Hola hermosas! Espero que estén muy bien. Gracias por estar pendiente de la actualización. Les mando un fuerte abrazo, recuerden que la historia NO es para menores de edad.
GRACIAS POR SU COMPRENSIÓN.
DESTINO
CAPÍTULO 12
Entre miradas coquetas y tiernas, Anthony y Candy salían del ascensor, ambos unidos de sus brazos, donde Candy se apoyaba sintiéndose segura.
-¡Hola señorita Candy! – Dijo una voz que Candy identificaba muy bien.
-¡Hola Charles! – Saludó Candy con emoción al buen hombre que se acercaba a saludarla. – Charles, él es el joven Anthony Brower. – Dijo Candy presentando a Anthony al chofer de su amiga. – Anthony él es Charles el chofer de los Britter. – Dijo Candy explicando quien era aquel hombre que ella saludaba con tanta familiaridad.
-Mucho gusto joven. – Dijo el buen Charles con una reverencia, sin embargo Anthony extendió su mano para saludarlo, acción que extrañó al viejo chofer, ya que sabía que el apellido de Anthony iba ligado a los Ardlay, una de las familias más poderosas del país. Charles aceptó el saludo con nerviosismo, no era común recibir la mano de las personas como él.
-El gusto es mío, Charles. – Respondió Anthony con una sonrisa sincera y un buen apretón de manos. Charles sintió aquel apretón sincero, cálido y sin prejuicio alguno, algo que le pareció que podía confiar en aquel chico con el que al parecer Candy tenía una cita.
-Cassie y Annie están esperándolo. – Avisó la pecosa para que el buen Charles estuviera al tanto.
-Con su permiso jóvenes. – Dijo Charles agradecido por las palabras de la rubia, quien le sonrió amable como siempre lo hacía.
-Adelante. – Dijo Anthony para despedirse de Charles con una sonrisa amable.
-Charles es como nuestro ángel guardián. – Dijo Candy en cuanto se alejó el mayor.
-Se ve que es un buen hombre. – Dijo Anthony seguro de conocer a las personas.
Ambos subieron a la diligencia que continuaba esperándolos, Anthony le permitió a Candy se sentara frente a él para poder admirarla detenidamente, definitivamente no se cansaba de admirar su belleza. Candy de todas las maneras posibles se veía bella, ya fuera con uniforme, de manera sencilla o vestida así tan casual y sofisticada como en ese momento.
Llegaron al restaurante al que Anthony había planeado desde un principio llevarla, era un lugar tranquilo y acogedor, sencillo pero elegante donde asistían personas que deseaban mantener una plática amena con su acompañante, era el lugar perfecto para su primera cita real, porque sabía bien que Candy no había considerado la anterior como una cuando había llegado con el maletín de primeros auxilios en mano.
-Buenas noches joven Ardlay. – Lo saludó el capitán de meseros con familiaridad. – Hace tiempo que no nos distinguía con su presencia y mucho menos con tan grata compañía. – Dijo nuevamente el hombre que se veía era medio confianzudo. – Adelante por favor… ¿La mesa de siempre? – Preguntó con tranquilidad mientras los dirigía él personalmente.
-Por favor John. – Respondió Anthony con amabilidad, mientras Candy observaba el lugar detenidamente. - ¿Te gusta? – Preguntó Anthony muy cerca de su oído, aquella simple y delicada acción erizó la piel de Candy, quien contuvo la respiración por unos segundos.
-Es muy lindo. – Dijo Candy con una sonrisa natural.
Llegaron hasta la mesa y Anthony se encargó él mismo de deslizar la silla para que Candy tomara asiento. Candy agradeció con su linda sonrisa y el mesero hizo lo mismo con el asiento de Anthony.
-¿Vienes muy seguido? – Preguntó Candy, quien al ver el lugar comprendería que Anthony fuera un cliente asiduo.
-He venido algunas ocasiones con mis primos. – Respondió el rubio mientras tomaba la carta para leer el menú.
-¿Qué me recomiendas? – Preguntó la rubia con una gran sonrisa, mirando a Anthony para esperar su respuesta.
-La verdad que todo lo que pidas está delicioso, pero mi favorito es el estofado de carne. – Dijo Anthony seguro de que a la rubia le encantaría. Candy sintió que su estómago se quejó al escuchar la sugerencia del rubio y agradeció infinitamente que la música de fondo impidiera que se escuchara el dilema que tenían sus tripas por el hambre que la asaltaba, generalmente llegaba con mucha hambre al departamento y lo primero que hacía era ir hacia la cocina y ver qué podía picar antes de la cena.
-Estofado de carne está bien. – Dijo Candy segura de que le gustaría aquella cena, rogando en su interior que se apresuraran a llevarlo.
-¿Puedo pedir su orden? – Preguntó el camarero con elegancia, mientras Anthony terminaba de decidir qué pedir para él. – Para la señorita por favor un estofado de carne, y para mí tráigame un platillo de pollo a la reina. – Decía Anthony entregando las cartas al mesero.
