teigu Onyx.

"Entiendo, entonces lo escoltare a...". La voz fue cortada por la explosión que provino de los pasillos. "Oh no ya están aquí". Cogiendo su espada con ambas manos, el soldado a pesar del dolor que sentía decidió ir a luchar. "Quédese aquí, no salga por nada en el mundo. Le avisaré cuando sea seguro". Y con esas palabras el soldado cerró las puertas de golpe.

El investigador mira como el soldado cerró las puertas y se quedó solo con la Teigu. Necesitaba salir de aquí, debía llevarle el Teigu al emperador y que este la pueda entregar alguno de sus hombres que todavía no hayan tenido un Teigu. Miró a su alrededor y vió una de las ventanas. Cuando se acercó para ver el exterior. Se dio cuenta de la horrible situación que estaba ocurriendo afuera. Todo el imperio estaba siendo atacado y destruido, las casas estaban incendiandose, las personas comenzaban a correr por sus vidas, tratando de salvarse. Levanto su vista para ver, cómo en el cielo. Algunos portadores de Teigu, estaban volando tratando de acabar con Los invasores.

El investigador intentó gritarles, pero su voz no era lo suficientemente fuerte como para llamar su atención. Afuera se podía escuchar los diferentes gritos de batalla que se estaba realizando. Y luego el sonido de un cuerpo cayendo al suelo.

El investigador empezó a temblar, impulsado por el miedo y la incertidumbre. Tomó todas las cosas y las comenzó a pilar en las puertas tratando de evitar que los invasores entraran.

"Y ahora que hago". Pensó mientras el sudor salía por su frente. "Tengo que encontrar una forma de salir y llevarle la Teigu al emperador. No puedo permitir que ellos la tengan. No puedo". El investigador comenzó a caminar por toda la habitación, tratando de encontrar una solución a esto. Mientras el sonido de la puerta siendo golpeada, se hacía cada vez más fuerte. "Talvez pueda usar el Teigu. ¡Si!, si pudiera usarla, podría salvarme y llegar al emperador. Y talvez yo". Pero el investigador dejo de caminar. Tenía ser realista. Aunque el tomara el Teigu, no estaba en condiciones para usarlo. El no era un guerrero, sino un investigador. No cumplía con los requisitos. No podría usarlo, aunque quisiera. Se sentó en el suelo. La puerta comenzó a ceder ante los fuertes golpes. El iba a morir. No había otra forma de decirlo. Ellos lo matarían y se llevarían el arma. Aunque confiaba que ninguno de los que entrara pudiera llegar a usarla. No podía permitir que el arma que tanto les había costado realizar, cayera en las manos de estos tipos. Dirigió su vista hacia la cápsula donde todavía, estaba la Teigu ahi flotando. La Teigu Ónyx : Ultimate protection, La Teigu Número 49, La única Teigu sin un portador. "Podrías haber hecho mucho, Onyx". Se lamentó, todavía en el suelo.

La puerta comenzó a romperse y se podía ver una mano entrar en ella. El investigador se volteó y miró esto. Calculo que la puerta sería destruida en 2 minutos, talvez menos. Empezó a recordar su vida, su trabajo, había servido el imperio durante tantos años. Tantos buenos años sirviendo su emperador. Recordó como el era gobernando, era un hombre justo y bondadoso siempre velando por el bien de su gente. Era un hombre con una determinación y una pasión que ningún otro hombre tenía. Una determinación que el quisiera tener por una vez.

Cerró los ojos y espero su destino. Pero algo pasó. Abrí los ojos de golpe y una mueca de enojo apareció en su rostro. "No, no iba a rendirse. No iba a permitir a esos malditos tomar el Teigu. Debía hacer algo, ¿Pero que?". Una idea aparece en su cabeza. Se levantó del suelo y corrió hacia el panel al lado de la cápsula. Comenzó oprimir una serie de botones. La parte superior de la cápsula se abrió. Esto era una medida de contingencia que él y sus demás colegas, habían realizado en caso de que algo asi pudiera pasar. No podía evitar que entraran, pero al menos no les iba a dar el Teigu. "¿Onyx, puedes escucharme?". Le pregunto al Teigu.

"Si". Respondió.

"Escucha, te voy a expulsar lo más lejos del imperio que pueda".

"¿Pero, que pasará con mi propósito y mi portador?". Preguntó el Teigu claramente confundido. Él estaba ajeno a lo que estaba pasando afuera.

