El verano después de volver a casa fue bastante movido para Draco, acordaron con Dumbledore y Snape decirles a sus padres que el director había logrado traerlo de vuelta a casa a pesar de la sorpresa que mostró al verlo en el gran comedor. La escusa de un hechizo que tuvo un efecto retrasado fue suficiente para unos padres que habían temido no volver ver a su hijo, a pesar de que esto significara que le debían un favor al anciano mago.

El rencuentro se dio en el despacho de Dumbledore y fue muy emocional, lagrimas llegaron desde ambas partes a pesar de que intentaron ocultarlo de su audiencia y cuando volvieron finalmente a casa, parecía que no podían detenerse. Pasaron semanas después de eso para que sus padres le permitieran permanecer fuera de su vista sin tener ataques de ansiedad, él les había dicho que no recordaba nada de lo sucedido en el tiempo que estuvo fuera y decidieron creerle, estaba seguro de que preferían fingir que nada había pasado en primer lugar.

Tuvo que volver a estudiar para sus exámenes finales y darlos un mes antes de comenzar su segundo año de clases. Madre no quería que volviera a Hogwarts pero tras su insistencia y la de padre pudieron convencerla y eso es lo que lo llevó a estar en el callejón Diagon la segunda semana de Agosto.

Acababa de recibir su carta hacía algunos días y tenía que comprar sus materiales para el siguiente curso. Su padre lo llevó al callejón Knockturn primero.

-Más tarde iremos a por una escoba, te compraré la mejor que haya -prometió mientras lo sostenía firmemente por el hombro, esta era la primera vez que salían a un lugar tan concurrido desde que había vuelto y su padre no había dejado de mostrarse nervioso por ello -mantente cerca. -dijo mientras se acercaban a la tienda de antigüedades Borgin Burks.

Cuando finalmente entraron a la tienda, su padre caminó elegantemente hacia el mostrador sin prestar mucha atención a los objetos que pasaba, Draco, por otro lado, miraba con atención todo lo que tenía delante de sus ojos.

-No toques nada, Draco -advirtió el hombre y él se inclinó a obedecer, podía sentir la magia saliendo de cada objeto, muchos de ellos parecían estar malditos.

-Creía que me ibas a comprar un regalo -contestó con descaro, acercándose a un ojo de cristal.

-Te dije que te compraría una escoba de carrera -lo corrigió desde su posición en el mostrador.

- ¿Y para qué la quiero si no estoy en el equipo de la casa? -insistió, había varias cosas aquí que podría preferir a una escoba, aunque no era como si pudiera decir eso.

- ¿Aún sigues molesto por la temprana incorporación de Potter al equipo de Gryffindor? -le preguntó con exasperación, Draco había enviado muchas cartas a casa quejándose acerca de todo el asunto. No podía importarle menos ahora, pero se encogió de hombros como respuesta. Dio a su padre un vistazo, parecía que quería decir algo, pero la presencia de otra persona lo detuvo.

- ¡Ah, señor Borgin! -saludó al dependiente de la tienda.

- ¡Señor Malfoy… -fue todo lo que escuchó antes de que prestara toda su atención a los objetos frente a él y se olvidara de los otros dos hombres.

Tenía muchas ganas de llevarse alguna de estas chucherías, sería interesante si es que supiera para que funcionaban cada una de ellas. Su vista se dirigió a la mano cortada sobre un almohadón.

- ¿Puedo quedarme con esto? -preguntó en voz alta para hacerse escuchar.

- ¡Ah, la Mano de la Gloria! -habló Borgin caminando hacia él - ¡Si se introduce una vela., alumbra las cosas sólo para el que las sostiene! ¡La mejor aliada de los ladrones y saqueadores! Su hijo tiene un gusto exquisito, señor.

Interesante, pensó Draco, pero otra vez no lo dijo en voz alta.

-Espero que mi hijo llegue a ser más que un ladrón o un saqueador, Borgin -escuchó la voz fría de su padre contestar y casi sonríe por eso, vaya que lo había extrañado.

