El viaje en tren en compañía de Granger había sido mucho más agradable de lo que Draco de once años habría esperado, probablemente tenía que ver con que casi no cruzaron palabra, o que él esperaba tenerla como aliada o que la chica había estado mirando continuamente hacia el pasillo esperando que sus dos amigos entraran al vagón para proporcionarle una salida de la situación… por la razón que fuere, no reprochó su decisión de tomar ese lugar aunque el asunto con la biblia, esperaba que pudiera tener información más concisa pero trabajaría con lo que tenía, aún estaba en proceso de leer y comprender lo que estaba leyendo.
El banquete fue, como siempre, increíble, comida deliciosa que esperaba darles la bienvenida al nuevo año escolar, él se sentía jodidamente bienvenido pero suponiendo que sus estándares habían bajado mucho en los últimos años, tal vez no era el mejor evaluador.
Harry Potter y Ron Weasley, por supuesto, no estaban en el banquete debido al elfo rebelde que vivía en su propia casa. Aún no tenían ni idea de que hacer con él, si dejarle seguir con su tonto plan o intentar reclutarlo, no se lo había cruzado en la mansión durante todo el verano, solía más que nada hacer recados para su padre y en las pocas ocasiones en que recordaba haberlo visto en su vida no lo había tratado mejor que su amo mayor.
Su siguiente decisión debería ser sobre ese tema, aunque claro, primero debían tratar el asunto de la niña Weasley, el diario y la jodida cámara secreta, a la que no podían acceder sin ser poseídos por Voldemort o la lengua pársel de Harry Potter.
Se despertó no muchas horas después de irse a la cama con una pesadilla sobre el leviatán, casi destroza su cama cuando agrandó más de lo necesario su cuchilla para intentar defenderse, por suerte no despertó a ninguno de sus compañeros de cuarto, así que se aseguró de salir de su cama con todo el silencio que pudo, después de devolver su arma a tamaño navaja, para salir de su habitación. No había manera de que durmiera después de ese sueño.
Salió a correr por los terrenos de Hogwarts, tenía un permiso especial de Dumbledore para andar por el castillo a cualquier hora, así que pensó en sacarle provecho. Aún estaba demasiado delgado y débil para estar a punto de entrar en una guerra y lamentablemente ya no se podía fiar al cien por cien con su magia. El rejuvenecimiento del alma o le que sea que Cas haya hecho para volverlo a su niñez podía darle más tiempo pero no estaba seguro de cuánto y sería un error poner todas sus fichas en eso. Plus, tenía que hacer todo esto sólo porque no estaba seguro en que tanto debía confiar en nadie aquí; Dean había sido muy acertado con sus sospechas y no pensaba pasarlas por alto.
Había amanecido hacía poco cuando volvió a su habitación a lavarse y vestirse para clases, el día estaba nublado al igual que la actitud de varios de sus compañeros de clase, pero decidió ignorarlos a cambio de disfrutar de su desayuno, que otra vez, no lo decepcionó en lo absoluto.
Sus clases de la mañana no precisaron del uso de varita lo que agradeció enormemente, no necesitaba que todos pensaran que era un squib y tampoco podría mostrar sus habilidades sin ella porque se consideraba demasiado avanzado para alguien de su edad.
El almuerzo fue la recompensa adecuada después de hacerles sufrir una clase con el inútil de Lockhart, por suerte Crabbe y Goyle no lo molestaron en lo absoluto cuando decidió usar su tiempo libre después del almuerzo sentado en el patio continuando su investigación sobre los ángeles en la biblia. No todos tenían tal amabilidad.
-Mira Malfoy, Potter está tomándose fotos como toda una estrella -anunció un chico de quinto año de su misma casa. Draco levantó la vista para ver a un niño Gryffindor que recordaba de la ceremonia de selección de casa con algo que parecía una cámara de fotos acosando al niño que vivió, sin una doble toma, volvió a su lectura - ¿No vas a decirle nada? ¿No es como tu actividad favorita o algo así? -insistió el idiota, sus amigos rieron con él.
