Muy buenas tardes hermosas, espero que estén muy bien, muchas gracias por estar aquí, espero que este capítulo sea de su agrado.
Les recuerdo que los personajes no son de mi propiedad, las historia es completamente mía y no es para menores de edad.
GRACIAS POR COMPRENDER.
DESTINO
CAPÍTULO 18
Mientras Anthony y sus primos se la pasaban buscando la manera de alejarse de los Leagan, Candy iba a trabajar con muy poco ánimo, extrañaba mucho a Anthony, sobre todo a la hora de salida cuando él llegaba por ella y decidían irse a caminar lento o pasear románticamente en carruaje por la ciudad.
-¿Qué estarás haciendo, Anthony? ¿Pensarás en mí? – Se preguntaba la pecosa con grandes suspiros.
-Vaya, creo que ni siquiera pelear un poco te anima hoy. - Dijo Terry al ver a la enfermera sumida en sus pensamientos.
-Hola Terry. – Saludó Candy con una sonrisa de lado y con poco ánimo.
-Me emociona tu ánimo. – Dijo el rebelde intentando hacerla sonreír.
-Disculpa, no estoy de ánimo para pelear contigo esta vez. – Dijo Candy segura de que su ánimo no era el mismo desde la partida de su novio.
-Ya veo. – Dijo Terry con cierto rencor en su vientre.
-Te veo después. – Dijo Candy acelerando su paso mientras miraba que en la puerta de Terry, Susana estaba esperándolo. Terry la miró sin comprender el motivo de su huida. – Te está esperando tu novia. – Le dijo para que él se diera cuenta de ello.
-No es mi novia. – Dijo Terry seguro de que así era. - Es solo una amiga. – Agregó una vez que advirtió que la mirada de Candy era de perspicacia.
-Pues te espera tu "amiga". – Dijo Candy con travesura y corrió hasta su departamento.
-¡Oye! – Le gritó Terry antes de que entrara a su departamento, sin embargo la rubia no respondió y se metió no sin antes saludar a una tímida Susana. - ¿Qué es lo que quieres ahora, Susana? – Preguntó Terry con molestia.
-Tú me pediste que viniera. – Respondió Susana sintiéndose afectada por la manera en la que este la cuestionaba. Terry suspiró con fuerza, era verdad él le había pedido que fuera a visitarlo, pero con tener a Candy unos momentos frente a él se había olvidado de todo, sobre todo al comprender que por haber citado a la actriz había perdido valiosos minutos para charlar con la pecosa.
-Entra. – Le dijo como si no tuviera más remedio. – Espérame en la habitación. – Le dijo una vez más antes de dejarla dentro y salir de nuevo hacia el departamento de enfrente.
Se acercó al departamento de Candy y con cierto nerviosismo tocó a la puerta, no pasó mucho que la puerta se abrió y Cassie lo recibía con una tierna sonrisa.
-¡Hola Terry! – La joven lo saludó con gusto, sus ojos se iluminaban al verlo de pie frente a ella, pero la mirada de Terry se desviaba víctima de la incomodidad que sentía al tener a aquella joven tan interesada en él, cuando él lo que buscaba era una sonrisa pero de la otra rubia. – ¿Qué se te ofrece? – Preguntó Cassie con emoción.
-Vine a… ¿Tienes azúcar? – Preguntó casi de inmediato, mientras con su mirada inspeccionaba lo que alcazaba a ver del departamento. Cassie lo miró confundida por la pregunta.
-Claro que sí, pasa… - Le dijo haciéndose a un lado para que entrara mientras ella le llevaba lo que necesitaba.
-¿Estás sola? – Preguntó Terry como si no supiera que Candy acababa de llegar. Mientras veía el hermoso árbol de Navidad que había llevado Anthony días antes.
-No. – Respondió Cassie desde la cocina. – Annie está en su habitación creando nuevas cosas y Candy creo que acaba de llegar. – Dijo con inocencia. Terry asintió agradeciendo el frasco que le daba con azúcar. – Ya sabes, sigue triste porque su novio no está. – Dijo una vez más la rubia de ojos azules.
-No sé qué le ve, si ella fuera mi novia no me hubiera ido a pasar fechas tan importantes lejos de ella. – Dijo Terry visiblemente molesto por lo que decía Cassie.
-Anthony es un chico muy guapo. – Dijo Cassie con timidez, recordando que efectivamente Candy había tenido también mucha suerte en encontrar a alguien tan bueno y tierno como el rubio. – Además de detallista, él trajo el árbol de navidad para adornarlo y decorarlo y así poder celebrar la navidad juntos, fue un noche muy linda y... – Agregó la ojiazul con una sonrisa tierna al recordar el detalle que Anthony había tenido con la hermosa enfermera.
-¿No me digas que también te gusta? – Interrumpió el actor acercándose de manera peligrosa al rostro de la joven, quien de inmediato se tensó por la pregunta hecha, intentando desviar la evidente atracción que la joven sentía por él.
-No… claro que no… - Dijo con nerviosismo, sintiendo que su corazón latía a mil por hora por la cercanía de aquel atractivo joven.
-Pues tu nerviosismo indica lo contrario. – Dijo Terry con malicia, haciéndola enredarse en su juego de palabras.
-¡Por supuesto que no! – Dijo Cassie un tanto ofendida con él, reprochándole con la mirada a punto de llorar por su falta de atención para con ella. - ¡Eres un tonto, Terry! – Le dijo abriendo la puerta para que este saliera de su departamento y cuando así lo hizo, estampó la puerta con tanta fuerza que el actor brincó sorprendido por su reacción.
-Vaya, me parece que ese rubio desabrido hace suspirar muchos corazones todavía. – Dijo Terry con diversión, creyendo que la reacción de la chica era porque estaba enamorada en secreto del novio de su amiga, queriendo negarse a la posibilidad de que ella tuviera algún interés en él.
-¿Qué sucede Cassie? – Preguntó Candy, quien al escuchar que cerraron la puerta con tanta fuerza no pudo evitar salir de su habitación, lo mismo que Annie, quien había también escuchado.
