Un día espléndidamente nevado

*·*·*·*·*·*·*·

Diciembre, último mes del año, mes en que las festividades son más significativas, pues transmiten fe, paz, unión y esperanza en las personas; es el mes que a muchos les gusta sin importar el frio que hace, pues la mayoría descansa de un año agitado lleno de trabajo, excepto la compañía Stratford, la cual realiza su acostumbrada gira anual en el territorio norteamericano.

-Nebraska, esta había sido la última ciudad antes de cerrar la temporada, las funciones fueron un éxito, no importaba cual fuera el estado que visitáramos, nos esperaron con emoción y altas expectativas, las cuales tratamos de cumplirlas todas, la gente se había quedado satisfecha con nuestras presentaciones y yo quedé complacido con lo que esta ciudad trajo para mí.

Flashback

Terry miraba por la ventana de su habitación de hotel, una leve nevada caía en toda la ciudad, estaba fumando uno de sus inseparables cigarrillos, pues sí, había vuelto a retomar aquel dañino vicio.

-Uhjjj - Dejó escapar un largo y profundo suspiro – mañana… mañana dejaré esta tranquilidad y regresaré a mi tortuosa realidad. – miró hacia el cielo nocturno, los copos de nieve caían copiosamente – no importa cuánto luchemos contra el destino, este está escrito en piedra y nada ni nadie puede cambiarlo – reflexionó amargamente.

-Terry…? – giró la cabeza y vio a su compañera asomada a la puerta – lo siento – se disculpó - pero toqué varias veces y no me abriste.

-Tal vez porque no quise hacerlo.

-Sí claro! – dijo ingresando a la habitación – Robert nos manda a llamar.

-Para qué? – cuestionó rápidamente.

-No lo sé. – dijo levantando los hombros – pero me dijeron que es urgente y que debemos reunirnos en el salón para reuniones que tiene el hotel.

-Entonces vamos a averiguarlo.

Los jóvenes caminaron por el pasillo en silencio, la castaña miraba de reojo a su compañero, siempre le pareció atractivo, incluso se sintió atraída por su aspecto, si no fuera por el carácter que tenía, ella hubiera luchado para conquistarlo.

-Es aquí – estaban frente a una gran puerta que se abrió de inmediato.

-Oh! Karen, Terry – un joven asistente del director apareció frente a ellos – iba ir a buscarlos, pasen, solo faltan ustedes dos.

-Ya estamos aquí. – dijo el castaño malhumorado – a qué se debe esta reunión?

-Bien chicos… - habló el director – como bien saben mañana temprano partimos de regreso a Nueva York – todos asintieron – pero surgió un problema con los boletos del tren.

-Qué? – cuestionaron casi todos al mismo tiempo.

-Eso significa que aún no volveremos a casa? – murmuró uno de los actores.

-Escuchen – el director hizo un ademan para que se calmaran y escucharan – cinco pasajes se revendieron y como nosotros compramos una gran cantidad de boletos, nos involucra.

-Cómo es eso posible!? – cuestionó alterado uno de los actores.

-No lo sé ciertamente – respondió con cansancio. – la compañía ferroviaria pidió disculpas y nos pide que cinco personas esperen la salida del siguiente tren.

-Y cuánto tiempo tendríamos que esperar? – preguntó Karen.

-Una semana.

-Qué!? – dijeron muchos al mismo tiempo, Terry solo escuchaba en silencio.

-Por qué tanto tiempo? – dijo un actor alterado.

-Las nevadas que están cayendo en diferentes estados están atrasando las salidas de los trenes, deben ir con horarios específicos porque hay vías que están cerradas.

-No puede ser… - muchos actores estaban enojados por esa situación.

- No me parece justo! Yo necesito estar en casa para las fiestas. – se quejó una actriz.

-Muchos debemos estar en casa para las fiestas! – dijo uno mirando a la actriz que hubo dicho aquello. – no eres la única!

-Cálmense! – gritó Robert. – es por eso que los reuní, necesito voluntarios para permanecer más tiempo aquí, por los gastos no deben preocuparse, la compañía se hará responsable.