Fingió no escuchar las disculpas a medias del dependiente mientras seguía con lo que hacía antes.

Recordó entonces, al mirar una tonta nota de advertencia sobre un collar maldito que lo hizo sonreír, que Dean le había hablado de Harry Potter estando en la tienda después de un viaje accidentado por flú.

Mirando a su alrededor vio un armario de madera negra que era ideal para un escondite y se acercó a él, no tenía intención de descubrir al niño, simplemente quería ponerlo nervioso si es que realmente estaba allí. Su mano se alargó para agarrar la manija cuando la voz de su padre lo detuvo, avisando que había llegado el momento de partir y él lo siguió sin resistencia alguna.

Saliendo de allí fueron directamente a la tienda de escobas donde el patriarca Malfoy no sólo compró una sino siete Nimbus 2001, sabía la razón de esto pero decidió no decir nada.

Más tarde, terminaron en Flourish Blotts donde el payaso de Gilderoy Lockhart estaba en medio de una de sus firmas de libros. Draco aprovechó que había bastante gente cerca para alejarse hacia el área de mitos antiguos, había varios libros con diferentes tipos de criaturas fantásticas pero absolutamente nada sobre ángeles o Gracia de ángel, siquiera sobre diferentes universos; tampoco había encontrado nada relacionado en la biblioteca de la mansión, pero un libro de medimagia bastante avanzado mostraba un hechizo que permitía evaluar la estructura del núcleo mágico, no había sido capaz de lanzarlo, la mayoría de los encantamientos más sencillos se le resistían porque su varita, que había sido encontrada en el bosque prohibido en una de las excursiones de búsqueda, ya no le respondía adecuadamente.

Sin embargo, pudo dirigir su magia sin varita con la suficiente precisión para lanzar un reducio a su cuchilla para poder llevarla siempre con él, aunque había notado que no mencionar el encantamiento en voz alta funcionaba incluso mejor.

Caminó por el pasillo de vuelta tratando de buscar a su padre cundo notó que al alboroto en la parte principal de la tienda había aumentado, esto se debía, naturalmente a el mismísimo niño que vivió junto a Lockhart en medio de una burda exhibición de fama inmerecida. En el momento en que decidió ignorarlo notó la presencia de Granger allí y dos adultos que no podían ser más que sus padres, si había alguien que pudiera darle la información que necesitaba eran esas personas; miró alrededor para asegurarse que su padre no estuviera a la vista antes de acercarse.

-Granger -saludó con toda la amabilidad que podía reunir, necesitaba hacer esto de la manera correcta. Ella, sin embargo lo miró como si fuera un asqueroso troll, ignorando su mal humor, se dirigió a los adultos. -Ustedes deben ser los señores Granger, un placer conocerlos.

Ambos le regalaron la clase de sonrisa encantada que los padres les dan a los niños educados.

-Es un gusto conocerte a ti también…

-Draco -completó la frase de la mujer.

-Draco, pareces un chico muy bien educado -alagó el hombre casi al tiempo que su hija bufaba con burla.

- ¿Qué quieres, Malfoy? -le gruñó, sin tener en cuenta la mirada de desaprobación que recibió de sus padres.

-Quería presentarme, pero también esperaba que pudieran educarme sobre la cultura no mágica -explicó aún con voz educada.

-Si esto es una clase de broma… -comenzó la niña pero decidió interrumpirla.

- ¿Son ustedes religiosos? ¿Cuánto saben de la biblia? -los tres se mostraron muy sorprendidos por sus preguntas. Cabe aclarar que Draco se había vuelto más impertinente e impaciente en su tiempo en el purgatorio, por lo que casi no tenía filtro en estos días y no podía esperar por nada.

La señora Granger abrió su boca para hablar cuando una molesta y chillona voz sonó sobre las demás.

- ¿Qué haces aquí, Malfoy? ¡¿Estas molestando a Hermione o a sus padres?! -él rodó los ojos.