-¡Es un idiota! – Dijo Cassie retirándose a su habitación para poder llorar a gusto.
-Creo que vino Terry. – Dijo Annie, quien había escuchado la voz del actor, pero al sentir temor de él no se había atrevido a salir de su habitación.
-¿Qué te hizo Cassie? – Preguntaba Candy en la puerta de su habitación.
-¡Nada Candy! – Decía la rubia llorando con vergüenza con tan solo pensar que Candy creyera que ella estaba enamorada de Anthony.
Candy se tomó la libertad de entrar a la habitación de su amiga, no podía dejarla en ese estado de ánimo y aunque no había llamado a la puerta de todas formas entró.
-¿Qué sucede Cassie? – Preguntó Candy con el corazón encogido al ver a Cassie llorando con tanto dolor.
-¡No es verdad, Candy! – Le dijo Cassie de pronto, con mirada de súplica a la joven pecosa. Candy la miró sin comprender.
-¿Qué es lo que pasa? ¿Qué no es verdad? – Preguntaba Candy acercándose más a ella. Cassie se arrojó a sus brazos y lloró con bastante pena.
-Terry me dijo que si yo estaba enamorada de Anthony… ¡Te juro que eso no es verdad! – Dijo Cassie queriendo que Candy le creyera lo que decía, ella no había confesado a ninguna de sus amigas que su interés por Terry era genuino, y la ingenuidad de la joven la hacía creer que nadie sabía nada respecto a sus sentimientos.
-Cassie… - Dijo Candy con un vuelco en su corazón, ella sabía que Cassie estaba enamorada de Terry, sin embargo por un segundo le asaltó la duda por la cual Terry le había dicho eso a su amiga.
Cassie comenzó a relatar lo que había sucedido momentos antes y la plática que había sostenido con el rebelde, haciendo que la rubia frunciera el ceño al saber él que ella acababa de llegar.
-Cassie… tú estás enamorada de Terry ¿No es así? – Preguntó Candy con cierto tiento en su voz. Cassie se despegó de la pecosa y la miró a los ojos. Asintió avergonzada.
-¿Cómo lo sabes? – Preguntó con pena. Candy sonrió con ternura.
-Eres tan transparente… - Le dijo Candy con alegría, sabía bien que su amiga no había estado enamorada de Anthony, pero el bruto de Terry como siempre quería molestar a alguien. – Incluso Annie también lo sabe. – Dijo Candy con diversión. Cassie miró a Annie, quien había entrado momentos después para ver cómo se sentía.
-Pero él está enamorado de ti, Candy... – Dijo Cassie segura de ello.
-Eso no es verdad, Cassie. – Dijo Candy con una sonrisa incrédula. - ¿Quién querría salir conmigo teniendo a una joven tan hermosa y elegante como tú, Cassie Britter? – Preguntó la pecosa con el ánimo que siempre mostraba para ayudar a los demás.
-Tengo una lista larga… - Dijo la joven con una sonrisa y un poco más animada.
-Terry no me conoce, Cassie... – Dijo Candy una vez más. – Además yo estoy con Anthony y nos vamos a casar, estamos enamorados. – Decía la joven segura de ello. – Nosotros nos amamos y nadie podrá separarnos. – Decía la rubia con una sonrisa de enamorada, evocando en su interior el recuerdo de su amado príncipe.
-Tienes razón, Candy. – Dijo Cassie con mayor tranquilidad, ella misma era testigo del amor que se profesaban los rubios, era un amor tan fuerte y genuino que no podía deshacerse tan pronto, mucho menos por un capricho que ella creía tenía Terry por la joven enfermera.
-Además, si Terry no se da cuenta de tu valor y belleza, es que realmente no vale la pena. – Le dijo la rubia callando que una vez más había visto a Susana en su departamento.
Candy sabía que Terry tenía a esa "amiga" que ocasionalmente venía a calentarle las sábanas, porque la joven salía a veces muy temprano por la mañana como si quisiera esconderse de todos, pero gracias a que ella entraba muy temprano al hospital, habían coincidido más de una vez en el ascensor.
El consuelo llegó poco a poco a Cassie, quien miraba a sus amigas agradecida por que estuvieran con ella y sobre todo por guardar aquel secreto que ella creía salvo en su interior.
Anthony entraba después de su tío Albert al despacho y este le indicaba que se acomodara frente a él, sabía que tenía algo que decirle, su mirada era otra y él debía averiguar el motivo de su repentino cambio.
-Y bien… - Dijo Albert mirando a Anthony fijamente. - ¿Quién es la joven? – Preguntó para sorpresa del rubio, quien abrió sus ojos con sorpresa.
-¿Cómo lo sabes? – Preguntó Anthony sin poder evitar sonreír ante el recuerdo de su amada, y al ver que su tío comenzaba a cuestionarlo, cuando él creía que el sorprendido sería otro.
-Tu cara lo dice todo. – Dijo Albert feliz de ver a Anthony enamorado o por lo menos ilusionado. – Tienes un brillo muy particular en tus ojos, puedo ver felicidad, alegría, puedo detectar una emoción que jamás había visto en tus ojos. – Decía Albert seguro de lo que había visto en su sobrino con tan solo verlo unos momentos. Anthony sonrió una vez más. – Y ahí está otra vez… - Dijo Albert con una sonrisa alegre. – Antes tus ojos reflejaban soledad, tristeza, vivías por vivir. – Decía el mayor con tristeza, reclamándose porque él no podía hacer nada para aliviar las heridas de su corazón.
-Tienes razón tío. – Dijo Anthony aceptando que su tío había adivinado. – Estoy enamorado profundamente. – Dijo una vez más, sin poder ocultar la sonrisa que se reflejaba en su rostro.
-¿Y cómo se llama la afortunada? – Preguntó Albert para saber más de ella.
-Se llama Candy, Candy White… pero creo que el afortunado soy yo tío. – Dijo el menor con seriedad, Albert lo miró buscando que le explicara sus palabras.