Todos los actores se miraron unos a otros, esperando que alguien se dé de voluntario para permanecer en la ciudad. Pero nadie se animaba a hacerlo, todos querían regresar pronto a casa, si se quedaban más tiempo era posible que llegaran a Nueva York después de navidad.

-Yo me quedo – todos giraron el rostro hacia el valiente que se ofrecía.

-Terry! – el director lo miró sorprendido – tú no… puedes. – dijo bajito, pero todos lo escucharon.

-Así es – dijo Karen cerca de él – recuerda quien está desesperada por tu llegada – murmuró, el castaño solo achicó los ojos.

-No veo cuál es el problema en que yo me quede? – contestó – además, es una situación que sale de nuestras manos y debemos resolverla lo antes posible – miró al director - aparte de que no tengo prisa por llegar a Nueva York, estas fiestas no son importantes para mí.

-De acuerdo… - aceptó el director - Alguien se ofrece? – preguntó nuevamente al grupo – o lo haremos a la suerte?

Había duda y miedo en el rostro de muchos, algunos desviaban la mirada como si eso evitara ser elegidos para permanecer ahí.

-Yo también me quedaré – dijo Robert.

-Pero señor! – dijo su secretario – usted tiene una reunión con los posibles accionistas de la próxima obra. – dijo asustado.

-Pues eso deberá esperar – dijo con cansancio – no puedo obligar a que alguien se quedé y yo regresar tranquilo a casa.

-Señor eso podría molestar a los accionistas y retirar su apoyo.

Los actores se miraron con miedo, si eso pasaba obviamente podría haber un recorte de personal o simplemente no haber obra la próxima temporada.

-Bien! – volvió a hablar Karen – ya que a nadie le importa su trabajo, pues que se quedé Robert y ya veremos cómo se mantienen el siguiente año.

-Por qué solo algunos deben sacrificarse para que otros regresen con sus familias – dijo un malhumorado actor mirando a la castaña – además, no te escuché decir que te quedarías.

-Pues me quedo. – dijo como si nada – y tú serás el otro voluntario? – Terry sonrió por lo bajo por la astucia de su amiga, sabía que ella sería voluntaria después de él.

-Yo… - la miró con rabia, claramente fue un reto – claro que lo haré. – dijo enfadado.

-Ahí tienen – dijo triunfante – ahora solo faltan dos más.

-Yo me quedó – dijo el secretario del director – pero señor Hathaway, usted debe regresar a Nueva York.

-Yo también me quedo – se ofreció una actriz, al parecer estaba interesada en el joven secretario.

-Muy bien. – dijo el director – les agradezco su apoyo, cuando regresen a Nueva York, se les dará cinco días más de descanso en retribución a su ayuda.

Al día siguiente cinco miembros de la compañía Stratford vio partir a sus compañeros, uno de mal humor por haber caído en la trampa de su compañera, y otro, viendo ese tiempo, como un escape a su realidad.

*·.*.·*

La estación de Nueva York estaba repleta, una multitud esperaba ansiosa la llegada de la compañía Stratford, las chicas esperaban a sus actores favoritos con carteles en las manos, algunas tenían afiches de la última obra, con suerte estos podrían ser autografiados. En una esquina, con cara de molestia una rubia esperaba sentada en su silla de ruedas en compañía de su madre.

-El tren está demorando bastante.

-Es normal, ha estado nevando en varias ciudades y eso los debe haber retrasado. – trató de tranquilizarla.

-Ya quiero ver a Terry, mamá – llevó sus manos a la altura del pecho – crees que me traiga algo lindo de su gira?

-Claro que si hijita – dijo su madre con una sonrisa; pero cuando su hija miró nuevamente hacia el frente frunció el ceño, pues sabía que eso no pasaría, Terry nunca le hubo llevado nada de sus giras, mas la rubia nunca perdía las esperanzas.

-Ahí está el tren! – escucharon que gritó una de las jóvenes señalando hacia la gran máquina.

