Hola hermosas! Espero que estén pasando un excelente fin de semana, muchas gracias por estar al pendiente de la actualización.
Les recuerdo que los personajes no son de mi propiedad, la historia es completamente mía y NO es para menores de edad.
GRACIAS POR SU COMPRENSIÓN.
DESTINO
CAPÍTULO 16
Los días que siguieron fueron reforzando la bella relación de los rubios, quienes todos los días tenían un encuentro al término del turno laboral de la pecosa, ambos siempre dispuestos a pasar la tarde juntos. Anthony siempre se apresuraba a terminar con todas sus responsabilidades para poder tener todo el tiempo libre para ella.
-Buenas tardes amor… - Le dijo Candy a Anthony con una mirada coqueta, una mirada llena de brillo que le dirigía y que dejaba al rubio sin aliento una vez más, ni el frío de aquella tarde podía enfriar lo que Anthony sentía por la rubia.
-Buenas tardes, princesa. – Respondió Anthony total y completamente enamorado, tomando su mano para besar su dorso sobre el grueso guante que cubría su mano del intenso frío. - ¿Cómo te fue hoy? – Preguntó interesado en su día. Candy sonrió y suspiró un poco fastidiada porque su día no había ido del todo bien.
-Acaba de mejorar. – Dijo Candy con travesura, comenzando a reír alegremente, demostrando a Anthony que todo tenía solución, esos pequeños detalles hacían que él la amara más profundamente.
-Quisiera saber si soy el responsable de ello... – Dijo él con una sonrisa coqueta, una sonrisa que calentaba el rostro de Candy al ver directamente su boca, boca que deseaba besar y al mismo tiempo la invitaba a hacerlo. Anthony pudo ver hacia dónde Candy tenía dirigida su mirada y sonrió con mayor sensualidad para provocarla un poco más. Candy se mordió los labios avergonzada por su deseo, mientras Anthony sonreía halagado por los deseos que despertaba en ella, le gustaba saber que no era el único que se estaba deseando tener un momento a solas y disfrutar de su amor.
-Eres el único responsable de ello… - Dijo Candy con la voz apenas audible, mientras Anthony la tomaba por la cintura y la aferraba a su pecho.
-Me alegra escucharlo… - Dijo con ese timbre de voz sensual, cálido que salía de sus labios para después besar la punta de su nariz con total suavidad.
-¿Nos vamos? – Preguntó Candy saliendo de su letargo, recordando que no estaban solos y que las personas pasaban frente al hospital y los estaban observando. Anthony asintió avergonzado por no percatarse de ello, sin embargo no podía culparse de estar tan distraído admirando la belleza de su novia. Anthony la abrazó por sus hombros para dirigirla hasta el automóvil donde había llegado.
-Necesito hablar contigo amor. – Le dijo Anthony con cierta seriedad en su voz. Candy lo escuchó un tanto preocupada, ya que el timbre de voz que utilizaba era diferente al que habitualmente utilizaba, esta vez hablaba con total seriedad.
-¿Sucedió algo malo? – Preguntó la rubia al ver el rostro de su novio.
-Tanto como malo no sé… - Dijo Anthony sin saber cómo enfrentar aquello que debía decir. Candy lo miró confundida, no comprendía lo que quería decirle.
Anthony dirigió su coche hasta la cafetería que estaba en camino al departamento de Candy, lugar donde estaba seguro que podían pasarlo a gusto y al mismo tiempo hablar de ese tema que Anthony tenía pendiente con la rubia.
-¿Qué es lo que sucede Anthony? – Preguntó la rubia una vez que Anthony había pedido una taza de chocolate para cada uno. - ¿Es algo muy malo? – Preguntó Candy nuevamente. Anthony la miró con ternura al ver la preocupación en sus verdes ojos.
-Para mí si… - Respondió Anthony de nuevo, perdiéndose ahora él en su dulce y apetecible boca. Candy se coloreó de rojo al darse cuenta de las intenciones que tenía su novio. – Lo que sucede es que debo volver a Chicago… – Dijo Anthony con tristeza, para terminar el suplicio de la rubia, quien esperaba ansiosa saber el motivo por el cual quería hablar con ella.
-¿A Chicago? – Preguntó Candy sorprendida con lo que revelaba su novio. Anthony asintió demostrando que no estaba de acuerdo con ello.
-Falta muy poco para celebrar navidad y el término del año. – Respondió el rubio dispuesto a explicar los motivos por los que tenía que volver a Chicago.
-Es verdad… - Dijo Candy cambiando pronto su semblante por uno más melancólico. Anthony la observó con ternura. – Y eso me recuerda que debo ir al correo. – Dijo la joven un tanto preocupada. Anthony la miró con curiosidad. – Lo que sucede es que la señorita Ponny y la hermana María cada año compran un obsequio para cada uno de los niños que están en el hogar. – Dijo Candy al ver la mirada interrogativa de su novio. – Y Annie y yo prometimos enviar el dinero para que pudieran hacerlo. – Dijo la joven rubia una vez más. En ese momento Anthony no se fijó en el motivo por el cual Annie también había hecho esa promesa.
-Te llevo. – Le dijo Anthony observando su reloj de bolsillo para comprobar la hora. – Tal vez todavía esté abierto. – Dijo de nuevo el joven levantando su mano para cancelar su pedido, dejando sobre la mesa el pago de ambos chocolates.
Lo dos jóvenes salieron corriendo del pequeño local, mientras la rubia preparaba en un sobre el dinero que enviaría al hogar de Ponny, seguido de una carta que había escrito días antes, pero con lo despistada que era había olvidado enviar.
Llegaron a la oficina postal justo a tiempo, así que la enfermera pudo enviar el dinero que le sería indispensable a sus dos madres para completar el cambio de ropa tan necesaria para los pequeños y tal vez podrían comprar un pequeño regalo para cada uno de ellos y así celebrar la navidad. Candy sonrió llena de ilusión al darse cuenta que aquel dinero llegaría justo a tiempo.