-Bueno creo que eso depende del punto de vista de cada quien. – Dijo Albert seguro de que cualquiera que fuera la chica que hubiese enamorado a su sobrino, debería considerarse realmente afortunada. – White… - Dijo pensativo, como buscando en su mente algo que le dijera con respecto al apellido de la dama que había atrapado el corazón de Anthony. – No recuerdo a ninguna familia con ese nombre… - Agregó Albert como buscando en sus memorias una vez más, abrió el cajón de su escritorio e hizo una anotación.
- ¿Qué pensarías si te dijera que es una chica humilde? – Preguntó Anthony con la misma seriedad de hacia un momento, queriendo saber el terreno que pisaba con la cabeza del clan.
Albert lo miró profundamente y se recargó en su asiento un tanto pensativo, como estudiando el rostro de su sobrino, como si de esa mirada saldría la personalidad de la joven que había robado su corazón.
-Yo no tengo nada en contra de la gente humilde. – Dijo Albert seguro de ello, sin embargo sabía bien que la tía abuela pondría el grito en el cielo al enterarse. – Siempre y cuando ella sea una buena chica y te ame como estoy seguro que tú la amas, lo demás no es importante. - Agregó una vez más, sabía que Anthony era un chico inteligente y que además se había guardado demasiado tiempo para entregar su corazón a quien realmente lo mereciera, así que confiaba en él, pero al ser el hermano menor de su desaparecida hermana, él tenía que estar a cargo de él y asegurarse que todo estuviera en orden.
-Es lo que quería escuchar. – Dijo Anthony con una sonrisa ilusionada, sabía perfectamente que su tío lo apoyaría, pero sobre todo sabía que confiaría en él. – Porque ella es la indicada. – Dijo sobresaltando un poco al mayor.
-¿La indicada? – Preguntó como si no tuviera idea a lo que se refería. - ¿Indicada para qué? – Preguntó Albert una vez más. Anthony lo miró fijamente, sabía que debía decirle a él, era el patriarca del clan y por consiguiente a la única persona que debía anunciar sus planes.
-Para casarme con ella. – Dijo Anthony de pronto ante la sorpresa de Albert, quien no se esperaba esa reacción tan repentina por parte de su sobrino.
-¿Casarte? ¿Qué sucede? ¿Por qué tan pronto? – Preguntó Albert inclinándose al frente del escritorio. Anthony lo miró una vez más fijamente, sabía que no iba a ser tan fácil. – Tienes apenas no sé... qué se yo..., un mes, dos semanas que la conoces ¿Y ya quieres casarte con ella? – Preguntó Albert queriendo saber el motivo por el cual su sobrino estaba pensando en una boda.
-Dos meses… - Respondió Anthony seguro que llevaba la cuenta de cuándo la había conocido. – Tenemos dos meses de relación. – Dijo de nuevo y su rostro demostraba su felicidad. Albert sonrió y lo miró realmente enamorado, le causaba ternura la ingenuidad de su sobrino.
-¿Lo ves? – Preguntó Albert como dándose la razón al insistir que era demasiado pronto.
-No digo que nos vayamos a casar ya… mañana… - Dijo Anthony tranquilizándolo un poco. – Pero sí que voy a formalizar con ella un compromiso, la boda podría ser en uno o dos años. – Con aquellas palabras dio un poco de respiro a su tío.
-Bueno, por lo menos sabes lo que quieres… - Dijo Albert un tanto divertido por su impulsividad, sabía que era el ímpetu de ser joven y querer comerse el mundo a pasos agigantados, él también alguna vez había creído que en cuanto cumpliera la mayoría de edad se casaría, tendría familia e hijos y sería feliz por el resto de su vida, pero al salir de las sombras como el patriarca del clan se pudo dar cuenta que las cosas no eran tan fáciles cómo lo había pensado.
-Tío, Candy es la mujer de mi vida. – Dijo Anthony seguro de ello. – Lo siento aquí en mi corazón, lo siento en el alma, siento que es ella el motivo por el cual elegí ir a Nueva York en lugar de Florida, era ella lo que debía encontrar y te aseguro que ella está igual que yo, de hecho ella creció cerca de Lakewood. – Dijo Anthony recordando que su pecosa había crecido en un orfanato cerca del lago Michigan.
-¿Estás seguro que es ella? – Preguntó Albert de nuevo. Anthony sonrió recordando el último momento que había pasado junto a ella, junto a la ventana y después el beso compartido en la estación del tren lo hizo estremecerse, deseando estar con ella en lugar de estar discutiendo con su tío.
-Jamás había estado tan seguro de algo. – Respondió Anthony con determinación, y eso que el joven rubio siempre había demostrado que todos sus movimientos eran hechos con una seguridad envidiable. Albert lo miró largamente y Anthony le sostuvo la mirada, ambos estudiando cada una de sus reacciones, así como el padre de Albert un día los había enseñado a estudiar a las personas, ambos lo habían aprendido muy bien y ambos sabían lo que estaban haciendo.
-Muy bien… - Dijo Albert para calma de Anthony. – Si ella es la mujer de tu vida yo te apoyo… - Le dijo sincero y con una sonrisa en sus labios. Anthony sonrió agradecido por aquella confianza que depositaba en él. – Pero… ¿Qué harás con la tía abuela? Sabes que ella me ha insistido que la apoye para un compromiso con Elisa. – Preguntó el mayor una vez más. Anthony suspiró tranquilo, sabía que debía hablar con la vieja Elroy antes de que siguiera haciéndose ilusiones con un falso compromiso.
-Hablaré con ella… y también con Elisa… - Dijo Anthony un poco cansado de todo ese circo que se había armado a su alrededor hacía más de un año. – No es justo que ella siga creyendo que seré su prometido. – Dijo rodando los ojos con cansancio.
-Tenía entendido que con ella ya habías hablado. – Dijo Albert, quien recordaba que cuando aún estaban en el colegio él le había dicho que había hablado con Elisa.