Cuando el tren se hubo detenido, oficiales de la estación hicieron espacio para que los pasajeros pudieran descender. Uno a uno, los pasajeros bajaron del transporte y cuando fue turno de los actores se armó un gran alboroto, fans gritando a todo pulmón el nombre de su actor favorito.

-Ahjj, escúchalas mamá – dijo la rubia con desagrado – las muy ilusas piensan que Terry las mirará. – pero en el fondo tenía miedo que eso pasara.

-Déjalas que sueñen Susy, eso le da más fama a tu futuro esposo.

-Pero no me gusta… no quiero que nadie más sueñe con él, sólo yo puedo hacerlo.

-Tú no tendrás que soñar con eso hija, eso será una realidad para ti.

-Tienes razón! – dijo emocionada – cuando Terry y yo nos casemos cumpliré finalmente mi deseo.

La multitud estaba rodeando a los actores, desde donde estaban, Susana y su madre, no podían ver casi nada, pero poco a poco la gente se fue dispersando.

-No puedo creer que vine en vano. – se quejó una fan que pasaba frente a ellas.

-Me pregunto qué habrá pasado para que ellos se quedaran en Nebraska?

-Oíste eso mamá? – la rubia miró preocupada a su madre.

-Vamos a averiguar qué está pasando? – comenzó a empujar la silla de ruedas de su hija, por suerte ya no había gente, solo algunos del personal de utilería junto con el director de la compañía.

-Robert! – el director se giró al oír la voz de su ex actriz.

-Susy! Qué gusto verte. – se acercó a ella. - señora Marlow, cómo le va? – la mujer solo sonrió e hizo un movimiento de cabeza.

-Sí, a mí también me da gusto – respondió la rubia – no he visto a Terry. – buscó con la mirada – creí que estaría ayudándote con las cosas, pero no lo veo aquí.

-Bueno… - se puso incómodo - lo que pasa es que no regresó con nosotros.

-Qué? – dijo asustada – él…

-Susy – la interrumpió – hubo un problema con la compra de pasajes del tren. – el director le explicó cómo habían sucedido las cosas y el por qué Terry se había quedado en compañía de cuatro personas más en Nebraska. –no se pudo hacer nada – se disculpó.

-No puede ser… - dijo bajito. - no estará para navidad…

-Pero sí para año nuevo! – interrumpió su madre - no te desanimes cariño, recuerda que si pasas año nuevo en su compañía, será un buen augurio para ustedes.

-Sí… tienes razón – sonrió tristemente.

La rubia regresaba a su casa en total mutismo, le dolió saber que Terry no pasaría esa navidad con ella y su madre, finalmente le había hecho prometer que ese año las acompañara; había estado contenta planeando la cena que tendrían, sería una en familia, como las que esperaba tener a partir del próximo año, cuando lo convenciera para casarse; pero esa ilusión se rompió en tan solo unos segundos, le dio rabia, acaso ella no le importaba nada? Y por qué se tenía que haber quedado Karen haciéndole compañía? Había tantas preguntas que la atormentaban y llenaban de amargura y coraje.

*·.*.·*

Nebraska, días atrás.

Cuando la compañía partió Karen trató de disfrutar su estadía en la ciudad, como las personas creyeron que los actores habían regresado a Nueva York, paseó con mayor libertad por la ciudad, nadie la molestaba ni detenía para pedirle un autógrafo, solo debía llevar gafas para no ser reconocida.

-Vamos Terry! – jalaba del brazo a su compañero – acompáñame a dar un paseo.

-Ya te dije que no tengo ganas de salir.

-Ayer me dijiste lo mismo y te dejé en paz – se quejó - vamos, no seas aguafiestas, disfrutemos de nuestras vacaciones.

-No son vacaciones.

-No estamos trabajando, estamos en otra ciudad, tenemos comida y hotel pagado por la compañía, a mí me parecen vacaciones.

-Sí, como digas – dijo sonriendo ante la resolución de su amiga. – ahora déjame dormir, recuerda que estoy de "vacaciones".

-Por favor acompáñame – siguió rogando – te prometo que nadie va a reconocernos, ayer ni notaron mi presencia en las calles o locales.

