Hola hermosas, espero que estén pasando un excelentísimo fin de semana. Muchas gracias por estar aquí.

Les recuerdo que la historia NO es para menores de edad, que los personajes NO son míos pero la historia Sí, y sobre todo lo hago sin fines de lucro.

GRACIAS POR SU COMPRENSIÓN.

DESTINO

CAPÍTULO 19

El turno en el hospital aquella navidad había sido tranquilo, sin embargo el desvelo de la pecosa era notorio, sus ojeras enmarcando sus bellas esmeraldas eran evidentes y el dolor de espalda que sentía por no haber dormido en toda la noche le había afectado.

Abrió la puerta de su departamento, todo estaba en silencio, ni su molesto vecino había rondado por ahí los últimos días, Cassie y Annie se habían ido a la mansión Britter para pasar el día de navidad en compañía del matrimonio, quienes la habían invitado pero debía trabajar. Había entrado a trabajar desde el veintitrés por la noche y recién salía el veinticinco por la mañana.

-¡Cuanta tranquilidad! – Decía la pecosa lanzando su abrigo en el sofá, para después dejar sus llaves sobre la mesita de centro. Se sentó para descansar y disfrutar un poco la soledad y el silencio que vivía en esos momentos, no extrañaba para nada la presencia de Terry, por el contrario que no estuviera él le permitía dormir de manera tranquila porque no tenía que escuchar los gritos de Susana o los desfiguros del actor cuando llegaba pasado de copas y despertando gente con su ruido molesto.

El llamado de la puerta interrumpió esa paz y esa tranquilidad que tanto había anhelado desde que salió de su turno en el hospital. Se levantó con un poco de trabajo porque su cuerpo ya pedía descanso y un poco de sueño.

-Buenos días señorita Britter. – Saludó el conserje quien era el que estaba afuera de su puerta.

-Buenos días señor Clark. – Saludó Candy con una sonrisa amable al ver que el buen hombre que estaba frente a ella le sonreía. – Feliz Navidad. – Le dijo Candy extendiendo su mano para hacer más formal la felicitación.

-¡Oh! – Dijo el hombre sorprendido por sus deseos. - ¡Feliz navidad, señorita! – Correspondió con la misma sonrisa amable de momentos antes.

-¿Qué se le ofrece? - Preguntó Candy sin dejar de sonreírle a pesar de su desvelo, sabía que al igual que ella le había tocado trabajar toda la noche.

-Desde anoche recibió la llamada de un joven muy impaciente, que en estos momentos está esperando hablar con usted. –Dijo el hombre con cierta travesura en sus palabras.

-¿Un joven? – Preguntó Candy confundida, no esperaba la llamada de nadie en esos momentos.

-Sí, es el joven rubio que viene seguido con usted. – Dijo mencionando de pronto al motivo de su desvelo. – El joven Anthony. – Dijo el señor Clark recordando el nombre de Anthony de pronto.

-¡Anthony! – Dijo Candy emocionada al escuchar que había llamado desde anoche y que había regresado la llamada.

-Ha estado llamando seguido, solo que no había tenido suerte. – Dijo el señor Clark una vez más, explicando a la pecosa que su novio no se había olvidado de ella.

Candy de inmediato cerró la puerta de su departamento, para dirigirse hasta el elevador. En esos momentos su impaciencia era mucha y le parecía una vez más que el ascensor tardaba en llegar. El pie de la rubia bailaba impaciente y el señor Clark la veía con ternura.

-No se preocupe, si ha llamado tantas veces de seguro esperará. – Dijo el señor Clark seguro que la insistencia del rubio por hablar con la enfermera no sería pasajera.

Candy sonrió esperanzada porque Anthony hubiera esperado su llegada. Cuando llegó hasta la pequeña oficina que pertenecía al señor Clark, tomó de inmediato la bocina del teléfono.

-¿¡Anthony!? – Preguntó la rubia casi de inmediato.

-Un momento señorita, la enlazo a la mansión Ardlay de Lakewood, Michigan, pero le advierto que la señal es mala y solo se puede hablar por unos momentos. – Se escuchó del otro lado del teléfono. La operadora estaba esperando que alguien respondiera para poder enlazar la llamada con el joven Ardlay.

-Gracias señorita. – Aclaró Candy intentando controlar su nerviosismo, mientras con su dedo enroscaba y desenroscaba el cable que unía la bocina del aparato.

-Bueno ¿Candy? – Se escuchó de pronto al otro lado de la línea. La voz de la pecosa tardó en salir de su boca por la emoción que le impedía hacerlo. - ¡Candy! ¡Señorita, no se escucha! – Decía Anthony impaciente por no escuchar a su novia.

-Anthony… - Dijo Candy con un susurro que apenas pudo escuchar el rubio.

-Candy… - Dijo Anthony con una paz en su interior, sintiendo que hasta ese momento su alma se había unificado con su cuerpo. – Feliz Navidad, pecosa… - Dijo después de unos segundos, respirando aliviado por escuchar por fin su voz una vez más.

-Feliz Navidad, mi príncipe. – Le dijo Candy con emoción, mientras las lágrimas comenzaban a caer de sus bellos ojos.

-No llores por favor princesa… - Dijo Anthony con el corazón acelerado, le lastimaba escuchar el llanto de su novia.

-¡No! – Dijo Candy limpiando sus lágrimas como si él estuviera viendo su imagen en esos momentos y no quisiera estar fea para él. - ¡Estoy bien! Es solo que me alegra mucho escuchar tu voz. – Dijo Candy intentando sonreír, intentando imprimir ese ánimo que la distinguía y que atraía a la gente.

-A mí también me da mucho gusto escucharte, princesa. – Dijo Anthony con total sinceridad.

Anthony se había levantado muy temprano aquel veinticinco de diciembre para volver a insistir con su llamado, quería hablar con Candy casi desde que llegó a Lakewood, se había escapado de las persecuciones de Elisa en innumerables ocasiones gracias a la ayuda de Stear y Archie, quienes la entretenían para que el rubio pudiera comunicarse con su novia.