-No sabes cuánto te admiro. – Dijo Anthony una vez que estaban de vuelta en el automóvil.
-¿A mí? – Preguntó Candy como si esto fuese imposible. Anthony asintió.
-Eres una mujer maravillosa pecosa… - Dijo acercándose ella con ternura, tomando con delicadeza su barbilla para girar su rostro hacia él. Candy sintió que su corazón daba un vuelco, lo tenía tan cerca, su respiración golpeaba con sus labios y ella contenía su aliento víctima del deseo de volver a besar sus labios.
El beso fue suave, lento, Anthony tomaba su boca con delicadeza, como si tuviera miedo de lastimar sus labios y su contacto fue lento, besando el labio inferior de la pecosa presionándolo con los dos de él, suave, húmedo, para después mirar fijamente sus esmeraldas que brillaban intensamente.
-Te amo… - Le dijo Anthony sin dejarla responder, tomando de nuevo su boca con la misma ternura con la que lo había hecho anteriormente. Besando su boca con delicadeza, con dulzura, llenándose de su candidez y su candor, víctima de la inocencia que ella irradiaba y que lo volvía loco.
-También te amo, Anthony… - Le dijo Candy con una sonrisa tímida, mirando a todos lados como si los transeúntes estuvieran observando. Anthony sonrió enamorado, adoraba esa inocencia y discreción en ella.
-No sé cómo le haré sin ti todos estos días. – Dijo Anthony recordándole que debía partir a Chicago.
-Es verdad… - Dijo Candy con nostalgia. - ¿Volverás pronto? – Preguntó Candy mordiendo sus labios con nerviosismo, víctima del temor que la asaltaba de pronto al creer que tal vez ya no volvería a Nueva York.
-Lo más pronto posible. – Afirmó Anthony decidido a regresar antes de lo que la tía abuela le permitiera estar. – No creo poder estar mucho tiempo lejos de ti. – Le dijo sincero. Candy sonrió tímidamente una vez más.
-Annie y Cassie también tenían pensado viajar a Chicago por las fiestas. – Dijo la rubia ante el interés de Anthony, quien por unos momentos se imaginó que podría viajar con ella hasta aquella ciudad. – Pero al saber que yo debía trabajar esos días, sus padres han decidido venir a Nueva York a pasar las festividades. – Dijo una vez más la rubia. Anthony sonrió agradecido de que su novia no pasaría sola esas fechas y un tanto desanimado por tener que pasar las festividades tan lejos de ella.
-Desearía tanto estar aquí contigo… - Dijo Anthony quedándose pensativo, tal vez sería buena opción no ir a Chicago y quedarse con ella. – Tal vez si hablo con el tío William me permita…
-No… - Dijo Candy interrumpiéndolo de pronto, colocando su índice sobre sus labios para impedir que cancelara sus planes. – La navidad se pasa en familia. – Dijo Candy segura de que así debía de ser. Anthony lo miró con una mirada muy especial, una mirada profunda que desnudaba todos sus sentimientos ante ella.
-Tú eres mi familia Candy. – Dijo Anthony seguro que ella era todo para él, demostrándole con aquellas palabras y con aquella mirada que ella era lo más importante que tenía. – Eres mi novia… mi amor… eres mi todo Candy… - Dijo besando sus manos una y otra vez.
El corazón de Candy parecía que estallaría de la emoción al escucharlo hablar con tanto entusiasmo, al escuchar de su boca que ella era tan importante en su vida como él lo era en la suya.
-También eres todo para mí, Anthony… - Le dijo Candy con un hilo de voz, sintiendo que su corazón se llenaba de gozo al declarar esas palabras en voz alta, palabras que llegaban al oído de Anthony y lo hacían querer gritar de alegría ante todos y revelar que amaba y era correspondido. – Pero tienes que celebrar con tus primos… con tus tíos… - Dijo la rubia sin saber que entre ellos se encontraba Elisa, la joven que era la que su tía abuela quería que se hubiera convertido en su prometida.
-Y mi corazón quiere quedarse a celebrar contigo pecosa. – Dijo Anthony al ver que su ánimo decaía sutilmente.
-Yo estaré bien si tú estás bien. – Dijo Candy intentando levantar su ánimo para que él estuviera seguro que debía ir con los suyos.
-¡Dios, eres maravillosa Candy! – Dijo Anthony besando su rostro en repetidas ocasiones. – Te prometo que volveré lo antes posible. – Le dijo una vez más y Candy sonrió segura de ello.
-Solo no te enamores de otra joven por favor… - Le dijo a modo de súplica, una súplica que demostraba el temor que sentía de saber que tal vez encontraría a una joven de su misma clase, hermosa y elegante, imaginando a cualquiera como una joven tan hermosa y elegante como era Cassie. Anthony sonrió con ternura al descubrir el temor de Candy, tomó su rostro entre sus manos y besó la punta de su nariz.
-Te aseguro que eso es imposible. – Le dijo nuevamente, acercándose a ella una vez más para besarla apasionadamente.
El beso que surgió entre ellos era víctima del temor de Candy de que él se fuera y se olvidara de ella y el de Anthony era provocado por el amor y el deseo que tenía por la rubia, un amor tan fuerte que había nacido en su corazón y que rebasaba todos los límites de la comprensión humana. Candy se entregó a aquel beso sin pensar siquiera en el lugar que estaban, permitiéndose sentir y que sintiera su boca devorando la de ella, apropiándose completamente de sus labios atrapados entre los suyos, buscando con su lengua tener acceso a su interior.