-¿Y de tomar? – Preguntó el mesero con lápiz en mano tomando la orden.
-Un vino ligero estaría bien. – Respondió Anthony, quien miraba a Candy para confirmar si ella estaba de acuerdo con su petición. Ella asintió con una sonrisa, no era mucho de tomar, sin embargo sabía que era bueno acompañar la cena con una copa de vino.
-¿Y de postre? – Preguntó una vez más el joven que tomaba la orden. Candy miró a Anthony sin saber que pedir.
-Un pudín de chocolate con fresas, pero por favor tráigalo hasta el final. – Dijo Anthony con seguridad. Candy asentía agradecida por no haber tenido que buscar un postre, a ella le encantaba cualquier dulce que pudiera comer, pero si tenía chocolate era su perdición.
La comida no tardó mucho en llegar y Anthony se encargó de servir el vino en la copa de Candy, quien nerviosa sonreía por temor a emborracharse y hacer un espectáculo.
-¡Está delicioso! – Dijo Candy como una niña pequeña al probar su comida, mientras Anthony la observaba maravillado con su alegría y su radiante chispa.
-Te dije que te iba a gustar. – Dijo Anthony complacido por haber acertado a llevarla a ese lugar.
-¿Cómo está el tuyo? – Preguntó Candy con curiosidad, no podía decir que quería probarlo porque no se sentía aún con la confianza de hacer algo así, sin embargo mentiría si dijera que no se le había antojado.
-¿Quieres probar? – Preguntó Anthony extendiendo un bocado del platillo que él degustaría. Candy se puso de todos colores al ver que él amablemente le permitiría probar su comida sin antes haberla probado él.
Candy abrió los labios para probar el bocado que tenía frente a ella, probando aquel pollo cremoso que le habían llevado a Anthony, sus ojos se abrieron gustosos por la delicia que tenía en su boca.
-¿Te gustó? – Preguntó Anthony con un nudo en su garganta, ver los labios de Candy saborear el pequeño bocado que le había ofrecido lo habían hecho desear ser él el que probara aquella boca tan carnosa que poseía la rubia. Candy sonrió inocente a los deseos de Anthony y asintió feliz.
-Está delicioso. – Dijo Candy con su linda sonrisa. – ¿Quieres probar el mío? – Preguntó con inocencia, Anthony se ruborizó por unos segundos cuando sin pensarlo la rubia ya tenía un bocado frente a él, ¿Cómo decirle que no? ¿Cómo negarse a probar el bocado de estofado de res que olía delicioso y que ella le ofrecía a pesar de tener una zanahoria entre el mismo bocado que le ofrecía?
Anthony abrió sus labios y permitió que aquel tenedor entrara en su boca junto con aquel trozo verdura que tanto detestaba comer, de todas las comidas que pudiera haber en el mundo, el sabor dulce de la zanahoria no era de su agrado.
-¿Te gustó? – Preguntó Candy observándolo directamente, mientras el rubio masticaba lentamente el bocado, intentando no triturar con sus dientes el trozo de zanahoria que pasó entero por su garganta. – ¿Qué sucede? – Preguntó Candy al no escuchar respuesta inmediata, mientras el rubio tenía el rostro rojo y una evidente dificultar para tragar. Una vez que pasó el bocado Anthony tuvo que responder y confesar el motivo de sus gestos.
-Tengo que confesarte algo. – Dijo limpiando sus labios con la servilleta que tenía al lado. Candy lo escuchaba atenta. – La verdad es que no me gustan las zanahorias. – Confesó el rubio con travesura, sabía que a la mayoría de las personas les gustaba por ser de sabor dulce, pero era algo con lo que él no podía.
La risa de Candy se escuchó de pronto, una risa melodiosa aligeró el ambiente que Anthony había creído sería tenso, risa que de inmediato fue contagiada comenzando a reír junto con ella sin importar las miradas curiosas que los observaban, ambos reían de manera limpia, cómplice, mientras las miradas externas los observaban cómo preguntándose el motivo de tan divertida risa.
-También tengo que confesarte algo. – Dijo Candy con travesura, acercándose un poco más a Anthony, quien de inmediato se llenó de su perfume dejando de respirar por unos segundos para impregnarse de ese maravilloso aroma.
-¿Qué pasa? – Le preguntó cómplice, con un susurro en su voz, susurro que erizó la piel de Candy y él era testigo de ello. Candy lo miró por unos segundos dudando confesar lo que quería decir momentos antes, su mente se había quedado en blanco al tenerlo tan cerca y sentir cómo su cálido aliento golpeaba su rostro le hacía sentir que su corazón bombeaba más fuerte. Anthony la animó con la mirada, dándole confianza para decirle su pequeño secreto.
-No soy buena bebiendo vino. – Dijo la rubia por fin, quien se ponía roja al reconocer que llevaba dos tragos y que no estaba pasándola bien.