-He estado tratando de comunicarme contigo desde el día que llegué. – Dijo Anthony con emoción, le parecía imposible que estuviera hablando con su novia después de haberlo intentado tanto tiempo.

-He estado trabajando mucho. – Respondió Candy con su voz un tanto cansada. – Desde que te fuiste he tomado doble turno y casi no he estado en casa. – Dijo la rubia con pesar, demostrando que necesitaba tener su mente ocupada para no pensar tanto en su ausencia.

-Lo siento princesa. – Le dijo el rubio con ternura. – Te prometo que pronto voy a volver. – Le dijo seguro de que así sería.

-Te extraño mucho, Anthony. – Le dijo Candy con un nuevo nudo en su garganta.

-Y yo a ti, amor. – Le dijo Anthony antes de que se colgara la llamada, mientras un suspiro se escuchaba en ambos lados de la línea. – Regresaré pronto pecosa… - Se dijo una vez más convencido de que volvería antes de lo que había previsto.

-¿Ya? – Preguntó Stear quien entraba con sigilo en el despacho.

-Ya… - Respondió Anthony con una sonrisa triste. Stear lo miró sintiendo empatía por la tristeza de su primo.

-Bien, entonces me voy a dormir. – Dijo despidiéndose con su mano, se sentía cansado aún por el desvelo de la noche anterior, pero quería que Anthony deseara una feliz navidad a Candy, así como a él le hubiera gustado hacerlo con Patty.

-Gracias… - Dijo Anthony antes de que Stear se retirara.

El joven rubio salió de la mansión rumbo al jardín de rosas, en esos momentos estaba cubierto de nieve a pesar de que tenía días que no nevaba. Sonrió al recordar a su madre y las veces que él le ayudó a cultivar las rosas.

Caminó hasta la entrada de la mansión, observando que todo estaba solitario, no había ningún alma alrededor, todos dormían y hasta los empleados que habían obtenido permiso para celebrar con sus familiares estaban ausentes. Anthony suspiraba sintiéndose un poco extraño por ser el único en la mansión que estaba despierto.

A su mente llegó el recuerdo del lugar que Candy le había dicho había crecido, una sonrisa apareció en su rostro al imaginarse visitando aquel lugar.

-El hogar de Ponny… - Repitió recordando el nombre del orfanato donde había crecido su pecosa.

Se regresó hacia la mansión y se subió a su automóvil, estaba dispuesto a buscar ese lugar y hacer algo por los niños que vivían ahí. Llegó al pueblo para ver si tenía suerte y había alguna tienda de regalos abierta, era común que las personas cerraran y pasaran esos días festivos con su familia, aun así pasó por las desoladas calles del pueblo sin encontrar nada abierto. Suspiró un tanto frustrado por no haberse preparado antes para llevar un pequeño obsequio a los niños del hogar.

-Hasta ahora se te ocurre… - Se dijo para sí mismo reprochándose por no haber tenido antes esa idea.

Se detuvo junto a un hombre que estaba sentado afuera de su hogar, al parecer al igual que él se había levantado temprano mientras todos en su familia dormían.

-Buenos días señor. – Dijo Anthony con una sonrisa amable. El hombre lo miró sorprendido por verlo en el pueblo a esas horas, lo había reconocido, quién no conocía a los chicos Ardlay, sobre todo a Anthony, quien había crecido en Lakewood y era el más presto a ayudar a los habitantes del pueblo.

-Buenos días joven Ardlay. – Lo saludó retirando su sombrero para dejar ver su rostro.

-Disculpe, quisiera saber si de casualidad usted sabe, dónde queda un lugar que se llama el hogar de Ponny. – Preguntó Anthony con la esperanza de que el único hombre que se veía despierto en el pueblo le pudiera informar.

-¿El hogar de Ponny? – Preguntó el hombre con curiosidad. – Es el viejo orfanato que está en Indiana, en las montañas de Laporte para ser exactos. – Respondió de buena gana.

-¿Indiana? – Dijo Anthony sorprendido porque creía que estaba mucho más cerca de Lakewood que de Chicago. El hombre asintió.

-Si gusta ir para allá necesita preparar su viaje con tiempo. – Agregó el buen hombre al ver la decepción del joven heredero. Anthony asintió un tanto desanimado, pero al recordar que estaba más cerca de Chicago sonrió al darse cuenta que podría prepararse para visitar el lugar y llevar algunos obsequios para los niños.

-Muchas gracias. – Agradeció Anthony la información que amablemente le habían proporcionado.

Anthony subió a su vehículo aún pensativo, dispuesto a regresar a la mansión de las rosas, sentía un poco de decepción porque Candy le había dicho que estaba cerca del Lago Michigan y lo estaba, solo que él no había contemplado lo inmenso que era el lago.

-¿Dónde estabas? – Preguntó Stear al verlo llegar.

-Fui a dar una vuelta por el pueblo. – Respondió Anthony tranquilo.

-¿Una vuelta? – Preguntó el inventor extrañado. Anthony asintió con una sonrisa, podía verse que la llamada a Candy le había dado un nuevo impulso. – Pues te aviso que Elisa te ha estado buscando desde que se levantó. – Advirtió el inventor para que su primo estuviera preparado. Anthony rodó los ojos cansado de sentirse acosado una vez más.

-¿Es que acaso no se cansa? – Preguntó Anthony con fastidio.

-Creo que no, y te advierto... acaba de entrar. – Dijo de nuevo el inventor disimulando que la había visto.

-Pues yo a partir de este momento soy sordo… me voy a dormir… – Dijo Anthony caminando de prisa hasta las escaleras para irse a su habitación ahora sí a descansar. Stear comenzó a reír por la huida del rubio y comenzó a caminar hacia el lado contrario de donde venía Elisa, quien aceleraba el paso con la esperanza de alcanzar a Anthony.