- ¿Sabes qué? Te has ganado el privilegio de hacerlo por mí hoy, considérate honrado -habló, mirándolo con una sonrisa.
El tonto rió antes de caminar en dirección a Potter y gritar sobre él firmando fotos o algo por el estilo, no podía importarle menos pero cuando lo oyó haciendo burla sobre la carta vociferadora de Weasley no pudo evitar reír, eso sí que había sido un espectáculo.
Cuando su risa cesó notó que tanto Granger como Potter lo miraban fijamente, como si esperaran que dijera algo, cosa que no pensaba hacer pero no duró mucho cuando el idiota de Lockhart se acercó al espectáculo, como siempre tratando de llamar la atención y todos se dispersaron rápidamente, él incluido.
Transfiguración fue un suplicio, intentó fingir utilizar su varita pero fue inútil, finalmente esperó a que nadie lo mirara antes de ordenar a su magia para transformar los malditos escarabajos en botones. Curiosamente fue ese día el que marcó su estándar para los siguientes días; pesadillas, carreras por el patio, comidas increíbles, estudios religiosos y clases que solo conducían a irritaciones.
Estaba utilizando el vestuario de quidditch de Slytherin para lavarse y cambiarse de ropa una mañana cuando fue interceptado por Flint, el capitán del equipo de su casa, quien quería agradecerle por el muy generoso regalo de su padre; el agradecimiento venía junto a su nueva incorporación como buscador.
Draco había pasado días evitando al tipo pero fue su descuido lo que arruinó su plan, no estaba interesado en jugar al quidditch, en su infancia había imaginado convertirse en un profesional pero hoy en día siquiera sabía si aún era capaz de volar en una escoba.
Lo siguió de todas formas, tal vez podría demostrarle en el campo por qué no debía sumarse al equipo, ya que sus palabras no hicieron nada para convencerlo.
No le sorprendió mucho, a pesar de que no había estado en el cuento de Dean, que el campo ya estuviera siendo utilizado por Gryffindor, la rivalidad de las casas era lo que mejor manejaba esta escuela. Tampoco que los Slytherin alardearan sobre sus nuevas escobas y su recién incorporado buscador, él simplemente se paró allí, cansado por sus pocas horas de sueño y su carrera matutina con la esperanza de una siesta; sólo dio un paso adelante cuando lo nombraron cuestionándose por qué Potter lo seguía mirando de esa manera cada vez que lo veía, quería decir que no le importaba, que a pesar de su cuerpo infantil era un hombre maduro pero vaya que el bastardo sabía meterse bajo su piel.
Las cosas se fueron al diablo rápidamente como todo lo que involucra a Potter y a sus amigos, quienes aparecieron en el campo de repente, Draco no los había visto llegar. La cosa es que en determinado momento todos los miraban como si esperaran que dijera algo y él estaba demasiado viejo para esa mierda.
- ¿Vamos a practicar o qué? -gruñó.
-Estábamos discutiendo como compraste tu entrada al equipo primero -habló Granger con lo que parecía decepción.
Él alzó una ceja, una pequeña sonrisa formándose pero antes de que pudiera decir algo, uno de sus compañeros, Draco no sabría decir quien saltó a su defensa.
-Nadie pidió tu opinión, sangre sucia.
Había pasado un tiempo desde que había escuchado esa frase pero sabía lo tonto que era decirla en un momento como éste, no negaba que si no fuera un adulto que conociera acontecimientos sobre el futuro no fuera él mismo el que pensara o incluso expresara eso en voz alta.
Weasley, como era de esperarse, saltó hacia adelante en un ataque de ira al igual que todos los Gryffindor que entendían el significado de lo que acababa de ser dicho, pero su varita, precariamente arreglada revotó su hechizo hacia atrás enviándolo a escupir babosas sobre el campo. Él no era tan buena persona como para no reír por eso, había sido lo más gracioso que había escuchado desde esa carta vociferadora a decir verdad.