-Lo hice. – Dijo Anthony seguro de que así había sido. – Pero Elisa es complicada… - Dijo recordando que ella había llorado frente a él diciéndole que lo esperaría hasta que estuviera listo.
Anthony salió del despacho de Albert y en cuanto lo hizo, el patriarca sacó la nota que había hecho dentro del cajón de su escritorio y tomó la bocina del teléfono pidiendo una llamada a la casa del señor Johnson.
-¿George? – Preguntó al escuchar la voz de su mano derecha. – Necesito que me hagas un trabajo. – Dijo Albert con seriedad. – Es urgente. – Dijo de nuevo, su voz no sonaba para nada tranquila y eso George lo sabía, porque Albert jamás se atrevía a interrumpirlo cuando estaba de vacaciones disfrutando con su familia. – Te lo agradezco… - Dijo de nuevo el rubio colgando la bocina del teléfono para después descansar sobre su silla lanzando un profundo y largo suspiro.
-¿Cómo te fue? – Preguntó Archie con interés, una vez que vio salir a Anthony del despacho de su tío.
-Creo que bien, todo está aclarado. – Dijo Anthony con cierta confianza en su voz, sabía que haber hablado con el patriarca todo sería más fácil para él.
-Ahora te falta lo más difícil. – Dijo Stear señalando con la mirada a Elisa y la tía abuela, quienes venían caminando hacia ellos. Anthony se tensó al ver aquel par de damas juntas, sabía que cuando estaban juntas no dejaban de hacer planes que estaban a su conveniencia.
-Creo que tienes razón, Stear. – Dijo Anthony al ver que los ojos de Elisa comenzaban a bailar al enfocarlo.
-¡Anthony! – Dijo la pelirroja con la voz chillona que poseía. – Quiero que me acompañes a buscar algunos ingredientes para la receta que quiero preparar. – Dijo la morena con una sutil mirada de ilusión. Anthony se quedó por unos segundos asimilando la respuesta que tenía que dar.
-¿Tú cocinas? – Preguntó Stear con cierto sarcasmo en su voz, seguro de que la joven jamás había pisado un momento la cocina.
-He estado practicando. – Respondió Elisa con malestar, mirando a Stear con enojo. Stear arremedó su manera de responder haciendo gestos graciosos, aprovechando que la tía abuela no le ponía atención.
-Lo siento mucho Elisa. – Dijo Anthony seguro de que no tenía interés en ir con ella a ningún lado, no quería que volviera a engañarlo como la ocasión en la que le había hecho perder una hora de su tiempo por ir a buscar una estirpe de rosas que jamás existió. – Pero el tío William me acaba de encomendar una tarea que quiere lo más pronto posible. – Dijo el rubio sin tener otra cosa en mente. – Tal vez Stear esté dispuesto a acompañarte. – Dijo de pronto con un acento de travesura.
-Sí, tal vez Stear pueda acompa… - Dijo el de anteojos con travesura, pero al captar que era él el aludido miró a Anthony con reproche reteniendo su respiración. - ¿Y yo por qué? – Preguntó Stear de mala gana, mientras su hermano aguantaba las ganas de soltarse riendo.
-Porque Anthony tiene una tarea que realizar. – Dijo la tía abuela segura de enviar a Stear acompañando a su nieta. – Archie puede acompañarte también. – Dijo de nuevo la mayor. El rostro de Archie se congeló en su risa cuando escuchó la orden dada por la matriarca.
-Ándale, por chistosito. – Dijo Stear burlándose ahora él de su hermano. Ahora fue el turno de Archie de mirarlo con molestia.
Anthony sonrió a la tía abuela, sabía bien que la matriarca se había dado cuenta de sus intenciones, para ella no era nada nuevo que no le gustaba pasar tiempo con Elisa, sin embargo a pesar de que tenía la intención de formar un compromiso con la joven Leagan, ella no lo había obligado hasta ese momento a hacer más de lo que estaba dispuesto a hacer.
-Pero tía abuela… - Dijo Elisa quejándose de la orden dada, ella había esperado ir con Anthony al pueblo, tenía planeado pasear con él de la mano por los alrededores de manera romántica y quizá convencerlo de hablar acerca del compromiso que deseaba con él.
-Elisa… - Dijo la vieja Elroy con don de mando, segura de dar a su nieta la orden precisa para obedecerla. Elisa asintió con un profundo coraje en su interior, mirando a ambos Cornwell quienes la miraban con una sonrisa cínica y divertida.
-Está bien tía abuela. – Dijo la joven ya más resignada.
Cuando los tres chicos salían de la mansión, mientras los Cornwell se iban empujando uno al otro para ver quién era el primero en ofrecer su brazo para apoyo de la chica, Anthony se quedaba a solas con la tía abuela, quien lo miraba fijamente como esperando una explicación.
-Tú dirás tía abuela. – Dijo Anthony seguro que obtendría un regaño de la mayor.
-¿Qué no tienes algo qué atender? – Preguntó la mayor con sarcasmo, segura de que Anthony le debía una explicación.
-Puede esperar un poco. – Le dijo Anthony con determinación, sin temor a escuchar el nuevo sermón que venía, últimamente se había acostumbrado a los sermones casi a diario, todo por su negativa a comprometerse con la joven propuesta de la tía abuela. Elroy lo miró hasta cierto punto molesta, pero al mismo tiempo divertida porque sabía que no podía engañarla y Anthony sabía que así era.
-¿Qué has pensado acerca de lo que hablamos antes de irte a Nueva York? – Preguntó la matriarca sentándose en su sillón favorito. Anthony se plantó frente a ella con los brazos detrás de su espalda, mirándola fijamente, deseando que todo fuera un sueño y que su vida no se hubiera detenido a un día antes de su partida. Anthony suspiró profundamente antes de dar la respuesta que evidentemente la vieja esperaba.
-Creo que ya sabes mi decisión. – Dijo Anthony recordándole a Elroy que no había cambiado su postura en los meses que había estado fuera.
-Pero prometiste que lo pensarías. – Dijo Elroy impaciente por obtener una respuesta afirmativa, o por lo menos que le dijera que seguía pensando las cosas.