-Ahj de acuerdo – respondió con cansancio a la insistencia de la castaña.

Abrigados con unos gruesos abrigos y sombreros para la ocasión, los dos castaños recorrían la plaza principal de la ciudad.

-Mira! – señaló un lugar – alguien puso una pista de patinaje.

-Wow, se ve que se divierten. – dijo al escuchar a niños reír.

-Vamos a ver! Le pidió.

-No me interesa, mejor vamos a tomar algo caliente.

-Ash – se quejó – lo haremos después, vamos allá se ve divertido. – comenzó a jalarlo del brazo.

Mientras más se acercaban al lugar, las risas de los niños se hacía más fuerte, la gente rodeaba la pista impidiendo que vieran al grupo que se divertía. Cuando estuvieron más cerca, Terry, por su altura, distinguió a dos personas mayores que agarraban de las manos a los niños mientras los guiaban por el hielo.

-De verdad se ve divertido. – pensó, pero inmediatamente ese pensamiento se vio interrumpido, sin esperar se soltó del agarre de Karen y corrió lo que faltaba para llegar a la pista de hielo, el motivo, escuchó aquella risa que sólo le pertenecía a una persona.

-Terry… a dónde vas? – la castaña casi resbala por la brusquedad que fue dejada.

-Imposible… es ella… acaso es ella? – quitaba de su camino a las personas que le obstruían el paso mientras estos lo miraban con enojo o lo insultaban; pero no le importaba solo quería ver a la dueña de aquella hermosa risa, que ahora se hacía mucho más fuerte.

-Agárrate fuerte Ami! – ahí estaba, sonriendo felizmente la joven dueña de su corazón – jajaja… ven, dame tus manos, vamos a girar – la rubia giraba con la pequeña mientras ambas sonreían, parecía una linda niña disfrutando de su juego, luego soltó a la pequeña y patinaba de espaldas hasta que.

-Cuidado! – gritó cuando vio que perdió el equilibrio y chocaría contra uno de los postes que sostenía la cerca. Estaba listo para entrar cuando vio como un hombre se interponía entre la rubia y el poste.

-Estás bien Candy? – la sostenía entre sus brazos.

-Eh… s-sí… si estoy bien – dijo aturdida, con la mirada buscó al dueño de aquella voz, no se equivocaría jamás, era él… o no?

-Vámonos! – dijo el castaño cuando llegó frente a Karen.

-E-espera! – dijo cuando la tomó de la muñeca y comenzó a tirar de ella – acaso era Candy? – dijo sorprendida.

-No lo sé, vámonos! – seguía caminando.

-No seas tonto Terry – trataba de ponerse firme para evitar que el castaño se alejara – ve a hablar con ella.

-No seas tonta – dijo apretando los dientes, pues vio al hombre que sostuvo a Candy en sus brazos, era claro que entre ellos había algo más que amistad – si quieres quedarte hazlo, yo me…

-Terry!? – se detuvo en seco al oír que lo llamaba – Terry… eres tú, verdad?

-Hola Candy… - se giró – cómo estás? – trató de sonar tranquilo, vio que los ojos de la rubia brillaban por las lágrimas que luchaban por salir.

-Yo… - comenzó a acercarse a él – de verdad eres tú… - finalmente sonrió, era esa sonrisa dulce que siempre la caracterizó.

-Sí, pecosa, soy yo – fue contagiado por aquella sonrisa que tanto amaba olvidando su repentino enfado.

-Ya no soy tan pecosa, sabes. – dijo soltando una risita cantarina, para el castaño fue como un aliciente para su alma.

-Ujum – los dos jóvenes regresaron a la realidad – bueno, creo que se dieron cuenta que estoy aquí. – dijo Karen sonriendo del sonrojo de ambos, nunca había visto a su amigo así.

-Karen! – la rubia se acercó a ella con una sonrisa – te acuerdas de mí?

-Cómo no hacerlo Candy – respondió con un abrazo – eres una persona memorable, alguien difícil de olvidar. – dijo mirando de reojo al castaño.