Candy separó sus labios a pedido de la lengua de Anthony, quien con sutileza los lamía buscando entrar en ella y saborear el interior de su dulce y cálida cavidad bucal. Candy sin pensarlo dio el permiso a ese acceso y Anthony la introdujo con anhelo, buscando en su interior la de ella para comenzar a acariciarla. Aquella caricia provocó un estremecimiento en el cuerpo de Candy, un estremecimiento que llegó hasta la punta de sus orejas, sintiendo un calor delicioso que se apoderaba de su cuerpo y la obligaba a cerrar sus labios al no saber cómo interpretar lo que estaba sucediendo dentro de ella.
-¡Lo siento! – Dijo Anthony verdaderamente arrepentido de lo que había hecho, jamás se había atrevido a tanto y jamás había sido su intención intentar propasarse con ella. – ¡Te juro que no sé qué me sucedió, Candy! – Decía avergonzado por creer que ella le reprocharía por su atrevimiento.
-No… - Dijo Candy con el rostro totalmente enrojecido por el deseo que se había apropiado de su cuerpo, algo que también se había apoderado de Anthony, quien tenía la respiración agitada, el corazón palpitando de gozo y la parte baja de su cuerpo en total rigidez. – Está bien… yo… - Decía apenada porque ella había dado su consentimiento para que él penetrara su boca.
Anthony la miró con ternura, sus ojos poco a poco volvían a su estado natural, ya que habían permanecido dilatados víctimas del deseo que había despertado súbitamente en su interior. El cuerpo de Anthony también regresaba a su posición original, algo que solo él había sido testigo de que había sucedido, gracias al abrigo que llevaba puesto había impedido que Candy se diera cuenta y se formara una mala impresión de sus intenciones.
-Te llevaré a tu casa. – Dijo Anthony aun avergonzado con su proceder. Candy asintió estando de acuerdo en no volver a tocar el tema, sin embargo el camino hacia el departamento de la rubia fue en silencio, pero un silencio en el cual ambos iban repasando las emociones que aquel beso había despertado en sus jóvenes cuerpos.
Anthony era un joven lleno de ímpetu y vigor, un joven que toda su vida había respetado a las mujeres y que jamás había compartido una experiencia carnal con ninguna dama, jamás había sentido ese despertar sexual en su cuerpo a pesar de haber tenido una que otra vez algún sueño húmedo que si bien no tomaba forma con alguna mujer, desde que se había puesto de novio con Candy estos habían tomado su rostro y su cuerpo, pero él sabía que era indecente pensar siquiera en algo como ello, así que simplemente ignoraba las necesidades de su cuerpo e intentaba no pensar en lo que había soñado alguna vez.
Candy por su lado era una joven tierna e inocente y al igual que Anthony jamás había tenido una experiencia tan cercana al deseo como la que acababa de tener momentos antes, preguntándose en su cabeza, qué era esa maravillosa sensación que la había asaltado mientras él la besaba de esa manera tan audaz y atrevida, sintiéndose abochornada con ella misma al desear siquiera repetir una vez más aquel apasionado beso.
-¿Quieres pasar? – Preguntó Candy cuando llegaron al departamento. Anthony asintió aún tímido, tenía en su cabeza el recuerdo vivo de aquella caricia tan maravillosa que se habían dado, beso que no tenía nada que ver con los besos que habían compartido antes, ya que siempre eran castos y puros, los más atrevidos habían sido aquellos que habían compartido detrás de los arbustos en medio de la guerra de nieve que protagonizaban los Cornwell y las Britter, pero no tenían nada que ver con el recién compartido. - ¿Quieres una taza de chocolate? – Preguntó Candy con una linda sonrisa. Anthony la miró embelesado, asintiendo maravillado por las emociones que ella podía provocarle de un minuto a otro.
-¿Con malvaviscos? – Preguntó para aligerar un poco el ambiente, ya que la timidez los había invadido y el rubio no quería que su relación se volviera incómoda por un error de su parte.
-Con malvaviscos. – Dijo Candy dispuesta de ir a la cocina a preparar la bebida caliente.
-Te acompaño. – Dijo Anthony dispuesto a ayudar a la rubia a preparar el chocolate.
Candy aceptó que la ayudara a preparar la receta que la señorita Ponny le había enseñado desde que era una niña pequeña, mientras se daba cuenta que la destreza de Anthony en la cocina no era para nada inútil.
-No sabía que tenías destreza en la cocina. – Dijo Candy mientras esperaba el primer hervor de la leche.
-Tengo muchos talentos. – Dijo Anthony con travesura, acercándose a ella para besar su boca pero esta vez con el mismo recato de antes.
Candy se acercó a él tímidamente y lo rodeó con sus brazos, mientras él la abrazaba por la cintura y la besaba lentamente, llenándose de su sabor una vez más, alargando el contacto de aquel beso suave y sutil.
El sonido de la puerta abriéndose fue el motivo que interrumpió aquel beso, eso y que la leche estaba a punto de derramarse, Anthony fue el que se dio cuenta de ello y con una rapidez envidiable tomó la cacerola de la leche y la llevó hasta el fregadero para evitar que la rubia se quemara.
-¿Estás bien? – Preguntó Candy con preocupación al ver que el rubio se había quemado un poco al tomar las asas del cazo directamente y sin protección.
-Estoy bien no te preocupes, amor. - Dijo Anthony minimizando el ardor de sus dedos.
-Hola… - Se escuchó desde la entrada del departamento.
-Aquí… - Dijo Candy para indicar a Cassie y Annie que estaban en la cocina.
-Buenas tardes. – Dijo Annie con una sonrisa, mientras observaba a los rubios en la cocina. - ¿Qué hacen? – Preguntó la ojiazul acercándose a la rubia cuando vio que esta estaba atendiendo a Anthony.
-Un pequeño accidente. – Dijo Anthony con una sonrisa intentando disculpar su error.
-¿Seguro que estás bien? – Preguntó Candy no muy convencida.