-Es verdad, lo prometí. – Dijo Anthony seguro que antes de conocer a Candy, había prometido pensar acerca de un compromiso que no deseaba, y a pesar de que sus intenciones jamás habían sido aceptar aquel absurdo compromiso, había dicho a su tía abuela que lo pensaría solo por dejarla tranquila y que lo dejara tranquilo y así viajar sin remordimiento alguno. – Pero las cosas han cambiado tía abuela. – Dijo Anthony una vez más, pensando en la posibilidad de confesar el motivo de ese cambio.
-¿Cambiado? ¿En qué sentido? – Preguntó la vieja Elroy con impaciencia, se estaba cansando de aquella situación.
-Ya no soy el mismo muchacho que se fue hace cuatro meses. – Respondió con seguridad, Elroy abrió los ojos sorprendida y hasta cierto punto divertida.
-Disculpe usted señor Ardlay. – Le dijo en tono de burla y Anthony sonrió también divertido al escucharse a sí mismo.
-Lo que quiero decir, que gracias a estos meses estoy más convencido que nunca que no quiero casarme con Elisa. – Dijo mirando a la mayor fijamente, sabía que aquella aclaración lo metería en problemas con ella.
Elroy se tensó con la respuesta de Anthony, sabía que iba a ser difícil convencerlo de lo contrario, lo conocía muy bien y sabía de su determinación. Anthony no era un chico al que se pudiera manejar tan fácilmente y ella debía aprender a manejarlo con tiento e inteligencia.
-Anthony, yo creo que estás confundiendo la libertad que ahora tienes. – Dijo la vieja Elroy segura del motivo por el cual Anthony no quería comprometerse, su idea era que él no quería casarse aún, lejos estaba de imaginar que tenía intenciones de casarse, sí… pero de casarse con otra chica que no fuera Elisa Leagan. – Es normal que al haber probado un poco la libertad, quieras seguir de esa forma, pero te aseguro que tener una mujer a tu lado te hará feliz. – Decía la matriarca intentando convencerlo de que un hombre en pareja era mucho más feliz y capaz que un hombre solo. Anthony sonrió al recordar a Candy, sus pequeños brazos sobre su cuello lo hicieron sonreír aún más. Elroy notó ese pequeño cambio en su mirada y la asaltó un presentimiento. - ¿O es que quieres decir que has conocido a alguien más allá en Nueva York? – Preguntó la vieja Elroy sintiendo que la ira incrementaba en su interior, sus facciones cambiaron endureciéndose de pronto, apretó el báculo con el que se sostenía y Anthony fue testigo de aquella reacción, sabía bien que el haber conocido a Candy iba a ser un problema para ella.
-He conocido a mucha gente. – Respondió Anthony seguro y convencido de ello, sin delatar a su amada, todavía no era tiempo de hacerle saber a la matriarca sus intenciones.
-¡Sabes muy bien a lo que me refiero, Anthony! – Dijo la mayor golpeando con su bastón el piso de mármol, haciendo que el eco del sonido retumbara en el interior de la mansión. Anthony la miró fijamente, estudiando su reacción, conocía a la tía abuela, sabía que era capaz de tomar cartas en el asunto si revelaba que estaba enamorado y dispuesto a casarse pero no con Elisa.
-He conocido a algunas damas, si a eso te refieres. – Dijo Anthony sin dejar de estudiar sus reacciones. La mirada de Elroy fue fulminante. – Pero ninguna tiene nada que ver con la decisión que tengo acerca del compromiso con Elisa. – Dijo una vez más. – Sabes bien que mis intenciones jamás han sido comprometerme con ella, simplemente porque no mueve nada en mi interior. – Dijo para obligarla a desviarse del tema de Candy, sabía que si insistía y él se molestaba, terminaría contándole todo lo que tenía en su pecho por ella.
-Elisa es una buena muchacha… hermosa... - Dijo Elroy segura de ello. – Sabes que es un poco caprichosa, pero es propio de la edad. – Decía disculpándola una vez más por sus arranques de niña caprichosa.
Anthony pensó en Candy, quien era más joven que su prima y era alguien madura e independiente, una mujer maravillosa e inigualable.
-No tiene nada que ver con su físico, lo sabes muy bien. – Dijo Anthony seguro de que Elisa era una mujer hermosa, pero a pesar de ello no movía nada en su interior. Elroy negó con la cabeza resignada a dejar el tema por el momento.
-Es inútil, Anthony. – Dijo suspirando profundamente. – Te daré el año que me pediste, pero te aseguro que al cumplirse ese plazo no seré tan paciente como lo he sido hasta ahora. – Dijo advirtiendo que su insistencia sería mucha en cuanto pasara el plazo que había prometido dar.
Anthony asintió con una sonrisa y se retiró del lugar, sabía bien que si en ese momento hablaba de Candy, no sería lo más adecuado. Elroy no era como su tío William, y temía lo que ella pudiera hacer en contra de la rubia. Sonrió una vez más al recordar que sus planes tal vez no incluían estar soltero para cuando terminara ese plazo.
Llegó hasta su habitación y se dirigió hasta su caja fuerte personal, busco entre las joyas que tenía guardadas y buscó el anillo de compromiso que su padre había regalado a su madre el día que se comprometieron. Sonrió cuando lo encontró y lo imaginó en el anular de la rubia, estaba seguro que le quedaría perfecto. Lo guardó en su bolsillo para asegurarse que lo llevaría consigo el día que se fuera a Nueva York.
-Tal vez tenga interés en alguien más… - Dijo una voz maliciosa, una voz que salía detrás de ella y que no había advertido su presencia. La silueta del moreno se hizo presente ante ella.
-¿Qué sabes? – Preguntó impaciente a su nieto. Neal sonrió con malicia, quería hablar y revelar todo, pero sabía bien que Anthony y los Cornwell de inmediato lo culparían y se lo harían pagar, y eso no le convenía, no de momento.