-Nadie está hablando contigo Weasley, si quieres atención ve a pararte junto a tu amigo Potter -lo despachó con un movimiento de su mano.

El pelirrojo avanzó amenazadoramente hacia él pero fue detenido por sus dos amigos.

Antes de que pudiera notarlo, el señor Weasley había aparecido para regañar a su hijo, pero terminó en una pelea a puñetazos con el padre de Draco que también acababa de acercarse a ellos. ¡Qué nadie dijera que su padre no era un tipo rudo! Le había partido el labio al patriarca pelirrojo y lanzado unos buenos golpes allí pero la sonrisa de satisfacción con la que salió de la tienda le dio a entender que, a pesar de su trato con Dumbledore, acababa de plantarle el diario de Tom Riddle a la más joven de los Weasley.

Eso mismo fue lo que informó tanto a Snape como al director, apenas llegó a casa, mediante una carta. Tenía él una línea flú privada conectada a sus habitaciones, pero el temor de ser escuchado incluso por un elfo domestico lo hizo evitar ese medio de comunicación. Lo que le siguió después fueron un conjunto de cartas, que más tarde serían ser incineradas, donde discutían si debían quitarle el diario a la niña en la primer oportunidad que tuvieran o, dejar que, convenientemente, abriera la cámara secreta para permitir que Potter derrote al basilisco y destruya el primer horrocrux de Voldemort. No llegaron a un acuerdo pero prometieron reunirse, una vez estando en Hogwarts, para hablar del asunto.

El día llegó más rápidamente de lo que esperaba y tal vez deseaba, la vida en la mansión era tan tranquila que era exactamente lo que necesitaba después de su horrible travesía por el infierno. De todas formas se alistó, asegurándose de llevar su varita a pesar de que le era prácticamente inútil en estos días y salió junto a sus padres hacia Kings Cross donde abordaría el tren a la escuela, no fue una sorpresa que la aparición le sentara tan mal como lo habían hecho sus "vuelos" con Cas pero se recompuso rápidamente para despedirse de sus padres y abordar antes que el resto, quería evitar tanto como pudiera a sus compañeros Slytherin, quienes no habían creído del todo su historia de perdida de memoria y no pararon de acosarlo para hablar en la única ocasión en que lograron encontrarse durante el verano. El destino lo llevó a que el primer vagón que investigara fuera en el que se encontraba Hermione Granger, fue eso y la vista de Crabbe y Goyle a lo lejos en el pasillo que lo instó a tomar un lugar junto a ella.

-Granger -saludó, la chica saltó en su lugar al escucharlo, había estado tan metida en el libro que leía que posiblemente no lo escuchó venir.

- ¡Malfoy! ¿Qué haces aquí?

-Encuentro un lugar para el viaje -respondió con simpleza - ¿Qué haces tú? -intentó sonreír encantadoramente pero parecía que no lo había logrado porque ello hizo una mueca de desagrado.

-Estoy leyendo -dijo de todas formas, antes de inclinarse a buscar algo dentro de un bolso junto a ella.

-Genial -murmuró, mientras corría las cortinas que daban al pasillo esperando que sus compañeros no lo encontraran allí, antes de poder sentarse derecho otra vez, un libro con cubierta de cuero casi lo golpea en la nariz. - ¿Qué diablos?

-Mal momento para decir esas palabras -habló Granger y zarandeó otra vez el libro frente a su cara -Esta es la Biblia -ante su mirada de sorpresa, continuó: -Mi madre me obligó a traerla para ti, de alguna forma creyó que eras sincero en tus ganas de aprender.

Draco tomó el libro en sus manos con una sonrisa ligera.

-Agradece a tu madre de mi parte, por favor -dijo con total sinceridad y sin mayor duda lo abrió para comenzar a leerlo. Esperaba encontrar algo de los ángeles aquí.

Hermione no contestó pero él pudo sentir como su mirada se detenía en él por varios minutos antes de que se decidiera a seguir con su lectura.