-Estoy bien, princesa. – Dijo Anthony mojando sus manos para minimizar el ardor.
Candy no esperó más, así que de inmediato fue a su habitación por una pomada que minimizara el dolor que Anthony debía tener en sus dedos. Ante la mirada de asombro de Anthony, quien no se esperaba que la rubia se dedicara a curarlo.
-Candy es así… - Dijo Annie con una sonrisa amigable al rubio. – Desde que tengo memoria ella ha cuidado de mí. – Dijo la joven con nostalgia, suspirando al evocar los recuerdos en los que su hermana del alma siempre estuvo ahí para reconfortarla y hacerla sentir mejor.
-¿Se conocen desde pequeñas? – Preguntó Anthony con interés, le gustaba saber todo lo posible de la rubia y si Annie y Cassie la conocían desde pequeña le interesaba.
-Desde que éramos unas niñas frecuentábamos el hogar de Ponny. – Dijo Cassie de inmediato al darse cuenta que por poquito Annie descubría que no era una Britter de nacimiento, y eso a ella no le convenía, porque de ser así tal vez deducirían que ella era la que estaba como propuesta de matrimonio para el menor de los Cornwell. Anthony puso su mirada en Cassie y después en Annie, quien asintió con timidez.
-¿Es el lugar dónde creció Candy? – Preguntó Anthony al escuchar por primera vez el nombre del orfanato en el que Candy había crecido. Annie asintió con una sonrisa llena de alegría, el recordar el lugar donde había crecido la hacía sentirse muy feliz.
-Creo que esto te hará bien. – Dijo Candy antes de que continuaran con aquella plática.
-Estoy bien princesa. – Dijo Anthony seguro que el dolor pasaría pronto.
-Tu mano… - Dijo Candy extendiendo su mano para que Anthony pusiera la suya y pudiera curarlo. Anthony sonrió a la petición de la rubia y extendió su mano permitiendo que la joven untara sobre sus dedos aquel ungüento que se sintió como una brisa fresca sobre la palma de su mano.
Candy procedió a vendar la mano para evitar que la crema se esparciera por doquier. Anthony la observaba enamorado, maravillado por el cuidado que ponía en él, era tan reconfortante tener a alguien que lo cuidara con ese esmero y devoción con el que ella hacía las cosas.
-¿Qué sucede? – Preguntó Candy al sentir aquella mirada tan profunda sobre ella.
-Serás una madre maravillosa. – Dijo Anthony con una mirada llena de ensoñación, mirada que mostraba el amor tan grande que tenía por la joven enfermera y que con el paso de los días se había ido reforzando cada vez más. Candy abrió los ojos con sorpresa por el comentario del rubio y sus verdes se llenaron de lágrimas, víctima de la emoción al pensar siquiera en que algún día se convertiría en madre.
-Candy es la mejor. – Dijo Annie quien seguía ahí al igual que Cassie. - Bien, ahora hay que terminar el chocolate. – Dijo una vez más Annie, quien ayudaría a Candy a terminar de prepararlo.
-Vamos Anthony. – Dijo Cassie segura de que ella no tenía nada qué hacer en la cocina. – Es más seguro que nosotros estemos en la sala. – Dijo a modo de burla porque creía que al igual que ella Anthony era un completo inútil en la cocina, ninguna de las recién llegadas habían notado que el accidente había sido por el nerviosismo que les provocó la posibilidad de ser descubiertos en su pequeña y romántica demostración de amor.
Anthony siguió a Cassie sin dejar de mirar a Candy, quien aún con las palabras de Anthony en su mente le sonrió con dulzura animándolo a él a continuar con aquella imagen de su novia cuidando a un pequeño ser fruto de su amor.
Poco después el exquisito aroma que desprendía el chocolate inundó el ambiente, llegando hasta Anthony quien olfateaba gustoso por saborear pronto la dulce bebida que su novia preparaba. Candy colocó la taza frente a él y puso algunos malvaviscos, hizo lo mismo para Cassie, Annie y por supuesto para ella, sentándose junto a su novio para conversar los cuatro.
-¿Archie no vendrá hoy? – Preguntó Cassie a la joven pelinegra que estaba sentada a su lado. Annie se sonrojó apenada y bajó la vista casi de inmediato.
-No me dijo nada. – Respondió un tanto tímida, mirando a Anthony para ver si él tenía alguna noticia al respecto.
-Salí temprano de las oficinas, no lo he visto desde entonces. – Respondió Anthony ante la mirada que Annie le había dirigido.
-Entonces creo que no. – Dijo Annie con cierta nostalgia en su voz, extrañaba a su novio, ya no la frecuentaba como antes, el aumento de su trabajo era la principal excusa que él alegaba para justificar que no podía visitarla tan frecuentemente como lo hacía al principio cuando la conoció.
Annie y Cassie se despidieron de Anthony para darles unos momentos de privacidad, la noche había llegado y con ello era la hora de que el rubio se despidiera.
-No quisiera que te fueras… - Le dijo Candy mientras estaban en el marco de la puerta.
-Tampoco quisiera irme amor… - Le dijo Anthony con un suspiro profundo, abrazándola con ternura y protección, acercándola a su pecho para reconfortarla por esa próxima separación. – Te aseguro que volveré antes de lo previsto. – Dijo una vez más el rubio para hacerle ver a Candy que él estaba igual de impaciente que ella.
El portazo de la puerta de enfrente se dejó escuchar y con ello dedujeron que el vecino incómodo había llegado y ellos ni siquiera lo habían notado.
Terry había visto desde que los rubios salían y se quedaban en el marco de la puerta platicando, fue testigo de cómo Anthony abrazaba a Candy y ella se refugiaba enamorada entre sus brazos. El rostro de Candy evidenciaba que realmente amaba al rubio y eso provocó un dolor muy grande en su pecho, jamás había tenido tantos celos de alguien como los había tenido de Anthony, ni siquiera cuando creía que Elisa era la indicada para él.