-No te preocupes, yo te cuido. – Le dijo Anthony con una sonrisa, llamando al camarero con una seña para que se acercara y ordenara le retiraran la copa a la pecosa. – Un vaso con agua por favor. – Dijo Anthony seguro que con el agua ella se sentiría mejor. Candy agradeció por la preocupación del rubio.
Candy no podía dejar de admirar a Anthony, era una persona muy diferente a lo que ella había creído al principio, era tan diferente a su primo Neal quien solo la acosaba y le gritaba cuando ella se negaba a hacer su voluntad, era muy diferente a Terry, quien sin importar que ella era una dama, se había atrevido a discutir con ella y definitivamente era muy diferente a Archie, quien al parecer no estaba seguro de lo que quería en la vida.
-¿De dónde eres, Candy White? – Preguntó Anthony seguro de querer saber más de la rubia. Candy lo miró con una sonrisa llena de nostalgia, mientras sus ojos se posaban en un punto fijo, específicamente en los recuerdos que tenía de su infancia.
-Crecí en un orfanato cerca del lago Michigan. – Dijo Candy con un suspiro largo y profundo, esperando que aquel cuento de hadas en el que se había metido por unos instantes llegara a su fin, estaba convencida de que nadie estaría dispuesto a tener una relación con una huérfana, era por eso que Annie se cuidaba de no decir que lo era, pero ella creía que era mejor hablar con la verdad y si Anthony corría después de aquella confesión era porque no era el indicado para ella.
-¿De verdad? – Preguntó Anthony con interés. Candy asintió sin saber cómo interpretar aquella pregunta. – Yo soy de Lakewood, también cerca del lago Michigan. – Dijo con simpatía. Candy abrió los ojos sorprendida por la coincidencia y sonrió un poco más aliviada de continuar con su respuesta.
-Crecí junto a otros niños, así que puedo decirte que tengo muchos hermanos pequeños. – Dijo con diversión. Anthony la escuchaba maravillado, admirándola aún más a medida que avanzaba en su relato. – La familia Britter me apoyó desde pequeña en mis estudios, me convertí en enfermera titulada hace apenas unos meses y me vine con Cassie y Annie para probar suerte en Nueva York. – Decía Candy recordando que el motivo de su estadía en aquella ciudad era para buscar una mejor vida y poder así ayudar económicamente al viejo orfanato en el cual la habían abandonado casi diecisiete años atrás.
-Yo no tengo hermanos… - Dijo ahora Anthony con cierta melancolía, era su turno contar parte de su historia. – Mi madre murió cuando yo tenía diez años y mi padre se dedicó a sus negocios, me quedé bajo el cuidado de mi tío William y la tía abuela Elroy… Stear y Archie son como mis hermanos, gracias a ellos no me sentí solo en mi infancia y adolescencia. – Dijo mirando a la rubia, quien le tomaba la mano con ternura para darle cierto ánimo, ella estaba acostumbrada a decir que no tenía padres, pero sabía que haber conocido a una madre y haberla perdido era mucho más doloroso.
Candy tomaba su mano con delicadeza, mientras el corazón del rubio se emocionaba por dicha acción, sintiendo aquel confort tan cálido que necesitaba su alma, un aliento que no sabía hasta ese preciso momento que necesitaba ser llenado con otro tipo de afecto.
-Tus ojos me recuerdan mucho a los de ella. – Dijo Anthony para sorpresa de Candy, quien abrió más los ojos y el rubio no pudo evitar perderse en ese brillo de sus esmeraldas.
-¿Cómo era tu mamá? – Preguntó Candy con curiosidad, le causaba curiosidad conocer qué clase de mujer había sido la que había engendrado a un ser tan maravilloso como Anthony Brower. Anthony sonrió con nostalgia y un brillo muy especial en sus ojos al recordar a su madre.
-Ella era simplemente hermosa… - Dijo Anthony con ternura, Candy lo escuchaba maravillada por el tono tan dulce con el que se refería a su madre, definitivamente jamás había conocido a alguien que hablara de esa manera tan tierna de quien le había dado la vida. – Sus cabellos eran rubios como los míos, le gustaban mucho las rosas y era muy pero muy paciente… - Dijo evocando una sonrisa al recordar las veces que había tenido que soportar sus travesuras. Candy lo miraba maravillada, encantada con su relato.
-Me hubiera gustado conocerla… - Dijo Candy sinceramente, aquella forma que tenía Anthony para describir a su madre, había abierto una puerta en la mente de Candy, una puerta a la curiosidad a la que ella regularmente se invitaba sola, pero en esta ocasión era él quien la invitaba con su relato a entrar en ese pequeño espacio de su pasado que él le relataba, lugar que él jamás había invitado a alguien más.
-Te hubiera adorado… - Le dijo Anthony sosteniendo ahora él su mano, posándola sobre la de ella en un gesto tierno y al mismo tiempo de protección. Candy sintió que un latigazo de electricidad la recorrió de manera instantánea, recorriendo su brazo para llegar de pronto a su corazón el cual encendió motores y comenzó a correr a una velocidad vertiginosa, velocidad que era imposible alcanzar si hubiese estado fuera de su pecho.