-¡Anthony! – Gritó Elisa sin tener éxito. Anthony había subido las escaleras de tres en tres para llegar lo más pronto posible a su habitación y evitar que la joven lo siguiera. - ¡Anthony! – Gritó de nuevo, sin embargo como el rubio lo había dicho a partir de ese momento era sordo. - ¿A dónde va? – Le preguntó a Stear, quien era el desafortunado que no había tenido tiempo de escapar de ella.

-¿Quién yo? – Preguntó Stear haciéndose el distraído.

-¡Tú no, idiota! – Dijo Elisa molesta porque se había dado cuenta que la había estado ignorando. Aquella respuesta no fue del agrado del inventor y continuó con su camino. - ¡Te estoy hablando, Stear! – Reclamaba la joven mientras apuñaba sus manos y golpeaba el piso con su zapato.

-Primero que nada prima… - Dijo Stear con molestia mientras se giraba hacia ella. – No soy ningún idiota. – Dijo mirándola fijamente a los ojos, Stear no era ningún majadero, sin embargo también se cansaba de que lo trataran con desprecio, sobre todo los integrantes de esa familia que se sentían ser los dueños del mundo. – Y segundo me rehúso a responder cuando te diriges a mí de esa manera tan falta de clase y elegancia para ser una dama. – Dijo llamando la atención de su falta de clase. Elisa abrió los ojos molesta por sentirse reprendida.

-¡Quiero saber a dónde fue Anthony! – Dijo Elisa de la misma manera, sin importarle que Stear le hubiese dicho que no toleraba su impertinencia.

-Cómo veo que no tienes la menor intención de refinar tus modales, no tengo nada qué decir. – Dijo el inventor dando la media vuelta para dejar a la fastidiosa muchacha con un palmo de narices y sin respuesta.

-¡Stear! – Gritó Elisa de nueva cuenta, sin embargo al ver que Stear no tenía la intención de responder, giró su cuerpo de manera brusca y se dirigió a las escaleras. Stear observó que la joven de seguro iría a molestar a Anthony.

-Yo que tú no lo haría. – Dijo Stear antes de que la morena llegara hasta los escalones. Elisa giró su rostro molesta como preguntando el motivo por el cual le recomendaba no hacerlo. - Anthony está cansado y te aseguro que lo último que quiere ver es tú cara reclamando una explicación que no tiene por qué darte. – Dijo mirándola fijamente, aquel comentario encendió aún más la furia de Elisa.

-¡Anthony pronto será mi prometido! – Dijo levantando su rostro indignado por lo dicho por Stear.

-Yo no sé si Anthony será o no tú prometido. – Respondió Stear con ganas de soltarle que gracias a Dios Anthony no sería tan tonto para aceptar a una joven tan odiosa como ella como prometida. – Lo único que te puedo decir es que tu insistencia cansa, tu presencia en esta casa fastidia y sobre todo tu voz chillona y al mismo tiempo agua lastima los oídos y es mejor huir que tenerte cerca. – Dijo el inventor realmente molesto.

-¡Eres un idiota! – Dijo Elisa molesta con Stear, sin embargo aquellas palabras habían calado hondo en su alma.

-Ahora sí lo acepto. – Dijo Stear con propiedad, seguro que se había comportado como un idiota, así que no tenía ninguna excusa para rebatir su argumento. – Pero también tú acepta cuando no eres bienvenida. – Dijo por último el de gafas para después continuar con su camino, sintiendo en su interior una profunda paz por haber sacado un poco de lo mucho que tenía atorado en su pecho. – Fastidiosa. – Pensó nuevamente el joven inventor.

-¡Le diré a la tía abuela! – Sentenció Elisa segura de ponerle un castigo por haberla tratado de esa forma. Stear solo movió sus manos en señal que no le importaba lo que hiciera, arremedando su comentario y su voz chillona.

-¿Qué es lo que sucede? – Preguntó la tía Elroy, parecía que estaba siempre al acecho.

-¡Tía abuela, Stear me ha faltado al respeto! – Dijo Elisa casi de inmediato, sintiendo una satisfacción en su pecho al delatar al inventor.

-¡Alistear! – Llamó la matriarca antes de que el joven desapareciera de su vista. Stear rodó los ojos escuchando claramente lo que la matriarca decía, deseando en esos momentos ser sordo igual que Anthony hace unos momentos.

-¿Sí tía abuela? – Preguntó antes de girarse hacia ella.

-¿Cómo está eso que acabas de faltar al respeto a Elisa? – Preguntó la mujer con el ceño fruncido, reclamando al joven inventor su atrevimiento. Stear suspiró profundamente antes de contestar.

-Te aseguro que en ningún momento le he faltado al respeto. – Aseguró el joven sin dejar de ver a la matriarca, mientras Elisa detrás de ella lo miraba con los brazos cruzados y una sonrisa de triunfo.

-Elisa afirma lo contrario. – Aseguró Elroy confiada en que su nieta no sería capaz de mentirle.

-Lo único que hice fue defenderme de un comentario en contra de mi persona, el cual ofendía mi inteligencia. – Dijo Stear con la intención de marear a ambas mujeres. Elroy lo observó con interés, intentando descifrar lo que quería decir. – Me llamó idiota. – Respondió Stear al ver que la cabeza de Elroy estaba confundida.

-¡Fue porque tú no quisiste decirme dónde estaba Anthony! – Reclamó Elisa molesta al ver que su primo se había atrevido a delatarla.

-Esos no son modales de una dama. – Dijo Elroy mirándola con reprobación. Elisa abrió la boca para replicar, sin embargo no se esperaba aquella respuesta de la mayor.

-Es lo mismo que yo le hice ver y es por ello que dice que le he faltado al respeto. – Dijo Stear ahora con la mirada fija en Elisa, demostrando que en esos momentos él tenía el triunfo en sus manos.