-Creo que nos vio. – Dijo Candy con timidez, avergonzada de que la hubieran visto en aquella situación tan romántica.
-No hacemos nada malo. – Le dijo Anthony acariciando su rostro, observando como ese brillo que sus ojos desprendían lo atrapaba una vez más. – Nos amamos, y es normal que nos lo demostremos. – Le dijo acercándose a su boca para depositar un beso tierno y suave.
Candy cerró los ojos dispuesta a recibir aquella mágica caricia, permitiendo que Anthony se acercara más a su cuerpo para profundizar un poco más ese beso lento, tierno y puro que le proporcionaba. Las piernas de la rubia se sentían desfallecer, era como si la fuerza que las sostenía se hubiera ido de su cuerpo y la hubiera dejado únicamente a merced de los brazos de Anthony, quien la sostenía con delicadeza y al mismo tiempo firme, disfrutando del calor de sus labios.
-Hasta mañana. – Le dijo Anthony a la rubia antes de volver a besarla.
-Hasta mañana mi príncipe. – Le dijo Anthony con una sonrisa traviesa antes de cerrar la puerta del departamento.
Anthony se quedó de piedra por unos segundos al escuchar la manera en la que ella lo había declarado, tal vez una manera infantil de llamarlo, sin embargo para él ella era su princesa, así que esa tierna forma de declararlo como su príncipe era algo que lo hacía sentirse más feliz.
Caminó por el pasillo pensando que de un momento a otro Terry saldría a retarlo una vez más, sin embargo en esos momentos su corazón bailaba de gozo y no le importaba para nada la existencia del rebelde, ni de que los hubiera observado en ese momento tan íntimo que compartían, lo único importante para él era Candy y el profundo y gran amor que se tenían entre ellos.
Archie estaba preparando todo para su viaje a Chicago, junto con Stear preparaban los últimos papeles que debían firmar para poder cerrar las oficinas por esas dos semanas festivas.
-¿Quedó listo todo lo relacionado con el señor Stevens? – Preguntó Stear a Anthony, quien cerraba en ese momento una carpeta.
-Todo listo. – Dijo Anthony seguro de que ya estaba todo. – Me llevaré todos estos papeles para que en la sucursal de Chicago se actualice toda la información y ver si se puede hacer una reunión en persona para negociar el nuevo contrato. - Dijo el rubio seguro de que debía negociar nuevamente el contrato con los Stevens.
-Es sorprendente ver cómo este hombre a su edad ha llegado a incrementar su fortuna. – Dijo Stear observando los números que veía en la carpeta que Anthony acababa de terminar. – Si comparamos su crecimiento con los últimos cinco años te puedes dar cuenta que los últimos dos años han sido muy fructíferos para él. – Agregó el inventor.
-Tengo entendido que es su hijo el que se está encargando de los negocios. – Dijo Anthony, quien había hablado un par de ocasiones con el viejo vaquero.
-Pues si su hijo continúa así, pronto tendrá más dinero que los Leagan. – Dijo por hacer una comparación entre la fortuna del señor Stevens y la fortuna de los Leagan que conforme pasaba el tiempo iba disminuyendo.
-Tal vez es por ello que la tía abuela desea casar a Elisa contigo. – Dijo Archie quien entraba a la oficina de Anthony y se incluía en la plática. Anthony lo miró con desagrado por la simple mención de Elisa.
-Pues se van a quedar con las ganas las dos. – Dijo Anthony seguro de que así serían las cosas, él no se casaría con Elisa ni aunque fuera la última mujer en el mundo. Stear asintió apoyando a su primo.
-¿Qué sucede Anthony? – Preguntó el inventor al ver que Anthony se dejaba caer con un fuerte sonido de frustración de su boca.
-Que me hubiera gustado pasar la navidad junto a Candy. – Dijo revelando su deseo. Stear lo miró y sonrió porque él deseaba pasar la navidad al lado de Patty, sin embargo los viajes en barco estaban escasos y aún no había podido salir de Inglaterra. – Tengo una idea… - Dijo de pronto, mirando a sus dos primos quienes también lo miraban fijamente, como intentando adivinar qué era lo que pasaba por su rubia cabeza. – Y necesito la ayuda de ambos. – Dijo una vez más.
-Tú dirás. – Dijo Stear dispuesto a ayudarlo como siempre. Archie asentía para indicar que él haría lo mismo.
-Archie necesito que vayas a la mansión y busques en el ático… - Comenzó a explicar Anthony detalladamente lo que necesitaba de aquel lugar, Archie asentía con una sonrisa comprendiendo lo que su primo haría.
-¿Y yo qué quieres qué haga? – Preguntó Stear al rubio.
-Tú vienes conmigo. – Le dijo indicándole que ya era hora de irse. Stear asintió dispuesto a salir de las oficinas junto a Anthony. – Nos vemos dentro de dos horas en el departamento de las chicas. – Dijo una vez más antes de subir a su coche y llevarse a Stear con él.
Candy por su lado había estado todos esos días muy preocupada porque no sabía qué regalarle a su novio, tenía poco dinero porque había enviado la mayoría al hogar de Ponny y aunque no se arrepentía y sabía que Anthony no necesitaba de mucho, ella quería obsequiarle algo en su primera navidad juntos.
El corazón de la rubia dio un vuelco cuando pasó por el frente de una tienda para caballeros y en la vitrina exponían un juego de guantes y gorro que simplemente le encantaron al imaginarlos en su guapo novio. El precio aunque era algo excesivo, podía prescindir de ello para darle ese detalle que quería hacer con motivo de la navidad.