Anthony sonrió halagado, podía percibir las emociones que despertaba en la rubia y definitivamente podía sentir sus emociones, era como si la fuerza del destino se hubiese empeñado en reunirlos de una vida pasada, de un mundo en el que ya se hubiesen conocido y hubiera quedado pendiente continuar, era como si fuese la continuación de un amor que no se había concretado y había quedado trunco, o como si estuvieran cumpliendo una promesa de volverse a encontrar en otra vida, y esa vida era esa, porque definitivamente él sentía que conocía a Candy de mucho tiempo atrás.
-¿Y tú Candy… conociste a tú mamá? – Preguntó Anthony con delicadeza, sin soltar su mano, pudo sentir que al terminar la pregunta ella simplemente se tensó un poco y negó con la cabeza.
-Me encontraron un 7 de mayo afuera del orfanato… - Dijo Candy con normalidad, sin embargo Anthony podía sentir que su mano temblaba un poco, era como si estuviera manteniéndose fuerte ante la verdad que ella había vivido. – Esa noche hubo una nevada tardía y me encontraron junto a… - Dijo sin pensar por unos segundos, pero al recordar que Annie se había presentado como una Britter calló en sus intenciones. – El padre árbol… - Dijo una vez más. Anthony la miraba no con pena, ni mucho menos con lástima. La mirada de Anthony era de admiración y respeto hacia la joven enfermera que a pesar de sus pocas oportunidades había sabido salir adelante en un mundo donde solo pocos sobresalían, un mundo creado por y para los hombres en los que las mujeres rara vez tenían participación.
-¿El padre árbol? – Preguntó Anthony con interés, sin dejar de sostener la mano de la rubia. Candy asintió con cierta timidez por lo que iba a decir, pero hablar con Anthony le era tan fácil, tan sencillo, que no temía revelarle lo que los huérfanos del hogar de Ponny decían de aquel viejo roble.
-En un orfanato no hay papás… - Dijo Candy con tranquilidad, Anthony asintió para seguirla en su relato. – Pero nosotros tuvimos dos mamás, la señorita Ponny que es la directora del orfanato y la hermana María, que es algo así como la administradora. – Dijo sin dejar de sonreír al recordar a las dos buenas mujeres. – Así que el padre árbol es como nuestro padre… - Dijo con un gran suspiro. – Él nos protege bajo sus ramas… - Dijo la pecosa sin confesar que era una experta trepando hasta la última punta. – Siempre acudí a él en busca de un consejo, nos escucha cuando no tenemos a nadie más quien lo haga… - Decía la rubia con una sonrisa llena de amor y nostalgia. – Es fuerte y grande como un padre debe ser… está en lo alto de una colina, desde ahí nos mira fijamente y mueve sus hojas en señal de alegría y orgullo. – Dijo la rubia con sentimiento, un sentimiento que ella había puesto en aquel roble para llenar el vacío de la figura paterna que jamás había existido.
-Me encantaría conocerlo. – Dijo Anthony con una mirada llena de ilusión, mirada que Candy compartía perdiéndose en sus azules. – Y también a tus dos madres, Candy… - Le dijo con sinceridad. Candy abrió los ojos ilusionada.
-¿De verdad, Anthony? – Preguntó Candy sin dudarlo. Anthony asintió.
-De verdad, Candy. – Dijo el rubio con una voz cálida, suave. – Quiero conocer ese lugar en donde creciste y me gustaría que conocieras el lugar donde yo crecí. – Candy asintió soltándose de su agarre para extender su mano frente a él. Anthony la tomó como un saludo y ella sonrió.
-Es una promesa… - Dijo Candy con una gran sonrisa, sellando con ese apretón de manos una promesa de ir a conocer el lugar en el cual habían crecido. - ¿Anthony… y tú papá…? – Preguntó Candy con cierta pena en su voz. Anthony sonrió recordando a su padre.
-Mi padre es capitán. – Dijo Anthony con una sonrisa llena de orgullo. – Tiene una flotilla de barcos y viaja bastante, más de lo que me gustaría a mí. – Dijo con tranquilidad. – Desde que mi madre murió él viaja con mayor frecuencia, creo que lo hace porque yo le recuerdo mucho a ella… - Dijo con una sonrisa de lado. Candy abrió los ojos y tuvo una idea de cómo era físicamente Rosemary Ardlay, para ella definitivamente fue una mujer bellísima y jamás podría compararse con ella.
-Jamás he viajado en barco. – Dijo Candy con emoción, una emoción que le provocaba el poder algún día conocer el mar y viajar atravesando el océano para conocer otros lugares, algo que para ella se veía lejano.
-Entonces también te prometo que un día te llevaré en barco. – Dijo Anthony con una sonrisa más amplia porque aquellas promesas implicaban una vida futura juntos, una vida que él planeaba con ella y que al parecer a ella no le asustaba, por el contrario, ella también lo incluía en ese futuro que ambos imaginaban junto al otro.