-Nada en verdad. – Le dijo Neal con una sonrisa de lado. – Pero es normal que un hombre soltero, joven, con dinero y de buen ver, tenga por ahí algunas aventurillas. – Dijo el moreno como describiéndose a sí mismo.
-¿Aventurillas? – Preguntó la mayor escandalizada. - ¡De ninguna manera! ¡Mis nietos no se fueron a Nueva York para buscar aventurillas! – Dijo levantándose de su lugar, azotando una vez más el bastón sobre el piso, provocando que Neal brincara asustado por su reacción. - ¡Primero son unos Ardlay, y si no saben comportarse los regresaré de inmediato a Chicago! – Dijo molesta con lo mencionado por su nieto.
-Tranquila tía abuela, no es que sea así. – Dijo Neal sorprendido por su reacción, no quería que la vieja Elroy diera la orden de regresarse a Chicago, no le convenía, en Nueva York era más libre, más independiente, había aprendido algunos trucos sucios que lo hacían ganar dinero con más facilidad y al mismo tiempo había descubierto el placer carnal con algunas mujeres de la vida alegre y era un tonto si permitía que lo regresaran a un aburrido y lento Chicago. – Nos la llevamos en las oficinas, Anthony sobre todo. – Dijo para calmar un poco los ánimos de la vieja. – Es solo un comentario… - Dijo seguro de que con una sonrisa la convencería, sin embargo Elroy quedó pensativa del asunto.
Neal la observó fijamente y le sonrió intentando parecer tierno, logrando calmar un poco la impaciencia de la mayor, quien no había reaccionado bien ante la posibilidad de que sus nietos estuvieran divirtiéndose libremente.
-Tía Elroy… - Dijo Elisa una vez que llegó de su viaje con los Cornwell. - ¿Hablaste con Anthony? ¿Qué te dijo? – Preguntó impaciente a la mayor, quien la miró con una sonrisa llena de amor hacia ella.
-Elisa, tienes que aprender a tener paciencia niña. – Le dijo Elroy con una tranquilidad que no sentía en su interior. Elisa la miró suplicante. - Anthony es un chico muy seguro de lo que quiere y hay que convencerlo que lo que quiere eres tú. – Le dijo mientras tocaba la punta de su nariz. Elisa hizo bizcos mirando la punta del dedo de la matriarca.
-¿¡Pero cómo!? – Preguntaba impaciente. – He hecho de todo para que voltee a verme, le he dado celos, me visto con mis mejores vestidos, le sonrió más, he hablado con él de sus aburridas rosas y hasta he intentado ser más… - Dijo callando de pronto ante la posibilidad de revelar que había sido más coqueta y atrevida con otro hombre solo para despertar sus celos. Elroy la miró amenazante para que no hablara de más y se retiró dejándola con el mal sabor de boca.
-Tranquila hermanita. – Le dijo Neal a su hermana, quien estaba con las manos apretadas del coraje, creía que la vieja Elroy no hacía nada para obligar a Anthony a aceptarla como prometida.
-¡Es que no entiendo! – Dijo Elisa molesta a su hermano. Neal la miró fijamente y sonrió con malicia. - ¡Soy una mujer hermosa! ¡Demasiado hermosa! – Decía convencida del error que cometía Anthony en no darse cuenta de ello.
-Lo eres. – Le dijo Neal seguro que su hermana era una joven hermosa, había escuchado comentarios en el colegio por parte de sus amigos y había visto cómo Terry había intentado tener su atención. – Pero hay otro tipo de mujeres que se dedican a embaucar a los jóvenes con dinero como Anthony. – Dijo mencionando con toda la intención de molestar a Anthony, la relación que el rubio tenía con la joven enfermera.
-¿Qué tipo de mujeres? – Preguntó Elisa con preocupación, escuchando a su hermano quien se acercaba a ella con la intención de llevarla a otro lugar donde nadie los escuchara.
-Mujeres más cariñosas… - Dijo Neal intentando no ofender a su hermana.
-Yo puedo ser más cariñosa. – Dijo Elisa un tanto inocente, no comprendía aún las palabras de su hermano, aun cuando ella misma se había pasado de cariñosa en algún momento con el rebelde.
-No ese tipo de cariño. – Dijo Neal con malicia. Elisa lo miró fijamente y comprendió en el acto.
-Te refieres a… - Dijo con cierta pena. Neal asintió. – ¿Anthony tiene algo que ver con una mujer así? – Preguntó escandalizada, le parecía imposible que Anthony fuera de los chicos que buscaban ese tipo de distracciones. – Debemos decirle a la tía abuela. – Dijo la morena con toda la intención de advertir a la vieja matriarca.
-No es nada importante, Elisa. – Le dijo Neal intentando detener a su hermana, no quería que la vieja Elroy se enterara porque así reclamaría a Anthony y este sabría perfectamente de dónde vino la información. – Uno como hombre debe tener cierta experiencia con las damas para llegar al matrimonio. – Dijo Neal sintiéndose orgulloso de la "experiencia" adquirida.
-¡Neal! – Dijo Elisa con cierto asco al descubrir lo que decía su hermano.
-¡Soy hombre, Elisa! – Dijo orgulloso de ello. – Y te aseguro que Anthony también lo es. – Dijo embarrando al rubio. – Y también te aseguro que esa joven no es nadie importante para él, simplemente es un pasatiempo y tú mi querida hermana, no lo eres… - Le dijo para tranquilizarla.
Neal sabía bien que si su hermana hablaba cuando ellos estaban ahí lo delataría de inmediato, así que la convenció de callar por el momento y él se encargaría de hacer que se separaran lo más pronto posible, ya que estaba seguro que el rubio simplemente estaba tan encandilado por la joven enfermera como lo estaba él.
-Por ahora no digas nada. – Dijo Neal una vez más con malicia. Elisa lo miró preocupada. – Elisa, no tienes nada de qué preocuparte, eres una mujer hermosa, elegante, con clase… - Le dijo enalteciendo sus cualidades. - Además sabes que Anthony no es de los que permiten que se les reclame algo... No tienes rival y te aseguro que Anthony pronto se dará cuenta de ello. – Dijo una vez más el moreno. Elisa asintió segura de que así era, ella era muy hermosa y sabía bien que su belleza tarde que temprano convencería a Anthony de aceptarla.