-Sería buena idea dárselos hoy antes de que se vaya. – Dijo Candy pensando entrar a la tienda para adquirirlos. Contó el dinero que tenía en su bolso y para su fortuna podía completar el valor total del artículo. Sonrió con ilusión al pensar que él podría agradecerlo mucho o tal vez también odiarlo, porque recordaba que no era muy afecto de cubrir su cabeza.
Candy caminó hasta su departamento, se había quedado sin dinero para el carruaje y Anthony no había podido ir a recogerla porque estaba preparando todo para su viaje. Suspiró una vez más al recordar que al día siguiente partiría a Chicago, deseó tanto ir con él y aprovechar y ver así a sus dos madres y a los pequeños, pero también sabía que gracias al trabajo que le había conseguido el señor Britter ella podía enviar más dinero para ellas.
-Buen día Candy. – Dijo Annie con una sonrisa. - ¿Cómo te fue? – Preguntó mientras se acercaba a ella para ayudarla a retirarse el abrigo, había notado que llevaba un paquete en sus manos.
-¿Qué es eso Candy? – Preguntó Cassie al ver que la rubia llegaba con una bolsa de un lugar muy exclusivo.
-Es el regalo de navidad para Anthony. – Dijo Candy con alegría, mostrando la emoción en su rostro de poder regalarle algo a su novio.
-Debe de haberte costado una fortuna. – Dijo Cassie reconociendo que la marca que lucía el empaque no era económica.
-Estaban en especial. – Mintió la joven enfermera para no delatarse en que había gastado de más ese día. – Pero no me alcanzó para envolverlo. – Dijo una vez más rascando su nuca afligida.
-No te preocupes. – Dijo Annie con una gran sonrisa. – Yo te puedo ayudar con eso. – Dijo corriendo a su habitación para traer consigo una pequeña caja, telas y listones.
-¡Gracias Annie! – Dijo Candy con evidente emoción.
-Mujer preparada vale por dos. – Dijo Cassie con una sonrisa y con la misma emoción de las otras dos jóvenes.
-Lo que sucede es que también acabo de envolver el regalo de Archie. – Dijo la joven con timidez, segura de que podría dárselo también antes de que se fuera de viaje.
-Yo necesitaré este. – Dijo Cassie tomando un listón de los que había llevado Annie, para después salir corriendo a su habitación. Candy y Annie se miraron divertidas, imaginándose que ella también estaba preparando algo para el actor.
-Iré a bañarme y cambiarme y volveré para elegir la envoltura. – Dijo Candy dejando a su hermana del alma con una gran sonrisa en su rostro.
Momentos después Candy salía con un vestido rojo a cuadros, sus botas y el cabello recogido en una coleta baja, dispuesta a elegir el color que se vería más bello para el regalo de su príncipe.
-Creo que este será el mejor. – Dijo eligiendo un pedazo de tela azul, el mismo tono que le recordaban sus ojos y un listón gris para que resaltara. Annie asintió segura que era la mejor opción.
-Se verá muy bien, Candy. – Dijo Annie ayudando a la joven enfermera al darse cuenta que no era su fuerte hacerlo. – Creo que lo tuyo es vendar a los enfermos. – Dijo Annie con cierta diversión en su voz, comenzando a reír por el gesto que la rubia le dedicaba.
-Tú eres buena para las manualidades, Annie, por eso eres diseñadora, yo en cambio no sirvo para ello. – Dijo Candy con naturalidad, sin sentirse ofendida por la pequeña burla de Annie.
-Listo. – Dijo Annie terminando de ajustar el moño para que quedara al centro de la caja. – Anthony quedará encantado con el regalo. – Le dijo Annie con sinceridad. Candy sonrió y miró a su amiga agradecida.
El timbre de la puerta sonó en esos momentos y tanto Candy como Annie se miraron sorprendidas, la hora no era en la que alguna de ellas esperara a sus respectivos novios, sin embargo la rubia se levantó de su asiento y fue a abrir la puerta mientras Annie se dedicaba a esconder el presente.
Cuando Candy abrió, sus ojos se expandieron llenos de sorpresa al encontrar en el pasillo a su novio, cargando un pequeño pino navideño junto con Stear, quien sostenía el lado del tronco.
-¿Podemos pasar? – Preguntó el rubio con una hermosa sonrisa. La mirada de Candy se conmovió emocionada por el hermoso detalle que había tenido su novio.
-¡Adelante! – Dijo Candy con emoción haciéndose a un lado para que Anthony entrara con el pino.
Archie venía detrás de ellos cargando una gran caja, en la cual llevaba todos los adornos necesarios para decorar el pino.
-¡Annie, Cassie! – Gritó la rubia visiblemente emocionada, para que entre las tres movieran el sofá que estaba junto a la ventana.
-¡Un árbol! – Gritó Cassie con emoción cuando al salir de su habitación sus ojos se desviaron al pino que cargaban los chicos, mientras el ambiente se llenaba de un intenso olor a abeto fresco.
Con la ayuda de Stear y Archie, Anthony paró el árbol en el espacio que habían hecho las chicas y una vez que este estuvo de pie volteó a ver a Candy, quien lo miraba totalmente enamorada y maravillada por tan bella sorpresa.
-Feliz navidad, pecosa… - Le dijo con una linda sonrisa, sonrisa que una vez más derritió las piernas de Candy.
-Feliz navidad mi príncipe. – Dijo Candy con una radiante sonrisa, acercándose a él para abrazarlo con fuerza.
-¡Chiflando y aplaudiendo! – Dijo Stear con gracia al ver que los rubios una vez más se perdían en su burbuja.
La risa de los demás se escuchó entre las miradas apenadas de los rubios, quienes se miraban cómplices por haber sido interrumpidos.
-Hay que decorar el árbol. – Dijo Archie mostrando la caja a su novia, quien al igual que Candy miraba a Anthony enamorada, ella lo miraba a él. Archie le sonrió y la invitó con solo una mirada a ayudarlo en la decoración.