-¿De verdad? – Preguntó Candy con ilusión, sus ojos verdes brillaban intensamente, llenos de esperanza y emoción.
-Jamás falto a mis promesas… - Dijo Anthony con una sonrisa en sus labios que pronto se dirigió al dorso de su mano para dar un beso tierno y cálido sobre él, provocando en Candy una emoción que le coloreó el rostro como jamás lo había hecho en su vida.
-Solo que tendrá que ser el día que tenga vacaciones, porque ahora tengo que trabajar muy duro para poder enviar dinero a la señorita Ponny y la hermana María. – Dijo Candy con naturalidad, sin poner queja en lo que ella creía su responsabilidad, porque sabía bien que aquel orfanato se mantenía solo de la buena acción de algunas personas, entre ellos los Britter, sin embargo jamás era suficiente.
-Te prometo que así será. – Dijo Anthony con una sonrisa decidida, una sonrisa que sellaba aquel compromiso fiel que había adquirido con ella y que cumpliría algún día. – Será nuestro viaje de bodas… - Pensó Anthony lleno de felicidad, imaginándose en esos momentos a la rubia vestida de novia afuera de la iglesia donde celebrarían su unión.
Salieron del restaurante ya entrada la noche, la ciudad lucía vacía y había pocos coches buscando pasaje. Candy se frotó sus manos y las colocó en los bolsillos de su abrigo. Anthony le sonrió y se permitió abrazarla con sutileza por los hombros para resguardarla del frío. Candy sonrió y lejos de rechazarlo aceptó encantada y se abrazó a él como si fuesen novios y aspiró feliz el aroma que desprendía su elegante abrigo.
Caminaron por las calles de Nueva York en busca de una diligencia que los llevara hasta el edificio donde vivía la rubia, sin embargo iban a paso lento, tranquilo, por las calles que más luz tenían para evitar el peligro que por las noches acechaba la gran ciudad. Ninguno hablaba, tan solo se dejaban envolver en lo que sus corazones sentían, en lo que sus cuerpos sentían al estar así tan juntos, tan acompañados.
-¿Tienes mucho sueño? – Preguntó Anthony al creer que el silencio de la rubia era por el sueño que tenía.
-No. – Respondió Candy con un suspiro delicado, un suspiro tranquilo y apacible víctima de la seguridad que sentía al estar en sus brazos.
Anthony hizo la parada por fin a una diligencia que pasaba, era la tercera que había visto, sin embargo había dejado pasar las dos anteriores solo por estar un poco más con ella, no importaba el frío, ella estaba abrigada por su cuerpo, no importaba el tiempo ellos querían aprovecharlo juntos.
-¿Quieres dar un paseo por la ciudad? – Preguntó Anthony con la esperanza de que Candy aceptara, sin pensar por un momento que Candy debía laborar, porque la joven enfermera solo descansaba los domingos, contrario a él que descansaba sábados y domingos.
-Me encantaría. – Dijo Candy sin pensar en las consecuencias de su desvelo, lo único que le importaba en esos momentos era estar junto a Anthony, quería pasar más tiempo a su lado, se sentía tan bien estar en sus brazos, en su compañía, que quería alargar ese momento por si tardaba tiempo en volver a repetirse.
Subieron a la diligencia y Anthony dio la orden de que paseara por la ciudad, el cochero aceptó y ambos jóvenes se sentaron muy juntitos para admirar las luces que ofrecía aquella ciudad nocturna y que Candy jamás había explorado de noche.
-Es hermosa. – Decía Candy admirando las luces del teatro que exhibía el rostro de su vecino molesto. - ¿Es Terry? – Preguntó Candy con sorpresa de ver que realmente era famoso. – Y ella es su novia… - Dijo ante la afirmación que Anthony hacía a la pregunta. – Susana Marlowe… - Dijo Candy leyendo el nombre de la chica que siempre estaba discutiendo con Terry cuando no estaba dentro de su departamento.
-Pues la verdad no sé si son novios, pero es lo que se rumora. – Dijo Anthony sin querer colgarle el milagrito a Terry, él lo conocía lo bastante bien para saber que no tomaba a las jóvenes tan en serio.
-¿De dónde lo conoces? – Preguntó Candy con la intención de hacer plática. Anthony se acomodó en su lugar algo incómodo.
-Estuvimos en el mismo Colegio… en Inglaterra… - Respondió Anthony con tranquilidad, mirando al frente al recordar que aquel actor tenía interés en la chica que tenía abrazada.
-¿Inglaterra? – Preguntó Candy con sorpresa. Anthony asintió con una sonrisa al ver que la joven enfermera estaba maravillada.
-Era como una cárcel. – Dijo explicándole que no era para nada agradable haber estado ahí. – De pronto se desapareció y no lo había vuelto a ver hasta ahora… - Dijo expresando su incomodidad con su lenguaje corporal. - ¿Hace mucho que son amigos? – Preguntó Anthony para saber que esperar de él.