-Retírate. – Dijo Elroy al joven, quien de inmediato miró a Elisa y sonrió feliz. Elisa lo miró con enojo, con ganas de volver a gritar una y otra vez que era un idiota.

-Con su permiso tía abuela. – Dijo Stear haciendo una reverencia a la mayor, quien simplemente sonrió sin más remedio.

-Elisa, ese comportamiento no es adecuado para una dama de tu categoría. – Dijo Elroy molesta con Elisa.

-¡Pero tía abuela! Stear es un idiota. – Dijo Elisa molesta aún.

-¡Silencio! – Dijo Elroy sin estar dispuesta a permitir que se expresara de esa manera de su sobrino. Elisa abrió una vez más la boca, sin embargo las palabras no salieron de su boca, arrepintiéndose por lo que tenía que decir. – No puedo defenderte si tú no te comportas como la dama que eres, Stear es un caballero, lo eduqué como tal, pero tampoco puede permitir que lo llames de esa manera tan ofensiva. – Dijo disculpando a su sobrino, orgullosa de que no permitiera que lo humillaran.

-Muy bien tía abuela. – Dijo Elisa con molestia, le molestaba que no le diera la razón todo el tiempo. – Pero lo que yo quería saber era dónde estaba Anthony. – Dijo la joven una vez más.

-¿Anthony salió? – Preguntó la mayor, quien ignoraba que Anthony hubiera salido de la mansión.

-Lo busqué toda la mañana, y cuando lo vi platicando con Stear le llamé pero no me escuchó. – Dijo queriendo negar que la había ignorado por completo.

-Bueno hija, también tienes que entender que Anthony no puede estar todo el tiempo atendiéndote. – Dijo la matriarca reconociendo que Elisa era muy insistente.

-Pero tú no me has dicho si ya hablaste con él. – Dijo Elisa necia en saber si Anthony ya sabía o no de su próximo compromiso.

-Ya te he dicho que no he hablado con él, y he estado pensando en esperar un poco más de tiempo. – Dijo ante el descontento de Elisa, quien abrió los ojos dispuesta a protestar.

-¡Pero tía abuela! – Dijo Elisa molesta por su decisión, sin embargo Elroy no quería decirle a su nieta que Anthony una vez más había declinado su ofrecimiento.

-Ya lo he decidido. – Dijo Elroy dejando a Elisa molesta, mientras la mayor se retiraba hasta el despacho para hablar con Albert.

-Adelante. – Dijo Albert al escuchar el llamado de la puerta. – Pase tía abuela, ¿Qué es lo que necesita? – Preguntó Albert al ver la mirada molesta de la mujer.

-William, ¿Has hablado con Anthony respecto a su compromiso? – Preguntó la mayor sin rodeos. Albert dejó por un momento lo que estaba haciendo y miró a la mayor tanteando de qué compromiso se refería.

-¿Compromiso? – Preguntó como si no comprendiera su pregunta.

-He hablado con él nuevamente, pero está necio en no querer aceptar comprometerse con Elisa y esta niña da vueltas y vueltas en la mansión acosándolo y presionándolo mientras él se esconde y sale de la mansión sin previo aviso. – Dijo la mujer desesperada, sabía que Anthony se escondía de Elisa.

-Tía abuela, usted sabía desde un principio que Anthony no aceptaría ese absurdo compromiso, él mismo se lo ha dicho infinidad de ocasiones. – Dijo Albert demostrando que tampoco estaba de acuerdo con ello.

-¡Tú deberías apoyarme! – Dijo Elroy con desesperación. Albert la miró con seriedad.

-Tía abuela, Anthony es un hombre adulto, sabe lo que quiere y usted sabe que no es Elisa. – Dijo El rubio una vez más.

-¡No entiendo su necedad! Elisa es una joven hermosa, de buena familia, elegante. – Decía enalteciendo las cualidades que ella veía en su nieta.

-Tal vez eso no es importante para Anthony. – Dijo Albert seguro de ello. – Tal vez él busca enamorarse, busca a una mujer que lo ame, que lo cuide, alguien que lo apoye y no que lo acose y lo frustre. – Decía convencido de lo que su sobrino buscaba.

-Tú y Anthony son iguales, están dispuestos a casarse con alguien sin nombre solo por esa falacia llamada amor. – Dijo molesta, segura que el amor no era importante. – El amor llega con el tiempo y si no es así por lo menos el cariño y el respeto lo harán. - Decía segura que sabia qué era lo mejor para sus nietos.

-Es lo que aprendimos de nuestros padres. – Dijo revelando que el matrimonio de sus padres y el de su hermana con Vincent, habían sido el claro ejemplo del amor.

-¡William era otro soñador! ¿De qué le sirvió amar si tanto tú hermana cómo tus padres ya no están aquí? – Preguntó ofendida, con el rencor de recordar que su hermano no había hecho caso de sus consejos cuando permitió el matrimonio de Rosemary.

-Tía abuela, no quisiera decir algo que pudiera molestarla. – Dijo Albert con seriedad, no le gustaba que hablaran de esa manera de sus padres. Elroy lo miró fijamente y comprendió que no la apoyaría, así que tendría que valerse de su mismo poder para presionar a Anthony.

Elroy se levantó lentamente dispuesta a dejar solo a su sobrino. Albert la miró fijamente hasta que salió del despacho y al quedarse solo respiró molesto recargándose en la silla.

-¡Jamás me perdonará que no me haya casado con la señorita Simmons! – Pensó Albert seguro que esa era su molestia con él, pero al igual que Anthony prefería tratar a la dama con la que decidiera casarse, lo bueno que no estaba obligado a obedecerla al ser el patriarca del clan. – Después de todo a ella le fue mejor. – Se dijo una vez más al recordar que la joven se había casado con un rico heredero.

La puerta del timbre sonó y el mayordomo se dirigió a abrir. George estaba en la entrada y Anthony venía bajando las escaleras, dándose cuenta que la mano derecha de su tío estaba esperándolo.