Sus amigos los sacaron del campo y después de un poco de jaleo, el resto de los leones abandonaron el lugar y Draco se vio enfrentado, otra vez, a luchar por hacer algo que antes se le daba naturalmente.
No pudo elevar su escoba las primeras dos veces hasta que se cansó de las miradas indiscretas y decidió concentrar todas sus fuerzas en hacer volar la cosa. Lo logró, aunque controlarla fue otra cosa diferente y le llevó unos cuantos minutos ponerse en marcha para que pudieran liberar las bolas sin el riesgo de que una bludger lo asesinara. Para nada agradable, a decir verdad, no podía entender qué lo fanatizaba tanto antes sobre este juego.
Su día no mejoró, tuvo que ir a la oficina del director más tarde para discutir todo el asunto de la cámara secreta.
-Si queremos impedir que Weasley abra la cámara debemos tomar cartas en el asunto ahora mismo -insistió por centésima vez Snape.
-Estoy de acuerdo -asintió él.
-Creo que no están viendo la gran perspectiva del asunto -habló Dumbledore con su usual voz pensativa -En la historia que nos contaste, al abrirse la cámara secreta, el señor Potter descubre su habilidad de hablar pársel, mata al basilisco y destruye el primer horrocrux de Voldemort. De los que aún no sabemos mucho. Draco no creyó ni por un minuto eso último.
-Por supuesto -habló - ¿qué importa la vidas de unos pocos contra el propósito final?
-Estoy seguro de que dijiste que los estudiantes no resultarían heridos mortalmente -le recordó el viejo.
-Es una guerra, en las guerras los inocentes siempre mueren, le hablé sobre esto para que ese número fuera reducido o nulo -gruñó.
-Ambos sabemos que eso no es posible -insistió el otro hombre.
Draco se levantó de su asiento, se moría de ganas de matar al maldito.
-Draco -le llamó Snape, había descubierto que oír su nombre siempre lograba calmarlo. -Toma asiento, terminemos esta discusión para poder ir a la cama.
Él bufó, no es como si pudiera dormir mucho de todas formas pero hizo caso.
-Dejar que las cosas pasen no parece ser un buen plan de acción tampoco -esta vez se dirigió al anciano.
-Las cosas deben suceder como están escritas, un cambio podría ser mortal -habló el director -más personas de las necesarias podrían morir o Voldemort podría ganar. Esa es la razón por la que los viajes en el tiempo son tan peligrosos.
- ¡Las cosas ya podrían haber cambiado! -gruñó frustrado -tengo treinta, no doce, podría estar haciendo todo diferente a como se supone que lo haría pero no tendría forma de saberlo porque nunca viví esto. La historia podría estar cambiando ahora mismo y no podríamos saberlo. ¿Qué importa si ponemos de nosotros para acabarla antes? Encontramos los horrocruxes que faltan y los destruimos. Debe haber un maldito libro sobre eso. Podemos encontrar al estúpido profesor que ayudó a Riddle. -suspiró frustrado -Podríamos estar ayudando más.
-El conocimiento es una responsabilidad muy grande, señor Malfoy -dijo el anciano como si hablara realmente con un niño pequeño. -abusar de ello podría ser un gran error.
-Curioso, pensaba decir lo mismo.
Sostuvieron sus miradas por un tiempo que debería ser incomodo, pero estaba demasiado furioso para importarle.
-Esta bien -habló Snape interrumpiéndolos -hoy terminaremos aquí.
Se levantó de su asiento e instó a Draco a hacer lo mismo.
-Señor Malfoy -lo llamó el director cuando habían alcanzado la puerta -Si quiere cambiar algo, esta vez no dude.
Él sabía exactamente de qué estaba hablando.
-Creo que incluso lo disfrutaré -gruñó en respuesta antes de salir de allí hecho una furia.