El día de navidad llegó y con ello los adornos en la mansión. El personal se esforzaba por dejar todo impecable, el árbol de navidad era enorme, el muérdago aparecía debajo de las puertas y tanto Anthony como los Cornwell estaban atentos de los lugares en los que se instalaban.
-¿Vienes Anthony? – Preguntó Elisa coqueta, se había vestido de rojo, un color que no le gustaba para nada, sin embargo su hermano le había sugerido que así lo hiciera, así como el peinado que llevaba esa noche, también había sido idea de Neal. Anthony la miró por unos momentos y sus recuerdos viajaron a Nueva York.
-¿Qué estarás haciendo pecosa? – Se preguntaba Anthony con añoranza. - ¿Te acordarás de mí? – Se preguntaba una vez más, sonriendo con nostalgia ante la posibilidad de que no fuese así.
-¡Anthony! – Gritó de nuevo Elisa al ver que el rubio se había quedado de pie admirándola, por un segundo creyó que estaba embelesado con su presencia.
-Disculpa Elisa. – Dijo Anthony con seriedad, regresando su atención a ella. – Me duele la cabeza. – Mintió para evitar que la joven se sintiera mal por ser ignorada.
Elisa estaba impaciente por llamarlo, estaba debajo del marco de la puerta donde colgaba uno de los tantos ramitos de muérdago que habían colocado en la mansión, su intención era que Anthony llegara a su lado y obligarlo a cumplir con la tradición, pero Anthony no se acercaba y ella estaba impaciente por que lo hiciera.
-Anthony ven, te aparté un lugar. – Dijo Stear para salvar a su primo de tremendo lío. El inventor se había dado cuenta del aprieto en el que se encontraba Anthony y estaba seguro de que él ni cuenta se había dado del muérdago que había ahí.
Anthony pasó de largo por el marco de la puerta, dejando a Elisa con las ganas de besarlo. La joven cruzó los brazos y zapateó en el piso, molesta por la intervención de Stear, quien la saludaba de manera chusca y burlona para hacerle ver que lo había hecho a propósito. Archie comenzó a reír por la travesura de su hermano.
-Gracias Stear. – Le dijo Anthony sentándose en medio de él y Archie.
-No tienes que agradecer, pero de seguro no habías visto tremendo adorno en el marco de la puerta. – Dijo Stear señalando con la mirada el muérdago en lo alto de la puerta. Anthony abrió los ojos sorprendido y sintiéndose aliviado por haber sido salvado sin notarlo siquiera.
-Con mayor razón, muchas gracias. – Dijo una vez más Anthony.
-¿Has tenido noticias de Candy? – Preguntó Stear a su primo. Archie escuchaba con discreción la conversación de su hermano y su primo, mirando hacia todos lados para evitar fueran escuchados.
-No he podido comunicarme con ella. – Dijo Anthony frustrado por no haber tenido noticias de su novia a una semana de haber llegado a Chicago.
-¿Y tú Archie? – Preguntó a su hermano, quien abrió los ojos sorprendido por su pregunta.
-¿Yo por qué iba a saber de Candy? – Preguntó Archie nervioso, levantando un poco la voz. La mirada de Anthony y Stear fue de reproche.
-Me refiero a Annie. – Dijo Stear apretando los dientes para que se diera cuenta que estuvo a punto de regarla.
-Ah, Annie… - Dijo con cierta decepción, decepción que notaron los otros dos. – No he tenido tiempo de llamarle. – Dijo con la culpa que sentía en su interior por no querer llamarla, aquel enamoramiento que había sentido por la joven Britter había disminuido al conocer a Candy y aunque sabía que era desleal con ella y con su primo, no podía evitar tener esos sentimientos de culpa y confusión.
-Archie, creo que será mejor que hables con ella en cuanto regresemos a Nueva York. – Dijo Stear seguro que debía aclarar su situación con la joven Britter. Archie asintió suspirando, su sonrisa era triste y Anthony se sintió mal por él.
-Archie ¿Qué sucedió contigo? – Preguntó el rubio para saber los motivos por los cuales su interés por la joven diseñadora había cambiado.
-No lo sé Anthony… - Respondió incapaz de revelar que lo que había pasado, era que una joven de graciosas pecas y ojos verdes cual esmeralda se había cruzado frente a él. – Annie es una joven maravillosa, de buena familia, elegante, y muy hermosa. – Dijo reconociendo las cualidades de la joven.
-¿Entonces? – Preguntó Stear con impaciencia. - ¿No te gusta? – Preguntó una vez más el inventor.
-¡Por supuesto que sí! – Dijo Archie seguro de ello, por supuesto que le gustaba, sobre todo sus piernas, aquellas piernas que había divisado por primera vez sobre la silla de su local, y sus ojos, aquellos ojos tan lindos y azules que lo miraban como si fuera el único hombre sobre la tierra, pero recordaba su timidez, su temor, su falta de carácter y decisión y definitivamente eso hacía que todas las cualidades que la joven tenía se quedaran en el olvido.
-De todas formas, pronto sabrás si es ella o Cassie la que quieren para tú prometida. – Dijo Anthony sin querer hacerlo sentir más mal.
-No quisiera que fuera Cassie… - Dijo Archie suspirando con fuerza.
-Todo puede pasar, recuerda que es mayor que Annie. – Dijo Stear nuevamente haciendo ver a su hermano que ninguna de las dos había mencionado tener un compromiso vigente.
Era cerca de la media noche y Anthony se puso de pie para ir hasta la ventana que daba al jardín, aquella ventana que dejaba ver con mayor claridad el cielo alumbrado por los destellos plateados de la luna. La estrella que había mencionado a Candy noches atrás brillaba como nunca. Sonrió enamorado y pidió a la joven de servicio un chocolate caliente con malvaviscos. La joven asintió gustosa y en pocos minutos llegó con la bebida para el amable rubio.