-Buenas tardes George. – Dijo Anthony con una gran sonrisa, le daba mucho gusto saludar a George después de tantos meses sin verlo.

-Joven Anthony. – Saludó George correspondiendo a la sonrisa del rubio.

-Gracias Alfred, yo lo atenderé. – Dijo despidiendo al mayordomo, quien con una reverencia con respeto se retiró del lugar. - ¿Qué se te ofrece George? ¿Vienes a ver a mi tío? – Preguntó el rubio con interés. George asintió.

-Me pidió algo urgente. – Dijo extendiendo un sobre amarillo que venía sellado, sin embargo tenía una nota blanca donde indicaba un nombre, un nombre que él conocía muy bien.

-¿Qué es esto? – Preguntó Anthony con molestia en su voz.

-No sabría decirle. – Dijo George sin imaginar que la investigación requerida tenía que ver con el joven rubio que tenía frente a él. - ¿Puede entregárselo usted? – Preguntó esperanzado a que aceptara, él quería salir temprano de Lakewood para volver a su casa. Anthony asintió y George se retiró de la mansión.

-¿Quién era? – Preguntó la tía abuela, quien venía saliendo del despacho de Albert.

-¿Mi tío está en el despacho? – Preguntó Anthony con seriedad. Elroy asintió. – Es el encargo que me pidió hace unos días. – Dijo mostrando el sobre sin revelar el nombre que estaba escrito.

-Pensé que no era nada. – Dijo Elroy segura que así había sido.

-Ya ves que no. – Dijo Anthony intentando controlar su enojo.

Anthony se dirigió por el mismo camino que Elroy había recorrido minutos antes, llegando hasta la puerta para entrar y aclarar lo que había hecho su tío.

-Adelante. – Dijo Albert creyendo que era la tía abuela una vez más.

-¿Me puedes explicar qué significa esto? – Preguntó Anthony poniendo en el escritorio el sobre con el nombre de Candice White escrito encima. Albert suspiró resignado a explicar el motivo de su proceder.

-Tenía que investigar. – Dijo Albert sin inmutarse, sabía que Anthony se molestaría, pero era algo que tenía que hacer para sentirse más tranquilo. - ¿Temes lo que está aquí adentro? – Preguntó Albert a su sobrino.

-De ninguna manera. – Respondió Anthony con seguridad. – Lo que está escrito ahí es el pasado de mi prometida. - Dijo mencionando a Candy como él ya la consideraba. Albert lo miró fijamente.

-Entonces si no temes lo que pueda encontrar aquí no entiendo el motivo de tu enojo. – Dijo mirándolo e invitándolo a sentarse. Anthony se sentó sin dejar de verlo.

-Tío, estás invadiendo la privacidad de mi novia. – Dijo Anthony evidenciando su molestia.

-Lo entiendo. – Dijo Albert comprendiendo lo que había hecho. – Pero debes entender que necesitaba saber acerca de ella. - Anthony asintió, sabía que su familia se dedicaba a los negocios y también sabía que ellos así miraban al matrimonio como a un negocio.

-Candy no es un negocio tío. – Dijo Anthony sin cambiar de opinión en su postura.

-Lo sé, pero debes comprender mi preocupación. – Dijo Albert una vez más. – Si no tienes miedo de su pasado, ¿Por qué no leerlo? – Preguntó Albert una vez más.

-Porque es algo que quiero saber de parte de ella. – Dijo Anthony poniéndose de pie.

- Y yo lo respeto. – Dijo de nuevo el mayor. – Pero comprenderás que yo si tengo que leerlo. - Anthony asintió convencido que de todas formas lo haría, pero eso no significaba que debía estar ahí para saber lo que había obtenido en aquella investigación.

Anthony salió en silencio del despacho, caminando directamente al jardín, quería despejar su mente, quería controlar su curiosidad y permitir que Candy le contara su pasado cuando ella lo considerara necesario, le había confesado que había sido abandonada en un orfanato, que la familia Britter le había dado su apellido y su respaldo económico para poder estudiar, sin embargo ella no se aprovechaba de su buen nombre, sino que había salido adelante con el sencillo nombre que le habían otorgado en el lugar que había crecido.

Albert miró a Anthony salir del despacho y sintió culpa por haberse entrometido en la vida de su novia, no era que pensara revelarle lo que había hecho, sin embargo George no sabía que no debía haberlo revelado precisamente a él y le había dado el sobre con el contenido solicitado.

Estuvo a punto de desistir de leer aquel informe, sin embargo el amor por Anthony era mayor, debía cumplir con la promesa hecha a su hermana y a su cuñado, debía velar por el bienestar de Anthony antes que en él mismo.

Abrió el sobre y sacó la información que había escrita ahí, se sorprendió porque no era mucho lo que había escrito, pero cada una de las palabras que George había plasmado en su informe revelaban la vida de una joven desafortunada en la vida, una joven que había sido abandonada tan solo un par de días después de su nacimiento, venían los intentos fallidos de adopción, los cuales no quedaban claro si era por mala suerte o porque la joven no había querido irse del lugar, venía una vida llena de esfuerzos para salir adelante, una vida llena de optimismo a pesar de las dificultades y carencias con las que había crecido en su más tierna infancia.

-Jamás había leído la vida de alguien tan desdichada y al mismo tiempo tan optimista. – Se dijo hasta cierto punto admirado del valor de la rubia, quien a pesar de la pobreza y de los rechazos por parte de la sociedad había llegado a salir adelante. – Definitivamente Candy es una joven sencillamente admirable, la mujer perfecta para Anthony. – Dijo con una sonrisa en su rostro.

Todo lo que el informe revelaba, era la vida de Candy, su abandono, sus fallidas adopciones y la suerte de conocer a la familia Britter quien le había brindado la oportunidad de estudiar y salir adelante, pero algo que le había llamado la atención era que su vida estaba ligada a otra joven, una joven que revelaba su nombre como Annie Britter y con ello no pudo evitar pensar en la joven que Archie estaba frecuentando. Albert sabía ahora quién era la dama a la que querían para prometida del menor de sus sobrinos.