-Candy…? – el hombre que la había salvado de aquel golpe estaba detrás de ella – ya debemos irnos linda, los niños tienen frio.

Terry miró con celos a aquel hombre que osaba usar aquel apelativo cariñoso con su pecosa. Karen estaba lista para detener a su amigo, si es que éste decidía saltar para matar a aquel apuesto y atrevido joven.

-Eh.. sí – miró a su interlocutor – Henry – lo llamó – ven, quiero presentarte a unos amigos.

-Amigos? – repitió Terry en su cabeza, le dio rabia oír aquello, quería salir de ahí cuanto antes, no deseaba escuchar que ese hombre era el esposo de su amada Candy; odió a su amiga, al ver que le sonreía a ese tipo, ni siquiera prestó atención cuando la presentaron con aquel.

-Él es Terry… - Candy se acercó al mencionado – Terry, él es Henry… mi…hermano.

-Mucho… - por segundos se interrumpió - qué había dicho? Dijo hermano, verdad? – esos pensamientos pasaron por su cabeza a la velocidad de la luz. – mucho gusto, Terruce Grandchester. – se presentó.

-Quién no conoce al gran actor de Broadway? – dijo el joven extendiéndole la mano – es a mí a quien recién están conociendo como el hermano de esta señorita.

-Sí! dijo hermano – aseguró el castaño feliz para sí – no sabía que tenías un hermano? – miró a la rubia – tú también creciste en el hogar de Pony?

-No, crecí en Escocia, junto a mis padres.

El castaño miró a Candy confundido, acaso había escuchado bien? Eso significaba que Candy había encontrado a su familia?

-Sí… - respondió la rubia a su pregunta silenciosa – encontré a mis verdaderos padres – sonrió – en realidad, pasaron muchas cosas. – entonces Terry pudo distinguir el gran parecido entre los dos, ambos eran rubios de ojos verdes.

-Por qué no los invitamos a cenar y ahí les cuentas todo lo que pasó desde que dejaron de verse. – propuso Henry.

-Me parece buena idea! – respondió Karen – nos estamos quedando en el hotel de la ciudad, se llama… - la castaña y el joven rubio entablaron la conversación mientras Terry y Candy se miraban con tantas preguntas en el rostro.

-Entonces mañana los esperamos a las 8. – dijo él rodeando los hombros de su hermana – vamos linda, los niños ya deben estar cansados.

-Los niños! – dijo alarmada, causando la risa de los presentes.

-La hermana Jones los está cuidando; pero démonos prisa. Dijo riendo - Nos vemos mañana. – miró a los castaños.

-Hasta… mañana. – tímidamente la rubia miró a su ex novio.

-Nos vemos – sonrió levemente ante aquella extraña timidez de su ex novia.

Los dos castaños vieron a los rubios marcharse, no podían creer lo que había pasado, ni en sus más locos sueños, Terry, creyó encontrarse con Candy en aquella ciudad.

*·.*.·*

Los castaños regresaron a su hotel, Karen no había parado de hablar sobre aquel reencuentro, emocionada lo animaba a no perder aquella; por su parte, Terry estaba sumido en sus pensamientos. Candy en aquella ciudad, tan bella como la última vez que la vio, no, mucho más hermosa que antes, su cuerpo había perdido esa forma de niña y tomado una de mujer, sus rasgos físicos se habían afinado mucho más, a la vista de cualquier persona, su pecosa se había convertido en una hermosa mujer.

-Mañana invítala a salir – dijo Karen cuando estaban frente a la puerta de su habitación.

-Qué dices? – el castaño la miró con duda en los ojos.

-No seas tonto Terry! – golpeó su brazo – aprovecha los días que nos quedaremos aquí y pásalos con Candy. – dijo sonriente – no te preocupes por nada, ese será nuestro secreto. – susurró cerca de su oído antes de girarse y entrar a su habitación.

La castaña entró a su habitación con una sonrisa feliz; no se dio cuenta del cambio que tuvo su amigo, escuchar lo último lo trajo de vuelta a la realidad, a su realidad.