Con la ayuda de todos, pronto el árbol estaba adornado, el ambiente se sentía más cálido de lo común y los seis jóvenes se sentaban dispuestos a compartir la cena que Annie había preparado mientras los demás terminaban la decoración.
-¿Lo hiciste todo sola damita? – Preguntó Archie sorprendido por las habilidades culinarias de su novia. Annie asintió tímida.
-Annie es una excelente cocinera. – Dijo Candy alabando a su hermana del alma, quien se sonrojaba una vez más por que la atención estaba puesta sobre ella.
-¡Que rico! ¡Tengo mucha hambre! – Dijo Stear frotando sus manos, el haber ido a buscar el árbol de navidad le había abierto el apetito, sobre todo el llevarlo cargando hasta el piso donde se ubicaba el departamento de las jóvenes. - ¡Delicioso! – Dijo Stear probando el estofado que Annie había preparado en cuestión de dos horas.
-Es algo improvisado… - Dijo un tanto apenada porque las patatas todavía no salían del horno.
-No te preocupes damita, todo es perfecto. – Dijo Archie seguro de que así era, mirando a su novia sintiendo una vez más ese remordimiento que tenía en su alma, porque a pesar de que la joven tenía tantas cualidades, él simplemente no podía dejar de pensar que su corazón no estaba del todo con ella.
Cuando terminaron de cenar, Candy se puso de pie ante la mirada de Anthony, quien la seguía fijamente sin perder uno solo de sus movimientos.
-Tengo un regalo para ti Anthony. – Le dijo una vez que regresó de su habitación.
Annie se levantó e hizo lo mismo que la rubia y ante la sorpresa de Archie, mostró el regalo que había hecho especialmente para él.
-También yo te traje algo. – Dijo Anthony sacando de su saco una pequeña caja con un moño de seda envuelto.
-Pero yo no te traje nada, Annie… - Dijo Archie con timidez al ver que su novia se había esforzado por obsequiarle algo y a él no se le había ocurrido que podría darle un obsequio antes de irse a Chicago.
-No importa. – Dijo Annie comprensiva, sonriendo frente a él mientras extendía la gran caja que tenía para él. Archie por primera vez después de mucho tiempo la miró con admiración. Ella era tan noble y tan buena y no esperaba nada de él, eso lo hizo sentirse más ruin de lo que se sentía. - Lo hice con mis propias manos. – Dijo Annie para animar a Archie a abrir primero el regalo.
Archie se dedicó a abrir el regalo y a pesar de tener emoción por saber qué era lo que había hecho para él, el mismo remordimiento que tenía lo hacía ser torpe en sus movimientos. Sacó un hermoso traje de su interior, estaba confeccionado con las más finas telas que poseía la joven y relucía los últimos toques de la moda, Annie sabía que Archie era admirador de la moda y sabía que le gustaría.
-Es hermoso Annie. – Dijo Archie avergonzado por no haberle obsequiado nada.
-Ahora abre el tuyo. – Dijo Candy con la emoción de una niña pequeña. Anthony le sonrió y se permitió abrirlo antes que ella, solo porque quería ser él el que le pusiera aquel regalo que había elegido para ella.
Anthony abrió la caja que cuidadosamente había sido envuelta para él y mientras sonreía, veía a una Candy sonreír llena de felicidad.
-¿Te gusta? – Preguntó impaciente una vez que sacó el gorro y los guantes de su interior. Anthony sonrió con nostalgia por reconocer el esfuerzo que había hecho su novia para obsequiarle algo tan costoso.
-Princesa… no debiste…
-No te gusta… - Dijo Candy con desanimo, creyendo que las palabras de Anthony eran porque no le había gustado su regalo.
-No es eso, pecosa… - Le dijo Anthony levantando su rostro con ternura. – Es solo que debe haber costado una fortuna y no era necesario que lo hicieras… - Candy seguía con su rostro triste por el regaño que recibía. – Me encanta… - Le dijo suspirando con ternura. – Es el regalo más valioso que me han dado en la vida... - Le dijo dispuesto a no seguirle reprochando su innecesario derroche de dinero. Candy sonrió al escuchar las palabras de Anthony y sus ojos volvieron a brillar con emoción.
-¿De verdad? – Preguntó Candy con esa magia que tenían sus ojos cuando estaban felices. Anthony la miró maravillado, enamorado, embelesado con la belleza de la joven.
-De verdad, amor… - Le dijo olvidándose de todos por un segundo, para darle un tierno beso en su frente. – Gracias, te prometo que los conservaré toda mi vida. – Le dijo como promesa, mientras la rubia tomaba el gorro y se lo ponía para ver cómo le quedaba.
-Te ves guapísimo. – Dijo Candy al probarle el gorro de color café que resaltaba entre sus rubios cabellos.
-Ahora abre el tuyo Candy. – Dijo Cassie con emoción, a ella le gustaban los regalos. Candy abrió los ojos llenos de ilusión y con la mirada de aprobación de Anthony, comenzó a abrir su regalo.
-¡Es hermoso! – Dijo Candy una vez que había abierto su regalo, el regalo era una cadena con una medalla con la imagen de la virgen rodeada de pequeños y diminutos diamantes, un regalo que a pesar de ser costoso lo que lo hacía valioso para Candy era de quien venía.
-¿Te gusta? – Preguntó Anthony al ver que la rubia sonreía feliz. Candy asintió segura de que le gustaba aquel regalo tan especial.
-Es para que siempre te cuide. – Le dijo Anthony mientras la tomaba entre sus manos y la giraba para ponerla en el cuello de la pecosa.
La mirada de Candy se iluminó agradecida con su novio, perdiéndose una vez más en esa magia que desprendía su fuerte y dulce amor.