Guardó aquel sobre en el escritorio bajo llave, seguro de que aquella información debía permanecer oculta, sobre todo de la tía abuela, quien no estaría de acuerdo en permitir que Anthony o Archie se relacionaran con cualquiera de las dos jóvenes. Los prejuicios con los que aquella mujer estaba dotada, sabía que serían la clave perfecta para su oposición.

-¿Podemos hablar? – Preguntó Albert a Anthony, quien estaba aún en el jardín a pesar del frío y de que la noche comenzaba a caer. Anthony lo miró y asintió sin responder.

-¿Has terminado? – Preguntó volteando una vez más al frente. Albert suspiró profundamente.

-He terminado. – Dijo mientras miraba hacia el mismo lugar que miraba su sobrino.

-¿Y bien? – Preguntó Anthony preparándose para recibir el rechazo hacia su prometida y al mismo tiempo defenderla con mayor fuerza. Sus pensamientos estaban en la gran persona que era y en lo que tenía qué hacer para permanecer a su lado.

-La señorita White es una mujer extraordinaria. – Dijo Albert para sorpresa de Anthony, quien giró su rostro sorprendido porque no se esperaba de su tío aquellas palabras, creía que iba a ser prejuicioso con el origen de su novia como estaba seguro lo sería la tía abuela.

-Ella fue abandonada en un orfanato el 7 de mayo de 1898. – Dijo Anthony seguro de la fecha que Candy le había revelado, fecha que él esperaba impaciente para celebrarla como su cumpleaños.

-¿Lo sabías? – Preguntó Albert con sorpresa.

-Ella me lo contó. – Dijo Anthony con orgullo, un punto más a favor de la pecosa, quien había hablado con sinceridad al joven heredero. – También me dijo que había evitado que la adoptaran porque no quería separarse de su hermana. – Dijo Anthony de nuevo, solo que lo que el rubio menor no sabía, era quién era aquella joven que tanto había defendido Candy. – La familia Britter intentó adoptarla, sin embargo rechazó la oferta y ellos la acogieron bajo su amparo para otorgarle una profesión, al graduarse como enfermera se trasladó a Nueva York junto a las hermanas Britter para abrirse camino en la vida y para así continuar ayudando a sus dos madres. – Dijo con orgullo, recordando el rostro de su amada Candy. Albert lo observó y sintió orgullo de que su sobrino hubiera encontrado el amor verdadero.

-Creo que debí haberte preguntado a ti directamente. – Dijo Albert palmeando el hombro de su sobrino. Anthony sonrió feliz de que su novia tuviera más confianza de la que podría creer en tan poco tiempo.

-Candy es una chica sencilla, transparente. – Dijo Anthony con sinceridad. – Además de hermosa. – Dijo con travesura, reconociendo que fue lo primero que había advertido de ella, pero lo que lo había convencido de que era la indicada era su forma de ser, su nobleza, su espíritu fuerte e indomable ante la adversidad, pero sobre todo la fragilidad que mostraba cuando estaba entre sus brazos, cuando se dejaba envolver entre ellos y respiraba con paz y tranquilidad segura de que nada pasaría siempre y cuando estuviera con él, aquella confianza que ella había depositado en él y que era digna de ser correspondida.

-¿Sabes quién es la chica por la que no quiso ser adoptada? – Preguntó Albert con interés. Anthony recordaba si alguna vez lo había mencionado.

-No, la verdad es que jamás le he preguntado. – Dijo Anthony seguro que no había indagado esa parte al creer que tal vez aquella joven si había sido adoptada. - ¿Por qué? – Preguntó Anthony con interés.

-Simple curiosidad. – Respondió Albert pensativo, sin saber muy bien qué hacer con esa información, tal vez debía hablar con Archie y revelarle la verdad.

Albert y Anthony entraron a la mansión después de haber hablado con honestidad por largo rato. Anthony sabía que podía confiar en su tío y le había revelado sus planes, quería que supiera que sus intenciones era proponerle matrimonio a Candy y al cabo de un año poder anunciar su compromiso y casarse con ella antes del segundo año. Albert había estado de acuerdo con la propuesta, le parecía que los planes de su sobrino eran apegados a la realidad, no lo veía apresurado mucho menos indeciso con sus intenciones, así que lo apoyaría ante todo, sobre todo ante la tía abuela quien de seguro se opondría desde un inicio.

-¿Qué hacían afuera? – Preguntó la matriarca al ver que ambos entraban sin haber tenido en cuenta el frío.

-Estábamos hablando de un negocio. – Dijo Albert seguro de que la tía abuela querría saber más.

-¿Qué negocio? – Preguntó Elroy decidida a saber, su intuición le decía que había algo más en aquella plática tan lejos del despacho.

-El del señor Stevens. – Dijo Anthony seguro de que podría manejar una vez más esa carta.

-El señor Stevens quiere otra reunión con Anthony lo más pronto posible. – Dijo Albert secundando lo dicho por el menor, quien lo miró un tanto confundido por lo dicho por el patriarca.

-¿Otra vez? – Preguntó Elroy molesta con la insistencia de aquel hombre.

-Su hijo Tom quiere saber qué tenemos de nuevo para ofrecerle en la nueva etapa que emprende. – Dijo Anthony convencido de que el joven Stevens no se molestaría por ello.

-Insisto que el señor Stevens no tiene ningún hijo. – Dijo Elroy segura de ello, ella lo había conocido desde joven, antes de que se casara y estaba enterada de su viudez hacía algunos años.