-¿Amigos? – Preguntó Candy sorprendida. – Él no es mi amigo, es solo mi vecino molesto que llega a altas horas de la noche y no permite que los demás descansemos. – Dijo Candy recordando todas las noches que la había despertado en medio de la noche, ya fuera por venir en estado inconveniente o por estar discutiendo con Susana.
-Exactamente era el mismo problema en el colegio. - Dijo Anthony con un poco de diversión. Candy lo miró a los ojos y ambos comenzaron a reír al mismo tiempo, comprendiendo muy bien la situación que vivieron gracias al actor que comenzaba a ser famoso.
Llegaron un par de horas después a la puerta del edificio donde Candy vivía y después de ayudarla a bajar y de pedir al cochero que lo esperara, acompañó a Candy hasta el interior.
-No es necesario que me acompañes hasta arriba. – Dijo Candy segura que estaba todo bien.
-Quiero hacerlo… me sentiré más seguro cuando estés en tu departamento. – Dijo Anthony mirándola a los ojos, diciéndole con aquella hermosa mirada que no era una opción esta vez dejarla ahí. Candy aceptó con una linda sonrisa y su aliento contenido.
Llegaron hasta la puerta del departamento y era hora de despedirse, era mucho más de la media noche y la rubia jamás había llegado tan tarde a su casa.
-La pasé muy bien… - Dijo Candy recargándose en el marco de la puerta. Anthony la miró fijamente a los ojos, acercándose a ella con sutileza, cercanía que Candy deseaba al igual que él.
-También yo… - Le dijo Anthony acariciando suavemente su rostro pecoso. Candy cerró los ojos sintiendo su mano recorrer su mejilla. Anthony se acercó un poco más, quería besarla y al parecer ella quería lo mismo.
Anthony se acercó un poco más a su rostro y su aliento chocó con el de ella, su calidez lo hizo estremecer y abrir los ojos para saber qué tan lejos estaba de ella, la rubia movió sus labios esperando aquel beso que jamás había experimentado, separándolos un poco al no saber qué hacer con ellos. Anthony sonrió por lo adorable que se veía y posó sus labios en los de ella de una manera suave, lenta. Candy se incorporó un poco sorprendida por la emoción que causó la unión de sus bocas, jamás en su vida había sido besada y tener la suavidad de los labios de Anthony sobre los suyos la había sobresaltado un poco, una corriente eléctrica la había asaltado y ella no sabía cómo responder a tan suave y deliciosa caricia.
Anthony pudo darse cuenta de su inexperiencia y eso lo animó a ser un poco más paciente en aquella demostración de amor, no quería asustarla, no quería que creyera que era un don Juan que solo buscaba una cosa de ella, así que se retiró de su boca ante la desilusión que sintió la pecosa al sentirlo lejos de sus labios. Abrió sus esmeraldas y se encontró con el rostro muy cerquita de él, su corazón dio un vuelco y ella sonrió con timidez.
-Me gustas mucho Candy White… - Le dijo una vez más Anthony, sin dejar de acariciar su rostro, su mano seguía acariciando sus mejillas y Candy estaba frente a él sin poder hablar o incluso respirar. – Siento que te conozco desde siempre, y creo que fue el destino que permitió me lastimara para traerte a mí… - Le dijo nuevamente, sin alejarse de ella, observando ambos sus labios, deseosos de más.
-También me gustas mucho, Anthony… - Le dijo Candy al rubio, quien sonrió enamorado ante la revelación que escuchaba. Candy se sonrojó una vez más con intensidad al escucharse ella misma declarar su amor de esa manera. – Y también siento que te conozco de mucho tiempo atrás… - Agregó con un volumen muy bajito de voz, volumen que ameritaba acercarse aún más para distinguirlo mejor.
Sus labios volvieron a chocar y ambos se separaron por inercia, para después volver a unir sus bocas, en un nuevo beso tan tierno y delicado como el primero, pero un poco más húmedo, un poco más íntimo.
El beso duró unos segundos, segundos que fueron muy poco para un par de jóvenes enamorados con hambre de descubrir el amor, sin embargo debían separarse, la hora era la indicada para que aquella princesa que estaba frente a él se fuera a descansar.
-Hasta mañana… - Le dijo Candy a Anthony sin pensarlo, comprometiéndolo para que la buscara de nuevo.
-Hasta más tarde… pecosa… - Le respondió él con una voz ronca y sensual, vislumbrando que ya era ese mañana que ella había proclamado. Candy sonrió tímida y por fin abrió la puerta de su departamento. Anthony se acercó a ella y volvió a besar su boca con un beso corto, suave y lento.
Anthony se quedó de pie por unos momentos cuando Candy ya había entrado al departamento, se sentía flotar en las nubes, le parecía imposible que hubiera besado a Candy cuando ni siquiera eran novios, el remordimiento tocó a su pecho en cuanto lo recordó pero no se atrevió a llamar de nuevo e interrumpir quizá su descanso.