Después de la entrega de regalos, cantaron algunos villancicos y antes de despedirse, Anthony llevó a Candy hasta la ventana y ahí entre sus brazos la hizo mirar hacia la estrella más grande y brillante en el firmamento.
-Te prometo que en plena noche buena, estaré observando esta estrella y a través de ella te llegará todo mi amor. - Le dijo Anthony a la pecosa, quien sonrió conmovida por sus palabras.
-Y yo estaré pendiente de recibirlo, mi príncipe. - Le dijo Candy con una sonrisa que cautivaba una vez más a su novio.
Cassie llegó hacia ellos y les ofreció una taza de chocolate con malvaviscos, aquella bebida caliente que habían bebido juntos por primera vez y que se convertía en un símbolo importante de su relación, era algo que habían hecho suyo y que amaban compartir.
Continuará…
Y llegamos hasta aquí por el día de hoy, espero que les haya gustado este capítulo, desafortunadamente es hora de regresar a Chicago, y aunque es solo temporal no evita que los rubios se sientan tristes por la separación, esperemos que todo salga bien para ellos.
AGRADECIMIENTOS ESPECIALES
TeamColombia:
Hola hermosas! sabía que les gustaría el capítulo anterior, sobre todo porque por fin se declararon sus sentimientos, ahora sí ha pasado un lapso considerable de tiempo porque ya navidad está cerca por consiguiente el año nuevo, así que ellos ya tienen varias semanas disfrutando su burbuja de amor.
Les mando un fuerte abrazo amigas y como siempre espero sus comentarios.
Mayely León:
Hola hermosa, espero que estés muy bien. Creo que Terry a pesar de tener un carácter de los mil demonios no actuaría con algo tan bajo, creo que siente que tiene todo lo necesario para pelear el amor de Candy limpiamente, el detalle es si Candy quiere dar esa mínima oportunidad para que él luche, porque yo creo que hasta ahorita no ha sido así.
Amiga, te mando un fuerte abrazo, saludos!
gidae2016:
Hola! Sí! por fin ya son novios! yey! esta parejita estaba esperando una oportunidad y entre guerritas de nieve y carreras de trineos se dieron la oportunidad para declararse a pesar de que por poquito le arruinan el plan al rubio jijiijiji.
Creo que alguien que siempre estará de su lado es Albert, él también debe haber sentido la presión de la tía abuela en sus años mozos.
Amiga, te mando un fuerte abrazo, muchas gracias por leer y sobre todo por comentar.
María José M:
Hola hermosa como siempre me alegra que te estés portando bien, aunque tengas de pronto la intención de deschongarte jajaja.
Se de qué imagen hablas! fíjate que precisamente hace unos días la vi en Pinterest y no pude evitar dejar mi comentario al verla jajajaja.
Por suerte esta vez Stear también puede presumir que uno de sus inventos funcionó a la perfección y que Anthony la destruyó jajaja. También creo que Anthony se merece todo, es un personaje perfecto y lleno de amor para repartir, sobre todo a Candy.
Amiga, te mando un fuerte abrazo, gracias por leer y sobre todo por comentar. También deseo que todo mejore.
Rose 1404:
Hermosa, que alegría saber que están muy bien los tres! o cuatro! porque también tu pareja cuenta en la ecuación jajaja. Mis deseos van de todo corazón te lo aseguro.
Alexander! me encanta ese nombre! en verdad sería un honor que le pusieras así a tu pequeño, así sería tocayo del mío jajajaja solo con una ventaja de 21 años jajaja. Ambos nombres para niña están muy lindos, espero que elijas el que más te agrade. Fíjate que me sorprendiste al decidir saber el sexo del bebé hasta que nazca, justo como fue en la época de mi mamá y mi suegra, a mí ya me tocó que me decían qué sería y nunca pedí que fuera sorpresa, pero algo si te puedo decir, no sé si a todas nos pase, pero yo sentí el sexo de cada uno de mis hijos, cuando me decían en el ultrasonido yo ya estaba segura de lo que sería, tal vez pueda sucederte a ti. ¿Qué sientes que es?
Me alegra que te haya gustado el capítulo anterior, te confieso que me gustó mucho escribirlo y fue uno de mis favoritos, espero que este también te guste a ti.
Amiga hermosa, te mando un fuerte abrazo!
Julie-Andley-00:
Hola amiga, me alegra que te haya gustado el capítulo anterior, muchas gracias por leer y sobre todo por dejarme tu comentario. Te mando un fuerte abrazo!
ViriG:
Hola hermosa! que gusto leerte! Me entristece leer que tienes algún problema de salud, espero que estés mejor y que todo haya sido pasajero.
Definitivamente Stear y Cassie se divierten mucho! ya te imaginarás los gestos de Stear cuando Anthony le destruye su preciada catapulta, siempre listo para inventar y no lo dejan pues.
Efectivamente que se prepara la tía Elroy porque su petición quedará una vez más en el aire, hay que esperar a ver cómo reacciona la vieja.
Creo que el remordimiento de Archie es mayor a lo que creemos, no se siente a gusto por haber estado a punto de cortejar a Candy, sin embargo la rubia lo paró en seco y eso es lo que no permite ver a Annie de frente.
Anthony dice todo con la mirada! imagínate esa mirada azul y profunda que posee! y más que los primos se entienden con un momento que se ven! Dios Candy tan suertuda de tenerlo tan enamorado.
Mil gracias por tus buenos deseos amiga, deseo de todo corazón que se te multipliquen todos y cada uno de ellos.
Te mando un fuerte abrazo!
Guest:
Hola hermosa, gracias por apurarme jijijjiji. Te mando un fuerte abrazo.
Muchas gracias a todas y cada una de las personas que leen en forma anónima, gracias por ese interés silencioso que muestran en cada actualización y mil gracias más por dejarme llegar hasta su pequeño rincón de lectura. Dios las bendiga!
GeoMtzR
26/10/2024.