-Te equivocas tía abuela. – Dijo Albert recordando que algo había leído del señor Stevens en el reporte que había hecho George. – De hecho hace unos años el señor Stevens adoptó a un joven de nombre Thomas y desde hace unos años él tiene el control del rancho que pertenece a su padre. - Agregó Albert una vez más. Anthony lo miró como preguntándose si lo que decía era que Tom venía del mismo orfanato que su novia. Albert asintió adivinando su pregunta. – Es por ello que necesito que Anthony esté en Chicago en cuanto pase el año nuevo, el negocio con esa familia no puede quedar desatendido solo por no poder hacer las reuniones cuando ellos lo requieran. – Agregó una vez más el patriarca, mirando a Anthony quien le agradecía el permiso que tenía para irse de ahí.

-Por lo menos pasará el año nuevo en familia. – Dijo Elroy sin tener más remedio que acatar las órdenes de su sobrino.

El año nuevo llegó y Anthony no pudo comunicarse con Candy, toda su emoción se trasladó a su próximo viaje, mientras Elisa continuaba molesta porque no podría pasar más tiempo con él.

-¿Pero por qué te tienes que ir? – Preguntaba molesta la morena, mientras Anthony preparaba su sencillo equipaje.

-Tengo trabajo qué hacer. – Dijo Anthony intentando ser amable con la joven Leagan, quien se había aventurado a adentrarse en su habitación al saber que tendría que viajar de inmediato.

-¡Pero las empresas están cerradas! ¡Stear o Archie, lo pueden hacer... el mismo tío William puede! – Decía con impaciencia, mientras Anthony no respondía e ignorándola continuaba preparando su pequeña maleta. - ¡No permitiré que me dejes sola cuando estemos comprometidos! – Dijo de pronto la joven, víctima de la impotencia que sentía por no poder retener al rubio. Anthony se detuvo de pronto y giró su rostro para encontrarse con los puños prietos y la mirada molesta de la joven pelirroja.

-¿Cuándo estemos comprometidos? – Preguntó Anthony con cierta ironía en su voz, como si estuviera burlándose de la seguridad con la que ella aseguraba que serían comprometidos. Elisa aflojó el agarre de sus manos al verlo dirigirse a ella con tanta propiedad. Ella asintió con nerviosismo al saber que no había actuado correctamente. – Disculpa Elisa, pero creo que no has comprendido que no habrá tal compromiso. – Dijo el rubio señalando una vez más que no estaba de acuerdo con ello.

-Pero la tía abuela…

-La tía abuela no es mi dueña… - Dijo Anthony sin inmutarse al afirmar que él era un ser libre y pensante. – Y creo que es bueno que estés enterada una vez más que mis intenciones para contigo son simplemente familiares. – Dijo sin desviar su atención de ella. Elisa intentaba contener su llanto y detener en su interior lo que su hermano le había dicho.

-Entiendo… - Dijo Elisa girando su cuerpo de golpe para salir corriendo de ahí, evitando con ello que Anthony volviera a darle una plática con referencia a la falta de amor y respeto que había entre ellos.

-¡Elisa! - Gritó Anthony seguro de querer dejar muy en claro que no la amaba y que jamás la amaría.

La joven Legan no se detuvo ante el grito de Anthony, no quería escuchar que no la amaba, no quería escuchar que prefería salir con jóvenes más cariñosas según su hermano le había dicho, a comprometerse con una joven hermosa y de clase como era ella.

-¿Qué sucede? – Preguntó Archie al ver que la morena salía de la habitación de Anthony. Anthony lo miró y suspiró fastidiado.

-¡Elisa! – Dijo Anthony molesto. - ¡No entiende que no la amo! – Dijo cerrando la puerta de su habitación una vez que Archie entraba junto a él.

-¿Sigue con lo mismo? – Preguntó Archie con cierta sonrisa burlona en su boca. Anthony lo miró con reproche. – No entiendo el motivo por el cual las mujeres enloquecen con la palabra compromiso. – Dijo Archie seguro que no comprendía cómo la tía abuela, Elisa, su madre y la mamá de Annie insistían en comprometerlos tan jóvenes.

-Lo que yo no comprendo el por qué quieren comprometernos con personas que no amamos. – Dijo Anthony arrojando un pantalón a la maleta que continuaba alistando.

-Eso también. – Dijo Archie recordando que él estaba en la misma situación.

-¿Sigues sin querer saber quién es la chica con la que te quieren comprometer? – Preguntó Anthony con cierta pena en su voz.

-Es que no es eso Anthony. – Dijo el joven seguro que no era no querer saber, sino que no estaba seguro de querer casarse aún. – Lo que sucede es que no estoy seguro de estar listo para un compromiso. – Dijo con impaciencia.

-Cuando conociste a Annie pensaste que era ella. – Dijo Anthony seguro de recordar lo que Archie había dicho en aquellos meses en los que se había enamorado de Annie. Archie suspiró.

-Annie sería la esposa perfecta. – Dijo suspirando, no podía evitar sentir nostalgia por el sentimiento que la joven había despertado en su inestable corazón.

-¿Pero? – Preguntó Anthony seguro que aquella afirmación tenía un pretexto nuevo para su primo y se imaginaba cuál era. Archie lo miró fijamente y el rostro de Candy pasó por la mente de ambos jóvenes.

-No lo sé… - Dijo Archie sin poder admitir la verdad ante Anthony. – No es ella… soy yo… no me siento listo para casarme aún. – Dijo una vez más.

-¿Y si fuese Cassie? – Preguntó Anthony una vez más, seguro de que si no era Annie era Cassie la joven que podría o no ser su prometida. Archie se puso de pie de inmediato, dando a entender a Anthony que aquella joven era menos del agrado de su primo.

-No podría aceptar… - Dijo seguro de ello, y no era que Cassie no era hermosa, porque si lo era, era físicamente muy parecida a Annie, sin embargo si comparaba sus cualidades entre sí, Annie movía más sus sentimientos, era como si comparara a las tres chicas y pudiera decir que Annie se acercaba más a Candy, Annie tenía la clase y la distinción de Cassie y al mismo tiempo esa independencia que Candy poseía, esas ganas de ser independiente y salir adelante a pesar de pertenecer a una familia influyente. – Annie no lo soportaría… - Dijo sin explicar sus sentimientos.