-Gracias. – Agradeció Anthony con una sonrisa.
Anthony tomó la taza de chocolate y con el suave aroma que desprendía la taza y los bombones blancos derritiéndose encima, le tomó un trago mientras miraba la estrella al mismo tiempo.
-Feliz Navidad, pecosa… - Dijo mirando la estrella fijamente, seguro que a través de ella aquel deseo llegaría directamente hasta su amada Candy.
En Nueva York una joven enfermera que le había tocado trabajar aquel día, estaba sobre la cornisa del hospital, sosteniendo con sus manos frías una taza de chocolate caliente y malvaviscos, sonriendo fijamente a la estrella mencionada.
-Feliz Navidad, mi príncipe… - Dijo casi al mismo tiempo que su amado, segura de que sus palabras llegarían a través de ella a su amor. – Tráelo pronto por favor… - Se atrevió a pedir un deseo, deseo que quedó en el aire frío que soplaba en la azotea del hospital.
Continuará…
Por hoy es todo hermosas, espero que les haya gustado el capítulo, como pueden ver Anthony y Candy se extrañan mucho y el pobre de Anthony ya no sabe qué hacer para alejarse de Elisa, quien como siempre se la pasa acosándolo, creo que es uno de los consejos que no debemos de hacer para atrapar a un hombre jijijiji.
AGRADECIMIENTOS ESPECIALES
TeamColombia:
Hola hermosas! un placer leer sus comentarios, como siempre todas muy bien sincronizadas y desconfiando de Elisa, ¿Por qué será? Albert como siempre decidió apoyar a su sobrino, solo que si tiene miedo porque lo ve muy entusiasmado, vamos a ver para qué llamo a George en sus vacaciones.
Amigas, muchas gracias por leer y comentar, les mando un fuerte abrazo a cada una de ustedes. Espero les haya gustado este capítulo.
gidae2016:
Hola hermosa! ¡Que linda! me encanta que te guste mi manera de escribir y los escenarios que intento plasmar en cada historia, mil gracias por leer de verdad.
Definitivamente Anthony tuvo una idea loca pero hermosa al declararse de esa forma a Candy, ella se sorprendió pero al igual que él tomó el valor para hacer algo diferente.
Jajajaja creo que no serías la única con ganas de escuchar detrás de la puerta, pero como bien dices somos invitadas indirectas jajaja.
Hermosa, mil gracias por continuar con la lectura, te mando un fuerte abrazo y espero que este capítulo te haya gustado.
Rose1404:
Hola hermosa! Me alegra que estén bien, te entiendo perfectamente, pero fue buena tú idea de guardar las cosas que habías comprado, ojalá las puedas utilizar y si no es así, todavía hay tiempo para la nena más adelante jijijijiji.
Efectivamente Alexander es el nombre que utilizo para el primogénito de Anthony y Candy, tengo que aceptar que me inspiré en mi primogénito jajaja.
Hermosa, me alegra que todavía tengas tiempo de leer, puedo asegurarte que pronto esto puede cambiar, pero ojalá que puedas continuar con la lectura y sobre todo con dejarme tu mensajito aunque sea cortito no me enojo jajaja.
Te mando un fuerte abrazo amiga, saludos!
Mayely León:
Hola hermosa! Definitivamente la separación entre los rubios es muy triste, sobre todo para ellos, quienes son los que esperan todos los días convivir, así es el amor jajaja.
Lo dicho Albert es un hombre igual que Anthony, sin prejuicios y consciente de los cambios en el mundo, vamos a ver cómo reacciona más adelante.
Te mando un fuerte abrazo amiga.
ViriG:
Hola hermosa! Como siempre un placer leer tú comentario, gracias por estar aquí pendiente de cada actualización. Estoy bien gracias a Dios, espero tú también estés muy bien y ya mejor de la moquera jajajaa (es lo que siempre queda a lo último y la tos enfadosa)
La escena del tren definitivamente ha sido una de mis favoritas, sobre todo la propuesta, Candy no se lo esperaba, ni Anthony lo esperaba, pero definitivamente esta rubia le mueve sentimientos que lo hacen cometer locura tras locura jajaja.
Si! Cassie no pensó bien en el regalo para Terry, pero creo que él estará feliz, o tal vez lo guarde de recuerdo?
Annie y Archie tienen un problemón encima, pero definitivamente algo que tendrán que resolver tarde o temprano, esto tiene que avanzar.
Un cumpleaños es una bendición hermosa! recibelo con bendición, con emoción, disfruta cada día, siente el día, la noche, vive cada día feliz, de verdad te lo digo.
Te mando un fuerte abrazo y como siempre mi más profundo agradecimiento por leer y comentar, te quiero hermosa.
María José M:
Hola hermosa! Pobre Candy! estaba muy cansada, trabaja mucho la pobre y le dedica mucho tiempo al insomnio al pensar en su novio, entiéndela jajajaja.
Sí! El beso entre los rubios fue maravilloso! fue apasionado y espontáneo, me alegra que Candy haya ido a despedirlo y sobre todo me encanta que Anthony le haya pedido matrimonio, solo falta esperar que lo haga oficial.
Que linda, mil gracias por tus palabras, la verdad que creo que son 14 propuestas, ya que en los one shot no he escrito una, así que si son 14, la verdad que es un reto, pero cada una tiene su propio encanto, me alegra que te hayan gustado.
Creo que Neal como dices es un metiche, pero a pesar de todo también piensa cuando pasa todo, y desafortunadamente sabemos que todo se mueve para su beneficio, así que quién sabe qué hará.
Hermosa, como siempre un placer leer tú comentario, espero que estés muy bien, te mando un fuerte abrazo amiga, te quiero.
Muchas gracias a las lectoras anónimas, como siempre gracias por leer y dejarme entrar un poquito a su espacio de lectura gracias por darme la oportunidad de leer mis historias. Les mando un fuerte abrazo a cada una de ustedes.
GeoMtzR
31/10/2024.