Candy por su lado se había quedado recargada en la puerta por unos momentos, sentía que caminaba entre nubes y que su corazón bailaba de gusto, su sonrisa enamorada se dejó ver en su rostro y no se dio cuenta que frente a ella estaban sus dos amigas esperándola, cada una recostada en un sillón. La rubia miró el reloj de la sala y se sorprendió porque dentro de poco tiempo tendría que estar de pie de nuevo e irse a trabajar.
Movió a Annie, quien era la que más fácilmente se dejaba llevar sin necesidad de despertarse del todo y después volvió por Cassie quien era mucho más difícil de que se despertara, sin embargo logró hacerlo para después llegar hasta su habitación y ponerse su ropa de noche y acosarse a dormir, bueno intentarlo porque definitivamente después de aquella noche no dormiría de la misma forma.
- Anthony… - Decía la rubia acariciando sus labios mientras una sonrisa y unos ojos soñadores miraban al techo de su habitación. – Mi primer beso… ¿Le habrá gustado? – Se preguntó de pronto con preocupación. - ¿Lo habré hecho bien? – Se preguntó de nuevo, sin embargo al recordar que no había sido solo uno, sino tres besos, su mente se relajó muy poco al decirse que no hubiera vuelto a intentarlo si no le hubieran gustado. – Deslumbrante Anthony… me gusta Anthony… mucho más que cualquier otro chico… - Se dijo una vez más antes de caer profundamente dormida.
Anthony caminaba por el pasillo y se detuvo frente al ascensor, el cual timbraba y abría sus puertas solo para dejar ver a Terry junto a la joven con la que compartía cartelera. Anthony metió sus manos a los bolsillos de su abrigo intentando ser discreto.
-Adelántate… - Le dijo Terry a la joven para que siguiera su camino, mientras él se detenía frente a Anthony, quien a su vez solo suspiraba y se adentraba en el aparato.
-Pero… - Dijo Susana a modo de queja, mirando a Terry quien le devolvió una mirada autoritaria que hizo que la joven detuviera el aliento deteniendo su siguiente palabra.
-Te dije que te adelantaras… - Le dijo Terry con molestia. Anthony sabía que no se escaparía de algún comentario incómodo y suspiró entrando al ascensor para retirarse.
Susana caminó sin hacer otro comentario, en silencio, mirando a Anthony incómoda y apenada por la situación, el rubio simplemente se mantuvo mirando los botones del elevador para presionar el que indicaba el primer piso, pero Terry seguía deteniendo las puertas.
-¿Puedes por favor soltar las puertas... por favor...? – Preguntó Anthony con cierta "amabilidad" en su tono de voz. Terry sonrió con ironía.
-Creo que ya no deberías venir a molestar a Candy. – Dijo Terry con su voz ronca, con una amenaza implícita en aquel llamado. Anthony lo miró fijamente y sonrió ignorando su comentario, aquel gesto molestó más a Terry, sabía que era un gesto de "ni siquiera lo pienses". – Yo la vi primero… - Dijo de nuevo el actor mientras con la mano que soltaba las puertas hacía un puño.
-Creo que no tiene nada que ver con eso. – Dijo Anthony una vez más, seguro que a pesar que Terry la había conocido primero, la atracción que evidentemente existía entre ellos era la ley que mandaba. – Por favor… me tengo que ir y a ti te está esperando tu novia. – Dijo de nuevo el rubio.
-¡No es mi novia! – Dijo Terry como queriendo poner a Anthony en contexto y justificar la presencia de Susana en su departamento a esas horas de la madrugada.
-No es asunto mío. – Dijo Anthony indiferente, a él no le preocupaba si Terry tenía o no novia, lo único que podría preocuparle era que se interpusiera entre él y Candy, pero después de lo que habían pasado aquella noche, después de los besos compartidos con la rubia, definitivamente había algo poderoso entre ellos y en ese preciso momento sabía que era difícil de romper.
Terry soltó la otra puerta del elevador, permitiendo que ambas se cerraran. Anthony le hizo un gesto de despedida con su mano que hizo que Terry golpeara las puertas con coraje, molesto porque parecía que se estaba burlando de él.
-¡Maldito seas, Brower! – Gritó Terry en medio de la madrugada, como si con aquel grito le ayudara a descargar el coraje y los celos que tenía atorados en su pecho.
Susana lo miraba desde la puerta del departamento, en silencio, sabía bien que si le preguntaba o hacía algo que pudiera molestarlo más podía irse despidiendo de pasar un rato agradable, y eran tan pocos los ratos que pasaba así con él que giró su rostro hacia la puerta cuando se dio cuenta que él venía hacia ella caminando a toda prisa.
Continuará…
Llegamos hasta aquí el día de hoy, espero que les haya gustado ahora sí la cita real de los rubios, una más que nos ayuda a que esta parejita se conozca un poco más. Espero que les haya gustado.