-Me alegra que por lo menos pienses en no lastimarla más. – Dijo Anthony seguro que Archie no amaba a Annie. Archie sonrió con nostalgia, él no quería lastimarla por ello se negaba también a reconocer que podría ser Cassie a quien querían para que se comprometiera con él.

Archie salió de la habitación de Anthony con un sabor amargo, se sentía mal por haberse fijado en la joven que era la prometida de su primo y al mismo tiempo se sentía mal por no poder aumentar ese sentimiento que tenía por Annie, ese sentimiento que le decía que ella era la indicada pero que quería callar aferrado al pensar que la chispa de Candy era más atrayente, que la tranquilidad y estabilidad de la ojiazul, pero lo que más le dolía era la traición que había cometido en contra de su primo y su novia, aquella sensación no le dejaba estar bien consigo mismo.

Continuará…

Hermosas, llegamos hasta aquí el día de hoy, espero que les haya gustado o si no por lo menos que las haya distraído de sus preocupaciones y de sus obligaciones, porque ese es el propósito de mis historias, divagar un poco y adentrarnos a un mundo de fantasía que nos permita soñar un poco.


AGRADECIMIENTOS ESPECIALES

TeamColombia:

Hola hermosas! Espero que estén muy bien, muchas gracias por continuar al pendiente de la historia, espero que les haya gustado este capítulo. Efectivamente como lo intuyeron Albert mandó investigar a Candy, creo que es algo válido cuando tienes a un sobrino tan guapo y con dinero, más en esa época donde los investigadores privados tenían mucho trabajo, hoy en día descubren más las redes sociales jijijijii.

Hermosas, les mando como siempre un fuerte abrazo y deseo que tengan un excelente fin de semana!

ViriG:

Hola hermosa! Espero que estés mucho mejor! Me encantó tu perrito disfrazado! se ve hermoso! jajaja.

Stear definitivamente es un personaje que amo mucho, lo he dicho siempre creo que es el ideal para mí (lo siento por Patty jajajaja) pero se lo presto para que lo haga feliz jijijii. Me encanta el humor de Stear, siempre demostró que detrás de ese joven responsable e inteligente, era muy divertido y ocurrente, alguien que siempre buscaba poner una sonrisa en las personas, por ello me niego a dejarlo morir en mis historias, él tiene esa chispa divertida que me encanta poner en la mayoría de mis historias.

Creo que Anthony más que miedo estaba tenso, no sabía qué esperar de su tío, después de todo es el patriarca y fue educado para obedecer, creo aquí era el origen de ese "temor" que demostró al hablar con él.

Hermosa, creo que el cielo es ahora el único común denominador en todo el mundo, como dices mirándolo podemos sentirnos un poco más cerca de nuestros seres queridos, más si estamos enamorados jijijiji.

También te mando un fuerte abrazo amiga, deseo que tengas un feliz fin de semana y sobre todo que tengas muchas bendiciones (y no me refiero a las bendis de 9 meses jijijijijiji)

Saludos!

Cla1969:

Ciao stupendo! Come stai? Spero benissimo, grazie per aver letto e soprattutto per aver commentato. Come hai intuito, Albert ha indagato sulla vita di Candy, deve essersi assicurato che fosse una brava ragazza. Penso che Cassie e Terry non abbiano ancora un riavvicinamento e il ribelle continua con il suo interesse per Candy anche se sembra essersi calmato un po'. Bellissimo, ti mando un grande abbraccio come sempre. Saluti!

Rose1404:

Hola hermosa! Gracias por tener el deseo de leer siempre mis historias, pero espero que no acompletes el equipo de baseball jajajaja, mucho chamaco, te vuelves loca y eso que yo solo tengo tres, pero con sus actividades diarias me dejan mucho menos tiempo para mí.

Creo que tus deseos para las ratas de los Leagan no están tan mal... solo que sería mover casi casi toda la historia jajaja, lo tomaré en cuenta para la siguiente y quedarán como un par de bultos inútiles jajaja.

Efectivamente Albert investigó a Candy, quería saber con quién estaba relacionado su sobrino, algo válido si realmente se preocupa por él, sabemos que Albert es bueno y que siempre apoyará a su sobrino mientras no sea que estén enamorados de la misma mujer jejeje.

Susana le quita el frío a Terry, ni modo este joven es todo un rebelde, desde el Colegio siempre se mostró así y me niego a creer que era virgencito y que regaba las flores cuando conoció a Candy, así que sin decir que se echó a Susana en la caricatura creo que si a unas cuantas mozas de las tabernas que frecuentaba.

Hermosa, te mando un fuerte abrazo, gracias por leer y comentar.

Mayely León:

Hola hermosa! ¿Cómo estás? Espero que muy bien. Tanto así como asolapada no creo que Elisa sea, pero de que intentó dar celos a Anthony si lo intentó, tenemos que investigar el motivo por el cual Terry dejó el colegio y sobre todo asegurarnos si fue Elisa o no el motivo.

Te mando un fuerte abrazo amiga, saludos!

Julie-Andley-00:

Hola amiga hermosa! ¿Cómo estás? Espero que muy bien, creo que andas muy ocupada porque te he sentido muy silenciosa en estas últimas ocasiones, espero que solo sea que tus ocupaciones te dejan poco tiempo para leer.

Efectivamente Anthony tiene todo el apoyo de Albert y como siempre será el que lo defienda de la vieja y necia Elroy.

Hermosa, te deseo un excelente fin de semana. Saludos!


Muchas gracias como siempre a todas y cada una de las lectoras anónimas, gracias por estar presentes siempre en cada capítulo, gracias por leer, les mando un fuerte abrazo hasta ese rincón de lectura al cual me invitan. Bendiciones a cada una de ustedes.


GeoMtzR

02/11/2024.

Hoy mi mente se vistió una vez más con su recuerdo.