-En qué estaba pensando? – se reprochó a sí mismo – no, no estaba pensando… - se respondió a sí mismo – nunca pienso bien cuando estoy frente a ti pecosa… - bajó la mirada con tristeza – no puedo ofrecerte nada, más que mi amistad sincera. – se acercó a la ventana y volvió a ver el cielo, estaba cubierto de nubes - supongo que mañana también nevará.

El castaño volvió a quedarse hasta altas horas de la madrugada mirando la ciudad desde aquella ventana de hotel; pero a diferencia de aquel ritual que repetía desde hacía años, esta vez no estaba fumando, en su lugar tocaba aquella hermosa melodía en su inseparable tesoro, su armónica.

*·.*.·*

La situación no había sido distinta para la rubia, al igual que Terry, Candy se preguntó que había hecho?, ni siquiera ella lo sabía, cuando escuchó su voz, sus piernas comenzaron a correr hasta encontrarlo y cuando lo hizo, simplemente lo llamó.

-No sé en qué estaba pensando…? - dijo mirando por la ventana de su habitación – cómo te veré mañana? Soy consciente que solo podemos ser amigos y nada más… Terry… - susurró su nombre – has cambiado tanto – sonrió al recordar al castaño – como deseaba decirte que el cabello corto te queda de maravilla – pensó en la obra que estaban presentando, Hamlet, así que por eso el joven había cortado su cabellera – te veías más maduro y varonil, ya no eres ese adolescente rebelde que conocí – bajó la mirada con tristeza al recordar aquella época que pasaron juntos en el colegio.

-Candy…? – los toques en su puerta llamaron su atención.

-Henry – se giró – pasa.

-Cómo estás? – se sentó en su cama.

-Bien. – sonrió – por qué me preguntas eso?

-Por lo que pasó hoy – la invitó a sentarse junto a él – te molesta que los haya invitado a cenar?

-Claro que no – respondió inmediatamente – me alegro que lo hayas hecho.

-De verdad? – la miró incrédulo – qué bien! Porque pienso que es tu oportunidad de arreglar las cosas con él.

-Creo que tienes razón. – desvió la mirada – no quiero arrepentirme de nada más adelante.

-Candy. – dijo con el ceño fruncido – no me refiero a eso – hizo que lo mirara – es tu oportunidad para estar juntos.

-Olvidas que él tiene un compromiso con la mujer que salvó su vida? – se puso de pie y volvió a acercarse a la ventana – no podría separarlos… qué podría ofrecerle… - las lágrimas comenzaron a salir – nunca le haría eso… él merece vivir feliz y no atormentado por no poder…

-Ya linda – la abrazó – no llores, por favor cálmate – se veía angustiado – mi intención no es causarte sufrimiento.

-No… - trató de sonreír – no es tu culpa – aseguró – simplemente es el destino que me tocó vivir. Sabes? – lo miró – tal vez… está es la oportunidad para despedirnos como no lo hicimos aquella vez – su hermano negaba con la cabeza – después de esto estaremos en paz con nosotros mismos, él seguirá con su vida, junto a ella y yo… yo estaré feliz por él.

Henry solo pudo abrazar a su hermana mientras ella dejaba salir aquel dolor al saber que volvería a decir adiós al hombre que amaba y, lastimosamente, esta vez sería para siempre, bueno, a menos que él interfiriera y juró que lo haría, ya sabía a quién tendría de alidada.

Cómo están? Volví después de tantos meses; mi intención era descansar sólo un mes y retomar la escritura; pero me vi envuelta por mucho trabajo y después, cuando estaba lista para publicar la siguiente historia, lastimosamente perdí a un ser importante para mí, los que leyeron mis historias se habrán dado cuenta que amo a los animales, esa pérdida me dejó en un estado de depresión, hasta ahora no hay día que no la extrañe y llore su partida; pero también encontré una forma de sobrellevarlo y es volver a escribir.

Se cuidan mucho y trataré de publicar el siguiente capítulo el día el martes. Espero que también disfruten esta historia.