El investigador ya tenía todo listo, solo faltaba un botón para expulsarlo. Al mismo tiempo que la puerta comenzó a romperse cada vez más. "Escucha, Onyx. Tu propósito y tu portador tendrán que esperar. Por ahora, necesito que te mantengas callado y no llames la atención de nadie. Necesito que esperes en el lugar donde aterrices, hasta que tu portador llegue a recogerte. Asegúrate de que ese usuario cumpla con todos los características que el emperador te dió. Y una vez que lo hayas hecho, podrás cumplir con tus dos propósitos".

"Entiendo, haré lo que usted mi dijo. Esperaré a que mi portador me recoja, lo analizaré y una vez que me asegure de que sea el indicado para mí, Juntos protegernos el imperio y a sus habitantes con todo lo que tenemos". Dijo el Teigu.

El investigador miró orgulloso Nunca pensó o creyó sentirse orgulloso de un objeto. Pero él sabía la verdad. Onyx no era un simple objeto o arma. Era más. Y lo sería aún más una vez que haya encontrado su portador. Una parte de el, anhelaba haber podido ver todo lo que podría llegar hacer, pero ahora. Solo podría imaginarlo. "Suerte, Onyx".Con ésas palabras, apretó el último botón y el Teigu salió disparado de la cápsula, hacia un que el desconocía.

Cuando la puerta finalmente fue destruida. Los invasores entraron en ella, listos para buscar las Teigus qué había creado el imperio. El investigador se giró con una sonrisa burlona en su rostro. Los invasores se preparan para atacarlo. Mientras ellos se acercaban a él con sus armas listas. Lo último que puedo pensar el investigador, fue en Onyx. Y rogar a los dioses, que por favor. Le dieran un buen portador. Uno que cumpla con las expectativas del emperador. Uno que sea de buen corazón. Uno que defiende a las personas. Uno que quiera infundir justicia de la manera correcta, tal y como lo hacía su emperador. Uno que quisiera ser,...un héroe.


Afueras de la capital, el emperador empezaba a liderar a todos sus soldados con las Teigus que ellos poseían. A pesar de que estaba tratando defender su imperio lo mejor que podía. No podía evitar sentirse frustrado y triste. Eso se debía, a que había mandado uno de sus soldados a que que trajera al investigador, junto con la Teigu número 49. Pero el soldado nunca regresó. El emperador había pensado lo peor. Creyendo que tanto él, como el investigador, habían muerto por los invasores. Pero estaba esperanzado, de que al menos el investigador haya podido ocultar. O en el mejor de los casos, destruir el Teigu para evitar que ellos se lo llevaran. Nunca puedo ver el poder que tenía, pero por lo que había escuchado las veces que había preguntado por las pruebas que le hacían.

Era un Teigu que poseía un poder que nunca nadie entendería o controlaría.


En un oscuro bosque a varios kilómetros lejos de la capital, se veía como un objeto empezó a caer desde el cielo impactando fuertemente en la tierra. Provocando que una gran cantidad de humo sea elevada hacia el cielo. Cuando el humo empezó a disiparse, se podía visualizar que había una espada enterrada en la tierra. La espada comenzó a brillar. "Iniciando proceso de hibernación". El brillo que empezaba a salir de la espada, comenzó poco a poco a desvanecerse. Hasta que finalmente dejó de brillar y se quedó totalmente apagada. Y ahí quedó, enterrada en un bosque viejo y oscuro, esperando pacientemente a que alguien la encontrará.

Pero nadie sabía de su existencia más que solo dos personas. Una estaba muerta y la otra estaba viva, pero lamentablemente. Desconocía que todavía estaba intacta o si quería donde se encontraba. Y así seguiría hasta que finalmente, una persona la encontraron. Ya sea por accidente o, por el mismo destino.


Muy buenas noches a todos aquí les traigo otra historia que se me ha ocurrido. la verdad se me hizo un tanto interesante acerca de las 48 armas imperiales de Akame Ga Kill. Pero también se me hizo un tanto raro que el primer emperador, no se haya percatado de los consecuencias que sus Teigus, les podía traer a sus portadores. Digo creo armas para sus soldados, pero no se dio cuenta de sus efectos a largo paso que les podían ocurrir.

Bueno les mando un gran saludo a todos los que siguen. Si quieren que suba más partes de esta historia, por favor comenten denle a mis favoritos y síganme.