AGRADECIMIENTOS ESPECIALES
TeamColombia:
Hola hermosas! Espero que les haya gustado este capítulo, sé que para ustedes no es muy agradable Terry, sin embargo aquí está haciendo su luchita por Candy. Muchas gracias por leer y sobre todo por darme un poquito de su tiempo y comentar al respecto.
Les mando un fuerte abrazo a cada una de ustedes.
María José M:
Hola hermosa! Me alegro que estés bien y sobre todo que estés aquí como siempre comentando. Anthony no es pretencioso pero creo que si es muy seguro de sí mismo.
Candy es una dama y lo ha demostrado una vez más, para ella primero está la felicidad de sus amigas y por último está la de ella, lo vimos con Annie y lo vimos con Cassie, está dispuesta a soportar a Terry con tal de ver feliz a su amiga.
Archie debe poner un poco más de empeño en su relación con Annie, esperemos que todo salga bien entre ellos.
Te mando un fuerte abrazo hermosa.
Cla1969:
Ciao bella, Archie ha decisamente osato, credo che non stesse pensando con la testa, abbia seguito un impulso senza pensare alle conseguenze.
Anthony ha deciso, dà il massimo e non vuole essere battuto ahahahah. Ti mando un grande abbraccio, bellissima, grazie per aver letto.
Silandrew:
Hola hermosa! ¿Cómo estás? Espero que estés muy bien, siempre tan linda con tus comentarios! Muchas gracias :).
Creo que el interés que despertó en Archie, hizo que Anthony se decidiera a acelerar la situación, ha ocurrido una segunda cita bueno una no cita y una si cita jajaja. Pero hubo algo más en esta cita! Anthony se atrevió por fin a avanzar un poco más!
Como muchas lectoras Annie no es un personaje predilecto, pero creo que si es injusto que no merezca amor, también espero que Archie pronto recapacite y se dé cuenta que no está bien lo que hizo.
Amiga, te mando un fuerte abrazo, espero que estés muy bien y te leo en el próximo.
Mía Brower Graham de Andrew:
Hola Mía, espero que estés muy bien. Muchas gracias por comentar, me da gusto que continúes con la lectura a pesar de que debes estar vuelta loca con la organización de tu boda.
Creo que Elroy es un personaje que que pocas personas toleran (me incluyo en ellas) pero siempre sabemos que a pesar de todo se preocupa por su familia, a su modo, pero se preocupa.
Muchas gracias por comentar amiga, gracias por darte el tiempo. Te mando un fuerte abrazo.
Rose1402:
Hola hermosa! ¿Cómo estás? Por un momento pensé que era otro suscriptor, ya que este se lee como Rose1402 y siempre apareces como Rose1404. Me alegra saber que estás muy bien.
Archie es un chico impulsivo, sin embargo ahora le han puesto un alto como nunca se lo imaginó, es bueno saber que Candy siempre actuará con inteligencia ante situaciones que no se imagina sucederán.
Terry no está de novio con Susana, creo que solo es un entretenimiento, tal vez le gustó antes de conocer a Candy, creo que algo así había sucedido, ya que en un capítulo reconoció que le gustaba.
Muchas gracias como siempre por comentar y dejarme tu comentario. Te mando un fuerte abrazo.
ViriG:
Hola amiga! ¿Cómo estás? Yo estoy muy bien gracias a Dios, espero que tú también. Mi fin de semana fue cansado, pero aquí andamos buscando energía de donde se pueda jajaja.
¿Cómo ves con Archie? Se atrevió a buscar a Candy, sin embargo le pararon el alto, creo que el gatito es inmaduro, pero reconocemos que es noble y que debe darse cuenta que hizo mal, el detalle es qué tanto tardará.
Creo que la actitud de Terry es muy de él, celoso de la pecosa, como fue desde un principio, el detalle que ahora Candy está interesada en alguien real y no en un recuerdo como en el ánime.
Creo que sí se vienen varios huracanes, vamos a ver cómo me va con los desastres que ocasiones cada uno de ellos jajaja.
Me emocioné con la actualización! jajaja solo que no he leído, sorry! he tenido mucho que hacer estos días, pero te prometo que pronto leeré.
Te mando un fuerte abrazo amiga, como siempre un placer leer tus comentarios y tus análisis sobre mis historias. Te mando un fuerte abrazo.
Luz Mayely León:
Hola hermosa, espero que estés muy bien. Gracias por estar al pendiente. Te mando un fuerte abrazo y espero que te haya gustado el capítulo anterior.
Julie-Andley-00:
Amiga sé que llegarás aquí, te mando un fuerte abrazo.
Luna Andry:
Amiga, espero que pronto llegues hasta aquí. Te mando un fuerte abrazo.
lemh2001:
Hola amiga, espero puedas leer. Te mando un fuerte abrazo.
Muchas gracias a todas las personas que están al pendiente de cada actualización, gracias por leer y por darme un espacio en su tiempo.
GeoMtzR
15/10/2024.
